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SUMARIO Presentacion. Estrella de Diego. 5 La sombra de lo bello. Remo Bodei. 9 La energia del mal, el poder de lo feo. Vicente Verdu. 25 El sexo, la sangre, la muerte. Michel Onfray. 33 De la muerte, los demds y otras parabolas modernas. Estrella de Diego. 47 La estetica de lo peor. Jose Luis Pardo. 61 Freaks en el espacio. Jeffrey A. Weinstock. 69 La intimidad como espectaculo: de la televerdad a la telebasura (Hacia una estetica de lo hipervisible). Gerard Imbert. 88 Lo siniestro (Fragmentos). Sigmund Freud. Presentacion de Sil via Tubert. 101 Aproximacion a la abyeccion. Julia Kristeva. 110 Que la sangre siga corriendo. Norman Rosenthal. 117 ENTRE VISTAS Andres Serrano: una historia de sangre, sudor y ldgrimas. Rosa Oliva res. 125 SEMEFO: la vida del cadaver. Osvaldo Sanchez. 131 CREACION LITERARIA La biblioteca de mi padre. Jose Luis Hernandez Machancoses. 140 LIBROS Nihilismo y discurso estetico de la historia. Sebastian Salgado Gon zalez. 145 El transito hacia el ser. Alejandro Krawietz. 147 Un esfuerzo meritorio y provechoso. Juan Francisco Fuentes. 150 Libros seleccionados. 155 I lni�b de ((kcnidernte Marzo 1998 Numero doble 202/203 EL 98, CIEN ANOS DESPUES Articulos de Sebastian Balfour, Andres de Bias, Vicente Cacho Viu, Astrid Cubano, M. a Dolores Elizalde, Manuel Espadas Burgos, Elena Hernandez Sandoica, Jose-Carlos Mainer, J ordi Maluquer de Motes, Juan Pan Montojo, Josep M.a Pradera, Rafael Sanchez-Mantero Rosario Sevilla, Rosario de Ia Torre del Rio, Jose Varela, Francisco Villacorta Presentacion En el verano de 1 993 un grupo de participantes en el Whitney Independent Study Program planteaba una exposicion con imagenes que, al menos entonces, llama ron la atencion de los que pudieron contemplarlas. !rna genes directas en muchos casos, ambiguas en otros -ex cesivamente ambiguas, incluso, para dejar impasible . La idea de la muestra tomaba como punto de partida un co nocido concepto de Julia Kristeva y el titulo era esclare cedor: Abject Art. Repulsion and Desire in American Art CArte abyecto . Repulsion y deseo en el arte americano) . Se trataba, desde luego, de un titulo apropiado, pues muchas de esas imagenes, de los ejemplos escogi dos entre las piezas de la propia coleccion del museo, reflej aban la doble vertiente en la cual las artes visua les, los medios, el cine . . . parecen llevar tiempo movien dose: repulsion y deseo; tal vez una implique siempre el otro. De hecho, los ultimos quince a:iios han visto florecer una puesta en escena que ha rescatado expresiones de lo «poco decoroso» -o colectivamente aceptado como tal . Freaks, cadaveres, restos de comida, objetos en des composicion, aireamiento de territorios considerados como privados o secretos, forman parte ahora de la coti dianidad estetica, enfrenta:ndo al publico con modos de mirar alternativos y obligandole a tropezarse, de forma mas o menos clara, con lo monstruoso, la muerte, lo es peluznante, lo repulsivo . . . todo aquello, en suma, que el 6 Presentaci6n canon parecia haber expulsado o circunscrito al espacio del imaginario. _., * Ciertamente, se trata de territorios recuperados du rante los ultimos aii.os del siglo XIX y primeros del XX como documentos de la decadencia, si bien las casas son ahara algo diferentes, debido a los propios cambios en la sociedad y sus estrategias de comunicacion. Asi, los -- vampiros , muertos, sonambulos, histericas . . . y hasta per sonas _con diferencias fisicas -mo�tra,das en los freak shows, que han existido hasta bien avanzado el xx.,... que eran entonces, quien sabe, un modo de aplicar el deseo del otro, de exorcizar el rechazo mas que la rep-ulsion, de negociar el «desajuste» que la vida, inevitablemente, siempre conlleva, son hoy parte.s_jnte.gradas a una_coti-_ dianidad, yisibles, ademas, para un mayor numero de personas. En suma, parte de la vid.a diaria, inscritas en ella de forma natural. La pregunta inmediata es de que modo se desvelan en este momenta los secretos mas escondidos, los secre tos de familia y, sabre todo, por que y en que manera afectan a la mirada contemporanea -si la afectan-, bus cando sus filiaciones con el pasado proximo y los posi bles cambios en la forma actual de entender y aceptar las diferencias entre los seres humanos o los lados oscu ros de la vida. El problema, abordado en obras de Broadway como Side Show, que cuenta la historia de unas siamesas, y Iibras como Freakery. Cultural Specta- \ cles and the Extraordinary Body, editado por Rosemarie \ Garland Thomson; Monster Theory, editado por Jeffrey Gerome Cohen, o el volumen ,Orden y caos. Un estudio 1 l cultural sabre lo monstruoso en el arte. de Jose Miguel G.: " Cortes, finalista del XXV Premia Anagrama de ensayo, reaparece en el cine, los programas de television o las artes visuales, donde, en un mas dificil todavia y quiza movidos por la obsesion de rastrear y rescatar el deseo, se ha acabado por mostrar lo rechazado . El presente numero trata de recoger algunas opinio nes sabre el fenomeno que ha despertado la condena de Presentacion 7 unos y el entusiasmo de otros, pero, me atreveria a de cir, el interes de muchos . No pretende, de ninguna ma nera, tomar una posicion fij a respecto a un tema contro vertido, complejo y, mas aun, en pleno desarrollo, de work in progress. De ahi que, junto con los articulos o re produccion de textos clasicos sobre el problema, se haya optado tambien por ofrecer alguna entrevista que refle ja las propias posiciones de los artistas cuya produc cion puede situarlos en el centro mismo del debate . Son visiones a veces divergentes que quieren enfatizar la propia esencia de un territorio deslizante que, no obs tante, podria merecer la pena debatir . Quien sabe si esta reposicion de los temas «poco de corosos» no esta hablando de cierto cambio en la mane ra de mirar. Frente a la obsesion que por el «otro» ha reinado en las pasadas decadas, tal vez ahora se habla solo de «los demas», «el resto 0 la colectividad de la cual la persona de la que se habla forma parte» . Y todos, hagamos lo que hagamos, pensemos lo que pen semos, somos, al fin, los demas, un poco antropOfagos, incluso, como anuncia el tema general cfe--la proxima Bienal de Sao Paulo a partir del Manifiesto antropofago de Oswald de Andrade . Asi, devorando . Estrella de Diego La sombra de lo bello* Remo Bodei Metamorfosis de lo {eo E s dentro de la cultura francesa, de su tardio romanti- � cismo social, donde lo feo lleva a cabo su definitiva conversion en lo bello, hasta el punto de ser indistingui ble de esto . Con Victor Hugo, con Eugene Sue, con Char les Baudelaire y con una serie de escritores mas «popu lares» �Lil!l� escoge como privilegiado terreno }}ropio el de los fenomenos anormales y ambiguos, los mismos es pacios de condensacion del vicio y deLde�_prdEm: la de formidad del cuerpo y del al�a� la miseria moral y ma terial, el crimeii�-1osoafos--fondos y las cloacas de la sociedad y la conciencia, sobre todo en la gran ciudad. [. . .]. Mientras que todavia en 1 929 Victor Cousin defiende, en Du vra� du beau, du bien, la idea de la belleza como ex presion de la moralidad, Hugo predica el principio de la complementariedad e intercambiabilidad de lo bello y lo feo, que sera adoptado como propio por el «socialismo ro� mantico» y por Baudelaire . Criaturas de naturaleza mons truosa -el Quasimodo de Notre-Dame de Paris o el Tribou- • Version abreviada de un capitulo de Le forme del bello, Il Mulino, Bolonia, 1995. 1 0 Remo Bodei let de Le roi s'amuse- representan a los campeones de «lo feo bello» . La fealdad exterior y la belleza interior se separan decididamente : desde esta perspectiva, lo bello no puede mostrarse en todo su esplendor, ya que -lo mismo que ocurre con lo verdadero y lo bueno- a menu do aparece cubierto de una patina opaca y repelente . Con Hugo,y sobre todo con Baudelaire, el arte rei vindica el derecho a tratar, en todos los terrenos, de lo feo en su forma extrema, la de lo desagradable . Kant, aceptando la tesis de que todo lo que en la na turaleza es feo puede ser salvado esteticamente, excluye expresamente lo desagradable de ese acto de clemencia y de gracia. En Baudelaire, por el contrario, la belleza no solo incluye de forma inmediata lo repugnante, sino que tambien se situa mas alla del bien y del mal moral: su mirada «infernal y divina» arroj a, mezclados, «la uti lidad y el crimen», y en sus oj os vacios, de musa enfer ma, poblados de visiones noctumas, se reflej an «alterna tivamente I el horror y la locura» . Parece haber renunciado al placer de realizar el milagro de la transus tanciaci6n de lo feo natural en lo bello artistico . La be-�� lleza -«monstruo espantoso, enorme, ingenuo»- conser va en efecto en si, bien visibles e incluso mostradas con ostentaci6n, las facciones desagradables «de las bestias mas inmundas y de los cadaveres», sin ninglin intento de velarlas o intentar trascenderlas por medio de una facil catarsis . Lo bello recuerda asi aquel elemento de turbaci6n y de horror que conocimos en tiempo inmemo rial y que (traducido a terminos freudianos) tal vez en su origen, antes de que al alejarlo lo convirtiesemos en algo extraii.o, fue incluso demasiado familiar para noso trost La poesia de Baudelaire salva ese alejamiento . Sin embargo, en el esfuerzo de hacer «este universo menos repugnante I y estos breves instantes menos graves», la conmoci6n de la belleza provoca, al mismo tiempo, el re conocimiento -por otra parte siempre oscuramente pre sentido- del caos insuperable del que surge y sobre el cual resalta la busqueda del sentido de la experiencia. La sombra de lo bello 11 El poema «Una carroiia» ilustra eficazmente esta acti tud al representar la destruccion de cualquier forma, el anti-eros que obscenamente acaba con el amor. La terrible revelacion de la universal vicisitud que aguarda a todos los seres vivientes, su corrupcion inexorable, se produce en copresencia de los opuestos, ya que es una «hermosa manana» cuando un cuerpo entre tantos se descompone, macabra sinecdoque del fin de todas las cosas . [. . .]. Como triste consuelo, parece que solo las formas, despojadas, desencarnadas, resisten en su superacion platonica el poder de la muerte, escapando al destino de los demas seres al precio de perder consistencia, obliga das a sobrevivir en el exilio, en el mundo umbratil e in cierto del recuerdo de una «vida anterior». [. . .]. El codigo criminal de lo feo, proyectado por Schle gel, no sirve ya a la empresa de darle caza para desem boscarlo y combatirlo. Ahora es todo lo mas utilizado para captar ese aspecto criminal e infernal sin el que lo bello caeria en lo superficial, en lo vulgar, incapaz de de jar presentir el significado enigmatico de las cosas . [. .. ]. Que lo bello en cuanto orden edificante esta amena zado de muerte es una percepcion que se difunde en las teorias y en las practicas artisticas con Hugo y Baude laire . La introduccion de lo feo, en todas sus variantes, se proponia recuperar la carga emotiva de una belleza que, en la epoca moderna, habia abdicado de ella en fa vor de lo sublime y que, por tanto, corria el peligro de degradarse en lo bonito y lo agradable. [. . .]. Tras el gesto innovador de Hugo, es no obstante en Alemania -en los aiios comprendidos entre 1830 y 1857- donde se elaboran las teorias sobre lo feo filosofi camente mas fecundas . [...]. Con Rosencranz lo feo se convierte en desafio inelu- 12 Remo Bodei dible y asechanza favorable al primado de lo bello . Una obra de arte es asi tanto mas bella y lograda cuanto ma yor es la falta de armonia y el caos sobre los que consi gue triunfar. La conciliacion crece en el mismo corazon del conflicto, en proporcion directa con la extension del <<lado de sombra» proyectado por la «figura luminosa de lo bello» (Estetica de lo feo). En la obra de Rosencranz prevalece la exaltacion de la complejidad y de la elasti cidad de un orden, el de lo bello, que concede el maximo espacio a la dinamica desequilibradora de su antagonis ta, aunque negandose a reconocerle, por anticipado, nin guna pretension de·primacia. Lo feo, en efecto, no es un material inerte que se pueda poner tranquilamente a un lado . Es un poder acti vo, peligroso, agresivo, en agitacion perpetua: no tiene la naturaleza inmovil del ser, sino la camaleonica del de venir. Se comporta como un enemigo astuto y tenaz, que solo puede ser derrotado por una belleza que ose aban donar su atrincheramiento defensivo, que intente una salida del baluarte del mero formalismo estetico, violan- "< do asi el respeto fetichista por las tradicionales reglas de la simetria y de la armonia. Se necesita, por tanto, impedir que lo bello «en si», la simple armonia que no ha pasado alin bajo las horcas caudinas de lo feo, tenga un dominio incontrastado en el campo artistico . Lo be- llo, en efecto, no debe parecer un «desierto de la identi dad», el orden sin vida de una perfeccion gelida. Al con trario: la unidad absolutamente identica a si misma es fea y vacua. Para tratar de alcanzar la belleza, debe ha cerse «desigual a si misma», arriesgando todo lo que es suyo en la confrontacion con su opuesto . En proporcion a la dureza del enfrentamiento, la de rrota de lo feo agiganta el valor de lo bello victorioso. Quien se revela como artista-sumo es aquel que, tras. haber absorbido el veneno, prqquce una vacuna con la . que sin embargo no ha querido hacer totalmente inocua . la virulencia pximitiva de su antagonista. Lo bello, a su vez, pierde su naturaleza granitica, de eterno e inmovil La sombra de lo bello 1 3 ideal a l que e l arte debe simplemente adecuarse. Repre senta mas bien la alegoria del triunfo de la vida sobre la muerte, de la resurreccion gloriosa de la forma del se pulcro de lo que normalmente la aniquila Go amorfo, lo asimetrico, lo inarmonico, lo incorrecto, lo desfigurado, lo repugnante y lo «diabolico»). Estos asesinos de lo be llo son a su vez abatidos solo cuando se logra conseguir, en los niveles mas altos y en virtud de las disonancias , una «superior armonia» . Esta es, por ejemplo, la leccion de Beethoven en «algunas de sus Sonatas» Co en los ulti mos Cuartetos, o en la Gran Fuga, op. 132). La conquista de esta cima es por otra parte algo que se percibe cla ramente cuando la obra parece animada por una «acti vidad autonoma», libre precisamente porque obedece unicamente sus propias e inexorables reglas . Parece en tonces que la vida fluye con total espontaneidad, por cuanto la invisible causa de esta vitalidad le llega a ve ces desde fuera: de la mente de un musico o de un pin tor, desaparecidos tal vez hace siglos . Lo que sucede guarda cierta semej anza con el surtidor de una fuente, producto de un mecanismo oculto, o con el balanceo de la corola de una flor mecida por el viento . De similar es pontaneidad, de la libertad que circula en formas sensi bles -y solo en elias-, deriva la seguridad subjetiva de haberse topado con lo bello . Aun cuando, en comparacion con Hegel, Rosencranz parece mas inclinado a asignar una funcion activa a lo «negativo en si mismo», es decir a las representaciones del mal y de lo feo, conserva todavia algunos indudables rasgos clasicos . Cree, en efecto, que «lo bello, como el bien, es un absoluto, y que lo feo, como el mal, es un re lativo» . El mal y lo feo, finalmente, «desaparecen en la totalidad del gran ordenamiento divino del mundo» . Per manece fiel, en lo fundamental, a la identidad de dos de los tres valores supremos de la tradicion filosofica: «Que en su fundamento mas profundo lo bello se identifique con el bien no es solo una idiosincrasia del Platon reto rico, es tambien la pura verdad. Por tanto, es igualmen- . 1 4 Remo Bodei teverdadero que lo feo es en si y para si identico al , 'ftJ �al: el mal es la fealdad radical, absoluta, etica, reli- . .J gwsa.» La Estetica de lo feo expone sistematicamente la pa radojica organizacion del caos estetico, articulandolo «desde sus inicios nebulosos» hasta sus mas detalladas y sofisticadas manifestaciones (hasta la cima de lo «Sa tanico», en cuanto vuelco metodico, total de todo el or den simbolico de los «trascendentales», vilipendio de todas las «personas» de la trinidad) . Tras una dura con tienda, a lo feo se le permite habitar en el universo de lo bello a condicion de que renuncie a su independencia, de que se deje atravesar y pisar por el San Miguel de lo bello . Este no olvida sin embargo que antiguamente per tenecio a la misma especie angelica del vencido, ya que 7 lo feo no es otra cosa que belleza rebelde y perversa,., Lucifer caido a causa de su desmedida soberbia. El «li beralismo» de Rosencranz aplica al plano de la estetica un esquema y una estrategia presentes tambien en otros escritos suyos : lo mas peligroso -tanto en arte como en politica- son, sobre todo, el diletantismo, la presuncion, la falta de motivaciones profundas, el deseo de expre sarse o de actuar por encima de la propia capacidad. Lo bello no puede por ello surgir tampoco de la lucha con tra lo feo ni cuando se subestima el vBJor del adversario Cbuscando su inmediata extincion mas que apoderarse de las energias autonomas de que dispone), ni cuando se abandona inerme a su salvaj e fuerza de seduccion, como sucede frecuentemente con el romanticismo y el «hiper-romanticismo» contemporaneos. Cediendo sin embargo a la fascinacion del desarreglo y del delirio, estos se olvidan de que, si quiere sobrevivir, «el arte no puede dejar que la locura diga la ultima palabra» . Si no se quiere jugar con fuego, a lo feo se le debe asignar un papel adecuado en la promocion de las artes . Cuando la fuerza de lo feo alcanza su maxima intensidad (en la caricatura, «playa» que separa lo bello de lo feo, mostrando los limites de toda mimesis, en lo «crimina- La sombra de lo bello 15 SO», en lo «espectral» y en lo «diabolico», ambitos en los que principalmente actua el arte contemporaneo de Ro-=-' sencranz) , el esfuerzo por resistirsele se vuelve casi in tolerable . Los resultados que se consiguen representan -en un cambio ventajoso para la especie humana en su conjunto, si no para los protagonistas individuates- pie dras miliares plantadas con fatiga a lo largo del camino de la civilizaci6n. Por ello, solo los artistas mas grandes son capaces de explorar tales zonas de maximo peligro y de volver atras para describirlas y expresarlas con provecho para todos : Dante, Miguel Angel, Shakespeare, Mozart, Goethe . El arte excelso encuentra su terreno mas fertil en la proximidad de los abismos : A l abrirse esa inmensa resquebrajadura, l a contradic cion nos descubre la unidad en toda su profundidad. El po der de la armonia se manifiesta con tanta mas fuerza cuan to mayor es la inarmonia sobre la que triunfa, pero la separacion no solo debe repartirse con la unidad el elemen to homogeneo : tambien debe ser la relacion negativa de la unidad consigo misma, porque unicamente con este presu puesto podra reconstruirse nuevamente la unidad. Asi p'ues, la separacion no es bella por su negatividad en cuan to tal, sino por la unidad que en la separacion pone a prue ba su energia como poder internamente activo, conectivo, salvifico, renovador. Los monstruos de GZf.ernica En el siguiente estadio, lo feo aparece como superior a lo reconocido oficialmente como bello . Representa, en efecto, aquello que, al alejarse, tutela el secreto de una felicidad hoy socialmente inalcanzable . Es el guardian de un tesoro de verdades ocultas que se supone el arte ha de sacar a la luz, desenmascarando las representacio nes de la <�realidad mala», especialmente cuando se muestran baj o las apariencias tranquilizadoras de la be lleza convencional, pacificada. Esta es la tesis coheren- 16 Remo Bodei temente sostenida por Adorno durante toda su vida, aunque su exposicion mas detallada aparezca en su Teo ria estetica (publicada postumamente en 1970), obra en la que se lleva a cabo un ultimo intento de restituir la palabra y la dignidad a cuanto de este modo fuera silen ciado y calumniado . Lo feo trastoca la j erarquia estetica tradicional, con virtiendose en autentica belleza, en el Iugar ilocalizable que custodia, junto con la protesta indirecta por la inhu manidad de las relaciones sociales todavia vigentes, las intermitentes intuiciones del «SUe:iio de algo mas», de }a esperanza mesianica en una futura redencion de los in dividuos. Lo «bello» establecido, aproblematico y sin traumas, es, en realidad, algo feo, falso e inmoral. Si se quiere mantener viva la aspiracion a una vida mej or, he mos de escapar a las promesas de una belleza barata, a las satisfacciones pasaj eras que seducen con halagos la conciencia, invitandola a comprometerse con la «mala realidad» , aquella precisamente que lo feo denuncja con su sola existencia. El arte tiene el deber concreto de ocuparse de lo amorfo, lo disonante, lo repudiado, de profundizar en todas las manifestaciones deformadas y desfiguradas de una verdad dolorosa, que -obligada a esconderse y dis frazarse para escapar a la persecucion de los poderes establecidos- ha acabado asumiendo un rostro hispido, repulsivo y terrible . Debe socavar los cimientos de todas las ideologias dominantes, que (casi por definicion) han tutelado siempre aparatos simbolicos defensores o se cretamente subordinados a lo existente, divulgando un arte superficial, consolador, fatuo o falsamente rebelde, dispuesto en cualquier caso a hacer aceptable, despues de todas las tentativas de evasion, el retorno a la reali dad tal como es o a conseguir que parezca deseable una larga y perezosa estancia en mediocres paraisos artifi ciales . Convertido en una variante de las tecnicas de mani pulacion social, este sedicente arte borra las disonancias La sombra de lo bello 1 7 y las contradicciones, practicando una «reconciliacion forzosa» entre el mismo y el mundo (tambien porque, en lo mas intima, ya no cree en la posibilidad de elevarse por encima de las actuales, implacables fuerzas de lo ne gativo) . Su proposito es, en efecto, la busqueda disimu lada del consenso, un obj etivo muchas veces perseguido de forma pragmatica, la integracion -auspiciada por no bles y buenos sentimientos- de todos y cada uno de no sotros en el universo «concentracionario», totalizante y monstruoso del presente . !La belleza son los afeites que cubren y tratan de ocultat el horror, lo invivible de este kosmos vuelto del reves . En lugar de aspirar a una armonia que estaria inevi tablemente desafinada, lo que se necesita es analizar im placablemente la situacion de brutal violencia, de gene ralizada esclavitud y de ruina patologica en la que ha ido a parar nuestro «mundo administrado», entrevisto a traves de la mirada trastocadora de la «redenciom> . Lo feo, y no lo bello , es pues lo que incluye en si la espe ranza de la asintotica reconciliacion futura. Moja «el borde del vaso», no de «suave licor» , sino de hiel amar ga, con el fin de impedir que el arte olvide la cruel acumulacion de sufrimiento de la que surge y de cuyo co nacimiento recibe su mas seria justificacion. l Que quedaria, en efecto, del arte si «arrojase lejos de si el recuerdo del dolor acumulado»? Ello no significa, sin embargo, ni que el arte deba hacer suyo lo excluido y lo feo en cuanto tales, ni que deba conservar eternamente la tendencia a la abstrac cion deshumanizadora de las expresiones artisticas tipi cas de las vanguardias contemporaneas : estas no hacen sino reproducir la forma que adoptan las relaciones hu manas, transmitiendo el generalizado sentimiento de de sarraigo y exilio de una vida mas autentica(cuyo impre visto e inasible relampagueo queda registrado por el arte) . Lo feo no se elige . Es la realidad la que lo impone, como muestra la anecdota que Adorno cuenta sabre Pi- 1 8 Remo Bodei cas so: « Un oficial de las tropas de ocupacion alemanas lo visit6 en su estudio y sefi.alando el Guernica pregunt6 : ";,Lo ha hecho usted?"; dic�p. que Picasso le contest6 : "No, lo han hecho ustedes"» El arte expresa de este mo do el grito de horror que surge de la realidad herida de muerte, revelando bien el dolor de la vida, bien la nega cion de esta, el hecho escandaloso de que en realidad nadie vive, es decir, no existe digna y conscientemente./ El arte del siglo xx ha aceptado con Picasso la «deformi� dad» como norma de lo bello o, con Schoenberg, la diso nancia como articulacion soportable y superable del ge mido o del grito sonoro . Por amor a una belleza y a una humanidad que todavia no existen, ha creado centauros en los que coexisten, en contradiccion no resuelta, belle za y fealdad. El mundo de la forma se conserva y se de sarrolla -violando todas las reglas aceptadas- solo gra cias a audaces hibridaciones y a torsiones espasmodicas (cfr. P. Picasso, in Ch. Zerros, «Conversation avec Picas so», Cahiers d'Art, vol. X, 1935, mim. 10 : «El arte no es la aplicacion de un canon de belleza, sino aquello que el instinto y el cerebro pueden concebir mas alla de cual quier canon.») La belleza se sirve de lo tradicionalmente considerado «feo» como reserva intacta del sentimiento de lo bello (aunque no siempre lo haga con intencion o efectos explicitamente inquietantes, como en el caso de las figuras humanas de Modigliani, con sus cuellos des proporcionadamente largos y sus ojos totalmente cu biertos por una pupila azul) . [. . .]. El arte moderno esta de luto . Expresa la afliccion por todo lo que de muerto, mutilado, humillado y ofendi do hay en la vida de todos : para Adorno «Decir hoy arte radical es lo mismo que decir arte misterioso, con el ne gro como color de fondo.» Al luto se aiiade el «tabu sen sorial» del placer, es decir, la prohibicion, por decencia, de gozar, a la vista del dolor del mundo, con cualquier obra, aunque se trate de una obra maestra. Esto afecta en el siglo xx tanto a los artistas como al publico, obli- La sombra de lo bello 1 9 gados unos y otros a soportar las exigencias d e este ar te triste, que persigue una ardua y siempre incumplida catarsis a traves del via crucis de lo feo exhibido en toda su crudeza: «Los horrores anatomicos de Rimbaud y de Benn, los elementos fisicamente repelentes y repugnan tes de Beckett, los rasgos excrementicios de varios dra mas contemporaneos .» Mientras el sufrimiento y la fal sedad gobiernen el mundo, el disfrute inmediato de una obra de arte seguira siendo un delito que no se debera permitir que prescriba. El placer estetico negativo debe ser sostenido, diferido, impulsado hacia la esperanza no colmada de una futura redencion. En todas las expresiones del sufrimiento Cincluso en lo atroz y en lo repugnante) la promesa de felicidad de lo bello brilla por su ausencia visible o por su caracter constitutivamente incompleto . Especialmente «despues de Auschwitz» , el imperativo etico y estetico consiste para Adorno en el intento reiterado de descubrir un po sible sentido al otro lado de la alta y sofocante muralla de la prision del sinsentido en que se ha encerrado, de inducir a los hombres a llevar a cabo la dificil tarea de recordar el horror de lo existente, sin renunciar no obs tante al ideal remota de la conciliacion (avistandolo, al contrario, mas alla del vela de lagrimas que cubre nues tros ojos, duplicacion humana de las lacrimae rerum) . La musica, en su afinidad con el llanto, ilustra la paradoja de un abandonarse y un bajar la guardia que, en gene ral, tienen el obj etivo de hacernos mas receptivos en las confrontaciones con la temida exterioridad. El gesto de autorizarse un pathos y un conocimiento no definido, de disolver la tension que aisla y bloquea a todos en su reducto de miedo permite, en efecto, lanzar un puente hacia el exterior que haga posible entrar en el mundo de una manera no traumatica: «El hombre que se deja ir en llanto y en una musica que no se parece a ninguna otra, deja al mismo tiempo que refluya en el la corriente de lo que no es, corriente que habia quedado estancada tras la barrera de los obj etos concretos . Con su canto y su 20 Remo Bodei llanto penetra en la realidad alienada» (Th. W. Adorno, Filoso{ia de la mrisica moderna) . La parabola de lo feo Entre Rosencranz y Adorno la cuestion de lo feo se inscribe en el marco mas amplio de la patologia de lo moderno, a cuyo infierno se nos invita a descender. Re duciendo la distancia temporal y espacial respecto a la realidad extra-estetica, se despoja al arte de su pedestal y su aureola. Tras haber renunciado a habitar la esfera imperturbable de lo eterno y lo ubicuo, el arte queda obligado a sumergirse en el mudable y agitado mar de la actualidad Oa misma que de tan buen grado describen los periodicos o la literatura popular) . De este modo car ga con la cruz de la contradiccion y decide explorar lo azaroso y miserable del presente, aceptando -junto con ello- el reto de la sociedad de masas, que tiende a po ner lo «bello» al servicio del gran publico y de las leyes del mercado Oo que supone que la mayoria de las veces obtengan su premio los efectos faciles y los placeres groseros y efimeros) . El disfrute del arte no es ya solo cosa de personas cultas o ricas, de todos aquellos que en el pasado apro vecharon la oportunidad de procurarse los instrumentos o el tiempo libre necesarios para acceder a las «alturas» esteticas : las musas se han democratizado . Y si la dis-- tancia entre el gusto del gran publico y el de la elite era ya para Schlegel el rasgo especifico de la modernidad, esa fractura se agranda desmesuradamente desde me diados del siglo xx, a causa, sobre todo, del descubri miento o de la mayor difusion de los medios de comuni cacion de masas . En un doble sentido : el de transmision, elaboracion y socializacion veloz de los datos y de las tecnicas (gracias a los periodicos, la fotografia, el tele grafo, el fonografo, el cine, la television, los sistemas electronicos pasivos o interactivos, los aparatos para la La sombra de lo bello 21 producci6n de «realidad virtual»), y el de desplazamien to y transporte rapido de personas 0 bienes (por medio de trenes, barcos, dirigibles, aviones y naves espaciales) . La misma insistencia de Rosencranz y de Adorno en el arte como alegoria de la libertad Co de la falta de constricciones externas) se revela, a una mirada mas atenta, como una formaci6n reactiva -y la desesperante busqueda de un antidoto- frente al denunciado malestar de la sociedad. Removiendo el «Aqueronte» de la histo ria, de las instituciones y de las conciencias, el arte con templa, en efecto, la remota posibilidad de que sus obras puedan un dia incitar a los hombres a «volver a mirar las estrellas» . Aparece asi, no sin pudor y apenas abocetado, el concepto de belleza como ascenso y enri quecimiento de la vida, desarrollado en su momento por Nietzsche con su personal estilo: «;,Que otra cosa puede ser la belleza sino la imagen reflej ada -contemplada por nosotros- del extraordinario jubilo de la naturaleza ante el descubrimiento de una nueva y fecunda posibilidad de vida? l Y que es la fealdad sino el disgusto de uno mis mo, el temor de que la naturaleza haya olvidado el arte de encantar a la vida?» [ .. .]. ;,Estaremos hoy cerca de ver concluida -en sus ex presiones mas difundidas 0 sobresalientes- la parabola de lo feo? Indudablemente avanzamos hacia equilibrios, 6rde nes y prohibiciones que no dependen ya enteramente de las teorias hasta aqui examinadas . Hoy se perfilan cuan do menos tres salidas : a) una desdramatizaci6n de lo feo anruoga a la que seha dado con lo «falso» o con lo «ma lo» en el ambito de ciertas logicas y eticas Oo que favo rece una distraida condescendencia en sus confrontacio nes y la tolerada indiscernibilidad de la frontera que lo separa de lo bello) ; b) una renovada exigencia de religio sidad -consecuencia inmediata tambien del derrumbe de los sistemas totalitarios europeos del siglo xx y la difu si6n de nuevas angustias ante los dramas del presente y 22 Remo Bodei las incertidumbres del futuro- que permea la dimension estetica, devuelve parte del aura del objeto de culto a la obra de arte y traslada para muchos las esperanzas de salvacion del terreno estrictamente politico al de la fe y la trascendencia (menos vinculado a la caducidad de los proyectos y menos fundamentado en el «banco de arena del tiempo» shakesperiano»); c) la resultante del parale logramo de fuerzas de estas dos tendencias, es decir, una utilizacion semisecularizada del mito y de lo sagra do en el arte, como sugieren, por ej emplo, el exito ines perado del Memorial de los V eteranos del Vietnam en Washington (sutilmente perturbador en su «mistica» simplicidad de largo muro de granito negro en el que se han grabado los nombres de los 58 . 126 militares muer tos en aquella guerra) , o, en terminos mas generales y sintomaticos, el reavivamiento de la piedad popular baj o formas aparentemente bizarras, como los numerosos monumentos construidos en todo el mundo en aquellos sitios en que se han producido accidentes de carretera o las estatuas de cemento coloreado y las tumbas en for ma de Mercedes del arte funerario contemporaneo en Centroafrica. En todas estas tendencias el estatus de lo bello y de lo feo se ha ido haciendo cada vez mas complejo preci samente debido a la difusion, tambien en el campo artis tico, de aquella sensibilidad «cosmopolita» ya invocada por Baudelaire (a proposito de la Exposicion Universal, seccion Bellas Artes, de 1855) ante un producto chino, «extraiio, bizarro, de formas retorcidas y color intenso o tan delicado que a veces llega a desaparecer». El arte asume una extension cada vez mas amplia y una fisono mia planetaria. Desde la cima del «siglo quinto de la era global» en la que nos encontramos, contando a partir del descubrimiento de America, se pueden empezar a observar, con una mirada panoramica, los momentos mas significativos del encuentro entre culturas antes se paradas o escasamente comunicadas: desde la precoz comercializacion, por parte de los portugueses, de deter- La sombra de lo bello 23 minadas manufacturas extraeuropeas a los experimen tos setecentistas de imitacion de la porcelana y los ob jetos ornamentales de Extremo Oriente; de la primera exposicion europea de arte japones, en 1889, a la pro gresiva atribucion de merito artistico a las estatuas, mascaras , relieves, obj etos decorativos de Oceania, Afri ca y America. La emigracion de tales productos de los museos de etnologia y de antropologia a los de «hellas artes» su braya finalmente la subita descontextualizacion de todas las obras, cualesquiera sean el pais y la epoca en que surgieron, a consecuencia de su concentracion en luga res destinados a ser visitados por el gran publico . Este reordenamiento y almacenamiento de las tradiciones es responsable del modo en que se han prefabricado y montado nuestros actuales conocimientos artisticos y se ha plasmado y condicionado nuestra misma «emocion artistica» . La tesis de que tanto el vigente culto de las obras de arte como la actual sensibilidad ante lo «hello» se han desarrollado exclusivamente en funcion de la creacion y el mantenimiento de una abundante red de «instituciones» (que engloba, ademas de los museos, las redes de coleccionistas, galeristas y comerciantes de an tigiiedades) es seguramente excesiva, pero plantea pro blemas y dudas sobre la naturaleza, la permanencia y el valor social de lo «hello» . Sin embargo, el ideal d e las «hellas artes» no h a de saparecido ni siquiera tras la aparente apoteosis de lo feo . Antes bien, se asiste en estos ultimos tiempos a la rapida clausura de la adorniana fase de la afliccion, a una creciente intolerancia frente al «arte feo» y al expe rimentalismo exacerbado de las vanguardias . El gesto de violar reglas y tradiciones nos deja hoy indiferentes : su eco se extingue rapidamente en la batahola de los lenguajes, de los estilos, de las modas . ;,Existen repre siones que no hayan sido reprimidas? ;,Se conocen for mas de negatividad, de transgresion a las que se les ha ya negado el derecho a expresarse? Cuando parecen 24 Remo Bodei haberse practicado y agotado casi todos los tipos de provocacion vemos que los escandalos 0 se olvidan rapi do o, si se quiere que duren solo unos pocos meses, han de ser fomentados artificialmente. [...]. R.B. Traduccion: Alfredo Taberna. La energia del mal, el poder de lo feo Vicente Verdu D entro de lo hermoso anida un abismo. La maxima belleza produce deslumbramiento y puj ando tras su telon de luz se condensa la potencia del horror. Un pun to mas en la belleza perfecta y su consecuencia es un in greso en lo siniestro . Detras de cada princesa de cuento hay un animal cuya vileza ha sido trasmutada por el en cantamiento en una beldad; pero tambien, en el interior de lo monstruoso, en el ultimo corazon del monstruo vi ve empotrado un alveolo de cristalizada perfeccion. Dios y el diablo forman una unidad de rostro doble y con tinuo. Llegado al maximo de su poder omnimodo, transgre diendo el limite de lo absoluto, Dios cae trompicado en la turbacion de un doble satanico que lo maldice; que lo deniega y lo vivifica a la vez convirtiendose en la muerte lacada donde su reflej o cobra su autentico esplendor. Lo feo acecha siempre a lo sublime como la belleza su blime se encuentra a un paso de convertirse en una es cenografia kitsch. Karl Rosenkranz, que en 1835 publico un tratado sobre la estetica de lo feo, imagin6 un cuadro de transiciones desde lo bello a lo feo que tenia como ultimo destino un regreso circular a la belleza a traves 26 Vicente Verdu de la ingenuidad o el humor, la fuerza que acaba desba ratando, como la maxima subversion, el orden circuns pecto de las cosas . Tanto lo bello como lo feo son categorias serias que hablan con arrogancia del bien y el mal . Lo hermoso es el cielo y sus majestuosas glorias, mientras el infierno es, ademas de un espacio religioso y etico, un tremedal donde necesariamente lo deforme, lo horroroso o lo atroz no debe faltar para que el mal se represente com pleto . Tanto en uno como en otro ambito, en el cielo como en el infierno, no hay Iugar para el sentido del hu mor. Nunca, ni en las ceremonias que honran a Dios ni en los exorcismos que invocan al diablo, cabe lo chisto so, ni lo comico, ni lo ingenuo . Mas bien tanto la belleza como la fealdad se comportan con las formas mas seve ras de la autoridad, van revestidas de capas y ornamen tos, se aderezan con citaras, cornamusas, coronas, cuer nos, pezu:iias o tridentes . Exponen sus figuras nimbadas de aureolas, sombras, resplandores o himnos de fuego y, en suma, dotadas de una proteccion que solo el acido de la ironia corroe hasta hacerle da:iio . En la metafisica de Rosenkranz, a lo bello sublime se opone lo vulgar, pero lo vulgar que parece invulnera ble, en un punto mas alia recae en lo ingenuo y es lo in genuo de nuevo, por la virtud de la sonrisa, quien brinda una sensacion benefica que reenvia a la sublimidad. Lo mismo sucede con lo bello placentero, con lo que ... es gracil, agradable y vital . Frente a este coro de atrac cion se alza lo repugnante, lo tosco, lo asqueroso y lo muerto que son categorias de lo feo . De ese antagonis mo entre lo seductor y lo asqueante parece imposible escapar, pero basta que la repugnancia traspase un um bra! ulterior, avanzado hacia lo grotesco, para que lo que fue rechazado se convierta en jocoso yabra las . puertas, de nuevo, a la oportunidad del placer. En estos transitos siempre se juega con una materia prima oculta y, sin embargo, tan fulgurante como la li bertad. La belleza, aun imperfecta, se nutre del efecto La energia del mal, el poder de lo feo 27 de la libertad. Un esbozo de un cuadro, el primer borra dor de un libro, la primera ideacion de un proyecto ar quitectonico pueden ser imperfectos, pero contienen be lleza cuando estan traspasados de una vaharada de libertad. Lo feo no es lo imperfecto sino lo defectuoso, aquello que ha tornado un camino forzado y contrahe cho, diferente al gesto airoso que distingue el ejercicio de la libertad. Lo feo es infernal porque incorpora la presion de una condena, mientras lo hermoso es ascen dente estimulado por el oxigeno de la liberacion. El mal, lo perverso, lo feo, mas que lo hermoso, es, no obstante, la energia central de nuestro tiempo. Nada hay mas chic en la moda que la contravencion de lo per fecto, la asimetria en el corte, la juntura de los tejidos que se repelen, la anorexia como una orgia de la enfer medad sobre la salud. El sistema de la moda no hace otra closa que investigar en las sentinas de la fealdad para extraer energias de sus articulos de desecho; mien tras, a la vez, la produccion industrial, la cultural, la po litica, la mediatica, la sexual, es hoy una actividad afa nada en el reciclaj e de los detritus . Lo que fue en un tiempo boyante y ha decaido se convierte en el producto suculento para ser exhibido como nuevo objeto de dis tincion. Los materiales mas impregnados hoy de bondad son aquellos que tras su proceso de recuperacion se pre sentan como salvados de las basuras, desenterrados del cementerio, resucitados de la fealdad de la muerte y transformados como los reloj es «Chaft», como el papel reciclado, como el acero o el cristal recuperados en tes timonios de una energia rediviva, aureolada de beatitud. Lo terminal se conmuta hoy por lo inaugural con una fa cilidad que toma su energia de la descomposicion. La descomposicion presta la potencia de sus fermentos me fiticos y es desde su mismo centro, acotado, detenido, desde donde brota el simulacro de valor. La ideologia del fin de la historia tiene que ver di rectamente con este estado paralitico de las ideas, esta simulada paralisis del final sobre cuyo extasis escenico 28 Vicente Verdu acuden, como espectros, enseres, conceptos, ideas y culpas de otro tiempo. Dentro de la interminable sala de espera del fin de siglo, donde aguardamos sin objeti vos ni proyectos, van proyectandose las sombras de un largo preterito . Llegados al fin del milenio, la cinta de video de la historia patina y rebobinandose ofrece un sucesivo remake de las secuencias vividas hace aiios . Desde el retorno de las religiones al gusto por el diablo, desde el temor a las plagas al terror de los inventos (geneticos, informaticos), desde el incremento de los desamparados a los atavismos nacionalistas, desde el revival de las artes manuales a la reconstruccion de las ciudades, desde la adoracion por lo antiguo a la histeria de las conmemoraciones . El mundo parece haber llega do a un perfecto punto muerto en torno al cual mero dean los cuerpos del preterito como detritos volantes, cruzandose entre si , permutandose en las pantallas de los media, creando noticias nuevas de profecias muy viejas, augurando un futuro sin destino en mitad del va cio del destino, demorandose, en fin, en una plataforma incestuosa donde la repeticion toma el Iugar de la inno vacion, donde la reproduccion se sustituye por la clo nacion y en donde la perversion ha sustituido a la sub version. En el sexo, en la economia financiera, en la moral, la: perversion acapara las portadas de los media y ha satu rado el entorno . En las galerias de arte, desde Sidney a Nueva York, la exhibicion elige como obj eto lo visceral, lo escatologico, lo repulsivo, el reducto mas voraz de lo obsceno . En los desfiles de Terry Mugler o de Jean Paul Gaultier, en los barrocos de Versace o de Moschino, lo que parece diabolico o grotesco toma el relevo entre la elite, mientras en las calles la indumentaria de las tri bus urbanas, los atavios de los hinchas de fiitbol, los maquillaj es de las drag-queens, los tatuajes o los pier cings reiteran una estetica del sadomasoquismo y del horror. Desde la telebasura a los brotes de nazismo, desde el recuento negro sobre las atrocidades comunis- La energia del mal, el poder de lo {eo 29 tas a las mafias internacionales, desde el negocio del narcotrafico asesino a los degollamientos de niii.os en Argelia, desde el panico bursatil al panico de la destruc cion ecologica del planeta, desde la vuelta al infanticidio de niii.as en China a la venta de bebes rusos o colombia nos, desde el comercio clandestino de organos a hi co mercializacion de fetos para la cosmetica. El mundo · entero ha ingresado en una dinamica de la corrupcion y el terror que incluye una estetica del infierno . La subversion organizada hacia un mundo mejor ya no parece interesar a nadie. 0 bien, la energia de la pa sion revolucionaria aparece agotada en un tiempo de clausura, desmayada entre los fines de una epoca que ha terminado con las ilusiones de la modernidad. No se trata, ingresados ya en la postmodernidad, de un cam bio de referencias sino en su extravio de la referencia; no se asiste, mientras los dias transcurren, a un cambio de valores, sino a una fragmentacion del valor. Mientras en la modernidad existia un equivalente general del va lor, un patron que presidia el intercambio de las mer cancias, la sexualidad, la comunicacion, en la postmo dernidad impera lo que Baudrillard ha denominado la «fase fractal» del valor. En esta fase la referencia para digmatica desaparece y con su fracaso el valor irradia en todas direcciones, sin referencia a nada y por mera contigii.idad. En esta fase fractal ya no existe equivalen cia, ni natural ni general, ya no puede hablarse realmen te de una ley del valor, porque solo existe una epidemia del valor, una metastasis general del valor y en ella ya no cabria hablar de valor propiamente dicho, puesto que esta especie de desmultiplicacion en cadena imposibilita cualquier evaluacion segura. Ocurre como en la microfi sica: es tan imposible calcular en terminos de verdadero o falso como de bueno o malo, de bello o feo . El bien ya no esta en la verticalidad del mal, ni la belleza se opone a la fealdad. Cada particula, como cada valor, sigue su propio movimiento, brilla por un instante en el firma mento de la simulacion y despues desaparece en el va- 30 Vicente Verdu cio . Las cosas, en efecto, siguen funcionando hoy cuando su idea ya ha desaparecido : la idea del progreso ha de saparecido, pero el progreso continua. La ideologia poli tica ha desaparecido, pero el juego politico continua. En la epoca de la liberacion sexual Ia consigna fue el maxi mo de sexualidad con el minimo de reproduccion, mien tras hoy el sue:iio de una sociedad clonica seria mas bien el maximo de reproduccion con el minimo de sexo . ;,Lo bello y lo feo? La estetica se ha convertido en transestetica como el sexo en transexualidad. Todo es sexual . Todo es politico o todo es estetico . La politica se estetiza en el espectaculo, el sexo en la publicidad o en el porno que, extremado, devuelve con su sobredosis de obscenidad a la ingenuidad del kitsch. El universo del valor se cierra en un circulo de exor cismos donde sin referencias, en el Iugar donde regia el codigo, aparece una holgura en cuyo campo se desahoga la indeterminacion del mal . La busqueda del bien y la belleza, de la honestidad y la decencia, apenas ocupa a unos locos, puesto que, en un mundo sin ideal a con quistar, se han eliminado las guias o los pilares maes tros . Y cuando la guia no existe o el pilar mayor no lle ga al techo, ;,que importa ya la altura que alcance? En consecuencia,todo ha perdido elevacion y se desliza ha cia los bajos fondos. Desde la comunicacion a la cultura, desde la politica a las creencias, el sistema ha resbala do desde el mas al menos, de lo trascendente a lo co mercia! y de lo comercial a lo promiscuo . Lo que hoy se llama globalidad es un espacio sin cualificacion donde todo valor cabe y se intercambia y se aglomera en un magma sin cabeza ni pies . El mismo poder no reside en parte alguna y se di funde en redes tan sutiles y multiples que es imposible encontrar su centro contra el que pugnar. Esta misma indeterminacion, mezcla de estrategias y abandono de la humanidad a la fatalidad mercantil, es la que decide las colosales fusiones de empresas en conglomerados desco munales, la misma que provoca paro o miseria para mi- La energia del mal, el poder de lo {eo 31 Hones de personas en un mundo que ha renunciado a la armonia fundamental; la misma que condensa en gran des bolsas de riqueza o de pobreza los limitados recur sos del mundo . La perdida de simetria internacional, tras el fin de la guerra fria, ha producido a su vez el fe nomeno del desequilibrio polar, deforme y asimetrico, donde todo puede ser pervertido bajo el poder unico, el destino unico . Mientras la inocencia de la poblacion si gue invocando como un sueiio de perfeccion los sueiios democraticos, la corrupcion continua desguazandolos en la practica diaria del poder y las mafias internacionales y el crimen organizado cunden como una excrecencia contagiosa del mal. i,LO feo? i,Lo hermoso? El pasado fue en la moderni dad un zocalo sobre el que pretendia erigirse un tiempo hermoso. Hoy lo nuevo, en las reconstrucciones ideolo gicas, en las restauraciones perfectas, en los revivals del arte, son indicios de rescates pervertidos, copulaciones incestuosas con un tiempo fenecido donde el hedor de los infiernos ha perdido su horror para transmutarse, como el palacio de Windsor, recuperado pieza a pieza, en el objeto de lujo . · El desequilibrio, la perversion, la corrupcion, lo feo, lo artificialmente redivivo provoca males tar, y esta es la energia central de la epoca. «No queremos ser voso tros», dicen los chinos en su actual proceso de apertura al exterior. Pero nosotros, los occidentales, queremos ser nos-«otros» . Frente a la alienacion del mercado, frente a la enaj enacion de la cooperacion, la especie esta tomando una deriva de rechazo a lo existente . La meta no se dibuja con nitidez suficiente como para aspirar apasionadamente sus cercanias ; el movimiento, espora dico, fragmentado, no contiene una afirmacion hacia na da, sino una negacion del todo. La energia no procede de la atraccion de un porvenir hermoso, sino de la re pulsion hacia un presente injusto, deforme, cada vez mas degradado en lo cultural, cada vez mas burdo en lo politico, crecientemente mezquino en lo economico, cada 32 Vicente Verdu vez mas debil en la sexualidad. Las diferentes categorias de lo feo, desde la vulgaridad a la vileza, desde la defor midad a la debilidad se representan en un escenario donde el pensamiento empieza a cobrar fuerzas de le de gout, esa experiencia de asco, incomodidad, hastio y re pugnancia juntos que suscita el imperio de las cosas a las alturas del fin de siglo . Un poco mas aHa de esa ba rrera del siglo xx contra la que parecen haberse acumu lado todas las sobras y escombros de la centuria podria esbozarse un nuevo dibujo de sociedad, una renacida es tetica de lo nuevo como sinonimo de lo hermosa, un pro greso que inexcusablemente incluyera una mej or rela cion entre los seres humanos entre si y los seres humanos con la naturaleza. Ese horizonte, al que la con taminacion, las moles empresariales, las megapolis, las nubes de virus bursatiles o las basuras televisivas tapan la vista, es efectivamente una abstraccion aun. Ni siquie ra es posible husmear hilachas de su olor. Pero basta ahora con el hedor presente, con la pestilencia de la perversion, con la reaccion contra la fealdad, la deformi dad de la injusticia, la repulsa de la desigualdad, para que un filo de reverberaciones vaya abriendo, aun desde la ingenuidad, el principia de una torsion que devuelva sentido al valor y recalifique el anhelo de la solidaridad, de la dignidad, la cultura y la belleza. v.v. El sexo, la sangre, la muerte Michel Onfray C uando pongo en perspectiva todo lo que he visto en los museos en los aiios que llevo recorriendo Euro pa en busca de imagenes magicas, miticas y fabulosas, se me ocurre que en todo tiempo y lugar, consideradas todas las historias y todas las geografias, lo que consti tuye la esencia del arte pictorico viaj a muy a menudo entre los tres vertices de este triangulo negro que for man el sexo, la sangre y la muerte. De las primeras huellas dej adas por el hombre en las cavernas de Euro pa a las mas recientes pinturas, que se almacenan, frescas todavia, en los talleres del mismo viej o conti nente, la mayoria de las veces son las variaciones de estas tres instancias las que dibuj an y fabrican la histo ria del arte . Por ello, no acepto en modo alguno los discursos neohegelianos -cuando no construidos segU.n el modelo spengleriano de La decadencia de Occidente- que bus can, y acaban encontrando, ciclos, periodos, movimien tos racionales en una historia que, en si misma, no dej a d e ser e l ambito d e l o irracional. Tanto mas cuanto que los postuladores de semej antes logicas acaban siempre reinyectando en sus propositos los correspondientes conceptos de nacimiento, de crecimiento, de apogeo, de decadencia, sustentadores todos ellos de fantasmas pu- 34 Michel Onfray rificadores activos en periodos de transicion como este fin de milenio que abordamos. Los milenaristas contemporaneos pregonan el re torno de lo feo, lo bizarro, lo grotesco, lo espantoso, lo horrible, cuando no del mal gusto o de lo anormal. Aho ra bien, t-odo el arte se ha nutrido, desde siempre, de estas figuras de la negatividad. De la sala de los Felinos, en la gruta de Lascaux, a los depositos de cadaveres en los que Andres Serrano fotografia detalles de cadaveres etiquetados por la administracion, de las salas de la ne cropolis de Cheik Abd El-Gurna, en Egipto, al taller pa risino de Vladimir V elicovick, de las estatuas yacentes goticas de las catedrales europeas a las instalaciones de Asta Groting, de las ceras anatomicas de Fragonard a los ultimos grabados en cobre de Picasso, es siempre el sexo , la sangre, la muerte lo que se cuenta, lo que se persigue, encuentra, fija y muestra. En sus origenes, el arte se nutre siempre, desde tiempo inmemorial, de lo bizarro, de la fealdad y del ho rror, antes de que el tiempo surta su efecto permitiendo domesticar y aclimatar lo negativo con ayuda de las cristalizaciones culturales y sociales. De suerte que, su blimadas, las sombras espantosas se convierten en luces con las que se ilumina el alma de esos sempiternos va gabundos metafisicos que son los hombres . Los finales de siglo, y mas aun los de milenio, suscitan y producen en abundancia sus fantasmagorias teoricas, sus cons trucciones intelectuales especificas y los delirios milena ristas habituales. En cada ocasion, el discurso sobre la . decadencia prosigue, como prueba de la dificultad o de la incapacidad que los contemporaneos que envejecen tienen de aceptar con serenidad el paso del tiempo, tan to de los segundos como de los siglos -ya que, despues de todo, como confirmaria Lapalice, gracias a los minus culos segundos de una breve existencia se construyen esos siglos tan largos que forman las civilizaciones mas duraderas. Por mi parte defiendo la inexistencia de los ciclos y El sexo, la sangre, la muerte 35 la permanencia del caos, del desorden en la historia. El tiempo transcurrido no se organiza a partir del modelo de la linea recta, de la flecha dirigida hacia el futuro, amoldandose al orden del progreso y de la evolucion;se desarrolla mas bien siguiendo el principio de la arbores cencia y de la variacion infinita en torno a los mismos temas . Lo real se desvela a traves del modelo fractal, y no del lineal . Clasicismo, gotico, barroco, manierismo, rococo, modernidad, vanguardia y demas inventos de los historiadores se aplican menos a unas epocas datadas que a unos caracteres, a unos temperamentos, a unos modos presentes en todas las epocas . El tratamiento de la informacion se modifica, pero la informacion se man tiene . El estilo varia; lo que se expresa no lo hace nunca. Lo primero de todo, el sexo . Que no se me malinter prete imaginando, al evocar esta palabra, un unico enfo que reduccionista confinado y limitado a la sexualidad genital, a los pequeiios asuntos humanos que generan pequeiias pasiones en torno a las pequeiias preocupacio nes cotidianas . Pienso aqui en la vitalidad que actua en cualquier lugar en que hay fuerzas que resisten a la muerte . Es energia y potencia, fuerza que consiente el ser y la duracion de una forma. El sexo equivale en este sentido a uno de los principios caros a los presocraticos -el amor y el odio en Empedocles, por ejemplo- que ac tuan como conceptos operativos con cuya ayuda lo di verso se concibe mejor, mas concentrado, mej or reunido . El sexo remite a la vitalidad ciega, a ese querer que habita lo viviente y le hace desear el ser, la duracion, la persistencia en una estructura, un modo de organizarse, una composicion. El latin disponia, antes de la utiliza cion que de ella hizo Freud, de una libido que se corres ponde mejor con lo que yo entiendo por sexo. Energia, apetito, deseo de voluptuosidad, fantasia, capricho, tirania de lo arbitrario, pero tambien oposicion de uno mismo respecto al mundo como aposicion, veo en el el indispensable impetus sin el que no habria ninguna con- 36 Michel Onfray sistencia, ninguna existencia. El sexo es el alma de lo viviente . Los negativos de manos que cubren las grutas pre histOricas como primeras firmas de la humanidad, aun si nos sentimos abrumados por los interrogantes ante cual seria su autentico significado, expresan este querer poseer, esta voluntad de marcar un territorio, de delimi tar, de apropiarse y de situar en perspectiva el tiempo de un hombre, su historia y el espacio en el que evolu ciona, su geografia. Sexo, ese movil originario y esta rubrica sobre la forma de dominio; sexo, tambien, ese llegar a ser cosa del mundo por obra de un querer deci dido; sexo, en fin, la inmovilizacion del tiempo eterno en el proyecto y la decision de un acto individual. Bizarro, ya, este primer des ear. En un principio fue el negativo de la mano . Surgie ron luego los signos, que fueron en seguida binarios, fe meninos y masculinos, como si ya el sexo tuviera que expresarse en el dualismo, la oposicion, la separacion y tal vez, a cierto plazo -pero lque plazo?-, el deseo de una reconciliacion. Triangulos, ovalos y otros rastros claviformes o cuadrangulares, los simbolos femeninos atraen a los simbolos que expresan lo masculino, gan chos y elementos propulsores y espinosos, bastoncillos, puntos y lineas. Ahi se encuentra en su totalidad el alfa beto del sexo . Solo falta la gramatica. Esta tomara forma con las vulvas, las nalgas, los pe chos, las caderas, las pelvis exacerbadas . Y los falos desmesurados, triunfantes, mas los acoplamientos que a veces cuentan con un participante zoomorfo . Venus de Lespugue o de Willendorf aqui; humanoide rupestre y li bio con rostro de conej o y sexo desproporcionado alla, la gran ronda sigue el modelo de los principios opuestos llamados a reunirse, a reencontrarse para que el mundo persista en su forma y en la dinamica que lo estructura. El desafio al buen sentido anatomico situa estas huellas primitivas en ese terreno del arte donde lo que se mani fiesta es menos la reproduccion fiel de un cuerpo visto El sexo, la sangre, la muerte 37 en su detalle que la metamorfosis encarnada de una me tafisica: maternidad, fecundidad, abundancia, alimento, vida y supervivencia: las inquietudes del primer hombre seguiran animando y preocupando al ultimo. Ese sexo no deja de trabajar el alma de todos noso tros . ;. Como vi vir y so brevi vir? ;.De que forma seguir du rando, a pesar del poder de la entropia? ;.Que subterfu gios tiene a su disposicion el que ha de morir y lo sabe? El arte esta ahi, en ese deseo de rechazar los confines y los limites de la muerte, de conjurar hoy, al instante, nuestra desaparicion en este mismo momento, o mana na, o pasado maiiana. El artista quiere sujetar a la muerte, atarla, obligarla a tomarselo con paciencia. Surgen carnes y cuerpos, deseos y placeres en los vasos griegos en que se practica el amor del mismo nombre, en las casas patricias de Pompeya, en los tem plos indios donde se representan las posturas amorosas, en los lienzos de Lancret, Fragonard o Watteau, en Pi casso, que pinta sexos femeninos como los dibujaban en las cavernas prehistoricas . 0, emblematico, como debe ser, en El origen del mundo de Gustave Courbet. Algunos, en su momento, vieron en todo ello lo feo, lo anormal, lo desagradable, o lo bizarro . A otros, hace poco, les se guia pareciendo asi . . . En lo tocante al contenido, un toison pubico, una hendidura semejante a una herida metafisica, muslos abiertos, separados, un vientre, un ombligo, una carne, el color de una piel, su grano, unos senos, un encuadre que excluye tanto el rostro como los brazos y las pier nas, un tejido que es la antitesis del santo sudario. Por lo que se refiere a la composicion y a la mistica, una es pecie de primer plano de lo que atraviesa la historia y la geografia, el tiempo y el espacio, una quintaesencia que contiene en potencia todas las anunciaciones, nativida des, virgenes con nino y otros momentos cristicos de la vida de Jesus -de la huida a Egipto a las ense:iianzas impartidas a los doctores en el templo . Del mismo modo, este cuadro atrae las escenas, 38 Michel Onfray abundantes en la historia de las imagenes, y especial mente de la pintura, de violaciones y raptos, de Proserpi na o de Europa, de las Sabinas o de Ganimedes, cuando no de brutalidades a las que es aficionada la humanidad masculina, que, del hombre de las cavernas en adelante, apenas si acepta la sujecion de los principios . La Lucre cia violada es el objeto en el que Sextus (sic!), hijo de Tarquino el Soberbio, pone su mano como para dej ar su huella, en seiial de apropiacion, de posesion, de sumi sion. Sextus inscribe, delimita y marca su territorio en el cuerpo de una mujer como quien conquista el territo rio de un pais . AI volverse mas civilizados, los hombres invitan a embarcarse rumbo a Citerea y a abordar ori llas donde Eros triunfa con menos violencia. Aparecen las logicas de la seduccion, mientras que la sexualidad se disimula bajo los pretextos del erotismo. Alii se expresan ya el poder de los cuerpos someti dos a la libido, el imperio que los sentidos y las pasio nes ejercen sobre una carne confinada al registro de las vibraciones y de los sobresaltos de la necesidad. Manos en negativo, vulvas, falos, mas tarde violaciones, raptos y perpetuacion de la carne, todo lo que pasa de Lascaux a Picasso exhibe, muestra a porfia toda la potencia de esta energia primigenia, de esta fuerza genealogica de lo real. Pero semejante fuerza es bizarra, extraiia, inquie tante, cuando no, en sus violentos efectos , fea, horrible, anormal y sangrienta. Sin ella no existiria el mundo, ni la realidad, ni la existencia, nada que no fuera un vacio sideral, el silencio de unos planetas animados por movi mientos imitiles. En segundo Iugar, la sangre . En lo simbolico, la san gre ha sido siempre un sistema de vida. Es el agente del movimiento, del aliento, de la fertilidad, de la abundan cia, pero tambien de las pasiones, de los calores que atraviesan el cuerpo. En nuestro siglo xx se haconverti do tambien en el vehiculo de la muerte y de la infeccion por el sida. Eros y Tanatos representados en el mismo El sexo, la sangre, la muerte 39 flujo, en el mismo roj o vivo condenado a secarse, a en negrecerse, a escamarse y convertirse en polvo . Las me tamorfosis de la sangre no han estado ausentes de la historia del arte, de la caza a la guerra pasando por el crimen, el asesinato y otras ocasiones histericas o politi cas de hacerla correr. Del sexo a la sangre hay poca distancia, apenas mas distancia que de la sangre a la muerte. La gruta prehis t6rica es ya el espacio de esta verdad: los falos son transformados en armas, cuando no son las armas las que adoptan una forma fruica. Las puntas de azagayas, las armas con empuiiadura, los arpones de los pescado res, las cornamentas de cervidos se decoran con escenas de caza en las que aparece la figura recurrente del hom bre herido del que mana la sangre. Perseguido por un bisonte, alzando los brazos ante su carga, golpeado por el animal o atacado por un oso que levanta la pata, cuando no traspasado por largas azagayas, el cuerpo del hombre prehist6rico conoce el peligro de lo cotidiano . Arriesga su piel, se expone a que se la agujereen en cualquier momento del dia, incluso fuera de los periodos especificamente dedicados a la caza. El combate parece ser la forma mas antigua de la in tersubjetividad. Su modalidad primigenia, anterior a los torneos oratorios o a los enfrentamientos metaf6ricos que la reemplazarian, es verosimilmente el cuerpo a cuerpo, el deseo de matar al otro, de acabar con su car ne. Esta voluntad ha atravesado los siglos con las gue rras, pero tambien con el sacrificio propiciatorio que exige la elecci6n de una victima emisaria. El combate entre Horacios y Curiacios ilustr6 magnificamente esta reducci6n de lo diverso a lo uno, esta metafisica quin taesenciada de la lucha a muerte por el reconocimiento y la fuerza triunfante . Pero aun mas y mejor, o al menos como un exito mas absoluto, quiero recordar la pasi6n de Cristo, que produjo una multiplicaci6n considerable de los trata mientos de este tema sangriento por excelencia. En su 40 Michel Onfray origen, la subida al Calvaria se acompa:iia de latigazos con correas de cuero, escupitajos, sufrimientos asocia das al arrastre de la cruz, flagelaciones, esponj as empa padas en vinagre. Y a sabemos como fue la crucifixion, entre dos ladrones, en el Golgota: corona de espinas y frente perlada de gotas de sangre, costado atravesado de una lanzada y linfa que se derrama, clavos hundidos en las manos y los pies, el tema suministrara los proto tipos que en la historia del arte constituyen el Ecce Ho mo y las diferentes crucifixiones . Los siglos que siguen a la instalacion del cristianis mo en el poder proporcionan, desde un punta de vista pictorico, una considerable literatura martirologica. Ni colas azotado, Tomas traspasado por lanzas, Sebastian atravesado por flechas, Juan Bautista, Juliana, Longinos, Timoteo y tantos otros decapitados, Cristina y su lengua cortada, con flechas en el corazon y en el costado, Lo renzo sabre su parrilla: a todos ellos se les representa sufrientes y sanguinolentos para edificacion del creyente de base. Los martires Henan las iglesias : las mas gran des, magnificas y simbolicas, San Pedro de Roma por ej emplo, pero tambien las mas modestas, en las aldeas de todas las campi:iias de Europa. Siempre sangre, siem pre sufrimiento celebrado, venerado, representado y ofrecido como ejemplo. Pienso, como pintura emblematica, en el cuadro de Poussin titulado El martirio de San Erasmo, en el que, tumbada y atada a un banco, las manos trabadas, estira da en arco por torturadores sin odio aparente en sus ros tros, la victima del suplicio es vaciada de sus visceras, de las que tira una polea. Un hombre maneja el mecanismo y enrolla el intestino sabre un cilindro como los que pueden verse encima de los brocales de los pozos. El vientre va ciado, el alma pura, el cuerpo torturado, la sangre derra mada, todo se dirige a la edificacion de los creyentes. Alli una vez mas, horror, barbarie y fealdad, estetica del dolor. El progreso se hace esperar desde las caver nas : sigue venerandose la negatividad para hacer de ella El sexo, la sangre, la muerte 41 una positividad presentable bajo la forma del arte, de lo sagrado, de lo religioso, de la m.istica, de la metafisica o de la sociologia. La materia prima la sigue proporcionan do la carne que se odia, que se maltrata, que se destina al peligro, a la muerte y a la descomposicion. Esto es lo que expresan con redundancia las pinturas de historia, un genera en el que abundan las escenas de guerra. Sangre de batallas anunciadas, en curso o termina das -Uccello , Brueghel de Velours, Delacroix, David, Goya, Picasso, Otto Dix y tantos otros-, los campos de batalla de San Romano, la matanza de los Inocentes, Is so o Scio, los fusilamientos de Madrid, el asesinato en su baiiera de un tribuna revolucionario, la retirada de Rusia, los conflictos de intereses entre los reinos e im perios europeos, las guerras revolucionarias, las de las conquistas napoleonicas, las victorias y las derrotas, los fascismos y totalitarismos del siglo xx: la sangre no ha cesado nunca de estar presente, como una variacion sa bre el tema prehistorico de la caza. Depredadores y pre sas se enfrentan desde siempre en unos frentes milita res en los que brota a borbotones el precioso liquido . Del mismo modo que los artistas se regocijan con la sangre que hacen correr los hombres, aman la que vier te la naturaleza. Muchos pintores especializados en ca tastrofes han destacado en la representacion del horror consustancial a la furia de los elementos : temblores de tierra y sus consecuencias, marejadas, erupciones volca nicas, poblaciones desiertas, ruinas, incendios de tem plos e iglesias, ciudades en llamas, saqueos y matanzas cometidos por los histericos supervivientes . Recordemos la totalidad de la obra de Monsu Desiderio, o los lienzos de P . H. Valenciennes . Sangre, siempre sangre . Y, por ultimo, la muerte. Despues del sexo y sus di namicas, de la sangre y sus fugas, la muerte y sus cada veres, en abundancia. El curso de cualquier existencia sigue estas estaciones : nacer, vivir, reproducirse, sufrir, morir. Ya Lascaux muestra animales decapitados, rebe cos o cervidos sin cabeza. l,Magia de cazador? l,Animales El sexo, la sangre, la muerte 43 cogidos en la trampa y sortilegios en efigie que lograron su objetivo? ;,Ritual de un conjuro mistico? ;,Separacion, ya, del cuerpo y del alma? ;,Cadaveres de bestias que sirven de alimento a los vivos? En cualquier caso, ha biendose atacado la integridad del cuerpo, lo que se ofrece es el equivalente a una figura amputada, una existencia incompleta. La iconografia cristiana ama los cadaveres, a los moribundos y a los muertos . El Cristo bajado de la cruz, objeto de lamentaciones colectivas, yacente sobre las ro dillas de su madre, componiendo la Piedad: lo que se muestra siempre es un cuerpo mutilado, herido de muerte . Heridas en el vientre, rostro surcado por lagri mas de sangre, pies y manos taladrados, el Dios hecho hombre triunfa primero como hombre, como carne mar tirizada. Una vez mas pienso en una obra emblematica, en este caso la celebre Crucifixion que Matthias Grune wald pinto en un panel del retablo de Issenheim. Las manos retorcidas de dolor, como si fuesen ara :iias, los pies forzados a una torsion dolorosa, el torax crispado por el ahogo mortal que siempre provocaba la colocacion en la cruz y, por supuesto, sangre abundante alii donde se han dejado sentir los clavos y la Ianza. Y ademas, esta carne ya podrida, corrompida, manchada, verde, en la que se anuncian los reflej os de la descom posicion. Por ultimo, esos pinchazos infinitos que cons telan el cuerpo y transforman la piel de Cristo en una pobre prendaapolillada. En cuanto al rostro, esta cons truido a partir de un grito, como ocurre en todas las obras de Francis Bacon. Cmi la diferencia de que en el maestro de Issenheim el grito ni siquiera tiene la fuerza necesaria para ser lanzado, parece iniciarse y acabar in mediatamente en un sollozo abortado, un estertor largo y Iento . El cuerpo de Cristo muerto es el de una divini dad que ha elegido hacer suyo el destino de los hom bres. ;,Acaso fue alguna vez otra cosa que humano este sectario al que prometieron un hermoso futuro? Son muchos los martires que han deseado ese desti- 44 Michel Onfray no, esta confusion de su itinerario con el de su inspira dor muerto en la cruz . Y junto a ellos los que forman el panteon de los martires laicos, Nastagio degli Onesti en Botticelli, los hijos de Saturno o los canibales de Goya, Bara o Marat y otros heroes de la revolucion francesa en David. Pero ya Vesalio habia inaugurado un genero que enaltecia al yacente o al desollado practicando el di bujo anatomico, y que seria seguido por todos los espe cialistas italianos en ceroplastia, cuyo pretexto es la anatomia, Mascagni y Fontana entre ellos. Rembrandt pinta mas tarde dos cuadros soberbios de una clase de diseccion: La leccion de anatomia del doc tor Joan Deyman propone un cadaver con los pies en pri mer plano y el cerebro abierto, el craneo hundido, las meninges cortadas y abiertas como un trapo, el vientre eviscerado, que no consiguen borrar mi impresion de que la pintura podria representar la autopsia de Cristo tras el descendimiento . El tratamiento de la informacion relaciona esta tela con El (santo) entierro que puede ver se en Munich, asi como con el Cuarto de buey expuesto en Paris. No hay mucha diferencia entre la naturaleza muerta que representa el cadaver, o cualquier otra car ne de la que ha desertado la vida, y las pinturas clasicas que tratan de la crucifixion y la ultramuerte de Cristo . El buey de Rembrandt, si, pero tambien el salmon de Melendez, el arenque de Claesz, la raya de Chardin, la liebre de Oudry, el pollo de Soutine, la cabeza de cordero de Picasso, e incluso todos los cuadros en que Francis Bacon estudia una crucifixion, un retrato, un autorretra to o pinta simplemente una Figura con carne, hacen valer el parentesco entre todas las carnes, la del mas humilde de los pescados y la del mas celebre de los crucificados. Solo hay naturalezas muertas, sean estas retratos, figu ras reales, imperiales o anonimas, solitarias o en grupo, conjuntos familiares burgueses en el periodo clasico, pai sajes romanos o de otros lugares, escenas de fumadores holandeses. Claudio de Lorena tanto como Le Brun. Naturaleza muerta el retrato de Luis XIV por Hya- El sexo, la sangre, la muerte 45 cinthe Rigaud; naturaleza muerta el retrato del matri monio Arnolfini de Jan Van Eyck; naturalezas muertas igualmente los retratos de monsieur Leblanc y de su es posa, inmortalizados por separado, como buenos bur gueses, por lngres; naturalezas muertas, en fin, cuando no ejemplos de vanitas, El juramenta del juego de pelota de David, La coronaci6n de Napoleon de David, el Guer nica de Picasso o cualquier otro cuadro de los deno minados «de historia» . Pues lo que en cada uno de ellos queda fijado, congelado, inmovilizado en la ilusion de eternidad son momentos fugaces, que ya han pasado y que no volveran nunca. Todo es vanidad, tanto el genero practicado como tal, bajo este nombre y rubrica, como lo que esconde y disfruta la mosca que frecuenta las carro:iias, el gusano en la fruta, el reloj que deja caer su arena, la mariposa, las flores condenadas a marchitarse, las calaveras y otros simbolos de la precariedad del tiempo. Puesto que habra que morir, el artista corre hacia el abismo, obse sionado, habitado por el sexo, la sangre, la muerte. Pero morira, pronto, antes de que los demas tomen el relevo como asediados por lo bizarro, como enloquecidos por la fealdad, como lunaticos atormentados por lo horrible . Por supuesto, el sexo, la sangre, la muerte no ago tan el conjunto de las producciones artisticas . Menos aun desde que la pintura abandon6 el tema para encami narse -del impresionismo a la abstraccion pura- hacia el puro culto de la forma o de la luz, es decir, del trazo y del color gratuitos . A partir de las deconstrucciones de las Nympheas de Monet, la pintura ha prescindido del tema. Pero quienes persistieron en su tratamiento, to mandolo por la cintura, Pablo Picasso y Henri Matisse anteayer, Francis Bacon y Lucian Freud ayer, Rustin y Vladimir V elikovick hoy, han reencontrado el camino de Lascaux y de las cavernas prehistoricas para expresar la persistencia del Apocalipsis, el eterno imperio que sobre los hombres ejercen lo bizarro y la fealdad, la muerte y la sangre, el sexo y lo horrible . 46 Michel Onfray Guerras y corridas, enfermedades y vejez, diluvios y naufragios, catastrofes y cataclismos, raptos de virgenes y tablas de carniceros, asesinatos y matemidades, ero tismo y sexualidad, canibales y monstruos, corderos de capitados y cabezas alineadas en las salas en las que se imparten las lecciones de anatomia, bruj as histericas y muj eres lascivas, falos triunfantes y torturas infligidas, incluso las metaforicas, sobre todo las metaforicas, todo ello es lo que no ha dej ado de alimentar a la pintura. Todo lo que no dejara de alimentarla mientras la figura cion pura, lo mismo que la abstraccion pura -desde el momento que nunca existieron asi, sin mezclas-, se em pecinan en los callejones sin salida donde hoy se en cuentran. Y a lo habian mostrado Basquiat, Keith Haring y otros que trabaj an en el silencio en que los talleres funcionan en Athanor: en el crisol cuyo secreto poseen, los artistas mezclaran siempre el sexo, la sangre, la muerte para transfigurar estas materias etemas en pin turas magnificas que nos permiten esperar la muerte manteniendola a cierta distancia (antes de que por fin venga a buscarnos) . M. O. Traduccion: Alfredo Taberna. De la muerte, los demas y otras parabolas modernas Estrella de Diego U ltimamente estan pasando cosas. Cosas raras, desde luego . Estan pasando cosas que muestran, incluso de forma descarada, territorios que parecian privados, ex cluidos, apartados de la vista, esqueletos en armarios cerrados con tres Haves, secretos de Barbazul . Un dia, para olvidarse de los problemas del trabajo y harto de cine gore, el senor Correcto enciende la tele vision y se encuentra, de pronto, frente a un «ama» sa domasoquista, desinhibida -como debe ser un «ama», imagino-, que se deja filmar con los clientes, un poco ra quiticos, en su despacho, un ambiente escualido que no invita a mucho, al menos desde fuera. Todo -personajes y set- parece bastante anticanoni co, especialmente desde el punto de la pornografia tra dicional . En medio de la sordidez de esos juegos eroti cos que nada tienen que ver con las sofisticadas ilustraciones de la clasica revista Bizarre, se desvela, se guramente, algo mas profundo que los rituales del frag mento innombrable de la historia del sexo: el SM sin focos 0 cuerpos del deseo parece mas ridiculo que insul tante o excitante . Nuestros pequefi.os placeres privados, prohibidos, los que el dia en que fuimos parte de ellos 48 Estrella de Diego nos hicieron transgresores, vistos asi, en su cruda reali dad, son, sencillamente, absurdos, pura vergiienza so cial, oprobio. Aunque, al fin, en la vida real, no hace fal ta ser un «cuerpo 10» para tener manias y ponerlas en practica. No se de d6nde tanto asombro . Pero hacerlas publicas . . . En todo caso, se mantiene el anonimato al menos, cubiertos los rostros por las seductoras masca ras de latex. No termina ahi el asunto, ni mucho menos. Cansado de la larga semana, el senor Correcto decide ir el do mingo al museo, a ver una exposici6n y ;,que encuentra? Locas, monstruos de dos cuerpos, ovejas, cerdos, repro
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