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Factores psicosociales en el embarazo

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Gómez Esteban, R. (1991). Factores psicosociales en el embarazo, parto y puerperio. Clínica y 
Salud. Investigación empírica de psicología. 2(3). 257-269 
 
Factores psicosociales en el embarazo, parto y puerperio 
Rosa Gómez Esteban (*) 
RESUMEN 
Este artículo, en su primera parte, trata de mostrar que el embarazo, parto y puerperio son 
procesos fundamentalmente biológicos en los que incide de una manera relevante los factores 
psicológicos y sociales. 
Se describe los factores sociales, básicamente el discurso social acerca del parto y de la 
maternidad, y la función social de lo mujer, los factores biológicos, muy brevemente y en lo que 
hace referencia al tema que estamos tratando, y los factores psicológicos, por un lado la relación 
madre-hijo y la importancia de este vínculo en el desarrollo de la personalidad del sujeto y, por 
otro lado, las principales ansiedades de los mujeres durante este período. 
En la segunda parte, realizo una breve referencia histórica acerca de la atención al parto y 
la psicoprofilaxis obstétrica, paro centrarme posteriormente en nuestra propuesta de trabajo con 
los embarazados, desarrollando ampliamente los grupos con estas mujeres en los que lo tarea 
era elaborar los ansiedades, temores y fantasías y todo aquello alrededor de estos procesos. 
Finalmente, señalo brevemente la importancia del trabajo de las ansiedades que se 
generan en la labor profesional y la utilidad de lo discusión de casos con una metodología 
grupal dentro de las instituciones de pertenencia. 
 
(*) Psiquiatra Servicios de Salud Mental de Parla. Secretario General de la Asociación Española de 
Neuropsiquiatría. Prado del Rey, 71. 28023 Madrid. 
 
PALABRAS CLAVE 
Factores psicosociales. Ansiedades. Relación madre-hijo. Psicoprofilaxis Obstétrica. 
Atención Integral a la Embarazada. Metodología grupal con Embarazados y Profesionales. 
 
A. FACTORES SOCIALES Y PSICOLOGICOS EN LOS PROCESOS QUE 
http://www.copmadrid.org/webcopm/publicaciones/clinica/1991/vol3/arti3.htm#nota1
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CONSTITUYEN LA MATERNIDAD 
En nuestra concepción, el embarazo es una etapa importante en la vida de la mujer debido 
a los intensos cambios que se producen en lo personal, familiar y social. Proceso en el que se 
pone en juego fundamentalmente lo biológico, pero también lo psicológico, a través de la 
singularidad de la mujer, y lo social, por lo que representa el embarazo, el parto y la maternidad 
en nuestra sociedad, así como por el rol que la mujer tiene en la misma (Gómez Esteban y 
Amilivia, 1986). 
Es decir, en el embarazo, parto y puerperio se entrecruzan e interrelacionan múltiples 
elementos, además de los biológicos, y observamos con frecuencia factores psicológicos y 
sociales que influyen de una manera relevante en su desarrollo. El tener en cuenta estos factores 
es de gran importancia ya que no sólo intervienen en las situaciones actuales, sino que 
determinan también experiencias futuras de la vida de la mujer, como partos posteriores e 
incluso vínculos familiares de los que la relación madre-hijo es la que más nos preocupa. En las 
mujeres más vulnerables o en situaciones difíciles los procesos del embarazo, parto y puerperio 
pueden suponer una etapa de crisis importante en su vida, hecho que hay que tener en cuenta 
cuando se desarrollen Programas de Prevención en la Comunidad. 
 
I. Factores sociales 
Para enmarcar el tema me referiré, en primer lugar, a los factores sociales, factores que 
están sobre determinados por una estructura socioeconómica y política, y que van a producir 
modelos y discursos sobre el parto y la maternidad determinantes de estos procesos. Dentro de 
estos factores, cabe distinguir, por una parte, los que se centran alrededor de la función social de 
la mujer y del discurso social acerca del parto y de la maternidad y, por otra, los referidos a la 
edad, nivel socioeconómico y cultural, estructura familiar, etc., elementos que producirán 
problemáticas específicas y grupos de población de mayor riesgo (Videla, 1986). 
Desde el punto de vista social, el discurso acerca de la mujer y de la maternidad ha 
variado mucho en estos últimos años, fundamentalmente por dos motivos, la incorporación de 
la mujer al mundo laboral y la separación entre sexualidad y reproducción, que ha permitido, 
por un lado, una mayor libertad sexual a la mujer y, por otro, la elección de su maternidad. El 
discurso predominante hasta hace unos años era un discurso muy ideologizado, influido 
fuertemente por lo religioso, mostraba la maternidad como un proceso desexualizado, espiritual 
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y a una madre que daba todo por sus hijos. Concepto pleno de prejuicios y cuyo emergente es la 
frase tan conocida en nuestra infancia: "Los niños los trae la cigüeña de París". La maternidad 
excluía la sexualidad de la mujer y durante el embarazo estaba extendido el mito de que las 
relaciones sexuales eran peligrosas ya que podía afectarse el feto (Beauvoir, 1981). 
En cuanto a la función social asignada a la mujer, aunque como decíamos, ha variado 
mucho con la incorporación de ésta al trabajo fuera del hogar, sigue siendo sobre todo en 
determinados colectivos sociales, la de tener hijos. Desde niño, a través de los juegos, de las 
expectativas de la familia hacia ella, de la información, se la va creando un falso concepto de su 
rol social, en el sentido de estar básicamente centrado en la maternidad. Se le ofrece y se le pide 
un modelo de mujer pasiva, abnegada, sufriente, dependiente, interesada en las tareas del hogar 
y no en las cuestiones sociales y científicas, sometida y fiel a su marido, es decir, una imagen de 
mujer acorde a las estructuras socioeconómicas imperantes. Esta imagen modélica e idealizada 
de la mujer y de la maternidad oculta otra cara de la realidad: los hijos no deseados, los abortos, 
los hijos abandonados, maltratados, etc., hechos que nos muestran otros sentimientos 
fuertemente reprimidos que también surgen en las mujeres ante la maternidad (Bauleo y Brassi, 
1986). 
El discurso social acerca del parto aún hoy está ligado a la frase bíblica "parirás con 
dolor", las mujeres con cierta frecuencia desconocen cómo es el proceso del parto, tan sólo 
saben que el dolor indica el comienzo del mismo y que su progresión está en relación con la 
intensidad y frecuencia de dichos dolores. Estas creencias y mitos alrededor del embarazo, parto 
y puerperio influyen en el desarrollo de los procesos que estamos considerando, su expresión es 
la creencia tan extendida de que la mujer tiene que sufrir y ello es la medida del cariño que 
siente por sus hijos. Mirta Videla (1983), que ha trabajado muchos años en este campo, señala 
que la sociedad determina modelos de maternidad y de identidad femenina que hace cumplir a 
los miembros de la misma, es decir, la sociedad y la cultura propone los modelos de familia y 
de maternidad. Si este hecho nos parece de vital importancia es porque estos modelos 
determinan el modo de establecer el vínculo entre la madre y el hijo, vínculo que a su vez es el 
modelo de relación con los otros. 
Dentro de los factores sociales que inciden en el desarrollo de los procesos que estamos 
considerando, habría que tener en cuento la clase social a la que se pertenece, el nivel cultural, 
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la situación económica y familiar, el colectivo de edad, patologías asociadas, etc. Si la mujer 
está incorporada al mundo laboral, tener un hijo le plantea una doble tarea, la familiar y la 
laboral, hecho que en muchos casos crea grandes exigencias y responsabilidades, así como 
dificultades posibles en su mundo laboral y/o familiar (Castillo del Pino, 1971). Es frecuente 
que al padre se le libere de las responsabilidades domésticas y familiares y se le reconozca la 
importancia del trabajo que desarrollo; sin embargo, a la madre aunque trabaje se le hace 
responsable también de las tareas de su hogar y de la crianza y educación de los hijos. Por otra 
parte,si la embarazada es una adolescente o tiene una precaria situación económica o relaciones 
familiares conflictivas, son problemáticas específicas que hay que considerar ya que van a 
determinar también la actitud hacia su embarazo. En el caso de que sean varios los factores 
puestos en juego hay que tener en cuenta que se pueden afectar estos procesos e incluso motivar 
un desarrollo patológico de los mismos. 
Dentro de esta complejidad, me voy a referir muy brevemente a una situación de gran 
riesgo a todos los niveles, la de las jóvenes embarazadas que padecen SIDA. En ellas, a la 
problemática de su edad, sobre todo en las adolescentes, ya que la adolescencia es una época de 
crisis y de cambio importante al ser un momento de la transición de niño a mujer, se une un 
embarazo que no ha sido buscado y que suele ser el fruto de la inmadurez de rebeldía, o de su 
necesidad de ser querida. Toda esta situación coincidiendo con una gravísima enfermedad 
corporal que tiene repercusiones psicológicas significativas y que evoluciona al deterioro y a la 
muerte. Podemos imaginar las intensísimas ansiedades que se pueden generar en estas jóvenes y 
la responsabilidad de los profesionales en prestar el apoyo necesario en estos momentos donde 
el riesgo psicológico y vital es tan importante. 
Los procesos biológicos ya sean normales o patológicos, como los movimientos fetales, 
las hemorragias uterinas, los antecedentes de feto muerto o cualquier otro problema de 
desarrollo fetal, pueden ocasionar situaciones de ansiedad más o menos importante según el 
caso. Los factores sociales, que son responsables de la falta de información en el desarrollo de 
estas etapas, también pueden generar intensa ansiedad en la mujer por el miedo a lo 
desconocido, pero más aún cuando coincide una precariedad en la situación económica que 
puede originar ansiedad, irritabilidad, incertidumbre por el futuro del hijo, etc. Es decir, tanto 
los factores biológicos como los sociales pueden generar dificultades emocionales y, por otra 
parte, los trastornos emocionales pueden crear patología en los otros ámbitos. Es decir, se 
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produce en estas etapas una interrelación de factores biológicos, psicológicos y sociales que se 
van a potenciar unos a otros. 
 
II. Factores psicológicos 
Desde el punto de vista psicológico, consideramos que el embarazo es un proceso de 
cambio en el que se van a reactivar conflictos infantiles, básicamente los referidos a la 
estructuración edípica y, más en concreto, al vínculo madre-hijo, la mujer ahora repetirá con su 
hijo la misma relación que ella vivió con su propia madre. En el vínculo con el hijo también 
influyen sus relaciones actuales, sobre todo las establecidas con su pareja, cuando en esta 
relación hay dificultades y carencias es más fácil que la mujer vuelque ese vacío en el hijo y, de 
este modo, deposite en él múltiples expectativas que posteriormente dificultarán su proceso de 
independencia. Es decir, la actitud de la mujer embarazada está determinada por su historia 
infantil previa y por el consumo de la situación actual y el modo en que ella la asume. 
Durante el embarazo la mujer tiene que hacer cambios individuales, familiares y sociales. 
Los primeros, se refieren sobre todo al vínculo con sus propias figuras parentales, ya que si el 
embarazo significa la promesa de un hijo, también representa la pérdida de la infancia en la que 
ella era hija. Por otra parte, también se producen cambios corporales internos y externos muy 
importantes, entre ellos, la pérdida de la imagen corporal que aunque se sabe es transitoria, para 
algunas mujeres se vive como una herida narcisista y una pérdida definitiva. Los cambios 
familiares se refieren prioritariamente a la adquisición de un nuevo rol, el rol de madre, con las 
responsabilidades que ello implica, ya que el hijo en sus primeros años va a depender 
absolutamente de ella. A su vez, este nuevo hijo produce otros cambios en la dinámica familiar, 
sobre todo en el vínculo con la pareja y en las relaciones con los otros hijos y familiares. 
Referente a los hermanos hay que tener en cuenta que un hermano es una gran riqueza 
psicológica para el proceso de socialización, pero siempre y cuando sea en el momento 
adecuado, alrededor de los dos o tres años, fecha en la que ya el mayor habrá adquirido la 
marcha, el lenguaje, el control de esfínteres y una cierta independencia con su incorporación al 
mundo escolar. 
Todos estos complejos cambios vividos internamente por la mujer pueden expresarse a 
través de temores y fantasías, éstas son singulares y están en relación con la estructura de 
personalidad, pero con frecuencia hemos observado que algunas son comunes a muchas mujeres 
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embarazadas. Nos referimos a: 
 Fantasías de padecer mucho dolor en el parto. 
 Fantasías de no poder cuidar y alimentar al niño. 
 Temores a la episiotomía y a la anestesia. 
 Temores a la cesárea o al fórceps. 
 Fantasías de anormalidad o monstruosidad del feto. 
 Fantasías de subnormalidad y muerte del feto. 
 Fantasías de muerte propia en el parto. 
Estas fantasías pueden generar un alto nivel de ansiedad en la mujer e incluso originar 
síntomas a nivel corporal que nos muestran sus dificultades para ser elaborados. Estos síntomas 
pueden surgir durante el embarazo, en el parto o en el vínculo con el niño recién nacido (Soifer, 
1973). 
De este modo, durante el embarazo, el conflicto interno puede manifestarse a través de 
náuseas, vómitos, diarreas, anorexia, bulimia, ahogos, mareos, etc. Durante el parto, por un 
parto prematuro, prolongado o difícil, y en la relación con el hijo, por problemas con la 
lactancia, como pueden ser la disminución de la leche o la agalactia. Por otra parte, hay que 
señalar que la ausencia de síntomas durante estos procesos tampoco significa una prueba de 
buena salud, ya que es comprensible que en todo embarazo se den momentos de angustia, fruto 
del enorme cambio que representa la maternidad y la paternidad para la mujer y el hombre. 
Como la significación del embarazo es ambigua, es natural que la mujer se muestre ambivalente 
y perciba al hijo simultáneamente como un enriquecimiento y una pérdida para sí mismo. 
 
III. Principales ansiedades 
Voy a tratar de señalar brevemente algunas de las ansiedades que se producen en las 
diversas etapas del embarazo, durante el parto y también a lo largo del puerperio: 
1. Primer trimestre del embarazo 
Antes de que la mujer confirme su embarazo es frecuente la incertidumbre, la 
impaciencia, las somatizaciones, la alegría o el temor, en función de que sea o no un embarazo 
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deseado; de este modo, pueden aparecer sentimientos contradictorios de aceptación y rechazo. 
Ante esta circunstancia se ponen en movimiento mecanismos defensivos que, si no son útiles y 
el rechazo es intenso, pueden dar origen a síntomas que en este periodo con gran frecuencia son 
náuseas y vómitos. Aunque estos síntomas pueden tener causas hormonales en su origen, no hay 
que olvidar que no todas las mujeres los presentan, que son desconocidos para las hembras de 
los mamíferos y que estos síntomas pueden adquirir características de gravedad como en la 
hiperemesis gravídica. Cuando los sentimientos de rechazo y culpa son muy importantes, 
algunas autoras (Langer, 1982), los han puesto en el origen de la historia de mujeres con 
antecedentes de abortos espontáneos repetidos. Este hecho parece tener gran importancia como 
lo muestran algunos estudios epidemiológicos que señalan que en España éste es uno de los 
motivos de ingreso más importantes en las urgencias hospitalarias. 
En esta etapa y en algunas mujeres de bajo nivel cultural, como ya señalábamos, es 
importante la falta de información respecto a estos procesos, desinformación que puede crear 
ansiedad por el temor a lo desconocido, situación que se puede agravar en aquellas con 
problemáticas específicas en relación a la maternidad.Por este motivo, una de las labores 
básicas a realizar en este campo es la información de los aspectos anatomofisiológicos de estos 
procesos y, sobre todo, la que atañe a los aspectos psicológicos, a las relaciones madre-hijo, a 
las relaciones familiares, todo ello tratando de enfocarlo desde una atención integral a la 
embarazada. 
Otra fuente de ansiedad en este momento, sobre todo porque es el inicio del vínculo, es la 
relación con el médico, relación que va a tener una gran importancia en todo el desarrollo. 
Algunas mujeres toman actitudes muy dependientes y regresivas tratando al médico como una 
figura parental y esperando de él la toma de todas las decisiones. Es importante que el médico 
devuelva estas depositaciones que se le hacen, informe adecuadamente, las haga partícipes del 
tratamiento y de la evolución para que ellas puedan tomar una postura activa desde antes del 
nacimiento del niño. Estas depositaciones e idealizaciones de la figura del médico son aún 
mayores cuando no hay una adecuada organización de la atención y no existen programas de 
salud materno-infantil capaces de atender las necesidades de la población. 
2. Segundo trimestre 
Se observa en la mayoría de las gestantes una disminución de los síntomas, se podría 
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pensar que en la medida en que el feto se desarrolla y crece en su interior, percibe los 
movimientos fetales y otros índices del nuevo ser que se va gestando, la mujer se va haciendo 
cargo de la nueva situación. Al mismo tiempo que surgen sentimientos de plenitud, en algunas 
mujeres se pueden vivenciar ansiedades paranoides muy intensas en relación al feto y vivir a ese 
ser que se alimenta en su interior como un parásito que las va chupando desde dentro, 
sensaciones y experiencias que dependen en gran medida del vínculo establecido con su propia 
madre. Estas vivencias u otras fantasías pueden ser el origen de síntomas como los ahogos, las 
palpitaciones, el insomnio, etc., síntomas que si son muy intensos puede indicar la necesidad de 
un tratamiento psicoterapéutico. 
3. Tercer trimestre 
En esta última etapa, el significante más importante es la separación, la mujer tiene que ir 
elaborándola después de nueve meses de haber estado estrechamente unidos en el vínculo más 
simbiótico que puede existir. Algunas de las dificultades o falta de elaboraciones en este 
periodo los podremos observar posteriormente en los partos, tanto en los prematuros como en 
los prolongados, en una dialéctica ambivalente de expulsión retención. 
Al acercarse el parto y el momento en que el hijo ya no será una imagen sino una 
realidad, los límites se hacen más presentes, las fantasías pueden intensificarse y crear gran 
ansiedad por el temor de lo que le pueda suceder a ella y a su hijo. En este sentido puede haber 
insomnio por un temor a dormir y no despertarse, o sueños en los que el hijo aparece muerto o, 
por el contrario, ya mayorcito, expresión del temor a lo que pueda ocurrir y al deseo de que 
haya transcurrido todo satisfactoriamente. 
4. El parto 
En estos momentos, el temor a la separación origina la ansiedad más intensa, la pérdida 
del hijo se siente como una pérdida del propio cuerpo, las fantasías muy pronto se pueden hacer 
realidad, de ahí que si las de subnormalidad y muerte se intensifican pueden motivar partos 
prematuros o prolongados, en el primer caso, la ansiedad puede originar el deseo de expulsarlo 
y en el segundo el temor a que esas fantasías se hagan realidad. En estos casos es central la 
actuación del equipo terapéutico ya que puede contener la ansiedad de la mujer o por el 
contrario incrementarla si la intervención no es adecuada. Es muy importante que la mujer esté 
consciente en estos momentos porque, de este modo, podrá elaborar mejor la separación de su 
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hijo y experimentar gran satisfacción al vivenciar que está cuidando a su hijo en estos 
momentos de gran dificultad para los dos. 
5. El puerperio 
Una vez que ha nacido el niño, con frecuencia surgen sentimientos de pérdida y de vacío 
en la mujer, que pueden explicar la depresión franca o la sintomatología depresiva más o menos 
llamativa que experimentan algunas mujeres en esta etapa. 
 Como decíamos antes, la madre tiene que separarse no sólo psicológicamente del hijo, 
sino también corporalmente, éste ha salido de su propio cuerpo con lo que ello implica y, por 
otra parte, la relación ya no es con un hijo fantaseado sino con una realidad que por el momento 
es desconocida y por tanto generadora de ansiedad. 
Es frecuente que surjan sentimientos ambivalentes en relación al hijo, porque si bien 
puede haberlo elegido y es de imaginar la alegría que supone verlo nacer después de tantos 
meses de haberlo esperado, también significa otras pérdidas que necesitará ir elaborando. En 
este sentido, la lactancia materna puede ser una gran ayuda, ya que a través de la misma, la 
mujer le ofrece no sólo el alimento que precisa sino que también le da protección, cariño y 
cuidados, sentimientos que también la ayudarán a elaborar la separación del hijo. En esta etapa 
la relación con la madre es determinante, es ella quien da sentido a sus gestos, movimientos, 
llantos, es decir, a todo lo que el niño hace. Este hecho es fundamental, ya que es una etapa en 
la que durante un tiempo el niño no podrá expresarse a través de la palabra y será la madre 
quien le irá descubriendo el mundo de los objetos. Es muy importante que la madre pueda 
separarse, porque cuando no es así el hijo nacerá como una prolongación de ella y no podrá 
acceder al mundo simbólico e internalizará un modo de relación en el que la separación no es 
posible, situación que no le posibilitará establecer un vínculo con los otros. 
Como hemos tratado de señalar, las vivencias de la mujer durante el embarazo, parto y 
puerperio influyen en el desarrollo de la personalidad del hijo. Este, a través del contacto y de la 
relación con la madre, aprende a relacionarse con los demás, por ello es tan importante incidir 
en esta etapa ya que el vínculo madre-hijo es el modelo primario de relación y matriz de los 
vínculos que se establecerán posteriormente a lo largo de la vida. Este hecho que creemos es tan 
relevante, nos obliga a considerar esta etapa en los programas de prevención comunitarios, ya 
que las embarazadas pueden llegar a ser un grupo de población en riesgo si coinciden diversos 
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factores y circunstancias adversas, programas de salud materno infantil que cubrirán el objetivo 
de prevenir el surgimiento de cuadros patológicos más o menos importantes. 
B. INTERVENCION EN LA ATENCION A LA EMBARAZADA 
I. Historia de la psicoprofilaxis obstétrica 
Antes de referirme a nuestro enfoque en la atención a la mujer embarazada, es 
conveniente introducir brevemente la historia de la atención de estos procesos en estos últimos 
años para comprender los aportes que creemos plantea nuestra forma de trabajo. 
En las sociedades primitivas las mujeres embarazadas daban a luz solas o eran ayudadas 
por las ancianas de la tribu. En la medicina griega las comadronas organizadas por Hipócrates 
eran las encargadas de atender a las mujeres en los partos. Esta situación se mantiene hasta que 
en los siglos XVII y XVIII son los médicos los que empiezan a hacerlo, aunque, en general, a 
mujeres pertenecientes a las clases sociales acomodadas. El parto, que hasta entonces era 
considerado un acto natural, poco a poco se va convirtiendo en un acto médico y más adelante 
se transforma en un acto quirúrgico, con la prescripción casi obligatoria de la anestesia, como 
en Inglaterra en 1949. Con ésta se suprimía el dolor, pero se sustraía a la madre de algo tan 
importante como era su participación activa en el momento del nacimiento de su hijo. 
El nacimiento de la Psicoprofilaxis Obstétrica tiene lugar en plena euforia de la anestesia, 
pero su surgimiento no obedece solamente a los adelantos científicos y técnicos en la atenciónal parto, sino que en la introducción de estas técnicas son fundamentales algunos cambios 
sociales que se producen en relación a la función social de la mujer, nos referimos en concreto a 
su inserción en el mundo laboral. Es el Dr. Read en 1930 quien plantea que la actitud de la 
mujer influía en el desarrollo del parto y que en un parto normal el agente que producía el dolor 
era el temor. Esto era una hipótesis muy interesante porque hasta entonces sólo se consideraban 
los factores fisiológicos, y es Read quien introduce la relevancia de los factores emocionales en 
la producción del dolor en el parto. Planteaba que un parto no tiene necesariamente que doler y 
si es así es porque la mujer espera el dolor y tiene miedo, se genera un circuito de temor-
tensión-dolor, contracción del cuello uterino que obstaculiza la dilatación y la progresión del 
parto con el efecto de un dolor cada vez más intenso. 
Señalaba que la vivencia del parto estaba en relación con la actitud de la propia madre 
hacia el mismo y constataba que el control de los factores emocionales producía una 
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disminución del temor, de la ansiedad, lo que a su vez determinaba una menor duración del 
parto y un menor número de intervenciones y prescripciones de fármacos. 
Otro autor (Nikolaiev, 1957), en los años 50 reflexiona sobre el parto siguiendo las 
teorías de Pavlov. Así dice que el dolor se debe a un condicionamiento de la mujer en el que 
asoció la idea de parto a dolor, asociación que pesa grandemente ya que es resultado de una 
larga tradición histórica. Plantea que hay que descondicionar a la mujer para que rompa la 
asociación entre dolor y parto, y condicionarla de nuevo para que la asociación parto-dolor sea 
sustituida por la contracción asociada a la respiración y de este modo llegue a considerarlo 
como un acto fisiológico normal. 
Como vemos, el objetivo principal de la psicoprofilaxis era suprimir el temor de las 
mujeres y los medios que utilizaban eran la educación de la mujer y el aprendizaje de técnicas 
de relajación y de respiración. Con la respiración se conseguía un mayor aporte de oxígeno y 
una contracción más eficaz y con la relajación se disminuía la tensión muscular, todo ello 
facilitaba de una manera importante el desarrollo del parto. El gran aporte de estas escuelas es 
que modifican el concepto doloroso del parto y además consiguen la participación de la mujer 
durante el mismo. 
Desde el punto de vista antropológico Mead (1961) que trabajo sobre la procreación, 
plantea que cada sociedad tiene sus prejuicios sobre este tema y la mujer se adapta a ellos. 
Cuando el embarazo gira alrededor de la enfermedad, del dolor, de las náuseas y vómitos así le 
sucede a la mujer, cuando por el contrario se considera como un proceso natural se desarrolla, 
en general, sin problemas. 
En España, en el campo de la Psicoprofilaxis Obstétrica tenemos que recordar a Aguirre 
de Cárcer (1986) en Madrid y la importante labor desarrollada por Dexeus (1978) en Barcelona. 
En. Francia, el Dr. Leboyer (1984) trata no sólo de humanizar el parto sino que hace hincapié 
también en la atención al recién nacido. 
En síntesis, las primeras escuelas se centran sólo en el parto y buscan como objetivo la 
disminución del dolor, que explican cada una de una manera diferente, el temor, el 
condicionamiento de la mujer, los factores socioculturales, etc. Con el desarrollo de la 
psicoprofilaxis sus objetivos y métodos han ido variando, descentrándose del momento del 
parto y de la supresión del dolor, y buscando planteamientos más amplios en relación a la 
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mujer, al niño y a la pareja. 
II. Planteamiento de trabajo 
En nuestro trabajo con la mujer embarazada hemos tratado de incorporar algunos de estos 
aportes, pero sobre todo, nos hemos preocupado de que elaborasen los motivaciones conscientes 
e inconscientes, así como lo relacionado con las fantasías y temores en relación al niño, al parto 
y al ser madre. Objetivo prioritario para nosotros teniendo en cuenta que veníamos del campo 
de la salud mental y que nos preocupaban mucho los aspectos psicosociales implicados en estos 
procesos, máxime en aquellos momentos en los que dichos aspectos no eran atendidos, en 
general, por los servicios sociosanitarios. Aunque nuestro objetivo a largo plazo era conseguir 
una atención integral a la mujer embarazada, con nuestras limitaciones sólo pudimos hacernos 
cargo de algunos aspectos, la coordinación con los tocoginecólogos de los ambulatorios fue 
difícil y se limitó a un intercambio de información y derivación. Hay que tener en cuenta que en 
aquellos años, finales de los años setenta, las resistencias de los profesionales hacia todo lo que 
representara la inclusión de lo psicológico era muy intensa. 
Propusimos tres niveles de trabajo con las mujeres, además de su atención médica: 
 Clases de información. 
 Aprendizaje de las técnicas de relajación y respiración. 
 Trabajo en grupos coordinados. 
1. Clases de información 
Como señalaba previamente una de las fuentes que origina ansiedad en las mujeres era la 
falta de información sobre estos procesos, información que priorizábamos por tener un 
importante papel de contención. Comprendía los diferentes aspectos del embarazo, así como los 
cambios que se producían en la mujer, tanto a nivel corporal como psicológico. 
Los temas básicos en los que se centraba eran: 
 Proceso del embarazo, parto y puerperio, abordándolo desde el punto de vista 
anatomofisiológico y psicosocial. 
 Fundamentación teórica de las técnicas de relajación y respiración, así como de la 
gimnasia. 
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 Características y cuidados del recién nacido. 
 Relación madre-hijo, aspectos psicológicos. 
 Relaciones familiares. 
 Sexualidad y anticoncepción. 
2. Aprendizaje de técnicos de relajación y de respiración 
Una profesional especializada se encargaba de los ejercicios de gimnasia y de la práctica 
de la respiración y relajación. Estas técnicas son muy útiles porque favorecen la oxigenación y, 
por tanto, la capacidad contráctil de la fibra muscular uterina, que unida a la relajación del 
cuello del útero consigue una mejor progresión del parto. Esta actividad la realizaban las 
mujeres semanalmente y se las animaba a que la practicaran diariamente en sus domicilios. 
3. Grupos coordinados 
A pesar de la importancia que habían dado las escuelas de Psicoprofilaxis a los factores 
emocionales en el desarrollo del parto y en la aparición del dolor en el mismo, se, seguía 
observando que el dolor era un significante fundamental en todos estos procesos, sobre todo en 
la relación con el hijo. Por otra parte, se hacía hincapié sólo en el momento del parto, cuando 
éste era un momento de un largo proceso en el que se observaban conductas aparentemente 
contradictorias, la mujer se podía sentir embargada por diferentes sentimientos y sentirse feliz 
o, en otros momentos, triste y con ganas de llorar. 
Nuestra concepción teórica no tiene en cuenta en exclusiva la necesidad de información 
teórico- práctica de la mujer embarazada, sino que como objetivo prioritario crea espacios 
coordinados donde la mujer puede integrar las diferentes experiencias. El coordinador en estos 
grupos tiene la función de señalar e interpretar la estructura y dinámica grupal, además de 
intervenir sobre la latencia grupal, es decir, sobre lo que no es manifiesto y que represento las 
fantasías o ansiedades comunes en el grupo, también se señalan aquellos aspectos individuales 
que pueden ser más relevantes. De este modo, el grupo es un espacio donde se pueden articular 
los procesos individuales, los grupales y los sociales. 
III. Metodología grupal con embarazadas 
El grupo es un espacio de reflexión y comunicación donde se pueden elaborar los 
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sentimientos, fantasías, deseos y temores en relación al embarazo, parto y a la maternidad, así 
como los mitos y prejuicios en relación a estos procesos (Bauleo,1977). Posibilita hacer insight 
de las situaciones y de aquello que está reprimido y oculto tras los síntomas y el dolor, síntomas 
que pueden ser expresión de deseos contrapuestos inconscientes. El grupo es el instrumento a 
través del cual pueden adquirir sentido al irse haciendo conscientes los múltiples significados 
que para cada mujer tiene el embarazo, el parto y la maternidad, así como los cambios que 
conllevan estas etapas en su vida, aún en el caso de que el embarazo haya sido buscado. En los 
grupos, al ser posible la elaboración de estos sentimientos y deseos en relación a la maternidad, 
se hace innecesaria su manifestación mediante síntomas corporales y, como decíamos, así la 
mujer puede explicitar sus conflictos y tomar conciencia no sólo de lo individual, sino también 
de los determinantes familiares, institucionales y sociales. 
Es decir, aunque los grupos con mujeres embarazadas no los denominamos terapéuticos, 
porque las mujeres en gestación obviamente no están enfermas, hemos observado que tienen 
efectos importantes tanto a nivel terapéutico como de aprendizaje. las mujeres en los grupos 
pueden plantearse preguntas sin esperar que alguien se las responda, tratando de buscar sus 
propias respuestas y así apropiarse de un proceso que las pertenece, la creación de un hijo y los 
cambios que ello supone a nivel personal y familiar. 
Referente a la situación personal, además de los cambios corporales y lo que ello puede 
implicar, un aspecto importante es que el embarazo actúa como desencadenante de la 
problemática alrededor de la identidad sexual. En el caso de que durante este proceso, producto 
de una historia de relaciones intersubjetivas, haya habido fallos, estas se pueden evidenciar en 
estos momentos. Así, las mujeres con una disminución del deseo sexual o inhibición del mismo, 
que antes podían justificar por miedo al embarazo, ahora tienen que buscar otros canales, como 
es el temor a dañar al niño, el cansancio, el malestar general, el temor a las infecciones, etc. En 
relación a este tema quería hacer hincapié en que las maniobras de exploración genital en estas 
mujeres pueden ser difíciles ya que les crea una gran ansiedad, en estos momentos la actitud 
comprensiva y tolerante de los profesionales es la vía para que la mujer pueda superarse a pesar 
de sus dificultades. 
En el grupo se puede observar en algunas embarazadas una analogía en el discurso del 
parto y el Sexual, en ambos está excluido el placer apareciendo con gran significación el dolor. 
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Para entenderlo debemos señalar que, tanto estos procesos que estamos considerando, como el 
de la sexualidad, están teñidos fuertemente por valores ideológicos y culturales. En este sentido, 
y como veíamos, el rol de la maternidad socialmente, por una parte, es idealizado y, sin 
embargo, por otra, es desvalorizado, en el pasaje bíblico, ya referido, "Parirás a los hijos con 
dolor", parece que el ser madre es un castigo por una infracción cometida y para ser madre hay 
que sufrir. De este modo, no es extraño que muchas mujeres asocien el sufrimiento al cariño y 
digan con convencimiento "un hijo tiene que doler". Como ya señalamos, estos mitos y 
prejuicios sociales alrededor del embarazo, parto, maternidad, sexualidad, etc., internalizados 
por la mujer pueden dar lugar a síntomas que se consideran como naturales en sí, cuando en 
realidad, son expresión de la represión social en torno a todos estos procesos. 
En relación a lo familiar, la mujer, de hijo, pasará a ser madre; de una situación de 
dependencia a otra de responsabilidad en la que un hijo dependerá de ella. En la relación de 
pareja serán necesarios replanteamientos del vínculo por la inclusión de un tercero en una 
relación que hasta ese momento había sido de dos. En este sentido, el grupo es un instrumento 
fundamental para que la mujer se haga consciente de esta nueva situación en su vida ya que 
tiene que elaborar que a pesar de esa unidad simbiótica con el hijo, éste es un ser separado de 
ello, hecho importantísimo para el desarrollo de su futura personalidad. En este sentido, el padre 
puede aportar este proceso de independencia que es largo y penoso, permitiéndole un modelo de 
identificación y una apertura al mundo que le rodea. Cuando el padre no causa el deseo de la 
madre, no se sale de la relación simbiótica y se produce la entrada en la psicosis. 
En los grupos, las mujeres pueden expresar las pérdidas, reales y fantaseadas, que lo 
mujer vivencia en estos momentos, pérdidas muy diversas, que si no son elaboradas pueden 
generar diversos síntomas, como tristeza, irritabilidad, sentimientos de impotencia, desinterés, 
etc.; en otros casos, fantaseas y sueños en los que el feto o ella misma podrían estar dañados o 
incluso muertos. Ya decíamos antes que habíamos observado con frecuencia en mujeres 
embarazadas fantasías de no poder cuidar y alimentar al niño, de anormalidad o subnormalidad 
del feto y de muerte propia o del hijo. Estas fantasías se apoyan a nivel consciente en el hecho 
remoto pero real de subnormalidad del feto o muerte de ambos durante el parto o previamente, 
pero tenemos que tener en cuento también para su comprensión las vivencias internas que antes 
tratábamos de señalar. En este sentido, cuanto más patológica ha sido la relación de la 
embarazada con su propia madre, las fantasías de subnormalidad y muerte del feto son más 
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intensas, estas mujeres sienten que para ellas es difícil generar nada bueno y por ello el producto 
engendrado sólo puede ser algo dañado y anormal. Para algunos autores el temor de tener un 
hijo anormal es el propio miedo a los sentimientos destructivos contra el hijo. Estas fantasías 
también pueden aparecer cuando la mujer no ha deseado tener el hijo, hecho que es bastante 
frecuente, y siente internamente una gran ambivalencia, el deseo de no haberlo tenido se 
transforma en su opuesto, temor obsesivo a que le ocurra algo. 
Las ansiedades frente al parto que se manifiestan por el miedo al dolor dejan paso al 
miedo a la episiotomía, al desgarro y a la propia muerte. El miedo al corte de la episiotomía, 
además de ser real, se refiere al significado del parto como corte y ruptura en la vida de la 
mujer. Rupturas que ya hemos hecho referencia anteriormente en lo personal, familiar, laboral y 
social. Referente a las episiotomías, una demanda de las mujeres es que solamente se realicen 
en los casos indicados, pedido comprensible teniendo en cuenta las molestias que produce a la 
mujer en el postparto, tanto en la relación con el hijo como con el marido; con éste, en estas 
circunstancias, las relaciones sexuales son más difíciles y dolorosas, incluso aunque haya 
cicatrizado. Las relaciones sexuales siempre son muy importantes, pero más en estos momentos 
en que las necesidades de amor y ternura son mayores (Amilivia y Gómez Esteban, 1983). 
El desgarro y el dolor pueden corresponder al temor a la pérdida de ese hijo que ha estado 
dentro durante nueve meses en el vínculo más estrecho y simbiótico que puede existir. En el 
miedo a la muerte se condensan todas estas pérdidas imaginarias, simbólicas y reales que la 
mujer vive. Después del parto, las ansiedades se relacionan básicamente con el sentimiento de 
vacío tan intenso que experimenta la madre al salir el hijo de su cuerpo. 
Si todas estas ansiedades que cuentan las mujeres en los grupos no pueden ser elaboradas, 
en las más susceptibles pueden desencadenarse depresiones más o menos importantes e incluso 
psicosis puerperales, hecho importantísimo por los riesgos que esta psicopatología supone para 
la madre y el hijo en un momento que es vital para la estructuración de su personalidad. En 
estos casos, cuando se detecte un embarazo conflictivo en la mujer y, si a pesar de las medidas e 
intervenciones del ginecólogo, de la matrona y de la familia, no se apreció una mejoría de la 
sintomatología, habría que priorizar la psicoterapiay derivar a los especialistas de salud mental. 
Los mecanismos defensivos que utiliza habitualmente la mujer embarazada frente a estas 
ansiedades son el pensamiento mágico omnipotente, la negación, la regresión, la proyección y 
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la represión. Cuando la mujer no ha deseado ese hijo, hecho que se observa con bastante 
frecuencia, los mecanismos defensivos pueden ser más intensos y observarse síntomas más o 
menos importantes como náuseas, vómitos, anorexia o bulimia, estreñimiento o diarrea, etc. 
Como vemos., síntomas del aparato digestivo que nos pueden sugerir su relación con posibles 
dificultades de la mujer para digerir y metabolizar la nueva situación que implica tener un hijo. 
Por otro lado, hemos observado en los grupos con embarazadas un alto grado de 
aprendizaje y elaboración, mujeres que nunca habían pensado en la relación de sus síntomas 
con problemas psicológicos pueden planteárselos y pensarlos en función de sus deseos, temores 
y fantasías. La demanda manifiesta que las mujeres traían a los grupos era el miedo a sufrir en 
el parto, en la medida en que iba progresando la elaboración dentro del grupo, ésta iba 
adquiriendo menor importancia y se iba articulando una nueva demanda alrededor de la 
problemática de la maternidad. 
Las únicas contraindicaciones para incluirse en el grupo, por razones obvias, eran las 
mujeres que habían tenido algún feto muerto o malformado. Si insistimos en estos aspectos es 
porque estos procesos condicionan experiencias futuras y en la medida en que la mujer tenga 
más instrumentos podrá enfrentarse de una manera más adecuada, así hemos constatado un alto 
porcentaje de buenas experiencias de parto, con una disminución de la percepción del dolor en 
el mismo, una menor sintomatología durante el embarazo al posibilitar la elaboración de los 
sentimientos acerca de la maternidad. 
Con este trabajo hacemos, por una parte, promoción de salud, ya que actuamos sobre el 
nivel de salud de la población que atendemos y, por otra parte, hacemos un trabajo de 
prevención, ya que al detectar los embarazos de mayor riesgo se pueden plantear las 
indicaciones pertinentes, lo que disminuirá el número de intervenciones tocológicas y la 
aparición de cuadros depresivos y psicóticos tanto durante el embarazo como después del parto. 
Al trabajar sobre el deseo de la madre y el vínculo madre-hijo en el que el lugar del padre es 
determinante, estamos posibilitando la elaboración de los vínculos familiares lo que tendrá 
como efectos a largo plazo un mejor nivel de salud, tanto individual como familiar y 
comunitario (Gómez Esteban, 1984). 
IV. Trabajo grupal con profesionales 
Como último apartado, me voy a referir a un capítulo central en la atención a la 
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embarazada, y es el referente al equipo profesional. La relación que el médico o la matrona 
establecen con la embarazada es fundamental, sobre todo en algunos casos, para la evolución 
del proceso. Esta relación, a su vez, está influida por múltiples determinantes, entre ellos, las 
características de la personalidad de los profesionales, la relación previa entre el médico y la 
enfermera o matrona, las relaciones con los propios colectivos y por los problemas propios de la 
institución a la que pertenecen. Es preciso insistir como sanitarios en las dificultades que 
supone nuestro trabajo cotidiano y en las múltiples ansiedades que se generan en la labor 
profesional. Son de gran utilidad los trabajos realizados en algunas instituciones con los 
médicos, ginecólogos, pediatras, matronas, enfermeras, para trabajar con estas ansiedades que 
se generan en su labor profesional y que tanto pueden afectar en algunas circunstancias al 
desarrollo de su trabajo. En estos grupos la tarea es trabajar sobre estas situaciones alrededor de 
discusiones de casos que cada profesional aporta de una forma rotatoria (Gómez Esteban, 
1990). 
Hay que tener en cuenta que en la relación con la embarazada se reproduce el vínculo 
médico- paciente, ya que aunque no sea una enferma muchos veces recibe asistencia como si lo 
fuera, hasta no hace muchos años en los volantes para el ingreso se ponía por motivo, distocia 
social. El discurso entre ambos suele ser el de los síntomas orgánicos, modelo en el que el dolor 
y la quejo es fundamental y, en ocasiones, el medio de conseguir la atención de los demás. 
Además del dolor, la mujer puede adoptar una actitud de ignorancia, pasividad, sometimiento a 
las directrices del médico, depositando todo el hacer y el saber en la figura del médico, este 
hecho es importante porque dificulta que la mujer tome una actitud activo y colaboradora 
durante el embarazo, el parto y el puerperio. En esta situación puede haber beneficios 
secundarios inconscientes para los dos, en el sentido de que la mujer no se hace cargo de la 
responsabilidad que le corresponde y la deposita en el médico y éste a su vez queda investido de 
reconocimiento y poder. 
Si la mujer demanda seguridad, protección y busca en el médico, sin tener conciencia de 
ello, una figura paterna, comprensiva y cariñosa, el médico o el profesional que la está 
atendiendo, ya sobrecargado por otros compromisos en relación a su práctica asistencial puede 
actuar con mecanismos defensivos. De este modo, puede utilizar un lenguaje técnico frente a la 
ansiedad que le generan sus preguntas o, en menos casos, para no sentir que tiene delante un ser 
humano, llegar a la disociación de que no está frente a una mujer sino frente a un útero que se 
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va desarrollando a lo largo de nueve meses. Las dificultades en este vínculo, unidas a los 
problemas institucionales, pueden llevar a la largo al médico a que se interese únicamente por 
los embarazos patológicos, ya que en los otros siente que nada puede aprender. La relación con 
la matrona también es fundamental; en ocasiones, se puede reeditar la relación con la propia 
madre, y por ello la mujer puede ser ambivalente en sus conductas y a veces tornarse 
incomprensible para la profesional. 
Todas estas cuestiones pueden trabajarse en los grupos, así como las ansiedades que 
generan en los propios profesionales estos mismos procesos al estar tan cercanos a aspectos tan 
complejos para la existencia humana como son la sexualidad y la muerte. A través de estos 
grupos, los profesionales pueden ir discriminando los aspectos personales de su historia 
enlazados a su tarea cotidiana y de este modo disminuir sus posibilidades de enfermar en el 
ejercicio de su profesión. 
REFERENCIAS 
 Aguirre de Cárcer, A. (1986): "El parto sin dolor". Ed. del autor. Madrid. 
 Amilivia, S., y Gómez Esteban, R. (1983): "psicoprofilaxis en el embarazo", Revista de 
la Asociación Española de Neuropsiquiatría, n.º 6. Madrid. 
 Bauleo, A. (1977): "Contrainstitución y grupos". Ed. Fundamentos. Madrid. 
 Bauleo y de Brassi, M., (1976): "Los síntomas de la salud". Ed. Cuarto Mundo. Buenos 
Aires. 
 Beauvoir, S. (1981): "El segundo sexo". Ed. Aguilar. Madrid. 
 Castillo del Pino, C. (1971): "Cuatro ensayos sobre la mujer". Ed. Alianza. Madrid. 
 Dexeus, J. M. (1978): "Gula de la futura madre: el parto y el puerperio". Publicaciones 
del Instituto Dexeus. Barcelona. 
 Gómez Esteban, R. (1984): "Psicoprofilaxis del embarazo, parto y puerperio". Boletín 
n.º 4, Centro Internacional de Investigación en Psicología Social y grupal. Suiza. 
 Gómez Esteban, R., y Amilivia, S. (1986): "Mujer, deseo y embarazo". Ed. 
Fundamentos. Madrid. 
 Gómez Esteban, R. (1990): "Análisis de la relación médico-paciente y proceso grupal". 
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Revista AEN, n.º 33. Madrid. 
 Langer, M. (1982): "Maternidad y sexo". Ed. Paidós. Barcelona. 
 Leboyer, M. (1984): "Por un nacimiento sin violencia", Ed. Daimon. Barcelona. 
 Mead, M. (1961): "Sexo y temperamento". Ed. Paidós. Buenos Aires. 
 Nikolaiev, A. (1957): "El parto sin dolor". Ed. Artago. Buenos Aires. 
 Soifer, R. (1973): "Psicología del embarazo, parto y puerperio".Ed. Kargieman. Buenos 
Aires. 
 Videla, M. (1983): "Maternidad: Mito y realidad". Peñalillo Editor. Buenos Aires. 
	Rosa Gómez Esteban (*)
	RESUMEN
	PALABRAS CLAVE
	A. FACTORES SOCIALES Y PSICOLOGICOS EN LOS PROCESOS QUE CONSTITUYEN LA MATERNIDAD
	I. Factores sociales
	II. Factores psicológicos
	III. Principales ansiedades
	B. INTERVENCION EN LA ATENCION A LA EMBARAZADA
	I. Historia de la psicoprofilaxis obstétrica
	II. Planteamiento de trabajo
	III. Metodología grupal con embarazadas
	IV. Trabajo grupal con profesionales
	REFERENCIAS

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