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Supera tus fobias: Guía práctica

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Supera tus fobias
 
 
 
 
 
 
 
 
Gio Zararri
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Copyright © Gio Zararri
Todos los derechos reservados
 
ISBN: 9798573264158
 
 
 
 
 
 
A Vicky, el amor de mi vida, mi compañera de batallas, amante
y amiga.
Gracias por ayudarme a enfrentar todos esos miedos que
pueden ir en contra de mis sueños.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Índice
 
Introducción
La mejor manera de sacar provecho de este libro
 
La ansiedad y las fobias
El miedo y la ansiedad
Las fobias
¿Cómo nacen las fobias? La memoria emocional y el registro
de amenazas
Los tipos de fobias
Las fobias más comunes y sus causas
Origen de las fobias
Las obsesiones
Diferencias entre fobias y obsesiones
 
Supera tus fobias
Tratamientos para afrontar las fobias
Deja de evitar la vida que deseas
La teoría de la exposición a las fobias
La práctica de la exposición a las fobias
Hacer hueco al miedo
Objetivo final: La normalización de la fobia
Pasos en la exposición
1 – Informarnos bien
2 – Identificar motivos particulares
3 – Trabajar en el cambio de creencias
4 – Dejar de evitar
5 – Exponernos gradualmente
Casos prácticos
Recomendaciones para tratar la fobia social
Recomendaciones para tratar el miedo a conducir
Recomendaciones para tratar el miedo a volar
Recomendaciones para tratar la agorafobia
 
Eres un guerrero de la vida
Nota para el lector
Mis libros sobre la ansiedad
Contacto
Libros recomendados
 
 
 
 
 
Antes de empezar
Este libro se ha desarrollado únicamente con fines divulgativos. No es
sustituto de ningún tratamiento o diagnóstico profesional.
Aquí podrás encontrar información relevante sobre la ansiedad y las fobias.
Consejos, ejercicios y complementos que pueden ayudarte pero que en
ningún caso sustituyen la terapia psicológica. Un manual sencillo y práctico
para comprender el funcionamiento de las fobias y nuestra necesidad de
trabajar para superarlas.
Si crees estar desarrollando un trastorno o problema que necesita atención
inmediata, consultar con un médico es la acción más recomendable.
Introducción
Cuando convives con un trastorno de ansiedad -como este de las fobias-,
puedes reconocer fácilmente que no basta con hacer uso de la razón para
recuperar el control que necesitas. Todo se debe a que sufrimos un problema
emocional y no racional, un trastorno que surge porque la ansiedad (una
emoción humana que intenta ponernos a salvo) se ha activado cuándo y cómo
no debía.
Si has leído algunos de mis libros estoy seguro que entiendes perfectamente
qué es y cómo puedes tratar esta alarma activa que nos llena de miedo y
preocupaciones. Cuando esto ocurre, sufrimos un desequilibrio por el que
nuestro cerebro emocional ha tomado el control ante ciertas situaciones que
considera “peligrosas”, momentos en los que estaremos dominados por el
miedo de una manera excesiva y automática.
El primer paso para tratar el problema será aceptarlo, pero incluso haciéndolo
nos daremos cuenta, que la misma ansiedad (o esa falsa alarma que se activa)
intenta engañarnos, haciéndonos creer que algo más grave puede ocurrir. Es
entonces cuando debemos aceptar que superar este trastorno nos llevará un
tiempo, una dura carrera de fondo en la que deberemos trabajar.
En este libro comprenderás qué son y cómo funcionan estos temores
extremos e irracionales conocidos como fobias. Reconocerás cuáles son las
tuyas y cómo han podido surgir, y sobre todo sabrás cómo puedes ponerles
remedio hasta eliminar ese impacto emocional que te generan.
Las fobias pueden surgir como miedos hacia elementos muy concretos,
temores con los que incluso podemos vivir sin que condicionen nuestra vida.
Pero muchas veces estas “fobias específicas” pueden tocar otros aspectos de
nuestra vida más comunes, ya que hay miedos muy relacionados con
necesidades cotidianas como salir a la calle, conducir o comunicarnos,
situaciones en las que sufrir esta reacción ansiosa nos limitará en exceso. Será
entonces, cuanto más complicado nos resulte tratarlas y más condicionen
nuestro presente, cuando se hará más necesario superarlas y atenderlas en
condiciones.
La reacción más común a las fobias suele ser la evitación. Evitar ese tipo de
experiencias para esquivar la fuerte ansiedad que nos hacen sentir. Una
evitación que sin darnos cuenta hace más grandes y comunes estos miedos,
hasta condicionar muchos aspectos de nuestra vida, ya que evitando estas
situaciones, los temores se harán más frecuentes y potentes.
Si este es tu caso, con este libro aprenderás a aceptar tu problema, a
comprenderlo y poder aplicar una solución que se mantenga en el tiempo y te
ayude a decir adiós a tus peores fobias.
Alégrate y disfruta ya que si estás aquí todo indica que esta fase de
crecimiento personal ha comenzado. Pronto espero ayudarte a descubrir
esa mejor versión de ti mismo que siempre te ha estado esperando.
 
La mejor manera de sacar provecho de este libro
 
¿Vives dominado por tus fobias? ¿Sientes que tu mundo y posibilidades se
limitan? ¿No entiendes cómo recuperar el control y dejar de vivir
condicionado por tus miedos?
Si sufres algún tipo de fobia estoy seguro que vives dominado muchas veces
por ella, por esa reacción automática que te asalta cuando te acercas a ese o
esos elementos o situaciones que te provocan un temor extremo y excesivo.
Miedos que llegarán con más fuerza y constancia cuanto más evites
enfrentarte a tu problema y menos recursos dispongas para tratarlo.
Puede que lo sepas o no, pero todas las fobias tienen un origen, uno o varios
motivos que hicieron que en tu memoria emocional quedase registrada esa
situación o estímulo como algo potencialmente peligroso. Un elemento que
creíste podía causarte gran daño e incluso acabar con tu vida. Así nacen las
fobias: temores irracionales tan limitantes debido al modo automático en que
reaccionamos a ello que, nos llevan a evitar todo lo que tenga que ver con
ellas, sin darnos cuenta de que de esta manera, les damos más fuerza,
cediéndoles el poder de nuestras vidas…
Pronto vas a comprender qué son y cómo han nacido tus fobias. Te ayudaré a
entender, además, que sufrirlas es algo muy común y no debes lamentarte por
ello. Sé que se pasa muy mal y que seguirás sufriendo, pero también sé que si
aprendes a reconocerlas y saber cómo funcionan, a tratar de otra manera con
la ansiedad que te generan aceptando que el camino para superarlas será
enfrentarte a ellas, muy pronto te sentirás mejor.
Cuando la vida te de razones para llorar no hay mejor respuesta que
demostrarle que existen muchas más para reír, y es por eso que aceptar tu
situación, darte cuenta de que pasar por esto es mucho más común de lo que
pensabas, o restarle peso a lo que te está ocurriendo, te ayudará a observar
esa ansiedad que sientes de una manera más positiva. Una nueva perspectiva
que hará la diferencia, y te aportará la valentía que necesitas para enfrentarte
y superar tus peores miedos. Para conseguirlo te recomiendo:
 
1. Lee este libro de principio a fin marcando y subrayando la
información que más tenga que ver contigo. De esta manera podrás
relativizar tus fobias, quitarles importancia o incluso comprender la
fuerte relación entre una experiencia y tu manera de sentir
experiencias relacionadas con ello. Comprendiendo que eres un ser
humano, que todos funcionamos así, y entendiendo cómo se
mueven los engranajes internos en tu cerebro, podrás dar la vuelta a
esta situación, transformando ideas o creencias limitantes en
afirmaciones positivas que aumenten tu autoestima y confianza.
2. Te aconsejo utilizar tu particular diario. Este proceso será mucho
más fácil si usas un diario personal donde apuntas todo lo que estás
aprendiendo sobre la ansiedad, tus fobias, sobre ti mismo y el modo
en que harás frente a este problema. Tu diario puede convertirse en
un gran aliado para que te ayudes y, también, para orientar a otros.
Estarás creando tu particular manual de autoayuda para la vida y
todo tipo de problemas que puedan surgir.
3. Para cambiar deberás actuar, por ello es importante que te expongasa tus fobias. En la parte final del libro te explicaré cómo funciona la
terapia de exposición y encontrarás consejos y
recomendaciones. En lo sucesivo, podrás identificar casos
prácticos similares al tuyo para trabajar en ello. Más adelante,
dominarás estos temas tan importantes para tu control emocional,
haciéndote consciente de que las fobias se superan poco a poco,
razón por lo que la exposición debe ser gradual. Si ves que te
cuesta, no te frustres, puede que tus fobias sean demasiado potentes
o lleven mucho tiempo acompañándote. En todo caso, te
recomiendo buscar la ayuda de un experto para superarlas antes y
mejor.
4. Ayúdate de tus seres más queridos. Un genial consejo que seguro
te ayuda a que tu ansiedad sea menor mientras tratas con tus fobias,
es que te apoyes en tus seres queridos para mantener la calma,
confiar en ti y sentir el cambio.
La ansiedad y las fobias
En las próximas páginas entraremos en el detalle de cómo tratar las fobias,
pero es muy importante que sepas que cuanto más limite tu presente la
existencia de estos miedos irracionales, más necesario y recomendable será
que realices terapia ayudado de un profesional.
Si sientes necesario buscar ayuda y te frena el qué dirán, te ayudará saber que
la ansiedad es el trastorno emocional más extendido en el mundo, y que las
fobias, son una de las formas más comunes en que se presenta. Una patología
que, se estima, sufren o han sufrido un tercio de los seres humanos, una
verdad que debería ayudarnos a eliminar ese tabú que tanto daño hace.
Las fobias son miedos patológicos o enfermizos que se centran en un
estímulo en concreto. Este estímulo puede ser un animal, una situación, un
ruido, un objeto o incluso una idea, existen tantos miedos como puedan
inventarse.
En referencia a estas fobias es importante comprender que no siempre es
prioritario tratarlas, ya que existen miedos irracionales hacia elementos tan
poco comunes o cotidianos, que casi no afectan negativamente en nuestra
calidad de vida.
Pero muchas veces estos temores concretos y poco corrientes pueden
generalizarse hasta hacerse totalmente limitantes y condicionar muchos
aspectos de nuestra vida. Es entonces cuando pueden limitar en gran medida
nuestra vida, haciéndonos padecer una ansiedad más generalizada a la que se
pueden añadir otras dificultades. Es común por ello que, por poner un
ejemplo, una persona con fobia social, agorafobia u otra fobia, buscando
evitar esas situaciones que le generan ansiedad provoque que esos miedos se
generalicen hasta afectar a muchas situaciones de su vida.
También existen fobias como el miedo a contagiarse, a hacer daño o a perder
el control, que pueden derivar en TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)
haciendo que la persona realice rituales compulsivos de limpieza o búsqueda
de control, o derivando en alguna forma de hipocondría que hace más
complicado también su tratamiento.
La ansiedad está en la base de las fobias, y como ves, a más fobias y más
evitación, más común y normal será vivir con mayor ansiedad, una situación
que muchas veces provoca que aparte de las fobias específicas podamos
sufrir TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada), TOC (Trastorno Obsesivo
Compulsivo) u otro tipo de trastorno.
 
El miedo y la ansiedad
¿Qué causas están contribuyendo a que esta reacción se haga cada vez más
fuerte y habitual? ¿Cuáles son tus motivos? ¿Cuáles son esos errores en
nuestra forma de actuar y de pensar que mantienen las fobias y la ansiedad?
Muy pronto espero ayudarte a conocerlos, ya que conociendo la causa será
más sencillo descubrir también la solución. No obstante, podríamos resumir
nuestras causas en estas: nuestros peores miedos. Por eso comenzaré por
explicarte cómo funciona el miedo y qué relación tiene con la ansiedad y las
fobias.
La emoción del miedo es una emoción positiva cuya reacción tiene la
intención de protegernos cuando la situación es realmente peligrosa. En
cambio, el temor es excesivo frente a algo imaginado, puede ser muy
negativo e irracional. De estos miedos irracionales surgen lo que conocemos
como fobias, temores que contaminan nuestra personalidad hasta alterarla y
terminar apoderándose de nosotros.
Vivir con ansiedad es lo mismo a vivir con un temor intenso y continuado.
Una alarma que nos hace sentir y creer que algo malo va a ocurrirnos.
Cualquiera que la haya vivido podría decir que la ansiedad es muy parecida al
miedo, o mejor dicho, a vivir dominados por él. Una vida con un temor
constante, irracional y enfermizo que podemos reconocer como tal, pero que
aún así nos mantiene constantemente en alerta y preocupados.
Por ello, para diferenciar la realidad que vivimos, me parece importante
distinguir en primer lugar, la ansiedad del miedo.
Según la definición, el miedo es una sensación de angustia provocada por la
presencia de un peligro real o imaginario. Una sensación puntual ante un
estímulo que nos hace creer que algo malo puede ocurrirnos.
La ansiedad, en cambio, es una emoción universal y adaptativa para
responder de manera eficiente a situaciones amenazantes. Una respuesta
psicofisiológica (que la sentimos tanto en el cuerpo como en la mente) de
alarma, que surge cuando la persona necesita reaccionar ante situaciones,
acontecimientos o estímulos percibidos como amenazantes.
Tanto la ansiedad como el miedo, son respuestas normales, necesarias,
adaptativas e incluso positivas. Estas nos preparan para actuar ante
situaciones que requieran una reacción adecuada para mantenernos a salvo.
Es biología evolutiva básica; la subsistencia cómo fin primario de la especie.
Para ello. mientras dura ese estado de alarma, mientras dura la ansiedad,
nuestro organismo pone en marcha toda una serie de mecanismos de defensa,
tanto fisiológicos como psicológicos, con la finalidad de superar y poder
enfrentarnos a esa posible amenaza, aumentando con ello sentimientos de
angustia e inseguridad, así como una mayor percepción del entorno, agudeza
visual y concentración mental. Además de cambios físicos para facilitar que
nuestra reacción tenga el mayor éxito ante el supuesto peligro. Más tarde, una
vez hemos reaccionado y nos hemos puesto a salvo, los síntomas de la
ansiedad empiezan a reducirse hasta desparecer. Como ves, un mecanismo
perfecto cuando el peligro es real.
El elemento que activa la ansiedad es siempre el miedo. Una o varias
sensaciones de temor indican la existencia de un posible peligro por el que
nuestro organismo debe reaccionar para ponerse a salvo. Así se activa la
ansiedad y se generan esos cambios en nosotros (los síntomas de la ansiedad)
que nos preparan para actuar de las dos maneras que esta emoción entiende
como válidas, la lucha o la huida.
Si intentamos encontrar uno de los ejemplos más comunes en la historia del
ser humano por el cual se activaba este mecanismo de alarma tan
evolucionado, este podría ser el ataque de un gran depredador como un tigre
o un león. Ante esta circunstancia el ser humano sentía (siente y sentirá) un
temor instintivo, automático y tan potente que, sin darnos cuenta, desataba la
ansiedad, para que encontrásemos la mejor manera, la más adaptativa y
eficiente, de ponernos a salvo.
Hasta aquí todo perfecto y muy eficiente, ¿no te parece?
La respuesta ansiosa ayuda a que la sangre bombee más rápidamente, para
que llegue en mayor cantidad a nuestros músculos. También hace que la
respiración aumente para ayudar a oxigenarlos, e incluso activará una
preocupación constante en nuestra mente que nos haga entender que, en esos
momentos, no existe nada más importante que ponernos a salvo. Estos son
algunos de los síntomas de la ansiedad, reacciones con muchísimo sentido, un
mecanismo perfecto que ha ayudado a que la raza humana se haya mantenido
con vida durante millones de años.
Pero, ¿Qué sucede cuando estos síntomas surgen ante situaciones que no
suponen ningún peligro real? ¿Qué ocurre cuando vivimos con ese tipo de
estímulos entendidos como peligrosos a diario? Y ¿Cómo afecta esta
reacción a nuestro cuerpo y mente, alertándonos y alterándonosante
situaciones tan comunes y necesarias para la vida como puede ser salir a la
calle?
Cuando esto ocurre es cuando se sufre un trastorno de ansiedad. Un
malfuncionamiento por el que nuestra ansiedad, ese mecanismo de alarma tan
perfecto cuando nuestra vida está en peligro, no funciona correctamente,
activándose y manteniéndose sin necesidad, y haciéndonos reaccionar con
pánico cuando no existe ninguna amenaza real…
Así funcionan los temores irracionales, y si existe un ingrediente que activa y
mantiene el trastorno en las personas, podemos darnos cuenta de que este es
el miedo, ya que sin miedo es imposible sentir o activar la ansiedad…
La emoción del miedo, como cualquier otra, tiene muchísimo sentido y es
totalmente necesaria para la vida. Y es que, de no existir, el ser humano
tampoco existiría. Hace mucho tiempo habría desaparecido de la faz de la
tierra.
La vida es aprendizaje, y también aprendemos a tener y registrar temores
porque nos ayudan a enfrentarnos de forma más adecuada a escenarios
potencialmente peligrosos que pueden surgir a lo largo de nuestra
experiencia.
Pero como siempre ocurre, de ahí la importancia de aprender a gestionar bien
nuestras emociones, creencias y manera de vivir. Esta memoria del miedo es
muy útil si se usa correctamente y surge ante la necesidad por la que fue
registrada, facilitando nuestra adaptación a la vida. El verdadero problema se
presenta cuando sucede lo contrario, tal es el caso de las fobias.
Las fobias
Las fobias se definen como un temor intenso e irracional, de carácter
enfermizo, hacia una persona, una cosa o una situación.
Con ello podemos entender que mientras que el miedo es una reacción
proporcionada y lógica a la situación que lo ha provocado; la fobia, por el
contrario, es una reacción desproporcionada de miedo a estímulos o
situaciones que realmente no suponen un peligro real.
Cuando se sufre una fobia, incluso si somos conscientes de que el miedo es
totalmente irracional, no es sencillo controlar ese temor, siendo común actuar
con ansiedad y sintiendo sus síntomas en el cuerpo y la mente. Síntomas tan
intensos que normalmente hacen que las personas eviten ese tipo de
situaciones, una actitud que condicionará enormemente la vida de quien lo
sufre. Principalmente cuando la situación que provoca fobias se torna mucho
más común, asidua.
Mientras el miedo es lógico y necesario para la evolución del ser humano, las
fobias únicamente limitan la vida de las personas, y es aquí donde debemos
trabajar para aplicar todos los ajustes que sean necesarios.
¿Cómo nacen las fobias? La memoria emocional y el registro de
amenazas
En uno de mis libros titulado “el arte de cuidarte” entraba en el detalle de
cómo nuestro cerebro límbico registra las experiencias en su particular
memoria emocional, conocida como hipocampo, un espacio donde se
almacenan las situaciones vividas con un fuerte impacto emocional.
Si las emociones que trajo esa experiencia fueron agradables, esta
información viene registrada como buena y valiosa. Así, en el caso de que
nuestros estímulos capten situaciones parecidas, intentaremos atraer estas
vivencias a nuestra realidad para ganar en felicidad.
Pero, por el contrario, cuando una situación tiene un impacto emocional
negativo en nosotros, estas experiencias son almacenadas como nocivas y
potencialmente dañinas. La idea de nuestro cerebro es presentar claves o
respuestas automáticas que nos blinden de repetir este cuadro emocional,
evitando ese potencial peligro. Este tipo de situaciones en las que se ha
podido sentir un miedo elevado, sensación de asco o un susto imprevisto
están asociadas a un objeto, situación o ser vivo, y de esta manera queda
asociada esa relación en nuestro hipocampo o memoria emocional, entre la
emoción y el elemento que la ha provocado. Nuestro hipocampo, en lo
sucesivo, queda condicionado.
Para entenderlo mejor te sugiero que imagines el cerebro como un gran
ordenador que desde que nacemos, procesa y almacena información
quedando todo grabado en nuestra memoria, seamos conscientes de ello o no.
Imagina que, siendo niño, mientras disfrutas de la playa, una ola te arrastra
dándote un gran revolcón. Das vuelta y más vueltas, tragas agua, no sabes
dónde estás o cuándo acabará todo, y sientes que puedes morir. Esto te
provocará un gran susto. Nadie quiere ahogarse, porque supone el fin de la
vida.
Esta información quedará almacenada por ello en tu memoria emocional,
registrando la palabra peligro a ese tipo de situaciones. Tu cerebro entonces
leerá la etiqueta de amenaza siempre que te acerques al mar, o al agua,
incluso a una pequeña piscina, y lo hará de una forma automática e
involuntaria, sin que te des cuenta de ello.
Con el paso de los años tal vez te hayas olvidado de aquel incidente original,
pero tu cerebro seguirá reaccionando de una manera fóbica ante el mar, las
piscinas o el agua misma. Así nacen y se mantienen las fobias, una realidad
en la que el impacto emocional nos sugestiona y domina de una manera que
es complicado gestionar con el uso exclusivo de la razón.
Muchas de estas experiencias han podido ser almacenadas cuando éramos
niños, y tal vez por ello nos cueste identificarlas. Esta es la razón por la que,
muchas veces, la psicoterapia puede ser la mejor ayuda para descubrir esos
traumas o situaciones pasadas, aquellas que desencadenaron nuestros miedos
irracionales.
Cuando eso sucede, cuando se activan este tipo de fobias, la aparición del
estímulo asociado o cualquier elemento relacionado con él, vuelve a generar
la misma sensación, y en parecida intensidad, que cuando vivimos realmente
aquella situación traumática tan desagradable.
De esta manera estos absurdos temores limitan seriamente la vida de quien
los sufre, ya que muchas personas tendrán dificultad de hacer vida normal,
evitarán salir a la calle, subirse a un coche o ascensor. Incluso pueden llegar a
abstenerse de realizar cualquier tipo de actividad social, según la fobia que
padezcan.
El mecanismo de ansiedad provoca una reacción y unos cambios automáticos
en las personas para que puedan luchar o evitar ese estímulo o peligro que
activó la alarma, y es por ello que cuando se da el trastorno, son los miedos
irracionales los que están detrás y mantienen esta reacción ansiosa.
Sin fobias no habrá ansiedad, y el único modo de eliminar estos ilógicos
temores será normalizar esas situaciones vividas para darles el justo valor.
Algo que puede parecer sencillo, pero no lo es tanto, ya que es necesario
comprender cuáles son estos miedos irracionales para, posteriormente, tener
una idea mucho más precisa sobre cómo romper ese círculo vicioso del
miedo que se mantiene activo en nosotros.
Para reconocer tus propios temores irracionales no hay nada mejor que
identificar cuáles son esas formas en que se presentan, las maneras o tipos en
que pueden presentarse estas fobias.
Los tipos de fobias
Son muchas las maneras en que las fobias pueden presentarse, pero para
clasificarlos de una manera más sencilla, la psicología las resume así:
- Fobia a los animales.
- Fobia a lugares o situaciones.
- Fobia a la sangre/agujas.
- Fobia al ambiente y la naturaleza.
- Otras.
Fobia a los animales
Este tipo de fobias suele tener origen en la infancia o adolescencia, pudiendo
durar toda la vida si no son tratadas de manera eficiente.
Este temor excesivo puede darse tanto hacia los gatos, perros, palomas,
insectos, serpientes, como ante cualquier otro animal, y suele suceder tanto
en presencia de estos como al verlos o imaginarlos.
Fobia a la sangre, agujas y daño físico
Este tipo de fobia supone un temor extremo hacia objetos, agujas y material
quirúrgico, hacia la sangre o a la idea general de sufrir un daño. Quienes la
sufren experimentan ansiedad anticipatoria antes de realizar una analítica, de
acudir al médico, ir al hospital o ante la visión de sangre, heridas (hemofobia)
o agujas.
Es frecuente que las personas que sufren estos miedos lleguen a marearse e
inclusodesmayarse, aunque su temor tal vez no sea demasiado intenso.
Fobia al ambiente o la naturaleza
En este caso la fobia se asocia a fenómenos meteorológicos o naturales, como
los rayos, las tormentas, los espacios cerrados (claustrofobia), la altura, el
mar, o cualquier otro espacio natural.
Fobia a determinadas situaciones
Suponen un temor irracional a situaciones sociales o espacios que dificultan
el escape, como el miedo a los túneles, a los ascensores, autobuses, quedarse
solo, la oscuridad, poder enfermar, volar u otro tipo de experiencias que
pueden ser vividas con fuerte angustia y ansiedad.
Este tipo de fobias está muy relacionado con los ataques o crisis de pánico
debido al fuerte impacto emocional que estas provocan.
Otros tipos de fobias
Existen muchísimos tipos de temores irracionales, algunos muy comunes en
el trastorno de ansiedad como la cardiofobia, el miedo a poder sufrir un
infarto, la hipocondría (el temor constante a padecer cualquier enfermedad),
sufrir algún tipo de daño, atragantarse, y cualquier contexto que les haga
sentir en riesgo, tanto sus vidas como las de un ser querido…
Como te explicaba, el origen de estos extremos temores está en una
experiencia vivida con excesiva angustia o de manera traumática, un peligro
que ha quedado registrado en nuestra memoria emocional como un hecho
amenazante para nuestra vida.
Cuanto más interfieran estas fobias con nuestro estilo de vida y rutina, más
necesario será realizar terapia y trabajar por modificar el modo en que nos
limitan.
Cuando surge el trastorno de ansiedad, el miedo y la ansiedad dejan de ser
respuestas normales, adaptativas y positivas, ya que superan ese límite en que
estas emociones pasan de ayudarnos a limitarnos. Ante las fobias ya no hay
percepción de control y se produce una evitación continua del estímulo,
porque que se reacciona de una manera automática sintiendo el pánico y sus
síntomas.
Cuando esto ocurre la reacción de ansiedad se sigue manteniendo en nosotros
a pesar de la enorme cantidad de explicaciones racionales que podamos
recibir de otros. El terror elimina la capacidad a escuchar razones, a
calmarnos para racionalizarlas, o tomar decisiones lógicas. Cuando la
ansiedad se activa, no solo cambia nuestro cuerpo. También, como sabrás,
cambia nuestra mente. Y ese estado de alerta que se activa instintiva y
automáticamente lo hace para que no podamos dejar de pensar en ese o esos
motivos que han activado esta alerta. En resumidas cuentas, el elemento que
dispara la alarma se convierte en una obsesión momentánea. Alarmados, no
dejamos de analizar nuestra realidad en busca de elementos que puedan
hacernos entender que mantener esa alarma activa, es algo lógico y necesario.
Pero esta respuesta ansiosa es siempre tan excesiva y persistente, poco
razonable y desproporcionada, que genera un malestar enorme. Una angustia
que la sufre tanto quien la padece como los seres queridos a su alrededor. En
estas situaciones los miedos se convierten en fobias, por lo que ya no hay
temor sino pánico, y la ansiedad deja de ser positiva y se torna negativa y
patológica, limitando la capacidad de las personas para afrontar situaciones
comunes.
Las fobias más comunes y sus causas
Como acabas de ver, existen distintas maneras en que podemos agrupar las
fobias. Ahora vas a conocer cuáles son las más comunes para que puedas
reconocer tu caso también y, de ser necesario, identificar la causa.
Te ayudaré a superarlas. Para ello, el primer paso pasará por eliminar la
asociación de peligro a ese estímulo que ha hecho nacer nuestro temor
enfermizo. Es fundamental, en este sentido, comenzar por comprender cuál es
nuestra fobia para interpretar estas situaciones desde una perspectiva nueva
Aprender así a relajarnos y afrontar nuestros temores.
Estos miedos irracionales tienen distintos niveles respecto al malestar que
producen y las conductas de evitación de quien la sufre. No es lo mismo tener
miedo a las alturas en el momento de subir a un acantilado, que experimentar
crisis de ansiedad al asomarnos a un balcón, aunque sea desde un primer piso.
Como espero haber dejado claro, será tanto el tipo de fobia (lo irracional o
ilógico de ella) como el modo en que nos limite y condicione, los elementos
fundamentales para reconocer si la mejor y más rápida ayuda puede ser
buscar la ayuda profesional.
Teniendo en cuenta la naturaleza humana, las fobias más comunes entre los
seres humanos serían las siguientes:
 
1. El miedo a volar o aerofobia.
Probablemente esta sea la fobia más común en las personas ya que las
estadísticas señalan que uno de cada tres pasajeros de un vuelo, tiene miedo a
volar. Se calcula que únicamente el 5% de las personas que suben a un avión
no sufren ningún temor.
Este miedo puede convertirse en fobia cuando se alimenta con la posibilidad
de sufrir un accidente o se añaden otros componentes que pueden agravarla
como la claustrofobia o la fobia a las alturas, fobias que pronto conocerás en
detalle.
La diferencia entre el miedo normal a volar y la aerofobia está en que el
primero no interfiere ni limita a la persona, mientras en el caso de la fobia la
ansiedad se hace más potente y recurrente con síntomas como estos:
Aumento excesivo en la reacción ansiosa (antes, durante, o después del
vuelo) que causa mucha angustia y malestar.
Este malestar causa una limitación significativa en la vida del sujeto (por
ejemplo, empieza a encontrarse mal en el mismo momento en que sabe que
tendrá que volar, evita hacer viajes con tal de no coger un avión o sufre
recurrentes crisis de pánico debido a ello).
La persona con aerofobia soporta el vuelo con niveles de ansiedad muy
elevados, o lo evita siempre que puede eligiendo otras alternativas para
viajar.
Las personas aerofóbicas pueden sufrir crisis de pánico incluso meses antes
de volar, ante la simple perspectiva de un viaje.
El origen en esta reacción ansiosa no se debe a causas distintas a esta fobia
(como podría ser la presencia de otro trastorno, el consumo de sustancias, o la
presencia de otra enfermedad).
Debido a ello este temor irracional es muy limitante aunque fácil de tratar.
Para superarlo es importante exponerse paulatinamente a esta situación y
desarrollar herramientas que nos ayuden a:
Controlar la respiración y relajarnos ante un aumento de los niveles de
ansiedad.
Distraer nuestra atención para enfocarnos en otros estímulos y poder
gestionar situaciones como el aterrizaje o el despegue.
Ser realistas para ir modificando racionalmente la fuerza de la fobia. Para
conseguirlo podemos reconocer que el riesgo de sufrir un accidente,
estadísticamente hablando, es mucho menor que el de sufrirlo en cualquier
otro medio de transporte.
 
2. La agorafobia o fobia a los espacios abiertos
La palabra Agorafobia proviene del término griego ágora, que significa
plaza, unido a fobia, que, como ya sabes, supone un temor intenso hacia una
situación o elemento. Por tanto, literalmente esta fobia supone un miedo
extremo a las plazas, o lo que es lo mismo a los lugares abiertos y
generalmente llenos de personas.
Quién la sufre teme todo aquel lugar o situación donde no se sienta “seguro”
o en el que no pueda “recibir ayuda”. Entre ellos, hay personas con miedo a
sufrir un ataque de ansiedad fuera de casa, razón por la que les es complicado
salir solas; otros que temen entrar en lugares concurridos e incluso quien
sufre verdadero pánico a quedarse solo en espacios exteriores. Esta fobia
supone un temor extremo que lleva muchas veces a evitar cualquier escenario
que pueda desencadenar una crisis de pánico.
La mayoría de personas con agorafobia la sufren tras haber sufrido uno o
más ataques de pánico en ese tipo de situaciones que te comentaba, un
motivo que les hace preocuparse por volver a tener una nueva crisis, evitando
así esos lugares o experiencias donde puede volver a ocurrir.
Esta fobia es más común entre las mujeres que en los hombres y se estima
que la sufre un 5% de la población mundial. El miedo puede ser tan
abrumador que es probable que muchas de estaspersonas sientan que no
pueden salir de sus casas o se sientan más seguras dentro. Sufren miedo al
miedo, y ese mecanismo de reconocimiento de estímulo y sensación de
alarma, les hace que sea muy complicado mantener el control de la situación.
Temores irracionales extremos ante situaciones reales o imaginadas como
estas:
Salir de casa solos.
Exponerse a multitudes o esperar en una fila
Espacios cerrados, como cines, ascensores o tiendas.
Espacios abiertos, como estacionamientos, puentes o trenes.
Usar el transporte público como autobuses, aviones o trenes.
Durante los últimos meses, el día a día de las personas se ha visto muy
alterado debido a la crisis sanitaria que sufre el mundo a causa del
coronavirus. Una situación que ha requerido de medidas extremas como el
confinamiento domiciliario durante meses de buena parte de la población,
una realidad que seguramente ha provocado un aumento en los casos de
ansiedad y de agorafobia.
Son muchas las personas que me han contactado a través de las redes sociales
durante los últimos meses, indicándome su profundo temor a salir de casa
debido a esta pandemia, una situación que aunque va de la mano de este tipo
de ansiedad también podríamos aprender a distinguir. Las diferencias son
mínimas ya que desde el punto de vista del comportamiento el problema
parece el mismo: la persona evita salir a la calle.
Pero mientras en la agorafobia, la persona tiene una necesidad de huir o
escapar de determinados lugares como respuesta a su ansiedad, buscando un
lugar seguro como puede ser su casa o la de un familiar o amigo, en el caso
de la ansiedad asociada a esta pandemia, el temor está vinculado a la
posibilidad de contagiarse o contagiar a otro, por lo que mientras en la
agorafobia el monstruo que se intenta evitar son las crisis de ansiedad, en el
caso de la pandemia el monstruo es el propio virus, por lo que una vez pasada
la pandemia este temor comenzará a menguar.
En el caso de la agorafobia, reconocer si sufrimos o alguien cercano la padece
puede ser bastante sencillo. Aquí te indico cuatro maneras de reconocerla:
Miedo a estar en lugares donde podría ser difícil escapar.
Se teme poder perder el control o sufrir una crisis de ansiedad en un lugar
público.
Las personas con agorafobia suelen distanciarse o separarse de los demás o
de este tipo de situaciones para sentirse seguras.
Se sufre un temor extremo e ilógico a quedarse solo en lugares abiertos.
Si tú o un ser querido sufre agorafobia, podrás reconocer como distintas
situaciones o experiencias nos han hecho asociar la palabra peligro con los
lugares abiertos o públicos. Ya sabes que una fobia supone que hemos
registrado la idea de peligro vital a un tipo de experiencias en nuestra
memoria emocional, por ello la solución tanto a esta como a cualquier otra
fobia pasará por desasociar estos múltiples peligros que hemos relacionado
con estas situaciones.
 
3. La acrofobia o miedo a las alturas.
Este temor excesivo e irracional a la altura es también una de las fobias más
comunes en nuestra sociedad. Que esté tan extendido se debe a que es un
miedo también adaptativo, ya que ha ayudado en la supervivencia de los seres
humanos; lo que es lo mismo, a nivel evolutivo es normal e incluso positivo
tener miedo a las alturas dado que pueden ser situaciones potencialmente
peligrosas para nuestra integridad física.
Sin embargo, cuando este temor se extiende a estímulos tan normales y poco
peligrosos como subir escaleras, asomarse por un balcón (por más cercano al
suelo que pueda estar), o subir una montaña sin que suponga ningún tipo de
riesgo, se vuelve una fobia que nos limita y condiciona. En estos casos, es
imprescindible un tratamiento que nos devuelve a una vida normal y
tranquila, una terapia más necesaria cuanto más limite nuestras capacidades.
Es importante diferenciar el temor normal y racional a las alturas, que como
ya sabes es un miedo adaptativo y muy útil para nuestra supervivencia, de la
fobia limitante y desadaptativa que supone un temor exagerado e irracional.
Yo mismo sufro de vértigo, esa sensación de mareo e inestabilidad sobre todo
si estamos cerca de las alturas, pero esto no significa que padezca acrofobia,
ya que el vértigo es sólo uno de los síntomas de esta fobia.
Quien sufre esta fobia padece además estos síntomas:
Aceleración de la frecuencia cardiaca
Sudoración en exceso
Tensión muscular
Aumento de la temperatura corporal
Problemas digestivos
Dificultad al respirar
Mareos y temblores
Una situación y una reacción ansiosa que va mucho más allá del temor
racional a las alturas y que puede darse en cualquier situación por segura que
esta sea. Es por ello que cuanto más potente sea esta reacción ansiosa y más
situaciones de este estilo vivamos o debamos experimentar en nuestra vida
corriente, más necesario se hará realizar terapia para superar este tipo de
fobias.
4. La claustrofobia o miedo extremo a los espacios cerrados
Se estima que entre un 2 y un 5% de la población sufre este tipo de fobia, una
reacción ansiosa que lleva a quien la padece a evitar cualquier situación o
espacio físico que pueda hacerle sentir atrapado, llegando así a evitar
espacios como los ascensores, el metro, los túneles, los espacios pequeños e
incluso el uso de equipos para técnicas de diagnóstico médico como el TAC.
La claustrofobia, al igual que muchas otras fobias, tiene distintos niveles.
Hay personas que pueden sentir una ligera ansiedad al entrar en una
habitación pequeña y otras que pueden sufrir un pánico terrible al entrar, o
incluso imaginar entrar, en un recinto cerrado.
Ya sabes cómo nacen las fobias y cómo quedan registradas algunas
experiencias negativas en nuestra memoria emocional, y así sucede también
con la claustrofobia ya que en la mayoría de las ocasiones se debe a haber
vivido alguna experiencia poco agradable en un espacio pequeño u oscuro, lo
que hace que cuando vayamos a entrar en este tipo de lugares rememoremos
aquellas sensaciones desagradables que experimentamos. Situaciones como
haberse quedado encerrado en un ascensor, o en una habitación donde no se
abre el pestillo de la puerta pueden ser los desencadenantes de la
claustrofobia, independientemente del número de veces que hayamos usado
el ascensor o estado en esa habitación, así como también experiencias más
complicadas y traumáticas como un secuestro o un castigo reiterado en un
cuarto oscuro, son los motivos que están detrás del nacimiento de este tipo de
fobia.
A pesar de ser una de las fobias más comunes son pocos los pacientes con
claustrofobia que solicitan ayuda profesional ya que suelen creer poder
controlarlo simplemente evitando los lugares cerrados o esas situaciones que
les generan ansiedad. Pero dependiendo del grado de ansiedad que sufran y
de cuanto limite su vida, puede ser oportuno y muy necesario tratar esta fobia
hasta superarla ya que no afrontando ni enfrentándose a la situación temida
muchas veces la evitación hará que las situaciones fóbicas se generalicen, lo
que puede llegar a interferir cada vez más en su vida diaria social.
Podemos imaginar una persona con claustrofobia que tiene que ir a una
entrevista y que cuando sube al autobús siente que se le dispara el corazón, le
falta la respiración, y empieza a pensar cosas como “si te quedas aquí podrás
marearte o incluso morir”. También podemos imaginar a alguien que tiene
que realizar una prueba médica con técnicas de neuroimagen, como
un TAC o una resonancia magnética, debiendo permanecer quieto durante
unos minutos dentro de una máquina, una situación que le provocará
muchísima ansiedad haciéndole temer cosas como “no voy a salir de ahí”. En
ambos casos la persona con claustrofobia evitaría coger el autobús o hacerse
las pruebas médicas con todas las consecuencias negativas que todo esto
puede traer a su vida, intentando evitar esos miedos catastróficos y del todo
irracionales que no quiere enfrentar. Es entonces ante circunstancias como
estas cuando deberíamos entender que miedos ilógicos debido a nuestra
ansiedad o fobia están afectando a nuestracalidad de vida, limitaciones que
pueden superarse y deberíamos tratar.
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5. La fobia social
Es uno de los tipos de fobias más comunes, un miedo irracional que se estima
sufren entre el 3 y el 13% de la población. Esta fobia implica un alto estado
de ansiedad y gran malestar al estar rodeados o en compañía de otras
personas, o cuando tenemos que acudir a un evento social.
Las personas tímidas pueden sentir elevada ansiedad cuando sienten que
pueden ser valoradas por los demás, por lo que pueden presentar dificultades
para relacionarse, sobre todo ante personas desconocidas.
Pero a diferencia de quien padece fobia social los tímidos a pesar de que no
están cómodos en algunas situaciones sociales, si deben estar, estarán. Podría
decirse que la diferencia entre timidez y fobia social es la intensidad de la
ansiedad que se siente. Es normal que todos en algunas situaciones sociales
nos pongamos nerviosos. Sin embargo, si nuestro nivel de ansiedad es tan
elevado que necesitamos evitar a toda costa este tipo de situaciones, entonces
tenemos un problema que debemos tratar.
Cómo has podido ver ser tímido no es lo mismo que sufrir fobia social, como
tampoco lo es tener una personalidad introvertida.
Los introvertidos son personas reservadas, que no sienten la necesidad de
contar a nadie sus cosas e incluso pueden no ser muy expresivos -
emocionalmente hablando - ya que prefieren guardar sus emociones para
ellos, por esta razón pueden parecer tímidos de cara a los demás, pero
normalmente es algo que no tiene nada que ver.
Es por ello fundamental diferenciar estos aspectos de la fobia social, también
llamada ansiedad social o TAS, ya que mientras la podemos disfrutar de una
vida completa siendo tímidos o teniendo una personalidad introvertida, será
mucho más complicado disfrutar si sufrimos esta fobia.
Algunos ejemplos de situaciones que provocan fobia social son las
interacciones sociales como reunirse con personas poco conocidas o
mantener una conversación, ser observado realizando alguna actividad, y
actuar delante de otros. Las fobias también pueden darse o comenzar siendo
niños, en forma de miedo extremo que puede aparecer ante la interacción con
sus iguales y no solamente con los adultos, y que puede expresarse de manera
distinta ya sea con rabietas, llantos, encogerse de hombros o quedar
paralizados. 
La persona con fobia social tiene unos niveles muy altos de ansiedad ante
cualquier situación social que le pueda hacer sentirse en vergüenza o poder
quedar en ridículo. Sienten verdadero pánico a que otras personas puedan
hacer una valoración negativa sobre ellos y por eso, y por el miedo de sufrir
una crisis y perder el control, suelen evitar este tipo de situaciones.
Si no se atiende esta fobia de manera efectiva, quienes la padecen ven
significativamente reducidas sus posibilidades de crecer en ámbitos
profesionales o sociales.
6. La aracnofobia o fobia a las arañas
Es la fobia específica hacia los animales más habitual de todas. Los síntomas
típicos que presentan las personas con aracnofobia ante la presencia tanto
real como imaginada de las arañas son la sudoración, el aumento de la
frecuencia cardíaca y respiratoria, así como los mareos y náuseas.
Las reacciones de los aracnofóbicos como la de cualquier persona con fobia a
otros animales, parecen irracionales y extremas a otros que no sufren estas
fobias. Este temor enfermizo les lleva a mantenerse alejados de cualquier
sitio donde creen que habitan arañas, o donde han visto telas de araña. Si ven
una araña de lejos, quizá no puedan entrar en ese lugar, aunque sea enorme, y
tendrán que hacer un esfuerzo para controlar su ansiedad, que normalmente
se presenta con los síntomas de sudoración, respiración rápida, taquicardia
y náusea.
Las sensaciones, temores, condiciones, síntomas y conductas pueden ser muy
parecidas en el resto de fobias hacia los animales, por lo que una persona con
fobia a los perros puede sentirse y reaccionar igual que el que teme a las
arañas o a las palomas, solo cambia el elemento que produce la fobia.
Estos temores pueden condicionar y determinar el lugar donde el fóbico
decide vivir, o donde pasará las próximas vacaciones, limitando y
condicionando muchas experiencias de su vida.
7. La fobia a la sangre o hemofobia
Esta fobia se caracteriza por una sensación de mareo (quien la sufre puede
incluso llegar a desmayarse) al ver sangre, imaginarla o estar en contacto con
ella. Este temor está muy relacionado con la fobia a las agujas, por lo que las
personas con hemofobia suelen evitar las agujas y los objetos punzantes.
Lo que hace única a esta fobia es que las crisis que produce terminan
desembocando en desmayos con bastante frecuencia, algo que no ocurre en
otros tipos de fobia o de ansiedad.
En todas las fobias se produce una reacción ansiosa que se manifiesta con una
subida de tensión repentina, la aparición de niveles extraordinariamente altos
de estrés y el sentimiento de necesidad de abandonar el lugar y alejarse del
estímulo que ha desencadenado esta situación.
En la fobia a la sangre, sin embargo, el episodio fóbico tiene dos fases, en vez
de una sola como en el resto de fobias. De esta manera, tras esa primera
reacción en la que nos ponemos alerta, se produce una bajada brusca de
tensión que en ocasiones puede provocar desmayos al no llegar suficiente
oxígeno al cerebro.
Es por esto que entre los síntomas más comunes de la hemofobia se
encuentran los mareos y desmayos, aparte de los ataques de pánico, las
náuseas y la sensación de un profundo asco, y es una de las maneras más
sencillas de identificar si sufrimos este tipo de miedo irracional.
Debemos entender que todas las personas que padecen fobias tienen limitada
su vida cuando se presentan estos tipos de miedos irracionales. En el caso de
las personas con hemofobia, una de las mayores limitaciones es la evitación
de muchas necesidades como puede ser acudir al médico, e incluso no poder
ayudar a alguien que sufra un accidente ya que ante este tipo de situaciones
se paralizan e incluso pueden desmayarse al momento de ver sangre.
 
8. El miedo a la muerte o necrofobia
Los expertos definen la tanatofobia como el miedo excesivo a la propia
muerte, algo común en todos los seres humanos, pero si además de temer a la
propia muerte, se teme a todo lo que esté en relación con ella como féretros,
cementerios o cadáveres, hablamos entonces de necrofobia, un temor aún
más común.
Este temor es algo natural e instintivo en el hombre, posiblemente porque la
muerte representa el final de la vida o lo desconocido, y además se asocia la
muerte con el sufrimiento y el dolor que la precede.
Pero el respeto y temor racional pasa a convertirse en fobia cuando la vida
cotidiana de quien la padece empieza a verse afectada porque no quiere salir
de casa por miedo a sufrir un accidente, acudir a velatorios o entierros, hablar
sobre la muerte o convertirse en alguien excesivamente hipocondríaco.
Por ello si nuestra vida se ha convertido en un sin vivir debido a estos
temores, si la ansiedad se dispara con todo lo referente a la muerte o la
posibilidad de morir hasta el punto de sufrir verdaderas crisis o padecer
insomnio, puede hacerse totalmente necesario realizar terapia para volver a
disfrutar de una vida en condiciones.
9. Glosofobia o miedo a hablar en público
Esta fobia puede estar relacionada con la fobia social que explicaba en
páginas anteriores. Son muchas las personas –entre las que me incluyo- que
no lo pasan bien cuando tenemos que hablar en público; sin embargo, si
sufrimos glosofobia –también llamado pánico escénico-, podemos llegar a
padecer auténticos ataques de pánico ante este tipo de situaciones, y mientras
que en la fobia social el temor tiene que ver con cualquier tipo de actividad
social, en esta fobia las crisis de pánico y elevada ansiedad únicamente se
suceden ante la actividad de hablar en público.
También es importante diferenciar esta fobia de la timidez, ya que el temor a
hablar en público de una persona tímida se cataloga comonormal, mientras
que el miedo de una persona con glosofobia se considera fóbico, o lo que es
lo mismo excesivo (sensaciones extremas de ansiedad), irracional e ilógico
(un temor desproporcionado), incontrolable (aunque es consciente del
sinsentido no puede hacer nada por controlar la reacción) y permanente (no
responde a factores temporales o etapas vitales).
Seguramente el hecho de que hablar en público se haya convertido en una
necesidad bastante común en escuelas o lugares de trabajo, ha llevado a
convertir a esta fobia en una de las más comunes entre los seres humanos, un
problema que deberemos tratar más cuanto mayor sea esta necesidad de
hablar en público en nuestra propia realidad.
10. La colurofobia o miedo a los payasos
Aunque pueda parecer raro este es un miedo muy común que suele tener
origen en la infancia.
Es normal que este miedo sea percibido como algo ridículo o gracioso por
terceras personas, quien experimenta esta fobia puede llegar a sufrir
severos ataques de ansiedad ante la imagen, ya sea real o imaginada, de un
payaso.
Muchos expertos de la salud mental consideran que una de las principales
causas de esta fobia se debe a las características del maquillaje que emplean
los payasos. Esos colores vivos, los ojos y sonrisas exageradas o la nariz roja,
son estímulos chocantes para la mente de un niño, y pueden llegar a causarle
miedo.
También existe consenso entre los expertos que consideran que esta fobia se
produce como respuesta adaptativa a un estímulo distinto y desconcertante,
un temor excesivo que cualquier especie podría tener ante otra especie
desconocida y potencialmente peligrosa, que puede tener origen en la
desconfianza que genera una cara que no deja vislumbrar la expresión facial
auténtica.
Tan importante como conocer cuáles son las fobias más comunes y
comprender si podemos padecer alguna de ellas es entender cuál ha sido el
origen de padecer este tipo de ansiedad tan limitante para aprender así a
ponerle remedio.
11. Las fobias de impulsión
Las fobias de impulsión suponen un miedo extremo e irracional a poder
perder el control y hacer daño a los demás. Es una fobia que puede parecer
muy extraña a quien la sufre, pero es mucho más común de cuanto se supone,
un problema muy relacionado con otros trastornos ansiosos, tanto que
muchas clasificaciones consideran esta fobia como una variante del TOC.
Una de las mayores dificultades de quienes sufren esta fobia está en que
rumiando obsesivamente ideas tan contrarias a uno mismo, pensamientos que
pueden ser mal vistas por la sociedad en general; las personas se juzgan y
culpan, algo que les genera muchísima angustia, ansiedad y malestar, y les
lleva a evitar buscar ayudas por ese temor a ser juzgados negativamente. Por
ello es importante reconocer que si sufrimos esta fobia, es porque somos tan
opuestos a esas ideas que esas extremas posibilidades vuelvan a nuestra
mente una y otra vez. Un trastorno mucho más común de lo que se piensa por
el que no debemos culparnos ni juzgarnos, sino todo lo contrario. Un
problema que cuanto antes sea tratado más sencillo será de superar y menos
malestar nos provocará.
Los pensamientos, y en particular una forma inadecuada de manejarlos, se
encuentra en la base de estas fobias, es por ello que un profesional de la
mente será quien mejor te ayude a gestionarlos, ya que –como pronto
comprenderás cuando entremos en el detalle de las obsesiones-
contrariamente a lo que creemos, si probamos a resistirnos a un pensamiento
o a eliminarlo (cosa que ocurre cuando tenemos este tipo de miedos tan feos
y contrarios a uno mismo), estos pensamientos crecen y se hacen más
corrientes, lo que deriva en obsesiones que deberemos saber cómo tratar.
Las fobias de impulsión como tal no provocarán que quien las sufra pueda
cometer esos actos tan horribles que teme (eso no sucederá jamás ya que la
persona es tan opuesta a esas ideas, que justo por eso las rumia
continuamente). Lo que sí ocurrirá si no se tratan, es que estos temores
pueden convertirse en obsesiones y la angustia aumentará, llevándole a
juzgar, evitar y temer tanto su presente, que vivirá muy limitada.
Para superarlas nos tocará entender que nuestra mente acoge multitud de
pensamientos: esto pueden ser buenos, malos, racionales o irracionales. El
trabajo del cerebro es pensar y dar vueltas a estas ideas, igual que el trabajo
del corazón es latir o el del oído escuchar.
No podemos hacer que nuestra mente deje de pensar, ya que esa es su misión.
Evaluando ideas o pensamientos nuestra razón busca soluciones y
mantenernos a salvo, y es por ello que pueden llegar a nuestra razón ideas tan
opuestas a nosotros como estas de las fobias de impulsión.
12. Brontofobia o miedo a las tormentas
También conocida como astrafobia, la brontofobia supone un miedo extremo
a los rayos, truenos, tormentas y tempestades.
Asustarse o sobresaltarse ante un rayo o un relámpago es una reacción muy
común, pero la diferencia entre esta conducta y la de una persona con esta
fobia está en que los brontofóbicos pueden llegar a sufrir un ataque de pánico
con solo imaginar el inicio de una tormenta.
Es un temor muy común en niños, pero si persiste hasta la edad adulta es
cuando se pasa a considerar una fobia
La persona con brontofobia suele controlar a menudo las noticias e
información meteorológica e incluso puede cambiar sus planes de manera
radical si prevé la aparición de una tormenta. También es común que se
encierre en casa o en un lugar que pueda considerar seguro ante una
tormenta, que sienta taquicardia, sudoración excesiva, dolor en el pecho,
temblores e incluso pueda padecer una crisis de pánico cuando se expone a
una tormenta.
 
13. Misofobia o fobia a los gérmenes
Las personas que sufren misofobia, también conocida como verminofobia,
tienen un miedo extremo a las bacterias, la suciedad y los gérmenes, siendo
una fobia muy frecuente entre las personas que padecen Trastorno Obsesivo
Compulsivo.
Es por ello que evitará el contacto con los demás, o realizará compulsiones
como lavarse obsesivamente las manos y pasar demasiado tiempo limpiando,
señales comunes de misofobia y una de las mejores maneras de reconocer si
sufrimos o alguien cercano sufre esta fobia.
Además, es habitual en estas personas evitar el contacto físico con otras
personas por temor a la contaminación, el uso de guantes o desinfectantes en
exceso, y la preocupación excesiva por las noticias relacionadas con brotes de
enfermedades. Una realidad que hoy en día es más común y seguramente
generará mayor malestar debido a la pandemia global que estamos viviendo
con el coronavirus.
 
Origen de las fobias
El origen de las fobias puede deberse tanto en una vivencia traumática vivida
como también a la mera observación de una experiencia negativa externa a
nosotros. Por lo que no siempre es necesario haber vivido un trauma o una
situación de peligro vital para desarrollar una fobia.
Las causas más comunes en el nacimiento de las fobias suelen ser:
Traumas en la infancia. Estas son las causas más comunes de las fobias.
Traumas durante la adolescencia.
Imitación, comportamiento aprendido.
Genética.
Peligrosidad del estímulo percibido o de la situación que crea la fobia.
Creencias o costumbres culturales.
Estoy seguro de que ahora entiendes que el miedo actúa como respuesta ante
una posible amenaza, bien sea esta real o imaginaria. Es una emoción que, en
su medida justa, puede ayudar a que nos mantengamos seguros. El problema
se presenta cuando extremamos inconsciente este riesgo.
Cuando el miedo es irracional y desproporcionado nacen las fobias, una
realidad que puede tener un efecto muy negativo en nuestra calidad vida.
El origen de esta reacción ansiosa desmesurada hacia un estímulo puede
deberse a diferentes razones, pero las más comunes son dos: las que nacen
fruto de la experiencia y esas que nacen a partir de nuestro aprendizaje o
manera de apreciar la vida, fobias que podríamos llamar aprendidas.
Fobias fruto de la experiencia
El motivomás común en el nacimiento de las fobias está en haber vivido una
experiencia peligrosa o traumática.
Por ejemplo, si hemos sufrido la mordedura de un perro, es probable que a
raíz de este incidente se desarrolle aversión hacia este animal y su especie.
Del mismo modo que un accidente de coche puede generar fobia a la
conducción y todo lo que tenga que ver con ella. Muchas veces puede darse
también una extensión de la fobia hasta incluir en ella otros factores como
podría ser el lugar en el que se produjo el ataque, sintiendo ansiedad ante un
espacio similar. En líneas generales, son condicionamientos que encuentran
su origen en diversas causas. Sea cual fuere la razón que originó un temor
irracional, es nuestra responsabilidad tratarlo con compromiso y
determinación.
 
 
 
Fobias aprendidas
Estos miedos irracionales también pueden producirse debido a conductas
aprendidas o la imitación de la conducta de otras personas, especialmente
cuando somos pequeños.
Si alguno de nuestros padres nos expresa continuamente que debemos temer
cierto tipo de elementos, es muy fácil que acabemos por aceptarlo incluso si
no entendemos la lógica de ese miedo. Este tipo de causa es muy frecuente
también en lo que a culturas y creencias se refiere, y suele estar detrás de
ciertos tipos de manifestación de la ansiedad como las fobias de impulsión o
la fobia social.
Como ves, las fobias pueden tener distintos orígenes, pero es fundamental
aceptarlos y conocerlos para poder tratar de normalizar esa reacción ansiosa
que sentimos ante esos elementos. Si comprendemos el motivo por el que
reaccionamos de manera ansiosa ante situaciones en las que deberíamos
reaccionar con normalidad, podremos tratar de modificar nuestra conducta
hasta que poco a poco estas fobias desaparezcan.
 
Las obsesiones
“A lo que te resistes persiste. “
- Carl Jung
La palabra obsesión proviene del latín “obsessĭo”, que significa asedio. Por
eso podríamos definir a las obsesiones como una perturbación mental
producida por un pensamiento fijo, que con persistencia asalta, o asedia
nuestra mente.
Las obsesiones, por tanto, son pensamientos, impulsos o imágenes
recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas (también
llamados pensamientos intrusivos) o no deseadas (pueden muchas veces ser
ideas totalmente contrarias a quien las padece) y que, en la mayoría de los
sujetos, causan ansiedad, angustia y un malestar importante. En el TOC, las
compulsiones o rituales son realizados por quienes lo sufren para intentar
aliviar esa ansiedad que les genera, pero son acciones que provocan
únicamente alivio a corto plazo, reforzando negativamente las obsesiones
debido a esta evitación que se intenta realizar mediante las compulsiones.
Estos rituales jamás son la solución a las obsesiones ya que consiguen que el
problema se mantenga y empeore debido a que el paciente aprende y cree que
este es el único medio del que dispone para librarse de esos pensamientos
desagradables que habitan en su mente. Quien sufre TOC puede no darse
cuenta, pero cuanto más tiempo mantenga esa compulsión y más tarde trate
sus obsesiones, más difícil se hará su situación.
Para solucionarlo, y eliminar cualquier obsesión, la persona deberá exponerse
a sus pensamientos obsesivos de manera gradual para que, voluntariamente,
aprenda a sacarlos afuera y «mirarlos a los ojos».
En todo trastorno ansioso se dan, en mayor o menor medida, estas
obsesiones: preocupaciones o temores irracionales totalmente contrarios a la
lógica de la persona, pero que persisten más allá de los esfuerzos por librarse
de ellos, haciéndose más fuertes cuanto más luchamos por rechazarlos. Una
preocupación complicada de gestionar ya que acapara la atención de quien la
sufre, y se acompaña de un angustioso sentimiento de ansiedad. Siendo, en
ocasiones, los pensamientos intrusivos los que atraen la ansiedad y otras
veces, al contrario, convirtiéndose los síntomas en los activadores de estas
obsesiones.
Muchas veces las fobias pueden estar tan presentes en la vida de las personas,
a ser tan alarmantes y angustiosas, que quien las sufre intentará con todas sus
fuerzas eliminarlas de su mente. Se esfuerzan sobremanera para eliminar
estos pensamientos sin darse cuenta de que así se hacen más constantes. Este
es el principal motivo por el que surge el Trastorno Obsesivo Compulsivo en
las personas. Se obsesionan de tal manera con sus intentos de suprimir
cualquier pensamiento, sin saber que, con estos esfuerzos, las ideas se tornan
mucho más fuertes.
Las obsesiones, como las fobias, nacen a través de experiencias vividas con
un fuerte impacto emocional. Traumas, accidentes, vivencias e incluso
experiencias que han quedado marcadas, como esas que en la tele avisan
sobre “Las siguientes imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador”.
Esto sucede ya que realmente imágenes o realidades como estas pueden
“marcar” a muchas personas hasta derivar en fobias o en obsesiones. El
anuncio no es en vano.
Inicialmente esa idea o temor llega de forma constante a la vida de quien lo
sufre, gracias a ese impacto emocional que nació con ella. Más tarde,
seguramente muchos otros elementos (como los niveles altos de estrés, ser
alguien más predispuesto a padecer el trastorno de ansiedad o padecer
obsesiones, o un mal estilo de vida), puedan favorecer que esos temores no
vengan gestionados racionalmente hasta convertirse en fobias, una realidad
que provoca un malestar emocional tan grande, que quien lo sufre intentará
eliminarlo de su mente por todos los medios posibles.
Y cuanto más intente eliminarlo, mayor impacto acabará teniendo esa idea o
pensamiento en la realidad de la persona, pudiendo así transformarse un
miedo en fobia y más tarde en obsesión. Ya que, como habrás notado, y más
si sufres algún tipo de obsesión… a lo que te resistes, persiste.
 
Diferencias entre fobias y obsesiones
Como habrás podido observar, la mayor parte de obsesiones nacen a partir de
potentes y recurrentes fobias. Una buena manera de diferenciarlas está en que
la emoción que surge con las fobias es siempre una: la angustia. Mientras en
las obsesiones pueden también surgir otras como la duda, la cólera o el
remordimiento; en las fobias, la actividad mental es moderada y se da en
presencia o idea de un estímulo- En las obsesiones, la actividad mental es
desproporcionada, constante, y del todo irracional.
Otro factor importante para diferenciarlas es que las personas que sufren
obsesiones suelen tener una personalidad más “obsesiva”, dando vueltas a las
cosas, siendo más introvertidas y rígidas, meticulosas y analíticas. En
contraposición, las fobias pueden darse en cualquier tipo de persona.
Y mientras que en las fobias, es la conducta la que marca el trastorno, en las
obsesiones el problema deriva de los pensamientos. Este sería el modo más
fácil de diferenciar nuestro problema.
Es lógico que, sufriendo este tipo de ansiedad más mental que física, la
misma reacción desproporcionada nos haga sufrir y dudar, alimentando el
miedo y la angustia. El mero hecho de pensar en algo nos lleva a creer que
efectivamente nos va a suceder. Por eso, si nos apareciese un pensamiento
amenazante como “puedo contagiar una enfermedad a mi hijo pequeño” o
“puedo hacer daño a alguien”, es normal intentar suprimirlo a toda costa,
encontrándonos sin querer ni darnos cuenta, ante ese proceso de evitación
que lo que consigue es aumentar la frecuencia en que estos temores aparecen.
El miedo a morir, a causar mal a alguien, al contagio de enfermedades, al
juicio negativo o cualquier otra consecuencia pueden devenir en
pensamientos que causan ansiedad y que se quieren neutralizar con rituales,
conductas que intenten apagar la ansiedad (como lavarse las manos, controlar
si lo que se ha hecho está bien o si somos personas buenas). El problema se
presenta cuando, al realizar estas acciones, el objetivo no es saber si se está
suficientemente limpio o si las cosas están bien, sino poder eliminar ese
sentimiento de ansiedad. Y como esta reacción es automáticay
descontrolada, se tenderá a repetir la reacción y también compulsión de un
modo muchas veces enfermizo.
Una realidad muy molesta la de los rituales, que lejos de eliminar el problema
lo hace más frecuente ya que tras realizar esta compulsión en nuestra mente
volveremos a preguntarnos si el peligro ha pasado o sigue ahí, volviendo una
y otra vez a esas ideas o temores. La recurrencia de los pensamientos es el
origen del conflicto.
La solución para eliminar las fobias y las obsesiones pasa por reconocer que
sufrimos este problema y trabajar para que el impacto emocional ante esos
estímulos o pensamientos cada vez sea menor. De esta manera
conseguiremos desasociarnos de esas ideas y normalizar las situaciones que
las provocan. Algo que parece sencillo, pero en la realidad no lo es tanto.
Se podría decir que las fobias son una de las formas más comunes en que se
presenta la ansiedad, pero no la única. Otras manifestaciones, como las
obsesiones, pueden tener mucho que ver con las fobias, pero tanto su
funcionamiento como tratamiento puede ser en muchos aspectos diferentes.
Sabiendo esto y reconociendo que el tema de las obsesiones y su cura daría
para otro libro, he pensado centrarme en exclusiva en las fobias y cómo
superarlas.
 
 
Supera tus fobias
Aunque seguramente este sea el capítulo más deseado y esperado, aprovecho
para recordarte que no podrás enfrentarte a tus fobias en condiciones si no
has aprendido antes qué son y cómo funcionan. Para afrontarlas es
fundamental disponer de buena información como la que has conocido, tanto
para comprenderlas como para aceptar que nuestro problema es este y no otro
distinto, ya que concentrar nuestros recursos en otro problema distinto o no
hacerlo en condiciones, conseguiría alimentar pensamientos ansiosos que
podrían hacer más grande este problema y crear nuevos temores.
Por ello espero que, llegado a este punto, hayas aceptado tu situación. Te
aconsejo que, si no es así, pruebes a repasar los capítulos anteriores
identificando tu realidad y problema, así como las posibles causas que te han
llevado a padecer estos temores limitantes. Solo una vez hayas identificado el
problema, podrás comenzar a tratarlo como debes.
Como bien sabes ahora, el problema por el cual nacen y se mantienen las
fobias está en ese registro negativo que se almacenó en nuestra memoria
emocional llamada hipocampo. Por desgracia no somos computadoras, y
eliminar esa asociación errónea de estímulo-peligro no es tan sencillo como
identificarlo, seleccionarlo y mandarlo a la papelera de reciclaje.
La manera de superar la fobia requerirá de mucha más acción y constancia,
no será siempre sencillo y nos hará experimentar niveles altos de ansiedad y
angustia. En ocasiones, pueden ser tan altos de derivar o acercarnos a una de
esas terroríficas crisis de pánico, pero te aseguro que el trabajo merecerá la
pena ya que, pasado un tiempo (ya sean meses o semanas), podrás exponerte
a esas situaciones que condicionaban tu vida sin ningún tipo de reacción
ansiosa.
Tratando el problema en condiciones, exponiéndote a él, llegará el día en que
conseguirás restarle importancia y eliminar esa etiqueta de amenaza asociada
a ese tipo de experiencias, habrás conseguido el objetivo final de cualquier
terapia contra las fobias: normalizar ese tipo de situaciones para que dejen de
controlar tu vida.
Tratamientos para afrontar las fobias
La necesidad de terapia o tratamiento va de la mano de cuanto condicione y
limite nuestra vida esa manera ansiosa de reaccionar ante este tipo de
situaciones.
Cuando nuestra reacción a esos miedos irracionales nos limite, se hará más
necesario afrontar el problema para poder disfrutar de una vida en
condiciones, y es entonces cuando es indispensable descubrir soluciones y
herramientas que nos ayuden a superar estas dificultades.
Para entenderlo mejor he pensado exponer un tipo de fobia que conozco muy
de cerca, ya que mi novia Vicky la sufre desde niña. En su caso ella tiene
fobia a las plumas, un temor del todo ilógico e irracional tanto para mí como
para ella, pero un miedo que le hace reaccionar con auténtico pánico cuando
un pájaro o una pluma se cruzan en su camino.
El mayor peligro que supone que ella sufra esta fobia está en que existen
situaciones en las que de dejarse llevar por el pánico, su seguridad – y a veces
también la mía - podría correr peligro. Así ocurre cuando por ejemplo
conducimos y un pájaro se acerca desafiante contra nuestro coche. Si
conduzco yo, los gritos me sobresaltan y podría provocar un accidente. Si
conduce ella, mejor no pensar lo que podría llegar a pasar…
Pero por el resto esta fobia no supone ningún problema mayor, ya que son
muy escasas las ocasiones en que un ave se cruza en su camino y puede llevar
una vida totalmente normal y sin limitaciones, realidad por la cual nunca ha
intentado tratar de superar este temor irracional, ni tampoco descubrir cuál
fue la situación original que desencadenó todo. Debido a ello ambos podemos
convivir con total naturalidad con esta fobia, aunque yo tenga que tener algo
más de cuidado cuando nos acercamos a una carretera y se pueden observar
palomas cerca, ya que su instinto de supervivencia podría reaccionar de una
manera tan automática que, en caso de necesidad y con tal de salvarse,
debería controlar no me lanzase a mí a la carretera para intentar protegerse.
Pero, ¿cómo sería su vida si en lugar de temer a los animales con plumas o a
las plumas, su miedo estuviese orientado a la gente en general, a los espacios
públicos o a elementos tan cotidianos como subir a un autobús, a un ascensor
o a un coche?
Es fácil comprender que si su miedo irracional tuviese que ver con un
elemento cotidiano, tanto su vida como la mía se verían muy limitadas.
Volviendo al modo de tratar y superar estas fobias, es importante entender
que normalmente las primeras intenciones de toda terapia se encaminan en
reducir los síntomas de la ansiedad y la limitación que nos provoca esta
reacción. Tras ello, una vez aprendemos a convivir de una manera menos
evitativa y menos reactiva, podremos ir analizando los motivos que
originaron esos miedos irracionales y mantienen la ansiedad en nosotros, y
todo aquello que pueda estar relacionado con esta manera poco adaptativa de
afrontar este tipo de circunstancias.
Todas las terapias buscan mejorar nuestra salud física y emocional, aprender
a prevenir futuras fobias o recaídas y mejorar ese modo que tiene el paciente
de afrontar este tipo de situaciones, modificando esas creencias o vivencias
que están detrás del problema. Para ello en el tratamiento existirán acciones
más genéricas, acompañados de otras más específicas que tienen que ver con
las fobias o la manera en que la ansiedad se ha presentado.
Una vez estudiado el caso concreto, los métodos que han demostrado mayor
beneficio en el tratamiento de las fobias son las basadas en técnicas que
buscan ayudarnos a modificar nuestra conducta. Estas serían las más
recomendables:
 
Informar al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de
las fobias en particular: información útil, básica y práctica sobre los
mecanismos básicos, los síntomas y el modo en que se presentan,
relaciones entre pensamiento, emoción y acción o del funcionamiento de
la ansiedad en el organismo.
Identificación y eliminación de esos modos de actuar contraproducentes
como la evitación o la compulsión, utilizados por el paciente para
regular su ansiedad, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución,
sino al mantenimiento del problema. Mediante la evitación la persona
con fobias tiende a sentirse más cómoda y segura alejándose de este tipo
de situaciones, de esta manera intenta atraer esas situaciones contraria a
su vida y alejarse de las que le provocan fobia. No se da cuenta pero
actuando así cada vez su vida se ve más y más limitadas y su fobia –o la
reacción ansiosa que le provoca- cada vez es mayor, una limitación que
suele generalizarse a muchos aspectos y situaciones, condicionando en
gran medida la vida de la persona; es por estoque se hace fundamental
atender y tratar las fobias en condiciones ya que de no hacerlo, un
pequeño miedo puede hacernos evitar muchos aspectos de la vida que
son importantes, haciendo nacer otros trastornos (como el TOC o la
ansiedad generalizada) y complicando mucho nuestra vida.
Desarrollo de herramientas personales para afrontar la ansiedad y las
crisis de pánico. Explicando y trabajando acciones como la respiración
diafragmática lenta o relajación muscular progresiva.
Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas. La acci ó n
principal y fundamental en el tratamiento y superación de toda fobia, un
tema que trataré más en detalle al final de este libro.
Normalización progresiva: para regularizar la reacción ansiosa a esos
estímulos que nos provocan fobia, se trabaja una serie de técnicas de
relajación que nos ayuden a enfrentarnos progresivamente a los
estímulos fóbicos a la vez que nos iremos exponiendo a ello notando
como la ansiedad poco a poco se reduce y la asociación estímulo-peligro
va desapareciendo.
Prevención de respuesta: actuar impidiendo y reconociendo nuestras
respuestas de evitación
Condicionamiento operante: El condicionamiento operante es una
forma de enseñanza, mediante la cual un sujeto tiene más probabilidades
de repetir las formas de conducta que conllevan consecuencias positivas.
Con respecto a las fobias, el paciente observa a otra persona, que se
enfrenta a las situaciones que él teme sin sufrir consecuencias
desagradables. Después progresivamente y con ayuda del terapeuta
tratará de emitir respuestas adaptativas a la situación, a pesar de que
note cierto grado de ansiedad.
Medicación: En el tratamiento de las fobias simples no se aconseja el
uso de psicofármacos excepto cuando el médico lo considere oportuno.
Uso de materiales de autoayuda: como complemento de la terapia o
soporte de las tareas para casa, el uso de meditaciones guiadas, libros
como este que ahora lees, o todo aquello que el terapeuta considere
oportuno, ayudará a concienciarse y reeducar esos aspectos limitantes
que provocan la fobia.
Estos son algunos de los métodos más oportunos y utilizados en el
tratamiento de las fobias, pero ha de tenerse en cuenta que estos trastornos
pueden venir acompañados de otros problemas que pueden necesitar de una
atención distinta o complementario.
 
Deja de evitar la vida que deseas
“Aprendí que el valor no es la ausencia de miedo sino el triunfo sobre él. “
- Nelson Mandela
Para conseguir poner fin a la ansiedad que nos generan nuestras fobias,
deberemos afrontar nuestros temores irracionales; esforzarnos a nivel
psicológico, emocional y realizar cambios en nuestra conducta para poder
hacer frente a esas situaciones que nos generan pánico y sentir que no tiene
sentido seguir dominados por ello. 
Una de las respuestas más comunes ante una situación que nos causa una
ansiedad elevada, es la evitación, una práctica que deberemos eliminar si
queremos conseguir un triunfo sobre nuestros miedos.
La evitación sería la respuesta de huida ante una situación supuestamente
amenazante, una reacción que implica evitar el estímulo (incluso antes de que
aparezca) para así evitar también el malestar que podemos sentir. Esquivando
estas situaciones, eso que tanto tememos no ocurrirá, por lo que nos
sentiremos más seguros y protegidos, una reacción que consideramos válida
cuando interiorizamos y llegamos a creer que no somos capaces de dar
respuesta a ese peligro con el que debemos enfrentarnos. Una reacción que no
es cierta ni válida cuando se trata de responder a nuestros miedos
irracionales.
Para comprenderlo mejor podrías responder a estas preguntas (o mejor aún a
esas que puedan tener que ver con tu propia fobia): ¿Qué ocurre cuando
evitamos cualquier reunión o conversación social a causa de nuestros
temores? O ¿Qué sucede cuando la evitación supone dejar de salir a la calle
para así evitar esos peligros que creemos existen fuera? o ¿Cuando nos
alejamos de cualquier elemento o estímulo que tenga que ver con nuestros
temores irracionales como puede ser conducir, subir a un avión, a un ascensor
o algo tan poco peligroso como lavar un cuchillo o acudir al médico?
La respuesta es sencilla y seguramente la conoces si has convivido o
convives con algún tipo de fobia. Lo que ocurre es que nuestro mundo se
hace cada vez más pequeño y limitado, sucede que cuanto más tenga que ver
ese temor irracional con elementos importantes de nuestra vida, más difícil y
angustiosa se hace nuestra realidad.
Todos deberíamos diferenciar el miedo racional y lógico, un temor adaptativo
que nos ayuda a sobrevivir; de esos miedos irracionales y excesivos que han
podido nacer en nuestra vida en forma de fobias. Estas fobias nos pueden
hacer reaccionar de la misma manera, con la misma o mayor ansiedad que un
temor lógico, pero lejos de ayudarnos a disfrutar de una vida mejor consiguen
lo contrario, y este es el motivo por el que debemos responsabilizarnos para
afrontar y superar estas fobias, una posibilidad más sencilla cuanto antes
decidamos empezar a tratarlas.
A estas alturas del libro espero que hayas comprendido las razones y motivos
que ponen lógica a lo irracional de tus fobias, una información que espero te
haya servido para que comprendas tu caso y entiendas cómo puedes
comenzar a cambiar el modo en que reaccionas a tus miedos, un cambio en tu
manera de reaccionar que espero ayudarte a conseguir en esta última sección.
Tu mente está bien, tu cuerpo está bien e incluso el mundo a tu alrededor
funciona de manera perfecta. El problema no eres tú ni esas situaciones, el
único problema está en ese registro defectuoso que existe en tu memoria
emocional, esa manera en que vives y sientes esas situaciones que te generan
pánico. Una asociación que puedes empezar a cambiar si decides enfrentarte
poco a poco a tus temores y cambiar la manera en que los sientes.
La teoría de la exposición a las fobias
Como sabes, nuestro cerebro y memoria emocional –el hipocampo- registra
los sucesos o experiencias traumáticas o peligrosas asociando la palabra
peligro a este tipo de elementos. Una vez el registro situación-peligro es
almacenado, la reacción ansiosa se hace exagerada y automática,
especialmente cuando nos topamos con ese tipo de estímulos. Reaccionamos
con fobia, y el modo de superarla comprenderá un constante trabajo (sobre
todo emocional) en el que podamos eliminar esa etiqueta de peligro a este
estímulo fóbico.
Para conseguirlo, la técnica de exposición es la más usada y con mejores
resultados. Un tratamiento con el que intentaré ayudarte a comprender
primero y después a que sepas ponerlo en práctica en tu día a día.
Si te es complicado realizar estos ejercicios de exposición debido a la alta
ansiedad que te provoca, la mejor recomendación es que acudas a un médico
o terapeuta que te ayude a identificar el mejor modo de realizar este
acercamiento.
Ten en cuenta que no todos sufrimos las mismas fobias ni tampoco en la
misma intensidad.
La exposición se basa en que la persona pueda acercarse gradualmente, de
menos a más, a ese estímulo o vivencia que provoca su reacción fóbica. Es
importante recalcar que la exposición debe hacerse siempre de manera
gradual para que el impacto emocional no sea tan fuerte, para que la persona
no evite ese tipo de situaciones y que, poco a poco, se consiga normalizar. Si,
por ejemplo, una persona tiene fobia a los perros, su exposición inicial puede
ser observar fotos de perros. Más tarde, añadir una a su fondo de pantalla,
escucharlos o verlos desde la distancia. Poco a poco podrá acercarse a un
cachorro, acariciarlo, y seguir exponiéndose a su fobia hasta que esta
exposición actúe a nivel emocional modificando ese registro desmesurado
que asociaba este tipo de animales con una peligrosa amenaza para su vida.
El objetivo final es normalizar esa reacción al estímulo. Entenderlo como
algo normal y no como un elemento peligroso. De allí la importancia de
acercarnos poco a poco a él, hasta introducirlo de alguna manera positiva en
nuestro día a

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