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MAJONE - Evidencia argumentacion y persuason en la formulacion de politicas

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Traducci6n de 
EDUARDO L. SUAREZ 
Revisi6n tecnica de 
ADOLFO DERAS QUINONES 
GIANDOMENICO MAJONE 
Evidencia, argumentaci6n y persuasiOn 
en la formulaci6n de polfticas 
Estudio introductorio de 
LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA 
COLEGIO NACIONAL DE CIENCIAS POL1TICAS 
Y ADMINISTRACI6N PUBLICA, A. C. 
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA 
FONDO DE CULTURA ECON6MICA 
MEXICO 
INDICE GENERAL 
Prefacio . . . 9 
Introducci6n 13 
I. Analisis de las politicas y deliberaci6n publica . 35 
Institucionalizar la discusi6n . . . . . . . . . 36 
La funci6n argumentativa del analisis de las polfticas 41 
Argumentaci6n y evaluaci6n . ·. . . 43 
El u decisionismo" . . . . . . . . . . . 46 
Las limitaciones del decisionismo . 50 
II. El analisis como argunzento . . . . . 57 
El establecimiento de normas . . . 59 
El descubrimiento y la justificaci6n . . 65 
La defensa . . . . . . . . . 7 0 
La asesorfa y la persuasi6n 7 4 
III. El analisis como arte . . . . 80 
El analista como artesano . 82 
Datos, informaci6n, evidencias 84 
Trampas y falacias . . . . . . . 90 
Las tram pas del analisis . . . . . . . . . . . . . . . 94 
Datos e informaci6n, 96; Herramientas y metodos, 1 00; Evi-
dencia y argumento, 103; Conclusiones, 104. 
Criterios de adecuaci6n . . . . 106 
IV. Argumentos de la factibilidad . . . . . 109 
Restricciones e imposibilidades . . . 110 
La factibilidad y las soluciones de 6ptimo condicio-
nado. . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 
La factibilidad polftica . . . . . . . . . . . . . . . . 119 
Una taxonomfa de las restricciones . . . . . . . . . 122 
Restricciones objetivas y autoimpuestas, 123; Metas y restric-
ciones, 125; Restricciones de corto y largo plazos, 127. 
Restricciones y seudorrestricciones . . . . . 130 
Los usos de la restricci6n. . . . . . . . . . . . 133 
V. El cambio de las restricciones institucionales 136 
Las ventajas del procedimiento indirecto . 137 
239 
240 fNDICE GENERAL 
Analisis del cambio institucional . . . . . . . . 141 
Un caso de cambio institucional . . . . . . . . . 146 
VI. La elecci6n entre instrumentos de poUticas: El caso 
del control de la contaminaci6n . . . . 159 
La importancia del contexto . . . . . . 161 
Instrumentos de la polftica ambiental . 163 
Cobros contra normas . . . . . . . . . 170 
Los cobros por descargas en la practica. . 176 
La elecci6n de los instrumentos de polfticas 185 
VII. El desarrollo de las poUticas 190 
Polfticas y metapolfticas 191 
El nucleo y la periferia . . . 195 
Algunos ejemplos . . . . . 200 
El espacio de las polfticas 204 
La innovaci6n conceptual y el desarrollo de las po-
lfticas . . . . . . . . . . . . . . . 207 
VIII. Evaluaci6n y responsabilidad . 214 
La evaluaci6n multiple . . . . 215 
Los papeles de la evaluaci6n . 217 
Los modos de evaluaci6n 219 
La evaluaci6n y el control 222 
La responsabilidad . 225 
fndice analltico . . . . . . 233 
Este libro se termin6 de imprimir en mayo de 1997 en los talleres de Im-
presora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (IEPSA), Calz. de San Lo-
renzo, 244; 09830 Mexico, D. F. En su composici6n, parada en el Taller de 1 
Composici6n del FCE, se emplearon tipos Aster de 12, 10:12, 9:11 Y 8:9 pun- ~~~ 
tos. La edici6n, de 2 000 ejemplares, estuvo al cuidado de Ruben Hurtado LOpez. 
I. ANALISIS DE LAS POLITICAS 
Y DELIBERACION PUBLICA 
COMO lo saben muy bien los politicos -y con1o los cientfficos 
sociales olvidan con demasiada frecuencia-, la politica pu-
blica esta hecha de palabras. En forma escrita u oral, la argu-
mentaci6n es esencial en todas las etapas del proceso de for-
mulaci6n de polfticas. Hay discusi6n en toda organizaci6n, 
privada o publica, y en todo sisten1a politico, incluso en una 
dictadura; pero se encuentra tanto en la base de la polftica y 
de la polftica democratica, que se ha llamado a la den1ocracia 
un sistema de gobierno n1ediante la discusi6n. Los partidos 
politicos, el electorado, la legislatura, el ejecutivo, los tribuna-
les, los medics de difusi6n, los grupos de interes y los exper-
tos independientes intervienen en un proceso continuo de 
debate y mutua persuasi6n. 
Este proceso, tal como lo han descrito los te6ricos liberales 
desde John Stuart Milly Walter Bagehot hasta lord Lindsay 
y Ernest Barker, se inicia con la expresi6n de preocupaciones 
generales y tern1ina en decisiones concretas. Cada etapa de la 
deliberaci6n tiene su propia funci6n y su propio 6rgano. Las 
partes exponen problemas y formulan soluciones; el electora-
do analiza progratnas y candidates, y se expresa mayoritaria-
mente en favor de uno de ellos; la mayorfa legislativa traduce 
los programas en leyes, en un debate constante con la oposi-
ci6n; por ultimo, la discusi6n se traslada al jefe del ejecutivo y 
el gabinete, donde se traduce en polfticas especfficas. Cada 
una de las etapas y cada uno de los 6rganos de la deliberaci6n 
publica es independiente, pero s6lo dentro de los limites del 
proceso y como parte de.este: ulo que es libre y soberano es 
todo el proceso de discusi6n" .1 
Este es un modelo idealizado de la elaboraci6n democnlti-
ca de las polfticas que no tiene en cuenta la acci6n del poder y 
I Ernest Barker, Reflections on Government, Oxford University Press, 
Nueva York, 1958, p. 37. 
35 
36 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
la influencia, la distribuci6n desigual del conocimiento, el 
bajo nivel de participaci6n ciudadana activa y muchos otros 
factores que figuran pron1inentemente en IC;is teorfas n1oder-
nas de la polftica publica. Sin embargo, este modelo pone de 
relieve algo que dichas teorfas han pasado por alto: el extraor-
dinario potencial de la persuasion y la centralidad de la dis-
cusion bilateral para la democracia.2 
Todo politico entiende que se requieren argumentos no solo 
para aclarar su posicion respecto de un problema, sino tam-
bien para atraer mas simpatizantes. Aun cuando una polftica 
se explique 1nejor por las acciones de grupos que persiguen 
fines egofstas, quienes traten de justificarla deberan apelar al 
in teres publico y los n1eritos intelectuales del caso. 3 Es posi-
ble que se trate de meras racionalizaciones, pero incluso las 
racionalizaciones son importantes porque pasan a formar 
parte del discurso politico. Estaremos en gran desventaja si, 
olvidando el debate y la argumentacion, tratan1os -de en tender 
la elaboracion de politicas solo en terminos del poder, la in-
fluencia y el regateo. 
La argumentacion es el proceso fundamental que siguen 
los ciudadanos y los gobernantes para llegar a juicios morales 
y a la eleccion de polfticas. La discusion p(tblica moviliza el 
conocimiento, la experiencia y el in teres de muchas personas 
que centran su atencion en un numero lin1itado de proble-
n1as. Cada uno de los participantes se siente alentado para 
ajustar su vision de la realidad, e incluso para cambiar sus va-
lores, como resultado del proceso de la persuasion recfproca. 
En esta forma, la discusi6n puede producir resultados que 
estan mas alla de los metodos autoritarios 0 tecnocraticos de 
elaboracion de politicas. 
lNSTITUCIONALIZAR LA DISCUSION 
Sin embargo, este potencial extraordinario solo puede aprove-
charse con el auxilio de reglas y procedimientos apropiados. 
2 Charles E. Lindblom, Politics and Markets, Basic Books, Nueva York, 1977. 
3 John W. Kingdon, Agendas, Altematives, and Public Policies, Little, Brown, 
Boston, 1984, pp. 131-134. 
ANALISIS DE LAS POLiTICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 37 
El debate sin regulacion conduce con facilidad a la discusion 
interminable e incluso ala violencia. Un or.ganismo deliberan-
te que carece de organizacion puede padecer diversas pertur-
baciones, tales como el obstruccionismo. 
A fin de evitar o reducir estos peligros, en todos los regfme-
nes democniticos modernos se ha institucionalizado cuida-
dosamente la deliberacion publica. Los refinados c6digos 
procesales de la actualidad en los campos legislative, electo-
ral, administrative y judicial son el fruto de siglos de experien-
cia de lidiar con los problen1aspracticos de la deliberacion 
publica. El proposito general de estos procedimientos es 
asegurar la exposici6n de un gran numero de opiniones sin 
obstruir el arribo a una conclusion. Su importancia es tal, que 
la historia del gobiemo democratico, en un sentido real, es la 
historia de los diversos procedimientos disefiados para insti-
tucionalizar y regular la deliberacion publica. 
Aunque las reglas del debate se han vuelto institucionales 
en los foros tradicionales de deliberaci6n publica, en los nue-
vos temas presentes en la arena de la discusion, como lase-
guridad nuclear, la evaluacion de la tecnologfa y la regulaci6n 
ambiental y sanitaria, todavfa no se establecen normas y pro-
cedimientos apropiados para la argumentacion. Una de las 
razones de la dificultad para institucionalizar el debate en 
estas y otras areas de la elaboracion de politicas es que los 
problemas discutidos raras veces son puramente tecnicos o 
puramente politicos. Con frecuencia son de un tipo que Alvin 
Weinberg ha llamado utranscientffico": cuestiones de hecho 
que pueden enunciarse en ellenguaje de la ciencia pero que, en 
principia o en la practica, es imposible que esta los resuelva.4 
Un ejemplo tipico de lo anterior es la determinaci6n de los 
efectos de la radiacion de bajo nivel sobre la salud. Se ha calcu-
lado que se requieren cerca de ocho mil millones de ratones 
para establecer, mediante una experimentaci6n directa al ni-
vel de confianza de 95%, si una dosis de radiacion de rayos X 
de 150 milirrems aumentarfa en 0.5% la mutacion espon-
tanea en los ratones. Las limitaciones de tiempo y recursos 
vuelven pnicticamente imposible tal experin1ento. De igual 
4 Alvin Weinberg, "Science and Trans-Science", en Minerva, 10, num. 2 
(abril de 1972), pp. 209-222. 
38 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
modo, la eleccion de una funcion de respuesta a la dosis para 
determinar la cantidad "virtualmente segura" de una sustancia 
t6xica debe considerarse por ahora como una cuesti6n trans-
cientffica. Existen literalmente miles de funciones matema-
ticas que se ajustan igualmente bien a los datos experimen-
tales, pero no hay todavfa ninguna base cientffica firme para 
escoger entre las diferentes posibilidades. Sin embargo, la 
elecci6n de una funcion particular tendra un efecto sustancial 
sobre las decisiones reguladoras. 
Cuando se intersecan la ciencia, la tecnologfa y la polftica 
entran en grave conflicto diferentes actitudes, perspectivas y 
reglas de la argumentacion. Los criterios cientfficos de ver-
dad chocan con las normas legales de las evidencias y con las 
nociones polfticas de lo que constituye una base suficiente 
para la acci6n. Las conclusiones facticas no se pueden sepa-
rar facilmente de consideraciones sobre la factibilidad de los 
supuestos del oponente y de su selecci6n de evidencias o de 
metodologfa. Y en virtud de que no parece existir ningun pro-
cedimiento objetivo para verificar las conclusiones del anali-
sis, la credibilidad del experto se vuelve tan importante como 
su capacidad. 
Cada vez en mayor medida, el debate publico acerca de las 
decisiones reguladoras, la seguridad nuclear, la evaluacion de 
la tecnologfa y otros problemas transcientfficos similares 
tiende a asemejarse a los procedimientos litigiosos de un tri-
bunal, pero con una diferencia importante: no existen reglas 
procesales generalmente aceptadas. Algunos participantes 
pueden aprovechar la relativa informalidad del proceso, pero 
los cientfficos consideran que incluso los procedimientos liti-
giosos codificados son inadecuados y ajenos a su tradicion. 
En la ciencia no se considera la credibilidad de un testigo, sino 
su competencia especffica -su capacidad para establecer la 
verdad cientffica-, algo que nose puede fincar confiablemen-
te mediante un litigio. Es por ello que existen diversas pro-
puestas para resolver disputas acerca de problemas cientf-
ficos que tienen implicaciones en las polfticas, mediante la 
cuidadosa disecci6n de un problema en sus componentes pu-
ramente tecnicos y los puramente politicos. Los expertos 
deberfan considerar solo los aspectos tecnicos y entregar sus 
ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 39 
evaluaciones al proceso politico para que en el se determine 
la respuesta polftica apropiada. 
Por ejemplo, el "tribunal cientffico" propuesto por Arthur 
Kantrowitz examinarfa y decidirfa solo las cuestiones del 
hecho cientffico. Una vez que las evidencias hayan sido presen-
tadas, cuestionadas y defendidas, el colegio de jueces (exper-
tos reputados en areas adyacentes al hecho en discusion) 
elaborarfa un informe en el que se destaquen los puntas de 
acuerdo alcanzados por sus integrantes. El informe podrfa 
sugerir tambien algunos proyectos especfficos de investi-
gaci6n para aclarar los puntas en los que no se haya logrado 
el acuerdo.s 
(.Pero c6mo se pueden separar los componentes politicos y 
los valorativos de los problemas que incluyan ambos? Y si las 
cuestiones transcientfficas no se ponen a consideracion del 
tribunal cientffico, (.para que utilizar un procedimiento semi-
judicial? Si la cuesti6n es indudablemente cientffica, debe-
rfan utilizarse los procedimientos de la ciencia antes que los 
semilegales. Cuando las controversias no pueden resolverse 
mediante el conocimiento cientffico ni con una investigaci6n 
que pueda realizarse con una rapidez y a un costo razonables, 
las respuestas no podran dejar de ser transcientfficas, en cuyo 
caso la mejor altemativa parece ser un procedimiento litigio-
so que incluya a expertos y generalistas.6 
La confrontaci6n dialectica entre generalistas y expertos 
frecuentemente logra revelar la existencia de supuestos implf-
citos, interpretaciones encontradas de los hechos y riesgos 
de los nuevas proyectos. Los expertos tecnicos muestran una 
natural parcialidad en la evaluacion de sus propuestas, y tien-
den a mostrarse escepticos sobre todas las evidencias de posi-
bles efectos negativos en mayor medida que alguien menos 
comprometido con ese proyecto particular. El supuesto ini-
cial es que la innovaci6n es lo que el innovador espera, sin 
consecuencias negativas que reduzcan el atractivo de su eje-
cucion practica. Por ejemplo, la toma de conciencia acerca de 
los peligros inherentes a la ingenieria nuclear en los Estados 
s Arthur Kantrowitz, "Proposal for an Institution for Scientific Judgement", 
en Science, 156, num. 3776 (12 de mayo de 1967), pp. 763-764. 
6 A. Weinberg, op. cit., pp. 214-216. 
40 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACION PUBLICA 
Unidos y Europa occidental en gran medida es efecto del de-
bate publico. Cuando se ha permitido el desarrollo de la tec-
nologfa nuclear de acuerdo con su propia l6gica, sin la res-
tricci6n de la critica y la preocupaci6n publicas, como ha 
ocurrido en la Uni6n Sovietica, se han establecido pocos de 
los elen1entos de seguridad (como los contenedores de los 
reactores de agua presurizada) que son ahora comunes en 
Occidente. 
Asf pues, no debe esperarse que los conocimientos tecnol6-
gicos conduzcan al descubrimiento de los riesgos inherentes 
y las implicaciones sociales de las nuevas tecnologfas. Existe 
ahara una gran necesidad de mejorar los metodos y las condi-
ciones del debate crftico y de institucionalizarlo a todos los 
niveles de la elaboraci6n de polfticas. En efecto, el deseo de 
elaborar metodos de investigaci6n crftica, adaptados al proceso 
de deliberaci6n publica, esta ligado al origen de la democracia. 
A partir de la practica de gobierno mediante la discusi6n en 
la ciudad-Estado, los griegos desarrollaron una tecnica ge-
neral del discurso crftico que llamaron dialectica. Este es un 
metoda de argumentaci6n que no se caracteriza tanto por la 
forn1a de razonamiento (aunque la discusi6n mediante pre-
guntas y respuestas lleg6 a considera1--se como su forma para-
digmatica) como por la naturaleza de sus premisas y el con-
texto social de sus aplicaciones. La l6gica y las matematicas 
parten de axion1as o deproposiciones deducidas de axiomas, 
mientras que las premisas de la dialectica son solo razonables. 
El punto de partida de un argumento dialectico no es un con-
junto de supuestos abstractos, sino de puntas de vista ya 
existentes en la comunidad; su conclusion no es una prueba 
formal, sino el entendimiento compartido del asunto en discu-
si6n; y mientras que las disciplinas cientfficas son formas 
especializadas del conocimiento solo al alcance de los exper-
tos, todos pueden utilizar la dialectica porque -como dijera 
Arist6teles- todos tenemos ocasion de criticar o defender un 
argun1ento. 
Para los griegos, la dialectica tiene tres usos principales. Pri-
mero, como metodo de examen critico de los fundamentos y 
los supuestos de las diversas disciplinas especializadas. Se-
gundo, como tecnica para defender las opiniones propias y 
ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 41 
procedimiento para adarar las cuestiones polemicas. Por ulti-
mo, como proceso educativo que transforma al hombre comun 
en un ciudadano informado y al especialista en una persona 
capaz de comunicarse con sus conciudadanos. 
Esta antigua noci6n de la dialectica es muy importante 
para nuestro examen del papel del analisis en la deliberacion 
publica. En efecto, parece captar los elementos esenciales de 
ese papel mucho mejor que los acostumbrados Iibras de tex-
to, los cuales nos presentan una caractefizacion estereotipada 
del analisis de las polfticas. Como la dialectica, este analisis 
parte de ordinaria de premisas razonables, con puntas de 
vista refutables y cambiantes, no de principios indiscutibles 
o hechos evidentes. Como la dialectica, no produce pruebas 
formales, sino solo argumentos persuasivos. El problema fun-
damental de dialecticos y analistas es el de basar las inferen-
cias razonables en valores u opiniones cuando no se dispone 
de hechos evidentes. Por ultimo, el analisis de politicas -como 
la dialectica- contribuye a la deliberacion publica mediante la 
crftica, la defensa y la educacion. Un buen analisis de polfti-
cas es algo mas que el mero examen de datos o un ejercicio 
de modelacion; tambien provee normas para la argumenta-
cion y una estructura intelectual para el discurso publico. 
Aun cuando no se acepten sus conclusiones, sus categorfas y 
su lenguaje, su crftica de los enfoques tradicionales y su de-
fensa de ideas nuevas afectan -e incluso condicionan- el 
debate de politicas. 
LA FUNCI6N ARGUMENTATIVA DEL ANALISIS DE LAS POLiTICAS 
El proposito de este libra es descubrir las implicaciones prin-
cipales de una concepcion dialectica del analisis de polfticas. 
Deseo desarrollar una sola idea: la noci6n de que, en un sis-
tema de gobierno que se gufa por la deliberacion publica, el 
analisis -aun el analisis profesional- tiene menos que ver 
con las tecnicas formales de soluci6n de problemas que con el 
proceso de argumentacion. 
La tarea de los analistas consiste, en gran parte, en la produc-
ci6n de evidencias y argumentos para el debate publico. Su 
42 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
aspecto argumentative fundamental es lo que distingue al 
analisis de politicas de las ciencias sociales acaden1icas, por 
una parte, y de las metodologfas para la solucion de proble-
mas, tales como la investigacion de operaciones, por otra. Los 
argumentos de los analistas pueden ser mas o menos tecnicos, 
mas o menos refinados, pero deben persuadir para que sean 
tornados en serio en los foros de deliberacion. Es por ello que 
los analistas -como los abogados, los politicos y otras perso-
nas que hacen un uso funcional del lenguaje- deben estar 
familiarizados con todos los problemas tecnicos dellenguaje, 
incluidos los retoricos.7 
La retorica es el arte de la persuasion, el estudio de todas 
las formas de hacer casas con palabras. Los atenienses solfan 
hacer sacrificios anuales ala diosa de la persuasion (Peito) 
como reconocimiento del poder extraordinario dellenguaje. 
En nuestros dfas se considera a menudo la persuasion como 
un uso meramente "racionalizador" o aun deshonesto de los 
argumentos; es propaganda, lavado de cerebra, manipulacion 
de la opinion publica. En efecto, la persuasion puede usarse 
en esas formas. Pero en el debate libre ]a persuasion es un in-
tercambio bilateral, un metodo de aprendizaje mutua n1ediante 
el discurso. El verdadero debate no solo permite que los par-
ticipantes defiendan sus intereses y opiniones, sino que tam-
bien, como consecuencia del proceso, los alierita a ajustar su 
vision de la realidad y aun a cambiar sus valores. 
Un argun1ento persuasivo no es una demostracion logica, 
pero no por ello se vuelve irracional o una mera racionaliza-
ci6n. La mayorfa de los juicios de valor se forn1an en el inter-
cambia persuasivo. Con1o lo ha sefialado Wayne C. Booth, el 
hecho de reducir la razon al calculo y la prueba logica acerca 
de cualquier cosa que no sea suficientemente importante para 
con1prometernos equivale a crear una imagen distorsiona-
da del mundo, con todos nuestros valores de un lado y todas 
nue:t~a~ facultades racionales del otro. 8 Dado que se requie-
ren JUICIOS de valor para decir cualquier cosa importante en la 
•1 Northrop Frye, Anatomy of Criticism, Princeton University Press 
Pnnceton, 1957, p. 331. ' 
~Modern Dogma and the Rhetoric ofAssent, University of Chicago Press, 
Chicago, 1974, p. 116. 
ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 43 
polftica publica, esta separacion artificial entre los valores Y 
la capacidad racional es una amenaza para todas las nociones 
de deliberacion publica y la eleccion de politicas defendibles. 
Como veremos en el capitulo siguiente, ni siquiera los ana-
listas tecnicos de politicas pueden prescindir de la persuasion. 
Por una parte, los hechos y los valores estan tan entrelazados 
en la elaboracion de politicas, que los argumentos facticos no 
apoyados por la persuasion rara vez desempefian un papel sig-
nificativo en el debate publico. Por otra parte, se requiere la 
persuasion para aumentar la posibilidad de que el consejo 
(asesoria) sea seguido asf como la disposicion de actuar sobre 
pruebas que no sean concluyentes. Parte esencial de la tarea 
del analista consiste en explicar y defender un plan de acci6n 
razonable cuando eloptimo teorico se desconoce o es practi-
camente inalcanzable. 
El analisis de factibilidad, que estudiaremos en el capitulo 
IV, es tal vez el mejor ejemplo de la interaccion necesaria que 
existe entre los argumentos empfricos y los persuasivos. El 
que se Begue a un entendimiento mutua es probablemente la 
contribucion mas importante que los analistas pueden hacer 
al debate publico. Sin embargo, el calculo de soluciones opti-
mas o mejores dentro de las restricciones dadas es solo la 
parte estatica del analisis de factibilidad; la parte dinamica y 
mas importante es el descubrimiento de instrumentos para 
expandir las fronteras de lo posible. Esto requiere tanto el 
analisis objetivo como la persuasion: lo posible depende a 
menudo de lo que el sistema politico considere justa o acep-
table. Muchas restricciones de las polfticas solo pueden flexi-
bilizarse cambiando las actitudes y los valores; como antes 
vimos, esto involucra siempre cierto grado de persuasion. 
ARGUMENTACI6N Y EVALUACI6N 
Los argumentos persuasivos desempefian un papel aun mas 
importante en el discurso evaluativo. Siempre que se conside-
ren nuevas criterios de evaluacion o una reforma de los anti-
guos, cada quien podra proponer nuevas criterios y recurrir ala 
persuasion para influir sabre los demas para que los acepten. 
44 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
La dificultad caracterfstica de la evaluaci6n de las polfticas 
es precisamente la diversidad de las normas admisibles. Los 
ciudadanos, los legisladores, los administradores, los jueces, 
los expertos y los medias de difusi6n aportan sus perspectivas y 
sus criterios particulares. Esta diversidad de puntas de vista 
es inevitable en una sociedad plural, pero tambienes necesa-
ria para la vitalidad de un sistema de gobiemo que se rige par 
la discusion. Sin embargo, como ha observado Northrop Frye 
en el contexto de la crftica literaria, no parece haber ninguna 
razon para que el mayor entendimiento de la politica al que 
contribuyen estas perspectivas separadas siga siendo perma-
nentemente invisible para los diferentes evaluadores, como lo 
es el atol6n de coral para el p6lipo. 
Tam bien deberia ser posible una evaluaci6n multiple de las 
politicas. Se reconocerfa asf la legitimidad de las diferentes 
perspectivas, pero tambien se tratarfa de alcanzar -hacien-
da que cada una de estas perspectivas cobre conciencia de las 
otras- un nivel de entendin1iento y apreciaci6n que sea alga 
mas que Ia suma de las evaluaciones separadas. No se trata 
de constntir un gran modelo que combine todas las perspecti-
vas parciales en un criteria general de lo que constituye una 
buena politica -un ((promedio ponderado", par decirlo asf, de 
la equidad, la eficacia, la legalidad y cualquier otro criteria im-
portante-, sino de contribuir a un entendimiento comun de 
las diversas perspectivas. 
En el capitulo VIII analizaremos en detalle la evaluacion. 
Aquf solo mencionare un aspecto: la evaluaci6n del analisis y 
otros tipos de la investigacion relacionados con las politicas. 
La evaluaci6n de los argumentos de polfticas, como la de los 
argumentos cientfficos o legales, supone ciertas formalidades. 
Cuando los problemas que se discuten requieren patrones de 
razonamiento complejos y grandes cantidades de informa-
cion cuya confiabilidad y relevancia es dudosa, cobra particu-
lar importancia un sistema de reglas explicitas sabre las prue-
bas. Un buen ejemplo es el derecho procesal aplicable a las 
pruebas, con sus precisas distinciones entre las pruebas de 
hechos, testimonios, declaraciones de ofdas, presunciones, 
interpretaciones y otras fuentes de informacion. 
En el capitulo III estableceremos varias distinciones (par 
ANALISIS DE LAS POLfTICAS Y DELIBERACION PUBLICA 45 
ejemplo, entre datos, informacion y evidencias) para facilitar 
la evaluacion de los argumentos sabre las polfticas. Podemos 
ilustrar la importancia de distinciones que suelen ser pasadas 
por alto en los analisis convencionales de las polfticas si nos 
referimos a las categorfas de "evidencia" y "argumentos". El 
argumento es la conexi6n de los datos y la informacion con 
las conclusiones del estudio, y su estruc~ura tfpica sera una 
mezcla compleja de afirmaciones de hechos y evaluaciones 
subjetivas. Junto con deducciones matematicas y l6gicas, ha-
bra tambien inferencias estadfsticas, empfricas y anal6gicas, 
referencias a opiniones de expertos, estin1aciones de benefi-
cios y costas y aclaraciones de diversas clases. Esta inevitable 
co1nplejidad vuelve imposible toda verificaci6n directa, sen-
cilia, del argumento: esta debera recurrir a diversos criterios 
que dependeran de los metodos analfticos empleados, de la 
credibilidad y robustez de las conclusiones y de ciertas con-
venciones sabre la adecuacion y la eficacia. 
La naturaleza de la evidencia resulta crucial en estq. clase 
de verificaci6n, ya que una evaluaci6n incorrecta de su vigor 
y pertinencia podrfa conducir a conclusiones err6neas. La 
evidencia no es lo n1ismo que los datos o la informacion. Es 
una informacion seleccionada de entre el conjunto disponible 
e introducida en cierto punta del argumento para persuadir a 
un auditorio particular de la verdad o falsedad de una afirma-
cion. La seleccion de datos o modelos poco apropiados, su 
introducci6n en un pun to inadecuado del argumento o la elec-
ci6n de un estilo de presentaci6n que no sea adecuado para el 
audi to rio al que se des tina podrfa destruir la eficacia de la in-
formacion utilizada con1o prueba, cualquiera que sea su valor 
cognoscitivo intrfnseco. Par tanto, los criterios utilizados en 
la evaluaci6n de la evidencia difieren de los utilizados en la 
evaluaci6n de los hechos. Los hechos pueden evaluarse en 
terminos de canones mas o menos objetivos, pero la eviden-
cia debe serlo de acuerdo con diversos factores peculiares de 
una situaci6n dada, tales como la naturaleza especffica del 
caso, el tipo de auditorio, las reglas establecidas para el efecto 
y la credibilidad del analista. 
Disciplinas como la historia y el derecho, que dependen de 
una informacion que no puede considerarse automaticamente 
46 ANALISIS DE LAS POLfTICAS Y DELIBERACION PUBLICA 
confiable o relevante, reconocen de manera explicita que las 
evidencias son una categoria conceptual autonoma. Tan1bien 
el analisis de polfticas abarca a menudo grandes cantidades de 
datos de confiabilidad e importancia dudosas, pero los proble-
mas de la evidencia no han recibido aqui la misn1a atencion. 
Por ejemplo, de acuerdo con una idea muy difundida entre 
los analistas, un buen modelo de politicas debe asemejarse en 
la mayor medida posible a los modelos formalizados de las 
ciencias tlduras" mas exitosas. En consecuencia, hay una peli-
grosa tendencia a considerar como hechos los productos de los 
modelos antes que como evidencias que habran de usarse en 
un argumento junto con otros datos e inforn1aci6n. Por esto, 
la documentaci6n de los modelos y las fuentes de datos se encuen-
tra en un estado increiblemente primitivo [ ... ].La mala docmnen-
taci6n hace imposible para cualquiera que no sea el autor del n1o-
delo, la reproducci6n de sus resultados y la verificaci6n de los 
efectos de ciertos cambios en cltnodelo. A veces, el constructor de 
un modelo lo patenta por razoncs comerciales. El cliente s6lo po-
dra ver los resultados, no los supuestos. 9 
Tan burda omision de las reglas mas elen1entales de la evi-
dencia es consecuencia directa de no reconocer el crucial 
aspecto argun1entativo del analisis de politicas. Esta omision 
puede explicarse a su vez por la adhesion de la mayorfa de los 
analistas a una n1etodologia mas preocupada por las deci-
siones que se tomen que por Ia forma co1no se tom en, o por su 
justificacion en los foros de deliberacion publica. 
EL "DECISIONISMo'' 
Se ha llamado decisionisrno a la in1agen que se encuentra detras 
de esta metodologfa, o sea, la "vision de un numero limitado de 
actores politicos que tratan de hacer elecciones calculadas en-
tre alternativas claramente concebidas".to Las elecciones de 
9 M~rtin Greenberger, Matthew A. Crenson y Brian L. Crissey, Models in 
the Poltc.~ Process, Russell Sage Foundation, Nueva York, 1976, p. 338. 
10 Judtth Shklar, "Decisionism", en C. J. Friedrich (comp.) Nomos vol 7 
Rational Decision, Atherton, Nueva York, 1964, pp. 3-17. ' ' · ' 
ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACION PUBLICA 47 
un actor se consideranin racionales si pueden explicarse co1no 
la seleccion del instrumento mas eficaz para alcanzar ciertos 
objetivos. Segun esta concepcion, el modelo econ6mico de 
eleccion es el paradigma apropiado para todos los problen1as 
de polfticas. 
Por ejemplo, un conocido libro de texto sobre analisis de 
polfticas advierte: HLa forma como deben hacerse las elec-
ciones -es decir, el problema de la distribucion de recursos 
escasos entre distintos fines- es el meollo de la ciencia eco-
n6mica y el ten1a de este libro11 .11 Pueden encontrarse afirma-
ciones sin1ilares en las obras de autores influyentes con1o 
Hitch, McKean, Enthoven y Quade.l2 
A fin de decidir racionalmente, el disenador de polfticas 
debe especificar sus objetivos, establecer los distintos medias 
por los que pueden alcanzarse, evaluar las consecuencias de 
cada altemativa y seleccionar la accion que n1aximice los be-
neficios netos. Siesta receta nos parece familiar es porque la 
estructura l6gica de las decisiones de asignacion de recursos es 
la misma independientemente de que quienes ton1en las de-
cisiones sean los consumidores individuales, los empresarios 
privados o los administradores y creadores de pollticas publi-
cas. Asi se explica el atractivo de una l6gica de eleccion gene-
ralizada que los decisionistas encuentrana la mano en la mi-
croeconomfa y la teoria de decisiones. Ademas, en virtud de 
que la l6gica de la eleccion ha sido mas estudiada en el con-
texte de las transacciones del mercado, algunos autores han 
sostenido que el objetivo principal del analisis de polfticas, si 
noes que el unico, es llevar los principios de la elecci6n racio-
nal de la esfera de las transacciones econ6micas privadas a la 
de la elaboraci6n de politicas. En efecto, la elaboraci6n racio-
nal de polfticas, la toma de decisiones, la solucion de proble-
mas y el analisis de politicas se vuelven casi 1a misn1a cos a. 
Por ejen1plo, la receta para maximizar los beneficios netos 
11 Edith Stokey y Richard Zeckhauser, A Primer for Policy Analysis, W. W. 
Norton, Nueva York, 1978, p. 22. 
12 Charles J. Hitch y Roland McKean, The Economics of Defense in the 
Nuclear Age, Harvard University Press, Cambddge, 1962; Alain C. Enthoven y 
K. Wayne Smith, How Much is Enough?, Harper and Row, Nueva York, 
1971; y E. S. Quade, Analysis for Public Decisions, 2" ed., North-Holland, 
Amsterdam. 1982. 
48 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
puede interpretarse como una descripcion de la elaboracion 
ideal de polfticas o como una receta para el analisis de polfti-
cas. La nocion subyacente de racionalidad es la misma en am-
bos casos: la racionalidad es la sublimacion de algo, la eleccion 
del medio mas adecuado para un fin determinado. 
La concepcion del analisis de polfticas como una teorfa de 
decisiones uagrandada" ejerce una atraccion intuitiva conside-
rable y provee un instrumento util para la formulacion de 
diversos problemas practices: si se debe utilizar cierta vacu-
na para contener una epidemia, donde se debe construir una 
presa o como se puede agilizar el trabajo de los bomberos en 
una ciudad grande. Noes sorprendente que estos ejemplos, u 
otros similares, sean los mas socorridos en los libros de texto 
convencionales. 
El enfoque decisionista se desarrollo durante la segunda 
Guerra Mundial, y a principios del decenio de 1950 recibio el 
impulso y la presentacion formal de la Rand Corporation y 
otras instituciones de investigacion ocupadas en el estudio de 
las polfticas. Se trata de un ~~compuesto conceptual" que incluye 
algunos elementos de investigaci6n de operaciones y ciencias 
administrativas, microeconomfa y teorfa de las decisiones 
y un poco de las ciencias sociales y del comportamiento. Hay 
una evoluci6n continua que va de los estudios de tiempos de 
guerra en los campos de la operaci6n militar, la logfstica y la 
tactica hasta las primeras aplicaciones industriales de los nue-
vas metodos cuantitativos, al analisis de sistemas y finalmen-
te al analisis de polfticas. La eficiencia tecnica como meta o 
criteria de eleccion ha sido sustituida por la eficiencia econo-
nlica, la que a su vez ha sido atemperada por consideraciones 
de equidad y viabilidad polftica. Pero todavfa puede recono-
cerse claramente el marco analftico original. 
Los primeros adeptos de este enfoque se decfan capaces de 
idear consejos utiles mediante la aplicacion del metodo cien-
tffico de analisis a los datos reunidos en las operaciones reales. 
En efecto, las situaciones analizadas por los investigadores de 
operaciones durante la guerra encajaban bien en el paradig-
Ina de las ciencias naturales. Las operaciones militares eran 
consideradas como muestra de una clase de situaciones re-
petitivas donde los modelos disefiados en respuesta a ejemplos 
ANALISIS DE LAS POLfTICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 49 
anteriores podfan ponerse a prueba en relacion con ejemplos 
posteriores, registrando los resultados obtenidos mientras 
se ponfan en practica las propuestas sugeridas para el mejora-
miento de las acciones y utilizando tales resultados para de-
tectar Ia declinacion de la validez del modelo a medida que 
cambiaba la situaci6n.B 
Una caracterfstica importante de los primeros estudios de 
las operaciones militares e industriales era una razonable 
claridad en la definicion del papel de los analistas y los toma-
dores de decisiones. A causa del secreta militar o industrial, 
el analisis se hacfa primordial o incluso exclusivamente para 
oficiales militares o administradores de alto nivel. El analista 
no tenfa que dirigirse a ningun auditorio fuera de aquella per-
sona o pequefio grupo de personas que, encargadas de tomar 
las decisiones, hubiesen ordenado el estudio. Podia suponer-
se sin dificultad que los problemas de con1unicaci6n y apli-
cacion correspondfan a una autoridad jerarquica bien defini-
da, la cual asegurarfa la legitimidad y proveerfa los criterios de 
calidad y eficacia. 
Sin embargo, para los afios sesenta habfa cambiado radi-
calmente la naturaleza de los problemas que estaban investi-
gando los analistas, asf como el contexte organizacional y po-
litico en el que operaban. Los problemas que reclamaban una 
atencion analftica se estaban volviendo mas grandes y com-
plejos. Cada vez eran mas importantes los aspectos estrate-
gicos que los tacticos, mientras que la incertidumbre subjeti-
va se consideraba de mas trascendencia que las regularidades 
estadfsticas postuladas en los modelos anteriores. AI mismo 
tiempo, el creciente papel del analisis en el debate publico sig-
nificaba que los analistas -que ya no eran discretos conse-
jeros del prfncipe, sino actores en un proceso politico donde 
no podfan separarse claramente la defensa y la persuasion del 
analisis objetivo- debfan prestar atenci6n a las cuestiones de 
equidad y factibilidad polftica. 
A principios de los setenta, la actividad profesional de los 
analistas ocupados de problemas publicos dejo de llamarse 
antilisis de sistemas y empezo a ser conocido como antilisis de 
13 Hylton Boothroyd, Articulate Intervention, Taylor and Francis, Londres, 
1978, p. 113. 
50 ANALISIS DE LAS POLfTICAS Y DELIBERACION PUBLICA 
politicas. Este cambia trataba de sugerir una sfntesis entre las 
l6gicas encontradas de la racionalidad econ6n1ica y la racio-
nalidad polftica. En la pnictica, dado que la politologfa pare-
cia incapaz de proveer un conjunto de conceptos y tecnicas 
analiticos comparable a la fuerte estructura normativa de la 
microeconomia, la mayorfa de los analistas de polfticas per-
manecieron firmemente leales a una metodologfa decisionista. 
LAS LIMITACIONES DEL DECISIONISMO 
Es posible que las limitaciones y los sesgos del enfoque deci-
sionista sean menos evidentes que sus meritos, pero afectan 
casi todos los aspectos de la ensefianza y la practica del anali-
sis de polfticas. Sin embargo, limitare mis observaciones cri-
tica~ a u~os cuantos puntas particularmente relevantes para 
la d1scus16n subsecuente. Con ello tratare de ilustrar la clase de 
problemas y argumentos que este enfoque tiende a excluir del 
analisis. 
Por principia de cuentas, el enfoque decisionista supone la 
existencia de un unico ton1ador de decisiones o un grupo que 
actua como una unidad, y no puede aplicarse directamente a 
situaciones en donde hay dos o mas actores con objetivos di-
ferentes. El modelo de elecci6n racional que se encuentra 
detras de este enfoque ha sido elaborado para un individuo 
que desea ser congruente y lo prueba en la forma con1o orde-
na sus preferencias y evalua las probabilidades de los eventos 
inciertos. Cuando intervienen varios individuos, el modelo no 
requiere que se pongan de acuerdo sabre sus ordenan1ientos 
Y evaluaciones; pueden ser racionales (es decir, congruentes) 
aunque sostengan opiniones divergentes. Si se requiere una 
decisi6n conjunta, tendn1n que resolver sus diferencias n1e-
diante procesos interactivos tales como la negociaci6n o la 
persuasi6n, acerca de los cuales el modelo no dice nada. 
Con mayor raz6n, esta metodologfa olvida los conflictos 
que surgen entre los intereses y puntas de vista de diversas 
agendas gubemamentales. Pero siempre que existan tales con-
flictos, surgiran interrogantes importantes acerca de los su-
puestos apropiados para el comportan1iento de otras agen-
ANALISIS DE LASPOLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
51 
cias publicas en la formulacion de polfticas por parte de cual-
quier agenda en particular. Como veremos en el ca~ft~lo VI, 
todos los instrumentos de pollticas estan en efecto hn11tados 
por consideraciones de gobierno y administracion. Por tanto, 
es importante que los formuladores de pollticas sepan cuales 
variables se encuentran efectivamente bajo su control Y en 
que medida, y en este sentido no resulta n1uy util un 1nodelo 
unitario de elaboraci6n de politicas. 
Otro supuesto fundamental es el de la inexistencia de una 
distinci6n esencial entre las politicas y las decisiones, de modo 
que todos los problemas sabre pollticas pueden ser analiza-
des en ellenguaje de la toma de decisiones. Pero, como ha 
sefialado Philip Selznick, 
~~ton1a de decisiones" es una de esas expresiones de moda que pue-
den oscurecer mas de lo que iluminan. Tiene un aire de importan-
cia de referenda a acontecimientos significativos, y su mero uso 
pa;ece sugerir que se ha aislado cientificamente algo defini.do. 
Pero las decisiones estan siempre con nosotro~, en todos los nlve-
les de Ia experiencia, en todos los organis1nos. Es posible que algun 
dia se establezcan en forma convincente las caracteristicas ge-
nerales de todas las elecciones ode todas las elecciones sociales. 
Pero todavia habria necesidad de distinguir lo mas trivial de lo 
menos trivial y, si hay algun orden en este fen6meno, tendn:ln que 
identificarse algunas clases de decisiones, relaciomindolas con los 
problemas o las situaciones espedficas de donde surgieron.
14 
En realidad, contra lo que suele creerse, la teoria de deci-
siones no se aplica a la toma de decisiones en general, sino 
solo a un tipo especial de situaciones de elecci6n. La decision 
de la teoria de decisiones es una elecci6n que debe hacerse en 
la situacion inmediata que confronta el tomador de decisio-
nes teniendo en cuenta las consecuencias probables de cada 
cur~o de acci6n posible en la situaci6n presente. Por ejen1plo, 
los beneficios futuros deben definirse en terminos de su eva-
luacion actual, aunque no exista ninguna razon para suponer 
que tal evaluaci6n coincidira con la evaluaci6n de los benefi-
cios en el futuro. 15 
14 Leadership in Administration, Harper and Row, Nueva York, 1964, p. 56. 
15 Amartya K. Sen, "Rational Fools: A Critique of the Behavioral Founda-
52 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
Cuando confronta una disyuntiva, el tomador de decisiones 
de la teorfa de decisiones escoge como si los beneficios de una 
opci6n fuesen mayores (o por lo menos iguales) a los benefi-
cios de la otra en Ia situaci6n actual. Como observa John 
Tukey, esta elecci6n no dice nada acerca del estado real de las 
cosas ni acerca de las consecuencias de actuar en otras situa-
ciones como si la alternativa escogida fuese la mejor entre las 
disponibles. Las decisiones de actuar en esta forma son inten-
tos de actuar lo mejor posible en situaciones especificas, de 
escoger sensatamente entre las alternativas disponibles)6 Los 
te6ricos de la decisi6n gustan de citar a Bias Pascal: il (aut 
parierJ il (aut choisir (es precise apostar, es preciso escoger), y 
los problemas relacionados con los juegos de azar han provis-
to el paradigma original de la teorfa de las probabilidades y 
su producto moderno: la teoria de decisiones. 
En la vida privada, tanto como en el campo de los negocios 
Y el del gobierno, surgen algunas situaciones donde los indi-
viduos escogen efectivamente bajo las condiciones previstas 
en la teorfa. Pero en n1uchas otras situaciones la teorfa no es 
particularmente util, ya sea en terminos prescriptivos odes-
criptivos. 
Por tanto, las decisiones importantes de polfticas son algo 
mas que simples esfuerzos por actuar de la mejor manera po-
sible en Ia situaci6n inmediata que afronta el elaborador de 
polfticas. Tales decisiones se toman luego de una deliberaci6n 
cuidadosa y se juzgan por sus efectos de largo plazo, antes 
que por sus consecuencias inmediatas. Una vez tomadas, las 
decisiones se n1antienen durante alg(In tiempo, Io que dota de 
direcci6n y consistencia a las diversas actividades guberna-
mentales. Como dice un antiguo asesor presidencial: 11La ma-
yorfa de las decisiones presidenciales son demasiado impor-
tantes y demasiado irrevocables como para que se tomen con 
apresuramiento cuando los hechos son inciertos, cuando las 
elecciones no estan claras o cuando las consecuencias de lar-
go aJcance no son tan facilmente distinguibles como las reac-
lions of Economic Theory", en Philosophy and Public Affairs, 6, num. 4 (vera-
no de 1977), pp. 317-344. 
, 
16 
John W. Tukey, "Conclusions Versus Decisions", en Technometrics, 2, 
num. 4 (noviembre de 1960), pp. 423-433. 
ANALISIS DE LAS POL1TICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 53 
ciones y los resultados inmediatos". 17 Lo que sefiala aquf 
Theodore Sorensen no son decisiones en el sentido de la teo-
ria de decisiones, sino juicios politicos que se discuten mas 
convenientemente en ellenguaje del discurso de los que des-
empefian funciones de asesorfa. . 
Una tercera limitaci6n del decisionismo es su preocupac16n 
exclusiva por los resultados y su falta de interes por los proce-
sos que los producen. En algunas situaciones se justifica esa 
falta de interes: si puede determinarse claramente lo correcto 
0 lo equitativo del resultado, a menudo carece de importancia 
la forma como se tome la decisi6n; s6lo los resultados cuen-
tan. Pero cuando las premisas facticas o valorativas son oscu-
ras cuando no existen criterios generalmente aceptados de lo 
jus~o, el procedimiento de toma de decisiones cobra una im-
portancia especial y no puede tratarsele como algo puramente 
instrumental. 
Incluso en el analisis de la decisi6n formal, el reconocimien-
to explfcito de la incertidumbre impone un alejamiento sus-
tancial de una orientaci6n estricta bacia los resultados. En 
condiciones de incertidumbre, diferentes alternativas corres-
ponden a diferentes distribuciones probabilfstica~ de l~s con-
secuencias, de modo que ya no se puede determ1nar In~qu.f­
vocamente cual es Ia decisi6n 6ptima. Por lo tanto, el cnteno 
habitual de racionalidad -seg(In el cual es racional una acci6n 
si puede explicarse como la elecci6n del mej~: me~io pa~a 
lograr un objetivo- es sustituido por una noc1on mas deb1l, 
la de la congruencia. El tomador de decisiones racionales ya 
noes en sentido estricto aquel que busca la optimaci6n. Todo 
Io que se requiere ahora, y todo lo que garant~:a el princi~io 
de la maximizaci6n esperada, es que la elecc1on sea consis-
tente con las evaluaciones del tomador de decisiones en lo 
tocante a la probabilidad y utilidad de las diversas consecuen-
cias.18 Adviertase que la congruencia es un criterio procesal, 
no un criterio sustantivo. 
La preocupaci6n exclusiva por los resultados es una limi-
17 Theodore C. Sorensen, Decision-Making in the White House, Columbia 
University Press, Nueva York, 1963, p. 30. . . 
ts Dennis W. Lindley, Making Decisions, Wiley-lnterscience, Nueva York, 
1971, p. 6. 
54 ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
taci6n grave del decisionismo, porque los procesos sociales 
rara vez tienen solo un valor instrun1ental para quienes par-
ticipan en ellos. En Ia 1nayoria de las areas de actividad social 
ulos procesos y las reglas que constituyen la empresa y de~ 
finen los papeles de sus participantes importan independien-
temente de cualquier 'estado final' identificable que se genere 
en ultima instancia. En muchos casas, en efecto, es el proceso 
mismo lo que in1porta mas para quienes en el participan" ,19 
Por ejemplo, con1o observara en cierta ocasion John Dew·ey, 
lomas importante de la votacion popular y la regia de la mayo-
ria no es el resultado efectivo de la eleccion del votante, sino 
el hecho de que el proceso electoral impone la utilizacion pre-
via de los metodos de discusion, consulta y persuasion, asf 
como la modificacion consiguiente de las opiniones para con-
ciliarel punto de vista de la minorfa.2o 
De nuevo, el conocimiento de los resultados, aunque puedan 
medirse con precision, muchas veces noes el tipo de informa-
cion que los ciudadanos y los diseiiadores de politicas en-
cuentran mas util. El mero conocimiento de que los resul-
tados son buenos o malos, sin conocer el proceso que los ha 
producido, no dice mucho a los tomadores de decisiones y a 
los crfticos acerca de lo que deben hacer. Como veremos en el 
capitulo VIII, el conocimiento del proceso es a 1nenudo esen-
cial para la evaluacion y el aprendizaje, ya que provee una 
informacion que casi seguramente estara ausente en la n1edi-
cion de los resultados. 
La utilidad del enfoque decisionista para quien toma deci-
siones publicas se ve limitada mas aun por el hecho de que 
en la polftica, como en el derecho (pero no en el mercado), 
las decisiones sien1pre deben justificarse. Los argumentos 
justificativos desempefian un papel importante en el debate 
de las polfticas, pero son ajenos al caracter del decisionisn1o. 
Esto se debe, en parte, al hecho de que las razones esgrimidas 
para justificar o explicar una decision frecuentetnente son 
diferentes de las motivaciones o las ~~preferencias reveladas" 
originales del tomador de decisiones, de modo que aparecen 
19 Lau~·enc~ ~· Tlibe, "Policy Science: Analysis or Ideology?", en Philosophv 
and Publtc Aftatrs, 2, num. 1 (otoflo de 1972), p. 83. . 
20 The Public and Its Problems, Holt, Nueva York, 1927, pp. 207-209. 
ANALISIS DE LAS POLITICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 55 
como meras racionalizaciones. Sin embargo, como veremos con 
mayor detalle en el capitulo siguiente, no es necesariamente 
deshonesto o una mera uracionalizacion" el uso de argumentos 
basados en consideraciones diferentes de los que condujeron 
ala adopcion de cierta posicion. No hay un procedimiento uni-
co para la construccion de un argumento: los datos y las prue-
bas pueden seleccionarse en diversas formas de entre la infor-
macion disponible, y existen diversos n1etodos para el analisis 
y ordenacion de los valores. No hay nada intrfnsecamente cen-
surable en la seleccion de la combinacion particular de datos, 
hechos, valores y metodos anal:i:ticos que parezca n1as apro-
piada para convencer a quienes tienen que aceptar o ejecutar 
la decision. Si los analistas no quieren o no pueden proveer 
tales justificaciones o explicaciones posteriores a la decision, 
quienes toman las decisiones no tendran mas remedio que 
buscar ayuda en otra parte. 
En virtud de que el decisionismo es una doctrina coherente, 
todas las limitaciones antes seiialadas -el supuesto de un uni-
co tomador de decisiones, la falta de interes por el proceso, la 
incapacidad para distinguir entre diversas clases de decisiones 
y para reconocer el papel del argumento y la persuasion en la 
toma de decisiones- estan estrechamente relacionadas. Su 
efecto combinado es la generacion de una version den1asiado 
intelectualizada del analisis de politicas, la cual destaca exce-
sivamente los aspectos mas tecnicos de un tema que en efecto 
deberfa ocuparse del proceso de las pollticas con1o un todo. 
Los decisionistas examinan los problemas de las politicas 
como si fuesen rompecabezas para los que sien1pre existen 
soluciones correctas si hay metas claras e informacion sufi-
ciente, y tales soluciones pueden encontrarse mediante ciertos 
calculos antes que por el ejercicio de la capacidad polftica. Par 
tanto, el disefio de politicas puede ser inteligente o racional 
s6lo si esta precedido por un analisis sistematico de las alter-
nativas con todas sus implicaciones. Segun esta concepci6n, 
la accion racional hace sien1pre dos cosas: elaborar un plan de 
accion y ponerlo en practica. Con1o dice Gilbert Ryle, se trata 
de hacer un poco de teorfa y luego un poco de practica. 21 
21 The Concept o/Mind, Barnes and Noble, Nueva York, 1949, p. 29. 
56 ANALISIS DE LAS POLiTICAS Y DELIBERACI6N PUBLICA 
Pero no hay duda de que es posible que el plan se trace bien 
y luego se ejecute de manera estupida. Ademas, de acuerdo 
con el supuesto original, si se quiere que tal proceso sea ra-
cional, el mismo proceso de planeacion tendrfa que ser prece-
dido por otro proceso de planeacion para planear. Esta regre-
sion infinita lleva al absurdo el principia de que, para que 
una decision o una politica sea inteligente, debe estar guiada 
por una operacion intelectual previa. Lo 11inteligente" no pue-
de definirse en terminos de lo 11intelectual", ni el {(saber c6mo" 
en terminos del "saber que". 22 
Qui en no tenga conocimientos de medicina no podra ser un 
buen cirujano, pero la excelencia quirurgica no es lo mismo 
que el conocimiento de la ciencia medica, ni es resultado di-
recto de tal conocimiento. AI igual que la cirugfa, la elabora-
cion de politicas y el asesoramiento de las polfticas son ejerci-
cios de capacidad, y no juzgamos la actuacion talentosa por 
la cantidad de informacion almacenada en la cabeza de quien 
actua, ni por la cantidad de planeacion formal. Mas bien, juz-
gamos la actuacion por ctiterios tales co1no la oportunidad y 
la atenci6n de los detalles, por la capacidad de reconocer los 
limites de lo posible, para sacar provecho de las limitaciones 
y para aprender de los errores propios, no solo por la capaci-
dad para mostrar lo que debe hacerse, sino para persuadir a la 
gente de que haga lo que el planeador sabe que debe hacerse. · 
Es posible que la limitacion mas grave de la concepcion de-
cisionista no lo constituya el hecho de que sea err6nea, sino 
de que ha generado un desequilibrio en la forma como pen-
samos acerca del disefio de las polfticas. En los capftulos si-
guientes trataremos de llegar a una concepcion mas realista 
de los usos del conocimiento y el analisis en la deliberacion de 
polfticas y en una mejor apreciaci6n de la capacidad necesaria 
para transformar las ideas en acciones. 
22Jbid., p. 32. 
II. EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
Los ANALISTAS de politicas de inclinaci6n d~cisionista desea-
rfan proyectar la imagen de personas que resuelven proble-
mas tecnicos, no partidistas, y que plantean al gobernante las 
opciones disponibles y evaluan sus consecuencias por medio 
de modelos matematicos u otras tecnicas objetivas de anali-
sis. AI analista solo le corresponde determinar el medio mas 
adecuado para alcanzar ciertas metas. Debe ser neutral en lo 
tocante a los fines, porque la discusion de metas y valores es 
inevitablemente subjetiva y acientffica. El analisis que aspire 
a ser objetivo y cientffico s6lo debera ocuparse de enunciados 
facticos. Por tanto, debe trazarse una distinci6n clara entre el 
analisis profesional de las polfticas y la defensa 0 la delibera-
ci6n de las polfticas. El analisis profesional de las polfticas co-
mienza s6lo despues de que se han estipulado los valores re-
levantes, ya sea por un gobernante autorizado o mediante la 
suma de las preferencias ciudadanas en el proceso polftico. 
Esta imagen del arte del analista es muy engafiosa. Quisiera 
sugerir una mas correcta. El analista de polfticas es un pro-
ductor de argumentos de las polfticas, mas semejante a un 
abogado -un especialista en argumentos legales- que a 
un ingeniero o un cientffico. Sus capacidades basicas no son 
algorftmicas, sino argumentativas: para examinar con espfritu 
crftico los supuestos, para producir y evaluar pruebas, para 
conservar muchos hilos en la mano, para buscar un argumento 
en muchas fuentes dispares, para comunicarse efectivamente. 
El analista reconoce que se requieren juicios de valor para decir 
algo importante en materia de polftica, juicios que deben ser 
explicados y justificados, y esta dispuesto a aplicar sus capaci-
dades en cualquier tema de interes para la discusi6n publica. 
La imagen del analista como solucionador de problemas es 
engafiosa porque las conclusiones del analisis de las polfticas 
casi nunca pueden probarse en forma rigurosa. Solo es posi-
ble una prueba demostrativa de que debe escogerse una alter-
S7 
58 EL ANALISISCOMO ARGUMENTO 
nativa particular en una situaci6n particular si se restringe 
artificialmente el contexto del problema de politica. Debe1nos 
suponer que no hay ningun desacuerdo en la formulacion del 
problema, ningun conflicto de valores e intereses, y que la so-
luci6n se ejecuta por sf sola de algun modo. El analista debe 
tener asimismo toda la informacion pertinente, inclusive un 
conocimiento completo de las preferencias actuales y futuras, 
asf como de todas las consecuencias de todas las opciones 
posibles. 
La imposibilidad de probar cual es la accion correcta en la 
mayorfa de las situaciones pnicticas debilita la credibilidad 
del analisis como soluci6n del problema, pero no implica que 
la informaci6n, la discusion y el argumento sean irrelevantes. 
Razonamos aun cuando no calculemos: fijando normas y for-
mulando problemas, presentando pruebas en pro y en contra 
de una propuesta, ofreciendo o rechazando crfticas. En todos 
estos casos, no demostramos: argumentamos. 
La argumentaci6n difiere de la demostracion formal en tres 
sentidos importantes. Primero, la demostraci6n es posible solo 
dentro de un sistema formalizado de axion1as y reglas de infe-
rencia. La argumentaci6n no parte de axiomas, sino de opinio-
nes, valores o puntas de vista refutables; utiliza inferencias 
l6gicas pero no se agota en sistemas deductivos de enuncia-
dos formales. En segundo lugar, una demostraclon trata de 
convencer a todos aquellos que cuentan con los conocin1ien-
tos tecnicos requeridos, mientras que la argumentacion se 
dirige siempre a un auditorio particular y trata de provocar o 
incrementar su adhesion a las tesis que se presentan para 
su consentimiento. Por ultimo, la argumentacion no trata de 
obtener un acuerdo puramente intelectual, sino de incitar ala 
acci6n, o por lo menos de crear una disposici6n para actuar 
en el motnento apropiado.l 
Se advertira que las caracterfsticas distintivas de la argu-
mentaci6n son precisan1ente las que distinguen al razona-
miento dialectico y retorico. Por tanto, cuando reconocemos 
que el analisis de las polfticas tiene menos que ver con la evi-
1 Chaim Perelman, The Realm o{Rhetoric, University of Notre Dame Press, 
Notre Dame, 1982, pp. 4-7. 
EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 59 
dencia y el calculo que con el proceso de argumentaci6n, en-
tramos en contacto con una antigua tradici6n filos6fica que 
no define la racionalidad en terminos instrumentales, sino 
como la capacidad de proveer razones aceptables para nues-
tras elecciones y acciones. Al restringir el papel de la raz6n al 
descubrimiento de los medias apropiados para fines dados, la 
racionalidad instrumental relega los valores, criterios, juicios 
y opiniones al dominio de lo in-acional o lo puramente subjeti-
vo. El analisis como argumento sostiene que este estrecha-
miento del discurso va en contra del meollo de un sistema de 
gobierno por la discusi6n. A fin de influir ~obre la deliber~cion 
publica en formas significativas, los a~ahstas deben ~~nrse a 
un conjunto de argumentos mas ampho que el perm1t1do por 
Ia metodologfa del decisionismo. 
Es cierto que los analistas de politicas recurren a menudo 
al discurso argumentative: debaten valores, cuestionan obje-
tivos, aceptan o rechazan supuestos y defienden o justifican 
cursos de acci6n sabre la base de pruebas que no son conclu-
yentes. Lo problematico de estas acciones no es su contenido, 
sino el hecho de que no se examinan, de modo que algunos 
aspectos cruciales del analisis escapan ala evaluaci6~ critic~. 
En este capitulo analizare algunos de los usos ret6ncos mas 
importantes del analisis de las polfticas. 
EL ESTABLECIMIENTO DE NORMAS 
En generaL se supone que la deliberaci6n y la politica publi-
cas se ocupan primordialmente del establecimiento de metas 
y de la determinacion de los n1edios necesario.s para. :u lo/gr~. 
En efecto, la funcion mas importante de la dehberaCIOI1 pubh-
ca y la elaboraci6n de politicas es la definici6n de las normas 
que determinan cuando debenin considerarse. c~ertas co_n-
diciones como problemas de polftica. Las condiciones obJe-
tivas rara vez son tan imperiosas y claras con1o para fijar la 
agenda de las pollticas o dictar la conceptuaci6n apropiada. 
En los afios cincuenta, el problema de la pobreza ocupaba un 
lugar secundario en la conciencia pt1blica estadunidense. En 
los sesenta, aunque la distribuci6n del ingreso cambi6 poco, 
60 EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
se convirti6 en una parte significativa de las politicas pu-
blicas.2 
Lo que habfa cambiado eran las actitudes y opiniones sobre 
la pobreza, asf como la creenda en la capacidad del gobierno 
para encontrar soluciones a los problemas sociales. Un ele-
mento nuevo, particularmente importante, era el surgimiento 
de un consenso intelectual acerca de las causas It estructura-
les" de la pobreza. Como dice Charles Murray: ~~El surgimien-
to de la concepci6n estructural del problema de la pobreza fue 
algo inesperado y n:ipido. A principios de 1962 nadie hablaba 
de la pobreza; para fines de 1963 era el tema de polftica inter-
na mas candente despues de los derechos civiles. Pero nose 
hablaba s6lo de la 1pobreza'. Ahora se debatfa la 'pobreza es-
tructural' ". 3 
Como vimos antes, en la concepci6n decisionista el analisis 
racional de las polfticas s6lo puede iniciarse una vez que se 
han determinado los valores relevantes por la autoridad com-
petente. En efecto, estos valores no son dados o constantes, 
sino que dependen del proceso de elaboraci6n de pollticas al 
que supuestamente deben guiar. Muchos de los problemas de 
los que se espera ahora que se ocupen los gobiernos democra-
ticos no eran considerados como problemas de polftica hace 
un siglo, o incluso hace pocos decenios. Han cambiado radi-
calmente las normas de tales problemas (como el del alivio de 
la pobreza extrema). Pero el proceso que ha generado estos 
cambios en las normas es el mismo proceso hist6rico que 
estas norm as han guiado. 4 
Lejos de esperar en actitud pasiva la estipulaci6n de los va-
lores publicos a los que habran de servir, los analistas e inves-
tigadores de polfticas participan a menudo profundamente en 
el proceso de fijad6n de las normas. Un ejemplo de ello es la 
aguerra" contra la pobreza del presidente Lyndon Johnson. 5 
Otro ejemplo es la innovad6n representada por las leyes para 
2 Joseph R. Gusfield, Drinking-Driving and the Symbolic Order, University 
of Chicago Press, Chicago, 1981, p. 4. 
3 Losing Ground, Basic Books, Nueva York, 1984, p. 27. 
4 Geoffrey Vickers, The Art of Judgment, Chapman and Hall, Londres, 1965, 
pp. 120-135. 
s Henry J. Aaron, Politics and the Professor, Brookings Institution, Wash-
ington, 1978, cap. II. 
EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 61 
el control de la contaminaci6n con metas y calendarios claros 
para su aplicaci6n, como la Ley de Aire Limpio de 1970 y la 
Ley Federal de Control de la Contaminaci6n Acuatica de 1972. 
Esta legislaci6n se vio significativamente influida por una teo-
rfa de la ll captura de agencias", segun la cual el vago lenguaje 
legal era una de las causas de que las empresas cooptaran a las 
agendas reguladoras. Para remediar este m~l se proponfan es-
tatutos que tuvieran metas claras, fijaran fechas precisas para 
su realizaci6n y facultaran a grupos ciudadanos para que de-
nundaran ante los tribunales a las agendas negligentes. 
Estas ideas aparederon en muchos libros de texto influyen-
tes y fueron finalmente adoptadas por el Congreso en laver-
si6n popular elaborada por algunos miembros de la organi-
zaci6n de Ralph Nader y otros impulsores de estas polfticas. 6 
El resultado final de los esfuerzos combinadas de investiga-
dores y activistas fue una revisi6n a fondo de las normas de 
protecci6n del ambiente y la salud. De acuerdo con las nuevas 
normas, la estructura tradicional de la regulaci6n -basada 
en una negociaci6n extraoficial con la industria, una debil apli-
caci6n por parte de las agencias gubernamentales y un alto 
grado de discredonalidad administrativa- resultabade pron-
to inadecuada y proclive ala corrupci6n. La respuesta legis-
lativa consisti6 en cambiar la regulaci6n descentralizada y 
el cumplimiento voluntario por ordenamientos legales a nivel 
nacional y de caracter obligatorio. 
Desde el punto de vista conceptual, puede distinguirse entre 
el establecimiento de normas y su uso, en la busqueda de so-
luciones que satisfagan la legislaci6n vigente. Esta distinci6n 
es analoga a la dicotomfa tradicional entre polftica y adminis-
traci6n, la cual se ha utilizado para apoyar la doctrina de que 
los lfderes politicos fijan las polfticas, mientras que los admi-
nistradores y los expertos deben encontrar los medios apropia-
dos para su implantaci6n. Pero no es verdad que las polfticas 
determinen todo hasta derto punto, mientras que la adminis-
traci6n se encarga de todo a partir de ese pun to: ambas interac-
tuan a lo largo de todo el proceso de elaboraci6n de polfticas. 
6 Alfred Marcus, "The Environmental Protection Agency", en James Q. 
Wilson (comp.), The Politics of Regulation, Basic Books, Nueva York, 1980, 
pp. 267-303. 
62 EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
En la practica resulta diffcil separar la elaboraci6n de polf-
ticas de la administraci6n, o el establecimiento de normas del 
uso de tales nom1as, en parte a causa del hecho de que los man-
datos legislativos son a menudo tan vagos, ambiguos o con-
tradictories que no hay patrones claros para su aplicaci6n 
por parte de administradores y expertos. Aun cuando loses-
tatutos traten de definir las metas con gran precision, como 
ocurri6 con la legislaci6n ambiental de principios de los afios 
setenta, los conocimientos tecnicos y cientfficos disponibles 
pueden ser insuficientes para indicar procedimientos que con-
duzcan inequfvocamente a las metas originales. En virtud de 
que la incertidumbre es tan generalizada en la elaboraci6n 
de polfticas, cuentan mucho los valores de los administradores 
y expertos; y eso nose puede evitar. 
Por tanto, al trazar la distinci6n conceptual entre la elabora-
ci6n de nonnas o de polfticas, por una parte, y el uso o admi-
nistraci6n de las normas, por la otra, debemos tener cuidado 
de evitar la idea de que las polfticas y la administraci6n ocu-
pan dos esferas completamente separadas o que son respon-
sabilidades de dos grupos de personas completamente distin-
tos. El establecimiento de normas no es una prerrogativa de 
los gobernantes de alto nivel ni los administradores o los ex-
pertos se ocupan s6lo de los medios. En efecto, como observa 
Charles W. Anderson, 
es probable que el papel real de los profesionales de las politicas 
en el gobierno contemponineo sea mas prescriptivo que instru-
mental. El profesionalismo significa e.n gran parte la fijaci6n de 
normas para la buena pnictica. La mayorfa de las profesiones 
de las polfticas son tales precisamente porque proveen normas 
para la politica publica. En campos tan diversos como la silvicul-
tura, la salud publica, la nutrici6n y el bienestar, la funci6n esen-
cial del experto es a menudo Ia de fijar criterios para la definicion 
de objetivos publicos y la evaluaci6n de los programas publicos.7 
Los expertos pueden desempefiar un papel importante en el 
establecimiento de normas para la politica publica aunque 
parezcan estar ocupandose de cuestiones puramente facticas. 
7 "The Place of Principles in Policy Analysis", en The American Political 
Science Review, 73, num. 3 (septiembre de 1979), p. 714. 
EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 63 
El ejemplo siguiente es t:lpico de un amplio conjunto de situa-
ciones que surgen en la to rna de decisiones de regulaci6n. 8 En 
1974, el Fondo de Defensa Ambiental pidi6 ala Agencia de 
Protecci6n Ambiental (Environmental Protection Agency, o 
EPA) que suspendiera y cancelara dos plaguicidas quimicos: 
Aldrin y Dieldrin (A-D). Durante las audiencias de cancelaci6n 
se puso en claro que no habia acuerdo sobre las normas que 
debian utilizarse para determinar su potencial de causar 
cancer. Los expertos de la Shell Chemical Company, el pro-
ductor de A-D, sostenian que debfan satisfacerse ciertos crite-
rios estrictos antes de que una sustancia pudiera considerarse 
carcin6gena. Los criterios defendidos por estos expertos in-
cluian criterios toxicol6gicos tradicionales, tales como el des-
arrollo de tumores en dos o mas especies animales expuestas 
ala sustancia en ellaboratorio, una prueba de que los tumores 
se relacionaran con la sustancia y la disponibilidad de datos que 
probasen la existencia de por lo menos un cancer humano. El 
argumento de la EPA en contra de A-D se basaba en criterios 
diferentes de la carcinogenesis. Segun los expertos de la agen-
cia, un carcin6geno es cualquier agente que incremente la in-
ducci6n de tumores en personas o animales, aunque sean be-
nignos; un agente carcin6geno puede identificarse mediante 
el analisis de experimentos en animales o sobre la base de es-
tudios epidemiol6gicos correctamente realizados, y toda sus-
tancia que produzca tumores en una especie animal en ensa-
yos correctamente realizados, debeni considerarse como agente 
de riesgo carcin6geno para el ser humano. 
Ninguno de estos conjuntos de criterios podria descartarse 
como poco razonable o contrario a las reglas de las pruebas 
cientificas. Por tanto, la elecci6n tendria que hacerse sobre 
bases no cientfficas. Al objetar el criteria de la Shell sobre des-
cubrir por lo menos un cancer humano inducido por A-D, los 
expertos de la EPA sostenian que, dado que las pruebas con 
animales eran suficientes para pronosticar un riesgo cance-
rigeno, resultaba eticamente injustificable esperar una de-
8 Puede encontrarse un amilisis amplio de estc ejemplo en Brendan 
Gillespie, Dave Eva y Ron Johnston, "Carcinogenic Risk Assesment in the 
United States and Great Britain: The Case of Aldrin/Dieldrin", en Social 
Studies of Science, 9 ( 1979), pp. 265-302. 
64 EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
mostraci6n de dafio humano. Tambien sosten:lan que una 
polftica prudente exigia que las pruebas positivas de tumores 
en una especie animal debian prevalecer sobre los resultados 
negativos en otras. 
AI defender criterios de prueba que se alejaban significa-
tivamente de los criterios toxicol6gicos mas ortodoxos, los 
expertos de la EPA estaban proponiendo en efecto normas 
nuevas para la politica publica aplicable al riesgo relacionado 
con el cancer, inclusive ciertos criterios sobre lo que debe cons-
tituir una prueba suficiente para las decisiones publicas. Es 
clara la ensefianza sugerida por este ejemplo y los anteriores. 
Los expertos -incluidos los analistas de politicas- se ocu-
pan a menudo de la fijaci6n de normas, en lugar de buscar 
soluciones que satisfagan las normas dadas. Los metodos 
empfricos no pueden ser atacados mientras no se llegue a un 
acuerdo sobre las normas, porque la naturaleza del problema 
depende de las normas que se adopten. Por tanto, la argu-
mentaci6n y la persuasion desempe~an el papel decisivo en la 
fijaci6n de normas y la definici6n de problemas. 
Como veremos con mayor detalle en el capitulo VIII, se lle-
ga a conclusiones similares en el caso de la evaluacion de las 
polfticas. La importancia alcanzada en los ultimos afios por 
la investigacion de la evaluacion revela que los analistas de las 
polfticas han llegado, finalmente, a entender que la presta-
ci6n eficaz de servicios publicos requiere algo mas que el des-
cubrimiento y la implantaci6n de un programa 6ptimo desde 
un punto de vista teorico. Es mas importante aun entender 
como se comporta efectivamente el programa, si logra lo que 
se busca y, en caso contrario, como puede mejorarse o can-
celarse. 
En general, se supone que estas son determinaciones pura-
mente empfricas en donde no hay elecciones de valores ni 
opiniones preconcebidas. En realidad, los valores y las opi-
niones cuentan mucho en la evaluacion, en parte por el hecho 
de que los resultados de la practica son intrfnsecamente ambi-
guos en circunstancias normales. Los datos son a menudo 
deficientes y los instrumentosde medicion resultan poco con-
fiables; ademas, son numerosas las causas del exito y el fraca-
so, y por lo general diferentes interesados tratan de destacar 
EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 65 
cierto subconjunto particular de causas. Por tanto, la evalua-
ci6n de un resultado particular depende de los supuestos y 
los criterios adoptados por el evaluador. Como dice Donald 
Campbell,9la profunda ambigiiedad de la praxis no puede eli-
minarse mejorando las tecnicas de medici6n y verificaci6n, 
pero sf puede describirse y aclararse en la argumentaci6n y la 
persuasi6n recfproca. 
EL DESCUBRIMIENTO Y LA JUSTIFICACI6N 
Cuando se analizan las decisiones de polfticas, o los procesos 
de decisi6n en general, conviene distinguir entre el procedi-
miento por el que se llega a una conclusi6n -el proceso de des-
cubrimiento- y el procedimiento por el que puede justificar-
se la conclusion, que es el proceso de justificaci6n. El proceso 
por el que se llega a una conclusi6n no aclara siempre si la 
conclusi6n es en efecto razonable o justificable. Por ejemplo, 
las motivaciones personales que guiaron al tomador de deci-
siones podrfan ser inadecuadas para explicar su decision a 
otros o para persuadirlos de que la pongan en practica. Si lla-
mamos motivaciones a las consideraciones que llevan a una 
persona a actuar, y razones a las consideraciones que pueden 
usarse en la comunicaci6n interpersonal, podriamos decir que 
no todas las motivaciones son necesariamente razones y no 
todas las razones funcionan como motivaciones.IO 
De igual modo, la forma como se descubre una soluci6n 
para un problema matematico o cientffico noes siempre -y 
ni siquiera de ordinaria- la forma en que la solucion se pre-
senta, justifica o defiende ante la comunidad de especialistas. 
Incluso en la soluci6n de problemas cientfficos, al mom~nto 
privado de la intuici6n debe seguir un proceso publico de jus-
tificaci6n y persuasion. · 
La distinci6n entre motivaciones y razones, o entre des-
cubrimicnto y justificacion, no es suficientemente apreciada 
. 9 "Experiments as Arguments", en Knowledge: Creation, Diffusion, Utiliza-
twn, 3, num. 3 (marzo de 1982), pp. 327-337. 
10 David P. Gauthier, Practical Reasoning, Oxford University Press, Oxford, 
1963, pp. 17~18. 
66 EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
por los analistas y otros estudiosos de la elaboracion de polfti-
cast pero su importancia ha sido claramente reconocida por 
los juristas y los filosofos de la ciencia. Consideremos el caso 
de un juez que emite un fallo sobre la base de su nocion subje-
tiva de lo justa, la intuicion de que cierta decisi6n seria con~ecta, 
al mismo tiempo que advierte que esta clase de consideracio-
nes no pueden justificar su determinaci6n. En consecuencia, 
el juez expresa su opini6n con las categorfas objetivas de la 
argumentaci6n jurfdica, y todas las eta pas posteriores del caso 
(una apelaci6n, por ejemplo) se basanin en la opinion publica-
cia, no en el proceso seguido efectivamente por el juez para lie-
gar ala conclusion. Tiene gran in teres metodol6gico el hecho 
de que la mayoria de los sistemas juridicos peru-titan que la 
opini6n donde se expresan las razones de una decisi6n ju-
dicial aparezca despues de esa decision, no antes. De igual 
modo, diferentes jueces podrfan estar de acuerdo sobre una 
decisi6n, pero no sobre la mejor forma de justificarla; en el 
sistema estadunidense se pern1ite que los jueces presenten 
sus posiciones en argumentaciones separadas. 
Tales reglas procesales parecenin absurdas a quien suponga 
que una opini6n judicial es una descripci6n fiel del proceso 
de decisi6n seguido por el juez para llegar a una conclusi6n. 
Pero si se toma la opini6n como un informe de los procedi-
mientos justificativos empleados por el juez, no habra ninguna 
dificultad para entender el empleo de conside.raciones jurfdi-
cas y l6gicas que quiza no hayan desempefiado ningun papel 
en el proceso real de la decisi6n.11 En efecto, la opinion del juez 
no es la premisa de un silogismo que concluye en la decisi6n, 
sino un procedimiento para incrementar la fuerza persuasiva 
de la decisi6n y aplicar un control racional sobre conclu-
siones que podrfan haber sido sugeridas por consideraciones 
no jurfdicas. 
Contra lo que pudiera hacernos creer el positivismo, los 
argumentos justificativos desen1pefian tambien un papel 
importante en la ciencia. Ahora se reconoce que los argumen-
tos cientfficos pretenden volver muy razonable y convincente 
una teoria, pero no pueden probarse de modo concluyente 
11 Richard A. Wasserstrom, The Judicial Decision, Stanford University 
Press, Stanford, 1961, p. 28. · 
EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 67 
por las matematicas o procedimientos inductivos. Como dice 
el ffsico John Ziman, los informes cientfficos uno son diarios 
ni peri6dicos que nos digan exactamente lo que ocurri6 en 
cierto laboratorio en un dfa particular. Mas bien, presentan 
una versi6n cuidadosamente espulgada de tales eventos y nos 
informan de lo que debiera ocurrir si tratasemos de repetir 
el experimento en las condiciones prescritas" .12 El informe d~} 
cientffico a sus colegas no es una exposici6n de lo que ocurno 
al realizar ciertas operaciones; mas bien, es un esfuerzo para 
convencerlos de que el mundo se comporta tal como ello 
ha concebido. Tras el momenta privado del descubrimiento 
lt debe venir la demostraci6n publica, el proceso deliberado de 
la persuasi6n. Por ello afirmo que un buen expelimento es una 
poderosa pieza ret6rica capaz de persuadir a la n1ente mas 
obstinada y esceptica de aceptar una idea nueva y, asl, hace 
una contlibuci6n positiva al saber general" .13 
Los argumentos justificativos desempefian un papel mas 
importante aun en la elaboraci6n de polfticas. En politica no 
basta nunca con la decisi6n, aunque sea una decisi6n correc-
ta. Las decisiones deben ser legitimadas, aceptadas y puestas 
en practica. Tras la elecci6n viene el proceso de justificacion, 
explicaci6n y persuasi6n. Tambien los gobernantes actuan a 
menudo impulsados por influencias externas o por la fuerza 
de sus convicciones personales. En tales casos se requieren 
argumentos posteriores ala decisi6n para dotarla de una base 
conceptual, para demostrar que encaja en el rnarco de la po-
lftica existente, para aumentar el asentimiento, para descu-
brir nuevas in1plicaciones y para adelantarse a las crfticas o 
con testarlas. 
Ademas, dado que las polfticas subsisten durante cierto 
tiempo, su apoyo politico debe ser renovado de continuo, y 
constanten1ente se necesitan argumentos nuevas para dotar a 
sus diferentes con1ponentes de la mayor coherencia interna 
posible y del ajuste rnas preciso a un ambiente siempre can:-
biante. El desarrollo de las politicas no consiste en tomar pn-
mero esta decisi6n y luego esta otra, paso a paso. Mas bien, 
como veremos en el capitulo VII, el proceso de desarrollo de 
12 Public Knowledge, Cambridge University Press, Cambridge, 1968, p. 35. 
13 Ibid., p. 36. 
68 EL ANALISIS COMO ARGUMENTO 
las politicas se gufa por un proceso intelectual paralelo de refi-
namiento y desarrollo de alguna idea de polftica original. 
Asf pues, los argumentos posteriores ala decision son indis-
pensables en la elaboracion de polfticas, pero siempre han 
sido descartados como intentos de aracionalizacion". En efec-
to, una de las crfticas recurrentes del analisis es que provee 
"racionalizaciones seudocientfficas" para posiciones determi-
nadas en terminos politicos o burocraticos. Por ejemplo, se 
decfa que Robert McNamara, ex secretario de la Defensa de 
los Estados Unidos, utilizaba uestudios que mostraban que la 
defensa pasiva era mas eficaz en costos que la defensa acti-
va ... como arm a contra los congresistas que deseaban [el mi-
sil antibalfstico ], aunque la oposici6n de McNamara al proyec-
to se basaba en otros factores".14 
Independientemente de que este alegato particular sea cier-
to o no, no es por fuerza deshonesto o meramente uraciona-
lizador" el uso de argumentos basados en consideraciones

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