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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ECONOMÍA Dividendos demográficos y su vínculo con el desencuentro entre formación profesional y ocupación laboral de los jóvenes en México TESIS Que para obtener el grado de Licenciado en Economía PRESENTA Luis Ángel Rodríguez Ayala DIRECTOR DE TESIS Dr. Javier Tun Chim Ciudad Universitaria, Ciudad de México. Noviembre 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi familia. Esperanza Ayala Herrera Manuel Rodríguez Vargas Victor Manuel Rodríguez Ayala Maday Danlui Amaya Guzmán Agradecimientos. Infinita gratitud a la Universidad Nacional Autónoma de México, mi alma máter, y a la Facultad de Economía por su generosidad, nobleza y compromiso con el pueblo de México. A quien dirigió esta investigación, Dr. Javier Tun Chim; un gran profesor fuera de la Facultad, pero sobre todo una gran persona. Por su profesionalismo, entrega y disposición para hacerla de guía durante todo el tiempo que requirió este trabajo; por su consejo oportuno y el gran sentido de responsabilidad social que le caracteriza; por sus intensas y entusiastas enseñanzas; por defender y respetar el derecho de las juventudes; por todas las atenciones y la paciencia: muchas gracias. Agradecer sobremanera al Dr. Tun y, en la misma sintonía, a la Mtra. Mónica Valdez González por abrirme las puertas de su excelente equipo de trabajo, por su compromiso con las juventudes, por compartir su conocimiento, por sus enseñanzas más en acción que en dicción y por permitirme realizar esta investigación durante su Dirección en la DIEJ-IMJUVE. A las lectoras y lectores de este trabajo, sinodales: Mtra. Claudia Solís Velázquez, Dra. Seyka Verónica Sandoval Cabrera, Dr. Jorge Alfonso Calderón Salazar y Lic. Juan Carlos Guzmán Correa. Muchas gracias por el tiempo prestado, las observaciones, las atenciones y los consejos que han sido de gran utilidad para la conclusión de la investigación y para perfilar las acciones ulteriores a esta. A mis amigos y compañeros de equipo en IMJUVE: Raúl Adrián Flores Robles, Mónica Gabriela Martínez Yáñez y Carmina Daniela de Luna González. Por su disposición a discutir los temas de esta investigación; sin duda beneficiaron y nutrieron el contenido. A mi familia, que no solo fueron parte fundamental durante el proceso de mi formación profesional y para la culminación de este trabajo, sino son los ejes de mi vida. Madre, padre, el agradecimiento no basta, pero sepan que toda virtud y bondad forjada en mi es mérito suyo; sus enseñanzas sobrepasan cualquiera, y es que de ustedes he aprendido a ser humano. Empero, les agradezco también por estar siempre pendientes de este trabajo, por sus alientos y por escucharme cada vez que fue necesario: su paciencia no conoce límites cuando de ayudar se trata. Muchas gracias a Victor Manuel, mi hermano, amigo y siempre aliado; por tu calidez, por confortarme y alentarme en todo momento, por ser depósito constante de tu confianza, por cuidarme desde que tengo uso de razón, por tu objetividad en el consejo y por tu bondad. A Maday Danlui Amaya Guzmán, compañera de vida, amiga, talismán, revisora permanente de este trabajo. Gracias por estar siempre pendiente y atenta a los avances de la investigación, gracias por tu compañía, sobre todo en los momentos difíciles; gracias por acompañar los desvelos, por el auxilio constante y decidido; por escuchar y discutir largo tiempo sobre la investigación: tu consejo siempre aporta. Pero, sobre todo gracias por custodiar mi camino, por tu paciencia, por tu inagotable confianza en mí; por ser brújula y soporte; por compartir tu vida y tu ser. A ustedes familia, protectores y motores: Gracias. Por ustedes todo, sin ustedes nada. Índice Pág. Introducción 1 Sobre la investigación 2 Metodología de investigación 3 Capítulo I. Marco teórico-conceptual-operativo 9 1.1 Consideraciones iniciales: la demografía y la economía como ciencias complementarias 9 1.2 Aspectos generales sobre los grandes fenómenos demográficos 16 1.2.1 Transición demográfica. La constante transformación de las poblaciones. 16 1.2.2 Bono demográfico. Poblaciones transitoriamente jóvenes, una ventana de oportunidades 20 1.2.3 Dividendo demográfico: el beneficio económico de las poblaciones jóvenes 24 1.3 Juventud: aspectos e implicaciones generales 29 1.3.1 Jóvenes: actores de la juventud 29 1.3.2 Condición juvenil. Los jóvenes frente a las realidades sociales 34 1.3.3 Juventudes: diversidad de jóvenes, diversidad de espacios 41 1.4 El concepto del mercado de trabajo, características principales y su caracterización contemporánea en México 45 Capítulo II. Panorama nacional: grandes fenómenos demográficos, juventud y mercado de trabajo 53 2.1 La transformación de la población mexicana: transición demográfica en México 53 2.2 Bono demográfico: situación actual en México y su abordaje desde la agenda pública 59 2.3 Consideraciones para la visualización del dividendo demográfico. Aproximación a los indicadores de aprovechamiento de las ventajas demográficas 66 2.4 Los jóvenes en México: características y especificidades demográficas generales 73 2.5 Panorama general del mercado de trabajo para los jóvenes en México 81 Capítulo III. Juventud y ¿aprovechamiento del bono demográfico? 90 3.1 Los jóvenes: un grupo de población condicionado ante el mundo adulto. Comparación intergeneracional 90 3.1.1 Nivel de escolaridad. Los jóvenes ganando terreno 91 3.1.2 Población económicamente activa 93 3.1.3 Desocupación, una constante juvenil 94 3.1.4 Posición en la ocupación: jóvenes subordinados 96 3.1.5 Nivel de ingresos por ocupación, la juventud diezmada 98 3.1.6 Informalidad, la norma del mercado de trabajo mexicano 102 3.1.7 Tasa de condiciones críticas de la ocupación 104 3.2 Los jóvenes: un grupo de población heterogéneo. Comparación intrageneracional 107 3.2.1 Población económicamente activa según edad 108 3.2.2 Nivel de ingresos según sexo 110 3.2.3 Informalidad según situación conyugal 111 3.2.4 Posición en la ocupación según tamaño de localidad 113 3.2.5 Tasa de condiciones críticas de la ocupación según escolaridad 115 Capítulo IV. (Des)Vínculo entre el dividendo demográfico y la relación entre formación profesional y ocupación laboral en jóvenes de 20 a 35 años 118 4.1 (Des)Encuentro entre formación profesional y ocupación laboral 118 4.1.1 Qué estudiaron los jóvenes ocupados en México. Preferencias de formación 118 4.1.2 En qué trabajan los jóvenes profesionales en México. Distribución de ocupaciones 123 4.1.3 Desencuentro entre formación educativa y ocupación laboral de los jóvenes en México 129 4.2 Valor del trabajo de la población joven profesional ocupada 139 4.2.1 Población con ocupación adecuada y población con subocupación; participación en el mercado de trabajo e ingresos 139 4.2.2 Valor del trabajo semanal según población con ocupación adecuada y población con subocupación 145 4.2.3 Valor del trabajopotencial 147 Capítulo V. Conclusiones 151 5.1 Consideraciones finales 162 Anexo 169 Referencias 175 1 Introducción Amén a las implicaciones de la dinámica demográfica, las sociedades experimentaron una revolución en la composición de sus poblaciones a la cual se denominó transición demográfica, que alude, en general, a la baja en las tasas de fecundidad y mortalidad, así como a el aumento en la esperanza de vida de las personas. Como resultado de la transición, se llegó a un momento único en que la estructura por edades de las poblaciones favorece el aprovechamiento económico del factor trabajo, esto es: la mayor cantidad de población se concentró preponderantemente en las personas en edades jóvenes y edad para trabajar, lo que significa contar con una baja relación de dependencia y, así, la posibilidad de incrementar la producción; a esta situación se le conoce, desde la demográfica económica, como bono demográfico. El aprovechamiento del bono implica la expansión de los niveles educativos de la población joven para un mejor desempeño en el mercado de trabajo por medio de la ocupación apropiada y digna; de tal forma que, cuando se otorga a los jóvenes mayor y mejor educación, y esta aporta en el mercado de trabajo, mediante la ocupación, con incrementos en la producción, se conforma el llamado dividendo demográfico, concepto que nace también de los análisis de la demografía económica. En suma y en retrospectiva, el dividendo demográfico representa el aprovechamiento del bono demográfico y el bono es un momento específico de la transición demográfica. Huelga mencionar que la demografía económica deviene de los estudios que relacionan la ciencia económica y la demografía para la explicación de fenómenos sociales específicos; de tal manera que ambas ciencias confluyen para dar respuesta a las implicaciones económicas que tienen las situaciones demográficas. La población joven es, entonces, un factor fundamental en la formación del bono demográfico y para la conformación del dividendo demográfico, razón por la cual esta población se convierte en la protagonista de esta investigación y sobre sus implicaciones en el bono y el dividendo ha de girar la discusión. Sin embargo, habrá que definir y comprender la cuestión juvenil, pues, es un tema que atraviesa la investigación. 2 Sobre la investigación Así, el problema de la investigación es dilucidar si los fenómenos demográficos que representan la posibilidad de hacerse con beneficios económicos se están aprovechando, si se está aprovechando a la población joven como protagonista del fenómeno y como insumo principal para la materialización de tales beneficios en México. En consecuencia, se plantean cuestiones para detonar la discusión en la investigación: - ¿Cómo se relaciona la ciencia económica y la demografía? - ¿Qué son y cómo se observan la transición, el bono y el dividendo demográfico, cómo suceden y cómo se abordan en México? - ¿Qué es y qué implica la cuestión juvenil, y cuáles son sus características demográficas en México? - ¿Qué es el mercado de trabajo y cuál es el panorama de este para los jóvenes en México? - ¿Cuál es la situación de las condiciones para el aprovechamiento del bono demográfico de acuerdo al panorama de los jóvenes en el mercado laboral en México? - ¿De qué manera influye la relación entre la formación profesional y la ocupación de los jóvenes para considerar la conformación del dividendo demográfico? Una vez trazadas las preguntas, los objetivos se vuelven claros. En general, el objetivo de la investigación es conocer, a partir del análisis de las características escolares y laborales de los jóvenes, la existencia, o no, del dividendo demográfico en México. No obstante, se establecen objetivos específicos para la comprensión integral del trabajo: - Reconocer la relevancia de la economía, la demografía y su relación para explicar fenómenos sociales específicos. 3 - Develar los fenómenos poblacionales que han conducido a las sociedades a momentos históricos en que la situación demográfica puede representar beneficios económicos y ubicar la situación de México en estos. - Definir y comprender las implicaciones de la cuestión juvenil, así como presentar sus características demográficas generales en México. - Explicar las características del mercado laboral y conocer el panorama al cual se enfrentan las personas jóvenes en el mercado laboral mexicano. - Dilucidar si las condiciones de los jóvenes en el mercado de trabajo son las óptimas para considerar el aprovechamiento del bono demográfico. - Proponer la existencia de un vínculo entre la relación formación profesional- ocupación laboral para la conformación del dividendo demográfico mediante la generación de ingresos. Como hipótesis para la investigación se plantea que el desaprovechamiento de la favorable coyuntura producto de la transición demográfica, que representa el bono demográfico, resultado de las adversas condiciones laborales de los jóvenes, está significando un obstáculo en la conformación del dividendo demográfico; en donde el desencuentro entre la formación profesional y la ocupación laboral de los jóvenes implica un desvinculo con las condiciones necesarias para su conformación. Metodología de investigación La población objetivo en el trabajo son las personas jóvenes1, sin embargo, se han de seleccionar distintos rangos de tal población en favor de las necesidades de la investigación. Así pues, en el segundo capítulo se presenta información demográfica general para la 1 Según el Artículo 2° de la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, la población cuya edad quede comprendida entre los 12 y 29 años será objeto de los programas, servicios y acciones que el Instituto lleve a cabo (Senado de la República, 2007) es decir, en tal tramo etario se considera a las personas como jóvenes. 4 totalidad de la población joven (de 12 a 29 años) e información relacionada al mercado laboral para los y las jóvenes en edad de trabajar (de 15 a 29 años); para efectos del tercer capítulo se analizarán con más detalle las características en el mercado de trabajo de la población joven en edad de trabajar (de 15 a 29 años) con relación a la población no joven en edad de trabajar (30 a 64 años), así como también se han de analizar las características al interior de la población joven, es decir, se analizarán características específicas para el mismo grupo de edades (15 a 29 años) segmentado en grupos etarios quinquenales (de 15 a 19 años, 20 a 24 años y 25 a 29 años); finalmente, para el cuarto capítulo, por razones de representatividad de la población en cuanto a la obtención de los grados de educación superior (licenciatura, maestría y doctorado), la población que será objeto de análisis es la población joven ocupada y con nivel de escolaridad superior de 20 a 35 años. El trabajo se vale de distintas fuentes de información que resultan oportunas en distintos momentos de la investigación para la presentación de información estadística. Así, para observar los datos relacionados a la evolución de la población en el país, contenidos en el segundo capítulo, el trabajo se ha servido de la información del Banco Mundial; para explorar la situación del bono demográfico, información contenida en la conciliación demográfica y las proyecciones de población, a través del Consejo Nacional de Población (CONAPO); y, para las consideraciones de visualización del dividendo demográfico, información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y su Catálogo Nacional de Indicadores (CNI), incluido en el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica (SNIEG). Siguiendo con las fuentes de información consultadas para el segundo capítulo, se hace uso y manejode los resultados de la Encuesta Intercensal (EIC) 2015, cuyo levantamiento está a cargo del INEGI, para la presentación de las características demográficas de los jóvenes. Como último apartado de este capítulo se expone información acerca de los jóvenes y el mercado laboral, para lo cual se acude de nueva cuenta al INEGI, esta vez sirviéndose de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). A partir de este momento en el trabajo, la ENOE será la fuente de información para los análisis que representan el cuerpo operativo de la investigación, cuyo objetivo es, en los capítulos 3 y 4, examinar las relaciones de los jóvenes que suceden en el mercado laboral mexicano y que tienen relación con el 5 aprovechamiento del bono demográfico y las consideraciones para la conformación del dividendo demográfico. La ENOE es una encuesta que permite captar y conocer las características del mercado laboral mexicano; la información que se reúne a través de sus cuestionarios da respuesta a los cambios que experimenta el panorama laboral en México. La encuesta obtiene información estadística sobre las características de ocupación y empleo de la población con representatividad nacional y a nivel entidad federativa, así como información sociodemográfica y económica, con el fin de posibilitar el análisis de la estructura laboral y ocupacional de la misma; del mismo modo, desde el plano de la información, la Encuesta facilita dar respuesta a temas emergentes en materia de ocupación, desocupación y empleo (INEGI, 2011). Específicamente se trabaja con los microdatos al cuarto trimestre de 2017 de la ENOE y el tratamiento de la información se realizará a través del programa estadístico informático SPSS, mediante el cual se ejecutarán los análisis estadísticos descriptivos pertinentes para la investigación. Para el caso particular del capítulo cuatro, la población se clasificará de acuerdo con su formación y tipo de ocupación. En cuanto a las clasificaciones de formación, se tomará como referencia la Clasificación Mexicana de Programas de Estudio (CMPE) por Campos de Formación Académica 2011, clasificación estándar de los programas de estudio en formación profesional y técnica con criterios homogéneos y normativos de carácter nacional e internacional (INEGI, 2012) que el Comité Técnico Especializado de Información Educativa del SNIEG elaboró. Para clasificar las ocupaciones, se tomará como referencia el Sistema Nacional de Clasificación de Ocupación (SINCO) 2011, un sistema de clasificación de ocupaciones estandarizado, que permite un manejo uniforme de la información ocupacional (INEGI, 2011) y que construyó el Comité Técnico Especializado de Estadísticas del Trabajo y Previsión Social del SNIEG. Con el fin de aproximarnos a la visualización del encuentro o desencuentro que existe entre la formación profesional y el tipo de ocupación efectiva en el mercado laboral de la población joven, se relacionaron las variables de la CMPE y del SINCO en distintos niveles de 6 desagregación para observar lo que se ha denominado escenarios de inserción de jóvenes profesionales en el mercado de trabajo (Figura 1). Figura 1. Esquema de escenarios de inserción de jóvenes profesionales en el mercado de trabajo Nota: esquema ilustrativo para el cruce de información SINCO, división de ocupación y CMPE, campos específicos. Fuente: Elaboración propia con base en INEGI, Clasificación Mexicana de Programas de Estudio por Campos de Formación Académica y Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones (2011). Del cruce de las variables de la CMPE, a nivel campo amplio, y del SINCO, división de ocupación, se construyeron clusters para visualizar detalladamente los encuentros más significativos entre la formación y la ocupación de las y los jóvenes ocupados con nivel de escolaridad superior. En una especie de zoom, se cruzaron desagregaciones más específicas tanto de la CMPE como del SINCO. La figura 2 muestra la manera en que se determinó el universo muestral para efectos del Capítulo IV. Con un cruce medio, entre campos específicos de la CMPE y la división de ocupación del SINCO, se definió una división de la población, considerando, por un lado, al segmento de la población ocupada con nivel profesional que desempeña labores en el mercado de trabajo que corresponden a su formación, al cual se ha denominado población con ocupación adecuada (POA) (para enfatizar que hay un encuentro entre lo que estudian y en lo que se ocupan) y, por otro, el grupo de la población con nivel profesional que se ocupa en actividades ajenas o lejanas a los campos de su formación, a la que se designa como 7 población con subocupación (PSO) (para señalar que no hay un encuentro entre lo que estudiaron y en lo que se ocupan). Figura 2. Diagrama de determinación de universo Fuente: Elaboración propia Posterior, (Cuadro 1) se determinó el tiempo en horas (∑H) que dedican ambos grupos al trabajo por semana, así como su ingreso promedio por hora de trabajo (W); de tal forma (fórmula a y b), se definió el valor monetario del trabajo semanal que representa la percepción de ingresos a la semana para ambos grupos, respectivamente (YPOA y YPSO). La suma del valor monetario semanal de la POA y la PSO (fórmula c) representa el ingreso real generado por la población joven ocupada con nivel superior (YPOES); Bajo el supuesto de que las horas trabajadas y el ingreso recibido por la POA representa un empleo óptimo, se calculó el valor del trabajo semanal para la PSO de acuerdo al ingreso percibido y la media de horas trabajadas por la POA; es decir, se propone una estimación del ingreso potencial de la población con subocupación (YPSO2), que significaría, entonces, el aprovechamiento de los jóvenes subocupados en el mercado laboral si su condición de percepción de ingresos y tiempo dedicado al trabajo fuera similar a la de la POA (fórmula d). ahora, de la diferencia entre YPSO2 y YPSO (fórmula e) resulta la variación del ingreso (ΔY) que figura como el ingreso perdido o el ingreso que se pudiera generar si toda la población 8 tuviera oportunidad a un empleo óptimo; por último, si sumamos esta variación del ingreso al ingreso real (fórmula f), obtenemos el ingreso potencial agregado (YPA). Cuadro 1. Formulario. Fuente: Elaboración propia 9 Capítulo I. Marco teórico-conceptual-operativo “Alinear la economía con las prioridades demográficas es, quizá, el reto mayor de las actuales generaciones de mexicanos para construir un futuro colectivo incluyente” (Murayama, 2013) 1.1 Consideraciones iniciales: la demografía y la economía como ciencias complementarias Las más de las ciencias tienen la bondad de poder interrelacionar los análisis de sus objetos de estudio para enriquecer sus resultados y hacer estos más explicativos. La demografía y la economía pueden ubicarse como ciencias multidisciplinares e interdisciplinares, es decir, por lo primero, que comparten diversas perspectivas sobre objetos de investigación comunes, y también, por lo segundo, se establecen relaciones entre diferentes campos de estudio en los que comparten metodologías (Menkes, 2008). Resulta importante tener presentes los quehaceres de estas ciencias que son la piedra angular para el trabajo; de tal forma, es pertinente pasar revista de sus conceptos y comprender la manera en que sus estudios se relacionan. A pesar de que no existe un consenso entre los estudiosos del tema –tal como sucede con los más de los conceptos cuando se les define desde distintos puntos de vista, contextos históricos, espaciales y temporales, entre otros, así como atendiendo a la subjetividad de la diversidad de autores– para precisar el concepto2 de demografía, procurando la lógica etimológica de la palabra se deduce que este se refiere al estudio (grafía) de la población (demos). Sin embargo, no podemosconsiderar únicamente el origen y la forma en que se construye la palabra. Por supuesto, existen definiciones básicas de demografía en los diccionarios que, sin embargo, son insuficientes y quedan cortas para las discusiones científicas sobre el tema. Para ejemplificar, la definición que propone el Diccionario de la Lengua Española (2014), de 2 Entendamos por concepto la representación reducida de una variedad de hechos (McClelland, s.f. en Rojas, 1979); la reunión de caracteres esenciales de un grupo de representaciones que son válidos universalmente (Fingermann, 1964) o, como sugiere Kosik (1967), entender que el concepto de la cosa es la comprensión de la misma, de tal forma que comprenderla signifique conocer su estructura. Se dilucida el término para diferenciarlo de las categorías, de las cuales se hará mención después. 10 la Real Academia Española, para demografía, expone que esta es el “estudio estadístico de una colectividad humana, referido a un determinado momento o a su evolución”. También, el Diccionario Demográfico Multilingüe (1997) dicta una definición que declara que “la demografía es la ciencia que tiene por objeto el estudio de las poblaciones humanas tratando, desde un punto de vista principalmente cuantitativo, su dimensión, estructura, su evolución y sus características generales”. No obstante, los instruidos en el tema aportan a la definición de la demografía sus distintos puntos de vista y ahondan en la significación del concepto. Vieira (1973) pasa revista a múltiples definiciones con que los autores expresan el concepto de demografía. Si bien las definiciones giran en torno a una temática específica, que es, en suma, el análisis de la población y de sus fenómenos, se encuentra que existen diferencias entre las concepciones y la manera de tratar al objeto de estudio; por un lado, un grupo de autores que sugieren que los estudios demográficos deben ser meramente estadísticos o cuantitativos (Wrong, 1961; Boldrini, 1956; Lasorsa, 1948; Huber, 1938; Landry, 1949 y Cox (1957), y por otro, un grupo de autores que proponen que la demografía debe encargarse también del análisis cualitativo de las poblaciones (Guillard, 1955; Hauser y Duncan, s.f; Mortara, s.f.; Livi, 1941 y Chevalier, 1951). De tal forma que no puede entenderse a la demografía como un estudio meramente estadístico, como lo insinúan las definiciones de diccionario y algunos autores, sino que las cualidades de las poblaciones son también asunto del análisis demográfico; es de hecho el aspecto cualitativo de las poblaciones el que hace de esta ciencia una multi e interdisciplinar, posibilitando a otras disciplinas, como, en efecto, la economía y otras tales como las matemáticas, estadística, biología, medicina, sociología, historia, geografía o antropología, tomar parte del análisis demográfico (León, 2015). De acuerdo con la CEPAL (2014) la demografía se especializa en el estudio de cinco aspectos de la población humana, a saber, el tamaño, que no es más que el número de personas que viven en un lugar y en un momento determinado; la distribución, que se refiere a la forma en que la población se dispersa en diferentes lugares del espacio geográfico en un momento determinado; la composición, que alude al número de personas por sexo y edad entre otras categorías a las que suele denominarse como características adscritas; la dinámica, que en el sentido más estricto, son los nacimientos, las muertes y la migración; y los determinantes y 11 consecuencias socioeconómicas del cambio poblacional, que son características adquiridas que aparecen como causas y consecuencias de la modificación de las características básicas de la dinámica demográfica y el cambio poblacional. Achille Guillard denominó al conjunto de conocimientos relativos a la población humana como demografía, y es en su obra de 1855: Elementos de estadística humana o demografía comparada, donde aparece por primera vez la palabra demografía (Ordorica, 2014; Vieira, 1973; Vallin, 1994); a partir de aquel entonces esta se ha venido constituyendo como ciencia. Empero, según Ordorica (2014) la demografía en aquel entonces tenía más de dos siglos sirviendo a las sociedades. Las Observaciones sobre boletines de mortalidad de Graunt en 1662, provocó que diversos especialistas consideraran al autor como el padre de la demografía, sin embargo, otros consideran a Malthus, quien a partir de su ensayo al fin del siglo XIX posicionó el tema de la población en un lugar destacado en los trabajos sobre economía y a quien John Maynard Keynes denominó como uno de los economistas clásicos (CELADE, 1995). En suma, y para efectos de esta investigación, definiremos demografía como el estudio cuantitativo y cualitativo de los aspectos de la población y sus fenómenos. Que los muy breves apuntes anteriores sirvan como referencia para entender las cuestiones de las cuales se ocupa la demografía, para ubicar la importancia de la misma como ciencia social y la relevancia que tiene específicamente para esta investigación. Líneas arriba se discutió que al definir los conceptos de las ciencias –al menos las ciencias sociales –ocurre que estos se diversifican en tanto son determinados por distintos autores y por la subjetividad que inviste a cada cual. El concepto de economía no escapa de tal hecho. Si bien la palabra economía significaba para los griegos, en su origen, el acto de administrar prudente y sistemáticamente el patrimonio, ya Aristóteles, en los mismos tiempos, daba un significado más específico a la economía, pues se interesaba en la obtención de ingresos para el Estado, de tal forma que se expresaba de ella como economía política (Ferguson, 1948). El pensamiento económico atraviesa la historia de las sociedades, concibiéndose en el llamado mundo antiguo desde la filosofía y la preocupación por conocer el origen de la riqueza; antes de Smith, considerado el padre de la economía, los mercantilistas, colocando 12 a la acumulación de metales y la exportación como el motivo que determina la riqueza; los fisiócratas, poniendo a la tierra y las rentas derivadas de ella como la única fuente de producción; los clásicos, Marx, Neoclásicos, Keynes, y un largo etcétera entre, y después, de ellos aportando nuevos enfoques de la economía (Robinson y Eatwell, 1982). Oficial y contemporáneamente, tal que ciencia, la economía es definida por el Diccionario de la Lengua Española (2014), de la Real Academia Española, como aquella que “estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos”, existen muchas otras definiciones en la literatura especializada que amplían el concepto o lo determinan de forma distinta. Una definición práctica de la economía señala que esta es una ciencia social que trata de los medios por los cuales la escasez de recursos se utiliza para satisfacer fines competitivos (Ferguson y Gould, 1978). Por citar algunas otras, encontramos las definiciones que Méndez (1986) cataloga como subjetiva y objetiva. Como definición subjetiva menciona la de Lionel Robbins, muy allegada a la antes mencionada, misma que reza que “la economía es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas mediante bienes que siendo escasos tienen usos alternativos entre los cuales hay que optar”; y como definición objetiva refiere la que ofrece Friedrich Engels quien dice que “la economía política es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes materiales que satisfacen las necesidades humanas”. Entre muchas otras definiciones, las más de ellas versan sobre lo planteado por Engels, sumando a su definición y enfatizando sobre la escasez o limitación de los recursos. De tal formase adopta la definición de economía como aquella ciencia que estudia las diversas formas de producción, distribución, circulación, consumo y optimización de los bienes escasos. Se puede juzgar a la economía como la más aburrida de las ciencias o como la más fascinante, sin embargo, su objeto es el mayor de los dramas humanos: sociedades esforzándose por satisfacer necesidades que siempre aumentan y se diversifican. La humanidad ha convivido desde su origen en algún modo de unión social, de tal forma que la economía se ocupa de ella como una parte de la sociedad y, así como otras ciencias sociales, su problema central es el de la conducta de los seres humanos en sociedad. Por tal motivo, la economía se encuentra 13 ligada con otras ciencias, tales como la historia, la ciencia política, el derecho, la antropología, la sociología, la demografía, entre más (Ferguson, 1948). Los asuntos sobre la población que han de ser analizados en este trabajo son de carácter multi e interdisciplinar, sin embargo, la demografía y la economía son la base para el análisis de los fenómenos sociales específicos que se abordarán. La economía y la demografía son ciencias afines en diversos aspectos; ya porque comparten temáticas de interés o, mejor aún, ya porque se interrelacionan los análisis de aquellos temas. Ante todo, comparten el espacio de influencia que tienen sobre las observaciones de la sociedad; es decir, la sociedad es en sí el leitmotiv para la ciencia económica y demográfica. Ahora, pues, el quehacer de la ciencia económica se vale de distintos conceptos y categorías3 para explicar la realidad social histórica; conceptos tales como el trabajo y categorías tales como desempleo o mercado. Pues bien, surge entonces un notable vínculo entre la ciencia económica y la demográfica en el sentido en que los fenómenos que atañen a una tienen efectos sobre la otra. Como se ha mencionado, ambas ciencias tienen un objeto común que es el desarrollo de las sociedades; por un lado, el análisis de la dimensión, estructura, evolución y las características generales de la población y por otro lado el análisis del comportamiento de esa población en tanto la distribución, circulación y consumo de los bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades. De tal manera que, dado un sistema de producción, la dimensión y estructura de la población, por ejemplo, influirán en la organización del trabajo, el mercado laboral y los niveles de desempleo —por hacer mención de los conceptos y categorías que anterior se presentaron. La cuestión social es una cuestión económica, es decir, un fenómeno social es per se un asunto económico; un fenómeno económico tiene implicaciones y efectos demográficos, así como los fenómenos demográficos tienen repercusiones económicas. Pazos (1991) apunta que la finalidad de la ciencia económica es ofrecer al individuo conocimientos que le permitan lograr el mejor aprovechamiento de los recursos; cuando se utilizan los recursos 3 Las categorías económicas, y las categorías en general, son conceptos de carácter menos general debido a que estas suceden en determinados momentos del desarrollo de las sociedades y desaparecen cuando nuevas formas sociales aparecen (Méndez, 1986) 14 escasos de la manera más eficiente se estará actuando económicamente. La población —y su dinámica— es, pues, un recurso que influye en el comportamiento económico, tanto colectivo como individual. Así, comenzamos a establecer las articulaciones que existen entre estas dos ciencias que guiarán el análisis del presente trabajo. Thomas Robert Malthus, personaje clásico en economía, que llevó las cuestiones sobre población y economía al mismo terreno de su investigación en el Ensayo que escribió en 1798 sobre los principios de la población, establece, entre otras cosas, dos leyes: que la población crece en progresión geométrica y que los productos de la tierra lo hacen en progresión aritmética por las limitaciones de la tierra y por la ley de rendimientos decrecientes4 en el sector agrícola. De tal forma que surgen problemas que han de ser evaluados desde la demografía y la economía; de una parte, el análisis del crecimiento de la población y de otra los efectos que dicho crecimiento poblacional genera para satisfacer la demanda de alimentos, es decir, racionar los recursos limitados de la tierra para el mantenimiento, satisfacción y bienestar de la población que constantemente se encuentra en aumento. Amén de referir al vínculo entre economía y demografía, Malthus establece en su Ensayo un mecanismo interno donde la fecundidad, la mortalidad y la migración resultan dependientes de las variables económicas que intervienen en el sistema y, a su vez, la dinámica demográfica influye sobre el sistema económico. De tal modo que la dinámica demográfica es endógena: su comportamiento es un resultado determinado por el comportamiento de otras variables del sistema (CELADE, 1995); Las relaciones entre población y economía, o entre demografía y desarrollo nunca son exógenas. Cada fenómeno demográfico suele estar acompañado por una variedad de modelos de desarrollo o formaciones económico-sociales (Cordera, 2013). En estudios contemporáneos, como el de Murayama (2013), se enfatiza la relación entre los procesos económicos y demográficos, proponiendo que estos se determinan mutuamente en 4 Cuando aumentan todos los insumos en una proporción dada y el producto aumenta en una proporción menor tenemos rendimientos decrecientes (Salvatore, 1977). La ley de los rendimientos decrecientes es una aseveración empírica de la realidad, no es una proposición lógica susceptible de prueba o refutación matemática, es sólo una afirmación de relaciones físicas observadas en el mundo económico real (Ferguson y Gould, 1978) 15 tanto el desarrollo social; así como la estructura económica influye en la dinámica demográfica, también esta encuentra determinantes en las capacidades productivas y de distribución de bienes de la sociedad. Por tanto, los procesos que ocurren en la población no pueden ser completamente entendidos sin atender las cuestiones de la dinámica y estructura económica, ni el entendimiento del acontecer económico debe prescindir de las explicaciones demográficas. Para Alba (2009) la dimensión demográfica no puede ser tratada en forma aislada de las otras dimensiones de la realidad social; las estrategias económicas, las condiciones de los mercados laborales (empleo, desempleo, subempleo), la calificación de los recursos humanos, entre muchas otras. También, Nava (2015) destaca la importancia de la relación entre economía y demografía, sosteniendo que la dinámica de los procesos demográficos se determina por factores económicos y a su vez dichos procesos tienen efectos importantes en el desarrollo de la economía. Resulta claro que la economía y la demografía son fundamentales para explicar y comprender los mecanismos a través de los cuales el cambio de la estructura de la población influye en el contexto económico. Para ejemplificar de manera muy breve y burda, pensemos que el PIB per cápita es un indicador económico con una implicación netamente demográfica en tanto el tamaño de la población influye directamente en la determinación de aquel y para tener injerencia sobre los niveles del producto por persona puede abordarse el tema tanto desde el numerador como desde el denominador, es decir, para que el producto per cápita sea mayor puede o elevarse el producto o disminuir la población. Concluyamos, pues, que la economía en ningún momento es ajena al cambio demográfico y que la dinámica de la población no puede explicarse sin tener en cuenta las implicaciones económicas. Ya en 1798, Malthus establecía relaciones entre la fecundidad,la mortalidad y la migración y las variables económicas, así pues, Allen y Schmidt (2008 en Nava, 2015) manifiestan que la demografía económica centra sus estudios sobre los factores determinantes y las consecuencias del cambio demográfico incluyendo variables como la fecundidad, mortalidad y migración, entre otras tantas. Estas variables demográficas, que ejercen fuerte influencia sobre la estructura económica, son algunas de las variables clave de la llamada transición demográfica. 16 Que el esclarecimiento de los motivos por los cuales son relevantes tanto la demografía y la economía, así como la relación que guardan estas dos ciencias, para la presente investigación, sean el punto de partida que introduzca al objeto de este trabajo. Tener en cuenta que cualquier problemática social es un asunto económico; que los fenómenos demográficos tienen implicaciones económicas y que, a su vez, los acontecimientos económicos tienen influencia en los sucesos demográficos. La presente investigación tiene un importante contenido en temas demográficos específicos de los que el siguiente apartado tiene misión de dilucidar. 1.2 Aspectos generales sobre los grandes fenómenos demográficos Los fenómenos de la población son asunto que atañen a las más de las esferas de estudio de la sociedad, la dinámica poblacional influye per se en los contextos sociales. La población es la razón de ser de la sociedad y todas las relaciones que de ella emanan. La evolución de la población es la historia de la humanidad, y en este punto de la historia somos contemporáneos de uno de los sucesos más asombrosos en el desarrollo de las poblaciones y las sociedades. Somos parte de una transición sin precedentes en el ámbito demográfico; resulta trascendental estudiar y comprender los fenómenos que han derivado de esta revolución en las poblaciones. 1.2.1 Transición demográfica. La constante transformación de las poblaciones La transición demográfica es el santo grial de la demografía, de manera que puede suponerse sin problema alguno como el corpus teórico más importante de esta ciencia; transición demográfica es a demógrafo, como Durkheim, Weber y Marx a sociólogo (Arango, 1980). También llamada revolución demográfica o revolución vital (Lopes, 1973), la transición demográfica constituye un parteaguas en la historia de la humanidad y alude a una serie de transformaciones en el comportamiento de las poblaciones por medio de las cuales las sociedades transitan de pautas de elevada fecundidad y mortalidad, consideradas tradicionales, a otras caracterizadas por bajos niveles de fecundidad y mortalidad, 17 denominadas modernas (Miró, 2003). De tal forma que la fecundidad y la mortalidad son los ejes articuladores del desarrollo conceptual de la transición demográfica (Morelos, 2000). Antes de la modernización económica se consideraba que el crecimiento demográfico era símbolo de poder y de dominio, por lo que el pronatalismo era la norma. De tal manera que en los últimos doscientos años el patrón de crecimiento de la población en los países occidentales era acelerado (Habakkuk, 1972 en Hernández, 2004), así pues, es a principios del Siglo XVIII que comienza la apresurada explosión demográfica en estos países que hoy forman parte del grupo de los más desarrollados; el exponencial incremento de la población se debió al mantenimiento de altas tasas de fecundidad y la importante disminución de la mortalidad como efecto de los aumentos de la producción agrícola, las mejoras en el transporte, el descenso de epidemias, que desde hacía mucho tiempo diezmaban a la población mundial, así como mejoras en la nutrición y la higiene que derivaron en una importante disminución de la tasa de mortalidad (Menkes, 2008; Ordorica, 2009). Así pues, la transición demográfica inicia empatando con la revolución industrial, en lo que puede denominarse una relación de causa y efecto, en donde los avances e innovaciones en la industria son la causa (León, 2015; Lopes, 1973). De tal forma que en la teoría de la transición demográfica ya existe un vínculo entre los efectos demográficos y económicos que de esta surgen. La lectura de las trayectorias que siguieron las poblaciones en tanto el desarrollo de la industria y el desarrollo económico sugieren que las implicaciones de los avances en la industria están relacionadas con la dinámica de la población. En suma, al proceso dinámico de crecimiento de la población que refleja el cambio de un régimen de altas tasas de natalidad y mortalidad a tasas bajas y controladas es lo que los demógrafos denominan transición demográfica (Bloom, 2016; Partida, 2005). Importante señalar los efectos de las tendencias de la natalidad y mortalidad sobre la estructura por edades en la población; este último elemento es de suma relevancia en cuanto a los fenómenos de la población que se desprenden de dicha transición y para efectos de esta investigación, pues, son las transformaciones que ocurren en la estructura de la población, derivadas del proceso de transición, lo que ha provocado un ensanchamiento de la población 18 joven que es uno de los objetos de estudio que competen al presente análisis y que se revisará posterior. Según el grado de avance logrado en la disminución de la mortalidad y la fecundidad, Chackiel y Martínez (1993 en Miró, 2003) reconocen cuatro etapas de la transición demográfica, a saber: incipiente, moderada, plena y avanzada. En las etapas incipiente y moderada la mortalidad ha disminuido lentamente, pero no la fecundidad. En la etapa plena tanto la mortalidad como la fecundidad están en franca declinación, y en la etapa avanzada tanto la fecundidad como la mortalidad descienden significativa y sostenidamente, tendiendo a equilibrar los valores de esas variables. Por su parte, Hernández (2004) describe y organiza los grandes momentos de la transición demográfica en fases. En la primera de ellas ubica aquel lapso que se caracterizó por presentar tasas de natalidad y mortalidad elevadas, con lento crecimiento de la población, regulado por la limitación de recursos, las hambrunas y las guerras, entre más. Una segunda fase donde se precipita el crecimiento de la población a ritmos nunca previstos en etapas previas de la humanidad debido a la mejora gradual de las condiciones sanitarias y médicas que redujeron significativamente las tasas de mortalidad y porque se mantuvieron las altas tasas de fecundidad; esta segunda fase distinguida por el aumento sin precedentes en la población se prolongó por casi una centuria. Y una tercera fase que comienza con la reducción de la fecundidad por efecto de la implementación de programas de planificación familiar y que se denomina transición de la fecundidad. Es notable que estos ordenamientos, si bien generales, difieren en la determinación de las fases o etapas, sin embargo, ambas asimilan las mismas trayectorias en los cambios de las variables que caracterizan a la transición demográfica. Ahora bien, es preciso, en cuanto al análisis de la transición demográfica, reconocer que las poblaciones evolucionan a niveles elevados y medianamente estables de fecundidad y niveles bajos de mortalidad, si no en equilibrio, ligeramente fluctuantes; que el descenso de las variables se inicia en momentos diferentes, siendo el nivel de mortalidad el que generalmente disminuye en un principio; que el nivel de fecundidad también tiende a disminuir, empero a ritmos más lentos que los niveles de mortalidad; que los factores económicos, sociales y biodemográficos influyen en la determinación del tiempo en que estas variables toman en llegar a niveles bajos y que este 19 difiere entre las distintas poblaciones, y; que el balance entre los niveles de fecundidad y mortalidad determinan el ritmo de crecimiento de las poblaciones (Miró, 2003). A diferencia de los países desarrollados,el proceso de transición demográfica en América Latina comienza a mitad del Siglo XX (Gomes, 2009). Saad, Miller, Martínez y Holz (2012), sugieren que los cambios en la población que dan inicio a la transición ocurren próximos a la segunda mitad de la década de los 60; de tal forma que, a partir de aquellos momentos hasta las recientes décadas, la tendencia demográfica latinoamericana ha estado marcada por pronunciadas disminuciones en mortalidad, fecundidad y el aumento en la esperanza de vida (Chackiel, 1999). Es claro que la región se encuentra actualmente en un período de profundas transformaciones demográficas muy propias del tránsito por la también denominada revolución demográfica. Tal como se ha determinado, se trata de un proceso relativamente largo en que la población parte de un estado inicial con altas tasas de mortalidad y fecundidad, que posterior son significativamente más bajas, así como los efectos que estas disminuciones generan en el acontecer social y la población misma. No obstante, la asincronía entre el inicio de la reducción de la mortalidad y el de la fecundidad generó un período relativamente corto de rápido crecimiento poblacional a mediados del siglo XX, que ha sido responsable, entre otras cosas, de cambios sustanciales en la estructura por edades de la población regional, en particular su envejecimiento, que han sido mucho más rápidos en los países de la región que en los países industrializados. En general y pese a las diferencias que persisten al interior de la región, se puede decir, de una manera general, que América Latina ha experimentado un proceso considerablemente más rápido de transición demográfica en comparación con la experiencia de los países actualmente industrializados (CEPAL/CELADE/BID, 1996, en Saad, et al., 2012). Es necesario tener en cuenta que, si bien los procesos demográficos suceden bajo tendencias similares, no necesariamente ocurren de igual manera entre las distintas poblaciones; ni al mismo tiempo, ni en la misma magnitud ni con los mismos efectos. La precisión de autores como Chackiel y Martínez (1993 en Miró, 2003) por organizar en etapas la transición demográfica, o como Hernández (2004) que la ordena en fases, entre otros autores y 20 estudios5, obedece al hecho de que cada población se desarrolla en el espacio geográfico que ocupa de maneras diversas, los procesos que tiene cada población obedecen a una serie de contextos que se interrelacionan y producen efectos en la dinámica demográfica, razón por la que distintos países se encuentran en diferente etapa o fase de la transición. Así, pues, pueden existir numerosas explicaciones sobre la transición demográfica, desde las globales a las regionales, nacionales e incluso estatales, es decir, las transformaciones de la población obedecen, en parte, a la delimitación espacial en que son analizadas. Los análisis demográficos pueden ir de lo macro a lo micro dependiendo del espacio geográfico en que se pretenda comprender el comportamiento de la población. Es importante señalar la heterogeneidad de los fenómenos de la población para comprender las problemáticas enfáticas en cada espacio. De tal forma que no podemos pretender que los problemas de la población en el mundo o en América Latina respondan idénticamente a las problemáticas demográficas especificas en México, de la misma forma en que las cuestiones de la población nacional no obedecen a los fenómenos demográficos en un estado u otro del país. En la trayectoria de evolución de la transición demográfica se han suscitado fenómenos específicos que surgen de la misma transición, pero que, no obstante, figuran como objetos de estudio particulares, en donde, además, la economía interviene para el análisis de los mencionados fenómenos; uno de ellos es el llamado bono demográfico. 1.2.2 Bono demográfico. Poblaciones transitoriamente jóvenes, una ventana de oportunidades El tema se desarrolla en una trayectoria en la que los eventos demográficos son determinados por otros que le preceden y en los que se incluye, es decir, partiendo de la transición demográfica, así como de las transformaciones que la población experimenta en tanto la transición sigue su curso, se presentan momentos que representan oportunidades que pueden ser aprovechadas, o no, según las medidas y acciones que un país tome para obtener beneficios colectivos; una ventana de oportunidades que, si bien presenta ahora las 5 Véase, por ejemplo, la investigación de Bajraj y Chackiel (1995) 21 condiciones que deben aprovecharse, comienza a configurarse a partir de las transformaciones demográficas que provocaron que las tasas de fecundidad disminuyeran considerablemente, de tal manera que el escenario fue el óptimo para que la estructura etaria de la población se conformara mayoritariamente por personas jóvenes y en edades potencialmente activas laboralmente; esta disposición de la población que se ha considerado una ventana de oportunidades es justamente lo que representa el bono demográfico. Pues bien, la trayectoria hasta el momento, reduciendo todas sus implicaciones, es: transición demográfica – bono demográfico; en donde el bono demográfico se refiere al aumento más que proporcional en el número de personas en edad de trabajar en relación al que registra el de personas en edades no activas económicamente (Hernández, 2004). Sin embargo la existencia de un bono demográfico no representa, como un hecho, que tendrá implicaciones positivas en el desarrollo tanto económico como social per se, es decir, es evidente que en el desarrollo de la transición demográfica las poblaciones alcanzan determinada estructura que tiene la bondad de ensanchar las edades potencialmente activas, empero, la situación no implica un aprovechamiento automático de las favorables condiciones de la población; las oportunidades suceden en un momento específico y deben ser abordadas desde distintos ángulos para obtener beneficios. La transición demográfica sigue su curso junto con la inercia de las transformaciones de la población, de manera que es definitivo que esta ventana de oportunidades se agotará y el bono demográfico se diluirá con las mutaciones de la población. Las implicaciones que trae consigo el cambio de una estructura por edades constituye retos inéditos, entre otras cuestiones en las políticas públicas orientadas a atender diversas facetas de la vida humana (Zúñiga, 2004); el bono demográfico, entonces, no representa solamente una ventana de oportunidades sino también una ventana de retos; el cambio demográfico vinculado a la disminución del número de niños, niñas y adolescentes en edad escolar y al incremento de la población joven y adulta representa el desafío de brindar una mejor educación y un mayor acceso al empleo decente y de calidad, de manera que las bondades de un bono atendido para su aprovechamiento contribuya a lograr un mayor desarrollo social y económico, y a apuntalar el capital humano de las personas que, además, será necesario para enfrentar las problemáticas derivadas del inminente envejecimiento de la población. 22 Está claro que los incrementos de la población son apreciados debido a la cantidad de personas que alcanzan la edad potencial para trabajar, lo que no es claro es la manera en que el mercado laboral se adecúa para atender a esa gran cantidad de personas que demandarán nuevos puestos de trabajo, ni las condiciones educativas en las que los jóvenes arriban al mercado de trabajo; se insiste, que el bono demográfico simbolice una oportunidad no significa que se tendrá provecho de esta si no se actúa desde el ámbito de la administración pública. El bono demográfico debe ser entendido como una oportunidad coyuntural que se agota con el paso del tiempo y el avance de la transición demográfica. Este se habráconsumado cuando aumente de manera pronunciada el número de personas mayores respecto al de jóvenes y adultos en edad de trabajar, lo que significará que el número de consumidores se elevara con respecto al de productores, que de no compensarse la disminución de ingresos laborales por consumidor con ingresos no provenientes del trabajo (como el aumento del ahorro), podría producirse un descenso del bienestar económico, y el período de bono demográfico pasaría a expresar una etapa de desventaja demográfica (Saad, et al., 2012). Así pues, de acuerdo a la lectura que se ha realizado en cuanto a las implicaciones del bono demográfico, se encuentra que su aprovechamiento tiene como referencia tres aspectos fundamentales: los jóvenes, que son el segmento de población más cuantioso en relación al resto de la población, la educación, como el medio de acumulación de conocimientos y habilidades, y el empleo como el espacio en donde se materialicen tales conocimientos y habilidades. Para concretarse el bono es necesario, entre otras condiciones, acrecentar en tanto sea necesario la inversión en capital humano, garantizar la disponibilidad de empleos en condiciones adecuadamente remuneradas y potenciar la productividad del trabajo; sin embargo, si no se aseguran las condiciones sociales, económicas e institucionales apropiadas para aprovechar este bono demográfico, la oportunidad terminará por desperdiciarse, corriendo el riesgo, además, de transformarla en una verdadera pesadilla social (Tuirán, 2000; Chackiel, 1999; Hernández, 2004; García, 1999). Tanto el sistema educativo como la estructura del mercado son los protagonistas para hacer frente a los retos que devienen de las oportunidades que ofrece el periodo coyuntural del bono demográfico; por lo primero, el reto se encuentra en ampliar la cobertura y calidad de 23 la educación para atender a una ensanchada población de jóvenes; por lo segundo, las grandes porciones de población joven que se incorporará al mercado de trabajo demandarán puestos que ocupar. Es decir, una adecuada educación es el precedente obligado para potenciar las posibilidades de crecimiento económico mediante una eficiente estructura de mercado buscando mejoras en el desarrollo. La población es un factor eficiente de la producción en tanto mejor es su capital humano para responder a las necesidades del desarrollo. Esta es la única manera en que el bono demográfico puede resultar en beneficios reales para la sociedad: educando, entrenando y capacitando a la población, aumentando su capital humano para que, en un esfuerzo colectivo, se haga frente a los efectos de la pobreza. La cuestión del bono demográfico es una cuestión de juventud. Es importante tener claro que el grupo poblacional que crece más rápidamente durante las fases iniciales del período de bono es el de los jóvenes que están entrando a la fuerza de trabajo. De tal forma que estos tienen reservado un papel protagónico en este escenario, tanto porque una fracción importante del bono demográfico está determinada por las tendencias de la población joven, como por el hecho que una vía crucial para su aprovechamiento pasa por inversiones en capital humano centradas en este grupo etario. Aprovechar el bono demográfico a través de inversiones en educación y de la creación de empleos modernos no solo implicará mayores oportunidades para los jóvenes de hoy, sino que también representará una oportunidad única de prepararse para el futuro. Sociedades más incluyentes, con mayor participación de los jóvenes en sistemas de educación de calidad y en el empleo productivo, serán más exitosas frente a los desafíos del envejecimiento de la población, sin olvidar que ello también supone para los jóvenes el ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones (Saad, et al., 2012). De tal forma que, para promover mejores oportunidades en las que el capital humano, que es una de las piedras angulares en la materialización del bono demográfico, pueda desarrollarse óptimamente, es necesario construir, en principio, los canales adecuados para satisfacer la demanda en el sector educativo para toda la población, especialmente para la población que vive en pobreza y que, generalmente, no puede financiar los costos privados que implican las inversiones en educación, pues aun cuando la educación sea gratuita existen los costos de oportunidad de asistir a la escuela (Tomasevsky, 2006 en Khoudour, 2009). 24 El círculo virtuoso es claro y se reitera hasta el cansancio: invertir en los jóvenes, que representan la materia prima para el aprovechamiento del bono, invertir en su educación y capacitación para integrarse al mundo del trabajo y fortalecer los canales necesarios que brinden la oportunidad de engrosar la inclusión al trabajo formal para que durante esta etapa coyuntural se consiga la máxima productividad posible, de tal forma que el crecimiento económico y desarrollo alcanzados, amén de estas acciones, permitan volver al ciclo y aprovechar los beneficios o dotar a la población y la economía del país de las herramientas necesarias para hacer frente a los futuros retos demográficos. Tal como Saad, et al. (2012) expresa: se requieren fuertes inversiones en capital humano para que las generaciones cuantitativamente mayores sean también cualitativamente más productivas. Tal como el asunto del bono demográfico se encuentra inmerso en los estudios de la transición demográfica, de los análisis del bono demográfico surge simultáneamente un tema relacionado tanto como con la transición como con el bono; un tema que representa un paso más en las observaciones sobre las implicaciones económicas que devienen de los fenómenos demográficos, este es el dividendo demográfico. 1.2.3 Dividendo demográfico: el beneficio económico de las poblaciones jóvenes La nueva demografía económica es resultado de la teorización de los análisis que interrelacionan a los fenómenos demográficos con los económicos y de esta surgen los términos bono demográfico y dividendos demográficos. En los estudios sobre las implicaciones sociales de la demografía, se halló que las oportunidades que ofrece la peculiar y transitoria estructura etaria, producto de la transición demográfica, se relaciona, en principio y, ante todo, con los aspectos productivos y de consumo, pero el alcance de esas oportunidades se extendió pronto a aspectos de ahorro financiero; como resultado, del concepto de bono demográfico y su aprovechamiento, se desprenden los conceptos de dividendos demográficos: asociando el primer dividendo a la generación productiva de riqueza y el segundo dividendo a la formación de activos financieros (Alba, 2009). 25 Sin embargo, a pesar de que el tema esté conformado por dos momentos, es decir, que el tema de los dividendos demográficos (así, en plural) signifique el estudio de dos etapas específicas, para efectos de la investigación se concentrará la atención en el primer dividendo y se hará referencia de él simplemente como el dividendo demográfico. Empero, sin restar mérito a la importancia que representa el estudio de ambos dividendos pues, pese a que se enfatiza y se analiza el primer dividendo en este trabajo, el logro de conformación del primer dividendo es condición para conseguir el segundo. De tal forma que, si bien el título del trabajo reza dividendos demográficos y sólo se examina la conformación, o no, del primero, las observaciones sobre este sugieren también, implícitamente, la conformación, o no, del segundo. Recapitulando, la transición demográfica ha implicado transformaciones de las poblaciones en su tamaño, distribución, composición y dinámica, así como también en los determinantes y consecuencias socioeconómicas que trae consigo el cambio poblacional; de tal forma que el avance y la evolución de la transición llegó a un momento en el que la población ha tendidoa concentrarse en las edades potenciales para trabajar, hecho que constituye una ventana de oportunidades y a la cual se ha denominado como bono demográfico. Ahora, la existencia del bono demográfico no determina que se aprovechen las oportunidades por el simple hecho de que la población en edades potencialmente laborales sea la predominante; el bono, entonces, representa al mismo tiempo oportunidades y retos que han de ser enfrentados y atendidos desde distintas aristas para asegurar el aprovechamiento de esas ventajas que ofrece la estructura de la población. Al final, el aprovechamiento del bono es precisamente lo que constituye al llamado dividendo demográfico; la formación del dividendo demográfico es, pues, el aprovechamiento del bono. Mason (2003 en Mejía, Fernández y García, 2010) define al dividendo demográfico como un periodo único, bondad de la transición demográfica, en que el descenso de la fecundidad y de la mortalidad infantil ocasionan un aumento de la proporción de personas en edad potencialmente productiva en un quantum muy superior al de los grupos dependientes; el cambio en la estructura por edades en favor de mayor participación de la población activa, es entonces, el fenómeno que da lugar al concepto de dividendo demográfico y a las expectativas de aprovecharlo (Nava y Ham, 2006). Razón por la cual, cuando el crecimiento 26 de los ingresos laborales (población económicamente activa) compensa el aumento del consumo (población dependiente), ambos afectados por los cambios de la composición poblacional por edades, se obtiene este primer dividendo, es por ello que la estructura de la población resulta determinante en su definición (Mejía et al., 2010). Desde el punto de vista teórico, con base en la literatura de crecimiento y cambio demográfico, Bloom y Canning (1998 en Roa y Cendejas, 2007) establecen tres mecanismos a través de los cuales la transición demográfica y el cambio de la estructura de edades pueden afectar al crecimiento económico, produciendo lo que se denomina dividendo demográfico. El primero se refiere al aumento de la población potencialmente activa que resulta de la segunda fase de la transición demográfica en la cual se genera un fuerte aumento de población joven y, en general, en edad de trabajar con respecto a la total, lo que implica un potencial incremento de la capacidad productiva. Además, por desarrollarse en un momento en que los servicios de salud se han vuelto más eficientes y la esperanza de vida se ha elevado, las nuevas generaciones gozan de mayor salud por lo que su productividad también es potencialmente mayor y apuntala la posibilidad de ascendentes y mejores aportaciones a la producción. El segundo mecanismo trata sobre el aumento del ahorro; se explica el incremento del ahorro a partir de las teorías del ciclo vital6 del ahorro y la inversión, según la cual las decisiones de los agentes sobre estas variables dependen de la edad. En general, afirman que los niños y los adultos mayores7 tienden a consumir más de lo que producen, representando un coste económico para la sociedad, mientras la población en edad de trabajar ofrece trabajo como 6 Dornbusch y Fischer (1978) exponen que la hipótesis de la teoría del ciclo de vida considera a los individuos como planificadores del consumo y el ahorro a lo largo de los periodos, con la intención de asignar su consumo de una manera satisfactoria, a lo largo de su vida. Esta hipótesis considera al ahorro como principal resultado del deseo de los individuos de proporcionarse consumo en la vejez. La teoría señala un número de factores inesperados que afectan a la tasa de ahorro de la economía; por ejemplo, la estructura de edad de la población, que es un determinante importante del comportamiento del consumo y el ahorro. Hay ciertas implicaciones en la teoría: primero que, durante los años de ganancias, los consumidores ahorran; la población joven, ante un incremento de la riqueza, gasta una fracción más pequeña de su ingreso pensando en su futuro; por el contrario, los ancianos, ante un incremento de la riqueza, tienden a distribuir sus ingresos en relación a un periodo menor de vida. En suma, durante los años de trabajo, el individuo ahorra para financiar su consumo durante el retiro. 7 En la investigación se considera como adulto mayor a aquel que se encuentra fuera del periodo que comprenden las edades económicamente activas; es decir, de 65 y más años. 27 factor productivo y ahorra para su jubilación, financiando los procesos productivos y de inversión de la economía. El tercer mecanismo por el cual se puede conseguir el dividendo demográfico se refiere a la acumulación de capital humano. El aumento de la esperanza de vida hace más rentable la inversión en educación, además, el descenso de la tasa de fecundidad provoca que los padres y el Estado puedan dedicar más recursos por estudiante, dotándoles de mayores niveles de educación y cuidados. Todo ello puede dar lugar a un aumento de la acumulación de capital humano y del crecimiento, marcando la eficiencia del dividendo demográfico. Estamos ante un escenario que implica centrar la atención sobre la población joven y, en general, de la población en edad potencial de integrarse al mercado de trabajo. La capacidad productiva de esta población genera una ventana de oportunidad que podría reflejarse en incrementos de la productividad nacional, más otros fenómenos a los que puede atribuírseles la menor proporción de personas dependientes, por ejemplo, el hecho de que las mujeres tienen más oportunidades para insertarse en el mercado laboral, pues el descenso de la fecundidad ha implicado que el tiempo de trabajo dedicado al cuidado de los hijos sea menor. Sin embargo, la evidencia empírica ha demostrado que no todos los países que han experimentado la primera transición demográfica y el cambio en su estructura de edades han obtenido un dividendo demográfico, es decir, no se han aprovechado las bondades del bono demográfico. Se insiste, el bono demográfico no es un fenómeno ni determinista, ni automático y el dividendo demográfico no se obtendrá por el mero hecho de que la estructura de la población sea ventajosa si no se ponen en marcha acciones desde la esfera pública que apuesten por apuntalar las variables demográficas en donde se requiere. Así, pues, los análisis de la nueva demografía económica han indagado sobre el acelerado despegue económico de algunos países de Asia en la segunda mitad del siglo XX, que está asociado al buen uso que se hizo de las condiciones demográficas relacionadas con la presencia de una elevada proporción de sus poblaciones en edades laborales, al convertir esa circunstancia demográfica en factor productivo; de las experiencias exitosas en cuanto al aprovechamiento del bono en los países asiáticos, se ha destacado la inversión en educación y los resultantes niveles elevados de calificación de la población en edad de trabajar como 28 uno de los aspectos necesarios para alcanzar el dividendo demográfico (Bloom y Williamson, 1998; Bloom y Canning, 2003 en Alba et al., 2006). La experiencia de los países de Asia oriental que consiguieron aprovechar plenamente la oportunidad demográfica y la materializaron en elevadas tasas de crecimiento, sostenidas durante varias décadas, dejan en claro la necesidad de formular políticas que permitan potenciar el período de transición favorable, mediante la formación de capital humano, la creación de empleo, el aumento de la productividad y la generación de ahorro (Mason, 2007b en Mejía et al., 2010). Si la materialización del bono no comenzó en el pasado, como debió suceder, debe suceder en el presente; la materialización del primer dividendo depende en medida importante de la asociación de una mayor calificación educativa y capacitación laboral delas generaciones más jóvenes respecto de las más envejecidas (Alba, 2009). Para la generación del dividendo, es fundamental la existencia de un marco político e institucional que estimule, en concreto, la educación y el trabajo. Los programas de información y educación son claves para incentivar la acumulación de capital humano; la capacitación para el empleo y el fortalecimiento y adecuación del mercado laboral es necesario para robustecer la productividad (Roa y Cendejas, 2007). Es claro que los temas demográficos relevantes del futuro próximo son los dividendos demográficos y el envejecimiento. Para que se construya el primer dividendo es necesario, entre otras condiciones, que durante los años en los que predomina una baja razón de dependencia demográfica se asienten bases de ahorro e inversión económica que permitan la viabilidad económica y el bienestar de toda la población. Si esta infraestructura es sostenible a futuro, se convierte en el segundo dividendo (Lee et al., 2001; Mason, 2005, en Nava y Ham, 2006). Los versados en el tema enfatizan que, para aprovechar el bono, de tal forma que se consiga el dividendo, se han de fortalecer la inversión en capital humano y garantizar la incorporación al trabajo productivo de las futuras generaciones de jóvenes y adultos (Herrero, 2000). 29 1.3 Juventud: aspectos e implicaciones generales Todos quieren ser jóvenes: los que lo son y no lo parecen, y aun los que no lo son - Margulis, M. (2001) En la trayectoria de los grandes fenómenos demográficos, la dinámica de la población, a través de la transición demográfica, ha posicionado a las poblaciones en un momento donde su composición etaria se concentra preponderantemente en las personas jóvenes; un hecho social, demográfico, con implicaciones económicas, que es objeto de estudio particular y al cual se ha denominado bono demográfico. La razón de la existencia de un bono demográfico alude específicamente a que las poblaciones están conformadas mayoritariamente por personas jóvenes. A tal situación se le considera como una ventana de oportunidades que, de ser aprovechada, puede derivar en la conformación de un dividendo demográfico. Así pues, aprovechar el bono se traduce como el aprovechamiento del potencial de los jóvenes, son ellos el leitmotiv de un momento único en la historia, son ellos los protagonistas de lo que puede suponer un beneficio para las poblaciones y los países. Si bien los análisis del bono demográfico y el dividendo demográfico resultan de una interpretación, por mucho, más cercana a la estadística, resulta conveniente, y, más que conveniente, necesario y respetuoso, comprender que la juventud significa mucho más que un grupo de población compartiendo edades y que representa mucho más que un recurso susceptible de ser aprovechado. Así pues, se ha de caracterizar a los y las jóvenes como sujetos sociales, como miembros de la sociedad con condiciones específicas. Se procura, pues, evitar reducir a datos a las personas jóvenes; la intención del análisis de la juventud y sus implicaciones es dotar a los datos, que inevitable pero necesariamente han de ser analizados, de un sentido cualitativo y social. 1.3.1 Jóvenes: actores de la juventud Según Pérez Islas (2008 en Pico y Vanegas, 2014) no existe consenso sobre cuándo se construye y legitima el concepto juventud, sin embargo, comenta que sí hay apuestas teóricas 30 que dan luz acerca de momentos, acontecimientos y vertientes en dónde visualizar y justificar la etapa de la vida en la que los seres humanos no pueden ubicarse ni como niños ni como adultos y su manera de vivir y visionar el mundo. Para la definición del bono demográfico se observa a la población joven en términos de edad, es decir, para determinarse, se dice que la población joven supera en proporción al resto de la población: mirar a la juventud en términos de edad es la noción más general y usual, por tanto, remite a la biología, al estado y las capacidades del cuerpo (Margulis, 2001). En este primer acercamiento a la definición de juventud, esta se determina, además de como un parámetro de edades, como una etapa de vida distinguible de otras que se viven en el ciclo de vida humano, como la infancia, la adultez, la vejez, donde se completa el desarrollo físico del individuo y ocurren una serie de transformaciones psicológicas y sociales, cuando éste abandona la infancia para procesar su entrada en el mundo adulto; desde esta perspectiva se ha instalado en nuestros imaginarios la versión de que el mundo joven está en un tránsito, preparándose para ser adulto (Dávila, 2004; Duarte, 2001). Siguiendo la pista de Dávila (2014) se establece que la franja etaria usualmente utilizada para designar la adolescencia se encuentra entre los 12 y 18 años; y entre los 15 y los 29 para la juventud. Incluso, sugiere el autor, para el caso de designar el período juvenil, en determinados contextos y por usos instrumentales asociados, éste se amplía hacia abajo y hacia arriba, pudiendo extenderse entre un rango máximo desde los 12 a los 35 años. Evidentemente, por sí sola, la categorización por edad no es suficiente para el análisis de lo juvenil: necesaria, sí, para enfatizar algunas delimitaciones iniciales y básicas, mas no con la finalidad de homogeneizar las categorías etarias para el conjunto de los sujetos que comparten una edad determinada. La edad, entonces, no define totalmente, sin embargo, permite precisar un grupo dentro de las sociedades, a cuyo miembro se denomina joven (Duarte, 2001). Si la juventud constituye un momento determinado, no se reduce a un pasaje; el proceso es influenciado por el medio social concreto en el que el joven se desarrolla y por la cualidad de los cambios que este proporciona (Dayrell, 2003). Cuando Pierre Bourdieu (1990 en Erazo, 2009) analiza la palabra juventud señala, con relación a los usos, tres distintos sentidos: primero, el sentido sociológico que establece un límite etario porque produce 31 sujetos sociales con relación a prácticas culturales específicas; segundo, el sentido cultural que produce relaciones sociales, como las que organiza el vínculo joven-viejo, que ponen en funcionamiento un modo de organización en torno a la educación y al trabajo; tercero, el sentido biológico del término. Así, pues, la noción de juventud es socialmente variable y la definición del tiempo de duración, de los contenidos y significados sociales de los procesos de la juventud se modifican particularmente en cada sociedad, diferenciándose una de la otra a través del tiempo y a través de sus divisiones internas (Dávila, 2004). De tal forma que, por poco que se ahonde en el tema, la significación de juventud se presenta sumamente compleja, susceptible a las ambigüedades y simplificaciones. Juventud convoca a una serie de significaciones elaboradas históricamente, que reflejan en el proceso social de construcción de su sentido la complicada trama de situaciones sociales, actores y escenarios que dan cuenta de un sujeto difícil de aprehender (Margulis, 2001). Definitivamente, no es sencillo construir una definición de la categoría juventud debido, justamente, a que los criterios que la constituyen son histórico-culturales (Dayrell, 2003), la juventud se define en un momento y se redefine en otro de acuerdo con los contextos respectivos; en suma, la categoría juventud constituye una construcción que busca definir y precisar un aspecto de la experiencia humana, así pues, juventud responde a una creación que deviene de procesos históricos específicos en los que las ideas en disputa están relacionadas principalmente con la definición a partir de la edad, pero también con entender la juventud como una construcción sociocultural (Cárdenas, 2011). En los intentos por hacerse con una definición, desde la antropología de la juventud se apunta en una
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