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Sangre
La sangre es un tejido conectivo especializado que contiene un LEC (liquido extracelular), plasma; y un LIC (líquido intracelular), liquido eritrocitario.
Por término medio, un adulto tiene unos 5 l de sangre completa (5-6 l los hombres, y 4,5-5,5 l las mujeres). Casi 2,75 l (55%) constituyen la porción líquida de la sangre; el resto (45%) es la porción celular. La sangre representa el 6% al 8% del peso corporal de un adulto sano. 
La sangre completa tiene un color rojo intenso, debido al hierro oxigenado de la hemoglobina (Hb). La sangre desoxigenada es de color rojo más oscuro. Cuando se ven a través de la piel, las venas presentan un color azulado a causa de la desviación de la luz cuando atraviesa la piel.
El aparato circulatorio es un continente y la sangre es el contenido. 
Las funciones de la sangre son:
· Función respiratoria: transporta los gases respiratorios entre los capilares de la circulación pulmonar y los capilares del sistema aórtico. 
· Función nutritiva: transporta nutrientes que obtiene a nivel del aparato digestivo o los órganos de reserva, y que cede al líquido intersticial. 
· Función excretora: transporta sustancias de desecho que deben ser eliminadas, aunque no interviene en eliminación.
· Función inmunitaria: transporta anticuerpos y células especializadas que forman parte del sistema inmunitario.
· Función humoral: transporta hormonas hacia los órganos diana.
· Función de regulación térmica: distribuye calor y tiende a igualar las temperaturas de las partes del cuerpo. Contribuye a la perdida de calor desde la superficie corporal.
· Función amortiguadora del pH: tiene sistemas buffer que mantienen constante la [H+].
· Hemostasia: interrupción de la hemorragia.
· Mantenimiento de la presión coloidosmótica.
Composición del plasma
El plasma sanguíneo es la porción líquida de la sangre en la que están inmersas las células sanguíneas. Es salado, de color amarillento. Cuando se coagula la sangre, origina el suero sanguíneo. 
Está formado principalmente por agua (93%), y el 7% restante lo constituyen diversos solutos disueltos (6% de sustancias orgánicas y 1% de sustancias inorgánicas). 
Cuando tiene aspecto lechoso, puede deberse a que la concentración de lípidos sea elevada, como sucede en los pacientes con hiperlipidemia o en los que no hayan estado en ayunas antes de la extracción de sangre.
El plasma forma parte del líquido extra-celular (LEC), junto con el líquido intersticial. Ambos tienen iguales concentraciones excepto las proteínas plasmáticas que varían entre uno y otro.
Contiene sustancias inorgánicas, sustancias orgánicas como proteínas, lípidos, hidratos de carbono, también hormonas y anticuerpos. 
La albúmina es una proteína plasmática de pequeño tamaño que constituye el 60% de la concentración total de proteínas plasmáticas. Una función primordial de la albúmina es mantener la presión coloidosmótica. La segunda función de la albúmina es transportar en la sangre ácidos grasos, hormonas, fármacos y otras sustancias. La albúmina se sintetiza en el hígado; una concentración sérica de albúmina baja puede indicar una hepatopatía o desnutrición.
Las globulinas constituyen alrededor del 36% de las proteínas plasmáticas totales. Las globulinas α y β se sintetizan en el hígado, y realizan diversas funciones como transportadoras o sustratos. Por ejemplo, el transportador de la tiroxina es una globulina α2. Las gammaglobulinas, producidas por el tejido linfoide, son anticuerpos necesarios para la defensa inmunitaria.
Por último, los fibrinógenos son moléculas de gran tamaño que se sintetizan en el hígado, y representan alrededor del 4% de la concentración total de proteínas plasmáticas. Cuando se convierten en fibrina, una proteína insoluble, forman la estructura del coágulo sanguíneo. In vitro, el plasma carente de fibrinógeno no se coagulará. Las concentraciones elevadas de fibrinógeno en el plasma se asocian a un aumento del riesgo de accidente cerebrovascular. 
Los elementos formes constituyen un 42% de la sangre; correspondiendo al otro 58% el plasma sanguíneo.
Las células sanguíneas maduras se clasifican en:
· Eritrocitos (glóbulos rojos)
· Leucocitos (glóbulos blancos)
· Neutrófilos
· Basófilos
· Eosinófilos
· Linfocitos
· Monocitos
· Plaquetas (trombocitos)
Todas estas clases y subclases presentan tres características: son células maduras en su mayoría y muy diferenciadas; poseen una vida media corta; excepto linfocitos, estas células no son capaces de proliferar.
Cada microlitro de sangre contiene 4 a 6 millones de eritrocitos, 4.500-10.000 leucocitos y 150.000-400.000 plaquetas.
Eritrocitos
Los eritrocitos (también denominados hematíes o glóbulos rojos) son el tipo más frecuente de células sanguíneas y constituyen el principal medio para proporcionar oxígeno a las células desde el sistema circulatorio. El citoplasma de estas células tiene abundante hemoglobina, una bio-molécula que contiene hierro, que se une fácilmente al oxígeno y a la que se debe el color rojo de la sangre. En el ser humano, los eritrocitos maduros son células flexibles con forma de discos bicóncavos. Las células maduras carecen de núcleo y de la mayoría de los orgánulos. Los eritrocitos se forman en la médula ósea, y circulan durante unos 100 a 120 días antes de ser destruidos y reciclados por los macrófagos.
· Modificaciones del tamaño y de la forma. Los eritrocitos de tamaño superior al normal se denominan macrocitos, y los que son menores de lo normal, microcitos; los poiquilocitos son eritrocitos de forma irregular. Los equinocitos, también llamados eritrocitos crenados, son eritrocitos que deben su forma a alteraciones del medio plasmático. Los esquistocitos son fragmentos de eritrocitos dañados en el curso del flujo.
· Cambios del color. Cuando los eritrocitos contienen hemoglobina anómala, pueden producirse alteraciones en el patrón de tinción de estas células en los frotis sanguíneos. Las células normales tienen un color rojo anaranjado, con una zona central ligeramente más clara, debido a la forma de la célula; se dice que son normocrómicas. Las células hipocrómicas tienen un color claro, y sólo muestran un anillo periférico con hemoglobina con un color más intenso. 
· Inmadurez. Los eritrocitos maduros normales carecen de núcleo celular, por lo que la presencia de eritrocitos nucleados en la sangre periférica tiene importancia diagnóstica. Un tipo de eritrocito nucleado, el normoblasto, se encuentra en varios tipos de anemias. Los reticulocitos son células inmaduras carentes de núcleo, pero que todavía contienen material nuclear residual que puede verse si se utiliza una tinción específica. El porcentaje de reticulocitos en la sangre es un indicador del grado de eritropoyesis en la médula ósea.
El organismo recicla la mayor parte del hierro de los eritrocitos viejos. La mayor parte del hierro que se necesita para la síntesis de hemoglobina se obtiene del grupo “hemo” de los eritrocitos viejos que son destruidos por los macrófago que liberan el hierro en el plasma mediante una proteína integral de la membrana, la ferroportina. En la sangre, el hierro es transportado en forma férrica (Fe3+) unido a la transferrina. Las células que necesitan hierro poseen receptores de membrana a los que se une la transferrina, y luego se interioriza. Dentro de la célula, el hierro férrico se libera de la transferrina, se reduce y pasa al estado ferroso (Fe2+), y se incorpora en un nuevo grupo “hemo” o se almacena en forma de ferritina, un complejo de proteína y Fe2+. Aunque el reciclado del hierro es eficiente, continuamente se pierden pequeñas cantidades, que deben reponerse mediante la ingesta de alimentos.
Leucocitos
Los leucocitos, o glóbulos blancos, son transportados por la sangre hasta los lugares donde se produce una infección o una alteración tisular, donde defienden al organismo de los microorganismos infecciosos y agentes extraños, junto con los anticuerpos y cofactores proteínicos presentes en la sangre.
Los cinco tipos principales de leucocitos son: los neutrófilos, los eosinófilos,los basófilos, los linfocitos y los monocitos. Estas células, proceden de tres líneas celulares de desarrollo, la serie mieloide, la linfoide y la monocítica, que constituyen dos grupos principales de leucocitos maduros: los granulocitos y los agranulocitos. 
Las células maduras de la serie mieloide (neutrófilos, eosinófilos y basófilos) se denominan granulocitos debido a su aspecto tras la tinción con colorantes policromáticos. El núcleo de la mayoría de los granulocitos maduros, está dividido de dos a cinco lóbulos ovales, conectados por hebras finas de cromatina. Esta separación nuclear proporciona un aspecto multinucleado a los granulocitos, por lo que también se denominan leucocitos polimorfonucleares.
Los linfocitos y los monocitos suelen denominarse leucocitos agranulares. Aunque también pueden tener gránulos citoplásmicos, no son tan frecuentes ni tan definidos al observarlos con el microscopio con una tinción convencional. Para diferenciarlos de los leucocitos polimorfonucleares, también se les denomina a veces leucocitos mononucleares.
· Los neutrófilos defienden al organismo de las infecciones fúngicas y bacterianas mediante la fagocitosis. Los neutrófilos suelen ser el tipo de leucocitos más abundante en la sangre periférica de las personas sanas (40-75% de todos los leucocitos). Son células fagocíticas similares a amebas, y constituyen la primera línea celular defensiva que acude al lugar de la inflamación.
· Los eosinófilos son células inflamatorias que defienden al organismo de las infecciones parasitarias. Una persona sana tiene más de 350 eosinófilos/μl, es decir, aproximadamente 1 de cada 100 células en la fórmula leucocitaria. Los eosinófilos representan entre el 1% y el 6% de todos los leucocitos. Aunque son escasos, es fácil distinguirlos debido a su aspecto característico. Adoptan un color rojo-anaranjado oscuro cuando se utiliza la tinción con eosina. Al igual que los neutrófilos, estas células migran a los sitios donde son necesarias. Participan en la defensa contra ciertos parásitos multicelulares y también desempeñan una función en la cicatrización de las heridas. Intervienen en las reacciones alérgicas.
· Los basófilos liberan histamina, causando la inflamación de las reacciones alérgicas y antigénicas. Los basófilos, que representan del 0% al 2% de todos los leucocitos en las personas sanas, son incluso menos frecuentes que los eosinófilos, y en muchas fórmulas leucocitarias, no aparecen ninguno. Los basófilos son leucocitos polimorfonucleares con múltiples gránulos intensamente teñidos por todo el citoplasma. Estos gránulos contienen heparina e histamina, que tienen propiedades anticoagulantes y vasodilatadoras, respectivamente. La liberación de éstos y otros mediadores por parte de los basófilos, aumentan el flujo sanguíneo regional y atraen a otros leucocitos, entre ellos los eosinófilos, a las zonas de infección.
· Existen tres tipos celulares de linfocitos que forman parte del sistema inmunitario. Alrededor del 16% al 45% de los leucocitos son linfocitos, de los cuales hay B, T, o NK.
· Los monocitos migran desde el torrente circulatorio y se convierten en macrófagos. Los monocitos pertenecen, junto con los linfocitos, a la categoría de los leucocitos mononucleares. Constituyen entre el 4% y el 10% de todos los leucocitos, y son células fagocíticas. El citoplasma contiene múltiples gránulos de color azul rojizo. Aunque el núcleo de los monocitos puede tener una forma característica en riñón o en herradura, también puede ser redondeado u ovoide. Al activarse, los monocitos abandonan los vasos sanguíneos, se dirigen a los tejidos y se transforman en macrófagos, que son grandes fagocitos mononucleados activos. Los macrófagos contienen gránulos, que se empaquetan con enzimas y sustancias químicas que se utilizan para destruir microbios, antígenos y otras sustancias extrañas. Además de la fagocitosis, los macrófagos también actúan 
como células presentadoras de antígenos a los linfocitos T.
Hematopoyesis
Las células sanguíneas deben reponerse continuamente. Los eritrocitos sobreviven en la circulación unos 120 días. La semivida de las plaquetas es de 15 a 45 días en la circulación, pero muchas de ellas son consumidas inmediatamente al intervenir en la hemostasia cotidiana. La semivida de los leucocitos es variable: algunos linfocitos circulan durante 1 año o más después de su formación, mientras que los neutrófilos, que protegen constantemente los líquidos y tejidos corporales de la infección, sólo sobreviven unas cuantas horas en la circulación. 
La hematopoyesis se produce en la médula ósea y el tejido linfático. En los adultos sanos, la hematopoyesis, se produce en la médula ósea y en los tejidos linfáticos, como el bazo, el timo y los ganglios linfáticos. Durante el desarrollo fetal, las células hematopoyéticas se encuentran en gran cantidad en el hígado, el bazo y la sangre. Poco antes de nacer, la formación de células sanguíneas empieza a desplazarse gradualmente a la médula ósea. A los 20 años de edad, la médula de las cavidades de muchos huesos largos se vuelve inactiva, y la producción de las células sanguíneas tiene lugar principalmente en la cresta ilíaca, el esternón, la pelvis y las costillas. En los huesos, las células hematopoyéticas germinan en senos extravasculares, el estroma medular. La médula ósea celular activa se denomina médula ósea roja; la médula ósea inactiva que está infiltrada de grasa se conoce como médula ósea amarilla. 
Las células sanguíneas maduras se originan a partir de una célula progenitora multipotente. La producción de células sanguíneas comienza con la proliferación de células progenitoras (o células madre) multipotentes. Dependiendo de los factores estimulantes, la progenie de las células progenitoras multipotentes pueden ser otras células progenitoras no comprometidas o células progenitoras comprometidas para desarrollarse en un determinado linaje. Entre las células progenitoras comprometidas se encuentran los mieloblastos, que forman células de la serie mieloide (neutrófilos, basófilos y eosinófilos), eritroblastos, linfoblastos y monoblastos. Por acción de las hematopoyetinas y otras citocinas, cada una de estas células blásticas se diferencian más, proceso que finalmente conduce a la formación de células sanguíneas maduras. 
La eritropoyesis está regulada por la eritropoyetina, una hormona renal. La eritropoyesis es el proceso por el que se producen los eritrocitos. Este proceso es estimulado por la disminución del aporte de oxígeno a los riñones, que secretan, una hormona, la eritropoyetina, que a su vez produce un aumento de la eritropoyesis en los tejidos hematopoyéticos. La eritropoyetina regula la diferenciación de las células progenitoras «no comprometidas» hacia el linaje eritrocítico, formando normoblastos (también denominados eritroblastos), reticulocitos y, por último, eritrocitos maduros, que entran en el torrente circulatorio. 
	
Fisiologia sanguínea. Nicolás Gabriel Hernández, Agustín Piga. Página 4 de 4.