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UUNNIIVVEERRSSIIDDAADD NNAACCIIOONNAALL AAUUTTÓÓNNOOMMAA DDEE MMÉÉXXIICCOO FFAACCUULLTTAADD DDEE CCIIEENNCCIIAASS PPOOLLÍÍTTIICCAASS YY SSOOCCIIAALLEESS CCaarrppeettaa ddee pprrooyyeeccttoo tteelleevviissiivvoo.. UUnnaa pprrooppuueessttaa ppaarraa llaa tteelleevviissiióónn ppúúbblliiccaa eenn MMééxxiiccoo.. TTEESSIINNAA PPaarraa oobbtteenneerr eell ttííttuulloo ddee:: LLiicceenncciiaaddaa eenn CCiieenncciiaass ddee llaa CCoommuunniiccaacciióónn PPrreesseennttaa:: CCllaauuddiiaa DDaanniieellaa FFeerrrreerr MMaarriiaannoo JJuulliioo AAmmaaddoorr BBeecchh Asesor 22001100 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS El final de esta etapa ha sido el conjunto de enseñanzas de quienes han formado parte de mi vida: Mis queridos padres, Yolanda e Ysidro, quienes me han guiado con amor y han labrado un camino de entereza, que es mi ejemplo a seguir. Mi tía Remedios, a quien llevo en el corazón por haberme tendido siempre su mano amorosa: en mis primeros pasos, en mis primeras letras, en cada momento que creyó en mí. Mi hermano Christian y mi tío José, quienes me han mostrado su mundo diferente, en el que tengo cabida en su amor. Pierre, quien ha entrado a mi vida para construir un mundo juntos. Mis amigos, cuya lista es larga, tanto como nuestro cariño incondicional. Julio Amador, quien compartió su saber con infinita paciencia. Eduardo Aguado, Ricardo Balcázar, Felipe López y Andrés Garay, quienes estuvieron dispuestos a emitir su juicio. A todos ellos mil gracias por formar parte de mi mundo, pero sobre todo por dejarme ser parte del suyo, en el que he encontrado el amor que alimenta mi alma y da razón a mi existir. -Claudia Ferrer- ÍNDICE IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN…………………………………………………..… 11.. AANNAALLIIZZAARR AANNTTEESS DDEE RREEAALLIIZZAARR 1.1 Nace un nuevo medio: la televisión …………………………. 1.1.1 Breve historia de la televisión abierta en México ……. 1.1.2 Del dicho al hecho: ¿Ley Federal de Radio y Televisión? ………………….. 1.2 La televisión como servicio público ……………………………. 1.3 Un género olvidado: La televisión educativa …………………. 1.4 Un público olvidado: La televisión infantil en México ………... 22.. LLOOSS EELLEEMMEENNTTOOSS DDEE LLAA CCAARRPPEETTAA PPAARRAA UUNNAA PPRROOPPUUEESSTTAA DDEE PPRROOYYEECCTTOO TTEELLEEVVIISSIIVVOO 2.1. Nombre del Proyecto ……………………………………………. 2.2 Sinopsis …………………………………………………………… 2.3 Propuesta de arte ………………………………………………… 2.3.1 Personajes 2.3.2 Escenarios 2.4 Cliente ……………………………………………………………... 2.5 Público meta ……………………...………………………………. 2.6 Horario …………………………………………………………….. 2.7 Objetivo ……………………………………………………………. 2.8 Necesidades de Producción ……………………………………. 2.8.1 Recursos Humanos 2.8.2 Recursos Técnicos 2.9 Presupuesto ………………………………………………………. 3.0 Guión (Story Board) ……………………………………………… CCOONNCCLLUUSSIIOONNEESS …………………...……………………………… BBIIBBLLIIOOGGRRAAFFÍÍAA ……………………...……………………………… 3 6 9 17 24 33 38 46 48 49 51 52 54 56 57 58 60 65 69 3 INTRODUCCIÓN Cuando inicié este proyecto tenía claramente definido lo que en materia de producción televisiva refería, no obstante, cuando me planteé seriamente el por qué había despertado especial interés en mí el realizar una propuesta para la televisión educativa infantil comenzaron no las respuestas, sino un sin fin de dudas más. Primero porque debía definir qué era la televisión educativa, segundo porque debía explicar qué era la televisión infantil y, tercero porque en el camino por descubrir esas respuestas me di cuenta que ambas pertenecían a lo que se denomina como televisión de servicio público. Fue entonces cuando surgió la verdadera encrucijada, ya que la realidad de lo que al día de hoy se nos presenta como oferta televisiva en México pareciera sugerir que la televisión utilizada para el servicio público es sólo una opción y no una obligación; por lo que una revisión a La Ley Federal de Radio y Televisión se hizo necesaria. Y más aún, una retrospectiva histórica hacia el surgimiento del medio y las distintas propuestas para legislarlo. El resultado de ese primer proceso de búsqueda y aprendizaje fue lo que finalmente conformó el capítulo uno del presente texto, y en el que a través de una breve mirada histórica a los inicios del medio y su evolución logra entenderse el por qué de una legislación como la que a la fecha regula en nuestro país, y el por qué la flagrante violación de la que es objeto. Pese a que la Ley Federal de Radio y Televisión es en su esencia más fundamental de carácter público, entendiendo como tal a aquélla que difunde información de interés general, veraz, plural y de calidad, apoyada en la adecuada utilización de las herramientas narrativas y técnicas que el medio 4 tiene a su servicio; en la actualidad lo que existe es un medio subordinado a los interés de los grandes monopolios que poseen no sólo la concesión del espacio televisivo, sino el beneplácito de las autoridades que han descuidado lo que deberían velar, y que por el contrario han permitido que el espectro esté abarrotado en su mayoría por contenidos de baja calidad. Como consecuencia de la desobediencia de una ley ambigua y de la preponderancia de las leyes del mercado, el panorama de la televisión pública está lejos de cumplir sus múltiples objetivos, entre ellos su compromiso con la educación y con las minorías, como el público infantil; la revisión de ambos aspectos también se ubica en la primera parte del proyecto. El desglose de esas partes se presentó entonces como una necesidad para realmente poder plantear una propuesta concienzuda para la televisión pública; acción que a la fecha ha sido olvidada por muchos de quienes producen los contenidos que se nos ofrecen a través de la televisión, y que resulta necesario, pues no es posible construir una televisión pública, si no entendemos el verdadero concepto de ella. Fue así que ese análisis representó la base del proceso constructivo del capítulo dos, en el que se desglosan los elementos de la carpeta para un proyecto televisivo, que fue conceptualizado como una propuesta para la televisión educativa infantil, y que por serlo, en el panorama real de la televisión abierta en nuestro país, sólo puede tener cabida en el canal ONCE TV MÉXICO, concretamente en la barra infantil ONCE NIÑOS. La importancia de realizar una propuesta en un canal donde la programación sí representa una oferta para las minorías, sí da espacios a programas de calidad y sí apuesta por nuevos formatos, radica en la necesidad 5 de ofrecer producciones nacionales, que atiendan a las particularidades de nuestra realidad; ya que si bien ONCE NIÑOS es un ejemplo de asertividad, también lo es que la mayor parte de los programas que cubren el horario son producciones importadas. Por lo que, en pro de los proyectos nacionales, he optado por crear una serie de spots que llevan por nombre: No la riegues, y que tienen por objetivo fomentar elcuidado del ambiente en los niños. No obstante, como corresponde a los proyecto seriados, únicamente se realiza el desglose de uno de los anuncios, en éste caso del denominado No la riegues al regarla, que trata la problemática del desperdicio del agua; y cuyo objetivo, necesidades de producción y narración audiovisual quedan definidas en la segunda y última parte de ésta tesina. Es así, que en las próximas páginas se ofrece no sólo una guía de los elementos que deben contener las propuestas de producción televisiva; sino, y más importante aún, el análisis necesario que debemos realizar los profesionales del medio, si queremos considerarnos como tales, para generar verdaderos aportes a la televisión pública en México, cuya realidad es urgente cambiar. 6 1. ANALIZAR ANTES DE REALIZAR 1.1 NACE UN NUEVO MEDIO: LA TELEVISIÓN En la década de los veinte, en medio del proceso de reconstrucción después de la Primera Guerra Mundial, de la desmedida expansión económica de los Estados Unidos y su posterior “gran depresión”, del nacimiento de la URSS y el arribo del fascismo italiano, dos hombres, en dos lugares distintos del mundo, concebían el mismo invento: la televisión. Por un lado el escocés John Baird, y por el otro, el ruso-norteamericano Vladimir Zworykin, y aunque ambos tenían el mismo objetivo, lo lograron con diferentes técnicas; por lo que surgieron dos tipos de televisiones: la mecánica y la eléctrica. El modelo inventado por John Bair, que corresponde justamente al mecánico1, fue el primero en funcionar en 1925, y el primero en muchas cosas: en dar origen a una televisora (Baird Tv Development) en 1928; en conseguir la señal trasatlántica entre Londres y Nueva York y; en realizar emisiones de prueba en Londres y Berlín en 1929, gracias al apoyo de la British Broadcasting Corporation (BBC) de Londres. Desde su aparición muchos fueron los intentos de mejorar la calidad de la imagen del aparato mecánico, con una definición de 28 líneas y una frecuencia de 14 cuadros por segundo, y aunque hubo avances notorios al respecto, ninguno de ellos pudo competir con la superioridad técnica de la televisión eléctrica2 (que contaba con 84 líneas por imagen y 28 imágenes por segundo), 1 El funcionamiento de la televisión mecánica se basaba en el disco de Nipkow mediante el cual una imagen era explorada mecánicamente por un haz luminoso que repercute en una celda fotoeléctrica produciendo una corriente eléctrica variable. 2 La televisión eléctrica funciona gracias a la implementación del iconoscopio que permite transmitir imágenes en señales eléctricas. 7 inventada a finales en 1927 por Vladimir Zworykin, quien la dio a conocer formalmente en 1931, avalado por la Radio Corporation of America (RCA). La popularidad de ésta invención, que terminó por imponerse, no se hizo esperar y comenzaron las señales de prueba en las principales ciudades del mundo: Londres, Berlín, París y Nueva York. Para 1937 las transmisiones, de pocas horas de programación semanales, ya eran regulares y ampliamente aceptadas entre el público, quien podía disfrutar de ellas gracias a la producción en serie de los aparatos receptores. La televisión había cobrado auge en los países tecnológicamente más desarrollados (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania), quienes apostaban grandes inversiones en materia de investigación para perfeccionar el nuevo medio de comunicación; sin embargo, el progreso se vería mermado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939, que conllevó a la suspensión de las transmisiones en los países europeos implicados. Terminado el conflicto bélico, en 1945, la televisión volvió prácticamente a comenzar y se desarrolló nuevamente en los limites de las naciones industrializadas, que seguían siendo las que podían apostar en la producción de aparatos emisores y transmisores, así como en las innovaciones técnicas que finalmente permitieron al nuevo medio salir de su estancamiento y aumentar su alcance de transmisión, así como su accesibilidad al público. La evolución no se detuvo y “después de los años cincuenta, la multiplicación de los órganos de los medios audiovisuales, la diversificación de sus producciones, la prolongación de sus programas cotidianos y la rápida extensión de la audiencia en todas las regiones de la Tierra han provocado, sin 8 ruptura aparente, una verdadera mutación cualitativa y cuantitativa de los medios.”3 Una mutación que alteró la forma de transmitir la cultura y de regir la misma, pues frente a la creación de los medios electrónicos y su rápida expansión el Estado debió cuestionarse, y ocuparse, sobre las formas de financiamiento y los contenidos que debían transmitirse a través de ellos. Si bien en un inicio todo el impulso que se dio fue con recursos de los distintos gobiernos, pronto entraron en acción las concesiones a particulares, así lo medios “desarrollaron su dimensión económica al someter a las leyes de mercado no sólo sus equipos, sino también sus programas, haciendo estallar las barreras entre lo público y lo privado, entre lo político, lo económico y lo cultural.”4 De ello surgieron muchas discusiones respecto a quienes debían financiar los medios, y aunque el tema sigue siendo debatible, en la actualidad la mayoría de los países han optado por el financiamiento mixto, en el que existen tanto canales subsidiados por el gobierno, como aquéllos concesionados a distintos grupos empresariales, que han encontrado en la publicidad una ganancia redituable. No obstante, sigue habiendo una marcada diferencia entre la regulación de esos espacios, pues mientras que en algunas zonas se impulsa un esquema público y educativo, en otros se da prioridad a los intereses comerciales; y aunque la mayoría de los gobiernos ha tendido a estipular, en sus respectivos reglamentos, una televisión al servicio de la cultura y la educación, en pocas ocasiones se ha logrado con éxito, primero por la interrogante que se abre 3 Pierre Albert, Historia de la radio y la televisión, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 97. 4 Ibid., p. 159. 9 sobre ¿qué debemos entender por televisión pública y educativa?; y segundo porque el destino de éste medio esta irremediablemente condicionado por su nacimiento y desarrollo en cada país. Así mientras en países como Londres vemos un ejemplo a seguir, en México muchas son las brechas que aún debemos salvar para hablar de un medio al servicio de la sociedad. La televisión que actualmente tenemos no es fortuita, podemos comprenderla si nos remontamos un poco en su historia. 1.1.1 BREVE HISTORIA DE LA TELEVISIÓN ABIERTA EN MÉXICO Para la década de los treinta, mientras que en Europa se gestaban las condiciones políticas y sociales que concluirían en guerra, en México comenzaban las primeras pruebas con el más novedoso medio de comunicación: la televisión; a cargo de Guillermo González Camarena, entonces estudiante del Instituto Politécnico Nacional. Durante años Camarena continúo con sus experimentos en un sistema de televisión de circuito cerrado, que para 1939 rendiría grandes frutos, al dar a conocer la televisión a color. En ese mismo año se declaró la Segunda Guerra Mundial, por lo que hubo un estancamiento generalizado en telecomunicaciones en los países implicados en el conflicto bélico; México, ajeno a él, continuó impulsando los logros del ingeniero González Camarena, quien el 19 de agosto de 1940 consiguió la patente de su invento, tanto en nuestro país como en Estados Unidos. 10 Pese a que la televisión a color ya era una realidad, en un inicio sólo se empleó con fines científicos, así las primeras imágenes que se transmitieron enMéxico fueron en blanco y negro, lo que ocurrió gracias a la intervención, nuevamente, del ingeniero González Camarena, quien la realizó desde su domicilio en 1946. El éxito fue tal que dio origen a la inauguración de la primera estación experimental de televisión en América Latina: la XEIGC. Dado uno de los grandes pasos en materia televisiva, y ante el inminente e imparable desarrollo de este medio, el entonces presidente Miguel Alemán se mostró interesado sobre la línea de financiamiento que debería seguir la televisión mexicana; así que comisionó al principal promotor de ella, Guillermo González Camarena, y al escritor Salvador Novo para que investigaran y evaluaran cuál de los dos modelos mundiales existentes (el estadunidense, que permitía la concesión a capitales privados; o el británico, que subsidiaba al medio a través de financiamiento estatal) convendría implementar. Las consideraciones finales que la comisión presentó se enfocaban en su mayoría a cuestiones técnicas, por lo que la decisión del gobierno alemanista de adoptar el modelo norteamericano se sustentaría en la lógica de los mercados. “Las concesiones para explotar comercialmente la televisión fueron congruentes con las políticas económicas seguidas en el país y con las tendencias de desarrollo mundial.”5 Hecha la elección el otorgamiento de las señales no se hizo esperar. En 1949 el canal 4 XHTV fue asignado a Rómulo O‟Farrill, en cuya programación inicial incluyó el IV Informe de Gobierno del Presidente Miguel Alemán, con lo que sentaría el precedente del estrecho vínculo entre las televisoras 5 Carola García Calderón, “El Estado y la televisión, volver a empezar”, en Toussaint Alcázar Florence (coord.), ¿Televisión Pública en México?, México, CONACULTA, 1993, p. 141. 11 comerciales y el Gobierno, del que se volvería vocera, promotora e incluso detractora, según los intereses. Las concesiones continuaron en la década de los cincuenta, una etapa difícil en México, pues los desmedidos gastos de la administración de Miguel Alemán representaron una brecha difícil de salvar para el sucesor Adolfo Ruiz Cortines, quien en su mandato tuvo que enfrentar la inestabilidad política y social, que devino en manifestaciones y huelgas de los sectores ferrocarrileros, magisteriales, estudiantiles, petroleros y burócratas; motivadas por los estragos que dejo la crisis económica de 1953 y la devaluación monetaria de 1954. La economía y la presión ejercida por la sociedad fue medianamente contenida por el presidente en turno, quien con su política de austeridad, que incluía el control del presupuesto, así como de precios y salarios, sentó las bases para el “desarrollo estabilizador”, mediante el cual México pudo garantizar el equilibrio de las finanzas y cierto crecimiento económico impulsado por la inversión extranjera y por el desarrollo de las grandes empresas, a algunos de cuyos dueños otorgaron concesiones para la televisión; tal fue el caso de Emilio Azcárraga Vidaurreta a quien en 1951 le asignaron el canal 2 XEW. En medio de la repartición Guillermo González Camarena no podía quedarse sin un espacio en el espectro televisivo, por lo que en 1952 le fue otorgada la señal de canal 5 XHGC, que en 1955 se fusionaría con los canales 4 XHTV y 2 XEW para dar origen a la empresa Telesistema Mexicano. Así recibió al país Adolfo López Mateos, el presidente sucesor, quien aceptaba bien “el desarrollo estabilizador” heredado, pero no tan bien las exigencias de la creciente clase media que demandó nuevos espacio de 12 expresión y participación; y a la clase baja que incluía en su mayoría a asalariados urbanos, campesinos e indígenas, que fuera de ello no eran incluidos en nada más, por lo que sus condiciones de pobreza eran extremas. A tan sólo unos meses de haber tomado protesta como Presidente de la República, tomó también las primeras medidas represoras, en febrero de 1959, contra los manifestantes que continuaban exigiendo el cumplimiento de sus derechos, y a quienes respondieron violándolos al ser enviados a la cárcel de Lecumberri, o bien asesinándolos. Paradójicamente ese mismo año se otorga la permisión de canal 11 XEIPN al Instituto Politécnico Nacional, con el objetivo de impulsar la televisión pública. Sin embargo, la fórmula de televisión pública ha tenido muchos tropiezos en su camino debido a su tardía incorporación al panorama cultural de México, lo que trajo como resultado que “ésta emerja y madure con una personalidad social poco definida, con menor experiencia audiovisual, reducido apoyo económico, bajo nivel de credibilidad en el auditorio, proyecto cultural confuso, mayores presiones burocráticas, menor cobertura geográfica, grandes contradicciones en sus líneas de dirección, etcétera.”6 Al gobierno de López Mateos la realidad lo rebasaba por mucho, y también lo hizo la televisión, que para entonces ya se había extendido en muchas zonas del país gracias al subsidio tanto del capital privado como gubernamental, y a los pasos agigantados con que avanzaba tecnológicamente. Pese a ello, seguía regida por la insuficiente “Ley de Radiocomunicación, enviada por el Ejecutivo el 21 de diciembre de 1925, y por los 13 artículos del Capítulo VI de 6 Javier Esteinou Madrid, “Televisión de Estado ¿Para qué?”, en Toussaint Alcázar Florence (coord.), op. cit., p. 19. 13 la Ley de Vías Generales de Comunicación, reformada, en su parte relativa, por Decreto del 30 de diciembre de 1950. Así fue que, basado en el Proyecto de Ley Federal de Radiodifusión presentado el 12 de julio de 1954 por el diputado Juan José Osorio Palacios, y debido a que dicha iniciativa debía actualizarse, entre otras cosas, por la necesidad de legislar también sobre la televisión, se presentó el Proyecto de Ley Federal de Radio y Televisión”7; que finalmente quedó conformada por 108 artículos. El nuevo código se puso en marcha en 1960 y siguió aún cuando la televisión no detuvo su desarrollo, apareció el videotape, la televisión por cable y nuevos canales en el sistema televisivo, entre los que destaca: 13 XHDF, que en sus orígenes no se enlisto en las filas de las concesiones sino que permaneció bajo el resguardo del Estado, quien hizo uso de la señal para transmitir la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 1968. Para entonces el gobierno, bajo la figura del presidente Gustavo Díaz Ordaz, se encontraba debilitado a causa del movimiento estudiantil de 1968 y la violenta represión con la que respondió a las demandas de amplios sectores de la población. Bajo ese panorama había un descontento generalizado de la opinión pública; aun así, Díaz Ordaz decidió confrontar a otro sector importante: la industria de la radio y la televisión, con el decreto del 31 de diciembre de 1968, en el que la Ley que establece, reforma y adiciona las disposiciones relativas a diversos impuestos federales daba a conocer, en su artículo noveno, un 7 Senado de la República, LIX Legislatura, “La Televisión en México”, Boletín Informativo, año V, núm. 35, México, enero-febrero 2005, Dirección URL: http://www.senado.gob.mx/content/sp/memoria/content/estatico/content/boletines/boletin_35.pdf, [consulta: octubre de 2009]. http://www.senado.gob.mx/content/sp/memoria/content/estatico/content/boletines/boletin_35.pdf 14 gravamen del 25% sobre los pagos de las empresas que gozaran de concesiones federales para el uso de bienes de la nación. Después de cierta presión ejercida por el sector empresarial, el 1º de julio se dio a conocer, a través del Diario Oficial, que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público quedaba autorizada para admitir el pago del impuestocon el doce y medio por ciento del tiempo diario de transmisión de cada estación, bajo previa solicitud del concesionario. Además de esa negociación, los industriales de la radio y la televisión llegaron a otro favorable acuerdo, en el que “se autoriza a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a expedir nuevos títulos de concesión a los actuales concesionarios en materia de radio y televisión.”8 Con lo que las concesiones entonces vigentes pudieron prorrogarse 10 años más. No obstante, el 17 de diciembre de 1969 el presidente Gustavo Díaz Ordaz decreta reformas en el primer párrafo del artículo 17 y el artículo 19 de la Ley Federal de Radio y Televisión. En el primero indica que únicamente aceptarán solicitudes de concesiones cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de a conocer que las hay; mientras que en el artículo 19 señalaba que la misma Secretaría analizaría cada solicitud y la daría a conocer públicamente, con el fin de asegurarse que nadie resultará afectado por las instalaciones, de no haber reclamo alguno, se avalaría el otorgamiento. Finalmente, Díaz Ordaz concluyó su sexenio con la creación de la Red Federal de Estaciones Oficiales de Televisión, como respuesta al acelerado crecimiento de las señales televisivas. 8 Diario Oficial, 1º de julio, 1969, en Fátima Fernández Christlieb, Los medio de difusión masiva en México, México, Juan Pablos Editor, 1982, p. 169. 15 Al sucesor presidencial, Luis Echeverría Álvarez, la tarea le resultaría difícil después de los acontecimientos sociales del periodo presidencial anterior, por lo que buscó estructurar un verdadero proyecto que aprovechara el potencial televisivo para favorecer la imagen del Estado. Una de las medidas para alcanzar su objetivo, fue la creación en 1972 de la Televisión Cultural de México, quien tendría a su cargo la difusión de los programas producidos por el gobierno, algunos de la televisión comercial y otros más de los canales 11 y 13, ello en los tiempos que la ley confería. En ese mismo año, tanto el presidente Echevería como las autoridades involucradas en el manejo de la radio y la televisión iniciarán una lucha crítica en contra del funcionamiento de los medios electrónicos, e incluso anunciarían la creación de una nueva ley en la que se incluirían cambios sustanciales al régimen de concesiones. Como respuesta a la postura gubernamental, las dos empresas que contaban con las concesiones, Telesistema Mexicano y Televisión Independiente de México, se fusionaron para crear la sociedad anónima: Televisa. Mientras tanto, la pretendida ley no prosperó y el 4 de abril de 1973 se da a conocer un reglamento que no alteraba las bases de la Ley de 1960. Pese a ello, Echeverría insistiría sobre los contenidos negativos de la televisión y la importancia de los instrumentos legales de vigilancia gubernamental durante todo su mandato. Para 1976 un nuevo periodo presidencial iniciaría, ésta vez la política de José López Portillo llegaba a instaurarse, con todo y el correspondiente cambio de gabinete y la reestructuración del uso de la televisión pública, por lo 16 que la continuidad de los proyectos se venía abajo y nuevos organismos eran creados. En 1977 como parte de la reforma administrativa se instituyo la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), entre cuyas funciones estaba la administración de las estaciones y la producción de los programas estatales. Una prioridad de este organismo fue el canal 13, a quien el Estado había apostado para convertirse en su principal señal, y que para entonces no lograba posicionarse en el gusto del público debido a los constantes vaivenes de su línea programática y la precariedad de su producción. El RTC no duraría mucho en todas sus funciones, a la llegada de Miguel de la Madrid a la presidencia del país, al recién conformado Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión), le asignan la administración y los recursos normativos, mientras que RTC se preservaría como la entidad normativa. Para 1985 Imevisión comenzó a operar con los canales 7 y 13, y aunque tuvo una recuperación importante en el sector administrativo y avances frente a las audiencias, para el gobierno de Carlos Salinas de Gortari la rentabilidad de la televisión del Estado fue cuestionada, y debido a la política de descentralización y venta de paraestatales, para 1993 convoca a una licitación por la concesión de los canales 7 y 13, que son otorgados a Ricardo Salinas Pliego, quien con ambas señales dio origen al grupo Televisión Azteca. Así, el duopolio televisivo mexicano estaba conformado (Televisa y Televisión Azteca); el Estado únicamente se “responsabilizaba” de conservar el canal 22, y de subsidiar al Canal 11, con lo que las posibilidades de un uso justo del medio televisivo se veían gravemente reducidas, y se imposibilitaba el 17 cabal cumplimiento de la Ley Federal de Radio y Televisión ante un panorama determinado por las leyes del mercado. 1.1.2 DEL DICHO AL HECHO: ¿LEY FEDERAL DE RADIO Y TELEVISIÓN? Cuando en 1960 fue promulgada la Ley Federal de Radio Y Televisión, en la que se estipuló en su artículo 5º que “La radio y la televisión, tienen la función social de contribuir al fortalecimiento de la integración nacional y el mejoramiento de las formas de convivencia humana (…) al Procurarar: I.- Afirmar el respeto a los principios de la moral social, la dignidad humana y los vínculos familiares; II.- Evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo armónico de la niñez y la juventud; III.- Contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo y a conservar las características nacionales, las costumbres del país y sus tradiciones (…); IV.- Fortalecer las convicciones democráticas, la unidad nacional y la amistad y cooperación internacionales”9; el futuro de los contenidos transmitidos por los medios parecía alentador. Sin embargo, a casi cinco décadas de su promulgación presenta muchas estipulaciones que en términos reales son letra muerta, sobre todo en lo que respecta al fomento de la cultura, cuyos contenidos tienen poca presencia en el medio y poca competencia en televisión abierta al estar acaparados, en gran medida, por las dos empresas mencionadas, quienes han dictado la línea de la televisión mexicana, “(…) la mayoría tiene en la pantalla casera una fuente de entretenimiento e información. Sin embargo, estos medios son manejados por una minoría que proyecta a través de ellos su estrecha visión de la realidad”10, o que se apega únicamente a sus intereses comerciales; dejando un saldo de 9 Raúl Cremoux, La legislación mexicana de radio y televisión, México, UAM Unidad Xochimilco, 1982, pp.19-20. 10 Florance Toussaint Alcázar, "Prólogo”, en Toussaint Alcánzar Florence, op. cit., p. 9. 18 contenidos basura, programas comerciales, programas informativos sumamente tendenciosos a favorecer al grupo en el poder político; que son los que en su mayoría invaden los hogares a través de la televisión. Además del incumplimiento respecto a los contenidos que deben difundirse a través la televisión, llama la atención que el tiempo oficial de transmisión en los distintos canales, tanto comerciales como subsidiados, que la Ley otorga al Estado no sean cabalmente aprovechados, pues según el artículo 59 de la citada legislación: “Las estaciones de radio y televisión deberán efectuar transmisiones gratuitas diarias, con duración hasta de 30 minutos continuos o discontinuos, dedicados a difundir temas educativos, culturales y de orientación social. El Ejecutivo Federal señalará la dependencia que deba proporcionar el material para el uso de dicho tiempo y las emisiones serán coordinadaspor el Consejo Nacional de Radio y Televisión.”11 Aunado a ello en 1968 el gobierno en turno estaba no sólo interesado en el tiempo ya ganado, sino que promovió la Ley que Establece, Reforma y Adiciona las Disposiciones a Diversos Impuestos12, aplicados sobre el pago de los servicios de las empresas que tengan concesiones sobre bienes del dominio directo de la nación; tal era el caso de la Radio y la Televisión, a quienes se les imponían un impuesto del 25 por ciento del monto total de los pagos en efectivo, monto que los concesionarios apelaron y mediante un acuerdo presidencial, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1º de Julio de 1969, redujeron hasta un 12.5 por ciento cubierto con tiempo de programación. 11 Raúl Cremoux, op. cit., p. 57. 12 Congreso de la Unión, “Ley que Establece, Reforma y Adiciona las Disposiciones a Diversos Impuestos”, Diario Oficial de la Federación, México, 13 de diciembre, 1968, Dirección URL: http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/Combo/L-220.pdf, [consulta: octubre de 2009]. http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/114.pdf http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/Combo/L-220.pdf 19 Con lo que el Estado logró obtener mayor tiempo oficial en los medios, ya que al sumar los treinta minutos conferido por el artículo 59 de la Ley Federal de Radio y Televisión, más el tiempo fiscal del 12.5 por ciento, resulta que en las emisoras tanto de radio como de televisión, el Estado puede disponer diariamente de dos horas, dos horas treinta y cinco minutos, y tres horas treinta minutos, para las frecuencias de transmisiones diarias de doce, dieciocho y veinticuatro horas respectivamente. Sin embargo, esas disposiciones tampoco son aplicadas, no sólo porque los distintos gobiernos se han desentendido de la producción de programas de carácter público que puedan ser difundidos en tiempos oficiales; sino porque en el caso concreto del tiempo fiscal, éste se estipuló con bastantes limitaciones, entre ellas que no es acumulable ni diferible; se supone cubierto, por el sólo hecho de haberlo puesto a disposición del Estado, aunque éste no lo haya utilizado; de igual forma se prohíben emisiones “que constituyan competencia a las actividades inherentes a la radiodifusión comercial(…) Los tiempos oficiales serán distribuidos proporcional y equitativamente dentro del horario total de transmisiones”13, por lo que el Estado debe notificar con anticipación el uso de los tiempos. Como resultado lo que tenemos en la legislación es la garantía de valioso tiempo oficial dentro de los medios de mayor alcance, pero en la práctica lo que ocurre es que éstos tiempos son programados en los horarios más desfavorables, en los que los pocos programas que el Estado se ocupa en producir son vistos por reducidas audiencias. Como consecuencia los mensajes emitidos por el Estado tienen poco impacto en el público televidente. 13 Diario Oficial, 1o de julio, 1969, en García Calderón Carola, “El Estado y la televisión, volver a empezar”, en Florance Toussaint Alcázar (coord.), op. cit., p. 142. 20 Lo anterior es el resultado, en primera instancia, de la complicidad gubernamental que se ha visto beneficiada en convertir a la televisión abierta en México en una televisión del Estado, haciendo del medio el vehículo de sus discursos oficiales, a cambio del otorgamiento de concesiones y del uso libertino de los medios; con lo que deja al descubierto la carencia de políticas sociales incluyentes, sometidas por los requerimientos del mercado y el control e influencia del grupo político en el gobierno. Actualmente lo que predomina en la televisión mexicana es una cultura del espectáculo, “(…) Esta postura está generando la pérdida de los valores nacionales y la rectoría del Estado en materia, pero los problemas siguen ahí.14” Y ahí seguirán mientras que las autoridades correspondientes no asuman su responsabilidad de garantizar una televisión no del Estado, sino de Estado, entendiendo a ésta como aquélla que da espacios a los distintos grupos sociales, considerando sus particularidades y sus necesidades. Sin embargo, para que ello fuera posible, el primer paso sería dar una prueba de verdadero compromiso con el cambio: la modificación concienzuda de la Ley Federal de Radio y Televisión, cuyas contradicciones amparan el proceder de los monopolios televisivos, pues mientras en el artículo 63 se lee: “Quedan prohibidas todas las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen; se prohíbe, también, todo aquello que sea denigrante u ofensivo para el culto cívico de los héroes y para las creencias religiosas, o discriminatorio de las razas; queda asimismo 14 Florance Toussaint Alcázar, “Prólogo”, en Toussaint Alcánzar Florence, op. cit., p. 12. 21 prohibido el empleo de recursos de baja comicidad y sonidos ofensivos”15. En el 58º señala: “El derecho de información, de expresión y de recepción, mediante la radio y la televisión, es libre y consecuentemente no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa ni de limitación alguna ni censura previa, y se ejercerá en los términos de la Constitución y de las leyes.“16 Por lo que bajo el resguardo del “libre derecho de información” los emisores transmiten a su conveniencia los contenidos que dictaminan sus interés particulares, nulificando los igualmente válidos derechos de los receptores a estar bien informados y a gozar de un servicio público, pues los contenidos salvables de lo que al día de hoy se produce para la televisión quedan restringidos en su mayoría a la televisión de paga, por lo que en esa medida se pueden considerar como excluyentes y elitistas; no porque las tarifas sean excesivas, ni porque los concesionarios de dicho servicio no tengan el legítimo derecho de cobrar, sino porque la mayoría de los públicos televidentes no pueden o no quieren acceder a él, posición válida si se considera no sólo la economía de la mayoría de las familias en México17, sino más importante aún, que se tiene el derecho de gozar de una televisión abierta de calidad. 15 Raúl Cremoux, op. cit., p. 59. 16 Ibid., p. 54. 17 Carlos Fernández, “México SA”, periódico La Jornada, año 23, núm. 8102, México, martes 13 de marzo, 2007: “La más reciente estadística oficial (INEGI, febrero de 2007) revela que al cierre del año pasado 42 millones 846 mil 141 mexicanos estaban empleados, de ellos casi 5.6 millones obtenían hasta un salario mínimo (50 pesos y menos por día) y poco más de 8.7 millones entre uno y dos (de 50 a 100 pesos). Además 50 de cada 100 mexicanos en edad y condiciones de laborar sobrevivían entre el desempleo abierto, la subocupación y la informalidad. Para el registro de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) 13.05 por ciento de los trabajadores obtiene hasta un salario mínimo; 20.35 por ciento más de uno y hasta dos; 21.75 por ciento de dos a tres; 18.04 por ciento de tres a cinco; 11.95 más de cinco; 8.96 no recibe ingresos, y 5.9 no especificó el monto obtenido. En resumidas cuentas, 73.19 por ciento de la población ocupada gana (en el mejor de los casos) menos de 250 pesos diarios, independientemente de que casi 63 por ciento de ellos no tiene acceso a las instituciones de salud y la mayoría carece de contrato”, Dirección URL : http://www.jornada.unam.mx/2007/03/13/index.php?section=opinion&article=026o1eco, [consulta: octubre de 2009]. http://www.jornada.unam.mx/2007/03/13/index.php?section=opinion&article=026o1eco22 La televisión abierta en la actualidad sigue atrayendo a la mayoría de las audiencias, según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los hogares (INEGI, 2006) del 100 por ciento de la población 93 por ciento tenía acceso a la televisión abierta, mientras que sólo el 20.8 por ciento contaba con servicio de televisión de paga.18 Pese a la enorme diferencia de alcance ambas deberían confluir en un compromiso con las audiencias; compromiso que intenta sostener, de forma un tanto fallida, la televisión de subsidio público, que por estar financiada directamente con el erario es reconocida, erróneamente, como la única que tendría la obligación de transmitir contenidos educativos y culturales adecuados a los distintos públicos. Vista desde cualquier perspectiva la televisión nacional no representa una buena oferta para el público, pese a que “(…) bajo cualquiera de las dos formas de funcionamiento tradicional de los medios, el mercantil o el de subsidio público, finalmente su funcionamiento lo pagan los receptores. El publicitario porque el monto invertido en este rubro lo cargan las empresas como costo de producción al precio último de los productos que pagan los consumidores. El subsidio gubernamental porque proviene del erario, de los impuestos que aportan los ciudadanos.”19 El importante papel de los receptores, que son quienes han dotado de valor a los medios de comunicación al consumir lo que en ellos se emite, es poco valorado no sólo por las empresas lucrativas y las instancias gubernamentales 18 INEGI, Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los hogares, México, 2006, Dirección URL: www.inegi.gob.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2007/internet07.pdf, [consulta: octubre de 2009]. 19 Florance Toussaint Alcázar, “Prólogo”, en Florance Toussaint Alcánzar, op. cit., p. 11. http://www.inegi.gob.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2007/internet07.pdf 23 que poseen las concesiones de ellos; sino la ley misma cuya mayor contradicción no está en la ambigüedad de los criterios con los que rige los contenidos, sino en no considerar a la sociedad civil al excluirlos de la participación en la elecciones de las concesiones, y más aún de negarles la posibilidad del otorgamiento de ellas. Como resultado a casi medio siglo de la promulgación de la Ley Federal de Radio y Televisión, de otros varios reglamentos y acuerdos en la materia, lapso en el que mucho se pudo haber aprendido y en el que se pudieron gestar buenas experiencias en la televisión pública nacional, lo que en realidad se tiene, como desde sus orígenes, es un sistema otorgado al ramo comercial y gubernamental, que gozan de libre albedrío para manejar el medio en abierta oposición a lo que, aún en su ambigüedad, dictamina dicha ley, que en esencia es: una televisión de servicio público. 1.2 LA TELEVISIÓN COMO SERVICIO PÚBLICO Desde sus orígenes la televisión en México estuvo estrechamente vinculada al Estado, quien fue el primero en impulsar su desarrollo, y que más adelante, una vez acrecentada su aceptación entre el público y acorde con las lógicas del mercado, la entregó a los concesionarios, salvaguardando uno que otro canal bajo su proteccionismo, que más que potenciarlos los subordinó a los presupuestos asignados de acuerdo a los intereses políticos en turno y a las estructuras burocráticas. 24 Las televisiones permisionadas se colocaron pronto en franca desventaja frente a las concesionadas pues se caracterizaron por “ser lentas en las transformaciones, monolíticas en su propuesta de programación, y despreocupadas casi por completo de cualquier posibilidad de competencia.”20 Una marcada división entre lo comercial, que se le adjudicó a las televisoras concesionadas, y lo público, a lo que se creía obligado exclusivamente al Estado, fracturó y limitó la correcta utilización de la televisión en México, sobre todo en lo que a los canales de televisión abierta se refiere, que devino en un detrimento y polarización homogénea de la programación. Desde entonces el concepto de público ha sufrido grandes tergiversaciones en la práctica, y lo que ahora vemos en las pantallas es lo opuesto, una televisión que NO es de servicio público, al presentar las siguientes características: - Da prioridad a los interés de los grupos políticos del Gobierno, quienes influyen sobre la información que transmiten los distintos canales; incluso orientando las opiniones que emiten los “profesionales” del medio. “Esos Gobiernos han identificado lo público con el servicio a su privado interés político. Las televisiones públicas han sido utilizadas por esos mismos Gobiernos como instrumentos al servicio de intereses espurios y esto ha implicado también un intento por congelar la reflexión que desde décadas 20 Germán Rey Beltrán, “El escenario móvil de la televisión pública. Algunos elementos de contexto”, en Omar Rincón (compilador), Televisión pública: del consumidor al ciudadano, 1ª ed., Buenos Aires, La Crujía, 2005, p. 76. 25 atrás se inició en relación al servicio público y a las inmensas posibilidades de la programación televisiva.”21 - El medio está monopolizado por un grupo empresarial quienes lo manejan atendiendo únicamente a intereses comerciales. - “No se atiende al objetivo de servicio público cuando se da prioridad absoluta al interés por conseguir audiencia en detrimento de otras obligaciones de programación”22 - Los programas realizados por los Estados son proyectados en los peores horarios y sin considerar a las audiencias. - Los programas de interés educativo compiten en las distintas televisoras el mismo día de emisión y horarios. - “No se tiene en cuenta el ámbito de cobertura de la cadena y se programa con criterios excluyentes de rentabilidad comercial. - Se encubren como si fueran de servicio público contenidos y formatos propios de la programación convencional.”23 Además que se emplean arbitrariamente los conceptos de educativo y cultural, conceptos propios de la televisión pública, para incluir a producciones sin destinatarios definidos. - Se asignan pocos recursos a la programación identificada como de servicio público. Éste desarrollo es entendible a través de las políticas gubernamentales que se han implementado en México, y de las leyes del mercado, pero no lo es ante las leyes que protegen los vienes de la Nación, entre los que se 21 Agustín García Matilla, Una televisión para la educación, la utopía posible,1ª ed., España, Gedisa, 2003, p. 125. 22 Ibid., p. 120. 23 Ibid., p. 123. 26 encuentran los medios de comunicación. Las ambigüedades de la Ley Feral de Radio y Televisión no son lo suficientemente grandes como para no dejar ver que en ella hay un intento, más o menos acertado, por definir que estos medios en nuestro país son de carácter público, y que al ser el Estado, integrado por sus actores sociales, el dueño de ellos, es a quien deben servirle.24 Es cierto que las concesiones hechas a particulares son para explotar comercialmente al medio, pero por comercial se considera aquéllos que pueden incluir en el tiempo de programación anuncios publicitarios con lo que obtienen ganancias económicas y financiamiento; mientras que las televisoras subsidiadas no pueden conseguir otros recursos que los asignados del erario público. La legislación es clara al no hacer ninguna diferencia respecto a los lineamientos de programación25, encaminados al servicio de la sociedad, por lo que el amplio espectro de los canales que conformana la televisión en México, es por derecho y obligación de carácter público. Entendiendo por televisión pública aquélla que difunda y fomente el debate de información de calidad, plural y veraz, incluida aquélla socialmente relevante (aún cuando corresponda a opiniones disidentes u opositoras), acorde con las expectativas y necesidades de las audiencias al emitir datos que ayuden al televidente en su actuar cotidiano y creen mensajes respetuosos a la inteligencia de las audiencias. 24 El Artículo 4º de la Ley Federal de Radio y Televisión dictamina: “La radio y la televisión constituyen una actividad de interés público, por lo tanto el Estado deberá protegerla y vigilarla para el debido cumplimiento de su función social.” 25 De hecho insiste sobre ello al señalar en el artículo 17-A “Para determinar la ubicación de las estaciones de radiodifusión y las demás características de las frecuencias que serán licitadas, la Secretaría considerará: I. Los fines de la radio y televisión previstos por el artículo 5 de la presente ley (…)” 27 Ello a través del desarrollo de modelos de televisión útil que busquen la innovación y experimentación, al explotar los distintos géneros televisivos, el tratamiento de los contenidos y los avances tecnológicos, que garantizaría a su vez que al crecer el número de ofertas diferentes, por la natural competencia, sólo las mejores permanecerán en las barras programáticas. “La calidad de la información es un derecho de los ciudadanos y las ciudadanas y un deber de los medios: el pluralismo no es una graciosa concesión de los medios, sino una obligación social que además aumenta su confianza y afianza su credibilidad; la rectificación es fundamental en la conversación social entre medios y ciudadanos, entre administración privada de un bien público como la información y las responsabilidades públicas que derivan de ésta concesión de la sociedad.”26 Desde siempre la información ha sido la materia prima de los medios, pero el tratamiento que de ella se haga y la medida en que satisfaga las necesidades e intereses de las distintas audiencias, acordes a su contexto social y cultural, incluidas las minorías, es lo que determinará su carácter público. “(…) No es posible asegurar que una televisión pública se defina a priori por los asuntos que trata, sino por la manera en que éstos llegan a ser producto televisivos y se convierten en vehículos de expresión colectiva o en servicio del cual se benefician amplios núcleos de la población.”27 Lo anterior adquiere particular importancia en la televisión abierta, ya que en México es la que mayor alcance tiene, y la que debe tener un mayor compromiso de garantizar contenidos gratuitos de calidad. 26 Germán Rey Beltrán, “El escenario móvil de la televisión pública. Algunos elementos de contexto”, en Rincón Omar (compilador), op. cit., p. 83. 27 Florance Toussaint Alcázar, “Prólogo”, en Florance Toussaint Alcánzar, op. cit., p. 13. 28 Ahora bien, las características citadas que definen el concepto de televisión pública y la calidad con que deben ser presentadas son demandadas a cualquier programa, incluso a aquéllos que cumplen con el único y válido cometido de entretener. Desafortunadamente la televisión comercial ha encaminado sus esfuerzos de producción únicamente a éste objetivo, y la televisión de Estado, a abarcar el resto de las misiones de la televisión pública; por lo que las ofertas de cada canal son casi opuestas; y existiendo una mayoría de canales comerciales, el interés de las audiencias que más posibilidad tiene de ser satisfecho es el entretenimiento. Lo cual puede justificarse pues la ley no exige un equilibrio programático; aunque bien es cierto que el Estado podría implementar nuevos reglamentos o bien utilizar adecuadamente los tiempos oficiales para ofertar mayores propuestas a los distintos públicos; además la Secretaria de Gobernación debería regular adecuadamente los contenidos ya existentes, pues aunque podemos defender como un lícito derecho el esparcimiento, lo que es altamente criticable es la forma en que son presentados los programas dedicados a éste fin, en los que predomina una deformación del lenguaje, conductas rebeldes u ofensivas, manejos de estereotipos sociales, raciales y morales nada acordes con la realidad actual, críticas pobres, conductores con poca preparación académica, personajes poco profesionales en géneros como las telenovelas, las revistas, los programas de espectáculos, de concursos y los reality shows, que abarcan un importante tiempo de la barra programática de los dos canales de mayor audiencia en la televisión abierta: Canal 2, de Televisa; y Azteca 13, de TvAzteca. 29 Por ahora la línea de los programas de la televisión comercial está dada, desde luego hay sus onerosas excepciones que, aunque exclusivamente dedicadas al entretenimiento, significan una buena oferta. Sin embargo, aún son necesarias una vigilancia real de las autoridades correspondientes y la modificación y aplicación de la legislación, con el fin de ofrecer una verdadera televisión pública, aún los canales concesionados; pues si bien es cierto que son industrias poderosas y competitivas que gozan de una producción suficiente para llenar sus tiempos de programación, además de poder estar a la vanguardia tecnológica, también lo es que este crecimiento ha sido posible “restando pluralismo, concentrando propiedad y sosteniendo beneficios concedidos por el Estado, a veces con derivaciones muy preocupantes sobre la propia democracia.”28 No obstante, en el intento de una televisión que sirva a la sociedad no sólo ha errado la televisión comercial, también la televisión permisionada, que acorde con la legislación actual y la cierta vigilancia que el gobierno ejerce sobre ella, mucho más aguda que sobre la comercial, podría significar una posibilidad de potenciarla hacia un verdadero servicio público. Ya se ha hablado de la poca respuesta que los contenidos identificados como públicos han tenido en las audiencias, esa es la primera situación que urge resarcir pues no son sólo los temas los que hacen a la televisión pública, sino el impacto que ellos tengan sobre las audiencias; y si los programas son incapaces de atraer al público significan un fracaso en la medida en que la información no trasciende al seno de los receptores, no es reinterpretada, ni compartida y no genera discusión. 28 Germán Rey Beltrán, op. cit., en Omar Rincón (compilador), op. cit., p. 74. 30 Además, al ser la televisión un medio de alcance masivo, lo que busca justamente es llegar al mayor número de receptores posibles. Son varias las razones que explican que éste objetivo no se haya alcanzado, el primero de ellos es la homogenización de temas y de géneros, que por lo general tienden a inclinarse hacia las bellas artes o lo que puede considerarse como alta cultura o bien hacia lo académico. Por si fuera poco el lenguaje audiovisual ya no es acorde con los tiempos actuales pues la capacidad del público de leer las imágenes ha cambiado, mientras que las formas de presentar la información siguen siendo las ya probadas y superadas. Pareciera que se teme a la innovación, que hay un casamiento académico con ciertos géneros, aún cuando el potencial de la televisión demanda justo lo contrario, pues es una herramienta rica que puede ofrecer versatilidad en manos de profesionistas audaces. Desde luego las limitantes técnicas han significado otro obstáculo a superar y es que mucho del equipo con el que se trabaja en los canales permisionados es obsoleto desde hace décadas y no ha podido ser renovado porque losrecursos con los que son abastecidos los canales son insuficientes para llevarlo a cabo. La falta de presupuesto no sólo se refleja en la imposibilidad de adquirir nueva tecnología, también en la de aumentar la plantilla de profesionales al servicio de los canales de Estado, de generar contenidos e incursionar en géneros que requieren mayores inversiones, de lograra la permanencia y continuidad de los programas, de ampliar su espectro de alcance, etcétera. Esas y muchas más razones ponen en evidencia el detrimento que la dependencia hacia el Estado ha creado en la televisión pública, haciendo 31 urgente la necesidad de dotar de autonomía a éste medio, para que no sólo el Estado sino también órganos plurales participen en los procesos implicados en su administración. Dentro de las reestructuraciones habría que considerar permitir el ingreso de otro tipo de financiamientos, pues la estabilidad a largo plazo de la televisión pública sólo puede lograrse con un desempeño económico favorable. La admisión de cierto tipo de publicidad podría significar un ingreso deseable que asegure esa estabilidad, sin que esto implique el detrimento de los compromisos de programación que tiene la televisión pública, primero, al vigilar que no cualquier producto tiene cabida en éstos espacios, tampoco cualquier tipo de publicidad, pues ésta deberá considerarse de calidad; segundo, al crear programas atractivos para los patrocinios, pero sin descuidar aquéllos que atienden las necesidades de públicos minoritarios. Es decir, al hacer sustentables a unos cuantos podrán impulsarse aquellos que no resulten interesantes para las marcas, pero sí para audiencias particulares. “La tarea de la administración será hacer compatible el financiamiento del „todo‟ con la realización de aquellas „partes‟ deficitarias que contribuyen al mejor cumplimiento de su misión.”29 El impulso al medio debe ser integral, sólo así podrá llegar a ser verdaderamente una televisión pública, dotada de autonomía y calidad en sus procesos administrativos, sus dispositivos de asignación, sus sistemas de valuación y su programación, en la que deben confluir lo local, regional, nacional e internacional, transmitido a través de producciones acordes con las tendencias estéticas e industriales de la televisión, sin renunciar a la 29 Diego Portales Cifuentes, “Televisión pública en América Latina: crisis y oportunidades”, en Omar Rincón (compilador), op. cit., p. 111. 32 experimentación; y que sobre todo se incline a la oferta de información útil a la ciudanía al representar su diversidad, la multiplicidad de temas que les incumben y diferentes opiniones que fomenten el debate y la identificación entre el público. Por tanto “la televisión pública trabaja primero en lo televisivo (lo expresivo como estrategia), segundo en lo narrativo (lo experimental como experiencia estética), tercero en lo público (lo ciudadano como proyecto), y cuarto, en la reflexión sobre las temáticas (lo que significa para las audiencias en términos de identidad).”30 Hace falta mucho por construir la televisión pública mexicana, legislaciones por modificar, estructuras por cambiar, metas por replantear, pero el propósito educativo de la televisión debe seguir vigente. 1.3 UN GÉNERO OLVIDADO: LA TELEVISIÓN EDUCATIVA Hablar de televisión genera muchas dificultades, y no porque a medio siglo de su llegada siga siendo un misterio para las audiencias, por el contrario bien la han recibido y dejado permanecer en sus hogares para llevarles día a día una lluvia de información; sino porque cuando se analiza el uso que de éste medio se hace y los objetivos establecidos según las normas que la regulan, la realidad se enfrenta no sólo con grandes contradicciones, sino además con grandes retos, como plantear la dirección que debe seguirse al ser un servicio 30 Omar Rincón, “Hacia una televisión pública experimental y gozosa”, en Omar Rincón (coordinador), op. cit., p. 276. 33 público, y los requerimientos que por ende debe cubrir, entre los que destaca, quizás por ser uno de los más desatendidos, su compromiso con la educación. Los términos televisión y educación aunque desde un principio pretendieron ser vinculados, en la práctica nacional poco éxito han alcanzado, no sólo porque en general se ha apostado insuficientemente a ella, sino porque cuando lo han hecho los resultados no siempre han logrado colocarse en el gusto del público, lo que explica que al día de hoy se tenga poca oferta de ese tipo de producciones en la televisión abierta. Al igual que la mayoría de los contenidos que pueden considerarse de servicio público, la televisión educativa carece de presupuesto, impulso en la televisión comercial, propuestas novedosas, etcétera. Sin embargo, además de esos obstáculos debe afrontar el concepto que de ella se tiene, pues tradicionalmente la educación ha sido ligada a las aulas y la enseñanza formal, y la idea de que la televisión pueda servir para educar despierta la desconfianza de muchos. A lo largo de su historia los detractores del medio la han considerado no sólo una caja tonta sino que incluso hay quienes han recomendado apagarla; postura radical que ignora las potencialidades de un medio que combina lenguajes audiovisuales y que al día de hoy goza de la mayor penetración entre el público, por los que el error no es ver la televisión, sino no ver aquello que merece la pena ser visto, y los contenidos educativos lo merecen. “No es cierto en ningún caso que exista, como un hecho de la naturaleza, una imposibilidad material por parte del medio televisivo de formar o educar. Lo que sucede realmente es que para que exista una función educativa y cultural de la 34 televisión es necesario que tras ella haya una voluntad específica de hacerlo y que se den algunas condiciones socioculturales, políticas y legales precisas.”31 Pese a la reticencia de algunos, la aplicación de la televisión en la educación tiene ya larga historia en nuestro país, primero en la producción de programas que servían de soporte a la educación formal, al ser utilizados como una herramienta más en el aula de clases o fuera de ella, pero en el mismo formato de instrucción; y más adelante con la implementación de las tele escuelas, que permitieron ampliar el servicio educativo a comunidades que carecían de él. Ésta es la vertiente en la que más se ha entendido a la televisión educativa, es decir, como un soporte escolar que debe aplicarse dentro del contexto académico. Y aunque efectivamente ello le compete, no es lo único, pues además de la educación formal que se recibe en las escuelas y que tiene por objetivo desarrollar las capacidades intelectuales y morales del individuo; también existe la educación informal que se recibe a través de otras instituciones. De acuerdo con el Manifiesto a favor de la televisión educativa de la Asociación de las Televisoras Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI) firmada en el año 2000 y reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y al que México se encuentra adscrito, las funciones de la televisión educativa-cultural son las siguientes: 31 José Manuel Pérez Tornero, Alternativas a la televisión actual, Barcelona, Gedisa, 2007, p. 35. 35 1. “Contribuir a la formación de una ciudadanía democrática basada en los derechos del hombre. 2. Favorecer el encuentro y el descubrimiento mutuo de personas y culturas, promoviendo la relación pacífica entre pueblos, naciones y Estados, contribuyendo a la educación por la paz y la cohesión social, y procurando disminuirlas hostilidades y las desigualdades. 3. Desarrollar una pedagogía que estimule a participar en la vida cívica y política. 4. Promover la riqueza y la diversidad de las culturas y de las creencias en sus diferentes expresiones, modos de vida, costumbres, lenguajes, patrimonio cultural, etc. 5. Favorecer una educación para todos mejorando la difusión del conocimiento, contribuyendo al progreso del individuo y de la colectividad y creando el contexto adecuado para los valores educativos. 6. Promover la formación, facilitando la integración de las personas en el mundo del trabajo y de la vida social, así como asegurando la actualización de los conocimientos. 7. Difundir y estimular la ciencia, haciendo accesibles a todos el conocimiento y los avances científicos, y promoviendo, ante el progreso tecnológico, una toma de conciencia atenta, constructiva y crítica. 8. Promover el arte y su conocimiento estimulando la creatividad y la imaginación y colaborando con las personas, las colectividades, las organizaciones y las instituciones del mundo artístico y cultural.”32 32 Ibid., p. 38. 36 Siendo así, la televisión educativa no debe entenderse únicamente como la televisión escolar, sino que debe ampliarse ese concepto y considerar que “la educación implica favorecer el desarrollo integral de la persona partiendo de sus propias necesidades, apoyando su crecimiento físico y psíquico, permitiendo el ejercicio de todo un potencial de habilidades valiosas, sirviendo a una sociabilización que haga al individuo consciente de su papel en el mundo y de la necesidad de relacionarse con los demás desde la solidaridad, el respeto y la tolerancia.”33 La televisión de carácter educativo no solamente debe difundir conocimientos escolares, artísticos y científicos; sino que además debe transmitir aquéllos que formen al individuo en los diversos roles que juega dentro de su colectividad, y los valores propios que le permitan desenvolverse e integrarse adecuadamente como un actor social; con lo que se potencia verdaderamente el desarrollo integral al que se refiere el proceso educativo global. Esto es: que la televisión educativa debe fomentar y promover la formación de niños, jóvenes y adultos, sin distinción de raza o género, para su integración social y laboral; atendiendo a sus necesidades personales y sus derechos. Ello mediante la difusión de conocimientos y valores educativos y culturales. Entendida así la educación, la televisión bien puede servir a sus objetivos; sin embargo no lo hace por si sola, sino que refuerza lo aprendido a través de otras instituciones, pues sólo en el seno de ellas es donde el individuo tiene oportunidad de reinterpretar y compartir la información que ha obtenido a través de la pantalla.”El proceso comunicativo es una reapropiación de los 33 Agustín García Mantilla, op. cit., p. 65. 37 significados que se transmiten audiovisualmente y que se insertan, a su vez, en el amplio contexto de la cultura y la sociedad.”34 Queda claro que la televisión puede educar, pero para ello también es necesario educar a los televidentes, “(…) dotada de un mayor valor educativo la comunicación engendra un „medio educativo‟ y pasa a ser ella misma un tema de educación (…).35” Por lo que lograr la adecuada utilización del medio implica, por un lado, implementar las medidas jurídicas y sociales necesarias que propicien la producción y difusión de contenidos de carácter educativo; y, por el otro, fomentar el empleo inteligente de la televisión entre las audiencias, “(…) formar espectadores conscientes, críticos y activos, capaces de programar su propio consumo y de realizar un uso eficiente de la televisión.”36 Aunque los contenidos televisivos sean definidos por las minorías que poseen las concesiones sobre los medios, o por las autoridades en turno; la oferta actual bien podría modificarse con la presencia activa de una audiencia crítica, que sea capaz de consumir aquéllas producciones de calidad que verdaderamente satisfagan sus exigencias y necesidades. El objetivo de educar a través de la televisión no se limita únicamente a ofertar contenidos; sino que engloba un proyecto más ambicioso en el que el resto de las instituciones sociales (escuela, familia, etc.) formen a los televidentes en un consumo exigente y participativo, en el que sean capaces de reapropiarse de los contenidos para su vida. El camino por andar respecto a la televisión educativa aún es largo en todos los ámbitos, pero probablemente enseñar a las personas a encender y permanecer 34 Carmen Marta Lazo, La televisión en la mirada de los niños, Madrid, Fragua, 2005, p. 25. 35 Agustín García Mantilla, op. cit., p. 109. 36 José Manuel Pérez Tornero, El desafío…, p. 27. 38 frente al aparato televisivo sólo cuando los programas lo ameriten, resulta uno de los mayores desafíos, por lo que invertir esfuerzos en formar a las audiencias en el uso responsable de la televisión merece la pena, sólo así podrá empezarse a crear una verdadera red de televisión educativa para todos los públicos. 1.4 UN PÚBLICO OLVIDADO: LA TELEVISIÓN EDUCATIVA INFANTIL EN MÉXICO La posibilidad de fomentar la educación a través del medio televisivo es una realidad, como también lo es que pocas propuestas programáticas de ese tipo encontramos en la televisión abierta. Y aunque todos lo públicos se ven afectados, uno de los que más lo hace es el infantil, que paralelamente es uno de los principales consumidores de los contenidos emitidos por televisión, su recurrente compañera en los ratos de esparcimiento. Especial atención merecen los pequeños televidentes, no sólo por el tiempo que dedican a la pantalla, sino porque que se encuentran en pleno proceso formativo en todos los ámbitos de su vida, y la adecuada utilización de los medios no es la excepción. Acorde con su desarrollo cognitivo el niño va adquiriendo las capacidades necesarias para pasar de ser un mero espectador a un perceptor participante, definido éste último como aquél que interviene activamente en el proceso comunicativo al intercambiar y resignificar los mensajes en las distintas dimensiones de su vida; para lo cual debe ser bien guiado, no sin antes tener en consideración las posibilidades reales que tienen los infantes acorde con su edad. 39 En los primero estadios de su infancia el pequeño televidente no es sino un espectador, pues sólo efectúa un proceso de visualización sin implicarse en los contenidos. Más adelante es capaz de recibir los mensajes, pero no puede realizar juicios complejos sobre ellos, sólo elige o no ver determinados contenidos. A una edad más avanzada, y con cierto aprendizaje en el uso del medio, el niño es capaz de analizar la forma y el contenido de los programas, por lo que puede elegir aquéllos que considera valiosos. De igual forma, es perfectamente capaz de distinguir entre la realidad, la realidad televisiva y la ficción. El proceso evolutivo del niño como televidente, puede simplificarse así: “mira el medio televisivo (espectador) tras seleccionar lo que decide mirar y poder describir lo que está mirando (receptor)… interpreta la forma y el contenido de los mensajes, al poseer las habilidades necesarias (perceptor crítico)… y responde estableciendo comparaciones con lo que ya conoce, lo aplica a nuevas situaciones y, por tanto, actúa (perceptor participante).”37 El niño podrá desarrollarse con los años como un televidente educado, y aunque es en el seno familiar de donde recibirá la mayoría de su orientación, dado su perfil como público, el cuidado sobre los contenidos que consume a través de la pantalla tambiénson regulados por la propia Ley Federal de Radio y Televisión, la cual estipula en su artículo 59º: “La Programación 37 Carmen Marta Lazo, op. cit., p. 46. 40 General dirigida a la población infantil que transmitan las estaciones de Radio y Televisión deberá: I.- Propiciar el desarrollo armónico de la niñez. II.- Estimular la creatividad, la integración familiar y la solidaridad humana. III.- Procurar la comprensión de los valores nacionales y el conocimiento de la comunidad internacional. IV.- Promover el interés científico, artístico y social de los niños. V.- Proporcionar diversión y coadyuvar el proceso formativo en la infancia (…)”38 Lo decretado en la Ley tiene una clara tendencia hacia la televisión de servicio público, y más aún, hace especial énfasis en las obligaciones educativas y formativas; estipulaciones que no resultan fortuitas, sino adecuadas, si se considera que los contenidos dirigidos a los niños que se emiten a través del medio les enseñan muchos de los conocimientos y valores de su realidad social. “Este vehículo de creación de la realidad construida, y por tanto mediada, constituye junto con otras entidades de primer orden, como la familia y la escuela, un pilar básico en el desarrollo intelectual, conductual y emocional de nuestra población infantil. “39 Pese a ello, al día de hoy son pocos los canales de televisión abierta que cuentan con las características citadas. Los dos grandes emporios de televisión comercial (Televisa y Tv Azteca40) ofrecen cierto número de emisiones dirigidos a los infantes, el primero se abandera con la programación de canal 5 que de 38 Raúl Cremoux, op. cit., p. 57. 39 Carmen Marta Lazo, op. cit., p. 16. 40 Programación disponible en la dirección URL: http://www.televisa.com/ y http://www.tvazteca.com/, [consulta: noviembre de 2009]. http://www.tvazteca.com/, 41 lunes a viernes ofrece caricaturas y series infantiles, todas ellas importadas; además de las esporádicas producciones de Televisa niños. Y el segundo con Niños Siete y Disney Club que se transmiten únicamente los sábados en el horario matutino. Cierto es que algunos de los contenidos ofrecidos representan una buena oferta de entretenimiento, sobre todo los programas importados, pues las producciones nacionales son conceptualizados en la lógica de la cultura del espectáculo y el show; como también es cierto que el objetivo de los concesionarios del medio al incluir esas barras de programación infantil es atraer a las audiencias sólo para generar ganancias económicas a través de los patrocinios. Y aunque dicho objetivo es lícito; lamentablemente los intereses comerciales suelen contraponerse a los otros compromisos del servicio público, entre los que la educación y la calidad suelen ser de los más afectados; sobre todo en aquéllos contenidos dirigidos a las minorías, y el público infantil representa a una de ellas, que pocas opciones tiene en la televisión abierta mexicana. Por fortuna, las dos grandes televisoras no son las únicas que pueden ofertar programas para los niños, existen otras opciones: los canales permisionados, de de los que cabe destacar la labor realizada por el canal XEIPN ONCE TVMEXICO, que cuenta con una barra programática infantil Once Niños, transmitida de lunes a viernes de 12 a 17 horas, la cual es un espacio de participación en el que se promueven la atención de las necesidades del grupo, como la libertad de expresión, su derecho a estar informados y a contar con una oferta gratuita, plural y de calidad. 42 Para ello parten de una guía editorial claramente definida, y en la que se perfila una televisión pública dirigida a los niños: “1. De los contenidos de la programación para niños: Los mensajes que reciben los niños modelan su manera de pensar, de sentir y de actuar. Los contenidos pasan a formar parte de sus pensamientos y acciones, y se manifiestan con frecuencia en sus juegos, que son su principal forma de expresión. Por tanto, es fundamental ser cuidadosos en el fondo y la forma de los mensajes dirigidos a los niños. Por ello es necesario: 1. Presentar contenidos que fomenten su sano desarrollo físico y mental. 2. Evitar mostrar acciones o técnicas que los conduzcan a una imitación peligrosa. 3. Reflejar en los contenidos valores positivos que fortalezcan la autoestima, alienten la cooperación y muestren conductas de responsabilidad hacia ellos mismos y los demás. La postura de Once Niños es seleccionar los contenidos más adecuados para los niños de acuerdo con sus necesidades y desarrollo (…)” 41 La guía editorial especifica además lo concerniente al tratamiento de temas como: la violencia, el sexo, el humor, el lenguaje, la publicidad, los concursos y competencias, las condiciones laborales de los niños que participan en los programas, y todas aquéllas consideraciones que permiten hacer de Once Niños una verdadera oferta de televisión infantil. Ésta herramienta aunada a la creatividad y buenas decisiones de los directivos del canal ha permitido que Once Niños se consolide como la mejor 41 Once Niños, Guía Editorial de Once Niños, México, 2007, Dirección URL: http://www.oncemexico.tv/oncemexico/ninos/e_guia.htm, [consulta: noviembre de 2009]. http://www.oncemexico.tv/oncemexico/ninos/e_guia.htm 43 alternativa para los más infantiles televidentes quienes son respetados en su inteligencia y sensibilidad, por lo que participan activamente en las producciones como audiencia y posibles protagonistas. Otorgarle esa responsabilidad a la televisión no es un asunto casual, primero porque es un servicio público; y segundo, porque es un hecho irrefutable que es uno de los medios de comunicación masiva que mayor alcance tiene, y sigue posicionado como uno de los favoritos de las audiencias, así “para mantener nuestro grado de civilización y desarrollo y para ampliarlo, necesitamos que el medio de comunicación hegemónico en la actualidad participe de los valores propios de la civilización, cultive la inteligencia y apoye el enriquecimiento cultural”42. En México ese tipo de utilización del medio no ha tenido gran apoyo, pese a ello las buenas propuestas han subsistido, aún con bajos presupuestos, debido a la fuerte demanda de públicos ávidos de una programación plural e incluyente, con contenidos inteligentes y útiles, producidos con verdadero profesionalismo. Once Niños cuenta con esas características y si los infantes le han permitido posicionarse y ser reconocido a nivel internacional es porque la cultura y la educación son un producto que los pequeños están deseosos de consumir, pues saber, conocer y estar informado sí puede significar un placer, del que se podrá disfrutar en su justa medida cuando el Estado esté dispuesto a generar un espacio mediático democratizado con la inclusión de todos los públicos, para los que se creen programas de calidad. 42 José Manuel Pérez Tornero, El desafío…, p. 21. 44 El canal ONCE TVMEXICO sin duda merece mención especial por ser una propuesta verdaderamente diferente en comparación con la línea seguida por la mayoría de los canales abiertos, como también la merece su barra programática infantil que ha significado uno de sus más grandes aciertos; más no por ello puede dejarse de observar también que muchos de los contenidos que son transmitidos a través de ésta señal son importados, traídos de países que suelen explotar mejor las posibilidades de la televisión educativa. Y aunque las producciones propias del canal han cobrado mayor auge y éxito en los últimos años, la necesidad de la presencia de
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