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Resumen Texto Escritos Psicopatológicos Cap Delirio Celotípico - K Jaspers

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Karl Jaspers “Escritos psicopatológicos” 
Capítulo: “Delirio celotípico, contribución al problema: ¿desarrollo de una personalidad o proceso?
Introducción
En el presente trabajo se entrelazan tres tipos de problemas:
1) una serie de historias clínicas de “celosos”.
2) un panorama sintomatológico sobre las estructuras del delirio celotípico.
3) Consideraciones nosológicas sobre los casos, fundadas en las semejanzas.
Se intenta dar claridad a los conceptos, sin que esta se entienda como definitiva, por otra parte es importante tener en cuenta la inagotabilidad y la problematicidad que puede presentar cada individuo enfermo mental. 
Por otra parte la publicación de historias clínicas debe entenderse como necesaria para la psiquiatría, son estas como piedras angulares, sin las cuales se derrumbarían las formulaciones conceptuales.
Panorama sobre la actual teoría del delirio celotípico
a) diferencias sitomatológicas
Encontramos por una parte la celotipia psicológica, donde hay ideas de celos cambiantes, que se incrementan, se olvidan y vuelven nuevamente; por otra la celotipia morbosa con un sistema celotípico con ideas de desarrollo lento o rápido, pero estable; ambas siempre se presentan con autocrítica amplia y por tanto deben diferenciarse de la celotipia delirante en la cual surgen ideas y observaciones que aparecen por doquier y se olvidan sin ninguna critica y el delirio celotípico propiamente tal.
En lo que se refiere a la génesis del delirio celotípico, tiene conexiones con todos los síntomas psicóticos posibles, también se puede ver una génesis combinada, la confluencia de equivocaciones sensoriales y falsos recuerdos. Es significativo, el surgimiento combinado o de una encadenación precisa de los hechos. Los hechos más inocentes (encuentros casuales en la calle, desorden en la habitación, visitas, etc.) sirven de demostración suficiente para las más amplias conclusiones; se ve así que los hechos no son el motivo de la celotipia, sino que la presencia previa de esta busco sus motivaciones y las encontró. Junto con esto, con frecuencia las ideas celotípicas se combinan en su origen con falseamientos ilusorios de la percepción. Por otro lado los falsos recuerdos, son difíciles de diferenciar, en ellos se reinterpreta y adornan hechos del pasado y además surgen recuerdos que se agregan a vivencias que en general no han sido reales. Debe diferenciarse de lo anterior las peculiares vivencias que presentan los celotipicos durante y después del sueño, al despertar pueden tener el presentimiento de haber sido engañados durante la noche, que los durmieron con alguna sustancia, etc.
Apenas se necesita recalcar que el verdadero origen del delirio celotípico es absolutamente un misterio. Algunos celotípicos logran disimular, por las malas consecuencias que les ha traído serlo, sin embargo, el delirio permanece en ellos invariado. La conducta de un celotípico puede variar desde aquellos que viven convencidos de su delirio y hacen de todo por desenmascarar a su pareja o aquellos que se deprimen por su destino cruel y frecuentemente se cuestionan sus propias ideas. 
b) Relaciones directas o indirectas con condiciones somáticas.
Según la experiencia de los autores el delirio celotípico tiene relación con ciertos fenómenos corporales, con el sistema psico-físico del aparato genital y con determinados ciclos vitales de la mujer. Respecto a lo primero Krafft-Ebing afirma que el coito psíquica y físicamente insatisfactorio puede constituir una fuente poderosa para el delirio celotípico de los alcohólicos, además se encuentra con frecuencia impotencia. En mujeres se habla de delirio celotípico de la lactancia, menstrual, climatérico y senil.
c) Presencia dentro de determinadas formas en el sistema de la psicosis.
Este delirio y todos los síntomas mencionados aparecen en todos los tipos de psicosis y personalidades psicopáticas. La frecuencia de su aparición y el modo de estructuración, pueden ser característicos de determinados estados.
El delirio celotípico de los alcohólicos, ha sido fundamentado en una caracterización válida hasta hoy, para ningún otro estado sicótico la aparición del delirio celotípico como tal es tan característica por su frecuencia.
Es innecesario enumerar todos los cuadros en los que aparece, solo hay que indicar que por ejemplo en la psicosis orgánicas, las parálisis generales y la demencia senil aparece esencialmente en estados iniciales. En las personalidades psicopáticas se presenta de las formas más variadas: en relación con los síntomas histéricos, en los fenómenos obsesivos que por momentos adquieren carácter delirante, en las distimias periódicas de los psicópatas (especialmente las menstruales) y como rasgo de carácter que con la edad adquiere características de delirio celotípico; siempre aparece ligado a otros síntomas, pero no es totalmente cerrado a la critica y por tanto no se estructura en un delirio fundado sistemáticamente.
Historia clínica: Julios Klug.
Se trata de un relojero, católico, casado, nacido en 1838, y que fue enviado en el año 1895 (57 años) por el juzgado provincial a la clínica de Heidelberg para ser sometido a peritaje, ya que su conducta (celos, múltiples ofensas, amenazas, quejas ante juzgados) había despertado la sospecha de una alteración mental. Los hechos se presentaron como sigue:
· El año 1892 había presentado una querella contra su mujer al juzgado estatal, también a una serie de hombres por adulterio, con evidentes exageraciones.
· Ese mismo año había presentado una demanda de divorcio.
Por estos hechos Klug fue visitado por un médico quien encontró que estaba mentalmente alterado, pero que no era necesaria la hospitalización en un sanatorio, además un informe de un juez afirmaba lo alterado de sus nervios, en el año 1893. Junto con esto Klug encuentra un papel enviado a su mujer con la rúbrica “estado mental de Klug”. Todo esto despierta la convicción en Klug que había sido declarado parcialmente loco por el juez y su mujer para debilitar su acusación de adulterio, por esto llega hasta las más altas autoridades para revocar tal dictamen.
En el año 1895 existen denuncias de un concejal sobre amenazas de muerte hacia el por parte de Klug, quien culpaba al concejal y a otros dos hombres de mantener comercio sexual con su mujer. Luego en el mismo año se llega a la conclusión de que era imprescindible la observación del sujeto en un hospital psiquiátrico.
La esposa de Klug contó en la anamnesis que si bien su marido impuso siempre su opinión por sobre la de ella, su comportamiento era bastante normal. Pero desde hacia tres años algo le había ocurrido, empezó con celos del relojero de la vecindad, luego estaba convencido que su mujer además había cometido adulterio con tres hombres más, con los cuales se había acostado junto a él en su cama. Por otra parte decía que sus hijos eran hijos de puta. Siempre exigía a su mujer que confesara y más de alguna vez le había castigado físicamente.
Por otra parte los hechos relatados por Klug eran muy distintos, afirmaba haber comenzado a escuchar los rumores de adulterio de su mujer en una taberna en 1892, decían que había una mujer de relojero que tenía dos maridos. El propio Klug declaró que previo a esto nunca sospechó de su mujer, pero que en 1892 se dio cuenta de su error. Entonces afirma que en realidad desde 1870 su mujer era visitada por hombres sin que el entendiera bien el motivo, pero hasta ahora el no había sospechado nada, así mismo en 1889 él mismo escucho como un hombre le preguntaba a su mujer si podía dormir con ella y como ella aceptaba, sin embargo, las historias se basan en sensaciones y no puede explicarlas de forma satisfactoria. Klug afirmaba que trataba a su mujer en forma bondadosa por los niños y que le pidió muchas veces que confesara y que él la perdonaría, pero que ella se negó, aunque nunca fue capaz de negar los hechos.
Desde entonces interpretó la intervención de la policía como una declaración de locura que jamás ocurrió, atribuía a esta causasu miseria y lo mal que le iba en el trabajo. En cuanto a su conducta en la clínica, esta era bastante normal, su ánimo se mantenía bastante equilibrado, se expresaba se forma clara y ordenada, aun al hacer sus demandas, solía comentar su trabajo en el reloj astronómico, e incluso era ceremonioso al hablar.
Klug realiza varios escritos en la clínica, entre ellos poesía e incluso una autobiografía. En estos es bastante monotemático, se repiten los engaños de su mujer, como sus enemigos le han declarado loco para desprestigiarlo y esto le ha llevado a la miseria, el mal trato que ha recibido al estar interno y la fe en que dios le hará justicia.
En la clínica de Heidelberg se le diagnosticó paranoia, fue dado de alta el 23-05-1896. Sus ideas delirantes no las olvidó jamás y las sostiene permanentemente y las sigue haciendo públicas, aún años más tarde seguía pidiendo a las autoridades que se revocara la declaración de locura. Contó también en su biografía los múltiples engaños de su mujer y relata incluso un intento de suicidio. Aun (el tiempo de Jaspers claro) vive con su mujer, no se forman nuevas ideas delirantes, pero volvió a presentar falseamientos plásticos del recuerdo.
Segundo caso
Max Mohr, nacido en 1860, católico, profesor, siempre sano, se desconocen datos de su niñez. M se casó en 1888 y tuvo 5 hijos. En 1884 el director del colegio donde trabajaba daba cuenta que M era buen trabajador pero que el trato con él era terrible. Estuvo involucrado en distintos pleitos, por los cuales fue multado y las quejas por su fácil excitabilidad hicieron que le trasladasen a otro colegio en 1890, duró ahí tres años sin mayores problemas. En 1893 es nuevamente trasladado, en este lugar tiene problemas con todos, hasta que es despedido y llega a un nuevo colegio en el cual su conducta es completamente opuesta, es visto como un profesor cumplidor y querido, esto hasta 1903.
M se comportaba muy celoso (esto en 1903), había prohibido a su mujer hablar con hombres, luego un hombre le contó haber visto a su mujer tener sexo con 2 hombres, todo se hizo público y M contó todo a la autoridad, acusó a su esposa de adulterio, pidió el divorcio, además de una increíble historia de envenenamiento. Ante la poca evidencia no se tomó ninguna medida. Pocos días después presentó un estado psicótico, en el cual creía que venían a matarle, su mujer y los amantes de esta. Tardó poco en llegar con su caso a la fiscalía donde acusó a su mujer de practicar el comercio sexual y continuaron sus sospechas por el intento de envenenamiento. Fue internado el 20 de mayo de 1903.
En la clínica era ordenado, consciente, estaba orientado. Sus relatos eran circunstanciales. Se quedaba pegado a detalles, pero sin perder el hilo. Desde el punto de vista físico no tenía problemas. 
Los sucesos los días previos a ser internado, el episodio psicótico, las historias de envenenamiento y el adulterio de su mujer, son los puntos bases para sus estructuras delirantes, no surgen nuevas ideas o situaciones, sino que estas mismas M las utiliza de distintas formas. Así el episodio psicótico permaneció invariable en su relato, sin embargo, con el tiempo M fue complementándolo con distintas añadiduras, de las cuales no se puede decir si son inventadas o sólo relatadas más tarde, así contaba años después que ese día fue envenenado y quedó muy enfermo y ya en 1907 pide a la justicia una investigación de los acontecimientos de esa noche. 
Las historias de envenenamiento también continuaron, M contó estos supuestos atentados tanto en el ministerio público como en el sanatorio, estos relatos se repitieron en distintas fechas (y años) así contó que su mujer en distintas ocasiones echaba sustancias a su comida. Los mismo ocurrió con las historias de adulterio, estas siguieron y se multiplicaron, estas historias por lo general permanecieron invariables, así hay registro de que muchas las contó en 1903 y también en 1907 por ejemplo, sólo agregaba algunos detalles nuevos. De esta forma, si bien según los registros en años posteriores aparecen nuevas historias, estas tienen la misma base sólo cambian en lo particular, son siempre historias de envenenamiento o adulterio de su mujer o sus amantes, los mismos a los cuales culpó desde un principio.
M permaneció en el sanatorio desde mayo hasta el 29 de junio del 1903, cuando su esposa pidió su libertad, de lo cual se arrepintió en julio de ese mismo año. M vuelve al sanatorio en agosto de 1903. En abril de 1904 escribe una carta a su mujer pidiendo disculpas y que volvieran a vivir juntos, había asimismo dejado de hablar de sus ideas delirantes. Su comportamiento era ordenado y se dedicó a reestablecer su vida, volver a ejercer y a obtener el alta definitiva. Sin embargo, sus peticiones para volver a enseñar son rechazadas, por lo cual en 1907 pide nuevamente que se investiguen los sucesos de 1903 ya que por estos hechos le habían despedido y de los cuales la única culpable era su mujer. Siguió con sus demandas, también de divorcio y adulterio, no ganó ninguna de sus causas, pero se mantuvo siempre optimista. Hoy vive separado de su mujer y hace clases particulares.
A pesar de que existen muchas diferencias entre las dos historias, creemos que lo que tienen en común es lo más importante:
1) Ambos son, en su fase preclínica, seres que no llamaban la atención, bastante sensibles y excitables, pero sin salir de lo común.
2) En la edad media de la vida y por un lapso de tiempo no muy largo (menos de un año los dos) aparece en ellos una formación delirante sistemática (la celotipia, con ideas de persecución consecutivas a ellas).
3) Esta formación se acompaña de síntomas: intranquilidad, delirio de observación, errores mnésicos, síntomas somáticos con interpretaciones.
4) Ambos dan cuenta, de una manera muy plástica, de envenenamiento. (En ninguno de los dos hubo puntos de apoyo para hablar de alucinaciones)
5) No se encuentra una causa desencadenante externa para toda la sintomatología.
6) Después del período crítico, no hay nuevos puntos de apoyo para nuevas formaciones delirantes, en cambio las antiguas se mantienen indefinidamente, se reconsideró su contenido como el destino esencial de la propia vida, solo se les agregaban algunos contenidos, pero no de un tipo cualitativamente diferente.
7) No varió su personalidad, tampoco aparecieron indicios de demencia.
8) Presentaban un complejo sintomático parecido al del hipomaniaco: autoafirmación constante, fácil excitabilidad, tendencia a la cólera o al optimismo, constante actividad.
Estas dos historias se ajustan al concepto de paranoia dado por Kraepelin: “el desarrollo lento de un sistema delirante permanente con completa conservación de la lucidez y ordenación del pensamiento.​​​​​
Las ideas delirantes siempre caen en una conexión lógica, jamás se entromete algo extraño o incoherente entre ellas.
Los fenómenos psíquicos se pueden dividir por una parte en “elementos” y por otra en “unidades”, de mayor o menor complejidad y bajo diferentes puntos de vista. A una tal unidad en la conexión de los síntomas mismos hacemos alusión con conceptos tales como “estado maniaco”, “desarrollo de la personalidad”, “proceso”, etc. Los conceptos universales más generales de unidad don decididamente unidades nosológicas. Para el estudio de nuestros casos nos detendremos es en dos conceptos más simples, el de “desarrollo de la personalidad” y “proceso”.
Cuando consideramos la vida anímica podemos hacerlo de dos modos:
1) nos colocamos dentro del otro, consideramos los fenómenos psíquicos como datos y los comprendemos.
2) “captamos” algo a la manera como lo hacemos con las correlaciones del mundo físico, así pensamos en un trasfondo objetivo que esta a la base de lo “físico inconsciente” y cuya característica esencial es que no podemos colocarnos dentro de él.
Ahora seguiremos estos dos caminos, el primero nos suministrara el concepto de “desarrollo de la personalidad” y “el segundo el de proceso”.
En el primer caso lo podemos ver a la vez de dos formas, esdecir, se puede “comprender” de dos formas. Cuando, por ejemplo, conocemos y sabemos el objetivo de un ser humano, de qué conocimientos necesita para lograr algo, podemos comprender racionalmente sus actuaciones y en que medidas estas eran lógicas, según el estado actual de sus conocimientos. Estaremos entonces frente a una unidad de tipo especial que, naturalmente, aun en condiciones de enfermedad, tenemos que considerar como sana, siempre que sea lógica, a esta unidad la llamaremos “concatenación racional”. Por otra parte la segunda forma de comprender es, por ejemplo, si alguien sabe que su amada le es infiel, y pierde el control cayendo en desesperación, piensa incluso en el suicidio, no estaremos frente a una concatenación racional, racionalmente no se ayuda con nada, y sin embargo, la comprendemos con empatía. Podemos comprender esta reacción u otra aún en sus más diversos matices y características, estas forman así una unidad que sólo será descriptible en cada caso particular de forma especial. Todo el género de tales unidades será característica de la personalidad, a esta unidad de carácter empático le llamaremos concatenación psicológica o empática. 
Por otra parte tenemos el “captar”, pensemos, por ejemplo, durante el desarrollo de la vida mental, durante la maduración o crecimiento psicológico, se lleva a cabo en determinadas épocas por un lado progresos de tipo acelerado, o por otro de tipo lento, esto no será posible derivarlo de una manera empática. También tenemos aquí unidades, ya sea en series causales, o bien de secuencias sintomáticas que son en sí relativamente cerradas, a estas unidades les vamos a llamar “correlaciones” o “conexiones psíquicas objetivadas”, aquí estamos sólo frente a los signos de la correlación causal pensada como base. Entonces “explicamos” las correlaciones físicas objetivadas pero no las comprendemos, y que las otras sólo las podemos comprender y explicar.
Según esto para la psicopatología explicativa, las unidades deberían ser consideradas como elementos. En primer lugar en las enfermedades mentales parece que los elementos comprensibles suelen estar limitados a favor de las correlaciones psíquicas incomprensibles que deben aún objetivarse. En segundo lugar, las conexiones psíquicas objetivadas de la vida normal suelen aún experimentar en las enfermedades mentales una profunda transformación. También deberían aceptarse como dadas, no “comprensibles”, sino únicamente explicables, una gran parte las secuencias de los síntomas a través de toda la vida. Tenemos en cierta medida una “correlación objetivada” en la que se encuentran depositadas “unidades comprensibles” en gran número. Comprendemos a todo el ser humano (su esencia, su desarrollo y su fin) como personalidad; aprehendemos ahora en ella, con su mayor conocimiento del ser humano, una unidad a la que no podemos definir, sino solamente vivenciar. Esta personalidad será el hito que nos permita diferenciar al individuo, si se tuviera un conocimiento más acabado podríamos tener un unidad teleológica de la personalidad como estructura conceptual. 
Si quisiéramos intentar consolidar conceptualmente esta aprehensión de la personalidad, podríamos decir –en contraposición a la aseveración recién hecha de que en todo el curso de la vida psíquica se encuentran como incrustados elementos racionales y empáticos dentro de una conexión psíquica objetivada, incomprensible y únicamente “explicable”- podríamos pensar que en la aprehensión de una personalidad se disolvería la conexión sin dejar huellas, en tales unidades comprensibles. Esta conexión objetivada que concebimos como base del desarrollo patológico de la personalidad, sería entonces el criterio según el cual aprehenderíamos una personalidad como unidad y podríamos hablar de un desarrollo en contraposición de un proceso. 
Desarrollo es, ya sea un devenir o simplemente una transformación, o bien “al concepto de una serie de transformaciones se agrega la idea de que las diversas partes en su conjunto realizan una totalidad”, sólo a este concepto podemos aludir a la hora de hablar de un “desarrollo de la personalidad” cuando la contraponemos al “proceso” y con este último denominamos solamente una mera transformación. Así cuando hablemos del desarrollo de una personalidad, esto podrá significar solamente que, aquellos fenómenos que por cualesquiera motivos son llamados patológicos, en este caso los podemos comprender y explicar a partir del juego mutuo de las relaciones psicológicas y racionales que se encuentran incrustadas dentro de una conexión psicológica objetivada de predisposición originaria y unitaria. 
Se conserva, así, la unidad de la personalidad, pero, allí donde no logremos la aprehensión unitaria del desarrollo de una personalidad, deberemos establecer algo nuevo, algo heterogéneo a su disposición originaria, algo que queda fuera del desarrollo y que no es tal, sino un proceso. Lo último teniendo en cuenta que no todo lo extraño a este desarrollo es un proceso, como en las psicosis maniaco depresivas, por ejemplo, en este caso es algo que se injerta, algo que suele ser normal y se amplifica, sale de sus límites, lo llamaremos “ataque” o “reacción”, ya que no todo fenómeno psíquico mórbido es un proceso, sino solo aquellos que conducen a un cambio permanente, una transformación incurable. 
Surge ahora el problema de cómo se conducen los procesos en relación a la personalidad originaria. Puede suceder que con un proceso desaparezca totalmente la antigua personalidad y que sólo permanezcan algunos elementos. También un proceso puede constituir solo una distorsión, que no se deriva del desarrollo que introduce en la personalidad un momento nuevo, completamente heterogéneo, como sucede en nuestros casos. Así podríamos definir proceso como cambios de la vida psíquica, incurables, heterogéneos a la personalidad anterior, que irrumpen en ésta ya sea una vez y aisladamente, o en forma repetida y en general, y dentro de estas posibilidades, en todas sus transiciones invaden la personalidad. 
En los casos en que se encuentren fenómenos cerebrales subyacentes, también hablaremos de proceso, pero, tiene un contenido totalmente diferente, ya que todos los fenómenos psíquicos mórbidos que aparezcan en él deben ser retrotraídos a este hallazgo. A estas consecuencias psicológico-sintomáticas correspondientes a un fenómeno cerebral definido les llamaremos “procesos físico-psicóticos” (Ej. Parálisis cerebral, arteriosclerosis) y a aquellos procesos que se caracterizan únicamente por signos psicológicos de los síntomas o su transcurso, los llamaremos “procesos psíquicos”. La relación entre estos dos tipos de procesos esta en que en los físicos, en los cuales por ahora, conocemos únicamente su sustrato, en el que pensamos se encuentran como incrustados los procesos paralelos directos, se comprometen secundariamente estos últimos, y a través de ellos la vida psíquica. 
Aplicando ahora nuestros conceptos a los dos casos, en Klug y Mohr, encontramos cada vez una amplia conexión racional: la estructura celomática delirante. Esta conexión racional se extendió a través de todas sus vidas a partir de este momento cronológico. Pero la comprensión de esta unidad racional no es posible a partir de este momento, ni tampoco es racional o empáticamente comprensible el origen de él a partir de la personalidad, sino que, sin ninguna conexión con fenómenos anteriores, aparece como algo nuevo. Ahora hablar en estos dos casos de una relación con un proceso cerebral carecería de sentido. Entendemos entonces que como aparece algo nuevo, heterogéneo sin motiva y completamente incomprensible, que lleva a una transformación permanente, es decir, que no cura, estaríamos según nuestra terminología, frente a procesos psíquicos. 
Si los dos casos, de Klug y de Mohr se podían concebir con relativa claridad como “procesos psíquicos” en nuestro sentido, vamos a dar cuenta ahora de dos casos de delirios celo típicos que se nos hacen análogamente más comprensibles como “desarrollode una personalidad”, para luego agregar algunas objeciones críticas y presentar finalmente algunos casos poco típicos.
Clara Fischer, nacida en 1851, esposa de un director de banco. Su padre era filólogo de lenguas clásicas, este tuvo delirio celotípico y culpó a su mujer de infidelidad. Clara fue una niña de dotación media e instrucción corriente, a los 16 años de dedicó al teatro, a los 26 se casó y tuvo 3 hijos, de 9, 13 y 15 años. Siempre fue algo excéntrica, “súbita” y ligera en sus juicios, no soportaba la contradicción, su concepción de la vida era bastante peculiar y por esto le costaba entenderse con los demás, sus ideas las creía infalibles y nunca cedía. Desde el comienzo de su matrimonio fue celosa. Clara sufría de un tumor en la cadera que se le desplazó a la vagina por lo que su esposo evitaba el coito, por este motivo ella lloraba y lo recriminaba, actualmente esta en climaterio.
La celotipia en Clara llevo a la formación de ideas delirantes, afirmaba que su marido tenia relaciones sexuales con todas las mujeres que podía, pero en esto creía que su marido era siempre “seducido” por malas mujeres. Hablaba constantemente de cómo las mujeres miraban a su marido y como ella se daba cuenta por que tenía una mirada aguda. También estaba envidiosa de las mujeres jóvenes, se quejaba de ponerse vieja y fea. Durante el desarrollo de estos hechos de intensifico mucho su antigua incontinencia caracterológica, por cualquier nimiedad hacia escándalo, su estado de animo era muy irregular, etc. Debido a numerosos escándalos públicos se realizó un internamiento preliminar en Heidelberg el 29 de noviembre de 1897.aquí estaba siempre lúcida y bien orientada, disimuló todo el tiempo y casi no comentaba sus ideas celotípicas, pero su estado de animo es irregular, a veces alegre, otros periodos deprimida, sufría mucho por estar interna.
En 1898 es trasladada al sanatorio de Frankfort, se le dejo volver a su casa finalmente año y medio después. Durante este tiempo en el sanatorio no corrigió sus ideas delirantes, ni tuvo conciencia de enfermedad, las acusaciones eran demasiado tontas. Se reporta en una entrevista que Clara variaba de opinión constantemente, primero era su marido el culpable de todos sus males, luego era su médico el que había corrompido al marido, en un minuto se ponía a llorar y al siguiente se levantaba vivaz, ella no dejaba de hablar de sus ideas celotípicas, aunque al minuto aseguraba que era discreta y que esperaba que todo quedara en secreto. Su necesidad sexual (imposible por su enfermedad) se exteriorizaba en sus diálogos sobre asuntos sexuales, en la acentuación de que ella poseía un cuerpo muy grácil. Con el crecimiento del sarcoma y el incremento del dolor, se observo que las ideas delirantes celotípicas entraban en segundo plano. Murió en 1900.
Cipriano Knopf, pastor protestante, nacido en 1845. Una hermana de Cipriano padecía una manía periódica. Estudio teología y en 1876 obtuvo su titulo de pastor protestante, ya como candidato llamó la atención su personalidad. En 1878 se caso, ella se suicido en 1882, se supo más tarde que Cipriano la trato igual que a su mujer actual y que ella soporto en silencio su destino. En 1884, a los 39 años se casa por segunda vez, antes de la boda mostró una infundada repulsa contra el tío de la novia a quien le pidió se alejara de ellos, mostró la misma conducta con otro pariente. Se condujo de un modo extraño a partir del primer día y al poco tiempo expreso dudas acerca de la irreprochabilidad de su mujer. Después de algunos días logro sonsacarle, mediante refinadas torturas, “entendimientos” y aventuras de su vida sexual anterior, así, ella llevó al papel, a pesar de, en conciencia, no haber hecho nada, increíbles inmoralidades cometidas. Cipriano estaba convencido de la vida alegre que llevaba su mujer antes del matrimonio y luego otros sucesos, como culpar a un sacerdote mayor que el de haberse arrimado a su mujer, agravaron la situación. El peritaje judicial, lo declaro loco, por la incorregibilidad de sus ideas. Solicitó el divorcio en 1887 y el matrimonio fue separado, su mujer, que tenía sus propios problemas se volvió loca más tarde y esta hoy en un sanatorio.
En los años siguientes Cipriano fu un pastor bastante considerado, fue un párroco activo y dedicado a su profesión. En el año 1896 se caso por tercera vez, también fue desde el comienzo un matrimonio desgraciado, las acusaciones hacia su mujer no tardaron en aparecer, él afirmaba que los adulterios eran ya habituales y que tenía innumerables pruebas al respecto. Según su mujer, el no dejaba de acusarla de las peores cosas frente a todos y también la maltrataba corporalmente. El año 1905 presentó demanda de divorcio, sin embargo, no los supuestos testigos negaron todo y finalmente los jueces le mandaron hacer examen mental. En la clínica tuvo un buen comportamiento, aunque le era muy desagradable estar allí. En sus cartas se puede apreciar una gran habilidad en el uso de la lógica para argumentar las situaciones a su favor, no es difícil dejarse convencer, sin embargo, hay en ellas también pequeñas contradicciones que hacen insostenibles sus dichos. 
Al parecer sus graves perturbaciones psicopatológicas, pudieron iniciarse desde la esfera sexual, donde presumiblemente existieron anomalías. La génesis del delirio se mantuvo en los límites de la interpretación combinatoria, él nunca había oído ni escuchado nada. Murió un año después de su alta.
Ahora veamos las principales características que comparten estos casos:
1) Un desarrollo paulatino a partir de características e impulsos permanentes de la personalidad.
2) La irrupción de graves estructuras delirantes se conecta de formas comprensibles y repetidas a nuevas motivaciones.
3) En contraposición a los dos primeros casos, faltan ahora los comienzos de las ideas persecutorias, los estados de angustia, intranquilidad y excitación. También faltan los intentos de envenenamiento y los plásticos relatos de acontecimientos aparentemente vivenciados.
4) No se encuentran en ellos un lapso de tiempo delimitado en el cual aparezca la estructura delirante en sí, en compañía de los otros síntomas y que luego se haga constante. En cambio, la s estructuras delirantes se adosan a los sucesivos acontecimientos y no son sostenidas con tanta seguridad, además se encontraran siempre nuevos puntos de apoyo.
Estos casos de celotipia se pueden comparar con el único grupo mórbido que está caracterizado por su contenido, el delirio querellante. Existen distintos tipos:
1) Personas querellantes a partir de disposición autoafirmativa, gentes activas, excitables, pseudoquerellantes de Kraepelin.
2) Intensificación de estos fenómenos hasta llegar a estructuras delirantes, que son la causa de actuaciones posteriores: “desarrollo de una personalidad” existe una conexión psicológica con la vida anterior.
3) Con un desarrollo igual al 2, se pierden las conexiones “comprensibles”, se desarrollan las ideas delirantes inconexas o acaso deterioro mental.
4) En una determinada época de la vida surge un proceso estructurado de delirio, cuyo causal contenido constituye una intensa ventaja para el delirio mismo. No es posible en este caso una explicación a partir de la predisposición caracterológica.
Al comparar este esquema con el anterior resumen de los casos, vemos que a los dos últimos casos son análogos los tipos 1 y 2, mientras que al caso 4 nos referimos con los dos primeros casos, explicados como proceso.
Por otra parte, existe evidentemente la necesidad de subordinar el nuevo material dentro de conceptos usuales, así se pude suponer que estos casos de delirio celotípicos son en verdad casos de “idea sobrevalorada” o al revés, se exceptuaran los dos casos primeros, para concebirlos como demencia precoz. Wernicke llamaba ideas sobre valoradas a los falsos juicios de realidad que, en razón de una acentuación afectiva, han experimentado dicha liberación de la representación opuesta. La fuerte asociación placentera o displacentera de las representaciones,lo deseado y lo temido de su representación, es un factor entre otros, que incrementa la energía de una representación, para que también su liberación sea incrementada por la contrarepresentación, y cree la libertad que según la tendencia originaria permite considerar como real a toda representación.
Revisemos ahora otro caso:
Emilio Hase, pintor-decorador, casado, treinta y seis años. Siempre tuvo un carácter fácilmente excitable, nunca pudo reír con todas sus ganas y era fácil de conmover, predisposición misantrópica, era también inteligente. En 1909 en una fiesta le pregunta a una dama por su mujer, ella le cuenta que la vio con dos hombres en el restaurante. El paciente opina que su desconfianza data de ese mismo momento, cree que es infundad, pero, sin embargo, hasta ahora no había podido dominarla. Reiteradamente le volvía a surgir la idea, al venirle ésta, sentía una opresión en el pecho, con frecuencia sentía una sensación de angustia que le subía hasta la garganta, esto le aparecía en forma de ataque. El paciente se creía incurable, en cualquier momento le venia la angustia, también tenia ideas de suicidio y de matar a su mujer. Luego de su alta, volvió el mismo a la clínica pidiendo ayuda psicológica, tenía un claro estado depresivo. Presentaba casi todas las quejas ciclotímicas, apenas si pensaba ya en las ideas celotípicas, a pesar de que durante meses creyó como verdaderas. Hoy teme al futuro y cree aún posible volverse loco.
Parece ser lo característico y corresponder plenamente a las ideas sobrevaloradas de la vida cotidiana, que siempre la crítica este en actividad, que el afecto del atemorizarse ante la posibilidad de que el contenido de la representación pudiera ser cierto, conduzca momentáneamente al firme convencimiento de la verdad, mientras que la idea desaparece después completamente.
Existe también otra forma de idea sobrevalorada que se caracteriza por el signo de lo “circunscrito”, sin embargo, es relativo. Circunscrito queda aún el delirio mas expandido, en la medida en que, por ejemplo, toda percepción da origen al delirio de referencia. En estas estructuras circunscritas encontramos los síntomas del proceso.
Veamos ahora el caso de un paciente que cabe también dentro del concepto de proceso, pero en el cual este proceso se establece en el curso de toda la fase de origen del mismo, y en el cual, dos años antes de las ideas delirantes, hubo pródromos consistentes en ligeras alteraciones de índole diferente a la del delirio (Ej. Insomnio):
Miguel Bauer, nació en 1849, católico, casado, siete hijos, sin herencia patológica, primer ingreso en 1901. En cuanto a su conducta, tiene un estilo de vida regular y ordenado, es fácilmente excitable. A los 49 años sufre de insomnio e ideas turbias, dos años mas tarde le apareció la idea delirante de que su mujer le había sido infiel y su hijo mayor no era de él. Vivía intranquilo, y temía que su mujer se entregara a otros, después tuvo la idea que ella quería asesinarle y por eso dormía solo. Llegó a maltratarla físicamente. En la clínica se mostraba orientado, lúcido, era atento y vivaz. Negaba enérgicamente ser enfermo mental, y afirmaba haber visto a su mujer con al menos dos hombres distintos en los años que llevaban casados. Después pidió volver con su mujer, afirmando que ella era enferma mental y que había hecho muchas locuras. Tiempo después disimulaba frente al médico, afirmando que sus ideas eran producto de su enfermedad, mientras con otras personas seguía acusando a su mujer de adulterio. Por un tiempo dejo de hablar de sus ideas delirantes y finalmente fue dado de alta, sin embargo, su esposa y su hija comunicaron varios meses después que estaba tan enfermo como antes.
Brie caso 1
Enfermo desde los 59 años, matrimonio armónico hasta comienzo de la enfermedad, 7 hijos. Desde hace dos años excitable y sensible, sufría de cefaleas e insomnio. Desde hace un año culpa a su mujer de infidelidad, la persigue siempre celosamente, los niños no serían de él, la martirizaba constantemente y le pegaba. En la clínica ordenaba, protestaba por su liberación, a veces quería olvidar y vivir en paz con su mujer, pero luego volvían las ideas. En la clínica tenia una conducta tranquila y normal, en 1902 presenta toda clase de quejas hipocondríacas y era bastante negativo, en 1903 estaba muy desconfiado de los doctores. Se mantuvo tranquilo aunque conspiraba y agitaba a los otros pacientes. Falleció en 1904.
Lo que llama más la atención en este caso es que, después de dos años de síntomas prodrómicos, aparezcan junto al delirio celotípico quejas de tipo hipocondríaco, y además se sostengan también otras ideas incorregiblemente y finalmente que la conducta sea la de un querellante.
El segundo caso de Brie tiene ciertamente un predominio de los signos de proceso, al estilo de Klug y Mohr, pero es en algunos puntos distinto a ellos:
Pastelero, 35 años, protestante, sin herencia patológica, buenas relaciones sociales; trabajador y sobrio, hombre muy activo y excitado. Casado con 3 hijos, tenía frecuentes discusiones con su mujer, según ella era muy excitable, le había golpeado. Ya en 1897 comienza con ideas delirantes, cree que su hijo no es suyo e incluso identifica al supuesto padre. En 1899 un día despertó en la noche, exaltado, golpeo a su mujer. A partir de 1899, aproximadamente, surgen en él lentamente alteraciones mórbidas: insomnio, muy excitado y perturbaciones en su digestión. Con su mujer pasaba de culparla insultándola y pegándole a tener frecuentes compulsiones a la relación sexual. Ingreso al sanatorio en 1899, con un mal estado nutritivo, insomnio y continuaba con sus ideas delirantes. Con el tiempo se tranquilizó, subió de peso, comenzó a dormir bien, pero continuó la celotipia y sufría mucho por estar internado. En 1901 es dado de alta y en 1903 los hermanos cuentan que ya no continua con sus ideas delirantes, que afirma que su mujer le es fiel y lo ha sido siempre. Sin embargo, en la actualidad su médico reporta que su enfermedad no ha mejorado, siguen los reproches a su mujer, aunque sin la exaltación de antes.
La principal diferencia de este caso con los de Klug y Mohr, se encuentra en que estos dos nunca presentaron dudas de la veracidad de sus dichos, en cambio el pastelero en momentos duda y en todo caso esta constantemente disimulando.
Parece, pues, que se mezclaran aquí los criterios celotípico como “desarrollo de una personalidad” y como “proceso”, con predominio de este último. Esto, en el fondo, no tiene porque admirarnos porque hemos visto que todo el desarrollo vital es un proceso, en el que se encentran incrustadas conexiones empáticas y racionales, y que el “proceso” de la vida normal puede ser concebido como “desarrollo” en la medida que intuitivamente concibamos en él la unidad de la personalidad. Hemos visto ya lo altamente subjetivo de esta intuición, y debemos decir que lo “nuevo” que surge como propio de la unidad de personalidad en determinadas fases vitales, y lo “nuevo” que se le contrapone permiten transiciones.

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