Logo Studenta

El-ciberbullying--un-enfoque-hermeneutico

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO 
PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL 
 ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL 
CAMPO DE CONOCIMIENTO: VIOLENCIA SOCIAL Y VIOLENCIA SIMBÓLICA 
 
 
 
EL CIBERBULLYING: UN ENFOQUE HERMENÉUTICO 
 
 
 
TESIS 
 
 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 
 
 
 MAESTRA EN TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
PRESENTA: 
LOURDES ELENA BARRAGÁN AVIÑA 
 
 
 
TUTOR 
DOCTOR JAVIER NARANJO VELÁZQUEZ 
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, Cd. Mx., Marzo 2019 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
DEDICADO 
 
A mi mamá y papá 
por impulsarme siempre 
a seguir mis sueños, 
A mi querida hermana 
por ser un ejemplo de valentía, 
A mi René 
Por ser mi cómplice 
en ésta nueva aventura. 
 
 
Y al pequeño milagro que crece dentro de mí, 
Recuerda siempre que todo lo que desees se hará realidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
Cuando era pequeña mi mamá se sentaba a hacer la tarea conmigo, me decía 
“Letra por cuadrito”, mi papá me acompañó siempre a inscribirme al CCH y luego a 
la licenciatura, fantaseaba con que algún día sería una licenciada; en cambio, de 
niñas yo torturaba a mi hermana jugando a la maestra… Con el paso del tiempo, y a 
pesar de mi no aceptación, todo se conjuntó y concienticé mi amor por estudiar, por 
preguntar, dudar e investigar. A fin de cuentas Sí funcionó la letra por cuadrito 
mamá; no soy licenciada papá sino Maestra, y mira hermana me ayudaste a 
practicar; por eso les agradezco infinitamente su amor, inspiración, paciencia y 
acompañamiento. 
Mi compañero de vida llegó al final de este proceso para iniciar conmigo un camino 
nuevo, te agradezco el hacer realidad un sueño que ya estaba dormido, por 
impulsarme a seguir adelante y mostrarme lo maravilloso que es hacer planes para 
nuestra familia, eres un ejemplo de que lo que se quiere se consigue… mis 
hermosos ojos verdes, mi azul, mi René. 
Sin duda alguna, este camino no hubiese sido el mismo sin mi cómplice de 
aventuras, aquella chica irreverente que se convirtió en mi muy mejor amiga. 
Gracias Sazi por estar conmigo desde el primer día, por nuestras extensas y 
estúpidas discusiones teóricas y nuestras geniales puestas en práctica. Me has 
enseñado a ver el mundo de otra manera. 
Cuando nos conocimos no pensé que íbamos a terminar conspirando contra el 
mundo, gracias a mi tutor el Doctor Javier Naranjo Velázquez, quien me impulsó y 
animó siempre, por respetar mi postura teórica y ayudarme a que este trabajo sea lo 
que es: tan sólo el volumen I… 
A mi hermosa y extensa familia, a mis amigos de toda la vida Fernando y Vanessa. 
Y a todas y todos los adolescentes que compartieron conmigo sus experiencias con 
el ciberbullying. 
A la Universidad Nacional Autónoma de México, mi universidad, mi UNAM, por 
verme nacer, crecer y madurar. Siempre serás mi hogar. 
 
 
 
Índice 
 
Introducción 6 
 
Capítulo I. Las sociedades mediatizadas 9 
1.1 La teoría de los campos y la noción de habitus de Pierre Bourdieu 11 
1.2 La concepción estructural de la cultura y las formas simbólicas: John 
B. Thompson 
16 
1.3 La construcción de la identidad 20 
1.4 La tecnología en la vida cotidiana 23 
1.4.1 Internet: El campo virtual 26 
1.4.2 La comunicación en la web 2.0 28 
1.4.3 La identidad digital y las relaciones sociales simbólicas en 
las redes sociales virtuales 
30 
1.5 Las sociedades mediatizadas y la violencia 34 
1.5.1 Diferentes enfoques sobre violencia 35 
1.5.2 La violencia simbólica 37 
 
Capítulo II. El Ciberbullying en los adolescentes 41 
2.1 El Bullying 43 
2.2 El Ciberbullying 47 
2.2.1 Estado del conocimiento 47 
2.2.2 Conceptualización, características y participantes 53 
2.2.3 Tipos de acoso y modalidades de transmisión para la 
práctica del ciberbullying 
59 
2.3 Ciberbullying no es igual a grooming online, sexting o ciberstalking 62 
2.4 Programas y estrategias de intervención para prevenir y actuar 
contra al ciberbullying 
64 
 2.4.1 Cyberprogram 2.0 65 
 2.4.2 Modelo KiVa 66 
 2.4.3 Las instituciones educativas gubernamentales mexicanas y 
la Fundación en Movimiento A.C. 
67 
 
Capítulo III. La hermenéutica profunda y el ciberbullying 71 
3.1 La hermenéutica profunda 73 
3.2 Los rasgos estructurales internos de las formas simbólicas 77 
 3.2.1 El aspecto intencional 78 
 3.2.2 El aspecto convencional 79 
 3.2.3 El aspecto estructural 79 
 3.2.4 El aspecto referencial 80 
 3.2.5 El aspecto contextual 81 
3.3 Análisis sociohistórico: contextualización social del Ciberbullying 82 
3.3.1 El escenario espacio temporal 83 
3.3.2 El campo de interacción: Internet 86 
3.3.3 Las instituciones sociales 88 
3.3.4 La estructura social 90 
3.4 Los rasgos estructurales internos del ciberbullying desde las 
interpretaciones de los adolescentes 
94 
 3.4.1 El aspecto estructural del ciberbullying 97 
 3.4.2 El aspecto convencional del ciberbullying 99 
 3.4.3 El aspecto referencial del ciberbullying 103 
 3.4.4 El aspecto intencional del ciberbullying 105 
 3.4.5 El aspecto contextual del ciberbullying 110 
Interpretación final 
 
120 
Capítulo IV. “#Contra el Ciberbullying el arte”: pautas para una 
estrategia de intervención 
124 
4.1 La intervención en Trabajo Social 126 
4.2 “#Contra el Ciberbullying el arte”: Pautas para la estrategia de 
intervención 
128 
4.2.1 Descripción del proceso de intervención social 129 
4.2.2 Objetivos 130 
4.2.3 Nivel de intervención 130 
4.2.4 Estrategias del proceso de intervención social 131 
4.2.5 Evaluación 133 
 
Conclusiones 135 
 
Anexos 
 
Referencias 
138 
 
194 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 6 
 
Introducción 
 
 
El Trabajo Social ha vivido importantes transformaciones, incluso su origen es 
determinado desde diferentes posturas históricas ubicándolo de acuerdo al tipo 
de acciones que realizaba (antes de determinar específicamente su objeto de 
estudio), el contexto sociopolítico y económico en el que se afianza, el cambio 
de paradigma para entender la realidad social o la producción de conocimiento 
científico a partir de la sistematización y teorización de ésta. Desde este punto 
de vista, su conceptualización ha sido establecida en función de las actividades 
que ha desempeñado y sobre todo desde los diferentes sectores en los que ha 
participado. A su vez, en este proceso de construcción y de reconstrucción, se 
ha consolidado en estos días como una disciplina que forma parte de las 
ciencias sociales y cuyo objeto de estudio son las situaciones problema que los 
diferentes sistemas socioeconómicos han generado. 
La forma en la que se ha acercado a éstos para poder tratarlos conlleva una 
serie de metodologías y métodos que la misma disciplina defiende; asimismo, 
desde sus orígenes podemos observar particularidades que han favorecido en 
el tipo de representación social que se tiene respecto de la construcción de 
conocimiento por parte del Trabajo Social. 
La realización de investigaciones como parte de la disciplina -con sus 
diferentes enfoques-, ha proporcionado un enriquecimiento del campo de 
conocimiento, al respecto Ortega (2015) comenta: 
 
La incorporación de los elementos simbólico-culturales a nuestro 
objeto de estudio como dimensión irrenunciable para acercarnos 
ala complejidad de los espacios de interrelación social y los 
factores estructurales que los atraviesan. Este ámbito de 
producción y reproducción de significados es inherente a la 
realidad con la que se encuentra a diario el actuar disciplinar. (p. 
282) 
 
Siguiendo bajo la misma línea, la situación problema que vamos a analizar en 
la investigación que se presenta, surge a partir del avance de la tecnología y la 
manera en la cual ésta es utilizada para ejercer la violencia simbólica en un 
 
 
 7 
campo que hasta hace unas décadas no existía; por lo tanto, podemos 
considerarlo como un fenómeno reciente que ha ido modificando las formas 
simbólicas dadas y afectando a la población que lo vive. 
En este sentido, lo que pretendemos lograr es establecer los postulados 
teóricos que sirven como base para poder situar al ciberbullying en una 
sociedad con una amplia influencia tecnológica en la cultura y, por lo tanto, en 
la forma de relacionarnos. Estamos rodeados de pantallas, tenemos decenas 
de contraseñas alfanuméricas para decodificar nuestra vida, nos situamos en 
un campo digital que en muchas ocasiones determina nuestras posiciones en 
los campos no-digitales o reales, tenemos acceso 4k y en tiempo real a la 
violencia simbólica; en pocas palabras, nuestra cultura se ha ido modificando y 
con ello nuestra forma de vivir trayendo situaciones problema nuevas que 
requieren soluciones. 
La forma simbólica que analizaremos ha traspasado los límites escolares para 
insertarse en un campo emergente, el cual posee significancia debido a lo que 
simbólicamente representa pertenecer a él y, esta situación, es interpretada 
desde contextos en los cuales la vida en la virtualidad se vislumbra como la 
esencia misma de la existencia, otorgándole poder simbólico a lo que sucede 
en las redes sociales; por lo tanto, lo que sucede ahí (online) repercutirá en la 
vida real (offline). 
La población objetivo seleccionada para ser estudiada, es la que corresponde a 
los adolescentes de entre 12 y 14 años de edad que viven y estudian en la 
Alcaldía Tlalpan, de la Ciudad de México y tiene un enfoque hermenéutico 
desde la concepción metodológica de John B. Thompson; asimismo, su marco 
teórico está comprendido por Pierre Bourdieu, Robin Kowalski, Amber Limber y 
Susan Agatston, principalmente. 
Lo que se busca es poder analizar los significados que le dan los adolescentes 
al ciberbullying y, posteriormente, elaborar algunas líneas para pensar una 
propuesta de intervención que rescate las sugerencias de los entrevistados. 
El desarrollo de la investigación comprende cuatro capítulos, en el primero 
encontraremos el cuerpo teórico de la investigación respecto a las sociedades 
mediatizadas resaltando la teoría de los campos y la noción de habitus de 
Pierre Bourdieu, la concepción estructural de la cultura de John B. Thompson y 
abordaremos lo que concierne a la forma por la cual la tecnología ha formado 
parte de nuestra cotidianidad. 
 
 
 8 
El segundo capítulo está estructurado para explorar lo que es el bullying y el 
ciberbullying, sus características, los medios de transmisión y las formas por 
las cuales se desarrolla. También incorporamos una breve descripción de 
algunos programas internacionales para prevenir y actuar frente al fenómeno. 
La metodología de la hermenéutica profunda de Thompson se encuentra en el 
tercer capítulo y es mediante ella que analizamos las entrevistas que se 
llevaron a cabo. Primero se establecen las líneas generales de la metodología 
como tal: el análisis sociohistórico y los rasgos estructurales internos de las 
formas simbólicas, posteriormente se establecerán las significaciones que los 
adolescentes le dan al ciberbullying. 
Finalmente, el cuarto capítulo establece pautas generales, a manera de 
sugerencias, para la construcción de una propuesta de intervención que tenga 
como eje fundamental el trabajo de toda la comunidad escolar y el arte junto 
con la tecnología como motor para poder expresar las emociones, con un 
enfoque de cultura para la paz y resolución no violenta de conflictos. 
El fenómeno del ciberbullying es complejo y debido al avance tecnológico, va 
transformándose estableciendo nuevas formas de transmisión, por lo tanto, 
esta forma simbólica no es estática y requiere de una visión multidisciplinaria 
constante para poder investigarse y proponer tanto nuevas como creativas 
maneras de aproximación para su prevención, detección y actuación. 
Esperamos poder contribuir a ello. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 9 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo I 
 
 
Las sociedades mediatizadas 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 10 
 
“La verdad es algo de lo que hay que desprenderse 
 cuanto antes y pasárselo a alguien. 
 Al igual que la enfermedad, es la única manera de curarse. 
Quien guarda en mano la verdad, ha perdido” 
Jean Baudrillard 
 
 
 
Presentación 
El desarrollo del capítulo está estructurado en cinco apartados en los cuales 
encontraremos, en un primero punto, un breve recorrido por las teorías del 
habitus, los campos y el capital simbólico de Pierre Bourdieu para poder 
establecer, posteriormente, que el ciberbullying se da en un campo virtual con 
sus propias reglas, jugadores e intereses, donde el capital simbólico se 
encuentra en riesgo. 
En el segundo punto, estableceremos qué son las formas simbólicas y cuáles 
son las nociones de la cultura vista desde la conceptualización estructural de 
John Thompson para poder analizar cómo las formas simbólicas al interior del 
campo virtual se construyen con base en la cultura pero a su vez se 
transforman para adaptarse a las reglas del campo. 
El tercer subcapítulo está enfocado en la construcción de la identidad, 
revisamos las conceptualizaciones de varios autores para poder desarrollar la 
propuesta de Gilberto Giménez con la finalidad de establecer que este proceso 
se lleva a cabo mediante las pertenencias que cada agente posea, el 
reconocimiento del otro, los colectivos a los que pertenece y su historia de vida. 
Durante la adolescencia, el agente va cuestionando su propia identidad, busca 
su lugar en el mundo –una posición en el campo-, y el reconocimiento o 
rechazo del otro le afecta considerablemente. 
Ya en la cuarta parte, presentamos cómo la tecnología va modificando nuestra 
cultura y cotidianidad, cómo nos determina y cuáles son las nuevas formas de 
comunicarnos en una web social que ha revolucionado la forma en la cual el 
campo virtual –Internet-, nos atrae cual espacio social-virtual en el que la 
identidad digital se presenta como una posibilidad de cambio frente a la 
identidad real. Se construye, cual lienzo en blanco, para poder adquirir capital 
simbólico necesario y cambiar la forma en la que se dan las relaciones sociales 
a través de las redes sociales virtuales. En el ciberbullying, la tecnología y el 
Internet juegan un rol determinante pues sirven como canal de transmisión de 
la violencia simbólica. 
 
 
 11 
En la parte final, presentamos, por un lado, diferentes enfoques de la violencia 
y cómo ésta se ve reflejada en las sociedades mediatizadas, normalizándola; 
por otro lado, desarrollamos la violencia simbólica, la cual forma parte de la 
cotidianidad de nuestra sociedad y está presente en la virtualidad. En el caso 
del fenómeno que estamos investigando, la violencia simbólica es clave para 
poder entender por qué el ciberbullying es un problema entre los adolescentes 
a nivel mundial. 
 
 
1.1 La teoría de los campos y la noción de habitus de Pierre 
Bourdieu 
La sociología que Pierre Bourdieu propone se caracteriza por construir teorías 
que estén muy ligadas a la práctica, considera de suma importancia la 
interacción que se puede dar entre la construcción teórica y su aplicación en la 
realidad social: 
 
Esta atención por los detalles de los procedimientos de la investigación,cuya dimensión propiamente social […] no es la menos importante, 
debería tener el efecto de ponerlos en guardia contra el fetichismo de los 
conceptos y de la “teoría”, el cual tiene su origen en la propensión a 
considerar los instrumentos “teóricos”, como aquellos de habitus, campo, 
capital, etc., en sí mismos, en vez de hacerlos funcionar, de aplicarlos. 
(Bourdieu y Wacquant, 1995, p. 170). 
 
Es por esto que la investigación, en su desarrollo pretende hacer dialogar esta 
aplicabilidad teórica con las características del fenómeno a estudiar; sin 
embargo, en un primer momento nos dedicaremos a dar una sucinta 
explicación de las nociones de campo, habitus y capital simbólico que presenta 
Pierre Bourdieu, posteriormente nos dedicaremos a establecer la violencia 
simbólica como parte fundamental del fenómeno que estudiaremos: el 
ciberbullying. 
Iniciaremos este apartado con la noción de campo, éstos “se presentan para la 
aprehensión sincrónica como espacios estructurados de posiciones (o de 
puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y 
 
 
 12 
pueden analizarse en forma independiente de las características de sus 
ocupantes” (Bourdieu, 1990, p. 109). 
Haciendo una analogía con el juego, Bourdieu nos presenta los campos como 
espacios de juegos con jugadores, objetivos, intereses, estrategias, posiciones 
y reglas que se deben seguir para poder pertenecer a él. Los agentes utilizan 
sus recursos para mantenerse en el juego, es aquí donde el habitus va a lograr 
dicho objetivo de acuerdo con los capitales con los que cuente: 
 
Cada campo convoca y da vida a una forma específica de interés, una 
illusio específica, bajo la forma de un reconocimiento tácito del valor de 
los asuntos en juego y el dominio práctico de sus reglas. Además, este 
interés específico implícito por la participación en el juego difiere según a 
la posición que se ocupe en él (dominante versus dominado u ortodoxo 
versus herético) y la trayectoria que condujo a cada participante a su 
posición. (Bourdieu & Wacquant, 2005, p. 175) 
 
Para Bourdieu (1990), los campos van definiéndose en la medida en la que se 
define lo que está en juego, los intereses del propio juego así como el de los 
participantes, diferenciándolo así de otro campo, su funcionamiento radica en 
la necesidad de “que haya algo en juego y gente dispuesta a jugar, que esté 
dotada de los habitus que implican el conocimiento y reconocimiento de las 
leyes inmanentes al juego, de lo que está en juego, etcétera” (p.109). Las 
particularidades de los campos permiten que, en algunos casos, sólo ciertos 
habitus participen en él, asimismo, cada campo posee capitales específicos y 
éstos permiten que sus jugadores puedan cambiar de posición. 
 
La estructura del campo es un estado de la relación de fuerzas 
entre los agentes o las instituciones que intervienen en la lucha o, 
si ustedes prefieren, de la distribución del capital específico que 
ha sido acumulando durante luchas anteriores y que orienta las 
estrategias ulteriores. Esta misma estructura, que se encuentra en 
la base de las estrategias dirigidas a transformarla, siempre está 
en juego: las luchas que ocurren en el campo ponen en acción al 
monopolio de la violencia legítima (autoridad específica) que es 
característico del campo considerando, esto es, en definitiva, la 
 
 
 13 
conservación a subversión de la estructura de la distribución del 
capital específico. Hablar de capital específico significa que el 
capital vale en relación con un campo determinado, es decir, 
dentro de los límites de este campo, y que solo se puede convertir 
en otra especie de capital dentro de ciertas condiciones. 
(Bourdieu, 1990, p. 110) 
 
Una de las aportaciones más significativas de éste teórico es la del habitus, “la 
teoría del habitus está dirigida a fundamentar la posibilidad de una ciencia de 
las prácticas que escape a la alternativa del finalismo o el mecanicismo” 
(Bourdieu, 1990, p. 114). Esta teoría nos remite a las interrogantes respecto a 
la forma en la cual interactuamos en los campos y con otros agentes sociales, 
lo define como: 
 
Sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras 
estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras 
estructurantes, es decir, como principios generadores y 
organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser 
objetivamente adaptadas a su meta sin suponer el propósito 
consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las 
operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente 
“reguladas” y “regulares” sin ser para nada el producto de la 
obediencia a determinadas reglas, y, por todo ello, colectivamente 
orquestadas sin ser el producto de la acción organizadora de un 
director de orquesta. (Bourdieu, 2009, p. 86) 
 
Cada agente cuenta con un habitus que va determinando la forma en cómo se 
desarrolla en los campos, son reconocidos por ellos y determinados por sus 
trayectorias de vida, las cuales poseen características que lo conforman, 
interiorizan y exteriorizan en su actuar. Este habitus construido por la historia 
de los agentes, provoca el desenvolvimiento de las prácticas producto de la 
interiorización de la cultura, de las estructuras e instituciones que condicionan 
el actuar individual en la colectividad. Es por él que sabemos cómo jugar en los 
campos, es lo que nos dice cómo comportarnos en determinadas situaciones, 
 
 
 14 
es aquello que nos ayuda a adaptarnos al medio social. En palabras de 
Bourdieu (2009): 
 
Producto de la historia, el habitus origina prácticas, individuales y 
colectivas, y por ende historia, de acuerdo con los esquemas 
engendrados por la historia; es el habitus el que asegura la 
presencia activa de las experiencias pasadas que, registradas en 
cada organismo bajo la forma de esquemas de percepción, de 
pensamientos de acción, tienden, con más seguridad que todas 
las reglas formales y todas las normas explícitas, a garantizar la 
conformidad de las prácticas y su constancia a través del tiempo. 
(p. 88) 
 
Los habitus se presentan como diferenciales y diferenciantes en la medida en 
la que las trayectorias de los agentes son particulares, determinadas por su 
historia y el conjunto de estructuras a las que están expuestos. Las posiciones 
que ocupan dentro de los campos son fundamentales para su actuar: “distintos 
y distinguidos, también llevan a cabo distinciones: ponen en marcha principios 
de diferenciación diferentes o utilizan de forma diferente los principios de 
diferenciación comunes” (Bourdieu, 1997, p. 19). No es una noción sencilla, es 
compleja en la medida en la que se pretenda entender la forma en la que nos 
vamos relacionando buscando explicaciones para diferenciar porqué nos 
movemos en los campos de tal o cual manera. 
Ese sistema de estructuras estructurantes interiorizadas nos determinan y 
proporcionan las herramientas para poder interactuar con el otro, 
diferenciándonos o agrupándonos de acuerdo al tipo de habitus que poseamos. 
Una vez que el habitus se encuentra en el campo adecuado- o el campo 
contenga los habitus adecuados-, cuando éste mundo social cobija a los 
habitus productos del mismo, no hay manera de que exista una discordancia 
entre el agente y el espacio, hay una comunión en la cual el desarrollo de los 
habitus se da por sentado sin dificultad alguna: 
 
Los habitus son principios generadores de prácticas distintas y 
distintivas […]; pero también son esquemas clasificatorios, 
principios de clasificación, principios de visión y de división, 
 
 
 15 
aficiones, diferentes. Establecen diferencias entre lo que es bueno 
y lo que es malo, entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo 
que es distinguido y lo que es vulgar, etc., pero no son las mismas 
diferencias para unos y otros. De este modo, por ejemplo, el 
mismo comportamiento o el mismo bien puede parecerle 
distinguidoa uno, pretencioso u ostentoso a otro, vulgar a un 
tercero. (Bourdieu, 1997, p. 20) 
 
Una de las características de los habitus es la capacidad que consiguen para 
adaptarse a los diferentes campos, lo cual se da mediante la transferencia de 
los capitales que posean; sin embargo, hay casos en los que se puede 
presentar una mayor dificultad debido a la carencia de capitales que cada 
agente tenga. Reacciona de acuerdo a los intereses que manifieste en 
determinados campos: 
 
El habitus, como sistema de disposiciones adquiridas por medio 
del aprendizaje implícito o explícito que funciona como un sistema 
de esquemas generadores, genera estrategias que pueden estar 
objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus 
autores sin haber sido concebidas expresamente con este fin. 
(Bourdieu, 1990, p. 114). 
 
Situando a los habitus en determinados campos, Bourdieu nos plantea que 
estos sistemas de disposiciones pueden modificarse y reaccionar de acuerdo a 
los estímulos que reciba de los campos en los que se encuentre interactuando. 
Cada habitus posee un núcleo difícil de modificar; sin embargo puede ir 
transformándose, no es un hábitus rígido ni eterno que nos acompañe el resto 
de la vida, puede modificarse mediante diferentes mecanismos y nuestra 
trayectoria en los campos: 
 
El habitus se revela -recuerden que consiste en un sistema de 
disposiciones, es decir, de virtualidades, potencialidades y 
eventualidades- sólo en relación con una situación determinada. 
Es solo en su relación con ciertas estructuras que el habitus 
produce determinados discursos o prácticas […]. Debemos 
 
 
 16 
pensarlo como un resorte que precisa de un disparador: 
dependiendo de los estímulos y de la estructura del campo, el 
mismo habitus generará resultados distintos, incluso opuestos. 
(Bourdieu y Wacquant, 2005, p. 197) 
 
El agente social, para Bourdieu, no es un individuo que interactúa solamente 
determinado por sus pensamientos, tampoco es tan sólo un producto de la 
sociedad sino que es la combinación de lo externo con lo interno: “los agentes 
sociales son el producto de la historia, de la historia del campo social en su 
conjunto y de la experiencia acumulada por un trayecto dentro de un subcampo 
específico” (Bourdieu y Wacquant, 2005, p. 199). 
 
 
1.2 La concepción estructural de la cultura y las formas simbólicas: 
John B. Thompson 
Thompson, como parte de sus investigaciones, va a construir una concepción 
estructural de la cultura en la cual podemos observar una clara influencia de 
Pierre Bourdieu; primeramente, nos explica la forma mediante la cual la vida 
social se desarrolla mediante la interpretación de las formas simbólicas 
presentes, las cuales se encuentran tanto en objetos como en la comunicación 
dada entre los agentes, son procesos complejos que van proporcionando las 
herramientas para interpretar la realidad: 
 
La vida social no es sólo una cuestión de objetos e incidentes que 
se presentan como hechos en el mundo natural: también es una 
cuestión de acciones y expresiones significativas, de enunciados, 
símbolos, textos y artefactos de diversos tipos, y de sujetos que 
se expresan por medio de éstos y buscan comprenderse a sí 
mismos y a los demás mediante la interpretación de las 
expresiones que producen y reciben. (Thompson, 1998, p. 183) 
 
A partir de sus investigaciones, Thompson (1998) considera que la concepción 
de la cultura nos ha presentado el camino que han seguido las 
conceptualizaciones de ésta: la clásica, la descriptiva, la simbólica y su propia 
concepción estructural, la cual para el desarrollo de esta investigación 
 
 
 17 
consideramos es la más adecuada. Siendo lo simbólico parte medular de las 
relaciones sociales y virtuales, y como ya el autor lo considera el punto de 
partida para desarrollar su concepción, debemos empezar por ahí. Alejados del 
sentido común y para establecer concepciones teóricas más profundas de los 
fenómenos culturales: 
 
La concepción simbólica desplaza el enfoque hacia un interés por 
el simbolismo: de acuerdo con ella, los fenómenos culturales son 
fenómenos simbólicos, y el estudio de la cultura se interesa 
esencialmente por la interpretación de los símbolos y de la acción 
simbólica. (Thompson, 1998, p.184) 
 
Esta interpretación que se realiza de los fenómenos simbólicos parte del hecho 
de que la interacción humana está dada con base en un universo simbólico 
compartido propio de un espacio y tiempo definido, el cual proporciona las 
pautas para poder decodificar la acción del otro entendiendo que ésta está 
dotada de sentido. 
Y qué es lo simbólico sino la “dimensión constitutiva de todas las prácticas 
sociales, y por consiguiente, de toda la vida social” (Giménez, 2007, p. 34). Si 
bien lo simbólico se encuentra presente en la cotidianidad, para Thompson 
(1998) resulta incompleto establecer solamente lo simbólico como el eje 
principal de los estudios culturales sin tomar en cuenta que los símbolos y las 
acciones simbólicas se insertan en relaciones sociales estructuradas. Por lo 
tanto establece la concepción estructural de la cultura, la cual complejiza lo 
simbólico al momento de no dejarlo como algo externo al sujeto o como una 
manifestación de su visión del mundo, al respecto considera que “los 
fenómenos culturales pueden entenderse como formas simbólicas en contextos 
estructurados; y el análisis de la cultura puede interpretarse como el estudio de 
la constitución significativa y de la contextualización social de las formas 
simbólicas” (p. 185). 
Estos fenómenos culturales están configurados mediante formas simbólicas, 
entendidas como “las acciones, los objetos y las expresiones significativos de 
diversos tipos” (Thompson, 1998, p.203) éstas se originan en un sujeto quien 
es el que las produce y las dirige hacia otro sujeto teniendo siempre un 
objetivo, fin o propósito. Sin embargo, debemos considerar a la forma simbólica 
 
 
 18 
como algo más complejo, Thompson (1998) explica su composición de la 
siguiente manera: 
 
La estructura de una forma simbólica es un patrón de elementos 
que pueden distinguirse en casos de expresiones, enunciados o 
textos reales. En cambio, una forma simbólica es una 
constelación de elementos –los cuales podemos describir como 
<<elementos sistémicos>>– que existen independientemente de 
cualquier forma simbólica, pero que se realizan en formas 
simbólicas particulares. (p.211) 
 
El objetivo de los análisis culturales es interpretar esas formas simbólicas 
mediante dos particularidades: a) poseen rasgos estructurales internos; y, b) se 
insertan en contextos y procesos estructurados socialmente. Parte importante 
de la concepción estructural de la cultura de Thompson (1998) es justamente la 
importancia que se le da a los contextos sociales estructurados en los que se 
encuentran las formas simbólicas. Por eso, en su análisis cultural se puede 
apreciar su interés por rescatar tanto las particularidades internas de la forma 
simbólica como lo que se encuentra al exterior de ella y que influye en su 
construcción: 
El significado transmitido por las formas simbólicas se construye 
comúnmente a partir de rasgos estructurales y elementos 
sistémicos, de manera que al analizar tales rasgos y elementos 
podemos profundizar nuestra comprensión del significado 
transmitido por las formas simbólicas. (Thompson, 1998, p.212) 
 
El significado de una forma simbólica depende del hecho de que se encuentran 
insertas en un contexto social estructurado, el cual, de acuerdo a sus 
particularidades, resulta el escenario ideal para decodificarlas. En palabras de 
Thompson (1998): 
 
Las formas simbólicas pueden portar, de distintas maneras, las 
huellas de las condiciones sociales de su producción. La inserción 
de las formas simbólicas en los contextos sociales también 
implica que, además de ser expresiones dirigidas a un sujeto(o 
 
 
 19 
sujetos), estas formas son por lo regular recibidas e interpretadas 
por individuos que se sitúan también en contextos sociohistóricos 
específicos y que están en posesión de diversos tipos de 
recursos; cómo entienden los individuos una forma simbólica 
particular puede depender de los recursos y las habilidades que 
sean capaces de emplear en el proceso de interpretarla. Una 
consecuencia más de la inserción contextual de las formas 
simbólicas es que con frecuencia son objeto de complejos 
procesos de valoración, evaluación y conflicto. (p. 217) 
 
En este sentido, para Thompson (1998) los procesos de valoración de la forma 
simbólica son aquellos mediante los cuales el individuo les otorga un valor, ya 
sea simbólico o económico, a ésta. A su vez, cual fenómenos culturales y 
sociales, son intercambiadas entre individuos que se encuentran en contextos 
específicos mediante medios de transmisión. 
Las formas simbólicas se producen y reciben en contextos sociales específicos, 
los cuales van a ser determinantes y compartidos por los individuos. No es un 
proceso estático de recepción, todo lo contrario, es un momento creativo en el 
cual “los individuos no absorben con pasividad las formas simbólicas, sino que 
les dan un sentido activo y creador, y en consecuencia producen un significado 
en el proceso mismo de recepción” (Thompson, 1998, p. 228). Este significado 
que se les da, puede servir en gran medida para mantener las relaciones 
sociales. 
La gran influencia de los medios masivos de comunicación –y con ello Internet–
, fortalecen la transmisión de las formas simbólicas traspasando fronteras 
espacio-temporales, justamente Thompson (1998) nos habla de esta 
mediatización de la cultura: 
 
La comunicación masiva trata de la producción y transmisión de 
las formas simbólicas. La comunicación de masas […], es una 
cuestión de formas simbólicas, de expresiones significativas de 
diversos tipos, que son producidas, transmitidas y recibidas por 
conducto de las tecnologías desplegadas por las industrias de los 
medios. […] El surgimiento y desarrollo de la comunicación de 
masas puede considerarse como una transformación fundamental 
 
 
 20 
y continua de las maneras en que se producen y circulan las 
formas simbólicas en las sociedades modernas. (p.185) 
 
Esta mediatización ha ido transformando la forma en la que los individuos nos 
relacionamos y nos presentamos frente al otro, a su vez, las formas simbólicas 
también se presentan en espacios virtuales influenciando las relaciones 
sociales en los contextos sociales estructurados. En este campo virtual se van 
construyendo identidades alternas que buscan colocarse en una posición 
específica en la cual utilizan los capitales que poseen para lograr sus objetivos 
y metas. 
 
 
1.3 La construcción de la identidad 
Los estudios sobre la cultura han incorporado la construcción de la identidad 
como un factor que va a permitir la forma en la que se dan las relaciones 
sociales y la posición que cada individuo ocupa en un campo determinado. 
Maalouf (2005) decía: “Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a 
ninguna otra persona” (p.1). Sin embargo, pareciera que en esta sociedad de 
consumo en la que vivimos, lo anterior se presenta contradictorio con la norma 
individualista actual, la cual fomenta la homogeneidad del individuo para poder 
pertenecer a un grupo. Bauman (2005), en sus estudios sobre las 
características de la modernidad líquida, hace manifiesta esta contradicción: 
 
En una sociedad de individuos, todos deben ser individuos; en 
ese sentido, al menos, lo miembros de dicha sociedad son 
cualquier cosa menos individuales, distintos o únicos. Todo lo 
contrario: son asombrosamente parecidos, ya que deben seguir la 
misma estrategia vital y utilizar señas compartidas (comúnmente 
reconocibles y legibles) para convencer a otras personas de que 
así lo hacen. En lo que a la cuestión individual concierne, no 
existe posibilidad de elección individual. No hay ningún dilema del 
tipo <<ser o no ser>> que hay que resolver en ese sentido. (p.1) 
 
La construcción de la identidad, en sociedades de consumo y permeadas por la 
tecnología, se presenta cono un proceso en movimiento que no es estático, en 
 
 
 21 
el cual se jerarquizan una serie de componentes que la conforman, los cuales 
también, de acuerdo al tiempo, se pueden ir transformando. Al respecto, 
Maalouf (2005) hace referencia a que los contextos van determinando la forma 
en la que vivimos con las características innatas, tales como el sexo o el color 
de piel; a su vez, tanto el espacio donde nos encontramos como nuestra 
cultura, irán determinando la significación de las formas simbólicas que 
permean nuestra identidad y de las cuales nos vamos afianzando para poder 
ser quienes somos: únicos e irrepetibles, en un mundo en el que debemos ser 
como los demás. 
Por su parte, Castells (1999) en su análisis sobre la identidad, incorpora una 
concepción multidimensional para poder conformarla: 
 
La construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, 
la geografía, la biología, las instituciones productivas y 
reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales, los 
aparatos de poder y las revelaciones religiosas. Pero los 
individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos 
esos materiales y los reordenan en su sentido, según las 
determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados 
en su estructura social y en su marco espacial/temporal. (p.29) 
 
En este sentido, la construcción de la identidad está íntimamente relacionada, 
también, con la cultura, pues para Castells (1999) la forma en la que se le 
otorga sentido a los atributos culturales forma parte fundamental en la 
construcción de la identidad. 
Para Giménez (2009) la identidad posee un carácter de distinguibilidad 
cualitativa en relación con la percepción que se tiene de uno mismo y del 
reconocimiento que el otro le da, es decir, el proceso de construcción de la 
identidad se encuentra determinado por factores endógenos y exógenos, “no 
basta que las personas se perciban como distintas bajo algún aspecto. 
También tienen que ser percibidas y reconocidas como tales. Toda identidad 
(individual o colectiva) requiere la sanción del reconocimiento social para que 
exista social y públicamente” (Giménez, 2009, p. 28). 
Siguiendo con este autor, cada individuo posee características biológicas así 
como una biografía la cual incorpora la cultura en la que se desenvuelve para 
 
 
 22 
poder determinar el lugar que ocupa en un contexto social estructurado 
permeado por las instituciones y los roles que va desempeñando en su vida 
cotidiana. Siendo un actor social, las interacciones con los otros va a permitir 
que esta distinguibilidad se haga presente pues cada individuo busca la 
pertenencia social, la cual también interviene en la forma en la que se 
interiorizan significados compartidos. Es esta relación la que va a permitir el 
reconocimiento a su propia identidad teniendo en cuenta la aprobación y el 
reconocimiento del otro, por lo tanto posee un carácter tanto subjetivo como 
relacional (Giménez, 2009). De acuerdo a las investigaciones que este autor ha 
realizado, destaca tres series de elementos diferenciadores y diacríticos 
respecto de la conformación de la identidad, estos son: 
 
1) la pertenencia a una pluralidad de colectivos (categorías, grupos, 
redes y grandes colectividades), 
2) la presencia de un conjunto de atributos idiosincráticos o 
relacionales; 
3) una narrativa biográfica que recoge la historia de vida y la 
trayectoria social de la persona considerada. 
Por lo tanto, el individuo se ve a sí mismo –y es reconocido- como 
“perteneciendo” a una serie de colectivos; como “siendo” una serie de 
atributos; y como “cargando” un pasado biográfico incanjeable e 
irrenunciable. (Giménez,2009, p. 30) 
 
De acuerdo con Giménez (2009), esta pertenencia social de la que hemos 
hablado se refiere a la inclusión del individuo en diferentes colectividades que 
comparten significados culturales, despiertan en sus miembros un sentido de 
lealtad y propician el desempeño de un rol específico. Asimismo, considera que 
en esencia la identidad de un individuo constituye un proceso dialectico el cual 
se va a caracterizar por la relación que existe entre el ser uno mismo a pesar 
del tiempo pero con la posibilidad de ir adaptándose o transformándose de 
acuerdo al entorno en el que se desenvuelven, por lo tanto “se trata de un 
proceso siempre abierto y, por ende, nunca definitivo ni acabado” (Giménez, 
2009, p. 41). 
La identidad propia, por lo general, es valorada positivamente por cada agente, 
“lo que tiene por consecuencia estimular la autoestima, la creatividad, el orgullo 
 
 
 23 
de pertenencia, la solidaridad grupal, la voluntad de autonomía y la capacidad 
de resistencia contra la penetración excesiva de elementos exteriores” 
(Giménez, 2009, p. 44); sin embargo, cuando la valoración es negativa los 
efectos serán contrarios a los anteriores. 
Siguiendo la noción de campo de Bourdieu, Giménez (2009) concluye respecto 
del tema que: 
 
La identidad no es más que la representación que tienen los 
agentes (individuos o grupos) de su posición (distintiva) en el 
espacio social, y de su relación con otros agentes (individuos o 
grupos) que ocupan la misma posición o posiciones diferenciadas 
en el mismo espacio. Por eso el conjunto de representaciones 
que –a través de las relaciones de pertenencia- definen la 
identidad de un determinado agente, nunca desborda o 
transgrede los límites de compatibilidad definidos por el lugar que 
ocupa en el espacio social. (Giménez, 2009, p. 47) 
 
Recapitulando, la identidad es el conjunto de atributos que cada individuo tiene 
que lo hacen ser diferente frente a los demás. Estos atributos o pertenencias 
se dan mediante las características biológicas, la subjetivación de la cultura, la 
pertenencia a grupos y la historia de vida que cada uno tiene. Asimismo, estas 
pertenencias irán determinando la posición que el individuo ocupa en el 
espacio social y el papel o rol que va a ir desempeñando de acuerdo a la 
colectividad a la que pertenezca, pues ésta comparte la significación que se da 
a las formas simbólicas. Si bien el entorno, así como el tiempo, son factores 
determinantes en la reconfiguración de la identidad, la valoración –positiva o 
negativa- que el propio sujeto le da a su identidad, junto con el reconocimiento 
y la aprobación del otro también son influyentes en el desarrollo del individuo. 
 
 
1.4 La tecnología en la vida cotidiana 
La cultura está rodeada de la tecnología, de los dispositivos digitales portátiles 
y del Internet; hemos dependido de la tecnología para poder adaptar nuestro 
entorno, modificar nuestra realidad y hacer más llevadera la vida. Se ha vuelto 
parte de nuestra cotidianidad a tal punto de que no concebimos nuestra 
 
 
 24 
existencia sin ella. Este constante desarrollo tecnológico ha ido cambiando la 
forma en la que nos comunicamos rompiendo brechas espacio temporales. 
Este medio tecnocultural nos hace propicios a la individualización, al 
ostracismo pero a su vez nos exige pertenecer a una sociedad en constante 
movimiento. El que se retrasa se estanca, deja de pertenecer al medio, en esta 
época de constante movimiento no hay tiempo para tomarse un respiro. 
Con la llegada de Internet, las formas en las que nos relacionamos fueron 
modificándose. Desde la Web 1.0 se vislumbraba un cambio en la forma en la 
que nos comunicaríamos e incluso cómo nos presentamos frente al otro. Todo 
esta al alcance de la mano, no hay secretos que no se puedan descubrir, todo 
y todos nos encontramos en la Red; la dependencia a las pantallas nos hacen 
susceptibles a la exclusión social, es importante tener una vida afuera pero 
sobre todo adentro de la pantalla. Nuestro andar va determinado en muchas 
ocasiones por la guía que nos proporcionan, se vuelven imprescindibles. Es 
entonces cuando nos encontramos con un medio tecnocultural, el cual Yehya 
(2008) refiere: 
 
Cuando la tecnología deja de ser un medio para volverse un fin en 
sí misma, cuando cesamos de percibir la tecnología como una 
herramienta, y ésta parece disolverse en el medio que nos rodea 
entonces estamos situados en este nuevo entorno: un medio 
tecnocultural. (p. 11) 
 
Las pantallas e Internet nos proporcionan un aquí y ahora, un acceso brutal a 
la información, una vida en tiempo real que no cesa de pedir más: más 
imágenes, más contenido, más acceso, más morbo, siempre más. Los 
individuos nos vamos relacionando de acuerdo a códigos simbólicos que se 
presentan en las pantallas, a las representaciones de uno mismo en HD -ahora 
ya en 4k-. La tecnología llegó para nunca más dejarnos. 
La tecnocultura en la que vivimos ha ido desafiando el tiempo, todo se mueve 
rápido, todo es “aquí y ahora”, todo y todos están a la mano, nuestros 
dispositivos móviles nos han cumplido lo que prometieron: estar conectados 
con el mundo en tiempo real. La tecnología se ha convertido en una 
compañera de vida, un objeto al que le otorgamos vida propia, lo nombramos 
en primera persona porque mientras lo tengamos a la mano no estaremos 
 
 
 25 
solos, al menos no mientras tengamos acceso a Internet –o batería en el 
dispositivo-. Hemos construido una relación dependiente con el objeto que 
esclaviza o libera al que lo posee, incluso se puede apreciar en la cotidianidad 
a grupos de personas, que aunque se encuentren en el mismo espacio 
conviviendo, su comunicación se establece mediante el teléfono celular. 
Esta nueva forma de significar al mundo con base en el tipo de tecnocultura en 
el que estamos inmersos, promueve una estetización de la tecnología (Yehya, 
2008), la cual va a distinguirnos del otro al poseer tal o cual producto. Se ha 
vuelto importante tanto el diseño como su funcionalidad; sin embargo, en este 
mundo de las apariencias, la simple nomenclatura del producto ya nos va 
determinando la posición que ocupamos dentro del campo en el que nos 
desarrollamos. 
Al respecto, surge la alta tecnología que no es más que aquella de última 
generación, con avances significativos respecto a modelos anteriores con un 
nivel de desarrollo por encima de las demás y, sobre todo, exclusiva; el 
consumo de la alta tecnología dota de significados a la persona que la posee, 
desarrolla rasgos característicos de acuerdo al sector social al cual va dirigido 
pues su valor ya no está determinado por su valor de uso, sino por su valor 
simbólico. Al respecto Yehya (2008) menciona: 
 
En la era digital una buena parte de las tecnologías que nos 
rodean han perdido su materialidad, se han transformado en 
información reproducida por medios tecnológicos en imágenes 
que pueden habitar cualquiera de las pantallas o dispositivos que 
nos rodean, haciéndose omnipresentes e inescapables. De tal 
manera nos encontramos en medio de incesantes 
representaciones digitalizadas, e información de todos tipos, 
accesible en cualquier momento. La promesa de la tecnocultura 
es que nunca más estaremos en duda, todas las respuestas, 
todas las certezas, todo el entretenimiento y diversión imaginables 
estarán siempre al alcance de nuestros dedos. Este es el culto de 
la alta tecnología. (p. 14) 
 
Este consumo compulsivo presente en el medio tecnocultural permeado por el 
culto a la alta tecnología, va a dotar de distinguibilidad a aquellos que puedan 
 
 
 26 
costear cierto estilo de vida que les permita mantener su posición en el campo. 
No obstante, la tecnología se encuentra presente en la vida cotidiana, siempre 
avanzando, siempre proyectando deseos y necesidades, siempre al alcance de 
todos. 
 
 
1.4.1 Internet: El campo virtual 
A partirde la década de los noventas –al respecto de la aceleración 
tecnológica y la mediatización de la cultura–, se han comenzado a realizar 
estudios multidisciplinarios de la ahora llamada “cibercultura”. Bonilla (como se 
citó en Rueda, 2008) al respecto, menciona que “la cibercultura empieza a ser 
considerada como un espacio de empoderamiento, construcción, creatividad y 
comunidad en línea” (p.9). La influencia de las tecnologías e Internet ha 
modificado la forma en la que las relaciones sociales se dan, considerando a lo 
virtual como una forma más de relacionarnos con el otro mediante la pantalla. 
Los estudiosos del tema, han ido consensando una conceptualización de la 
cibercultura, la cual se define: 
 
Como la cultura propia de las sociedades en cuyo seno, las 
tecnologías digitales configuran decisivamente las formas 
dominantes tanto de información, comunicación y conocimiento 
como de investigación, producción, organización y administración. 
Es decir, en la cibercultura, además de sistemas materiales y 
simbólicos, están integrados agentes y prácticas culturales, 
interacciones y comunicaciones, colectivos, instituciones y 
sistemas organizativos, una multiplicidad de contenidos y 
representaciones simbólicas junto con valores, significados, 
interpretaciones, legitimaciones, etc. (Rueda, 2008, p. 9) 
 
Al analizar los fenómenos culturales que se dan en el campo virtual de Internet, 
nos encontramos con un universo paralelo de formas simbólicas que tienen sus 
propios códigos y significados, donde los actores sociales-virtuales dotan de 
sentido a lo que sucede en la pantalla asumiéndolo como la vida real. Este 
espacio posee sus propias reglas y los jugadores van utilizando sus capitales 
(reales o construidos para efecto de la virtualidad) para poder establecerse en 
 
 
 27 
una determinada posición dentro del campo. Aquí podemos encontrar dos tipos 
de agentes: los nativos digitales y los inmigrantes digitales. 
Los nativos digitales son aquellos individuos que nacieron con la tecnología por 
lo tanto no se sienten ajenos a ella: 
 
El término “nativo digital” fue acuñado por el autor estadounidense 
Marc Prensky, en 2001, para mencionar a aquellos que han 
nacido y se han formado utilizando la particular “lengua digital” de 
juegos por ordenador, video e internet. Es el caso de jóvenes y 
niños, con sus interminables juegos en línea (online), la Play 
Station 1, 2 y 3 (por ahora), el iPhone, iPod, iPad, las redes 
sociales en todas sus manifestaciones, el BlackBerry Messenger 
y el WhatsApp, con efecto sine día, y la utilización de un batallón 
de aplicaciones y plataformas que existen en el universo de la 
web y de la telefonía inteligente. (Tomeo, 2014, p. 2) 
 
Por otro lado, los inmigrantes digitales son aquellos que se han ido adaptando 
a las tecnologías, los entornos digitales y al lenguaje que en ellos se da, 
teniendo siempre un arraigo hacia el pasado, a la forma en como se hacían las 
cosas (Tomeo, 2014). Podemos diferenciar generacionalmente tanto a unos 
como a los otros y la forma en la que se conducen a través del campo también 
va a dar cuenta de estas habilidades. Cada grupo posee características 
singulares que tienen que ver con lo anterior expuesto, tradicionalmente eran 
los adultos quienes enseñaban a los jóvenes o infantes el funcionamiento de 
las cosas, ahora es al revés. Los recién llegados al campo son los inmigrantes 
digitales, lo cual a los nativos digitales les representa una dificultad pues se ven 
amenazados por la presencia de éstos dentro de su mundo virtual. Por 
ejemplo, a un adolescente le resultará incomodo aceptar en sus redes sociales 
a sus padres por temor a que estén enterados de lo que publican y que quieran 
así controlarlos en este campo que se caracteriza por ser un espacio libre. 
Tomeo (2014) presenta las diferencias significativas entre unos y otros: 
 
Los nativos digitales quieren recibir la información de una manera 
ágil e inmediata; se sienten atraídos por multitareas y procesos 
paralelos; prefieren los gráficos a los textos; se inclinan por los 
 
 
 28 
accesos al azar (desde hipertextos); funcionan mejor y rinden más 
cuando trabajan en red; tienen la conciencia de que van 
progresando, lo cual les reporta satisfacción y recompensa 
inmediatas, y prefieren instruirse de manera lúdica a embarcarse 
en el rigor del trabajo tradicional. 
Por el contrario, los inmigrantes digitales no parecen valorar 
suficientemente las habilidades que los nativos digitales han 
adquirido y perfeccionando año tras año, mediante interacción y 
práctica, y prefieren moverse dentro de lo que les es conocido en 
virtud de su modo de aprender -que es, también, con el que les 
enseñaron a ellos-. (p. 3) 
 
En este espacio social virtual, el capital simbólico juega un papel muy 
importante y se traduce en la cantidad de seguidores, “Likes” y contenido 
compartido por los agentes, lo cual representará una mejor posición en el 
campo y tendrá repercusiones en la vida cotidiana fuera de la pantalla. 
 
 
1.4.2 La comunicación en la Web 2.0 
Desde que Internet se volvió accesible para la población, se vio una 
transformación en la manera de interactuar con el otro debido a la presencia de 
dispositivos electrónicos que nos posibilitan la comunicación asincrónica 
rompiendo las brechas espaciales. Los entornos comunicativos traspasaron el 
cara a cara para convertirse en cara-pantalla, se incorporaron términos como 
“visualización en tiempo real” y la participación en la construcción de 
contenidos se expandió hacia todo aquel que tuviera interés en compartir 
“algo”. Se incorporaron imágenes y sonidos, además del texto, para poder vivir 
la experiencia de manera diferente a la ya tradicional. 
De acuerdo con Tomeo (2014), en un principio, los contenidos que se 
presentaban en Internet eran construidos solamente por los programadores o 
aquellas personas que poseyeran un amplio conocimiento sobre la utilización 
de herramientas informáticas o códigos específicos para poder diseñar páginas 
web. Los cibernautas no especializados se convertían en receptores de 
información o de contenidos sin tener la posibilidad de interactuar con lo que 
veían, generando así una actitud pasiva. Esta es la llamada Web 1.0, en la 
 
 
 29 
cual, no se establecía un intercambio de opiniones o informaciones, por lo 
tanto, la relación con Internet era unidireccional: el otro me presenta el 
contenido, yo sólo lo consumo. 
Ya con el avance de la tecnología y la forma en la cual Internet fue 
posicionándose en la vida cotidiana, la manera de interactuar con el otro 
mediante la pantalla fue transformándose. Este proceso de cambio surgió con 
la Web 2.0 que no es más que la transformación de los contenidos presentados 
en Internet, en los cuales todos los que tenemos acceso a ellos podemos 
modificarlos. Es decir, en una primera etapa, quienes tenían el poder para 
poder determinar qué es lo que se presenta en la web era un pequeño grupo 
dominante que tenía acceso a él. Los demás éramos simples espectadores. 
Con la llegada de las redes sociales, la democratización de los contenidos de 
Internet se generalizó, ya no son un grupo selecto quienes tienen el control de 
lo que se presenta en la Red, ahora todos podemos participar. En palabras de 
Tomeo (2014): 
 
Internet en su segunda versión, denominada Web 2.0, se 
caracteriza por una participación activa en la red. El usuario 
intercambia contenidos, opina, forma grupos de referencia, ejerce 
amplio poder de influencia en los demás y genera nuevas 
relaciones interpersonales por medio de los vehículos y 
aplicaciones que facilita la propia Web 2.0, o -como algunos 
prefieren llamarla- “la web social”. (p. 4) 
 
La “web social” o Web 2.0 ha permitido que las relaciones sociales traspasen la 
realidad para incorporarse en la virtualidad, ese espacio donde todo es posible, 
todo está permitidoy todos somos los protagonistas. A su vez, cada persona 
puede ser generadora de contenidos, sin necesidad de poseer amplios 
conocimientos informáticos, la palabra clave dentro de este nuevo período 
informático es “compartir”. Este campo se ha convertido en una puerta hacia la 
privacidad donde la representación de la vida real en la virtualidad puede 
devenir en el reconocimiento y popularidad frente a los otros -cercanos o 
ajenos-, trayendo consigo efectos colaterales en el mundo no virtual. 
 
 
 
 
 30 
1.4.3 La identidad digital y las relaciones sociales simbólicas 
en las redes sociales virtuales 
Vivimos desde dos lugares diferentes. Pensamos y sentimos desde dos 
lugares diferentes. Nos construimos desde dos lugares diferentes: afuera y 
adentro de la pantalla. Esta es la actualidad del individuo que construye su 
identidad digital (en el mundo del cara a cara) y online (en el mundo virtual). 
Internet ha reconfigurado nuestra percepción del mundo, de la cultura y de las 
relaciones sociales, se concibe como un espacio en el cual las posibilidades 
son infinitas y con ello las fantasías se pueden hacer realidad, es ahí donde 
podemos ser lo que queramos, lo imposible se convierte en posible y ya no hay 
obstáculos: la pantalla es nuestro escudo, nos protege de todo mal, nos aleja 
de todo bien. 
Nos encontramos en un espacio completamente simbólico que ha ido 
determinando nuevas formas de relacionarnos, incluso si no somos aquellos 
que decimos ser; Internet ha posibilitado una nueva forma de identidad y de 
relacionarnos con el otro desde un espacio completamente simbólico que va 
influenciando nuestro actuar cotidiano fuera de la pantalla. La interacción social 
está dada con base en un universo simbólico compartido propio de un espacio 
y tiempo definido, el cual proporciona las pautas para poder decodificar la 
acción del otro entendiendo que ésta está dotada de sentido; en el campo 
virtual, se vive una situación similar, salvo que se van construyendo formas 
simbólicas propias del espacio en el que se sitúan respondiendo no solo a 
patrones establecidos culturalmente, sino a las identidades digitales, las cuales 
puede ser completamente construida de acuerdo a los deseos que el individuo 
tenga, a lo que quiera representar en el campo virtual. 
Nuestra identidad no es un “algo estático” inamovible e inmodificable, todo lo 
contrario. Es una constante determinación del uno mismo en un contexto 
específico y que varía de acuerdo al paso del tiempo. Sin embargo, 
actualmente nos encontramos con la posibilidad de tener “vidas alternas” 
dentro del campo virtual: Internet. Ya no es suficiente con el cara a cara, la 
cibercultura proporciona las herramientas y estrategias para poder construir 
identidades alternativas digitales dentro de la pantalla. Tomeo (2014), respecto 
a la identidad digital, comenta: 
 
 
 
 
 31 
La identidad digital se nutre de aquellos contenidos que se suben 
a la red. Muchos son proporcionados voluntariamente por 
nosotros mismos y otros son subidos por terceros a los que nunca 
les prestamos nuestra autorización […], con la consecuente y 
posible afectación de derechos personalísimos. En otras palabras, 
la fuente de los contenidos que existen en la red somos nosotros 
mismos o tercero que, en la mayoría de los casos, no tienen 
nuestro consentimiento. Todo converge, inevitablemente, en el 
mismo océano digital. (p. 99) 
 
Las formas simbólicas que nos hacen interactuar en Internet, siguen estando 
determinadas por contextos sociales estructurados pero ahora construidos a 
partir de lo que sucede en el mundo virtual, el cual posee sus propias reglas, 
sus propios esquemas de significación. Pensemos el mundo virtual como un 
lienzo en blanco, nosotros somos quienes tenemos el pincel y podemos pintar 
lo que queramos. Así es, tenemos la posibilidad de poder diseñar ya no una, 
sino todas las identidades que deseemos de acuerdo a nuestras necesidades y 
deseos. Esta identidad, la cual aun en el cara a cara podemos enmascarar, a 
través de la red se convierte en un abanico de posibilidades con un alto sentido 
de credibilidad pues la pantalla nos protege de los demás. 
Hombres siendo mujeres, niñas siendo adultas, cuerpos siendo figuras 
abstractas… en Internet somos metáforas de sueños inalcanzables en la vida 
real. Pensemos en lo que dice Maalouf (2005): “La identidad de una persona 
no es una yuxtaposición de pertenencias autónomas, no es un mosaico: es un 
dibujo sobre una piel tirante; basta con tocar una sola de esas pertenencias 
para que vibre la persona entera” (p. 10); en Internet las personas pueden 
fragmentarse proyectando algunas de sus pertenencias dependiendo del 
espacio en el que se encuentren, aquí sí podemos ser un mosaico. Es como si 
en verdad viviéramos en el lado “A” y en el lado “B” de la realidad. Por esto 
Internet se considera un espacio libre, cada quien puede ser quien sea sin 
temor a abandonar lo construido porque a fin de cuentas no existe en lo 
tangible. 
Thompson (1998) ha hecho hincapié en la transformación de las relaciones 
sociales en torno a la comunicación masiva y cómo mediante ella, las formas 
simbólicas van transmitiéndose y modificado la cultura misma en esta era 
 
 
 32 
“moderna”, “desde fines del siglo XV, la producción y la circulación de las 
formas simbólicas han estado creciente e irreversiblemente atrapadas en 
procesos de mercantilización y transmisión que ahora poseen un carácter 
global” (p.185). 
Las formas simbólicas se encuentran presentes en lo real y lo virtual, van 
caminando de un lado al otro y con ello modifican la forma en la cual nos 
relacionamos al exterior y al interior de la pantalla. Rueda (2008) menciona 
que: 
 
Nos enfrentamos, de una manera desigual y heterogénea, a una 
tendencia creciente y dominante de generaciones cuya 
configuración emotiva y cognitiva deriva más de una exposición a 
la semiosis de máquinas de expresión y a su lenguaje visual y 
digital que a interacciones con el núcleo familiar. (p.17) 
 
Se ha creado una nueva forma de relacionarnos a partir de la construcción de 
identidades virtuales que traspasan la pantalla y que afectan la interacción con 
el otro, las formas simbólicas que se viven dentro de la Web 2.0 posibilitan 
decodificar la forma en la cual afecta en lo real lo que sucede en lo virtual: 
 
Considerar las dimensiones simbólicas de la acción social –arte, 
religión, ideología, ciencia, ley, moral, sentido común– no es 
apartarse de los problemas existenciales de la vida para ir a parar 
a algún ámbito empírico de formas desprovistas de emoción; por 
el contrario es sumergirse en medio de tales problemas. (Geertz, 
1997, p. 40) 
 
Con la llegada de las redes sociales virtuales se experimentaron cambios 
significativos respecto a la forma de relacionarnos, muchas veces, en ellas se 
encuentra el espacio para poder realizar transformaciones sociales que afectan 
a la sociedad, es decir, “las redes sociales se han constituido en verdaderos 
espacios de poder y de expresión del sentimiento popular” (Tomeo, 2014, p. 9). 
Gracias al intercambio de contenido e información, en ellas se ponen de 
manifiesto ideologías que en muchos casos van determinando el curso de 
algún movimiento social y como medio de comunicación –o de exposición de la 
 
 
 33 
intimidad- permiten mantener un contacto “cercano” con cualquier persona por 
más inaccesible que sea. Siguiendo con las aportaciones de Tomeo (2014) y 
para poder conceptualizar las redes sociales, estas “son sitios de Internet 
(plataformas informáticas) que permiten a los usuarios mostrar su perfil, subir 
fotos, contar experiencias personales, chatear con sus amigos y, en general, 
compartir e intercambiar contenidos de todo tipo (información, opiniones, 
comentarios, fotos y videos)” (Tomeo, 2014, p. 44). Debido a la importancia 
que tiene Internet en la cotidianidad,el estar por lo menos en una red social es 
muy importante porque evita la exclusión social; ahora bien, los nativos 
digitales poseen la cualidad de poder pertenecer a varias debido a su 
condición, a diferencia de los inmigrantes digitales, quienes acceder a una red 
social se manifiesta como un problema al sentirse en desventaja por no 
compartir la misma significación de las formas simbólicas que se dan al interior 
de la World Wide Web (www) y que parecen incomprensibles si no se esta 
familiarizado con ellas. 
La utilización de símbolos dentro de la comunicación mediada por 
computadora, necesariamente debe responder a una correcta interpretación de 
los mismo, para tal efecto se debe compartir esta significación entre los 
individuos que establecen la comunicación; si bien, la incorporación de 
imágenes al hipertexto se ha convertido en una forma simplificada de expresar 
una serie finita de sentimientos o acciones, no todos los interpretan de la 
manera en la que fueron formulados. Inconveniente que puede catalogar al 
individuo en diferentes generaciones. 
Otro de los problemas a los que el individuo se enfrenta al exponer su vida en 
las redes sociales virtuales, es a la reputación que puede tener por los 
contenidos que comparte en sus perfiles, “en definitiva, la reputación, en 
términos generales, es “lo que se dice” de una determinada persona o 
compañía; esto es, el juicio que los demás elaboran de un individuo u 
organización” (Tomeo, 2014, p. 77). Por tal motivo, todo aquel comentario 
degradante u ofensivo, toda imagen que muestra a la persona realizando 
actividades vergonzosas o que no cuadran con la imagen que presenta en las 
redes sociales, resulta perjudicial para el individuo, tengamos en cuenta que 
muchas veces no somos los autores intelectuales de lo que se “sube” y que 
una vez que aparece algo en Internet, se queda para siempre pues cualquiera 
puede tener acceso a él, almacenarlo o compartirlo. Nunca desaparecerá. 
 
 
 34 
Debido a esta situación, se han propuesto iniciativas para poder lograr que 
cada individuo sea dueño de su propio contenido ya que al darse de alta en 
uno de estos sitios se acepta un contrato en el cual todo contenido pertenece a 
la red social en la que se ingresa. Este derecho al olvido y el “cleanning digital” 
que varios agentes proponen, responden a la posibilidad de borrar el pasado 
digital debido a la importancia que representan las redes sociales en el 
contexto en el que vivimos. En palabras de Tomeo (2014): 
 
En la actualidad pretender “limpiar” un contenido de la web no es 
tarea sencilla, por su efecto viral y porque los almacenes digitales 
(servidores) se multiplican por el mundo replicando los datos e 
información personal, que siempre se puede encontrar en alguno 
de ellos. Los derechos en juego, como la libertad de expresión, la 
privacidad, el honor y la imagen, juegan un papel importante en el 
trabajo de eliminación de lo que se pretende olvidar. (p. 97) 
 
Las redes sociales se han convertido en una necesidad para poder estar 
presente en la virtualidad, acercarnos a las noticias internacionales y tener 
acceso a toda la información que existe en cualquier parte del mundo. En aras 
de la magnitud que tienen en la cotidianidad, ya se va vislumbrando lo que 
podría ser la web 3.0. Habrá que esperar. 
 
 
1.5 Las sociedades mediatizadas y la violencia 
Es un hecho que los medios masivos de comunicación han ido permeando la 
forma mediante la cual se establecen las relaciones sociales, las conductas y 
los estilos de vida; se les ha responsabilizado por la influencia que tienen los 
contenidos violentos en las sociedades, no es nuevo escuchar que la culpa de 
todos los males ha sido justamente la televisión y ahora Internet. 
Las sociedades les han otorgado una posición muy importante, sobre todo a 
Internet, formando parte fundamental dentro de la cultura tecnológica en la que 
vivimos, por lo tanto, lo que se presenta en ellos o las formas por las cuales se 
interactúa en la Red, estarán estrechamente relacionados con el tipo de 
sociedad en donde se generen los contenidos. 
 
 
 35 
La violencia es un fenómeno estructural que se manifiesta mediante diferentes 
formas, incluso los canales por los que se transmiten se han modificado, tal es 
el caso de lo que sucede en los medios masivos de comunicación, a través de 
los cuales se hace evidente que vivimos en una sociedad violenta y violentada. 
 
 
1.5.1 Diferentes enfoques sobre violencia 
Uno de los factores que constituyen las relaciones sociales que se presenta 
tanto en la realidad como en la realidad virtual, es sin duda la violencia. Ésta se 
presenta de manera simbólica entre los adolescentes que participan en el 
ciberbullying; sin embargo, no es el único tipo de violencia a la cual están o 
estamos (como sociedad) expuestos. 
En el Informe mundial sobre la violencia (2003): 
 
La Organización Mundial de la Salud la define como: el uso 
intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como 
amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o 
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar 
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o 
privaciones […] incluye el descuido y todos los tipos de maltrato 
físico y psíquico, así como el suicidio y otros actos de 
autoagresión. (p.5) 
Esta definición se establece con un enfoque desde la salud pública, y si bien se 
podría considerar como un acercamiento conceptual, necesitamos ampliar el 
concepto hasta llegar a la violencia simbólica, la cual nos ayudará a interpretar 
las formas simbólicas presentes en las relaciones sociales mediadas por 
Internet. 
Slavoj Zizek hace un análisis de la violencia como parte de un triunvirato que la 
constituye y en el cual nos vemos sumergidas las sociedades: violencia 
subjetiva, violencia simbólica y violencia sistémica. Opuesto a la noción de 
violencia subjetiva, Zizek (2009) engloba los otros dos tipos de violencia en lo 
que considera como objetiva; teniendo en cuenta el axioma de que la violencia 
subjetiva es tan solo la parte mas visible del triunvirato al que hace referencia; 
nos concentraremos en desarrollar, de manera sucinta, los tres tipos de 
violencia a los que hace referencia 
 
 
 36 
Primeramente, toda violencia subjetiva manifiesta una violencia simbólica 
internamente constituida, es aquella que podemos ver, de la que escuchamos, 
“las constantes señales de violencia son actos de crimen y terror, disturbios 
civiles, conflictos internacionales. Pero deberíamos aprender a distanciarnos, 
apartarnos del señuelo fascinante de esta violencia “subjetiva”, directamente 
visible, practicada por un agente que podemos identificar al instante.” (Zizek, 
2009, p. 9) 
Por otro lado, la violencia simbólica a la que hace referencia se caracteriza por 
estar incorporada en las formas simbólicas de la cultura y el lenguaje, al 
respecto Zizek (2009) refiere que: 
 
Esta violencia no se da sólo en los obvios -y muy estudiados- 
casos de provocación y de relaciones de dominación social 
reproducidas en nuestras formas de discurso habituales: todavía 
hay una forma más primaria de violencia, que está relacionada 
con el lenguaje como tal, con su imposición de cierto universo de 
sentido. (p.10) 
 
Cuando Zizek (2009) desarrolla la violencia sistémica enmarca una clara 
relación entre el sistema y las formas de dominación que ejerce sobre la 
sociedad, las cuales incluyen la violencia física, las formas de coerción (por 
más sutiles que sean) impuestas mediante la dominación y la explotación, así 
como las posibles amenazas de la violencia. “Son las consecuencias a menudo 
catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas económico 
y político” (Zizek, 2009, p. 10). 
Tanto la violencia subjetiva como la objetiva(la cual incluye la simbólica y 
sistémica) se encuentran unidas y determinadas por un contexto social 
estructurado. No se pueden tratar de interpretar por separado. En palabras de 
Zizek (2009): 
 
Las violencias subjetiva y objetiva no pueden percibirse desde el 
mismo punto de vista, pues la violencia subjetiva se experimenta 
como tal en contraste con un fondo de nivel cero de violencia. Se 
ve como una perturbación del estado de cosas “normal” y 
pacífico. […] la violencia objetiva es precisamente la violencia 
 
 
 37 
inherente a este estado de cosas “normal”. La violencia objetiva 
es invisible puesto que sostiene la normalidad de nivel cero contra 
lo que percibimos como subjetivamente violento. La violencia 
sistémica es […] la contraparte de una (en exceso) visible 
violencia subjetiva. Puede ser invisible, pero debe tomarse en 
cuenta si uno quiere aclarar lo que de otra manera parecen ser 
explosiones “irracionales” de violencia subjetiva. (p. 10) 
 
Para Zizek (2009), el objetivo para la erradicación de las manifestaciones de 
las violencias van encausadas a implementar la tolerancia y el respeto como la 
solución, teniendo en cuenta que las culturas son diferentes y no observan la 
violencia desde el mismo punto de vista. Esta heterogeneidad social y cultural 
es la que hace posible que el contexto determine lo que es violento frente a lo 
que no lo es. 
 
 
1.5.2 La violencia simbólica 
Dentro de la dinámica de los campos y las relaciones que se dan entre los 
agentes, existe lo que Bourdieu (1995) conceptualiza como la violencia 
simbólica, la cual se va dando en las relaciones de poder y por las trayectorias 
de vida de los habitus en los campos, los dominados asumen que es algo 
natural, normal, pues la misma estructura del mundo interiorizada en los 
habitus va reafirmando esta condición y propiciando que el agente la 
desconozca como violencia, al vivir en la sociedad, vamos aceptando las 
condiciones que ésta nos impone sin ser cuestionadas, simplemente se 
interiorizan; en pocas palabras “la violencia simbólica es, […] aquella forma de 
violencia que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de éste” 
(Bourdieu, 2005, p.120 ). 
En cualquier tipo de violencia se dan relaciones de poder en las que uno de los 
agentes se encuentra en una posición de desventaja (ya sea por cuestiones de 
sexo, raza, religión, edad, etcétera) por lo tanto existe un dominado y un 
dominante que viven una relación simbólica con códigos inherentes los cuales 
propician los actos de violencia. Los dominados van aceptando las categorías 
de dominación que los dominantes construyen naturalizándolas: 
 
 
 
 38 
La violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el 
dominado se siente obligado a conceder al dominador (por 
consiguiente, a la dominación) cuando no dispone, para 
imaginarla o para imaginarse a sí mismo o, mejor dicho, para 
imaginar la relación que tiene con él, de otro instrumento de 
conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que, al 
no hacer más que la forma asimilada de la relación de 
dominación. Hacen que esa relación parezca natural; o, en otras 
palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para 
percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los 
dominadores (alto/bajo, masculino/femenino, banco/negro, etc.), 
son el producto de la asimilación de las clasificaciones, de ese 
modo naturalizadas, de las que su ser social es el producto. 
(Bourdieu, 2000, p. 51) 
 
Bourdieu (2000) ha determinado la forma en la que los dominantes ejercen su 
poder simbólico sobre los dominados y según el autor “[…], es posible imaginar 
esta forma especial de dominación a condición de superar la alternativa de la 
coacción (por unas fuerzas) y del consentimiento (a unas razones), de la 
coerción mecánica y de la sumisión voluntaria, libre y deliberada, 
prácticamente calculada” (Bourdieu, 2000, p. 53). 
Anteriormente habíamos mencionado que para que esta violencia simbólica se 
de, los habitus deben poseer las condiciones suficientes para aceptarla sin 
cuestionarla, su misma estructura es la que interioriza estos comportamientos: 
 
El efecto de la dominación simbólica (trátese de étnica, de sexo, 
de cultura, de lengua, etc.) no se produce en la lógica pura de las 
conciencias conocedoras, sino a través de los esquemas de 
percepción, de apreciación y de acción que constituyen los 
habitus y que sustentan, antes que las decisiones de la 
conciencia y de los controles de la voluntad, una relación de 
conocimiento profundamente oscura para ella misma. (Bourdieu, 
2000, p. 53) 
 
 
 
 39 
Para finalizar con la violencia simbólica, es importante mencionar que ésta 
tiene un efecto, muchas veces visible, sobre los dominados: 
 
Los actos de conocimiento y de reconocimiento prácticos de la 
frontera mágica entre los dominadores y los dominados que la 
magia del poder simbólico desencadena, y gracias a las cuales 
los dominados contribuyen, unas veces sin saberlo y otras a 
pesar suyo, a su propia dominación al aceptar tácitamente los 
límites impuestos, adoptan a menudo la forma de emociones 
corporales -vergüenza, humillación, timidez, ansiedad, 
culpabilidad- o de pasiones y de sentimiento -amor, admiración, 
respeto-; emociones a veces aún más dolorosas cuando se 
traducen en unas manifestaciones visibles, como el rubor, la 
confusión verbal, la torpeza, el temblor, la ira o la rabia impotente, 
maneras todas ellas de someterse, aunque sea a pesar de uno 
mismo y como de mala gana, a la opinión dominante, y manera 
también de experimentar, a veces en el conflicto interior y el 
desacuerdo con uno mismo, la complicidad subterránea que un 
cuerpo que rehúye las directrices de la conciencia y de la voluntad 
mantiene con las censuras inherentes a las estructuras sociales. 
(Bourdieu, 2000, p. 55) 
 
Estos discursos de poder que se construyen desde un orden dominante, se van 
a reproducir también en las relaciones de corte simbólico que se establecen 
mediante Internet, no estamos exentos de ella. 
 
 
Conclusiones 
Para poder interpretar y comprender el fenómeno del ciberbullying es necesario 
tener la mayor cantidad posible de información sobre el campo en el cual se 
da, independientemente de las características propias que posea, pues situarlo 
en este contexto es fundamental para poder visualizar el impacto que está 
teniendo entre la comunidad adolescente. Cada campo posee sus propias 
reglas, jugadores dispuestos a jugar en una posición determinada e intereses 
de por medio; a su vez, posee formas simbólicas compartidas que los mismos 
 
 
 40 
jugadores dotan de sentido permitiendo que se vaya dando el juego. La 
virtualidad ofrece la posibilidad de construir identidades digitales las cuales 
utilizan sus capitales para poder ejercer la violencia simbólica, estableciendo 
nuevas formas de relaciones sociales a través de las redes sociales virtuales 
presentes en la web 2.0, la cual tiene consecuencias en la reputación y la 
representación que tiene el agente perjudicado al ver su capital simbólico 
afectado. Todo esto en una cibercultura en la que la tecnología va 
determinando la forma de comunicarnos, relacionarnos, distinguirnos, 
homologarnos, etcétera. 
El propósito de éste capitulo ha sido ir situando a la forma simbólica del 
ciberbullying en una cultura donde la comunicación masiva y el avance 
tecnológico ha modificado las formas de relacionarnos y con ello la violencia ha 
traspasado los entornos físico-reales para instaurarse en el espacio simbólico-
virtual. La concepción estructural de la cultura se caracteriza por presentar la 
manera en la cual su estudio se basa en las formas simbólicas que se 
encuentran en ella, éstas son interpretadas y reinterpretadas por los diferentes 
agentes que se viven dentro de ellas en un proceso comunicativo que los 
habitus codifican y decodifican de acuerdo

Continuar navegando