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Terapia familiar sistémica - Carmen Bermúdez Romero - MARLON ROBERTO BANEGAS ANDRADE

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Carmen Bermúdez Romero Eduardo Brik Galicer
 
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Prólogo
Introducción
Parte 1
La familia, la Terapia Familiar Sistémica y su evolución
1. La familia desde la perspectiva histórica, sociológica y psicológica
1.1. Bases teóricas de las diferentes disciplinas acerca de la existencia de la familia
1.1.1. Bases biológicas
1.1.2. Bases culturales y antropológicas
1.1.3. Bases económicas
1.1.4. Bases sociológicas ypsicológicas
1.2. La familia y su evolución histórica
1.2.1. La familia en la Edad Media
1.2.2. La familia en la Revolución Industrial
1.2.3. La familia en Occidente en el siglo X
1.3. Cambios sociológicos de la familia en el siglo XX
1.3.1. El Estado de Bienestar
1.3.2. La igualdad de género
1.3.3. La pareja
1.3.4. La decisión de tener hijos
1.3.5. La llegada a la ancianidad
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1.4. Los nuevos desafíos de la familia
1.4.1. La aceptación de nuevos modelos de familia
1.4.2. La conciliación de la vida laboral y familiar
1.4.3. El cambio de valores
2. La Terapia Familiar Sistémica
2.1. Surgimiento y evolución de la Terapia Familiar Sistémica
2.2. Bases teóricas
2.2.1. La Teoría General de los Sistemas
2.2.2. La Teoría de la Comunicación Humana
2.2.3. La Cibernética
2.3. Principales escuelas en Terapia Familiar Sistémica
2.3.1. Escuela Intergeneracional
2.3.2. Escuela Simbólico-Experiencial
2.3.3. Escuelas enmarcadas en la Cibernética de Primer Orden
2.4. Escuelas enmarcadas en la Cibernética de Segundo Orden
Preguntas de autoevaluación
3. La Psicoterapia Individual Sistémica
3.1. ¿Por qué se vuelve al individuo?
3.2. Indicaciones para una Terapia Individual Sistémica
3.3. La posición del terapeuta y la relación terapeuta-paciente
3.4. El proceso terapéutico
3.5. Técnicas sistémicas aplicadas al abordaje individual
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Preguntas de autoevaluación
4. La perspectiva transcultural en Terapia Familiar Sistémica
4.1. Necesidad de un pensamiento cultural en los terapeutas de familia
4.2. Migración, cambio cultural y salud mental
4.2.1. Estrés de aculturación
4.2.2. Duelo migratorio
4.2.3. Integración
4.2.4. Factores de riesgo para la salud mental del inmigrante
4.3. Evaluación sistémica y transcultural en inmigrantes
4.3.1. Elementos para una evaluación sistémica y transcultural
4.4. Abordaje sistémico transcultural en familias inmigrantes
4.4.1. Problemas frecuentes de consulta
4.4.2. Terapia familiar desde una perspectiva cultural
4.4.3. Competencias culturales del terapeuta
4.5. Terapia familiar en problemas transculturales no vinculados a la migración
Preguntas de autoevaluación
Parte II
Aplicación práctica de la Terapia Familiar Sistémica
5. La funcionalidad y disfuncionalidad en la familia
5.1. Funciones familiares
5.2. Estructura familiar
5.3. La comunicación en la familia
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5.4. Ciclo vital familiar y su relación con la funcionalidad y disfuncionalidad en la familia
Preguntas de autoevaluación
6. La evaluación en Terapia Familiar Sistémica
6.1. La primera entrevista
6.1.1. Objetivos
6.1.2. Recogida de datos
6.1.3. Fases
6.2. Instrumentos de evaluación
6.2.1. Genograma
62.2. Escalas de evaluación
62.3. Tarea
6.3. La construcción de hipótesis
6.4. El diagnóstico
6.5. La planificación del tratamiento
6.5.1. El establecimiento de objetivos
6.5.2. El establecimiento del contrato
Preguntas de autoevaluación
7. Estrategias y técnicas fundamentales en Terapia Familiar Sistémica. Aplicaciones
clínicas
7.1. La estrategia y la técnica en Terapia Familiar Sistémica
7.2. Elementos comunes en los distintos modelos de Psicoterapia
7.3. Estrategias y técnicas según las escuelas
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7.3.1. Enfoque intergeneracional
7.3.2. Enfoque simbólico-experiencial
7.3.3. Enfoque del Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto
7.3.4. Enfoque estructural
7.3.5. Enfoque estratégico
7.3.6 Escuela de Milán
7.3.7. Constructivismo y Construccionismo Social
7.3.8. Terapia Breve centrada en la Solución
Preguntas de autoevaluación
8. Ética, familia y Terapia Familiar
8.1. Ética y Psicoterapia
8.2. Ética en la familia
8.3. Ética y Terapia Familiar
8.3.1. Ética en el ámbito asistencial
8.3.2. Ética en el ámbito formativo
Preguntas de autoevaluación
Bibliografia
 
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Escribir el prólogo de un libro es aceptar la delegación de los autores de ser el
responsable de diseñar una especie de carta de invitación a personas cuya lectura del
contenido de esta obra puede aportarles beneficios, tanto personales como profesionales.
En el enfoque sistémico consideramos que no se puede separar a la persona del
profesional, lo que en otras palabras significa reconocer que el instrumento que permite el
efecto terapéutico es la relación interpersonal, donde la calidad de la persona del
terapeuta juega un papel fundamental. Para las personas que no conocen a los autores,
Eduardo Brik y Carmen Bermúdez, este prólogo me da la oportunidad de presentárselos
y, al mismo tiempo, contextualizar la lectura de su libro. Estos dos profesionales de la
Salud Mental, reconocidos por sus aportes teóricos y clínicos en el campo sistémico
familiar, en la comprensión de la emigración y del exilio y en el tratamiento sistémico de
alcoholismo y drogodependencias, forman un equipo diádico que simboliza la columna en
la que se sostienen otros sistemas de pertenencia más amplios: el Equipo de ITAD,
Instituto de Terapia Familiar Sistémica, Alcoholismo y Drogodependencias de Madrid, y
el equipo de la Asociación Española de Psicoterapia Transcultural "Terapias sin
Fronteras".
Lo que nos aporta este manual, desde el punto de vista epistemológico, es la
importancia que tiene, a la hora de comprender los fenómenos humanos, el no confundir
los diferentes niveles del proceso de conocer. El primer nivel es el del conocimiento
como proceso biológico, psicológico, social y cultural. De la pragmática de este nivel, que
corresponde al epistemológico propiamente dicho, emergen los modelos, implícitos y
explícitos, formales e informales. Los que constituyen el paradigma sistémico son
aquellos que, construidos a partir de la complejidad, sirven para proponer modelos
comprensivos y operativos, que son aceptados por un grupo de personas que constituyen
las diferentes escuelas que los defienden y los difunden. Estas escuelas proponen además
formas de intervención, con su conjunto de técnicas, que se presentan como
posibilidades para promover determinados cambios en dicha complejidad.
Si el conocer es un proceso dinámico y permanente, los paradigmas son un medio a
través del cual este proceso se detiene, como la creación de un mapa, para dar un sentido
a una parte de la complejidad humana. El objetivo es no sólo comprenderla mejor, sino
intervenir en ella, con la finalidad de perturbarla, para encontrar nuevas formas de
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interactuar de mejor calidad que las anteriores. Por lo tanto, los mapas no son la realidad
humana que es siempre eco-sistémica, éstos son artificios operativos que organizan el
conocimiento para comprender y realizar una finalidad. La metáfora de los mapas
geográficos a este respecto sigue siendo de utilidad para comprender lo que queremos
explicar, son confeccionados a partir de la información que entregan exploradores sobre
un territorio. Habrá tantos mapas como exploradores. En el caso de algunos modelos
teóricos psicológicos de psicoterapia se cree que el territorio es el mapa, lo que puede
producir graves consecuencias para las personas. Esto acarrea el riesgo de que, si la
fenomenología personal o la de sus sistemas de pertenencia no corresponden al mapa
preferido o dominante del profesional y éste lo impone a partir de su posición de poder,
los sujetos, en vez de sentirse comprendidos, se sienten violentados, excluidos o
estigmatizados. En otras palabras, los sujetos pueden ser víctimas de una violencia
organizada, que emerge cuando las creencias preferidas son la realidad. Al contrario de
esto, los autores de este libro permiten a los principiantes y a los ya formados en el
paradigma sistémico realizarun viaje interesante a través de todos los capítulos de este
libro, por el territorio de la complejidad y el enorme desafío que ha representado crear un
cuerpo de conocimiento riguroso y con identidad propia, y al mismo tiempo abierto a la
observación participante y al conocimiento experiencial. Los autores se refieren al
paradigma sistémico como un sistema vivo, en constante evolución. No significa que los
pilares del sistema se pierdan sino al contrario: su apertura hacia nuevos conocimientos
no ha hecho más que fortalecer su permanencia. El paradigma sistémico es una excelente
metáfora del conocimiento humano, al mismo tiempo que es un producto de la
pragmática del conocer eco-sistémico: abierto, incluyente, dinámico y dialéctico. La
diversidad de modelos expuestos en esta obra, así como la insistencia de los autores en la
importancia de trabajar en terapia con enfoques transculturales, es una excelente manera
de insistir en la importancia de la plasticidad estructural del terapeuta. El enfoque
transcultural no se refiere sólo a la evidencia de la existencia de diferencias entre
personas que pertenecen a pueblos o etnias diferentes, sino al respeto de la diferencia
cultural que existe entre las familias, los grupos sociales, los géneros, los oprimidos y los
opresores y, por último, entre las personas. El o la terapeuta transcultural respeta y siente
curiosidad por la forma en que cada persona y cada sistema humano operan en la
realidad y el sentido a sus experiencias y las de los demás. El único límite del respeto de
estas diferencias está en las transgresiones o violaciones a los derechos humanos que
pueden contener los modelos culturales, de allí la importancia de la dimensión ética que
los autores defienden a lo largo de su obra. En la medida que los terapeutas introducen
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en los diálogos terapéuticos elementos de su propia cultura permiten también que los
otros experimenten el mismo fenómeno. Esta dinámica es sin duda lo que facilita un
mestizaje cultural que favorece positivamente a todos los participantes en el proceso
terapéutico: los terapeutas, las personas ayudadas y los miembros de sus sistemas de
pertenencia.
La lectura de este libro permitirá también que terapeutas y aprendices se protejan de
toda forma de reduccionismo sistémico como, por ejemplo, confundir epistemología sisté
mica, modelos preferidos, técnicas y sistemas de intervención. Esto es muy importante
para protegerse de la idea omnipotente de que la terapia familiar es lo mismo que la
epistemología y el enfoque sistémico. Estos últimos son los que han permitido otra forma
de entender la fenomenología humana, incorporando la historia y los contextos en la
comprensión de lo humano. La terapia familiar sistémica, como su propio nombre indica,
es la aplicación práctica de este enfoque con el fin de comprender el cómo y el porqué de
la singularidad del funcionamiento de un sistema singular denominado familia. En este
sentido esta obra ayudará a los lectores a evitar el riesgo de confundir al individuo con
sus sistemas de pertenencia contextual. Esto implica aceptar que, si se incluye a la familia
para comprender e intervenir, nos estamos refiriendo a un sistema particular definido
como tal por su organización, cualquiera que sea su estructura. La organización de una
familia no define sólo la estructura, sino la calidad de sus interacciones, es decir, su
finalidad, por ejemplo el buen trato, los cuidados, la protección de los más vulnerables, la
educación, asegurar el bienestar de todos sus miembros, proporcionando además un
sentimiento de pertenencia constructiva a su comunidad y a la especie humana. Esto es
fundamental sobre todo para las crías porque éstas son totalmente dependientes, para
mantenerse vivas, de los cuidados, protección y educación aportados por los adultos de
la familia. En este sentido, la familia como sistema de pertenencia puede ser el contexto
natural para el desarrollo sano de sus miembros, así sean familias con diferentes
estructuras, si ellas cumplen con las finalidades que permiten que se las distinga como
pertenecientes a la clase familia, por ejemplo, la familia nuclear, la monoparental, la
adoptiva, la de acogida, la homosexual, la ensamblada, la transcultural, la inmigrante u
otras. En este sentido es importante señalar que una familia produce cambios a lo largo
del ciclo vital y no por ello deja de ser familia, sino que se adapta a ellos
constructivamente, como familia que sigue vinculada positivamente. Sin embargo ésta
pervierte su finalidad cuando el marido violenta a la esposa o la madre, o cuando el padre
o la madre o ambos maltratan o abusan de sus hijos. Ahí se pierde todo y la familia deja
de ser un sistema familiar para convertirse en un sistema abusivo o maltratador.
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En otro orden, el interés que los autores demuestran por los enfoques individuales
sistémicos es una muestra más del sentido ético que los anima. Aunque parezca
paradójico, no hay nada más sistémico que el enfoque individual sistémico. El insistir
sobre la necesidad de ubicar a la persona como sujeto central del complejo entramado de
sus relaciones y, por ende, de las intervenciones terapéuticas sistémicas, es un antídoto a
lo que hemos llamado reduccionismo sistémico. Todavía es frecuente que profesionales y
formadores de la terapia familiar reduzcan al individuo sólo al sistema de pertenencia
familiar como único contexto relacional. En este libro los autores, al introducir la
psicoterapia individual sistémica, implícitamente defienden la idea de que son las
personas que componen el sistema familiar las que son los sujetos de la psicoterapia y no
sólo el sistema.
Los autores dan mucha importancia a la persona del terapeuta y a la eficacia del
desarrollo del vínculo y de sus intervenciones con una mejora de las condiciones de vida
de las personas. El sistema terapéutico puede ser considerado como un sistema
transicional de per tenencia e, incluso para ciertas personas, forma parte de su red de
apoyo real o simbólico a lo largo de toda su vida. Terapia y resiliencia se pueden articular
como un todo. Los terapeutas no partirán del planteamiento: éste es su problema y yo le
ayudaré, sino más bien: su problema es también el nuestro, juntos veremos y buscaremos
cómo salir adelante.
Lo que está implícito en toda la obra es la insistencia de los autores en recordarnos
que la terapia familiar sistémica es una ciencia clínica. Por lo tanto, toda intervención
terapéutica es, al mismo tiempo, una forma de investigación-acción, en donde el
terapeuta pertenece al sistema que intenta influenciar. De esto emerge que uno de los
pilares fundamentales de la intervención sistémica es el compromiso ético de los
terapeutas, que implica el arriesgarse para promover mejoras en las condiciones de vida
de las personas. Si todos adoptan esta ética del riesgo, las posibilidades de
comprometerse a encontrar el camino del cambio, más que un esfuerzo de los portadores
del síntoma o los designados como problemas será un proceso colectivo y solidario,
donde el sujeto, los sistemas de pertenencia y los terapeutas serán los co-protagonistas de
un proceso social que beneficiará al conjunto.
Este prólogo es la oportunidad que se me brindó para invitar al máximo de personas a
participar de un evento donde los autores son los protagonistas principales. No es una
invitación formal, es un ritual que pretende presentar a los autores, sus méritos y su obra,
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poniendo el énfasis precisamente en ésta.
Como prologuista me considero una especie de anunciador y a la vez el que hace de
portero, anunciando y argumentando con pasión por qué conviene leer este libro, y de
esta forma abrir la puerta al lector, señalando los aspectos más relevantes de esta obra.
Jorge Barudy
Neuropsiquiatra, psiquiatra infantil y terapeuta familiar Director del IFIVR (Instituto de
Formación e Investigación-Acción sobre las Consecuencias de la Violencia y la
Promoción de la Resiliencia)
 
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La condición biológica familiar del ser humano permite su desarrollocomo ser
psicológico, relacional y cultural, siendo la familia el contexto natural de su convivencia,
aprendizaje grupal y desarrollo evolutivo. Sin la familia es imposible el crecimiento del
individuo en todas sus dimensiones.
En las últimas décadas, la familia ha dejado de entenderse de una sola manera para
dar paso a la aceptación de la existencia de diferentes unidades familiares, todas ellas
legítimas, que conviven dentro de una pluralidad intercultural en las distintas sociedades
occidentales.
El amplio abanico de unidades relacionales familiares que todo terapeuta necesita
conocer para llevar a cabo su práctica clínica incluye la familia nuclear, la familia extensa,
la familia monoparental, la familia reconstituida, la familia adoptante, la familia
homosexual, la familia inmigrante, la familia transcultural o multicultural y la familia
transnacional, entre otras.
La Terapia Familiar Sistémica, con casi 60 años de vida, ha supuesto una revolución
en la práctica de la psicología y la psiquiatría, ha crecido y evolucionado como modelo
terapéutico igual que un sistema vivo, abierto a cambios relacionales, transformaciones
contextuales y factores culturales que se dan tanto en contextos científicos como sociales.
Puesto que el paradigma sistémico es un "sistema vivo" en constante evolución es
necesaria una obra que compile los inicios y los fundamentos de dicho paradigma e
incorpore los avances y los recursos que se están desarrollando en este campo, con el fin
de poder abordar la diversidad de las "realidades familiares".
Este libro es un manual que permite la profundización en el modelo sistémico tanto al
profesional que se inicia en la terapia familiar como a aquel con experiencia en el trabajo
con familias. Pretende ser una fuente didáctica de información y formación sobre el
paradigma sistémico, a través de la exposición de sus bases teóricas, estrategias y
técnicas, y su aplicación práctica en el ámbito clínico. Con este fin, el contenido teórico
va acompañado de ejemplos prácticos que cualquier terapeuta puede encontrar en su
quehacer profesional.
Con el objetivo de que la obra sea accesible y pedagógica se ha estructurado en dos
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grandes bloques. El primer bloque, formado por los cuatro primeros capítulos, aborda el
estudio de la familia, los fundamentos teóricos de la Terapia Familiar Sistémica y su
evolución hacia el campo de la Terapia Sistémica Individual y la perspectiva transcultural
aplicada al campo sistémico. El segundo bloque está compuesto por los capítulos que se
ocupan de abordar la complejidad de la funcionalidad y disfuncionalidad de la familia, las
distintas herramientas que se emplean para llevar a cabo la evaluación familiar y las
estrategias y técnicas a aplicar. El último capítulo aborda el interesante campo de la Etica
aplicado al paradigma sistémico.
El capítulo 1, "La familia desde una perspectiva histórica, sociológica y psicológica",
aborda la evolución histórica de la familia en los distintos contextos sociales, económicos
y políticos, sus semejanzas y diferencias y la correspondiente variación de sus funciones
hasta la actualidad. Este capítulo profundiza en los distintos fundamentos teóricos que se
han dado para explicar la existencia de la familia, tanto biológicos, económicos y
sociológicos como culturales, entre otros. El capítulo recorre su evolución y hace
hincapié en cómo la globalización ha sido un elemento clave en la aparición de los
distintos tipos de familia.
En el capítulo 2, "La Terapia Familiar Sistémica', se desarrollan las bases teóricas
fundamentales en las que se asienta este modelo terapéutico. En primer lugar, se describe
cómo surge la Terapia Familiar Sistémica, haciendo un recorrido cronológico del
enfoque, destacando los autores más relevantes y las aportaciones más significativas.
Posteriormente se abordan los conceptos que este enfoque "adopta y adapta' de campos
tan diversos como la biología o la cibernética para comprender cómo es el mundo
relacional del ser humano y, sobre todo, para dar una explicación al funcionamiento
interaccional dentro de una familia u otros sistemas humanos significativos. Finalmente, y
una vez que se ha abordado el origen de este paradigma y sobre qué cimientos teóricos
se apoya, se explican cuáles son las escuelas más importantes que se han desarrollado a
lo largo de los años. Las contribuciones de relevantes autores, con nuevas teorías y
explicaciones sobre la familia hacen que este paradigma se haya ido enriqueciendo y,
sobre todo, haya demostrado su eficacia a la hora de trabajar con familias.
La inclusión en el libro del capítulo 3, sobre "Psicoterapia Individual Sistémica", surge
de una clara necesidad de adaptación a la circunstancia que se ha ido imponiendo
socialmente y que seguirá haciéndolo en los años venideros: la ubicación del individuo
como eje central en el complejo entramado de sus relaciones. Tal como se explica en el
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capítulo, trabajar con el sistema familiar ya no es la única forma de trabajar
sistémicamente, cada vez hay una mayor demanda de psicoterapia individual que
también requiere un conocimiento por parte del terapeuta sistémico sobre esta nueva
materia.
De igual modo que el objetivo del capítulo sobre Psicoterapia Individual Sistémica es
formar sobre cómo se aborda sistémicamente la terapia cuando sólo hay un individuo con
el que trabajar, el capítulo 4, "La perspectiva transcultural en Terapia Familiar Sistémica',
tiene como objetivo transmitir cómo se trabaja sistémicamente en contextos donde las
variables culturales y transculturales tienen un peso específico. Cada vez con más
frecuencia acuden a consulta individuos, parejas y familias que provienen de culturas
diferentes, que han dejado sus países de origen por diversos motivos, apareciendo una
complejidad de fenómenos psicológicos y relacionales que requieren una especialización
teórica. El profesional no puede desentenderse de esta realidad transcultural que ya se ha
impuesto en el mundo globalizado y llega a las consultas diariamente.
Con el capítulo 5, "La funcionalidad y disfuncionalidad de la familia", comienza el
bloque dedicado a la aplicación práctica del enfoque sistémico. Si bien estos conceptos
están en cuestionamiento desde el Constructivismo y por la diversidad de relaciones
familiares que aparecen en la era global, son conceptos orientativos que ayudan al
profesional a estructurar su intervención pero, en ningún caso, tienen que convertirse en
"carteles inamovibles" que determinen la visión que el terapeuta tenga de la familia.
En el capítulo 6, "La evaluación en Terapia Familiar Sistémica" se recogen aspectos
tan importantes como la realización de la primera entrevista, los instrumentos de
evaluación más empleados o cómo se elabora un genograma (herramienta por excelencia
del modelo sistémico), con el fin de poder llegar a un diagnóstico y elaborar un posterior
plan de tratamiento. Desde el enfoque sistémico se plantea que ya, desde la evaluación,
se está haciendo intervención, por eso se hace hincapié en una formación sólida en todo
lo que se refiere a la misma; sólo se puede establecer un eficaz plan de intervención si
previamente se ha realizado una adecuada evaluación.
Una vez que se sabe cómo llevar a cabo este primer paso de un tratamiento es
necesario conocer las estrategias y técnicas que se pueden emplear para lograr los
objetivos terapéuticos. En el capítulo 7, "Estrategias y técnicas fundamentales en Terapia
Familiar Sistémica" se desarrollan las "herramientas" de trabajo que el clínico puede usar,
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desde las distintas escuelas explicadas en el capítulo 2, de manera que se pueden
conectar las diferentes estrategias y técnicas con sus respectivas escuelas.
Por último, no se puede comprender la complejidad y riqueza de un modelo de
psicoterapia como es el sistémico sin conocer cómo se aborda la ética desde dicho
modelo. La ética es la guía de cada ser humano, cada familia tiene su propia ética y todo
terapeuta tiene que tener clara cuál es la ética que tiene que acompañara su labor
profesional, no sólo la establecida por los códigos deontológicos. Todo esto hace que la
inclusión de un capítulo sobre esta temática, el capítulo 8, "Ética, familia y Terapia
Familiar", sea obligatoria, puesto que de no hacer reflexiones éticas sobre la práctica
clínica la posibilidad de error y daño en su intervención se incrementa.
Como una manera de ayudar al lector a reflexionar, pensar y adquirir conocimiento se
han incorporado al final de cada capítulo, a excepción del primero, cinco preguntas de
autoevaluación, de manera que pueda aprovechar el contenido del texto volviendo al
mismo a través de dichas preguntas.
Para finalizar, cabe comentar que la estructura del libro está pensada para que el
lector se vaya introduciendo en el "mundo sistémico" como el que entra en un mar, poco
a poco, hasta que llega a las profundidades y descubre grandes tesoros, ya que la familia
y todo lo que crece a su alrededor es un mar inmenso que nunca deja de sorprender y el
enfoque sistémico es "el mejor traje de buceo" para explorar estas aguas.
 
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Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no
saben lo que deshacen (Gilbert Keith Chesterton)
En la última década del siglo xx y comienzos del xxi los profundos cambios sociales,
políticos y tecnológicos han sido responsables de que la definición de familia aparezca de
manera imprecisa al surgir nuevas formas de la misma que empiezan a ser aceptadas
progresivamente en la cultura occidental, no sólo en el ámbito de las ideas sino también
en el ámbito de la legalidad. Ya no se puede hablar de "familia tipo", dar una definición
única o afirmar que la familia tradicional es la válida.
A lo largo de la historia, la familia consanguínea ha sido una de las formas más
antiguas de convivencia grupal al igual que una necesidad para la supervivencia del ser
humano. Así lo han evidenciado los estudios antropológicos realizados sobre diferentes
culturas, pueblos y tribus de la antigüedad, donde el compromiso de pertenencia y
solidaridad era una de sus marcas distintivas, algo inquebrantable. Otros grupos sociales
han querido copiar su estructura y se han llamado "familia" utilizando denominaciones de
parentesco sin que existieran lazos de sangre como en el caso de comunidades religiosas
o políticas, donde los miembros se llamaban entre sí padre o hermano, en empresas
pequeñas, asociaciones, poblaciones pertenecientes a un mismo territorio, grupos de
amigos o diferentes etnias, incluso en las organizaciones mafiosas, donde se ve un
ejemplo interesante de vinculación no sanguínea.
La familia es la institución más antigua y resistente de todos los grupos humanos,
aunque ha ido variando tanto en sus funciones como en su estructura a lo largo de la
historia. Cumple, entre otras, las funciones de crianza, educación y cuidado. Asimismo,
satisface las necesidades básicas como alimento, vivienda, y dedica parte de su tiempo a
la atención de los más necesitados, como niños, ancianos, personas con discapacidad y
enfermos. Es el refugio que brinda afecto, soporte emocional, económico y protección.
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La familia es un elemento creador y receptor de cultura, una correa de transmisión de
los valores, tradiciones y habilidades de la sociedad al individuo y del individuo a la
sociedad; provee señas de identidad a cada uno de sus miembros desde los primeros años
de vida.
Aunque la familia constituye el punto de referencia para sus integrantes, éstos tienden
a buscar autonomía, individualización y nuevas identificaciones diferentes al marco
original, en el entorno más próximo o lejano, como parte de su desarrollo y crecimiento.
De esta manera, cuando se empieza a tener contacto con otras familias se vivencian
"realidades familiares" diferentes y se interiorizan nuevas construcciones vinculares. Así,
cuando los niños y los adolescentes visitan a sus amigos, tíos, abuelos... conocen otra
dinámica familiar, lo que les nutre de nuevas formas de socialización y significación. La
adopción de nuevas ideas y nuevos modelos familiares, unida a la búsqueda de amor,
vínculos y afectos, sustitutos o complementarios a la familia original, no dejan de ser
motivos frecuentes de conflictos familiares. Sin embargo, la familia original siempre es un
referente importante para cada uno de sus miembros e influye en el potencial de sus
recursos y de su felicidad. Se vuelve a ella en búsqueda del amor, de los valores
compartidos y también se acude ante la necesidad de apoyo en los buenos y malos
momentos.
i.i. Bases teóricas de las diferentes disciplinas acerca de la existencia de la familia
El ser humano se distingue de otras especies por su condición plural, como ser biológico,
psicológico, emocional, familiar y cultural, condiciones que aseguran su supervivencia.
Para alcanzar esta múltiple condición desarrolla el lenguaje como medio de interacción y
crecimiento, y se convierte en una "especie conversadora". De igual forma la familia es
una institución biológica, emocional, psicológica, relacional y cultural que cumple una
función sostenedora del individuo y la prole, asegurando así su continuidad.
Han sido diversas las disciplinas que tratan de explicar el fenómeno de la existencia de
la familia, entre ellas, la biología, la antropología, la economía, la psicología.
z.z.z. Bases biológicas
La obviedad de que la familia es una institución con bases biológicas se aprecia en las
características biológicas del vínculo entre la madre y el hijo, constituyéndose éste en el
primer parentesco de la especie. Este vínculo imprescindible y particular que marca el
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comienzo de la familia como institución se amplía posteriormente al conjunto de las
relaciones más próximas de parentesco.
Como bien explica Cyrulnik (2008: 47), el vínculo no comienza el día del nacimiento
del bebé sino antes:
El nacimiento no indica el comienzo de la vida, sino tan sólo el día en que
caemos bajo la mirada de los otros, en que somos nombrados [...]. Nuestra
existencia, nuestra llegada al mundo, comenzó mucho antes de nuestro nacimiento,
pero ese día nos mudamos, cambiamos de medio, dejamos el vientre materno,
nuestro primer hábitat acuático para pasar al mundo aéreo y social [...]. Al cambiar
de medio el día de nuestro nacimiento, traemos con nosotros nuestros primeros
modos de comunicación, nuestros canales sensoriales que, ya en el útero, nos
habían permitido familiarizarnos con una sensorialidad sonora, olorosa y acariciante
llegada del mundo materno. En el instante mismo del nacimiento el apego cambia de
forma.
En el plano biológico siempre se compara, y al mismo tiempo se distingue, a la familia
humana de la familia de otras especies pero más aún en el plano sociobiológico o cultural
biológico. La sociobiología afirma que la estructura social de la familia es un producto
preparado durante millones de años de evolucionismo biológico; que el amor, el
altruismo, la cooperación social y la moralidad son conductas que, en última instancia,
derivan del egoísmo organicista (Pastor Ramos, 1988: 75). Según esta disciplina todas
estas conductas tienen su base en la biología del individuo porque es la única manera de
que la especie humana sobreviva, de igual manera que perduran otras especies animales.
Sin rechazar este planteamiento, sí se observa que algunos comportamientos humanos
se asemejan a los animales aunque con ciertas particularidades como en el ámbito de la
sexualidad donde, si bien existen conductas parecidas a otras especies como en el cortejo,
no es así en el desarrollo de la sensualidad, el erotismo, la creación de diferentes posturas
y de objetos externos para la búsqueda del placer sexual. De igual modo, en los animales
el período de procreación coincide con momentos específicos del año y unas frecuencias
concretas a lo largo del mismo, mientras que en los seres humanos, si bien existe mayor
aumento hormonal en determinados meses propicios para la procreación, su factibilidad y
sus prácticas de fecundación se extienden a los doce meses, dado que los cambiosculturales actúan sobre su biología. Otro ejemplo es el de los cuidados maternos que son
comunes en muchas especies animales, jugando las hormonas un papel central en ello.
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Pero el desarrollo del lenguaje y el cultivo emocional en el contacto con el bebé marcan
un antes y un después en la especie humana y en la conformación de la familia.
La discusión "biología versus cultura' en relación a la evolución del ser humano y la
familia es una discusión agotada, puesto que ninguna postura puede explicar, de manera
única, los diversos comportamientos humanos. El concepto de evolución está mediado
por la idea de cambio en el plano de la creación cultural que, a su vez, modifica
continuamente los términos de la convivencia humana, desde el descubrimiento de la
piedra al fuego, del fuego al metal, del metal a la rueda, de la rueda a la máquina y de la
máquina a los circuitos electrónicos y así sucesivamente. Esta creatividad cultural va a
modificar la estructura biológica, así el tamaño del cerebro del hombre actual es más
grande que el de sus antepasados, la media de estatura ha aumentado respecto a décadas
anteriores y los niños de corta edad hablan hoy mucho más que hace solo 50 años. Es
impensable pensar en la evolución humana sin pensar en su evolución cultural y su
naturaleza biológica.
1.1.2. Bases culturales y antropológicas
Si bien existen bases biológicas en la conformación y mantenimiento de la familia, es
indiscutible que ésta constituye una organización que también responde a necesidades
cultura les y sociales de sus miembros, no sólo para asegurar la supervivencia de la
especie, sino también para adquirir herramientas que posibiliten una organización social
satisfactoria que facilite la convivencia y el desarrollo.
El ser humano, a diferencia de otras especies animales, necesita muchos años de
aprendizaje para poder emanciparse, ser autónomo y asegurarse la supervivencia.
Precisamente por ello se conforma un núcleo de convivencia familiar indispensable que
cubre las necesidades de organización y aprendizaje social que le permite adquirir
capacidades de socialización con los otros y con el entorno. Los comportamientos de los
seres humanos dentro de la familia no van a responder sólo a necesidades instintivas,
marcadas por los condicionantes biológicos, sino que van a estar mediados por factores
culturales que modulan de forma eficaz dichas necesidades. Un ejemplo claro de ello lo
representa el tabú o prohibición del incesto, desde el cual se impiden las relaciones
sexuales y las de procreación entre los miembros de la misma familia, con el objetivo de
que se potencie la ampliación y constitución de nuevas familias y, por tanto, de la
comunidad. Este fenómeno se ha hallado en casi todas las poblaciones del planeta.
32
Como se comenta anteriormente, el avance cultural ha modificado la estructura
biológica en la evolución del individuo y de la familia que se ha reflejado en el aumento
del tamaño del encéfalo y, por lo tanto, de sus funciones como el desarrollo del lenguaje
y de las emociones, del pensamiento abstracto y de la producción simbólica. Gracias a
este avance se llega a la creación simbólica y de rituales, que comienzan con el entierro
de los muertos, lo que permite el desarrollo de la memoria y la necesidad de velar por el
recuerdo y la sabiduría de los seres queridos. También se logra el desarrollo de la moral y
la ética, lo que permite una mejor convivencia con menor agresividad.
El desarrollo de la paternidad en la especie humana, a diferencia de la maternidad, es
una creación cultural diferente en cada comunidad. Como explica Boyden (1993) el
antropólogo Colin Turnball describe cómo se desarrolla la paternidad en la cultura del
pueblo mbuti (Zaire): el padre tiene un contacto mínimo con su hijo hasta que éste tiene
dos años. Entonces la madre lleva el niño al padre, quien lo acerca a su pecho. El niño
intenta chupar gritando "ema" (mamá) y el padre le da entonces su primer alimento
sólido y le enseña a decir "eba (papá).
Para Cyrulnik (2008) el "nacimiento del padre" se da en el espacio intermedio entre lo
biológico y lo social. Para que la figura del padre sea reconocida como tal y tenga la
posibilidad de ejercer la paternidad tienen que darse unas condiciones: el niño tiene que
tener una maduración biológica que le permita el acceso a la imagen visual (a partir de los
seis meses), se ha tenido que establecer una historia de apego entre la madre y el niño y
tiene que darse una relación entre ese hombre y la madre, de manera que ésta lo "invista'
de padre. El niño, estando todavía en el útero materno, percibe cambios en las reacciones
emocionales de su madre cuando aparece ese hombre, cambios que hacen que, cuando le
ve, no le resulte un extraño, porque ya su madre le "envió señales estando en el útero" de
que ese hombre era diferente a los otros hombres que la rodean (su padre, su ginecólogo,
su hermano...). Es el hombre que la emociona y por eso se le aceleraba el corazón, o
cambiaba su voz cuando aparecía (estando todavía el bebé en el vientre materno). Es el
hombre elegido por la madre para ejercer de padre.
En la cultura occidental, la paternidad ha estado influenciada por los movimientos
feministas de tal manera que el varón se ha podido sacudir los condicionantes patriarcales
y mostrar que, además de su función de sustento de la prole, también puede ser un buen
cuidador (Barudy y Dantagnan, 2005: 40).
33
La diversidad de formas familiares, de tipos de noviazgo, de ritos de iniciación, de
ceremonias de bautizo, de aceptación o no de la diversidad cultural, como de igual
manera la importancia que se da a ser primogénito o ser parte de una comunidad
patriarcal o matriarcal en las diferentes culturas va a responder entre otras a una creación
cultural propia, que no se puede explicar desde un punto de vista biológico.
1.1.3. Bases económicas
Según las teorías marxistas de Engels (1977) el surgimiento de la familia está vinculado a
una serie de circunstancias económicas. En los períodos antiguos, el ser humano vive en
lo que el autor denomina "comunismo primitivo", período que se caracteriza, en el
ámbito de la familia, por la pertenencia de cada mujer a todos los hombres y viceversa,
todos los hombres pertenecen a todas las mujeres, mediado por un comercio sexual
promiscuo donde no se tienen en cuenta las relaciones de parentesco. En este período la
conformación familiar es matriarcal, ya que la descendencia está asegurada por la mujer
que cuida a los hijos y recolecta los frutos, mientras que el hombre aporta el alimento del
grupo a través de la caza y la pesca, estando la mayor parte del tiempo fuera de la
comunidad. Posteriormente, cuando las tribus se asientan gracias al desarrollo de la
agricultura y la ganadería, el hombre, que trabaja en el campo, acumula riqueza y surge
la propiedad privada, lo que le da un poder que ejerce también en el ámbito familiar,
generando un patriarcado y la familia monógama, donde el hombre asegura su dominio y
los hijos son los herederos directos de sus bienes.
Estas teorías económicas que tratan de explicar desde un modelo evolucionista el
origen de la familia han sido posteriormente cuestionadas por diversos motivos. En
primer lugar, no se puede explicar la evolución de la familia hasta llegar a la monogamia
sólo por la estructura de la organización económica de la comunidad; en segundo, en
todo período de transición económica y social no existe un único tipo de familia, sino que
coexisten distintos modelos de organización familiar, como se observa en la actualidad;
en tercer lugar, si bien la familia recibe la influencia de las organizaciones económicas y
políticas de la sociedad, no lo hace de forma pasiva sino que interaccionan entre sí,
discriminando, aceptando, rechazando o generando nuevas alternativas a la "voz oficial"
de los diferentes estamentos sociales, económicos y políticos. Este último factor pone en
evidencia la necesidad de tener un pensamiento analítico sistémico que relacione los
distintos protagonistasen la interacción y sus consecuencias para no caer en
pensamientos unicausales y lineales.
34
Max Weber trata de fundamentar la existencia de la familia creando un nexo entre lo
económico y lo social y acuña el concepto "solidaridad para la subsistencia', según el
cual, cada uno aporta según su posibilidad y recibe de la comunidad según su necesidad
(Pastor Ramos, 1988). Esta economía no busca la ganancia, sino cubrir las necesidades
básicas de alimentación, residencia y vestimenta.
Con la llegada de la revolución industrial este tipo de familia descrito por Weber no
tendría cabida porque ya no es necesaria una economía de subsistencia, puesto que este
nuevo sistema económico conlleva la creación de bienes de consumo y el establecimiento
del dinero como elemento de intercambio. En este proceso ya no es el hombre, como
cabeza de familia, quien produce y genera trabajo y sustento, sino que el capitalismo
permite producir fuera del núcleo familiar, desarrollar profesiones, acceder al mercado
laboral por parte de la mujer, generando una división profunda entre hogar, familia y
trabajo lo que, desde estas teorías, conduciría a la disolución de la familia. Obviamente,
esta visión meramente económica no se cumple, dado que no contempla las diferentes
variables que hacen necesarias las relaciones familiares. De hecho, a lo largo de la
historia, marcados por el sistema económico y social, ha habido intentos alternativos a la
familia, como el "kolhoz" en la Unión Soviética y la "comuna popular" en China, que
resultaron fallidos. Así mismo, en un período posterior, los teóricos del neoliberalismo,
desde la caída del muro de Berlín, plantean el final de la familia (no solamente de la
tradicional) ya que la movilidad física y los desplazamientos de los individuos por
motivos laborales y económicos en el mundo globalizado hacen inviable el mantenimiento
de la unidad familiar.
Sin embargo, ni en el capitalismo industrial, ni en el financiero, ni en los regímenes
comunistas, ni en la sociedad democrática la familia, en toda su tipología, desaparece,
sino que está en constante transformación adaptándose a todos los cambios que
acontecen a su alrededor.
1.1.4. Bases sociológicas y psicológicas
La familia representa la forma más arcaica de organización social. Su estructura ha
estado basada en el parentesco, la intimidad, la protección, la educación, el intercambio
de bienes y en la convivencia residencial o en comunidad en donde se legitiman y se
regulan ciertas prácticas entre sus miembros, especialmente, en el ejercicio de la
sexualidad. Todo esto responde a que la función que cumple la familia es enseñar las
35
formas necesarias y básicas para que cada individuo se inserte en la sociedad y conozca,
entre otros aspectos, sus normas, sus valores y su organización. Pese a las diferencias
entre los pueblos o tribus, la familia, al igual que la religión, existe en todas las culturas
garantizando a sus miembros el aprendizaje de las funciones básicas, lo que contribuye a
que el resto de las instituciones sociales funcionen.
La familia facilita la función de integración social de sus integrantes a través del
proceso de socialización. Como parte de este proceso, la familia representa la institución
en donde se va a iniciar y consolidar el crecimiento y desarrollo psicológico del individuo,
dado que las relaciones entre sus miembros van a estar marcadas por fuertes lazos de
apoyo emocional, solidaridad y cuidado.
Los cambios socioeconómicos han llevado a que la familia extensa de las zonas
rurales en los países industrializados haya mermado o dejado de existir, imponiéndose la
familia nuclear, debido a una necesidad de movilidad de sus miembros por la búsqueda
de trabajo. Las familias nucleares alejadas geográficamente del contexto comunitario o
familiar tradicional presentan mayor complejidad en el desarrollo de las múltiples
funciones que la vida actual exige dado que, frecuentemente, sus miembros están solos
fisicamente y también, por qué no decirlo, presentan mayor soledad emocional,
especialmente en los grandes núcleos urbanos. Estas familias tienen problemas para
cumplir las funciones de antaño como cuidar a los ancianos o proporcionar apoyo a los
más necesitados.
Las funciones de la familia tradicional han sido suplidas por el estado de bienestar a
través de servicios sociales, servicios de salud, guarderías o residencias geriátricas. Sin
embargo, el amor y la entrega que ofrece la familia a sus miembros difícilmente pueden
ser suministrados por organizaciones sociales o estatales.
En las sociedades avanzadas el individuo lleva a cabo un proceso de individualización
(no confundir con individualismo o individuación) que Beck (2003: 339) describe como
una transformación estructural y sociológica de las instituciones sociales y de la relación
del individuo con la sociedad. Para el autor este proceso libera al individuo de los roles
tradicionales pero también le condiciona de muchas maneras, por ejemplo, socavando
seguridades tradicionales como la fe religiosa.
Este individuo "individualizado" tiene que construir una biografía y una organización
propia dentro de un mercado laboral y de consumo que le lleva a contradicciones como
36
afrontar su vida personal y la necesidad de servir a su trabajo como medio para su
ascenso y reconocimiento individual.
Estas sociedades avanzadas priorizan y potencian la formación profesional, la
adquisición y ostentación de bienes materiales, consumo de ocio y búsqueda de estatus
frente a una familia que transmite valores humanos e identidad cultural de generación en
generación, al igual que tradiciones históricas.
La finalidad educativa de dichas sociedades es lograr un individuo emancipado y
autónomo que, si bien depende inicialmente de las estructuras familiares en las cuales
crece, también va a depender del contexto cultural y social que transmite la idea de que el
"ser individual' está por encima del "ser familiar".
Se recurre a la familia cuando este mundo exterior resulta amenazante e inseguro. Se
busca en la familia garantizar una red de apoyo para aquellos que no son capaces de
cuidarse por sí mismos o de aquellos que no tienen ingresos, o trabajo, en definitiva,
aquellos que no son capaces de adaptarse a las exigencias sociales actuales.
Desde el punto de vista psicológico, toda familia, como sistema vivo y relacional,
requiere una serie de adaptaciones psicológicas para poder superar las etapas propias de
su ciclo vital de manera exitosa. Esta adaptación implica la aceptación del cambio en las
reglas de interacción, un respeto a los acuerdos, una toma de conciencia de que se está
viviendo una etapa nueva como parte del proceso evolutivo familiar, y una capacidad de
negociación que permita una fluidez y no un estancamiento. En el capítulo 5 se aborda
de forma detallada el proceso del ciclo vital familiar y las tareas correspondientes para
superar las distintas etapas de manera exitosa.
1.2. La familia y su evolución histórica
La diversidad de relaciones familiares hace imposible concebir una única definición del
término familia, cada definición se adapta a diferentes teorías, ideologías y períodos
históricos. Andersen (1997) afirma que "la familia como concepto abstracto no existe,
sino que existen tantos tipos de familia como sujetos que la definan en su discurso". Sin
embargo, es necesario considerar las distintas definiciones que facilitan la aproximación a
la complejidad actual de los tipos de familias.
El término "familia", de raíz indoeuropea, originariamente alude al hogar, y se puede
37
definir de distintas maneras como, por ejemplo, "un grupo de personas que conviven
bajo un mismo techo y les unen lazos de parentesco" o "conjunto de ascendientes,
descendientes, colaterales y afines de un linaje", según el diccionario de la RealAcademia
de la Lengua. También se entiende como familia el conjunto de personas cuyos lazos
afectivos son intensos, pudiendo o no convivir bajo el mismo techo, donde la prioridad es
la "comunidad de sentimientos"por encima del parentesco, consanguinidad o
cohabitación.
El tabú del incesto en la mayoría de las culturas permite la formación de diferentes
familias. La prohibición de la unión entre miembros de la propia familia lleva a éstos a
buscar su ampliación fuera uniéndose con miembros de otras familias. Sin esta
prohibición hubiese sido imposible el crecimiento y desarrollo de la comunidad humana.
La pluralidad cultural en las sociedades democráticas, a diferencia de las que no lo
son, permite la aceptación de distintos tipos y definiciones de familia cuyos objetivos son
alcanzar y proveer la felicidad individual y del grupo.
En la actualidad no se puede entender la idea de familia sin que ésta sea un espacio de
intercambio, solidaridad, cooperación, pluralidad y tolerancia donde el desafio está en
encontrar la armonía entre la individualidad, el grupo y el contexto.
1.2.1. La familia en la Edad Media
En la Edad Media la familia es concebida como aquella en la que sus miembros
cohabitan conjuntamente, incluyendo no solamente los cónyuges, hijos y parientes
cercanos, sino también huéspedes y criados, que desempeñan en la casa ciertas funciones
de producción y consumo; la consanguinidad no es un requisito para formar parte de la
familia.
Los hijos legítimos o reconocidos por el padre son libres por nacimiento si legalmente
están exentos de la servidumbre. El padre no tiene necesariamente que ser el progenitor y
su posición en la estructura social le confiere supremacía y autoridad sobre las mujeres,
hijos y esclavos.
Los matrimonios son concertados en función de los intereses entre clanes y familias,
sin que el amor tenga cabida. La sexualidad, cuyo objetivo es la procreación, está regida
por las normas religiosas, que tienen una influencia decisiva en la vida familiar; de
38
ninguna manera se contempla el placer sexual sino que, por el contrario, se limita. Los
vínculos amorosos y la búsqueda del placer se buscan fuera del matrimonio.
En Europa, sólo quien posee casa puede tener familia propia (nobleza, burguesía y
agricultores). Hay una conexión entre casa, apellido y nombre de la familia. Las personas
están adscritas a una casa, cortijo o castillo y son reconocidas por el nombre o título de
quien las cobija, apareciendo no sólo en los documentos de propiedad, sino también en
sus fachadas, a través de la inscripción del apellido y el escudo representativo de éste.
Esta modalidad decae cuando se comienzan a construir apartamentos pequeños y las
casas o edificios se nombran por un sistema de calles y números. Sólo las grandes
mansiones y haciendas rurales conservan los nombres de sus dueños.
Esta idea de familia vinculada al hogar, que se conoce desde los antiguos romanos y
comienzos del cristianismo, se extiende a oriente y occidente, conservando las
características patriarcales donde la autoridad del varón es indiscutible, su monopolio en
la vida familiar y la propiedad es absoluta y donde la potestad es transmitida sólo a su
muerte. En este contexto familiar inicial no hay posibilidad de autonomía ni existe la
mayoría de edad para tener derechos iguales a los del padre.
1.2.2. La familia en la Revolución Industrial
Con el advenimiento de la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra en el siglo xviii y
extendida posteriormente a Francia y los países del norte de Europa, el trabajo comienza
a separarse del hogar, a diferencia de lo que ocurría hasta entonces en el campo, donde
territorio, trabajo y vida familiar confluían.
Se produce una necesidad de preparación técnica para incluirse en la nueva dinámica
laboral. La búsqueda y posesión de materia prima y maquinaria por parte del empresario
o nuevo burgués y su oferta de trabajo a los campesinos lleva a la emigración de muchas
familias del campo hacia la ciudad y genera una diferencia muy marcada entre las
jerarquías sociales, especialmente entre la incipiente burguesía y el nuevo proletariado.
De esa forma se fueron conformando los pueblos y las ciudades.
En esta primera etapa, se constituyen más claramente diversos tipos de familia que se
ven obligados a incorporar nuevas estrategias y formas de vida con el objeto de
adecuarse y sobrevivir a los nuevos tiempos.
39
Los cuatro tipos de familia que se van a conformar en el primer período de la
Revolución Industrial son la familia campesina, la familia obrera, la familia de clase
media y la familia de clase alta, las cuales se van a distinguir entre ellas por la jerarquía
en el trabajo, las obligaciones frente a la producción, las categorías sociales y la
movilidad social:
•La familia campesina, que es sinónimo de la familia extensa, se caracteriza por la
residencia comunitaria donde mujeres, hombres e hijos habitan, trabajan y
comparten un lugar geográfico común y una vida en comunidad, donde el trabajo
de la tierra es el centro de la relación cotidiana entre sus miembros. Tíos, abuelos,
primos, cuñados constituyen un parentesco cercano, de soporte y de ayuda. En
caso de que sean muchos los hijos y no haya sustento para todos se los envía para
su crianza y manu tención a un familiar o a los padrinos, en ocasiones, se dejan en
familias sin hijos, utilizándolos como herramienta de trabajo en condiciones
deplorables.
•La familia obrera se constituye a partir de las emigraciones de la familia campesina a
la ciudad. Depende de un salario semanal o mensual, generalmente proveniente del
trabajo del varón, lo cual marca de manera más notoria una clara diferenciación de
los roles en relación al género. El marido es proveedor económico para la mujer y
sus hijos, mientras que la mujer se dedica a la crianza de éstos y al trabajo
doméstico, aceptando ella la sumisión que el marido le impone por ser él quien trae
el sustento. El valor fundamental de la mujer en la familia obrera es la posibilidad de
ser madre y criar a sus hijos.
En caso de trabajar fuera del hogar, la mujer lo hace en el servicio doméstico y
los hijos trabajan desde pequeños en fábricas aunque la alta mortalidad
maternoinfantil de aquella época y la cantidad de embarazos en la vida de la mujer
hacen que ésta abandone el trabajo fuera de casa y vuelva al hogar.
Esta visión de las condiciones de la familia obrera es claramente representada en
la novela de Víctor Hugo Los miserables.
•La familia de la clase media se inspira en el amor romántico que nace con la
Ilustración, concepto éste que se desarrolla como elemento de unión de las parejas
que van a constituir familias posteriormente. Esta familia se caracteriza por el
impulso de los trabajos no manuales (funcionarios, pequeños y medianos
comerciantes, académicos, profesores, administrativos, etc.). Goza de un estatus
40
económico, cultural y profesional muy diferente al de la clase obrera o de las clases
altas. Busca trabajar para tener mayor estatus social y profesional y fomenta que
cada individuo pueda tener una cuota de ahorro como base para asegurar un futuro
estable. Su interés por dicho ahorro y los depósitos de pequeñas cantidades en los
bancos unido a la necesidad de tener una vivienda en propiedad como forma de
darle seguridad son elementos que la definen.
•La familia cíe clase alta se caracteriza por gozar de un alto estatus socioeconómico
que imprime particularidades en la relación entre sus miembros y en los valores que
promueven como familia.
Los miembros de estas familias suelen ser empresarios de éxito, banqueros,
propietarios de fincas y de grandes extensiones de tierra o de diversos inmuebles.
También entran en esta categoría familias que cuentan con profesionales liberales
encumbrados en puestos de relevancia en grandes empresas, o con políticos.
El consumo en estas familias es un valor predominante dado que, a través de
éste, reafirman su estatus. Es por ello que las actividades de ocio van a estar
caracterizadas, entre otras, por un alto grado de consumo de bienes y servicios
como, por ejemplo, búsqueda de lugares donde puedan acceder a gastronomía de
alto nivel, la práctica de deportes que suponen un alto coste, la realización de viajesexóticos de forma periódica y la compra de bienes costosos como automóviles,
casas, joyas, o alta tecnología.
En Occidente, el modelo de familia tradicional o matrimonio tradicional se va
consolidando desde mediados del siglo xix hasta la década de los 60 del siglo xx, fruto del
de sarrollo de las ciudades, de los nuevos tipos de trabajo en fábricas, del progreso de la
burguesía comercial e industrial y de la conformación divisoria marcada entre clases
sociales que requieren precisamente un modelo ideológico que no suponga conflicto ni
cuestionamiento, un modelo que se adapte a la nueva realidad socioeconómica. En este
modelo el logro de la armonía se alcanza con el cumplimiento de los roles familiares
asignados por la estructura social, es decir, el hombre es quien trabaja fuera del hogar,
mantiene a toda la familia, toma las decisiones importantes, sigue ejerciendo su autoridad
frente a la esposa y los hijos, mientras que la mujer tiene la función de proteger el
matrimonio y la prole, el cuidado de la casa y está sujeta al marido (Rage, 1996).
Durante el siglo xx muchas familias siguen conviviendo bajo este modelo a pesar de
los cambios acontecidos y coexistiendo con otros nuevos tipos de familia.
41
1.2.3. La familia en Occidente en el siglo xx
En el curso de este siglo, el concepto de familia se modifica de manera sustancial por la
influencia de los cambios sociales, políticos, económicos y tecnológicos, y por el
afianzamiento del concepto de individualización comentado anteriormente.
Algunas de las configuraciones familiares que surgen en este siglo son producto de la
instauración en Europa de regímenes autoritarios y brutales como el nazismo, el
franquismo y el estalinismo, con sus respectivas particularidades. Estos regímenes
producen un estancamiento en el avance de las familias y de la sociedad debido a la
necesidad del cumplimiento estricto de lo que marca el Estado.
La familia se cierra sobre sí misma, tornándose hermética y rígida, donde los criterios
de jerarquía y autoridad son dominantes. Los aspectos que se imponen en la vida familiar
son, entre otros, la falta de movilidad y libertad, la falta de igualdad de la mujer frente al
hombre y el autoritarismo de los padres frente a los hijos. La vida familiar está focalizada
en el apoyo incondicional a lo que dicta el régimen, tanto en educación,
comportamientos, hábitos, religión y mentalidad de servicio. Las opciones al desacuerdo
son la autosegregación para preservarse y vivir de forma disociada, la resistencia que
conlleva la persecución o la muerte, o el exilio, en caso de ser posible.
Otras configuraciones familiares son consecuencia de los brutales acontecimientos de
la Primera y Segunda Guerra Mundial. Los más de 80 millones de muertos entre ambas
guerras, unidos a la destrucción, desolación, desplazamientos forzosos, migración y
exilios que ambas generan suponen una desmembración de las familias pero, a pesar de
todo ello, la familia como institución no sucumbe.
En la segunda mitad del siglo xx, los países nórdicos, que habían desarrollado
regímenes democráticos y de bienestar social, mejoran la calidad de vida de las familias,
beneficiándose más directamente de los avances tecnológicos, a pesar de que la mayoría
de ellos sufren las consecuencias de la ocupación nazi en Europa, con desplazamientos
de población, absorción de exiliados de la guerra de los países más castigados y
migraciones internas y externas, prestando un gran servicio de solidaridad y acogida.
A partir de los años 60, surgen otras configuraciones familiares fruto de la influencia
de movimientos sociales y políticos que pretenden modificar y crear alternativas
diferentes a la vida tradicional de la familia y del conservadurismo que ésta representa, en
42
especial el movimiento hippie y el movimiento feminista en Estados Unidos, que
extienden su influencia en Europa posteriormente.
El movimiento feminista, que se inspira en la ideología marxista revolucionaria para la
liberación de la mujer, hace una crítica a la familia, ya que la considera como una
institución explotadora para ella, que mantiene un sistema de clases sexuales que designa
roles puramente domésticos a las mujeres y otros más prestigiosos y fuera del hogar a los
varones. Mujeres como Juliet Mitchell, Shulamit Firestone, Kate Millett, Germaine Creer
y Lidia Falcón recogen la dialéctica de las clases sociales de la sociología marxista para
explicar los papeles de los sexos y así promueven la idea de que tanto hombres como
mujeres son producto de una realidad histórica y no meramente biológica, determinada
por las relaciones de explotación donde el sexo femenino es equivalente al proletariado y
el masculino al capitalismo. Ya en 1949 Simone de Beauvoir explica, en su ensayo El
segundo sexo, obra clave para el movimiento feminista, cómo la concepción que se tiene
de la mujer es un producto social y cultural.
El feminismo, en el ámbito de la igualdad dentro de la familia, lucha por conseguir,
junto con otros movimientos, el acceso a una propiedad, derecho a solicitar el divorcio, a
una igualdad en el empleo y en la distribución de funciones en el hogar, la abolición de
los roles sexuales, y a un control del cuerpo de la mujer, incluido el derecho al aborto,
siendo éste un tema controvertido hasta la actualidad.
En ese mismo período surge el movimiento hippie en Estados Unidos con un
posterior traslado a Europa, teniendo su mayor manifestación en las revueltas en el París
del "Mayo del 68". Esta corriente plantea la desaparición de la familia, proponiendo
formas de vida familiar comunitarias diferentes a la tradicional. Surgen así alternativas
utópicas de convivencia que, aunque no constituyen un fenómeno nuevo, sí son
diferentes, por ejemplo, a las comunidades de órdenes religiosas, ya que no comparten
una fe, sino una adherencia a una ideología y forma de vida. Estas comunidades
propuestas están constituidas por varias familias nucleares que comparten el trabajo, la
comida, los bienes, la educación de los hijos y la toma de decisiones. Ejemplos de estas
comunidades son la comunidad Cenedriss en Australia (1976) o la Fundación Findhorm
(1962), la más extensa y antigua del Reino Unido, que sigue existiendo en la actualidad.
La comuna hippie, en muchos casos, compuesta por los hijos de las clases medias
americanas, se caracteriza por el rechazo de la normativa social impuesta desde el
43
sistema capitalista, las normas sociales y la posesión de bienes materiales, al igual que
muchas de las convenciones de la familia tradicional, aceptando la libertad sexual entre
sus miembros y el consumo habitual de marihuana y otras drogas. Esta alternativa entra
en decadencia en los años 70 pero tiene una gran influencia en el arte, la literatura, la
música y el cine, en los movimientos ecológicos y libertarios.
Otra alternativa comunitaria de vida familiar es el kibutz en Israel donde, inicialmente,
hombres y mujeres trabajan en el campo y los niños se crían y viven en guarderías de for
ma colectiva mientras sus padres les visitan diariamente unas horas. El cuidado de estos
niños es compartido alternativamente por toda la comunidad. Hoy en día ha variado,
dadas las desventajas que se observaron en este tipo de crianza como, por ejemplo, que
los niños eran poco emotivos y creativos, con una merma en la identidad individual,
mientras que las ventajas eran la ausencia de abuso, violencia e intimidación sexual y
poca rivalidad, celos o afán de posesión entre ellos. En la actualidad, en la mayoría de
estas comunidades que todavía permanecen, los hijos viven con sus padres desde el
nacimiento.
En la década de los 70, después del "Mayo francés", se desarrolla en Europa una
corriente intelectual y política que cuestiona la familia, considerándola una de las
principales fuentes de opresión y violencia que sufre el ser humano. Esta corriente
contracultural ve en la familia la raíz de todos los males padecidos por el individuo, como
agente continuador y transmisor de la ideología dominante de la sociedad.Psiquiatras,
filósofos y sociólogos plantean, a través de sus escritos, estos cuestionamientos, como
David Cooper, psiquiatra sudafricano, líder del movimiento de la antipsiquiatría, que
plantea la muerte de la familia y, como alternativa, la vida en comunidades. También en
el campo de la psiquiatría Laing y Esterson (1967) cuestionan la psiquiatría
contemporánea, contradiciendo las tesis tradicionales de la esquizofrenia como
enfermedad mental individual, definiéndola como una enfermedad social cuya aparición
depende del ambiente familiar inmediato en el que crecen los enfermos.
El movimiento de la antipsiquiatría surge en un contexto de cuestionamiento global de
la sociedad, sus valores y la influencia negativa en la vida del ser humano. Sus
fundamentos ideológicos neofreudianos y neomarxistas contribuyen a influir en los
profesionales para que tengan una nueva mirada de la enfermedad mental relacionada
con los acontecimientos familiares y sociales, recibiendo críticas de los estamentos
oficiales.
44
Estos debates se prolongan hasta finales de siglo xx; cuando ya no se puede definir
claramente qué es la familia, qué funciones debe cumplir, si se mantiene el apoyo a un
modelo único o se abre a las alternativas que van surgiendo.
Los defensores de la familia como modelo único, si bien admiten que existen
cambios, platean al unísono que la familia no se extingue pero, en sus análisis, no
integran la diversidad de los cambios que se han experimentado en los núcleos familiares
y las problemáticas en cada uno de ellos; como las luchas de género, la diferencia entre
los proyectos individuales dentro de las familias, las nuevas familias monoparentales o las
familias inmigrantes.
A partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, la familia socialista de los países de
Europa del Este sufre un nuevo proceso de transformación brusco y sin preparación
previa que deja a millones de familias con poca o nula protección estatal, sanitaria,
laboral y educativa dado que el Estado, que hasta entonces cubría todas estas
necesidades, deja de hacerlo. En estos países, muchas familias dejan de vivir de los
subsidios del Estado y sobreviven gracias a la ayuda recibida de los hijos que han
emigrado tanto a Europa occidental como a América.
A lo largo de la última mitad del siglo xx se va perfilando la conformación de nuevos
tipos de familias; su diversidad y coexistencia abre un nuevo capítulo de avance,
tolerancia y flexibilidad.
A finales del siglo xx, a consecuencia de la globalización, se dan cambios que
obedecen al proceso de individualización anteriormente comentado. El individuo, que
antes tenía una "hoja de ruta" establecida para su proyecto de vida, pierde esta guía
debido a los cambios económicos, ideológicos y tecnológicos. Ahora todo lo tiene que
lograr por sí mismo, los vínculos de solidaridad con la familia y la comunidad se pierden
y lo profesional y las necesidades individuales pasan a ser lo más importante.
Como resultado de esta situación aparecen nuevas configuraciones familiares, como
familias que viven juntas o separadas, con estructuras de parentesco o no, que pueden o
no tener hijos, familias nucleares, familias monoparentales, familias reconstituidas o de
segundos o terceros matrimonios que viven con hijos de uno o de ambos cónyuges,
familias de homosexuales con descendencia biológica o sin ella, familias adoptivas
transculturales, familias multiculturales y familias deslocalizadas. Cada una de ellas tiene
particularidades en la forma de relacionarse y organizarse, y posee características
45
psicológicas propias.
1.3. Cambios sociológicos de la familia en el siglo xx
La formación del mosaico familiar que se va creando a lo largo de las últimas décadas
está determinada por una serie de factores sociológicos que se van a analizar a
continuación. A causa de ellos el grupo familiar es un sistema relacional en constante
movimiento y cambio, necesitándose una continua adaptación de la sociedad a los
cambios que ésta experimenta.
1.3.1. El Estado de Bienestar
El avance económico, científico, jurídico y social en occidente es el que permite la
formación del Estado de Bienestar en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Este modelo social contribuye a potenciar los derechos del individuo y la familia en
diversos ámbitos como la atención médica gratuita y las prestaciones económicas por
jubilación y desempleo.
A nivel legislativo los avances se reflejan en cuestiones fundamentales como los
derechos para la igualdad entre el hombre y la mujer, la ley del divorcio, la ley del aborto,
las leyes de protección al menor, las leyes de protección por violencia de género, el
reconocimiento de las parejas de hecho, del matrimonio homosexual, o las leyes de
adopción internacional. Los cambios legislativos facilitan la aceptación de nuevas formas
de relaciones familiares.
Existen también oficinas del defensor del menor, del ciudadano o del paciente a las
cuales se acuden para denunciar injusticias cometidas contra ellos. Sin embargo, las leyes
no bastan, es importante su cumplimiento, rapidez y efectividad en la aplicación.
Pese a estos logros aún es necesario seguir avanzando en dos asuntos fundamentales:
la educación y el cuidado de los menores, siendo ambas cuestiones claves para un
crecimiento social saludable. En el caso de la educación existe un conflicto significativo
en los diferentes países entre sectores que plantean que los fondos públicos sean
desviados para sub vencionar una educación privada y otros sectores que proponen que
el dinero público sea destinado a una educación pública.
En la últimas dos décadas, debido a la introducción del pensamiento neoliberal, y la
posterior crisis económica mundial, se va produciendo una dejación de las funciones del
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Estado de Bienestar en relación a las familias que previamente habían sido su
responsabilidad, argumentando la necesidad de ahorro económico, lo cual contribuye a
una mayor conflictividad intrafamiliar. Hay una reducción de dispositivos intermedios
para enfermos crónicos, menor inversión en el sistema sanitario público, y menor
inversión en servicios fundamentales como, por ejemplo, guarderías.
De igual forma, el Estado de Bienestar, que trae consigo unos aportes sustanciales a
las familias como la educación gratuita, pública y obligatoria, va perdiendo su eficacia y
calidad pese a las distintas reformas, ofreciendo un servicio deficiente que se comprueba
en las conclusiones de diversos estudios a nivel europeo sobre conocimiento y
preparación de la población en formación.
1.3.2. La igualdad de género
Otro factor a tener en cuenta que produce cambios en las relaciones familiares es la
conquista por la igualdad de género en los diferentes ámbitos sociales. Esta pugna por la
igualdad permite que tanto el hombre como la mujer generen una conciencia de
autosuficiencia por parte de ésta, teniendo proyectos de vida propios, abriéndose camino
igual que el hombre, y no dependiendo de un varón para su manutención. La libertad de
elección de la mujer se ha extendido a todos los ámbitos: académico, profesional y
familiar. El rol tradicional que desempeñaba en la familia y en la sociedad en donde todo
estaba programado (ser buena esposa, buena ama de casa y buena madre) empieza a ser
parte del pasado, especialmente en las generaciones jóvenes.
La progresiva incorporación de la mujer al trabajo fuera del ámbito del hogar conlleva
que tenga mayor participación en la vida pública, tanto en lo laboral como en lo
sociopolítico, lo que le supone pagar un elevado precio que se traduce en que la mayoría
de las mujeres trabajan más horas que el hombre, dado que adicionalmente a su trabajo
fuera de casa realizan gran parte de las tareas de crianza, educación de los hijos y labores
domésticas.
Aunque se pretende alcanzar una igualdad en la vida de convivencia entre hombres y
mujeres esto aún dista de ser realidad. El peso de la educación machista todavía está
presente haciendo que en la mujer puedan aparecer sentimientos de culpa y
desbordamientoal pretender asumir de manera eficaz todos los roles que se impone
(buena profesional, buena madre, buena pareja) y, en el caso del hombre, que no es
capaz de liberarse definitivamente del rol tradicional de sostenedor económico familiar y
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mero colaborador en lo referente a las cuestiones domésticas y educativas.
La vida de la mujer presenta gran complejidad, tanto si vive en pareja, con la familia
de origen o si tiene hijos. Los nuevos roles le asignan la exigencia de ser buena
profesional, buena madre, buena esposa mientras mantiene el vínculo con su familia de
origen y la familia política, en caso de tenerla. Toda esta sobrecarga de tareas y funciones
suponen situaciones de estrés que pueden derivar en estados de desbordamiento físico y
emocional, conflictos de pareja y con las familias y la aparición de molestias físicas,
como respuestas somáticas a una situación de agotamiento que pueden ser el inicio de
enfermedades graves.
Lipovetsky explica la supuesta igualdad entre los sexos de la siguiente manera:
El día después de la mujer de su casa designa el ciclo histórico que coincide con
el reconocimiento social del trabajo de las mujeres y su acceso a las actividades y
formación otrora coto vedado de los hombres. Sin embargo, tales cambios forman
parte de un conjunto más amplio, en el que subyacen tres fenómenos de fondo: el
poder femenino sobre la procreación, la "desinstitucionalización" de la familia y la
promoción del referente igualitario en la pareja (1999: 213).
Con esta afirmación, el autor quiere aclarar que el cambio del rol de la mujer en la
sociedad es mucho más que salir de la casa y trabajar fuera de la misma, es una ruptura
histórica que supone una realineación de la relación entre el hombre y la mujer. Sin
embargo, esto no implica una igualdad entre los sexos, sino la falta de modelos sociales
imperantes, la pluralidad de normas, la autodeterminación de cada uno de los sexos y la
indeterminación subjetiva de ambos géneros.
1.3.3. La pareja
La pareja ha experimentado cambios sustanciales basados fundamentalmente en un
factor relevante: la elección de la misma. Esta elección ya no está basada en contratos
prematrimoniales o intereses económicos o de clase, sino en el ideal del amor romántico.
En la transición hacia la sociedad moderna comienza un cambio profundo referente a
la familia y al matrimonio: la anterior comunidad de trabajo va adquiriendo cada vez más
el carácter de una comunidad de sentimientos (Beck, 2001). Unido a este factor cabe
destacar cómo el mundo globalizado e intercomunicado permite la formación de parejas
mucho más diversas, nada homogéneas respecto a las parejas de hace unas décadas.
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A lo largo de su ciclo vital, la mayoría de los individuos van a tener más de una pareja
estable. Hasta llegar a convivir o casarse se experimentan varias relaciones, lo que nutre
de mayor experiencia a la hora de elegir y construir una pareja estable. En esta mayor
experiencia también se incluye la sexualidad, ya que las conductas sexuales también han
experimentado un cambio sustancial debido a las libertades obtenidas. Cada persona
busca mayor nivel de placer y de gratificación. Las nuevas experiencias y el
descubrimiento de lo lúdico en el sexo se alternan en las distintas prácticas que se ejercen
y no en una sola forma de realizar y vivencias el sexo.
A pesar de los cambios, la construcción de la pareja va a ser un trabajo arduo y un
desafío intercultural ya que el ideal romántico que la sustenta no es suficiente. Lo que
antes era concebido, organizado, planificado en cuanto a los roles y funciones hoy se
puede replantear en torno a conflictos de poder.
La vida en pareja está marcada por la necesidad de anticipar, organizar y coordinar
todas y cada una de las cuestiones que se plantean: dónde vivir, cómo distribuir los
ingresos de ambos, quién va a realizar las tareas domésticas, quién va a llevar a los hijos
al colegio o al médico, qué importancia van a tener las relaciones con las respectivas
familias y amigos, en qué medida los vínculos de parentesco entre tíos, amigos, cuñados,
abuelos se van a mantener o distanciar. La necesidad de articular los tiempos y
considerar los intereses de cada uno para satisfacer tanto el proyecto individual como el
de pareja o en familia complica la elaboración de todas estas cuestiones.
Ante la complejidad actual la pareja se vuelve más vulnerable, son muchas las
decisiones que tienen que tomar y se piensa que "el amor lo puede todo". Sin embargo, la
complejidad de los problemas que se presentan, unidos a la falta de paciencia, tiempo o
de habilidades para negociar o ceder de sus integrantes hacen que la pareja sea una
construcción frágil en constante prueba de resistencia.
La búsqueda de la felicidad personal y de un sentido de la vida son los motores por
los cuales se inicia un proyecto en pareja. El individuo no teme por la pérdida del
empleo, la enfermedad o la injusticia; teme por una falta de dicho sentido en su existencia
y el amor se convierte en el elemento que da contenido al por qué y para qué vivir.
Como explica Beck (2001) "la pareja se convierte en la instancia central para la
construcción de la realidad social y de la identidad personal".
En la convivencia, hombres y mujeres crean un universo común de interpretaciones y
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posibilidades que abarcan desde lo cotidiano hasta cuestiones propias del mundo global.
De igual forma, a través de la pareja, el ser humano busca encontrarse a sí mismo,
reconociéndose en el otro, reconciliándose consigo mismo a través del otro y poniendo
todas sus expectativas personales en manos del otro. Todo ello hace que sobre el vínculo
amoroso pese una gran responsabilidad convirtiéndolo en el blanco de todas las
exigencias y justificaciones: "si me quisieras no me harías esto", "porque me quieres
tendrías que saber aquello", "alguien que me quiere nunca se comportaría así". El ser
humano tiene que aprender que el amor es imprescindible, pero nunca suficiente para
mantener una pareja.
1.3.4. La decisión de tener hijos
En occidente las motivaciones para tener un hijo se han ido modificando a lo largo del
siglo xx. Hasta bien avanzada la centuria no había un planteamiento consciente del
porqué tener un hijo; simplemente era el siguiente paso después de un matrimonio o una
vez que se está conviviendo.
Alberdi advierte de las paradojas que se producen como resultado de los cambios en
las relaciones familiares y en la decisión de tener hijos. "La relevancia de la pareja
coexiste con la pérdida de la importancia del matrimonio como institución y, a la vez, la
creciente valoración de los hijos es paralela a la reducción de su número" (Alberdi,
1999).
De igual manera que el amor es la base para la formación de la pareja, el deseo de
tener un hijo es fruto de un proyecto de dos sustentado por razones afectivas. El motivo
para tener un hijo ya no es social, sino algo que pertenece a la esfera privada. El hijo es
un paso más en un proyecto vital de búsqueda de felicidad; deja de ser una futura fuente
de trabajo, un posible cuidador en la ancianidad de los padres o un heredero para pasar a
ser la cristalización de una plenitud emocional y afectiva. Precisamente este cambio
influye de manera directa en los motivos para tener hijos y cuántos tener. En la época en
la que los hijos son un bien económico y social tener gran cantidad de ellos es un "seguro
de vida". En la sociedad moderna y postmoderna esto cambia, los hijos ya no son una
fuente de producción ni una inversión, son una fuente de gasto, además de convertirse en
el centro del sistema familiar. Esto lleva a que su cuidado y protección sean funciones
centrales de la paternidad, con lo que se limita el número de hijos pues dichas funciones
requieren tiempo, dedicación y esfuerzo.
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En el siglo xx el deseo de tener un hijo está relacionado, en numerosas ocasiones, con
necesidades psicológicas. Dichas necesidades pueden ser el deseo de trascender a la
propia muerte a través de la siguiente generación, la salvación de

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