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Resumen Wolf, El trafico de pieles

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Libro: “Europa y la gente sin historia” de Eric Wolf (1987, México: Fondo de Cultura Económica)
Capítulo VI: El tráfico de pieles
Por Adriana Brinck =)
La tesis de capítulo es que el tráfico de pieles tuvo una profunda repercusión en los pueblos nativos de América del Norte y en sus modos de vida (la economía condiciona el resto, tesis muy materialista). Los americanos nativos fueron participantes tan activos como los comerciantes, misioneros y soldados en este proceso de comercio de pieles. 
“El comercio de pieles no fue un fenómeno norteamericano sino mundial” (p. 197) y parte importante de esto en Europa fue por los rusos. Lo que unió ambos continentes fue la Compañía Holandesa. El objetivo principal del comercio norteamericano fue el castor (con su piel se hacían sombreros, etc). 
A fines del siglo XVI el Atlántico era dominado por flotas ibéricas. Esta hegemonía marítima desapareció con la muerte de Felipe II en 1603. Recién ahí los europeos del norte pudieron expandirse a nueva costas. Al principio lo que los llevó a Norteamérica no fueron las pieles sino los peces, ya que eran considerados como un artículo comercial estratégico. En los siglos XV y XVI disminuyó la pesca en el Báltico y los navíos se abrieron nuevas rutas, llegando así Canadá, donde formaron campamentos estacionales.
“El comercio de pieles en América del Norte nació cuando estos pescados empezaron a cambalachear su mercancía por pieles que les daban los algonquinos [tribu]” (p. 199). Desde el comienzo que el comercio de pieles enfrentó a dos grandes potencias europeas: Francia, que controlaba la costa norte; y Holanda que ocupaba la costa sur. Luego de 1644 la costa sur pasó a manos de los ingleses, por lo que la dicotomía resultante fue Francia/Inglaterra. 
Una de las características del comercio de pieles fue su rápida expansión hacia el oeste. A donde quiera que llegara tuvo consecuencias significativas en la vida de los indígenas, trastornó y creó nuevas relaciones sociales y modos de producción, etc. “La demanda de los europeos de más pieles acrecentó la competencia entre grupos americanos nativos; competencia por nuevos terrenos de caza para satisfacer la creciente demanda europea, y competencia para el acceso a las mercancías europeas” (p. 201). 
Poblaciones del Noreste
· Abenakis
Primeras poblaciones con que los europeos tuvieron comercio de pieles sostenido. Bajó su demografía y pronto cambiaron pieles por comida al no poder mantener el cultivo de maíz (por la brevedad de la estación de crecimiento y pérdida de las cosechas). Antes tenían diversos terrenos estacionales para cazar, pero luego de esta nueva relación de intercambio individualizada entre trampero (cazador con trampas) y el comerciante, se ocupó el territorio de caza de manera sostenida y defendida por el grupo familiar. 
· Hurones
Grupo de diversos orígenes dedicado inicialmente a la horticultura, pero fueron descuidándola al aumentar el comercio entre cazadores y recolectores que vivían al norte de ellos. Su terreno era estratégico y obtenían maíz, frijoles, calabazas y tabaco. “Cuando el comercio de pieles entró en la región, ya habían mecanismos que permitían y facilitaban los trueques de mercancías, a los cuales ahora se podían agregar las pieles de castor y de otros animales” (p. 203). Junto con las transacciones se acostumbró a dar también regalos, los cuales encarnaban alianzas y reconocimiento de poderes. Esta costumbre que se fue haciendo más generalizada a medida que avanzaban al interior del país. 
· Iroqueses
Cinco naciones matrilineales que se confederaron probablemente para reducir conflictos y guerras, pero que con el tiempo y con la llegada del comercio de pieles descubrieron un nuevo objetivo económico. Si bien el castor no abundaba por la zona, comprendieron al tiro que su futuro individual y colectivo dependía de él. Sin embargo, para aumentar su acceso a las pieles tenían que reducir la competencia de sus vecinos, por lo que iniciaron, con apoyo de los holandeses primero y luego los ingleses, ataques sucesivos a sus rivales, los cuales eran apoyados por los franceses. 
Antes de la llegada del comercio de pieles su base económica era la caza y la horticultura, la cual estaba en manos de las mujeres (el uso de la tierra, los utensilios, la distribución del producto, etc). La caza y la guerra, por el contrario, eran asuntos de los hombres. Éstas aumentaron en importancia a medida que los iroqueses dependían del comercio de pieles. 
Cerca de 1640 casi desaparecieron los castores en la región, por lo que tuvieron que ir a buscarlos en las tierras de sus vecinos. Esto conllevó la separación entre las funciones encomendadas a hombres y mujeres. Sin embargo, la autoría femenina no disminuyó sino que solo la afiliación del parentesco experimentó un gran cambio en cuanto a su función y significado (las mujeres podían adoptar cautivos, etc). 
Entonces, el parentesco siguió siendo vital. Tanto así que hay autores (Fenton) que le llaman a la confederación como un “Estado de parentesco”. Sin embargo, Wolf señala que no fueron un Estado sino “una asociación basada en afiliaciones de parentesco que se desarrolló en respuesta a presiones translocales, políticas y económicas” (p. 207).
Estar basado en el parentesco fue tanto su fuerza como debilidad. No podían hacer nada más que suavizar las peleas y rivalidades; nunca fue la confederación un instrumento político monolítico (nunca tuvieron el monopolio de los castores). Pero luego la guerra se convirtió en parte de la vida diaria (gracias al tráfico de pieles) y ya no se mantuvo el equilibrio entre los caciques y los jefes guerreros. Dejaron de tener importancia los motivos de cooperación y creció la división interna. 
Los ingleses apoyaron constantemente a los iroqueses (y les daban armas), ya que gracias a éstos los franceses no podían asociarse con otros pueblos. La relación entre los iroqueses y los franceses fue más bien paradójica. Por una parte, este pueblo le impedía a los franceses aumentar el comercio, pero por otro lado, si no hubieses estado las empresas francesas se hubiesen enfrentado directamente con las inglesas, que eran más poderosas. Como Confederación nunca se aliaron con ningún bando, pero esto sí ocurrió con los diversos grupos que la conformaban, lo que fue afectando a la unidad de ésta. 
La Confederación, unida mediante lazos de parentesco y ceremoniales, nunca pudo generar una estrategia concertada ante un adversario dominante. No pudieron hacer efectivos los consensos a los que llegaban, habían muchas diferencias políticas. 
Poblaciones de los Grandes Lagos
Esta zona se encuentra más al interior (oeste) del río San Lorenzo, en donde están los iroqueses, y los pueblos que la conforman son los que se vieron desplazados por los iroqueses. “El imán que los llevó a Green Bay fueron las pieles; la fuerza que los sacó de su hábitat original fueron los iroqueses” (p. 211). Todos estos cambios en la economía y el territorio producto de la intensificación del comercio de pieles provocaron cambios de identidad (comentario muy materialista). “Crecieron los conflictos intergrupales y los grupos se entremezclaron. Con el tiempo perdieron su identidad y acabaron formando parte de nombres de grupos mayores” (p. 211). “Este proceso de fusión y alianza entre grupos que anteriormente habían tenido identidades locales separadas tuvo repercusiones ideológicas importantes” (p. 212). La tradicional Fiesta de los Muertos, rito clave para el intercambio y en donde se celebraba la identidad del grupo local, fue sustituida por el Midewiwin, el cual estaba dirigido más bien al individuo y en su integración en una asociación jerárquica que iba más allá del linaje y del grupo local (individualismo D: ). El liderazgo se volvió menos importante que el desempeño en la guerra y en el comercio de pieles; la riqueza fue punto clave. 
· Ottawas
Algonquinos que migraron al oeste dejando sus actividades tradicionales de subsistencia para dedicarse al comercio. En 1683, dos tercios de las pieles que llegabana manos de los franceses habían pasado por manos ottawas. Otros grupos similares fueron los winnebagos (leímos sus mitos e.e), crees y ojibwas. 
Expansión hacia el Oeste
La Bahía del Hudson era inglesa por el Tratado de Utrecht, por lo que los franceses buscaron nuevos intercambios más hacia el interior y fortalecieron lazos con sus nuevos aliados. Todo esto es más al norte de los iroqueses y los Grandes Lagos, en Canadá. El conflicto entre franceses e ingleses tuvo su manifestación en las poblaciones nativas; se enfrentaron los dakotas y los ojibwas, los crees y assiniboines. Todo esto se materializó en la Guerra de los Siete Años. 
Nuevamente vemos el mismo proceso que antes; la llegada del tráfico de pieles produjo un cambio en la logística de comercio en sí, cambios en la estructura interna, cambios en las relaciones entre comerciantes y tramperos, etc. Antes las fábricas se habían puesto siguiendo las rutas fluviales y marítimas, pero ahora se estaban creando rutas terrestres, lo que requería nuevas fuentes de transporte (ej: caballo). En 1763 hubo un alzamiento bajo el líder ottawa Pontiac que buscaba expulsar a estos colonos que ahora se estaban asentando cada vez más y no daban señales de querer irse. 
Las compañías procuraron prescindir de los intermediarios (como los ottawa) e ir directamente al productor primario (cazadores y recolectores de pieles). Con esto ya no hacía falta de un gran hombre que organizara todo y al cual seguir, ya que los mismos productores se relacionaban con las empresas y se dieron cuenta de que se podían mantener en pequeñas bandas obteniendo mayores beneficios.
En 1797 se crea la Northwest Company para hacerle frente a la Hudson Bay Company y ambas compañías canadienses se expanden hacia el oeste por el sector norte, lo que es visto como una amenaza por la recién formada USA.
Pastores de caballos en las Llanuras
El caballo fue introducido por los españoles y permitían una mayor capacidad militar (combinar armas con el caballo), mejores rendimientos en la caza de búfalo (con su carne se hacía el pemmican, que les proporcionaba la carne necesaria a los comerciantes de pieles), transporte y mayor participación en el comercio. Como permitía un acceso más eficaz a los búfalos, muchos pueblos comenzaron a dedicarse íntegramente a la caza de búfalo. Estas nuevas oportunidades que la caza del bisonte ofrecía a la empresa individual provocaron el cuestionamiento de la estructura de los grupos. Los cazadores se dieron cuenta de que podían cazar, comerciar o hacer la guerra por si solos (si lo sumaban a armas de fuego) y comenzaron a desafiar la autoridad de los líderes. 
Como este proceso fue colectivo en la Llanura, las diferentes poblaciones acabaron pareciéndose en sí. “Algunas de las razones de esta convergencia se pueden encontrar en el nuevo modo de adaptación ecológico” (p. 222). A pesar de esto, hubo nuevas instancias colectivas, aunque con otros fines. Se reunían en un gran rodeo anual y había ceremonias como la Danza del Sol. “Se individualizaron la propiedad de los medios de producción tales como caballos y armas, y también los derechos a los haces medicinales, a canciones, danzas y nombres” (p. 223), hubo una descentralización en la toma de decisiones y mayor movilidad, ya que el liderazgo dependía de los logros en las guerras y el comercio. “El resultado fue una concentración de caballos [por tanto también de pemmican] y de mercancías valiosas en las manos de los ricos y afortunados” (p. 224). 
El litoral del Noroeste
En 1778 llegó Cook y adquirió varias pieles de nutrias. Frente a esto, la Northwest Company estableció la primera factoría, pero fue recién en 1821 cuando se fusionaron la NC y la HBC que comenzó el comercio sistemático por tierra. 
	Cuando llegaron los europeos se dieron cuenta de que desde 1730 que los rusos habían explorado estas costas en búsqueda de nutrias marinas. “En contraste con el intercambio norteamericano, que significaba intercambio de bienes básicos por pieles, el comercio ruso de pieles se atuvo principalmente al tributo, es decir, a pagos en pieles hechos como reconocimiento de sometimiento político” (p. 226). Con este mecanismo se les impuso a los aleutas un servicio obligatorio de la caza de nutrias, afectando a la densidad poblacional drásticamente. Las nutrias se volvieron escasas y desde 1789 el comercio en esta zona estuvo en mano de ingleses y norteamericanos. 
	La población de esta zona era principalmente pescadora y mantenía fuertes relaciones de comercio. Su estructura constaba de un “jefe” que se valía de sus seguidores y contactos personales para entregar las pieles de nutrias. Como su poder se desarrollaba al mismo tiempo que se desarrollaba el comercio, les debió parecer muy atractivo el tráfico de pieles. “La participación en el comercio de pieles prometía ensanchar las riquezas en que se fundaba su posición relativa” (p. 230). 
Estos grupos estaban ligados por parentesco pero divididos por rangos. El éxito entre estos pueblos estaba en la acumulación bilateral de títulos mediante alianzas, etc. La herencia y posición se validaba mediante un potlach en donde se ofrecían obsequios a invitados escogidos entre linajes afines reales o potenciales. La gente tenía que contribuirle a estos linajes, quienes incluso tenían esclavos. A medida que aumentaron las guerras el potlach funcionó como un mecanismo político para disminuir las rivalidades y concertar alianzas, y aumentó la productividad de las familias que participaban en él. 
	En 1830 peligró la nutria marina y el comercio pasó de los isleños a la tierra firme, generando nuevas relaciones entre los costeros y los isleños en donde los vínculos de parentesco estructuraron una asociación de comercio asimétrico. Los costeros buscaban el control de las pieles de las montañas del interior, y se vieron beneficiados por el control por la fuerza de los canales de comercio, ya que funcionaron como intermediaros costeros a expensas de los grupos del interior.
	Finalmente, en 1858 las poblaciones americanas sufrieron un golpe final cuando llegó a California la noticia de que se había descubierto oro en el río Fraser.

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