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ICASI

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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 2!
Titulo: ICASI. Protocolo de Intervención en Crisis por 
Revelación del Abuso Sexual Infantil. 
Autor: Miguel Angel Pichardo Reyes. 
Año: 2014 
Lugar: Zapopan, Jal. México 
Edición: Fundación Prevención del Abuso Sexual 
(FUNDACIÓN PAS). 
 
El contenido del presente protocolo puede ser 
reproducido total o parcialmente, siempre y cuando se 
cite la fuente y se envíe copia de lo publicado a 
FUNDACIÓN PAS. 
 
San Luis Gonzaga 5238 
Col. Jardines Guadalupe. 
Zapopan, Jal. México. 
 
 
 
 
Sobre el autor: 
 
 
 
Miguel Angel Pichardo Reyes 
 
Psicólogo social. Psicotraumatólogo. Psicoterapeuta 
corporal. Director de Curar el Trauma. Especialista en 
atención a víctimas de la violencia familiar, sexual, de 
género, política y delincuencia organizada. Dirige 
AlterSoma. Escuela Libre de Psicoterapia Corporal. Se 
especializa en el tratamiento psicocorporal de la 
memoria traumática, así como en intervenciones 
psicosociales con víctimas de la violencia en contextos 
de conflicto social. 
 
curareltrauma@gmail.com 
www.curareltrauma.com 
www.altersoma.com 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 3!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A quienes la herida del abuso sexual les 
ha permitido soñar con otro mundo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 4!
Índice 
 
Introducción 
 
7 
I. APROXIMACIÓN TEÓRICA 
 
8 
Orientaciones clínicas para el tratamiento de los traumas por abuso sexual infantil 
 Sobrevivientes del abuso sexual 
 Abuso sexual y trauma 
 Los efectos traumáticos en los sobrevivientes de abuso sexual 
 El impacto del abuso sexual 
 La cura del abuso sexual y sus efectos psicopatológicos 
 El tratamiento psicoterapéutico para sobrevivientes del abuso sexual infantil 
 La duración de un tratamiento psicoterapéutico del abuso sexual 
 Las terapias alternativas para tratar el abuso sexual 
 La psicoterapia corporal con un sobreviviente del abuso sexual 
 
9 
9 
9 
9 
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11 
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13 
Aproximación psicotraumatológica al abuso sexual infantil 
 Definición del abuso sexual 
 Maltrato infantil y abuso sexual 
 Interacción sexual 
 Asimetría y abuso de poder 
 Vulnerabilidad pretraumática del niño/a 
 Proceso traumatogénico del abuso sexual 
 Sistemas familiares organizados por traumas 
 Parentalidad abusiva 
 Frecuencia del abuso sexual 
 Taxonomía de los traumas sexuales 
 Variaciones del impacto clínico 
Alteraciones en la estructura clínica 
 Descompensaciones mórbidas sintomáticas 
 
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La prevención del abuso sexual infantil en la familia 
 Los cuatro pasos para prevenir el abuso sexual infantil 
 Paso uno. Información 
 Información básica sobre el abuso sexual 
 ¿Qué es el abuso sexual infantil? 
 Desmitificar el abuso sexual infantil 
 Sobre los agresores sexuales 
 Sobre las víctimas 
 Informar sobre las consecuencias del abuso sexual infantil 
Paso dos. Observación 
 La vulnerabilidad familiar al abuso sexual 
 Estilos educativos vulnerables 
 Los estilos de apego y vulnerabilidad 
 La dinámica familiar y la vulnerabilidad 
 Familias de alto riesgo 
 Indicadores del abuso sexual infantil 
Paso tres. Evaluación 
 El semáforo del abuso sexual 
Paso cuatro. Actuación 
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42 
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 Semáforo verde: fortalecer 
 Semáforo amarillo: cambios 
 Semáforo rojo: enfrentar 
 Primeros auxilios psicológicos ante el abuso sexual 
 
44 
44 
45 
46 
 
II. PROTOCO DE INTERVENCIÓN 
 
49 
Objeto del Modelo 
 Las crisis victimales por violencia 
 Las crisis por revelación del abuso sexual infantil 
 
50 
50 
52 
Objetivo del Modelo 
 
54 
Metodología del Modelo 
 
54 
Fase 1. Evaluación psicológica 
 Paso 1. Información general 
 Paso 2. Intervención en crisis 
 Paso 3. Evaluación del trauma por abuso sexual 
 Paso 4. Evaluación clínica integrativa 
 
Fase 2. Exploración del abuso sexual infantil 
Paso 1. Vulnerabilidad pretraumática 
Paso 2. Dinámica y estructura familiar 
Paso 3. Proceso y dinámica del abuso 
Paso 4. Taxonomía del trauma 
Paso 5. Evaluación de la crisis de revelación 
 
Fase 3. Alianza y encuadre terapéutico 
Paso 1. Delimitar el focus 
Paso 2. Clarificar expectativas 
Paso 3. Encuadre 
Paso 4. Alianza y acuerdos 
 
Fase 4. Desmitificación del abuso sexual infantil 
Paso 1. Información básica sobre el abuso sexual infantil 
Paso 2. Reconocer la situación de abuso y manejo de mitos. 
Paso 3. Redefinir responsables y víctima. 
Paso 4. Formas de vinculación afectiva con el agresor. 
Paso 5. Validar sentimientos propios. 
 
Fase 5. Reorganización cognitiva 
Paso 1. Mapeo de la dinámica traumatogénica 
Paso 2. Estilo cognitivo y de personalidad 
Paso 3. Negociación cognitiva 
Paso 4. Ejercicios de autoafirmación 
 
Fase 6. Conductas resolutivas 
Paso 1. Reconocer y anticiparse 
Paso 2. Tiempo fuera y autorregulación 
Paso 3. Procesamiento emocional 
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61 
62 
 
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Paso 4. Resolución de conflictos 
 
Fase 7. Evaluación y cierre del proceso 
Paso 1. Evaluación FODA 
Paso 2. Evaluación clínica 
Paso 3. Cierre 
 
99 
 
101 
101 
102 
103 
Bibliografía 
 
104 
Anexo: Descripciones de los nueve tipos de personalidad 
 
106 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Introducción 
 
La Fundación PAS celebra la creación y publicación de este Modelo de intervención para el 
tratamiento de las crisis por revelación del abuso sexual infantil. Consideramos que la 
producción de este tipo de Modelos representan un avance en la profesionalización y 
especialización de los y las profesionales de la salud mental, especialmente en este campo 
de conflicto donde existen pocas referencias sistematizadas. 
 
El Modelo surge de la imperiosa necesidad de contar con servicios de psicoterapia breve 
que sean accesibles al grueso de la población, en este caso, de personas adultas que han 
sobrevivido a situaciones de abuso sexual en la infancia. La así llamada psicoterapia breve 
o de emergencia, ya sea vía telefónica o por otros medios audiovisuales que nos facilitan 
los avances en telecomunicaciones, permite llegar a poblaciones que en otras circunstancias 
supondrían traslados e inversiones que demeritarían en la economía, sino es que para 
muchos resultaría prácticamente imposible. 
 
La psicoterapia breve y de emergencia, así como la psicoterapia por medios virtuales se 
encuentra en la vanguardia de los avances que nuestro mundo moderno exige. Esto ha 
permitido romper las barreras del tiempo y el espacio, beneficiando así a un amplio sector 
de la población que aún contando con recursos económicos limitados, cuentan con la 
capacidad tecnológica para acceder a este tipo de servicios. 
 
Parte fundamental de la misión de la Fundación PAS consiste en la innovación, 
investigación y desarrollo de proyectos de prevención, sean estos primarios, secundarios o 
terciarios. En este sentido, el presente Modelo viene a cumplir de forma satisfactoria con 
esta misión, representando un aporte fundamental al movimiento de promoción y defensa 
de los derechos de los niños y las niñas. 
 
Producto de un esfuerzo donde se articulan varios sectores, como lo es el empresarial, las 
organizaciones civiles, consultoras especializadas, activistas, intelectuales y profesionales, 
el presente Manual da cuenta de esta posible y necesaria articulación. El Modelo ha sido 
desarrollado por Miguel Angel Pichardo Reyes, director de Curar el Trauma, consultora 
especializada en psicotrauma y conflictología, quién cuenta con una amplia experiencia en 
la prevención psicosocial y el tratamiento clínico desde la psicoterapia corporal con 
víctimas y sobrevivientes del abusosexual infantil. 
 
El Modelo se encuentra dirigido a profesionales, organizaciones, instituciones y empresas 
que brindan el servicio de psicoterapia breve y de emergencias especializada en abuso 
sexual, y consideramos que este Modelo marcará un hito para la aplicación y socialización 
de esta metodología, redundando en el bienestar de miles de personas sobrevivientes. 
 
Sinceramente esperamos que la lectura de este documento favorezca la disminución del 
sufrimiento y potencie la capacidad de disfrute de la vida y la sexualidad. 
 
 
 
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I. APROXIMACIÓN TEÓRICA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Orientaciones clínicas para el tratamiento de los traumas por 
abuso sexual infantil 
 
Sobrevivientes del abuso sexual 
 
Son hombres y mujeres (adolescentes, jóvenes y adultos) que vivieron uno o varios eventos 
de abuso sexual en su infancia, y que en la actualidad presentan malestar, síntomas o 
trastornos psicológicos y somáticos. Se les considera “sobrevivientes emocionales” porque 
lograron reponerse, en la medida de sus posibilidades, a esa situación traumática, y sin 
embargo en la actualidad resienten los efectos psicológicos a largo plazo (leves, crónicos o 
agudos). 
 
Abuso sexual y trauma 
 
No todos los sobrevivientes desarrollan trauma psicológico ni tampoco es preciso que 
desarrollen alguna psicopatología psiquiátrica. Sabemos que el 70% de los sobrevivientes 
son afectados psicológicamente, y de éste, alrededor del 17 al 40% sufren alguna 
psicopatología clínica y de la personalidad importante. Sólo el 30% de los sobrevivientes 
han podido asimilar la experiencia sin problemas aparentes. Los efectos varían de acuerdo a 
la frecuencia e intensidad del abuso, así como al tipo de trauma. 
 
Los efectos traumáticos en los sobrevivientes de abuso sexual 
 
Podemos estimar que entre el 17 y el 40% de los sobrevivientes de abuso sexual padece 
Trauma por Abuso Sexual Infantil crónico o crónico-vincular (incestuoso), esto es, una 
constelación de trastornos psicológicos que van de moderados a graves y crónicos. Dentro 
de los trastornos y malestares psicológicos nos encontramos con: Trastornos por adicción 
(alcohol, cocaína, inhalantes, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos), Trastornos psicóticos 
(depresión psicótica, esquizofrenia paranoide, trastorno delirante y trastorno psicótico 
breve), Trastornos del estado de ánimo (trastornos afectivos, depresivos y bipolares), 
Trastornos de ansiedad (trastornos de angustia, agorafobia, fobia social, trastorno obsesivo-
compulsivo, trastorno de estrés postraumático y trastorno de ansiedad generalizada), 
Trastornos psicosomáticos (trastorno de somatización, trastorno de conversión, hipocondría 
y trastorno dismórfico corporal), Trastornos disociativos (amnesia disociativa, 
despersonalización y trastorno de identidad disociativo), Trastornos sexuales (ausencia de 
deseo sexual, aversión al sexo, trastorno de excitación sexual, de erección, de orgasmo, 
eyaculación precoz, dispaurenia, vaginismo y parafilias, incluyendo la pedofilia, el sadismo 
y el masoquismo), Trastornos alimenticios (anorexia y bulimia nerviosa), Trastornos del 
control de impulsos (trastorno explosivo intermitente, ludopatía y tricotilomanía) y 
Trastornos de la personalidad (trastornos paranoide, antisocial, esquizoide, narcisista, 
dependiente, límite y evitativo de la personalidad). 
 
En nuestra práctica clínica hemos constatado que los más frecuentes son los trastornos 
depresivos, de ansiedad, por disociación y de personalidad. La gravedad de muchos de 
estos trastornos ameritan un tratamiento médico psiquiátrico, otros más son susceptibles de 
tratamiento psicoterapéutico de apoyo, de contención y profundo. 
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El impacto del abuso sexual 
 
La mejor manera de saber el impacto psicológico del abuso sexual y de conocer algún 
trastorno psicopatológico es a través de un psicodiagnóstico especializado en trauma por 
abuso sexual. Dicho diagnóstico es realizado por un psicólogo clínico y/o médico psiquiatra 
con experiencia y capacitación clínica en este campo. El psicodiagnóstico se realiza 
fundamentalmente a través de una entrevista estructurada, la exploración de signos y 
síntomas, la historia clínica, así como la aplicación de evaluaciones, escalas y pruebas. 
Durante este proceso se realiza una exploración exhaustiva del estado mental, la cognición, 
las emociones, los comportamientos, los vínculos, los síntomas y signos somáticos, 
antecedentes médicos y psiquiátricos, traumas previos o posteriores, duelos, historia sexual, 
historia secuencial, se aplican escalas de depresión y ansiedad, de severidad del trauma, de 
cogniciones postraumáticas, de autoestima, de respuestas de afrontamiento, entre los más 
importantes. Dependiendo de la persona, el proceso de psicodiagnóstico puede durar de 
una a tres sesiones, al final del cual se le da a conocer al paciente los resultados y 
conclusiones, explicando y aclarando dudas, proporcionando un pronóstico y un programa 
de tratamiento adecuado. 
 
La cura del abuso sexual y sus efectos psicopatológicos 
 
En general todos los trastornos psicopatológicos producidos por el trauma del abuso sexual 
son tratables, sin embargo el éxito de dicho tratamiento varía de acuerdo a la gravedad o 
cronicidad de los síntomas, a los aspectos constitutivos (fisiológicos), estructurales 
(temperamento, carácter y personalidad) y contextuales (apoyo social, estrés y autoestima), 
lo cual puede determinarse por el pronóstico que proporcione el clínico durante el 
psicodiagnóstico. El pronóstico nos permite ser realistas en cuanto al éxito y eficacia del 
tratamiento, por lo cual podemos decir que ante un pronóstico favorable es susceptible 
hablar de curar el abuso sexual, obteniendo disminución, control o remisión de los 
trastornos asociados. El éxito de una psicoterapia no siempre reside en curar el trauma, a 
veces solo es posible disminuir o mantener bajo control los síntomas. 
 
Cuando existe un pronóstico reservado, el programa de tratamiento que diseñe el clínico 
normalmente va acompañado de interconsultas con otros clínicos y especialistas 
(psiquiatras, nutriólogos, neurólogos, endocrinólogos, etc.), así como otras terapias 
auxiliares y alternativas (homeopatía, masoterapia, yoga, etc.). En situaciones de crisis, 
intentos de suicidio, autolesiones y episodios psicóticos breves, u otra circunstancia que 
ponga en peligro la integridad propia o de terceros, lo indicado es realizar un internamiento 
de estancia breve en un hospital con atención psiquiátrica y continuar con el tratamiento 
psicoterapéutico. 
 
Un pronóstico reservado responde a la conjugación de una serie de factores, tales como; la 
gravedad o cronicidad de un trastorno clínico, el resquebrajamiento de la estructura clínica 
del sujeto, la presencia de uno o más trastornos de la personalidad, bajo soporte social y 
presencia de estresores psicosociales en el grupo primario de apoyo. Frente a cuadros 
clínicos como este no es posible esperar una cura, a veces siquiera disminuir los síntomas, 
más bien se apela a la búsqueda de cierto control sobre la enfermedad y a acompañar y 
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contener al paciente y su familia. Los tratamientos suelen durar varios años. 
 
El tratamiento psicoterapéutico para sobrevivientes del abuso sexual infantil 
 
Después de haber obtenido el diagnóstico y el pronóstico, el clínico dispondrá de un 
tratamiento adecuado para el paciente, precisando tiempos, duración, honorarios, 
expectativas de la respuesta del paciente al tratamiento. Cabe señalar que no cualquier 
clínico o psicoterapeuta se encuentra capacitado para diseñar y operar un tratamiento del 
abuso sexual, pues tal actividad supone una experiencia previa y una capacitación 
especializada, la cual se adquiere a través decursos, talleres, seminarios, congresos, 
especialidades y diplomados. Por este motivo es importante preguntar al clínico si cuenta 
con experiencia y formación previa especializada en el tratamiento del abuso sexual, de no 
ser así se le puede solicitar la referencia de algún profesional o institución especializada en 
abuso sexual. 
 
Para un tratamiento del abuso sexual es recomendable trabajar bajo un programa 
estructurado que pueda delimitar el foco, el método, la técnica, los objetivos, los resultados 
esperados, las etapas, el número y nombre de la sesión, así como instrumentos de 
evaluación clínica del curso de los trastornos. Contando con un programa es factible que el 
clínico pueda optar por la perspectiva psicoterapéutica de su formación, no habiendo 
inconveniente en ello, siempre y cuando se tenga claridad en cuanto al proceso, foco y 
método. En la actualidad existen muchos programas de tratamiento con sobrevivientes del 
abuso sexual que son integrativos, esto es, que las técnicas y métodos empleados provienen 
de distintas orientaciones psicoterapéuticas, sean estas cognitivo-conductuales, 
psicodinámicas, sistémicas, humanistas, psicocorporales y transpersonales. 
 
La modalidad del tratamiento puede ser individual o grupal, y esto lo determinará el clínico 
de acuerdo al diagnóstico y pronóstico, habiendo ocasiones que se llevan a cabo las dos 
modalidades. Ya sea individual o grupal el objetivo de un programa de tratamiento 
especializado en abuso sexual sería proporcionar alivio inmediato a los síntomas más 
graves, hacer frente al trauma, restaurar en la persona el sentido básico de seguridad en el 
mundo y en las personas, y facilitar su reintegración social en el contexto comunitario. 
Algunos principios básicos que son importantes mencionar, consisten en mejorar el 
malestar emocional, ayudar al proceso de curación natural, no emplear tratamientos 
ineficaces que empeoren la situación, y adaptar la terapia a las necesidades específicas de 
cada paciente. 
 
Estos programas de tratamiento deben incluir por lo menos cuatro ejes: 1) Atención de 
síntomas graves, 2) Abordar el núcleo del trauma, 3) Problemas en la regulación de 
emociones, y 4) Pérdida de la confianza personal e interpersonal. Estos ejes enmarcan una 
serie de temas que pueden ser tratados en el siguiente orden: Reconocer la situación de 
abuso y manejo de mitos. Redefinir responsables y víctima. Características de la agresión. 
Formas de vinculación afectiva con el agresor. Validar sentimientos propios. Educar sobre 
efectos psicológicos comunes. Dinámica familiar. Sexualidad. Educar para evitar 
revictimización. Autoimagen, autoestima, comunicación, asertividad. Proyecto de vida. 
Proceso legal. Relaciones interpersonales. Mecanismos de defensa. Percepción del contexto 
psicosocial ante la denuncia. 
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La duración de un tratamiento psicoterapéutico del abuso sexual 
 
Existen varios tipos de tratamiento psicoterapéutico dependiendo del momento en el cual se 
encuentre la persona, por eso distinguimos: 1) tratamientos de intervención en crisis, 2) 
tratamientos de contención post-crisis de estabilización emocional, 3) tratamiento básico de 
psicoterapia breve, 4) tratamiento profundo y de acompañamiento a largo plazo. Los 
tratamientos de crisis pueden durar de una sesión a seis sesiones (un mes y medio), los 
tratamientos post-crisis varían entre tres y seis meses, un tratamiento de psicoterapia breve 
pueden variar de tres meses a un año, y finalmente, un tratamiento profundo y de 
acompañamiento puede durar entre un año y un tiempo indeterminado. 
 
Las terapias alternativas para tratar el abuso sexual 
 
Los casos supuestamente milagrosos de curaciones súbitas de algún trastorno psicológico o 
psiquiátrico por parte de algún procedimiento natural, espiritual, esotérico o “alternativo” 
se sustentan únicamente en testimonios y son atribuidos a seres o sustancias metafísicas, lo 
cual carece de comprobación, réplica y generalización, y en términos generales esas 
supuestas “sanaciones” son debido a la sugestión, la euforia, el fanatismo, y en muchas 
ocasiones, al fraude. De hecho algunos de estos procedimientos metafísicos, espirituales y 
esotéricos son contraproducentes, pudiendo inducir o generar episodios psicóticos breves 
que agravan el cuadro clínico, incluso pueden poner en peligro a la persona o a terceros. 
 
Sin embargo existe una serie de terapias alternativas que pueden favorecer el mejoramiento 
de los síntomas de forma eficaz y considerable, a estos procedimientos alternativos se les 
conoce como terapias auxiliares o terapias de apoyo, en el entendido de que la dirección del 
proceso debe de estar bajo la responsabilidad de un clínico y que estas terapias cumplen la 
función de auxiliar y apoyar el programa de tratamiento. Dependiendo del diagnóstico y 
pronóstico es posible determinar el tipo de terapia auxiliar más conveniente. Por ejemplo, la 
risaterapia, el yoga de la risa y la danzaterapa o terapia de movimiento, son excelentes 
métodos auxiliares en el tratamiento de la depresión. La meditación, la oración simple, el 
discernimiento y el Tai Chi pueden ser indicados para los trastornos de ansiedad. Los 
masajes, las aguas termales, el Reiki y otras técnicas de relajación psicofísica son indicados 
para el tratamiento de la ansiedad y la depresión. Así, existe una gran variedad de métodos, 
técnicas y escuelas de terapias alternativas, sin embargo podemos contraindicar aquellos 
procedimientos que sugieran la existencia, contacto, auxilio y posesión de seres espirituales 
o metafísicos, sean estos benignos o malignos, pues puede agravar o disparar un posible 
cuadro psicótico. 
 
En el caso del abuso sexual se contraindica cualquier procedimiento invasivo 
corporalmente, por ejemplo, ciertos tipos de masaje, o algunas técnicas muy expresivas o 
catárticas, sin hablar de algunas “experiencias” basadas en el maltrato, la privación y la 
humillación para curar adicciones. La realización de cualquier terapia alternativa debe ser 
consultada con el clínico, quién podrá orientar la mejor elección y las medidas preventivas 
más adecuadas. 
 
 
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La psicoterapia corporal con una sobreviviente del abuso sexual 
 
Tenemos que aclarar que no cualquier tipo de psicoterapia corporal se encuentra indicada 
para tratar con sobrevivientes de abuso sexual, pues hay muchas que no realizan 
diagnóstico, pronóstico y programa de tratamiento. Al igual que en otras corrientes o 
escuelas de psicoterapia, es indispensable contar con experiencia previa y una formación 
especializada. El tipo de psicoterapia corporal que llevamos a cabo en “Curar el Trauma” 
para tratar con sobrevivientes del abuso sexual, la denominamos Psicoterapia Corporal 
Postraumática. 
 
La especificidad de la Psicoterapia Corporal Postraumática consiste en que el abordaje del 
núcleo traumático del abuso sexual se realiza a través de procedimientos y técnicas que 
incorporan la vivencia corporal a la labor de interpretación. En este sentido la Psicoterapia 
Corporal Postraumática difiere de los métodos verbales y narrativos, pues se propone como 
una psicoterapia activa que atiende el lenguaje corporal preverbal del Sistema Nervioso y 
de la Memoria Corporal. La razón por la cual entra en escena el cuerpo es debido a la 
reacción que tiene el organismo subjetivo frente a la amenaza que supone el abuso sexual. 
Dicha respuesta se caracteriza por una respuesta de parálisis o congelamiento denominada 
Síndrome de Medusa, en alusión a este personaje de la mitología griega que petrificaba a la 
persona que lo mirara directamente. En la aparición de este Síndrome se encuentran 
comprometidos diferentes órganos y funciones del organismo, teniendo un lugar 
fundamental el sistema neurovegetativo, neuromuscular y neurovisceral. 
 
El reto de la Psicoterapia Corporal Postraumática consiste en restablecer la capacidad de 
descarga del monto deenergía contenida por la reacción traumática de parálisis en el 
Sistema Nervioso Vegetativo. Dicho restablecimiento no es posible realizarlo directamente, 
sino a través de medios bioquímicos y biopsicodinámicos, y este último es el que compete a 
la Psicoterapia Corporal Postraumática, por supuesto, sin excluir los medios bioquímicos. 
 
En términos técnicos, los procedimientos para atender este núcleo traumático en el 
organismo se lleva a cabo a través del análisis y desbloqueo de la respiración, el 
movimiento y la sensopercepción, el masaje profundo a nivel del tejido conjuntivo sobre 
los siete segmentos corporales, la autorregulación visceral a través del desarrollo de la 
propiocepción e interocepción, la desensibilización de la excitación nerviosa a través de 
técnicas de relajación progresiva, la descarga motora de la excitación nerviosa a través de 
ejercicios de bioenergética, la negociación de la memoria neuromuscular traumática a 
través de la experiencia somática, la elaboración de la memoria traumática a través del 
análisis de las defensas del carácter y la desintegración de las defensas 
caracteromusculares, la interpretación del inconsciente y de la puesta en escena del 
fantasma a través de la ensoñación corporal, entre otras técnicas. 
 
En la Psicoterapia Corporal Postraumática diferenciamos entre el foco de tratamiento y el 
objetivo de la psicoterapia. El foco del tratamiento se reduce al núcleo traumático 
producido por la experiencia amenazante del abuso sexual. Sin embargo, el objetivo último 
de esta psicoterapia consiste en restablecer la capacidad del organismo subjetivo de 
experimentar placer. Este objetivo supone la emancipación somática del organismo, 
especialmente la emancipación del Sistema Nervioso Central de todos aquellos patrones de 
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alteración somática y de los sistemas biopsicosociales de alienación, enajenación, 
degradación, opresión y expropiación de la comunidad de organismos subjetivos. En este 
sentido podemos decir que la Psicoterapia Corporal Postraumática es una psicoterapia 
hedonista, materialista, crítica y emancipadora. 
 
Aproximación psicotraumatológica al abuso sexual infantil 
 
Definición del abuso sexual 
 
En la actualidad existen varias definiciones del abuso sexual infantil, muchas de ellas con 
una gran carga jurídica, lo cual no ha dejado de traer consigo ciertas problemáticas al tratar 
de inscribir estas definiciones en el campo de la clínica. Intentaremos aproximarnos a una 
definición del abuso sexual infantil desde el campo de la clínica, en este caso, de una 
clínica psicotraumatológica, la cual nos permitirá circunscribir este concepto en el campo 
de los estudios del trauma psicológico. 
 
La definición que proponemos ha sido producto de una reflexión que anuda por lo menos 
tres campos; la docencia, la clínica privada y la prevención psicosocial. Son estas tres 
fuentes de donde hemos abrevado para plasmar esta compleja enredadera de una 
conceptualización clínica del trauma por abuso sexual infantil. 
 
La definición que presentamos a continuación pretende ser una contribución al movimiento 
de fundaciones, instituciones, organizaciones civiles, redes y clínicos que trabajamos en 
diferentes frentes para la prevención y tratamiento del abuso sexual infantil. No es una 
definición cerrada, sino abierta al diálogo, la discusión, el análisis, y sobre todo, a las 
nuevas propuestas. 
 
Nuestra definición se encuentra conformada por 12 elementos que iremos profundizando. 
La definición es la siguiente: 
 
(1) El Abuso Sexual Infantil (ASI) es un tipo del maltrato infantil que supone (2) una 
interacción de naturaleza sexual entre dos o más personas basada en (3) el abuso de poder y 
la asimetría de edad y desarrollo, existiendo por lo general (4) una situación de 
vulnerabilidad pretraumática en el menor, caracterizada por la pobreza vincular y la 
disfuncionalidad o colapso de la estructura familiar. Esto posibilita el proceso del abuso 
sexual, el cual se lleva a cabo a través de (5) un proceso paulatino donde al inicio el agresor 
utiliza la confianza, el chantaje, la ambigüedad y la seducción. En un alto porcentaje el ASI 
se lleva a cabo (6) dentro del ámbito familiar, (7) realizado por un conocido, familiar o 
figura parental, lo cual puede suceder en (8) una ocasión o de forma repetitiva y sostenida a 
lo largo del tiempo, y puede ir (9) desde los tocamientos, la exhibición, hasta la penetración 
y violación. (10) La vulnerabilidad pretraumática, la estructura y sistema familiar, el tiempo 
de exposición, la intensidad, la etapa de desarrollo, el vínculo con el agresor, así como el 
tipo o modalidad del abuso, son variables de las cuales depende el tipo de impacto clínico, 
ya sea en el orden de su (11) estructura psíquica, ya sea en la configuración de (12) cuadros 
clínicos mórbidos. 
 
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Veamos cada uno de estos elementos y su importancia en la comprensión clínica del trauma 
por abuso sexual. 
 
Maltrato infantil y abuso sexual 
 
Un primer aspecto sobre el abuso sexual es que éste tiene que inscribirse en el amplio 
espectro del maltrato infantil, sino se quiere correr el riesgo de fetichizar el abuso, de 
descontextualizarlo y deshistorizarlo, o reducirlo únicamente a su componente sexual, sin 
tomar en cuenta la complejidad de su constitución. 
 
El maltrato infantil es una práctica normalizada a nivel social, solo recientemente puesta en 
duda en consonancia con los avances en el reconocimiento de los derechos humanos, y en 
las consecuencias clínicas y psicosociales de dichas prácticas. Junto con el abandono, el 
maltrato psicoemocional, el castigo físico, entre otros, el abuso sexual es una modalidad de 
maltrato infantil, de hecho es probable que el niño o niña abusada sexualmente cuente con 
antecedentes de maltrato, o que el abuso se realice en un contexto de maltrato infantil. 
 
La inscripción del abuso sexual dentro del espectro del maltrato infantil nos remite 
necesariamente al campo familiar, en particular a la configuración del sistema y la 
estructura familiar, a los vínculos paterno y materno filiales, a los riesgos psicosociales y al 
perfil caracterológico de los padres. Lo anterior debido a que el maltrato infantil es una 
expresión de graves alteraciones a alguno de estos campos o en todos, configurándose así 
un espacio de impunidad posibilitador del maltrato infantil y del abuso sexual. 
 
De esta forma tenemos dos inscripciones: el abuso sexual como una forma de maltrato 
infantil, y el abuso sexual en el contexto del maltrato infantil. Estas dos particulares 
inscripciones nos permiten complejizar el abuso sexual crónico-vincular dentro de la 
familia, normalmente de tipo incestuoso, pues este tipo de abuso forma parte de una cadena 
de abusos familiares, no solo sexuales, sino psicológicos y fisiológicos. Esto da pie a 
considerar las formaciones familiares organizadas por traumas y los traumas transmitidos 
transgeneracionalmente. 
 
El abuso sexual deja de ser un evento aislado, un acto solipsista de un sujeto trastornado 
donde el niño o la niña solo son espectadores afectados de esas perversiones. Esto nos 
plantea serios problemas en la comprensión de la dinámica tramatogénica del abuso sexual, 
pues la trasgresión vincular antecede por mucho al acto mismo del abuso. Por eso, podemos 
decir, que el abuso no inicia propiamente durante la interacción sexual, ni siquiera aún 
durante la etapa de acercamiento o confianza, sino que inicia desde la configuración de los 
fantasmas inconscientes referidos a traumas sexuales no resueltos en los sistemas familiares 
transgeneracionales. 
 
En mi experiencia clínica he podido constatar este tipo de antecedentes a través de ciertas 
operaciones clínicas, una de ellas, la de una historiografía psicogenealógica, la cual nos 
permite rastrear los traumas y subtraumas transgeneracionales que producen ciertos 
síntomas, ya sea toxicomanía, alteraciónde los vínculos amorosos, duelos inconclusos, 
rituales compulsivos, secretos, exclusiones, etc. Aún más, es posible entrever la presencia 
casi sutil del fantasma incestuoso y sus múltiples paradojas, las cuales revelaran una 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 16!
especie de radiografía clínica de las estructuras psíquicas familiares, muchas veces 
neuróticos, otras psicóticos, a veces perversos o simplemente limítrofes. 
 
La cuestión del sistema y la estructura familiar y sus correspondientes fantasmas 
inconscientes, también nos remite al campo psicosocial de las políticas subjetivas y de las 
políticas familiares. La familia en tanto unidad sociológica es proclive a los cambios 
históricos, no solo de aquellos marcados por los acontecimientos imprevisibles, sino por los 
modos de producción simbólica. En este caso, la familia es el lugar por excelencia de 
producción subjetiva, a su vez, un mediador operativo de los discursos ideológicos 
hegemónicos. 
 
La cuestión resulta de fundamental importancia en la comprensión del abuso sexual 
infantil, pues esto supone cuestionar las políticas familiares que producen estos perfiles 
sistémicos de familias maltratadoras y abusadoras, pues pareciera que esta familia no son 
una desviación, sino la normalidad de las familias. Resulta preocupante, pues esto supone 
admitir que el abuso sexual viene preformado en el propio código de barras de la familia. 
De aquí que la lucha en la prevención del abuso sexual vaya más allá de este epifenómeno 
y nos remita a sus aspectos estructurales, históricos y psicosociales, en particular, al modo 
de producción subjetiva de la familia. 
 
Desde este punto de vista es posible concebir a la familia como un aparto ideológico, y 
también como un espacio posibilitador de subjetividades alternativas, así como productor 
de nuevas prácticas sociales y discursivas. Sin embargo esto aún es muy incipiente, sobre 
todo en lo que respecta al análisis y reflexión crítica que puede suponer el abuso sexual, 
que como podemos ver, al profundizar en esto nos lleva cada vez más a una crítica social e 
ideológica. 
 
Las puntualizaciones agudas del feminismo con respecto a las estructuras patriarcales, al 
falogocentrismo, al perfil machista y misógino de la cultura, son aspectos que recobran su 
cabal importancia al momento de circunscribir el abuso sexual dentro del maltrato infantil y 
las estructuras sociales productoras de cierto tipo hegemónico de organización familiar. De 
alguna forma la perspectiva de género ha posibilitado dicha crítica, pero ha sido el 
movimiento feminista el que ha nos ha ofrecido las herramientas de análisis desconstructivo 
de un sistema social y cultural productor de dispositivos de control y sometimiento de lo 
femenino, de lo infantil, de lo animal. Dominación, control, disección, violación. 
Procedimientos propios del paradigma falogocentrico, de su epistemología colonizadora y 
conquistadora. 
 
La sexualidad infantil es pues objeto de esa episteme perversa, expropiada por una pulsión 
dominante que necesita ser justificada en sus motivaciones, disponiendo de un aparato 
simbólico que permite su comisión de forma impune y perpetua. 
 
Interacción sexual 
 
Sabemos que la interacción sexual entre un niño o niña y un adulto, adopta varias formas, 
muchas de ellas no suponen un abuso sexual, muy al contrario, son interacciones necesarias 
para el óptimo desarrollo psicosexual del menor. Nos referimos a los modos de maternaje y 
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paternaje, funciones donde se inviste libidinalmente los objetos deseados. En este caso, el 
niño o la niña pasa por un revestimiento libidinal, una fuerza energética que supone la 
inversión de una carga energética en un objeto. Dicha descarga energética es operada a 
través del contacto corporal, de palabras dirigidas al objeto, pero también de las fantasías 
donde se coloca ese objeto idealizado. 
 
Ser objeto de investiduras libidinales supone para el niño o la niña, una experiencia de 
subjetivación, pues ese objeto externo deviene sujeto al momento de ser incorporado al 
campo fantasmatico y libidinal de los padres. Este ingreso es completamente sexual, en el 
sentido propiamente libidinal. Ahora bien, esta incorporación libidinal que constituye al 
sujeto en la trama mamá-hijo(a)-papá, será la precondición de la cualidad del vínculo 
libidinal. Es aquí, en este proceso o modo de producción libidinal del sujeto, donde la carga 
libidinal desplegada por los madres puede adquirir una orientación perversa. Dicha 
orientación no necesariamente se objetivara en un tocamiento o violación, pero si de un 
atrapamiento de una mirada lasciva, o en la confusión de los roles sexuales, o en el 
ofrecimiento de la hija como mercancía de cambio. La cualidad de estas envolturas 
libidinales de las cuales son objeto los niños y las niñas, pueden devenir, debido a 
diferentes circunstancias, en una situación objetiva de abuso sexual. 
 
El estatuto psíquico de los padres será de fundamental importancia, pues los fantasmas 
inconscientes, especialmente los incestuosos, u otros tipos de relaciones objetales parciales 
preedípicas, supondrá una posible caracteropatía o la descompensación mórbida de la 
economía libidinal del padre. De esta forma podemos observar como la interacción sexual 
objetiva en un abuso, se encuentra determinada por los antecedentes en los vínculos 
libidinales paterno-filiales de tipo perverso e incestuoso. 
 
Esta misma circunstancia puede suceder en situaciones de abuso sexual donde no sea 
precisamente el padre el abusador, sino otra figura parental, por ejemplo tío, abuelo, primo, 
o padrastro. En estos casos puede suceder que exista una trama libidinal dentro de la familia 
de tipo incestuoso sin abuso sexual objetivo, pero que esta figura parental se aproveche de 
dicha trama incestuosa, lo cual coloca al niño o niña en una situación de extrema 
vulnerabilidad. Esto es lo que sucede con niños o niñas que han vivido abuso sexual por 
parte de un familiar y encontramos antecedentes de tramas libidinales incestuosas dentro de 
la familia, por ejemplo, el que la niña ocupe el lugar simbólico de la madre, o la lógica de la 
mirada seductora del padre, o el fantasma incestuoso fraterno, entre otros. 
 
El contenido sexual de la interacción durante el abuso sexual resulta altamente traumática 
debido al lugar simbólico e imaginario de la sexualidad, pues esta cumple una función 
controladora de la sexualidad genital y el deseo. La trasgresión de este orden sexual, 
imaginario y simbólico, supone cierta “mancha” en el historial subjetivo de la persona. Esto 
sucede especialmente con las niñas, quienes son colocadas en el lugar de “desvirginadas” 
por parte de la madre, o en el caso de los niños, donde el abuso sexual despierta los 
fantasmas homosexuales en la familia. 
 
De esta forma, la naturaleza sexual del abuso supone un estigma subjetivo, espacialmente al 
cambiar el estatus de quién lo padece, pues es un estigma para sí mismo. La eficacia de 
dicho estigma al ser ubicado en una especie de degradación del ideal de sí mismo, trae 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 18!
consigo serias dificultades en la configuración de la identidad y en la representación 
imaginaria del propio cuerpo, sin mencionar la activación de la ansiedad sexual. 
 
Asimetría y abuso de poder 
 
La asimetría de edad y el abuso de poder es otro de los elementos que caracterizan el abuso 
sexual. Diríamos que sin la ausencia de asimetría y abuso de poder no habría abuso sexual. 
La asimetría de edad es sobre todo la asimetría en la madurez del desarrollo psicosexual, y 
en el caso del abuso sexual supone que el agresor cuenta con mayor madurez psicosexual. 
Esta asimetría psicosexual es una forma de poder, pues pone en una situación de desventaja 
al menor ya que este no cuenta con la capacidad para comprender y simbolizar, o para 
discernir y tomar una decisión con respecto al ejercicio de su propia sexualidad. 
 
Eladulto o adolescente con una conducta sexual inapropiada cuenta con mayores recursos 
físicos, intelectuales y psicosexuales, desplegando estrategias psíquicas de poder, control y 
sometimiento. Una de ellas consiste en ganarse la confianza de la familia, presentar una 
imagen impecable, así como una reputación intachable, lo cual permite un acceso directo y 
libre, pero también garantiza cierta impunidad al aducir la mayor credibilidad del adulto 
con respecto al niño o niña. Posteriormente viene la amenaza y con ello el silencio, la 
parálisis y la disociación por parte del niño o niña. De esta forma la asimetría psicosexual 
es sobre todo un mecanismo psíquico de poder y control que garantizaría hasta cierto punto 
la impunidad, basada en la amenaza, el silencio, la parálisis y la disociación. 
 
El adulto o adolescente en esta asimetría psicosexual del abuso sexual irrumpe sobre el 
desarrollo psicosexual, pervirtiendo la economía libidinal del menor, alterando su relativa 
estabilidad psíquica, sino es que trastornando su mundo interior, aspecto que supondrá la 
instalación de un trauma sexual que afectará la organización clínica del sujeto. Esta 
desorganización clínica pasa necesariamente por la perversión de los vínculos paterno-
filiales, o aquellos vínculos atrapados en la red de la ley incestuosa. El vínculo atravesado 
por la ley es trasgredido, alterando definitivamente la representación psíquica de las 
relaciones objetales parentales. 
 
La perversión de estas relaciones contiene un factor predictivo con respecto a la pobreza 
vincular del menor en la edad adulta, dificultando el establecimiento de vínculos profundos, 
estables y adecuados. Pero más allá de la predictibilidad a largo plazo, nos encontramos con 
una alteración inmediata en los vínculos presentes. Podemos decir que este es el eslabón de 
la repetición y transmisión transgeneracional del trauma sexual. 
 
Por otro lado, el abuso de poder en el abuso sexual se caracteriza fundamentalmente por la 
cualidad del vínculo que establece el adulto con el menor, así como de la posición del 
menor con respecto al vínculo. Hablamos fundamentalmente de un vínculo ambivalente y 
despreciativo por parte del adulto, pues éstos tipos de vínculos se caracterizan por una 
lógica de acercamiento y alejamiento, instaurando una doble valoración vincular: “te deseo 
pero te odio”. La ambivalencia supondrá en el niño o la niña una situación conflictiva, 
situación que normalmente se perpetuara a lo largo del desarrollo y madurez psicosexual. 
Esto se produce especialmente cuando se establece una relación de seducción, pues en ella 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 19!
se lleva a cabo el abuso sexual de una forma sutil, fundamentalmente a través del chantaje 
emocional desprovista de sadismo. 
 
En el caso del vínculo despreciativo nos encontramos ya no con una seducción, sino 
propiamente con una expresión caracteropática, sádico-agresiva, donde el niño o niña es 
colocado como objeto de uso, reducido a medio o utensilio. La investidura agresiva que 
realiza el adulto con respecto al niño o niña reducido a su expresión parcial de su 
genitalidad, es sobre todo una investidura destructiva; un goce sádico. 
 
En el centro del abuso de poder se encuentra la perversión de la pulsión, ya sea mediada por 
la seducción ambivalente, ya sea por la agresión despreciativa. En uno y otro caso estos 
vínculos subjetivarán al niño o a la niña, especialmente si esto se realiza en etapas muy 
tempranas del desarrollo psicosexual. 
 
Vulnerabilidad pretraumática del niño/a 
 
En el caso de los abusos sexuales infantiles al interior de la familia, hablamos de 
vulnerabilidad, no como un dato dado, o como una característica propia del niño o la niña. 
Más bien hablamos de un proceso de vulnerabilidad, esto es, el niño o niña es 
vulnerabilizado por la familia. Dicho proceso, por supuesto, es inconsciente, sin embargo 
toma aspectos perversos en el caso de agresores sexuales que buscan esta vulnerabilización, 
en el entendido de que esto supone un espacio propicio para el abuso sexual, pero también 
lo protege del castigo, configurándose así un espacio de impunidad. 
 
Claro que no en todos los casos se lleva a cabo esta vulnerabilización perversa, pues en 
otras circunstancias se presenta esta vulnerabilización por factores a veces ajenos a la 
propia familia, como lo pueden ser las condiciones de pobreza material, o las condiciones 
de hacinamiento, o la ausencia de uno de los padres, etc. Estas situaciones, aunque 
supongan una situación contextual de facilitación del abuso, en ninguna manera son 
responsabilidad directa de los miembros de la familia, pues es tentador confundir maltrato 
con pobreza. 
 
Las políticas sociales orientadas a reducir la brecha entre ricos y pobres, así como a asistir a 
familias en extrema pobreza, son acciones que redundarán en el mejoramiento de los 
vínculos familiares, reduciendo también la vulnerabilidad de los niños y las niñas. Pero aún 
así, podemos encontrarnos un gran sector de familias que no se encuentran en pobreza 
material, y aún así se presenta el abuso sexual. Aquí nos encontramos con una situación que 
llamamos pobreza vincular, la cual se caracteriza por el aumento de riesgos psicosociales 
en la familia, junto con estilos vinculares despreciativos, ambivalentes y preocupados, todo 
lo cual vulnera a la familia y facilita el abuso sexual. 
 
Estas dinámicas de vulnerabilidad y de extrema vulnerabilidad son criterios que hay que 
observar, identificar y prevenir en el campo del abuso sexual y el maltrato infantil. 
Sabemos que dichos procesos son potencialmente productores de víctimas y victimarios, 
lógica que muchas veces puede resultar difícil para la familia identificar, y aún más, salir de 
ella. Esta lógica no solo funciona en el sistema familiar, sino que ésta se ha introyectado en 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 20!
el campo psíquico del sujeto, funcionando en un rol pasivo-victimal, o en un rol activo-
abusador. 
 
En esta lógica es común observar a sobrevivientes adultos de abusos sexuales infantiles, 
que aún en su edad adulta, en su relación de pareja y en su dinámica familiar, despliegan 
inconscientemente la lógica de este fantasma, alternándola de forma contradictoria y 
paradójica. 
 
La vulnerabilidad pretraumática es ya una forma de herida y de subtrauma, que como 
hemos dicho, predispone y facilita el abuso sexual, pero también otros tipos de traumas, 
ampliándose la espiral traumática a lo largo del tiempo. De aquí que la vulnerabilidad 
pretraumática no solo sea un tiempo “antes de”, sino un estado continuo a lo largo del 
tiempo. Conforme a la vulnerabilidad se le añadan traumas, más se ahonda la 
vulnerabilidad, fijando conflictos psíquicos que desembocan en descompensaciones 
mórbidas del carácter y en la afectación de cuadros clínicos. 
 
Proceso traumatogénico del abuso sexual 
 
Los niños y las niñas que han vivido un abuso sexual suelen relatar acontecimientos 
aislados, sin embargo, conforme un tratamiento psicoterapéutico va avanzando, los 
pacientes tienden a narrar una secuencia de sucesos concatenados, pudiendo escucharse una 
lógica. A esta secuencia de sucesos lo llamamos el proceso traumatogénico del abuso 
sexual, y se caracteriza por las cinco etapas y catorce fases siguientes: 
 
Etapas Fases Descripción 
I. Vulnerabilidad 1. Subtraumas 
vinculares 
acumulativos 
Antecedentes de rechazo, abandono, 
sobreprotección, represión, etc. 
2. Vulnerabilidad 
pretraumática 
Déficit constitucional y/o familiar que deja en 
situación de indefensión. 
3. Pobreza vincular Ausencia de uno de los padres, y 
comportamiento inadecuado y antisocial. 
4. Sistema 
organizado por 
traumas 
Antecedentes transgeneracionales de abuso 
sexual y presencia de otras formas de abuso. 
II. Preparación 5. Confianza El agresor se gana la confianza de los 
miembros de la familia, proyectando una 
imagen ideal de sí mismo. 
6. Seducción El agresor seduce a través depalabras, 
regalos, preferencias, cumplidos. 
III. ASI 7. Interacción Inicia como una interacción sexual ambigua, 
y puede ir desde el exhibicionismo, el 
tocamiento hasta la penetración. El niño o 
niña presenta desorientación, confusión y 
ambivalencia. 
8. Repetición Se vuelve a repetir el abuso, puede 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 21!
incrementarse la intensidad de forma 
progresiva, e inicia la amenaza, el chantaje, el 
secreto y el silenciamiento. 
9. Sostenimiento El abuso se establece como un ritual, se 
anticipa, se elevan defensas infantiles de 
protección y sobrevivencia. Varía la extensión 
temporal, de semanas a años. 
IV. Latencia 10. Cese El abuso cesa por descubrimiento, porque el 
niño o la niña lo revela, por muerte del 
agresor o por otras circunstancias fortuitas. 
11. Silencio y olvido La coacción psicológica prevalece después 
del cese a través de la culpa, los intentos de 
olvido o por amnesia total o parcial. 
V. Revelación 12. Revelación El niño o niña, adolescente o adulto, 
sobreviviente del abuso sexual, revela el 
abuso a la familia o a otra persona. Aquí es 
importante la respuesta y actitud de la familia. 
13. Crisis La revelación supone una crisis personal y 
familiar que puede o no, llevar a pedir ayuda. 
14. Reconstrucción La o el sobreviviente inicia un proceso de 
reconstrucción de su identidad, y de 
recuperación a través de diferentes medios 
terapéuticos. 
 
Comprender el proceso traumatógeno nos permite contar con una visión compleja sobre el 
abuso sexual infantil, pues en cada etapa y fase podemos observar las variaciones desde el 
antes, durante y después. De hecho este proceso traumatogénico es susceptible de trabajarse 
en una psicoterapia de apoyo, ya sea de orientación psicoanalítica o no, y sirve para que la 
persona pueda reconstruir y resignificar su historia de abuso. 
 
El proceso traumatogénico permite analizar minuciosamente la forma en como se construye 
e instala el trauma a partir de las interacciones, la dinámica y la temporalidad. En la 
siguiente imagen podemos observar las etapas y las fases de forma dinámica e integrada: 
 
 
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ICASI!Por!Miguel!Angel!Pichardo!Reyes! 22!
Sistemas familiares organizados por traumas 
 
La gran mayoría de los estudios e investigaciones sobre abuso sexual infantil coinciden en 
que éste tiene como escenario, en un alto porcentaje, el ámbito familiar. Sabemos de los 
otros escenarios: escuela, guarderías, iglesias, casas de amistades, desconocidos, etc. Sin 
embargo nuestra definición se ciñe al campo de lo familiar, pues este tendrá consecuencias 
más graves por la cercanía y perversión de los vínculos filiales. 
 
Como vimos en el apartado anterior, existe un proceso traumatogénico caracterizado por 
una secuencia de etapas y fases, sin embargo, es posible rastrear una herencia 
transgeneracional del abuso sexual, herencia que organizará los sistemas familiares en torno 
al silencio, el secreto, el olvido y la repetición traumática no elaborada. 
 
Este tipo de sistemas forman parte de la vulnerabilidad pretraumática, pues en estas 
familias es factible identificar diversas formas de abuso: adicciones, maltrato físico, 
violencia psicológica, invasiones a la privacidad, actitudes despreciativas e indiferentes, 
etc. De esta forma, el abuso prevalece como una forma de organización interna en la cual se 
inscribe el abuso sexual como otra expresión del sistema. 
 
Tenemos dos aspectos de los sistemas familiares abusivos, el primero corresponde a su 
transmisión transgeneracional, y el segundo a la lógica abusiva del sistema familiar 
presente. Uno como antecedente y el otro como realidad presente. Un trabajo preventivo 
podría identificar estos dos aspectos de los sistemas abusivos, propiciando una labor de 
protección a los niños y niñas, así como a la metabolización sistémica de la herencia 
transgeneracional, así como cambios en la dinámica y estructura actual de la familia. 
 
Cuando existen antecedentes de abusos sexuales en la familia, sean estos incestuosos o no, 
supone un factor de riesgo, pues es posible que este evento no haya sido elaborado y se 
continúo transmitiendo a través de códigos familiares locales, como rituales, secretos, 
enfermedades, u otras “curiosidades” familiares. En estos casos el riego es relativo, sin 
embargo el nivel de riesgo se eleva cuando ya identificamos dinámicas abusivas en la 
familia actual, pues este tipo de sistemas supone la perversión de los vínculos filiales, ya 
sean los verticales madre-hijos-padre, ya sean los horizontales entre hermanos, y esto sin 
excluir otros vínculos familiares secundarios o amistades. 
 
Los abusos sexuales incestuosos dejan una impronta sexual que se convertirá en una 
especie de centro organizador de los vínculos, ya sea desexualizando los vínculos o 
hipersexualizándolos, o la paradoja que supone una desexualización que mantiene una 
sexualización omnipresente por el hecho mismo de eludirla. Esto puede dar lugar a familias 
obsesivas, rígidas y desexualizadas, o a familiar desorganizadas, hipersexualizadas y 
permisivas. Tanto en una como en otra, presenciamos dos polos de organización defensiva 
sistémica frente a la angustia del abuso sexual incestuoso. 
 
Parentalidad abusiva 
 
Los sistemas organizados por traumas se encuentran conformados por los miembros de la 
familia, quienes han sido subjetivados por este sistema en tanto productor de subjetividad, 
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dejando la impronta del incesto, haciendo de la familia un espacio potencialmente peligroso 
para los niños y las niñas. En todo caso, serán los elementos masculinos de la familia en 
quienes se cristalice una caracteropatía perversa del abuso sexual. En el caso de los 
miembros femeninos la caracteropatía pasara por otras vías psíquicas, lo cual no excluye 
otras formas de abuso, sadismo o negligencia. 
 
Las formas de abuso sexual infantil incestuoso que recobran mayor importancia por las 
implicaciones en la estructuración psíquica del niño o la niña, se encuentran en las figuras 
del hermano, el padrastro o el padre. Estas figuras serán sumamente conflictivas para el o la 
sobreviviente, aún y cuando la distancia del suceso suponga varias décadas. El lugar del 
padre, el padrastro y el hermano, supone un orden que los coloca dentro de campo familiar 
como quienes proveen seguridad económica, protección física y cuidados. Cuando el 
fantasma incestuoso irrumpe, las representaciones anteriores quedan fracturadas, a veces en 
un suspenso disociativo que supondrá un conflicto irresoluble para quienes han 
sobrevivido. La lucha entre el amor y el odio, la confianza y la traición, el placer y la culpa, 
la excitación y la represión, se convertirán en paradojas que necesitaran ser desmontadas y 
desactivadas en un proceso psicoterapéutico profundo. 
 
El perfil de un abusador sexual incestuoso nos lleva al campo psicopatológico de las 
caracteropatías perversas, ya sean seductoras o sádicas, sin duda este tipo caracterológico es 
sumamente maligno en sus relaciones vinculares, pues el abuso, el egoísmo, el control y el 
dominio, el maltrato y la agresión, la mentira, el engaño, son rasgos que ponen en peligro a 
las personas que dependen de ellos. 
 
A la mayoría de los abusadores sexuales incestuosos los podremos ubicar dentro de las 
organizaciones límites, adquiriendo por lo menos un polo de gravedad que variara entre los 
extrovertidos más psicopáticos y antisociales, y los introvertidos más esquizoides y 
paranoides, pero sin lugar a dudas nos encontraremos con una perversión del carácter. 
 
La transgresión de la ley prohibitiva del incesto lleva a estos elementos de la familia a la 
trasgresión de los límites materiales de la subjetividad, esto es, a la corporalidad sexuada, 
convertida libidinalmente en objeto de satisfacción del fantasma perverso llevado a la 
realidad. Dicha transgresión supone el acceso al goce prohibitivo, acceso que supondrá la 
anulación del otro en tanto sujeto o persona.El niño o la niña son objetos de satisfacción, 
sometidos a la ley privada de la perversión, amenazados por un discurso sádico que lleva al 
maltrato y la tortura psicológica. Lógica perversa devastadora para la vulnerable 
subjetividad del niño o la niña: hija(o), hijastra(o), hermana(o). 
 
Frecuencia del abuso sexual 
 
A parte del tipo de abuso y de la relación de la víctima con el agresor, la frecuencia e 
intensidad de la exposición será otro de los factores predictivos del impacto clínico del 
abuso sexual infantil incestuoso. Una frecuencia que suponga años y que abarque varias 
etapas del desarrollo psicosexual temprano, será un predictor del tipo de trauma que se 
configura y del alcance de los trastornos clínicos durante la adolescencia y la edad adulta. 
Como veremos en el siguiente apartado, este tipo de abusos sexual los hemos clasificado 
como Traumas por Abuso Sexual (TAS) Crónico-Vincular. 
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A menor edad y a mayor frecuencia del abuso sexual, independientemente del tipo de 
abuso, sea este directo o indirecto, con o sin penetración, un abuso sexual incestuoso 
perturbará la formación clínica de la subjetividad, generando alteración en la constitución 
subjetiva y presentando formaciones sintomáticas agudas y crónicas. 
 
Cuando el abuso sexual infantil incestuoso se presenta a una edad temprana y abarca una 
amplia temporalidad, es frecuente encontrar trastornos del desarrollo, o también 
denominados como traumas del desarrollo, fijándose alteraciones libidinales que generaran 
descompensaciones mórbidas, expresadas en trastornos clínicos o caracterológicos. 
 
En los abusos sexuales infantiles no incestuosos la variación en la frecuencia e intensidad 
del abuso cobrará importancia para el tipo de impacto clínico, normalmente más reducido 
que en el caso de los abusos sexuales incestuosos. De esta forma, el factor fundamental en 
la predicción del tipo de impacto psicológico a largo plazo del abuso sexual, recaerá no 
tanto en el tipo de abuso, sino en el tipo de vínculo entre el agresor y la víctima, pues entre 
más cercana sea ésta más grave el daño psíquico, y más peligro de que la frecuencia e 
intensidad del abuso sean altas. 
 
Abusos sexuales únicos en etapa de latencia por parte de un desconocido, tendrán un 
pronóstico más favorable a los abusos sexuales incestuosos, siempre y cuando no exista una 
alta vulnerabilidad pretraumática. La frecuencia, como podemos ver, tendrá un valor 
relativo, supeditado a las dos variables anteriores: el vínculo con el agresor y el tipo de 
abuso. 
 
Taxonomía de los traumas sexuales 
 
Hemos desarrollado una taxonomía de los traumas por abuso sexual (TAS), identificando 
por lo menos cinco clasificaciones, esto ayudara a diferenciar los abusos sexuales, lo cual 
permitirá contar con criterios clínicos para mejorar el diagnóstico, pronóstico y tratamiento. 
 
Taxonomía Descripción 
1. Trauma por Abuso 
Sexual Simple 
 
Abuso sexual único o de baja frecuencia, sin penetración, no 
incestuoso y a una edad mayor a los 7 años. 
2. Trauma por Abuso 
Sexual Agudo 
 
Abuso sexual único o de baja frecuencia, caracterizada por 
penetración (violación), no incestuoso y a una edad mayor a 
los 7 años. 
3. Trauma por Abuso 
Sexual Crónico 
 
Abuso sexual de alta frecuencia abarcando más de una etapa de 
desarrollo, de inicio temprano o tardío, por parte de un 
conocido no incestuoso, con o sin penetración. 
4. Trauma por Abuso 
Sexual Vincular 
 
Abuso sexual incestuoso, de alta frecuencia (crónico-vincular), 
o de evento único, con o sin penetración. 
5. Trauma por Abuso 
Sexual Extremo 
Abuso sexual crónico, incestuoso o no, caracterizado por un 
alto nivel de sadismo que involucra violación, prostitución, 
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 maltrato, explotación sexual, entre otros. 
 
A continuación presentamos un cuadro comparativo de las cinco clasificaciones 
taxonómicas: 
 
 TAS 
Simple 
TAS 
Agudo 
TAS 
Crónico 
TAS 
Vincular 
TAS 
Extremo 
Etapa de 
desarrollo 
 
Parcial Parcial Varias etapas 
de desarrollo 
Parcial a 
varias etapas 
de desarrollo 
 
Varias etapas 
de desarrollo 
Exposición 
 
Única a 
pocas 
Única a 
pocas 
Frecuente De pocas a 
frecuente 
 
Frecuente 
Intensidad 
 
Baja Alta Baja a 
mediana 
Baja a 
mediana 
 
Alta 
Tipo de 
abuso 
Indirecto a 
tocamientos 
Violación Tocamientos 
y violación 
Tocamientos 
a violación 
 
Violación, 
sadismo 
Relación 
con el 
agresor 
Desconocido 
a conocido 
Desconocido 
conocido a 
familiar 
Familiar a 
figura 
paterna 
Familiar o 
figura 
paterna 
Desconocido
familiar a 
figura 
paterna 
 
Esta clasificación aún se encuentra en revisión y seguramente en un futuro será más precisa 
y contará con alto nivel de predicción para el campo clínico. Estos elementos predictivos 
nos proporcionaran criterios para identificar las variaciones en el impacto clínico. 
 
Variaciones del impacto clínico 
 
La taxonomía de los traumas por abusos sexuales infantiles nos ayudara a diferenciar las 
variaciones del impacto clínico a corto y largo plazo, aspecto de suma relevancia en el 
entendido de que no todo abuso sexual tiene las mismas consecuencias, pues estas variaran 
de acuerdos a distintas variables. Veamos: 
 
Taxonomía 
TAS 
Impacto clínico Criterios 
TAS Simple Bajo Realidad intacta, sin difusión de identidad, sin 
disociación, sin alteraciones estructurales y sin 
descompensaciones mórbidas. 
TAS Agudo Alto a corto plazo Realidad intacta con posible psicosis transitoria, 
con disociación, sin alteraciones estructurales y 
con descompensaciones mórbidas. 
TAS Crónico Alto a mediano y Posible alteración de la realidad, con disociación 
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largo plazo parcial, posibles alteraciones estructurales 
temprana, y con descompensaciones mórbidas. 
TAS Vincular Alto a corto y 
largo plazo 
Posible alteración de la realidad, con disociación 
parcial, posibles alteraciones estructurales 
tempranas o tardías, y con descompensaciones 
mórbidas. 
TAS Extremo Alto a corto y 
largo plazo 
Alteración de la realidad, disociación total, 
alteraciones estructurales tempranas y tardías, con 
descompensaciones mórbidas agudas y crónicas. 
 
Alteraciones en la estructura clínica 
 
De forma más concreta, los traumas por abuso sexual pueden traer alteraciones en la 
formación de las estructuras clínicas. Las estructuras clínicas a saber: estructuras 
neuróticas, organizaciones límite y estructuras psicóticas. El abuso sexual infantil tiene la 
posibilidad de que en un niño o niña no llegue a estructurarse neuróticamente, quedándose 
en una organización límite o una estructura psicótica, dando lugar a las correspondientes 
organizaciones caracteriales. 
 
Veamos como cada uno de los TAS altera la estructuración clínica del sujeto: 
 
TAS Alteración estructural 
TAS Simple Neurosis 
TAS Agudo Neurosis 
TAS Crónico Límite 
TAS Vincular Límite o psicótico 
TAS Extremo Psicótico 
 
Las alteraciones más dañinas son aquellas ocasionadas por traumas por abuso sexual 
infantil crónico-vincular temprano, así como el extremo. Mientras que los traumas por 
abuso sexual simple y agudo, no son tan dañinos, siempre y cuando no se hayan realizado 
en una edad temprana (menos de 5-6 años de edad), el vinculo con el agresor sea lejano y 
no se presentara de forma frecuente o crónica. 
 
En los casos de abuso sexual infantil crónico-vincular incestuoso de origen temprano, el 
niño o la niña pasan por una serie de alteraciones en su estructura psíquica que lo 
mantendrán en una organización límite o definitivamente estructuren una psicosis. Tanto 
una posibilidad como la otra, traerá graves consecuencias durante la infancia, adolescencia 
y edad adulta. 
 
En estos casos el trauma sexual estructura o desestructura, pero en todo caso subjetiviza, 
esto es, inaugura un espacio de organización subjetiva, fijando las posiciones del sujeto 
frente a la castración, laangustia, el objeto, el narcisismo, la organización yóica, el sí 
mismo, el ello, el superyó y la realidad. Esta fijación permanente y estable es la que 
constituye un abuso sexual infantil crónico-vincular incestuoso de origen temprano. 
 
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Descompensaciones mórbidas sintomáticas 
 
Más allá de las estructuras clínicas y las organizaciones caracterológicas, las 
descompensaciones mórbidas productoras de síntomas y trastornos, será otro foco de 
atención, pues también encontraremos variaciones de acuerdo al tipo de trauma sexual. 
 
En la evaluación del impacto clínico del abuso sexual es importante explorar los siguientes 
ejes clínicos que pueden estar presentes en una sobreviviente de abuso sexual: 
 
• Alucinaciones 
• Disociación 
• Obsesividad 
• Ansiedad 
• Ánimo 
• Caracteropatías 
 
La exploración de estos seis ejes pueden dar cuenta de una variedad de trastornos clínicos 
significativos, dentro de los más frecuentes se encuentran los episodios psicóticos breves, 
trastornos disociativos, diversos trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, así como 
otros trastornos que acompañan a estos, tales como trastornos de la alimentación, 
toxicomanía, sexuales y somatomorfos. Finalmente están las caracteropatías o trastornos de 
la personalidad. 
 
La variedad del impacto del abuso sexual, tanto en la infancia, la adolescencia como en la 
edad adulta, da cuenta de un amplio espectro que responde a la misma complejidad del 
abuso. Quizás sea frecuente buscar patrones en cuanto al impacto, lo cierto es que las 
variables antes analizadas que intervienen en el abuso, son de suma importancia en la 
configuración de los trastornos clínicos. En este sentido ha sido conveniente utilizar 
modelos más amplios que integren el impacto clínico en áreas o campos de la vida. En este 
caso, la sexualidad, la traición, el estigma, son campos que se vuelven problemáticos sin 
necesidad de llegar a un trastorno clínico. 
 
La prevención del abuso sexual infantil 
 
Los cuatro pasos para prevenir el abuso sexual infantil 
 
Proponemos cuatro pasos para prevenir e 
l abuso sexual en la familia. 
 
Estos cuatro pasos son: 
 
1. Información 
2. Observación 
3. Evaluación 
4. Acción 
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La información permitirá obtener datos, análisis y comentarios objetivos que nos 
proporcionan las investigaciones actuales sobre el abuso sexual, así que aquí es importante 
saber dos cosas: primero, desmitificar el abuso sexual, y segundo, saber qué sí es un abuso 
sexual. 
 
La observación permitirá identificar el abuso sexual a través de indicadores observables, 
tanto en la familia como en los hijos e hijas. La evaluación nos va a permitir utilizar el 
semáforo del abuso sexual y poder determinar si la familia se encuentra en verde, amarillo 
o rojo. Para cualquiera de estos tres colores de evaluación nos llevará necesariamente al 
siguiente paso: la acción. 
 
La acción consiste en saber que hacer de acuerdo al nivel de vulnerabilidad, riesgo y 
peligro que se corre con respecto al abuso sexual, y esto permitirá realizar una serie de 
pasos eficaces de acuerdo a la situación. 
 
Paso uno. Información 
 
Información básica sobre el abuso sexual 
 
Si no se sabe que es el abuso sexual es muy probable que se actúe con ignorancia y miedo, 
y esto no ayuda para prevenir ni apoyar a los niños, niñas y jóvenes. Así que será de suma 
importancia hacernos y contestarnos varias preguntas con respecto al abuso sexual: dónde, 
cuándo, porqué, cómo, etc. 
 
Así que tenemos una serie de preguntas básicas que todo padre y madre de familia deben 
saber: 
 
1. ¿Qué es el abuso sexual infantil? 
2. ¿Cuáles son los falsos mitos del abuso sexual infantil? 
3. ¿Quiénes son los agresores sexuales? 
4. ¿Quiénes son las víctimas? 
5. ¿Cuáles son las consecuencias del abuso sexual infantil? 
 
¿Qué es el abuso sexual infantil? 
 
Definición de abuso sexual infantil: 
 
(1) El abuso sexual infantil es un tipo del maltrato infantil que supone (2) una interacción 
de naturaleza sexual entre dos o más personas basada en (3) el abuso de poder y la 
asimetría de edad y desarrollo, existiendo por lo general (4) una situación de vulnerabilidad 
pretraumática en el menor, caracterizada por la pobreza vincular y la disfuncionalidad o 
colapso de la estructura familiar. Esto posibilita el proceso del abuso sexual, el cual se lleva 
a cabo a través de (5) un proceso paulatino donde al inicio el agresor utiliza la confianza, el 
chantaje, la ambigüedad y la seducción. En un alto porcentaje el abuso sexual infantil se 
lleva a cabo (6) dentro del ámbito familiar, (7) realizado por un conocido, familiar o figura 
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parental, lo cual puede suceder en (8) una ocasión o de forma repetitiva y sostenida a lo 
largo del tiempo, y puede ir (9) desde los tocamientos, la exhibición, hasta la penetración y 
violación. 
 
Esta definición nos puede ayudar a distinguir lo que es un abuso sexual de lo que no es un 
abuso sexual, por ejemplo, las formas de autoexploración sexual de nuestros hijos e hijas 
pequeñas, los juegos sexuales que se dan entre niños y niños, niñas y niñas, o niños y niñas 
de entre los cuatro y los siete años de edad. Esto nos da pie para tener mucha cautela con 
respecto a los juegos sexuales, los cuales no solo son sanos y normales, sino necesarios 
para el óptimo desarrollo psicosexual. Bajo la cobertura de la ignoracia muchos padres y 
madres de familia tienden a reprimir y satanizar los juegos sexuales, y esto ya no nos habla 
solo de una ignorancia con respecto al abuso sexual, sino de una carencia formativa sobre el 
tema de la sexualidad. 
 
Cabe decir que la interacción sexual de tipo exploratorio que se da a través de los juegos 
entre dos niños o niñas de entre cuatro y siente años de edad, no son en ningún momento un 
tipo de abuso sexual. Únicamente podemos hablar de abuso sexual en estos casos cuando la 
interacción sexual deja de ser exploratoria e incurre en una serie de actos inadecuados 
influenciados previamente por un acto de abuso sexual directo o indirecto por parte de un 
adulto o un adolescente. En estos casos los niños que reproducen este tipo de conductas no 
incurren en responsabilidad, sino los adultos o adolescentes que expusieron o semetieron a 
estos niños. 
 
Abuso Sexual Infantil Juego Sexual Infantil 
• Asimetría de edad, por ejemplo, un niño 
de 12 con un niño de 7 años 
• Repetición de conductas sexualmente 
inadecuadas (penetración o introducción 
de objetos en los genitales) 
• Se dá a través del juego seductorio 
ambiguo 
• Simetría de edad entre los cuatro y los 
siente años de edad 
• Interacción sexual exploratoria y 
gratificante (tacamiento y caricias en los 
genitales) 
• Se dá a través del juego sexual 
 
Si la persona tiene una reacción de alarma, preocupación, culpa, miedo o vergüenza con 
respecto a los juegos sexuales o las autoexploraciones genitales de su niño o niña, le 
recomendaremos acudir con un especialista sexólogo, sexoterapeuta o educador sexual para 
aclarar o disipar estos fantasmas tan comunes de nuestra mala educación sexual. 
 
Resumen de los nueve factores: 
 
1. El abuso sexual es un tipo de maltrato infantil 
2. Es una interacción de contenido sexual 
3. Existe diferencia de edad y asimetría de poder 
4. Normalmente el menor se encuentra en una situación vulnerable 
5. El agresor utiliza la confianza y el chantaje 
6. Se dá dentro de la familia 
7. El agresor es un conocido o familiar 
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8. El abuso puede ser único o repetitivo 
9. Puede ser directo o indirecto, desde tocamientos hasta penetración 
 
Estos nueve factores de nuestra definición de abuso sexual nos permitira discernir una serie 
de falsos mitos que podemos escuchar en diferentes espacios cuando se habla del abuso 
sexual infantil desde la ignoriacia. Pero antes de esto será necesario poner algunos ejemplos 
concretos de loque sí es un abuso sexual infantil y las formas que se emplean. 
 
Existen dos formas de abuso sexual infantil, los directos y los indirectos. Los abusos 
sexuales directos se caracterizan por la interacción física del agresor con el niño o la niña. 
Los abusos sexuales indirectos se caracterizan por no mediar interacción fisica pero sí 
exposición a imágenes o escenas sexualmente inapropiadas para la edad y el desarrollo 
psicosexual del niño o niña. 
 
Abuso Sexual Directo Abuso Sexual Indirecto 
• Cualquier tipo de iniciación sexual, que 
frecuentemente viven los adolescentes. 
• Maltrato infantil, cualquier clase de 
manoseo, exhibicionismo, explotación 
comercial, prostitución, pornografía 
infantil, tráfico de niños para 
actividades sexuales, desfiguración de 
partes sexuales, incesto, estupro, abuso 
sexual y violencia sexual. 
• Los padres exhiben sus encuentros 
erótico-sexuales a menor. 
• Alguien le muestra cualquier tipo de 
pornografía. 
• Los adultos utilizan sus propios 
genitales con fines didácticos. 
• Hostigamiento verbal. 
 
Desmitificar el abuso sexual infantil 
 
Los mitos sexuales han dañado mucho nuestra salud mental. No es raro observar personas 
que por este tipo de mitos sexuales experimenten una sexualidad desintegrada y limitada, 
llena de prejuicios, angustia, vergüenza, culpa y miedos, o también, desbocada y 
desenfrenada, transgresora, perversa y antisocial. Así podemos identificar el péndulo del 
ejercicios de una sexualidad desintegrada; en un polo el abstencionismo culpógeno, y en el 
otro polo, la promuiscuidad antisocial. Uno y otro son las dos carás de la misma moneda, 
alimentados por los prejuicios, los primersos sometiéndose a ellos, y los segundos 
reaccionando a ellos. 
 
Desmitificar la sexualidad y en particular el abuso sexual infantil nos permitira tener una 
visión objetiva, informada y científica sobre este problema, sin llegar, como ya hemos 
advertido, al amarillismo y la alarma, pero tampoco a la minimización y la indiferencia. 
 
Veamos algunos de los falsos mitos más frecuentes sobre el abuso sexual infantil que todo 
padre y madre de familia debe conocer y saber dar una opinión adecuada cuando se 
presenten: 
 
• La persona que abusa sexualmente de un(a) menor es generalmente un extraño. 
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• Siempre que una niña(o) es víctima de abuso sexual presenta señales de trauma físico 
(moretones, sangre, etc.). 
• Muchas(os) niñas y niños inventan historias en las que relatan haber sido abusados 
sexualmente. 
• Si las(os) niñas y niños dijeran desde el principio lo que esta ocurriendo, se evitarían 
muchos males mayores. 
• Muchas(os) niñas(os) después de haber señalado una situación de abuso sexual cambian 
su historia y niegan el hecho. Esto demuestra que mentían. 
• La mejor manera de corroborar un caso de abuso sexual de un(a) menor es mediante un 
buen examen médico. 
• Las niñas especialmente prepúberes, púberes y adolescentes, son seductoras y provocan 
el abuso sexual. 
• Solo las niñas son vulnerables al abuso sexual. 
• Los niños víctimas de abuso sexual serán homosexuales. 
 
Desmitificación del abuso sexual: 
 
Mito Realidad 
La persona que abusa 
sexualmente de un(a) menor es 
generalmente un extraño. 
Falso. Las estadísticas demuestras que más del 80% 
de los agresores son conocidos y familiares cercanos. 
Siempre que una niña(o) es 
víctima de abuso sexual presenta 
señales de trauma físico 
(moretones, sangre, etc.). 
Falso. Primero, hay que tomar encuenta el abuso 
sexual indirecto, el cual no deja evidencia. Segundo, 
en caso de abuso sexual directo, este puede consistir 
únicamente en tocamientos y caricia que no dejan 
lesiones o evidencia física. 
Muchas(os) niñas y niños 
inventan historias en las que 
relatan haber sido abusados 
sexualmente. 
Falso. Un niño de entre tres a siete años no “inventa 
historias”, al menos que se encuentre manipulado o 
influenciado por un adulto. Son muy pocos los casos 
donde se ha comprobado una falsa acusación. 
Si las(os) niñas y niños dijeran 
desde el principio lo que esta 
ocurriendo, se evitarían muchos 
males mayores. 
Falso. Primero, porque el abusador amenaza de 
muerte al menor. Segundo, el miedo lo paraliza y lo 
confina el secreto y el silencio. Tercero, el niño o niña 
expresa indirectamente este malestar. Cuarto, no se 
puede responsabilizar al menor de un cuidado que 
debe proporcionar el adulto. 
Muchas(os) niñas(os) después de 
haber señalado una situación de 
abuso sexual cambian su historia 
y niegan el hecho. Esto demuestra 
que mentían. 
Falso. Primero, cambiar la historia es normal, de 
hecho es un indicador de la veracidad de la historia, 
pues el abuso altera la percepción, la atención y la 
memoria. Segundo, cuando niega el hecho es porque 
existe una situación emocional ambivalente y a veces 
el menor o la menor trata de proteger al familiar que 
hizo el abuso. 
La mejor manera de corroborar 
un caso de abuso sexual de un(a) 
menor es mediante un buen 
Falso. Primero, si se trato de un abuso sexual directo 
con penetración, sí es necesario el examen médico, si 
no, se contraindica. Segundo, la forma de corroborar 
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examen médico. el abuso sexual directo, sin penetración, o indirecto, 
basta con el relato y testimonio del menor. 
Las niñas especialmente 
prepúberes, púberes y 
adolescentes, son seductoras y 
provocan el abuso sexual. 
Falso. Primero, la conducta llamativa es interpretada 
por el agresor como “seductora”, en todo caso 
hablamos de que es la interpretación del agresor. 
Segundo, en caso de que así fuera, la responsabilidad 
de cuidar a la menor esta en el adulto. Tercero, es 
falso que los hombres tengamos necesidades sexuales 
irrefrenables e impulsivas que nos lleven a una 
satisfacción inmediata y violenta del deseo sexual. 
Solo las niñas son vulnerables al 
abuso sexual. 
Falso. Las estadísticas demuestran la paridad del 
abuso sexual infantil tanto en niños como en niñas. 
Los niños víctimas de abuso 
sexual serán homosexuales. 
Falso. Primero, no todos los homosexuales han vivido 
abuso sexual, y no todos los que han vivido abuso 
sexual son homosexuales. Segundo, la 
homosexualidad no es una consecuencia del abuso 
sexual, sino que esta es producto de otros factores 
genéticos, familiares y sociales no necesariaente 
patológicos. Tercero, en caso de homosexuales que 
han vivido abuso sexual, refieren otra serie de 
circunstancias que explican su orientación sexual e 
identidad de género. 
 
Habiendo desmitificado el abuso sexual, resulta de fundamental importancia ayudar a otros 
padres y madres de familia a no mantener estos prejuicios, pues ellos dañan seriamente a 
los niños y niñas que han sido abusados sexualmente, y también predisponen a los adultos a 
no creele a los niños y niñas, y a estos últimos los cierra para poder confiar y hablar de 
estos temas con los adultos. 
 
Sobre los agresores sexuales 
 
Las fantasías y percepciones que nos han transmitido ciertas leyendas, o periódicos 
amarillistas, las películas y los medios de comunicación, es una imagen distorcionada del 
supuesto agresor sexual: una persona desliñada, de bajos recursos, indigente o drogadicto, 
que vive bajo los puentes y que trae consigo una bolsa (¿el robachicos?). 
 
Eso que proyectamos alla afuera a través de leyendas sobre desequilibrados mentales, no es 
más que un intendo de encubrir una realidad que nos hiere profundamente a la sociedad. 
Los agresores sexuales, en más de un 95% son fundamentalmente hombres. Esto es, los 
agresores sexuales estan adentro de nuestra familia, posiblemente dentro de nuestro hogar, 
y quizás sea el abuelo, el tío, el padrastro, el primo, el hermano o hasta el propio padre. 
Esto es difícil y en primera instancia alarmante, pues supone una trasgiversación de los 
roles parentales, mientras que se espera la protección y cuidado de estas figuras, nos 
encontramos con que son los que generan los traumas

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