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Revista Candidus Año 2 - No.13 - Enero/ Febrero 2001
El Bilingüismo de los sordos:
Análisis del caso venezolano
Ana María Morales
 Las experiencias educativas en cada país refleja las condiciones sociales, 
políticas e históricas particulares de esa realidad. Este documento intenta realizar 
un análisis en el que se vinculan los factores que conforman el contexto donde se 
ha desarrollado la educación del sordo venezolano en los últimos 20 años. 
Asimismo, se incorporan datos pertinentes sobre experiencias en otros países que 
permitirán establecer algunas comparaciones para tener, finalmente una visión 
global del problema.
 Hablar de la sordera es recorrer un extenso y difícil sendero que se remonta a 
largos siglos en la historia de la humanidad. Su abordaje ha sido centro de diversas 
controversias y encrucijada de distintos caminos. Conocer la historia del fenómeno, 
implica reconocer su evolución y comprender las causas y consecuencias de su 
desarrollo. Es por ello que se considera útil empezar por identificar la tendencia en 
la que se ha sustentado por mucho tiempo la educación del sordo, no sólo en 
nuestro país sino a nivel mundial, nos referimos al Oralismo, que ha conducido a 
políticas correctivas dentro del aula con un carácter clínico - rehabilitatorio. Esta 
situación se concreta en el llamado Modelo Oralista, el cual concibe a la persona 
sorda como un ser limitado e incompleto, es decir, sin audición normal. Por 
consiguiente, implementa una serie de estrategias destinadas a compensar el 
déficit sensorial presente, lo que a su vez redundaría en optimizar otros aspectos: 
el social, el cognoscitivo, el emocional y el lingüístico. Los objetivos pedagógicos en 
la educación de los sordos se supeditaron así, a un solo objetivo: lograr que hablen. 
En otras palabras, al dar la posibilidad a los sordos de hablar lo más parecido a los 
oyentes, se garantiza su incorporación al mundo social, al conocimiento, a la 
información y a la cultura. Ello se traduce en una concepción de la enseñanza del 
habla como la única vía de integración social. Es la convicción de desarrollar el 
lenguaje a través de un proceso de enseñanza y aprendizaje de la lengua oral- en 
nuestro caso el español- enfatizando el desempeño de habilidades para la 
percepción auditiva amplificada, la articulación y la lectura labial. Ramírez (1999) 
sentencia al respecto lo siguiente: «lo que subyace a estas prácticas es la creencia 
de que el lenguaje como atributo humano, se enseña en un proceso formal de 
repetición e imitación». (p. 23).
 Por otra parte, el Paradigma Oralista, plantea la enseñanza de la lengua escrita 
desde una concepción estructuralista. La didáctica de la lengua escrita es asumida 
como bloques de contenido que deben ser enseñados en una secuencia rígida 
(sujetos, verbos, complementos, predicados) y no entendida como un objeto de 
conocimiento a ser construido y asimilado por parte del sujeto cognoscente, es 
decir, el alumno. Un alumno con autonomía, creativo y participativo del proceso de 
aprendizaje, ubicado en contextos reales de uso.
 El Oralismo, como filosofía pedagógica en la educación de los sordos en 
Venezuela no ha permitido un avance significativo en su incorporación a todos los 
ámbitos de la sociedad. Se detectan distintos problemas que van desde la pobreza 
de conocimientos académicos y culturales, retraso de 2 o 3 años de escolaridad con 
relación a los alumnos oyentes de la misma edad, número reducido de sordos que 
ingresan al bachillerato y a las universidades, deserción escolar, hasta presentar 
índices por debajo de la normalidad en infinidad de pruebas estándares. En este 
sentido, Sánchez (1995) explica: 
 «De cada 100 niños que ingresaban a las escuelas de sordos, luego de haber 
pasado varios años de rehabilitación, no más de 15 eran catalogados como 
mínimamente oralizados para pasar a la escuela regular. Los 85 restantes estaban 
condenados a ir a los talleres laborales, apenas cumplidos los 13 ó 14 años como si 
fueran retardados mentales». (p. 12).
 La Oralización no ha dado las respuestas más adecuadas a la situación del 
sordo. A nuestro juicio, no representa la mejor vía en la búsqueda de soluciones. 
Los resultados hablan por sí solos a la hora de ver cuántos son los sordos que 
acceden a niveles educativos superiores o cuántos son los sordos alfabetizados o 
cuántos de ellos participan plenamente en distintos campos de la sociedad: laboral, 
cultural, educativo, deportivo o de otra índole. Igualmente sería importante 
preguntarse el costo emocional, familiar y social que ha supuesto esa integración 
para los pocos sordos que lo han logrado. Sin embargo, aún persisten 
razonamientos hechos por maestros y otras personas vinculadas al mundo de la 
sordera que se basan en afirmar, categóricamente, que la oralización es el método 
educativo más efectivo porque algunos sordos llegan a hablar e ingresar a niveles 
educativos superiores. Sánchez (1995) sentencia lo siguiente: «Si en medicina se 
aplica un tratamiento y se ve que de cien pacientes sólo uno o dos se curan, es 
obvio que ese tratamiento no es de utilidad». ( p. 47). Por otra parte, Skliar (1997) 
afirma que las perspectivas desde las cuales se evalúa el fracaso de las escuelas de 
sordos son vastas y complejas, en muchos casos, ni siquiera existe el 
reconocimiento de tal fracaso.
En este orden de ideas, se encuentra que el citado paradigma orienta la acción 
educativa bajo una concepción conductista, basada en estímulos y respuestas que 
persiguen crear las estructuras lingüísticas para el aprendizaje de la lengua oral. Se 
maneja la convicción de que los sordos poseen un pensamiento concreto, incapaces 
de razonamientos lógicos o de carácter abstracto, muy por debajo de su edad 
cronológica. Imposibilitados de disfrutar géneros literarios como la poesía o 
simplemente extraer información de un periódico. Esta limitación estaría dada en 
función de su déficit sensorial, por lo tanto, la necesidad perentoria de compensarlo 
con prácticas pedagógicas tendientes a recuperar el lenguaje oral. El denominado 
pensamiento concreto de los sordos es, a nuestro parecer, producto de la 
incapacidad de desarrollar tempranamente el aspecto cognoscitivo y el lingüístico, 
por medio de su lengua natural (la lengua de señas). La concepción a que hacemos 
referencia refleja una de las visiones que se tienen frente a un problema que ha 
ocupado por mucho tiempo a la humanidad, como lo es, la relación pensamiento-
lenguaje. Varias son las interrogantes que se plantean en torno al tema, entre ellas 
están: ¿es el pensamiento anterior al surgimiento del lenguaje en el desarrollo 
evolutivo del individuo?, ¿acaso surge el lenguaje como una necesidad para 
comunicar el pensamiento?, o ¿es el pensamiento un nivel de representación 
superior que permite acceder a otros sistemas simbólicos como lo es el lenguaje?. 
Ante criterios tan opuestos debe existir una posición intermedia que vincule ambos 
aspectos. Barrera Linares y Fraca de B. (1.999) indican que: «Lo primero que se 
impone en una concepción muy amplia de la noción de lenguaje para entenderlo 
como una facultad general que el hombre utiliza para comunicarse y convivir 
socialmente con los demás». (p. 49). Estos autores enfatizan que no debe limitarse 
exclusivamente el lenguaje a las posibilidades de la palabra sino atribuirlo a una 
capacidad mayor; la de establecer vínculos comunicativos con los otros a través de 
diversos sistemas sígnicos, de los cuales el más económico y funcional es la lengua. 
 Si se observa el esquema N° 1 se notará cómo es concebido el pensamiento, el 
lenguaje y la lengua en la tendencia oralista, vinculaciones que han cambiado 
especialmente después de los aportes de laPsicolingüística. En él se indica que la 
lengua oral debe ser enseñada prioritariamente para facilitar, posteriormente, el 
desarrollo del lenguaje (como capacidad lingüística) y a su vez potenciar el aspecto 
cognoscitivo y su relación con la lengua escrita. Bajo esta concepción subyace la 
idea de que la forma en que se comunican los sordos no representa una lengua y, 
por consiguiente es necesario construirle una.
 En el esquema N° 2 se puede apreciar un planteamiento radicalmente opuesto 
al anterior. Se considera la existencia previa del pensamiento, el cual permite la 
organización y desarrollo de sistemas simbólicos. Tales estructuras sólo se activan 
en contacto con el medio ambiente. Ante las ventajas de economía y funcionalidad 
que ofrece el sistema de una lengua natural, el hombre opta por escogerla y 
comienza así a conceptuar el mundo, a construir el universo a partir de sus 
recursos lingüísticos. Posteriormente, puede acceder a otros sistemas de 
representación como lo es el código escrito. En el caso de los sordos, ellos 
seleccionan un sistema lingüístico distinto al oral, dadas sus características 
psicofísicas, pero estructuralmente de igual complejidad. Este sistema es la lengua 
de señas, la cual constituye un sistema codificado y altamente organizado 
empleado con fines comunicativos. A diferencia de las lenguas orales, cuya base es 
fonoaudiológicas; las lenguas de señas presentan una base netamente visual.
 Así se tiene que la lengua suministra información, conocimientos y es puerta de 
entrada al mundo social, independientemente del canal por el que ingrese la 
información. 
 Sin embargo, el Paradigma Oralista tiene la certeza que la lengua oral es el 
requisito imprescindible que deben poseer los sordos para aprender el código 
escrito. En otras palabras, si no hablan no podrán tampoco escribir con un mínimo 
desempeño. Del planteamiento anterior, se desprende una premisa esgrimida como 
bandera pedagógica por la referida tendencia, en el sentido que la lengua oral debe 
ser enseñada al sordo como única vía de acceso para la enseñanza de la lengua 
escrita. Esta lengua oral tampoco es valorada en su justa enseñanza de la lengua 
escrita. Esta lengua oral tampoco es valorada en su justa dimensión, es decir, como 
segunda lengua para el sordo y por ende, difícil de enseñar en las condiciones en 
que hasta ahora se ha hecho, sin tomar en cuenta los estudios realizados sobre 
segundas lenguas en el campo de la Lingüística.
 Otro elemento a considerar en este análisis es la evaluación pedagógica en lo 
referente a las producciones escritas de los sordos, las cuales se han evaluado 
tomando como parámetros las producciones correctas de los oyentes, situación 
injusta y discriminatoria, puesto que se establecen mecanismos distintos entre unos 
y otros en la construcción de textos escritos. Las investigaciones en esta área 
demuestran que los supuestos errores encontrados en la escritura de los sordos 
corroboran la existencia subyacentes de otro código. Pérez (1.994) afirma que: «al 
desconocimiento del mundo ni del contexto sino al desconocimiento de las leyes de 
la lengua escrita». (p. 24). La citada autora sostiene, en su estudio acerca de la 
producción narrativa en sordos, que en todos los textos analizados de la muestra 
objeto de estudio, prevalece la estructura de la lengua de señas venezolana. 
Además indica que los alumnos sordos emplean complejos procesos 
metalingüísticos y metacognoscitivos en la producción escrita.
 En otro orden de ideas, y siguiendo este recorrido histórico, se halla otro 
elemento que viene a complicar el ya confuso panorama educativo de los sordos.
Nos referimos a la denominada Comunicación Total. Este enfoque aparece en la 
década de los ´70 no como un modelo educativo ni como una estrategia 
pedagógica, aunque muchos la entendieron de esta manera, sino como una filosofía 
comunicativa. Tal propósito se lograría por medio del uso, si simultáneo de todos 
los recursos disponibles para una comunicación efectiva con los sordos, es decir: 
deletreo manual, lectura labial, escritura, entrenamiento auditivo, lengua de señas 
y alfabeto dactilológico.
 Bajo esta perspectiva se muestra a la Comunicación Total como una solución 
viable a la problemática de la sordera y de fácil implementación para los oyentes. A 
raíz de los aportes de la lingüística se demuestra la imposibilidad de superponer dos 
códigos lingüístico al mismo tiempo, sin afectar gravemente a uno de ellos. En este 
caso, la lengua de señas en el sistema lingüístico más afectado y alterado con dicha 
práctica. Tal fenómeno es llamado Español Signado, una especie de retazos 
lingüísticos que no son en su conjunto, ni una lengua ni la otra y en definitiva, 
tampoco es la lengua empleada por la comunidad sorda. Se hace mención explícita 
de la Comunicación Total ya que se considera que su uso persiste en muchas 
escuelas de sordos en Venezuela. Dicho enfoque, a nuestro parecer, no ha brindado 
respuestas claves o adecuadas y no llena el vacío conceptual en función a cuál es la 
mejor educación para los sordos y lo que aparentemente pudiese tener visos de 
innovación o de actualidad en relación a nuevas tendencias educativas, como sería 
la inclusión de la lengua de señas en esa forma de comunicación con los sordos, no 
lo es ciertamente. En tal enfoque no utilizada como una herramienta pedagógica y 
en ámbitos exclusivamente escolares. No se le da el verdadero valor lingüístico que 
tiene. Es evidente, en nuestra opinión, que el trasfondo de dicha práctica es la 
existencia de un oralismo disfrazado, siendo el resultado final, una distorsión de la 
información en perjuicio de la comprensión de los contenidos académicos y de otro 
tipo impartidos en la escuela por los maestros.
 El análisis que se ha hecho de los modelos de atención educativa para sordos 
desarrollados en nuestro país refleja situaciones que parecen repetirse, sí de 
manera similar, en otros países de América Latina como Chile, Uruguay, Colombia y 
Brasil entre otros. Es también justo reconocer que gracias a este devenir 
pedagógico mucho hemos aprendido los oyentes. El balance y el reconocimiento de 
los errores permiten avanzar en el camino hacia mejores condiciones educativas y 
sociales para los sordos, como minoría lingüística. Sin el tránsito por tendencias 
como la Oralista o la Comunicación Total, no se hubiese llegado a reflexionar y 
explorar otros senderos que dieran una visión más ajustada a su realidad.
 En la actualidad, la tendencia en la educación de los sordos, no sólo en 
Venezuela sino en el mundo es hacia una visión socio-antropológica de la sordera 
(Ver Skliar, Massone y Veinberg, 1995) y un modelo educativo bilingüe-bicultural. 
El abordar dicha concepción es girar 180° en la posición que hasta ahora ha 
prevalecido. En nuestro país, se inició el cambio con la puesta en marcha de la 
Propuesta de Atención Integral del Niño Sordo (P.A.I.N.S) en 1986, cuando se 
reconoce a la lengua de señas venezolana como lengua natural del sordo y la 
necesidad de garantizar tempranamente su desarrollo en las escuelas especiales. Al 
mismo tiempo, en la mencionada propuesta se indica que la lengua oral debe ser 
enseñada como segunda lengua en los sordos y se afirma categóricamente que los 
niños sordos tienen igual potencial cognoscitivo y lingüístico que los niños oyentes.
 El concepto de bilingüismo que aparece en este documento oficial no se ajusta 
a la concepción socio-antropológica de la sordera asumida después de los aportes 
de la Sociolingüística, Psicolingüística y la Antropología. La PAINS no estableció 
pautas claras y coherentes a seguir por los docentes especialistas, directores, 
equipo técnico y los padresde los sordos creemos sería esclarecedor presentar 
algunos conceptos que sustentan tales afirmaciones. El primero de ellos, obligado 
por demás, es el de cultura (Ver esquema N° 3) entendida como «el conjunto de 
valores, creencias, hábitos, costumbres y visión del mundo que asume una 
comunidad particular sobre la tierra». (Serrón, 1998). Al mismo tiempo, estos 
valores y creencias son transmitidos a sus miembros a través del uso cotidiano de 
una lengua, es decir, que ella representa un producto cultural y social por 
excelencia. Los sordos conforman una comunidad particular, identificada por la 
presencia de la lengua de señas, que actúa como elemento aglutinante entre sus 
miembros. En otras palabras, la comunidad sorda está constituida exclusivamente 
por sordos, por ser ellos usuarios natos de la lengua de señas, sin importar el grado 
de la pérdida auditiva o la etiología de la misma. 
 Estos hallazgos muestran al sordo como un ser sociolingüístico perteneciente a 
una comunidad minoritaria, individuo con derechos y deberes sociales y no como 
un individuo inmerso en una población que debe ser rehabilitada. Se está frente a 
dos comunidades caracterizadas por estructuras diferentes, por el uso de lenguas 
diferentes y con estatus lingüísticos también diferentes. Una mayoritaria y la otra 
minoritaria lo que conduce a una situación de Bilingüismo y Biculturalismo. (Ver 
esquema N° 4). El individuo bilingüe-bicultural debe enfrentar los problemas 
derivados del contacto con dos lenguas y dos comunidades culturales distintas. Se 
pudiera por analogía deducir que la comunidad oyente constituye la contrapartida 
de la sorda, en el sentido que se conforma en torno al uso de lenguas orales 
básicamente. La lengua se transforma en un elemento de poder, en muchos de los 
casos, en detrimento de una minoría. La comunidad oyente ejerce poderosa 
influencia en la sorda, hasta considerar a la lengua de señas como de segunda 
categoría o simplemente no reconocerla como lengua natural. Situación ésta muy 
similar a la observada en otro tipo de comunidades minoritarias, como la indígena, 
o la de inmigrantes por ejemplo. La lengua que los sordos, en definitiva, deben 
manejar es la oral, parece sentenciar siempre la comunidad oyente. Es 
precisamente por tales consideraciones que se plantea el problema de la sordera 
como más ideológico que fisiológico, más social que educativo.
En estos términos desequilibrados e injustos cabe preguntar: ¿Cómo asumir un 
proceso de integración social adecuado y exitoso?. ¿No se estaría frente a 
situaciones similares a las que viven comunidades discriminadas por otros motivos 
no lingüísticos?, ¿Es que la integración social tan demandada por los oyentes debe 
ser entendida como un proceso unidireccional? (Ver esquema N° 5). Esto 
significaría, que son ellos los pertenecientes a la comunidad minoritaria los que 
deben integrarse a nosotros, los de la comunidad mayoritaria. Además de tener una 
condición para ser efectiva: el aprendizaje de la lengua con mayor estatus 
lingüístico, la lengua oral. La visión socio-antropológica de la sordera propone más 
que una integración una igualdad de participación en todos los ámbitos sociales, 
una igualdad de oportunidades para los sordos. En los documentos oficiales del 
Ministerio de Educación que regulan las políticas educativas especiales no se 
observan dichos planteamientos.
 Afortunadamente, en la reciente promulgada Constitución Bolivariana de Venezuela 
hay indicios alentadores de un cambio en esta dirección. Es necesario, el 
intercambio sociocultural entre ambas comunidades, el respeto y la valorización 
mutua, lo que supone uso de lenguas distintas, creencias y visiones del mundo 
igualmente distintas. Un proceso en el que los sordos accedan a todos o casi todos 
los beneficios de la comunidad mayoritaria (Ver esquema N° 6): recreativos, 
deportivos, culturales, laborales, sociales, tecnológicos sin perder su identidad 
como sordos, donde participen productiva y activamente en diferentes escenarios 
sociales con la única condición de sus capacidades y habilidades, donde tengan 
derecho a una educación de calidad impartida en su lengua, sin subterfugios de 
ninguna naturaleza. Se propone así una integración en términos de equidad. 
 La Dirección de Educación Especial en nuestro país ha hecho esfuerzos por 
revisar la Conceptualización y política de la atención integral de los sujetos con 
deficiencias auditivas, pero consideramos que aún persisten muchos vacíos de 
fondo y numerosos errores en la visión que tienen de los sordos, muy apegados 
todavía a elementos clínicos. Esto produjo invariablemente una situación ambigua 
en las escuelas de sordos. No cuentan con fundamentos coherentes para implantar 
un verdadero Modelo Bilingüe-Bicultural, ya que el fantasma del oralismo persiste 
en esta materia. Por otro lado, somos de la opinión que no deben haber recetas o 
condiciones preestablecidas de cómo debe ser este modelo. Cada realidad, cada 
situación debe ser analizada y ajustada a las necesidades e intereses presentes. 
Este modelo está por hacerse. Cada país, cada región, cada escuela deberá 
plantear alternativas, caminos que transitar y por sobre todas las cosas evaluar el 
proceso mismo. Es una tarea colectiva que nos compete y nos compromete a todos. 
 A pesar de los comentarios anteriores, no puede ni debe concluir esta 
intervención sin proponer una aproximación a un modelo educativo bilingüe-
bicultural para sordos. (Ver esquemas N° 8 y 9). En ellos se señalan los siguientes 
aspectos:
a) Promover la lengua de señas como lengua natural en el sordo: La educación 
bilingüe del sordo debe promover la adquisición de la lengua de señas como 
primera lengua. Ello supone la presencia de la lengua de señas en todas las 
actividades tanto escolares como extraescolares, y el derecho a adquirirlas 
tempranamente, en el caso de padres oyentes, teniendo como modelo de 
identificación el que brinda la Comunidad Sorda.
b) Ubicar la Lengua de Señas en su verdadero estatus lingüístico: Este aspecto se 
refiere a incluir en los programas educativos contenidos curriculares específicos 
sobre la Lengua de Señas, es decir, hablar y conocer su gramática. Elementos que 
evidencian el valor lingüístico que posee toda lengua natural. Conocimientos hasta 
ahora ignorados o poco difundidos entre los sordos y que ha contribuido a la 
desvalorización de dicha lengua.
c) Impulsar procesos de identificación psico-lingüístico de los sordos. (Ver Peluso, 
1999): Es necesario crear espacios dentro de la dinámica escolar que permitan 
conocer y reflexionar sobre la comunidad y la cultura sorda. Hablar de sus logros en 
los distintos escenarios sociales, su participación y su presencia en la vida 
cotidiana. Hablar con los niños sordos sobre el valor que tiene su lengua, generar 
actividades que promuevan su autoestima y el derecho a ser diferentes.
MODELO EDUCATIVO 
BILINGÜE-BICULTURAL
* Promover la Lengua de Señas como Lengua Natural en el Sordo-.
* Ubicar la Lengua de Señas en su verdadero estatus Lingüístico.
* Impulsar procesos de identificación psico-socio-lingüístico de los Sordos.
* Currículo regular en Lengua de Señas.
* Conocer y valorar la Comunidad Sorda.
* Diferenciar ámbitos de uso de las dos lenguas involucradas: Lengua de Señas y 
Lengua Oral.
* Impulsar intercambios Biculturales entre ambas comunidades.
* Fomentar valores de respeto y aceptación entre ambas comunidades.
* Enseñanza del español como segunda lengua en el sordo.
* Enseñanza de la lengua escrita y su vinculación con la lengua de señas.
* Participación de Equipos Interdisciplinarios Bilingüe-Biculturales.
d) Currículoregular en Lengua de Señas: Este aspecto parecer ser obvio en un 
Modelo Bilingüe-Bicultural para sordos, sin embargo el énfasis está en que dicho 
currículo deberá incluir los contenidos propios del nivel educativo correspondiente, 
ya sea el de preescolar o Básica y ser impartidos en lengua de señas y no en 
Español Signado.
e) Conocer y valorar la Comunidad Sorda: Una vía para lograr este aspecto sería a 
través de intercambios entre adultos sordos y los niños sordos que asisten a las 
escuelas especiales. Conversaciones periódicas sobre distintos tópicos que atañen a 
su comunidad o que son de su interés, lo que permitiría reforzar su identidad como 
sordos valorados dentro de una comunidad particular, con un respaldo sociocultural 
e histórico.
f) Diferenciar ámbitos de uso de las lenguas involucradas. (Ver Peluso, 1999): La 
separación precisa de ambas lenguas, la lengua de señas y la lengua oral, en el 
caso del sordo, es necesaria a efectos de que el niño sordo logre una identificación 
psico-socio-lingüística con la Comunidad Sorda. Se sugiere en este sentido, diseñar 
estrategias que faciliten trabajar por un lado, la lengua y cultura oral: el español 
como segunda lengua en el sordo y la enseñanza del currículo escolar en lengua de 
señas a través de maestros oyentes competentes en dicha lengua, y por el otro 
lado, desarrollar lo relativo a la lengua y cultura sorda, que deberá ser impartida 
por adultos sordos.
g) Impulsar intercambios biculturales entre ambas comunidades: Esto es referido 
a una mayor presencia de la Comunidad Sorda en nuestras escuelas especiales por 
medio de diversas actividades culturales, recreativas, sociales, deportivas y 
educativas.
h) Fomentar valores de respeto y aceptación entre ambas comunidades: Sólo será 
posible este aspecto siempre y cuando exista una apertura al diálogo y al 
conocimiento de ambas realidades.
i) Enseñanza del Español Oral como segunda lengua en el sordo: Esta enseñanza 
deberá estar ajustada a los nuevos enfoques lingüístico de enseñanza de segundas 
lenguas, tratando de eliminar el enfoque clínico-rehabilitatorio.
j) Enseñanza de la lengua escrita: Desarrollar una metodología del español 
escrito que tome en cuenta a la Lengua de Señas como primera lengua en todos los 
casos y mediación en el aprendizaje del código escrito, a través de estrategias 
metacognoscitivas y metalingüísticas que promuevan y faciliten dicha construcción.
1. Participación de Equipos Interdisciplinarios Bilingüe-Biculturales: Se refiere a 
la conformación de Equipos Técnicos donde la presencia de los sordos sea una 
realidad. Hasta ahora, tales equipos funcionan con la participación de especialistas 
oyentes: psicólogos, Terapistas del lenguaje, trabajadores sociales, maestros y 
directores pero sin contar con la visión de los sordos en relación con aspectos tan 
importantes como su evaluación, promoción o rendimiento escolar o de otra índole. 
 Finalmente, debo expresar que ninguno de nosotros tiene el privilegio de la 
verdad absoluta en este campo, elemento que además nos quitaría la posibilidad de 
seguir investigando y acercándonos a la verdadera realidad de los sordos. No todo 
está dicho en esta materia, la polémica continuará, afortunadamente, lo que si 
debe prevalecer es la amplitud de criterios, la reflexión y la apertura a nuevos 
conocimientos que favorezcan un mejor abordaje de la situación y ofrecer a los 
sordos la oportunidad de ser ellos mismos en una sociedad y cultura en la que 
tienen un lugar y un espacio.
 
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
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Español II. Venezuela: Monte Avila Editores.
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Sánchez, C. (1995) Educación Básica para los Sordos: Cuándo, Cómo y Dónde. En 
Documentos, 2, 37-49. Mérida: Instituto de Estudios Interdisciplinarios sobre la 
Sordera y el Lenguaje. Venezuela.
Serrón, S. (1998) Alfabetización: El Desafío Nacional. Planificación Lingüística. 
Enseñanza de la Lengua y Unidad Lingüística. En la Red Informa, Año IV, N° 1. 
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Skliar, C; Massone, M. y Veinberg S. (1995) El Acceso de los Niños Sordos al 
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Skliar, C. (1997) Variables para el Análisis de las Políticas de Educación Bilingüe 
para Sordos. Ponencia presentada en el IV Congreso Latinoamericano de Educación 
Bilingüe, Bogotá. 
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