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Resumen Texto Historia Contemporánea de América Latina - T Halperin

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Tulio Halperín Dongui
Historia Contemporánea de América Latina
Primera Parte: Del orden colonial al neocolonial
Capítulo 2: La crisis de independencia
La estructura o edificio colonial entró en rápida disolución a principios del siglo XIX, tanto que para 
1825, Portugal había perdido todas sus posesiones y España solo conservaba Cuba y Puerto Rico. Las 
causas de este rápida caída son muy diversas, pero apuntan a los comienzos de la conquista, y a las 
reformas coloniales a partir de 1750.
Para el caso español, se han subrayado las consecuencias económicas de la reformulación del pacto 
colonial: (ver Reformas Borbónicas en aspecto económico-administrativo) un nuevo concepto para el 
trabajo con indios, altos impuestos, y acaparamiento de recursos coloniales que permitieron que España 
se adentrara en la nueva Europa Industrial. La lucha por la independencia de las colonias, buscaba en 
parte, un nuevo pacto colonial que beneficiara a los productores locales y les permitiera participar de la 
economía de ultramar, sin necesidad de pagar elevados impuestos y regalías a la Metrópoli.
Para el aspecto político- administrativo, el reclutamiento de funcionarios públicos leales a la Corona 
y en contra de los intereses de las ligas locales, aseguró una administración eficaz de los asuntos 
coloniales. Según J. H. Parry, esto fue el otro motivo del descontento de los colonos, pues ellos 
preferían tener una administración ineficaz y menos temible. Por todo esto, el rey prefirió contar con 
funcionarios metropolitanos o peninsulares. Esta parcialidad o predilección se debía al temor de dar 
poder a figuras aliadas con poderosas fuerzas locales, que lentamente iban luchando en contra del 
gobierno español. Los peninsulares ocuparon también cargos militares y eclesiásticos, y participaron 
activamente en comercio (inundaron el mercado de ultramar a partir de 1750), tanto, que se ganaron 
el odio de los criollos.
Estos conflictos, sin embargo, anuncian una cercana catástrofe y una etapa de transición 
necesariamente larga, previa a la emancipación definitiva.
Otro aspecto que se toma como causa posible, es la renovación ideológica traída de Europa. Pero 
esa renovación no tenía un contenido precisamente revolucionario: en una primera etapa se mantuvo 
en el marco de la Corona. Lo importante es reconocer que fue una de las más poderosas fuerzas que 
actuó en Hispanoamérica. Era necesaria debido a las críticas que hacía de los asuntos económicos, 
sociales y jurídico- institucionales, pero no siempre implicaba una discusión sobre el orden monárquico: 
la “Ilustración” iberoamericana (y la metropolitana) se basaban en una fe donde “el rey era la cabeza 
del cuerpo místico”. A fines del siglo XVIII, esa “fe” antigua y nueva, tenía sus descreídos. Esto se 
comprueba en la aparición de movimientos sediciosos a partir de 1750, pero no se toman como 
revoluciones, ni están atados a la renovación de las ideologías políticas; pues desde Nueva Granada 
hasta Alto Perú no se ve ninguna opción homogénea, ni nueva. El episodio que clarifica esta idea es el 
de la guerra de castas en Perú, guerra de indios contra blancos y mestizos (Bajo Perú), y de indios y 
mestizos contra blancos (Alto Perú). Los blancos permanecerán fieles al rey, no por la fidelidad ciega, 
sino por mantener su hegemonía en contra de las otras castas indias y mestizas que le amenazaban.
Si bien existieron otros episodios con apoyo más unánime (como el alzamiento comunero del 
Socorro, Nueva Granada), no eran más que fenómenos locales de protesta, que venían desde la 
conquista. Sin embargo, estos movimientos anunciaron las debilidades estructurales del sistema 
colonial.
Los signos de descontento de círculos sociales secretos de algunas ciudades latinoamericanas, si 
están más ligados a las revoluciones (movimientos emancipadores), que a las sediciones, a partir de 
1790. Estos signos fueron magnificados por los españoles, y luego exagerados por los historiadores de 
las “futuras naciones”. Van apareciendo varias figuras y hechos dentro del nuevo escenario rebelde:
• Desde México a Bogotá: Antonio Nariño, que en 1794 traduce la Declaración de los Derechos del 
Hombre.
• ... a Santiago de Chile, donde se descubre una “conspiración de franceses” en 1790.
• ... a Buenos Aires, donde también los “franceses” despiertan un proyecto republicano.
• ... a Brasil, donde el movimiento republicano de Minas Gerais es descubierto y reprimido, en 
1789.
Todos ellos, y otros tantos más, produjeron varios mártires y desterrados: Tiradentes (líder del 
movimiento de Minas Gerais) primero, Francisco de Miranda (líder venezolano, amigo de Thomas 
Jefferson, agente de Pitt, y uno de los tantos que recomendó a las potencias ajenas a España, las 
relaciones con América) segundo. Otros desterrados se pueden ver en África, prisioneros de la 
Metrópoli, o exiliados en Inglaterra y Francia, cobrando pensiones allí. Pero algunos de ellos se 
mantienen en reserva hasta el momento oportuno, como Bolívar, rico criollo efectuando continuos 
viajes por Europa; o Gregorio Funes, eclesiástico cordobés que estudió en Madrid (en la Universidad de 
Alcalá de Henares) y trajo consigo ideas liberales para Buenos Aires. Cualquiera sea el caso, no es 
irrazonable que de pronto le invaden todo el fruto del avance de nuevas ideas políticas que 
advertiremos luego de la revolución: burócratas modestos, mostrarán de inmediato una seguridad en el 
manejo del nuevo vocabulario político. Este avance es consecuencia de un proceso amplio a partir de 
1776 y 1789: una América republicana y una Francia revolucionaria, respectivamente. Esto hace que 
esa novedad interese cada vez más a Latinoamérica (Pues Portugal se mantiene neutra, y España está 
ocupada con Napoleón y la revolución), tanto que hasta fieles funcionarios metropolitanos ven la 
posibilidad de la desaparición de la Corona. En el caso español en América, la crisis de independencia, 
no es más que la degradación del poder español, que a partir de 1795, se hace más rápida.
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
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El primer aspecto de esa crisis: ese poder se hace más lejano. La guerra con una Gran Bretaña que 
domina el Atlántico, separa progresivamente a España de sus Indias: Hace más difícil mandar soldados, 
y gobernantes, e imposible mantener un monopolio comercial. Luego de las reformas comerciales de 
Carlos III, un conjunto de medidas de emergencia autoriza la apertura del mercado colonial con otras 
regiones (otras colonias y países neutrales); a la vez que conceden a los colonos libertad para participar 
en la navegación sobre las rutas internas del Imperio. Esta nueva política, es recibida con entusiasmo 
en las colonias: todo el frente atlántico aprecia sus ventajas y las conserva. Alejada la presión 
metropolitana, se sienten enfrentadas con posibilidades inesperadas (En el caso de Buenos Aires, 
aparece un economista ilustrado que la considera capaz de ser un centro del mundo comercial, por 
tener los recursos suficientes para ocupar ese rol. Y en efecto, el horizonte comercial se amplió a 
Hamburgo, Baltimore, Estambul, y el Índico; lugares desaparecidos de la realidad europea que estaba 
en guerra.) de allí una conciencia más viva de la divergencia de destinos entre España y sus Indias, y 
una confianza en las fuerzas económicas de estas últimas, que se creen capaces de valerse solas.
La transformación es paulatina: solo Trafalgar, en 1805, da el golpe de gracia a las comunicaciones 
atlánticas de España. Por otra parte, si el desorden comercial prerrevolucionario benefició a 
mercaderes- especuladores de los puertos coloniales, no lo hizo en la economía colonial en conjunto:
• En Buenos Aires: Se apilan cueros sin vender, y en el litoral se sacrifica ganado, ante la 
imposibilidad de realizar exportación. Lo mismo pasa en Montevideo.• En Cuba: después de un dichoso período de demanda del azúcar (1790 a 1796), sigue una racha 
negra de especulación, pues hay menos compradores.
Así, tanto los especuladores como los productores a los que las vicisitudes de la política metropolitana 
privan de sus mercados, tienden a ver cada vez más el lazo colonial como una pura desventaja; la 
libertad derivaría en una política comercial elaborada por las mismas colonias. El resultado es una 
metrópoli que no puede gobernar la economía de sus colonias.
En lo administrativo, el agostamiento de los vínculos entre metrópoli y colonias comenzará a darse 
más tardíamente que en lo comercial, pero si tendrá un ritmo más rápido: de 1795 a 1810, se borran 
en ambos aspectos los resultados de la “reconquista” de la España Borbónica. En medio de las 
tormentas posrevolucionarias (luego de 1825), esa hazaña revela su fragilidad, pero al mismo a tiempo 
ha logrado cambiar profundamente a las Indias, con lo que hace difícil que esta vuelva al pasado. Por 
otra parte, la Europa de las guerras napoleónicas (ávido de productos tropicales y de una Inglaterra 
necesitada de mercados que reemplacen su agotado espacio) no está dispuesta a asistir a una 
marginalización de las Indias dispuestas (como el siglo XVII) al contrabando. Si este relativo 
aislamiento europeo de quince años de guerra pudo parecer una ruptura del lazo colonial hacia una 
economía auténtica, este desenlace en los hechos era extremadamente improbable.
Pero para otros, la independencia política no debe ser a la vez económica: debe establecerse con 
nuevas metrópolis económicas un lazo de igualdad... he aquí algunas de las alternativas que la 
disolución del lazo colonial plantea antes de producirse: en 1806, primer golpe grave a las Indias, y en 
1810 otra, revoluciones desde México a Buenos Aires. En 1806 la capital de virreinato del Río de la 
Plata es conquistada por sorpresa por una fuerza británica, y la guarnición rioplatense (a pesar de ser 
uno de los centros militares más importantes) fracasa en una tentativa de defensa. Los nuevos 
conquistadores son bien recibidos por los funcionarios y los sacerdotes. Sin embargo, las conspiraciones 
se suceden, y un oficial francés al servicio español conquista Buenos Aires con tropas organizadas en 
Montevideo. Al año siguiente, una nueva expedición inglesa conquista Montevideo, pero fracasa en 
Buenos Aires frente a una coalición de peninsulares y americanos. Ante la huida del virrey, la Audiencia 
nombra a este oficial francés (Linniers) como sucesor: el régimen colonial está, pero son las milicias las 
que hacen la ley.
Este anticipo del futuro es seguido pronto de una crisis general, que comienza en la Península: un 
conjunto de hechos dramáticos (exagerados por la historia événementielle) donde Napoleón Bonaparte 
utiliza a los Borbones para provocar un cambio de dinastía. Pero son incomprensibles fuera de un marco 
histórico más vasto: la Guerra de Independencia Española es parte de un conflicto mundial donde los 
franceses son expulsados gracias a un ejército expedicionario británico, en combinación del apoyo 
popular que buscaba la restauración de la monarquía, es decir, un movimiento antirrevolucionario, y 
que a pesar de eso la forma de guerrear era parecida a una revolución. Esta guerra significaba que 
nuevamente la metrópoli puede entrar en contacto con sus Indias, y con Inglaterra como aliada. 
Significaba también que su aliada, de un modo u otro, se abre paso en el comercio indiano. Pero esta 
España antinapoleónica, cada vez abatida por las victorias francesas (y en transición a un gobierno 
liberal), tiene menos recursos para influir en América. Como consecuencia, las elites peninsulares y 
criollas desconfían unas de otras. Para los primeros, los americanos solo esperan la ruina militar de 
España para concretar la independencia. Para los segundos, los peninsulares se anticipan a esa ruina, 
preparándose para entregar las colonias a una futura metrópoli integrada en el sistema francés. Son los 
peninsulares los que darán los primeros golpes:
• En México: reaccionan frente al virrey Iturrigaray a apoyarse en el cabildo de la capital 
(predominantemente criollo), para organizar una junta de gobierno, similar a la sevillana, para 
gobernar en nombre del rey cautivo Fernando VII. En 1808, el virrey es capturado y 
reemplazado por la Audiencia (predominantemente peninsular)
• En el Virreinato del Río de la Plata: el cambio de alianzas, genera impopularidad de Linniers, 
ante los ojos de los peninsulares. Una tentativa del cabildo por destruirlo, fracasa, debido a la 
superioridad de las milicias criollas fieles al virrey. Pero en Montevideo, las fuerzas peninsulares 
desconocen al virrey y forman una junta disidente.
Son ahora fuerzas de raíz local las que se contraponen, los grandes cuerpos administrativos (cabildos, 
audiencias, etc.) ingresan en el conflicto para conferir legitimidad bastante dudosa a las soluciones que 
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
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esas fuerzas han impuesto. Los movimientos criollos reiterarán el mismo esquema de los dirigidos por 
peninsulares:
• En Chile: en 1808, al morir el gobernador Guzmán, apoyan al jefe de la guarnición, el coronel 
Carrasco, en contra de la Audiencia y con el título de gobernador interino, apoyado por el jefe 
intelectual de los criollos: Juan Martínez de Rosas (luego confinado al sur, por Carrasco). 
Suceden luego, numerosos choques entre gobernador, cabildo y audiencia; y en reformas para 
favorecer mayor voto de criollos, derrumbándose así, el marco institucional colonial.
• En Buenos Aires: las milicias criollas de Linniers acaparan más poder en el Cabildo, y confinan a 
peninsulares al sur, como Martín de Alzaga (organizador de la defensa de la ciudad en 1807).
Estos movimientos criollos se habían mantenido en los límites de la legalidad, otros a partir de 1809, se 
iban a avanzar hasta la rebelión abierta: en el Alto Perú, las luchas internas entre los integrantes de la 
Audiencia de Charcas, adquirió carácter político ante la acción de la Infanta Carlota Joaquina (hermana 
de Fernando VII, y esposa del regente de Portugal) que desde Río de Janeiro se autoproclamó soberana 
interina, dispuesta a beneficiar a peninsulares y criollos (en apariencia, claro está) por igual. Había 
encontrado en 1809 infinidad de catecúmenos (seguidores), como Martín Alzaga (futuro jefe 
revolucionario), que explicando su situación, logró convencerla para incentivar a las tropas de 
Montevideo que tomen acciones contra Linniers. En Perú, la infanta facilitó el gobierno de criollos 
blancos en Charcas, y de mestizos en la Paz; ambos rápidamente reprimidos por virreyes de Perú y 
RDP. En Quito, un Senado de aristócratas criollos se hace al poder, pero es derrocado por el virrey de 
Nueva Granada.
Estos episodios prepararon la revolución. Mostraban en primer término, el agotamiento de la 
organización colonial: en más de una región crisis abiertas, en otras, debilitamiento y vacilaciones de 
las autoridades ante posibles crisis. Esto último es el caso del virrey de nueva Granada, que en 1809, 
cede ser limitado por una junta consultiva. Pero los puntos reales de disidencia eran las relaciones 
metrópoli- Indias y el lugar de los peninsulares en estas últimas. En estas condiciones, las fuerzas 
cohesivas que en España eran tan fuertes (sentimiento de nación luego de la guerra) contaban en 
Hispanoamérica bastante poco (ni la veneración por el rey cautivo, ni la confianza en un nuevo orden, 
tenían adeptos fervorosos), entregados a tensiones internas cada vez más insoportables.
De estos puntos de disidencia, todo llevaba a poner énfasis en el primero: La metrópoli estaba 
siendo conquistada por los franceses, y si bien tenía como aliada a Inglaterra, la esfera de influencia de 
la España Antinapoleónicaeran las juntas liberales de Andalucía y Cádiz, copias de los parlamentos de 
sus vecinos. En el plano económico, la alianza inglesa aseguraba que el viejo monopolio estaba muerto.
En cambio, en el segundo, se hacía más agudo: las revoluciones comenzaron como tentativas de 
sectores criollos oligarcas, que buscaban desplazar a los peninsulares. La administración colonial puso 
todo su peso a favor de estos últimos: basta comprobar las represiones en Quito y alto Perú, y el 
reemplazo violento de Linniers (virrey liberal) por Cisneros (virrey peninsular) quien se ganó la amistad 
de la guarnición de Montevideo. Eso simplificó enormemente el sentido de los primeros episodios 
revolucionarios en América del Sur. En cambio, en México y las Antillas otras tensiones gravitaban más 
que criollos y peninsulares: en las islas, la liquidación de los plantadores franceses de Haití, 
proporcionaba una lección para la elite blanca. En México fue la protesta india y mestiza la que dominó 
la primera etapa revolucionaria, y la condujo al fracaso, al enfrentarla con la oposición conjunta de 
peninsulares y criollos.
En 1810 se dio otra etapa en que parecía ser irrefrenable el derrumbe de la España antinapoleónica: 
la pérdida de Andalucía reducía el territorio leal a rey a Cádiz, y alguna isla de su bahía. La Junta 
Suprema de Sevilla era derrocada por el mismo pueblo, en busca de responsables. Así, surgía la Junta 
de Cádiz como reemplazante, donde el cuerpo dirigente se había elegido a sí mismo. Este episodio 
proporcionaba a América Hispana la oportunidad de definirse nuevamente frente a la crisis del poder 
metropolitano: los ensayos prerrevolucionarios (peninsulares y criollos) por definir de un modo nuevo 
las relaciones con la revolucionaria metrópoli (la España antinapoleónica) parecían anticipar una 
respuesta más matizada, y ahora aspiraban a seguir haciéndolo, de gobernar en nombre de Cádiz.
Esas precauciones no logran su propósito: la caída de Sevilla es seguida por todas partes por la 
revolución colonial, que ha aprendido a presentarse como pacífica y legítima, pero ¿Hasta qué punto era 
sincera esta imagen que la revolución daba de sí misma? Sin duda había razones para que un ideario 
independentista maduro prefiriese ocultarse a exhibirse: junto a la tradición de lealismo monárquico 
entre las masas populares (rápidamente borrado con los mov. sediciosos) pesaba la coyuntura 
internacional que implicaba la benevolencia inglesa. Pero en medio de la crisis, el pensamiento 
revolucionario podía ser más fluctuante que la tesis del fingimiento: los revolucionarios no se sienten 
rebeldes, sino herederos de un poder caído: no hay razón para que marquen disidencias frente a ese 
patrimonio político- administrativo que ahora consideran suyo y al que entienden hacer servir para sus 
fines.
Estas consideraciones parecen necesarias para preciar el problema del tradicionalismo y la novedad 
ideológica del movimiento emancipador: más que las ideas políticas de la antigua España, son sus 
instituciones jurídicas las que convocan en su apoyo unos insurgentes que no quieren serlo. Las 
revoluciones, que se dan sin violencia, tienen por centro al Cabildo: esta institución municipal tiene la 
ventaja de no ser delegada de la autoridad central en derrumbe (caso contrario, las audiencias), pero 
en el caso de un Cabildo Abierto (reunión de notables, convocados por municipales, en caso de 
emergencia) asegura en todos los casos (aun en Buenos Aires, donde es peninsular) la supremacía en 
el voto de las elites criollas. Son estos cabildos especiales los que establecen juntas de gobierno que 
reemplazan a los funcionarios metropolitanos (19/04 Caracas, 25/05 Buenos Aires, 20/07 Bogotá, 
18/09 Santiago de Chile) Esos nuevos gobernantes se inclinan al curso de los acontecimientos:
• Buenos Aires: la junta pide la renuncia del virrey (dudosamente espontánea).
• Caracas: el Capitán General renuncia y legitima a su sucesor criollo.
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
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• Nueva Granada y Chile: reemplazan a todos los funcionarios reales por criollos, disuelven las 
audiencias, y en caso de Bogotá, eligen gobernador interino al antiguo virrey (sentimiento de 
legitimidad)
El cuidado de la legitimidad responde al perfil de los jefes del movimiento: abogados, funcionarios, 
comerciantes, y militares.
Por ahora la revolución es un drama que se representa en un escenario muy limitado: las elites criollas 
de las capitales toman su venganza, reemplazando a los metropolitanos del poder, pero una de las 
razones de su triunfo es su condición de americanos (no discutido por los que lo eran antes que ellos: 
los aborígenes), por lo que necesariamente dejan participar del poder a sectores menores, pero no 
demasiado: aunque están influidos por las ideas liberales, no apoyan cambios profundos en la 
estructura del poder político. No tienen conciencia de que han destruido el orden colonial y que lo 
seguirán haciendo más adelante, solo se sienten herederos, y saben que esa elección implica la victoria 
o la muerte (como les pasó a muchos ejecutados peninsulares y criollos en 1809). Por otro lado, saben 
que la legalidad podrá ponerlos en mejor situación frente a sus adversarios internos, pero no doblegará 
la resistencia de éstos. Los peninsulares identifican (sin equivocarse) su defensa por su lugar en las 
Indias con la del dominio español. Hay así una guerra civil que surge en los sectores dirigentes, cada 
uno de los bandos procurará extenderla buscando adhesiones externas que les otorguen la supremacía.
Las primeras formas de expansión de la lucha siguen cauces nada innovadores: requieren la 
adhesión de sectores subordinados. En Nueva Granada y Chile, no encuentran todavía oposiciones 
importantes. En el Río de la Plata y en Venezuela sí las hallan. Por otra parte, la revolución no ha 
tocado el Virreinato del Perú, donde su virrey Abascal, organiza la contrarrevolución. De la revolución 
surge la guerra: hasta 1814, España no puede enviar tropas a sus posesiones sublevadas, y aun 
entonces sólo actúan de forma eficaz en Venezuela y Nueva Granada. 
MÉXICO
Capitulo 1: El legado colonial (1700- 1810)
1. México como unidad colonial más grande e importante:
# Región altamente rica y poblada.
# Explotación de la plata.
# México del Norte:
¬ Minería y puertos fronterizos estratégicos (por el recelo al dominio mercantil de Estados Unidos y 
Rusia)
¬ Provincias adyacentes abastecedoras (ganadería de consumo minero)
¬ Paso de la comunidad agraria indígena a la hacienda (incluso en zonas impensadas)
¬ Clase alta de mineros y hacendados criollos. Pelea por “títulos de nobleza” con peninsulares.
# Alta sociedad conspicua: derroches de capital que no se invertía útilmente. (Lucas Alamán)
2. México del Norte vs. México Central:
# MDN (México del Norte) es tributario de México Central:
¬ Sistema Comercial Hegemónico de Veracruz (reforma comercial de 1778)
¬ Agricultura central y meridional del trigo, en mesetas mexicanas (competencia con economía 
caribeña estadounidense)
¬ Costas atlánticas: agricultura tropical de plantación (subsistencia)
¬ Sistema Textil de Puebla (industria artesanal) de mercado interno, subordinado a Veracruz.
# Enfrentamientos entre señores de la plata (criollos, MDN) y grandes comerciantes (peninsulares, 
MC). Pues la producción de los segundos, superaban a los primeros. Instituciones económicas: Cuerpo 
de Minería (criollo), y Consulado de Comercio (peninsulares). Instituciones Políticas: Cabildos (criollos) 
y Magistraturas (peninsulares).
3. Crisis demográfica:
# Los derroches y las presiones de la Alta Sociedad crean miseria popular.
# Rápida expansión demográfica:
¬ Solución temprana: 1800, amplían la ciudad de México.
¬ El problema: La expansión se hace en zonas de autoconsumo y la producción de la agricultura 
comercialacapara el dominio de la tierra para el mercado comercial, y poco para la subsistencia 
popular.
¬ Esto desencadenará los alzamientos de Hidalgo (MDN) y Morelos (Área subtropical sur)
# Patrones de vida urbano- colonial desencadenan una inmigración forzada de campesinos y el 
aumento de población vegetativa.
Capitulo 2: La crisis de independencia (1810- 1825)
1. Las revoluciones:
# A diferencia de América del Sur, en México, la revolución está inspirada por una propuesta del pueblo 
mestizo e indio. Si bien se llevo a cabo por criollos y peninsulares (solo en el mando)
# 1808: Primeras escaramuzas entre criollos y peninsulares.
# 9 Septiembre de 1810: El cura Miguel de Hidalgo y Costilla proclama “revolución” en contra de los 
peninsulares:
¬ Se le unen peones rurales y mineros. Mediante el saqueo, quitan del movimiento a los criollos 
más ricos (por ejemplo, en la ciudad de Alhóndiga)
¬ Octubre: Hidalgo vencido por Trujillo (el primero con 80000, el segundo con 7000 efectivos)
¬ Retirada. Ejecución de Hidalgo en Chihuahua.
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
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# Segunda Revolución: José María Morelos se levanta en el sur:
¬ Gana respeto entre los jefes post- Hidalgo y no permite negociaciones con realistas. Organiza un 
ejército más disciplinado.
¬ Se gana el fervor popular, promoviendo la igualdad (suprimiendo el concepto de castas) y el 
repartimiento de tierras.
¬ Congreso en Chilpancingo (11/09/1813): Abierto al debate, otros jefes le cuestionaban sus 
pretensiones.
¬ Realistas: Convocan a una tregua criollo- peninsular para reorganizarse frente a Morelos. Al final, 
da resultado y el jefe es ejecutado (1815).
2. Consecuencias de las revoluciones: 
# Hidalgo y Morelos brindaron un tinte religioso a la revolución.
# La Iglesia, estuvo de parte de los peninsulares, pues la política de Morelos sugería el reparto de 
tierras eclesiásticas.
# Las juntas liberales que gobernaban España, habían dejado a la deriva a los peninsulares: estos 
debían elegir entre entregar el poder a los criollos o mantenerlo, ¿A manos de quién, de una Madre 
Patria, que ahora los rechazaba? ¿O respondían a sus propios intereses? Probablemente haya sido una 
combinación de los dos.
3. México imperial: 
# Agustín Iturbide (criollo): Pacta con los jefes revolucionarios sobrevivientes (Vicente Guerrero y 
Guadalupe Victoria _Félix Fernández_) y crea un México con monarquía propia, pero fiel a Fernando VII 
(este elegiría al príncipe o infante).
# Fernando VII se niega a designar a un soberano para una colonia que ahora se le revelaba. Solo la 
fortaleza de San Juan de Ulúa, le era fiel. México se resguardó así, en la Capitanía General de 
Guatemala.
Capitulo 3: La larga espera (1825- 1850)
1. El dilema del orden:
# La independencia mexicana: se logró sin derrotar a todos los “dones” implicados en el “viejo orden”.
# Cae el imperio de Iturbide, de la mano del General Antonio López de Santa Anna (conservador), 
ayudado por los insurgentes y realista renegados. 
# La política en esta etapa no está separada del apoyo militar.
# Asamblea Constituyente, luego asume el presidente Guadalupe Victoria (1824) que era liberalista. El 
concilia el mundo liberal con el conservador, o por lo menos lo intenta.
# Dos partidos: Escoceses (conservadores de la logia de rito escocés) y Yorkinos (liberales federalistas 
influidos por New York y la logia del rito de York, inglesa) 
2. El nuevo orden:
# Para los escoceses, significaba reconocer la deuda con Gran Bretaña, dándole el papel de Madre 
Patria, y de México como colonia británica. Se proponen:
¬ Importar más productos de afuera.
¬ Aprovechar las costas para producir multicultivos tropicales.
¬ Restaurar la minería y las finanzas.
¬ Reactivar la circulación de capitales.
# La guerra había desvastado la prosperidad regional, y provocado la huída de los españoles más ricos, 
quedando los pobres hacendados y arrendatarios menores. Las rebeliones se podían suceder en 
cualquier momento.
# Ward y los escoceses respetaron la autoridad de las fuerzas militares, pero no la de los “pobres” 
dones que querían acceder a mejores condiciones, pues veían en ellos radicalización política y 
federalización (muchos bandos políticos, para el primer caso, varios gobiernos regionales, para el 
segundo). Precisamente los criollos y la plebe expulsan a los peninsulares (pero no a todos)
# Lucas Alamán: Jefe de los conservadores, acepta como sus contemporáneos, las reformas borbónicas 
liberales; pero desea limitarlas con ayuda de la Iglesia y Santa Anna (así pierden tolerancia social y 
religiosa).
# El presidente Guerrero instaura el nuevo orden desde una perspectiva liberal. Son atacados por 
movimientos de reconquista española (1830) y Bustamante le traiciona anexándose el ejército.
3. Orden conservador y crisis:
# 1832: Asume Santa Anna como presidente, Gómez Farias (vicepresidente) y un congreso liberal, 
restaura el viejo orden.
# 1836: Guerra de Texas: Santa Anna pierde y Texas se independiza. Otra derrota y compensación por 
gastos de guerra con Francia (el general pierde una pierna por un cañón francés). México no estaba 
preparado para los conflictos internacionales.
# Vuelven los liberales al poder: (1845) Guerra con Estados Unidos perdida. Levantamiento de indios al 
norte, lucha de castas en Yucatán.
# 1848: México pierde la mitad de su territorio.
# Cuando intentaba pagar una deuda con USA, aparece una rebelión liberal y Santa Anna muere, junto 
con Alamán.
# El tipo de orden político (liberal o conservador) era indiferente para el ejército: quien poseía uno, 
bastaba para tener poder y respeto político- económico. Ya no se buscaba la rebelión, sino un mejor 
ejército que otro.
# El orden conservador a partir de 1850, fracasa, al no poder volver al viejo esquema colonial. El nuevo 
esquema (neocolonial) se ha abierto a los mercados mundiales, esto hace imposible mantener la 
milicia, porque se destina ese dinero para salir del riesgo “fiscal” y pagar las deudas.
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
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Nótese la plasticidad inglesa 
frente al proteccionismo y 
liberalismo. Aparece Ward, 
ministro británico
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# La guerra, además, había desvastado la producción minera, por lo que los capitales del “Tesoro 
Nacional” eran menores y no se podía financiar la minería a gran escala. Además, debía pagarse la 
deuda externa con Inglaterra y la única forma era con capital de ultramar.
MOLINA, MARIO: La crisis de la Independencia, en Hablemos de Historia, 01/04/2006 
[http://www.hdhistoria.uni.cc/archivos/la-crisis-de-la-independencia]
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	Tulio Halperín Dongui
	Historia Contemporánea de América Latina
	Primera Parte: Del orden colonial al neocolonial
	Capítulo 2: La crisis de independencia
	MÉXICO

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