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La deshumanización, un proceso por frenar
Amparo Carvacho 
Pamela Estrada 
 
Vicente García 
Javiera Ponce 
Alejandro Garavito 
 “Un ser que se acostumbra a todo; tal parece la mejor definición 
que puedo hacer del hombre” Fiódor Dostoyevski 
Levantarse, salir al trabajo, entregar resultados, volver y dormir. Este es la rutina que 
sufren millones de personas día a día. Dado el fuerte proceso de globalización, se ha 
iniciado una carrera de competencia entre países, de modo que hemos empezado a 
experimentar en las últimas décadas que nuestro foco de atención y preferencias se ha 
ido desplazando, priorizando el factor económico antes que el social. El problema se 
hace más profundo cuando este hecho se reproduce no solo a nivel macro, sino también 
a un nivel más reducido, a la persona o a la familia. Observemos que las metas de 
nuestros abuelos solían ser: educarse en aquello que uno ama, tener una familia, poder 
tener un techo y la comida de todos los días. Con el paso del tiempo cada vez más gente 
tuvo la suerte de poder cumplir estos objetivos, lográndolo a menor edad y en distinto 
orden. Sin embargo, esto causó que la competencia entre personas empezase a 
aumentar. Hoy en día somos formados bajo un horizonte centrado en tener éxito por 
sobre la competencia, se nos dice que siempre hay que cumplir y destacar, apuntando 
siempre a ser el número uno, pero, ¿a qué costo?, ¿es un proceso social sin final? 
En la actualidad, uno de los problemas que se nos presenta es que “las metas de 
nuestros abuelos” dejaron de ser eventos o circunstancias especiales, ahora son los 
números los que retomaron dicha importancia. Vivimos rodeado de ello y se está 
internalizado en nuestras vidas; una de las primeras veces que esto les sucede a los 
jóvenes es al intentar ingresar a la universidad con la tan problemática prueba de 
selección universitaria, PSU para Chile, SABER PRO para Colombia o la prueba 
universitaria para la educación superior pública para Bolivia, (observemos que es un 
problema generalizado). Una evaluación de formato estandarizado, que en teoría, mide 
los conocimientos de los jóvenes que desean ser parte de la educación terciaria, teniendo 
el problema que deshumaniza en tanto mide una capacidad horizontal, sin prever las 
diferencias del ser humano, ni sus cualidades como persona, sino exclusivamente, 
resultados cuantitativos o de memoria, pero no más allá. Estos exámenes establecen si 
la persona entra o no a una determinada carrera, en una determinada universidad, lo 
cual, en un gran porcentaje, determinará que tanta “deshumanización” vivirá a lo largo 
de la vida. 
Tal como Felipe Mora (2016) nos muestra, hay veces que la meritocracia puede sustituir 
la idea de la educación como un derecho a la persona como ser humano, dejando de 
lado las problemáticas raciales, o segregarías (genero, discapacidades, pobreza) que se 
hayan tenido que afrontar a lo largo de la vida. Generando así, un círculo vicioso sin fin 
para la deshumanización del ser. Pero ¿por qué ponerle tanta atención a la educación y 
que tiene que ver con la deshumanización? Hay dos procesos que expondremos en el 
actual artículo, uno de corto plazo y otro de largo plazo. El proceso de largo plazo, es 
aquel donde como sociedad, en algún momento del desarrollo entenderemos las 
prioridades de la vida, esforzándonos por la felicidad tanto individual como colectiva, 
como podemos observar, es un proceso bastante idealista, que tal vez nos lleve otros 
10.000 años llevar a cabo, ese fue el tiempo que nos llevó como sociedad el que fuese 
la clase media mayor que la clase que vivía en extrema pobreza (Kharas & Hamel, 2018). 
Antes de observar los procesos del corto plazo que podemos generar para efectuar un 
cambio, es necesario hacer explícita la relación entre la deshumanización y la educación 
para que el lector observe que es un problema por el que probablemente ha pasado y 
que lastimosamente, hemos normalizado. Primero, la educación nos hace más humanos, 
nos enseña valores, con lo que ayuda a evitar dicha problemática, segundo, nos brinda 
estabilidad y un ingreso, en tanto este último sea mayor, probablemente, no sentiremos 
la deshumanización que crece en el día a día, no obstante si hilamos delgado, 
observaremos que ya estamos sobre ella. 
El hecho que una persona sea o no tratada como tal, según su ingreso, nos muestra lo 
enferma que esta la sociedad hoy día, y los fuertes remedios que hay que preparar para 
que se mejore. Un ejemplo podrá hacer más explícita la relación. Un joven que nazca en 
Latinoamérica, si tiene la posibilidad de estudiar, no solo pasar por el colegio, sino 
también, por la universidad, tendrá un mayor ingreso, que aquel que no logre culminar 
sus estudios; esto hará que tenga planes de contingencia ante las siguientes situaciones: 
i) En caso de ser maltratado en la oficina, podrá renunciar, probablemente teniendo 
ahorros que puede emplear mientras busca un mejor trabajo, cosa que no podría hacer 
si viviese con un salario mínimo. ii) Ante sistemas de salud, puestos a disposición del 
libre mercado, de no poder contar con un doctor privado, lo más probable es que la 
persona: no sea atendida o sea atendida de manera tardía, y en el momento de estar 
siendo revisado por el doctor, que este tenga un tiempo mínimo que cumplir, no pudiendo 
realizar a cabalidad los exámenes necesarios para determinar el estado de salud de la 
persona en camilla. iii) La reincidencia del ciclo, si una persona no puede financiarle la 
educación a su hijo, por tener ingresos limitados, probablemente se repita una y otra vez 
la historia contada, en Colombia la probabilidad de la reproducción socioeconómica es 
del 70-80% gracias a este factor (Mora, 2016). Estos son solo tres ejemplos de los miles 
a los cuales se pueden ver enfrentadas las personas en el día a día. 
De esto trata la deshumanización de la persona, cuantificar lo que es cada uno, o peor 
aún, volver a todas las personas un número. Retomando el ejemplo ii y iii del anterior 
párrafo, el hecho que una persona para poder entrar a un hospital o a una universidad 
deba dar su número de identificación y de paso su número de cuenta bancaria, nos deja 
en claro que las raíces del sistema económico en el que vivimos se han profundizado de 
tal manera que debemos empezar a cambiar pequeñas cosas para llevarlo hacía un 
mejor camino. 
 Las preguntas clave son: ¿Qué se puede hacer?, ¿podemos detener este proceso 
social?, en caso que la deshumanización sea un sistema de dominación y control1, y 
teniendo en cuenta que ante una realidad dominada por personas que solo piensan en 
números y para convencerlos se requieren de argumentos similares ¿existen 
argumentos económicamente razonables para que el sistema cambie? 
Las respuestas, aunque complejas son positivas, hay mucho por hacer, se puede detener 
y si, existen argumentos razonables, empecemos desde, irónicamente, lo más sencillo, 
la última respuesta. No es extraño que hoy día las personas no sean felices, y que el 
proceso de deshumanización sea gran parte el responsable de esto. Ante este punto, las 
investigaciones de Luthans y Youssef (2007) muestran que un ambiente laboral positivo 
basado en la valoración de las personas y de su satisfacción laboral puede aportar entre 
un 4% y un 15% a mejora de los rendimientos laborales, siendo este solo uno de los 
tantos ejemplos de la economía del comportamiento que nos arrojan los mismos 
resultados, luego los incentivos económicos existen. 
Ahora podemos hablar del proceso de corto plazo, que es ese qué hacer ante la situación 
actual. Lo primero es la necesidad del autoliderazgo, “poseer el dominio de mí mismo, 
de mis pensamientos, de mis temores de mi mente y de mi espíritu”, teniendo claro que 
“La primera y más importante prioridad del líder es descubrir y cultivar sus buenas 
cualidades internas” (García, 2005), las cuales le danun valor excepcional a la persona, 
ayudando a que se reconozca como tal y deteniendo el proceso de deshumanización, 
evitando que cualquiera pase por encima de sí mismo. 
Lo segundo, es la necesidad de líderes valóricos que no repliquen los errores que se 
están cometiendo hoy día, teniendo en cuenta que “el único requisito para llegar a ser un 
buen líder es sencillamente la voluntad de querer serlo, ya que de allí parte la 
autoformación basada en la búsqueda personal de material que permita el conocimiento 
de las practicas inteligentes que desarrollaron los líderes que han logrado dejar huella y 
por otro lado la capacitación formal basada en seminarios, cursos y otros” (Granda, 
2014). Necesitamos líderes en la familia, en lo laboral y en la sociedad. Pero todo esto 
son pasos, si queremos desenvolvernos como líderes, primero debemos tener en cuenta 
que “cualesquiera sean las metas que nos fijemos o nos pongan en la vida, [nuestro 
objetivo como líderes] es luchar por la consecución de estas, pero siempre considerando 
como personas a quienes están a nuestro lado para lograrlas” (Reyes, 2003). 
“Dos valores fundamentales en el pensamiento de Confucio: benevolencia y 
justicia; la benevolencia implica amor a la gente, mientras que la justicia supone 
tratar a las cosas y a las personas apropiadamente” (García, 2005). 
Al considerar como personas a quienes están a nuestro lado, podemos dar el siguiente 
paso poner el liderazgo en práctica, pues ante la existencia de mucha información y 
 
1 Tal como enunciaba Foucault en su libro Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (2002) al homogeneizar es más 
sencillo controlar a las personas, y dar directrices claras en caso que se tengan los medios de comunicación 
controlados. 
diversas teorías sobre el liderazgo y las distintas formas de ejercerlo, por muy capacitado 
que sea quien deba hacerlo, la práctica o experiencia se tornan un factor clave sobre 
todo al enfrentarse ante un equipo totalmente nuevo donde se presentan las más 
diversas situaciones, teniendo en cuenta que el líder es el seno de un equipo de trabajo 
(Falcó, 2007). Probablemente las teorías para llevar a cabo una administración eficiente, 
lograr solucionar problemáticas de manera eficaz sea importante, pero el aprender a 
efectuar el liderazgo, es básicamente imposible si lo hemos aprendido únicamente de la 
teoría, como enuncia Sundheim (2014) “Cuando algo importante está en juego, las 
personas no siguen triángulos de cinco niveles, matrices de cuatro cajas o tres círculos 
concéntricos”. 
Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, pasamos al último proceso necesario en 
el corto plazo para generar un cambio. Luego de haber dominado el autoliderazgo y 
cumplir dicho rol en la familia, en el círculo social y/o laboral, se necesitan líderes en los 
puestos de alta gerencia, en la política, tanto en las ramas ejecutivas como en las ramas 
técnicas. Fiódor Dostoyevski dijo una vez “un ser que se acostumbra a todo; tal parece 
la mejor definición que puedo hacer del hombre”, creemos fielmente que no pudo errar 
más en la definición del hombre, pues aunque pareciese que hemos venido así, las 
personas se agitan y están ya cansadas, a los dirigentes se les olvidan principios básicos 
de la dominación; el inconformismo es inherente al ser humano, luego el siguiente paso 
a dar es demostrar dicho inconformismo, teniendo en claro que como dijo Goethe “las 
cosas no suceden, se provocan”. 
Necesitamos líderes valóricos verdaderos que antepongan ante cualquier otra cosa, la 
educación, la salud, y en general, el bienestar social, para que el desarrollo del los países 
se lleve a cabo de manera satisfactoria, contrario a lo que se cree2. Es claro hoy día que 
la desigualdad no solo es perjudicial por ser un mal social, sino porque es 
económicamente ineficiente (CEPAL, 2018), como vimos, además, deshumaniza a la 
persona, y que más grave que este hecho. 
Se requiere de líderes que arreglen una educación para toda aquella persona que cuente 
con las habilidades para lo que quiera estudiar, gratuita ante la imposibilidad de pago de 
la persona, y en cualquier caso de excelente calidad, para que no se generen círculos 
viciosos negativos nuevamente, además de salud y políticas de bienestar social, para 
iniciar este proceso humanizador de la sociedad. El hecho que el proceso sea difícil, y 
que veamos frutos únicamente hasta el largo plazo, no significa que nos tenemos que 
resignar en el corto plazo, se requiere que, mientras la sociedad cambia, nos 
enfoquemos en lo que podemos lograr, lo cual, como vimos, lo podemos hacer por medio 
del autoliderazgo, la práctica y el deseo de cambiar la realidad. Si pensamos en la actitud, 
las habilidades que poseemos y la motivación que tenemos por cambiar las cosas, 
podremos superar cualquier percance que se nos presente. 
 
2 La teoría de la curva de Kuznets, como nos enseña Piketty en su libro El Capital en el Siglo XXI, no es más que una 
fantasía ilustrativa del siglo pasado. 
Bibliografía 
CEPAL. (2018). La inefciencia de la desigualdad. La Habana: Naciones Unidas. 
Falcó, N. M. (2007). El liderazgo y la formación experiencial. Una alianza para el desarrollo de 
habilidades. Obtenido de https://www.gestiopolis.com/liderazgo-formacion-experiencial-
alianza-desarrollo-habilidades/ 
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar: el origen de la prisión. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores. 
García, F. (2005). El código del caballero: el liderazgo basado en valores. Harvard deusto business review, 
46-54. 
Granda, M. Z. (2014). ¿El líder nace o se hace? Bogotá: Universidad Nueva Granada. 
Kharas, H., & Hamel, K. (Septiembre de 2018). A global tipping point: Half the world is now middle class 
or wealthier. Future Development. Brookings. 
Mora, A. F. (2016). Un análisis detallado de las desigualdades en la educación superior del país. La 
seudorrevolución educativa. Desigualdades, capitalismo y control en la educación superior en 
Colombia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. 
Reyes, P. (2003). Los herederos de maquiavelo: los valores humanos perdidos. Santiago de Chile, Chile: 
Edebé. 
Sundheim, D. (2014). The Trouble with Leadership Theories. Harvard Business Review.

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