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Anlisis_de_la_Poltica_Externa_Bill_Eglinton_Flores_Maricahua_2021

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RII0024 - POLÍTICA EXTERNA NA AMÉRICA LATINA II 
Docente: Karen dos Santos Honorio 
Discente: Bill Eglinton Flores Maricahua 
 
Análisis de la Política Exterior de la República Oriental del Uruguay 1990-2003 
En este texto, se analiza brevemente la política exterior de la República Oriental del 
Uruguay 1990-2003 sin necesariamente enfocarse en los datos históricos generales, sino en 
los hechos que configuraron la estructura de política exterior del Uruguay. En este sentido, a 
nivel internacional Uruguay enfrentó como la mayoría de países de América Latina, grandes 
transformaciones adscritas a su inserción al sistema internacional de fin de la Guerra Fría y su 
reestructuración estatal causada por la globalización, “a la vez que incorpora la respuesta 
colectiva de los nuevos regionalismos abiertos” (CEPAL, 1994). 
En este sentido, desde la década de 1990 hasta el 2003, la política exterior uruguaya 
estuvo influenciada por las transformaciones globales y las intrincadas relaciones político-
económicas domésticas, lo que deja de lado una tendencia realista de interdependencia para 
configurar una política externa de cooperación recíproca; puesto que, “la política externa se 
formula e implementa con la participación de diversos actores estatales con roles 
diferenciados y en un proceso de toma de decisiones que se estructura en diversas etapas” 
(FERRO, 2006, p. 115). 
Asimismo, en términos económicos Uruguay a partir de 1991 participa y se integra 
al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) en una clara muestra de su interés por promover 
la cooperación económica regional y contrarrestar los intereses estadounidenses que 
pretendían implementar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Sin embargo, 
esto no significó un recrudecimiento en las relaciones bilaterales; puesto que, Uruguay 
estructura “relaciones bilaterales con Cuba y con Estados Unidos, así como participa de 
forma efectiva en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la Organización de las 
Naciones Unidas” (FERRO, 2006, p. 119). Además, con la intención de menguar la “mala 
fama” luego de cruentos periodos de dictadura militar que afectó la participación de Uruguay 
en el sistema internacional, la república oriental latinoamericana abogó por una política 
externa de integración a favor de los derechos humanos, el libre mercado y la cooperación 
regional. 
En el período del gobierno de Luis Alberto Lacalle del Partido Nacional 
comprendido entre 1990 hasta 1995, la política exterior uruguaya se orientó a reconstruir la 
 
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institucionalidad política, estructurar una política económica sólida, así como 
implementar una reforma fiscal aunada a una “desregulación, privatizaciones, apertura 
comercial y financiera”(Moreira, 2004, p. 95). En suma, se puede afirmar que este período 
estuvo caracterizado por la aplicación de medidas neoliberales adscritas al Consenso de 
Washington donde el Estado solamente tendría que asegurar la libertad de los mercados. Así, 
como afirma Moreira (2004, p. 96): 
con una transición democrática consolidada y en el contexto interno de un modelo 
de desarrollo con fundamento marcadamente neoliberal, los rasgos más salientes de 
la política exterior del período estuvieron dados por la apertura comercial que 
combinó una apertura regulada y concertada en la región con una apertura 
relativamente irrestricta y sin contrapartida al resto del mundo. 
Por otro lado, en el ámbito de colaboración con los países de la región sudamericana, 
Lacalle concatenó los acuerdos de cooperación comercial adscritos con Argentina y Brasil en 
el período de Raúl Alfonsín y José Sarney, respectivamente, con la sistematización de un 
entendimiento económico y de respeto limítrofes con la consecuente estructuración de un 
estrecho vínculo con el Mercosur en 1991 con la firma del Tratado de Asunción. Así, se 
considera que este evento significó la participación directa de Uruguay en la dinámica de 
relaciones internacionales donde el gobierno de Lacalle “decide formar parte de un proceso 
de integración inserto en el concepto de regionalismo abierto de signo radicalmente opuesto a 
la integración detrás de barreras arancelarias del modelo estructuralista de la CEPAL, 
dominante en América Latina a partir de la década de 1960” (FERRO, 2006, p. 122). 
Por otro lado, en el ámbito de las Américas, la promoción de un área de Libre 
Comercio fomentado por la administración de George Bush de los Estados Unidos de 
América, supuso el acercamiento entre los cuatro países del Mercosur y su contraparte 
norteamericano, aunque en 1994 tras la Primera Cumbre de las Américas, existieron 
divergencias entre el objetivo comercial, político e ideológico, lo que supuso un rompimiento 
exclusivamente entre Estados Unidos de América (EUA) y Brasil. En este sentido, el Área de 
Libre Comercio de las Américas (ALCA) con Bill Clinton de EUA al mando tuvo su derrota 
más apremiante en el año 2003, además de que en la Cuarta Cumbre de las Américas en Mar 
de Plata, Argentina, en el 2005, los países del Mercosur, “cuyo presidente pro-tempore era en 
ese momento el presidente de Uruguay, quien fue, además, el que llevó adelante la posición 
conjunta. Durante este período, se produjo un cambio en la política de defensa nacional” 
(FERRO, 2006, p. 123). Así como dieron un duro golpe a los intereses hegemónicos 
estadounidenses. 
 
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Asimismo, la fase de cooperación con los países de Mercosur confluyó en 
la lucha contra el narcotráfico, el contrabando y la reducción de aranceles a las exportaciones 
e importaciones, a través de un respeto irrestricto a las estructuras productivas de cada uno de 
los países miembros. En adición, Uruguay participó asiduamente en las Operaciones de 
Mantenimiento de la Paz (OMP) desde 1954, aunque en el gobierno de Lacalle se 
concretizaron los esfuerzos de estabilización regional y de fomento de la paz en diversos 
espacios de interacción internacional. 
Posteriormente, en el gobierno burocrático-autoritario de Julio María Sanguinetti 
entre 1995-2000 la política exterior se concatenó a los intereses estadounidenses de lucha 
antiterrorista luego del ataque del 11 de septiembre de 2001, así como se consolidó una 
apertura hacia el mercado de libre comercio y una reducción del rol del Estado en el sector 
financiero. Asimismo, la estrategia uruguaya se orientó a sugerir una postura de liderazgo en 
el Mercosur, así como una búsqueda constante de nuevos socios comerciales, especialmente 
la Unión Europea. Es claro, en este contexto, una política externa globalista fundamentada en 
la apertura total del Uruguay hacia el mundo. 
Por otro lado, como apunta FERRO (2006, p. 124). 
 si bien el resto de América Latina no contó con prioridad en la agenda de la política 
externa de este período, en relación con Cuba se apoyó su reinserción en el ámbito 
latinoamericano, desaprobándose la Ley Helms-Burton que hacía más estrictas las 
restricciones de comercio con la isla, invitando a Fidel Castro a realizar una visita de 
Estado a Uruguay que se concretó en octubre de 1995 y también al votar la 
delegación uruguaya en contra del proyecto de resolución de condena a Cuba, 
propuesto por Estados Unidos en el seno de la comisión de Derechos Humanos de la 
ONU. 
Un contexto que menguó la colaboración inicial entre Estados Unidos de América y 
la República Oriental del Uruguay, debido a que únicamente los unía temas como la lucha 
antidroga, lavado de activos y la ley de patentes industriales que significó un acercamiento de 
facto, sin necesariamente alinear una cooperación positiva. 
En contraste, luego de la reforma constitucional Jorge Batlle del Partido Colorado 
gobernó entre los años 2000 y 2005, así la política exterior de Uruguay se afianzó en una 
búsqueda de desarrollo constante a partir de las directrices establecidas en los gobiernos 
anteriores. Por consiguiente, el rol del Estado se mostró comovital para fortalecer los 
vínculos regionales y consolidar la participación del Uruguay en asuntos globales como la 
lucha antiterrorista; puesto que, formó parte de la redefinición de las relaciones 
internacionales a través de la entrega de informes de inteligencia sobre la población árabe en 
territorio uruguayo y en los países del Mercosur dado el ataque de Al Qaeda y la posterior 
 
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invasión de Irak por parte de Estados Unidos de América a través del supuesto 
ataque preventivo que en pleno 2021 podríamos considerarlo como una afrenta a la libre 
determinación de los pueblos y un deterioro de las bases del Derecho Internacional. 
Así, se puede afirmar que en el gobierno de Batlle la colaboración de Uruguay con 
Estados Unidos de América estuvo caracterizada por el rechazo popular, aunque en asuntos 
políticos y económicos, Batlle y Bush estructuraron un sistema de cooperación de 
dependencia estructural, caracterizada por el endeudamiento del Uruguay con los créditos 
otorgados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, esto no fue 
impedimento para que Uruguay hiciera caso omiso de la invasión estadounidense a Irak, 
además del nefasto pedido de Batlle para la presencia de un representante de la ONU en 
derechos humanos que revisara la situación de Cuba, lo que devino en una disputa verbal 
entre el gobierno cubano y uruguayo, que según Ferro (2006) se puede sintetizar en el 
apelativo que el presidente cubano le dio a su contraparte uruguayo: lacayo de Estados 
Unidos de América, lo que significó una ruptura diplomática aguda. 
En este sentido, la política exterior del Uruguay se vio influenciada por la política 
doméstica; puesto que, la crisis de 2002 asociada a la disputa por el poder entre el Partido 
Colorado y el Encuentro Progresista-Frente Amplio, debido a que el margen de acción del 
presidente se redujo considerablemente. Así, “los virajes y las oscilaciones de una política 
exterior por momentos errática fueron objeto de fuertes controversias. Las críticas al 
funcionamiento del Mercosur y las declaraciones desafiantes de Batlle anunciando que 
Uruguay debería ordenar sus exportaciones fuera del bloque y encontrar otros socios” 
(FERNÁNDEZ LUZURIAGA, 2003, p. 13-14) repercutió en el contexto regional, 
especialmente en el 2002. 
El presidente uruguayo apelaba por una apertura total de la economía uruguaya, 
especialmente basada en una cooperación dinámica con los Estados Unidos de América. 
“Esta propuesta era consistente con su adhesión a los principios del liberalismo económico” 
(PORCENCANSKI, 2010, p. 57-58). Asimismo, este argumento se basaba en un modelo de 
crecimiento proexportaciones, lo que significaba una reducción de los planes de integración 
regional; puesto que, el Mercosur se convertiría en un factor más de la política económica 
estadounidense. Por otro lado, tras el anuncio de la restauración del Virreinato del Río de la 
Plata por parte del presidente Batlle, “colocó a Uruguay al borde de la ruptura de relaciones 
con Argentina luego de unas declaraciones altamente desobligantes hacia el vecino del Plata, 
en entrevista con la cadena Bloomberg” (CLEMENTE, 2011, p. 134). 
 
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En suma, si bien Uruguay durante el gobierno de Batlle contó con el 
apoyo estadounidense, esto conllevó a una disputa diplomática con Cuba y a un extraño 
entendimiento con los demás países latinoamericanos, además de una “posición ambigua 
frente al intento de golpe en Venezuela en abril de 2002” (CLEMENTE, 2011, p. 134). Por 
consiguiente, estos elementos configuraron un aislamiento sistemático de Uruguay en la 
región sudamericana en los años de gobierno de Jorge Batlle. 
En conclusión, se puede considerar que la política externa de la República Oriental 
del Uruguay desde 1990-2003 se caracteriza por la estructuración de intereses mutuos 
adscritos a la política doméstica, así como a la participación internacional, especialmente 
alineada a los Estados Unidos de América, aunque no necesariamente sujeta a sus designios, 
porque eso implicó una ruptura considerable en las relaciones diplomáticas con sus pares 
latinoamericanos. 
 
Referencias 
CEPAL. El regionalismo abierto en América Latina y el Caribe. 1.ª edición. Santiago de 
Chile: CEPAL, 1994. 
CLEMENTE, I. Transiciones en la política exterior de Uruguay (2000-2011). Cuadernos 
sobre Relaciones Internacionales, Regionalismo y Desarrollo, v. 6, nº. 11, p. 129-152, 2011. 
FERNÁNDEZ LUZURIAGA, W. Ruptura de Consensos en la Política Exterior uruguaya 
durante el tormentoso 2002. Montevideo: FCS-UM-Documentos de Trabajo n.º 62, 2003. 
FERRO, L. Democracia y política exterior: Uruguay 1(985-2006). América Latina Hoy, v. 
44, diciembre, Universidad de Salamanca, p. 115-132, 2006. 
MOREIRA, C. Final del juego. Del bipartidismo tradicional al triunfo de la izquierda en 
Uruguay. 1.ª edición. Montevideo: Trilce, 2004. 
PORZECANSKI, R. No voy en tren. Uruguay y las perspectivas de un TLC con Estados 
Unidos, (2000-2010). Montevideo: Random House Mondadori, 2010.

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