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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL CAMPO DE CONOCIMIENTO: VIOLENCIA SOCIAL Y VIOLENCIA SIMBÓLICA EL CIBERBULLYING: UN ENFOQUE HERMENÉUTICO TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRA EN TRABAJO SOCIAL PRESENTA: LOURDES ELENA BARRAGÁN AVIÑA TUTOR DOCTOR JAVIER NARANJO VELÁZQUEZ ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL Ciudad Universitaria, Cd. Mx., Marzo 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. DEDICADO A mi mamá y papá por impulsarme siempre a seguir mis sueños, A mi querida hermana por ser un ejemplo de valentía, A mi René Por ser mi cómplice en ésta nueva aventura. Y al pequeño milagro que crece dentro de mí, Recuerda siempre que todo lo que desees se hará realidad. Agradecimientos Cuando era pequeña mi mamá se sentaba a hacer la tarea conmigo, me decía “Letra por cuadrito”, mi papá me acompañó siempre a inscribirme al CCH y luego a la licenciatura, fantaseaba con que algún día sería una licenciada; en cambio, de niñas yo torturaba a mi hermana jugando a la maestra… Con el paso del tiempo, y a pesar de mi no aceptación, todo se conjuntó y concienticé mi amor por estudiar, por preguntar, dudar e investigar. A fin de cuentas Sí funcionó la letra por cuadrito mamá; no soy licenciada papá sino Maestra, y mira hermana me ayudaste a practicar; por eso les agradezco infinitamente su amor, inspiración, paciencia y acompañamiento. Mi compañero de vida llegó al final de este proceso para iniciar conmigo un camino nuevo, te agradezco el hacer realidad un sueño que ya estaba dormido, por impulsarme a seguir adelante y mostrarme lo maravilloso que es hacer planes para nuestra familia, eres un ejemplo de que lo que se quiere se consigue… mis hermosos ojos verdes, mi azul, mi René. Sin duda alguna, este camino no hubiese sido el mismo sin mi cómplice de aventuras, aquella chica irreverente que se convirtió en mi muy mejor amiga. Gracias Sazi por estar conmigo desde el primer día, por nuestras extensas y estúpidas discusiones teóricas y nuestras geniales puestas en práctica. Me has enseñado a ver el mundo de otra manera. Cuando nos conocimos no pensé que íbamos a terminar conspirando contra el mundo, gracias a mi tutor el Doctor Javier Naranjo Velázquez, quien me impulsó y animó siempre, por respetar mi postura teórica y ayudarme a que este trabajo sea lo que es: tan sólo el volumen I… A mi hermosa y extensa familia, a mis amigos de toda la vida Fernando y Vanessa. Y a todas y todos los adolescentes que compartieron conmigo sus experiencias con el ciberbullying. A la Universidad Nacional Autónoma de México, mi universidad, mi UNAM, por verme nacer, crecer y madurar. Siempre serás mi hogar. Índice Introducción 6 Capítulo I. Las sociedades mediatizadas 9 1.1 La teoría de los campos y la noción de habitus de Pierre Bourdieu 11 1.2 La concepción estructural de la cultura y las formas simbólicas: John B. Thompson 16 1.3 La construcción de la identidad 20 1.4 La tecnología en la vida cotidiana 23 1.4.1 Internet: El campo virtual 26 1.4.2 La comunicación en la web 2.0 28 1.4.3 La identidad digital y las relaciones sociales simbólicas en las redes sociales virtuales 30 1.5 Las sociedades mediatizadas y la violencia 34 1.5.1 Diferentes enfoques sobre violencia 35 1.5.2 La violencia simbólica 37 Capítulo II. El Ciberbullying en los adolescentes 41 2.1 El Bullying 43 2.2 El Ciberbullying 47 2.2.1 Estado del conocimiento 47 2.2.2 Conceptualización, características y participantes 53 2.2.3 Tipos de acoso y modalidades de transmisión para la práctica del ciberbullying 59 2.3 Ciberbullying no es igual a grooming online, sexting o ciberstalking 62 2.4 Programas y estrategias de intervención para prevenir y actuar contra al ciberbullying 64 2.4.1 Cyberprogram 2.0 65 2.4.2 Modelo KiVa 66 2.4.3 Las instituciones educativas gubernamentales mexicanas y la Fundación en Movimiento A.C. 67 Capítulo III. La hermenéutica profunda y el ciberbullying 71 3.1 La hermenéutica profunda 73 3.2 Los rasgos estructurales internos de las formas simbólicas 77 3.2.1 El aspecto intencional 78 3.2.2 El aspecto convencional 79 3.2.3 El aspecto estructural 79 3.2.4 El aspecto referencial 80 3.2.5 El aspecto contextual 81 3.3 Análisis sociohistórico: contextualización social del Ciberbullying 82 3.3.1 El escenario espacio temporal 83 3.3.2 El campo de interacción: Internet 86 3.3.3 Las instituciones sociales 88 3.3.4 La estructura social 90 3.4 Los rasgos estructurales internos del ciberbullying desde las interpretaciones de los adolescentes 94 3.4.1 El aspecto estructural del ciberbullying 97 3.4.2 El aspecto convencional del ciberbullying 99 3.4.3 El aspecto referencial del ciberbullying 103 3.4.4 El aspecto intencional del ciberbullying 105 3.4.5 El aspecto contextual del ciberbullying 110 Interpretación final 120 Capítulo IV. “#Contra el Ciberbullying el arte”: pautas para una estrategia de intervención 124 4.1 La intervención en Trabajo Social 126 4.2 “#Contra el Ciberbullying el arte”: Pautas para la estrategia de intervención 128 4.2.1 Descripción del proceso de intervención social 129 4.2.2 Objetivos 130 4.2.3 Nivel de intervención 130 4.2.4 Estrategias del proceso de intervención social 131 4.2.5 Evaluación 133 Conclusiones 135 Anexos Referencias 138 194 6 Introducción El Trabajo Social ha vivido importantes transformaciones, incluso su origen es determinado desde diferentes posturas históricas ubicándolo de acuerdo al tipo de acciones que realizaba (antes de determinar específicamente su objeto de estudio), el contexto sociopolítico y económico en el que se afianza, el cambio de paradigma para entender la realidad social o la producción de conocimiento científico a partir de la sistematización y teorización de ésta. Desde este punto de vista, su conceptualización ha sido establecida en función de las actividades que ha desempeñado y sobre todo desde los diferentes sectores en los que ha participado. A su vez, en este proceso de construcción y de reconstrucción, se ha consolidado en estos días como una disciplina que forma parte de las ciencias sociales y cuyo objeto de estudio son las situaciones problema que los diferentes sistemas socioeconómicos han generado. La forma en la que se ha acercado a éstos para poder tratarlos conlleva una serie de metodologías y métodos que la misma disciplina defiende; asimismo, desde sus orígenes podemos observar particularidades que han favorecido en el tipo de representación social que se tiene respecto de la construcción de conocimiento por parte del Trabajo Social. La realización de investigaciones como parte de la disciplina -con sus diferentes enfoques-, ha proporcionado un enriquecimiento del campo de conocimiento, al respecto Ortega (2015) comenta: La incorporación de los elementos simbólico-culturales a nuestro objeto de estudio como dimensión irrenunciable para acercarnos ala complejidad de los espacios de interrelación social y los factores estructurales que los atraviesan. Este ámbito de producción y reproducción de significados es inherente a la realidad con la que se encuentra a diario el actuar disciplinar. (p. 282) Siguiendo bajo la misma línea, la situación problema que vamos a analizar en la investigación que se presenta, surge a partir del avance de la tecnología y la manera en la cual ésta es utilizada para ejercer la violencia simbólica en un 7 campo que hasta hace unas décadas no existía; por lo tanto, podemos considerarlo como un fenómeno reciente que ha ido modificando las formas simbólicas dadas y afectando a la población que lo vive. En este sentido, lo que pretendemos lograr es establecer los postulados teóricos que sirven como base para poder situar al ciberbullying en una sociedad con una amplia influencia tecnológica en la cultura y, por lo tanto, en la forma de relacionarnos. Estamos rodeados de pantallas, tenemos decenas de contraseñas alfanuméricas para decodificar nuestra vida, nos situamos en un campo digital que en muchas ocasiones determina nuestras posiciones en los campos no-digitales o reales, tenemos acceso 4k y en tiempo real a la violencia simbólica; en pocas palabras, nuestra cultura se ha ido modificando y con ello nuestra forma de vivir trayendo situaciones problema nuevas que requieren soluciones. La forma simbólica que analizaremos ha traspasado los límites escolares para insertarse en un campo emergente, el cual posee significancia debido a lo que simbólicamente representa pertenecer a él y, esta situación, es interpretada desde contextos en los cuales la vida en la virtualidad se vislumbra como la esencia misma de la existencia, otorgándole poder simbólico a lo que sucede en las redes sociales; por lo tanto, lo que sucede ahí (online) repercutirá en la vida real (offline). La población objetivo seleccionada para ser estudiada, es la que corresponde a los adolescentes de entre 12 y 14 años de edad que viven y estudian en la Alcaldía Tlalpan, de la Ciudad de México y tiene un enfoque hermenéutico desde la concepción metodológica de John B. Thompson; asimismo, su marco teórico está comprendido por Pierre Bourdieu, Robin Kowalski, Amber Limber y Susan Agatston, principalmente. Lo que se busca es poder analizar los significados que le dan los adolescentes al ciberbullying y, posteriormente, elaborar algunas líneas para pensar una propuesta de intervención que rescate las sugerencias de los entrevistados. El desarrollo de la investigación comprende cuatro capítulos, en el primero encontraremos el cuerpo teórico de la investigación respecto a las sociedades mediatizadas resaltando la teoría de los campos y la noción de habitus de Pierre Bourdieu, la concepción estructural de la cultura de John B. Thompson y abordaremos lo que concierne a la forma por la cual la tecnología ha formado parte de nuestra cotidianidad. 8 El segundo capítulo está estructurado para explorar lo que es el bullying y el ciberbullying, sus características, los medios de transmisión y las formas por las cuales se desarrolla. También incorporamos una breve descripción de algunos programas internacionales para prevenir y actuar frente al fenómeno. La metodología de la hermenéutica profunda de Thompson se encuentra en el tercer capítulo y es mediante ella que analizamos las entrevistas que se llevaron a cabo. Primero se establecen las líneas generales de la metodología como tal: el análisis sociohistórico y los rasgos estructurales internos de las formas simbólicas, posteriormente se establecerán las significaciones que los adolescentes le dan al ciberbullying. Finalmente, el cuarto capítulo establece pautas generales, a manera de sugerencias, para la construcción de una propuesta de intervención que tenga como eje fundamental el trabajo de toda la comunidad escolar y el arte junto con la tecnología como motor para poder expresar las emociones, con un enfoque de cultura para la paz y resolución no violenta de conflictos. El fenómeno del ciberbullying es complejo y debido al avance tecnológico, va transformándose estableciendo nuevas formas de transmisión, por lo tanto, esta forma simbólica no es estática y requiere de una visión multidisciplinaria constante para poder investigarse y proponer tanto nuevas como creativas maneras de aproximación para su prevención, detección y actuación. Esperamos poder contribuir a ello. 9 Capítulo I Las sociedades mediatizadas 10 “La verdad es algo de lo que hay que desprenderse cuanto antes y pasárselo a alguien. Al igual que la enfermedad, es la única manera de curarse. Quien guarda en mano la verdad, ha perdido” Jean Baudrillard Presentación El desarrollo del capítulo está estructurado en cinco apartados en los cuales encontraremos, en un primero punto, un breve recorrido por las teorías del habitus, los campos y el capital simbólico de Pierre Bourdieu para poder establecer, posteriormente, que el ciberbullying se da en un campo virtual con sus propias reglas, jugadores e intereses, donde el capital simbólico se encuentra en riesgo. En el segundo punto, estableceremos qué son las formas simbólicas y cuáles son las nociones de la cultura vista desde la conceptualización estructural de John Thompson para poder analizar cómo las formas simbólicas al interior del campo virtual se construyen con base en la cultura pero a su vez se transforman para adaptarse a las reglas del campo. El tercer subcapítulo está enfocado en la construcción de la identidad, revisamos las conceptualizaciones de varios autores para poder desarrollar la propuesta de Gilberto Giménez con la finalidad de establecer que este proceso se lleva a cabo mediante las pertenencias que cada agente posea, el reconocimiento del otro, los colectivos a los que pertenece y su historia de vida. Durante la adolescencia, el agente va cuestionando su propia identidad, busca su lugar en el mundo –una posición en el campo-, y el reconocimiento o rechazo del otro le afecta considerablemente. Ya en la cuarta parte, presentamos cómo la tecnología va modificando nuestra cultura y cotidianidad, cómo nos determina y cuáles son las nuevas formas de comunicarnos en una web social que ha revolucionado la forma en la cual el campo virtual –Internet-, nos atrae cual espacio social-virtual en el que la identidad digital se presenta como una posibilidad de cambio frente a la identidad real. Se construye, cual lienzo en blanco, para poder adquirir capital simbólico necesario y cambiar la forma en la que se dan las relaciones sociales a través de las redes sociales virtuales. En el ciberbullying, la tecnología y el Internet juegan un rol determinante pues sirven como canal de transmisión de la violencia simbólica. 11 En la parte final, presentamos, por un lado, diferentes enfoques de la violencia y cómo ésta se ve reflejada en las sociedades mediatizadas, normalizándola; por otro lado, desarrollamos la violencia simbólica, la cual forma parte de la cotidianidad de nuestra sociedad y está presente en la virtualidad. En el caso del fenómeno que estamos investigando, la violencia simbólica es clave para poder entender por qué el ciberbullying es un problema entre los adolescentes a nivel mundial. 1.1 La teoría de los campos y la noción de habitus de Pierre Bourdieu La sociología que Pierre Bourdieu propone se caracteriza por construir teorías que estén muy ligadas a la práctica, considera de suma importancia la interacción que se puede dar entre la construcción teórica y su aplicación en la realidad social: Esta atención por los detalles de los procedimientos de la investigación,cuya dimensión propiamente social […] no es la menos importante, debería tener el efecto de ponerlos en guardia contra el fetichismo de los conceptos y de la “teoría”, el cual tiene su origen en la propensión a considerar los instrumentos “teóricos”, como aquellos de habitus, campo, capital, etc., en sí mismos, en vez de hacerlos funcionar, de aplicarlos. (Bourdieu y Wacquant, 1995, p. 170). Es por esto que la investigación, en su desarrollo pretende hacer dialogar esta aplicabilidad teórica con las características del fenómeno a estudiar; sin embargo, en un primer momento nos dedicaremos a dar una sucinta explicación de las nociones de campo, habitus y capital simbólico que presenta Pierre Bourdieu, posteriormente nos dedicaremos a establecer la violencia simbólica como parte fundamental del fenómeno que estudiaremos: el ciberbullying. Iniciaremos este apartado con la noción de campo, éstos “se presentan para la aprehensión sincrónica como espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y 12 pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes” (Bourdieu, 1990, p. 109). Haciendo una analogía con el juego, Bourdieu nos presenta los campos como espacios de juegos con jugadores, objetivos, intereses, estrategias, posiciones y reglas que se deben seguir para poder pertenecer a él. Los agentes utilizan sus recursos para mantenerse en el juego, es aquí donde el habitus va a lograr dicho objetivo de acuerdo con los capitales con los que cuente: Cada campo convoca y da vida a una forma específica de interés, una illusio específica, bajo la forma de un reconocimiento tácito del valor de los asuntos en juego y el dominio práctico de sus reglas. Además, este interés específico implícito por la participación en el juego difiere según a la posición que se ocupe en él (dominante versus dominado u ortodoxo versus herético) y la trayectoria que condujo a cada participante a su posición. (Bourdieu & Wacquant, 2005, p. 175) Para Bourdieu (1990), los campos van definiéndose en la medida en la que se define lo que está en juego, los intereses del propio juego así como el de los participantes, diferenciándolo así de otro campo, su funcionamiento radica en la necesidad de “que haya algo en juego y gente dispuesta a jugar, que esté dotada de los habitus que implican el conocimiento y reconocimiento de las leyes inmanentes al juego, de lo que está en juego, etcétera” (p.109). Las particularidades de los campos permiten que, en algunos casos, sólo ciertos habitus participen en él, asimismo, cada campo posee capitales específicos y éstos permiten que sus jugadores puedan cambiar de posición. La estructura del campo es un estado de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones que intervienen en la lucha o, si ustedes prefieren, de la distribución del capital específico que ha sido acumulando durante luchas anteriores y que orienta las estrategias ulteriores. Esta misma estructura, que se encuentra en la base de las estrategias dirigidas a transformarla, siempre está en juego: las luchas que ocurren en el campo ponen en acción al monopolio de la violencia legítima (autoridad específica) que es característico del campo considerando, esto es, en definitiva, la 13 conservación a subversión de la estructura de la distribución del capital específico. Hablar de capital específico significa que el capital vale en relación con un campo determinado, es decir, dentro de los límites de este campo, y que solo se puede convertir en otra especie de capital dentro de ciertas condiciones. (Bourdieu, 1990, p. 110) Una de las aportaciones más significativas de éste teórico es la del habitus, “la teoría del habitus está dirigida a fundamentar la posibilidad de una ciencia de las prácticas que escape a la alternativa del finalismo o el mecanicismo” (Bourdieu, 1990, p. 114). Esta teoría nos remite a las interrogantes respecto a la forma en la cual interactuamos en los campos y con otros agentes sociales, lo define como: Sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente “reguladas” y “regulares” sin ser para nada el producto de la obediencia a determinadas reglas, y, por todo ello, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta. (Bourdieu, 2009, p. 86) Cada agente cuenta con un habitus que va determinando la forma en cómo se desarrolla en los campos, son reconocidos por ellos y determinados por sus trayectorias de vida, las cuales poseen características que lo conforman, interiorizan y exteriorizan en su actuar. Este habitus construido por la historia de los agentes, provoca el desenvolvimiento de las prácticas producto de la interiorización de la cultura, de las estructuras e instituciones que condicionan el actuar individual en la colectividad. Es por él que sabemos cómo jugar en los campos, es lo que nos dice cómo comportarnos en determinadas situaciones, 14 es aquello que nos ayuda a adaptarnos al medio social. En palabras de Bourdieu (2009): Producto de la historia, el habitus origina prácticas, individuales y colectivas, y por ende historia, de acuerdo con los esquemas engendrados por la historia; es el habitus el que asegura la presencia activa de las experiencias pasadas que, registradas en cada organismo bajo la forma de esquemas de percepción, de pensamientos de acción, tienden, con más seguridad que todas las reglas formales y todas las normas explícitas, a garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia a través del tiempo. (p. 88) Los habitus se presentan como diferenciales y diferenciantes en la medida en la que las trayectorias de los agentes son particulares, determinadas por su historia y el conjunto de estructuras a las que están expuestos. Las posiciones que ocupan dentro de los campos son fundamentales para su actuar: “distintos y distinguidos, también llevan a cabo distinciones: ponen en marcha principios de diferenciación diferentes o utilizan de forma diferente los principios de diferenciación comunes” (Bourdieu, 1997, p. 19). No es una noción sencilla, es compleja en la medida en la que se pretenda entender la forma en la que nos vamos relacionando buscando explicaciones para diferenciar porqué nos movemos en los campos de tal o cual manera. Ese sistema de estructuras estructurantes interiorizadas nos determinan y proporcionan las herramientas para poder interactuar con el otro, diferenciándonos o agrupándonos de acuerdo al tipo de habitus que poseamos. Una vez que el habitus se encuentra en el campo adecuado- o el campo contenga los habitus adecuados-, cuando éste mundo social cobija a los habitus productos del mismo, no hay manera de que exista una discordancia entre el agente y el espacio, hay una comunión en la cual el desarrollo de los habitus se da por sentado sin dificultad alguna: Los habitus son principios generadores de prácticas distintas y distintivas […]; pero también son esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de división, 15 aficiones, diferentes. Establecen diferencias entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es distinguido y lo que es vulgar, etc., pero no son las mismas diferencias para unos y otros. De este modo, por ejemplo, el mismo comportamiento o el mismo bien puede parecerle distinguidoa uno, pretencioso u ostentoso a otro, vulgar a un tercero. (Bourdieu, 1997, p. 20) Una de las características de los habitus es la capacidad que consiguen para adaptarse a los diferentes campos, lo cual se da mediante la transferencia de los capitales que posean; sin embargo, hay casos en los que se puede presentar una mayor dificultad debido a la carencia de capitales que cada agente tenga. Reacciona de acuerdo a los intereses que manifieste en determinados campos: El habitus, como sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito que funciona como un sistema de esquemas generadores, genera estrategias que pueden estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas expresamente con este fin. (Bourdieu, 1990, p. 114). Situando a los habitus en determinados campos, Bourdieu nos plantea que estos sistemas de disposiciones pueden modificarse y reaccionar de acuerdo a los estímulos que reciba de los campos en los que se encuentre interactuando. Cada habitus posee un núcleo difícil de modificar; sin embargo puede ir transformándose, no es un hábitus rígido ni eterno que nos acompañe el resto de la vida, puede modificarse mediante diferentes mecanismos y nuestra trayectoria en los campos: El habitus se revela -recuerden que consiste en un sistema de disposiciones, es decir, de virtualidades, potencialidades y eventualidades- sólo en relación con una situación determinada. Es solo en su relación con ciertas estructuras que el habitus produce determinados discursos o prácticas […]. Debemos 16 pensarlo como un resorte que precisa de un disparador: dependiendo de los estímulos y de la estructura del campo, el mismo habitus generará resultados distintos, incluso opuestos. (Bourdieu y Wacquant, 2005, p. 197) El agente social, para Bourdieu, no es un individuo que interactúa solamente determinado por sus pensamientos, tampoco es tan sólo un producto de la sociedad sino que es la combinación de lo externo con lo interno: “los agentes sociales son el producto de la historia, de la historia del campo social en su conjunto y de la experiencia acumulada por un trayecto dentro de un subcampo específico” (Bourdieu y Wacquant, 2005, p. 199). 1.2 La concepción estructural de la cultura y las formas simbólicas: John B. Thompson Thompson, como parte de sus investigaciones, va a construir una concepción estructural de la cultura en la cual podemos observar una clara influencia de Pierre Bourdieu; primeramente, nos explica la forma mediante la cual la vida social se desarrolla mediante la interpretación de las formas simbólicas presentes, las cuales se encuentran tanto en objetos como en la comunicación dada entre los agentes, son procesos complejos que van proporcionando las herramientas para interpretar la realidad: La vida social no es sólo una cuestión de objetos e incidentes que se presentan como hechos en el mundo natural: también es una cuestión de acciones y expresiones significativas, de enunciados, símbolos, textos y artefactos de diversos tipos, y de sujetos que se expresan por medio de éstos y buscan comprenderse a sí mismos y a los demás mediante la interpretación de las expresiones que producen y reciben. (Thompson, 1998, p. 183) A partir de sus investigaciones, Thompson (1998) considera que la concepción de la cultura nos ha presentado el camino que han seguido las conceptualizaciones de ésta: la clásica, la descriptiva, la simbólica y su propia concepción estructural, la cual para el desarrollo de esta investigación 17 consideramos es la más adecuada. Siendo lo simbólico parte medular de las relaciones sociales y virtuales, y como ya el autor lo considera el punto de partida para desarrollar su concepción, debemos empezar por ahí. Alejados del sentido común y para establecer concepciones teóricas más profundas de los fenómenos culturales: La concepción simbólica desplaza el enfoque hacia un interés por el simbolismo: de acuerdo con ella, los fenómenos culturales son fenómenos simbólicos, y el estudio de la cultura se interesa esencialmente por la interpretación de los símbolos y de la acción simbólica. (Thompson, 1998, p.184) Esta interpretación que se realiza de los fenómenos simbólicos parte del hecho de que la interacción humana está dada con base en un universo simbólico compartido propio de un espacio y tiempo definido, el cual proporciona las pautas para poder decodificar la acción del otro entendiendo que ésta está dotada de sentido. Y qué es lo simbólico sino la “dimensión constitutiva de todas las prácticas sociales, y por consiguiente, de toda la vida social” (Giménez, 2007, p. 34). Si bien lo simbólico se encuentra presente en la cotidianidad, para Thompson (1998) resulta incompleto establecer solamente lo simbólico como el eje principal de los estudios culturales sin tomar en cuenta que los símbolos y las acciones simbólicas se insertan en relaciones sociales estructuradas. Por lo tanto establece la concepción estructural de la cultura, la cual complejiza lo simbólico al momento de no dejarlo como algo externo al sujeto o como una manifestación de su visión del mundo, al respecto considera que “los fenómenos culturales pueden entenderse como formas simbólicas en contextos estructurados; y el análisis de la cultura puede interpretarse como el estudio de la constitución significativa y de la contextualización social de las formas simbólicas” (p. 185). Estos fenómenos culturales están configurados mediante formas simbólicas, entendidas como “las acciones, los objetos y las expresiones significativos de diversos tipos” (Thompson, 1998, p.203) éstas se originan en un sujeto quien es el que las produce y las dirige hacia otro sujeto teniendo siempre un objetivo, fin o propósito. Sin embargo, debemos considerar a la forma simbólica 18 como algo más complejo, Thompson (1998) explica su composición de la siguiente manera: La estructura de una forma simbólica es un patrón de elementos que pueden distinguirse en casos de expresiones, enunciados o textos reales. En cambio, una forma simbólica es una constelación de elementos –los cuales podemos describir como <<elementos sistémicos>>– que existen independientemente de cualquier forma simbólica, pero que se realizan en formas simbólicas particulares. (p.211) El objetivo de los análisis culturales es interpretar esas formas simbólicas mediante dos particularidades: a) poseen rasgos estructurales internos; y, b) se insertan en contextos y procesos estructurados socialmente. Parte importante de la concepción estructural de la cultura de Thompson (1998) es justamente la importancia que se le da a los contextos sociales estructurados en los que se encuentran las formas simbólicas. Por eso, en su análisis cultural se puede apreciar su interés por rescatar tanto las particularidades internas de la forma simbólica como lo que se encuentra al exterior de ella y que influye en su construcción: El significado transmitido por las formas simbólicas se construye comúnmente a partir de rasgos estructurales y elementos sistémicos, de manera que al analizar tales rasgos y elementos podemos profundizar nuestra comprensión del significado transmitido por las formas simbólicas. (Thompson, 1998, p.212) El significado de una forma simbólica depende del hecho de que se encuentran insertas en un contexto social estructurado, el cual, de acuerdo a sus particularidades, resulta el escenario ideal para decodificarlas. En palabras de Thompson (1998): Las formas simbólicas pueden portar, de distintas maneras, las huellas de las condiciones sociales de su producción. La inserción de las formas simbólicas en los contextos sociales también implica que, además de ser expresiones dirigidas a un sujeto(o 19 sujetos), estas formas son por lo regular recibidas e interpretadas por individuos que se sitúan también en contextos sociohistóricos específicos y que están en posesión de diversos tipos de recursos; cómo entienden los individuos una forma simbólica particular puede depender de los recursos y las habilidades que sean capaces de emplear en el proceso de interpretarla. Una consecuencia más de la inserción contextual de las formas simbólicas es que con frecuencia son objeto de complejos procesos de valoración, evaluación y conflicto. (p. 217) En este sentido, para Thompson (1998) los procesos de valoración de la forma simbólica son aquellos mediante los cuales el individuo les otorga un valor, ya sea simbólico o económico, a ésta. A su vez, cual fenómenos culturales y sociales, son intercambiadas entre individuos que se encuentran en contextos específicos mediante medios de transmisión. Las formas simbólicas se producen y reciben en contextos sociales específicos, los cuales van a ser determinantes y compartidos por los individuos. No es un proceso estático de recepción, todo lo contrario, es un momento creativo en el cual “los individuos no absorben con pasividad las formas simbólicas, sino que les dan un sentido activo y creador, y en consecuencia producen un significado en el proceso mismo de recepción” (Thompson, 1998, p. 228). Este significado que se les da, puede servir en gran medida para mantener las relaciones sociales. La gran influencia de los medios masivos de comunicación –y con ello Internet– , fortalecen la transmisión de las formas simbólicas traspasando fronteras espacio-temporales, justamente Thompson (1998) nos habla de esta mediatización de la cultura: La comunicación masiva trata de la producción y transmisión de las formas simbólicas. La comunicación de masas […], es una cuestión de formas simbólicas, de expresiones significativas de diversos tipos, que son producidas, transmitidas y recibidas por conducto de las tecnologías desplegadas por las industrias de los medios. […] El surgimiento y desarrollo de la comunicación de masas puede considerarse como una transformación fundamental 20 y continua de las maneras en que se producen y circulan las formas simbólicas en las sociedades modernas. (p.185) Esta mediatización ha ido transformando la forma en la que los individuos nos relacionamos y nos presentamos frente al otro, a su vez, las formas simbólicas también se presentan en espacios virtuales influenciando las relaciones sociales en los contextos sociales estructurados. En este campo virtual se van construyendo identidades alternas que buscan colocarse en una posición específica en la cual utilizan los capitales que poseen para lograr sus objetivos y metas. 1.3 La construcción de la identidad Los estudios sobre la cultura han incorporado la construcción de la identidad como un factor que va a permitir la forma en la que se dan las relaciones sociales y la posición que cada individuo ocupa en un campo determinado. Maalouf (2005) decía: “Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona” (p.1). Sin embargo, pareciera que en esta sociedad de consumo en la que vivimos, lo anterior se presenta contradictorio con la norma individualista actual, la cual fomenta la homogeneidad del individuo para poder pertenecer a un grupo. Bauman (2005), en sus estudios sobre las características de la modernidad líquida, hace manifiesta esta contradicción: En una sociedad de individuos, todos deben ser individuos; en ese sentido, al menos, lo miembros de dicha sociedad son cualquier cosa menos individuales, distintos o únicos. Todo lo contrario: son asombrosamente parecidos, ya que deben seguir la misma estrategia vital y utilizar señas compartidas (comúnmente reconocibles y legibles) para convencer a otras personas de que así lo hacen. En lo que a la cuestión individual concierne, no existe posibilidad de elección individual. No hay ningún dilema del tipo <<ser o no ser>> que hay que resolver en ese sentido. (p.1) La construcción de la identidad, en sociedades de consumo y permeadas por la tecnología, se presenta cono un proceso en movimiento que no es estático, en 21 el cual se jerarquizan una serie de componentes que la conforman, los cuales también, de acuerdo al tiempo, se pueden ir transformando. Al respecto, Maalouf (2005) hace referencia a que los contextos van determinando la forma en la que vivimos con las características innatas, tales como el sexo o el color de piel; a su vez, tanto el espacio donde nos encontramos como nuestra cultura, irán determinando la significación de las formas simbólicas que permean nuestra identidad y de las cuales nos vamos afianzando para poder ser quienes somos: únicos e irrepetibles, en un mundo en el que debemos ser como los demás. Por su parte, Castells (1999) en su análisis sobre la identidad, incorpora una concepción multidimensional para poder conformarla: La construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder y las revelaciones religiosas. Pero los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco espacial/temporal. (p.29) En este sentido, la construcción de la identidad está íntimamente relacionada, también, con la cultura, pues para Castells (1999) la forma en la que se le otorga sentido a los atributos culturales forma parte fundamental en la construcción de la identidad. Para Giménez (2009) la identidad posee un carácter de distinguibilidad cualitativa en relación con la percepción que se tiene de uno mismo y del reconocimiento que el otro le da, es decir, el proceso de construcción de la identidad se encuentra determinado por factores endógenos y exógenos, “no basta que las personas se perciban como distintas bajo algún aspecto. También tienen que ser percibidas y reconocidas como tales. Toda identidad (individual o colectiva) requiere la sanción del reconocimiento social para que exista social y públicamente” (Giménez, 2009, p. 28). Siguiendo con este autor, cada individuo posee características biológicas así como una biografía la cual incorpora la cultura en la que se desenvuelve para 22 poder determinar el lugar que ocupa en un contexto social estructurado permeado por las instituciones y los roles que va desempeñando en su vida cotidiana. Siendo un actor social, las interacciones con los otros va a permitir que esta distinguibilidad se haga presente pues cada individuo busca la pertenencia social, la cual también interviene en la forma en la que se interiorizan significados compartidos. Es esta relación la que va a permitir el reconocimiento a su propia identidad teniendo en cuenta la aprobación y el reconocimiento del otro, por lo tanto posee un carácter tanto subjetivo como relacional (Giménez, 2009). De acuerdo a las investigaciones que este autor ha realizado, destaca tres series de elementos diferenciadores y diacríticos respecto de la conformación de la identidad, estos son: 1) la pertenencia a una pluralidad de colectivos (categorías, grupos, redes y grandes colectividades), 2) la presencia de un conjunto de atributos idiosincráticos o relacionales; 3) una narrativa biográfica que recoge la historia de vida y la trayectoria social de la persona considerada. Por lo tanto, el individuo se ve a sí mismo –y es reconocido- como “perteneciendo” a una serie de colectivos; como “siendo” una serie de atributos; y como “cargando” un pasado biográfico incanjeable e irrenunciable. (Giménez,2009, p. 30) De acuerdo con Giménez (2009), esta pertenencia social de la que hemos hablado se refiere a la inclusión del individuo en diferentes colectividades que comparten significados culturales, despiertan en sus miembros un sentido de lealtad y propician el desempeño de un rol específico. Asimismo, considera que en esencia la identidad de un individuo constituye un proceso dialectico el cual se va a caracterizar por la relación que existe entre el ser uno mismo a pesar del tiempo pero con la posibilidad de ir adaptándose o transformándose de acuerdo al entorno en el que se desenvuelven, por lo tanto “se trata de un proceso siempre abierto y, por ende, nunca definitivo ni acabado” (Giménez, 2009, p. 41). La identidad propia, por lo general, es valorada positivamente por cada agente, “lo que tiene por consecuencia estimular la autoestima, la creatividad, el orgullo 23 de pertenencia, la solidaridad grupal, la voluntad de autonomía y la capacidad de resistencia contra la penetración excesiva de elementos exteriores” (Giménez, 2009, p. 44); sin embargo, cuando la valoración es negativa los efectos serán contrarios a los anteriores. Siguiendo la noción de campo de Bourdieu, Giménez (2009) concluye respecto del tema que: La identidad no es más que la representación que tienen los agentes (individuos o grupos) de su posición (distintiva) en el espacio social, y de su relación con otros agentes (individuos o grupos) que ocupan la misma posición o posiciones diferenciadas en el mismo espacio. Por eso el conjunto de representaciones que –a través de las relaciones de pertenencia- definen la identidad de un determinado agente, nunca desborda o transgrede los límites de compatibilidad definidos por el lugar que ocupa en el espacio social. (Giménez, 2009, p. 47) Recapitulando, la identidad es el conjunto de atributos que cada individuo tiene que lo hacen ser diferente frente a los demás. Estos atributos o pertenencias se dan mediante las características biológicas, la subjetivación de la cultura, la pertenencia a grupos y la historia de vida que cada uno tiene. Asimismo, estas pertenencias irán determinando la posición que el individuo ocupa en el espacio social y el papel o rol que va a ir desempeñando de acuerdo a la colectividad a la que pertenezca, pues ésta comparte la significación que se da a las formas simbólicas. Si bien el entorno, así como el tiempo, son factores determinantes en la reconfiguración de la identidad, la valoración –positiva o negativa- que el propio sujeto le da a su identidad, junto con el reconocimiento y la aprobación del otro también son influyentes en el desarrollo del individuo. 1.4 La tecnología en la vida cotidiana La cultura está rodeada de la tecnología, de los dispositivos digitales portátiles y del Internet; hemos dependido de la tecnología para poder adaptar nuestro entorno, modificar nuestra realidad y hacer más llevadera la vida. Se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad a tal punto de que no concebimos nuestra 24 existencia sin ella. Este constante desarrollo tecnológico ha ido cambiando la forma en la que nos comunicamos rompiendo brechas espacio temporales. Este medio tecnocultural nos hace propicios a la individualización, al ostracismo pero a su vez nos exige pertenecer a una sociedad en constante movimiento. El que se retrasa se estanca, deja de pertenecer al medio, en esta época de constante movimiento no hay tiempo para tomarse un respiro. Con la llegada de Internet, las formas en las que nos relacionamos fueron modificándose. Desde la Web 1.0 se vislumbraba un cambio en la forma en la que nos comunicaríamos e incluso cómo nos presentamos frente al otro. Todo esta al alcance de la mano, no hay secretos que no se puedan descubrir, todo y todos nos encontramos en la Red; la dependencia a las pantallas nos hacen susceptibles a la exclusión social, es importante tener una vida afuera pero sobre todo adentro de la pantalla. Nuestro andar va determinado en muchas ocasiones por la guía que nos proporcionan, se vuelven imprescindibles. Es entonces cuando nos encontramos con un medio tecnocultural, el cual Yehya (2008) refiere: Cuando la tecnología deja de ser un medio para volverse un fin en sí misma, cuando cesamos de percibir la tecnología como una herramienta, y ésta parece disolverse en el medio que nos rodea entonces estamos situados en este nuevo entorno: un medio tecnocultural. (p. 11) Las pantallas e Internet nos proporcionan un aquí y ahora, un acceso brutal a la información, una vida en tiempo real que no cesa de pedir más: más imágenes, más contenido, más acceso, más morbo, siempre más. Los individuos nos vamos relacionando de acuerdo a códigos simbólicos que se presentan en las pantallas, a las representaciones de uno mismo en HD -ahora ya en 4k-. La tecnología llegó para nunca más dejarnos. La tecnocultura en la que vivimos ha ido desafiando el tiempo, todo se mueve rápido, todo es “aquí y ahora”, todo y todos están a la mano, nuestros dispositivos móviles nos han cumplido lo que prometieron: estar conectados con el mundo en tiempo real. La tecnología se ha convertido en una compañera de vida, un objeto al que le otorgamos vida propia, lo nombramos en primera persona porque mientras lo tengamos a la mano no estaremos 25 solos, al menos no mientras tengamos acceso a Internet –o batería en el dispositivo-. Hemos construido una relación dependiente con el objeto que esclaviza o libera al que lo posee, incluso se puede apreciar en la cotidianidad a grupos de personas, que aunque se encuentren en el mismo espacio conviviendo, su comunicación se establece mediante el teléfono celular. Esta nueva forma de significar al mundo con base en el tipo de tecnocultura en el que estamos inmersos, promueve una estetización de la tecnología (Yehya, 2008), la cual va a distinguirnos del otro al poseer tal o cual producto. Se ha vuelto importante tanto el diseño como su funcionalidad; sin embargo, en este mundo de las apariencias, la simple nomenclatura del producto ya nos va determinando la posición que ocupamos dentro del campo en el que nos desarrollamos. Al respecto, surge la alta tecnología que no es más que aquella de última generación, con avances significativos respecto a modelos anteriores con un nivel de desarrollo por encima de las demás y, sobre todo, exclusiva; el consumo de la alta tecnología dota de significados a la persona que la posee, desarrolla rasgos característicos de acuerdo al sector social al cual va dirigido pues su valor ya no está determinado por su valor de uso, sino por su valor simbólico. Al respecto Yehya (2008) menciona: En la era digital una buena parte de las tecnologías que nos rodean han perdido su materialidad, se han transformado en información reproducida por medios tecnológicos en imágenes que pueden habitar cualquiera de las pantallas o dispositivos que nos rodean, haciéndose omnipresentes e inescapables. De tal manera nos encontramos en medio de incesantes representaciones digitalizadas, e información de todos tipos, accesible en cualquier momento. La promesa de la tecnocultura es que nunca más estaremos en duda, todas las respuestas, todas las certezas, todo el entretenimiento y diversión imaginables estarán siempre al alcance de nuestros dedos. Este es el culto de la alta tecnología. (p. 14) Este consumo compulsivo presente en el medio tecnocultural permeado por el culto a la alta tecnología, va a dotar de distinguibilidad a aquellos que puedan 26 costear cierto estilo de vida que les permita mantener su posición en el campo. No obstante, la tecnología se encuentra presente en la vida cotidiana, siempre avanzando, siempre proyectando deseos y necesidades, siempre al alcance de todos. 1.4.1 Internet: El campo virtual A partirde la década de los noventas –al respecto de la aceleración tecnológica y la mediatización de la cultura–, se han comenzado a realizar estudios multidisciplinarios de la ahora llamada “cibercultura”. Bonilla (como se citó en Rueda, 2008) al respecto, menciona que “la cibercultura empieza a ser considerada como un espacio de empoderamiento, construcción, creatividad y comunidad en línea” (p.9). La influencia de las tecnologías e Internet ha modificado la forma en la que las relaciones sociales se dan, considerando a lo virtual como una forma más de relacionarnos con el otro mediante la pantalla. Los estudiosos del tema, han ido consensando una conceptualización de la cibercultura, la cual se define: Como la cultura propia de las sociedades en cuyo seno, las tecnologías digitales configuran decisivamente las formas dominantes tanto de información, comunicación y conocimiento como de investigación, producción, organización y administración. Es decir, en la cibercultura, además de sistemas materiales y simbólicos, están integrados agentes y prácticas culturales, interacciones y comunicaciones, colectivos, instituciones y sistemas organizativos, una multiplicidad de contenidos y representaciones simbólicas junto con valores, significados, interpretaciones, legitimaciones, etc. (Rueda, 2008, p. 9) Al analizar los fenómenos culturales que se dan en el campo virtual de Internet, nos encontramos con un universo paralelo de formas simbólicas que tienen sus propios códigos y significados, donde los actores sociales-virtuales dotan de sentido a lo que sucede en la pantalla asumiéndolo como la vida real. Este espacio posee sus propias reglas y los jugadores van utilizando sus capitales (reales o construidos para efecto de la virtualidad) para poder establecerse en 27 una determinada posición dentro del campo. Aquí podemos encontrar dos tipos de agentes: los nativos digitales y los inmigrantes digitales. Los nativos digitales son aquellos individuos que nacieron con la tecnología por lo tanto no se sienten ajenos a ella: El término “nativo digital” fue acuñado por el autor estadounidense Marc Prensky, en 2001, para mencionar a aquellos que han nacido y se han formado utilizando la particular “lengua digital” de juegos por ordenador, video e internet. Es el caso de jóvenes y niños, con sus interminables juegos en línea (online), la Play Station 1, 2 y 3 (por ahora), el iPhone, iPod, iPad, las redes sociales en todas sus manifestaciones, el BlackBerry Messenger y el WhatsApp, con efecto sine día, y la utilización de un batallón de aplicaciones y plataformas que existen en el universo de la web y de la telefonía inteligente. (Tomeo, 2014, p. 2) Por otro lado, los inmigrantes digitales son aquellos que se han ido adaptando a las tecnologías, los entornos digitales y al lenguaje que en ellos se da, teniendo siempre un arraigo hacia el pasado, a la forma en como se hacían las cosas (Tomeo, 2014). Podemos diferenciar generacionalmente tanto a unos como a los otros y la forma en la que se conducen a través del campo también va a dar cuenta de estas habilidades. Cada grupo posee características singulares que tienen que ver con lo anterior expuesto, tradicionalmente eran los adultos quienes enseñaban a los jóvenes o infantes el funcionamiento de las cosas, ahora es al revés. Los recién llegados al campo son los inmigrantes digitales, lo cual a los nativos digitales les representa una dificultad pues se ven amenazados por la presencia de éstos dentro de su mundo virtual. Por ejemplo, a un adolescente le resultará incomodo aceptar en sus redes sociales a sus padres por temor a que estén enterados de lo que publican y que quieran así controlarlos en este campo que se caracteriza por ser un espacio libre. Tomeo (2014) presenta las diferencias significativas entre unos y otros: Los nativos digitales quieren recibir la información de una manera ágil e inmediata; se sienten atraídos por multitareas y procesos paralelos; prefieren los gráficos a los textos; se inclinan por los 28 accesos al azar (desde hipertextos); funcionan mejor y rinden más cuando trabajan en red; tienen la conciencia de que van progresando, lo cual les reporta satisfacción y recompensa inmediatas, y prefieren instruirse de manera lúdica a embarcarse en el rigor del trabajo tradicional. Por el contrario, los inmigrantes digitales no parecen valorar suficientemente las habilidades que los nativos digitales han adquirido y perfeccionando año tras año, mediante interacción y práctica, y prefieren moverse dentro de lo que les es conocido en virtud de su modo de aprender -que es, también, con el que les enseñaron a ellos-. (p. 3) En este espacio social virtual, el capital simbólico juega un papel muy importante y se traduce en la cantidad de seguidores, “Likes” y contenido compartido por los agentes, lo cual representará una mejor posición en el campo y tendrá repercusiones en la vida cotidiana fuera de la pantalla. 1.4.2 La comunicación en la Web 2.0 Desde que Internet se volvió accesible para la población, se vio una transformación en la manera de interactuar con el otro debido a la presencia de dispositivos electrónicos que nos posibilitan la comunicación asincrónica rompiendo las brechas espaciales. Los entornos comunicativos traspasaron el cara a cara para convertirse en cara-pantalla, se incorporaron términos como “visualización en tiempo real” y la participación en la construcción de contenidos se expandió hacia todo aquel que tuviera interés en compartir “algo”. Se incorporaron imágenes y sonidos, además del texto, para poder vivir la experiencia de manera diferente a la ya tradicional. De acuerdo con Tomeo (2014), en un principio, los contenidos que se presentaban en Internet eran construidos solamente por los programadores o aquellas personas que poseyeran un amplio conocimiento sobre la utilización de herramientas informáticas o códigos específicos para poder diseñar páginas web. Los cibernautas no especializados se convertían en receptores de información o de contenidos sin tener la posibilidad de interactuar con lo que veían, generando así una actitud pasiva. Esta es la llamada Web 1.0, en la 29 cual, no se establecía un intercambio de opiniones o informaciones, por lo tanto, la relación con Internet era unidireccional: el otro me presenta el contenido, yo sólo lo consumo. Ya con el avance de la tecnología y la forma en la cual Internet fue posicionándose en la vida cotidiana, la manera de interactuar con el otro mediante la pantalla fue transformándose. Este proceso de cambio surgió con la Web 2.0 que no es más que la transformación de los contenidos presentados en Internet, en los cuales todos los que tenemos acceso a ellos podemos modificarlos. Es decir, en una primera etapa, quienes tenían el poder para poder determinar qué es lo que se presenta en la web era un pequeño grupo dominante que tenía acceso a él. Los demás éramos simples espectadores. Con la llegada de las redes sociales, la democratización de los contenidos de Internet se generalizó, ya no son un grupo selecto quienes tienen el control de lo que se presenta en la Red, ahora todos podemos participar. En palabras de Tomeo (2014): Internet en su segunda versión, denominada Web 2.0, se caracteriza por una participación activa en la red. El usuario intercambia contenidos, opina, forma grupos de referencia, ejerce amplio poder de influencia en los demás y genera nuevas relaciones interpersonales por medio de los vehículos y aplicaciones que facilita la propia Web 2.0, o -como algunos prefieren llamarla- “la web social”. (p. 4) La “web social” o Web 2.0 ha permitido que las relaciones sociales traspasen la realidad para incorporarse en la virtualidad, ese espacio donde todo es posible, todo está permitidoy todos somos los protagonistas. A su vez, cada persona puede ser generadora de contenidos, sin necesidad de poseer amplios conocimientos informáticos, la palabra clave dentro de este nuevo período informático es “compartir”. Este campo se ha convertido en una puerta hacia la privacidad donde la representación de la vida real en la virtualidad puede devenir en el reconocimiento y popularidad frente a los otros -cercanos o ajenos-, trayendo consigo efectos colaterales en el mundo no virtual. 30 1.4.3 La identidad digital y las relaciones sociales simbólicas en las redes sociales virtuales Vivimos desde dos lugares diferentes. Pensamos y sentimos desde dos lugares diferentes. Nos construimos desde dos lugares diferentes: afuera y adentro de la pantalla. Esta es la actualidad del individuo que construye su identidad digital (en el mundo del cara a cara) y online (en el mundo virtual). Internet ha reconfigurado nuestra percepción del mundo, de la cultura y de las relaciones sociales, se concibe como un espacio en el cual las posibilidades son infinitas y con ello las fantasías se pueden hacer realidad, es ahí donde podemos ser lo que queramos, lo imposible se convierte en posible y ya no hay obstáculos: la pantalla es nuestro escudo, nos protege de todo mal, nos aleja de todo bien. Nos encontramos en un espacio completamente simbólico que ha ido determinando nuevas formas de relacionarnos, incluso si no somos aquellos que decimos ser; Internet ha posibilitado una nueva forma de identidad y de relacionarnos con el otro desde un espacio completamente simbólico que va influenciando nuestro actuar cotidiano fuera de la pantalla. La interacción social está dada con base en un universo simbólico compartido propio de un espacio y tiempo definido, el cual proporciona las pautas para poder decodificar la acción del otro entendiendo que ésta está dotada de sentido; en el campo virtual, se vive una situación similar, salvo que se van construyendo formas simbólicas propias del espacio en el que se sitúan respondiendo no solo a patrones establecidos culturalmente, sino a las identidades digitales, las cuales puede ser completamente construida de acuerdo a los deseos que el individuo tenga, a lo que quiera representar en el campo virtual. Nuestra identidad no es un “algo estático” inamovible e inmodificable, todo lo contrario. Es una constante determinación del uno mismo en un contexto específico y que varía de acuerdo al paso del tiempo. Sin embargo, actualmente nos encontramos con la posibilidad de tener “vidas alternas” dentro del campo virtual: Internet. Ya no es suficiente con el cara a cara, la cibercultura proporciona las herramientas y estrategias para poder construir identidades alternativas digitales dentro de la pantalla. Tomeo (2014), respecto a la identidad digital, comenta: 31 La identidad digital se nutre de aquellos contenidos que se suben a la red. Muchos son proporcionados voluntariamente por nosotros mismos y otros son subidos por terceros a los que nunca les prestamos nuestra autorización […], con la consecuente y posible afectación de derechos personalísimos. En otras palabras, la fuente de los contenidos que existen en la red somos nosotros mismos o tercero que, en la mayoría de los casos, no tienen nuestro consentimiento. Todo converge, inevitablemente, en el mismo océano digital. (p. 99) Las formas simbólicas que nos hacen interactuar en Internet, siguen estando determinadas por contextos sociales estructurados pero ahora construidos a partir de lo que sucede en el mundo virtual, el cual posee sus propias reglas, sus propios esquemas de significación. Pensemos el mundo virtual como un lienzo en blanco, nosotros somos quienes tenemos el pincel y podemos pintar lo que queramos. Así es, tenemos la posibilidad de poder diseñar ya no una, sino todas las identidades que deseemos de acuerdo a nuestras necesidades y deseos. Esta identidad, la cual aun en el cara a cara podemos enmascarar, a través de la red se convierte en un abanico de posibilidades con un alto sentido de credibilidad pues la pantalla nos protege de los demás. Hombres siendo mujeres, niñas siendo adultas, cuerpos siendo figuras abstractas… en Internet somos metáforas de sueños inalcanzables en la vida real. Pensemos en lo que dice Maalouf (2005): “La identidad de una persona no es una yuxtaposición de pertenencias autónomas, no es un mosaico: es un dibujo sobre una piel tirante; basta con tocar una sola de esas pertenencias para que vibre la persona entera” (p. 10); en Internet las personas pueden fragmentarse proyectando algunas de sus pertenencias dependiendo del espacio en el que se encuentren, aquí sí podemos ser un mosaico. Es como si en verdad viviéramos en el lado “A” y en el lado “B” de la realidad. Por esto Internet se considera un espacio libre, cada quien puede ser quien sea sin temor a abandonar lo construido porque a fin de cuentas no existe en lo tangible. Thompson (1998) ha hecho hincapié en la transformación de las relaciones sociales en torno a la comunicación masiva y cómo mediante ella, las formas simbólicas van transmitiéndose y modificado la cultura misma en esta era 32 “moderna”, “desde fines del siglo XV, la producción y la circulación de las formas simbólicas han estado creciente e irreversiblemente atrapadas en procesos de mercantilización y transmisión que ahora poseen un carácter global” (p.185). Las formas simbólicas se encuentran presentes en lo real y lo virtual, van caminando de un lado al otro y con ello modifican la forma en la cual nos relacionamos al exterior y al interior de la pantalla. Rueda (2008) menciona que: Nos enfrentamos, de una manera desigual y heterogénea, a una tendencia creciente y dominante de generaciones cuya configuración emotiva y cognitiva deriva más de una exposición a la semiosis de máquinas de expresión y a su lenguaje visual y digital que a interacciones con el núcleo familiar. (p.17) Se ha creado una nueva forma de relacionarnos a partir de la construcción de identidades virtuales que traspasan la pantalla y que afectan la interacción con el otro, las formas simbólicas que se viven dentro de la Web 2.0 posibilitan decodificar la forma en la cual afecta en lo real lo que sucede en lo virtual: Considerar las dimensiones simbólicas de la acción social –arte, religión, ideología, ciencia, ley, moral, sentido común– no es apartarse de los problemas existenciales de la vida para ir a parar a algún ámbito empírico de formas desprovistas de emoción; por el contrario es sumergirse en medio de tales problemas. (Geertz, 1997, p. 40) Con la llegada de las redes sociales virtuales se experimentaron cambios significativos respecto a la forma de relacionarnos, muchas veces, en ellas se encuentra el espacio para poder realizar transformaciones sociales que afectan a la sociedad, es decir, “las redes sociales se han constituido en verdaderos espacios de poder y de expresión del sentimiento popular” (Tomeo, 2014, p. 9). Gracias al intercambio de contenido e información, en ellas se ponen de manifiesto ideologías que en muchos casos van determinando el curso de algún movimiento social y como medio de comunicación –o de exposición de la 33 intimidad- permiten mantener un contacto “cercano” con cualquier persona por más inaccesible que sea. Siguiendo con las aportaciones de Tomeo (2014) y para poder conceptualizar las redes sociales, estas “son sitios de Internet (plataformas informáticas) que permiten a los usuarios mostrar su perfil, subir fotos, contar experiencias personales, chatear con sus amigos y, en general, compartir e intercambiar contenidos de todo tipo (información, opiniones, comentarios, fotos y videos)” (Tomeo, 2014, p. 44). Debido a la importancia que tiene Internet en la cotidianidad,el estar por lo menos en una red social es muy importante porque evita la exclusión social; ahora bien, los nativos digitales poseen la cualidad de poder pertenecer a varias debido a su condición, a diferencia de los inmigrantes digitales, quienes acceder a una red social se manifiesta como un problema al sentirse en desventaja por no compartir la misma significación de las formas simbólicas que se dan al interior de la World Wide Web (www) y que parecen incomprensibles si no se esta familiarizado con ellas. La utilización de símbolos dentro de la comunicación mediada por computadora, necesariamente debe responder a una correcta interpretación de los mismo, para tal efecto se debe compartir esta significación entre los individuos que establecen la comunicación; si bien, la incorporación de imágenes al hipertexto se ha convertido en una forma simplificada de expresar una serie finita de sentimientos o acciones, no todos los interpretan de la manera en la que fueron formulados. Inconveniente que puede catalogar al individuo en diferentes generaciones. Otro de los problemas a los que el individuo se enfrenta al exponer su vida en las redes sociales virtuales, es a la reputación que puede tener por los contenidos que comparte en sus perfiles, “en definitiva, la reputación, en términos generales, es “lo que se dice” de una determinada persona o compañía; esto es, el juicio que los demás elaboran de un individuo u organización” (Tomeo, 2014, p. 77). Por tal motivo, todo aquel comentario degradante u ofensivo, toda imagen que muestra a la persona realizando actividades vergonzosas o que no cuadran con la imagen que presenta en las redes sociales, resulta perjudicial para el individuo, tengamos en cuenta que muchas veces no somos los autores intelectuales de lo que se “sube” y que una vez que aparece algo en Internet, se queda para siempre pues cualquiera puede tener acceso a él, almacenarlo o compartirlo. Nunca desaparecerá. 34 Debido a esta situación, se han propuesto iniciativas para poder lograr que cada individuo sea dueño de su propio contenido ya que al darse de alta en uno de estos sitios se acepta un contrato en el cual todo contenido pertenece a la red social en la que se ingresa. Este derecho al olvido y el “cleanning digital” que varios agentes proponen, responden a la posibilidad de borrar el pasado digital debido a la importancia que representan las redes sociales en el contexto en el que vivimos. En palabras de Tomeo (2014): En la actualidad pretender “limpiar” un contenido de la web no es tarea sencilla, por su efecto viral y porque los almacenes digitales (servidores) se multiplican por el mundo replicando los datos e información personal, que siempre se puede encontrar en alguno de ellos. Los derechos en juego, como la libertad de expresión, la privacidad, el honor y la imagen, juegan un papel importante en el trabajo de eliminación de lo que se pretende olvidar. (p. 97) Las redes sociales se han convertido en una necesidad para poder estar presente en la virtualidad, acercarnos a las noticias internacionales y tener acceso a toda la información que existe en cualquier parte del mundo. En aras de la magnitud que tienen en la cotidianidad, ya se va vislumbrando lo que podría ser la web 3.0. Habrá que esperar. 1.5 Las sociedades mediatizadas y la violencia Es un hecho que los medios masivos de comunicación han ido permeando la forma mediante la cual se establecen las relaciones sociales, las conductas y los estilos de vida; se les ha responsabilizado por la influencia que tienen los contenidos violentos en las sociedades, no es nuevo escuchar que la culpa de todos los males ha sido justamente la televisión y ahora Internet. Las sociedades les han otorgado una posición muy importante, sobre todo a Internet, formando parte fundamental dentro de la cultura tecnológica en la que vivimos, por lo tanto, lo que se presenta en ellos o las formas por las cuales se interactúa en la Red, estarán estrechamente relacionados con el tipo de sociedad en donde se generen los contenidos. 35 La violencia es un fenómeno estructural que se manifiesta mediante diferentes formas, incluso los canales por los que se transmiten se han modificado, tal es el caso de lo que sucede en los medios masivos de comunicación, a través de los cuales se hace evidente que vivimos en una sociedad violenta y violentada. 1.5.1 Diferentes enfoques sobre violencia Uno de los factores que constituyen las relaciones sociales que se presenta tanto en la realidad como en la realidad virtual, es sin duda la violencia. Ésta se presenta de manera simbólica entre los adolescentes que participan en el ciberbullying; sin embargo, no es el único tipo de violencia a la cual están o estamos (como sociedad) expuestos. En el Informe mundial sobre la violencia (2003): La Organización Mundial de la Salud la define como: el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones […] incluye el descuido y todos los tipos de maltrato físico y psíquico, así como el suicidio y otros actos de autoagresión. (p.5) Esta definición se establece con un enfoque desde la salud pública, y si bien se podría considerar como un acercamiento conceptual, necesitamos ampliar el concepto hasta llegar a la violencia simbólica, la cual nos ayudará a interpretar las formas simbólicas presentes en las relaciones sociales mediadas por Internet. Slavoj Zizek hace un análisis de la violencia como parte de un triunvirato que la constituye y en el cual nos vemos sumergidas las sociedades: violencia subjetiva, violencia simbólica y violencia sistémica. Opuesto a la noción de violencia subjetiva, Zizek (2009) engloba los otros dos tipos de violencia en lo que considera como objetiva; teniendo en cuenta el axioma de que la violencia subjetiva es tan solo la parte mas visible del triunvirato al que hace referencia; nos concentraremos en desarrollar, de manera sucinta, los tres tipos de violencia a los que hace referencia 36 Primeramente, toda violencia subjetiva manifiesta una violencia simbólica internamente constituida, es aquella que podemos ver, de la que escuchamos, “las constantes señales de violencia son actos de crimen y terror, disturbios civiles, conflictos internacionales. Pero deberíamos aprender a distanciarnos, apartarnos del señuelo fascinante de esta violencia “subjetiva”, directamente visible, practicada por un agente que podemos identificar al instante.” (Zizek, 2009, p. 9) Por otro lado, la violencia simbólica a la que hace referencia se caracteriza por estar incorporada en las formas simbólicas de la cultura y el lenguaje, al respecto Zizek (2009) refiere que: Esta violencia no se da sólo en los obvios -y muy estudiados- casos de provocación y de relaciones de dominación social reproducidas en nuestras formas de discurso habituales: todavía hay una forma más primaria de violencia, que está relacionada con el lenguaje como tal, con su imposición de cierto universo de sentido. (p.10) Cuando Zizek (2009) desarrolla la violencia sistémica enmarca una clara relación entre el sistema y las formas de dominación que ejerce sobre la sociedad, las cuales incluyen la violencia física, las formas de coerción (por más sutiles que sean) impuestas mediante la dominación y la explotación, así como las posibles amenazas de la violencia. “Son las consecuencias a menudo catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas económico y político” (Zizek, 2009, p. 10). Tanto la violencia subjetiva como la objetiva(la cual incluye la simbólica y sistémica) se encuentran unidas y determinadas por un contexto social estructurado. No se pueden tratar de interpretar por separado. En palabras de Zizek (2009): Las violencias subjetiva y objetiva no pueden percibirse desde el mismo punto de vista, pues la violencia subjetiva se experimenta como tal en contraste con un fondo de nivel cero de violencia. Se ve como una perturbación del estado de cosas “normal” y pacífico. […] la violencia objetiva es precisamente la violencia 37 inherente a este estado de cosas “normal”. La violencia objetiva es invisible puesto que sostiene la normalidad de nivel cero contra lo que percibimos como subjetivamente violento. La violencia sistémica es […] la contraparte de una (en exceso) visible violencia subjetiva. Puede ser invisible, pero debe tomarse en cuenta si uno quiere aclarar lo que de otra manera parecen ser explosiones “irracionales” de violencia subjetiva. (p. 10) Para Zizek (2009), el objetivo para la erradicación de las manifestaciones de las violencias van encausadas a implementar la tolerancia y el respeto como la solución, teniendo en cuenta que las culturas son diferentes y no observan la violencia desde el mismo punto de vista. Esta heterogeneidad social y cultural es la que hace posible que el contexto determine lo que es violento frente a lo que no lo es. 1.5.2 La violencia simbólica Dentro de la dinámica de los campos y las relaciones que se dan entre los agentes, existe lo que Bourdieu (1995) conceptualiza como la violencia simbólica, la cual se va dando en las relaciones de poder y por las trayectorias de vida de los habitus en los campos, los dominados asumen que es algo natural, normal, pues la misma estructura del mundo interiorizada en los habitus va reafirmando esta condición y propiciando que el agente la desconozca como violencia, al vivir en la sociedad, vamos aceptando las condiciones que ésta nos impone sin ser cuestionadas, simplemente se interiorizan; en pocas palabras “la violencia simbólica es, […] aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de éste” (Bourdieu, 2005, p.120 ). En cualquier tipo de violencia se dan relaciones de poder en las que uno de los agentes se encuentra en una posición de desventaja (ya sea por cuestiones de sexo, raza, religión, edad, etcétera) por lo tanto existe un dominado y un dominante que viven una relación simbólica con códigos inherentes los cuales propician los actos de violencia. Los dominados van aceptando las categorías de dominación que los dominantes construyen naturalizándolas: 38 La violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación) cuando no dispone, para imaginarla o para imaginarse a sí mismo o, mejor dicho, para imaginar la relación que tiene con él, de otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que, al no hacer más que la forma asimilada de la relación de dominación. Hacen que esa relación parezca natural; o, en otras palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/bajo, masculino/femenino, banco/negro, etc.), son el producto de la asimilación de las clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las que su ser social es el producto. (Bourdieu, 2000, p. 51) Bourdieu (2000) ha determinado la forma en la que los dominantes ejercen su poder simbólico sobre los dominados y según el autor “[…], es posible imaginar esta forma especial de dominación a condición de superar la alternativa de la coacción (por unas fuerzas) y del consentimiento (a unas razones), de la coerción mecánica y de la sumisión voluntaria, libre y deliberada, prácticamente calculada” (Bourdieu, 2000, p. 53). Anteriormente habíamos mencionado que para que esta violencia simbólica se de, los habitus deben poseer las condiciones suficientes para aceptarla sin cuestionarla, su misma estructura es la que interioriza estos comportamientos: El efecto de la dominación simbólica (trátese de étnica, de sexo, de cultura, de lengua, etc.) no se produce en la lógica pura de las conciencias conocedoras, sino a través de los esquemas de percepción, de apreciación y de acción que constituyen los habitus y que sustentan, antes que las decisiones de la conciencia y de los controles de la voluntad, una relación de conocimiento profundamente oscura para ella misma. (Bourdieu, 2000, p. 53) 39 Para finalizar con la violencia simbólica, es importante mencionar que ésta tiene un efecto, muchas veces visible, sobre los dominados: Los actos de conocimiento y de reconocimiento prácticos de la frontera mágica entre los dominadores y los dominados que la magia del poder simbólico desencadena, y gracias a las cuales los dominados contribuyen, unas veces sin saberlo y otras a pesar suyo, a su propia dominación al aceptar tácitamente los límites impuestos, adoptan a menudo la forma de emociones corporales -vergüenza, humillación, timidez, ansiedad, culpabilidad- o de pasiones y de sentimiento -amor, admiración, respeto-; emociones a veces aún más dolorosas cuando se traducen en unas manifestaciones visibles, como el rubor, la confusión verbal, la torpeza, el temblor, la ira o la rabia impotente, maneras todas ellas de someterse, aunque sea a pesar de uno mismo y como de mala gana, a la opinión dominante, y manera también de experimentar, a veces en el conflicto interior y el desacuerdo con uno mismo, la complicidad subterránea que un cuerpo que rehúye las directrices de la conciencia y de la voluntad mantiene con las censuras inherentes a las estructuras sociales. (Bourdieu, 2000, p. 55) Estos discursos de poder que se construyen desde un orden dominante, se van a reproducir también en las relaciones de corte simbólico que se establecen mediante Internet, no estamos exentos de ella. Conclusiones Para poder interpretar y comprender el fenómeno del ciberbullying es necesario tener la mayor cantidad posible de información sobre el campo en el cual se da, independientemente de las características propias que posea, pues situarlo en este contexto es fundamental para poder visualizar el impacto que está teniendo entre la comunidad adolescente. Cada campo posee sus propias reglas, jugadores dispuestos a jugar en una posición determinada e intereses de por medio; a su vez, posee formas simbólicas compartidas que los mismos 40 jugadores dotan de sentido permitiendo que se vaya dando el juego. La virtualidad ofrece la posibilidad de construir identidades digitales las cuales utilizan sus capitales para poder ejercer la violencia simbólica, estableciendo nuevas formas de relaciones sociales a través de las redes sociales virtuales presentes en la web 2.0, la cual tiene consecuencias en la reputación y la representación que tiene el agente perjudicado al ver su capital simbólico afectado. Todo esto en una cibercultura en la que la tecnología va determinando la forma de comunicarnos, relacionarnos, distinguirnos, homologarnos, etcétera. El propósito de éste capitulo ha sido ir situando a la forma simbólica del ciberbullying en una cultura donde la comunicación masiva y el avance tecnológico ha modificado las formas de relacionarnos y con ello la violencia ha traspasado los entornos físico-reales para instaurarse en el espacio simbólico- virtual. La concepción estructural de la cultura se caracteriza por presentar la manera en la cual su estudio se basa en las formas simbólicas que se encuentran en ella, éstas son interpretadas y reinterpretadas por los diferentes agentes que se viven dentro de ellas en un proceso comunicativo que los habitus codifican y decodifican de acuerdo
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