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tesis 115LOS EFECTOS DE LA AUSENCIA PATERNA - Ulises Villanueva Moreno

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Efectos de la Ausencia Paterna 1 
 
 
 
 
 
 
LOS EFECTOS DE LA AUSENCIA PATERNA 
EN EL VINCULO CON LA MADRE Y LA PAREJA 
 
 
 
Trabajo de Grado 
Línea de Investigación en Desarrollo Psíquico 
 
 
 
Nathalia Carolina Rodríguez Martínez 
Directora de Trabajo de Grado: Maggui Gutiérrez 
 
 
 
Pontificia Universidad Javeriana 
Facultad de Psicología 
Maestría en Psicología Clínica 
Bogotá, noviembre de 2010 
Efectos de la Ausencia Paterna 2 
 
 
Tabla de Contenido 
 
1. Resumen, 3 
2. Planteamiento del problema, 4 
3. Fundamentación bibliográfica, 23 
4. Objetivos, 79 
5. Categorías descriptivas, 80 
6. Método, 82 
7. Resultados, 88 
8. Discusión, 156 
9. Conclusiones, 190 
10. Referencias bibliográficas, 196 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Efectos de la Ausencia Paterna 3 
 
 
 
1. EFECTOS DE LA AUSENCIA PATERNA EN LA RELACION CON LA MADRE 
Y LA PAREJA 
El presente estudio es de corte descriptivo cualitativo y presenta el estudio de dos casos de 
sujetos que recibieron psicoterapia con orientación psicoanalítica y un grupo de mujeres cabeza 
de hogar que trabajaron bajo la mirada conceptual del Grupo de Reflexión. Con base en los 
protocolos de sesión y las transcripciones de los encuentros grupales se analizó la información a 
la luz de seis categorías descriptivas: La Experiencia de Ser Hijo, Los Procesos Identificatorios, 
La Expectativa por la Respuesta del Objeto, Búsqueda por el Objeto Ausente, Pertenencia y 
Ajenidad. Los resultados permitieron observar, a partir de la teoría psicoanalítica, los diversos 
estados mentales de las personas que sufrieron la ausencia del padre-pareja, las diferentes 
fantasías relacionadas con la sexualidad infantil, la relación con la madre ante la ausencia del 
padre y la manera como en las relaciones actuales se pudo observar la búsqueda constante del 
padre-pareja idealizado. 
 
Palabras clave: Ausencia, Padre, Madre, Pareja, Vínculo 
 
 
 
 
 
 
 
Efectos de la Ausencia Paterna 4 
 
 
2. Problema 
 
La preocupación de este estudio se refiere a la falta de un padre en algunos hogares y a la 
atmósfera que en su ausencia se presenta al interior de la familia. Así mismo se relaciona con el 
interrogante de lo que sucede en el vínculo con la madre, con el desarrollo psíquico del sujeto y 
con la manera como se conforman nuevas relaciones en la adultez, en estos casos de ausencia del 
padre. 
Investigaciones han mostrado en cifras cómo incluso en países desarrollados, la falta de 
uno de los padres puede verse reflejada en las conductas de niños y adolescentes. Estas 
investigaciones marcan la pauta para el abordaje de las problemáticas relacionadas con la 
ausencia del padre que van desde la salud mental de los niños, como los trastornos emocionales y 
de comportamiento, hasta dificultades en la salud física que se demuestran con tasas de 
mortalidad infantil. No obstante, no son consideradas de manera específica las problemáticas 
afectivas por las que atraviesa el infante y también la madre, teniendo en consideración otro tipo 
de situaciones económicas y sociales que también desfavorecen el ambiente en el que se 
desarrollan los hijos. Kliksberg (2000) investiga la situación social de Latinoamérica y sus 
impactos en la estructura familiar. Comparando la situación en países desarrollados y en países 
que se encuentran en vía de desarrollo, ha logrado observar cómo su situación social ejerce gran 
influencia sobre la familia. Refiere un estudio realizado en Estados Unidos (Wilson, 1994) en el 
cual se estudiaron 60.000 niños; allí se encontró que para ambos sexos y en casi todos los niveles 
sociales, exceptuando el más alto, sin diferenciar la raza, los niños que vivían con una madre 
separada o divorciada tenían considerablemente peores condiciones que los niños que vivían con 
ambos padres biológicos. Así quienes vivían sin el padre, tenían la tendencia a ser más 
Efectos de la Ausencia Paterna 5 
 
frecuentemente expulsados de las instituciones educativas a las cuales pertenecían, a sufrir 
trastornos de comportamiento y a sostener dificultades en la relación con sus compañeros. En 
estudios llevados a cabo en Uruguay (Katzman, 1997) se logró ver este tipo de afectación más en 
un nivel fisiológico. Los hijos extramatrimoniales presentaron una tasa de mortalidad infantil 
mucho mayor y quienes no vivían con ambos padres mostraban trastornos en el desarrollo 
psicomotriz. En esta misma publicación (Kliksberg, 2000), se describe otro estudio realizado en 
Estados Unidos (DafoeWhitehead, 1993) enfocado en la población de centros de detención 
juvenil, en el que se identificó que con respecto a la situación familiar, un 70% de estos jóvenes 
provenían de familias cuyo padre fue ausente. 
Estas cifras también fueron asociadas a situaciones de orden social que no solo tienen que 
ver con el individuo, sino con la familia de la que hace parte. De esta manera se investigó la 
forma como los factores sociales han cambiado la familia en Latinoamérica, y Kliksberg (2000) 
lo hizo reflexionando a partir de la dificultad de las familias actuales para enfrentar este tipo de 
crisis. Las “Mujeres solas jefas de hogar”, están a la cabeza de un tipo de familia en la que se 
puede observar, según este autor, una gran correlación con la pobreza. Basándose en un estudio 
(BID-CEPAL-PNUD, 1995) se describe que en casi todos los países de América del Sur en más 
de un 20% de los hogares la mujer es cabeza de familia, lo cual incrementa la aparición del 
fenómeno de “la feminización de la pobreza” en la sociedad. Otra expresión de las familias se 
relaciona con los “efectos de la familia incompleta sobre los hijos” en donde, Kliksberg (2000) 
citando a Katzman (1997), señala las funciones del rol del padre que no se presentan en estas 
familias. Tales serían: el modelo forjador de la identidad; como agente de contención, a través del 
cual se forma la disciplina y se transmite la experiencia vital; es el soporte material que aporta 
con la mayor parte de recursos económicos, teniendo en cuenta que la mujer gana entre el 20% y 
50% menos que el hombre según este estudio (Katzman, 1997); y por último como capital social, 
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ya que es a través del padre que los hijos mantienen contacto con las redes masculinas, el mundo 
del trabajo y la política, y los vínculos potenciales con la familia extensa paterna. En esta parte 
comienza a vislumbrarse el costo social y personal que la ausencia del padre injiere sobre los 
hijos, pues ya no solo se indaga acerca de la conformación de las familias contemporáneas sino 
sobre los efectos sociales de la ausencia de alguno de los padres. 
 Las consecuencias que describe Kliksberg (2000) con la ausencia del padre en las 
familias, afectan el rendimiento educacional producido por el pobre clima socioeducativo del 
hogar, la afectación de la inteligencia emocional, refiriéndose a la escasa capacidad de enfrentar 
adversidades, la salud en general y las sensaciones de inferioridad, agresividad, aislamiento, 
resentimiento y lo que él denomina “la orientación en aspectos morales”. En este sentido, no solo 
se trata de una problemática social que tenga que ver con los índices de delincuencia juvenil, la 
“feminización de la pobreza” o los trastornos físicos representados en tasas de morbilidad y 
mortalidad, sino que también se relaciona con efectos psicológicos sobre muchos sujetos que se 
desarrollan al interior de una familia con estas características y que también afectan al individuo 
en su relación con otros. 
En un estudio similar parecido al propuesto en Estado Unidos (DafoeWhitehead, 1993), 
Katzman (1997) encontró en el Instituto Nacional del Menor en Uruguay, que el 68.3% de los 
niños internados vivía con su madre, el 30.8% con una madrastra o un padrastro, y el 5.4% no 
vivía con ninguno de sus padres. Kliksberg (2000) señala una desventaja importantecon respecto 
al capital social, puesto que estos niños al carecer de una familia integrada tienen menor 
preparación para asumir el mundo laboral moderno con las exigencias que ello implica, más sin 
el apoyo emocional que se necesita de la familia va a ser más difícil culminar sus estudios. 
Los efectos psíquicos en los hijos frente a la falta de la figura paterna también se relacionan 
con el vínculo materno y el lugar y las funciones de la madre al interior del núcleo familiar. Con 
Efectos de la Ausencia Paterna 7 
 
relación a esto, estudios en España han analizado la manera como la ausencia del padre ha 
ocasionado la presencia de nuevos tipos de familia, tales como las “familias monomarentales” en 
las que la mujer es quien asume todo el sostén del grupo. Jiménez (2003) diferencia las madres 
que no comparten la maternidad a priori, como las que decidieron antes de quedar embarazadas 
asumir su rol de madre sola, ya sea a través de la adopción, de mecanismos de fertilización o por 
la elección de un padre biológico para su hijo. En el caso contrario cabe anotar que no fue 
decisión de ellas asumir la maternidad de manera solitaria, sino que por el contrario, las madres 
que lo decidieron a posteriori decidieron seguir con la maternidad a pesar de los sentimientos 
producidos por el abandono o ausencia de compromiso por parte del padre de su hijo, lo cual 
hace referencia a un ambiente distinto tanto para la madre como para el bebé al no contar con el 
apoyo y contención necesarios por parte de su pareja para el desarrollo del embarazo. También se 
incluyen en esta clase de madres, mujeres que resultaron embarazadas cuando sostenían 
relaciones esporádicas o en las que no existía un proyecto de esta índole y que sin embargo, 
continuaron con su embarazo. Esto pudo tener implicaciones de tipo emocional frente a la 
decisión de asumir un embarazo no deseado una vez se enteraron de su estado, pero finalmente 
fue aceptado a pesar de la ausencia del padre. En el estudio realizado por Jiménez (2003) se 
excluyeron las mujeres que decidieron a priori asumir la maternidad, así como también las 
madres separadas, divorciadas y viudas, teniendo en cuenta únicamente aquellas mujeres que no 
convivieron con una pareja en el proceso del embarazo y la crianza, a las que la autora (2003) 
denominó como “madres solas”. La relevancia de este estudio parte de que la crianza y la 
maternidad desde sus inicios puede marcar grandes diferencias cuando la madre no ha decidido 
asumir su nuevo rol solitariamente, sino que ha tenido que asumir el abandono y la soledad por 
parte de su pareja. Esto por supuesto, genera nuevas formas de relación y de familia que afectan 
la subjetividad de los hijos y de las madres que enfrentan estos nuevos retos y que también 
Efectos de la Ausencia Paterna 8 
 
pueden incluir conflictos en la relación madre – hijo a partir de la no presencia del progenitor y 
posteriormente afectar la manera como este individuo va a conformar nuevos vínculos a partir de 
sus relaciones tempranas. 
Dentro de este estudio se tuvieron en cuenta los motivos por los que estas madres solas se 
quedaron en esta condición de no contar con el apoyo de una pareja estable en el desarrollo del 
embarazo y en la crianza de sus hijos. La razón más común entre las mujeres de este estudio, por 
la cual se quedaron solas, se refiere al desentendimiento del padre incluso desde que conoció el 
embarazo. Otras causas encontradas se relacionan con que el padre ya tiene otra familia, o porque 
desde antes del embarazo la relación con el padre de su hijo no era buena y en algunos casos 
había terminado antes de conocer el embarazo. (Jiménez, 2003) Estas motivaciones parten de la 
indiferencia por parte del progenitor hacia la paternidad y la constitución de una familia, que 
afectan posiblemente de igual manera la disposición de la madre para asumir en esta nueva 
situación una familia que necesita el sostén tanto emocional como material, en la crianza y 
manutención económica. 
En este sentido, también varían las posibilidades de las familias de madres solas para lograr 
acceder y dar cobertura a todas sus necesidades y las de sus hijos, las cuales aparecen con 
grandes desventajas al interior de la sociedad, lo que hace que se conviertan en grupos 
vulnerables al no ser reconocidas como poblaciones con prioridad. Al interior de este panorama, 
se pudo observar que las condiciones socioeconómicas de las familias que participaron en este 
estudio el 95.8% no recibía una pensión mensual por parte del padre de sus hijos, para su 
sostenimiento. Así mismo, el 75% de las madres afirmaban no tener suficientes ingresos 
económicos con los cuales sostener a su familia. Con respecto a su situación laboral, el 79.2% 
trabajaba recibiendo una remuneración y tan solo el 29.2% lo hacía bajo la normatividad 
correspondiente. De la muestra de esta investigación (Jimenez, 2003) el 63.6% buscó empleo 
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cuando se convirtió en madre, pero solo la mitad, el 57.1% encontró trabajo luego de alrededor de 
8.5 meses de buscarlo. En cuanto a la situación de residencia casi el 61% de estas madres no 
habían logrado establecerse en un hogar independiente y sólo en un promedio de 8 años y medio, 
solo el 8.7% de estas madres habían logrado la estabilidad laboral y los ingresos suficientes para 
independizarse. Estos datos pueden evidenciar que la supervivencia de las madres como únicos 
actores que sostienen las familias, deben atravesar múltiples dificultades que demandan un gran 
porcentaje de su tiempo en buscar del sustento diario, tiempo que no es utilizado en su mayoría 
para la crianza y sostén emocional de los hijos que deben alimentar. 
Posteriormente, Jiménez (2003) encuentra un resultado que para ella es desalentador: el 
79.2% de niños y niñas hijos de estas madres solas no tenían ninguna relación con el padre. 
Según lo encontrado, el hecho de que el padre se haya alejado o desinteresado por completo de 
sus hijos hacía más difícil que se estableciera y se sostuviera este vínculo con sus hijos. De igual 
manera, para efectos de la investigación aquí propuesta: “Efectos de la Ausencia Paterna en la 
configuración del vínculo con la madre y/o la pareja”, es necesario indagar acerca de las fantasías 
que surgen en los hijos cuyo padre no está presente y cómo se conforma el vínculo con la madre 
y con el objeto interno paterno a partir de esta ausencia, lo cual podría afectar la constitución de 
vínculos posteriores en la adultez. 
Es importante resaltar que en nuestro país también se presentan casos de este tipo que han 
sido objeto de estudios sociales y antropológicos. Allí es visible también la diferencia de 
condiciones sociales, económicas y políticas en las mujeres cabeza de hogar. Para Patricia Tovar 
(2003) algunas leyes se han creado partiendo del hecho de que las mujeres se sitúan en una 
condición de desventaja respecto del hombre. La Ley de Cuotas, que busca que los padres 
ausentes cumplan con parte del sostenimiento económico de sus hijos, no necesariamente crea 
mejor oportunidades para sus madres, ya que es posible que ellas tengan menos preparación 
Efectos de la Ausencia Paterna 10 
 
académica y menos herramientas para competir en el mundo laboral, y con ello menos 
posibilidades económicas de sostener a sus familias. Además abre el debate acerca del estímulo 
que el Estado propicia en los hombres de no ser responsables por sus hijos, al evitar otorgarles 
licencia de paternidad en iguales condiciones que a las mujeres que recién han dado a luz, pues se 
trata de un tiempo menor. 
Otra investigadora importante en este ámbito dentro de la cultura colombiana es Virginia 
Gutiérrez de Pineda (2003) quien hizo un recorrido de las transformaciones históricas que ha 
tenido la familia a lo largo del tiempo en Colombia. El modelo de familia que se consideró en los 
años setenta a partirde la pareja heterosexual, no corresponde con las tipificaciones actuales: “Se 
considera como familia mínima la díada maternal constituida por una gestante madre soltera, 
mientras otros juzgan que la familia puede ser reducida a una pareja sexo-afectiva heterosexual y 
se discute si puede ser formada por monosexuales” (p. 293) Lo que indica que con el paso del 
tiempo, la familia dejó de cimentarse en la presencia de ambos padres como condición para su 
conformación y por el contrario para que se pueda hablar de familia como mínimo debe existir la 
díada madre – hijo, lo cual incluye la ausencia del padre. 
Un tipo de familia que describe Gutiérrez (2003) y que en Colombia presenta una 
“frecuencia máxima” (p. 294), es la de Uniparentalidad. Sus antecedentes se remiten a la 
violencia española contra la mujer india y negra en la Conquista, pero actualmente se anexan 
nuevas razones para su existencia, entre ellas, la inestabilidad de la pareja que conforma una 
unión de hecho y que genera crisis de entendimiento. Así mismo la liberación de la sexualidad a 
edades tempranas paralela a una ineficaz educación y formación para ello, pueden fomentar las 
bases para que se produzca el madresolterismo adolescente urbano, fenómeno que también puede 
afectar la relación entre madre e hijo frente a la ausencia del progenitor. 
Efectos de la Ausencia Paterna 11 
 
En este sentido, la situación de las madres solteras también favorece la desigualdad de 
género en las relaciones. Todavía se perciben estructuras familiares del pasado como los sistemas 
patriarcales: hombres terratenientes o propietarios de grandes extensiones de tierra, vínculos 
laborales verticales no solo en las fábricas sino también en las oficinas y los niveles sociales 
superiores frente a los inferiores. Mujeres que viven otro tipo de condiciones como la 
prostitución, las relaciones extramatrimoniales e incluso quienes son víctimas de incesto y abuso 
sexual, también son generadores de madresolterismo. (Gutiérrez, 2003) Por esto, para el 
propósito de esta investigación – intervención es de gran importancia la afectación de todo este 
sistema familiar y social en la relación madre e hijo puesto que estas múltiples situaciones pueden 
contribuir a generar una subjetividad distinta en la mujer que también ejerce su maternidad 
enfrentando dichas condiciones, además de las diferentes experiencias en su mundo interno 
relacionadas con su experiencia como hija y las posibles ansiedades que se despiertan por el 
abandono de la pareja. Esto podría llevar a una relación distinta con el producto de una relación 
que se rompió y que lleva consigo dificultades que generan dolor psíquico tanto en la madre 
como en su hijo. 
La problemática referida a la ausencia del padre también afronta la transformación de la 
familia, no solamente en relación con el desempeño de roles y funciones. Cada vez es más usual 
encontrar familias en las que sus padres han decidido separarse y por ende, la madre es quien se 
ocupa de la crianza y sostenimiento emocional de sus hijos. También es frecuente la constitución 
de familias compuestas, en las que un hombre diferente ocupa el lugar del padre quien a su vez 
puede llegar con sus propios hijos. 
Virginia Gutiérrez (1993) hace una distinción de estos tipos de familia que se han 
conformado a partir de las nuevas formas de relación, o por la separación o ausencia de uno de 
los miembros de la pareja. La “familia superpuesta” se organiza sin un divorcio por alguno de los 
Efectos de la Ausencia Paterna 12 
 
integrantes de la pareja, sin embargo se conforman con el interés por la consolidación del vínculo 
afectivo. La “familia padrastral” se puede organizar de hecho o a partir del matrimonio. Uno de 
los cónyuges ocupa un lugar de sustituto con el fin de reemplazar al que se encuentra ausente, lo 
cual es posible que no supla las carencias afectivas de los hijos de la pareja inicial pues a pesar de 
una nueva presencia, sigue existiendo en la mente de la familia aquel que ya no está. 
Estos fenómenos descritos que se relacionan con la ausencia del padre y que se han 
generado a partir de los distintos cambios culturales, sociales y económicos, en los que la madre 
resulta ocupándose de la familia sin el compañero con quien engendró sus hijos, representan un 
fenómeno cada vez más frecuente en la sociedad colombiana, que lleva a disciplinas como la 
Psicología a preguntarse por ello. Específicamente, para la psicología clínica y para el 
psicoanálisis, como disciplinas que atienden el sufrimiento humano, también se constituye un 
interrogante acerca de aquello que se genera en la mente del sujeto que ha vivido la ausencia 
paterna y que ha tenido que sostener con su madre un vínculo frente a la ausencia del compañero 
de la madre y padre del hijo. 
A partir del psicoanálisis también han surgido interrogantes con el cambio en la 
constitución de la familia y su influencia en el psiquismo del sujeto. En el VII Congreso 
Latinoamericano de Psicoterapia, llevado a cabo en la Federación Uruguaya de Psicoterapia 
durante el año 2007, se expuso un estudio acerca de la “Relación Padres Hijos en Familias 
Ensambladas”, investigación que concluyó que las familias ampliadas pasan por un proceso de 
reordenamiento identificatorio de gran complejidad. Los hijos de los integrantes de la nueva 
pareja, se encuentran en la situación de aceptar la ausencia de su padre biológico y la convivencia 
con otro adulto en determinado momento de su vida. Al principio antes de la separación, los 
padres biológicos son “la sociedad en persona y la historia en persona” (Castoriadis, 1990) 
debido a que a partir de ellos se transfieren las significaciones de la sociedad desde el nacimiento 
Efectos de la Ausencia Paterna 13 
 
y es por esto que para los hijos resulta difícil asumir esta nueva situación en la que deben 
adaptarse a nuevos procesos de convivencia. De esta manera, el proceso de historización y 
pertenencia se ve afectado por la búsqueda de sostén de los hijos, por esa necesidad de sentirse 
nuevamente pertenecientes a un grupo familiar, lo cual implica también adaptarse a nuevas 
figuras en las que se vuelven a organizar los procesos de identificación frente a la presencia de 
nuevos objetos, lo cual es de todos modos necesario para el adecuado desarrollo afectivo de los 
hijos. Por tal motivo se dice que las familias ensambladas son situaciones complejas, puesto que 
en la relación del nuevo integrante y el hijo de su pareja, se plantean situaciones ambiguas en el 
desempeño del rol de cada uno. (CSIC, 2007) Lo que deja de lado dicha investigación es la 
manera en la que también la madre ha de adaptarse a esta situación frente a la disposición de su 
hijo para recibir este nuevo integrante de la familia y lo que también pasa a ser novedoso en la 
relación con ella. Así mismo también cabría el interrogante acerca de cómo inicia el niño a 
conformar nuevas relaciones con el mundo social en el que se desarrolla a partir de los vínculos 
que se constituyeron desde las edades más tempranas. 
Otra investigación llevada a cabo por Kamers (2006), se refiere a “Las nuevas 
configuraciones de la familia y el estatuto simbólico de las funciones parentales”, en la que se 
discute acerca de las modificaciones discursivas producidas en la familia desde la modernidad y 
al nuevo lugar asumido por el niño, lo que implica la instauración de un nuevo imaginario con 
respecto a las funciones parentales. Esta investigadora se basa en el concepto de familia que se 
refiere a la misma como una estructura que se presenta de manera universal y que se encuentra en 
toda clase de sociedad; así mismo es un sistema de parentesco que define los lugares simbólicos 
que cada integrante ocupa y que están estructuralmente determinados por personas específicas. 
La dificultad radica cuando estas personas no son ni coinciden con las madres, o en el caso que 
en estainvestigación nos convoca, con los padres biológicos. No obstante, las funciones 
Efectos de la Ausencia Paterna 14 
 
parentales son funciones simbólicas que se encuentran inscritas en la cultura y que para ser 
transmitidas necesitan la presencia de un padre de “carne y hueso” que pueda llevarlas a cabo, de 
este modo a través de la transmisión generacional también hay una transmisión de la cultura, que 
permite al niño introducirse en el campo del lenguaje y la palabra. De este modo Kamers (2006) 
señala que la transmisión implica una forma de ordenación simbólica que también define los 
lugares, siendo la categoría de los padres la que define la categoría de los hijos y en ese sentido, 
en la actualidad esa diferencia que es necesaria para dicho ordenamiento parece desvanecerse. En 
estas nuevas formas de organización familiar parece necesario que los adultos que se encargan de 
educar a los niños, así no sean los padres biológicos, tienen la responsabilidad de introducir al 
niño en el mundo social y de garantizar su continuidad a través de la transmisión de la Ley, 
necesaria para la convivencia y para el mantenimiento de la cultura y esto implica la aceptación 
para ocupar ese lugar y esa función de padre. En esa medida, habría que explorar la manera como 
son asumidas esas funciones al interior de una familia compuesta de manera diferente 
posteriormente al abandono del padre, sea por quienes intentan ocupar ese nuevo lugar o por la 
lucha de la madre para asumir esta nueva organización familiar. Frente a esa transmisión es 
pertinente esclarecer la manera como el sujeto internaliza un modo de relación que le ayuda a 
vincularse posteriormente con otros y cómo se verían reflejadas en él la consecución de la Ley y 
la continuidad de los modos de convivencia al interior de la sociedad en edades más avanzadas 
como la adolescencia y la adultez. 
Por su parte, en Colombia se han realizado estudios relacionados con el vínculo madre - 
bebé en la Pontificia Universidad Javeriana, específicamente acerca de las implicaciones sobre el 
desarrollo psíquico de madres adolescentes gestantes. En la investigación “La atmósfera psíquica 
y los vínculos significativos de madres adolescentes gestantes y lactantes de bajo estrato socio-
económico. Implicaciones sobre el desarrollo psíquico” de Gutiérrez, Castellanos, Henao y 
Efectos de la Ausencia Paterna 15 
 
Santacoloma (2007) los resultados indicaron que durante la gestación, el parto y la lactancia, en 
algunos casos se encontraron experiencias satisfactorias que favorecían el estado emocional al 
interior del vínculo madre – hijo. No obstante, las características predominantes de la atmósfera 
psíquica de las adolescentes participantes del estudio y de sus vínculos significativos, no 
favorecían su desarrollo psíquico ni tampoco el de su bebé. La atmósfera que predomina es una 
atmósfera de crisis en donde existe una primacía de sentimientos negativos que no han logrado 
ser elaborados, de tal manera que se dificulta el establecimiento del vínculo madre – hijo que se 
sitúa desde el hijo imaginado y deseado durante la gestación, hasta la identificación de la madre 
con su bebé, lo que permite un sentimiento de unidad con el feto a lo largo del embarazo. 
También resalta la ausencia de la pareja, la cual puede estar influenciada por las vicisitudes 
propias de las relaciones afectivas en la adolescencia, y a quien es más fácil concebir como padre 
del bebé que viene en camino que como compañero sentimental. Así al abordar la situación de la 
pareja, también se observó la dificultad relacionada con el vínculo hacia el propio padre, en 
donde se presentó la tendencia a una experiencia dolorosa y difícil de abordar por sentimientos 
suscitados como el abandono, la soledad, la culpa, la rabia, los reclamos e incluso los deseos 
sexuales truncados. Este sufrimiento psíquico según el estudio, contribuye al malestar 
característico de la atmósfera en la que la madre adolescente vive su experiencia de maternidad, 
puesto que la pareja no asume la función de contención y sostén, ni la función de corte de la 
díada madre – hijo necesaria para la constitución del psiquismo del niño. La pregunta que se 
plantea en el estudio finalmente es: ¿De quién es el hijo?, referida al lugar y a la función paterna 
que en muchos de los casos muestra la predominancia de fisuras en el vínculo de alianza lo cual 
reproduce el triste desenlace del desdibujamiento de la figura masculina y la conformación de 
familias monoparentales. De esta manera sugiere la investigación la necesidad de profundizar 
Efectos de la Ausencia Paterna 16 
 
hallazgos relacionados con la ausencia de la pareja en el desarrollo psíquico de los hijos y el 
devenir de las madres ante un embarazo no deseado. 
Por otra parte, Torres, Santacoloma, Gutiérrez y Henao (2008) se refieren a “Una 
aproximación a la caracterización de la atmósfera psíquica en cuanto factor de desarrollo psíquico 
en adolescentes gestantes”. En esta investigación se pudo observar la manera como en seis 
gestantes, participantes del estudio, hubo un detenimiento del desarrollo psíquico en cinco de los 
casos, y el deterioro del mismo en uno de ellos. Este detenimiento tiene que ver con la dificultad 
de encontrar una atmósfera de contención, en las que se pueda dotar de sentido a las experiencias, 
enlazarlas con los acontecimientos y de esta manera tener una relación lineal con el tiempo, en el 
que exista un lazo entre pasado – presente – futuro, en lugar de la sensación de un tiempo siempre 
presente que se estanca y no abriga la posibilidad de un sentimiento de esperanza, lo que por 
supuesto influye en el vínculo madre - bebé. 
Estas investigaciones con psicoanálisis se han basado en los fundamentos teóricos de los 
que se nutrirá este estudio para la descripción del fenómeno de la ausencia del padre y sus efectos 
en los vínculos con la madre y/o con la pareja. Sabemos que en principio la experiencia temprana 
con la madre, incluso desde antes del nacimiento, es vital para el desarrollo psíquico. Es ella el 
primer objeto que se presenta al niño para suplir sus necesidades vitales, para comprender y 
diferenciar sus demandas y sobre todo para contener las angustias más primarias del niño 
relacionadas con el temor al aniquilamiento. El padre viene posteriormente. (Meltzer, 1990) 
Como lo describe Meltzer (1990) la función del padre tiene un peso secundario con 
respecto al papel de la madre, pero que desempeña una tarea fundamental. En lo que para este 
autor se relaciona la “historia prototípica” de la vida intrauterina y del nacimiento, describe a la 
madre en primera instancia como la razón del primer impacto estético. Es a ella a quien escucha 
por primera vez y por quien se despierta su sed de conocimientos. Posterior al nacimiento del 
Efectos de la Ausencia Paterna 17 
 
bebé, la madre se encarga de su alimentación, lo que conlleva a múltiples fantasías provenientes 
del pecho y del interior del cuerpo de la madre. Teniendo en cuenta esta relación madre – bebé 
que parece inquebrantable, es el padre quien llega a desempeñar la función protectora de este 
vínculo. Para ello es fundamental la claridad en la mente del padre y de la madre con respecto al 
desempeño de sus funciones y roles, lo cual se verá reflejado en la mente del niño. 
Este autor (1990) se refiere a la figura del padre más en términos de su relación con la 
madre interna, la imagen que ella tiene de él para el sujeto y juntos como objeto interno. El 
concepto de padre se hace más claro cuando el self llega a ser adulto a partir de la identificación 
introyectiva del individuo con sus padres internos como Objeto Combinado. El problema del 
ejercicio de esta función tiene que ver con que la disposición del padre se produce de manera 
contingente, contrario al papel de la madre quien permanece desempeñando sus funciones de 
forma presente en la relación quetiene con el bebé. Partiendo de este punto, la relación con el 
padre tiende a ser más conflictiva y por ello a generarse mayores perturbaciones en el sujeto. 
(Meltzer, 1990) 
De acuerdo con esto, el padre protege la relación pero también se encarga de la separación 
y la diferenciación al interior de la díada constituida entre el bebé y la madre. En ese sentido, la 
pregunta de interés en este estudio se relaciona con estos conflictos que surgen en la relación con 
un padre ausente, las fantasías que se generan frente a este personaje que no está y cómo se 
constituye en el marco de esta situación, la relación con la madre, modelo de relación que se 
establecerá para futuros vínculos y que también pueden llegar a generar perturbaciones. 
Para Lebovici y Soulé (1970) el psicoanálisis atribuye de igual manera el papel de la madre 
y del padre “en la red de interacciones relacionales en que se sitúa al hijo durante todo su 
desarrollo” (p. 323), lo que implica que no es posible concebir al uno sin el otro, ya que juntos 
son “los dos componentes implicados desde el principio en una misma vivencia, los dos polos de 
Efectos de la Ausencia Paterna 18 
 
una misma experiencia” (p.323). Es por ello que la carencia paterna continua y prolongada tiene 
como efecto retardar de manera progresiva el desarrollo intelectual del sujeto y esto equivale a la 
ausencia tanto del padre como de la madre, a lo que estos autores (1970) han catalogado como 
más preciso hablar de la “carencia parental”. En este sentido, al referirse a las secuelas a largo 
plazo, las frustraciones precoces pueden desempeñar un papel altamente visible en las estructuras 
patológicas de carácter, manifiestas en la extrema dependencia ajena en los siempre sedientos de 
afecto, quienes necesitan constantemente que les den pruebas de amor. (Lebovici y Soulé, 1970) 
Situaciones afectivas que también serán descritas en la manera como los participantes del estudio 
han referido sus vínculos con las diferentes parejas, formas de relación que van configurándose 
de acuerdo con la estructura inconsciente que en cada uno es determinante. 
Para comprender la manera como se desarrollan los vínculos con los objetos primarios 
dentro de la constelación familiar, es necesario recurrir a otras teorías psicoanalíticas para 
vislumbrar la manera como se constituye el psiquismo del bebé. En principio, para Freud (1910) 
en el Complejo de Edipo el niño debe desprender sus deseos libidinales hacia su madre para 
orientarlos sobre un objeto real externo y posteriormente presentarse una reconciliación con su 
padre. Con respecto a la niña, en un primer momento debió desprenderse de su madre y en un 
segundo tiempo su tarea irá encaminada a desprenderse de los deseos libidinales dirigidos al 
padre para luego ir dirigidos a otro objeto. (De Castro, 2006) De este modo, el desarrollo del 
Complejo de Edipo tendría que ver con la manera como el individuo asumiría estos objetos reales 
externos, que en la adolescencia y la adultez podrían traducirse en la búsqueda de pareja y la 
conformación del vínculo con esta. 
De Castro (2006) refiere cómo la función del padre no solamente se dirige a la prohibición 
del incesto, sino que también el padre representa “la referencia fundamental del progreso cultural, 
de la subjetividad humana y del lazo social”. Es responsable de la configuración subjetiva, 
Efectos de la Ausencia Paterna 19 
 
inscribiendo en el inconsciente del niño el mandato de la prohibición frente al incesto y el goce 
que esto conlleva. De esta manera, además de incluirse en la relación con el padre la Ley, 
también es introducida la posibilidad de la Identificación. El niño agrupa tales ideales con 
respecto al padre en el Ideal del Yo, y la niña por su parte, al encontrarse con su deseo por el falo, 
se dirige posteriormente hacia la feminidad. 
De esta manera surge el interés por investigar acerca de la manera como son desempeñadas 
las funciones del padre cuando este no está presente o cuando es sustituido por una nueva figura 
al interior de la familia, la forma como es afectado el desarrollo psíquico del sujeto y con ello el 
vínculo con la madre y la conformación de vínculos posteriores como la pareja. 
Milmaniene (2004) ha focalizado su atención en las familias posmodernas, en los nuevos 
funcionamientos familiares que han mostrado parejas de un mismo sexo o en donde solo uno de 
los padres trata de asumir tales funciones generando confusión en los hijos. Para él la estructura 
familiar debe estar basada en el “interjuego eficaz” de ambas funciones, materna y paterna, las 
cuales generan el fundamento para la estructura subjetiva del niño. Estas funciones logran su 
objetivo cuando el sujeto puede emerger a la elección de objeto exogámica, de tal manera que 
pueda sentirse libre de ser el instrumento por el cual sus padres han realizado sus fantasías, han 
librado sus batallas o han saldado sus propias deudas. 
Para que estos procesos identificatorios, posteriores al Complejo de Edipo logren abrirse 
paso en un desarrollo psíquico adecuado sería necesario que ambas figuras parentales se 
encuentren presentes. Muchas veces tales figuras están ausentes y el niño queda a merced de 
nuevas figuras que pueden ejercer tales funciones de manera benéfica para su desarrollo, o como 
en el caso de esta investigación, en la que los sujetos han recibido de forma inadecuada o poco 
continente la presencia o ausencia de un padre. De esta forma, el padre puede ser excluido de la 
Efectos de la Ausencia Paterna 20 
 
relación tríadica cuya apropiación es realizada por la madre en sus intentos de llevar a cabo estas 
funciones, que finalmente se ejercen de manera perturbada donde no hay lugar para otro sujeto. 
La ausencia del padre deja una importante huella en el psiquismo, por tal motivo esta 
investigación – intervención se lleva a cabo en el marco de la línea de investigación en Desarrollo 
Psíquico de la Maestría en Psicología Clínica de la Pontificia Universidad Javeriana. Con 
relación a esta línea, el estudio busca explorar el funcionamiento psicológico de los individuos, 
que en este caso se refiere a dos pacientes que recibieron acompañamiento terapéutico a través de 
la psicoterapia orientada psicoanalíticamente y a un grupo de madres solteras quienes han 
asumido el hogar sin la presencia del padre de sus hijos. De esta manera el estudio se enfoca en la 
descripción de las relaciones vinculares tempranas y el impacto que estas han ejercido en el 
desarrollo del individuo, lo cual se ve reflejado en el tipo de relación que sostiene el sujeto 
consigo y con las otras personas que lo rodean o con quienes ha forjado vínculos posteriores. 
Los casos que hacen parte de este estudio muestran grandes dificultades en la manera como 
establecen sus vínculos en la actualidad. Aunque se trata de dos sujetos que se encuentran en la 
adultez, es posible observar el dolor poco elaborado por la ausencia del padre y la presencia de 
nuevos personajes que intentaron sustituirlo. Así mismo muestran una fuerte actitud de rechazo 
hacia su madre con quien mantuvieron un vínculo estrecho pero al mismo tiempo violento y a 
quien han atribuido gran parte de su sufrimiento. Estos casos han planteado un gran interrogante 
acerca de los efectos de la falta del padre en su desarrollo psíquico y en la constitución de los 
vínculos posteriores. 
Esta relación dolorosa con la madre de la cual pareciera que no se pudieran desprender 
estos sujetos, marca el interrogante acerca del cual estos individuos hacen intentos fallidos por 
desligarse de tal relación, que por una parte favorece la dependencia pero que por otra incide en 
el rechazo inconsciente hacia la madre. Esto puede reflejar el sentimiento de culpa frente a la 
Efectos de la Ausencia Paterna 21 
 
ausencia del objeto paterno y representar la imposibilidad de aclarar las confusiones que se 
producen como consecuenciade la perturbación en la introyección del objeto padre – madre 
internos. 
Por tal motivo, la ausencia del padre y la dificultad en la relación con la madre pareciera ser 
un reclamo constante por parte de estos sujetos, siendo así relevante la investigación de esta 
configuración familiar que afecta profundamente el desarrollo psíquico del individuo generando 
conflicto en la elección de nuevos objetos y en la elaboración necesaria de las experiencias que 
procuren el pensamiento y el reconocimiento de las propias emociones en la construcción de los 
vínculos. 
Para Botero (2008), la ausencia del padre puede incidir en la debilidad de la madre, con 
respecto al ejercicio de sus funciones primordiales, como las de sostén, contención y capacidad 
de rêverie. Con la presencia del padre, la madre podría tener la disponibilidad de pensamientos y 
emociones que ayuden en el desarrollo psíquico de sus hijos, cumpliendo con una función que 
más allá del acompañamiento tiene que ver con la posibilidad de recibir las angustias y 
ansiedades de la madre. La ausencia del padre también puede plantearse como una forma de 
violencia que puede explicar de cierta manera la agresividad de la madre. (Botero, H. 2008) 
Por lo tanto es fundamental la investigación de los efectos de la ausencia del padre en estos 
sujetos y en su relación con la madre y/o la pareja, al ser esta una constante en las familias 
colombianas que comienzan a caracterizarse como uniparentales y de las cuales es posible ver 
secuelas del abandono paterno en los adultos de hoy, como los que se analizarán en este estudio. 
Ante la ausencia del padre, el papel de la madre es vital para ese logro en el desarrollo del 
individuo que no posee un padre o que ha sido abandonado por este y es una tarea de la 
psicología tratar de entender y reflexionar acerca de esta carencia, de su huella en el psiquismo 
Efectos de la Ausencia Paterna 22 
 
para la configuración de futuras relaciones, y del sostén que puedan ofrecerse a madres en esta 
situación conflictiva que es transmitida a sus hijos de manera violenta. 
La preocupación principal que ha surgido con la realización de esta investigación se 
fundamenta en el sufrimiento del sujeto que ha experienciado la falta de un padre a lo largo del 
desarrollo y que se manifiesta en la relación terapéutica como un reclamo dirigido a la madre ya 
sea por la no presencia del padre o por su dificultad para elaborar el dolor psíquico y poder 
brindar la función de contención a sus hijos, situación que se busca esclarecer a lo largo de este 
estudio. 
El objeto ausente pudiera haber instalado en el psiquismo del individuo sufriente la 
expectativa de lo real a partir de la carencia, es decir que pareciera que lo único verdadero en la 
vida de estos sujetos es esperar el abandono de los otros y la correspondiente soledad. Esto quiere 
decir que la desesperanza puede no solo ir encaminada a la falta, sino también a la dificultad de 
asumir futuras funciones acordes con el crecimiento, como la conformación de una pareja. A lo 
largo de esta investigación – intervención se busca esclarecer de esta manera cómo es afectada la 
vivencia respecto a la relación con la madre ante la ausencia del padre y también comprender la 
manera en la que el sujeto conforma la vivencia respecto a futuros vínculos basados en esta 
experiencia inicial con los objetos primarios. 
La pregunta que surge entonces, a partir de lo que se ha observado en la intervención 
clínica de estos individuos y que sirve de propósito para esta investigación, se relaciona con las 
fantasías del individuo frente a la ausencia del padre y lo que esa situación genera en la relación 
con la madre: ¿Qué efectos tiene la Ausencia Paterna en la configuración del vínculo con la 
madre y la pareja? 
 
 
Efectos de la Ausencia Paterna 23 
 
 
3. Fundamentación Bibliográfica 
 
 A continuación se describirán teóricamente distintas posturas y conceptos a partir del 
psicoanálisis que pueden ayudar a la comprensión del problema que atañe a esta investigación y 
que hacen parte de diferentes modelos teóricos. En primer lugar se hará un recorrido conceptual 
acerca del padre; posteriormente se describirán las fundamentaciones sobre el vínculo madre – 
hijo; y finalmente, algunas referencias acerca de los efectos de estas relaciones primarias en la 
configuración de nuevos vínculos. 
 
 El Padre 
 El recorrido teórico, partiendo de una base histórica, se realizará a partir de la referencia 
con respecto a las funciones y al lugar del padre en el desarrollo psicosexual del niño. El análisis 
se encuentra partiendo de Freud como precursor de la teoría psicoanalítica. 
 En Tótem y Tabú (1912) Freud hace alusión al hombre de la Prehistoria como 
contemporáneo de épocas actuales. Remitiéndose a los pueblos primitivos, considera el Tótem 
como una figura que se relaciona con el grupo, que representa el antepasado del clan y al mismo 
tiempo un espíritu protector para sus integrantes. Este es transmitido de manera hereditaria a 
través del padre o de la madre y su subordinación es la causa de todas las obligaciones sociales, 
es decir que en cierta medida regula la manera de relacionarse unos con otros. Así mismo, es la 
fuente que prohíbe la endogamia o las relaciones sexuales con otra persona del mismo clan. De 
manera análoga sucede en los individuos neuróticos, donde permanece en la vida psíquica del 
sujeto el temor al incesto y su tarea a lo largo de la vida es sustraerse a dicha atracción para la que 
él representa de manera inconsciente un deseo hacia su madre o su hermana. 
Efectos de la Ausencia Paterna 24 
 
 El tabú se relacionaría entonces con lo sagrado y al mismo tiempo con lo prohibido y 
peligroso. Los tabúes más antiguos van enlazados a las leyes que fundamentan al totemismo que 
tienen que ver con el respeto por el tótem y la evitación de las relaciones sexuales con sujetos que 
perteneciesen al mismo tótem. (Freud, 1912) 
 En el niño las prohibiciones se presentan en el desarrollo a partir del Complejo de Edipo y 
el conflicto que por ende surge entre él y su padre. El papel del padre en el Complejo de Edipo y 
en el Complejo de Castración es el de un adversario de los intereses sexuales del niño, quien se 
siente amenazado con el castigo de la castración de no cumplir con estas imposiciones. Esta 
situación produce en el niño sentimientos de ambivalencia, similares a los que muestra el clan 
con respecto al tótem, figura que prohíbe pero que también presta protección al grupo. Freud 
(1912) más claramente lo define: “Basándonos en estas observaciones nos creemos autorizados 
para sustituir en la fórmula del totemismo – por lo que al hombre se refiere – el animal totémico 
por el padre” (p. 1831) 
 El complejo de Edipo entonces presenta en esta misma línea, mandamientos que también 
se manifiestan en el totemismo, como lo es la prohibición del coito con una mujer del mismo 
tótem y la prohibición de asesinar al tótem. Así Freud (1912) declara al sistema totémico como 
resultado del Complejo de Edipo y afirma que el animal totémico es una sustitución del padre. 
 Basado en la fiesta de la comida totémica, Freud (1912) refiere el fin de la horda paterna 
al asesinato por parte de los hermanos expulsados del clan, quienes matan al padre y devoran su 
cadáver. El padre como figura violenta y tiránica despierta la envidia y el temor por parte de los 
miembros de los hermanos, quienes una vez lo devoraban, se identificaban con él y se apropiaban 
de parte de su fuerza. Al mismo tiempo que lo odiaban debido a su oposición a la necesidad de 
poderío, también lo admiraban y lo amaban. Estos sentimientos contradictorios y ambivalentes 
ocasionaron el remordimiento y la conciencia de culpabilidad, lo cual conllevo a que el padre 
Efectos de la Ausencia Paterna 25 
 
muerto adquiriera mayor poder que en vida. Ante la ausencia del padre, los hermanos tuvieronque instituir la prohibición del incesto con la finalidad de la supervivencia del grupo y así evitar 
la discordia entre hermanos. 
 De esta conciencia de culpabilidad surge la religión totémica, con el fin de calmar los 
sentimientos y buscar cierta reconciliación con el padre a través de la obediencia. Según Freud 
(1912) todas las religiones tienen la misma tendencia, la del apaciguamiento de la culpa. Pero no 
solo a ello se refiere el culto al tótem, sino que también es un recuerdo del triunfo que los hijos 
consiguieron sobre el padre. 
 El Dios actual también podría ser consecuencia de este sentimiento. El mismo individuo 
se concibe a imagen y semejanza de Dios y así mismo el individuo concibe a su Dios de igual 
manera que concibe cierta actitud hacia su padre carnal, es decir, que la relación con Dios 
depende de esa relación que haya existido con el padre terrenal, y más aún desde el psicoanálisis 
no se evidencia sino una sublimación del padre a través de Dios. (Freud, 1912) 
 La añoranza del padre se refleja en la formación religiosa que en un primer momento se 
vio representada en el tótem, pero que posteriormente cobró una figura humana en el Dios actual. 
Lo que en principio fue hostilidad contra el padre, después se transformó en amor y en un ideal 
de omnipotencia sobre el cual se sometieron los hijos. 
 En Moisés y la Religión Monoteísta, Freud (1939) habla de esta añoranza al padre como 
sentimiento propio de toda la humanidad y que es alimentado desde la infancia. Los rasgos con lo 
que se dota a ese gran hombre son los mismos rasgos paternos: “La decisión de sus ideas, la 
fuerza de su voluntad, el poderío de sus acciones, forman parte de la imagen del padre, pero sobre 
todo le corresponden la autonomía e independencia del gran hombre, su olímpica impavidez, que 
puede exacerbarse hasta la falta de todo escrúpulo. Se debe admirarlo, se puede confiar en él, 
pero es imposible dejar de temerlo” (p. 3307) 
Efectos de la Ausencia Paterna 26 
 
 En el desarrollo del carácter estas figuras resultan decisivas para el individuo. En el caso 
del hombre, Freud (1939) refiere el retorno de lo reprimido en los casos en que el individuo crece 
al lado de un “padre indigno” (p. 3317) y que en principio generará en él por oposición, 
conductas típicas de un hombre honorable, sin embargo, posteriormente su carácter se modificará 
y resultará mostrándose como el padre que evitó ser inicialmente, pero de quien finalmente sigue 
el modelo. En otras palabras, en el desarrollo infantil se presenta una precoz identificación, que 
luego es rechazada pero impuesta al final de la vida. 
 El retorno de lo reprimido también se ve reflejado en el desarrollo histórico. Se lleva a 
cabo pausadamente y bajo las condiciones del contexto. Con el sentimiento de culpa, el padre 
vuelve a ocupar la cabeza de la familia pero esta vez sin la omnipotencia que expresaba en la 
horda primitiva. Y en el aspecto religioso se va abriendo paso a la adoración de un solo Dios que 
tiene un único poder, volviéndose a establecer en parte la grandeza del protopadre. (Freud, 1939) 
 Hasta aquí hemos hecho un recorrido de la psicología individual y su relación con la 
cultura que el padre del psicoanálisis ha referido en sus múltiples análisis histórico – sociales 
respecto al padre. A continuación seguiremos el camino teórico con el desarrollo individual y su 
expresión en el sujeto que estudia el psicoanálisis. 
 Como es sabido, los primeros años de la infancia son para Freud los que mayor impacto 
tienen sobre la vida psíquica del individuo. El Yo entonces se constituye a partir de las cargas de 
objeto abandonadas, de las que en un comienzo el sujeto se sintió atraído, y de esta manera 
contiene la historia de esas elecciones. Los efectos de estas primeras identificaciones son las más 
generales y duraderas y conllevan a vislumbrar el Ideal del Yo. Detrás de este se encuentra la 
identificación más importante del sujeto, la identificación con ambos padres, que se lleva a cabo 
antes de la carga de objeto. Al inicio simultáneamente se produce en el niño la identificación con 
el padre y la carga de objeto con relación a la madre, sólo cuando se percibe al padre como 
Efectos de la Ausencia Paterna 27 
 
obstáculo del deseo de quedarse con la madre, se abre paso al Complejo de Edipo. En el caso del 
complejo positivo, la identificación con el padre se convierte en hostil y nace el deseo de que el 
padre desaparezca con la finalidad de que sea sustituido por el niño, sin embargo, con el afecto 
que esto conlleva, la relación permanece en la ambivalencia. Al disolverse el complejo de Edipo, 
la carga de objeto hacia la madre es abandonada, y en cambio se intensifica la identificación con 
el padre. Cuando en lugar de ello, se intensifica la identificación con la madre, en el caso del 
varón, el sujeto adquiere un carácter negativo, este sería el caso del Complejo de Edipo Negativo. 
(Freud, 1923) 
 En este proceso interviene la bisexualidad de base en el sujeto. En el caso del niño, no 
solo se presenta la actitud ambivalente hacia el padre y de elección de objeto materno, sino que al 
mismo tiempo siente una actitud ambivalente hacia la madre y una actitud más cariñosa frente al 
padre; no obstante según la investigación psicoanalítica, uno de estos componentes tiende a 
desaparecer más adelante. El Edipo completo se refiere al intermedio de estas identificaciones en 
donde aparece la participación de los dos componentes, por un lado de la identificación con la 
madre, y por el otro, de la identificación con el padre. (Freud, 1923) 
 Al interior del Yo se establecerían como residuo las dos identificaciones entrelazadas 
entre sí, de modo que se opondría al resto de contenido del Yo, esta parte se refiere al Superyó. 
Además de un residuo es también una formación reactiva contra las primeras elecciones de objeto 
del Ello. El superyó no advertiría solamente el deber ser como el padre, sino que también 
comprendería la prohibición de no hacer lo que el padre hace y que es exclusivamente de él. La 
energía que necesita el sujeto para que dentro de sí exista esta instancia prohibitoria tuvo que ser 
prestada del padre. En este sentido, el Superyó conserva el carácter del padre y su intensidad 
dependerá de la manera como se produjo el Complejo de Edipo y su represión, pues si se vivió de 
Efectos de la Ausencia Paterna 28 
 
manera severa así mismo se mostrara el Superyó del sujeto expresado en la conciencia moral o en 
el sentimiento inconsciente de culpa. (Freud, 1923) 
 El ideal del Yo aparece como heredero del Complejo de Edipo, expresa los impulsos más 
fuertes que posee el Ello y con ello los destinos de la libido del sujeto. Al ser creado, el ideal del 
Yo se ha apoderado del Complejo de Edipo y al mismo tiempo se ha sometido al Ello. El 
Superyó entonces, como abogado del Ello o del mundo interior, se opone al Yo que es la 
instancia que representa al mundo exterior, siendo así que los conflictos entre el Yo y el Ideal 
muestran la antítesis de lo real y de lo psíquico, del mundo exterior y del mundo interior. Lo que 
en la vida psíquica ha pertenecido a lo más bajo, por causa del Ideal es convertido a lo más 
elevado de acuerdo a la escala de valores del ser humano. En sustitución de la aspiración hacia al 
padre, contiene el nódulo del que parten todas las religiones, por esto comparar al Yo con su Ideal 
muestra el origen de la humildad proveniente de la religiosidad de los creyentes. A lo largo del 
desarrollo, el Ideal es transferido a personas que ejercen sobre el individuo la autoridad como los 
maestros, de igual forma como el padre lo ha hecho, siendo estos mandatos y prohibiciones los 
que ejercen influencia sobre el yo ideal y tienen la cualidad de conciencia o censura moral. A 
pesar de las modificaciones posteriores en el carácter del individuo, a lo largo de toda la vida el 
superyó ha de conservar la capacidadde oponerse al yo y de ponerlo bajo sus dominios, conserva 
el carácter que fue imprimido en su génesis bajo el complejo paterno: “Del mismo modo que el 
niño se hallaba sometido a sus padres y obligado a obedecerlos, se somete el yo al imperativo 
categórico de su superyó” (Freud, 1923. p. 2721). 
En “Dostoyevski y El Parricidio”, Freud (1928) retoma la perspectiva del Superyó como 
heredero de la influencia del padre. Con un padre violento y severo, el superyó del sujeto toma de 
él estas mismas características y genera en el yo una posición de pasividad femenina. Así, el yo 
termina formándose con una imperiosa necesidad de ser castigado que es finalmente satisfecha 
Efectos de la Ausencia Paterna 29 
 
por el superyó expresado en el fuerte sentimiento de culpabilidad; finalmente la castración 
representada por el castigo, termina cumpliéndose en la actitud pasiva frente al padre. Freud 
(1928) lo expresa así: “También el destino, es tan solo, en último término, una ulterior 
proyección del padre” (p. 3009). La relación entre el yo y el superyó es la transformación de la 
relación entre el sujeto y el padre, como “una reposición de la misma obra en un nuevo 
escenario” (p. 3010). 
 Las dificultades en el desarrollo infantil ante la ausencia del padre también fueron 
analizadas por Freud (1910) en la vida de Leonardo De Vinci. De niño en sus primeros años no 
vivió con su padre mas fue criado por una madre abandonada y sola. A pesar de que 
posteriormente pudo acceder a él, es en los tres o cuatro primeros años de la vida en donde 
quedan fijadas las formas de relacionarse con el mundo exterior, impresiones que no pueden ser 
despojadas de su importancia por sucesos ulteriores. Esta situación vivida por el pintor, pudo 
relacionarse con su intenso deseo por la investigación y los enigmas relacionados con la 
procedencia de los niños y el papel del padre en el nacimiento. (Freud, 1910) 
 La madre abandonada de Leonardo tuvo que suplir ante él la carencia de un padre 
amoroso, compensándolo con caricias femeninas que despojaron al niño de una parte de su 
virilidad, situándolo en el lugar del marido y produciendo en él una madurez sexual muy precoz. 
Esa relación amorosa fue absolutamente satisfactoria y sin un límite o la separación que debiera 
ejercer en su lugar el padre, pudo forjarse así un vínculo más de tipo perverso. Cuando Leonardo 
pudo estar con su padre y así formar una identificación con él, ya esta había perdido su carácter 
sexual, de tal manera que dirigió su energía libidinal a otras actividades que carecían de 
significado erótico. En esta identificación también encontró resultados fatales en su actividad 
creadora, una vez iniciaba una obra no demoraba en desistir de ella, así como su padre había 
hecho con él cuando pequeño una vez nació. (Freud, 1910) 
Efectos de la Ausencia Paterna 30 
 
 Para Freud (1925), partiendo de las distintas vicisitudes por las que ha de pasar el niño en 
su desarrollo sexual, la niña tiene un mayor desafío en el logro por alcanzar su feminidad. Tanto 
en el niño como en la niña el objeto original es la madre y en algún momento del desarrollo la 
niña debe abandonarla para tomar al padre como objeto de sus deseos. Una vez descubre la 
existencia del pene, toma la decisión de querer tenerlo lo cual es denominado como “complejo de 
masculinidad”. Al rechazar la carencia del órgano viril resulta comportándose como un hombre 
bajo la convicción de que sí lo tiene. En el momento de aceptar que carece de pene se desarrolla 
enla niña el sentimiento de inferioridad, compartiendo con el hombre el desprecio por el defecto 
de las mujeres, razón por la cual persiste en su intento por ser igual que el hombre. Los celos y la 
envidia terminan siendo una constante en el carácter femenino frente al sexo opuesto y en este 
proceso atribuye a la madre su gran dolor, al haberla concebido como mujer. Estos celos también 
se expresan en la desventaja sentida con respecto a otro niño, por quien piensa que es más 
amorosa la madre, desprendiéndose de esta manera de los afectos hacia su madre. Al reconocer 
esta diferencia anatómica, la niña se aparta de la masculinidad dirigiendo así su energía psíquica 
al desarrollo de la feminidad. Renuncia a su deseo del pene y en su lugar fomenta el deseo por un 
niño, un hijo de su padre a quien adopta como objeto amoroso, convirtiendo a su madre en objeto 
de sus celos. 
 El Complejo de Edipo femenino resulta siendo una formación secundaria, a diferencia del 
varón: “Mientras el complejo de Edipo del varón se aniquila en el complejo de castración, el de la 
niña es posibilitado e iniciado por el complejo de castración” (p. 2901). La castración actúa como 
un posibilitador de la feminidad, inhibiendo y restringiendo la masculinidad. (Freud, 1925) 
 La disolución del Complejo de Edipo se presenta cuando este sucumbe a la represión y se 
inicia con ello el periodo de latencia. Cuando el padre impone la distancia y corrige a la niña al 
mostrarse como un objeto imposible de alcanzar, y cuando el niño se da cuenta de que su madre 
Efectos de la Ausencia Paterna 31 
 
no es una propiedad exclusiva de él, ambos experimentan la ausencia de satisfacción de tal 
manera que son apartados de sus inclinaciones iniciales, siendo expresa la imposibilidad de sus 
deseos, razón por la cual fracasa el Complejo de Edipo. (Freud, 1924) 
 De esta forma hay una salvación de los genitales al evitar la castración, pero al mismo 
tiempo estos han sido despojados de su función dando inicio a la interrupción de la evolución 
sexual, típica de la edad de la latencia. Es en este momento que comienza a forjarse el superyó. 
De igual manera ocurre en la mujer, donde se desarrolla el Complejo de Edipo, se forma el 
superyó y se inicia el período de latencia. En este caso la castración es considerada por la mujer 
como un hecho consumado, a diferencia del niño que teme porque esto llegue a ser realidad. La 
culminación del Complejo de Edipo en la niña culmina con el deseo de recibir del padre un hijo 
y ante el incumplimiento de dicho deseo el complejo va siendo abandonado. Ambos deseos, de 
tener un niño y obtener el pene permanecen en el inconsciente, con la utilidad que esto tiene al 
preparar a la mujer en su papel sexual. (Freud, 1924) 
 Luego de este recorrido por las bases freudianas del psicoanálisis que dieron lugar al 
desarrollo psicosexual de niños y niñas, continuaré con autores posteriores que ampliaron el 
espectro conceptual con respecto al papel del padre. Uno de ellos es Donald D. Winnicott quien 
retoma los conceptos de Freud y desarrolla de manera más accesible ciertas pautas de enseñanza 
a los padres y cuidadores que no tienen un bagaje teórico psicoanalítico. 
 En su escrito “El Psicoanálisis y El Sentimiento de Culpa” (1958) se refiere a la manera 
como se gesta el Superyó en el individuo, partiendo de la base conceptual de Freud (1923). Para 
Winnicott (1958), Freud (1923) se refería al Ello en relación con los impulsos instintivos o 
pulsiones, y al Yo como la parte del ser que se relaciona con el medio ambiente que rodea al 
sujeto. El Yo intenta hacer modificaciones en el medio ambiente para satisfacer las demandas del 
Ello, al mismo tiempo que lo reprime en sus impulsos para que el individuo pueda relacionarse 
Efectos de la Ausencia Paterna 32 
 
mejor con el entorno brindando cierta satisfacción al sujeto. El objeto del Superyó es entonces el 
de denominar aquellos elementos de los que se vale el Yo para controlar al Ello. El proceso por el 
cual el infante adquiere el superyó es gradual y paulatino, de esta manera va adquiriendo fuerzas 
para aumentar la capacidad controladora de sí mismo. Así el niño en un primer momento 
introyecta la figura paterna a quien al mismo tiempo teme y respeta, y por esto lleva dentro de sí 
esas fuerzas controladoras basadas en lo que percibe y aprehende del padre. Esta figura paterna 
que aceptamental y emocionalmente (significado que le atribuye Winnicott (1958) al concepto 
de introyección) resulta ser “sumamente subjetiva” y matizada por otras figuras paternas con las 
que también se relaciona el niño y así mismo por las propias pautas culturales de su familia. La 
existencia del sentimiento de culpabilidad quiere decir que el Yo está logrando un acuerdo con el 
Superyó y que la angustia ha madurado hasta llegar a convertirse en culpabilidad. Para el autor 
(1958) la génesis de la culpabilidad reside en la realidad interna, es decir que reside en la 
intención. No obstante, también afirma que la idea de la introyección del padre puede resultar 
simplista, pues existe una primera fase del Superyó en la que los objetos introyectados que sirven 
para controlar los impulsos del Ello son infrahumanos y muy primitivos. El estudio del 
sentimiento de culpa en la infancia y la niñez, es el sentimiento que ha evolucionado a partir de 
un temor tosco y poco matizado para devenir en un ser humano con la capacidad de comprender 
y perdonar. Este sentimiento implica de cierta forma que exista desarrollo emocional, esperanza y 
salud del yo, ya que permite la tolerancia a la ambivalencia que se presenta con respecto al objeto 
en el Complejo de Edipo. (Winnicott, 1958) 
 El sentimiento de culpa es un proceso que se gesta en el desarrollo más allá de ser 
adquirido a través de factores externos. El sentido de moralidad se desarrolla naturalmente en los 
niños de forma individual y personal. Podría hablarse de individuos que hayan desarrollado este 
sentido con mayor o menor plenitud, más no de un impedimento para el desarrollo de un sentido 
Efectos de la Ausencia Paterna 33 
 
propio de moralidad. En términos del Ello, el sentimiento de culpa es una angustia que se 
produce por el conflicto entre el amor y el odio, razón por la cual tiene que ver con la tolerancia a 
la ambivalencia. En el Complejo de Edipo un niño mentalmente sano tolera el conflicto en el que 
por un lado odia al padre y desea dañarlo, y por otra parte lo ama intensamente. (Winnicott, 
1958) 
 Este sentimiento de culpa se relaciona con el código moral, en el sentido en el que el niño 
trata de diferenciar lo que está bien de lo que está mal. En los diferentes ambientes (escuela, 
hogar, familia) el niño da cuenta de estas diferencias y trata de encajar sus propias ideas dentro de 
ese código para someterse o para rebelarse ante algún aspecto. Con el paso del tiempo se ve 
alterada la posición del niño frente a esto, ya sea porque la situación se ha vuelto tan compleja 
que pierde el sentido, o porque con la madurez el niño afirma su sentido del self, lo que implica 
que ha formado sus opiniones personales. Inclusive en la madurez, el niño puede cotejar en 
algunas ocasiones sus ideas con el código aceptado, con el fin de saber cómo está la relación 
entre él y la comunidad, rasgo que también permanece durante la adultez. (Winicott, 1966) 
Este sentido de lo moral es explicado por Winnicott (1966) y resalta el alto valor que tiene 
el sentido personal: “Me gusta creer en la existencia de un modo de vida basado en la premisa de 
que, en última instancia, las normas morales ligadas a la sumisión tienen poco valor; lo que vale 
es el sentido personal de lo que está bien y de lo que está mal que posee el niño. Abrigamos la 
esperanza de verlo evolucionar en él, junto con todo lo demás que evoluciona, impelido por los 
procesos heredados que conducen a todo tipo de crecimiento” (p. 129) 
 De esta manera, el sentimiento de culpa al igual que el sentido moral, emergen en el 
individuo a lo largo de su desarrollo con base en sus experiencias tempranas en las que se ha 
logrado la tolerancia a la ambivalencia hacia el objeto,en el caso del niño sano. Para ello es 
importante que previamente el niño haya logrado alcanzar la preocupación por el otro, donde si el 
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niño es maduro puede verse inmerso en relaciones triangulares en las que tiene la posibilidad de 
ver al objeto como un ser humano completo. Este desarrollo es posible también en la medida en 
la que el niño pueda contar con un ambiente que facilite su progreso. Para el autor (1960a), este 
ambiente facilitador no solo corresponde a la madre, en sus escritos incluye al padre y da por 
hecho que su presencia es de vital importancia en la expresión adecuada de las funciones 
maternas. No solamente se trata de un cuidado materno satisfactorio, sino que en realidad esto 
quiere decir “cuidado parental” que puede dividirse en tres etapas: en primer lugar el sostén que 
se refiere a la provisión ambiental que trasciende al sostén físico; segundo, la madre y el niño 
viven juntos, allí el infante no conoce las funciones del padre, es decir, la de ocuparse del 
ambiente dispuesto para la madre; tercero, ya se encuentra la triada padre, madre e infante que 
además viven juntos. (Winnicott, 1960a) 
 El término “vivir con” está referido a una “relación tridimensional o espacial, a la que 
gradualmente va añadiéndose el tiempo” (p. 56) Este “sostén”, tan importante en el desarrollo 
emocional del niño y de la niña, van determinando las relaciones objetales, las que están 
implicadas en el momento de “vivir con” en donde el infante logra surgir del estado de fusión en 
el que se encuentra con la madre y darse cuenta de los objetos que son externos a sí mismo. 
(Winnicott, 1960) 
 En las primeras etapas del desarrollo el papel del padre tiene vital importancia, ya que de 
acuerdo al apoyo emocional y material que brinde a la madre ella puede hacerse cargo del niño y 
sostenerlo adecuadamente, posterior a esto llega la relación directa con su hijo. Incluso en las 
siguientes etapas, como en la edad escolar, puede volverse más importante para el infante su 
relación con el padre. Así, cuando ambos padres han brindado cuidados suficientes, otras figuras 
que se presenten en momentos próximos, así como los maestros o cuidadores, pueden llevar a 
cabo estas funciones en ausencia de los padres más fácilmente. (Winnicott, 1951) 
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 Como se puede observar, Winnicott (1960) no hace a un lado al padre, sino que por el 
contrario lo incluye acompañando las funciones maternas, como ambiente suficiente para el sano 
desarrollo y crecimiento del pequeño. El hombre y la mujer asumen de manera conjunta la 
responsabilidad de todos sus hijos y la crianza por parte de la madre, pero apoyada por el padre, 
se lleva a cabo de acuerdo a la personalidad de cada uno de ellos, de tal manera que el resultado 
de esta formación afecta a la sociedad desde las unidades más pequeñas, como lo son el hogar y 
la familia. (Winnicott, 1946) 
 El niño normal actúa de forma desenfrenada debido a la confianza que les tiene a la madre 
y al padre. Cuando el hogar es capaz de soportar que sus hijos pongan a prueba el poder que los 
padres ejercen sobre él puede lograr esta confianza. En principio el niño debería tener la 
posibilidad de ser un niño irresponsable y esto expresa los niveles de conflicto y desintegración 
que aparecen en las primeras etapas del desarrollo emocional. Debido a que la personalidad no 
está del todo integrada, el niño no tiene la capacidad de manejar sus propios instintos, y solo 
puede llegar a lograr su tolerancia a partir de un espacio que protege el padre estable, generado 
por la pareja parental. Esta confianza brindada por ese “círculo de amor y fortaleza” ayudan al 
infante a que no sienta el temor de sus propios sentimientos y fantasías, logrando de esta manera 
un éxito en el desarrollo afectivo. (Winnicott, 1946) 
 La delincuencia es una salida cuando este ambiente afectivo no existe. El infante que no 
tiene a su disposición un marco de seguridad, intenta buscarlo fuera de su hogar. De esta manera, 
la transgresión de las normas refleja una búsqueda de control exterior al propio sujeto. 
(Winnicott, 1946) 
 La presencia del padreentonces implicaría una compañía permanente a la madre y un 
apoyo a la díada madre – hijo que permitiría la confianza necesaria para que el individuo lograra 
un desarrollo satisfactorio. En esa vía seguimos insistiendo en las múltiples posturas respecto a la 
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presencia del padre del bebé y del niño en su desarrollo y que según lo anterior, puede explicar 
las conductas adultas conflictivas, al ser el modelo de la relación parental, el modelo a seguir en 
las futuras relaciones objetales. 
 Serge Lebovici (1983) estudia con mayor detenimiento el vínculo padre – lactante. 
Además de la función paterna de separar a la madre de su hijo, este aporta mucho más a la 
lactancia y tiene una relevancia psicológica mucho más profunda en el infante. En la relación 
directa entre el padre y su hijo hay puntos en común con la relación entre la madre y el bebé, 
puesto que tanto en una como en otra díada hay intercambios de reciprocidad y mutua regulación. 
Así mismo hay características exclusivas en la interacción padre – lactante: es de un carácter más 
físico y estimulador, que se refleja en el juego más de tipo táctil y visual, menos mediado por 
objetos. 
 Lebovici (1983) citaa Kestenberg y Marcus (1981) quienes afirman que el bebé tiene la 
capacidad de distinguir cuál de sus progenitores lo sostiene. Al parecer, siente al padre como más 
activo y agresivo, y más audaz y distante que la madre, razón por la cual logra fomentar en el 
bebé mayor independencia y agresividad. Posteriormente, el niño logrará percibir al padre como 
un ser independiente de la madre que puede convertirse en su compañero de juegos. De esta 
manera, el padre pasa a ocupar un lugar de “mediador de la separación y catalizador de la 
sublimación de la agresividad por medio del juego” (p. 200) 
 Lebovici (1983) destaca dos diferencias que hacen de la presencia del padre, un factor 
importante en el desarrollo del niño: en primer lugar, el padre puede desempeñar el papel 
“maternalizante” en la crianza de su hijo de manera muy hábil; y segundo, su conducta es 
ligeramente diferente de la de la madre, siendo su comportamiento menos cercano pero más 
rítmico. Así mismo refiere que en ocasiones la voz grave del padre puede llegar a ser más 
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tranquilizadora. Según lo describe, pueden llegar a ser más eficaces con los varones que con las 
mujeres al tener con sus hijos intercambios preverbales más ricos. 
 El padre aparece mucho antes frente al bebé y no ocupa un lugar de extraño cuando hace 
presencia para representar en el niño un peligro de la pérdida de su madre y de su amor. El bebé 
entonces puede preferir refugiarse en los brazos de su padre, como un extraño que recién aparece, 
pero que puede ayudar a mitigar los grandes temores por lo desconocido. (Lebovici, 1983) 
 El deseo de ser padre tiene que ver con los efectos de la paternidad sobre su vida psíquica 
cuando este ocupó el lugar de hijo, así como también la modalidad edípica que sobrellevó en su 
desarrollo. Dentro de este marco se encuentra también la identificación con el abuelo paterno, por 
tal motivo en el momento de ejercer la paternidad, se pueden actualizar tempranos conflictos que 
se vivieron en la propia niñez. (Lebovici, 1983) 
 Para Herzog y Lebovici (1989) ya no se hablaría más de maternidad o paternidad, sino de 
funciones parentales indiferenciadas, denominadas bajo el nombre de parentalidad. El padre 
representa la autoridad y las instancias del mundo interno que prohíben. Este papel 
fundamentalmente está de acuerdo con las familias patriarcales que se ha ido transformando a lo 
largo del tiempo y que cuestionan este papel exclusivo del padre en sociedades más desarrolladas 
e industrializadas. No obstante, el padre muestra la necesidad de ese mismo sostén, así como el 
niño, para “paternalizarse”. Esto representa el deseo del padre por el embarazo, por su 
participación en la preparación para el parto y su presencia en el momento del nacimiento. El 
paternaje es más que el acceso a las funciones de la paternalidad: “Inscribe también, en el destino 
del padre, la procreación, el papel que este desempeña junto a la madre del bebé y sus 
capacidades de personificar al superyó, que prohíbe la posesión completa de la madre por parte 
del niño” (p. 74) La paternalidad y el paternaje no solo dependen de la capacidad del padre, sino 
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también de las capacidades del bebé, de sus particularidades históricas y de su propio 
temperamento. 
 Según la investigación de este par de autores (1989) al parecer los bebés educados sin su 
padre no tienen la misma capacidad para modular sus interacciones violentas, por lo cual el papel 
del padre también iría encaminado a organizar en los niños estos afectos intensos. La presencia 
del padre ejerciendo estas funciones implica en el niño una adaptación rápida, en la que parecen 
sentirse más cómodos con el comportamiento del padre, que busca organizar estas conductas y 
fantasmas agresivos. En las familias en las que el padre no se encuentra parece haber más 
agresión actuada por parte de los pequeños que en las familias en las que ambos padres están 
presentes. (Herzog y Lebovici, 1989) 
 Finalmente concluyen la importancia de la presencia del padre como un tercer personaje 
que busca hacerse más interactivo frente al infante. Así mismo en el paternaje, tienen que ver la 
historia infantil del padre, su nivel sociocultural y sus propios rasgos de personalidad. Así como 
la madre, el padre también necesita apoyo afectivo de la madre para lograr alcanzar el suficiente 
interés sobre el bebé, ya que es posible que también presenten depresión posterior al parto. El 
paternaje también es consecuencia de una cadena de hechos históricos, que al mismo tiempo son 
personales y que también incluyen las múltiples relaciones afectivas que el padre puede haber 
sostenido en el pasado. (Herzog y Lebovici, 1989) 
 Como vimos en Freud (1923) en el Complejo de Edipo adquiere un papel fundamental el 
lugar del padre tanto en el niño como en la niña, como objeto externo que regula las relaciones y 
que separa al bebé de su madre, con quien establecía una relación casi fusionada. Thomas Ogden 
(1992) retoma este análisis de Freud y expresa en él ciertas dificultades teóricas. Para él, el niño y 
la niña deben atravesar una serie de transiciones para lograr llegar a resolver su conflicto Edípico 
y lograr la identificación con el padre del mismo sexo. 
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 La fase primaria del complejo de Edipo femenino se caracteriza por una forma de relación 
transicional con la madre quien sirve de intermediaria para que la niña logre entrar en el amor 
objetal edípico. Esta forma de relación con la madre es similar pero distinta a la relación primaria 
con el objeto transicional descrito por Winnicott (1951). Allí se establece una paradoja ya que la 
primera relación objetal triádica se produce en la relación de dos personas: “la primera relación 
heterosexual se desarrolla en una relación entre dos mujeres; el padre como objeto libidinal es 
descubierto en la madre”. (p. 93). (Ogden, 1992) 
 Para Ogden (1992) una de las dificultades teóricas freudianas se refiere a la consideración 
de que la niña traslada su investidura objetal de la madre al padre. Lo encubierto en esta 
formulación radica en que en este proceso la condición de la madre como “objeto” y la condición 
de padre como “objeto” no son equivalentes. La transición no es realizada de un objeto a otro, 
sino desde la relación con un objeto interno (que no se encuentra completamente separado del sí 
mismo) a la investidura de un objeto externo (que se encuentra fuera del alcance de la 
omnipotencia del sí mismo). El objeto externo que se encuentra no es solamente el padre edípico, 
sino que también se encuentra a la madre edípica con quien el padre edípico

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