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Análisis Liberal Clásico de la Guerra de Irak_Final

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INSTITUTO LATINO-AMERICANO DE ECONOMIA, SOCIEDADE E POLÍTICA (ILAESP) 
RELAÇÕES INTERNACIONAIS E INTEGRAÇÃO
Análisis Liberal Clásico de la Guerra de Irak
La teoría del liberalismo clásico en las relaciones internacionales contemporáneas
Bill Eglinton Flores
Blanca Álvarez 
Germain Medel
Miryam dos Santos
Stephanas Estephat
 Foz do Iguaçu 
2019
En este trabajo se analiza desde la teoría liberal clásica la guerra suscitada en Irak. Por ende, se tiene como punto de partida un nivel de análisis que aborde a los individuos, la sociedad, el Estado, el ámbito supraestatal y el sistema internacional. A su vez, con la intención de concatenar la perspectiva liberal clásica se utiliza un proceso de estudio abocado a la revisión epistemológica, analógica y normativa, centrado en la siguiente hipótesis: La Guerra de Irak que involucró a Estados Unidos y sus aliados en una confrontación contra el régimen de Saddam Hussein se dio por la diseminación de acciones del Estado iraquí en contra de la ley y principios democráticos que se enfocan en una formación de sociedad pacífica, y que صدام (aquel que se enfrenta), dadas sus acciones, políticas, económicas y militares, no permitía la cooperación económica y menguaba el progreso y la libertad de los pueblos. 
En este sentido, con la finalidad de comprobar nuestra hipótesis se utiliza una investigación cualitativa en la que se recurre a dos instrumentos de recojo de datos: búsqueda de información y clasificación, y análisis, debido a que están adscritos al objetivo de investigación por medio de un enfoque de estudio cualitativo de casos; puesto que, este tipo de procedimiento científico, “investiga un fenómeno contemporáneo dentro de su contexto real de existencia, cuando los límites entre el fenómeno y el contexto no son claramente evidentes y en los cuales existen múltiples fuentes de evidencia que pueden usarse”(YIN, 1984, p. 23).
Por ende, se tiene como variables de investigación en este análisis, a la Guerra de Irak como variable dependiente, y la diseminación de acciones del Estado iraquí en contra de la ley y principios democráticos de una sociedad pacífica con la cual se puede cooperar política y económicamente, como variable independiente. De esta forma, podremos vislumbrar desde el abordaje de la teoría liberal clásica el contexto, proceso, y resultado de la crisis político, económico y militar acaecido el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003 en territorio iraquí que enfrentó, en términos generales, a Oriente contra Occidente, en un choque de mundos encontrados, donde Irak tuvo que enfrentarse a una coalición liderada por Estados Unidos de América y apoyado por Reino Unido, Australia España, Portugal, Polonia y otros países. 
Se hace hincapié en la interpretación de las causas de la guerra por medio de la teoría liberal clásica; por ende, el especialista en otras teorías de las relaciones internacionales se verá desmotivado si pretende encontrar en este análisis otros abordajes que contemplan la evolución de las relaciones estatales dentro del sistema internacional. 
En esta línea, en el conflicto tenemos a dos individuos imprescindibles para comprender la debacle. Por un lado, tenemos a George Walter Bush; y por el otro, a Sadam Husein. Ambos personajes son la representación de dos mundos que se oponen, con ideales, costumbres y tradiciones divergentes, que interpretan la política, religión, sistema internacional desde vértices completamente opuestos. Por ende, dadas las discrepancias ideológicas y políticas, en el poder, mostraron una actuación propia de su visión de mundo. 
George W. Bush un hombre dogmático con una visión consecuente de la tradición diplomática de los Estados Unidos de América, que ve la necesidad de consolidar el poderío de sus fuerzas políticas, económicas y militares, especialmente en Medio Oriente; puesto que, dadas las acciones del 11 de septiembre de 2001, considera que los valores democráticos y el respeto por la integridad personal están siendo atacadas por un régimen opuesto al orden internacional impuesto. 
En la figura del expresidente estadounidense podemos encontrar caracterizado una perspectiva de mundo en el que es imprescindible mantener el orden internacional basados en la sustentación de las condiciones “legales y legítimas para alcanzar el progreso sin condicionamientos ni temores” (PECEQUILO, 2004, p. 137-138). En este sentido, George W. Bush lidera un ataque directo hacia aquello que es considerado exógeno a la libertad y la libre concurrencia económica. 
En este sentido, George W. Bush puede ser considerado como un individuo que eslabona los deseos particulares de una nación que ve en la propagación de ideales liberales una máxima que todo Estado debe cumplir a nivel mundial. Un hombre que creó por medio de sus actos la llamada Doctrina Bush que dividía las relaciones internacionales en dos bandos: los aliados de Estados Unidos de América y los opuestos a su política externa, en una suerte de juego de ajedrez donde la reina tenía un papel proactivo en la organización del sistema internacional. 
En contraste, Saddan Hussein con un pasado de contradicciones, nacido en la aldea de Al-Awja en el municipio de Tikrit en Saladino, con un pasado simple que contrasta con la de George W. Bush. Saddan Hussein era parte de una familia de agricultores pobres, no conoció a su padre y tuvo como imagen paterna a un tío que perteneció a la gendarmería iraquí, llamado Khayralla Tulfah. Un hombre que influyó radialmente en el quehacer político, militar e ideológico del joven Hussein. Así, adscrito al Partido Socialista Árabe Baath y posteriormente nombrado general, Saddan Hussein lidera un golpe de Estado en 1979, asumiendo el poder gubernamental, además de realizar criticados ajusticiamientos a líderes de oposición acusados de conspiración y traición. 
Estos actos pueden ser considerados fuera de todo respeto de la ley y carente de cierto rasgo de civilización según la perspectiva occidental; sin embargo, responde a la coyuntura propia de una cultura ajena a todo prejuicio valorativo de analistas occidentales. Por ello, aquí evitamos erradicar la mirada radical y tiránica que se les acuñó a los pueblos árabes. De esta forma, abocados a la teoría liberal clásica, nos centramos en comprobar nuestra hipótesis inicial.
En consecuencia, Saddam Hussein al involucrarse en una guerra contra Irán en 1980 e invadir al aliado de Estados Unidos: Kuwait en 1990 (Guerra del Golfo), se ve enfrascado en una situación que amenaza la estabilidad de la región. En suma, desde la mirada del individuo, y tomando en cuenta a Locke, Hussein como hombre “nació esencialmente bueno habiendo apenas algunos elementos de tensión y desvío que, corregidos adecuadamente por medio de leyes, no se manifestarán en prejuicio del ejercicio de la libertad” (PECEQUILO, 2004, p.138-139).
Sin embargo, su comportamiento dista en demasía de los requisitos liberales clásicos que fundamentan la importancia de que los individuos respeten los derechos de los demás dentro de una sociedad regida por leyes y organizada por principios básicos de cooperación social, política y económica. Una máxima que aleja a Saddam Hussein de ser considerado un líder democrático o partidario del orden internacional vigente.
Dos individuos enfrentados: George W. Bush y Saddan Hussein, que en el poder tienden a expandir su influencia por medio de un discurso de paz y lucha por la libertad; el primero, y la soberanía y el respeto por el pueblo iraquí y sus recursos naturales; el segundo. Ambos, son parte de una sociedad que preparó el escenario para la confrontación de idiosincrasias que confluyó en una guerra con consecuencias irremediables para ambos lados, aunque es notorio que el pueblo iraquí se llevó la peor parte en términos generales. 
El empleo de estos dos personajes como individuos relevantes en la Guerra de Irak se justifica porque ambos inician una propaganda masiva en contra de lo que consideraban contraproducente para sus intereses políticos. Por un lado, George W. Bush construyóuna estructura de política externa expansiva y activa, en una suerte de continuidad del trabajo realizado por su padre durante su presidencia, promoviendo lo que llamamos el “americanismo” pos-doctrina Monroe, una especie de revalorización del rol estadounidense en el liderazgo del sistema internacional. Un hegemon que tiene como directriz la paz y la libertad como justificación moral y normativa. Por otro lado, Saddan Hussein, incentivó el antiamericanismo y la lucha contra los infieles para promover la intención de los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente. 
En consecuencia, como todo hombre es el resultado de su sociedad y tiempo, George W. Bush y Saddan Hussein, representan vértices contrapuestos de la historia de la humanidad. Así, la sociedad estadounidense durante el inicio del conflicto veía en la comunidad musulmana y árabe un peligro para el orden internacional, y apoyados por la mass-media advertían en la figura de Hussein, al “demonio” que quería destruir la tranquilidad del pueblo estadounidense y la paz internacional. 
La sociedad estadounidense culpaba a Irak de subordinarse a los acuerdos que toda comunidad “decente” debería cumplir según las reglas de interacción dentro del sistema internacional. Una suerte de reina amenazando a un peón con convicción de erradicar al rey en un juego ofensivo de ajedrez mundial, donde el pueblo iraquí incumple las normas internacionales, que tradicionalmente según la sociedad estadounidense son cumplidas y presentadas en los 14 puntos de Wilson, específicamente en los referido a los “pactos de paz conocidos por todos, preparados abiertamente” (BARBÉ, 1995, p. 38). 
De esta manera, tras los atentados del 11 de septiembre en 2001 mientras la mayoría de nosotros estaba asistiendo a aulas matutinas, se escuchaba un acento raro y extraño para la mayoría de los integrantes de este análisis, no comprendíamos la trascendencia de este caos generalizado en el seno del país liberal y democrático por excelencia; sin embargo, tras dieciocho años, los nombres de أسامة بن لادن (Usāma bin Muhammad bin `Awad bin Lādin) y Saddam Hussein resonaban en los principales medios de comunicación de nuestros países, como una especie de grito desesperado y de búsqueda de la unidad internacional para atacar a un enemigo común: el terrorismo representado por líderes de países árabes. 
Estos dos personajes miembros de una sociedad que se aleja de la idea liberal clásica de que “las sociedades bien ordenadas tienden a ser autorreguladas, es decir, son capaces de corregir por medio de instituciones y procesos inherentes a su organización, desequilibrios, ineficiencias y crisis que amenazan su existencia y reproducción” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 60). Por ende, para los estadounidenses la invasión de Irak era una necesidad a suplir debido a que los actos terroristas avalados por un líder árabe estaban fuera de “la razón humana que permite la formulación de principios filosóficos, morales y políticos que hagan con que las instituciones de una sociedad actúen en el sentido del equilibrio y de la autorregulación” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 60). 
En este sentido, los estadounidenses interpretaban la guerra como una solución acentuada en la “previsión” a una amenaza mayor en el corto plazo, y los iraquíes involucrados en una cruenta crisis civil entre sunitas[footnoteRef:1], chiitas[footnoteRef:2] y kurdos[footnoteRef:3], veían en el conflicto una oportunidad para eliminar a un líder opresor. Los segundos, por persecuciones sufridas durante el régimen de Hussein, apoyaron a la coalición en el 2003. [1: Un nombre que se le atribuye a la comunidad musulmana que practica las leyes del Corán y también de la Sunna (relatos atribuidos a Mahoma). ] [2: Segunda rama importante del Islam que intenta reivindicar el derecho de Ali, yerno de Mahoma. ] [3: Una comunidad con lengua, costumbres e idiosincrasia propia que se encuentra ubicada en el llamado Kurdistán que compone los territorios de Irak, Irán, Siria y Turquía. ] 
La sociedad estadounidense y la iraquí desde el punto de vista liberal clásico a pesar de las diferencias religiosas, lingüísticas, culturales, políticas y económicas podrían concatenarse positivamente en la erradicación de todo comportamiento que no esté adscrito a la defensa de la democracia y la paz, que implica la construcción de instituciones sólidas a favor de la defensa de los derechos individuales de todo ciudadano; puesto que, la idea base de la teoría liberal clásica considera que “Estados democráticos tienden a mantener relaciones pacíficas entre sí y que, a medida que el número de países gobernados de forma democrática crece, una especie de zona estable de paz y prosperidad se formaría” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 64).
Pero, dados los hechos históricos, Irak desde la perspectiva liberal clásica se alejaba del respeto de los derechos humanos, la institucionalidad, la paz y la libertad. Además estaba fiel a colocar trancas en la cooperación económica internacional y carecía de mecanismos democráticos en sus relaciones internas y externas. Así, el estado iraquí afectaba la estabilidad internacional y minimizaba la participación pacífica entre los pueblos. 
En suma, el enfrentamiento en una guerra entre el Estado estadounidense e iraquí se dio, según nuestra interpretación de la teoría liberal clásica, debido a que el primero avocaba por un respeto por la legalidad, la libre concurrencia económica, ejercicio de la democracia, institucionalidad y ordenamiento de la relaciones internacionales. Y el segundo incumplía los pactos de cooperación internacional, al nivel de ser acusado de poseer armas químicas y utilizarlas en contra de civiles, según los argumento que el ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 5 de febrero de 2003. 
El Estado iraquí representado por Saddan Hussein incumplía el respeto de los derechos individuales de civiles y; por ende, según Estados Unidos era necesario una intervención directa, que a pesar de no contar con la aprobación de las Naciones Unidas, se dio por medio de una coalición donde Reino Unido entonaba el himno de la guerra junto a otros países occidentales y aliados chiitas y kurdos en territorio iraquí. De esta manera, si el régimen de Hussein estaba en contra del orden democrático y los principios liberales, dada la naturaleza conflictiva de la anarquía en el sistema internacional, se precisaba de un ordenamiento del quehacer iraquí en Medio Oriente. Una idea que podría ser criticada por los realistas al considerarla utópica o idealista como indica Nogueira y Messari (2005, p. 61). 
Sin embargo, puede ser observada en el discurso del expresidente George W. Bush al ordenar la invasión iraquí en dos procesos que según nuestra visión se dividió de la siguiente manera: la muestra de “civilización” occidental al pedir a Saddam y su familia retirarse de Irak en 48 horas un 17 de marzo de 2003 que cambió radicalmente el quehacer internacional de los países árabes y la invasión justificada por la liberación del “oprimido” pueblo iraquí. 
Así, se inició el proceso de erradicación del Estado iraquí para la “creación” de un nuevo régimen de institucionalidad en Bagdad, donde primase la democracia y el Estado solo fuese un participante “monitor” de las relaciones comerciales. De esta forma, se cumpliera un tópico liberal clásico donde el “Estado nace de la necesidad de administrar con mayor confiabilidad las relaciones humanas, dentro y fuera de sus fronteras” (PECEQUILO, 2004, p.138). Además, tras la obtención del control de la capital iraquí el 9 de abril de 2003 y la demolición de la estatua de Saddan Hussein en la ساحة الفردوس (Plaza Firdos), Estados Unidos intentó recrear el nacimiento de un Estado Civil que sirviese como una “forma de estructurar los intercambios domésticos dentro de los padrones claros de respeto y confianza mutua” (PECEQUILO, 2004, p.138).
En adición, Estados Unidos apeló a la tradición liberal en su política externa, centrado en lapromoción de la paz, el comercio, republicanismo e instituciones. De esta manera, la guerra de Irak es una muestra clara de la propaganda liberal centrada en el “lugar del individuo en la sociedad, sobre la naturaleza del Estado y sobre la legitimidad de las instituciones de gobierno” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p.58). Además de priorizar los intereses económicos, la estabilidad del mercado y el fomento de los derechos naturales “a la vida y a la propiedad” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 59). En este sentido, la teoría liberal clásica que hemos utilizado para analizar la Guerra de Irak, nos indica que el actuar de Estados Unidos estuvo sintetizado en su tradición política de país “democrático” y liberal por excelencia. 
Hasta ahora hemos estudiado la Guerra de Irak a través de los individuos, la sociedad y el Estado enfocados en comprobar nuestra hipótesis inicial: La Guerra de Irak se dio por la diseminación de acciones del Estado iraquí en contra de la ley y principios democráticos que se enfocan en una formación de sociedad pacífica. Mencionamos nuevamente nuestra hipótesis porque es importante subrayar que dadas las variables de estudio no nos centramos en detallar la guerra como tal, sino a partir de la teoría liberal clásica y su estructura epistemológica, analógica y normativa, mostrar las causas de la guerra en sí. 
Por ello, el estudioso de la guerra en las relaciones internacionales no encontrará detallado las armas utilizadas en el conflicto, así como el economista no tendrá desmenuzado la cantidad de dinero invertido en la debacle y el político internacional, tendrá escasos recursos para realizar un análisis de coyuntura, debido a que nuestro interés está centrado en aplicar la teoría liberal clásica para comprender las causas de la guerra y sus repercusiones, así como su importancia para comprender las relaciones internacionales contemporáneas. 
Enfatizado este aspecto, ahora continuamos con lo supraestatal y el sistema internacional. Lo supraestatal está caracterizado por la participación de actores diferentes a los Estados, como los bloques económicos y políticos, corporaciones transnacionales y Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s). Y el sistema internacional entendida como una estructura donde los Estados y otros organismos interactúan por medio del establecimiento de normas y principios generales, donde se carece de una gobernanza única, debido a que todos participan en el liderazgo internacional. 
Por lo tanto, la Guerra de Irak desde lo supraestatal estuvo sintetizado en el actuar de la ONU durante la ocupación. En principio, opuesta a tal intromisión del orden internacional; y posteriormente, avaladora el 22 de mayo de 2003 de una resolución que confirmaba “el derecho de invasión de Washington y Londres” (MURAT; KARAALP; OKUDUCU, 2019). Además, como Estados Unidos también utilizó los medios de comunicación para justificar la intervención por ideales de libertad, pero que tenían un fin político en donde “a medida que se profundizara la interdependencia económica entre las naciones, la reciprocidad sería cada vez más asumida como base para el relacionamiento entre Estados” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 63). 
En donde Irak era un Estado que no permitía el entendimiento comercial entre naciones y; a su vez, se mostraba contrario a “la comprensión más amplia de los beneficios del comercio para la sociedad” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 63). En suma, opuesto al comercio internacional, y ajeno a la idea de que “el comercio contribuya para desarrollar un sentimiento moral de comunión de intereses y valores de toda la humanidad” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 63). En consecuencia, el régimen de Saddan Hussein se oponía al orden vigente en el sistema internacional: la democracia como elemento primordial para las relaciones políticas, económicas y sociales. 
En este sentido, Irak se oponía a la tradición estadounidense de considerar al sistema internacional como un conjunto en el que “naciones libres y democráticas tienden a someter sus políticas externas al aval de la opinión pública que, necesariamente rechazaba la guerra” (NOGUEIRA; MESSARI, 2005, p. 73). Sin embargo, la guerra aquí es considerada como un acto final de las relaciones conflictivas de los Estados en el sistema internacional. Por ende, si un Estado, como el iraquí, según los Estados Unidos, atentase contra los principios de libertad y democracia, estaría sujeto a la demanda moral, legal, política y económica, y en última instancia a la invasión para su reestructuración estatal. 
Aquí notamos que Irak dentro del sistema internacional era un Estado que no cumplía con los reglamentas respetadas por la mayoría de los Estados; puesto que, tenía en el poder a un líder autoritario, un sistema democrático nimio, e instituciones que carecían de una burocracia focalizada en la consolidación de la lucha por los derechos de los individuos. 
En consecuencia, la Guerra de Irak desde la perspectiva teórica liberal clásica se justificó por el incumplimiento de los preceptos políticos representados por John Locke, Montesquieu, John Stuart Mill e Immanuel Kant, donde se exige que un Estado permita la posibilidad de que los individuos obtengan una propiedad, así como sea un factor mediador de las interacciones comerciales y participe activamente en el cumplimiento de las normas en el sistema internacional. Incluso, podemos acotar que la Guerra de Irak vista de lo económico como sugiere el aporte de Adam Smith a la teoría liberal clásica, fue una lucha contra la incapacidad del Estado iraquí de concurrir pacíficamente en el comercio internacional, dado el proteccionismo y autoritarismo de su economía y política. 
En síntesis, comprobando nuestra hipótesis y las variables presentes, la Guerra de Irak, fue el resultado de la lucha elocuente entre dos sistemas diferenciados: socialista y capitalista que no confluían dentro del sistema internacional. El primero, representado por el control estatal autoritario de Saddam Hussein; y el segundo, en la promoción del libre mercado, la democracia, la paz, la libertad, la institucionalidad y la legalidad configurado en Estados Unidos con George W. Bush en el poder. 
Por lo tanto, la Guerra de Irak representó el encuentro de dos sistemas políticos, económicos, sociales y religiosos que ejecutaban principios contrarios dentro de la diversidad de Estados en el sistema internacional. Y a pesar de que después de la ocupación no se consiguió mantener los ideales liberales, en este análisis mantenemos la convicción de que la guerra fue un aliciente que acrecentó las divergencias entre el mundo occidental y oriental, en una especie de juego de ajedrez donde las fichas blancas ganaron la partida y, las negras, aún en el año 2019 están luchando por la institucionalidad de la llamada “democracia”. Un ideal que aún no encuentra mar abierto. 
Referencias
BARBÉ, Esther (1995) Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos, pp. 38-39.
MURAT, A; KARAALP, H; OKUDUCU, I. Tras 16 años de la invasión estadounidense, Irak aún siente los rastros de la guerra: La inestabilidad política, económica y el sectarismo forman parte del diario vivir en Irak. Turquía: Agencia Anadolu, 2019. Acceso en: 25/09/2019. Disponible en: https://www.aa.com.tr/es/mundo/tras-16-a%C3%B1os-de-la-invasi%C3%B3n-estadounidense-irak-a%C3%BAn-siente-los-rastros-de-la-guerra-/1425308
NOGUEIRA, João Pontes; Messari, Nizar (2005) Teoria das Relações Internacionais: Correntes e Debates. São Paulo: Elsevier, pp 57-79.
PECEQUILO, Cristina Soreanu (2004) Introdução às Relações Internacionais: Temas, Atores e Visões. Petrópolis: Editora Vozes, pp. 137-148.
YIN, R. K. Case Study Research: Design and Methods. Bervely-Hills-California: Sage, 1984. 
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