Colección Las Ideas Jean Baudrillard El intercambio simbólico v la muerte A Monte Avda Editores, c. a. T i d o original: r c h a n g e syrnbolique et la mon Traductora: Carmen Rada @ Monte Avíla Editores Caracas (Venezuela) Luis Porcel, Editor Mallorca, 79 Barcelona, 29 Portada: Víctor Viano Realización técnica: Víctor Claudín ISBN: 84 - 85321 - 32 - 2 Depósito Legal: B. 14180 - 1980 Gráficas Diamante, Zamora, 83, Barcelona - 18 Ya no hay intercambio simbólico a nivel de las formaciones sociales modernas, no como forma organizadora. Desde luego, lo simbjlico las obsede como su propia muerte. Precisamente porque no regula ya la forma social, ellas no lo conocen más que como obsesión, como exigencia constantemente obstaculizada Dor la lev del valor. Y si bien una cierta idea de la Revolución trató a partir de Marx de abrirse paso a través de esta ley del valor, con el tiempo se fue convirtiendo en una Revolución conforme a la Ley. El psicoanálisis, a su vez, gira alrededor de esta obsesión, pero la elude al mismo tiempo al circunscribirla al inconsciente individual, la reduce, bajo la Ley del Padre, a una obsesión de la cas- tración y del Significante. Siempre la Ley. Sin embargo, más allá de los tópicos y de los económicos, libidinales y políticos, que gravitan todos en torno a una producción, material o de deseo, en la escena (le1 valor está Dresente el esauema de una relación social fundada en la extermina- ción del valor, cuyo modelo nos remite a las formaciones primitivas, pero cuya utopía radical empieza a explotar lentamente a todos los niveles de nuestra sociedad en el vértigo de una rebelión que ya nada tiene que ver con la revolución ni con la ley de la historia, ni siquiera -pero esto tardará más en aparecer porque su fantasma es reciente- con la «liberación» de un «deseo». En esta perspectiva, otros acontecimientos teóricos adquieren una importancia capital: los anagramas de Saussure, el intercambio/don de Mauss, hipótesis estas más radicales a la larga que las de Freud y Marx, perspectivas censuradas precisamente por el imperialismo de las inter- pretaciones freudiana y marxista. El anagrama o el intercambioldon no son episodios curiosos dentro de los confines de las disciplinas lingüística y antropológicas, modalidades subalternas respecto a las grandes máqui- nas del inconsciente y de la revolución. Por el contrario, en ellas vemos perfilarse una misma gran forma de la cual marxismo y psicoanálisis no hacen quizá sino derivar, por desconocimiento, una forma que no beneficia ni a la economía política ni a la economía libidinal, al trazar desde aquí, desde ahora, un más allá del valor, un más allá de la represión, un más allá del inconsciente. Son cosas que suceden. 6 JEAN BAUDRILLARD Tan sólo un acontecimiento teórico tiene para nosotros la trascenden- cia de éstos: la enunciación dei instinto de muerte en Freud. A con- dición de radicalizarla en contra del mismo Freud. De todos modos, se trata en los tres casos de una referencia contrariada: hay que inter- pretar a Mauss contra Mauss, a Saussure contra Saussure y a Freud con- tra Freud. Hay que erigir el principio de reversión (contra-don) contra todas las interpretaciones economistas, psicológicas o estructuralistas a las que Mauss abre el paso. Hay que oponer el Saussure de los Anagra- mas contra el de la lingüística, y aun contra su propia hipótesis restrin- gida sobre los Anagramas. Hay que oponer el Freud del instinto de muerte a todo el edificio anterior del psicoanálisis, e incluso a la versión freudiana del instinto de muerte. A este precio paradojal, que es el de la violencia teórica, vemos las tres hipótesis trazar en sus respectivos campos -pero precisamente esta respectividad queda abolida en la forma general de lo simbólico- un principio de funcionamiento soberanamente exterior y antagonista de nuestro «principio de realidad» económico. Reversibilidad del don en el contra-don, reversibilidad del Intercam bio en el sacrificio, reversibilidad del tiempo en el ciclo, reversibilidad de la producción en la destrucción, reversibilidad de la vida en la muerte, reversibilidad de cada término y valor de lengua en el anagrama: una sola gran forma, la misma en todos los dominios, la de la reversibilidad, de la reversión cíclica, de la anulación; la que en todas partes pone fin a la linealidad del tiempo, a la del lenguaje, a la de los intercambios económicos y de la acumulación, a la del poder. En todas partes toma para nosotros la forma de la exterminación y de la muerte. Es la forma misma de lo simbólico. Ni mística ni estructural: ineluctable. El principio de realidad ha coincidido con un estadio detetminado de la ley del valor. Hoy, todo el sistema oscila en la indeterminación, toda realidad es absorbida por la hiperrealidad del código y de la simulación. Es un principio de simulación que nos rige en lo sucesivo en lugar del antiguo principio de realidad. Las finalidades han desaparecido, son los modelos los que nos generan. Ya no hay ideología, sólo hay simulacros. Es pues, toda una genealogía de la ley del valor y de los simulacros la que hay que restituir para comprender la hegemonía y lo fantástico del sistema actual; revolución estructural del valor. Y es en esta genealogía donde hay que resituar la economía política, que aparece entonces como un simulacro de segundo orden, igual que los que no ponen en juego más que lo real; real de producción, real de significación, en la conciencia o en el inconsciente. El capital no es ya del orden de la economía política; se sirve de 12 economía política como modelo de simulación. Todo el dispositivo de la ley mercantil del valor está absorbido y reciclado en el dispositivo más vnsto de la ley estructural del valor y subsiste así en los simulacros de tercer orden (ver más adelante). La economía política se asegura de este 6 JEAN BAUDRILLARD Tan sólo un acontecimiento teórico tiene para nosotros la trascenden- cia de éstos: la enunciación del instinto de muerte en Freud. A con- dición & radicalizarla en contra del mismo Freud. De todos modos, se trata en los tres casos de una referencia contrariada: hay que inter- pretar a Mauss contra Mauss, a Saussure contra Saussure y a Freud con- tra Freud. Hay que erigir el principio de reversión (contra-don) contra todas las interpretaciones economistas, psicológicas o estructurslistas a las que Mauss abre el paso. Hay que oponer el Saussure de los Anagra- ma$ contra el de la lingüística, y aun contra su propia hipótesis restrin- gida sobre los Anagramas. Hay que oponer el Freud del instinto de muate a todo el edificio anterior del psicoanálisis, e incluso a la versión freudiana del instinto de muerte. A este precio paradojal, que es el de la violencia teórica, vernos las tres hipótesis trazar en sus respectivos campos -pero precisamente esta respectividad queda abolida en la forma general de lo simbólico- un principio de funcionamiento soberanamente exterior y antagonista de nuestro «principio de realidad» económico. Reversibilidad del don en el contra-don, reversibilidad del intercam bio en el sacrificio, reversibilidad del tiempo en el ciclo, reversibilidad de la producción en la destrucción, reversibilidad de l n vida en la muerte, reversibilidad de cada término y valor de lengua en el anagrama: una sola gran forma, la misma en todos los dominios, la de la reversibilidad, de la reversión cíclica, de la anulación; la que en todas partes pone fin a la linealidad del tiempo, a la del lenguaje, a la de los intercambios económicos y de la acumulación, a la del poder. En todas partes toma para nosotros la forma de la exterminación y de la muerte. Es la forma misma de lo simbólico. Ni mística ni estructural: ineluctable. El principio de realidad ha coincidido con un estadio determinado de la ley del valor. Hoy, todo el sistema oscila en la indeterminación, toda realidad es absorbida por