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Alejandro Magno

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Dos grandes procesos históricos caracterizaron al siglo IV griego: la desintegración de las polis como modelo de estado y el desarrollo de la hegemonía macedónica sobre el mundo griego, liderada en primer lugar por el rey Filipo II y más tarde por su hijo Alejandro Magno.
Alejandro Magno nació en el reino de Macedonia, considerado un territorio de bárbaros y extranjeros. Aristóteles había enseñado a Alejando Magno a pensar como un griego pero a luchar como un bárbaro. Destruyó Tebas y obligó a Atenas a reconocer su supremacía convirtiéndose en el gobernante de toda Grecia. 
Aristóteles dio forma al carácter del hombre llamado a concluir el trabajo de su padre y atar la voluntad griega bajo un nudo bárbaro, esto es, macedonio. Antes de lanzarse a la conquista del Imperio persa, Alejandro volvió sobre los pasos de su padre para atravesar Tesalia, destruir Tebas y obligar a Atenas a reconocer su supremacía haciéndose nombrar Hegemón, título que lo situó como gobernante de toda Grecia.
El objetivo de Alejandro no sólo era castigar a los persas, sino también fusionar Oriente con Occidente y difundir la civilización griega más allá de sus límites tradicionales. Su objetivo era crear un “imperio universal”, imaginó la unidad de la humanidad bajo un solo ente político. Grecia se hiso pedazos entre guerras y luego de los romanos se acabaría definitivamente el ciclo histórico griego entendido como polis autónomas que hace su propia política. 
Durante su reinado cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Persa. Inició así un proceso de intercambio cultural entre los griegos y los pueblos a los que conquistaba, conociéndose como el Período helenístico. En Grecia se hunde la importancia de la política de la polis, pasan de la polis a la monarquía helenística, y le da al ciudadano el término de súbdito.

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