Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE GEOGRAFÍA ANÁLISIS ESPACIO-TEMPORAL DEL CRIMEN EN LAS COLONIAS ROMA NORTE Y ROMA SUR, DELEGACIÓN CUAUHTÉMOC, 2012-2013. TESIS PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN GEOGRAFÍA. PRESENTA MAGDALENA RAMÍREZ SANTIAGO. Asesor: Mtro. José Mauricio Galeana Pizaña Ciudad Universitaria, 2015 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos A mi mamá, Dra. Adriana Santiago Pérez por ser siempre mi guía en la vida, ejemplo de lucha y valentía ante las adversidades. Gracias mamá por guiar cada uno de mis pasos, por tu amor, tu paciencia y apoyo con los que has impregnado mi existencia. Toda la gratitud hacia ti. Te amo. A mi papá, Lic. Odilón Ramírez Alaníz QEPD quien se adelantó en el camino pero que desde el cielo me cuida y protege. Gracias papá por impulsarme siempre a conseguir mis metas. Te extraño y te amo. A mis hermanos Edgar Mariano y Erik Adrian Diez de Bonilla Santiago por ser siempre mis maestros de vida y mis más grandes consejeros. No sé qué sería de mí sin ustedes. Gracias por existir. A la familia extendida: mi querida Coco, mi Tía Reyna, mis primos Arturo, Sergio, Sebastián y Lorena. A mis sobrinos Santiago y Sebastián quienes con su ternura han revolucionado mi ser. A mi madrina Antonia Estarlich y a mi tío Lic. Ricardo Alaníz Posada quienes sin su apoyo y motivación no hubiera sido esto posible. Al Mtro. José Mauricio Galeana Pizaña quien además de ser mi asesor en la elaboración de este trabajo, ha sido también pieza fundamental en la construcción de mi vida académica. Gracias Mau por tu tiempo, dedicación y consejo. Gracias por ser el mejor asesor que pude haber elegido. A la UNAM por su incansable compromiso con la sociedad mexicana, al siempre combatiente Colegio de Geografía y al Instituto de Geografía quien impulsó por medio del Dr. José María Casado este trabajo en su etapa más incipiente. Gracias. Una mención especial al Dr. Carlos Vilalta Perdomo, por su invaluable apoyo en la presente investigación y por contagiarme la pasión por la Geografía del crimen. De aquí soy. También agradezco al CIDE y en particular al equipo BIIACS por su hospitalidad al recibirme y permitirme aprender y expandir mis horizontes académicos. A mis compañeros de carrera por compartir momentos tan gratos durante estos 4 años. A mis amigos de vida quienes siempre han estado ahí para apoyarme. Ustedes saben quienes son. Los quiero. A todos los profesores que he tenido a lo largo de mi vida académica por su labor y compromiso de formar humanos libres y conscientes. En especial a mis sinodales, Lic. Jaime Morales, Dra. Mary Frances Teresa Rodríguez Van Gort, Mtra. Cecilia Gutiérrez Nieto y Mtro. Frank Gustavo García Rodríguez quienes con dedicación y esmero retroalimentaron este trabajo A la vida que ha sido muy bondadosa conmigo y me ha permitido llegar hasta éste punto donde me siento satisfecha con el camino recorrido, pero con muchas ganas de seguir adelante en beneficio de la geografía. 3 “La perpetuación del actual orden de las cosas es la perpetuación del crimen” Eduardo Galeano “Las venas abiertas de América Latina” 4 Índice Introducción .......................................................................................................................................7 Capítulo 1. Antecedentes ................................................................................................................8 1.1 Marco teórico y teorías de geografía del crimen ........................................................................11 1.2 Factores sociales, económicos y ambientales del crimen. .........................................................20 1.3 Consecuencias del crimen y su situación en México ..................................................................26 1.4 Geografía y sistemas de información geográfica ........................................................................29 1.5. Aplicación de SIG y estadística espacial para el estudio del comportamiento espacio-temporal del crimen. .......................................................................................................................................32 1.6 Análisis espacial mediante sistemas de información geográfica y estadística espacial para el estudio del comportamiento del crimen ..........................................................................................36 Capítulo 2. Metodología. .................................................................................................................41 2.1 Área de estudio ..........................................................................................................................41 2.2 Datos de delincuencia en las Colonias Roma Norte y Roma Sur, 2012 y 2013. ..........................43 2.2.1 Frecuencias..........................................................................................................................48 2.3 Kerneles de densidad en la Colonia Roma Norte y Roma Sur, 2012 y 2013. ..............................50 Kerneles de densidad en la Colonia Roma, 2012 ............................................................................52 Kerneles de densidad en la Colonia Roma, 2013 .............................................................................53 2.4 Variables socio-económicas de INEGI .........................................................................................54 2.4.1 Selección .............................................................................................................................54 2.4.2 DENUE .................................................................................................................................55 2.4.3 Filtrado ................................................................................................................................56 2.5 Regresión Geográfica Ponderada ...............................................................................................56 2.6 Estimación de entropía...............................................................................................................59 Capítulo 3. Análisis de Resultados. ...................................................................................................61 3.1 El crimen en la colonia Roma ¿efecto contextual o composicional? ......................................61 3.2 El crimen en la Colonia Roma ¿Con qué establecimientos guarda mayor relación? ..............72 file:///C:/Users/Chocolatt13/Desktop/2TESIS_FINAL_MAGDA_REV.docx%23_Toc420520919 file:///C:/Users/Chocolatt13/Desktop/2TESIS_FINAL_MAGDA_REV.docx%23_Toc420520920 5 Conclusiones ....................................................................................................................................75 Bibliografía .......................................................................................................................................79Índice de Figuras Mapa 1. Ubicación de las colonias Roma Norte y Roma Sur. .............. ¡Error! Marcador no definido. Mapa 2. Ubicación de los delitos en las Colonias Roma Norte y Roma Sur para el año 2012 ... ¡Error! Marcador no definido. Mapa 3. Ubicación de los delitos en las Colonias Roma Norte y Roma Sur para el año 2013. .. ¡Error! Marcador no definido. Mapa 4. R² local del modelo de desorganización social para los delitos totales en la Colonia Roma 2012-2013. .......................................................................................................................................62 Mapa 5. R² local del modelo de desorganización social para los delitos con violencia en la Colonia Roma 2012-2013. .............................................................................................................................63 Mapa 6. R² local del modelo de desorganización social para los delitos sin violencia en la Colonia Roma 2012-2013. .............................................................................................................................64 Mapa 7. R² local del modelo de actividad rutinaria para los delitos totales en la Colonia Roma 2012-2013. .......................................................................................................................................65 Mapa 8. R² local del modelo de actividad rutinaria para los delitos con violencia en la Colonia Roma 2012-2013. .............................................................................................................................66 Mapa 9. R² local del modelo de actividad rutinaria para los delitos sin violencia en la Colonia Roma 2012-2013. .......................................................................................................................................67 Mapa 10. R² local del modelo de ambas macroteorías para los delitos totales en la Colonia Roma 2012-2013. .......................................................................................................................................68 Mapa 11. R² local del modelo de ambas macroteorías para los delitos con violencia en la Colonia Roma 2012-2013. .............................................................................................................................69 Mapa 12. R² local del modelo de ambas macroteorías para los delitos sin violencia en la Colonia Roma 2012-2013………………………………………………………………………………………………………………………....70 Gráfica 1. Principales delitos denunciados para el año 2012 y 2013 en la Colonia Roma ................45 Gráfica 2. Total de delitos denunciados para 2012 y 2013 en la Colonia Roma ...............................48 Gráfica 3. Frecuencia de los delitos para el año 2012 en la Colonia Roma Norte y Roma Sur. .........49 Gráfica 4. Frecuencia de los delitos para el año 2013 en la Colonia Roma Norte y Roma Sur. .........49 Figura 1. Triángulo de la actividad rutinaria. ....................................................................................14 Ecuación 1. Kerneles de densidad……………………………………………………………………………………………….. 50 Ecuación 2. Regresión geográfica ponderada.................................................................................577 Ecuación 3. Entropía (Índice de diversificación) ...............................................................................60 Tabla 1. Total de delitos denunciados para el año 2012 en la Colonia Roma ...................................43 6 Tabla 2. Total de delitos denunciados para el año 2013 en la Colonia Roma ...................................46 Tabla 3. Selección de las variables para el modelo de desorganización social .................................54 Tabla 4. Selección de las variables para el modelo de actividades rutinarias ...................................55 Tabla 5. R² global de las regresiones geográficas ponderadas para los modelos de crimen en la colonia Roma....................................................................................................................................61 Tabla 6. Coeficientes de regresión para los modelos de crimen en la colonia Roma, 2012 y 2013. .........................................................................................................................................................72 Tabla 7. Coeficientes de determinación global para delitos totales en la colonia Roma, 2012 y 2013. .........................................................................................................................................................73 7 Introducción El presente estudio comprueba dos de las tres macro-teorías del crimen para analizar la dinámica espacial del delito en la Colonia Roma, para el año 2012 y 2013. El documento se encuentra conformado por tres capítulos. En el primer capítulo se hace una recopilación desde los primeros trabajos de geografía del crimen hasta la actualidad. También se presentan las principales teorías del crimen y sus características. Más adelante, se explica la relación cada vez más estrecha entre los sistemas de información geográfica, la estadística espacial y algunas de las aplicaciones para modelar el crimen en los espacios intraurbanos. En el segundo capítulo se explica la metodología utilizada (regresión geográfica ponderada), así como algunos de los parámetros que se utilizaron para el desarrollo de tres modelos propuestos. Finalmente, en el tercer capítulo se presentan los resultados del modelo espacial y algunas consideraciones útiles para la toma de decisiones en materia de política pública para contrarrestar el crimen en la Colonia Roma. Objetivo: Contrastar dos de las macro-teorías del crimen (Teoría de desorganización social y Teoría de la Actividad Rutinaria) para explicar la dinámica espacial del delito en la Colonia Roma, para el año 2012 y 2013. Hipótesis: La concentración de la actividad comercial favorece la existencia de mayores tasas de criminalidad la cual probablemente atrae a los criminales debido a la mayor presencia de una oportunidad para delinquir (Vilalta, 2009; Ceccato et al., 2007). 8 Capítulo 1. Antecedentes A lo largo del tiempo se encuentran los primeros antecedentes que relacionan de una forma intuitiva la delincuencia, la clase social y el espacio. El efecto de la pobreza sobre el delito fue observado en primer lugar, por Sir John Fortescue, en el siglo XV, siendo descrito por Tomás Moro y Juan Luis Vives en el siglo XVI. En este sentido, los primeros esfuerzos para estudiar el crimen se relacionaban principalmente a la corrupción de la policía, la deficiente aplicación de la Ley, las apuestas, la bebida, y el analfabetismo (Hernando, 1999). Sutherland y Cressey (1970) hacen alusión a la «Escuela cartográfica de criminología» desarrollada inicialmente en Francia, y extendida con posterioridad a otros países europeos. El principal aporte de ésta escuela es la utilización frecuente de mapas para representar las diferencias regionales e interurbanas en los índices de delincuencia. Sin embargo, la influencia de dicha escuela es mucho mayor para los estudios criminales que se desarrollarían posteriormente, algunos de estos trabajos se pueden encontrar en investigaciones importantes (Herbert, 1982 y Harries, 1974). En 1825 se estableció en Francia el primer sistema estadístico judicial criminal, y después se proliferó en el resto de Europa, este hecho sirvió para que los primeros trabajos de la Escuela cartográfica de criminología se realizaran en dicho país. Con la información recopilada anualmente se establecieron las bases de los primeros estudios estadísticos de importancia, realizados por Charles J. M. Lucas (1827), Adolphe Quetelet (1831) sobre la correlación entre la edad y la delincuenciay por André M. Guerry (1833) acerca del efecto de las condiciones económicas, el grado de instrucción y el sexo sobre la criminalidad. 9 La preocupación por investigar los modelos regionales e interurbanos del crimen, quedó manifiesta entre 1825 y 1890, lapso de tiempo durante el cual se desarrollaron las principales aportaciones encuadradas en esta línea disciplinar (Phillips, 1972). Estos análisis se caracterizaban por llevar a cabo ciertas asociaciones ecológicas que pretendían buscar las relaciones existentes entre los índices de crimen y los indicadores sociales de más frecuente uso en la época; las teorías explicativas de los modelos que desarrollaron para interpretar el fenómeno crimen tenían una importante presencia en estos estudios, y frecuentemente eran resultado del básico componente de intuición, que existía en los procesos de elaboración de sus investigaciones. Una de las principales aportaciones en estos tiempos fue dar a conocer las diferencias existentes entre el medio rural y el medio urbano; ya entonces, la delincuencia se consideraba un fenómeno de trascendencia urbana. (Hernando, 1999). Por mencionar un ejemplo, en 1829 Adriano Balbi y Andre-Michel Guerry compararon los niveles de educación y la delincuencia a través de grandes áreas administrativas francesas ("departamentos") y descubrieron no sólo que el crimen varia a través de los departamentos, sino que los niveles de educación se encuentran relacionados ya que los mayores niveles de educación también tenían niveles más altos de delitos contra la propiedad (Balbi y Guerry 1829; Kenwitz, 1987). Más adelante, Lambert Adolphe Quetelet también observó la variabilidad de la delincuencia a través de grandes áreas administrativas, teniendo en cuenta que algunas de las zonas más pobres de Francia y de los Países Bajos tenían los bajos índices de criminalidad. Quetelet concluyó que la pobreza no es en sí misma la causa del crimen, sino que la delincuencia se desarrolla cuando los desfavorecidos están rodeados por los sujetos de la tentación y la continua desigualdad (Weisburd, 2009). 10 Sin embargo, el interés por la geografía del crimen no terminó con estas primeras contribuciones al nacimiento de una "criminología positivista" en Europa. A través del Océano Atlántico, nuevas e importantes ideas sobre el crimen y el lugar fueron retomadas en el siglo XX por los criminólogos asociados con la Universidad de Chicago. El nacimiento de la geografía del crimen como la conocemos hoy en día, se remonta a las primeras décadas del siglo XX y tuvo lugar en la Universidad de Chicago (Burgess, 1925; Shaw y Mckay, 1942). En donde un grupo de sociólogos norteamericanos, entre ellos, Robert Park, William Thomas, Louis Wirth, Ernest Burgess, Clifford Shaw y Henry McKay, tomaron un papel de liderazgo en el desarrollo de la criminología de lugar (Vold et al., 2002). Tal despliegue se debió a la novedad y utilidad de la ecología humana como perspectiva para el estudio de las interacciones sociales en relación con el medio, y a lo popular que se volvió el análisis estadístico de la información censal. En primer lugar, Ernest Burgess, basándose en un inventario de los precios de los valores de la vivienda en Chicago desarrolló un modelo de zonas concéntricas de la distribución de los problemas sociales y la delincuencia de las ciudades (especialmente en Chicago), lo cual sería el primer aporte a la geografía del crimen. En segundo lugar, Clifford Shaw fue uno de los primeros sociólogos de Chicago que llevó a cabo una amplia investigación empírica sobre la distribución geográfica de la delincuencia sobre el modelo de Burgess. Este estudio puede ser visto como un hito en la historia de la delincuencia y lugares de estudios, debido a su recopilación de datos detallada, los métodos avanzados, y herramientas estadísticas innovadoras. Basado en el modelo de zonas concéntricas de Burgess, estudió la distribución de absentismo escolar de los jóvenes, delincuentes juveniles, y delincuentes adultos en Chicago (Weisburd et al., 2009). 11 1.1 Marco teórico y teorías de geografía del crimen Existen diversas aproximaciones teóricas para explicar el crimen en términos del entorno social, incluyendo la familia, la escuela, el lugar de trabajo y la sociedad. Sin embargo, difieren entre sí de varias maneras ya que algunas se centran en explicar las características biológicas e individuales del crimen, mientras que otras, y las más importantes para el presente trabajo, analizan las características socio- ambientales del entorno que propician la delincuencia. Entre las teorías más importantes destacan: Teoría de la desorganización Social (Social Disorganization Theory) A principios del siglo XX, Shaw y Henri D. Mckay observaron que los barrios de Chicago con los mayores índices de pobreza, movilidad residencial y heterogeneidad de valores sociales tenían probabilidades de presentar mayores tasas de delincuencia; la explicación del hecho dio origen a la teoría de la desorganización social (Burgess, 1925), que sostiene que los cambios rápidos en una comunidad crean necesidades que no pueden cubrir o satisfacer las instituciones locales de manera rápida y completa, lo que lleva a la falta de control de tales instituciones sobre su comunidad (Shaw y Mckay, 1942; Burgess, 1925). Estudios posteriores criticaron este enfoque por centrarse exclusivamente en la dinámica interna de las comunidades, ignorando los procesos políticos y económicos externos. Bursik y Grasmick (1993) propusieron un enfoque sistémico centrado en la desorganización social como una forma de explicar las interacciones que ocurren entre las redes internas de una comunidad y el mundo exterior al momento de regular el comportamiento (Heitgerd y Bursik, 1987). 12 El Modelo Sistémico de Control del Crimen sugiere que las redes sociales ejercen control social sobre tres niveles independientes pero interconectados entre sí. El primero y más básico de estos niveles se observa dentro de las redes privadas (familia, amigos y vecinos), espacios donde se transmiten expectativas de comportamiento aceptable y donde es posible controlar el actuar de niños y adolescentes. La siguiente esfera de control, comprendida por el nivel local, representa la habilidad de una comunidad para supervisar las acciones de residentes y visitantes; este control es ejercido por redes interpersonales más amplias (asociaciones de vecinos, grupos de inquilinos, asociaciones de padres y profesores, grupos de seguridad vecinal) y la participación en instituciones locales (iglesias, colegios y organizaciones voluntarias). Por último, el nivel de control público reúne a las esferas privadas y locales dentro de un sistema integrado a la estructura ecológica de una ciudad. De esta manera, el control público representa la habilidad de una comunidad para garantizar servicios y recursos que son administrados y distribuidos por agencias externas (Bursik y Grasmick, 1993). Así mismo, la teoría de la desorganización social fue "redescubierta" en la década de 1980. Las investigaciones realizadas por estudiosos como Bursik (1986; 1988), Sampson y Groves (1989) y Wilson (1990, 1996) ayudaron a ampliar ésta línea de investigación. Además, la escala de la teoría se amplió para incluir las construcciones más allá de los componentes de nivel macro originalmente especificados por Shaw y McKay (es decir, el nivel socioeconómico bajo, la movilidad residencial y la heterogeneidad racial). Estos conceptos han añadido cuerpo teórico a las recientes investigaciones En particular, las investigaciones recientes han puesto a prueba de forma explícita los mecanismos para intervenir las variables tradicionales de la desorganización social y los índices de criminalidad.Dichos mecanismos son: el efecto de la desorganización social en las tasas de desintegración de la familia y la eficacia colectiva, que a su vez, influyen directamente en los índices de criminalidad (Sampson y Groves, 1989; Sampson et al., 1997). 13 En este sentido, las investigaciones acerca de la desorganización social han tomado dos direcciones distintas pero relacionadas. Estas son, por un lado, el modelo sistémico de la desorganización social (Bursik y Grasmick, 1993; 1996) y por otro lado, redes sociales de apoyo -capital social- así como una incapacidad para mantener el orden -eficacia colectiva- desarrollada por Robert Sampson y sus colegas (Sampson et al., 1999; Sampson et al., 1997). Sampson sostiene que la desorganización social puede reducir el capital social y la eficacia colectiva y con ello aumentar los índices de delincuencia y violencia. En el capital social se fomenta la confianza y la solidaridad entre los habitantes, mientras que la eficacia colectiva se refiere a la creencia de que los residentes pueden controlar eficazmente la probabilidad de un comportamiento no deseado dentro de su comunidad (Sampson et al., 1999). Teoría de Actividad Rutinaria (Routine Activity Theory) La teoría de la actividad rutinaria fue desarrollada por Lawrence E. Cohen y Marcus Felson en 1979 y ambos sostienen que para que los crímenes acontezcan, debe existir una convergencia en el tiempo y en el espacio de tres elementos básicos: un posible delincuente, un objetivo apropiado y la ausencia de un vigilante adecuado al delito. Éste último no es necesariamente un agente de policía pero sí al menos alguien cuya presencia o proximidad disuadiría de la comisión de un delito. 14 Figura 1. Triángulo de la actividad rutinaria. Fuente: Cohen y Felson, 1979. En el enfoque de la actividad rutinaria, se prefiere el término “objetivo” al de “víctima”, que puede estar ausente por completo de la escena del delito. Existen cuatro elementos principales que influyen para que un objeto sea más atractivo a la vista de los delincuentes, agrupados bajo el acrónimo VIVA: –Valor. –Inercia. –Visibilidad. –Acceso. Estas cuatro dimensiones se tienen en cuenta desde el punto de vista del infractor (Cohen y Felson, 1979). De una manera ilustrativa, Marcus Felson y Ronald V. Clarke en su artículo denominado “La ocasión hace al ladrón. Teoría práctica para la prevención del delito” hacen referencia a éstos elementos de la siguiente manera: 15 “Los delincuentes estarían interesados en objetivos a los que atribuyen Valor, por el motivo que sea. Así, en las tiendas de discos se robará más el disco compacto del último gran éxito que uno de Beethoven de aproximadamente el mismo precio, puesto que la mayoría de delincuentes desearían tener el primero pero no el segundo. Inercia es sencillamente el peso del artículo. Así, los productos electrónicos pequeños se roban más que los artículos más pesados, salvo que estos últimos estén provistos de motricidad o ruedas para aligerar su peso. Visibilidad se refiere a la exposición de los objetivos a los delincuentes, como, por ejemplo, cuando alguien exhibe dinero en público o pone bienes valiosos junto a la ventana. Acceso se refiere al diseño de las calles, ubicación de los bienes cerca de la puerta u otros rasgos de la vida cotidiana que facilitan a los delincuentes hacerse con los objetivos” Otro elemento importante a resaltar de esta teoría es que propone que las oportunidades de victimización incrementan para aquellos individuos que viven en las proximidades de los delincuentes. Además de los delincuentes, el crimen de un vecindario puede ser influido por la exposición de las características criminógenas de las áreas vecinas (Weisburd et al., 2009). Teoría del patrón delictivo (Crime pattern Theory) La Teoría de patrones del crimen o Crime pattern Theory ofrece explicaciones de las diferencias de la delincuencia en niveles locales (Brantingham y Brantingham 1993; Eck y Weisburd, 1995). Se asume que la distribución de las oportunidades para el crimen a través del espacio está determinada por la manera en que las personas interactúan con su entorno local. Si un lugar es accesible, por su ubicación, una gran cantidad de gente visitará ese lugar, lo que aumentará el riesgo de que ocurra un delito. Dichos lugares corren el riesgo de experimentar 16 grandes tasas de delincuencia si, además de esto, las condiciones están combinadas con una mala vigilancia. Smith y sus colegas (2000), identificaron la presencia de locales comerciales y estructuras de población heterogéneos como factores de riesgo criminógeno (Rice y Smith, 2002; Smith et al., 2000). Coincidiendo con el enfoque de la actividad rutinaria, esta teoría utiliza tres conceptos fundamentales: nodos, rutas y límites. “Nodos”, un término proveniente del transporte, se refiere al flujo de las personas. No sólo se generan delitos en estos lugares, sino también cerca de ellos. Por ejemplo, un bar conflictivo puede generar más delitos fuera del local que en su interior. De este modo, la palabra “nodo” expresa un sentido de movimiento y por lo tanto aporta un significado adicional sobre la oportunidad delictiva. Cada delincuente busca los objetivos del delito alrededor de los nodos de actividad personal (tales como el hogar, la escuela o las zonas de ocio) y las rutas entre ellos. Así mismo, las rutas seguidas por las personas en sus actividades cotidianas están estrechamente relacionadas con los lugares donde son víctimas del delito. Es por eso que la teoría del patrón delictivo presta tanta atención a la distribución geográfica del delito y a la actividad diaria. Ello genera, por ejemplo, mapas del delito según las horas del día y los días de la semana, y permite relacionar el delito con los flujos de personas de camino al trabajo, la salida de la escuela de los niños, el cierre de los bares o cualquier otro proceso que mueva personas ente nodos y a lo largo de rutas. El tercer concepto de la teoría del patrón delictivo, los límites, se refiere a los confines de las áreas donde la gente habita, trabaja, compra o busca entretenimiento. Algunos delitos como robo en comercios y robo en la vía pública es más probable que ocurran en los límites, porque en esos puntos coinciden personas de distintos barrios que no se conocen (Brantingham y Brantingham, 1993; Eck y Weisburd,1995). 17 De acuerdo a Wikström (1995), los centros de las ciudades son lugares donde se conjuntan estas condiciones, y por lo tanto, los lugares donde se encuentran los volúmenes de alta criminalidad. En este sentido, Smith et al. (2000) encontraron que algunas calles con alta incidencia en robo a transeúnte se caracterizan por tener hogares monoparentales, moteles y bares. Del mismo modo, Rice y Smith (2002) encontraron estos mismos patrones por robo de automóviles. Roncek y colegas (Roncek, 1981; Roncek y Faggiani, 1985; Roncek y Maier, 1991) encontraron que la presencia de los establecimientos comerciales induce a la delincuencia, especialmente cuando se conjunta con la ausencia de vigilancia. Entre sus principales hallazgos encontraron que las escuelas y bares fungen como “nodo” que actúan como generadores de delincuencia. Además, la accesibilidad de las zonas también influye en la dirección en la que los delincuentes viajan, lo que indica la importancia de las “rutas” en la distribución espacial de la delincuencia. Brantingham y Brantingham (1994) encontraron altos niveles de delincuencia en las calles con muchas vueltas y con un alto flujo de tráfico que también fungen como otros factores de riesgo. Wikström (1995), afirma que las tasas más grandes de la delincuencia se esperan en los lugares donde gran cantidadde personas pueden acceder debido a la accesibilidad del transporte. De hecho, las tasas de criminalidad más altas se han documentado en las proximidades de las zonas con las paradas de transporte público (Smith y Clarke, 2000). También, Block y Davis (1996) hallaron que los robos a transeúnte se concentraron alrededor de las estaciones de transporte en varios Barrios de Chicago. 18 La teoría de elección racional (Racional choice perspective) La perspectiva de la elección racional fue desarrollada por Clarke y Cornish en 1985 y fija su atención en la toma de decisión del delincuente. Se considera una microteoría derivada la Teoría de Actividades Rutinarias. Su premisa principal es que el delito es una conducta intencional, diseñada para beneficiar de alguna manera al delincuente. Los delincuentes persiguen fines cuando cometen delitos, aun cuando sólo presten una breve atención a tales fines y tengan en cuenta unos pocos beneficios y riesgos a la vez. Estas restricciones en el pensamiento limitan la racionalidad del delincuente, que también está limitada por la cantidad de tiempo y esfuerzo que pueden destinar a la decisión y por la calidad de la información de que dispongan (Clarke y Cornish, 1985). El planteamiento teórico de elección racional en la Criminología es algo cuestionado, puesto que trata de ver el mundo desde la perspectiva del infractor y pretende comprender cómo el delincuente efectúa elecciones criminales, dirigidas por un motivo particular en un escenario determinado que le ofrece las oportunidades de satisfacer ese motivo. La teoría de la elección racional tiene la imagen de un delincuente que piensa antes de actuar, aun cuando lo haga sólo por un momento, teniendo en cuenta algunos beneficios y costes de la comisión del delito. Esta teoría y este tipo de investigaciones están estrechamente vinculados a la prevención situacional de delito, la cual está explícitamente diseñada para reducir las oportunidades para delinquir. Tras la presentación de las tres principales teorías de la oportunidad delictiva, debería haber quedado claro que éstas no se solapan simplemente, sino que comparten muchos supuestos. Cada una de ellas considera que la oportunidad 19 para delinquir es un generador de delitos y presta suma atención a lo que hacen realmente los delincuentes durante un delito. Las tres teorías de la oportunidad delictiva pueden ordenarse según el ámbito al que otorgan mayor atención, partiendo de la sociedad en sentido amplio (actividades rutinarias) hasta llegar al área local (teoría del patrón delictivo) y el individuo (elección racional). Teoría de Anomia Institucional El término “anomia” fue acuñado por primera vez por el sociólogo Emile Durkheim en 1893, en el cual lo define como el estado donde los ideales y las normas que rigen las relaciones sociales se debilitan, por lo cual, a causa de este estado, pueden surgir la violencia y la delincuencia (Thompson, 2002). Sin embargo, fue hasta que Robert Merton (1938) reformuló este concepto para proponer que los comportamientos delictivos podrían entenderse a partir de dos tipos de estructuras: culturales y sociales. Por estructuras culturales, se refería al conjunto de valores y objetivos comunes en una sociedad, mientras que por estructuras sociales se refería al conjunto de normas que regulan la manera de lograr los objetivos deseables. En este sentido, Marton proponía que la anomia se presentaba en los lugares en donde había desequilibrio entre ambas estructuras. La implicación criminológica de la premisa anterior es que las sociedades anómicas son más proclives a resolver conflictos de manera violenta o delictiva (Merton, 1938). Posteriormente, Messner y Rossenfield (1994) reformulan los supuestos antes citados a la cual llamaron Teoría de la Anomia Institucional (IAT, por sus siglas en inglés) que consiste en unir dinámica y causalmente las estructuras culturales con las sociales, en donde son las estructuras culturales las que impulsan un estado de anomia en las instituciones sociales (Messner y Rosenfield, 1997). 20 Por instituciones sociales, se entienden como los elementos necesarios de interacción que permiten el equilibrio entre objetivos y normas. Son consideradas como tales: la economía, la política, la familia, la religión y la educación, las cuales tienen las siguientes funciones básicas (Rossenfield y Messner, 2010) Las relaciones económicas tienen la función de la adaptación, es decir, la satisfacción de las necesidades materiales de la sociedad. Las relaciones políticas hacen posible la consecución legítima de objetivos socialmente deseables. La familia, la religión y la educación, mutuamente, hacen posible la integración y el mantenimiento de los patrones culturales. De acuerdo con la teoría de anomia institucional, la dominación del poder se encuentra en función de la economía, por lo cual a los objetivos económicos se les asigna alta prioridad en comparación con objetivos no económicos (Messner y Rosenfield, 1997). El delito más analizado en la literatura empírica de la TAI es el homicidio, seguido de los delitos contra la propiedad, principalmente el robo con violencia y el robo en general. El lugar más frecuentemente estudiado ha sido Estados Unidos y la principal unidad de análisis geográfica han sido los estados (Vilalta, 2012). 1.2 Factores sociales, económicos y ambientales del crimen. El comportamiento criminal es el producto de un proceso sistemático que involucra complejas interacciones entre factores individuales (criminología) y factores sociales, económicos y ambientales, a lo largo de nuestras vidas. Por lo cual existen un sinnúmero de factores que pudieran influir en el crimen, sin embargo 21 muchos de ellos no han sido comprobados. A continuación, se presentan los factores históricamente correlacionados con el crimen. Factores sociales Según Merlo (2004), el análisis desde la teoría económica de las causas y las consecuencias del crimen, surgió a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, con la publicación de las investigaciones de Becker (1968), Stigler (1970) y Ehrlich (1973). Del estudio de la relación entre la escolarización y el comportamiento criminal, se han derivado importantes implicaciones de política. La pregunta no sólo recibe atención por sus recomendaciones en cuanto a la prevención del crimen o a la construcción de políticas efectivas para su disuasión, sino que plantea un mecanismo para medir la magnitud del retorno social de la educación (Lochner y Moretti, 2004). Los beneficios sociales de la formación de capital humano para el crecimiento y el desarrollo económico superan los reconocidos en materia de incrementos en productividad en el mercado laboral. Por ejemplo, se han estimado sus efectos en la reducción del crimen, mejoras en salud, participación democrática y ejercicio del voto (Lochner, 2011). Dado que los salarios –un mayor nivel educativo aumenta los salarios y reduce la probabilidad de ser desempleado- representan el costo de oportunidad de la actividad ilegal, una extensa literatura ha concluido que el nivel de criminalidad es creciente respecto a tasas de desempleo y decreciente a niveles salariales (Lochner, 2007). De acuerdo a la economía del crimen y a los estudios empíricos realizados, se ha encontrado que altas tasas de desempleo tienen un efecto positivo y significante sobre algunos crímenes a la propiedad privada (Edmark, 2005). 22 Los salarios altos incrementan el costo de oportunidad a través de dos canales: a) Cometer un crimen requiere tiempo, tiempo que no puede ser dedicado a otras actividades productivas, y b) Como cada crimen posee un costo asociadoal periodo de encarcelamiento si se es capturado, el costo será mayor para los individuos con superiores niveles educativos (Lochner, 2007). Es probable que el declive en las oportunidades del mercado laboral altere los incentivos individuales a participar en actividades legítimas o ilegítimas. En especial, se ha encontrado que los cambios más significativos se presentan entre los trabajadores con salarios más bajos (Machin y Meghir, 2004). La mayoría de las investigaciones que explican desde una perspectiva económica el vínculo aludido ente la educación y el crimen, hacen énfasis en cómo los individuos eligen entre el trabajo legítimo o la actividad criminal teniendo en cuenta las restricciones que los costos asociados imponen. Así, alterando los retornos al trabajo y al crimen, la inversión en educación afectaría la decisión de participar en uno u otro escenario (Lochner, 2010). De acuerdo con Edmark (2005), se utiliza el supuesto referente a la consideración del crimen como un tipo de trabajo –es decir, una actividad que necesita tiempo y entrega beneficios económicos- para analizar la elección de un individuo entre trabajar legalmente o entrar al mercado criminal durante un periodo, y el supuesto donde se establece que dichas actividades no pueden ser combinadas. Se observa que, si la recompensa esperada por cometer un crimen sujeta a la probabilidad de ocurrencia de la captura y su costo, es superior al retorno dependiente del nivel educativo y de la tasa de desempleo, que podría recibir un individuo en el mercado laboral formal, éste decidirá ingresar a la criminalidad. Se supone que, incrementos en años de escolaridad incrementaría el costo de oportunidad de ingresar al mundo criminal. 23 Como conclusión, se observa que la educación más allá de los beneficios sociales ampliamente estudiados en la literatura económica, tiene importantes propiedades que pueden afectar negativamente las tasas de criminalidad. Las políticas públicas deben ir enfocadas a aumentar el nivel educativo de las personas y menos a disuadir el crimen a través de instrumentos coercitivos o fuerzas de ley ineficientes. Factores económicos Con frecuencia, se tiende a asociar el crecimiento de la pobreza urbana en la última década con el aumento de la violencia, la delincuencia y la inseguridad en las ciudades. Sin embargo, la violencia e inseguridad no dependen sólo de la pobreza. Como señala el Instituto Mexicano de Estudios de la Criminalidad Organizada, A.C, (IMECO, 1998). La pobreza no es causa exclusiva de la delincuencia, debido a que si así fuera: • Habría más delincuencia en los países menos desarrollados y los países más desarrollados y ricos serían necesariamente los más seguros. • Las peores crisis de seguridad deberían producirse durante las crisis económicas más devastadoras, situación que no necesariamente ha sido así. • Las zonas con mayores índices delictivos en un país serían las más deprimidas, lo que no siempre se presenta. • Entre los delincuentes deberían haber muchos obreros que perciben un salario mínimo, cesantes o personas que llevan tiempo buscando un empleo. 24 • Los índices delictivos tendrían que bajar a medida que la economía presentara niveles de crecimiento. • La solución a la delincuencia sería sólo una cuestión de la política económica y del patrón de la distribución de la riqueza. • Todos los pobres serían potenciales delincuentes. La experiencia ha demostrado que, más que la pobreza, es la desigualdad, en conjunto con otros factores sociales, culturales y psicológicos la que genera mayor violencia, distinción importante puesto que permite entender de una manera más integral el fenómeno de la delincuencia, ya sea la tradicional o emergente. Ello permite hacer un uso mucho más adecuado de algunas teorías sociológicas que pueden servir de apoyo para la puesta en marcha de proyectos de seguridad. Además de la pobreza, comúnmente se relaciona al desempleo con la delincuencia. Gran cantidad de estudios han encontrado una asociación positiva entre desempleo y criminalidad, especialmente cuando controlan por sanciones legales. Freeman (1983) y Chiricos (1987) resumen decenas de trabajos (la mayoría de ellos transversales) donde se observa en el nivel agregado que la delincuencia y el desempleo fluctúan en la misma dirección. Sin embargo, esta asociación es similar en la correlación entre delitos y otras variables que denotan debilidad del mercado laboral, como son bajos salarios, la poca variedad de habilidades laborales solicitadas, la rigidez, y la extensión del desempleo (Blackburn et al., 1990; Grogger, 1995). Los estudios a nivel individual (especialmente los clásicos paneles) demuestran que los desarrollos individuales (tipo de familia y socialización) afectan más a la proclividad de encontrar trabajo o al ingreso en la carrera delictiva (Sampson y Laub, 1993; Hagan,1993; Hirschi y Gottfredson, 1990; Thornberry y Christenson, 1984; Glueck y Glueck, 1950). 25 Sin embargo, Marcelo Bergman (2011) afirma que: “con base en datos de México, sostengo que no es el desempleo en sí lo que lleva a jóvenes a cometer delitos. No hay evidencia directa que ligue el desempleo de ciertos jóvenes con su ingreso y permanencia en la criminalidad. Mediante nuevos datos que presento por primera vez muestro que la mayoría de los jóvenes que delinquen en México también trabajan. Sin embargo, es la calidad del trabajo, la que se correlaciona más fuertemente con la criminalidad. Los jóvenes que roban o agreden tienen serias dificultades para insertarse en trabajos estables y con condiciones laborales que permitan un crecimiento individual sostenido” Cabe señalar que dicha afirmación está basada en las encuestas de internos en reclusión y es justo donde se desprende que la mayoría de quienes roban también trabajan, que por lo general la mayoría de los ladrones roban para satisfacer alguna necesidad de consumo puntual, y que sólo algunos pocos son profesionales del robo. Éstos tienden a ser más racionales y provenientes de un entorno social algo más favorable (Bergman, 2011). Como conclusión, la inserción en el delito está entonces menos asociada al desempleo y más asociada a la calidad de los trabajos disponibles y a la productividad del delito. De los datos se desprende que los delincuentes de bajo perfil que trabajan, lo hacen en horarios normales y en trabajos de escasa estabilidad (op. Cit). Factores ambientales Los Factores ambientales involucran interacciones entre las personas y sus actividades en un ambiente. Se refiere a los elementos del entorno físico, como la geografía y la topografía, el hacinamiento, la contaminación y las oportunidades de recreación. 26 “Expresado en términos simples, suponemos que la violencia es el producto de unas variadas y complejas interacciones ambientales, incluyendo las características innatas de los actores, su contexto social, el medio ambiente físico, del cual la atmosfera es parte. Reconocemos que las influencias atmosféricas suelen ser pequeñas, pero su existencia debiera ser reconocida y los efectos contabilizados cuanto sea posible” (Herbert, 1989). Algunas conclusiones se pueden extraer de las investigaciones realizadas sobre la relación entre el tiempo y la delincuencia. Al parecer, los asaltos, robos, la violencia colectiva, la violencia doméstica y las violaciones tienden a aumentar con la temperatura ambiente, por lo menos hasta aproximadamente 85 ° F, equivalente a 30°C (Cohn, 1990). En general, parece que la mayoría de los crímenes violentos contra las personas aumentan linealmente con calor, mientras que los delitos de propiedad no están estrechamente relacionados con los cambios de temperatura. Se han propuestofactores de mediadores que pueden explicar la relación entre el calor y el comportamiento criminal violento. Estos incluyen algunas variaciones en el comportamiento social patrones, como el consumo de alcohol, las vacaciones y el tiempo libre, y la disponibilidad de la interacción social. El consumo de alcohol tiende a aumentar cuando la temperatura es alta, lo que puede ser un factor que contribuye a crímenes violentos (Amir, 1971). 1.3 Consecuencias del crimen y su situación en México El miedo al crimen, pese a su importancia en la calidad de vida, es una de las áreas menos atendidas de la política criminal (Vilalta, 2010). Debe aclararse en ese punto que esta área de política criminal es importante porque incide considerablemente en el nivel de bienestar de los individuos en general, sean éstos víctimas o no del delito. El miedo al crimen impacta de forma negativa 27 nuestras rutinas o hábitos, desincentivando o limitando la realización de actividades que deberíamos poder hacer libremente (Vilalta, 2012). También impacta nuestra libertad de movernos entre espacios. Y en general, el miedo causa un detrimento en el estado anímico. ¿Quiénes, dónde y por qué sienten miedo al crimen? Saber la respuesta a ésta pregunta es relevante porque el miedo al crimen reduce de forma considerable la calidad de vida (Hale, 1998). Inclusive, el indicador de miedo al crimen forma parte del sistema de indicadores de la calidad de vida y desarrollo sustentable en el Reino Unido. En el caso de México, se analizaron los resultados de la Cuarta encuesta de victimización y eficacia institucional (ENVEI) de 2006 en dónde se encontraron los siguientes hallazgos (Vilalta, 2009). a. Bajo cualquier estándar, el miedo al crimen en la ciudad es elevado: 28.8 por ciento de los encuestados reportó sentirse poco o nada seguro en sus colonias de residencia. Se considera como elevado con base en un estudio previo que reporta a 15 por ciento de los encuestados con “mucho miedo al crimen” (Farrall y Gadd, 2004), y con base en otro estudio que reporta que 19.6 por ciento de los encuestados ha dejado de realizar ciertas actividades (ej. ejercicio, ir de compras, entre otros) por miedo a ser víctima de un crimen (Rader et al., 2007). b. El uso de mecanismos de protección en las viviendas de la ciudad también es elevado: 65.5 por ciento de los encuestados poseía algún mecanismo de protección en su vivienda (barda alta, ventanas con barrotes, cerraduras especiales, entre otros). Paralelamente, un estudio previo reportó que 38.5 por ciento de los encuestados usa luces de seguridad como mecanismo de protección en sus viviendas, 35.7 por ciento utiliza cerraduras especiales y 25.1 por ciento reporta poseer un arma de fuego para tales efectos (ídem). 28 c. En muchos casos el crimen ha sido experimentado personalmente: 9 por ciento de los encuestados en la muestra reportó haber sido víctima de un delito. d. La confianza en la policía local es baja: 60.5 por ciento de los encuestados reportó tener “muy poca” o “nada” de confianza en la policía local. En otro estudio, 17.1 por ciento de los encuestados reportó estar “muy insatisfecho o insatisfecho” con la policía local (Wells et al., 2006). e. El contenido de los noticiarios parece ser importante: 16.9 por ciento de los encuestados en la muestra atribuye sus niveles de inseguridad principalmente a los noticiarios. De éstos, 51.3 por ciento reporta sentirse “poco” o “nada” seguro en su colonia de residencia. f. El miedo al crimen en la colonia de residencia varía fundamentalmente por tres razones y en la siguiente forma: i. Entre los encuestados, la circunstancia de haber sido víctima de un delito eleva significativamente su miedo al crimen. ii. Entre los encuestados, la desconfianza local en la policía eleva significativamente su miedo al crimen. iii. Los encuestados que atribuyen o responsabilizan de su grado de miedo al crimen principalmente a los noticiarios reportan menores niveles de miedo al crimen. g. Los resultados también sugieren que el miedo al crimen en la ciudad de México no parece guardar una relación estadísticamente significativa independiente con algunos factores reportados en estudios previos en otros países. Concretamente: i. Las condiciones físicas de la localidad (medidas en este caso por medio del índice de marginación) no parecen guardar una relación independiente con el miedo al crimen (Moore y Shepherd, 2007; Williamson et al., 2006; Doran y Lees, 2005; Miceli et al., 2004). 29 ii. Ser mujer no parece guardar una relación independiente con el miedo al crimen (Rader et al., 2007; Gilchrist et al., 1998; Hale 1996; Killias, 1990). iii. La edad tampoco parece guardar una relación independiente con el miedo al crimen (Chadee y Ditton, 2003; Ditton et al., 1999; Ferraro y LaGrange, 1992). iv. Tampoco guardan una relación estadísticamente significativa e independiente con el miedo al crimen: el nivel socioeconómico del hogar (ingreso medio), la escolaridad del encuestado, su estatus laboral (empleado o desempleado), su ocupación (entre diversas ocupaciones), el tipo de transporte que utiliza (público o privado, pesero, metro, camión, metrobús, taxi, bicicleta o automóvil propio), el tiempo de traslado (casa-trabajo, entre otros), ni los mecanismos de protección presentes en la vivienda (bardas altas). 1.4 Geografía y sistemas de información geográfica A partir de la década 1940 se desarrollan las primeras propuestas de lo que se conoce como una geografía moderna, es decir, de carácter científico, una auténtica ciencia homologable con el resto de las ciencias positivistas. Este cambio de paradigma representa una reacción frente a las prácticas teóricas y los postulados epistemológicos de la llamada geografía tradicional. La revolución cuantitativa hizo posible involucrar a la geografía en un debate mayor, que daría un giro al curso metodológico de las ciencias sociales, con referencia a distintas escuelas filosóficas y a la tarea de crear teoría social. La aparición de la geografía cuantitativa coincide, aunque retrasada, con el desarrollo de tendencias semejantes en otras ciencias sociales (Capel, 1981). Coyunturalmente, con el desarrollo de los computadores (años 50 y 60) esta revolución adquiere un importante dinamismo al poderse procesar grandes volúmenes de datos (Ambrose, 1969; Wilson 1972), y con esto, la posibilidad de producir modelos estadísticos de análisis y predicción de gran variedad de fenómenos espaciales. 30 Durante la década de los sesenta, la escuela francesa regional fue criticada por un sector de la comunidad académica debido a que la descripción de las regiones distaba mucho de un análisis científico, que su principal objetivo era encontrar los patrones generales. Entonces, surgió un grupo de académicos que orientó sus esfuerzos a sistematizar el conocimiento en Geografía. El debate que marca simbólicamente el comienzo de la revolución cuantitativa se originó en el escenario académico de la geografía norteamericana, entre Richard Hartshorne, y Fred K. Schaefer. Hartshorne representaba la corriente corológica o regional de la geografía moderna, por el contrario Schaefer defendía las nuevas formulaciones del neopositivismo del Círculo de Viena. Ocurriría lo esperado: una confrontación epistemológica que involucró a las comunidades geográficas a escala global, aunque con mayor impacto en Estados Unidos y el Reino Unido. El debate Schaefer-Hartshorne quedó plasmado en dos escritos publicados en la revista The Annals of the Association of American Geographers el año 1953 y 1955, respectivamente. El primero de ellos se tituló “Exceptionalism in geography: A methodological examination” (Schaefer 1953); el segundo “„Exceptionalism in geography‟ reexamined”(Hartshorne 1955). En estos artículos se plantearon dos posiciones antagónicas, dos paradigmas contrapuestos, y una disputa generacional agresiva. Schaefer atacó los procedimientos metodológicos del enfoque idiográfico con argumentos fundamentados en el empirismo lógico, aduciendo que la búsqueda de leyes es el fin último de toda ciencia (enfoque nomotético), y por supuesto de la geografía (Schaefer, 2001). Para ello, ésta requiere de manera inequívoca del uso de métodos cuantitativos que permitan la generación de hipótesis que al ser contrastadas con la realidad podrían convertirse en teorías y leyes científicas. Burton (1963) ratifica esa posición de la cuantificación, para evitar la excepcionalidad científica de la geografía que Schaefer criticara. Burton llama la atención acerca de la fuerte e importante influencia de las matemáticas y de los métodos cuantitativos en las ciencias sociales, al posibilitar la predicción de los fenómenos sociales a través de la teoría de la probabilidad. 31 Capel (1983) señala que la nueva geografía se identificó con la utilización de técnicas estadísticas refinadas, el énfasis en la formulación de leyes frente a la simple descripción idiográfica, la nueva metodología deductiva, teórica, fuertemente formalizada y con un marcado sesgo científico. Además, el interés central se orientó hacia el análisis de regularidades y patrones espaciales, de procesos y factores, y a fortalecer la capacidad de predicción del analista espacial (Ambrose, 1969) en problemas de localización industrial, asentamientos humanos, entre otros, y la explicación causal de su organización espacial. Delgado (2003) advierte cómo la estructura y los procesos espaciales entraron a definir la lógica y el comportamiento socioeconómico en el espacio. Esta fuente de estudios provocó una sólida y sostenida teorización de los fenómenos de dimensión espacial, relacionando de manera directa las avanzadas técnicas estadísticas y matemáticas con la formulación de modelos e hipótesis de predicción y control empírico. Esta cualidad vendría a ser el canon científico de la revolución. El indiscutible desarrollo de la ciencia geográfica empieza a concretarse en figuras tan notables como los británicos P. Haggett y R. Chorley dedicados al análisis de actividades socioeconómicas en el espacio y al desarrollo de una nueva ciencia geomorfológica; el sueco Hägerstrand y sus modelos de difusión de innovaciones; Lowry y los modelos de metrópolis; Garrison y Ullman con modelos urbanos, además de destacados geógrafos americanos de corte cuantitativista. Esta capacidad resuelta de analizar y modelizar los fenómenos espaciales se convertirían en la esencia consagrante de la revolución. Sin embargo, la condición complementaria de la excesiva cuantificación llevaría a este paradigma a abrumarse de técnicas estadísticas, que a veces cristalizaban en textos de estudio universitario a la manera de estériles recetarios (Keylock et al., 2004). En síntesis, la propuesta de la geografía cuantitativa como desarrollo neopositivista en el campo geográfico tuvo pleno éxito. Sucesivamente, los 32 geógrafos europeos y los de otras partes del mundo siguieron el ejemplo de británicos y norteamericanos. Fue, pues, una revolución triunfante, en una palabra. Burton no podía haberlo puesto en mejores términos: “(la revolución cuantitativa alcanzó su auge entre 1957 y 1960, y ahora ha terminado. (Burton, 1963:28, en trad.). En el medio siglo siguiente, todas las comunidades geográficas del mundo adoptarían sus principios, denominación epistemológica y sobre todo sus técnicas, cada día más refinadas. Desde luego, en ese lapso se registrarán reacciones en su contra en forma de propuestas marxistas y humanísticas, y otras más o menos radicalizadas (Peet, 1998), e incluso aquellas que proponen por un retorno modernizado a la geografía regional (Claval, 1998). La Geografía Cuantitativa, precursora de lo que se convertiría en la escuela de pensamiento del análisis espacial, trabajó en la sistematización de los fenómenos espaciales y buscó la creación de un cuerpo teórico que le brindara solidez a la disciplina y que le permitiera vincularse con un ámbito científico más amplio. En su relación con las otras ciencias se intentaba coincidir en un lenguaje y métodos comunes, lo que llevó a la utilización de modelos desarrollados por ellas, como las matemáticas y la física, para el análisis de fenómenos sociales. 1.5. Aplicación de SIG y estadística espacial para el estudio del comportamiento espacio-temporal del crimen. Las definiciones tradicionales describen a los SIG como un “potente conjunto de herramientas para recolectar, almacenar, recuperar a voluntad, transformar y presentar datos espaciales procedentes del mundo real.” (Burrough, 1986). Sin embargo, más allá de las acepciones tradicionales de los SIG existe una más actual y puntual que lo define como un sistema que por medio de computadoras y datos geográficos ayuda a nuestro mejor entendimiento del mundo en que vivimos y nos permite resolver los problemas que diariamente afrontamos. La solución a muchos de los problemas requiere el acceso a diferentes tipos de información. El SIG permite almacenar y manipular información diversa usando la 33 Geografía como enlace, lo que posibilita analizar patrones, relaciones y tendencias (Backhoff, 2002). A través de un SIG, los mapas pueden ser integrados y correlacionados fácilmente con múltiples datos. De hecho, mediante un campo común de referencia, cualquier información en una tabla puede visualizarse en un mapa instantáneamente y contrario de lo que sucede con los mapas tradicionales, los mapas en un SIG cambian dinámicamente en la medida que los datos alfanuméricos son actualizados. Las bases de datos con un componente geográfico y su constante actualización permiten visualizar patrones, relaciones y tendencias espaciales. El término de SIG fue utilizado por primera vez por Roger Tomlinson, geógrafo que colaborando con el gobierno de Canadá a principios de los años sesenta desarrolló el primer inventario de recursos naturales, dando como resultado el primer SIG, con el nombre de “Canada Geographic Information System (CGIS)” (Quintero, 2009). La definición más común de los SIG resalta que funge como una herramienta y no hay herramienta que sea totalmente neutral, ya que los SIG se pueden diseñar para ser eficaces y eficientes para cierta gama de propósitos. Las herramientas se desarrollan dentro de un contexto social e histórico para responder a necesidades cambiantes, pero también se piensan para cambiar su entorno. Esta perspectiva se puede resumir por la definición siguiente: Sistema de Información Geográfica –Es la actividad organizada, por medio de la cual las personas pueden: Medir aspectos de procesos y fenómenos geográficos Representar estas mediciones, usualmente en forma de una base de datos computarizada, para enfatizar temas espaciales, entidades y relaciones, Funcionar sobre estas representaciones para producir más mediciones y para descubrir nuevas relaciones integrando diferentes fuentes; y Transformar estas representaciones para ajustarse o conformar otros marcos de entidades y relaciones (Chrisman, 1997). 34 Mientras para el público en general un SIG no es más que un contenedor de mapas digitales que se confunden con paquetería de dibujo y diseño, para grupos de planeación es una herramienta de toma de decisiones. Hay administradores de recursos que los interpretan como una forma sofisticada de llevar un inventario, mientras la comunidad científica lo utiliza para revelar lo que de otra forma les sería invisible a simple vista; o analistas y técnicos de diferentes áreas que lo utilizan como una herramienta para realizar operaciones en datos queson tediosos, tardados o inexactos si se realizan a mano (Quintero, op. cit.). Los SIG cuentan con facilidades para manipular distintas clases de objetos en forma diferenciada, así como para relacionar las clases entre si y formar jerarquías de objetos entrelazados. Aparte de la información geográfica, que incluye localización, morfología y estructura, los objetos geográficos tienen información asociada de carácter no-geográfico organizada en atributos. Para que las bases de datos estadísticas tengan sentido de análisis espacial, deben estar ligadas con las bases de datos geográficas, ya que de no ser así se estaría desperdiciando la potencialidad del SIG y no se estarían aprovechando las virtudes de la representación territorial (Backoff, op cit.). Dentro de un sistema de información geográfica se pueden almacenar dos clases principales de datos: los geográficos y los no geográficos o simplemente atributos (Longley, 2005). Los datos geográficos son todos aquellos que poseen una referencia espacial, es decir, son los elementos referidos a su localización sobre la superficie terrestre y por lo tanto son cartografiables. Los datos no geográficos o atributos son aquellos datos que no tienen una referencia espacial pero que están asociados a los primeros. Básicamente los datos geográficos tienen dos componentes: la información espacial e información de atributos. La información espacial dice dónde está localizado un elemento geográfico, es decir, cuáles son las coordenadas, ya sean estas planas o geográficas, así como su dirección. La información de atributos describe y/o caracteriza ese elemento (Backhoff, op. cit). 35 La representación de mapas en una computadora requiere de abstracción, es decir, que para almacenar la información espacial podemos recurrir a entidades geométricas básicas, como puntos, líneas y polígonos. La información del elemento o rasgo espacial, se almacena en tablas. Existen algunos datos que provienen de las propiedades geométricas de las entidades representadas, como las coordenadas de un punto, la longitud de una línea y el área de un polígono. Cabe subrayar que en un SIG, la información se organiza por capas o coberturas, correspondientes a temas distintos que se almacenan de forma separada, y cuya estructura varía según el formato de origen, vectorial o raster. Los datos con referencia espacial en formato digital presentan dos tipos diferentes de estructura: la estructura raster y la estructura vectorial. Su utilización depende del tipo de datos que se tengan y del tipo de análisis que se pretenda realizar (Backhoff, op. cit.). La estructura vectorial es por naturaleza más complicada matemáticamente, pues un vector es definido como un conjunto de puntos encadenados, definidos por coordenadas, que tienen una magnitud y una dirección, lo que se conoce como topología geométrica. Las estructuras vectoriales de datos con referencia espacial están basadas en puntos cuya localización es conocida con precisión. El formato vectorial utiliza entidades geométricas básicas para la representación de los elementos geográficos. La información asociada es encadenada a través de un identificador que se almacena tanto en la base de datos gráfica como en la tabla de atributos (Maguire, 1991). En este sentido, la estructura de datos con referencia espacial más sencilla es la raster; que ordena los datos en forma de celdas. El valor de cada parámetro de interés es almacenado en un arreglo espacial para cada celda. Por lo general, las celdas son pixeles cuadrados, de tamaño constante dentro del mismo mapa y cuyo tamaño está directamente ligado a la resolución de la imagen y por lo tanto a los datos asociados a éstas. La simpleza de la estructura raster permite realizar gran cantidad de operaciones ya que por su naturaleza celular, la forma natural de 36 almacenar estas imágenes en la computadora es en forma de matriz y por lo tanto pueden manejarse con los principios del álgebra matricial (Maguire, op cit.) Los SIG pueden manejar, analizar y representar una amplia variedad de tipos de datos geográficos desde muy diversas fuentes. Desde la perspectiva del proceso de creación de las bases de datos geográficos es conveniente clasificar las fuentes en primarias y secundarias. Las fuentes primarias de datos son aquellas que se utilizan específicamente en un SIG mediante métodos directos de medición de los objetos registrados, que para raster pueden ser las imágenes de satélite, fotografía aérea digital; y para datos vectoriales destacan los registros topográficos, los sistemas de posicionamiento global (GPS), además de las mediciones en campo con estación total (Backhoff,2002). Ahora bien, las fuentes secundarias se refieren a aquellos datos capturados para otro propósito y que necesitan ser convertidos o transformados para ser usados dentro de un SIG. Algunos ejemplos de estas fuentes pueden ser documentos y mapas impresos que son integrados como bases de datos del SIG mediante la creación de archivos, tanto vectoriales como raster, a partir de un proceso de digitalización (Backhoff, op cit.). 1.6 Análisis espacial mediante sistemas de información geográfica y estadística espacial para el estudio del comportamiento del crimen Es hasta la década de los setentas cuando la Geografía, como ciencia, mostraría su particular interés por el estudio del crimen y la delincuencia a partir de los antecedentes descritos anteriormente. De esta manera, y a través de la diversificación de las sendas de investigación en materia de crimen y delincuencia, acabaría surgiendo la denominada Geografía del crimen, que desarrollaría sus trabajos de la mano con otras ciencias como la Sociología o la Psicología (Hernando, 2006). Surgirían así nuevas técnicas como la identificación de pautas y concentraciones del crimen, la exploración de las relaciones entre el crimen y determinadas características ambientales, socioeconómicas o demográficas, y 37 técnicas para evaluar la eficacia de las actuaciones policiales y los programas de reducción y prevención del crimen y la delincuencia en áreas geográficas concretas (Chainey et al., 2005). En este sentido, existen numerosas aportaciones a lo que se denomina Geografía del Crimen, diversos puntos de vista y multiplicidad de visiones. La geografía en su enfoque sistémico, se caracteriza por cohesionar en sus estudios aportaciones de diversos campos científicos para luego realizar una visión global del campo en cuestión, un diagnóstico elaborado resultante de todos aquellos análisis multidisciplinares aportados que nos ayuden a resolver un determinado problema territorial. La cuestión geográfica del crimen, como ya se apreciará más adelante, no se puede abordar como una problemática estática ya que, como los propios cambios urbanos, las pautas de localización criminal van variando con el paso del tiempo, por lo que es necesario e imprescindible realizar un estudio de la evolución temporal del mismo. La estadística espacial es una disciplina de la estadística general que trata del análisis descriptivo e inferencial de datos geográficos. El término estadística espacial; ya no se trata de aplicar técnicas estadísticas a datos geográficos, sino que se pretende conceptualizar por primera vez el espacio como elemento fundamental del análisis. La estadística espacial busca encontrar patrones, uno de los más importantes es el de dependencia espacial o autocorrelación espacial, que analiza la falta de independencia que se produce una misma variable para sus diferentes localizaciones. La base integradora entre la estadística espacial y la geografía la plantea Tobler (1979) y su “primera ley de la geografía” en la que se afirma que en el análisis geográfico “todo está relacionado con todo, pero las cosas cercanas están más relacionadasentre sí que las cosas lejanas” 38 Según Martori (2007), la autocorrelación espacial junto con el concepto de heterogeneidad espacial ha dado lugar a la econometría espacial, entendida como el conjunto de técnicas de especificación, estimación, contraste y predicción para el tratamiento espacial. Como se puede observar, la línea que separa la estadística y la econometría espaciales es difusa, pero la principal diferencia estriba en que la segunda pone su principal punto de atención en la modelización. Los primeros índices formales para detectar la presencia de autocorrelación espacial se deben a Moran (1948) y Geary (1954); la aplicación de este concepto a diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales junto a nuevos desarrollos matemáticos tiene un punto de referencia clave en los trabajos de los geógrafos Cliff y Ord (1972, 1973, 1981). El nombre de econometría espacial se debe a Paelinck y Klaasen (1979) y sus trabajos de ciencia regional en los Países Bajos. El manual clásico de la disciplina se debe a Anselin (1988), siendo relevantes también los trabajos de Anselin y Florax (1995), Anselin et al., (2004), Getis et al., (2004), Lesage et al., (2004) y recientemente Martori y Horberg (2008). Diversas investigaciones acerca del comportamiento espacio-temporal del crimen se han explorado recientemente, lo que ha originado un debate importante acerca de los principales mecanismos de análisis para generar modelos más precisos que permitan la identificación de los patrones del crimen. Uno de los mecanismos más frecuentemente utilizados, es el método LISA (Local Indicators of Spatial Association) que es un análisis exploratorio de datos espaciales. LISA es una herramienta poderosa que se puede utilizar para investigar aleatoriedad espacial a nivel local. Por ejemplo, el grado de interdependencia espacial en homicidios (Morenoff et al., 2001) y la eficacia colectiva (Morenoff et al., 2001; Sampson et al., 1999) ha sido anteriormente estudiada. También, han sido ampliamente estudiados los lugares que establecen la interdependencia espacial estadísticamente significativa (clusters) y 39 recientemente, los estudios han evolucionado comparando estos clusters con la eficacia colectiva (Morenoff et al., 2001). LISA también puede identificar áreas de diferentes regímenes espaciales que nos sirven para identificar las zonas contiguas que discrepan de su vecindario. Dos estudios que se realizaron con este tipo de enfoque son los homicidios (Baller et al., 2001) y el suicidio (Baller y Richardson, 2002). De particular interés para los estudiosos, ha sido identificar los procesos de difusión del crimen. De carácter exploratorio, Messner et al., (1999) analizan las tasas de homicidio a nivel de condado utilizando LISA, en donde argumentan que la presencia de dependencia espacial es fundamental para que desarrolle un mecanismo de difusión del crimen. Cohen y Tita (1999) desarrollaron una metodología utilizando LISA para diferenciar entre dos formas de difusión contagiosa y jerárquica. De la mano con el desarrollo de la tecnología y el uso de técnicas espaciales más complejas en la década de los noventa se iniciaron esfuerzos para implementar nuevas herramientas informáticas para el análisis espacial en las ciencias sociales. La aplicación más extendida es el software GeoDa®, se trata de un programa libre desarrollado por el Laboratorio de Análisis Espacial de la Universidad de Illinois, que realiza análisis exploratorio de datos espaciales. El segundo esfuerzo que cabe destacar se debe al profesor Roger Bivand de la Norwegian School of Economics and Business que ha implementó un grupo importante de funciones en el lenguaje de programación R. Cubre desde la construcción de diversas formas de matrices espaciales, autocorrelación espacial. Otro recurso interesante, y también de libre acceso lo constituye el programa de estadística espacial CrimeStat®, aunque enfocado a la criminología, que también permite análisis geográficos, epidemiológicos, botánicos o geológicos. Cubre la 40 mayoría de tópicos de la estadística espacial más descriptiva y es un programa pensado para su utilización conjunta con ArcView®, ArcGis® o MapInfo®. En este sentido, con el desarrollo de la tecnología los modelos son cada vez más complejos, utilizando modelos de regresión espacial, como es el modelo de mínimos cuadrados ordinarios de regresión lineal, (OLS) y la regresión ponderada geográficamente (WGR), entre muchos otros autores que han abordado estos modelos en sus trabajos, especial énfasis se hace en los modelos aplicados a la economía del crimen en Tijuana que presentó el Colegio de la Frontera Norte (Romero, 2012) ya que el método espacial utilizado (WGR) contribuyó a identificar la relación que existe entre la criminalidad y las variables económicas, sociodemográficas y urbanas en las diferentes áreas de la ciudad de Tijuana, por lo que de esta manera, los estudios en México en etapa aún naciente, comienzan a desarrollar un cuerpo teórico y metodológico más robusto, en materia del crimen. 41 Capítulo 2. Metodología. 2.1 Área de estudio La delegación Cuauhtémoc cuenta con una larga tradición urbana y es en la actualidad una zona geográfica de relevante importancia económica, política y cultural dentro del país. Según el Sistema de Información Económica, Geográfica y Estadística de la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito Federal, genera nada menos que 4.6% del producto interno bruto neto del país. Por sector económico, su personal ocupado se especializa en los servicios (57.5%) y el comercio (23.4%). La conforman 34 colonias, entre las cuales se encuentran algunas con las de mayor incidencia delictiva en el Distrito Federal: Juárez, Centro, Obrera, Roma Norte, Santa María la Ribera, Morelos y Guerrero (La jornada, 2007). En este sentido, la presente investigación se centrará en la colonia Roma, con sus dos subdivisiones políticas: Roma Norte y Roma Sur. Los límites del polígono donde está situada la colonia Roma Norte, son: al norte Avenida Chapultepec, al oeste Avenida Veracruz y Avenida Insurgentes; se extiende al sur por la calle Coahuila y al este por la Av. Cuauhtémoc, por su parte, la colonia Roma Sur colinda: al norte por la calle Coahuila; al oeste por la Avenida Insurgentes; al Sur con el Viaducto Miguel Alemán, y al este bordeando el Centro Urbano Benito Juárez por la calles Antonio M. Anza, Prolongación Orizaba e Ixtlán, respectivamente (Ver Mapa 1). La colonia Roma forma parte del área central del Distrito Federal y aunque se encuentra fuera del primer cuadro, históricamente es una de las primeras expansiones que se dan a principios de este siglo. En ella se ejemplifica el desarrollo de la transición de lo que fuera una colonia Habitacional-residencial en una zona de comercio y de servicios. 42 Mapa 1. Ubicación de las colonias Roma Norte y Roma Sur. Actualmente la colonia Roma es un centro importante de actividad comercial, cultural y de recreación. Por su privilegiada ubicación, cuenta con diversas estaciones de sistema transporte colectivo metro como son: Cuauhtémoc, Insurgentes, Sevilla y Chapultepec (Línea 1). Así mismo, las estaciones Chilpancingo (Línea 9) y Centro Médico (Línea 3 y 9) dentro de los límites de la Colonia. Por su parte, tanto la línea 1 como la línea 3 del metrobús recorren la colonia. Las estaciones de la línea 1 del metrobús son: Nuevo León, Chilpancingo, Campeche, Sonora, Álvaro Obregón, Durango e Insurgentes. La línea 3 va recorre Avenida Cuauhtémoc y las estaciones de esta línea que delimitan la Colonia son: Cuauhtémoc, Jardín Pushkin, Dr. Marquez, Hospital General y Centro Médico. 43 2.2 Datos
Compartir