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Resumen Formas que preceden a la produccion capitalistas, Marx

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FORMAS QUE PRECEDEN A LA PRODUCCIÓN CAPITALISTA
La separación del trabajo libre con respecto a las condiciones objetivas de su realización (es decir la disolución de la pequeña propiedad y de la propiedad colectiva de la tierra) es un supuesto del trabajo asalariado y una de las condiciones históricas del capital.
En la pequeña propiedad de la tierra, así como en la propiedad colectiva de la tierra, el trabajador se comporta con las condiciones objetivas de su trabajo como con su propiedad, el trabajador tiene una existencia objetiva, independientemente del trabajo. El individuo se comporta consigo mismo como propietario y miembro de una entidad comunitaria compuesta por trabajadores que al mismo tiempo trabajan. El objetivo de este trabajo no es la creación de valor, sino el mantenimiento del propietario individual y de su familia así como de la entidad comunitaria global. 
En la primera forma e propiedad de la tierra, aparece como primer supuesto una entidad comunitaria resultante de un proceso natural. La familia o la familia devenida tribu. Dado que se puede admitir que el nomadismo constituye la primera forma de los modos de existencia, la colectividad tribal, no aparece como resultado sino como supuesto de la apropiación colectiva (temporaria) del suelo y de su utilización. La tierra es el gran laboratorium que proporciona tanto el medio de trabajo como el material de trabajo, como también la sede, la base de la entidad comunitaria. Cada individuo se comporta como propietario o poseedor sólo en tanto miembro de esta comunidad.
La segunda forma, tiene también como primer supuesto la entidad comunitaria, pero no en cuanto sustancia, de la cual los individuos constituyen componentes naturales; tampoco supone la tierra como base, sino la ciudad como sede ya desarrollada. La tierra e cultivo aparece como territorio de la ciudad. Las dificultades que encuentra la comunidad sólo pueden provenir de otras comunidades, que ya han ocupado esa tierra o que molesten a la comunidad en su ocupación. La guerra es entonces la gran tarea común, el gran trabajo colectivo, necesario para proteger y eternizar la ocupación e las mismas. Por lo tanto, la comunidad se organiza en primer término para la guerra. La concentración de las viviendas en la ciudad es base e esta organización guerrera. La naturaleza de la organización tribal lleva por sí misma a la constitución de linajes superiores e inferiores (diferenciación se desarrolla aún más por la mezcla con tribus sojuzgadas). La propiedad comunitaria como propiedad estatal se ve en este caso separada de la propiedad privada. La propiedad del individuo no es aquí inmediatamente y de por sí propiedad comunitaria. La comunidad es, por un lado, la relación recíproca entre estos propietarios iguales y libres, su vínculo contra el exterior, y es, al mismo tiempo, su garantía. La entidad comunitaria se basa en que sus miembros son agricultores de parcelas, propietarios de la tierra que trabajan en autonomía. En este caso, sigue siendo presupuesto para la apropiación del suelo el ser miembro de la comunidad, pero, en tanto miembro de la comunidad, el individuo es propietario privado.
Concentración en la ciudad, con el campo como territorio; economía campesina en pequeña escala, que trabaja para el consumo inmediato; manufactura como actividad doméstica accesoria o independizada solo en algunas ramas específicas (artesanos que trabajan con metales). El supuesto de la perduración de esta organización comunitaria es el mantenimiento de la igualad entre sus campesinos autosuficientes libres y el trabajo propio como condición para la perduración de su propiedad. El individuo es colocado en condiciones tales para ganar su vida que su objetivo no es la adquisición de riqueza sino la subsistencia, su propia reproducción como miembro de la comunidad; su propia reproducción como propietario de la parcela y, en tal carácter, como miembro de la comuna. La propiedad del propio trabajo es mediada a través de la propiedad de la parcela de tierra, a su vez garantizada a través del plustrabajo bajo la forma de servicio guerrero, etc., de los miembros de la comunidad. El propietario privado de la tierra sólo lo es como romano, pero como romano es propietario privado de la tierra. La tierra es ocupada por la comunidad: una parte corresponde a la comunidad como tal, en cuanto diferente de sus miembros, ager publicus en sus diversas formas; la otra parte es dividida y cada parcela es romana en cuanto es la propiedad privada de un romano.
Una tercera forma de la propiedad de las condiciones naturales de su trabajo por parte de los individuos que trabajan es la germánica. Entre los germanos, entre quienes los cabezas de familia se establecen en los bosques, separados por grandes distancias, la comunidad solamente existe, considerada sólo externamente, en virtud de cada acto de reunión de sus miembros, aun cuando su unidad existente en sí misma está puesta en la ascendencia, la lengua, el pasado y la historia, comunes. En consecuencia, la comunidad aparece como una reunión, no cómo una unión, como acuerdo entre sujetos autónomos que son los propietarios de la tierra, no como unidad. Por ello la comunidad no existe como entidad estatal. Para que la comunidad adquiera una existencia real, los propietarios libres de la tierra deben reunirse en asamblea. Se da también entre los germanos la tierra comunitaria, diferenciada de la propiedad del individuo. Se trata de la tierra de caza, praderas, reservorios de leña, como una ampliación de la propiedad privada individual y sólo figura como propiedad en cuanto posesión común de una tribu por la cual hay que luchar contra tribus enemigas. La propiedad del individuo no aparece mediada por la comunidad, aparece como relación recíproca de los sujetos autónomos. Cada casa individual constituye para sí un centro autónomo de la producción. En la forma germánica el campesino no es ciudadano del estado, sino que el fundamento es la vivienda familiar autónoma, aislada, garantizada a través de su asociación con otras viviendas familiares similares de la misma tribu, y a través de su reunión ocasional para la guerra, la religión, la resolución de problemas legales, de tareas tales que afiancen la seguridad mutua. La propiedad individual de la tierra no aparece aquí como forma contrapuesta a ala propiedad comunitaria, ni tampoco como mediada a través de ésta, sino a la inversa. La comunidad sólo existe en la relación recíproca entre estos propietarios individuales de la tierra, en cuanto tales.
En todas estas formas en las que la propiedad de la tierra y la agricultura constituyen la base del oren económico y, por consiguiente, el objetivo económico es la producción de valores de uso. En todas estas formas hay:
a) Apropiación de la tierra como supuesto del trabajo. El individuo se comporta con las condiciones objetivas del trabajo como con algo suyo; la principal condición objetiva del trabajo no se presenta como producto del trabajo, sino que se hace presente como naturaleza; por un lado, se da el individuo viviente, por el otro, la tierra como condición objetiva de la reproducción de éste.
b) Este comportamiento con la tierra como propiedad del individuo que trabaja está mediado a través de la existencia natural del individuo como miembro de una comunidad. Así como un individuo aislado no podría tener lenguaje, tampoco podría tener propiedad del suelo. Cuanto más, podría nutrirse de él como sustancia, al igual que los animales.
Su relación con las condiciones objetivas del trabajo es mediada por su existencia como miembro de la comunidad; por otro lado, la existencia efectiva de la comunidad está determinada por la forma determinada de su propiedad de las condiciones objetivas del trabajo. Que esta propiedad aparezca como propiedad colectiva y no se dé propiedad privada alguna del suelo, o que la propiedad aparezca en la doble forma de propiedad estatal y privada, o que, finalmente, la propiedad comunal aparezca sólo como ampliación de la propiedad individual,pero ésta se presente como la base y la comunidad en general no tenga existencia para sí fuera de la asamblea de los miembros y de su asociación para objetivos comunes, estas diversas formas e comportamiento de los miembros de la comunidad con respecto al suelo de la tribu, dependen de las condiciones económicas bajo las cuales se apropia por el trabajo de los frutos de éste, lo cual, a su vez, dependerá del clima, de las características físicas del suelo, del modo físicamente condicionado de su explotación, de su trato con las tribus enemigas o vecinas y e los cambios producidos por las migraciones, experiencias históricas, etc. Para que la comunidad siga existiendo según el modo antiguo, como tal, es necesaria la reproducción de sus miembros bajo las condiciones objetivas presupuestas. La producción de la misma, el progreso de la población, suprimen gradual y necesariamente estas condiciones; y de ese modo se desintegra la entidad comunitaria junto con las relaciones de propiedad en que estaba basada. Los individuos pueden aparecer como grandes. Pero no hay que pensar aquí en un desarrollo libre y pleno, ni del individuo, ni de la sociedad, pues tal desarrollo está en contradicción con la relación originaria.
Nunca encontraremos entre los antiguos una investigación acerca de cuál forma de la propiedad de la tierra es la más productiva. La riqueza no aparece como objetivo de la producción. La investigación versa siempre acerca de cuál modo de propiedad crea los mejores ciudadanos. La concepción antigua según la cual el hombre aparece siempre como objetivo de la producción, parece muy excelsa frente al mundo moderno donde la producción aparece como objetivo del hombre y la riqueza como objetivo de la producción. 
La preexistencia de las condiciones objetivas del trabajo como algo separado del trabajador, y la preexistencia para el capitalista del trabajador como desprovisto de propiedad, representan un proceso histórico, la génesis histórica de la economía burguesa. La vida del hombre descansó desde siempre sobre la producción social, cuyas relaciones llamamos precisamente relaciones económicas. Las condiciones originarias de la producción aparecen como condiciones naturales de existencia del productor, exactamente igual que su cuerpo viviente. El único límite que puede encontrar la entidad comunitaria en su comportamiento con las condiciones naturales de la producción – la tierra – como con condiciones suyas, es otra entidad comunitaria que ya las reclame como su cuerpo inorgánico. Por eso es la guerra uno de los trabajos más originarios de todas estas entidades comunitarias naturales, tanto para la afirmación de la propiedad como para la nueva adquisición de ésta. Si al hombre mismo se lo conquista junto con el suelo, como accesorio orgánico de éste, surge la esclavitud y servidumbre, que pronto adultera y modifica la forma originaria de toda entidad comunitaria y llega a convertirse en base de ésta.
Propiedad significa originariamente el comportamiento del hombre con sus condiciones naturales de producción como con condiciones pertenecientes a él, presupuestas junto con su propia existencia. No se trata propiamente de un comportamiento respecto a sus condiciones de producción, sino que él existe doblemente: tanto subjetivamente en cuanto él mismo, como objetivamente en estas condiciones inorgánicas naturales de su existencia. Las formas de estas condiciones naturales de la producción son dobles:
a) Su existencia como miembro de una entidad comunitaria
b) El comportamiento con el suelo como con algo que es suyo por intermedios de la entidad comunitaria.
La propiedad significa entonces pertenecer a una tribu (entidad comunitaria). La condición fundamental de la propiedad basada en la tribu hace a la tribu extranjera conquistada por otra tribu, a la tribu sometida, una tribu sin propiedad y la reduce a ser una condición inorgánica. Por ello, esclavitud y servidumbre son tan sólo desarrollos posteriores de la propiedad basada en la organización tribal.
La propiedad, en tanto es sólo el comportamiento consciente con las condiciones de producción como con condiciones suyas, solo se efectiviza a través de la producción misma. La apropiación efectiva ocurre primeramente en la relación activa, real. Pero, en consecuencia, queda al mismo tiempo claro que estas condiciones se modifican. 
El objetivo de todas estas entidades comunitarias es su conservación, es decir su reproducción en el mismo modo de existencia, el cual constituye al mismo tiempo el comportamiento de los miembros entre sí y por consiguiente constituye la comunidad misma. Pero, al mismo tiempo, esta reproducción es necesariamente nueva producción y destrucción de la forma antigua. Por ejemplo, allí donde cada uno de los individuos puede poseer cierto número de acres de tierra, ya el mero aumento de la población constituye un impedimento. Para superarlo se hace necesaria la colonización y ésta hace necesaria la guerra de conquista. Como resultado, esclavos, etc. De tal modo la conservación de la comunidad antigua implica la destrucción de las condiciones en las que se basa. Si se pensara que la productividad pudiera aumentarse dentro del mismo territorio a través del desarrollo de las fuerzas productivas, esto requeriría nuevas combinaciones del trabajo, y de tal modo se eliminarían a su vez las viejas condiciones económicas de la entidad comunitaria. En el acto mismo de la reproducción se modifican las condiciones objetivas. Y también se transforman los productores, en tanto despliegan nuevas cualidades. Cuanto más tradicional el modo de producción mismo, es decir, cuanto más permanece igual a sí mismo el proceso efectivo de la apropiación, tanto más constantes son las antiguas formas de propiedad y con ello la entidad comunitaria en general.
Su entidad comunitaria, así como la propiedad basada sobre ella, se reduce en última instancia a un estadio determinado del desarrollo de las fuerzas productivas de los sujetos que trabajan, al cual corresponden relaciones determinadas de los mismos entre sí y con la naturaleza. Hasta cierto punto, reproducción. Luego se trastrueca en disolución.
Propiedad significa entonces originariamente comportamiento del sujeto que trabaja (productor) con las condiciones de su producción o reproducción como con algo suyo. La producción misma tiene como objetivo la reproducción del productor en y con estas sus condiciones objetivas de existencia. El hombre aparece originariamente como un ser genérico, un ser tribal, un animal gregario, que sólo se aísla a través del proceso histórico. El intercambio mismo es un medio fundamental para este aislamiento. Vuelve superfluo el carácter gregario y lo disuelve. El desarrollo de las fuerzas productivas disuelve a esas comunidades y tal disolución es ella misma un desarrollo de las fuerzas productivas humanas.
Aquello que nos ocupa aquí en primer lugar: el comportamiento del trabajo con el capital presupone un proceso histórico, que disuelve las diversas formas en las cuales el propietario trabaja. Así, ante todo:
a) Disolución del comportamiento para con la tierra como con una condición natural, como con su propia existencia inorgánica
b) Disolución de las relaciones en las cuales él aparece como propietario del instrumento
c) Que el trabajo durante la producción tiene en su posesión los medios de consumo necesarios para vivir como productor
d) Disolución de las relaciones en las cuales los trabajadores mismos están inmediatamente incluidos entre las condiciones objetivas de trabajo (esclavos o siervos)
Estos son presupuestos históricos para que encontremos al trabajador libre, como capacidad de trabajo puramente subjetiva, enfrentado a las condiciones objetivas de la producción como a su no propiedad. ¿Qué condiciones son necesarias para que el trabajador encuentre frente a sí un capital? En la fórmula del capital el trabajo vivo se comporta con el material en bruto, tanto como con el instrumento, como también con los medios de subsistencia requeridos durante el trabajotratándolos como no-propiedad.
Aquel estado en el cual el individuo que trabaja se comporta con la tierra como con algo propio, es el estado histórico n°1. En la fórmula del capital, esta relación es negada o es presupuesta como históricamente disuelta. Allí donde el trabajador trabaja como propietario del instrumento, ya está presupuesto un segundo estadio histórico. Dado que el instrumento es producto de trabajo, el elemento que constituye la propiedad es puesto como resultado del trabajo, la entidad comunitaria aparece como entidad comunitaria que ya es ella misma producida por el trabajo mismo. La tercera forma posible es comportarse como propietario sólo con los medios de subsistencia, sin comportarse con el suelo ni con el instrumento ni tampoco con el trabajo mismo como con algo propio, es en el fondo la fórmula de la esclavitud y servidumbre.
Las formas originarias de la propiedad constituyen el fundamento económico de formas distintas de entidades comunitarias. Estas formas son esencialmente modificadas con la servidumbre y esclavitud. Todas estas formas de propiedad contienen en sí la esclavitud como posibilidad y, por ello, como su propia abolición. Sin duda esto se reproduce – en forma mediada – en el capital, y, de tal modo, constituye también un fermento para su disolución.
Tales procesos históricos de disolución implican a la vez la disolución de las relaciones de servidumbre, pero presuponen fácticamente propiedad de medios de subsistencia por parte del siervo: éste es, en verdad, su proceso de separación de la tierra, disolución de las relaciones de propiedad territorial; disolución de las relaciones de corporación, que presuponen su propiedad del instrumento de trabajo; igualmente disolución de las relaciones de clientela. Un examen más detallado mostrará que en todos estos procesos de disolución se disuelven las relaciones de producción en que predomina el valor de uso, se encontrará igualmente que todas las relaciones disueltas sólo eran posibles dado un grado determinado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales.
Lo que nos interesa es esto: el proceso de disolución que transforma a una masa de individuos de una nación en trabajadores asalariados, obligados a la venta de trabajo sólo a través de su carencia de propiedad, supone, que las fuentes de ingreso y, en parte, las condiciones de propiedad de estos individuos han pasado a otras manos como fondo libre o también que han quedado en parte en las mismas manos. Pero esto es claro: el mismo proceso que ha separado a una multitud de individuos de sus relaciones con las condiciones objetivas de trabajo, transformándolos en trabajadores libres, ha liberado a estas condiciones objetivas del trabajo – suelo, material en bruto, medios de subsistencia, instrumento de trabajo, dinero o todo esto en conjunto – de su ligazón vigente hasta entonces con los individuos ahora separados de ellas. Estas aún existen bajo otra forma: como fondo libre, y que aún están contrapuestas a ese individuo desprovisto de propiedad bajo la forma de valores. El mismo proceso que contrapone la masa, como trabajadores libres, a las condiciones objetivas de producción, ha contrapuesto estas condiciones como capital, a los trabajadores libres.
El lado que se presenta como capital debe estar en posesión de materias primas, instrumentos de trabajo y medios de subsistencia para que el trabajador pueda vivir durante la producción, antes de que la producción llegue a su término. Debe haber ocurrido previamente una acumulación, previa al trabajo y no surgida de ésta, por parte del capitalista, la cual lo capacita para poner a trabajar a los obreros y para mantenerlos efectivamente. Esto ocurre a través de la usura – en particular ejercitada también con respecto a la propiedad de la tierra – y a través de un patrimonio mueble acumulado mediante ganancias comerciales, en formas más tempranas de patrimonio, que constituyen supuestos para el capital.
El capital surge del dinero y aparece como producto de la circulación. La formación del capital proviene del patrimonio mercantil y usurario. Pero sólo encuentra las condiciones para comprar trabajo libre una vez que éste es separado de sus condiciones objetivas de existencia por el proceso histórico. Sólo entonces encuentra también la posibilidad de comprar estas condiciones mismas. Lo que capacita al patrimonio-dinero para devenir capital es la presencia, por un lado de trabajadores libres; segundo, la presencia como igualmente libres y vendibles de los medios de subsistencia y materiales, etc.
El proceso histórico no es el resultado del capital, sino el presupuesto del mismo. A través de este proceso, el capitalista se inserta como intermediario entre la propiedad y el trabajo.
Lo propio del capital no es otra cosa que el acoplamiento de las masas de brazos e instrumentos que él encuentra preexistentes. Los aglomera bajo su imperio. Esa es su verdadera acumulación; la acumulación de trabajadores en ciertos puntos junto con sus instrumentos. El patrimonio-dinero ayudó sin duda a acelerar y disolver las antiguas relaciones de producción.
Nada más estúpido entonces que concebir esta formación originaria del capital como si éste hubiera acumulado y creado las condiciones objetivas de la producción – medios de subsistencia, material en bruto, instrumentos – y las hubiera brindado a los trabajadores despojados de ellas. Más bien, el patrimonio-dinero ayudó en parte a despojar de estas condiciones a las fuerzas de trabajo de los individuos capaces de trabajar y en parte este proceso avanzó sin él. Una vez que esta formación originaria hubo alcanzado cierto nivel, el patrimonio-dinero pudo colocarse como intermediario entre las condiciones objetivas de la vida así liberadas y las fuerzas de trabajo vivas, liberadas, pero también aisladas y vacantes, y pudo así comprar la una con las otras. 
Pero yendo ahora a lo que hace a la formación del patrimonio-dinero mismo, antes de su transformación en capital, ella pertenece a la prehistoria de la economía burguesa. La usura, el comercio, el régimen urbano y el fisco que surge con él desempeñan papeles centrales en este proceso. Al mismo tiempo el desarrollo del intercambio y del valor de cambio, trae consigo tanto la disolución de las relaciones de propiedad del trabajo sobre sus condiciones de existencia, como la disolución del trabajo mismo tratado como una de las condiciones objetivas de la producción. La producción basada sobre el valor de cambio y la entidad comunitaria basada sobre el intercambio de estos valores de cambio supone y produce la separación del trabajo con respecto a sus condiciones objetivas. Un intercambio de equivalentes tiene lugar, si bien es sólo la capa superficial de una producción que descansa sobre la apropiación de trabajo ajeno sin intercambio.
La disolución de las relaciones de servidumbre, así como el surgimiento de la manufactura, transforman luego cada vez más todos los ramos del trabajo en ramos movidos por el capital. Por cierto, en sus peones y jornaleros ajenos a las corporaciones, las ciudades mismas también contienen un elemento para la formación del trabajo asalariado propiamente dicho. Sí, como hemos visto, la transformación del dinero en capital supone un proceso histórico, que ha separado las condiciones objetivas del trabajo, por otra parte, el efecto del capital, una vez que ya ha surgido, consiste en someter toda la producción y en desarrollar y extender por todas partes la separación entre trabajo y propiedad, entre el trabajo y las condiciones objetivas del trabajo.

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