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z C I D ~ '~ O O :> e D [7 D ~ e "8 "l [7 ~ cr::: LLI lo . cv L 1 D ~ ~ ~ O E O O O 9 D D O § ~ "lO O :¡;w • ~ ----... - -- -.......- - - -- , ESTUDIOS DE TELEVISiÓN Colección dirigida por Lorenzo Vilches YOLANDA MONTERO RIVERO TELEVISiÓN, VALORES Y ADOlESCENCIA MARIANO CEBRIÁN HERREROS LA INFORMACiÓN EN TELEVISiÓN Obsesión merrontil y política J. CONILL V V. GOZÁLVEZ (coords.) ETICA DE LOS MEDIOS Una apuesta por la ciudadanla audiovisual FRANCISCO RODRíGUEZ PASTORIZA CUlTURA Y TELEVISiÓN Uno relación de confHcto GÉRARD IMBERT El ZOO VISUAL DI:: la trlevísíón espectacular a la televisión especular GLORIA SALÓ ¿QUÉ ES ESO DEL FORMATO? Cómo nace y se desarrolla un programa de te:le:visión MARIO GARCíA DE CASffiO LA FICCiÓN TELEVISIVA POPULAR Una evolución de las series de televisión e:n España CARLOSARNANZ NEGOCIOS DE TELEVISiÓN GUILLERMO OROZCO (coord.) HISTORIAS DE LA TELEVISiÓN EN AMÉRICA LATINA LORENZO VllCHES LA MIGRACiÓN DIGITAL MANUEL PAlACIO HISTORIA DE LA TELEVISiÓN EN ESPAÑA GUSTAVO BUENO TELEVISiÓN: APARIENCIA Y VERDAD JAVIER f'f.REZ DE SILVA LA TELEVISiÓN HA MUERTO La nueva producción audiovisuol en la era de: Internt':t: La tercero revolución industrial M· DEL CARMEN GARCiA GAlERA TElEVISiÓN, VIOLENCIA E INFANCIA El impacto de los medios JOHN SINClAIR TELEVISiÓN: COMUNICACiÓN GLOBAL Y REGIONALlZACIÓN PEDRO L CANO DE ARISTÓTELES A WOODY ALLEN Poftica y retórica paro cine y televisión ROSA ÁLVAREZ BERCIANO LA COMEDIA ENLATADA ~ Luci/le Ball a los Sfmpson ENRIQUE BUSTAMANTE LA TELEVISiÓN ECONÓMICA Fínancim::ión, estrat~¡as y mercados • Ornar Rincón Narrativas mediáticas iI I .-; ocómo se cuenta la sociedad del entretenimiento gedei~~ 1 1 J @ Editorial Gedisa, S.A. 'Paseo "Bonanova, 9 1"- l' ~ 08022 "Barcelona Te!. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 correo electrónico: gedisa@gedisa.com http://www.gedisa.com Diseño de la colección Sebastíán Puiggrós Maquetación: Editor SelVice, S.L Diagonal 299. entresol 1 - 08013 Barcelona Primera "Barcelona, mayo de 2006 ISBN: 84-9784-137-9 Depósito legal: B. 23269-2006 \ Impreso por: Romanyil/Val1s Verdaguer, 1. 08786 Capellades (Barcelona) Derechos reservados para todas las ediciones en castellano y cualquier otro idioma. Queda prohibida la reproducción tolal o parcial por cualquier medio de impresió' en forma idéntica, extractada o modificada de cualquier versión de esta obra. Impreso en España Printed in Spain \ • índice Introducci6n , ...... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 l. Culturas medíátícas ........................... 17 1. La interpelación mediática ................... . 21 2. La estética: sencídos colectivos y experiencias subjetivas ................................. . 23 3. Estéticas de la actualidad ..................... . 29 4. Subjetividad mooiática ...................... . 37 Bíbliografía .................................. . 40 2. Estéticas del entretenimiento (espectáculo, levedad, new age, reality) ............................. . 41 1. La lógica del entretenimiento ................. . 42 2. La convocatoria espectacular .................. . 57 3. Filosofía light .............................. . 65 4. Actitud newage ............................ . 72 5. Política reality ............................. . 75 6. Preguntas desde las estéticas mediáticas ......... . 81 Bibliografía .................................. . 84 . - d'; .3. La narracmn me ¡anca v" ....................... . 87 l. ¿Qué es la narración? ........................ . 94 Narración y cultura mediática ................. . 99 3. Modos de la narración ....................... . 103 Bibliografía ...... , ........................... . 109 http:http://www.gedisa.com mailto:gedisa@gedisa.com • Narrativas medtáticas B 4. Narrativas periodísticas ...................... . l. Pensar el periodismo ........................ . 2. ¿Qué es el periodismo? ...................... . 3. ¿Cómo narra el periodismo? ......... . ....... . Bibliografía .................................. . . bl'" /5. Narratlvas pu .cnanas ....................... . l. Pensar la publicidad ........................ . 2. ¿Qué es la publicidad? ....................... . 3. ¿Cómo narra la publicidad? ................... . Bibliografía .................................. . 6. Narrativas de la radio ./................... . 1. ¿Qué es la radio? ........................... . 2. Funciones de la radio. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . ... . 3. ¿Cómo narra la radio? ....................... . Bibliografía .................................. . 7. Narrativas televisivas. . . . . .. . ............... . l. Pensar la televisión ...............' .......... . 2. ¿Qué es la televisión? ........................ . 3. ¿Cómo narra la televisión? .................... . 4. Los modos de la teleactualidad ................ . 5. Las nuevas telenarrativas ..................... . Bibliografía .................................. . 8. Narrativas del vídeo .. '. -: . . . . . . . . . . . . . . .. . .... . l. ¿Qué es el vídeo? ........................... . 2. La condición vídeo .......................... . 3. Formas vídeo .............................. . 4. ¿Cómo narra el video? ...................... . 5. Videosubjetividad .......................... . Bibliografía .................................. . Conclusiones: ¡Cuéntame, no me ilustres! .......... . 111 112 118 122 128 131 132 134 141 153 155 155 159 160 164 165 165 169 181 187 196 201 203 204 207 210 214 217 220 221 ,. )', Introducción Las guerras no matan al hombre; el mal gusto, sí (Qum- Eye for the Straight Guy) [1] ¿Cómo siente la sociedad contemporánea? Narrando, cantando, bai lando, gozando. Más si, quien escribe, sueña desde el país más feliz del mundo: Colombia (World Database o[Happiness¡ 2004). A pesar que nos estamos matando, somos el país más feliz del mundo por que hemos encontrado en la narración el modo de imaginar otros mundos posibles. «Antes que me hubiera apasionado por mujer al guna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia. Nada supe de los delíquios embriagadores, ni de la confidencia sentimemal, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con ro do, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera es pirímslmeme, para que mi alma deseellara en mi cuerpo como la lla ma sobre el leño que la alimema»; así se inicia una las obras literarias fundadoras de la colombianídad, La wrágine, de José Eusta , I sio Rivera (1888-1928). Somos los hijos de los relatos. Y también para el conjuro del destino sirve que «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de re cordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hie lo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña ) 11 , • Narratlvas medJ.áticas~ 10 brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precio pitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehist6ricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo»~ así seduce García Márquez en su Cien afiol de Jo/edad. Narran do expiamos nuestras culpas en estas tierras del olvido de Carlos Vi. ves~ Shakira. Juanes y el Pibe Valderrama. Narrando vivimos en las sociedades del miedo para expiar nuestras miserias. Sobre la narra ción versa este texto. [2] No sólo Colombia, sino el mundo entero, ha diluido la experiencia de la argumentaci6n y la razón para ganar la vivencia de la narración y la felicidadinstantánea. Tal vez, aburridos de razones que no explican y i' futuros que nunca llegan, hemos optado por afectos instantáneos y re latos desde los cuales podemos asignar sentido al exceso de signifi cantes vacíos que habitamos. ¿Significantes vacíos? Sí. Si algo nos ca racteriza como sociedad es la abundancia de signos sin sentido establecido, signos vacíos de relación y experienCia; signos que deben ser llenados de significados a través de intervenciones narrativas y ar gumentativas (Ladau, 2003). Significar es, entonces, un acto político. ( La. mejor táctica, producir sentido desde la narraci6n. La. práctica más r extendida, producir sentido desde las intervenciones mediáticas. La \ paradoja es que el poder mediátíco se encuentra en cómo, desde la na rración, asigna, nombra, visibiliza, representa, reconoce e imagina posibilidades de sentido; pero también éste es su defecto y su desgraJ cia, ya que llena la existencia de sentidos frágiles, móviles, leves, pre carios. El resultado: en esta sociedad mediátíca estamos más entreteni dos, pero también más vaCÍos de conciencia política: mientras habitamos la levedad, lo efímero, el flujo, perdemos de vista al autor, así como los proyectos colectivos de creación y las teorías sociales que permitan imaginar que la vida es probable en Otros términos y viven cias. Más estilo, menos ideología. Una sociedad-televisión. A primera vista el mundo de la vida está perdiendo en espesor y densidad para \ Introducción .ganar en flujo, sensación y ligereza. Sin embargo, hemos devenido es ._~~:r'" y narraci6n para hacer del sentido y el sujeto una posibilidad. .Los medios de comunicación nos venden la idea de que «somos dio ses»: ya que nos fundamos en nosotros mismos, no necesitamos de ilusuadores ni de razones para ser exitosos; sólo debemos ser expertos en la narrativa, el espectáculo y el entretenimiento. La narraci6n-en tretenimiento-espectáculo es nuestra tradición y nuestra actualidad. Hemos devenido en hamo zappings, habitantes unas estéticas mediá tita.r que nos dicen que nuestra vida es una película que debe ser vivida de manera espectacular y cuyo sentido es el entretenimiento. El re sultado: una época en la cual el gusto predominante tí ene marcas de exceso, pensamiento leve, celebridades mediáticas y actitudes facilis tas de felícidad. ¿Problemático? Sí. No se puede estar contento con esta. huida del argumento, el disenso y la reflexi6n; no se puede cele brar la telebasura y el entretenimiento basura. Esta llamada de aten ción sobre la actuación espectacular y el predominio de la 16gica del entretenimiemo no significa que no tengamos salida, ni que seamos felices en esta interpelaci6n mediática; indica que así son los me~ dios de comunicación y que debemos usar estos modos intrínsecos de los medios para comenzar a imaginar narraciones de mayor utilidad social y política. Debemos intentar narrar de nuevas maneras para aprovechar que la mayoría encuemra en estas estéticas identificación, modos del gusto y escenarÍos para la creencia, la diversi6n y el deseo. Si la narrativa y la estética marcan todas las acciones de nuestro tiem po, debemos actuar desde y en estas condiciones. Deberíamos bucear detrás de la levedad y el entretenimiento que nos prometen los me dios de comunicación para pensarnos desde otra paree y preguntar nos por lo que estas tendencias nos dicen de la sociedad que habita mos. Hemos llegado a un punto de no retorno: o desde la academia y la investigación asumimos desde otras perspectivas el entreteni miento, el espectáculo y la narraci6n mediátka, o nos vamos a que dar sin nada que decir a la sociedad de las mayorías, que ha comenza 12 13 • Narrattvas medlátJcas do a militar en el eslogan que dice: «Las guerras no matan al hombre; el mal gusto, sí» (Queer Eye for the Slraight Guy). [4] ADVERTENCIA: SE ACONSEJA UNA LECTURA LIBRE DE ESTE TEXTO, NO DOGMATICA. SE SUGIERE MIRAR DESDE EL OTRO LADO. LEERl.O EN cOMPAÑíA DE LAS PROPIAS INTUICIONES Y SABERES SABJÉNDO NOS HljOS DE LA TELE. Este texto debería ser un gran relato que revelara la magia de la na rración mediática como estrategia de emoción del alma perdida en los imperios bushian()j. Pero no lo es, es un relato con estructura aca démica que busca demostrar que los medios de comunicaci6n son fundamentalmente narradores de mundo y que el entretenimiento es el horizonte del sentido mediático. Un ejercicio de la comunicación de urgencia, «una especie de mutación perceptiva» (Calabrese, 1989: 145) para comprender y explicar en otras lógicas y otras pers pectivas las culturas medid/jeas. Aclaro, de entrada, que cuando afirmo que «vinimos mediáti camente al mundo para narrar y entretener» no asumo una posición determinista, ni el mundo mediático como una situación dada sin posibilidad de transformación. Creo que hay contenidos, razones, éticas que hay que tener en cuenta; creo que las versiones crítico-re flexivas sobre la banalidad y el empobrecimiento mediático del mundo de la vida son válídas y necesarias; sólo quiero llamar la aten ción sobre ese otro lado de la realidad comunicativa ran desdeñado y despreciado: el enrretenimiento y sus formas de narrar. Reconociendo que hay mucho de verdad en las criticas a la banali dad mediática y que este tipo de pensamiento y análisis es necesario, este texto argumenta que «ese fluir leve-efímero-fragmentario» de los medios de comunicación es el paisaje simbólico más habitado, el que más genera sentidos para la vida y el que más interviene los modos que toma el sentido colectivo. Afirmo, asimismo, que «ese fluir le ve... " tiene un potencial enorme para comprender cómo estamos pro duciendo y viviendo las identidades, las culturas y las sensibilidades. Introducción 'ha la comunicación como «intervención», o como esas ganas de ~t'Otnper la rutina con senddos y experiencias frágiles. Concibo la co 'municabilidad como una «interpelación», en el sentido de llamada de ¡atención, de vínculo, de actuar. Así, cada mensaje mediático es una llamada de atención narrativa desde la lógica del entretenimiento y el . espectáculo; es ahí donde han demostrado su enorme potencial de co municación. Finalmente, creo que para comprender y explícar ade cuadamente «ese fluir leve mediádco» se debe analizar '«su adentro», sus modos particulares de intervenir en la sociedad. Así que, en este texto, se acepta que no estamos contentos con la ., producción de sentidos mediáticos, pero no se comulga con la idea o:"~ de eliminar (pulsar delele) el entretenimiento como modo legítimo de interpelación mediática, Por muy críticos que seamos, y aceptando que hay oteos modos más racionales, más argumentativos, más enig mátícos de comunicación, tenemos que comprender qUé los medios de comunicación de masas, para ganar comunicabilidad e interven ción social, deben contar de nuevo la vida. desde lo emocional; fabular desde el entretenimiento. Para eso narramos. Por eso, nuestra socie dad habita la estetización y la narrativización de la experiencia desde yen los universos frágiles de los medios de comunicación. [5] Este texto parte de tres p}anteamientos, y tiene una matriz de com prensión y cinco aplicaciones: Planteamíentos: 1) La comunicación es un modo de producir senti do social, de afirmar o transformar percepciones y representaciones, de conectar con promesas de futuro y de buscar las formas narrativas del mundo. Así, la acción mediática recrea, renueva, recontextualiza los ritos y las creencias humanas para producir un paisaje simbólico; uno marcado por la indisrinción, donde los referentes se legitiman más por su uso que por su razón, 2) Los medios de comunicación han construido sus peopías culturas o modos de significar, vincular y ri rualizar el mundo de la vida. A estas culturas las denomino medid/ieas 14 15 • Narrativas medláticas y expresan, sobre tocio, «un deseo y una urgencia social» existentes en la sociedad (Abruzzesey Míconi, 2002: 171). 3) Las estéticas me diáticas proclucen un gusto socialmente legitimado que viene deter, minado por la lógica del entretenimiento que se hace espectáculo, pensamiento light, actitud new age y política reality. «Los medios se identífican con lo estético porque, además de difundir información, los media producen consenso, Ínstauración e intensificación de un lenguaje común en lo sodal [ ... ] y esa función es estética, el placer es tético que produce constatar la pertenencia a un grupo unido por la capacidad de apreciar la belleza. Una estética que existe en la medida en que es comunicación. El sentimiento estético significa descubrir su condición de deseo, de derecho a la belleza, de aspiración de las masas» (Abruzzese y Miconi, 2002: 167). Busco, enronces, analizar las Ctlltura.r medidticas o el modo propio como se da la comunicabili dad o la interpelación desde los medios de comunicación y cómo se construyen las estéticas o los modos del guSto mediático. Estas cul turas se han explicado, generalmente, «desde el afuera» (desde la fi~ losofía, la semiótica, la psicología, la antropología, entre otras). Este texto llama a comprenderlas desde el «adentro» (las condiciones de narración) de los modos mediáricos de producci6n de referentes de encuentro, sentires colectivos y encantos para la vida. Matriz de análisis: El lugar de concreción de estos planteamientos es el de los moclos de narrar; así. aquí, se convierte a la narración en el disposicivo para dar cuenta de la acci6n del «adentro» de los medios de comunicación. La narración es una forma para convertirnos a noso tros ya los otros en «historias» que nos devuelven en forma de expe riencia a la vida cotidiana. Umbeno Eco ya explicaba que, «aunque nos creamos aislados en la torre de marfil de un campus. impermea bles a las fascinaciones de la Coca Cola, más atentos a Platón que a los publicitarios de Madison Avenue L..] esto no es cierto [ ... ] incluso el moclo en el que nosotros, o al menos nuestros estudiantes, leen a Pla tón (si lo leen) está determinado por el hecho de que existe Dallas, in~ cluso para quien no lo ve nunca» (Eco en Calabrese, 1989: 7-8). Aun que ya Dalias no existe, sí que leemos el mundo y lo comprendemos Introducción desde las lógicas de Matrix, Los SimpJon o cualquier reality de moda. Lo cierto es que comprendemos los textos de las culturas y los mun dos de la vida desde los modos narrativos mediáticos que habitamos. Así, en este texto se afirma, como punto de partida, que la comunica bilidad de los medios está mucho más en los modos de narrar que en los contenidos propiamente dichos; se afirma que las prácticas mediá '~;: (;. ticas son relatos para la interpelación social que actualizan otros mo .' dos de signlficar y referenciar la vida, y que deben ser comprendidos " más desde la narración que desde los argumentos, más desde el estilo y las esté ricas que desde las razones y las ideologías. :.'l;! Aplicaciones: Si se acepta que lo común a los procesos de diseño, producción, realización y consumo mediático son las narrativas, en tonces debe ser posible llegar a concretar cómo narran los diversos medios. Éste es el propósito final de este texro: determinar los modos y las estructuras de relato de dos especificidades comunicadvas (el periodismo y la publicidad) y de tres mediaciones (la radio, la televi sión y el vídeo). [6] Bienvenido, hamo zapping. [En el desarrollo de los conceptos de estéticas mediáticas y entreteni miento conté con el apoyo de Sergio Roncallo, estudiante del Máster en Comunicación de la Universidad )averiana, y de Liliana Medina, estudiante de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Ja~ veriana; gradas a ellos] Bibliografía Abruzzese, Alberto y Míconi, Andrea (2002). ZaPPing. SocMogía de la expe ,iencla televisiva. Madrid: Cátedra. CaJabrese, Ornar (989). La era neobarroca. Madrid: Cátedra. Ladau, Ernesto (2003). Conferencia inaugural. Encuentro de Pelafacs. Puerto Rico. • 1 Culturas mediáticas .~. La comunicación es un valor de época que atraviesa rodas las accio ,.~ nes y formas de pensar de la sociedad; su centralidad se hace eviden ce como sector económico, variable tecnológica y lugar de reflexión "::"i~- del sentido para la filosofía, las humanidades y las ciencias sociales. La comunicación es, entonces, un dispositivo potente para com prender estos tiempos. Su potendal cultural se halla en que es capaz de crear ilusión ante la pérdida de certezas, la abundancia de signifi. cantes vacíos y el flujo disperso de las identidades; en que es un dis positivo de producción de nuevas experiencias de subjetividad, ciu dadanía y comunidad; y en que da cuenta de los nuevos modos de conexión. las nuevas sensibilidades y las nuevas estétícas (Martín Barbero, 2002: 13-20). La comunicación produce culturaJ mediáticaJ (Martín, 2003: 161 165) o de significados colectivos de carácter público caracteri zadas por convertir los medios de comunicación en nllevOj territetrioJ por los cuales viajar en la aventura de producir sentido; nuevos tiempos que habitan el instante, que se hacen flujo, que se inventan duracio nes; nuevoJ ejercicios del pode,. cada vez más productivos, móviles yefí meros, pero efectivos; rlllevas promesas de slIbjetividadpara imaginar in dividuos seudoactivos en la producción de su yo; nuevos simbolos que se establecen como realidad más allá de lo vívido; nuevaJ jmJencias hiJ tlÍricas que elevan la diversidad de experiencias a marcas de autOri dad. Las culturas mediáticas generalizan en la sOcledad un gUSto, «una sensaci6n individual de placer. un procedimiento colectivo, que ex presa una sensación de pertenecer a algo y de compartido con otros» 18 19 • Narrativas mediátlcas (Abruzzese y Mieonl, 2002: 164). He ahí su valor: nos hace miem bros de la misma comunidad de referentes colectivos. La comunicación mediática produce una cultura que se caracteri za por ser más de narraciones y afectividades que de contenidos y ar gumentos. «Los medíos de comunicación nos han contado tramas; intrigas y maquinaciones entre la vida y la muerte, entre lo visible y 10 invisible, entre lo humano y lo sagrado. Han garantizado lugares, formas y ceremoniales colectivos para el público» (Abruzzese y Mi coní, 2002: 11). Estas ceremonias colectivas para todos son posibles en cuanto se asIste y participa en la producción y el disfrute de los re laros mediátícos. «No vemos la realidad como es, sino como son nuestros lenguajes. Y nuestros lenguajes son nuestros medios de co municación. Los medios de comunicación son nuestras metáforas» (Postman, citado en Castells, 1999: 360). Este ser más historias que contenidos ha llevado a que los medios de comunicación tengan una acci6n significativa en la vida social contemporánea, en las agendas de conversací6n, en la toma de decisiones, en la imaginación de cul turas comunes, en la furmación de modos de pensar. Las culturas medid/iras, en cuanto estrategias de contar (no sólo de representaci6n) y modos de interpelación comunicativa (no de difu sión de contenidos), se caracterizan por: 1) producir rituales que con vierten los medios de comunicación en experiencias cotidianas de ce remonia, celebraci6n y juego; 2) prometer expresión social a través de prácricas infurmativas (periodismo), prácticas de seducción (publici dad y moda), prácticas de compañía y ambiente (radio), prácticas de encantamiento (televisión y cine), prácticas de memoria y experi mentación (vídeos) y prácticas de conexión (Internet); 3) poner en es cena el significar como lucha entre los horizontes de la tradición mo ral y cultural y los nuevos gustos y las nuevas sensibilidades del sentido, como lo son los jóvenes. las mujeres, lo étnico y la opción se xuaL En síntesis, las culturas medititicas «intervienen» en el mundo de la vida al construir rituales, prometer expresi6n y abrir el significar a nuevosmodos sociales. La comunicación mediátíca no se reduce sólo a ser mercancía y co~ mercio, porque, como explica Gianni Vattimo (1994), los medíos de Culturas medJát1cas comunicación han llegado a reinar porque asistimos a otros tiempos en los cuales nuevas historias emergen. Historias diferentes a la ordenada en torno al año en que nació Cristo y que funda Occidente; otras his torias desde las otras probabilidades de mundo. Vattimo fundamenta su apreciación en el fil6sofo alemán Walter Benjamín, quien en un breve escrito de 1938, TesiJ sobre la filosoffa de la historia, sostiene que la historia se construyó a partir de lo que ocurrió con las clases sociales altas y con los hechos o acontecimientos principales de la nobleza. Muy probablemente, nunca nos hemos preguntado qué hacían los súbditos de Luis XV mientras él reinaba en Francia, e incluso una pregunta de este orden podría presentarse como ridícula o innecesaria para el curso que nos construyeron de la historia. La narración de la humanidad se basaba en los grandes monarcas nobles, en los hombres poderosos, en la burguesía, en las grandes revoluciones y los tratados de paz; parece como si por azares o por razones ajenas, se hubieran ol vidado las otras historias. Ante el agotamiento de los grandes relatos la hisroria oficial para visibilizar esas otras historias, los medios de comunicación aparecen como Uno de los difusores de esas otras expe riencias, tradiciones y perspectivas explicativas de la vida. Así, los medios de comunicaci6n se convierten en agentes significativos de la disolución de los puntos de vista centrales del mundo y promueven una situación explosiva de pluralizaci6n que es incontenible. Las culturas medititieas expresan esos oteQS modos de significar, pues 4<la sensaci6n estética renunci6 a su condición elitista y exclusi va para aceptar la contaminación de la calle, del habla social» (Abruzzese y Miconi, 2002: 161). Asimismo, documentan cómo se ha producido una migración cultural hacia nuevas «apariencias ur banas, geografías del consumo, escuetas del sentimiento y el senti mentalismo, idolatrías frenéticas» (Monsiváis, 1997: 34). La historia estalla en una multiplicidad de maneras de pensar, que van desde los discursos densos y vitales de la revolución femenina, los movimien tos sociales y las nuevas opciones sexuales hasta promover una vida que nos permita experimentar la libertad de probar lo que nos plaz ca, de buscar alternativas inscritas en buenas energías, curanderos, chamanes y líderes new age. Aunque los medios de comunicación no 21 • 20 Narratlvas mecUátlcas 1:1 lE son Jos productores de estos nuevos y leves modos de pensar, sí se han [ convertido en difusores y legitimadores de estos puntos de vista. Lle [ gar a los medios significa obtener un Jugar público social. ~ Constituir una cultura es juntarse alrededor de significados com partidos. «La cultura es un paisaje diverso y complejo, en ocasiones difuso y siempre conmovedoramente evocador. La cultura, como es cribió Clifford Geertz, es un documenco público, borroso, lleno de elipsis, que necesita ser descifrado. Un documento escrito no con las grafías convencionales, sino con comportamientos volátiles. [ ... ] La pregunta no es sólo qué hacen los medios con la cultura, sino qué pa sa en las interacciones de la gente con estas mezclas, cómo los públi cos sintonizan con eUas y se las apropian» (Rey, 2002). Los medios de comunicación producen culturas porque son máquinas narrativas que socializan una variedad de relatos, visibilizan una diversidad de suje tos, extienden las escenas del sentido e intervienen simbólicamente en la sociedad contemporánea. Como resultado, habitamos en cultu ras mediáticas, ya que somos una sociedad en la que los medios de co municación se instalan como espejos donde reflejarnos y como ,.ef/ejos donde nosotros devolvemos lo mediático (Briggs y Peat, 1994); co mo artefactos a través de los cuales nos conectamos con otros; como dispositivos con los que llenamos de significado las acciones de la vida. «La cultura de masas, a partir de los años veince y treinta, ha fun cionado como agente .de aceleración del debilitamiento de los valores tradicionales y rigoristas, y ha disgregado las formas de comporta miento heredadas del pasado proponiendo nuevas ideas, nuevos estilos de vida basados en la realización íntima, la diversión, el consumo, el amor. A través de las sta,.s y el erotismo, de los deportes y las revistas fe meninas, de los juegos y las variedades, la cultura de masas ha exaltado la vida de ocio, la felicidad y el bienestar individuales, ha promovido una ética lúdica y consumista de la vida» (Lipovetsky, 2002: 252). Ha bitamos cultu,.as mediáticas caracterizadas por una temporalidad de ac tualidad, por una interpelación social entretenida y por unos juegos de representación efímeros. Estas culturas medidtkas no responden a lo po pular antropológico (el folclore y las tradiciones) ni a lo culto (lo subli me de las grandes artes), y tampoco encarnan lo ilustrado (la razón y el Culturas medlátlcas argumento) ni lo espiritual eterno (el dios sentido de todo); sólo expre san y reflejan el gusto medio, el más común a todos. Las culturas mediá ticas son y responden a lo más común, a lo que más junta, a lo que más se identifica con la clase media; es pura «medianía» entre todo; «me dianía)) entre artes y modas, entre filosofías y estilos, entre discursos ~) y formatos, entre sujetos y masas, entre razones y sentimentalidades. , ~.., Esta «medianía» es el valor estratégico de la comunicación mediática. Martín-Barbero (2002: 16) lo explica como un juego entre matrices :.~, .'" culturales y formatos industriales, entre lógicas de producción y com petencias de recepción y consumo; negociación, lucha, juego nunca es table, siempre en actualización. Ahora, lo que constituye este «estar entre» de las cultura! mediáticas es su carácter narrativo, su producción de fábula y vivencia para la vida de todos los días. 1. La interpelación mediática «Los medios de comunicación, y sobre todo los medios audiovisuales de nuestra cultura, son sin duda el material básico de los procesos de comunicación. Vivimos en su entorno y la mayoría de nuestros estí mulos simbólicos proceden de ellos. [ ... ] El poder real, como Eco y Postman también han sostenido, es que [la televisión] crea el marco para todos los procesos que se pretenden comunicar a la sociedad en general, de la política a los negocios, incluidos los deportes y el arte. La televisión formula el lenguaje de la comunicación social» (Cas tells, 1999: 368). Nuestro referente narrativo más importante en la actualidad es el de la televisión. Ella produjo una reconfiguración de la actuación social de los diversos medios: hizo que la radio ganara en flexibilidad para adaptarse a la vida cotidiana; que el cine llegara a las audiencias más necesitadas de entretenimiento y a la pantalla te levisiva; que la prensa escrita profundizara su contenido y se especia lizara en diferentes públicos; y que los libros se escribiesen como sí fueran guiones televisivos (Castells, 1999: 362). Todavía más, las re des electrónicas e Internet siguen funcionando bajo la lógica televisiva. La pantalla de televisión, para la mayoría, seguirá siendo por mucho tiempo el referente desde el cual comunicar y el centro de la vida. 22 23 • Narrativas medlát1cas () s'f la televisión ha triunfado como medio más popular y como narra i: dor central de nuestras vidas porque ha sabido responder a la tempo f ralidad hogareña, ha promovido relaciones afectivas con sus audien cias e identificaciones en sus públicos, se ha adaptado al cono de la conversación diaria, sirve de compañia en los quehaceres cotidianos, no exige mucho del televidente y le promete mucho: entretenimiento permanente. La televisi6n, desde el adentro como medio de comunica ción, se comprende como máquina de contarhistorias y como referen te prioritario de cultura emocional; en su interpelación establece una complicidad enrre productores y audiencias, ya que lo que se compar te sOn los modos de narrar y la lógica del entretenimiento. la comuni cación mediática desde el adentro se comprende desde cuatro ejes: • El entretenimiento. Los medios de comunicación encOntraron su lu gar en el mundo en el horizonte del afecto y el entretenimiento de las masas urbanas excluidas de la oferta cultural de élite; a imagen de la televisión, los medios de comunicación interpelan desde el horizonte del entretenimiento, que conecta muy bien con los tiempos del ocio y el afecco a través de hiscorias divertidas, que se convierten también en «pedagógicas»; historias que buscan gene rar conformidad emocional y conversación pública, distensión so cial y placer individual. Esta lógica es la que marca el discurso, las estéticas y los relatos mediátícos: efectismo, facilismo, predictibi lidad, superficialidad, fórmulas. estrellatos débiles, emociones instantáneas. Características criticadas, pero que son efectivas para que los medios se encuentren con las audiendas. • Contar hiJtwias. Los medios de comunicación han demostrado que son máquinas de contar historias. El potencial de las culturaJ medid ticas está en celebrar su identidad narrativa, que provee las fábulas y los mitos necesarios para asignar sentí do en tiempos rápidos~ nos acercamos a los medios de comunicación en busca de relatos que re tomen viejas tradiciones, que imaginen nuevos héroes, que cuenten historias que nos permitan soñar y nos salven del tedio cotidiano. los medíos de comunicación reemplazaron a los abuelos, encargán dose hoy de crear el encanto que tantas soledades masivas precisan. Culturas mediátlca.s • Industria C1Jltural. No se pueden pensar los medios de comunica ción sin su lógica de mercado, su ser indusrrial y su interés de ga nancia. Aquéllos se legitimaron como industria de producción en serie que oblíga a diseñar mensajes cuya funci6n es generar mer cados masivos. Aunque el potencial económico de los medios de ~1 comunicación se cuantifica en la producción de dividendos y la"r generación de empleo, el negocio real está en la creación de ídeas que expresen el deseo colectivo y en encontrar los formatos que produzcan una interpelación masiva a la sociedad. • Contenidos. Diversión, afecto, historias e industria.... pero también contenidos para la conversación social. En los medios de comuni cación, la preocupación por los contenidos debe actuarse desde los modos de narrar y entretener (Rincón y Estrella, 2000: 53-55). Los contenidos, los valores y las representaciones importan, pero para poder tener impacto «deben» convertirse en historias que se hacen modos de narrar, dentro de la lógica del entretenimiento y bajo la presión industrial. Tiene que haber más mensajes reflexivos, hay que producir ideas paca la conversación cotidiana y la utilidad so cial, pero hay que recordar que los contenidos mediáticos se hacen evidentes en los modos de contar, en el cuento contado, en el relato actuado y en la reflexión afectiva propuesta. La comunicación es efectiva si se encuentra con los modos simbólicos de la sociedad, esos que indican los sentimientos, los valores y los pensamientos válidos para el sentido público; así, los mejores medios de comuni cación siempre actuales en relatos, temáticas, estéticas e his torias. «Actual .. no significa «vanguardista» o «experimental», pues los medios de comunicación se conforman con estar cerca de lo que la sociedad en masa quiere o desea aceptar como vál ido. • 2. La estética~ sentidos colectivos y experiencias subjetivas Las culturas mediáticaJ producen y socializan las tendencias estéticas y Jos modos del gusto y del sentir que conforman el momentum simooli 24 25 • Narrativas medJátlcas 1:1 ~ co más generalízado de la actualidad social. Intentando proveer un [ contexto, en un acercamiento muy breve, quiero intentar ubicar los [ medios de comunícadón en el universo de reflexión de la estética. i Baumgarten, hacia 1750, definió en su obra Aesthetica una nueva «ciencia filosófica» que reflexionaría sobre el oficio del arte, pero an te todo sobre el sentido de lo bello. Este sentido de lo beBo se refería a un estado ideal, a un estado esencial, y formaba parte de otras cate gorías ideales, como lo sublime, lo bonito, lo gracioso y lo trágico. Estos ideales fueron llamados categorías estéticas en el siglo xx. Los re ferentes más reconocidos para pensar lo estético en nuestros días son Aristóteles y Kant. ¿Qué es lo bello? ¿Qué es eso que nos hace dete ner la mirada, suspender toda nuestra existencia, salir de nuestra co tidianidad y contemplar? Como siempre, tenemos más preguntas que respuestas. Preguntarse por lo bello equivale a preguntarse por el ser, por la nada o el amor: todos creemos saber lo que son, pero re sulta altamente complicado formular una definición porque son una abstracción del pensamiento y del sentir; son subjetivos y necesarios. Aristóteles nos deda que el arte) o donde lo bello se hace, presen ta la vida miméticamente, esto es, dentro del ámbito de la plausibili dad y la posibilidad. No basta con imitar la realidad, hay que buscar lo agradable y lo maravilloso. 10 bello se encuentra cuando se ahonda dentro de nuevos universos de sentido y se producen nuevos mundos. «Se debe preferir lo imposible verosímil a lo posible increíble~; con esta afirmación, Aristóteles daba un paso adelante respecto de la tra díción platónica y confería (o mejor, devolvía) al arte un estacus den tro del patrimonio poético del hombre. La (re)presentación se hace universo y aHí el hombre entra con la idea de buscar aquello que pro duce un deleite: el goce estético o catarJiJ. Esta catarsis tiene lugar en el observador, en el sujeto que se detiene a contemplar la obra; por lo tanto es experiencia, cambio, sensación, y constituye una especie de liberación interior que se da en el momento de la contemplación de una obra de arte. La catarsis es una purificación del estado de áni mo, una especie de éxtasis, una liberación que se obtiene por medio de la contemplación de la obra. Una liberación que (re}elabora el alma y remueve lo que en ella es lo peor. Culturas medJátlcas Hasta aquí, y de una manera muy general, un primer acerca miento a lo estético, la propuesta aristotélica que describe el placer estético como aquello que experimentamos al observar una obra de arte. Ahora, con Kant, la estética es el estudio del juicio del gUJto. 10 que se propone Kant al hablar del juicio estético es establecer qué es pro piamente lo bello y cuál es el fundamento que hace posible emitir un juicio estético. En la misma Hnea de Aristóteles, lo bello, desde la mirada kantiana, no es una propiedad objetiva de las cosas; más bien parece estar determinada por el sujeto, quien contempla y emite sus juicios al respecto. En efecto, Kant afirma que «el juicio de gusto no es un juido de conocimiento», no es un juicio lógico, sino estético y subjetivo. Esto parece implicar una caída absoluta en el relativismo, en la fragmentación del ideal estédco y la imposibilidad de hacer una teoría del gusto estético que resultase, de algún modo, abarcante. Es ta dificultad es sorteada por Kant, quien en las afirmaciones como «Esto es bello» ve la posibílidad de establecer principios de validez universal. Para afirmar que «algo es beilo>~, emisión de un juicio es tético, no media la pregunta por el interés o la utilidad, esto es, no hay una preocupación por el para quésirve; así, la obra de arre es bella cuando trae consigo la idea de una finalidad !in fin. Y el gusto es la «facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una sa tisfacción o un descontento, Jin interéJ alguno» (Kant, Crítica del Juicio, 5). La pretensión de validez universal de los juícios estéticos descansa, entonces,sobre los sentimientos que el objew sus cica en el sujeto, una cierta satisfacción sentida, una especie de placer que se experímenta en la contemplación estética. Lo bello es aquello que gusta inmediatamente. Hasta mediados del siglo xx se pretendió es tablecer un canon de lo bello que aparecía ligado a lo armonioso y lo uniforme, lo proporcional y lo agradable al 0;0; así se construye la idea de arte y se alimenta la estética tradicionaL La estética actúa con un sistema de valores apreciativos que Cala brese (1987) describe a panir de los cuatro sistemas de valores homolo gables más representativos dentro de una sociedad: la ética y la e.stética (que, dentro de un marco apreciativo, oscilan entre la aprobación y la reprobación) y la morfológica y la tÍmica (que son constatativas, que veri 26 27 t • Narrativas medláticas e ~ fican, dentro de la realidad o la sociabilídad). Desde estos criterios va ~ locativos se pueden llegar a establecer cuatro juicios de valor estético: • De naturaleza emotiva. El juicio estético se presenta como un jue go que se construye entre el placer y el dolor (Kant); como se ba sa en el goce o la apreciación presentes en el sujeto, su naturaleza es de tipo emotivo, por encima de lo cognoscitivo. • De valor subjetivo. El juicio estético es esencialmente contemplati vo; no da lugar a la pregunta sobre la utilidad o la justificación del objeto u obra. • De gusto. El juicio estético busca como finalidad establecer un ti po de gusto, ya que su finalidad es el placer mismo; el placer que se da en la coO[emplación misma. De donde la bellez.a es una for ma de placer, subjetiva y determinada por el horizonte del gusto, que cambia de acuerdo con la experiencia estética de cada uno, de cada sociedad y de cada época. • De validez colectiva. El juicio estético busca ser generalizador, tiene necesidad de ser aprobado, de que todos lo vean de ese modo y ad mitan que, en efecto. se trata de una cosa bella. La belleza no pue de ser sólo individual, porque entonces nos dejaría sin referentes, sin conexión, y la estética es una propuesta de encuentro. La finalidad y la aplicabilidad de la estética tienen lugar en un tiempo y un espacio determinados, en una experiencia de los sentidos locali zada históricamente. En la época medieval, por ejemplo, los persona jes con deficiencias físicas eran asociados con lo diabólico. como re ceptores de una maldición divina. Al ser disfóricos, no sólo eran feos (y no curiosos) sino, como consecuencia, herejes, malos, a diferencia de como se les consideraron en otras épocas. como atracciones curiosas de feria o de los especcáculos circenses. En nuestra época, la deformi dad se comprende bajo otro juego de homologaciones por el que es ponadora de otro sentido ético y estético; es incluso bella y bondado sa. Por ejemplo, el caso del protagonismo de los personajes disfóricos en figuras fflmicas como Shreck. o La bella y la beJtia, O de las estéticas que revaluaron los atributos clásicos de la armonía plástica. El Ro- Culturas medláticas manticismo, por otra parte, replanteó los tratamientos de la luz y el color rescatando los claroscuros, los contornos agudos, los contrastes marcados y las atmósferas que no habían tenido valoración semejante en otras épocas, y que por eso ayudaron a establecer precisameme esa estética como romántica, con unas características yen una época es pecíficas. las categorías se construyen de diferemes formas según el juego de valores de un entorno social para definir el guSto a partir de los sistemas de valores respectivos de cada época. Para Wilhem Dilthey, por ejemplo, la experiencia estética se describe como un en cuentro con la obra de arte, como una forma de experimentar, en la imaginación, otros modos de vida diversos de aquel donde, de hecho, ,h' se viene a caer en la cotidianidad concreta (Vattimo, 1994: 86). Cada:.~}, uno de nosotros, al madurar, restringe sus propios horizontes de vi· da, se especializa, se ciñe a una esfera determinada de afectos, imere "\ ses y conocimiemos, y es ahí cuando la obra de arte es necesaria para t, ~'1i ~~ amplíar los referentes y las experiencias de vida, ~(La experiencia es "~\' tética nos hace vivir otros mundos posibles, y así, haciéndolo, mues tra también la comingencia, la relatividad y la no definitividad del mundo real al que nos hemos circunscrito» (Vattimo, 1994: 86). Así, la estética nos permite salir de nosotros mismos para ampliar nuestras experiencias significativas y habitar la exploraci6n de «la vi da como situación histórica» (Lyotard, 1986: 12). La estética es, en síntesis, una disciplina que tiene que ver con prác ticas creativas, que debe dar cuenta de las subjetividades y los sentidos frente a las formas de configuración y producción culturales. La estérí ca está comprometida con las formas de creación y, ante éstas, produce un juicio de valor. Así, la estética expresa un gusto, un estilo, un modo de ser. El juicio estético, a partir de un sistema de valores establecido, busca definir el gusto. La estética es, en última instancia, una expe rienda mediadora de comprensión/explicación y percepción/represen tación sobre los procesos y las obras llamadas creativas. Hernández García (2002: 10) afirma que la estétíca es una disci plina critica y un pensamiento creativo y de creación en sí misma. La estética puede enfrentar directamente la diversidad de acontecimien tos participando en los procesos creativos de una forma activa y plan 28 29 • Narratlva.s medlé.ticas teando una autorreflexión crítica. En otros casos, la estética plantea te6ricamente nuevas salidas; mira, analiza, traduce la experiencia en~ tre la creación y el individuo a fin de hacer avanzar la producción te6-. ríca y creativa. Igualmente. la estética puede cumplir también un fin funcional, como en la arquitectura o el diseño, designando sus valo res de concepci6n, representaci6n, percepci6n, generaci6n de formas e imágenes, simulación, teorizaci6n y emergencia de los sentidos; to do, dentro de un escenario cultural. Los sistemas de valores homologables cambian con las transforma ciones hisr6ricas; así, paca cada época hay que establecer la descripci6n del gusto predominante. «El arte ya no está interesado en proveer una imagen natural de belleza, ni está interesado en procurar placer a partir de la contemplacíón de las formas armoniosas. Por el contrario, la m~ ta del arte es enseñarnos a interpretar el mundo a través de otros ojos, a disfrutar el retomo de lo arcaico y esotérico, el universo de los sueños y de las fantasías de los enfermos mentales, las visiones provocadas por las drogas, el redescubrimiento de lo material, el deslumbramiento de las representaciones de los objetos de la vida diaria en contextos po co probables y los modos propios del inconsciente» (Eco, 2004). A partir de los valores generalizados como gusto de un tiempo (o la for. ma que toma la época, siguiendo a Calabrese, 1987) se puede definir una sociedad y entrever su estética. En nuesrra época, la estética reeva~ lúa su experiencia, más allá de las artes tradicionales, simplemente porque la representación ha tomado un giro definitivo, dentro y fuera de la mente humana. El contexto que hoy vivimos es fruto de una se rie de acontecimientos decisivos que relativizaron los conceptos que el hombre tenía del tiempo y del espacio, sobre la naturaleza de su per cepción y, por ende, de las formas en que iba a intentar expresar todo lo nuevo que descubría. Esta experiencia moderna produce un mercado capitalista mundial siempre en expansión que se alimenta por procesos como los que describe Berman (1988: 2): • Los grandes descubrimientos en las ciencias físicas, que permitie ron imaginar en nuevas versiones lo probable, lo racional,lo sen~ sible. Culturas medláttcas • La industrialízad6n de la producción, que crea nuevos emornos, acelera el ritmo de la vida y genera nuevasformas de poder colec tivo y lucha social. • Las alteraciones demográficas, que han movilizado a millones de personas de sus países ancestrales hacia los ejes tecnol6gicos y ur banos. • El paso de las sociedades rurales, de tiempos lentos y solidarida des largas, a las comunidades urbanas, de tiempos rápidos y rela ciones comerciales. • La preponderancia de los sistemas de comunicación de masas, que envuelven y unen las sociedades sin importar las distancias. • Los movimientos sociales, organizados, que desafían las institu ciones tradicionales y los modos clásicos de la política. Nuestro concepto ha cambiado tremendamente desde que Kant pceci~ 56 la estética dentro del mundo de lo sensible; esta «modernización» va a hacerse presente en el hombre, no sólo en el enerior, sino también en su forma de vida, su visión y su modo de relación con lo que le ro dea. La rapidez con la que el mundo cambia confunde, pero también amplía horizontes, fragmenta pero a la vez potencia y llena de parado ;as la vida humana. Es cierto que el hombre se desarrolla y saca prove cho de sus adelantos científicos, pero a la vez su mente se vuelve objed va de éstos, pues «la luz de la dencia parece no poder brillar más que sobre el fondo tenebroso de la ignorancia» (Berman, 1988: 9). Hay una explosión de sensaciones en el nuevo paisaje desarrollado; como resul tado, «de todas las cosas que impresionan no hay ninguna que cautive mi corazón. aunque todas juntas perturben mis sentidos haciéndome olvidar quién soy y a quién pertenezco» (Berman, 1988: 10). 3. Estéticas de la actualidad Los valores estéticos tal como los hemos descrito arriba se refieren a juicios que conforman el gustO a partír de componentes emotivos, subjetivos y de validez colectiva. En la actualidad, se ha vuelto muy difícil definir la estética, porque ha cambiado de sentido y de alcance 30 31 • Narrativas mediáticas práctico y teórico (Awnont, 1998: 10). Sin embargo, su valor analí tico es enorme, porque nos brinda criterios apreciativos para descri. bir el gusto y producir juicios sobre las obras simbólicas del arte y la comunicación. Buscando encontrar una comprensión de la estética que nos sirva para dar cuenta de nuestra actualidad en las cultura! me diáticas que habitamos, encontramos que ..la estética no es discurso sobre lo bello ni sobre el arte, sino discucso sobre la sensación [ ... ] Lo bello es simplemente lo gozoso, lo placentero alojo (o al oído), con lo que se quiere decir que es posible considerar "bello" lo que nos hala ga los sentidos» (Aumont, 1998: 145). En la experiencia cotidiana, la estética corresponde mayoritaria mente al orden de lo sensible y el deseo: la experiencia estética «se apo dera de uno a pesar de uno mismo» (Aumont, 1998: 146). La belleza deja ser el canon. En Aristóteles y Kant, lo bello aparece considera do en un sentido tradicional que implica orden, armonía y proporción: 10 bello es lo que agrada a la vista. Si bien lo bello ya no es rleceJariamtn te lo que tradicionalmente se tomaba como tal, esto no implica que los patrones de belleza clásicos hayan desaparecido. A 10 que se asiste en los últimos tiempos es a inserciones de nuevos modos de pensar lo esté tico. En el panorama actual ya no podría hablácse con propiedad de un único norre hacia el cual apuntar la reflexión sobre lo estético, sino más bien de una multiplicidad de caminos que de un modo u otro nos lle varán al destino de lo sublime. La experiencia sensible construye un gusto que. bajo cierras juicios de valor, determina aquello que es gozo so, placenrero o ínrrigante. Al hablar de valor, necesariamente se habla de unos valores privilegiados para juzgar una diferencia. Y si esro lo ampliamos a un grupo o una sociedad, se enconrearán valores o catego rías de valor que se privilegian, que califican, definen y dan forma a la experiencia estética y construyen el gusro socializado. En la actualidad es indudable que habitamos una cultura visual; hay una gran confianza en la vista, que se ha convertido en el sentido rey. La máxima «ver para creer» parece haber tomado en el siglo xx, más que en época alguna, una importancia inusitada. Ver en televi sión, en el cíne, en las fotografías; más aún, ver en los webJites, en las vallas interactivas, en las cámaras de seguridad~ ver en la calle, en la Culturas medlátJcas intimidad. Todo está para ser visto, hasta los cuerpos. Nos encontra mos en una cultura en la que la imagen se proyecta como protagonis ta central de la cotidianidad, lo cual no significa que hayamos queda do reducidos a la estética referencial, sino que nos exponemos a lo plural, lo relativo y lo variable (Aumont, 1998: 173): • Lo plural: hay estéticas diferentes, paralelas, cada una de las cua les posee su gama y sus de valores; entre otras, sus escalas de belleza. • 1.0 relativo: en la actualidad el sentimiento de la belleza va acom pañado de la idea de una gradación: lo bello puede ser más o me nos bello, parcialmente bello o, para reswnir, relativamente bello, o mejor aún, estar en diferentes grados de deformidad o diferencia. • Lo variable: hay que reconocer que hay estéticas diferentes; hay que aceptar de entrada que los juicios sobre el gusto son evolu tivos, que la historia humana los afecta. ¿Qué es la estética hoy? ¿Qué es la estética, cuando esta experiencia de lo sensible habita más allá de los museos, el arre y las universida des e incluye «la aparición de industrias artísticas y culturales (el dis co, el cine, el vídeo, la televisión); la intención de nuevos modos de difusión de las obras (la reprografía y la reproducción fotográfica, la televisión, Internet); la inclusión, en el dominio artístico, de sensa ciones nuevas, sobre todo la del movjmiento; la experiencia estética común del ;azz, el rock, el cine, la fotografía, las artes de la calle?» (Aumont, 1998: ll-l2). La estética hoy debe poder comprender y valorar todas las prácticas creativas de la sociedad; más allá del ámbi ro plástico, asistimos a universos de tipo electrónico y definitiva mente masivos (Hernández García, 2002: 12). Aquí ponemos énfasis .!..: ~:d en los medios de comunicación como principal fuente de representa ción y alimenro simbólico de las sociedades urbanas. Desde siempre se abren camino unas prácticas creativas que propor cionan allector/espectador el arma del significado, una especie de Lego ~:.. que permite al observador elaborar y (re)elaborar un mismo tema. El " arrista o productor otorga el significante y el espectador propone el sig :;t ".~ nificado. Así las cosas, las búsquedas no se dan en pos del puro placer, '.' ,:~\ 32 33 ~ ~l ~ ~ • Narrativas medláticas ya que hay una labor de interpretadón y comprensi6n de la obra, una hermenéutica que hace que el espectador salga de viaje interpretativo sensible en busca de la intención del creador, pero para producir su pro pio significado. En los paradigmas clásicos del arte el sujeto (aspiraba ante todo a gustar de la obra, es decir, a hacer de ella el objeto de un pla cer específico» (Aumont, 1998: 298). A lo que se asiste en nuestra épo ca es, ante todo, a la búsqueda de una comprensión, de un interpretar que propone una relación de doble vía con la obra. Hay una experien cia que está allí para ser pensada, para ser descodificada y diseccionada en significaciones implícitas. Este interpretar se asocia con el desocul tamiento de lo que subyace bajo la forma, y en este comprender se con creta la relación entre el observador y la obra. Aumont (1998) asocia el placer con una suerte de competencias culturales que se descubren en el observador en el momento de acercarse a la obra. esto es, un com prender/interpretar (esenda de la empresa hermenéUl:ica) que, a la vez, por decirlo de algún modo, proporciona placer. La obra cobra sentido en el momento en que es comprendida, es entonces cuando sobreviene la claridad y 10 oculro de la obrase desvela y se muestra como portado ra de un significado. El comprender produce el placer. Para nuestra época, Calabrese (1987) se sitúa en una posición i11ler pt'eIa#va y busca desvelar lo que llama «un carácter, una cualidad, una contraseña general» que comprende «el inconsciente individual, el in conscience colectivo, el inconsciente de la obra» y que se constituye en «la mentalidad común u horizonte compartido del gusto» que marca las obras creativas de nuestro tiempo. Esa afectividad común que co necta obras y experiencias creativas construye el gusto de la época, en conflicto con otros gUStos, y se expresa en las marcas de estilo, motivo, ti po o gusto recurrentes de las relaciones insospechadas, de las uniones inéditas. de las redes ínimagínadas. Este nuevo gusto que domina nuestra época es denominado por Omar Calabrese como neobarroco. Calabrese (1987: 30) utiliza el término neobarroco porque muchos importantes fenómenos culturales de nuestro tiempo están marcados por una «forma» interna específica que evoca el Barroco. No se trata de que volvamos a un período específico de la historia, pero si de un revivir de una actitud y unas cualidades formales como el abandono o Culturas medláticas la simetría de un orden y la preeminencia de 10 no armónico y de lo asimétrico. Por analogía, se contrapone el Barroco a una morfología de lo «clásico»; lo excitable, la oscilación, lo deforme, lo caótico: el flujo de lo barroco se contrapone a lo clásico, lo ordenado, lo estable, lo bello, lo homogéneo. Se afirma que nuestra época se caracteriza por una estética de lo excitable y lo inestable. por una búsqueda de formas en las que asistimos a la pérdida de la integridad. de la globa lidad, de la sistematización ordenada a cambio de la inestabilidad. la polidimensionalídad, la mutabilidad. Un gusto (una mentalídad) de nuestro tiempo por los objetos más dispares. Una. manera de percibir y representar que excita y desestabiliza el orden del sistema. Así, la marca de nuestra época son los objetos culturales de la excitación. És te es el aire del tiempo que invade muchos fenómenos culturales en todos los campos del saber, hacíéndoJos familiares unos a otros y que, al mismo tiempo, los diferencia de otros fenómenos culturales de un pasado más o menos reciente. Formas culturales que Uevan al predo minio de las estéticas sobre las éticas, a habitar la forma que es simul táneamente espacio, materia, espíritu, tiempo. Así, para Calabrese 0987: 47), la estética actual se caracteriza por la preeminencia de valores como la repetición, la velocidad. el exceso, lo monstruoso, el Jhock: La repetición (o la estética de la máquina): Una estética de la repe tición que se estructura sobre la base de un ritmo frenético, una varia ción organizada, un policentrismo y una irregularidad regulada. La irrepetibilidad ya no es condición necesaria para el mostrar. A la uni· cidad original presente en la estética clásica hoy parece oponérsele la necesidad de un modelo fijo a partir del cual se estructuran diversas situaciones. La serialidad y la reiteración del relato de los programas de televisión es un buen ejemplo para ilustrar este fenómeno. Todo el disfrute aparece de manera explfcita e inmediata. Variaciones diver sas sobre las mismas secuencias y ritmos; el placer sobre lo mismo, en las variaciones que crean innovaci6n sobre lo conocido. La repetición (de contenidos, formas, narratívas, iconos y referen tes) produce rutinas en la producción y el consumo. La repetición es 34 35 • Narrativas medlátlcas tabiliza las expectativas de audiencias y productores y los modos de disfrute en la vida cotidiana, ya que se va al mismo supermercado, se sigue una telenovela infinita, se disfruta una música ya conocida en el cuerpo, se utiliza una misma ruta para ir al trabajo; se construye la se guridad simbólica en la experienda vital por la reiteración narrativa en lo cotidiano. Esta estética de la repetición obedece a motivaciones narrativas y a fines comerciales sobre los cuales descansa la lógica me djática: la repetición captura al espectador y las variaciones tenues en el tema lo mantienen fiel al crear expectativas sobre lo conocido. Se refiere a una filosofía de la industrialización. con modos de ensambla je y producción en serie de productos masivos y la estandarización de las mercancías intelectuales, como los folletines y los diarios. La repe tición se presenta, entonces. como un modelo de optimización narra tiva y económica, concreta y palpable en nuestras sociedades, que igualmente se manifiesta en los modos de pensar de los individuos. La velocidad. Las estéticas mediáticas construyen expresión sobre la temporalidad al intervenir en la duración y el ritmo. Se narra sobre el tiempo formaro (duraciones) y sobre el tiempo existencial de días, se manas y años (temporadas); un tiempo nuevo detallado por las dura ciones de la producción y el consumo. La velocidad es la nueva aparien cia narrativa de los acontecimientos que indican un movimiento sin pausa. «La rapidez y la concisión de estilo agradan porque presentan al espíritu una multitud de ideas simultáneas, en sucesión tan rápida que parecen hacer flotar al espíritu en tal abundancia de pensamientos o de imágenes y sensaciones espirituales que éste no es capaz de abarcarlos todos y cada uno plenamente, o no tiene tiempo de permanecer ocioso y privado de sensaciones~) (Calvino, 1988: 56). En lo externo, la veloci dad del medio es superior a la velocidad de retención de contenidos. y esto hace que todo producto tenga el potencial de la novedad. No hay pausa posible (Sarlo, 1988: 55). De aquí un ritmo de montaje caracte rizado por planos corros, para no agotar su contenido y por un movi miento constante de cámaras que potencian la mirada. Es un vénigo sensoriaJ y psíquico que se inicia con la época industrial, con el desa rrollo de las máquinas, y que se manifiesta en las ciendas y en las artes; Culturas mediáticas más estímulos y mayor rapidez en los procesos de cognición y de res puesta sensodal. La rapidez quiere decir agilidad, movilidad, desen voltura, características que se manifiestan mediante una lectura dis puesta a las divagaciones, al salto de un argumento a otro, de una imagen a otra, de una idea a la siguiente, de un hecho al que le siga; a perder el hilo cien veces ya encontrarlo al cabo de cien vericuetos. «Un razonamiento veloz no es precisamente mejor que un razonamiento ponderado, pero comunica algo especial precisamente por su rapidez» (Calvino, 1988: SS); es 10 que comunica la época. Pero no todo es rapi dez. también es lentitud que permite detaJlar lo no perceptible, lo nor malmente oculto. La forma de narrar se conviene en corta, concisa, en forma de cltp, de corre, de sucesi6n. La estética audiovisual Iegitíma la narración en detalle y en fragmento. El tiempo narrado es veloz, pero lento. El fragmento y el detalle tienden a magnificar, a construir capí tulos aparte de lo narrado, panicipando en una estética de la pérdida la totalidad. Como resultado, las estéticas mediáticas narran sobre las nuevas temporalidades, las propias de la narración. El exceso. Los objetos culturales de nuestra época tienden al límite. La armonía, la mesura y la proporción de Aristóteles parecen haber dado paso a un nuevo tipo de formas que buscan lo excesivo, lo monu ':'1 mental, tanto cualitativa como cuantitativamente. Según Calabrese (1987:76), el gusto neobarroco se caractertza por este tender al límite y esta propensión (re)configura la visibilidad de lo estético; busca el «escándalo», la excitación de las formas; produce una significaci6n desafiante, que está alJí en abiena oposición a Jo preestablecido; así, lo estétlcO se libera de las ataduras de lo socialmente correcto y hace de las obras culturales una estrategia sin fin de desocultamienros. Un buen ejemplo es el sexo, que adquiere una imponancia estética inusi tada. El mostrar se convierteen una apuesta por la transgresión de los límites para dar paso a imágenes-sonido que muestran un sexo porno grafiado y una realidad atípica que se hace visible y se inserta en el gusto (re)configurado. El cine y, en general, las formas de expresión audiovisual, han recogido estas formas de (re)presentación y se han abocado a un mostrar que dan testimonio de esta tendencia. Basta 36 37 • Narrativas medlitlcas pensar en los trabajos «clásicos» de Pasolini, donde el escándalo se ha ce presente. En nuestros productos mediáticos, las ideas de exceso y escándalo resultan evidentes; las manifestaciones mucho más explíci, tas del sexo se encuentran en películas como Baíse-moi [Fóllame} (2000) de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi, que cuenta la histo ria de dos mujeres que se liberan y se encuentran a sí mismas a través del sexo y el homicidio. Hay un llevar al límite lo que se muestra, un provocar que rompe, que va más allá de las ideas clásicas de la forma para hacer de las obras culturales un refugio del escándalo y de lo prohibido. Todo en lo comunicado deviene en símbolo de algo más. Lo monstruoso. La continua presencia de lo deforme, lo desagrada ble o lo aberrante en los ámbiros de la visibilidad cultural es otra mar ca estética de nuestra época. El monstruo es un exceso de tipo formal, una (¿re?)presentación que se aleja de los supuestos de mÍmesís y de proporción clásicos paca dar paso a una nueva forma de mostrar. Hay monstruos en el sentido tradicional y cotidiano del término, es decir, entes que causan espanto; tal es el caso de películas como Alien (1979) de Ridley Scon, donde las creaciones/deformaciones de Giger toman vida, La rosa (1982) de John Carpentero, más recientemente, el extraño y ambiguo superhéroe de Spawn (1997) de Mark A. Z. Dippé (Calabrese, 1987: 110 y sig.). El monstruo es un exceso, pues se sale de los límites de lo normal, va más allá; es la objetivación de lo inexistente. El monstruo no es sólo el ente que causa espanto; al tér mino monftrllo va unido la idea del olvidar la proporción. Esta idea entraña un exceso de forma en lo mostrado que hace del mostrar un acto subversivo. Lo monstruoso deviene marca del disfrute y del gus to de una época que se evade de lo perfecto. El shock. En un contexto de creación donde tantos pueden hablar, producir y dirigir, el carácter especial de la obra desaparece; enton ces, hay que buscar el impacto por otros medios o procesos de inter pelación. Hay que resaltar la diferencia, la notoriedad, o, como lo ex presó Walter Benjamin (Vattimo, 1994: 150), el fhock como parte de la experiencia estética. La excitabilidad y la hipersensibilidad ya no Culturas medtátlcas están centradas en la obra, sino en la experiencia de vivencia de la obra pensada en términos de variaciones mínimas y continuas para lograr relieve, para llamar la atención, para capturar por un momen to. El efecto shock se concibe como un proyectil lanzado contra el es pectador, contra cada una de sus cettidumbres, sus expectativas de sentido, sus hábitos perceptivos. 4. Subjetividad mediática Lyotard explica que el individuo de la actualídad se encuentra en una especie de competencia con la máquina, de tal manera que necesita de un conjunto de leyes propias y de sus propias habilidades y astu cias para la autoconservación, lo cual se traduce en un instinto de vol carse hacia todo, circunstancia que «abre un guSto por probarlo to do» (Lyotard, 1986: 18). Un deseo de estar arraigados en un pasado social, estable y coherente, pero enfrentado a un deseo de crecimiento -no sólo econ6mico, sino de experiencia, de placer, de conocimiento, de sensibilidad-o Una sociedad de sujetos desesperados por encontrar lealtades, bien sea en los grupos étnicos o en los de clase o sexo, de los cuales esperamos que nos provean de una identidad, de una diferen ,. cia, aunque sea precaria e inestable. El hombre actual no tiene «yo nit ello: su alma, sus ideas y hasta sus sueños no son suyos; su vida inte :t;" rior está totalmente administrada, programada para producir los ~ deseos que el sistema social puede satisfacer y nada más» (Berman, ,,, 1988: 16). Una cultura-mundo que internacionaliza formas de la vida cotidiana llamadas vestidos, objetos domésticos, libros, músicas, ide as y fantasías. Unas estéticas que invitan a abrazar las posibilidades ilimitaJas que ofrece la vida y la experiencia modernas. El gusto re sultante es ligero, inmediato, oscilante, móvil, distraído; se mezcla el we.rtern con el flamenco y lo oriental, lo indígena con el neopunk. En este contexto de construcción de una subjetividad que todo lo quiere probar y sentir, Calabrese (1987: 28-34) propone que no se trata de describir las formas, sino de comprender qué tipos de juicios de valor construye la sociedad para significar, ya que una forma no se percibe a sí misma sino a través de un sistema de diferencias. Pues, .:.~- • Narrativas IJlediátlcas Culturas med.táticas 3938 mientras que en la literatura y el cine lo estétíco es la reelaboraci6n, el para la experiencia de la actualidad. Experimentamos «la libertad pastiche. la desarmadura del patrimonio precedente, en lo filos6fico como oscilación entre pertenencia y extrañamiento, sólo que nos fati· asistimos a la crisís de las narraciones -convertidas éstas en prescrip ga concebir esa oscilación como libertad» (Calabrese, 1987: 86). ciones, en metarrelatos de progreso, humanismo, historia única- y, Se habla entOnces de una estética mediática, donde lo audiovisual en la arquitectura, a la rebelión contra los príncipios del movimiento es el modo sobresaliente para decir las cosas, el que informa a mayor moderno -contra su funcionalismo y su racionalismo- y una pro escala y el que deja atrás cuestionamientOs de otros tiempos, como el puesta de retornar al pasado, a la decoración, a la superficie del objeto debate realista que preocupaba a las artes tradicionales (Lyotard> proyectado contra su estructura y su función. ¿Yen lo mediático? 1986: 12). El sonido y la imagen se combinan para decir aquí y aho A escala global, se habla de una esrética, un gusto que se crea y se ra, para informar, cohesíonar y materializar la dimensión de nuestras recrea diariamente en la obtención y el manejo de bienes del tipo sociedades y ofrecer la información como nuevo valor. las estéticas transnacíonal, como lo son la información, la moda o el saber. Tanto mediáticas como expresión, representación, máquina semiótica y pa en Bogotá como en Shanghái un adolescente puede mirar el video limpsesto cultural pretenden convertir las marcas que las constitu clip de B/ink 182 y enamorarse de un nuevo tatuaje. Su consumo yen (repetición. velocidad. fragmento, exceso, inestabilidad, shock) es inmediato y se ofrece idéntico a través de los medios electrónicos, en «discursos» que significan nuestro tiempo. Estas estéticas mediá principalmente la televisión. Esta experiencia se potencia en nuestro ticas son, sobre todo, mercado y narración; producción industrial de encuentro con la caja electrónica en lugares como galerías, consulto los sentimientos y las experiencias de vida. rios, medios de transporte, fachadas de edificios, microcomputado Si todo lo descrito arriba corresponde a la vivencia de la actuali ras. Nos infurman del clima, del tráfico, del último novio o marido de dad. si habitamos las estéticas del flujo y la inestabilidad, es claro que J-lo, y nos hacen el análisis del conflicto de Oriente Medio. "Sin de el mundo de la vida está perdiendo en espesor, experiencia y razón pa jar de estar inscritos en la memoria nacional, los consumidores popu ra ganar en estetizaci6n, sensaci6n y ligereza. ¿Será que estamos asis lares son capaces de leer las citas de un imaginario multilocalizado tiendo al nacimiento de unas culturas mediáricas que no guardan re que la televisión y la publicidad agrupan» (García Candini, 1995: lación con el mundo de la vida? Sí, cada vez los media necesitanmenos S 1). Nuestra cultura mediática produce un repertorio de signos dis realidad y sus referentes son sus propios mundos de fantasía. ¿Será que ponibles y cambiantes que pueden ser usados indistintamente en una la ficción se ha adueñado de la realidad? Sí, cada vez somos menos conversación o en una publicidad, signos que cobrarán sentido aun '. verosímiles como sujetos y la realidad es absolutamente una inven para las personas que no han salido de su país. ~,; ción; paradójicamente, mientras los formatos para comenrar la reali El valor estético que se instaura en las culturas medidtieas y que pa ':("o dad toman la forma de ficción, los formatos de ficción toman el look. rece contener a todos los demás es el de la ambigüedad. Este valor " documental. ¿Podrán existir ciudadanías en las estéticas mediáticas? Sí, desbarata límites y discursos y multiplica las posibilidades. Esa am .!'fro por ahora no, porque tanto productores como espect:adores (rele bigüedad de las dinámicas actuales, en donde la experiencia moral es ~,! videntes, lectores, oyentes, internautas) sólo quieren divertirse, solu incapaz de abarcar la realidad que se nos presenta, se llena de sen ti- . ,~() ciones técnicas y felicidad instantánea. Estos temas hay que asumirlos dos efímeros en valores de forma y emoción. Somos el hombre masa y '~::, en serio, pero en este texto no podemos hacerlo porque aquí interesa vivimos como la chica material. Nos creemos irresistibles. Todo pa ~; el "adentro~. de las narrativas mediáticas, comprender sus lógicas de rece resumirse en esa discusión acerca de quiénes somos, y las estéti inrerpeladón y emoción colectiva. la pregunta que se sigue es: ¿cómo cas mediáticas nos proveen de respuestas efímeras pero significativas es que se producen y comunican esas estéticas mediáticas? 40 • Narrativas mecUátlcas Bibliografía Abruzzese, Alberto y Miconi, Andrea (2002). Zapping. Sociologfa de la experien cia televisiva. Madrid: Cátedra. Aumont, ]acques (1998). La estética hoy. Madrid: Cátedra. Berman, Marshall (1988). Todo lo sólido Je desvanece en el aire. España: Siglo XXI. Briggs,]ohn y Peat, David (994). Espej(J y 1Tflejo: Del caos al orden. Barcelona: Gedisa. CaJabrese, Ornar (1987). 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Barcelona: Paidós. 2 Estéticas del entretenimiento (espectáculo, levedad, new age, reality) Ft~, f;l' Las culturas mediáticaJ, como explicamos en el capítulo anterior, tie % nen su potencia comunicativa en el horizonte estético, ya que por ser ~.. J:, de carácter emocional y narrativo se concretan en la producci6n de gustos y valores de juicio socializados. También hemos dicho que las estéricas, más que filosofías y valores establecidos, son vivencias afec tivas generalizadas en forma de gusto que se hacen símbolo, actitud, valor, lenguaje, industria y experimentaci6n. Ahora bien, ¿qué carac~ teriza a las estétícas que marcan las culturas mediáticas? La respuesta es que las estéticas mediáticas actúan dentro la l6gica del entrete nimiento. Las mlturas mediátícaJ nos proponen vivír la vida como una película, en la cual cada uno puede O debe ser la estrella porque su puestamente el entretenimiento es el propósito de la vida, la felici dad del sujeto. Para lograrlo debemos vivir intensamente emocionados '~~ ". (interpelación espectacular), pensando que el disfrute es el fin de to das las acciones vitales (filosofía üght), que cada uno es autor y actor de su vida (acritud new age) y que tenemos siempre una cámara dis ",;:, ponible para converdcnos en celebridades (política reality). Las estéticaJ medidticaJ intervienen los mundos de la vida desde la lógica del entretenimiento al proponer goces. afectos, historias para encantar el redio de una sociedad llena de racionalidades producti '", vas. El entretenimiento propone seducción, conformidad, afectos. Más allá de los críticos y del desdén ilustrado (Bourdieu, 1996; Sar tori, 1999; Postman, 1990), la comunicación mediática está ,nven~ tanda su propio mundo de la vida --entretenido y efímero- y su pro pio sujeto cultUral -individualista y exhibicionista- (Gabler, 2000); 42 • Narrativas mediAtices está produciendo Un nuevo ser cultural desterrítorializado -ciudada_ nos mediáticos sin adscripción política- (Martín-Barbero y Rey, 1999), sin referentes inmediatos -sujetos mundo con color local_ (Ortiz, 1998) y con creencias móviles -la moda de los sentidos y las tendencias- basadas en la ínterpelacíón incesante y vacía -el shOUJ- (González Requena, 1999), la lógica de lo leve -lo light- (Rincón, 2002), las buenas energías y las bajas razones -lo ncw age- (Rojas, 1998) y la ausencia de realidades duras -10 reality-- (Rincón, 2003 y Andacht, 2003). Así, las culturas mediátkas construyen su interpela ción o modo de «comunicar» o llamar la atención de las audiencias. En la reflexión que sigue, más que una crítica o una afirmación de este «entretenidos sean todos vía la comunicación», se propone que comprendamos cómo es, cómo actúa y qué propone la lógica del en tretenimiento; se realíza una valoraci6n del entretenimiento como estética mediática y como modo y discurso dominante en el pensa miento, el sentimiento y la acción social de nuestras sociedades. El argumento es que detrás del rostro de lo bello y lo elusivo del entre tenimiento siempre aparece una mueca cínica que nos dice mucho sobre las maneras como la sociedad densa y seria ha venido produ ciendo las ciudadanías y el sentido contemporáneo. Comprender có mo funciona el enrretenimiento en «su adentro» es comenzar a transformarlo. 1. La lógica del entretenimiento Los medios de comunicación han producido su identidad como má quinas narrativas y han encontrado en la lógica del entretenimiento su modo de relato. Los medios de comunicación habitan y producen la cultura del entretenimiento; los medios de comunicación como fi losofía del entretenimiento han venido marcando las pautas de la ex periencia vitaL «Una infacigable tendencia compulsiva a la diversión cubre con su manto todos los lugares de la socialización mediática» (Abruzzese y Miconi, 2002: 128). Los medios de comunicación han
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