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La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson - Cesar Guillermo Limones Calderón

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La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson. -
La Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson es una de las teorías más extendidas y aceptadas.
La Teoría del Desarrollo Psicosocial fue ideada por Erik Erikson a partir de la reinterpretación de las fases psicosexuales desarrolladas por Sigmund Freud en las cuales subrayó los aspectos sociales de cada una de ellas en cuatro facetas principales:
1.- Enfatizó la comprensión del ‘yo’ como una fuerza intensa, como una capacidad organizadora de la persona, capaz de reconciliar las fuerzas sintónicas y distónicas, así como de resolver las crisis derivadas del contexto genético, cultural e histórico de cada persona.
Erikson recalco o sobresalto el tema del yo, ya que son bases importantes durante en desarrollo de la gente de pequeños y puedan desenvolverse positivamente en su adultez.
2.- Puso en relieve las etapas de desarrollo psicosexual de Freud, integrando la dimensión social y el desarrollo psicosocial.
Al ser desarrolladas naturalmente sin algún problema alguno no se queda estancado en alguna etapa o fijado con ciertas características de estas etapas.
3.- Propuso el concepto de desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez.
Esto porque siempre estamos en desarrollo desde que nacemos hasta que somos adultos mayores, como lo veremos en las etapas mas adelante, ya que un adulto mayor tiene sus ideales al sentirse útil y valorado para así ser productivo para la sociedad.
4.- Investigó acerca del impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el desarrollo de la personalidad.
Al ver ciertos comportamientos quería ver el cómo se desenvolvían entre la sociedad para así ver como reaccionaba en individuo que se desarrolló correctamente y otro que se había quedado fijado en alguna etapa.
La discrepancia entre Erik Erikson y Sigmund Freud. -
Erikson disiente con Freud en la relevancia que este último otorgó al desarrollo sexual para explicar el desarrollo evolutivo del individuo.
Erikson entiende que el individuo, a medida que va transcurriendo por las diferentes etapas, va desarrollando su consciencia gracias a la interacción social.
Erikson esta en desacuerdo de que la evolución del individuo pueda ser explicado con los avances del desarrollo sexual.
Y podría decirse que el afirma que se debe a la interacción que existe en la sociedad para la explicación de la evolución del individuo.
Características de la teoría de Erikson. –
Erikson también propone una teoría de la competencia. Cada una de las etapas vitales da pie al desarrollo de una serie de competencias.
Si en cada una de las nuevas etapas de la vida la persona ha logrado la competencia correspondiente a ese momento vital, esa persona experimentará una sensación de dominio que Erikson conceptualiza como fuerza del ego. Haber adquirido la competencia ayuda a resolver las metas que se presentarán durante la siguiente etapa vital.
Otro de los rasgos fundamentales de la teoría de Erikson es que cada una de las etapas se ven determinadas por un conflicto que permite el desarrollo individual. Cuando la persona logra resolver cada uno de los conflictos, crece psicológicamente.
En la resolución de estos conflictos la persona halla un gran potencial para el crecimiento, pero por otra parte también podemos encontrar un gran potencial para el fracaso si no se logra superar el conflicto propio de esa etapa vital.
Erikson también se basa en una teoría que es por medio de circunstancias y experiencias que vives conforme pasan las diferentes etapas mientras vamos creciendo, las cuales otorgan cierto dominio que el cataloga como fuerza del ego el cual corresponde a la mentalidad psicológica que vamos obteniendo por medio de los conflictos que tenemos de manera individual, al no lograrlo se puede llegar a estancar en alguna de las etapas.
PRIMEROS 4 ESTADIOS O ETAPAS PSICOSOCIALES
Confianza VS desconfianza
 
Este estadio transcurre desde el nacimiento hasta los dieciocho meses de vida, y depende de la relación o vínculo que se haya creado con la madre.
La relación con la madre o quien haga de función materna determinará los futuros vínculos que se establecerán con las personas a lo largo de su vida. Es la sensación de confianza, vulnerabilidad, frustración, satisfacción, seguridad… la que puede determinar la calidad de las relaciones.
La primera etapa de la Teoría Psicosocial de Erikson hace referencia a la sensación física de confianza que experimenta el bebé nada más nacer. El niño recibe el calor procedente del cuerpo de la madre, además de sus cuidados amorosos. De esta forma, se comienza a desarrollar el vínculo que servirá como base de sus futuras relaciones con otras personas importantes. En este período el bebé es receptivo a los estímulos ambientales, es por ello sensible y vulnerable a las experiencias de frustración. Él bebe es receptivo a los estímulos ambientales, principalmente a través de la boca, pero es incorporativo también a través de los sentidos. Los sentimientos de confianza que tengan los padres en sí mismos y respecto a los demás se verán reflejados en sus hijos en distinto grado.
 •	Si esta crisis se supera con éxito los niños crecerán desarrollando vínculos sociales estables, sin ansiedad y sin inseguridades. El vínculo que se crea entre un bebé y su madre va a ser determinante en las futuras relaciones con las demás personas y su entorno. De modo que si el niño se hace confiado se va a tratar de alguien abierto a los demás y a explorar cosas nuevas. 
 •	 De lo contrario, si esta crisis no es superada con éxito los niños crecerán inseguros y sus relaciones con las demás personas se verán afectadas por ello. Temores infantiles como el "haber sido vaciado" o simplemente "haber sido abandonado" y también haber sido dejado "muriéndose de hambre por falta de estímulos”, que están luego presentes en estados depresivas de "estar vacío" y de "no servir para nada". La desconfianza frena la curiosidad que los niños tienen por conocer cosas nuevas y crean vínculos inestables e inseguros con el entorno.
El modo psicosexual del niño comprende la asimilación de los patrones somáticos, mentales y sociales por el sistema sensorio motor, oral y respiratorio, mediante los cuales el niño aprende a recibir y a aceptar lo que le es dado para conseguir ser donante. La confianza básica como fuerza fundamental de esta etapa, nace de la certeza interior y de la sensación de bienestar en lo físico (sistema digestivo, respiratorio y circulatorio), en el psíquico (ser acogido, recibido y amado) que nace de la uniformidad, fidelidad y cualidad en el abastecimiento de la alimentación, atención y afecto proporcionados principalmente por la madre. La desconfianza básica se desarrolla en la medida en que no encuentra respuestas a las anteriores necesidades, dándole una sensación de abandono, aislamiento, separación y confusión existencial sobre si, sobre los otros y sobre el significado de la vida, la crisis que marcará el cambio de etapa y a la que tiene que enfrentarse en este caso es al miedo que puede sentir hacia lo desconocido y hacia el mundo exterior, la dependencia y la desconfianza del mundo. Cierta desconfianza es inevitable y significativa desde el punto de vista personal y social de la niñez, para la formación de la prudencia y de la actitud crítica.
De la resolución positiva de la antítesis de la confianza versus desconfianza emerge la esperanza, como sentido y significado para la continuidad de la vida. Esta fuerza de la esperanza es el fundamento ontogenético que nutre la niñez de una confianza interior de que la vida tiene sentido y que puede enfrentarla: “Yo soy la esperanza de tener y de dar”. La consistencia, la cualidad y la fidelidad de los ritos, de los gestos, de las rutinas diarias y de los tiempos (ritualizaciones) proporcionarán, más adelante un significado físico y afectivo, un significado de trascendencia personal, filantrópico-social y espiritual de la vida, sentimiento básico para la formación de la experiencia religiosa. Las ritualizaciones vinculantesal sistema religioso se organizan por el establecimiento y sostenimiento en el tiempo de las relaciones significativas de confianza y de esperanza entre el niño y, especialmente, con la madre. La idolatría nace cuando las relaciones de mutualidad son marcadas por rituales estereotipados y vacíos de significados afectivos y de sentido de vida. Puesto que cada etapa tiene su ritualización y un ritualismo, en esta etapa son: numinosidad contra idolatría. Quiere decir esto que la primera ritualización denominada por Erikson es numinosa, que significa experiencias emocionales profundas. Por lo tanto, éstas ocurren como resultado de las interacciones repetidas de la madre y el niño. La madre actúa y reacciona en presencia de su bebé en forma rutinaria para atender sus necesidades. El niño, a su vez, actúa y reacciona respondiendo a la madre, es decir, se necesitan mutuamente. De esta forma la persona confiada es capaz de esta ritualización y obtiene una sensibilidad social. La persona sociable experimenta sensaciones y sentimientos sociales en presencia de los demás. La distorsión de la ritualización numinosa es la idolatría. Significa una exageración de veneración y respeto. Paradójicamente puede tener como resultado la sobreestimación de uno mismo, es decir, quererse demasiado, ser narcisista y admirarse excesivamente o, por otra parte, idealizar demasiado a los demás. 
Durante este estadio el niño emprende su desarrollo cognitivo y muscular, cuando comienza a controlar y ejercitar los músculos que se relacionan con las excreciones corporales. Este proceso de aprendizaje puede conducir a momentos de dudas y de vergüenza. Asimismo, los logros en esta etapa desencadenan sensación de autonomía y de sentirse como un cuerpo independiente.
2. Autonomía vs Vergüenza y duda
Este estadio empieza desde los 18 meses hasta los 3 años de vida del niño. Durante este estadio el niño emprende su desarrollo cognitivo y muscular, del lenguaje y cuando comienza a controlar y ejercitar los músculos que se relacionan con las excreciones corporales. Empieza a experimentar su propia voluntad autónoma experimentando fuerzas impulsivas que se establecen en diversas formas en la conducta del niño, y se dan oscilando entre la cooperación y la terquedad, entre el sometimiento dócil y la oposición violenta, la duda surge ante un universo que no responde enteramente a esta necesidad, que está plagado de peligros dado lo precario de estas manipulaciones. Esta duda se incrementa ante los “no” de las personas que el niño ama y busca cuando necesita ayuda y consuelo. La vergüenza se expresa en la necesidad de ocultar el rostro y suele explotar, ante un sentimiento de pequeñez, con rabietas y llantos. Él bebe inicia a controlar sus eliminaciones, todo esto tiene su explicación en la dinámica entre los impulsos instintivos, las exigencias de la realidad y el yo. Junto con una creciente sensación de afirmación de la propia voluntad de un yo incipiente, se afirma muchas veces oponiéndose a los demás. Este proceso de aprendizaje puede conducir a momentos de dudas y de vergüenza, porque es progresivo, pero, asimismo, los logros en esta etapa desencadenan sensación de autonomía y de sentirse como un cuerpo independiente, para ir de un lugar a otro, subirse a todos lados, pegar o llorar para conseguir lo que desea, pues necesita tener todo para sí. La figura más relevante en este estadio son los padres y si no logran superar este estadio, hablaremos de un punto de fijación de dependencia y vergüenza, con una autoestima deficitaria. Toda ayuda inútil que se le brinde a un niño retardará su desarrollo; esta idea la expresó en una frase perfecta: "Ayúdame a hacerlo yo solito". Todos los niños comprenden el valor que tiene desarrollarse y por eso, en cuanto pueden expresarse, exigen que se les permita hacer las cosas por sí mismos. "Yo solito" dicen los niños en todo el mundo y en todos los idiomas; y el papel de los padres es dejarlos probar e intentar, ayudándoles lo menos que se pueda, pero asegurando el éxito en las empresas que acomete el niño. Los niños en esta etapa aprenden a caminar, su lenguaje tiene un desarrollo acelerado y aprenden a controlar esfínteres, es decir, a "avisar". Todos estos logros se traducen en autonomía.
Las actitudes de los padres y su propio sentimiento de autonomía son fundamentales en el desarrollo de la autonomía del niño. Este establece su primera emancipación (de la madre) en este estadio de forma tal que en posteriores etapas (la adolescencia, por ejemplo) repetirá esta emancipación de muchas maneras para ser alguien que puede desear libremente, y orientarse por sí mismo. Posibles problemas. - Las actitudes de los padres pueden dificultar al niño crecer hacia su independencia en una madurez y autocontrol responsable. Esto sucede cuando se marca el camino a una propensión duradera hacia la vergüenza y duda, deterioro de la autoestima y esto está en la base de situaciones emocionales conflictivas. Una autoconciencia rígida precozmente alertada será la base de excesivos temores a equivocarse, duda y de inseguridad en sí mismo. Es necesario evitar avergonzar innecesariamente al niño, u obligarlo a hacer algo sin ninguna proporción con su edad o capacidad. Mejor que castigar es prevenir, explicar, dialogar, escuchar, dar ejemplo y dar otra oportunidad. La educación del niño es también controlarlo, pero mejor aún, con su cooperación y apoyo. El justo equilibrio de estas fuerzas es importante para la formación de la consciencia moral, del sentido de justicia, de la ley y del orden, además de un sabio equilibrio entre las experiencias de amor u odio, cooperación o aislamiento, autonomía o heteronomía; de los comportamientos solidarios, altruistas o egocéntricos hostiles y compulsivos. La virtud que nace de la resolución positiva de la dialéctica autonomía versus vergüenza y duda son la voluntad de aprender, de discernir y decidir, en términos de autonomía física, cognitiva y afectiva, de tal forma que el contenido de esta experiencia puede ser expresada como: “Yo soy lo que puedo querer libremente”. La capacidad del niño para sentir vergüenza puede ser explotada fácilmente por unos padres duros o recibir la guía amorosa de unos padres sensibles, quienes pueden ayudar a sus hijos a desarrollar una autonomía sana. Para una afirmación sana, los padres pueden responder de la siguiente manera, cada vez que el niño toma alternativas y elige: 
1.- Uno debe aprobar realmente su elección cuando es correcta. 
2.- Sentirse a gusto con todas las emociones del niño, para que las exprese plenamente. 
3.- Firmeza, saber decir “NO” cuando el niño elige algo equivocado. Con mi voluntad puedo decir no y tomar alternativas, en vez de depender pasivamente de que cambie la situación.
Una voluntad sana fomenta la salud física y emocional. La falta de voluntad me puede llevar a las adicciones por una autonomía herida o enferma que se refleja en mis sentimientos de impotencia, desesperanza, sin creerme capaz de elegir libre y responsablemente mis pensamientos, sentimientos y actitudes ante una persona, hecho o situación. Sin el desarrollo de su voluntad, el niño queda sin protección para heridas futuras, ya que no es la severidad de la situación lo que puede derribar a las personas, sino el que la gente se siente impotente y fuera de control ante un hecho y situación. Si no perciben que tienen una voluntad, una responsabilidad, entonces cualquier cosa puede venir a desbaratarlos. En esta etapa y en esta edad se construye esa capacidad interna de recuperación. “Tengo un yo y nada me va a desbaratar”. Las crisis de autonomía continúan de por vida. En las familias disfuncionales, en los hogares donde hay alcoholismo, el niño experimenta confusión y vergüenza en el caos. En la edad adulta puede asumir varias actitudes para sobrevivir, como: “El héroe”, es el dispensador de cuidados en la familia, sustituto del padre o la madre, supervisa a los otros y lleva la casa, suele ser destacado en los estudios o deportes. “El niño problema”,se porta mal para quitar la atención de algún problema familiar como el alcoholismo o cualquier otro, entonces a través del niño problema se expresa la tensión familiar. “La mascota”, minimiza el problema bromeando o payaseando y fingiendo que nada le preocupa. “El niño perdido”, se desvanece en el trasfondo en un intento de aislarse, es callado, no opina, no participa, se encierra en su cuarto, o se aleja de la familia.
3. Iniciativa vs Culpa
Este estadio viaja desde los 3 hasta los 5 años de edad.
El niño empieza a desarrollarse muy rápido, tanto física como intelectualmente. Crece su interés por relacionarse con otros niños, poniendo a prueba sus habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad y es positivo motivarles para desarrollarse creativamente.
En caso de que los padres reaccionen de negativamente a las preguntas de los niños o a la iniciativa de éstos, es probable que les genere sensación de culpabilidad. Se le considera a esta etapa una extensión de la segunda. La etapa de la iniciativa tiene lugar en la edad del juego en la que el niño desarrolla actividad, imaginación y es más enérgico y locuaz. Además aprende a moverse de forma más libre y también más violenta. Se perfecciona su lenguaje, lo comprende mejor y constantemente está realizando preguntas, algo que contribuye a la expansión de la imaginación. La dimensión psicosexual de la edad preescolar corresponde al descubrimiento y al aprendizaje sexual (masculino y femenino), la mayor capacidad locomotora y el perfeccionamiento del lenguaje. Estas capacidades predisponen al niño para iniciarse en la realidad o en la fantasía, en el aprendizaje psicosexual (identidad de género y respectivas funciones sociales y complejo de Edipo), en el aprendizaje cognitivo (forma lógica pre operacional y comportamental) y afectivo (expresión de sentimientos). La fuerza distónica de esta etapa es el sentimiento de culpa que nace del fracaso en el aprendizaje psicosexual, cognitivo y comportamental; y el miedo de enfrentarse a los otros en el aprendizaje psicosexual, psicomotor, escolar o en otra actividad. Jugar se convierte en un medio para razonar, compensar los sufrimientos por el Yo en cuanto a tiempo, espacio y realidad, preservando un cierto sentido de realidad por que tanto él como los demás, saben que se trata de un juego.
Demasiada iniciativa y poca culpa significan una tendencia mal adaptativa, que Erikson llamo crueldad en la que la persona toma la iniciativa, tiene su plan en el terreno escolar, profesional, del amor y hasta político o profesional, sin tomar en cuenta a quien necesita apacar o pisar para lograrlo. Los sentimientos de culpa son para los débiles, la forma extrema de crueldad es la sociopatía. Cuando la culpa es exagerada, Erikson la llama inhibición y se expresa en las personas que temen probar o intentar nuevas experiencias para no sentirse culpables. Erikson establece una relación entre el grado de iniciativa individual estimulada o permitida y el sistema económico de la comunidad. El justo equilibrio entre la fuerza sintónica de la iniciativa y la culpa y el miedo es significativo para la formación de la consciencia moral, a partir de los principios y valores internalizados en los procesos de aprendizaje, en la iniciación del aprendizaje escolar, de la inserción social, a través de los prototipos ideales representados por sus padres, adultos significativos y la sociedad. Ahora la presencia de la tríada familiar es necesaria para la formación de la capacidad de separación afectiva, de dar y recibir afecto a una tercera persona, incluyendo la resolución del Complejo de Edipo. La virtud que surge de la resolución positiva de esta crisis es el propósito, el deseo de ser, de hacer y de convivir, sintetizado en la expresión: “Yo soy lo que puedo imaginar que seré”. El arte dramático y el jugar se vuelven el palco de las ritualizaciones de las experiencias existenciales de la niñez, en los roles y funciones sociales, bien como del aprendizaje de los significados dialécticos de las crisis psicosociales para la formación de su consciencia moral. El moralismo será la palabra para designar la internalización de las normas sociales cuando es la forma inhibidora y culposa. Esta ritualización se expresa en tres niveles diferentes en la expresión de jugar: en la autoesfera: esto es las sensaciones del propio cuerpo; en la microesfera: aquello que corresponde a la esfera de los juguetes y en la macroesfera: los actos que corresponden a las relaciones con los otros. Hablamos de una época de moral y deber. Se da entonces una crisis en la cual se produce un incremento de su sensación de ser él mismo como solución a la misma. Es más activo y está provisto de un cierto excedente de energía que le permite descubrir lo que es capaz de hacer: La intrusión en el espacio mediante una locomoción vigorosa, La intrusión en lo desconocido por medio de una curiosidad grande, La intrusión en el campo perceptual de los demás, Fantasías sexuales, los juegos en esta edad tienen especiales connotaciones simbólicas sobre aspectos sexuales. Respecto de esto último, el niño posee una genitalidad rudimentaria y tiene muchas veces sentimientos de culpa y temores asociados a ello. En el caso de que a un niño no se le permita hacer nada, se echará atrás y no tendrá iniciativa debido a la sensación de culpa. Por lo tanto un niño sano debe tener iniciativa.
-Si la crisis de supera con éxito tendremos niños activos, con iniciativa a aprender cosas nuevas y realizar cosas por sí solos.
-Si la crisis no se supera con éxito lo que tendremos son niños dudosos e incapaces de tomar decisiones por sí mismos, y con un sentimiento de culpabilidad constante en todo aquello que realizan.
4. Laboriosidad vs Inferioridad
Esta etapa se produce entre los 6-7 años hasta los 12 años.
¿Ha notado a los niños de edad escolar? Algunos aparentan más seguridad que otros. Navegan su ambiente y situaciones sociales exitosamente. Sobresalen en sus estudios, los deportes, la música, el arte... Otros aparentan inseguridad, son haraganes, no están motivados, son miedosos, o sin ningún interés en nada. No pueden navegar sus ambientes y situaciones sociales exitosamente y se encuentran impactados por estos “fracasos” de una forma significante. Quienes aparentan más seguridad lo son porque la dinámica entre padre e hijo juega una parte significante en la seguridad e identidad del niño.
Los niños muestran un interés genuino por el funcionamiento de las cosas e intentan llevar a cabo muchas actividades por sí mismos, con su propio esfuerzo y poniendo en uso sus conocimientos y habilidades. Por esa razón es tan importante la estimulación positiva que pueda ofrecerle la escuela, en casa o por el grupo de iguales. Éste último comienza a adquirir una relevancia trascendental para ellos.
En el caso de que esto no sea bien acogido o sus fracasos motiven las comparaciones con otros, el niño puede desarrollar cierta sensación de inferioridad que le hará sentirse inseguro frente a los demás.
En este momento el niño dedica la mayor parte del tiempo a aprender cómo incorporarse a su entorno de forma productiva. Es la etapa en la que el niño comienza su instrucción preescolar y escolar, y está ansioso por hacer cosas junto con otros niños, de compartir tareas, de hacer cosas o de planearlas. Es capaz, por tanto, de dominar destrezas, aprenden a comportarse en el mundo y ser productivos y útiles en la sociedad. Aprenden además reglas y procedimientos, y la manera de conseguir el éxito. Si esto sucede, los niños se sentirán productivos y habrán conseguido la laboriosidad. De lo contrario, se sentirán inútiles e inferiores. El problema es cuando se siente inferioridad de forma continua.
 El niño puede llegar a sentirse insatisfecho y descontento por la sensación de no ser capaz de hacer cosas, y aun haciéndolas perfectas, puede sentirse inferior psicológicamente, ya sea por su situación económica- social, por su condición 'racial' o debido a una deficiente estimulación escolar, pues esprecisamente la institución escolar la que debe velar por el establecimiento del sentimiento de laboriosidad. En este período de escolarización aparecen los compañeros y los grupos de iguales que tienen un papel importante ya que los niños se identifican y comparan con ellos. En los años anteriores a esta etapa se observa una orientación centrípeta de la construcción de la personalidad, es decir, se construye a sí mismo independientemente de la sociedad. Sin embargo, ahora hablamos de orientación centrífuga, construimos la personalidad en función de nuestro entorno, de nuestro medio social. El exceso de laboriosidad significa estar excesivamente ocupado, estar en un continuó aprendizaje, y el exceso crea inseguridad. Por este motivo hay que crear niños productivos pero no en exceso. Es de gran importancia conseguir el equilibrio entre laboriosidad e inferioridad. Ese equilibrio es lo que denominamos competencia.
Dentro de esta etapa conviene en cuenta los conceptos de autoestima y auto concepto:
El auto concepto es el concepto que cada persona tiene sobre sí mismo. Cuando terminan el período escolar, los niños tienen un concepto superficial de ellos mismos. En torno a los 6-8 años se empiezan a describir en términos internos, no físicos exclusivamente, como ocurría anteriormente, sino que describen sus propios deseos y pensamientos. Diferenciamos lo físico de lo psicológico. El 'yo' se describe en procesos más internos, es un concepto más complejo, se hace más amplio y articulado además de enriquecerse. Por ejemplo, descripciones del tipo 'soy muy listo' y 'soy buena en lengua' son más concretas. El auto concepto deja de estar en manos de los otros y se elabora en función a un juicio propio. Significa utilizar la evidencia (lo que sabes y eres consciente de que puedes y no puedes hacer) y la comparación grupal. Durante este tiempo tiene gran importancia la pertenencia a grupos, que influye mucho en el auto concepto, para asimilar los diferentes roles. Gracias a esta comprensión de los roles el auto concepto se hace más diferenciado. Las relaciones sociales favorecen la riqueza del auto concepto. Dimensión social del rol. El rol crea autocontrol (genera límites) o autorregulación (según soy así me comporto). Esto es posible por la mayor capacidad cognitiva y las interacciones sociales del sujeto.
 Autoestima es el 'yo ideal' (lo que queremos ser) VS 'yo real' (lo que somos). Cuanto más lejos y mayor distancia haya entre ambos, nuestra autoestima será más baja. La evolución de la autoestima es muy alta entre los 3 y los 7, los niños se perciben muy competentes. De los 7 a los 11 años se produce un aumento en la discrepancia entre el 'yo ideal' y el 'yo real', por lo que consecuentemente disminuye la autoestima. Esta disminución tendrá lugar hasta la adolescencia. Una visión realista de las capacidades y sus limitaciones conlleva una autoestima más ajustada. En la disminución de la autoestima también influye la comparación con los grupos de iguales. También al hablar de autoestima se tiene que hacer un breve acercamiento de la Teoría de la mente, a la capacidad de ponerse en el lugar del otro. A los 4 años a los niños no les “importa” cambiar de sexo (decir indistintamente que son chico o chica), pero a partir de los 6 años ya comprenden que el sexo es un rasgo permanente, constante y estable de la personalidad. Hasta los 8 años no se define por los genitales, sino por los estereotipos (diferencias anatómicas). De los 5 a los 9 años los niños son muy sexistas y estereotipados, no toleran las discrepancias, pero a partir de los 9 años se vuelven más flexibles.
 Si la crisis se supera con éxito tendremos niños productivos, adaptado perfectamente al mundo y con una utilidad en la sociedad.
De lo contrario, si la crisis no se supera, tendremos niños inútiles e inseguros, que se van a sentir inferiores en todo momento.
Según el psicólogo, Erik Erikson, los niños típicamente se preguntan, ¿Puedo en el mundo de las personas y las cosas?” Los niños quienes pueden contestar la pregunta con un “Si” seguro y enfático lo pueden hacer, porque los adultos en sus vidas en una etapa temprana le notaron sus habilidades y limitaciones particulares. Esos adultos entonces crearon condiciones que ayudaron a que el niño naturalmente desarrollara sus habilidades innatas y que trabajara en sus limitaciones. Si tiene un hijo, pase tiempo con ese hijo. Aprenda cuáles son sus habilidades innatas y cuáles son sus limitaciones. Las habilidades innatas de un niño típicamente se convierten en sus intereses y eventualmente es en lo que sobresale el niño. Eso es porque a todos nos gusta sentirnos exitosos y nos sentimos bien cuando hacemos las cosas bien. Toda persona tiene algo que puede hacer bien.

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