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Una mirada a la década de 1820 en Buenos Aires - Gabriel Solis

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Una mirada a la década de 1820 en Buenos Aires 
(Primer Ciclo) 
 
Las vida social y los entretenimientos (Texto 4) 
Durante mi estadía conocí algunas distinguidas familias que a menudo me invitaban a 
cenar, ya que 'Muchos de nuestros compatriotas han contraído matrimonio con las 
hermosas porteñas, lo que sin duda ha contribuido bastante al benévolo cariño con 
que los hijos del país miran a los ingleses' [7] . Nuestros compatriotas tuvieron que 
aceptar las ceremonias católicas en sus casamientos, pero el amor bien vale ese 
sacrificio. Es costumbre que los recién casados habiten junto al resto de la familia en 
la misma casa. Para los ingleses esto era extraño, no estaban dispuestos a aceptar 
esta situación y lograban imponer su voluntad. Pero el alejamiento de la hija de su 
hogar paterno ocasionaba un profundo dolor que sólo recibía consuelo al ser 
entregada en los brazos del hombre amado. 
Las porteñas son sencillas, muy bellas y atractivas y 'Si no estudian historia y 
geografía, cultivan al menos las otras (cualidades) más (agradables) de su sexo. 
Tienen pasión por el baile y (la música) [...]. Entre los hombres, la misma inclinación 
parece desarrollada a más alto grado por su talento poético. [...] Pero en cuanto 
concierne a la educación, los hombres llevan muchas ventajas al bello sexo. En sus 
escuelas y universidades son bien instruidos en la mayor parte de los ramos 
principales de las ciencias en general, y muchos jóvenes de la nueva generación 
perteneciente a las familias más decentes y acomodadas han sido enviados a Europa 
para completar aquí sus estudios' [8] . 
¿Cómo pasaba el resto del tiempo? Los entretenimientos y diversiones en Buenos 
Aires son muy escasos. El teatro suele ser la principal diversión tanto para nativos 
como para extranjeros. Está situado en un punto céntrico, a tres cuadras de la plaza. 
Es un edificio sencillo y 'su interior es naturalmente muy distinto al de los teatros 
londinenses, porque tiene aspecto muy humilde y sucio. [...] El decorado y los trajes 
son bastante malos [...]'. [9] El teatro es uno de los lugares donde se podía disfrutar 
viendo los hermosos ojos negros de las porteñas bajo las mantillas que cubrían la 
cabeza y parte de su rostro. Hacían hablar a sus abanicos a través de movimientos 
hechiceros, logrando acercar o distanciar a los galanes. 
Un entretenimiento que atraía al público eran las corridas de toros que se llevaban a 
cabo en la llamada Plaza de Toros, pero fue demolida en 1822 al prohibirse las 
corridas. Desde entonces, las carreras de caballos pasaron a ser la diversión favorita 
de las clases bajas, por supuesto que nada tiene que ver con el noble deporte que 
con el mismo nombre se conoce en Inglaterra. Pero, igual que en nuestro país, 
juegan por dinero. Los caballos son tan flacos como quienes los montan. No utilizan 
montura, ni rebenque ni espuelas, sólo los gritos y los talonazos del corredor animan 
al caballo a recorrer esos cuatrocientos metros de distancia. 
El calor del verano es insoportable, por eso el baño se convierte en otra de las 
actividades preferidas de los naturales. Por las tardes, muchísimas personas se 
dirigen al río para refrescarse. El río es tan poco profundo que aunque uno se interne 
a muchos metros de la costa el agua sólo le llega a las rodillas, entonces la gente 
opta por echarse agua y algunos por revolcarse en ella. 'Las mujeres de la mejor 
clase se bañan con vestidos sueltos bajo los cuales -antes de entrar al agua- se 
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http://www.elhistoriador.com.ar/aula/varios/bs_as_decada_del_20.php#_ftn8#_ftn8
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despojan de sus trajes de calle, que dejan a cargo de una esclava; pero las gentes 
pobres no siempre se cubren en estos baños, y tanto las personas de esta clase, como 
los jóvenes de ambos sexos, en general se bañan (sin ropas) y chapotean en el agua 
[...]' [10] 
También tuve ocasión de estar presente en lo que llaman las fiestas mayas . Se trata 
de la conmemoración del 25 de mayo de 1810 que marca el inicio de la 
independencia argentina. En aquel momento los franceses habían invadido España -
seguro, alguno de Uds. lo recordará- tomando como prisionero a su rey. Entonces el 
pueblo de Buenos Aires, que había estado relegado de la vida política del país, 
aprovechó la situación y depuso al virrey nombrando una junta de gobierno en su 
reemplazo. Era la primera vez que los nativos participaban del gobierno. A partir de 
ese momento se produjeron muchas guerras porque algunos querían seguir bajo el 
mando de los españoles y también hubo peleas entre las distintas provincias porque 
no se ponían de acuerdo y aún no lo han conseguido, en la forma de organización que 
le van a dar al naciente país. De esas guerras nació, para desgracia de ese país, la 
clase de los militares que tiene mucha influencia en las decisiones de gobierno. Digo 
para desgracia porque en un país su prosperidad debe estar dada por el cultivo y la 
industria y no por la fuerza de las armas. 'Allí donde los hombres están armados la 
espada no descansará mucho tiempo en la vaina [...]' [11] se producirán guerras con 
otros países o problemas entre la misma gente del país. Para suerte de los británicos, 
el gobierno argentino estableció que no deben prestar servicio militar. 
 
Fiestas Mayas (C. E. Pellegrini) 
Volviendo a las fiestas mayas, el festival a través del cual se conmemoran 
anualmente dura tres días. El 24 por la noche, la Plaza Mayor se encontraba 
iluminada con una especie de antorchas que rodeaban la pirámide. En la madrugada 
del 25 los jóvenes se reunían allí para que el amanecer los encontrara entonando el 
himno nacional. 
Los festejos continuaban durante el día, se enterraban varios palos enjabonados que 
sostenían en sus puntas, bolsas con dinero, chales y otros artículos. Quien conseguía 
trepar hasta la punta se llevaba todos los premios. La Plaza se llenaba de guirnaldas 
de flores. También se levantaba una plataforma donde los jóvenes bailaban. 
Durante la noche se podía concurrir al teatro, donde se cantaba el himno nacional o 
a las galerías del Cabildo en donde una banda interpretaba música militar mientras 
en la Plaza se podía disfrutar de sueltas de globos y coloridos fuegos artificiales. 
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http://www.elhistoriador.com.ar/aula/varios/bs_as_decada_del_20.php#_ftn11#_ftn11
Adaptado de: 
Beaumont, J.: "Op. cit.", pág. 89, 90 y 112 a 117 . Beaumont: "Viajes por Buenos 
Aires, Entre Ríos y la Banda Oriental (1826-1827). Bs. As., Solar-Hachette, 1957. 
Parish, Woodbine: "Op. cit.", pág. 183 a 188 Woodbine Parish: "Buenos Aires y las 
provincias del Río de la Plata desde su descubrimiento y conquista por los españoles". 
Bs. As., Hachette, 1958 
Qué hacer en el Buenos Aires de 1810? 
 
"En las calles de Buenos Aires no se ven, en las horas de la siesta más que médicos y 
perros". Así describía a la Gran Aldea un viajero francés. Y es que el pasatiempo 
preferido de los porteños era dormir la siesta. Tampoco había mucho que hacer. Las 
actividades principales eran la ganadería y el comercio, que se manejaban con poca 
mano de obra y una visita cada tanto a los lugares de producción y servicio. Ir de 
shopping llevaba muy poco tiempo. Bastaba atravesar la Plaza de la Victoria y 
recorrer la Recova donde estaban los puestos de los "bandoleros", como se llamaba 
entonces a los merceros frente a una doble fila de negocios de ropa y novedades. 
Esto daba cierto margen para la vida nocturna que tenía en las tertulias su expresión 
más elegante. Las casas de las familias más "acomodadas" recibían a viajeros, vecinos 
y amigos para divertirse y hacer negocios. Las tertulias se prolongaban hasta después 
de la medianoche entre empanadas, recitales de poesía y música, comentarios 
políticos y de moda. Una de las más famosasera la que ofrecían frecuentemente los 
O´Gorman. A Don Tomás O'Gorman y a su esposa Anita Perichon les encantaba recibir 
a lo más granado de la sociedad, entre ellos al Virrey Cisneros. Un asiduo 
concurrente a las tertulias, el inglés John Parish Robertson se asombraba de la buena 
conversación de las porteñas y de la precocidad de las niñas que a los siete años ya 
bailaban el minué a la perfección. Las tertulias eran además la ocasión indicada, y 
casi la única, para que las adolescentes encontraran novio. 
Una vez a la semana "la parte más sana del vecindario", como definía el cabildo a sus 
miembros, es decir los propietarios porteños, concurría al teatro para asistir a 
paquetas veladas de opera y a disfrutar de las obras de teatro de Lvardén. Desde que 
la inaugurara el Virrey Vértiz en 1783, la Casa de Comedias, conocida como el Teatro 
de la Ranchería, se transformó en el centro de la actividad lírica y teatral de Buenos 
Aires hasta su incendio en 1792. En 1810 pudo reabrirse el Coliseo Provisional de 
Comedias dando un nuevo impulso a arte dramático. 
Convocaban por igual a ricos y pobres las corridas de toros. En 1791 el virrey 
Arredondo inauguró la pequeña plaza de toros de Monserrat (ubicada en la actual 
manzana de 9 de julio y Belgrano) con una capacidad para unas dos mil personas. 
Pero fue quedando chica, así que fue demolida y se construyó una nueva plaza para 
10.000 personas en el Retiro en la que alguna vez supo torear don Juan Lavalle. 
En su breve paso por Buenos Aires los ingleses habían impuesto el Cricket, un juego 
muy parecido a la "chueca" deporte preferido de los pampas que se asombraban al 
ver como los huincas lo practicaban. 
El pato, las riñas de gallo, las cinchadas y las carreras de caballo eran las diversiones 
de los suburbios orilleros a las que de tanto en tanto concurrían los habitantes del 
centro. Allí podían escucharse los "cielitos", que eran verdaderos alegatos cantados 
sobre la situación política y social de la época. 
La ruleta y los juegos de azar tenían su sede en la casa de Martín Echarte una especie 
de casino colonial donde también se jugaba al ajedrez y por supuesto se hablaba de 
política. 
Los cafés eran los ámbitos naturales de discusión política y la sede de las distintas 
facciones que discutían acaloradamente en mayo de 1810. Los más famosos eran el 
Café de Marco, el de la Victoria, el de los Cartalanes y el de Martín. Todos tenían 
mesas de billar y amplios patios. 
A la hora de comer afuera no había mucha variedad. Se podía tomar algo en la 
Confitería Francesa, pero La fonda de Los Tres Reyes era el único restaurante de 
Buenos Aires. Su única competencia era la casa de Monsieur Ramón, un auténtico 
Chef francés que preparaba comidas para llevar a domicilio. Muchas señoras 
mandaban a sus esclavos a aprender a cocinar con Monsieur Ramón. 
Con la revolución irán cambiando las costumbres y se producirá una lenta pero firme 
deshispanización que se verá reflejada en las costumbres, la forma de hablar y la 
vestimenta. Las mujeres mantendrán la mantilla, el peinetón y el abanico pero irán 
cada vez más a la francesa. Los hombres, en cambio se visten a la inglesa galera y 
todo.

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