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Psicología forense y justicia social - Tamara Fonte Cadiz

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Temas Selectos en Orientación
Psicológica
Vol. X
Psicología forense y justicia social:
estrategias de intervención
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Temas Selectos en Orientación Psicológica
Vol. X
Psicología forense y justicia social:
estrategias de intervención
 
 
 
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Temas selectos en orientación psicológica, Vol. X. Psicología forense y justicia social: estrategias de
intervención
D.R. © 2016 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
ISBN: 978-607-448-582-0 (Vol. X versión electrónica)
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Temas selectos en orientación psicológica, vol. X : psicología forense y justicia social : estrategias de intervención. –- Ciudad de
México : Editorial El Manual Moderno : Universidad Iberoamericana, 2016.
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ISBN: 970-729-158-3 (Obra completa)
ISBN: 978-607-448-582-0 (v. X, versión electrónica, Editorial El Manual Moderno)
ISBN: 978-607-417-401-4 (versión electrónica, Universidad Iberoamericana)
 
1. Ps icología forense . 2. Abuso infantil – Aspectos psicológicos. 3. Conducta operante. 4. Salud mental - Aspectos
psicológicos . I . Universidad Iberoamericana (Ciudad de México). II. título: psicología forense y justicia social : estrategias de
intervención
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Rosalinda Martínez Jaimes
Directora de Publicaciones
 
EDITORIAL EL MANUAL MODERNO
 
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Director editorial y de producción:
 
Lic. Santiago Viveros Fuentes
Editor responsable
 
Lic. Tania Flor García San Juan
Editora asociada
 
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Imagen de portada
 
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Contenido
Editorial
Los organizadores
 
 
Autocuidado y prevención del burnout para los profesionales de la salud mental que
trabajan en ámbitos forenses y de justicia social
Viviana Demichelis Machorro
 
Ejercicio profesional del psicólogo forense y pautas para el orientador
Roberto Tejero Acevedo
 
Protocolo de actuación en caso de probable riesgo, maltrato o delito sexual en contra de
niñas, niños y adolescentes, para su aplicación en las escuelas de educación básica del
estado de Yucatán.
Rossana de Guadalupe Achach Cervera
 
Dificultades de los profesionales de la salud mental para trabajar desde un marco de
Justicia Social
Elsa Sánchez-Corral Fernández
 
VIH-SIDA, Derechos Humanos y Justicia Social. Estrategias de Intervención Psicológica
Patricia García-Fernández
 
Barreras y oportunidades para el fortalecimiento de la vida independiente en jóvenes con
discapacidad intelectual
Dra. Elisa Saad Dayán
 
Derechos humanos como eje rector de la justicia social
Mariana Díaz Figueroa
 
Psicoterapia forense: aportaciones e innovaciones al sistema de justicia
Reyna Faride Peña Castillo, Anayancy Silveira Tus, Dora Ayora Talavera,Rosario
Pérez Sánchez, Luz Elena González Arias y Silvia Álvarez Cuevas.
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Editorial
 
Los tiempos actuales plantean a los profesionistas de las distintas disciplinas, incluidas las
relacionadas con la salud mental y el bienestar emocional, retos particulares que son
producto de la modernidad y el contexto en que nos encontramos inmersos. En ese
sentido, la temática elegida para la organización del 7º Congreso Internacional de la
Asociación Mexicana de Orientación Psicológica y Psicoterapia, A. C. (AMOPP)
representó un esfuerzo por dar respuesta a la imperiosa necesidad de ampliar la visión y
alcance de la profesión del orientador psicológico en el ámbito de la justicia social y la
psicología forense, ámbitos que sin duda merecen un espacio para el análisis y discusión.
La Universidad Marista de Mérida fue sede de este Congreso, que se realizó los días
24, 25 y 26 de septiembre de 2015, evento avalado académicamente por la Universidad
Iberoamericana de la Ciudad de México, la AMOPP y el National Board for Certified
Counselors, por sus siglas NBCC. Siguiendo la tradición iniciada desde hace varios años,
consideramos pertinente, dada la calidad de los ponentes y de los contenidos temáticos,
realizar la edición una publicación bajo el título “Psicología forense y justicia social:
estrategias de intervención”, y que presentamos como el X volumen de Temas Selectos
en Orientación Psicológica (TSOP).
Esta revista se mantiene como una serie de publicaciones anuales, bilingües, organizada
en números monotemáticos continuos, que se integran por artículos inéditos de autores
destacados en el área de la psicología y de la orientación psicológica. El objetivo de esta
publicación es promover la salud mental en contextos no tradicionales de prevención e
intervención. Ubicando con exactitud a la orientación psicológica en el mundo de los
profesionales, proporcionándoles un marco teórico de referencia que les permita adoptar
una identidad y un concepto funcional de salud psicológica. Los artículos que se
presentan ayudarán a la promoción de una práctica profesional eficiente frente a los
problemas que aquejan a nuestra sociedad actual; profesionales y estudiantes de
medicina, psicología, psiquiatría, trabajo social y educación, entre otros; encontrarán en
Temas Selectos en Orientación Psicológica, las herramientas adecuadas para el ejercicio
profesional de sus funciones.
Ser competentes y sensibles en el tema de Justica Social implica no sólo la posibilidad
de estar atentos a los prejuicios, la discriminación, la opresión, marginación, maltrato y
violencia que se genera ante la falta de aceptación y tolerancia a las diferencias por raza,
origen étnico, clase social, grupo cultural, religión, lengua, discapacidad física o mental,
nivel económico, género, nivel educativo u orientación sexual. Implica asimismo contar
con los elementos teóricos y las estrategias de acción concretas que permitan a los
orientadores psicológicos apoyar a sus clientes/pacientes para cambiar las condiciones
ambientales que perpetúan varias formas de injusticia y opresión y que tienen efectos
adversos en la salud mental y el bienestar del individuo, en un marco de responsabilidad
ética.
En el presente número de TSOP consideramos que una de las actividades por mejorar
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en la orientación psicológica, es también la intervención en el ámbito forense. En México,
no existe aún el reconocimiento oficial de la psicoterapia forense como disciplina. Las
contribuciones que la orientación psicológica forense aportan al sistema de justicia, como
una nueva forma de intervención psicológica que abarca no solamente a personas que
han infringido la ley o realizado alguna conducta antisocial, incluyen la rehabilitación de
terceros en áreas que han sido afectadas en grado importante, así como el apoyo y
fortalecimiento de víctimas y testigos en tránsito ante el sistema de justicia.
Este volumen está dirigido a psicoterapeutas, orientadores psicológicos, psicólogos y
estudiantes de Psicología y disciplinas afines con el objetivo de proporcionar
conocimientos y herramientas prácticas para identificar las intervenciones terapéuticasque se puedan realizar en el campo de la Psicología Forense y de la Justicia Social,
manteniendo una perspectiva integral y de Derechos Humanos y abordando con mayor
eficacia los retos presentados en estos ámbitos.
En el presente número se podrán revisar los siguientes artículos:
Autocuidado y prevención del burnout para los profesionales de la salud
mental que trabajan en ámbitos forenses y de justicia social, en el cual la Dra.
Viviana De Michelis Machorro analiza el fenómeno del burnout en los
profesionales de la salud mental que trabajan en dichos ámbitos, realizando
algunas sugerencias de qué medidas y a través de qué estrategias se puede
promover el autocuidado individual, relacional y organizacional.
El ejercicio profesional del psicólogo forense y pautas para el orientador. El
Dr. Roberto Tejero Acevedo, psicólogo forense del Tribunal Superior de Justicia
de Madrid, plantea los diferentes campos de actuación del psicólogo forense y
los requisitos legales, éticos y técnicos para el ejercicio de su labor. Se analizan
también algunas de las afinidades entre el psicoterapeuta y el forense en el foro
jurídico y la importancia de no confundir ambos roles, para concluir enfatizando
la importancia de la formación y la actualización profesional.
Protocolo de Actuación en caso de Probable Riesgo, Maltrato o Delito Sexual
en contra de Niñas, Niños y Adolescentes, para su Aplicación en las Escuelas
de Educación Básica del Estado de Yucatán. La Mtra. Rossana de Guadalupe
Achach Cervera presenta este protocolo que es aplicado por la Dirección de
Educación Inicial y Preescolar del Estado de Yucatán, abordando la
responsabilidad social de los y las docentes en la protección de los derechos de
los niños, niñas y adolescentes, siendo este instrumento un recurso que permite
salvaguardar dichos derechos.
Dificultades de los profesionales de la salud mental para trabajar desde un
marco de Justicia Social, con Elsa Sánchez-Corral Fernández. Este trabajo
explora las percepciones, actitudes y conductas que psicoterapeutas y
orientadores psicológicos mexicanos muestran ante la intervención clínica desde
un marco de justicia social, reportándose un estudio en donde los participantes
explicaron cómo trabajarían tres casos clínicos sobre: migración indígena, abuso
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sexual infantil y bullying escolar y en el cual se detectaron varias dificultades,
resistencias y temores por parte de los profesionales de la salud mental para
intervenir bajo este marco de trabajo.
VIH-SIDA, Derechos Humanos y Justicia Social. Estrategias de Intervención
Psicológica. La Dra. Patricia García Fernández realiza una revisión de la
situación actual del VIH/SIDA y del papel del orientador psicológico ante estos
temas. Se propone un abordaje psicológico basado en el modelo de justicia social
en donde el psicólogo adopte un rol proactivo de abogacía mientras ejecute
intervenciones clínicas que vayan desde la prevención para evitar nuevas
infecciones, pasando por la consejería de los recién diagnosticados y la
orientación psicológica para personas con VIH o SIDA que buscan mejorar su
vida de calidad, hasta intervenciones tanatológicas dirigidas a la etapa final del
SIDA.
Barreras y oportunidades para el fortalecimiento de la vida independiente en
jóvenes con discapacidad intelectual, con Elisa Saad Dayán. La Dra Saad
aborda en este artículo una perspectiva histórica sobre la atención a las personas
con discapacidad, enfatizando el surgimiento del paradigma de vida
independiente y la conceptualización de derechos para finalizar con la propuesta
de empoderamiento personal y grupal a jóvenes con discapacidad intelectual. En
este último aspecto se describe un proceso evolutivo hacia la autogestión y una
serie de recursos necesarios para ellos. Se parte de que las mismas personas con
discapacidad intelectual pueden ser promotoras de cambios sociales cuando
asumen una postura sociopolítica y se comprometen con su rol en la comunidad.
Los derechos humanos como eje rector de la justicia social. En este trabajo, la
Maestra en Derechos Humanos Mariana Díaz Figueroa desarrolla el concepto
tanto de derechos humanos como de justicia social, analizando cómo ambos
aspectos se encuentran íntimamente relacionados. Siendo la discriminación uno
de los mayores obstáculos para lograr la justicia social, se propone pasar de una
igualdad formal a una igualdad real, entendiendo que el compromiso con la
protección de los derechos humanos es de cada ciudadano en lo individual.
Finalmente, la Mtra. Reyna Faride Peña Castillo en colaboración con Anayancy
Silveira Tus, Dora Ayora Talavera , Rosario Pérez Sánchez, Luz Elena González
Arias y Silvia Álvarez Cuevas, analizan en el artículo La Psicoterapia Forense:
aportaciones e innovaciones al Sistema de Justicia, las contribuciones que la
psicoterapia forense ofrecen al sistema de justicia, como una nueva forma de
intervención psicológica que abarca no solamente a personas que han infringido
la ley o realizado alguna conducta antisocial, sino también la rehabilitación de
terceros en áreas que han sido afectadas en grado importante; así como el apoyo
y fortalecimiento de víctimas y testigos en tránsito ante el sistema de justicia,
partiendo de un enfoque de justicia terapéutica, entendida como estudio del rol
de la ley como agente terapéutico, que centra su atención en el aspecto
psicológico, emocional y humano de la ley y el proceso legal.
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Esperamos que los artículos seleccionados para esta edición nos permitan avanzar en el
intrincado camino de ser más capaces y estar mejor entrenados para atender clientes muy
diversos y ser más eficientes en nuestra labor profesional.
 
Atentamente.
 
EDITORES INVITADOS
Dr. Antonio Tena Suck y Mtra. Verónica Boeta Madera.
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Los organizadores
La AMOPP, según se informa en su página de internet oficial, es un grupo de
psicoterapeutas y orientadores psicológicos de diversos enfoques y especialidades
dedicados a promover el ejercicio responsable y ético de nuestra profesión. Sus objetivos
son:
Vincular a los profesionales de la orientación psicológica y psicoterapia a nivel
nacional.
Favorecer la identidad profesional y el sentido de pertenencia.
Promover la más alta calidad de los servicios de orientación psicológica en
México, buscando incluso la legislación de los mismos.
Promover que el trabajo de los orientadores cubra con los estándares éticos
requeridos.
Promover la certificación de los orientadores psicológicos en México.
Promover la actualización permanente de los psicoterapeutas y orientadores
mexicanos.
Proporcionar información a la sociedad en general en cuanto a la orientación
psicológica y psicoterapia.
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Autocuidado y prevención del
burnout para los profesionales de la
salud mental que trabajan en ámbitos
forenses y de justicia social
Viviana Demichelis Machorro1
 
Citación: Demichelis, V. (2016). Autocuidado y prevención del burnout para los
profesionales de la salud mental que trabajan en ámbitos forenses y de justicia social.
TSOP: Psicología forense y justicia social: estrategias de intervención, x, 1-9.
 
 
Resumen
 
El síndrome de burnout o desgaste profesional afecta a los
profesionales de la salud mental que son expuestos a un estrés
prolongado en su trabajo. Esto es más intenso en las áreas del ámbito
forense y de justicia social. Las causas del burnout son multifactoriales,
así como las estrategias para prevenirlo y abordarlo. Se sugiere utilizar
en primer lugar herramientas de autoevaluación y detección, tales como
la autoobservación y los inventarios especializados. También se
recomiendan técnicas de autocuidado en lo individual, relacional y
organizacional.
 
Palabras clave:burnout, prevención, autocuidado,
psicología forense, justicia social.
 
Abstract
 
Burnout syndrome affects mental health professionals who are exposed
to prolonged stress at their jobs. This is more intense in forensic and
social justice fields. Burnout causes are multifactorial, as well as the
strategies necessary to prevent and address it. Itis suggested to first
use self-assessing and detection tools, such as self-observation and
specialized inventories. Self-care techniques are also recommended at
the individual, relational and organizational level.
 
Key words: burnout, prevention, self-care,
17
forensic psychology, social justice.
 
 
 
El burnout o síndrome de desgaste profesional, puede ser bastante incapacitante para los
profesionales de la salud mental dado que conlleva serias implicaciones en el trabajo con
las personas usuarias de sus servicios, así como en la percepción que el propio
profesional tiene de sí mismo.
Más aún, en ámbitos forenses y de promoción de la justicia social, ya que el trabajo en
estas áreas implica ser testigo directo o indirecto de profundas experiencias injustas y
dolorosas. Es por eso que el profesional debe contar con espacios y estrategias
personales de autocuidado que le permitan continuar su desempeño con la energía y
emotividad necesaria para el cuidado del Otro.
El propósito de este artículo es hacer una revisión del burnout en cuanto a sus causas y
consecuencias, en particular en profesionales de la salud mental que trabajan en ámbitos
forenses y de justicia social, así como brindar estrategias para prevenirlo, mismas que
van desde evaluar el propio nivel de desgaste, hasta las medidas que se pueden tomar;
asimismo se abona en la importante tarea del propio profesional acerca del cuidado de sí
mismo.
Maslach y Jackson (1981a), conceptualizan el burnout como el cansancio emocional
que lleva a una pérdida de motivación y que suele progresar hacia sentimientos de
inadecuación y fracaso. Explican que es un síndrome tridimensional caracterizado por
tres aspectos: agotamiento emocional, despersonalización y pobre realización personal.
El agotamiento emocional implica tanto cansancio físico como psíquico, además de ir
acompañado de la sensación de no poder dar más de sí mismo a los demás.
Por su parte, la despersonalización comprende sentimientos, actitudes y respuestas
negativas y frías hacia otras personas, en especial hacia los usuarios. Con ésta, hay un
aumento de la irritabilidad y pérdida de la motivación; se muestra una distancia hacia las
personas con quienes se trabaja y también hacia los compañeros de trabajo e incluso
llega a expresar cinismo e ironía, lo que a su vez provoca más alejamiento de los colegas,
una menor red de apoyo en el ámbito del trabajo y la percepción de los clientes de la
falta de apoyo y cercanía.
La pobre realización personal, involucra darse cuenta de que las demandas del trabajo
exceden la propia capacidad para responder a éstas de forma competente, se acompaña
de percepciones negativas hacía sí mismo y su trabajo, así como desilusión y
sentimientos de fracaso.
El burnout se genera en entornos de estrés laboral continuo. Investigaciones recientes,
documentan que es un problema creciente que se presenta en personas con diversas
ocupaciones y en diferentes ámbitos. Algunos ejemplos son personal de asistencia
sanitaria, fisioterapeutas, deportistas, maestros y estudiantes (Isaías-Silva, s/f; Tutte &
Garcés de los Fayos, 2010). Se habla de una alta incidencia que alcanza 39% en EUA
(Lambie, 2006); en México, esta situación ya se presenta de manera progresiva de
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acuerdo a lo que encontraron Villavicencio, Jurado y Valencia (2014), porque las
condiciones de trabajo son menos favorecedoras. Estos autores indican que la mayoría
de los mexicanos trabajan 500 horas más al año que los de otros países y sin embargo,
sólo cuentan con 6 días de vacaciones al año; situación que los deja más propensos al
desgaste ocupacional.
Aunado a lo anterior, se ha visto que en particular resultan afectados los profesionales
cuya labor exige implicación emocional e involucramiento intenso con las personas que
atiende (Chávez, 2012; Maslach & Jackson, 1981b.; Serrano, Garcés de Los Fayos &
Hidalgo, 2008).
En ese sentido, los psicólogos u orientadores psicológicos profesionales, que trabajan
en pro de la justicia social, por definición buscan la equidad en oportunidades y servicios
para individuos y grupos, así como su participación y empoderamiento. Ellos llevan una
ardua labor y en México queda aún mucho por hacer en distintos temas, tales como el
acceso a los servicios, educación e inclusión, por mencionar algunos. Asimismo, los
psicólogos forenses tratan con víctimas, victimarios y testigos, por lo que ellos mismos
son testigos vicarios de situaciones difíciles que en muchos casos conllevan dolor y, o
violencia; de tal forma que el involucramiento emocional y el compromiso que se
requieren son bastante intensos, lo que implica un mayor riesgo. Lambie (2006) explica
que a través de la habilidad empática, los orientadores logran comprender las experiencias
de sus clientes; sin embargo, esta misma capacidad empática es la que hace que se
experimente el dolor emocional del trauma de múltiples clientes, lo que deja a los
orientadores más vulnerables. El desgaste profesional afecta las habilidades de
funcionamiento de un profesional y tiene como consecuencias la ineficacia terapéutica
(Lambie, 2006) e incluso violaciones a los principios éticos que pueden poner a los
clientes en riesgo (Everall & Paulson, 2004).
 
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■ ESTRÉS Y BURNOUT
 
El estrés en el trabajo se presenta en casos en donde las exigencias en el ámbito laboral
sobrepasan las capacidades de la persona para hacerles frente y mantenerlas bajo control.
Algunos de los ejemplos causantes de acuerdo con el artículo Qué es el estrés laboral
(2015), son: la excesiva carga de trabajo, el elevado nivel de responsabilidad o las
relaciones sociales insatisfactorias en el puesto de trabajo. Si este tipo de condiciones se
combinan y persisten por un tiempo prolongado, puede derivarse en burnout. Se entiende
entonces que el estrés prolongado, antecede, o es el origen, de este síndrome (Estrés
laboral, 2015).
Diversos autores (Buela-Casal, Fernández-Ríos & Carrasco, 1997; Chávez, 2012; Corey
& Corey, 2003) resaltan que la causa del burnout no es una sola, sino que resulta de una
combinación de factores individuales, interpersonales y de las organizaciones e
instituciones en las que se trabaja.
En este sentido, algunas de las situaciones causantes de dicho síndrome a nivel
individual son: cansancio físico, agotamiento emocional, responsabilidad asumida por el
bienestar de las personas, baja autoestima, déficit en las estrategias de afrontamiento ,
inseguridad en las propias capacidades, idealismo, ser un profesional novato y, por lo
tanto, contar con poca experiencia o tener otros problemas personales, aunque en
apariencia no tengan relación con el trabajo que se realiza.
De la misma manera, a nivel relacional, sentirse solo, contar con una pobre red de
apoyo, en la cual no se presenten relaciones interpersonales significativas, se considera
también como un elemento que predispone al síndrome. Asimismo, no tener vínculos
cercanos con colegas dentro y fuera del ámbito de desempeño laboral, también puede ser
un factor de riesgo, ya que no se tiene esta fuente de apoyo.
Por otra parte, a nivel organizacional, tener mucha demanda de trabajo con poco
reconocimiento de pares, superiores y usuarios, predisponen a sentirse abrumado. De la
misma manera, si no se cuenta con un buen salario, la supervisión adecuada en calidad y
cantidad o, si se percibe alto nivel de juicio y crítica externos, la persona siente poco
apoyo en la institución y es más susceptible a presentar el síndrome (Chávez, 2012;
Corey & Corey, 2003). Aunado a lo anterior, Villavicencio et al. (2014) sostienen que en
la Ciudad de México, la cultura organizacional promueve condiciones que afectan la
salud de sus empleados, tales como largas jornadas laborales, horarios inflexibles,
tiempos largos de traslado, pocas vacaciones y mucha presión por mejorar el desempeño.
Dichas condiciones deben cambiar para favorecer el vigor y dedicación en el empleado,
conocido como work engagement (involucramiento-compromiso en el trabajo)
(Schaufeli, Salanova, González-Romá,& Bakker citado en Villavicencio et al. (2014).
De esta manera también se podría mejorar la productividad y el ambiente en la
institución.
De acuerdo con Chávez (2012), el burnout se acentúa si:
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No se tiene una preparación adecuada para enfrentar las expectativas del trabajo.
Se tienen dificultades para pedir apoyo a compañeros o para trabajar en equipo.
No se comparten las ideas, metas o valores del grupo de trabajo o institución.
Se experimentan sentimientos de miedo o de culpa si no se ha cumplido algo que
se debería haber hecho.
No se comparten las preocupaciones del trabajo con la pareja o familia.
No se descansa lo suficiente.
Se tienen problemas familiares, económicos u otros.
Cabe señalar que el burnout no se presenta de manera inesperada o inmediata, sino que
se acumula de manera paulatina. Las personas que se dedican a las profesiones de ayuda,
suelen tener importantes valores e ideales, desarrollan una identidad profesional en la que
va implícito servir a los otros, así como tratar de generar cambios individuales y sociales
(Demichelis, 2014). De hecho, son los sujetos más idealistas, empáticos, sensibles, sobre
comprometidos y sobre entusiastas, quienes están más propensos al burnout (Buela-
Casal et al., 1997; Skovholt, Grier & Hanson, 2001). Esto es muy cierto en aquellos
dedicados a la justicia social, quienes por definición, buscan abogar por los
desfavorecidos. Serrano et al. (2008) explican que la mayoría de los profesionales,
presenta un alto grado de motivación por su trabajo; sin embargo, al producirse
frustraciones o sobrecarga laboral, estas personas tienden a aumentar sus esfuerzos para
mantener el reto de su trabajo y, muchas veces, llegan a adjudicarse la responsabilidad si
las cosas no salen como lo esperaban. Lo anterior, resulta en algunos casos
contraproducente y, a largo plazo, favorece el desarrollo de fatiga física y emocional,
como una de las primeras manifestaciones del síndrome de burnout.
Resulta triste, como lo describe García (2010), que esto lleva de manera lenta,
paulatina y progresiva a la pérdida de ideales, energía, sentido y salud experimentada por
estos profesionales. En particular, aquellos que se dedican a la justicia social y al ámbito
forense tienen la doble tarea de asumir cómo enfrentan el dolor propio y el ajeno; como
explican algunos autores (Chavez, 2012; Maslach & Jackson, 1981a.) en estos casos es
necesario prevenir llegar a la despersonalización o a la insensibilización como defensa.
En la relación profesional, el cuidado es de una sola vía y se centra en el Otro. Eso es lo
que distingue una relación personal de una relación con un profesional de ayuda. Como
lo explica Skovholt (2012), es como si la vida del Otro (el usuario) se iluminara mientras
que la del profesional no lo hiciera y éste procura entender lo que le pasa al primero
desde su perspectiva; lo cual requiere de toda la atención del segundo. Tener un balance
entre el autocuidado y el cuidado de los otros, es un reto constante en los profesionales
de salud mental (Skovholt et al., 2001). Éste debe cuidarse a sí mismo y proveerse de la
atención que requiere, para no descuidar la herramienta más importante e indispensable
de su trabajo, el sí mismo. Una de las primeras cosas que se pueden hacer, es la revisión
continua del propio estado, una autoobservación constante para evaluar que se está en
equilibrio y en estado de bienestar general.
En la relación profesional, el cuidado es de una sola vía y se centra en el Otro. Eso es
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lo que distingue una relación personal de una relación con un profesional de ayuda.
Como lo explica Skovholt (2012), es como si la vida del Otro (el usuario) se iluminara
mientras que la del profesional no lo hiciera y éste procura entender lo que le pasa al
primero desde su perspectiva; lo cual requiere de toda la atención del segundo. Tener un
balance entre el autocuidado y el cuidado de los otros, es un reto constante en los
profesionales de salud mental (Skovholt et al., 2001). Éste debe cuidarse a sí mismo y
proveerse de la atención que requiere, para no descuidar la herramienta más importante e
indispensable de su trabajo, el sí mismo. Una de las primeras cosas que se pueden hacer,
es la revisión continua del propio estado, una autoobservación constante para evaluar que
se está en equilibrio y en estado de bienestar general.
 
22
■ ESTRATEGIAS DE DETECCIÓN
 
De acuerdo con Everall & Paulson (2004), una de las principales estrategias para
prevenir el burnout y el estrés traumático secundario (que se experimenta al ser testigo de
las experiencias traumáticas de usuarios), es la autodetección. Por lo regular los
psicólogos, sobre todo quienes se preparan en áreas clínicas, cuentan con una buena
capacitación al respecto, es decir, para estar atentos a lo que sucede con ellos mismos (en
relación con sus propias emociones, pensamientos, reacciones, sensaciones) durante la
interacción con las personas con quienes trabajan. Lo anterior permite el entendimiento
de la contratransferencia, a partir de lo psicodinámico o el uso del self (del sí mismo),
desde lo humanista. Esta herramienta se pone al servicio del Otro cuando el individuo
conoce lo que sucede con él mismo en esta interacción con una o varias personas y quizá
lo sientan los demás en los diferentes contextos en los cuales éstos se desenvuelven. Esto
por supuesto, en el supuesto de que no sea algo personal que esté vinculado a la historia
del cliente; en cuyo caso, se debería supervisar para no perder objetividad.
De acuerdo a la línea de pensamiento anterior, para detectar indicadores que sugieran
burnout o síntomas relacionados al mismo y a partir de las ideas de estudios previos
(Chávez, 2012; Mullenbach & Skovholt, 2011; Skovholt & Trotter-Mathison, 2011), el
profesional puede autoobservarse para checar qué tan estresado se siente. A nivel laboral,
por ejemplo, puede preguntarse si siente que puede tener un buen nivel desempeño, sin
desgastarse demasiado y conservar ciertos límites, tales como la hora de la salida del
trabajo, horario de comidas y las horas de sueño. Asimismo, debe vigilarse que cuente
con supervisión y asesoría accesible y suficiente, sobre todo si es un profesional joven.
También puede verificarse si tiene relaciones que le resulten agradables y enriquecedoras
con jefe(s), supervisor(es) y colegas de trabajo, ya que el apoyo percibido gracias a la
supervisión y comunicación con colegas, está asociado de manera negativa al burnout
(Everall & Paulson, (2004; Hamama, 2012).
A nivel personal, es importante para el psicólogo, identificar si tiene tiempo y energía
para sus relaciones familiares, de pareja y, o de amistades, además de cerciorarse que el
trabajo no interfiera con estas relaciones significativas. También puede preguntarse lo
siguiente: ¿En su mayor parte, me gusta mi trabajo? ¿Me siento capaz y con recursos en
mi quehacer? ¿Mantengo mi curiosidad, interés y ganas de aprender? ¿Me siento
valorado, reconocido y bien remunerado?
Para hacer una detección más precisa, existen los siguientes cuestionarios:
a) Inventario de Burnout de Maslach (MBI, por sus siglas en inglés) (Maslach &
Jackson, 1981a.) que es un cuestionario autoadministrado que consta de 22
preguntas en forma de afirmaciones relacionadas con actitudes y sentimientos hacia
los usuarios y del trabajo. Es una escala de autorreporte tipo Likert de fácil
calificación e interpretación que mide tres áreas: 1. Agotamiento emocional, que
valora la vivencia de estar exhausto a nivel emocional por las demandas del trabajo;
2. Despersonalización, que evalúa el reconocimiento de actitudes de frialdad y
23
distanciamiento; 3. Realización personal, que valora los sentimientos de autoeficacia
y realización personal en el trabajo.
b) Inventario de resiliencia y autocuidado del profesional de Skovholt (Skovholt
Practitioner Professional Resiliency and Self-Care Inventory como se citó en
Skovholt, 2012; Skovholt & Trotter-Mathison, 2011), es también un inventario de
autorreporte tipo Likert en el queel profesional puede estar en grados de desacuerdo
o acuerdo con 38 afirmaciones relacionadas con cuatro áreas: 1. Vitalidad
profesional, en la que se evalúa si la persona encuentra significado en su trabajo,
reconoce la capacidad para vincularse con los usuarios y percibe un buen ambiente
en el trabajo; 2. Vitalidad personal, área en la que se valora si la persona tiene fuentes
que le brindan energía positiva, como experiencias en su tiempo libre, relaciones,
sentido del humor y prácticas de autocuidado; 3. Estrés profesional, evalúa entre
otras cosas, si la persona es capaz de dar a nivel profesional pero a la vez poner
límites, si logra autoevaluarse para medir los logros de su trabajo y si continúa con
ganas de aprender; 4. Estrés personal, valora si la persona tiene relaciones familiares
satisfactorias, si se siente conectado con otros y con la posibilidad de pedir y recibir
ayuda en caso necesario.
 
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■ ESTRATEGIAS DE AUTOCUIDADO
 
Se necesita de una atención intensa, de interés y de mucha energía para estar con el otro
que se encuentra en desesperación, angustia, tristeza o dolor. Si se toma como metáfora
lo que sucede en las emergencias aéreas, el adulto requiere ponerse primero la mascarilla
de oxígeno, en caso de querer asistir a un menor, enfermo o persona con discapacidad.
Como Skovholt (2012) sostiene, la herramienta de trabajo del orientador psicológico es
su propio self, por lo que uno debe cuidar bien de éste, para tenerlo disponible para el
Otro.
Skovholt y Trotter-Mathison (2011) explican que el cuidar de otros a nivel profesional
lleva un ciclo con 4 fases: a) establecer un vínculo empático, b) involucramiento activo,
c) separación y d) re-creación. Como se observa en la figura 1, esto implica la posibilidad
de crear un vínculo con alguien para establecer la relación de ayuda, procurar entender el
mundo del Otro desde su mirada; permanecer conectado e involucrado mientras se
interviene, para después lograr una separación necesaria y así lograr re-crearse,
descansar, olvidarse del trabajo y,de esta manera, regresar más adelante a establecer de
nuevo los vínculos.
 
Figura 1. Ciclo de cuidado profesional según Skovholt y Trotter-Mathison.
 
El burnout es, por tanto, el resultado de la disminución en la habilidad para vincularse
con los siguientes clientes debido al agotamiento emocional acumulado del cuidado a
otros. Es una realidad destructiva pues acaba con el involucramiento activo del ciclo del
cuidado (Skovholt et al., 2001).
25
El reconocimiento de los propios logros en el trabajo con personas, es fundamental
puesto que es lo que alimenta la motivación en el trabajo y el significado que se
encuentra en él. Detenerse a contestar de vez en cuando estas preguntas, puede
favorecer el goce en el trabajo. ¿Qué experiencias de trabajo tengo en las que me doy
cuenta que hice un impacto en la vida de alguien? ¿Qué es lo más significativo de este
trabajo?
Skovholt (2012) propone 10 tareas esenciales de resiliencia para orientadores
psicológicos, que se discuten a continuación en el contexto de los profesionales dedicados
a la justicia social y al campo forense.
 
1. Aceptar la necesidad de autocuidado de manera asertiva, sin necesidad de sentirse
egoísta. Implica un estilo paradójico de dar, una “generosidad con límites”. Entender
que para poder ayudar a otros en el camino a la equidad y la justicia, es indispensable
dedicarle con seriedad tiempo y recursos al restablecimiento de la energía y la
recreación; esto no debe ser considerado un lujo sino una condición ética
indispensable.
2. Desarrollar abundantes fuentes de energía positiva, esto se refiere a las relaciones
interpersonales, experiencias lúdicas, espirituales, del cuidado de una mascota, entre
otras. En este sentido, las fuentes de energía positiva varían de una persona a otra; o
importante es detectar cuáles son las propias para llevarlas a cabo de manera regular.
3. Disfrutar el trabajo y su significado como una fuente positiva de energía. En este
caso, los profesionales pueden recordar su motivación al ingresar a este campo de
trabajo, entendiendo que las cosas llevan su tiempo, pero su labor en definitiva se
encamina hacia un cambio social y hace la diferencia en la vida de las personas con
quienes trabaja.
4. Encontrar el balance de empatía al entrar en el mundo del Otro, sin perder el “como
si”, lo que implica no llevarse los problemas a casa. Dejar el hogar y las relaciones
significativas en el plano de lo personal, para impedir que lo profesional tome esos
espacios o se empalme con ellos; un ejemplo de esto es no dar a los usuarios, los
teléfonos o datos de contactos privados (casa, celular).
5. Reconocer los pequeños logros. No siempre es fácil medir los avances. Hay aspectos
que se pueden controlar, tales como conocimientos, presencia y cuidado con el Otro;
sin embargo, hay otros aspectos difíciles de controlar, tales como el cambio positivo
del usuario o la apreciación del mismo. Tampoco se puede controlar el apoyo o la
apreciación de los compañeros, colegas o del supervisor.
6. Crear un buen ambiente de trabajo, “como un invernadero donde todo crece” (2012
pp.141). Esto se refiere a promover la confianza y respeto entre colegas, facilitar una
atmósfera agradable y de apoyo, un sentido de comunidad, un espacio en donde las
personas puedan desarrollarse y desenvolverse, donde el profesional pueda hacer
elecciones y tener sensación de control, una carga de trabajo razonable, así como
también el reconocimiento adecuado hacia su labor y se realce el significado que se
encuentra en el trabajo.
26
7. Mantener relaciones fuera de trabajo, que en su mayoría sean de dos vías. De lo
contrario, la persona sigue al cuidado de los demás, aún en su vida privada y social.
Hay que evaluar y reflexionar acerca de las amistades; hay que tomar en cuenta que
una amistad es equitativa, es bilateral; es decir, implica decir “yo te cuido y tú me
cuidas”, o como dice el dicho popular: “hoy por ti, mañana por mí”, si no es bilateral
y equitativa, es probable que “no sea amistad, si no trabajo”. Es importante
reflexionar también, en quién es posible recargarse o apoyarse en caso de necesitar
ayuda o cuidado, además de diversión, distracción o enriquecimiento.
8. Considerar la salud física como fuente de energía. Esto incluye hábitos y conductas
saludables, tales como: dormir y comer bien, hacer ejercicio, practicar meditación y
relajación.
9. Enfocarse en el desarrollo profesional continuo y de largo plazo. Mantener
curiosidad, nuevas experiencias de aprendizaje y deseo de crecimiento. En este
sentido, asistir a congresos, talleres y cursos, resulta enriquecedor por dos razones
principales. La primera, debido a la actualización en temas y estrategias aplicables al
quehacer de la psicología forense y,o justicia social. La segunda, el disfrutar de un
espacio fuera del trabajo para convivir con colegas y recibir apoyo o compartir
experiencias con los mismos.
10. Tener diversión y goce en la propia vida. Jugar, divertirse, usar y aprovechar el
tiempo libre, en realidad usar los fines de semana para descansar y renovarse, tomar
unas merecidas vacaciones, entrar en contacto con la naturaleza, son algunos
ejemplos de ello.
 
Asimismo, algunos aspectos que se citan (Mullenbach & Skovholt, 2011) como
emergentes de bienestar y resiliencia de profesionales experimentados en el área de salud
mental y que se entienden como relevantes para poder mantener la sensación de vitalidad
son:
Entender las limitaciones del rol y establecer límites, demarcar hasta dónde llega
la propia responsabilidad, ya que algunas veces se puede asumirla en mayor
medida y tratar de trabajar más que el usuario mismo. En este sentido, es
importante recordar que para empoderar, hay que devolverle el poder, que
conlleva la responsabilidad al otro, evitar la sobreprotección y el paternalismo, ya
que al hacer algo por los demás que podrían hacer por sí mismos, se manda el
mensaje de “tú no eres capaz de hacerlo”.
Encontrar significado en el acompañamientopaciente a través del dolor y algunas
veces con la fortuna de ver a la persona salir de éste. Esto es en especial cierto
en el ámbito de justicia social y psicología forense, ya que se trabaja con
experiencias frecuentes de victimización, abuso del poder y pérdidas, entre otros.
Los múltiples roles como factor de protección. Esto se refiere a que los
psicólogos u orientadores, puedan tener diferentes roles profesionales en donde
desempeñen diversas funciones, como sería el variar los contextos, combinar la
27
práctica en institución con la privada o la docencia e investigación junto con la
asistencia en una institución. Trabajar con poblaciones distintas también puede
ayudar ya que no cualquier profesional puede escuchar toda su jornada laboral
semanal historias de abuso sexual o violencia intrafamiliar, por ejemplo.
Por otra parte, así como el origen o las causas del burnout no son únicos o lineales, las
estrategias para prevenirlo, tampoco deben serlo. En lo individual se sugieren
intervenciones para mejorar habilidades de afrontamiento y manejo de estrés (Chávez,
2012), habilidades de planeación de vida, autoevaluación objetiva, mejorar condiciones
de dieta, sueño y ejercicio, así como técnicas de relajación (Buela-Casal et al., 1997). En
lo relacional, se recomienda aumentar redes de apoyo (Chávez, 2012); y en lo
organizacional se sugiere tener sistemas de reconocimiento y recompensa, mejorar la
socialización dentro de la institución y reducir la sobrecarga y el conflicto de funciones
(Buela-Casal et al., 1997). Se considera mejorar el ambiente y el clima laboral, así como
tener supervisión accesible y suficiente, ya que como sostiene Hamama (2012), esto
provee de apoyo sustancial en el marco de la institución.
 
28
■ PREVENCIÓN DEL BURNOUT
 
El autocuidado es una estrategia de prevención en sí. Desde el punto de vista de la
Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002), se considera prevención primaria
universal, ya que se trata de una población de profesionales de la salud que se encuentran
sanos, sin síntomas de burnout, con el fin de buscar reducir la incidencia de este
problema. Sin embargo, a veces se puede detectar este síndrome, que ya hay algunos
síntomas presentes, por lo que se pueden tomar otras medidas. Éstas van encaminadas a
una prevención primaria selectiva o indicada (profesionales en riesgo considerable de caer
en síndrome de burnout o con algunos síntomas presentes).
Incluso, se puede hablar de prevención secundaria, cuando se trata de profesionales
con un diagnóstico temprano del síndrome o de prevención terciaria, si se habla de
psicólogos con el síndrome del desgaste ya presente de forma evidente. En este último
caso, se requiere de una intervención asistencial, terapéutica o remedial, con el objetivo
de aminorar las consecuencias del síndrome, proteger a los usuarios del profesional en
cuestión, ya que en ese momento no se encuentra en condiciones de brindar sus servicios
y más adelante, generar también estrategias para prevenir posibles recaídas, mediante la
detección de detonadores en sus experiencias pasadas y las alternativas necesarias para
no llegar a estos niveles de desgaste.
Para prevenirlo, la manera en la que el profesional de la salud piensa acerca de su
propio trabajo, la importancia que éste le da en su propia vida y en la de otros, la forma
en que evalúa los logros y el desempeño, así como las exigencias que tiene para sí
mismo, son relevantes y tienen implicaciones en sus sentimientos y acciones personales.
En esta línea, las estrategias cognitivas, para cuestionar y si es necesario, debatir y
cambiar nuestra forma de pensar, pueden ser de gran ayuda.
Corey y Corey (2003) basados en el trabajo de Albert Ellis, sugieren identificar algunas
creencias irracionales que pueden darse en el trabajo; éstas son las siguientes:
Catastrofización. Darle el peor sentido a un evento. P. ej., “porque me fui de
vacaciones, mi cliente cayó en sobredosis. Si me hubiera quedado, esto no hubiera
sucedido”.
Culparse. Total autocondena, en vez de ser crítico de comportamientos
específicos. P. ej., “como mi cliente recayó, soy pésimo terapeuta y merezco
sufrir”.
Sobregeneralización. Evaluación absolutista y por lo general negativa. Por ej., si
el profesional falló con un cliente, “fallo en todo” o, “cuando decido tomar
vacaciones, algo malo pasa y yo no estoy para las personas que me necesitan”.
Pensamiento dicotómico. Pensar en absolutos, todo o nada en vez de las
posibilidades dentro de un continuo. Por ejemplo, “soy un éxito como terapeuta”
o “soy un fracaso”.
Demandas absolutas. En forma de “tengo” o “deberías”. Por ejemplo, “tengo
29
que actuar competente en todas las situaciones”, “debo tener la aprobación de
todos siempre”, “No tolero cometer un error”, “debo ser brillante y
desempeñarme bien siempre, si no, es horrible”, “los intereses de los demás
están siempre antes que los míos”, “siempre debo estar disponible”.
Después de identificar los pensamientos irracionales es importante debatirlos para
cambiarlos por pensamientos más racionales y constructivos. Algunos ejemplos son:
 
“Los clientes en ocasiones tienen crisis o recaídas, lo cual es independiente de si descanso o no. De
hecho, si descanso, estaré en mejores condiciones de apoyarlo en su recaída o asistirlo en su crisis”.
 
“Si algo no sale bien con un caso o cliente, no significa que sea mal psicólogo-terapeuta-orientador”.
“Incluso si cometo un error, no siempre hago todo mal. Soy humano y puedo equivocarme aunque prefiero
no equivocarme y me esforzaré en lo posible para actuar de forma profesional y ética.”
 
Por su parte, desde una perspectiva humanista, Lambie (2006), propone utilizar
dinámicas dentro de la supervisión grupal, que fomenten en los orientadores la
congruencia, la autoaceptación, la capacidad de elección y encontrar significado en la
labor, como herramientas que contrarresten los factores de riesgo para el burnout. Una
dinámica que describe, incluye los siguientes pasos: a) escribir un epitafio o esquela, b) a
partir de dicho epitafio escribir y compartir declaraciones de significado, c) identificar las
mayores fuentes de estrés, d) identificar congruencias e incongruencias entre el
significado de vida y las fuentes de estrés. Lo anterior tiene la finalidad de acercarse a
una mayor congruencia, tener expectativas más realistas y encontrar sentido a las
experiencias.
Asimismo, es importante no olvidar que, además de profesionales, también son seres
integrales, cuyas diferentes áreas se deben cuidar por igual para continuar con un
desempeño profesional sano y exitoso. En este sentido, Skovholt y Trotter-Mathison
(2011) plantean un modelo de cuatro dimensiones de salud ilustrado en la figura 2,
mismas que hay que atender, estás son: a) la salud física (los buenos hábitos de sueño y
alimentación, ejercicio, hacerse chequeos); b) la salud emocional y social (relaciones
significativas, la propia terapia) c) la salud intelectual (actualización constante, asistir a
cursos, talleres, congresos, entrenamientos, leer libros y artículos) y d) la salud espiritual
(más amplia que lo religioso en sí). En este sentido, se propone la continua exploración
de las cuatro dimensiones, en donde se realice una evaluación de cuáles de ellas se
encuentran en buen estado y en cuáles se requiere trabajar.
 
30
Fig 2. Dimensiones de la salud.
 
31
■ CONCLUSIONES
 
Se parte de la idea de que el profesional encontrará fuentes de estrés en su trabajo y es
probable que éstas aumenten si se desempeña en el ámbito forense y de justicia social,
que en otras áreas. Entonces, de acuerdo con la idea del manejo a través de las
cogniciones que llevan a sentimientos y comportamientos más eficientes y funcionales, se
recomienda hacer un reenmarcado positivo del estrés, entendido como un reto. Un
ejemplo de esto, se puede apreciar en el video de Ted Talk, “Cómo hacer al estrés tu
amigo” o how to make stress your friend” (MacGonigal, 2013), en el que se ofrece una
explicación de cómo entender al estréscomo “todo mi cuerpo se prepara para este reto”.
Se puede decir que el rol del profesional de salud mental en las áreas de psicología
forense y de justicia social, implica el contacto con realidades dolorosas y estresantes.
Dado que el estrés continuo es precursor del síndrome de burnout, llevar a cabo tácticas
de autocuidado y prevención, resulta preponderante; es necesario, entonces, empezar por
la detección y autoobservación para evaluar cómo se encuentra el profesional y, más
adelante, realizar estrategias individuales, de interacción y organizacionales. Dentro de las
primeras, se debe contemplar al profesional en forma integral; en este sentido, las
habilidades cognitivas, pueden ser un buen apoyo que se refleje en mejores
consecuencias emocionales y comportamentales, asimismo tomar en cuenta los aspectos
físicos, emocionales, intelectuales y espirituales, para continuar el trabajo de calidad con
los usuarios de los servicios. De esta manera, se puede cumplir el sueño que en un origen
motivó a estos profesionales a dedicarse a tener esta vocación y poder buscar generar un
cambio desde su lugar de trabajo.
 
32
■ REFERENCIAS
 
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33
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http://www.who.int/mental_health/media/en/545.pdf
http://www.estreslaboral.info/index.html
NOTAS
 
1 Psicoterapeuta, Universidad Iberoamericana, A.C., Ciudad de México. Correo electrónico:
viviana.demichelis@correo.uia.mx
34
 
35
Ejercicio profesional del psicólogo
forense y pautas para el orientador
Roberto Tejero Acevedo1
 
 
Citación: Tejero, R. (2016). Ejercicio profesional del psicólogo forense y pautas para
el orientador. TSOP: Psicología forense y justicia social: estrategias de intervención,
x, 10-24.
 
 
Resumen
 
El desarrollo teórico y profesional de la psicología forense ha permitido
que sea identificada con nitidez como un área específica dentro de la
psicología jurídica. El avance de la disciplina también ha favorecido el
desarrollo de guías de actuación y abundante bibliografía. En este
documento se analizan los diferentes campos de actuación del
psicólogo forense y los requisitos legales, éticos y técnicos para el
ejercicio de su labor, también algunas de las afinidades entre el
psicoterapeuta (testigo cualificado) y el forense (perito) en el foro
jurídico y la importancia de no confundir ambos roles. Se enfatiza la
importancia de la formación y la actualización profesional.
 
Palabras clave: psicología forense; psicología
jurídica; informe forense; roles terapeuta y
forense; ética.
 
Abstract
 
The theoretical and professional development of forensic psychology
has allowed it to be clearly identified as a specific area within the legal
psychology. The advancement of the discipline has also enabled the
development of guidelines, and extensive literature. The different fields
of activity of the forensic psychologist and the legal, ethical and
technical requirements for the exercise of their work are analyzed. It
also discusses some of the similarities between the psychotherapist
(expert witness) and forensic psychologist in the legal forum and the
importance of not confusing the two roles. The importance of training
and professional development is emphasized.
 
36
Key words: forensic psychology; psychology law;
forensic report; therapeutic and forensic roles;
ethics.
 
 
 
Tanto el psicoterapeuta como el psicólogo forense comparten la profesión de psicólogo, y
ambos coinciden en la necesidad de manejar aspectos propios de la psicología clínica, y
de practicar una eficaz evaluación psicológica sobre su cliente o sobre su peritado, en
forma respectiva. Sin embargo, también existen importantes diferencias entre ellos, tales
como por ejemplo: el psicólogo forense a menudo actúa de forma transversal, se centra
en la evaluación y las implicaciones psicológico-legales de sus resultados, exento del
secreto profesional; mientras que el terapeuta interviene de forma dinámica con su
cliente, para evaluar y reevaluar en función de los cambios, en un contexto de
confidencialidad y alianza terapéutica. El objetivo del forense es informar en el foro
jurídico y auxiliar al jurista en su resolución jurídica, mientras que el del terapeuta es
promover un estado óptimo de salud mental y autonomía en su cliente (Echeburúa et al.,
2011; Muñoz et al., 2014).
La participación del psicólogo en el foro jurídico no es patrimonio exclusivo del
psicólogo forense (APA, 2011), dado que el terapeuta puede actuar también como un
testigo cualificado en auxilio del juzgador, lo que introducirá algunas características
especiales, que se mencionarán en este texto. En este punto han existido posiciones
radicales, como las expresadas por Greemberg y Shuman (1997) en un conocido artículo
que tuvo gran repercusión, donde afirmaban de manera tajante que los rolesdel
psicoterapeuta y del psicólogo forense eran incompatibles y se encontraban en un
“conflicto irreconciliable”. Estas posturas han sido contestadas, con énfasis en que si el
terapeuta actúa con objetividad y preserva los requisitos éticos y técnicos de la profesión
puede ser un eficaz colaborador de la justicia, y su descalificación como participante en
el foro, desautoriza a la propia psicología como ciencia (Heltzel, 2007). Los propios
Greemberg y Shuman (2007) matizaron su postura en el sentido de restringir la
compatibilidad de los roles (terapeuta vs. forense) a situaciones en las que la dualidad de
rol era ejercida por el mismo profesional y en igual procedimiento jurídico.
A partir de las premisas anteriores, existe peligro de confundir ambos roles (terapeuta y
forense), con consecuencias que pueden ser nefastas (en el plano técnico y ético) para
los destinatarios y para el profesional. Aunque en ocasiones no resulta posible separar por
completo la actuación pericial de la terapéutica (p. ej., cuando el psicoterapeuta
comparece como testigo o se ordenan tratamientos desde el proceso judicial), si existe
consenso en que deberá evitarse mezclar ambos tipos de actuaciones, o si esto no es
posible, al menos informar de los riesgos y limitaciones que implica (APA, 2011).
Esta breve exposición pretende, sin intención de ser exhaustiva, reflexionar sobre el
concepto de psicología forense y su ejercicio profesional, como una forma de
contribución a la cooperación de ambas funciones profesionales (terapeuta y forense).
37
 
38
■ CONCEPTO DE PSICÓLOGO FORENSE
 
Con frecuencia, las personas legas en la materia consideran que el psicólogo forense
desarrolla su actividad en el mundo del crimen o en la perfilación criminal de los asesinos
en serie y su captura, como ocurre en series televisivas y películas (p. ej. CSI, Mentes
criminales, Hannibal); y este fenómeno se produce incluso en muchos de los estudiantes
que comienzan su formación en el campo forense (Huss & Flyinn, 2014). Sin embargo,
la actividad del psicólogo en los tribunales de justicia está muy lejos de ese tipo de
actuaciones.
La psicología forense constituye una supra-especialización, dentro de un campo
especializado de la psicología, que es la psicología jurídica. En la actualidad, esta
distinción es aceptada de forma bastante pacífica (Muñoz et al., 2011; Packer, 2008),
según se ha desarrollado la disciplina, pero en periodos anteriores ambos conceptos se
empleaban de manera indistinta y aún persiste cierta confusión (Huss & Flyinn, 2014;
Packer, 2008). El psicólogo forense, lo es en la medida en que vierte su conocimiento
científico en el foro jurídico, o sea en el contexto judicial (Esbec & Gómez-Jarabo, 2000;
Brigham & Grisso, 2003).
En el contexto norteamericano, Grisso (Brigham & Grisso, 2003) proponía distinguir
los conceptos de psicología jurídica (perspectiva amplia) y forense (perspectiva
restringida) en función del momento histórico de la disciplina. En el primer caso
(jurídica), se trataría de aspectos relacionados con la aplicación de conceptos psicológicos
al sistema legal [el autor sitúa los orígenes al menos desde la Antigüedad, con
Hipócrates]; en el segundo (forense), se trataría de la intervención de los psicólogos
clínicos, al aportar sus conocimientos técnicos sobre casos concretos con requerimientos
legales específicos (lo que no se produciría de forma regular hasta mediados del siglo XX
en el contexto anglosajón). Hoy en día, la APA (2011), define con claridad la psicología
forense como: “cualquier práctica forense realizada por cualquier psicólogo dentro de
cualquier sub-disciplina de la psicología (clínica, del desarrollo, social, cognitiva)”,
mientras que el concepto amplio de psicología jurídica (Psychology Law) lo identifica
con “la aplicación de la psicología al sistema legal”, encuadrada en la división 41 de la
APA (APA, 2015).
Aunque la mayor parte de los manuales sobre psicología forense en el contexto
anglosajón se han centrado en el aspecto amplio de la disciplina (psicología jurídica)
(Huss & Flyinn, 2014), sí se han elaborado algunos textos ya clásicos que abordan
aspectos forenses en sentido estricto (p. ej., Hess & Weiner, 1999; Golsdtein et al.,
2003; Grisso, 1986, 2003; Melton et al., 1987, 1997; Melton et al., 2007; Rogers, 2008;
Weiner y&Otto, 2014; Wrightsman, 2001). La APA elaboró una guía específica para el
área forense en 1991, actualizada en su última versión de 2011 (APA, 2011), además de
otras guías para ámbitos específicos del interés forense como la custodia de menores en
procesos legales (p. ej., APA, 2010).
En España, la evolución conceptual ha sido similar. Desde la aparición del “Manual de
39
Psicología Jurídica” de Emilio Mira (1932), que la definía como “La psicología aplicada
al mejor ejercicio del derecho”, los psicólogos han cobrado una participación más activa
en el foro jurídico y en el contexto judicial como peritos y, forman parte activa del
Sistema de Justicia desde el decenio 1980-89 como empleados públicos. En un inicio
estos profesionales ingresaron en forma paulatina en los juzgados de familia (en 1983) y
después en las clínicas médico-forenses (en 1987), con un incremento constante de su
presencia en distintos órganos judiciales (Muñoz et al., 2011; Vázquez, 2005). En
paralelo, en el ámbito privado, el número de profesionales también ha ido en aumento y
consolidación.
En 1998, el Colegio Oficial de Psicólogos español (COP, 1998/2015) describía la
psicología forense como aquella rama de la psicología jurídica aplicada a los tribunales, y
la incluía por tanto en el perfil profesional (más general) de psicólogo jurídico, descrito
como aquel que está relacionado con el abordaje de los fenómenos psicológicos que
inciden en el comportamiento legal de las personas. Dentro de ese perfil profesional de
psicólogo jurídico el COP incluye, además del forense, otros seis campos: la psicología
penitenciaria, de la delincuencia, judicial (testimonio, jurado), policial y de las Fuerzas
Armadas, victimología y mediación (COP, 1998/2015).
De forma paralela también al ámbito anglosajón, se han elaborado manuales que han
primado el abordaje de la psicología jurídica (p. ej., Clemente, 1995, 2010; Muñoz et al.,
1980; Garrido et al., 2006; Jiménez 2003a, b y c; Sierra et al., 2006; Sobral et al., 1994;
Soria et al., 2001, 2005, 2006; Urra & Vázquez, 1993; Urra, 2003; Vázquez, 2005). Sin
embargo, tratan de forma menos intensa el ámbito forense en específico, con alguna
excepción muy notable como la de Esbec y Gómez-Jarabo (2000).
El COP español (COP, 2007/2015) también desarrolló una guía muy básica sobre
pautas de actuación en psicología forense, centrada sobre todo en las directrices éticas
del ejercicio profesional; asimismo destacan de forma más reciente y exhaustiva los
esfuerzos de los colegios autonómicos de Cataluña (COP-C, 2014) y Madrid (COP-M,
2009).
El amplio contexto latinoamericano, con su diversidad y riqueza cultural que aparece
unido en diversos puntos (muchos de ellos compartidos también con la historia y realidad
de España), ha desarrollado una evolución conceptual similar a la descrita en los
contextos anteriores, y aparece también reflejada en algunos meritorios manuales (p. ej.,.
Díaz, 2011; García-López, 2010 y 2014; Hernández, 2011; Sarmiento et al., 2005).
 
40
■ ROL DEL PSICÓLOGO ANTE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
 
Aunque el papel principal del psicólogo en el sistema judicial tiene que ver con la
actividad forense (elaboración de informes periciales), ésta no es su única función
posible. Así, no es infrecuente que el psicólogo clínico o psicoterapeuta sea llamado a
declarar sobre aspectos relacionados con el justiciable (cuando es su cliente o paciente) y
entonces actuar como testigo cualificado (Soria, 2005).
Confundir ambos roles (testigo y perito) puede terminar por perjudicar a los usuarios y
limitar con gravedad la eficacia y la ejecución técnica del psicólogo. Por ello, parece
esencial delimitar la función a ejercer por el profesionalpsicólogo en el foro jurídico, ya
sea como testigo, perito o asesor (COP-C, 2014; Soria, 2001, 2005):
Perito: se refiere al ejercicio de un profesional (en este caso, de un psicólogo) al
emitir un dictamen, derivado de los conocimientos propios de su ciencia, con una
petición específica, tras el análisis detallado de determinados hechos y con objeto
de auxiliar al juez (como elemento de prueba) en la toma de decisiones sobre el
caso concreto enjuiciado. Se trata de una actividad neta forense; del psicólogo
sólo se exige su criterio técnico y objetivo, ya que no tiene ninguna relación
previa con el caso.
Testigo: se refiere a la persona que está en condiciones de relatar aquello de lo
que ha tenido conocimiento relevante, según el criterio del mismo tribunal, a
través de su contacto previo con el caso y, o con las personas implicadas. En el
caso del psicólogo, por disponer de formación y conocimiento especializado,
estará en condiciones de aportar datos técnicos al tribunal y por eso su rol pasa a
ser el de testigo cualificado [o testigo-perito, según la legislación española (Art.
370, LECivil 1/00)]. Resulta habitual que esta situación ocurra al momento en
que el psicólogo o psicoterapeuta acude al tribunal a informar sobre aspectos
relacionados con su paciente.
Asesor: se refiere al profesional (en este caso, el psicólogo) que asesora a alguna
de las partes o al juzgador en la consecución de sus objetivos (asesorar en
cuanto a los modos de interrogar, selección del jurado, análisis de determinadas
pruebas del proceso, sugerencia de otras nuevas). En este caso, en especial si es
requerido por las partes del proceso, el psicólogo deberá actuar con precaución y
sin faltar a los principios éticos de la disciplina.
41
■ CAMPOS DE ACTUACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO
FORENSE
 
Para entrar ya de forma específica a la función del perito psicólogo, sus objetivos
vendrán determinados por el escenario legal en el que sea requerido (es decir, por la
materia o jurisdicción en la que se encuadre el caso enjuiciado). Por eso resulta esencial
que el perito conozca la estructura del sistema legal donde deberá aportar sus
conocimientos, sin invadir las funciones del jurista (APA, 2011; EFPA, 2004; Esbec &
Gómez-Jarabo, 2000; Huss & Flynn, 2014). El desarrollo de la disciplina forense ha
permitido que se encuentren bien delimitados los objetos de informe y tópicos de
actuación más frecuentes para el psicólogo forense. Algunos ejemplos en el contexto
español, muy similares al contexto norteamericano (p. ej., Goldstein et al., 2012; Huss &
Flynn, 2014) o latinoamericano (p. ej., García-López, 2014), serían los recogidos en el
cuadro 1. Algunos de los tópicos de actuación más habituales para el psicólogo forense
en el contexto español en materia penal y civil (p. ej., Comunidad de Madrid, 2007;
COP-C, 2014; Esbec & Gómez-Jarabo, 2000; Muñoz et al., 2011):
 
Cuadro 1. Tipos de objeto de informe por tipo de juridicción
Jurisdicción penal
Órgano judicial Tipos de objeto de informe
Juzgados de lo penal o de
Instrucción Valoración pericial psicológica del denunciado: imputabilidad, medidas de seguridad, riesgo
delictivo, capacidad procesal
Valoración pericial psicológica de la víctima: valoración del daño psicológico; lesión-secuela
psicológica; credibilidad del testimonio en abuso sexual infantil; autopsia psicológica
Juzgados de violencia
sobre la mujer (materia
penal)
Evaluación del denunciado (aspectos relacionados con la imputabilidad o peligrosidad del
presunto agresor)
Evaluación de la (s) presunta(s) víctima(s) (bien sean mujeres o menores a su cargo).
Aspectos relacionados con el daño psicológico
Juzgados de vigilancia
penitenciaria Evaluación sobre la clasificación del penado, progresiones o regresiones de grado
penitenciario y, o libertad condicional
Evaluación sobre permisos de salida del penado
Seguimiento sobre las medidas de seguridad
Fiscalía y Juzgados de
menores
Evaluación psicológica del menor infractor (desde los 14 hasta los 18 años de edad) y orientación
respecto a la medida socioeducativa más adecuada
Conciliación y reparación
Seguimiento de las medidas posteriores a la sentencia
Supervisión de permisos y cambios de medida
Jurisdicción civil
Juzgados de Familia (o de
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Primera Instancia) Guardia y custodia de los hijos en divorcios y rupturas familiares
Desarrollo del régimen de visitas (con progenitores, abuelos u otros familiares)
Procesos de privación de la patria potestad
Procesos de adopción
Procesos de emancipación de menores
Procesos de nulidad civil del matrimonio
Procesos de impugnación de tutelas
Juzgados de Violencia
sobre la Mujer (materia
civil)
Guarda y custodia de menores, régimen de visitas, privación de patria potestad, nulidad
civil del matrimonio
Juzgados de incapacidades
(o de Primera Instancia) Procesos de incapacitación civil
Declaración de prodigalidad
Idoneidad de tutor-curador
 
En España, sólo existen peritos psicólogos (p. ej., forenses) adscritos a la
Administración de Justicia (como empleados públicos) en los juzgados recogidos en el
cuadro 1; por tanto, en particular en las materias penal y civil, con la excepción de los
psicólogos pertenecientes a las clínicas médico-forenses o Institutos de Medicina Legal,
que reciben casos de todas las jurisdicciones, excepto militar y canónica. Si bien es cierto
que las áreas penal y civil son las que mayor atención han recibido en los textos y
manuales relacionados con la psicología jurídica y forense, también la labor del perito
resulta muy relevante en otras jurisdicciones como la social (o laboral) (p. ej., González-
Trijueque et al., 2014, 2011; Tejero et al., 2013), la canónica (p. ej., Esbec & González-
Trijueque, 2014; García-Faílde, 2003), la militar o la contencioso-administrativa (Esbec
& Gómez-Jarabo, 2000). Algunos ejemplos de actuaciones en estas jurisdicciones se
recogen en el cuadro 2.
 
Cuadro 2. Algunos de los tópicos de actuación más habituales para el psicólogo forense en el contexto laboral y canónico
Jurisdicción social (laboral)
Órgano judicial Tipos de objeto de informe
Juzgados de lo Social
Capacidad laboral del trabajador (diferencia entre el accidente de trabajo y la enfermedad
profesional; delimitación de patologías propias del contexto laboral; delimitación del grado de
incapacidad permanente del trabajador)
Despido de los trabajadores (aspectos relacionados con el acoso o las drogodependencias en el
trabajo).
Prevención de riesgos laborales (riesgos psicosociales del trabajador)
Jurisdicción canónica
Tribunales
eclesiásticos,
metropolitanos y
rotales
Procedimientos de nulidad matrimonial por incapacidad psíquica (insuficiente uso de razón del
contrayente; grave defecto en la discreción de juicio; incapacidad para asumir las obligaciones del
matrimonio por causa psíquica)
43
 
La jurisdicción canónica suele ser desconocida e incluso ignorada en muchos textos que
abordan de forma generalista el área de la psicología forense, aunque la labor del perito
(psicólogo y, o psiquiatra), por ley es preceptivo en las causas relacionadas con
incapacidad psicológica para contraer matrimonio (Canon 1680 del Código Canónico).
Las jurisdicciones restantes (militar y contencioso-administrativa) comparten similitudes
con las jurisdicciones penal (el ejército dispone de su propio código penal militar) y social
(los trabajadores funcionarios inician sus procesos laborales en el área contencioso-
administrativa) (Esbec & Gómez-Jarabo, 2000).
Además de la participación del psicólogo en el foro jurídico como empleado público, el
perito psicólogo en el ámbito privado tiene un amplio campo de acción en todas las
jurisdicciones comentadas. Su participación puede solicitarse por vía de la contratación
directa de los abogados del cliente, en cuyo caso el informe pericial de parte tendría que
ser después aceptado por el juez, si así lo estimase (Fernández de Retana, 2010), o
nombrado de oficio por el propio juez a partir de la lista de peritos que los colegios
profesionales elaboran cada año,según mandato de la Ley de Enjuiciamiento Civil (Art.
341, LECivil 1/00).
 
44
■ REQUISITOS LEGALES PARA EL EJERCICIO DE LA FUNCIÓN
PERICIAL
 
En el caso español, hasta el momento no existe ningún requisito legal para ejercer como
perito psicólogo, más allá “del título oficial que corresponda en la materia objeto del
dictamen” (según establece el Art. 340.2 de la LECivil 1/00). Esta circunstancia habilita a
cualquier graduado o licenciado en psicología para emitir dictámenes psicológicos, ya que
en España no existe título oficial de psicólogo forense (Muñoz et al., 2011).
A pesar de esta parquedad actual en la exigencia de requisitos legales en el contexto
español, parece claro que el psicólogo desprovisto de conocimiento y formación
adecuada, con dificultad podrá desempeñar de forma eficaz su función de auxiliar del
juzgador en el sistema legal. En ese sentido, algunos Colegios profesionales en España
han dispuesto sistemas de acreditación de condiciones de formación y experiencia en el
campo forense (COP-M, 2015; COP-C, 2015). Existe una proposición no de ley en el
Congreso que pretende la acreditación de todos los psicólogos que interaccionan con la
Administración de Justicia y establecer unos requisitos mínimos, pero aún no ha obtenido
respuesta desde que fue emitida en octubre de 2013 (BOCG, 2013).
En todo caso, el psicólogo que ejerce como forense sí estará sometido a las mismas
normas que cualquier perito, al menos en una doble vertiente:
 
a) Deberá ser objetivo e imparcial (Art. 335.2, LECivil), y deberá inhibirse de actuar en
aquellas situaciones en las que esa objetividad esté amenazada. Estas situaciones
están recogidas también en la LECivil (Art. 343), y son conocidas como motivos de
tacha del perito: ser cónyuge o pariente del peritado (hasta el cuarto grado); tener
predisposición directa o indirecta en el asunto; dependencia o contraposición de
intereses con las partes; amistad o enemistad íntima con éstas.
b) Podrá ser sancionado por el mal ejercicio de su función como perito. En este punto
el vigente Código Penal de 1995, incluye penas para los peritos en los ilícitos
denominados de falso testimonio o de obstrucción a la Administración de Justicia
(Arts. 458-467). Las penas pueden ir desde multas y suspensión para el cargo público
hasta tres años (para aquellos que no falten a la verdad en forma sustancial, pero sí la
alteren con reticencias o inexactitudes, Art. 460); hasta penas de prisión de 3 años
para aquellos que faltaren de forma maliciosa a la verdad, Art. 459). De igual forma,
al perito puede exigírsele la compensación de los daños causados por la vía de la
reclamación civil por mala praxis de su trabajo (Art. 1.902 del Código Civil).
 
45
■ REQUISITOS ÉTICOS PARA EL EJERCICIO DE LA FUNCIÓN
PERICIAL
 
Sin perjuicio del cumplimiento de las obligaciones legales del perito psicólogo para ejercer
su trabajo de forma objetiva y responsable (no negligente ni imprudente), también
existirán una serie de requisitos éticos en su actuación, como para cualquier psicólogo. En
el caso español, existe un Código Deontológico (CD) que rige en todo el estado, y las
comisiones deontológicas de los colegios autonómicos son las encargadas de velar por su
cumplimiento (COP, 2004; COP-M, 2011; Del Río, 2005, 2007; Molina, 2011; Urra,
2007).
El Código Deontológico del psicólogo, redactado en 1987, está vigente en España
desde 1993 con una leve modificación en 2010 (COP, 2010), y no existe un código
específico para el psicólogo forense. Sí existen recomendaciones en las guías de buenas
prácticas para el psicólogo forense elaboradas por los colegios autonómicos (COP-C,
2014 y COP-M, 2009) y también existe un documento elaborado por la Federación
Europea de Asociaciones de Psicólogos (EFPA, 2004). En el contexto norteamericano, la
guía forense elaborada por la APA (2011) también incluye recomendaciones éticas. De
estos documentos, se extraen puntos comunes, como los siguientes:
Responsabilidad y competencia. Como cualquier psicólogo, el perito psicólogo,
deberá actuar con rigurosidad, y basar sus actuaciones en datos y técnicas
científicas consolidadas, mediante la correcta aplicación de los instrumentos que
seleccione y la prudencia en la expresión de sus resultados (Art. 6 y 12 del CD
español).
De igual forma, el psicólogo (también el perito) está obligado a mantener la
competencia profesional y el reciclaje sobre su formación y práctica, lo que exige un
esfuerzo continuado de actualización (Art. 17 del CD español) y reconocer las
limitaciones técnicas de su ciencia y práctica (Art. 17 y 48 del CD español).
Objetividad e imparcialidad. Además de las obligaciones legales ya comentadas
para el psicólogo forense de ser objetivo e imparcial, como cualquier psicólogo,
el perito tiene la obligación ética de serlo (Arts. 6 y 15 del CD español).
Un punto de interés para el psicoterapeuta se relaciona con las persistentes
recomendaciones de las guías institucionales y corporativas sobre la inconveniencia de
mezclar el rol de psicoterapeuta con el de perito por la posibilidad de introducir
multiplicidad de rol (AFCC, 2007; APA, 2010, 2011; COP-M, 2009). En este punto,
aunque el CD español no introduce ninguna orientación específica, sí advierte que el
psicólogo no deberá provocar situaciones confusas o ambiguas en sus actuaciones (Art.
29, CD español).
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Otra situación que podría introducir parcialidad en la actuación pericial es la emisión de
informes de personas que no se han evaluado (p. ej. a partir de las referencias de una de
las partes interesadas en el conflicto). Esta situación se puede producir con cierta
frecuencia en las evaluaciones de familia (p. ej., guarda y custodia de menores), cuando
el informe se elabora a petición de una de las partes y, en ocasiones, con ocultación
deliberada a la otra. En este punto, el CD español exige prudencia y reconocimiento de
las limitaciones de la metodología (Art. 6, 15 y 48), además de la mencionada obligación
de no prestarse a situaciones confusas (Art. 29). Aunque el CD no hace mención expresa
a esta casuística en la jurisdicción civil de familia, las guías de buenas prácticas en esa
materia hacen incluso referencia expresa a la necesidad de interrumpir la evaluación si
uno de los progenitores se opone (COP-M, 2009), o modificar en todo caso el alcance de
la evaluación, cuando por interés del menor conviene realizar la evaluación (COP-C,
2014).
Confidencialidad y consentimiento. El CD español establece con claridad que la
información vertida por un cliente al psicólogo está sometida al derecho-deber de
confidencialidad y secreto profesional, salvo que el cliente de manera expresa
exima al psicólogo (Art. 40 del CD español) y recoge que el profesional sólo
deberá recabar la información necesaria para las funciones para las que ha sido
requerido (Art. 39). Lo mismo ocurre con los informes psicológicos, salvo que
hayan sido solicitados por un juez o por un tutor de un menor o incapaz; y aún
en ese caso sólo podrán difundirse en el marco donde fueron solicitados (Art. 42
y 43 del CD español).
Para el psicoterapeuta, el secreto profesional es uno de los pilares esenciales de la
relación con su cliente y su observancia no es sólo un requisito ético sino que también lo
es legal, y puede tener consecuencias graves para quien lo incumpla (Del Río, 2005,
2007; Echeburúa, 2002).
En España, el derecho a la intimidad es un derecho constitucional protegido (Art. 18.1).
Aunque la Constitución Española (Art. 20.1) remite la regulación del secreto profesional
a una ley específica que aún no ha sido desarrollada, sí existen leyes administrativas en
materia de sanidad, como la Ley 41/2002, básica reguladora de la autonomía del paciente
y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica, que en
su Art. 7.1 recoge el derecho de cualquier ciudadano a la confidencialidad de los datos
relativos a su salud, y a que nadie pueda acceder a ellos sin previa autorización legal. La
Ley 12/2001, del 21 de diciembre, de Ordenación

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