Logo Studenta

Resumen Teoría de los Trastornos de la Personalidad, A T Beck - D Opazo

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

A. T. Beck: “Teoría de los trastornos de la Personalidad”.
Daniel Opazo Villegas
La exposición apunta a mostrar de qué modo los procesos de la personalidad se forman y operan al servicio de la adaptación.
Se comenzará explicando especulativamente que los prototipos de nuestras pautas de personalidad podrían derivarse de la herencia filogenética. Las “estrategias” genéticas que facilitaron la supervivencia y reproducción habrían sido probablemente favorecidas por la selección natural.
Esto significa que la evaluación de las exigencias particulares de una situación es anterior y desencadena una estrategia adaptativa. La forma de evaluar una situación, depende de las creencias subyacentes pertinentes del individuo, creencias que están dentro de estructuras que son más o menos estables llamadas esquemas, que se encargan de seleccionar y sintetizar los datos que ingresan. Los consideraremos como estructuras básicas de la que dependen los procesos cognitivos, afectivos y motivacionales, de la personalidad. 
Al asignar significados a una situación, se inicia una reacción en cadena que culmina en los tipos de conducta abierta. Por tanto, las pautas conductuales que consideramos propias de un tipo de personalidad, son una consecuencia de la interacción entre las disposiciones innatas y las influencias ambientales.
Las creencias disfuncionales y estrategias maladaptativas son las que hacen que los individuos sean sensibles a experiencias vitales que tienen incidencia en su vulnerabilidad cognitiva, haciendo que esta se base en creencias extremas y rígidas.
La evolución de las estrategias interpersonales
Nuestra noción de personalidad tiene en cuenta el papel desempeñado por la historia evolutiva en la conformación de nuestras pautas de pensamiento, sentimiento y acción, a la luz de una posible relación con las estrategias etológicas.
Los programas involucrados en el procesamiento cognitivo pueden haber evolucionado como consecuencia de su incapacidad para sostener la vida y promover la reproducción. Lo que sucede hoy, es que aunque estas estrategias fueron provechosas en un momento, ya son obsoletas y pueden convertirse en un problema en la actualidad que no permite llevar a cabo las metas personales o entran en conflicto con las normas de la sociedad. Por ejemplo, las estrategias predatorias y competitivas muy desarrolladas que eran de gran utilidad porque promovían la supervivencia, ya no son adecuadas y pueden convertirse en un trastorno antisocial de la personalidad.
Las diferencias individuales de la personalidad estarían explicadas por la diversidad en la dotación genética de persona en persona, lo que marcaría la diferencia entre un individuo que se paraliza ante el peligro, y uno que ataca. Estas diferencias de conducta manifiesta o de estrategia presentan un “tipo de personalidad”. Una exageración de estas pautas de conducta llevan a un trastorno de la personalidad.
Las estrategias pueden considerarse formas de conducta programada destinadas a servir a metas biológicas. Se usa en el sentido que le dan los etólogos, indicando conductas estereotipadas, altamente pautadas, favorables a la supervivencia individual y la reproducción. Entonces, cuando experimentamos una presión interna que apunta a la satisfacción de ciertos deseos inmediatos (como obtener placer y aliviar la tensión), por lo menos en alguna medida estamos realizando metas evolutivas muy amplias.
Una forma para poder observar la relación existente entre las pautas cognitivas y afectivas con la conducta, las creencias y las actitudes es estudiando los procesos exagerados que es posible ver en individuos con diferentes trastornos de la personalidad. Comparando las actitudes típicas especificas que tienen con las estrategias adecuadas, pues a cada trastorno se le puede señalar una actitud típica y de esta se desprende la estrategia típica representativa. Lo que ha permitido concluir que hay una relación específica entre creencias y actitudes con las pautas cognitivas y afectivas y una relación entre estas pautas y la conducta.
La interacción entre lo genético y lo interpersonal
Existen pruebas firmes de que ciertos tipos de temperamentos y pautas conductuales relativamente estables ya están presentes desde el nacimiento. Sin embargo, estas características innatas deben considerarse como tendencias que la experiencia puede acentuar o atenuar.
A pesar de la poderosa combinación de tendencias innatas y ambiente algunos individuos logran cambiar su conducta y modificar las actitudes subyacentes. La influencia de personas clave y de las experiencias deliberadas para cultivar conductas más asertivas, por ejemplo, pueden hacer que una persona tímida se vuelva más expresiva y sociable.
Los individuos con trastornos de la personalidad presentan las mismas conductas repetitivas en muchas más situaciones que las otras personas, lo que, en su mayor parte, resulta contraproducente para muchas de las metas importantes de estos individuos.
El origen de las creencias disfuncionales
Toma relevancia la interacción naturaleza-crianza. Por ejemplo, un paciente predispuesto a reaccionar en exceso a los rechazos más comunes de la niñez, puede desarrollar una autoimagen negativa (“No merezco ser amado”).
Procesamiento de la información y personalidad
El modo en que se procesa la información sobre sí mismo y los demás, sufre la influencia de creencias y otros componentes cognitivos. Cuando existe algún tipo de trastorno, la utilización de esos datos se vuelve sistemáticamente distorsionada de un modo disfuncional. Esa distorsión de la interpretación y la conducta consecuente reciben su forma de creencias disfuncionales. Es decir, cuando se presenta una situación de escasa relevancia, los datos sensoriales en bruto tienen en sí escaso valor informativo, pero al distorsionar los datos se logra transformarlos en alguna clase de evento de excesiva relevancia.
Aunque fenómenos tales como los pensamientos, sentimientos y deseos se limiten quizás a pasar fugazmente por nuestra conciencia, las estructuras subyacentes responsables de esas experiencias subjetivas son relativamente estables y persistentes.
Características de los esquemas
El concepto esquema se ha empleado para designar las estructuras que integra y adscriben significado a los hechos, cuyo contenido puede tener que ver con las relaciones personales o con categorías impersonales, los que pueden ser concretos o abstractos. También pueden ser clasificados según criterios estructurales de amplitud, flexibilidad o rigidez y la densidad. O según el nivel de activación o valencia, yendo desde “latente” a “hipervalente”.
La personalidad puede concebirse como una organización relativamente estable y compuesta por sistemas y modalidades. La integración de los estímulos ambientales y la formación de una respuesta adaptativa depende de esos sistemas entrelazados de estructuras especializadas.
Cuando un esquema es latente, no participa del procesamiento de información. Cuando es hipervalente, el umbral para la activación es muy bajo, por lo que se activa con facilidad y predominio sobre los otros esquemas más apropiados.
El papel del afecto en la personalidad
El afecto relacionado con el placer y el dolor desempeña un papel clave en la movilización y mantenimiento de las estrategias cruciales. Las estrategias de supervivencia y reproducción parecen operar en parte a través de su ligazón con los centros de placer-dolor.
De la percepción a la conducta
Entre los componente básicos de la organización de la personalidad hay secuencias de diferentes tipos de esquemas que actúan como una línea de montaje. Entonces, primero se activa el esquema cognitivo, que le permite al sujeto interpretar la situación, para luego activar el esquema afectivo, lo que lo hace sentir algo, y a continuación el esquema motivacional, que lo motiva a querer hacer algo, para luego activar el esquema de acción o instrumental y hacer algo. Si se juzga que no estaba bien hacer ese algo, se activa el esquema de control,que inhibirá la conducta.
El sistema interno de control
El sistema de control opera junto al sistema de acción para modificar o inhibir impulsos. Este es un sistema basado en creencias, muchas de las cuales son realistas o adaptativas. Estas prohibiciones oponen su fuerza a la expresión de los deseos.
Las creencias del sistema de control pueden ser hacia adentro (autorregulación, modo en que las personas se comunican consigo mismas) o las relacionadas con el ambiente externo.
Los cambios en la organización de la personalidad
La facilidad con que los pacientes aceptan sus creencias condicionales durante la depresión o los trastornos por ansiedad sugieren que han perdido temporalmente la capacidad para someter sus interpretaciones disfuncionales a la prueba de la realidad.

Continuar navegando