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Analisis-del-artculo-240-del-Codigo-penal-del-Estado-de-Mexico

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CARATULA DE TRABAJO 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
 DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
ARAGÓN 
 
ANALÍSIS DEL ARTÍCULO 240 DEL CÓDIGO 
PENAL DEL ESTADO DE MÉXICO 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
L I C E N C I A D A E N D E R E C H O 
 P R E S E N T A: 
ELDA MARÍA DÍAZ VILLEGAS 
ASESOR: Maestra en Derecho María Graciela León López 
 Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, 25 de Octubre de 2016. 
 
 
 
 
 
 
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AGRADECIMIENTOS 
 
Agradezco a Dios y a la vida por permitirme llegar a este momento, en el que logro concluir mi carrera, un sueño por 
el que luche, el día más esperado y anhelado en mi vida por fin ha llegado. 
A toda mi familia, que fue la base para lograr la culminación de este sueño, este logro es gracias a ustedes, y que con 
mucho cariño comparto, nunca dejare de agradecerles todo lo que me han dado y apoyado en el viaje más largo que 
ha sido mi Vida. 
 
AGRADEZCO ESPECIALMENTE A MI MADRE 
Que siempre me apoyo en el andar de todas y cada una de las etapas de mi vida, gracias por impulsarme y hacer mi 
día soleado aun cuando el día estaba nublado, por ser tan exigente cada mañana y enseñarme que el éxito depende 
de uno mismo, por apoyarme en todos mis proyectos que aunque fueran extrovertidos siempre estuviste conmigo 
en todos y cada uno de ellos, por tus largas jornadas de trabajo y las desveladas que con esfuerzos soportabas para 
darnos lo mejor de nuestras vidas a mi hermano y a mí, por todos los recuerdos bonitos que en cada momento 
vivimos juntas y también porque no los no tan bonitos pero que hicieron de mi lo que ahora tienes frente a ti. 
 Por todo y mucho más G R A C I A S. 
A MI PAPA 
Por orientarme en todas las etapas de mi vida, y enseñarme que la realidad de la vida es muy diferente al ideal de la 
necesidad, por esos momentos que pocas veces valore y que ahora entiendo con sabiduría, gracias por ser mí amigo y 
confidente. 
A MI QUERIDO HERMANO 
Que fuimos siempre uno, no seré el mejor ejemplo a seguir claro está, pero trato de hacer mi mejor esfuerzo para que 
te sientas orgulloso de mi, y aprendas que en la vida no basta tenerlo todo, sino saber conservarlo, cuidarlo, y 
quererlo, ahora que has concluido tu meta más importante, y empiezas una nueva etapa de tu vida, disfrútala y 
disfrútate, no permitas que nadie opaque tu felicidad, vive intensamente y siempre camina con la cara arriba. 
 
 
A MIS ABUELOS CHELITA Y NACHO 
Por sus sabios consejos y estar conmigo en todas las etapas del largo sendero de mi vida, por ayudarme a ser mejor 
cada día y educarme con valores, porque en mis fracasos y aciertos siempre estuvieron a mi lado y enseñarme que 
con esfuerzo y dedicación todo es posible, por recordarme las grandes cosas de la vida, pero sobre todo porque 
siguen a mi lado. 
 
A MIS TIAS GUILLE Y SARITA 
Por ayudarme a formar como toda una profesionista, y estar conmigo en ese cambio de niña a mujer, por siempre 
darme la mano hasta en los momentos más difíciles y por haber sostenido mis buenas y malas acciones, pero sobre 
todo por amarme como a una hija y darme en el camino de mi vida todo su amor y comprensión, esta tesis está 
dedicada a ustedes que sin pedir nada a cambio se entregaron en cuerpo y alma para que fuera una persona de bien. 
A TI MI GUIA, MI MODELO A SEGUIR: 
Esta tesis está dedicada a tu nombre e inspirada en el caminar de tu vida, porque rompiste todos los esquemas de lo 
que es ser una mujer, una mujer que tiene un sin fin de facetas y que para ser escuchada y valorada solo necesita 
usar su voz y su sabiduría, que demostraste que una mujer no necesita ser madre o esposa para vivir en plenitud, 
que gracias a las batallas vencidas muchas mujeres pudieron ser escuchadas, pero sobre todo porque fuiste tú la 
protagonista de tu misma batalla y que aun sabiendo que esa lucha se podía perder nos demostraste a todos que 
sigues siendo tan valiente como cuando iniciaste este arduo camino, a ti TÍA ANITA las gracias te doy por enseñarme 
que la vida a pesar de sus brechas y trasfijos siempre llegaremos al paraíso anhelado, a pesar de que tu ente 
corpóreo ya no se encuentra con nosotros, tu alma y tu recuerdo siempre vivirá en mi corazón y en el espíritu de este 
trabajo de investigación que fue uno de los mejores tesoros que me dejaste. 
 
PERO SOBRE TODO A TI MI VIDA, MI COMPAÑERO 
Por estar a mi lado en momentos importantes para mí y apoyarme en todos mis proyectos, por compartir tu vida con 
la mía, creciendo y caminando de la mano, por ser más que mi esposo, mi amigo, mi compañero de vida, por eso y 
por todo el amor que me has dado te doy las gracias, porque no hay medida de tiempo para amarnos, que tal si 
empezamos con un “para siempre”.
 
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES 
A LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO 
Mi alma mater, desde el inicio de mi aventura en esta máxima casa de estudios, al entrar desde la preparatoria 
Número 3 me sentí orgullosa al pertenecer a esta grande institución. Por qué en tus aulas recibí mi formación 
académica, estaré eternamente agradecida y siempre me sentiré orgullosa por ser Egresada de la UNAM. 
Agradezco a la Facultad de Estudios Superiores Aragón en donde decidí el rumbo de mi vida, en la cual pase el 
mayor tiempo de estos últimos años y la que se convirtió en mi segunda casa y en donde por fin, después de un largo 
recorrido, concluyo la etapa más importante de mi vida, Gracias FES ARAGON, porque poder realizar el sueño que 
tanto eh anhelado, ser “LICENCIADA EN DERECHO”. 
A mi Asesora la Maestra en Derecho María Graciela León López por todas y cada una de sus orientaciones en el 
transcurso de esta investigación, así como su esfuerzo y dedicación, sus conocimientos, persistencia, pero sobre todo 
su paciencia, la cual ha sido fundamental para motivarme durante toda esta investigación. 
Mis más sinceros agradecimientos a mis sinodales por haber aceptado la revisión de este trabajo de Tesis, por su 
dedicación, aportaciones y observaciones realizadas para la mejora de esta investigación. 
 
“POR MI RAZA HABLÁRA EN ESPÍRITU” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ANALISIS DEL ARTÍCULO 240 DEL CODIGO PENAL DEL 
ESTADO DE MÉXICO 
 
INTRODUCCIÓN 
ABSTRACT 
CAPÍTULO1. LA MUJER EN LAS DIFERENTES ETAPAS DE LA 
HISTORIA. 
1 
1.1. COMO Y CUANDO INICIA LA DIFERENCIACIÓN DE SEXOS 
1.1.1. Sociedad prehistórica: del matriarcado al patriarcado 11 
1.1.2. El papel de la mujer en las culturas antiguas 16 
1.1.3. Roles femeninos en la edad media 26 
1.1.4. La mujer contemporánea 29 
1.2. LA HISTORIA DE LA MUJER MEXICANA 
1.2.1. Cihuatl prehispánica 38 
1.2.2. Presencia de la dama colonial 41 
1.2.3. La mujer en el siglo XIX 43 
1.2.4. La mujer moderna 47 
CAPTÍCULO 2. LA VIOLENCIA DE GÉNERO COMO 
PROBLEMÁTICA ECONÓMICA, POLÍTICA, SOCIAL Y CULTURAL. 
50 
2.1. DEFINICIÓN DE VIOLENCIA DE GÉNERO 50 
2.2. TIPOS DE VIOLENCIA 
2.2.1. Violencia física 63 
2.2.2. Violencia psicológica 76 
2.2.3. Violencia económica 79 
2.2.4. Violencia sexual 85 
2.3. CAUSAS GENERADORAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO 90 
2.4. FORMAS Y EXPRESIONES DE LA VIOLENCIA
CONTRA LAS 
MUJERES EN MÉXICO 
105 
2.4.1. Violencia Domestica 108 
 
2.4.2. Violencia Cotidiana 115 
2.4.3. Violencia Política 118 
CAPÍTULO 3. MARCO JURÍDICO EN EL TEMA DE VIOLENCIA DE 
GÉNERO. 
126 
3.1. MARCO JURÍDICO NACIONAL REFERENTE A ALA VIDA LIBRE 
DE VIOLENCIA 
 
3.1.1. Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos 127 
3.1.2. Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de 
Violencia 
132 
3.1.3. Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del 
Estado de México 
 
139 
3.1.4. Código Penal del Estado de México 144 
3.2. MARCO JURÍDICO INTENACIONAL SOBRE LA VIOLENCIA DE 
GÉNERO 
 
3.2.1. Convención sobre la Eliminación de todas las formas de 
Discriminación contra la Muer (CEDAW) 
150 
3.2.2. Declaración sobre la Eliminación de Acción de Beijing 153 
3.2.3. Recomendación al Estado de Mexicano 156 
3.2.4. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar 
la Violencia contra la Mujer “Convención de Belém Do Para” 
161 
CAPÍTULO 4. ANALISIS DEL ARTÍCULO 240 DEL CÓDIGO PENAL 
DEL ESTADO DE MÉXICO. 
165 
4.1. LA VIOLENCIA DE GÉNERO ¿CÓMO DELITO O CONFLICTO? 170 
4.2. PROPUESTA: IMPLEMENTACIÓN DE UN SISTEMA INTEGRAL 
DE POLITICAS PÚBLICAS PARA PREVENIR, SANCIONAR Y 
ERRADICAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ESTADO DE 
MÉXICO 
 
 
 
179 
 
CONCLUSIONES 186 
GLOSARIO 189 
BIBLIOGRAFÍA 197 
FUENTES LEGISLATIVAS 203 
 
 
ABSTRACT 
The situation of human rights in Mexico faces today, an antagonistic context that 
while on the one hand have taken important steps in recognition " for example , 
through the recent constitutional reform in the matter " on the other , It is seen an 
increase in the already high levels of violence . These figures correspond mainly 
to the policies of " combat against organized crime " deployed by the state, 
however , several studies have shown that these strategies have not only had the 
expected results but also have ended up affecting the citizens and with particular 
impact on the most vulnerable groups , ie women, children , migrants, indigenous 
people , people with disabilities. 
In the case of women , this violence is part , in turn , a historical cultural tradition 
based on inequality , which indifference and acquiescence by the authorities adds 
; this tradition , built and transmitted through the family, school , media , continues 
to express today through language , stereotyped ideas, attitudes and practices 
that , consciously or unconsciously , legitimate discrimination and violence against 
women as a natural response to any behavior that departs from its role historically 
established , invisibilizándola as social problems , privatizing their impacts and 
even placing in the women themselves responsible for their victimization , thus 
facilitating society and the state desliguen the phenomenon to the extent that " I 
was they who provoked it ," ergo , " they deserve it " . 
Understand the violence perpetrated against women has involved decades of 
discussions and reflections therefore beyond the figures and simplistic visions, it 
constitutes a problem that has significant social, political and economic 
background; visualize this violence so as to prevent, punish and eradicate it has 
been even more difficult; however, the efforts of many women, men and 
organizations has allowed go to expand traditional views and advance on the road 
to respect and equity. In Mexico, the first official tool that is told to get to know the 
extent of violence against women was the National Survey on Dynamics of 
Household Relationships that although limited in several respects, began to lights 
the true dimension of the phenomenon at national level and in the states; turn, 
 
and even if so far it does not have official registration mechanisms and statistics, 
multiple civic groups have spent more than 17 years documenting cases of 
femicide where Chihuahua, specifically Ciudad Juarez is configured as a 
paradigmatic case both nationally and internationally. 
The violence perpetrated against women , however , is a problem that is present 
throughout the country, ENDIREH , for example , revealed that by 2006 more than 
half of Mexican women aged 15 years and over ( 67 %) had suffered violence at 
some point in their lives , whether in the context of couple, family , property , 
school, work or community ; figures from various organizations of civil society , 
meanwhile , have found that between 2000 and 2005 there were more than six 
thousand murders of women throughout the Republic , amount continues to rise 
(National Institute for Women , 2008; National Citizen Femicide Observatory , 
2010). Within this context, the State of Mexico has been gaining ground in recent 
years as one of the entities of concern , where more than half of the State of 
Mexico reported having experienced an incident of violence in one or more areas 
, while intentional homicide statistics of women registered in the state between 
the periods 2000-2004 and 2005-2010 reflect an increase of over 200 %. The 
victims of these crimes , in general, are young women between 11 and 40 years, 
and more than 50 % of cases , acts remain unpunished , either because of 
underreporting , the indifference of public servants or justifications such as the 
ignorance of the identity of the attacker. 
It is precisely with the intention to contribute to these efforts which this work is 
done , we aim to provide elements for understanding and visibility of the violence 
perpetrated daily against thousands of women in the State of Mexico . 
Another objective of this paper is to highlight that for the effective enjoyment of 
human rights to which each and everyone has the right, not just only the legal 
framework. This is not enough by itself to protect victims against abuse. a 
profound change of the whole society and commitment to the rescue and 
appreciation of the essence of the feminine in the Western world in which we live 
is necessary. If you do not accept that the current paradigm is toxic and should 
 
be changed, nothing will change for women who are going through abuse-related 
experiences. It is true that there has been enormous progress on the legal position 
of women, but in relation to violence against them, the lights will not prevail over 
the shadows. Without a paradigm shift, abuse is not eradicated and difficult the 
development of women individually and collectively will be enhanced, and there 
will be equality, equity and peace, not only for us but also for future generations. 
This thesis is divided into four chapters. In the first, both national and international 
historical background that give rise to abuse against women , from prehistoric 
times to the present , where we can see that violence conferred on them is not an 
unknown phenomenon and studied the sole purpose of this is the subordination 
of men to women in order to exercise and demonstrate their power. 
In the second chapter the concept of violence as distinct from mere aggression 
and conflict and the dynamics and the root of violence against women, manifested 
in the relationship, in the private sector are articulated defined, and also outside 
it, in society in general. Violence against women is ideological and why it is so 
difficult to eradicate. It is not an isolated or occasional phenomenon, but is a social 
phenomenon of such magnitude that feeds back thanks to its structural character 
that remains in effect even given the existence of a patriarchal society. Violence 
against women has distinctive features that make it different from any other type 
of violence. Violence is present as a result of the different form of socialization 
that has been imposed and accepted for women and men. Mandates have 
inherited over time and are still in force, as the myths that have been passed from 
one generation to justify violence against women and new myths that are 
accepted
to validate and justify violence against them present in the society today. 
The third chapter presents a historical review of the recognition of women's rights 
at the international level , the main instruments which account today to support 
them and how they have been integrated into Mexican law, with particular 
emphasis on those laws causes They contain provisions on the principles of 
equality and non- discrimination and attention to violence against women at 
federal and local levels. 
 
Finally, in the fourth chapter the guiding principles on which should be based 
public policies that are responsible for implementing the necessary measures to 
ensure that mexiquenses women have a life free of violence arise, and an analysis 
is made on the new reform on gender violence of the Criminal Code of the State 
of Mexico stemming from Article 240 of the same system where you can 
demonstrate that violence perpetrated against women who live and pass in the 
State of Mexico as part and expression of a context of systematic human rights 
as well as the permittivity of State violations, complicity in systems procurement 
and administration of justice and the consequent impunity generated, not only a 
fundamental step to understand and deal with this problem, but set as an 
important task that contributes to the defense of human rights of women and 
contributes to building a truly equitable and democratic society. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
La situación de los derechos humanos en México enfrenta, en la actualidad, un 
contexto antagónico donde si bien por un lado se han dado pasos importantes en 
su reconocimiento “por ejemplo, a través de la reciente reforma constitucional en 
la materia”, por otro, se aprecia un incremento en los ya altos índices de violencia. 
Estas cifras responden, principalmente, a las políticas de “combate contra el 
crimen organizado” desplegadas por el Estado, no obstante, diversos estudios 
han demostrado que estas estrategias no sólo no han tenido los resultados 
esperados sino que, además, han terminado por afectar a los y las ciudadanas, 
con especial impacto en los grupos de mayor vulnerabilidad, es decir, mujeres, 
niñas y niños, migrantes, población indígena, personas con discapacidad. 
 En el caso particular de las mujeres, esta violencia forma parte, a su vez, de una 
tradición cultural histórica basada en la desigualdad, a la que se suma la 
indiferencia y aquiescencia por parte de las autoridades; esta tradición, 
construida y transmitida a través de la familia, la escuela, los medios de 
comunicación, continúa expresándose hoy en día a través del lenguaje, de ideas 
estereotipadas, actitudes y prácticas que, consciente o inconscientemente, 
legitiman la discriminación y la violencia contra las mujeres como una respuesta 
natural ante cualquier conducta que se aleje de su rol históricamente establecido, 
invisibilizándola como problemática social, privatizando sus impactos e, incluso, 
colocando en las mismas mujeres la responsabilidad de su victimización, 
facilitando así que la sociedad y el Estado se desliguen del fenómeno en la 
medida que “fueron ellas quienes lo provocaron”, ergo, “se lo merecen”. 
Comprender la violencia que se ejerce contra las mujeres ha implicado décadas 
de discusiones y reflexiones pues, más allá de las cifras y las visiones simplistas, 
constituye una problemática que posee un importante trasfondo social, político y 
económico; visibilizar esta violencia de manera de poder prevenirla, sancionarla 
y erradicarla ha sido aún más difícil; sin embargo, el esfuerzo de numerosas 
mujeres, hombres yorganizaciones ha permitido ir ampliando las visiones 
tradicionales y avanzar en el camino hacia el respeto y la equidad. En México, la 
 
 
primera herramienta oficial con la que se contó para empezar a conocer la 
magnitud de la violencia ejercida contra las mujeres fue la Encuesta Nacional 
sobre Dinámicas de las Relaciones en los Hogares que, aunque limitada en 
varios aspectos, comenzó a dar luces de la verdadera dimensión del fenómeno 
a escala nacional y en las entidades federativas; a su vez, y aun cuando hasta la 
fecha no se cuenta con mecanismos oficiales de registro y estadística, múltiples 
agrupaciones civiles llevan más de 17 años documentando casos de violencia 
feminicida donde Chihuahua y, específicamente, Ciudad Juárez se ha 
configurado como un caso paradigmático tanto a escala nacional como 
internacional. La violencia que se ejerce contra las mujeres, no obstante, 
constituye una problemática que está presente a lo largo de todo el país, la 
ENDIREH, por ejemplo, reveló que para 2006 más de la mitad de las mujeres 
mexicanas de 15 años y más (67%) habían sufrido violencia en algún momento 
de su vida, ya sea en el contexto de pareja, familiar, patrimonial, escolar, laboral 
o comunitario; las cifras de diversas organizaciones de la sociedad civil, por su 
parte, han detectado que entre 2000 y 2005 se produjeron más de seis mil 
asesinatos de mujeres a lo largo de toda la República, cantidad que sigue en 
ascenso (Instituto Nacional de las Mujeres, 2008; Observatorio Ciudadano 
Nacional del Feminicidio, 2010). Dentro de este contexto, el Estado de México ha 
ido ganando terreno en los últimos años como una de las entidades de mayor 
preocupación, donde más de la mitad de las mexiquenses reporta haber vivido 
algún incidente de violencia en uno o varios ámbitos, mientras que las 
estadísticas de homicidios dolosos de mujeres registradas en la entidad entre los 
períodos 2000-2004 y 2005-2010 reflejan un incremento de más de 200%. Las 
víctimas de estos delitos, en general, corresponden a mujeres jóvenes de entre 
11 y 40 años y, en más de 50% de los casos, los actos permanecen en la 
impunidad, sea por la falta de denuncia, la indiferencia de los servidores públicos 
o justificaciones tales como el desconocimiento de la identidad del atacante. Es 
precisamente con la intención de contribuir a todos estos esfuerzos que se realiza 
el presente trabajo, pretendemos aportar elementos para la comprensión y 
 
 
visibilización de la violencia que se ejerce diariamente contra miles de mujeres 
en el Estado de México. 
Otro objetivo de este trabajo es poner de relieve que para la efectiva vigencia de 
los derechos humanos a los cuales todas y todos tenemos derecho, no basta sólo 
el marco legal. Este no es suficiente por sí solo para proteger a las víctimas contra 
los malos tratos. Es necesario un profundo cambio y compromiso de la sociedad 
toda para el rescate y la revalorización de la esencia de lo femenino en el mundo 
occidental que nos toca vivir. Si no aceptamos que el paradigma vigente es tóxico 
y debe ser modificado, nada cambiará para las mujeres que atraviesen por 
experiencias relacionadas con los malos tratos. Cierto es que ha habido enormes 
progresos respecto a la posición jurídica de la mujer, pero en lo referente a la 
violencia ejercida contra ellas, las luces no predominan sobre las sombras. Sin 
un cambio de paradigma, no se erradicarán los malos tratos y difícilmente se 
potenciará el desarrollo de las mujeres a nivel individual y colectivo, y no existirán 
la igualdad, la equidad y la paz, no sólo para nosotros, sino también para las 
generaciones venideras. 
Esta tesis se estructura en cuatro capítulos. En el primero, se estudian los 
antecedentes históricos tanto nacionales como internacionales que dan origen al 
maltrato hacia las mujeres, desde épocas prehistóricas hasta la actualidad, en 
donde podemos ver que la violencia conferida a ellas no es un fenómeno 
desconocido y que el único objetivo de este, es la subordinación del hombre hacia 
la mujer con la finalidad de ejercer y demostrar su poderío. 
En el segundo capítulo se define el concepto de violencia distinguiéndola de la 
mera agresividad y del conflicto y se articulan la dinámica y la raíz de la violencia
contra las mujeres, que se manifiesta en la relación de pareja, en el ámbito 
privado, y también fuera de él, en la sociedad en general. La violencia contra las 
mujeres es ideológica y por eso es tan difícil de erradicar. No es un fenómeno 
aislado u ocasional, sino que constituye un fenómeno social de tal magnitud que 
se retroalimenta gracias a su carácter estructural que permanece vigente dada la 
existencia aún de una sociedad patriarcal. La violencia contra las mujeres tiene 
 
 
rasgos distintivos que la hacen diferente a cualquier otro tipo de violencia. La 
violencia está presente a raíz de la diversa forma de socialización que se ha 
impuesto y aceptado para mujeres y varones. Mandatos que se han heredado a 
través del tiempo y aún están vigentes, como los mitos que se han traspasado 
de generación en generación para justificar la violencia contra las mujeres y los 
nuevos mitos que se aceptan para convalidar y justificar la violencia contra ellas 
presente en la sociedad hoy. 
El tercer capítulo se hace una revisión histórica del reconocimiento de los 
derechos de las mujeres a escala internacional, los principales instrumentos con 
que se cuenta hoy en día para sustentarlos y cómo éstos han sido integrados a 
la legislación mexicana, haciendo especial énfasis en aquellas leyes que 
contienen disposiciones relativas a los principios de igualdad y no discriminación, 
así como a la atención de la violencia contra las mujeres en los ámbitos federal y 
local. 
 Finalmente, en el capítulo cuarto se plantean los ejes rectores sobre los cuales 
se deben basar las políticas públicas que se encargan de implementar las 
medidas necesarias para que las mujeres mexiquenses tengan una vida libre de 
violencia, haciendo un análisis sobre la nueva reforma en materia de violencia de 
género al Código Penal del Estado de México derivado del artículo 240 del 
mismo ordenamiento en donde se puede evidenciar, que la violencia ejercida 
contra las mujeres mexiquenses, como parte y expresión de un contexto de 
violaciones sistemáticas a los derechos humanos así como la permisividad del 
Estado, la complicidad dentro de los sistemas de procuración y administración de 
justicia y la consecuente impunidad generada, no sólo constituye un paso 
fundamental para comprender y enfrentar esta problemática, sino que se 
configura como una importante tarea que contribuye a la defensa de los derechos 
humanos de las mujeres y aporta a la construcción de una sociedad realmente 
equitativa y democrática. 
 
1 
 
CAPÍTULO 1. LA MUJER EN LAS DIFERENTES 
ETAPAS DE LA HISTORIA 
“El progreso social se puede medir con 
precisión por la posición que ocupa la 
mujer en una determinada sociedad.” 
C. Marx 
1.1. COMO Y CUANDO INICIA LA DIFERENCIACIÓN DE SEXOS 
 
Hombre y mujer han sido siempre sexualmente diferentes, en un proceso 
complejo y largo, se separaron hasta llegar a desconocerse debido a la necesidad 
de diferenciar las cualidades biológicas de las demás características humanas, 
así se conformaron los términos sexo y género, por la atribución de cualidades 
sociales y culturales diferentes de cada uno de ellos y por la especialización y el 
confinamiento exclusivo del género femenino en la sexualidad concebida como 
su naturaleza, frente al despliegue social atribuido al género masculino. 
Todo empezó con la división del trabajo, en ella radica la distribución y 
desigualdad de las actividades asignadas al hombre como a la mujer tomando 
en cuenta las cualidades naturales propias de cada sexo; en donde cada cual se 
mueve en un determinado circulo exclusivo de actividades que le viene impuesto, 
por ejemplo el hombre es cazador, pescador, pastor, etc., mientras que las 
mujeres tienen la función reproductiva, las labores de colecta de insumos y el 
cuidado de los desprotegidos. 
Por otro lado, la conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los 
individuos de su entorno, es el comienzo de la vida en sociedad, esta se 
desarrolla y perfecciona, más tarde al aumentar la producción, al incrementar 
las necesidades y al multiplicarse la población; es en esta parte de la historia en 
donde surge la diferenciación de lo masculino y lo femenino, en donde la mujer 
es reducida a la sexualidad y está por considerarse natural, es desvalorizada; de 
esta forma la diversidad de actividades, trabajos, sentimientos y formas de vida 
 
2 
 
de las mujeres han sido definidas históricamente como producto de sus 
cualidades naturales y biológicas. Simultáneamente, las mujeres fueron 
haciéndose tan diferentes entre sí que se desconocieron unas a otras. El género 
femenino se escindió al aparecer grupos de mujeres exclusivos y mutuamente 
excluyentes, definidos también por la sexualidad. 
El proceso en el que surgieron los géneros, paso por una primera escisión de 
los seres humanos, surgida de la diferenciación excluyente y compulsiva entre 
hombres y mujeres, de ella surgió la condición histórica de la mujer; la condición 
de la mujer es una creación histórica, cuyo contenido es el conjunto de 
circunstancias, cualidades y características esenciales, que definen a la mujer 
como ser social y cultural, está constituida por el conjunto de relaciones de 
producción, reproducción y por todas las demás relaciones vitales en que están 
inmersas las mujeres independientemente de su voluntad y de su conciencia, 
mientras que la segunda escisión ha ocurrido entre las integrantes del género 
femenino, ésta define la situación de las mujeres producto de su propia 
diferenciación la cual se refiere al conjunto de características que tienen las 
mujeres a partir de su condición genérica, en determinadas circunstancias 
históricas. 
Es así que el género no resulta de lo biológico; más bien ocurre lo contrario, la 
toma de conciencia de lo biológico se establece a partir del género, el cual surge 
y se impone como una forma simbólica de organización social en un momento 
dado de la historia de nuestra especie, surge además, como una forma de 
jerarquía social, es decir define una de las dos jerarquías fundamentales en todo 
grupo humano, sustentada en una dualidad: masculino/femenino, ocupando lo 
masculino la posición dominante, tomando conciencia los hombres de su 
diferencia asumen el dominio de las mujeres, las cuales son privadas de su 
independencia y de la posibilidad de funcionar como grupo para pasar a hacerlo 
individualmente en una relación de dependencia con un hombre. 
La construcción histórica de los géneros es un proceso social complejo, donde 
intervienen formas de organización cultural de manera distinta en la estructura 
 
3 
 
social dominante como lo son el matriarcado y el patriarcado o la organización 
totémica; procesos y cambios constantes según el contexto, así como el tiempo 
y lugar donde se desarrollan. 
La construcción histórica de la masculinidad y de la feminidad, se vive de distinta 
manera de acuerdo a cambios que se dan en las diversas sociedades donde 
intervienen procesos económicos y políticos, esto añadido a determinadas 
formas e imágenes, que figuran como normas, valores, costumbres y/o 
tradiciones sociales que determinan lo que es apto para cada sujeto. 
Martha Lamas explica que: “La producción de formas culturalmente apropiadas 
respecto al comportamiento de hombres y mujeres es una función central de la 
autoridad social y esta mediada por la compleja interacción de un amplio espectro 
de instituciones económicas, sociales, políticas y religiosas”1 de esta manera 
pretenden ejercer control sobre los individuos estableciendo leyes y normas que 
rigen el comportamiento social. 
Por lo tanto la condición y situación de los sujetos no es la misma, es parte de la 
organización, clase, raza y posición social en la que viven, pues el significado del 
ser hombre o mujer ha reproducido históricamente en las sociedades patriarcales 
una cultura sexista. 
A través de los
escritos que hablan sobre los acontecimientos de nuestra historia, 
el hombre siempre ha estado presente, su reconocimientos histórico se muestra 
como único y universal, mientras que en la mujer solo se ha mostrado un caminar 
lento e invisible explorado y condicionado a partir de lo biológico. 
Por ello es importante rescatar alguno elementos que servirán en el análisis sobre 
la construcción de los géneros, para abordar la construcción de la masculinidad 
y la feminidad donde se perciben momentos decisivos en los cambios sociales, 
 
1 LAMAS AZUELA, Marta, El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, PORRUA, 
México, 2000, pág. 23. 
 
4 
 
políticos y económicos que dejan ver algunos tipos de masculinidad dónde 
todavía sigue prevaleciendo una educación patriarcal. 
Hablar de la masculinidad es un tema relativamente reciente en la construcción 
social sobre identidad de género, donde el conocimiento parte del análisis por 
conocer las relaciones de género como consecuencia de los cambios, en las 
nuevas formas de comprender la sexualidad y la individualidad genérica de 
hombre y mujeres. 
Introducirnos al tema de la masculinidad no es tan sencillo, ya que existen 
diversas ideas al respecto, por ello es necesario tener un acercamiento teórico 
conceptual que permita realizar un análisis del mismo. 
El concepto masculinidad varía de una cultura a otra, aun dentro de la misma 
cultura hay diferentes percepciones de acuerdo a las condiciones de vida de cada 
una de ellas, pero también existen características en común que podrían servir 
como referencia en la construcción del ser masculino, este se construye social y 
culturalmente a través de la historia. 
Guevara menciona que “la formalización de la masculinidad sugiere dos niveles 
de cultura: en la primera se da una forma generalizada que comparten los 
hombres en distintas sociedades o grupos humanos que por tanto es 
transcultural, la segunda es forma específica de cultura que reconocen la 
existencia de diferentes significados de ser hombre dentro de las culturas y que 
supone mucha formas de masculinidad”.2 
Por tanto se considera que “la masculinidad a nivel histórico social es algo que 
se construye diariamente, la cual se va modificando en forma constante a partir 
de la visión que el hombre establece de sí mismo, con los otros, esto implica que 
los hombres aprendan, asimilen, impongan, rechacen, negocien ciertas 
 
2 GUEVARA GONZALEZ, Rosa Iris, La educación en México Siglo xx, PORRUA, México, 2002, 
pág. 481. 
 
5 
 
conductas y prácticas de acuerdo con lo que otras personas esperan y/o lo que 
cada uno consideren que debe ser un hombre”.3 
Las relaciones que construyen los principales patrones de masculinidad en el 
orden de género, se pueden examinar históricamente a partir de las diversas 
masculinidades que se construyen de acuerdo al contexto social y cultural, donde 
se desarrollan vista desde dos esferas: 
La primera, gira en torno a una masculinidad hegemónica que la dinámica cultural 
y social, le ha dado dentro de las relaciones de dominación-subordinación en la 
sociedad. En ella, el hombre es definido como un ser universal, privilegiado, 
dotado de grandeza, pues a este se le juzga: más fuerte, más inteligente, más 
valiente, más responsable, más racional con respecto a la mujer, donde cada 
sociedad y cultura exalta al más fuerte para gobernar y/o hacer tareas difíciles 
respecto al sexo contrario, debido a su constitución biológica, por tanto, no es 
cuestionado su rol ya que, el varón es considerado como un símbolo de fuerza, 
valentía y poder dentro del sistema patriarcal. 
“El hombre esquematiza un conjunto de atributos como paradigma de lo humano, 
de los viene reales y simbólicos creados en él; ser hombre es ser quien piensa, 
significa y nombra el mundo poseedor de la razón y de la voluntad. Ser hombre 
es ser poderoso, ser hombre es ser para si en su mundo”.4 
Desde esta perspectiva me parece interesante, reflexionar sobre las diferentes 
épocas históricas donde los hombres han tenido (y siguen teniendo) ciertos 
privilegios de poder, que le son proporcionados de acuerdo a su rol 
esencialmente desde el núcleo familiar no como algo impuesto, sino más bien, 
porque según la sociedad ese debe ser su papel. 
 
3 CONNELL, R.W., Masculinidades, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003, 
pág. 245. 
4 CÁZES, Daniel, Antología de la sexualidad humana. La relación Social del género, CONAPO-
PORRUA, México, 1994, pág. 404. 
 
6 
 
La segunda tiene que ver con la búsqueda de símbolos5 culturales y sociales que 
cada hombre hace para manifestar su propia virilidad, como señal de que ha 
logrado “ser hombre” donde la superioridad, se establece a través de un sistema 
de premios y castigos que impulsan una conducta agresiva y activa prohibiendo 
comportamientos pasivos, es así como el hombre es sometido a pruebas para 
demostrar constantemente su hombría, aunque muchas veces no lo quiera o lo 
desee; como lo expresa Bourdieu cuando dice que: “los hombres son también 
prisioneros e irónicamente víctimas de la representación dominando por más que 
sea conforme a sus intereses”6. 
Este modelo de masculinidad caracteriza a los hombres como sujetos activos, 
importantes, autónomos, racionales, emocionalmente controlados, 
heterosexuales y proveedores; dejando ver a la masculinidad como una reacción 
contra la pasividad y la impotencia, lo cual conduce a la represión de todo deseo 
y rasgo que una sociedad dada define negativamente como pasivo, por lo que 
los hombres aprenden desde pequeños lo que no deben ser (todo lo que se 
refiera al modelo femenino) para lograr ser masculinos. 
De tal forma que la masculinidad proyecta el poder en la medida de una 
construcción imaginaria, recreada a lo largo de la historia, es una estructura 
social fortalecida constantemente por la producción y reproducción del carácter 
patriarcal que la sociedad ha recreado desde su origen; este se asigna 
simbólicamente y a la vez se trata de una fuerza coercitiva que impone la 
sociedad, por lo que va en contra el propio individuo masculino ya que el hombre 
es el depositario de un conjunto de características que se escogen para él; 
sufriendo la carga de dichos valores, principios, fines y mitos a cumplir. 
 
5 Como ejemplo de estos símbolos donde el hombre es representado como alguien superior debe 
demostrar y demostrarse a sí mismo que realmente lo es a través de constantes pruebas que la misma 
sociedad incluye en su devenir cotidiano como lo es la relegación femenina a partir de su sexualidad, 
considerándola como aquella que satisface solo sus necesidades básicas de su instinto masculino, mas no 
así como parte de un ser social que forma parte de un compañerismo mutuo. 
6 BOURDIEU, Pierre, Dominación Masculina, ANAGRAMA, Barcelona, 1999, pág. 54. 
 
7 
 
Es preciso señalar que la construcción histórica de la masculinidad se da a partir 
de las características socio-culturales que se crean en cada una de las 
sociedades, según la época o momento histórico donde se desarrollan, ésta no 
puede ser comprendida como el conjunto de normas que se imponen desde un 
determinado periodo de vida, sino como una dinámica que se construye 
permanentemente a través de la interacción social y la experiencia individual de 
cada sujeto. 
Por lo tanto la masculinidad siempre está sujeta a contradicciones y rupturas 
históricas, donde no hay modelo a seguir, sino una diversidad de masculinidades 
que se van construyendo según el contexto, es por ello que no se puede hablar 
de una masculinidad general, ya que esta se desarrolla de forma distinta aunque 
cabe aclarar, que cada
una de las masculinidades obedece a estructuras que se 
establecen en “normas” al devenir desde una masculinidad hegemónica, 
incorporándose en la subjetividad, tanto de los hombres como de las mujeres, 
es decir que forma parte de la identidad de los varones y mujeres donde regula 
al máximo las relaciones genéricas. 
“La construcción de las diversas masculinidades en la mayor parte de la historia 
han tenido una posición dominante, a partir del crecimiento en la lucha constante 
por tener el poder, Conell refiere a la creación de los imperios globales, la 
economía capitalista el encuentro imparcial de las ordenes de género y la 
colonización como los momentos centrales, que conformaron la practica social 
de la masculinidad dominante que hasta el día de hoy sigue permeando”7. 
Como ejemplo de ello, observamos el comportamiento de algunos hombres de 
la antigüedad que vivían separados al ejercer actividades militarizadas, como 
comerciantes marítimo donde se idealizaba al hombre rudo que a través de las 
constantes guerras sometía a las mujeres de los lugares que lograban 
conquistar; otro ejemplo de ello se puede ver en las primeras civilizaciones que 
“cuando veían amenazado su dominio luchaban y se embarcaban a guerras con 
 
7 CONNELL, R, W. op cit., pág. 246. 
 
8 
 
el fin de crear circunstancias que les permitiera por una parte ejercer su poder y 
por otra mantener en equilibrio el desarrollo económico”8. 
Esa lucha continua por demostrar a los demás quien debería tener el control, se 
fue estructurando con base en el género, por lo que la masculinidad era percibida 
en términos de carácter, fuerza y reputación, en algunas sociedades antiguas se 
veía como un privilegio el hecho de practicar la violencia como una forma de 
ejercer el dominio y poder masculino ante los demás. 
A partir de los cambios que se fueron dando en cada una de las diversas 
civilizaciones antiguas, se fueron estructurando poco a poco las normas que 
debían regir la vida de personas, de tal forma que los hombres eran los 
encargados de salvaguardar la vida de las mujeres, los hijos y de los ancianos, 
así como de proveer a la comunidad de alimento; mientras que las mujeres se 
quedaban en las aldeas o comunidades para cuidar de los hijos y preparar el 
alimento. 
Ahora bien hablar de la construcción histórica que la mujer ha tenido, resulta un 
tanto contradictoria respecto a lo que se plantea en el discurso histórico, durante 
años había quedado fuera su contribución en las actividades relevantes tanto 
económica, política, social como cultural había sido omitida, sujeta 
ideológicamente al varón. 
De acuerdo con lo que dice Rosario Castellanos “si buscamos en la historia, 
estamos ausentes, si buscamos en la ciencia no existimos, en la filosofía es la 
historia de los hombres, el hombre es el creador de la cultura bajo su dominio 
están todas las cosas, los animales y las mujeres, son los hombres el paradigma 
de la humanidad”9. 
Pero acaso la mujer no ha ejercido distintos cargos no sólo en el hogar sino 
también en los diversos puestos políticos, económicos, culturales, educativos y 
 
8 BURIN, MELLER, Mabel (coord.), Varones: Género y Subjetividad Masculina, PAIDOS 
IBERICA, España, 2000, pág. 73. 
9 CASTELLANOS, Rosario, Declaración de Fe. ALFAGUARA, México, 1997, pág. 112. 
 
9 
 
sociales en las distintas épocas, entonces: ¿por qué se ha omitido su 
participación a lo largo de la historia? ¿Qué elementos han permitido que aunque 
la mujer realice actividades que le permitan mejorar situaciones para el bienestar 
cultural, social y educativo siga siendo considerada como inferior respecto al 
hombre?, estás preguntas son tan solo el inicio del análisis que a continuación 
se plantean respecto a la participación de la mujer en la construcción histórica de 
su feminidad. 
Lagarde menciona que: “la construcción histórica de las mujeres ha estado 
constituida a partir de cada una de las relaciones vitales en las que están 
inmersas independientemente de su voluntad o conciencia, cuyo origen escapa 
a la historia donde su participación no parece importante, pues no se reconoce 
el papel que ésta llevado a cabo en la transformación de nuevas formas sociales, 
económicas y culturales de cada época por las determinaciones biológicas de su 
sexo”10, por tanto es nula su participación respecto a la otra parte de la 
humanidad (el sexo masculino); si bien es cierto la mujer se diferencia del 
hombre en su condición corporal, no depende esta de su condición intelectual, 
moral o social de una justificación de fundamento natural. 
Por otra parte González señala que “la participación de la mujer se ha visto 
reducida a la maternidad y crianza de los hijos gracias a las relaciones de poder 
entre los sexos donde la exclusión y subordinación de lo femenino en la cultura, 
es el correlato de la sumisión de las mujeres como grupo social, en el orden 
simbólico es el hombre quien aparece como sujeto, mientras que la mujer 
adquiere el papel de objeto, de “lo otro” de la humanidad y es a partir de la 
capacidad reproductora que se instaura un “deber ser”, una norma, cuya finalidad 
es el control tanto de su sexualidad como de su fecundidad, es decir donde su 
cuerpo no es suyo, por tanto no tiene derecho a elegir, donde su cuerpo es 
 
10 LAGARDE, Marcela, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y 
locas, Siglo XXI Editores, México, 1997, pág. 77. 
 
10 
 
controlado a partir de lo que “el otro” desea o quiere, así mismo su forma de 
pensar y actuar”.11 
La mujer ha permanecido invisible a través de la historia pero no porque ella no 
haya existido, sino porque al hombre se le ha dado un sitio importante al 
considerar que es igual a la humanidad, ya que como lo afirma Rosario 
Castellanos en su tesis sobre la cultura femenina: “el hombre es el creador de la 
cultura, bajo su dominio están todas las cosas, los animales y las mujeres, son 
los hombres el paradigma de la humanidad algo que resalta la invisibilidad del 
género femenino en los registros del pasado al considerar al hombre como ser 
universal”12, es decir, que no importaba el esfuerzo que la mujer llevara a cabo 
en épocas anteriores, en clases sociales distintas o de una sociedad determinada 
simplemente no tenía ningún valor por lo tanto la condición de las mujeres era 
degradada e inferior a la de los hombres, es a partir de las normas y los 
estereotipos culturales y sociales que se han formado diversas estructuras de 
poder en la asignación de roles tanto a hombres como a mujeres lo que ha 
sostenido el desarrollo y permanencia de una cultura patriarcal basada en la 
inequidad y rechazo, de todo aquello que es diferente a lo que el discurso 
dominante señala como aceptable, esto obedece a lo que cada uno considera 
como el comportamiento adecuado que las mujeres deben observar en la 
sociedad, obedece a un condicionamiento social donde lo que no es aceptado 
como “bueno” será excluido en su totalidad. 
En resumen la condición de la mujer es una creación histórica cuyo contenido es 
el conjunto de circunstancias, cualidades y características esenciales que definen 
a la mujer como ser social y cultural genérico, es histórica en tanto que es 
diferente a natural, opuesta a la llamada naturaleza femenina, es decir, al 
conjunto de cualidades y características atribuidas a las mujeres, desde formas 
de comportamiento, actitudes, capacidades intelectuales y físicas, hasta su lugar 
 
11 GONZALEZ DE CHÁVEZ, María Asunción, Hombres y Mujeres: Subjetividad, Salud y Género, 
Universidad de Palmas, España, 1999, pág. 62. 
12 CASTELLANOS, Rosario, Sobre Cultura Femenina, Primera Edición,
Fondo de Cultura 
Económica, México, 2005, pág. 29. 
 
11 
 
en las relaciones económicas y sociales y la opresión que las somete, cuyo origen 
escapa a la historia y pertenecen, para la mitad de la humanidad a 
determinaciones biológicas congénitas ligadas al sexo; por tanto resulta 
importante estudiar las diferentes etapas históricas a través de las cuales 
hombres y mujeres se han formado como seres sociales, a fin de poder 
puntualizar los primeros orígenes de lo que ahora conocemos y estudiaremos 
como la violencia de género. 
1.1.1 Sociedad prehistórica: del matriarcado al patriarcado. 
La ausencia de los derechos de la mujer, su desigualdad con relación al hombre, 
la dependencia de la mujer, su posición subordinada al hombre se puede explicar 
a través de la historia, con el desarrollo de la sociedad humana y con la 
adquisición de conocimientos que ayudaron a relacionarse a los seres humanos 
entre sí; sin embargo la sumisión en la que vive la mujer no ha existido desde 
siempre, hubo periodos en los que el hombre y la mujer tuvieron derechos 
absolutamente iguales, en cierta medida, le atribuía a la mujer una posición 
dirigente. Si examinamos atentamente la situación en que vivía la mujer en el 
transcurso de las diferentes fases del desarrollo social, podremos observar que 
la ausencia actual de los derechos de la mujer, su falta de autonomía, sus 
prerrogativas limitadas en el seno de la familia y de la sociedad, no son en 
absoluto cualidades innatas propias de la “naturaleza” femenina. La dependencia 
de la mujer y su falta de emancipación no se explican por las cualidades 
“naturales”, sino por el carácter del trabajo que les fue atribuido en una sociedad 
dada. 
Se creé que la mujer en aquellos tiempos remotos en que la humanidad estaba 
sumida en la barbarie, estaba en una situación aún peor que la de hoy, que 
llevaba casi una vida de esclava, lo cual es falso, creer que la liberación de la 
mujer depende del desarrollo de la cultura y la ciencia; sin embargo sabemos que 
ni la cultura ni la civilización pueden liberar a las mujeres, sino un sistema 
económico donde la mujer pueda realizar un trabajo útil y productivo para la 
sociedad. 
 
12 
 
En un periodo tan remoto en dónde la propiedad privada, era desconocida y en 
que los hombres erraban por pequeños grupos, no había ninguna diferencia entre 
la situación del hombre y de la mujer. Los hombres se alimentaban con productos 
de la caza y de la recolecta. En el transcurso de aquel periodo de desarrollo de 
los hombres primitivos, los deberes y las tareas del hombre y de la mujer eran 
sensiblemente los mismos; se ha demostrado que en el comienzo del desarrollo 
de la humanidad, es decir, en la fase de la caza y de la recolección, no había 
grandes diferencias entre las cualidades corporales del hombre y de la mujer, 
que poseían una fuerza y una agilidad más o menos equivalentes, numerosos 
rasgos característicos de las mujeres tales como pecho voluptuoso, cintura fina, 
formas redondeadas del cuerpo y musculatura débil no se desarrollaron en ella, 
hasta el momento en que la mujer tuvo que cumplir con su papel de reproductora 
y asegurar generación tras generación la reproducción sexuada. 
Entre los pueblos primitivos del paleolítico, la mujer no se distingue del hombre 
de manera notable, pues sus pechos siguen siendo poco desarrollados, su pelvis 
estrecha y sus músculos sólidos y bien formados, es decir la mujer se parecía 
físicamente al hombre y disfrutaba de una fuerza y de una resistencia 
prácticamente igual. El nacimiento de los hijos no ocasionaba sino una breve 
interrupción de sus ocupaciones habituales, lo cual eran la caza y la recolección 
de las frutas con los demás miembros de aquella primera colectividad que fue la 
tribu. La mujer estaba obligada a rechazar ataques de los animales carnívoros, 
al mismo tiempo que los demás miembros de la tribu. No existía dependencia de 
la mujer con relación al hombre, ni siquiera derechos distintos. Faltaban las 
condiciones para eso, ya que, en aquel tiempo, la ley, el derecho y el reparto de 
la propiedad eran desconocidos. La mujer no dependía unilateralmente del 
hombre, ya que la misma tenia entera necesidad de la colectividad. 
La igualdad y la solidaridad naturales, aseguraban la cohesión de la tribu, eran 
las mejores armas de supervivencia; es por esta razón que durante el primer 
periodo del desarrollo económico de la humanidad era imposible que un miembro 
de la tribu estuviera subordinado a otro o dependiera unilateralmente del mismo. 
 
13 
 
La mujer no conocía la esclavitud, ni dependencia social y mucho menos la 
opresión; la humanidad ignoraba todo de las clases. 
Los cazadores y recolectores del Paleolítico, vivieron en una sociedad igualitaria, 
llamado comunismo primitivo. La riqueza existente que ofrecía libremente la 
naturaleza no era propiedad de nadie en particular, el bienestar de cada uno de 
los miembros de la tribu importaba a todos, originalmente era la mujer la que 
alimentaba a la horda recogiendo semillas, brotes, raíces, bayas, todo lo 
comestible que ofrecía la naturaleza, siendo así la recolección la base del 
sustento. 
El cuadro se modificó en el transcurso de las fases siguientes del desarrollo de 
la humanidad. Los primeros esbozos del trabajo productivo y de la organización 
económica fueron el resultado de un proceso de larga duración. Por razones 
climáticas y geográficas, según se encontrara en una región arbolada o estepa, 
la tribu se sedentarizaba y practicaba la crianza de animales. Alcanzo entonces 
una fase más evolucionada que la anterior colectividad que se fundaba en la caza 
y la recolección, paralelamente a esas nuevas formas de organización 
económica, aparecieron nuevas formas de comunidad social. 
Siendo claramente que en la misma época y en condiciones naturales diferentes, 
se desarrollaron dos formas de organización económica fundamentalmente 
diferentes, es decir, la agricultura y la crianza de animales. Las mujeres de las 
tribus que practicaban la agricultura gozaban de un estado sensiblemente más 
elevado, ya que fueron ellas las primeras en cultivar el trigo, el primer cereal de 
la humanidad; ciertas tribus campesinas poseían incluso un sistema patriarcal en 
donde predominaba la mujer, era ella la que vigilaba todo el crecimiento, incluido 
el de las semillas y plantas. En cambio, en pueblos criadores de animales y 
nómadas en donde la base del sustento era la cacería el papel de la mujer se 
vio disminuido, ya que físicamente no se encontraba equipada para dicha 
actividad, es en ese momento en que aparece la conciencia de esa diferencia 
fundamental entre los seres humanos: algunos pueden hacer cosas que a los 
otros les resultan imposibles, es decir la diferencia sexual, centrada en la dualidad 
 
14 
 
masculino/femenino, lo que hoy llamamos el género. Dicha diferencia habría 
empezado estableciendo las características de los miembros del grupo capaces 
de gestar, amamantar y criar, asignadas a las mujeres y las funciones sumidas 
como proveedores y protectores asignadas a los hombres, encontrándonos así a 
las puertas de lo que durante mucho tiempo ha sido conocido como “patriarcado”. 
De esta forma con la aparición de dos condiciones de vida diferente en la 
sociedad primitiva en donde el matriarcado y el patriarcado como forma de 
organización social eran sencillamente opuestas, comienzan las disputas por el 
control de la tribu dando origen a los primeros conflictos entre ellos, en donde el 
hombre ahora no solo tenía que llevar el sustento a la tribu mediante la caza sino 
que también debía protegerla, pero no solo de los animales carnívoros sino 
también de las otras tribus que buscaban en control y así obtener más productora 
de alimentos, es decir mujeres que sabían cómo trabajar la agricultura; fue en 
ese momento en que las mujeres al permanecer en las tribus conocieron
el fuego. 
Surge en ese momento la diferencia básica entre primitivos y civilizados, siendo 
la dual transformación de la cacería en guerra, en torno a las primeras formas 
de capital. Esta fue la transición fundamental cuando el ser humano pasó de 
cazador a errante a descubridor y realizador de las primeras formas de capital, 
cuando pasó a la agricultura y al pastoreo. 
La primera gran división social del trabajo, tuvo lugar con la domesticación de 
los animales, aumentando así, considerablemente la producción de los 
alimentos; esta circunstancia introdujo asimismo la aparición de la propiedad 
privada y un cambio radical en la relación entre los sexos. 
En el periodo neolítico la división del trabajo de las tribus que practicaban a la 
vez la caza y la agricultura, trajo aparejados los hechos siguiente: las mujeres, 
responsables de la producción y de la organización de los lugares de la vivienda, 
desarrollaron más sus capacidades de razonamiento y de observación, mientras 
que los hombres, a causa de sus actividades de caza y de guerra, desarrollaron 
más bien su musculatura, su destreza corporal y su fuerza. En aquella fase de la 
 
15 
 
evolución, la mujer era intelectualmente superior al hombre y en el seno de la 
colectividad ocupaba por su puesto la posición dominante. Las tribus aseguraba 
su sustento gracias a un trabajo productivo, es decir, las tribus de agricultores, 
tenían necesidad de trabajadores, entre ellos la mujer adquirió una nueva 
significación, en este caso la de producir nuevas fuerzas de trabajo, los niños. La 
maternidad fue venerada, la tierra y la mujer eran fuentes primeras y esenciales 
de toda riqueza. 
Pero cuál era la situación de la mujer en una tribu de pastoreo, en una tribu de 
cazadores, las mujeres no podían consagrarse a ellos ya que la maternidad las 
relegaba a una posición particular, y estuvo el origen de una división del trabajo 
que se basaba en la diferencia de los sexos, el papel económico de la mujer en 
las tribus de pastoreo era siempre secundario. Como la mujer desde un punto de 
vista económico, tenía menos valor y su trabajo era menos productivo, es decir 
que no contribuía tanto a la prosperidad de la tribu la concepción según la cual la 
mujer no era tampoco igual al hombre se abrió paso. 
Las mujeres de las tribus de pastores no podían medirse intelectualmente con los 
hombres y, desde un punto de vista estrictamente corporal, era, por la fuerza y 
agilidad totalmente inferiores a ellos. Ello reforzó naturalmente la representación 
de la mujer como una criatura inferior. 
La riqueza de los campesinos se basaba en un trabajo más sosegado que el de 
los criadores de animales y de los nómadas, para quienes el saqueo era una 
fuente evidente de enriquecimiento. Al principio, no robaron sino animales, luego 
saquearon y arruinaron progresivamente a las tribus vecinas, quemando sus 
reservas y haciendo entre ellos presos, que se convierten en los primeros 
esclavos. 
Matrimonios forzados y raptos de mujeres de tribus vecinas, eran practicados 
sobre todo por las tribus nómadas y guerreras, contribuyendo a la opresión de la 
mujer. Con el acceso a la propiedad privada, el matrimonio forzado indujo al 
valeroso guerrero el derecho a disponer enteramente de su fuerza de trabajo, es 
 
16 
 
así que la mujer se encontró en una posición subordinada y desprovista de 
derechos con respecto a todo el clan, pero en particular para con él la capturo. 
El dominio de la propiedad privada selló la subyugación de la mujer al hombre, 
vinieron luego los tiempos del menosprecio y hasta del desprecio de la mujer. La 
vigencia del derecho materno significaba el comunismo, la igualdad de todos. El 
advenimiento del derecho paterno significo el dominio de la propiedad privada y, 
al mismo tiempo la presión y sometimiento de la mujer. 
El primer efecto del poder exclusivo de los hombres fue la forma de familia 
patriarcal, esto es, la organización de cierto número de individuos, libres y no 
libres, en una familia sometida al poder paterno. 
Para resumir entonces, la situación de la mujer, durante las primerísimas etapas 
de la evolución humana, se diferenciaba según los diversos tipos de organización 
económica. Allí donde la mujer era la principal productora en el sistema 
económico, era honrada y tenía derechos importantes. Pero si su trabajo para el 
sistema económico revestía una importancia y una significación menores, pronto 
ocupaba una posición dependiente y sin derechos y se convertía en la sirvienta 
e incluso la esclava del hombre. 
Gracias al aumento de la productividad del trabajo humano y a la acumulación 
de las riquezas, el sistema económico se complicó con el tiempo. Entonces fue 
el fin del comunismo primitivo y de la vida en tribus encerradas en sí mismas. El 
comunismo fue reemplazado por un sistema económico fundado en la propiedad 
privada y el intercambio creciente, es decir, el comercio. La sociedad se dividió 
desde entonces en clases. 
1.1.2. El papel de la mujer en las culturas antiguas. 
Pasados los avatares del inicio de la humanidad y aún mucho antes del 
nacimiento de Cristo, florecieron numerosas civilizaciones forjadoras de imperios, 
cuyo desarrollo social, artístico, cultural, económico y político, influyo 
sensiblemente en la conformación de la geopolítica mundial. 
 
17 
 
En todos los pueblos antiguos, la organización de las relaciones familiares 
implicaba la reducción de la mujer a la categoría de “cosa”. Pero hay sociedades 
en la que la mujer podía pedir el divorcio por crueldad o excesos del marido, sin 
embargo la circunstancia de los hijos siempre quedaría con el marido. 
En Egipto por ejemplo la situación de la mujer le fue, en la mayoría de las veces, 
favorable al sexo femenino, la mujer podía elegir a su esposo, aunque solía 
solicitar como símbolo de respeto la aprobación de sus padres, en lo que respecta 
a la familia el modelo ideal era el de una pareja con sus hijos, y cuantos más 
tuvieran mucho mejor, aunque debido a la alta tasa de mortalidad de las mujeres 
en el parto, se usaban anticonceptivos para evitar embarazos seguido. 
La mujer era nombrada como Nebt- Het, que literalmente significa La Dorada 
(con el significado de grandeza, nobleza) Señora de la Casa. No hay ni una sola 
referencia al hombre como “el señor de la casa”, al contraer matrimonio mantenía 
su nombre (no lo perdía a diferencia de otras culturas), así como cierta 
independencia. Adquirían rango al casarse: nbt pr ---significa administradora del 
patrimonio, y en la casa eran las que organizaban todo. No existía una ceremonia 
como tal, al menos como nosotros lo entendemos, aunque si firmaba un contrato 
privado en el que se detallaban los bienes de cada uno. La boda se celebraba en 
familia porque era un asunto privado. Comenzaba por lo general cuando la pareja 
se iba a vivir junta. Las edades más frecuentes eran entre los doce y catorce años 
en ellas y sobre los dieciséis en ellos. 
La monogamia o la poligamia eran una cuestión práctica, sin trascendencia 
jurídica o morral: al tener la esposa e hijos derechos a parte del patrimonio del 
marido, esta cuestión influía en la decisión de tener o no una segunda esposa, o 
que ésta fuese una esclava. Si el matrimonio fracasaba, la fórmula para el hombre 
era comunicárselo a la esposa ante testigos acreditados: “Te abandono como 
esposa, Me voy de tu lado, No tengo nada que reclamarte, Te he dicho: 
“Búscate un nuevo esposo”. 
 
18 
 
Legalmente se cree que existía en teoría una igualdad jurídica, no necesitaban 
tutor legal, ya que podían vender, comprar o emprender acciones legales. En 
este sentido encontrar el himno a la diosa Isis, que se encuentra recogido en el 
papiro de Oxyrhinco, siglo II a.C: “Eres la dueña de a tierra… tú has dado un 
poder a las mujeres igual al de los hombre”; las mujeres podían disponer de su 
patrimonio y tener su propio
negocio, de igual modo, podían decidir cómo dividir 
sus bienes entre sus descendiente; el divorcio de igual modo que el matrimonio 
era cuestión privada, podía ser solicitado por cualquiera de los cónyuges, por 
motivos tan amplios como el adulterio, la esterilidad e incluso la fealdad de la 
esposa, si previamente se habían delimitado los bienes de los cónyuges en el 
contrato privado realizado por un escriba, ella podía recuperar los suyos, y si no 
poseían nada, siempre podía volver con sus padres. 
Los niños y las niñas aprendían a leer y escribir, al menos en las clases altas, los 
hijos de familias nobles asistían a la escuela de la Casa Jeneret. Allí habitaban 
la madre del faraón, la Gran Esposa Real, las esposas secundarias y los hijos e 
hijas de todas las reinas y concubinas; se hallaban junto al palacio, 
independientemente del edificio real, y poseía una gran importancia. 
Las damas de la Casa Jeneret eran instruidas en muchos aspectos, pero sobre 
todo se instruían en música y danza, aprendiendo a teñir el arpa, el laúd o la 
flauta. Se consideraba que las danzas rituales y melodías que aprendían 
apaciguaban a las divinidades y el ambiente de armonía regocijaba a todo el 
mundo, disponían de talleres de alfarería, carpintería y tejido, así como de 
graneros, además arrendaban sus propios terrenos para obtener beneficios, en 
El-Fayum, tenían sus reservas de caza y pesca. 
En el imperio Antiguo los altos dignatarios del faraón se casaban con las mujeres 
que ocupaban altos cargos en la Casa Jeneret. Así esto podrían ascender más 
fácilmente y el monarca se aseguraba una mayor fidelidad. Esta institución llego 
a tener suma influencia y durante el Imperio Nuevo, se le concedió la potestad 
de participar en las decisiones de política exterior. El visir recogía las órdenes en 
la Casa Jeneret cuando el faraón se encontraba en campaña militar o misión 
 
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diplomática. Las reinas se ocupaban de mantener correspondencia con las 
soberanas de países aliados o enemigos; también se llegaba a tratar asuntos de 
sucesión, algunas veces sin el consentimiento del monarca. Varios faraones 
fueron hijos de esposas secundarias, como: Tiia, Mutemuis, Tiy y Tuya. 
Entre las muchas mujeres que se dedicaron a las áreas de administración, los 
puestos más comunes fueron los de tesoreras y secretarias. En todo caso, era 
más difícil que el sexo femenino incursionara en el área de la medicina, aunque 
sí se cuentan con diversos casos en que se consagraron a la atención de las 
mujeres y niños de la Familia Real, mayoritariamente. 
Tal vez uno de los aspectos más relevantes de la vida de la mujer egipcia antigua, 
sea la libertad y la casi total igualdad de derechos que tenía respecto a los 
hombres, ventajas que no podían atestiguar otras mujeres de la antigüedad. Y 
si bien la concepción que de la mujer tenían los egipcios fue cambiando según la 
Dinastía reinante y la época, la igualdad de los sexos empezaba con el 
nacimiento: las niñas comenzaban su crianza en igualdad de condiciones que los 
niños, disfrutando de los mismos privilegios ante la sociedad y sus padres, pero 
es a partir de los cuatro años, aproximadamente, en que se producía la mayor y 
más profunda de las diferencias entre los sexos. Mientras que a esa edad era 
natural que un niño de clase media o alta comenzara su educación, pocas niñas 
de esas clases sociales podían acceder a este beneficio. En realidad la sociedad 
estaba abierta a la educación de las mujeres, particularmente las nobles, que 
según se sabe llegaban a estudiar con sus hermanos. El que no fuera un hecho 
difundido nos habla de una marcada presencia de la tradición en la sociedad, ya 
que simplemente se trataba de un tema de costumbre: no era acostumbrado 
educar a las niñas, a pesar de que las pertenecientes a las clases medias o altas, 
con el tiempo, tuvieran mayores oportunidades de recibir instrucción. 
El género femenino gozaba de numerosos derechos y condiciones de igualdad 
ante los hombres, disfrutando de una significativa independencia y libertad. Entre 
sus beneficios legales podemos enumerar los derechos a heredar, a actuar como 
fiduciarias, a plantear una demanda ante los tribunales de justicia, a comprar 
 
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bienes y esclavos, así como también el derecho a hacer un contrato legal válido, 
a tomar un préstamo o a prestar bienes. Quizá lo más importante a destacar es 
que la mujer egipcia podía vivir sola sin la protección de un hombre. 
Cuando se encontraba soltera, la mujer tenía autonomía jurídica para gestionar 
sus propios bienes, y como se vio anteriormente, llegado el momento de contraer 
matrimonio se aseguraba su protección en los contratos ante la posibilidad de 
divorcio o viudez. 
Su igualdad respecto al hombre podría interpretarse como producto de una 
cultura evolucionada, una cultura que al mismo tiempo podía volverse en su 
contra si cometía cualquier delito o falta ante la ley, ya que el hecho de ser mujer 
no se convertía en un atenuante al momento de recibir el castigo y era penada 
de la misma forma que los hombres. 
Ahora bien en el caso de la cultura Griega, la mujer estuvo dominada, el hombre 
la tomaba como un mal, según lo constata la literatura de la época; la familia 
monogamica solo la exigía a ella y la propiedad privada la reducía a la 
semiesclavitud, como “esclava de su placer”. Además, en este lugar, al que 
paradójicamente la historia lo sitúa como cimiento de la civilización, la prostitución 
lesiona en demasía al sexo femenino; sea por tributo o por remuneración. Las 
formas son mucha y únicamente basta recordar las figuras de las ramera y las 
hetarias, mujeres, estas últimas, que conjugaban dotes intelectuales con su 
interés en cuanto a posición social. 
Entre los griegos se encuentra en todo su vigor la nueva forma de la familia 
monogamica, esa mismas que empezó por darle preponderancia al hombre en 
la familia y cuyos móviles, para él, fueron la procreación de hijos que le 
heredaran. Por lo demás el matrimonio era para ellos tanto como una carga, un 
deber a veces divino, al que estaban atentos los padres y el Estado. 
La familia era una institución básica en la antigua Atenas. Estaba formada por el 
esposo, la esposa y los hijos (una familia nuclear), aunque también consideraban 
 
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como parte de la familia a otros parientes dependientes y a los esclavos, por 
razón de su unidad económica. 
La función principal de la familia era la de engendrar nuevos ciudadanos. Las 
estrictas leyes del siglo y estipulaban que un ciudadano debería ser producto de 
un matrimonio, reconocido legalmente, entre dos ciudadanos atenienses, cuyos 
padres también fueran ciudadanos. Por ley, la propiedad se dividía al azar entre 
los hijos sobrevivientes; como resultado, se buscaba que los matrimonios se 
realizaran entre un círculo cerrado de parientes, con el fin de preservar la 
propiedad familiar. La familia también ejercía la función de proteger y enclaustrar 
a las mujeres. 
Las mujeres eran ciudadanas que podían participar en la mayor parte de los 
cultos y festividades religiosos, pero que eran excluidas de otros actos públicos. 
No podían tener propiedades, excepto sus artículos personales, y siempre tenían 
un guardián varón: si era soltera, su padre o un pariente varón; si estaba casada, 
su marido; si era viuda, alguno de sus hijos o un pariente varón. 
 La función de la mujer ateniense como esposa, estaba bien definida. Su principal 
obligación era mantener a los niños, sobre todo varones, que preservarían el 
linaje familiar. La fórmula del matrimonio que los atenienses utilizaban, para 
expresarlo de manera sucinta: “Te entrego esta mujer para la procreación de 
hijos legítimos” En segundo lugar, una mujer debería cuidar a su familia y su casa, 
ya sea que hiciera ella el trabajo doméstico, o que supervisara a los esclavos, 
que realmente hacían el trabajo. 
A las mujeres se las tenía bajo un
estricto control. Debido a que se casaban a los 
catorce o quince años, se les enseñaban sus responsabilidades desde temprana 
edad. Aunque muchas de ellas se las arreglaban para aprender a leer y a tocar 
instrumentos musicales, a menudo se las excluía de la educación formal. Se 
esperaba que una mujer permaneciera en su casa, lejos de la vista, con 
excepción de su presencia en los funerales o en los festivales, como el festival 
de las mujeres de Tesmoforia. 
 
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Sí se quedaban en casa, debían estar acompañadas. Una mujer que trabajara 
sola en público o era indigente, y no era ciudadana. La dependencia del marido 
era tal que podía amonestarla, repudiarla o matarla en caso de adulterio, siempre 
que éste estuviera probado. Las mujeres de menor rango social tenían una vida 
más agradable ya que podían salir de sus casas sin ningún inconveniente, acudir 
al mercado o a las fuentes públicas e incluso regentar algún negocio. Al no existir 
presiones económicas ni sociales, los matrimonios apenas estaban concertados, 
siendo difícil la existencia de dotes. Si es cierta que numerosas niñas eran 
abandonadas por sus padres ya que se consideraban auténticas cargas para la 
familia. 
La familia se asentaba sobre la preponderancia del hombre, donde la mujer era 
rígidamente sometida; su única función era procrear, cuidar la casa y satisfacer 
al hombre sexualmente. Ya que para el hombre el matrimonio era una carga, un 
deber para con los dioses, el Estado y el padre. 
Aunque también existía su excepción como lo es la situación de Esparta donde 
la mujer era revestida por características singulares, ya que tenía intervención en 
el proceso social y económico, su prestigio y consideración constituían una 
excepción en el mundo antiguo. 
La estructura social romana se reflejaba jerárquicamente como una sociedad 
económico-militar al igual que la estructura familiar: los grupos familiares eran 
grupos fuertes que se presentaba como una unidad económica encabezada por 
el pater familia, la mujer (uxor-esposa) es uno de los miembros sometidos al 
pater. 
Cuando la mujer entraba bajo la manus del marido, al realizar alguna de las 
formas de la convetio in manum, perdía su relación con su anterior familia en la 
que, obviamente, también había estado sometida a su pater familias, si era aliene 
 
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iuris13. Esto significaba que la mujer nunca dejaba de estar sometida al poder de 
un hombre. 
Tampoco cambiaba el papel dentro de la familia, puesto que la mujer ingresa en 
la familia del marido como i fuera su hija, es decir, in loco filiae, los efectos de la 
realización de las formas de la convetio in manum son, claramente, de 
subordinación de la mujer al marido. 
A finales de la Republica y comienzos del Imperio, las mujeres de los hombres 
públicos eran tratadas como seres periféricos que poco o nada contribuían a la 
posición pública de sus esposos. Se les daba el trato de “pequeñas criaturas”. 
Según la vieja moral cívica, la esposa no era más que un utensilio al servicio del 
oficio de ciudadano y de jefe de familia. Hacia hijos y redondean el patrimonio. 
En la segunda moral, la mujer es una amiga; se convierte en la compañera de 
toda una vida, lo único que le falta es seguir siendo razonable, o sea, que acepte 
su inferioridad natural y obedezca. 
Como podemos ver el rol de la mujer en la sociedad romana era completamente 
estar bajo un estado de sumisión, ya sea por parte del pater familias, ya por el 
esposo, los hijos, inclusive el suegro, en cuanto a su participación económica y 
política observamos que es completamente nula, ya que solo se encargaba del 
cuidado de los hijos y labores domésticas, así como su papel principal que era la 
procreación, sin embargo no solo en esta sociedad antigua la mujer vivía bajo 
opresión, existen culturas que sodomizaban a la mujer; un ejemplo es la Antigua 
Mesopotamia, en donde una fuente muy interesante que puede ser estudiada 
para comprender la figura femenina en el contexto histórico mesopotámico es la 
legislatura redactada en aquel entonces en relación con esta materia de estudio. 
A través de esta, podemos constatar una serie de hechos que nos demuestran 
la posición privilegiada de la figura masculina sobre la figura femenina. Esto se 
 
13 La diferenciación entre personas sui iuris o alieni iuris era, precisamente, su sometimiento al 
poder de un pater familias o no. Si la mujer era sui iuris entraba bajo la manus, convirtiéndose en 
alieni iuris, acrecentando el patrimonio del paterfamilias con todos sus bienes. 
 
 
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manifiesta a través de dos principios que son observables en una gran mayoría 
de los aspectos sobre los que legislan dichos códigos: la protección y la sumisión 
de la mujer (al hombre); que se basan en la protección jurídica de la mujer (lo 
cual puede ser considerado como un rasgo de inferioridad hacia esta) y la 
sumisión; a través de la asimilación de una serie de tradiciones, que a través de 
estos códigos, se convierten en la norma oficial. 
Esta situación de desigualdad entre ambos sexos puede ser observada en el trato 
que se da a la violencia que se pudiese dar en el contexto de una relación entre 
ambos géneros. En este aspecto se puede observar la gran brecha entre géneros 
que existe en el mundo mesopotámico, ya que la ley se encarga de una manera 
muy gráfica y notable de institucionalizar la diferencia en el trato que pueda recibir 
una mujer o un hombre. De este modo, encontramos en las Leyes Asirias Medias, 
que datan de los siglos XIV-XII antes de Cristo referencias a este caso. Ejemplo 
de ello es el siguiente extracto: 
“Si una mujer le pone a un hombre la mano encima y se lo prueban, pagará 
30 minas de plomo y le darán 20 bastonazos.”14 
 Otro artículo o extracto que nos servirá para ejemplificar este supuesto, es el que 
sucede al anteriormente citado, que expone lo siguiente: 
“Si una mujer le aplasta un testículo a un hombre en una riña que le corten 
a ella un dedo. Y si el médico le aplica una cura pero se le infecta así 
mismo el otro testículo y o si ella le aplasta el otro testículo durante la riña, 
le arrancarán a ella los dos”.15 
 En estos dos artículos podemos observar cómo se contempla el caso de que la 
mujer ejerza la violencia contra el hombre, y como se imponen una serie de 
castigos tipificados de manera concreta, sin espacio a la interpretación. Pero, al 
 
14 SANMARTÍN, Joaquín, Códigos Legales de Tradición Babilónica, TROTTA EDITORIAL, 
Barcelona, 1999, pág. 124. 
15 SANMARTIN, J. Ibídem, pág. 27. 
 
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final de la tablilla donde se recogen estos dos artículos anteriormente citados, 
encontramos el siguiente artículo, que reza así: 
“Aparte las penas relativas a [la esposa de un hombre] que [se encuentran 
escritas] en la tablilla, un hombre [podrá golpear] a su mujer, tirarle de los 
pelos, recortarle las orejas o vapulearla: él queda sin castigo.” 16 
En esta ciudad, las mujeres jugaron un papel muy importante en la economía de 
esta, llegando a poseer grandes propiedades de tierra que fueron compradas, 
heredadas o incluso concedidas por decreto real; llegando a ocupar papeles de 
gran relevancia para la sociedad de Nuzi. Esto entra en contradicción con el 
contexto en el que se enmarca esta práctica “fuera de lo común”: por lo general 
el papel de la mujer estaba definido en función de su capacidad reproductiva, y 
en consecuencia, el rol que ocupaba dentro de la sociedad estaba ligado a la cría 
de los hijos y a las tareas de cuidados dentro del hogar, ocupando siempre un 
lugar secundario dentro de este. En concordancia con esto, puede señalarse 
como la legislación redactada en aquel entonces estaba encaminada a perpetuar 
esto a través de dos variables: la protección y la sumisión de la figura femenina, 
variables que se van intercambiando

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