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Helgio Trindade e Daniel Santamaría La cuestión del fascismo en América Latina

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La cuestión del fascismo en América Latina 
Author(s): Hélgio Trindade and Daniel J. Santamaría 
Source: Desarrollo Económico, Vol. 23, No. 91 (Oct. - Dec., 1983), pp. 429-447
Published by: Instituto de Desarrollo Económico Y Social
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Desarrollo Econ6mico, vol. 23, N? 91 (octubre-diciembre 1983) 
LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
HELGIO TRINDADE* 
El debate sobre la cuesti6n del fascismo 
en America Latina se remonta a los afnos 
'30. La aparici6n de movimientos politicos 
de tipo fascista en diversos paises (especial- 
mente en el Brasil, la Argentina, Chile, Bo- 
livia y Mexico), en la epoca en que el 
fascismo estaba en pleno ascenso en Eu- 
ropa, habia engendrado un clima de ra- 
dicalizaci6n ideolo6gica en medios intelec- 
tuales y politicos. Si bien el analisis de los 
contemporaneos y el militante antifascis- 
mo de izquierda, bajo la influencia de la 
estrategia "frentista" de la Tercera Inter 
nacional, no eran los mejores criterios para 
identificar los movimientos fascistas, pa- 
rece indiscutible que ciertas manifestacio- 
nes de caracter fascista hayan tenido lugar 
en los afnos '30 en America Latina. La 
cuesti6n que se somete a investigaci6n se 
reduce menos a la presencia del fascismo 
en America Latina que a la extensi6n de 
sus manifestaciones. Existian por cierto 
algunas precondiciones favorables a la 
eclosi6n de movimientos o partidos de 
inspiraci6n fascista, dado el tipo de transi- 
ci6n econ6mica de los paises mds avanza- 
dos (y la importante influencia de las ideo- 
logias europeas sobre las elites politicas e 
intelectuales) asi como la significativa 
presencia de minorfas 6tnicas originarias 
de multiples corrientes de inmigracion 
europea, sobre todo de italianos y, en 
menor proporci6n, de alemanes. Todos 
estos factores favorecieron el mimetismo 
polftico e ideol6gico y la aparici6n de 
movimientos fascistas. Por esta raz6n, el 
debate sobre las experiencias latinoameri- 
canas, particularmente la brasilefna, se 
refiere a dos aspectos principales: Zc6mo 
distinguir entre esas manifestaciones aque- 
llas que revelan una imitacion pura y sim- 
ple del fascismo europeo y que son, por 
consiguiente, poco significativas en el pla- 
no politico interno, y aquellas que en 
funci6n de su cardcter de masa devinieron 
en autenticos movimientos politicos nacio- 
nales? En los casos donde se verificaron 
movimientos del segundo tipo, ,c6mo 
explicar su inserci6n polftica en sociedades 
tan diferentes a las europeas en donde 
habia nacido el fascismo? 
Con el establecimiento del "Estado 
Novo" de Vargas, en 1937, en el Brasil y 
la elecci6n de Per6n en la Argentina en 
1946, la cuesti6n del fascismo en los regf- 
menes politicos latinoamericanos ha sus- 
citado la atenci6n de los especialistas. 
Incluso si el regimen varguista, personifi- 
cado por la figura carismdtica del "Jefe 
de la Naci6n", parecia conducir hacia 
una dictadura paternalista y modernizante 
y poseia efectivamente potencialidades 
fascistizantes (habia disuelto un fuerte 
movimiento fascista, el "integralismo", 
y se caracteriz6 por la desmovilizaci6n 
polftica) no es menos cierto que el este- 
reotipo fascista cuadraba mejor con la 
agresividad antioligirquica del peronismo, 
que estaba asociado a un alto grado de 
movilizaci6n social y polftica. Las carac- 
terfsticas de estos dos regfmenes, acen- 
tuadas por una grave sospecha de simpatia 
por los paises del Eje (el Brasil de Vargas se 
mantendra neutral hasta 1943, en tanto la 
Argentina lo hard hasta 1945 y acogera en 
su territorio a ex nazis), eran una tentaci6n 
permanente para el empleo del anatema 
"fascista". La cuesti6n relativa a la presen- 
cia de regfmenes fascistas en America 
Latina no parece superarse por el empleo 
* Profesor de la Universidade Federal do Rio 
Grande do Sul, Brasil; investigador asociado en el 
CERI/FNSP, Francia. 
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HELGIO TRINDADE 
del concepto mfis amplio de populismo, 
sobre todo a partir del momento en que los 
condicionamientos de los anios '30 y '40 
resultan menos importantes: sin embargo, 
lejos de perder su actualidad, esta cuesti6n 
se acentu6 en los afnos siguientes con el 
advenimiento de nuevos regimenes autori- 
tarios de caracter militar en los paises del 
Cono Sur (Brasil, la Argentina y, notoria- 
mente, Chile). 
El cambio del modelo de intervenci6n 
militar en el Brasil despues de 1964 rom- 
pi6 con la tradici6n "del arbitraje mili- 
tar"1 a traves de la tentativa de institu- 
cionalizaci6n (parcialmente rechazada) de 
un nuevo modelo politico; asimismo, la 
ruptura de la legalidad democratica en 
otros dos paises, dirigidos por gobiernos 
civiles (Uruguay y Chile), llevara a la orden 
del dfa la cuestion del fascismo en America 
Latina. Si bien el epiteto de "colonial- 
fascismo" ha sido prematuramente atri- 
buido en 1967 por Helio Jaguaribe al 
primer gobierno militar del Brasil2, a par- 
tir de los afios '70 algunos especialistas 
han creado nuevas expresiones, tales como 
"fascismo dependiente", "fascismo atipi- 
co", "neofascismo", "fascismo sui gene- 
ris" a fin de caracterizar los nuevos regi- 
menes latinoamericanos. Los especialistas 
han seguido, en otra perspectiva analftica, 
a Lipset, quien trat6 de explicar el pero- 
nismo y el varguismo como un "fascismo 
de izquierda"3. 
Sin pretender retomar la discusion en 
torno de la naturaleza del fascismo en ge- 
neral y de sus diferentes interpretaciones4, 
nuestro estudio consistira, en una primera 
parte, en abordar de modo crftico los prin- 
cipales andlisis sobre'la cuestion del fascis- 
mo en America Latina. Buscaremos concre- 
tamente cuestionar este "retorno al fascis- 
mo" a partir de los analisis mas recientes, 
datados en los afnos '60, que atribuyeron 
el concepto de fascismo a los nuevos regi- 
menes militares. Esta discusi6n no puede 
disociarse de la cuesti6n sobre el fascismo 
en los ainos '30, si se quiere comprender 
los orifgenes del uso de ese concepto: la 
polarizaci6n fascismo versus populismo 
del pasado reaparece actualmente en la 
nueva dicotomfa fascismo versus autorita- 
rismo. La segunda parte estara dedicada a 
profundizar el estudio del caso brasilefio, 
donde esta cuestion ha tornado, probable- 
mente, un aspecto mis preocupante. En 
1937, en el Brasil, un movimiento de 
masas de tipo fascista, el "integralismo", 
estaba casi asociado al nuevo r6gimen 
("Estado Novo") instaurado por la colu- 
si6n entre Vargas y los militares, y organiz6 
incluso a la vigilia del golpe de Estado 
de noviembre, un desfile de 35.000 a 
50.000 "camisas verdes" delante del pala- 
cio presidencial. De alli la necesidad de 
discutir la naturaleza politica de este movi- 
miento, a traves del analisis de suideologfa, 
de su organizaci6n y de su base social, de 
modo de establecer un cuadro explicativo 
de su emergencia, algo que nos permitird 
comprender mejor las condiciones y los 
limites de la reproducci6n de un movi- 
miento o de un regimen politico de origen 
fascista en America Latina. 
I. 6Retorno al fascismo? 
El golpe de estado militar de 1964 en 
Brasil inaugura una nueva fase en la histo- 
ria de las intervenciones militares en Ame- 
rica Latina. Esta nueva situaci6n se ve re- 
forzada por el proceso que se abre en la 
Argentina a partir de la intervencion de 
las Fuerzas Armadas en 1966, consoli- 
dado en 1976 por un segundo golpe de 
estado militar que sigue a la desintegraci6n 
del peronismo. Dos nuevos golpes de esta- 
do han clausurado el ciclo de un nuevo 
tipo de intervencion en los paises del 
Cono Sur. El primero en Uruguay, marca- 
do por un proceso gradual de militarizacion 
1 Alfred STEPAN: The Military in Politics: 
changing patterns in Brazil, Princeton University 
Press, 1971. 
2 Helio JAGUARIBE: "Stabilite sociale par le 
colonial fascisme", Les Temps Modernes, N? 257, 
Paris, octobre 1967. 
3 S. M. LIPSET: L'Homme et la politique, 
Seuil, Paris, 1963. 
4 Vease Renzo DE FELICE: Il fascismo: le 
interpretazione dei contemporanei e degli storici, 
Ban, 1970; Pierre MILZA et Marianne BENTELI: 
Le fascisme au XXe siecle, Ed. Richelieu, Paris, 
1973; Walter LACQUEUR (edit.): Fascisnm a 
Reader's Guide, University of California Press, 
1976; George L. MOORE (edit.): International 
Fascism: New Troughts and New Approaches, 
London, Sage Publications, 1979; S. V. LAR- 
SEN, B. HAGTVET and J. P. MYKLEBUST 
(edits.): Who Where the Fascists (Social Roots 
of European Fascism), Universitetsfoslaget, Ber- 
gen, 1980; S. J. WOOLF (edit.): Fascism in 
Europe, Methuen, London-N. York, 1981; James 
GREGOR, Interpretations of Fascism, Morris- 
town, N. J., 1974. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
del estado, despu6s de un largo perfodo 
de gobierno civil, donde las Fuerzas Arma- 
das, desestabilizadas por la acci6n de los 
Tupamaros, fueron apoderandose gradual- 
mente del aparato del Estado desde la de- 
claraci6n de la "guerra interna", en abril 
de 1972, hasta el golpe definitivo, en junio 
de 1973, con la disoluci6n del Parlamento. 
El segundo, en Chile, bajo el impacto de la 
violencia militar y del asesinato del presi- 
dente de la Repfiblica, en 1973, se trans- 
form6 en el ejemplo mis traumatizante 
de un proceso de profundizaci6n y de 
estabilizaci6n de los nuevos regimenes 
militares en America Latina, reduciendo 
a la apatfa, mediante una represi6n brutal, 
la movilizacion polftica y social de la 
Unidad Popular chilena. En esta nueva 
perspectiva, la yuxtaposici6n cronolo6gica 
del fin del gobierno mds represivo en el 
Brasil (perfodo Medici 1969-1973) con la 
eclosi6n de los golpes de estado chileno y 
uruguayo produce un reexamen de las 
categorfas analiticas utilizadas por los espe- 
cialistas, algunos de los cuales sufrieron en 
carne propia los efectos represivos de esos 
regimenes. A partir de esta nueva coyun- 
tura, el contenido semantico de las explica- 
ciones adelantadas por los especialistas en 
ciencias sociales sobre los procesos en 
curso en America Latina se alter6, lo que 
ha provocado la puesta en el tapete de un 
nuevo concepto de autoritarismo, favore- 
ciendo la reaparici6n del concepto clasico 
de "fascismo". El retorno al concepto de 
fascismo, operado en una coyuntura de 
agravamiento de las crisis politicas en los 
paises del Cono Sur, donde la situaci6n 
paradigmitica se desplaz6 de Brasil a Chile, 
parece indispensable para la buena com- 
prensi6n de la evoluci6n de los modelos 
explicativos en America Latina. La corrien- 
te que se ha inspirado en la distincion 
clhsica entre autoritarismo y fascismo, 
desarrollada por Juan Linz a partir del 
caso espafiol , se enriqueci6 con la inter- 
pretaci6n mas ambiciosa de Guillermo 
O'Donnell, quien a trav6s de la explicaci6n 
de los procesos argentino y brasilefno, 
sostuvo que la necesidad de "profundiza- 
ci6n" del modelo capitalista y del control 
de los sectores populares imponia la im- 
plantaci6n de "estados burocratico-autori- 
tarios"6. Esta nueva corriente de analisis 
buscaba cuestionar, a trav6s de la critica 
de las teorfas de la modernizaci6n y del 
desarrollo politico que han dominado el 
decenio anterior, el optimismo etnoc6n- 
trico que establecia las relaciones entre 
la modernizaci6n industrial y la democra- 
cia, punto de vista presente en los escritos 
de Lipset, Almond, Coleman, etc6tera7. 
Con la sorprendente ascensi6n de los mili- 
tares al poder, las contribuciones de 
Huntington, Bendix, Packenham, Whita- 
ker y otros8 senialaron los limites de estas 
teorias y abrieron la ruta a los nuevos mo- 
delos explicativos de la "regresi6n" auto- 
ritaria que, parad6jicamente, surgi6 en los 
pafses econ6micamente mas modernos. Sin 
embargo, en este estadio, la teorizaci6n 
propuesta por O'Donnell no parece sufi- 
ciente para englobar a la vez los nuevos 
casos de Chile y Uruguay, pero si para 
captar los perfiles diferenciales de la evolu- 
ci6n de las experiencias argentina y brasi- 
lenia. Partiendo de los limites del modelo 
del "estado burocrdtico-autoritario" que 
tuvo, indiscutiblemente, un carfcter inno- 
vador, emergen de un lado analisis centra- 
dos sobre la hip6tesis del "autoritarismo"9 
5 Juan LINZ: "An Authoritarian Regime: 
The Case of Spain", en Erik ALLARDT and 
Stein ROKKAN (edits.): Mass Politics: Studies in 
Political Sociology, Free Press, N. York, 1970. 
6 Guillermo O'DONNELL: Modernisation 
and Bureaucratic-Authoritarianisnm. Studies in 
South America, Berkeley University Press, 1973. 
7 G. ALMOND and J. S. COLEMAN: The 
Politics of the Developing Areas, Princeton Uni- 
versity Press, 1960; S. M. LIPSET: "Some So- 
cial Requisites of Democracy: Economic Deve- 
lopment and Political Legitimacy", American 
Political Science Review, 53, mar. 59; y S. M. 
LIPSET: "Political Man: The Social Bases of 
Politics", op. cit. 
8 Samuel P. HUNTINGTON: "Political Deve- 
lopment and Political Decay", World Politics, 
XVII, 3, april 1965; Reinhard BENDIX: "Com- 
parative Studies", in Society and History, 9, 
april 1967; Robert A. PACKENHAM: Liberal 
America and Third World, Princeton Univer- 
sity Press; C. S. WITHAKER: "A Dysrhythmic 
Process of Political Change", World Politics, 19, 
january 1967. 
9 Philippe SCHMITTER: Interest Conflict 
and Political Change in Brazil, Stanford Univer- 
sity Press, Stanford, 1971; Alfred STEPAN: 
Authoritarian Brazil: Origins, Policies and Futu- 
re, Yale University Press, New Haven, 1973; 
James MALLOY (edit.): Authoritarianism and 
Corporatism in Latin America, University of 
Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1977; Juan LINZ 
and Alfred STEPAN (edits.): The Breakdown 
of Democratic Regimes: Latin America, The 
Johns Hopkins University Press, Baltimore, 
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HELGIO TRINDADE 432 
y, del otro, el concepto de "fascismo" que 
renace de sus cenizas. Esta reaparici6n, tan 
inesperada como agresiva, de la hip6tesis 
fascista merece ser analizada. 
1. El fascismo dependiente 
La corriente de la interpretaci6n fascista 
para America Latina de los afios '70 nace, 
en gran parte, bajo la inspiraci6n del debate 
subyacente al analisis marxista del fascis- 
mo europeo elaborado por Poulantzas 10. 
Esta nueva preocupaci6n con el retorno del 
fascismo, que renace con el golpe de estado 
de los coroneles griegos en 1967 y con las 
manifestaciones del "neofascismo" euro- 
peo, estaba simb6olicamente presente en 
1974, en la atmosfera del seminario de M. 
A. Macciocchi en Vincennessobre el 
fascismo: "Despues de 1968, las j6venes 
generaciones ya estan apercibidas de que 
el fascismo no ha desaparecido con la 
guerra mundial y la derrota militar. La 
burguesfa capitalista volvia al asalto, dis- 
puesta a todo para detener el movimiento 
que habia creado Mayo del '68 en Fran- 
cia y el 'otoiio caliente' de 1969 en Ita- 
lia" (...) "Esta generaci6n no ha visto sur- 
gir la revoluci6n sino la contrarrevoluci6n 
y el fascismo mismo ha aparecido como el 
peligro del presente y no como el espectro 
del pasado" 11. 
Para todos, el impacto del violento gol- 
pe de estado militar de Pinochet en Chile 
ha llevado a la orden del dfa, bajo un clima 
emocional, las visiones apocalipticas de un 
fascismo dirigido por los Estados Unidos. 
Representando a esta corriente, Zea de- 
clara: "Fue el golpe de los gorilas chilenos 
del 11 de setiembre de 1973 el que ha re- 
lanzado el problema del fascismo. Un 
fascismo que retorna con mas ferocidad. 
En verdad, el fascismo no ha efectuado 
ningun retorno desde que jamas estuvo 
ausente, ni fue dejado de lado, ni fue 
vencido. Los vencidos han sido sus pri- 
meros manipuladores en Europa (...). 
La diferencia proviene del hecho de que su 
asiento no esta mas en Berlin sino en 
Washington" 12. 
El balance crftico de las principales con- 
tribuciones de quienes se suman a la inter- 
pretaci6n "fascista", tanto como los anali- 
sis basados sobre "la conspiraci6n fascista 
internacional" manipulada por el imperia- 
lismo norteamericano, muestra que existen 
tres variantes: en primer lugar, una con- 
cepcion que resiste la transposici6n del 
concepto fascista posterior a su primera 
significaci6n europea y que prefiere referir- 
se a terminos mas generales como "pro- 
cesos de fascistizaci6n" o "fascismo en 
proyecto"; en segundo lugar, el analisis 
que recupera la idea original de fascismo 
-juzgandola adaptada a su empleo como 
concepto explicativo para la America 
Latina de los afnos '70- utilizando un 
calificativo del tipo "fascismo dependien- 
te" o "fascismo atfpico"; en tercer lugar, 
el uso del concepto de fascismo latu sensu, 
disocifndolo de cualquier condicionamien- 
to caracterfstico de los fenomenos euro- 
peos y englobando en su propia especifi- 
cidad la dinamica de las formaciones socia- 
les latinoamericanas. 
En la prolongaci6n de los analisis que se 
refieren a la cuesti6n del fascismo en Ame- 
rica Latina, se hallan los que destacan la 
vocaci6n fascistizante de los actuales regif- 
menes autoritarios latinoamericanos de 
base militar; asf Cueva, que insiste sobre 
el proceso de impregnaci6n fascista de esos 
regimenes; o Zavaleta Mercado, que pre- 
fiere utilizar el concepto de "dictadura 
militar con un proyecto de objetivo fas- 
cista". Estos autores -todos ellos repre- 
sentantes de la tendencia vertebrada sobre 
el "fascismo potencial"- reconocen todos 
las especificidades del fascismo europeo 
de los afnos '30, partiendo de la idea de 
que la dinamica de fascistizaci6n esta en 
curso en America Latina. 
En un primer articulo Cueva admite 
que "la America Latina, victima de un pro- 
ceso de fascistizaci6n, impreso con un 
grado parejo de terror y barbarie, se dis- 
tingue poco del fen6meno anilogo que 
tiene lugar en los paises mas avanzados". 
Brasil y Chile son los dos casos principales 
1978; David COLLIER: The New Authorita- 
rianism in Latin America, Princeton University 
Press, 1979; Alfred STEPAN: The State and 
Society: Peru in Comparative Perspective, Prince- 
ton University Press, Princeton, 1979. 
10 Nicos POULANTZAS: Fascisme et Dicta- 
ture. La IIIe Internationale face au fascisme, 
Maspero, Paris, 1970. 
11 Maria A. MACCIOCCHI: Elements pour 
une analyse du fascisme, Tomes 1 et 2, Union 
Generale d'Editions, Paris, 1976. 
12 Leopoldo ZEA: "Fascismo dependiente en 
Latinoamerica", Nueva Politica, Mexico, 1, 
enero-marzo 1976, pp. 149-151. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
sobre los cuales se inclina el autor. El 
primero ilustra "c6mo fue aplicado, de 
un modo implacable y sistematico, un 
esquema de dominaci6n militar tecnocriti- 
ca, que conllev6 indiscutiblemente carac- 
teres fascistas y estuvo sin equfvocos al 
servicio del imperio americano". El segun- 
do, frente a la "vanguardia de la clase 
obrera chilena" aparecio como el producto 
de "la reacci6n del capital monopolista" 
que en la fase de fascistizaci6n anterior al 
golpe de estado, "aplic6 una linea de 
masas, movilizando grandes sectores de 
la pequefia burguesfa y de las clases 
medias" 13. 
En un segundo artfculo, el autor busca 
profundizar las condiciones a trav6s de las 
cuales los "procesos de fascitizaci6n" en 
America Latina pudieron apuntar a regime- 
nes fascistas. Defiende la idea de que "el 
partido de masas", el "apoyo pequenio- 
burgu6s" tanto como la "ideologia nacio- 
nalista chauvinista" no son rasgos de la 
formaci6n de la experiencia fascista en 
Europa, sino simples medios destinados a 
enmascarar lo mas importante. Lo esencial 
en el fascismo es su "naturaleza de clase" 
y el "cambio cualitativo que imponen las 
fuerzas del estado". El hecho, agrega Cue- 
va, de que los pafses latinoamericanos no 
sean imperialistas, no los inmuniza contra 
los procesos de fascistizaci6n estando 
avanzada la penetraci6n profunda del 
capital trasnacional. La prolongaci6n lo6gica 
de su argumentaci6n viene a decir que, 
te6ricamente, "el desmantelamiento del 
estado democratico-burgu6s y su reem- 
plazo por un r6gimen de caricter fascista 
no va a revertir inmediatamente (subra- 
yado nuestro) las propias modalidades 
concretas que en Europa". Asi, sugiere que 
se deducen dos caracteristicas en esta 
nueva forma de fascismo: de una parte su 
"incapacidad para aprovechar un apoyo 
popular", y por otra su "incapacidad de 
implantar una politica nacionalista" 14. 
El analisis de Zavaleta Mercado, si bien 
se inscribe en una perspectiva marxista 
ortodoxa, busca relacionar el fen6meno 
fascista con los condicionamientos hist6- 
ricos europeos. Propone asi una triple 
distinci6n en la configuraci6n del fascis- 
mo. A las concepciones tradicionales del 
g6nero "el fascismo como movimiento de 
masas" y como "estructura de poder", el 
agrega una tercera: "el fascismo como 
proyecto o propuesta social". Se basa 
sobre el hecho de que entre las actuales 
dictaduras latinoamericanas "se disefna una 
situaci6n donde el proyecto de los que 
detentan el aparato estatal no se funda en 
un movimiento de masas. De donde estas 
dictaduras no Ulegan a transformarse en 
una estructura fascista de poder", en la 
medida en que la "cuestion nacional" no 
es resuelta, a causa de la "presencia impe- 
rialista". Zavaleta no explica la apatfa del 
movimiento de masas por la misma combi- 
naci6n de factores econ6micos que Cueva 
(que consideraba que las desigualdades 
producidas por los factores econ6micos 
internos y la crisis del capitalismo mun- 
dial son frenos estructurales de toda movi- 
lizaci6n) 15. Apunta la conclusi6n de 
que "los elementos disponibles permiten 
revelar que los regimenes atraviesan crisis 
estatales de gran amplitud" pudiendo 
ilevar "a crisis nacionales generalizadas e 
incluso hasta situaciones revolucionarias". 
La imposibilidad para los detentadores 
del poder de elaborar sus directivas como 
mandato de la sociedad civil, que es en 
realidad una "masa no mediatizada", 
tiende a provocar este tipo de situaci6n 16. 
El segundo tipo de analisis engloba el 
nuicleo de nuestro problema mas de cerca, 
por la incorporaci6n explfcita del concepto 
de fascismo, a traves del cual se introduce 
un nuevo paradigma explicativo concer- 
niente a los paises latinoamericanos. 
Theotonio dos Santos es uno de los mas 
conocidos de esta tendencia. Ha sido el 
quien tuvo mds 6xito en popularizar el 
concepto de "fascismo dependiente". Su 
analisis se articulaen torno de la distin- 
ci6n establecida entre movimiento y 
estado fascista, el que no siempre deriva 
de un movimiento fascista. Puede prove- 
nir tambien de una ocupaci6n extranjera o 
de un golpe de estado militar. A la inversa, 
admite la posibilidad para un movimiento 
fascista de acceder al poder sin transfor- 
marse en estado fascista o revertir las 
13 Agustfn CUEVA: "La fascistizaci6n de 
America Latina", Nueva Politica, op. cit., pp. 
156-157 y 159. 
14 Agustin CUEVA: "La cuesti6n del fascis- 
mo", Revista Mexicana de Sociologia, 2, abril- 
junio 1977, pp. 470-471, 474-477. 
15 Ibid., pp. 477-478. 
' 
16 Rene ZAVALETA MERCADO: "Nota 
sobre fascismo, dictadura y coyuntura de disolu- 
ci6n", Revista Mexicana de Sociologia, 1, enero- 
marzo 1979, pp. 83-85. 
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HELGIO TRINDADE 
"formas parciales" de sf mismo. Apoyan- 
dose sobre la experiencia europea del 
fascismo, obtiene las siguientes conclusio- 
nes: cuando el movimiento fascista se apo- 
ya sobre una base pequefioburguesa y una 
ideologfa polftica confusa, el estado 
fascista es en realidad un pacto entre ese 
movimiento y el gran capital. Por consi- 
guiente, denomina "regimenes fascistas 
concretos" no necesariamente a la reali- 
zaci6n integral de las ideas confusas y de- 
mag6gicas de los movimientos fascistas, 
sino al resultado del encuentro de esas 
ideas y las "condiciones objetivas"17. 
Aplicando su anilisis al fascismo latinoame- 
ricano, el autor encuentra impropio el cali- 
ficativo de fascista que ha sido dado a 
los regimenes de Per6n y Vargas ("las for- 
mas corporativistas" que se disefiaron en 
torno de esos regimenes reflejaban, en el 
contexto de los afios '30, "un ideal libera- 
dor y de ninguna manera reaccionario"). 
Por el contrario, retiene las tesis segfin las 
cuales los actuales regfmenes militares son 
"regfmenes fascistas dependientes". La 
raz6n fundamental reside en el hecho de 
que los nuevos regimenes militares, defi- 
niendose todos ellos contra los "herederos 
del populismo anterior", derivaron de la 
repulsa de la experiencia populista y de la 
alianza de clases bajo la hegemonfa de la 
burguesfa nacional. El modelo de "fas- 
cismo dependiente" se articula en torno 
de una asociaci6n diferente: la doctrina 
basada en la seguridad nacional fue el so- 
porte ideolo6gico que ha permitido unir 
polfticamente a la mayoria de los milita- 
res. Su contenido fascista, segfin el autor, 
es poco conforme al ejemplo clasico, 
pero es mds claro en sus objetivos: "Esta 
ideologfa reemplaza la imagen del jefe 
por una elite tecnocratica militar y ci- 
vil, y al partido por el aparato nacional 
burocratico y militar; de otro lado, la idea 
de la represi6n y del orden entrevisto como 
factor de desarrollo nacional es tfpicamen- 
te fascista". Sin embargo, estas caracteris- 
ticas difieren, en relacion al modelo clasico, 
en algunos puntos. En primer lugar, se trata 
de un estado impuesto de arriba hacia 
abajo, que refuerza las ventajas del capital 
internacional sobre el capital nacional y 
que ha optado por una "represi6n de elite" 
en lugar de proceder a una movilizaci6n 
de masas. En segundo lugar, se verifica 
una cierta autonomia del movimiento 
fascista -relativamente debil- en relaci6n 
al estado fascista, que se ha puesto bajo el 
control de la elite militar, tecnocraitica y 
econ6mica. En tercer lugar, las contradic- 
ciones internas de los regfmenes fascistas 
hacen imposible la supervivencia polftica 
de los movimientos populares. En filtimo 
lugar, el regimen deja de sacar ventaja 
por la apatia polftica de las clases medias 
en vez de buscar su apoyo en pro de su 
legitimaci6n 18 
Otro analisis tfpico de esta segunda 
corriente es la desarrollada por Cassigoli, 
que distingue dos tipos de fascismo. De 
un lado, el que corresponde al esquema 
europeo de los afnos '30, el "fascismo 
tipico"; del otro, el fascismo latinoameri- 
cano que el autor prefiere definir como 
"fascismo atfpico". Su anilisis no ha bus- 
cado profundizar las especificidades inter- 
nas de los regimenes latinoamericanos, 
sino de establecer un paralelo entre los 
condicionamientos hist6ricos de los dos 
modelos. 
El primer tipo de fascismo es un "fen6- 
meno politico fundamentalmente europeo, 
inherente a la fase de acumulacion capita- 
lista, que Lenin llam6 'imperialismo'. Se 
caracteriza por su oposici6n al proletaria- 
do, al internacionalismo, al socialismo, al 
bolchevismo y, de una manera verbal, al 
capitalismo". El segundo tipo, en pleno 
desarrollo en America Latina, presenta 
analogias formales con el primero, pero 
aparece en un contexto diferente: la in- 
ternacionalizaci6n del capital y la multi- 
plicaci6n de empresas multinacionales. 
Adopta como ideologfa la "defensa del 
mundo libre, la cultura occidental, el 
hemisferio, es decir, el sosten del sistema 
capitalista mundial" 19 
El articulo de Marcos Kaplan, titulado 
",Hacia un fascismo latinoamericano?", 
puede servir para ilustrar la tercera inter- 
pretaci6n que se propone para responder a 
la siguiente cuestion: en tales condiciones 
" aparece y tiende a desarrollarse una mo- 
dalidad sui generis de fascismo latinoameri- 
cano?". El autor, despues de haber hecho 
17 Theotonio dos SANTOS: "Socialismo y 
fascismo en America Latina hoy", Revista 
Mexicana de Sociologia, 1, enero-marzo 1977, 
pp. 181-182. 
18 Ibid., pp. 184-187. 
19 Armando CASSIGOLI: "Fascismo tipico y 
fascismo atipico", Nueva Politica, op. cit., 
pp. 175, 177 y 178. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
un analisis estructural de la evolucion de 
las sociedades latinoamericanas, deduce 
que "desde el comienzo del proceso de 
cambio cumplido a partir de los anios 
'30... se produce la declinaci6n relativa, la 
descomposici6n mas o menos rapida de las 
estructuras y de las condiciones socioeco- 
n6micas que habian provisto al estado tra- 
dicional y a la oligarqufa las rafces, las ba- 
ses y los objetivos que les permitieron ase- 
gurar su dominaci6n y su hegemonfa". 
La brecha que permite al fascismo latino- 
americano introducirse en el cuerpo social 
se situarfa entonces en "la crisis de la domi- 
naci6n oligarquica", como tentativa de 
sobrepasar las experiencias del pasado que 
fracasaron: "La emergencia del fascismo 
encuentra su explicaci6n en esta contra- 
dicci6n fundamental, de un lado, las exi- 
gencias del modelo de crecimiento utiliza- 
do y del tipo de economfa y de sociedad 
que pretende mantener y desarrollar; del 
otro, las caracteristicas y los efectos de la 
hegemonfa en crisis y de la continua inesta- 
bilidad polftica"20. Kaplan prosigue su ana- 
lisis estableciendo los rasgos caracterfsti- 
cos del fascismo sui generis. Dejando de 
lado toda referencia al perfil hist6rico del 
tipo europeo, sugiere un cierto nfimero 
de caracterfsticas que permitirfan definir su 
modelo fascista. La elite oligarquica y sus 
representantes polfticos han perfeccionado 
los mecanismos que, en la lucha por el po- 
der, van a constituir los rasgos esenciales 
de este nuevo r6gimen fascista: "Consolida- 
ci6n de esta elite oligarquica y de su siste- 
ma de alianzas, reforzamiento de la inter- 
venci6n estatal y redefinicion de su aplica- 
ci6n, ideologfa desarrollista, utilizaci6n 
especffica de la ciencia y la tecnologfa y 
cooptaci6n de ciertos sectores de la tecno- 
burocracia, reorientaci6n del sistema edu- 
cativo, recursos crecientes a formas simbo- 
licas del poder, militarizaci6n del poder, 
universalizaci6n de la coercion y elabo- 
raci6n de un nuevo orden politico"21. 
Desde su punto de vista, la elite oligar- 
quica, en crisis de dominaci6n, refuerza y 
organiza un "sistema de alianzas" que 
permiteun mayor reforzamiento del 
poder. Esta "conversi6n adaptativa" de la 
oligarqufa, integrada por representantes del 
gran capital, se cumple a trav6s de la 
alianza con las sociedades multinaciones de 
poder hegem6nico y, partiendo de este 
pacto basico, extiende nuevas alianzas con 
las fuerzas armadas y "con ciertos secto- 
res intelectuales, tecnoburocraticos y pro- 
fesionales de la clase media, asi como con 
la burocracia sindical y la aristocracia 
obrera". Como consecuencia, a trav6s de 
este nuevo tipo de alianzas se produce una 
"reestructuraci6n y una reorientacion del 
estado" que lo adaptan a los intereses de 
"la elite oligarquica y de sus aliados interio- 
res y exteriores". Partiendo de estos su- 
puestos, el "r6gimen fascista y su estado" 
operan a traves de un modelo ideologico 
("la ideologfa desarrollista"). Ellos se bene- 
fician del apoyo de un sector de la tecno- 
burocracia ("la elite polftica y la tecno- 
burocracia del fascismo sostienen que los 
grandes problemas son de orden econ6- 
mico y tecnocientffico, negando su especi- 
ficidad social, polftica e ideologica"), de 
la reorganizaci6n del sistema educativo 
("transmisi6n de conocimientos practicos, 
operacionales e ideolo6gicamente neutros" 
y "cultura interdisciplinaria para los miem- 
bros de los grupos hegem6nicos y de las 
clases dominantes") y de "la utilizaci6n 
combinada de formas simb6olicas y represi- 
vas del poder". Kaplan termina su estudio 
anunciando que el "fascismo ha llegado a 
America Latina". Con un tono dogmatico 
y pesimista declara: "El fascismo se ha 
instalado y entiende perpetuarse para siem- 
pre, porque por su naturaleza y sus resulta- 
dos, el fascismo aspira a la eternidad..."22. 
2. El neofascismo en cuesti6n 
Dos tipos de crftica, igualmente inspira- 
das en una aproximaci6n marxista del pro- 
blema, estan en condiciones, segun nos- 
otros, de descalificar la tesis del fascismo 
aplicada al nuevo estilo de dominaci6n 
militar en America Latina. En primer lu- 
gar, la crftica de Zemelman, quien, a partir 
de una discusi6n general sobre el fascismo 
y sus rasgos esenciales, se inclina mas parti- 
cularmente sobre el caso limite de un regi- 
men militar en el seno de una sociedad mo- 
vilizada por el socialismo, con el ejemplo 
de Chile bajo Pinochet. En segundo lugar, 
la de Boron, que logra de un modo mas 
sistematico refutar la hip6tesis del "fas- 
cismo latinoamericano" fundaindose sobre 
un analisis comparativo del fascismo 
europeo. 
20 Marcos KAPLAN: "Hacia un fascismo la- 
tinoamericano", Nueva Politica, op. cit., p. 120. 
21 Ibid., p. 123. 
22 Ibid., pp. 123, 142-143. 
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HELGIO TRINDADE 
Zemelman propone a justo titulo que 
"negar o afirmar la existencia de regime- 
nes fascistas en America Latina implica 
revelar previamente los rasgos que consti- 
tuyen su esencia". Se propone definir los 
principales elementos te6ricos del fascismo 
a partir de la organizaci6n del regimen, de 
sus bases sociales y de su dinamica polftica. 
E1 fascismo aparece como una impotencia 
de la burguesfa por imponerse sobre el 
proletariado. La organizaci6n del estado 
fascista tiene, en efecto, por rasgo distin- 
tivo una "unidad monolitica" que exige 
la sumisi6n al poder de las masas populares 
y de la burguesia, permitiendo asi a traves 
de "la abdicacion aparente de esta filtima" 
romper los lazos del aparato del estado con 
todo interes particular de clase, lo que 
explica "la independencia del poder fascis- 
ta frente a la antigua clase gobernante". 
Otro rasgo distintivo del fascismo en 
terminos de base social y de funci6n hist6- 
rica, reside a la vez en su configuraci6n 
como "movimiento de masas, el mis radi- 
calmente antiliberal", y como instrumento 
de la dictadura de los grandes intereses 
monopolistas y de los grandes propietarios 
agricolas "bajo la cobertura de un estado 
corporativista". Finalmente, en la dinfmi- 
ca de su evoluci6n, el fascismo se estructu- 
ra, en los primeros tiempos, a trav6s "de 
una gran y heterogenea movilizaci6n de 
masas que alcanza un cierto grado de 
independencia con referencia a las clases 
dominantes, para articularse despues en 
torno de la gran burguesia"23. En lo que 
concierne al "fascismo chileno", la posi- 
ci6n de Zemelman se aleja de los analisis 
anteriores. En Chile, "la organizaci6n de 
un movimiento de masas" que haya legiti- 
mado la nueva dominaci6n y "la organi- 
zaci6n de un partido que haya sido el cen- 
tro supremo de decisi6n" no se cumplie- 
ron, habiendo las Fuerzas Armadas llenado 
solas esta funci6n. Para otros, los milita- 
res han separado del poder "la clase poli- 
tica tradicional" y han desplegado respecto 
a los partidos burgueses una intensa critica. 
Si bien los aspectos "jerarquicos se han re- 
forzado" aumentando el poder personal 
del jefe de estado, la polftica econ6mica 
se ha desarrollado en favor del gran capital, 
aliado a los intereses extranjeros. Hace falta 
precisar que a cada momento el sistema no 
ha recurrido a los "factores carismaticos y 
a la demagogia socialista para movilizar 
las fuerzas pequefioburguesas" que carac- 
terizan al fascismo europeo. La ausencia, 
segfin el autor, en el proceso hist6rico chi- 
leno anterior al golpe de estado militar, 
de una organizaci6n ("estado mayor") 
reconocida por la burguesia y de un "par- 
tido de masas de orientaci6n fascista" 
(como hubiera podido ser el partido De- 
mocrata Cristiano bajo el control de 
Frei), ha facilitado el enfrentamiento direc- 
to entre las Fuerzas Armadas y el movi- 
miento popular. Estas, removiendo del 
poder a los partidos burgueses, devienen 
en una nueva clase polftica. El autor afir- 
ma, en conclusion, que el "proceso de 
fascistizacion (yendo de la etapa popular 
a la etapa militar totalitaria y oligarquica) 
no se ha logrado" cualesquiera sean "las 
alternativas de la evolucion del regimen", 
su estabilidad reposa antes que nada sobre 
su caracter "militar. burocratico" 24. 
La critica mas radical hecha a la utiliza- 
ci6n del concepto de fascismo aplicado a 
los regimenes actuales de America Latina 
es la de Boron en su articulo titulado "El 
fascismo como categorfa hist6rica". Esta 
crftica parte de la siguiente cuesti6n: 
,cual es la aplicaci6n del concepto de 
fascismo mas apropiada para definir la 
naturaleza de los regimenes politicos de 
la regi6n? El autor observa que "la izquier- 
da latinoamericana ha cometido suficientes 
errores en el pasado como para evitar ca- 
racterizar de nuevo de un modo err6neo 
al enemigo de clase...", y agrega: "No es 
recurriendo a la denuncia ideologica y a 
consignas justificadas y correctamente 
empleadas en otras epocas y lugares que 
se lograra echar luz sobre los rasgos dis- 
tintivos de los gobiernos represivos de 
America Latina"25. Boron, partiendo de 
una definici6n marxista de inspiraci6n 
gramsciana del fascismo, critica el uso ge- 
neralizado del concepto de "proceso de 
fascistizaci6n" en America Latina, que 
termina por considerar como "fascismo 
primario" dictaduras como las de Somoza, 
Trujillo, Stroessner y Duvalier: "Si la 
fuerza, la violencia inherente a todo estado, 
23 Hugo ZEMELMAN: "Acerca del fascismo 
en America Latina", Nueva Politica, op. cit., 
pp. 193-195 y 197-202. 
4 Ibid., pp. 202, 203 y 206. 
25 Atilio BORON: "El fascismo como catego 
rna historica: en torno del problema de las dicta 
duras en America Latina", Revista Me.^n--,a d4 
Sociologia, 2, abril-junio 1977, p. 482 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
...es sin6nimo de fascismo, de alif se ven- 
drfa a considerar que toda la historia de 
las sociedades de clases no son mas que la 
historia del fascismo". Luegode haber 
situado la experiencia europea del fascismo 
"en pleno perfodo de maduraci6n y de 
crisis de la fase clasica del imperialismo" 
afirma, como muchos otros especialistas 
del fascismo, que el estado fascista "se ha 
edificado sobre los restos de una ofensiva 
revolucionaria frustrada de la clase obrera 
y sobre los hombros de una amplia movili- 
zacion de la pequefia burguesfa". Este pro- 
ceso engendra una ideologfa que "a pesar 
de su amalgama contradictoria, ha repre- 
sentado una tentativa de sustituci6n de la 
vieja ideologia liberal"26. Boron funda, 
esencialmente, su rechazo de la tesis del 
fascismo latinoamericano sobre las diferen- 
cias establecidas entre las dos coyunturas 
hist6ricas. Las nuevas formas de autorita- 
rismo de base militar que se manifiestan en 
America Latina en los afnos '60 y '70 se 
sitfian, en primer lugar, "en una fase dis- 
tinta del capitalismo monopolista". Mien- 
tras que la burguesia nacional europea era 
al mismo tiempo "hegem6nica, monopo- 
lista e imperialista..., el proceso de interna- 
cionalizaci6n de los mercados internos" 
en los pafses de la periferia "se realiza de 
una manera distinta a la que se conoci6 
en Italia y en Alemania donde el capitalis- 
mo estaba retrasado". En segundo lugar, 
"la composici6n del bloque dominante" 
tuvo sfibitamente cambios significativos 
con "el ascenso de la burguesfa monopo- 
lista internacional a una posici6n hegemo- 
nica". Se trata de un intermezzo pospopu- 
lista que condujo a la crisis de las institu- 
ciones liberales burguesas y que tuvo por 
objetivo redefinir un nuevo sistema de 
alianzas. Segfin el autor, "los representan- 
tes del gran capital transnacional aseguran 
su predominio, garantizando su hegemo- 
nfa sobre fracciones de la burguesfa nacio- 
nal y ciertos sectores de los estratos medios 
que pudieron obtener provecho del nuevo 
esquema de acumulaci6n capitalista". En 
tercer lugar, insiste, estableciendo las dife- 
rencias con los regimenes fascistas euro- 
peos, sobre "la ausencia de masas que sir- 
van de apoyo a tales regimenes" y de 
"una ideologia totalitaria". 
A partir de las experiencias polfticas de 
Allende en Chile y de Goulart en Brasil, 
Boron observa que en esta epoca, a pesar 
de una cierta movilizaci6n de los estratos 
medios de estilo fascistoide, los regimenes 
militares actuales en realidad "cansaron a 
las masas, incluso a las pequefioburguesas, 
que hubieran podido ser movilizadas para 
ensanchar las bases de apoyo de estos go- 
biernos". Estima igualmente que "en la 
fase actual del capitalismo en la periferia 
no existen fundamentos econ6micos que 
permitan establecer solidos lazos entre la 
burguesfa monopolista y las clases medias". 
El filtimo elemento distintivo entre las dos 
situaciones se encuentra al nivel del aparato 
del estado. Seg(un el autor, "no se efectu6 
en el seno de las dictaduras una reestructu- 
raci6n parecida a la que se opero al nivel de 
los regimenes fascistas clasicos"27. 
El aspecto politico mds interesante de 
su analisis se situa en el momento en que 
desarrolla el tema de la "militarizaci6n del 
estado". Muestra que, contrariamente a las 
formas tradicionales de intervencion militar 
(el "pronunciamiento" que era la obra de 
un caudillo militar), hoy es la propia insti- 
tuci6n militar la que ocupa los diferentes 
6rganos del estado, proyectando su estruc- 
tura jerarquica de poder sobre la organi- 
zaci6n estatal. En esta 6ptica, Boron arries- 
ga la siguiente hipotesis sobre la nueva 
estructura del poder: "El ascenso de las 
fuerzas armadas en tanto que partido 
orgdnico de la gran burguesfa monopolista" 
y, en consecuencia, la instituci6n militar 
en sf, aparece como "el partido del orden 
en el momento en que entran en crisis las 
diferentes f6rmulas populistas", con la 
ayuda de las cuales se habfa querido resol- 
ver la crisis del estado oligarquico. A partir 
de este enfoque concluye, con acierto, 
que "el estado militar es la alternativa his- 
t6rica al fascismo, y la soluci6n actual para 
conducir el desarrollo capitalista de la 
periferia" 28. 
Este argumento del "partido militar" 
fue retomado y desarrollado por Rouqui6, 
que lo ha aplicado primero al caso brasi- 
lefno y luego a toda America Latina: "Las 
fuerzas armadas pueden ser fuerzas polfti- 
cas que desempenan por otros medios las 
mismas funciones elementales que los par- 
tidos y sobre todo que conocen en su 
seno, como los partidos pero segfin otra 
lo6gica, los procesos de deliberaci6n, las 
26 Ibid., pp. 483, 489-490, 499-500. 
27 Ibid., pp. 509-516. 
28 Ibid., pp. 518 y 521. 
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HELGIO TRINDADE 438 
tomas de decisi6n, y aun agregaci6n y arti- 
culaci6n de intereses sociales"29. Este 
autor, a trav6s de su mis reciente obra 
titulada El Estado militar en America 
Latina, no s6lo generaliza, bajo una pers- 
pectiva comparativa, el concepto de "par- 
tido militar" y especula sobre el problema 
del porvenir del estado militar, sino que 
aun rechaza la tesis del "fascismo latino- 
americano". Escribe: "Estos regimenes sin 
partido ufnico ni aparato movilizador no 
tienen base de masas y no buscan tenerla. 
Ellos no politizan sino que despolitizan a 
los ciudadanos, no adoctrinan a los trabaja- 
dores, les incitan a retornar a lo privado". 
Luego de haber analizado el caso chileno 
y argentino, sobre los cuales concluye que 
los "estados militares tienen de hecho co- 
mo objetivo suprimir la polftica, no fundar 
otro orden politico", Rouquie resume su 
juicio sobre el tema: "Mis que definir la 
naturaleza de estos regimenes, habrfa que 
hablar de las funciones que asumen los 
militares. Frente a las crisis que hemos 
visto, ellos representan en todo caso una 
hegemonia de sustituci6n (...) El aparato 
del estado reemplaza al estado como pro- 
ducto de las fuerzas sociales. Esto no signi- 
fica que el ejercito est6 por encima de las 
clases o que sea el instrumento de la bur- 
guesfa, sino que puede conducir segfin dos 
modalidades, no alternativamente, sino 
simultaneamente" 30. 
II. El fascismo en la epoca clasica 
A decir verdad, en America Latina el 
debate sobre el fascismo ha sufrido siempre 
la influencia de las modas europeas. El 
concepto de fascismo se ha incorporado a 
la historia de la America Latina desde la 
organizaci6n del APRA de Haya de la 
Torre en Peru en 1924, y sobre todo con 
los gobiernos de Vargas en Brasil y Per6n 
en la Argentina. 
La vacuidad del analisis politico, que 
oscilaba entre el ensayo periodfstico y el 
formalismo jurfdico, se presto bien a ficiles 
analogias. La importancia del fen6meno 
fascista en la Europa de los afnos '30, el 
enfrentamiento que el ha provocado des- 
pu(s de la Segunda Guerra entre los paises 
"democraticos" versus los paises "fascis- 
tas" y el pronunciado interes que la ciencia 
politica americana ha acordado a la elabo- 
raci6n del concepto de "totalitarismo" 
(designando a la vez el estado fascista y el 
estado staliniano) han contribuido larga- 
mente a la generalizaci6n del empleo del 
calificativo "fascista" a prop6sito de movi- 
mientos y de regimenes polfticos apare- 
cidos fuera del contexto europeo. Este 
conjunto de factores explica en gran parte 
por qu6 este termino de "fascista" ha deve- 
nido en la "bestia negra" del lenguaje po- 
litico entre los militantes, los periodistas y 
los ensayistas politicos latinoamericanos. El 
fascismo de los antifascistas, sea que estos 
filtimos pertenezcan a la izquierda socialista 
y comunista o a la derecha conservadora y 
liberal, ha sido integrado por consenso 
tanto en la imaginaci6n polftica de los 
teorizadores y de los doctrinarios como en 
la acci6n polftica de los hombres de par- 
tido. Mas tarde, con el desarrollo de las 
ciencias sociales en America Latina, los 
anilisis fueron enriquecidos con otros enfo- 
ques y nuevos conceptos fueron introduci- 
dosen la teorfa polftica. Este nuevo tipo 
de interpretaci6n aplicara al caso de Per6n 
y de Vargas el concepto de "populismo" 
utilizado por Germani, Di Tella, Gracia- 
rena, Weffort y Ianni31 y el de "fascismo 
de izquierda o proletario" por Lipset. 
En los afnos '70 se pone a la orden del 
dia la naturaleza fascista de los movimien- 
tos autoritarios de los afnos '30, a partir 
de la discusion en torno a la Acci6n Inte- 
gralista Brasilefia fundada por Plinio Sal- 
gado en 1932. 
El debate sobre el fascismo en America 
Latina ha estado siempre mas asociado al 
caso argentino que al caso brasilenio. El 
ascenso de Per6n a la Secretarfa de Trabajo 
en 1943, que provoc6 una importante 
movilizacion popular y la reorganizaci6n 
del movimiento sindical, ha engendrado 
una vasta discusi6n en torno de la especifi- 
29 Alain ROUQUIE (org.): Les Partis mili- 
taires au Bresil, Presses de la FNSP, Paris, 1980, 
p. 12. 
30 Alain ROUQUIE: L'Etat militaire en Ame- 
rique latine, Seuil, Paris, 1982, pp. 330-331. 
31 Gino GERMANI: Politica y sociedad en 
una ipoca de transici6n, Paidos, Buenos Aires, 
1962; Torcuato DI TELLA: El sistema poli- 
tico argentino y la clase obrera, Editorial Uni- 
versitaria, Buenos Aires, 1964; Jorge GRACIA- 
RENA: Poder y clases sociales en el desarrollo 
de America Latina, Paid6s, Buenos, Aires, 1967; 
Francisco WEFFORT: 0 populismo na politica 
brasileira, Paz e Terra, Rio, 1978; Octavio IANNI: 
0 colapso do populismo no Brasil, Civiliza9ao 
Brasileira, Rio, 1968. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
cidad del regimen instaurado. A la inversa, 
el "Estado Novo" de Vargas, establecido en 
1937, a pesar de haber dictado una impor- 
tante legislaci6n laboral de inspiracion 
fascista, fue menos sospechado de fascismo 
porque se trataba de un regimen desmovili- 
zador, que habia disuelto al integralismo y 
tambien porque habia declarado la guerra 
al Eje en 1943. Este estigma fascista del 
r6gimen argentino ha sido largamente di- 
fundido por la prensa americana y europea: 
en plena sucesion presidencial de 1946, los 
Estados Unidos divulgaron el famoso "Li- 
bro Azul" denunciando los vinculos entre 
el r6gimen de Per6n y los paises del Eje. 
El documento denunciaba que "el capital 
aleman, los m6todos de gestion alemanes, 
el militarismo aleman y la ideologfa fascista 
alemana han ejercido una influencia pro- 
funda y durable en la Argentina". Si bien 
se reconocia que el fascismo argentino no 
era "simple reflejo de los fascismos aleman 
e italiano", afirmaba que "el ha nacido 
en el pais y se ha desarrollado seguin prin- 
cipios originarios". El aspecto principal de 
esta denuncia era que el "totalitarismo 
argentino" deviniera "aliado de los es- 
fuerzos del Eje" y habia decidido copiar 
"las ideas y las pricticas de los fascismos". 
Este texto, que pretendfa influir sobre las 
elecciones presidenciales, sostenfa que ha- 
cia 1946 el peronismo, "su ejercito, su po- 
licia y su administraci6n quedaron bajo el 
control de personas favorables al Eje" y 
que "a despecho de los cambios superficia- 
les decididos por razones tacticas, los 
gobiernos sucesivos han mantenido una 
politica de represi6n, sofocante y cruel, 
que caracteriza a los regimenes totalita- 
rios" 32. Siguiendo la sugerencia del embaja- 
dor Braden, este documento fue publicado 
y tuvo como doble efecto politico acen- 
tuar el lenguaje antiimperialista de Per6n 
-bajo el slogan Braden o Per6n- y de di- 
fundir en la posguerra la imagen de un 
peronismo fascista. Vargas, entre tanto, 
era expulsado del poder en 1945 por la 
oposici6n liberal, con el apoyo de la co- 
rriente militar que habia combatido al 
fascismo en Europa. 
1. Fascismo y populismo 
Este tipo de analisis, profundamente 
marcado por el contexto antifascista de la 
posguerra y por inconfesados intereses 
econ6micos y geopolfticos americanos, 
tuvo sin ninguna duda, a pesar de su debil 
contribuci6n al debate sobre la naturaleza 
del fascismo en America Latina, un impor- 
tante impacto en la controversia "demo- 
cracia" versus "autoritarismo". A pesar 
del hecho de que Per6n permanecio en el 
poder hasta 1955, la marca fascista de su 
gobierno sobrevivi6 como un permanente 
elemento de sospecha. No fue mas que a 
partir de los afnos '50 que se aborda desde 
otro angulo, sobre todo con los estudios 
mas sistematicos de Germani y de Lipset, 
el debate sobre el peronismo. Mientras 
Germani, insistiendo sobre las diferencias 
de tipos de movilizaci6n social entre Italia 
y la Argentina, defini6 al peronismo como 
un "nacionalpopulismo", incorporando asi 
al analisis de este regimen el enfoque 
"populista", Lipset prefiere utilizar el con- 
cepto de "fascismo de izquierda" conside- 
rando que la base social del fascismo puede 
desplazarse en el continuum derecha- 
izquierda. 
Los estudios de Germani sobre el pero- 
nismo, si bien son teoricamente tributarios 
de la sociologia de la modernizacion, han 
tenido el m6rito de insertar el fenomeno 
peronista en un contexto mas vasto. Como 
destaca De Felice: "En lugar del discurso 
sobre las clases medias, el ha desarrollado 
uno mas general y mis comprehensivo 
sobre la movilidad y la integraci6n so- 
cial"33. A partir de sus analisis pioneros 
desata en la Argentina todo un campo de 
investigaciones centradas a la vez sobre 
las relaciones entre movimiento obrero y 
peronismo y sobre la problematica de la 
sociedad de masas34. La caracterfstica di- 
ferencial entre el fascismo y el peronismo, 
en la hipotesis central de Germani, se 
establece a partir de la distinci6n entre 
movilizacion primaria y movilizacion se- 
cundaria (la primera se produce en el seno 
de una sociedad tradicional, la segunda en 
una sociedad modernizada). El fascismo 
nace de la conjunci6n entre la moviliza- 
ci6n primaria y la movilizaci6n secundaria, 
mientras que el peronismo es producto de 
32 Citado por Georges BEARN: La Ddcade 
peroniste, Gallimard-Juliard, Paris, 1975, pp, 
209-211. 
33 Renzo DE FELICE: Clefs pour compren- 
dre le fascisme, Seghers, Paris, 1975, p. 143. 
34 Vease Gino GERMANI: Politica e Massa, 
Belo Horizonte, UFMG, 1960; GRACIARENA, 
op.cit. 
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HELGIO TRINDADE 
una movilizaci6n primaria que pone en 
acci6n, sobre todo, a la clase obrera. El 
fascismo en Italia se explica, segun el 
autor, por el hecho de que hasta la Pri- 
mera Guerra Mundial la movilizaci6n pri- 
maria habia encontrado medios de expre- 
si6n aceptados o tolerados, pero que en 
la posguerra la clase obrera no encontr6 
una "elite disponible", ni tuvo exito en 
hacerse del poder. De alli que este despla- 
zamiento hacia la violencia fascista por 
parte de estas masas en disponibilidad po- 
lftica, asociadas a la movilizaci6n de las 
clases medias (que sufrieron con la guerra 
un creciente proceso de proletarizaci6n) 
ha abierto el camino al "primo-fascismo". 
A la inversa, el peronismo era un "mo- 
vimiento nacional-popular", implicando 
"numerosos aspectos totalitarios", sin ser 
en realidad "muy diferente del movimiento 
liberal-popular -el Partido Radical- que 
habia dado expresi6n politica al primer 
estadio de la movilizaci6n popular"35. 
Los trabajos ulteriores de Di Tella, de 
Portantiero y de Murmis refuerzan la idea 
de asociaci6n entre el peronismo y la clase 
obrera. Retomando, grosso modo, la in- 
terpretaci6n de Germani sobre las diferen- 
cias sociolo6gicas entre la situaci6n europea 
y la situaci6n latinoamericana, "si bien la 
presencia de elementos ideolo6gicos del 
fascismo en el peronismo es innegable", 
Di Tella observa que la identificaci6n de 
estos dos fen6menos es imposible, siendo 
diferentes sus caracteristicas sociales. Las 
pequenasclases medias han constituido 
esencialmente la base social del fascismo 
mientras la clase obrera ha sido la del pero- 
nismo. El fascismo, segun el autor, no ha si- 
do temido ni combatido por las clases 
acomodadas del mismo modo que el 
peronismo. 
Estas diferencias sociolo6gicas no'han im- 
pedido a Di Tella reconocer, a prop6sito 
de los origenes del peronismo, numerosas 
similitudes con el fascismo. En los dos 
casos existe el mismo tipo de elites que han 
utilizado estos movimientos. En la Argen- 
tina, por ejemplo, se trat6 de "grupos de 
ideologia nacionalista, de militares admi- 
radores de las proezas de Hitler y de exe- 
getas del estado corporativista mussoli- 
niano". A prop6sito de este nuevo regi- 
men, que el prefiere denominar "bona- 
partismo", el autor aporta una precision 
sobre la naturaleza de la movilizaci6n de 
masas: "El peronismo se apoya menos so- 
bre una clase obrera organizada y poliftica- 
mente consciente que sobre una forma de 
espontaneismo obrero que se caracteriza 
por una fuerte hostilidad respecto de las 
clases acomodadas (...) y una atracci6n 
por la violencia que sera dificil considerar 
como producto de una conciencia poli- 
tica racionalmente estructurada" 36. 
Esta caracterizaci6n de las bases obreras 
del peronismo no ha sido admitida por 
todos los especialistas. A esta concepcion 
que presenta la "masa" obrera como dejan- 
dose manipular facilmente por lideres 
sindicales inestables y por la demagogia 
politica, se opone la posici6n de Portan- 
tiero y de Murmis que ven en el origen del 
peronismo un "sindicalismo unificado". 
Siguiendo a estos autores, ciertos analis- 
tas han asociado las siguientes ideas: de 
un lado "la imagen de un proceso de mani- 
pulaci6n de las masas obreras por una 
elite que les era extrafia" y "la ausencia 
de una organizaci6n proletaria aut6noma"; 
del otro lado, la idea de que "el apoyo 
de las masas se deberfa a la inexistencia (o 
la existencia poco significativa) de una or- 
ganizaci6n sindical previa". Portantiero y 
Murmis estan de acuerdo en la importan- 
cia del rol que juega el sindicalismo durante 
el perfodo de gestaci6n del peronismo: 
"Los dirigentes y las organizaciones sindica- 
les antiguas han colaborado intensamente 
en la genesis del peronismo y esta partici- 
paci6n ha sido fundamental al nivel de los 
sindicatos de la Confederaci6n General del 
Trabajo (CGT) y mas importante al nivel 
del Partido Laborista"37. 
A esta tesis se opone Germani, en un 
articulo publicado en 1973, donde sostie- 
ne que "no se puede hablar de movimien- 
to sindical como si se tratara de un bloque 
monolitico porque su divisi6n ha sido pro- 
funda durante y despues del ascenso del 
gobierno y la cafda de Per6n. Habiendose 
dado el nfumero limite de alternativas de 
que disponfan el estado y las masas, los 
dirigentes han adoptado una muy vasta 
35 Vease Gino GERMANI: Autoritarismo, 
fascismno e classi sociali, Bologna, II Mulino, 
1975. 
36 DI TELLA, op. cit., pp. 54-64. 
37 Juan Carlos PORTANTIERO y Miguel 
MURMIS: "El movimiento obrero en los orige- 
nes del peronismo" (Documento de Trabajo), 
Instituto Torcuato Di Tella, abril 1969, pp. 
24-26. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
gama de actitudes contradictorias, desde 
una vigorosa oposici6n ilegal hasta la cola- 
boraci6n". Germani concluye su analisis 
sobre el peronismo diciendo que la com- 
prensi6n de este fen6meno exige conside- 
rarlo sobre pianos diferentes: "Al nivel de 
la estructura socioeconomica, se puede 
concebirlo como la expresi6n del des- 
arrollo de una forma particular de capi- 
talismo (...) y en funci6n de las alianzas 
de clase posibles y necesarias a una confi- 
guracion determinada de componentes 
econ6micos; al nivel de la estructura socio- 
politica se debe ver como una crisis de la 
movilizacion que golpe6 a las clases infe- 
riores afectando viejas y nuevas elites 
tanto como a las clases medias, proceso 
analogo al que Gramsci llama crisis orgd- 
nica "38. 
Mas tarde, despues de la Segunda 
Guerra Mundial, el uso del concepto de 
populismo para explicar los regfmenes de 
Peron y de Vargas (este filtimo ejerce de 
nuevo el poder entre 1951 y 1954) ha ter- 
minado por generalizarse en las ciencias 
sociales latinoamericanas. Sin embargo, el 
caracter multiforme de las realidades cu- 
biertas por el termino "populismo", atri- 
buido a epocas y a regiones bien diferen- 
tes unas de otras39, ha suscitado el cues- 
tionamiento de la generalizaci6n de este 
concepto aplicado a America Latina. Esto 
explica, en parte, por que Lipset ha optado 
por el concepto de "fascismo de izquierda" 
o "proletario" a fin de explicar la naturale- 
za del peronismo. 
Recurriendo al enfoque sociologico, 
Lipset sostiene, como referencia de base, 
que el fascismo es un movimiento pertene- 
ciente a las clases medias que se manifiesta 
contra el capitalismo, el socialismo y la 
gran empresa y contra los grandes sindica- 
tos. A partir del anilisis hist6rico, afirma 
que las tres principales familias polfticas 
posteriores a la Revolucion Francesa co- 
rresponden a bases sociales diferentes (la 
derecha se apoya en fracciones de la bur- 
guesfa; la izquierda sobre los obreros de 
la industria y sobre los sectores pobres 
del campesinado; y el centro sobre las cla- 
ses medias). Considerando que todas las fa- 
milias poseen en su interior una tendencia 
"democratica" y una tendencia "extremis- 
ta", el autor llega a la conclusion de que el 
fascismo es un extremismo de centro. Su 
conclusi6n viene a decir que si hay un fas- 
cismo tfpico, que se apoya sobre las clases 
medias en el pafs donde el capitalismo y el 
movimiento obrero han conocido el mayor 
fmpetu, puede aceptarse al menos la exis- 
tencia de otros dos tipos de fascismo: un 
extremismo de derecha que es sostenido 
por la clase acomodada en los paises con 
retraso econ6mico (notoriamente el caso 
del salazarismo en Portugal) y un extremis- 
mo de izquierda apoyado sustancialmente 
sobre una base social obrera en paises en 
vias de crecimiento (lo que corresponde 
al caso del peronismo y del varguismo). 
E1 argumento desarrollado por Lipset 
toma en consideraci6n, para lo esencial, la 
base social del peronismo: "Como los par- 
tidos marxistas -dice- el peronismo se 
apoya sobre las clases sociales mas deshe- 
redadas, los obreros de las ciudades y la 
parte mas pobre de la poblacion rural". 
A proposito de la amalgama de elementos 
contradictorios que constituye el regimen 
peronista, Lipset concluye: "Si se quiere 
considerar como una clase particular de 
fascismo, se puede ver bien que se trata de 
un fascismo de izquierda, que busca apoyo 
sobre las clases sociales que hubieran podi- 
do reencontrar en el socialismo y en el co- 
munismo la desembocadura natural de sus 
rencores y sus frustraciones"40. 
Este analisis que conduce a la paradoja 
de calificar al nacionalsocialismo alemain 
de "extremismo de centro" (el electorado 
nazi se situaba mas en las pequefias ciuda- 
des y en las zonas rurales) tiene como con- 
secuencia, segfin De Felice, "no considerar 
como verdaderamente fascistas mis que a 
los partidos y los extremismos centristas y 
medioburgueses". Todos los otros, dice, 
con la sola excepcion delperonismo, se pue- 
den declarar por lo tanto y pertinentemente, 
segfin nuestro punto de vista, en el rango de 
movimientos conservadores de derecha"41. 
Estos anAlWisi sociologicos ilustran bien 
la dificultad de utilizar los dos conceptos 
de fascismo y populismo para explicar tan- 
38 Gino GERMANI: "El surgimiento del 
peronismo: el rol de los obreros y de los migran- 
tes internos", Desarrollo Econ6mico, vol. 13, 
N? 51, Buenos Aires, octubre-diciembre 1973, 
pp. 86-87. 
39 Vease G. IONESCU and Ernest GELLNER: 
Populism. Its Meaning and National Characte- 
ristics, Londres, 1969.40 LIPSET, op. cit., pp. 189 y 192. 
41 Citado por DE FELICE: Clefs pour com- 
prendre le fascisme, op. cit., p. 142. 
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HELGIO TRINDADE 
to la rpalidad latinoamericana como las zo- 
nas de sombra que existen entre ellos. Para 
comprender las diferencias entre estos con- 
ceptos no es suficiente recurrir al analisis 
sociol6gico, o uno fundado sobre la arti- 
culaci6n mecanicista entre estructuras 
socioeconomicas e instituciones politicas. 
La dificultad no es menor cuando en una 
perspectiva marxista del anilisis del discur- 
so se acepta, como sugiere Laclau, que "el 
nazismo constituye una experiencia popu- 
lista y que como todo populismo de las cla- 
ses dominantes, ha debido apelar a un con- 
junto de distorsiones ideologicas -el racis- 
mo- a fin de evitar que el potencial revolu- 
cionario de las reivindicaciones populares 
no se orientara en el sentido de sus verda- 
deros objetivos". Como afirma el autor en 
otro texto: "El socialismo no constituye el 
polo opuesto al fascismo" en la medida en 
que "el fascismo es un discurso popular 
neutralizado por la burguesia" y el socia- 
lismo "un discurso popular al que no ha 
sido posible impedir el desarrollo de todo 
su potencial revolucionario"42. 
Sin abordar otros puntos de vista dife- 
rentes sobre la cuestion, se puede tambi6n, 
tanto sobre el planteo te6rico como sobre 
el planteo de los analisis empiricos de la 
realidad latinoamericana, verificar por lo 
menos que la polarizaci6n fascismo versus 
populismo no es una cuesti6n que haya si- 
do hasta ahora objeto de consenso en el 
anilisis social y politico. 
Si se quiere comprender mejor la natura- 
leza politica de los regimenes de Vargas y 
Per6n se debe, en principio, establecer algu- 
nos datos cronol6gicos sobre el periodo en 
tren de comparaci6n, porque ambos lideres 
latinoamericanos l1egaron a la cfuspide de 
sus gobiernos con una diferencia de dieci- 
seis afnos: Vargas se transform6 en Jefe del 
Gobierno Provisorio en 1930 con la victo- 
ria de la Revoluci6n de Octubre, mientras 
que Per6n sera elegido presidente de la Re- 
publica solamente en junio de 1946. Mien- 
tras, lo que los aproxima a estos dos po- 
liticos es el hecho de que estan en el poder 
en la Argentina y en Brasil entre 1950 y 
1954 y que pierden el poder casi al mismo 
tiempo: Vargas se suicida en agosto de 
1954 y Per6n es depuesto por los milita- 
res en setiembre de 1955. 
Lo mas importante por destacar es la 
evolucion de los regimenes politicos diri- 
gidos por Vargas y Peron: el primero pro- 
dujo tres experiencias politicas diferentes 
que fueron cambiando y adaptAndose a la 
coyuntura politica nacional e internacio- 
nal. En principio, en la primera fase (1930 
a 1937) oscila entre la "dictadura" antio- 
ligarquica (1930 a 1934) y el gobierno 
constitucional de inspiracion liberal (1934 
a 1937); en seguida, antes de la eleccion 
de su sucesor, provoca un golpe de Estado 
con el apoyo de las fuerzas armadas e im- 
pone un sistema autoritario y represivo 
dirigido con un estilo muy personalista 
(Estado Novo, 1937 a 1945); finalmente, 
luego de la democratizaci6n de 1945, Var- 
gas sera elegido en 1950 presidente de la 
Repiblica mediante el sufragio universal y 
el sost6n del Partido Trabalhista Brasileiro. 
Per6n tendra el control del poder nacio- 
nal sin interrupcion entre 1946 y 1955 pe- 
ro con fases diferentes: en principio, la fa- 
se de las leyes sociales, del primer plan 
quinquenal y de la nacionalizacion de los 
ferrocarriles (1945-1948); luego la fase de 
1949 a 1951 donde el regimen deviene me- 
nos liberal frente a las dificultades econ6- 
micas (censura de la prensa, oposicion vigi- 
lada y sindicatos controlados) y en la terce- 
ra fase (1952 a 1955) el regimen se endure- 
ce, evoluciona hacia el partido funico y el 
segundo plan quinquenal se pone en mar- 
cha con subvenciones a la agricultura y la 
ganaderia, tanto como a la industria pesada. 
Este prisma hist6rico permite explicar 
por qu6 en el Brasil , en el periodo del Es- 
tado Novo, bajo la influencia del ascenso 
del fascismo en Europa, los analistas tu- 
vieron tendencia a utilizar el concepto de 
fascismo, asi como en la fase de posguerra 
el concepto de populismo sera largamente 
empleado por los especialistas. En la situa- 
ci6n argentina, dado que el ascenso de Pe- 
ron al gobierno nacional comenz6 a fines 
de 1943 y su poder se mantuvo sin inte- 
rrupcion hasta 1955, las interpretaciones 
son, en general, ambiguas: quienes anali- 
zan al peronismo a partir de sus origenes, 
es decir, desde el perfodo sindicalista de 
1945 a 1948, prefieren clasificarlo en la 
familia de los fascismos; quienes compa- 
ran la tendencia industrializante y pater- 
nalista con la segunda fase del varguismo 
lo llaman, mis bien, populismo. 
42 Ernesto LACLAU: Politica e Ideologia na 
Teoria Marxista (Capitalismo, fascismo e popu- 
lismo), Paz e Terra, Rio, 1978, pp. 130 y 147. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
Vargas y Per6n aprovecharoh las con- 
tradicciones entre el imperialismo ingles 
y el norteamericano, tanto como el blo- 
queo del sistema capitalista mundial du- 
rante la guerra, para desplazar las econo- 
mias agroexportadoras hacia una economia 
industrial de sustituci6n de las importacio- 
nes. El proceso de industrializaci6n combi- 
nado con el intervencionismo del Estado en 
los dominios de la industria basica y el 
aporte del capital extranjero no parecian 
estar en contradicci6n con el nacionalismo 
econ6mico y las leyes sociales propuestas 
por el Estado. La principal diferencia en- 
tre esos dos regimenes populistas se halla 
en el nivel de las relaciones entre el gobier- 
no y las clases medias urbanas y populares. 
Vargas desarrolla una estrategia gradualista 
en el dominio social y provoca un lento y 
progresivo proceso de movilizaci6n social 
(la movilizacion populista comienza en 
Brasil en los afnos '40 y se acrecienta con 
el retorno de Vargas al poder en 1950-54, 
para terminar en el populismo de las refor- 
mas sociales de Goulart, heredero politico 
de Vargas, entre 1961 y 1964, que esta en 
los origenes de la intervenci6n militar de 
1964). Per6n, por el contrario, desarrolla 
en su primer periodo (1945-48) una poli- 
tica social agresiva que provocara una res- 
puesta muy movilizadora de los estratos 
urbanos y populares; pero su estrategia 
terminara en una desmovilizaci6n progre- 
siva a fines del primer perfodo (en los afios 
'70 ensayara sin exito, luego de su retorno 
a la Argentina, un viraje ideolo6gico hacia la 
izquierda). En esta perspectiva, parece legi- 
timo considerar que los regimenes de 
Vargas y Per6n, en el filtimo perfodo 
(1950-55), se encuentran mas pr6ximos al 
concepto de populismo que de fascismo. 
2. Los limites del fen6meno fascista 
Dos conclusiones provisorias pueden res- 
catarse para clausurar esta discusi6n critica 
sobre el fascismo en America Latina. La pri- 
mera se refiere a la utilizaci6n del concepto 
de fascismo en los analisis de los afios '70. 
Sin buscar nuevos argumentos en las obras 
consagradas al estudio comparativo del fas- 
cismo, la "crftica interna" desarrollada en 
las paginas precedentes alcanza para cues- 
tionar la hip6tesis del fascismo bajo sus di- 
versas formas (fascismo potencial, fascismo 
dependiente y fascismo sui generis). La se- 
gunda conclusi6n provisoria es que para de- 
finir los regimenes de Per6n y Vargas no se 
puede utilizar el concepto de fascismo, in- 
cluso si se profundiza la discusi6n "fascis- 
mo versus populismo". En sfntesis, el inte- 
rrogante que queda por plantear es el si- 
guiente: /existen o han existido en Ameri- 
ca Latina movimientospoliticos que pue- 
dan ser realmente llamados fascistas? La 
respuesta a esta cuesti6n no parece ffcil, 
porque no es suficiente que un movimiento 
revista los aspectos exteriores de los movi- 
mientos europeos para que se lo pueda lla- 
mar fascista. La reproducci6n del fascismo 
en America Latina supone la existencia de 
toda una serie de condiciones que hemos 
definido en parte para el caso del Brasil. 
En este pais, se desarrollo entre 1932 y 
1938 un importante movimiento politico 
de masas que, en nuestra opini6n, cumpli6 
las precondiciones de emergencia de una 
organizacion de tipo fascista. Asi, recha- 
zamos la tesis de la existencia de regimenes 
politicos fascistas en America Latina, pero 
admitimos la presencia limitada en los anos 
'30 de movimientos fascistas. 
Los analisis comparativos sobre el fas- 
cismo, generalmente centrados sobre la 
experiencia europea, han hecho en el curso 
de estos filtimos diez afnos referencias a las 
manifestaciones fascistas en America Lati- 
na. Estos analisis, que son antes informa- 
ciones hist6ricas que verdaderos estudios 
comparativos, desembocan asi en cierto 
consenso en materia de los limites del fe- 
n6meno en el subcontinente El ufnico es- 
fuerzo de explicaci6n que, en una perspec- 
tiva comparada, acuerda importancia a los 
movimientos latinoamericanos es el de Linz. 
Utilizando el enfoque sociologico en un ar- 
ticulo dedicado a esta cuesti6n, incluye en 
su campo de observaci6n al integralismo 
brasilefio43. En otro estudio destinado a 
formular hip6tesis sobre la aparici6n de 
movimientos fascistas en ciertos paises la- 
tinoamericanos, reconoce que han existido, 
por cierto, muchos otros movimientos o 
regimenes antiliberales, antidemocrfiticos, 
reaccionarios o populistas, "pero que hubo 
pocos movimientos fascistas capaces de lle- 
gar a constituir una base de masas, tenien- 
do la misma organizaci6n y el mismo esti- 
lo que sus hom6logos europeos" 44. Del 
43 Juan LINZ: "Some Notes Toward a Com- 
parative Study of Fascism in Sociological Histo- 
rical Perspective", en LACQUEUR, op. cit. 
44 Juan LINZ: "O Integralismo e o fascismo 
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HELGIO TRINDADE 444 
mismo modo, Milza y Benteli, admitiendo 
que "no hay practicamente ningun pais 
sudamericano que no haya visto nacer, en 
la entreguerra, un movimiento fascista" y 
que en la mayor parte de los casos "se trata 
de grupos formados por miembros de colo- 
nias italianas o alemanas o de movimientos 
de pura imitacio6n", concluyen que "un so- 
lo pais, Brasil, ha conocido un verdadero 
'fascismo' de masas"45. Es a esta misma 
conclusi6n a la que ha llegado Hennessy en 
su balance bibliografico comentado sobre 
Fascism and populism in Latin America4f 
tanto como Payne en su obra reciente Fas- 
cism: comparison and definition47. 
Sin embargo, estos analisis, que mencio- 
nan la existencia posible de manifestacio- 
nes fascistas fuera de Europa, no toman en 
cuenta las condiciones hist6ricas de la apa- 
rici6n de estos movimientos (con la excep- 
ci6n ya sefialada del estudio de Linz) y no 
definen los criterios que pueden llevar a 
que se admita un movimiento latinoameri- 
cano como fascista. La articulaci6n entre 
estos dos niveles de anilisis es una condi- 
ci6n necesaria para justificar la presencia 
de aut6nticos movimientos fascistas tanto 
como para responder a dos reservas impor- 
tantes. La primera, sugerida por De Felice, 
sostiene que "el fascismo ha sido un fen6- 
meno europeo que se desarrollo6 entre las 
dos guerras" y que "toda comparacion con 
situaciones extraeuropeas (...) es imposi- 
ble, vista la diferencia radical de los con- 
textos hist6ricos (en el sentido mas amplio 
de la expresi6n)"48. La segunda reserva 
proviene del hecho de que ciertas corrien- 
tes, sea por un culto purista de las ideas 
politicas, sea por una concepci6n mecani- 
cista de los determinantes socioecon6mi- 
cos, consideraron que todas las manifes- 
taciones ideolo6gicas en America Latina 
se explican por un simple mimetismo res- 
tringido a las elites cultas. Partiendo de 
este hecho, estas corrientes niegan tambien 
la posibilidad de la existencia del fascismo 
en el subcontinente. Para intentar respon- 
der a estas dos objeciones resulta perti- 
nente discutir el caso de la Acci6n Integra- 
lista Brasilefia (AIB) como referencia a 
dos niveles principales: 1) ZCuales son los 
factores socioecon6micos, politicos y cul- 
turales que explicarian la aparici6n en 
Brasil de un movimiento fascista? 2) iCua- 
les son los componentes ideolo6gicos, orga- 
nizacionales o sociol6gicos de este movi- 
miento, que permiten clasificarlo como un 
caso tipico de fascismo? S6olo la conjuga- 
ci6n de estos factores podra legitimar -en 
un contexto extraeuropeo- el uso del 
concepto de fascismo y, al mismo tiempo, 
contribuira al avance comparativo de 
este fen6meno. 
La primera dimensi6n que permite ex- 
plicar la formaci6n de un movimiento fas- 
cista en el Brasil se situia en el planteo de 
las condiciones hist6ricas. Estos factores 
son indispensables para comprender el 
tipo de proceso hist6rico, al nivel de la 
sociedad global, permitiendo la transfor- 
maci6n del "integralisnmo" en movimiento 
de masas. Si estas condiciones no hubieran 
existido, la experiencia fascista en el Brasil 
se hubiera limitado a pequefios grupos, 
sensibles al atractivo de las ideologias ex- 
tranjeras pertenecientes a estratos medios 
en ascenso. El elemento central de nuestra 
explicaci6n es que la singularidad del pro- 
ceso brasilefio en esta 6poca es que se trata 
de una sociedad global en transicion. Esta 
expresi6n exige una explicaci6n, en la me- 
dida en que puede parecer muy general y 
susceptible de ser utilizada para calificar a 
diferentes etapas de la evoluci6n hist6rica 
del pais. Sin analizar todas las transforma- 
ciones polfticas e ideolo6gicas de los afnos 
'30 a partir de variables infraestructurales, 
se puede avanzar la hip6tesis de que el 
dato fundamental reside en el hecho de 
que ha habido un proceso de crisis en la 
sociedad brasilefia de la posguerra, que se 
ha manifestado desde el nivel econ6mico 
y social hasta el dominio cultural stricto 
sensu. 
A nivel econ6mico comienza entonces el 
proceso de cambio del modelo dominante: 
los signos del empobrecimiento de la eco- 
nomia primario-exportadora, fundada so- 
bre el cultivo del cafe, se manifiestan de 
modo creciente en la crisis de 1929; al 
mismo tiempo se acelera, en el curso de 
los afios '30, el proceso de industrializa- 
cion. Esta etapa de transici6n econ6mica 
internacional", Revista do IFCH/UFRGS, V, 
Porto Alegre, 1976. 
45 MILZA y BENTELI, op. cit., p. 297. 
46 Alistair HENNESSY: "Fascism and popu- 
lism in Latin America", en LACQUEUR, op. cit. 
47 Stanley PENN: Fascism: Comparison and 
Definition, The University of Wisconsin Press, 
1980, pp. 161-177. 
48 DE FELICE: Clefs pour comprendre le 
fascisme, op. cit., p. 264. 
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA 
introduce, de manera muy neta, cambios 
en la estratificaci6n social, con la forma- 
ci6n de una clase obrera y la diversifica- 
ci6n de estratos medios. Estos dos proce- 
sos entrafian una rapida urbanizaci6n, de 
donde se deriven efectos significativos en 
el campo polftico e ideolo6gico. De una 
parte, la respuesta del sistema politico 
oligairquico tradicional se abre con una 
serie de rebeliones militares de oficiales 
subalternos (en 1922, 1924 y 1926), lo 
que provoca la politizaci6n de los elemen- 
tos j6venes de las fuerzas armadas ("tenen- 
tismo"). Por otra parte, los primeros gol- 
pes importantes hacen estallar, desde 1918, 
conflictos sociales en los centros industria- 
les y urbanos,

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