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De la motivación a la autorregulación para el aprenDizaje13 Ofelia Contreras Gutiérrez Actividad inicial Con cierta frecuencia acuden a la atención psicológica dentro de las instituciones educativas los profesores y los padres de los ni- ños o adolescentes con altos índices de reprobación, quienes es muy probable que se presenten a la atención psicológica con la etiqueta de “presentar problemas de aprendizaje” o con mayor frecuencia de hiperactividad y trastornos de atención. Cuando el profesional de la Psicología se adentra en estos casos, con gran frecuencia observa el peso que tienen los factores emocionales, de personalidad y de relación interpersonales para el logro de los objetivos escolares en la escuela. De entre ellos, lo que más ha llamado la atención de los investigadores del campo durante las últimas décadas es la depresión, y la relación que esta enfer- medad guarda con la motivación, el aprendizaje y el rendimiento escolar. A continuación te presentamos un resumen del texto “La Depresión en la escuela” de Miguel Ángel Carrasco Ortiz y María Victoria del Barrio Gándara. Después de leerlo, responde a las preguntas siguientes: 1. ¿Qué elementos de carácter emocional y cuáles de perso- nalidad, se vinculan con el aprendizaje de los alumnos? me Resaltado Psicología Educativa 364 2. ¿La desmotivación para el aprendizaje es causa o con- secuencia de los resultados académicos? 3. ¿Los alumnos de bajo rendimiento escolar están desmo- tivados o deprimidos? La Depresión en la Escuela Victoria del Barrio http://www.cuentayrazon.org/revista/doc/092/Num092_012.doc Consulta 28 de marzo de 2008. Aunque los niños no trabajan con una remuneración a cam- bio, no se puede negar que la escuela representa para ellos algo seme jante a lo que el trabajo para los adultos. El niño va a la escue- la todos los días labora les, realiza una actividad suje ta a reglas y le califican mejor o peor por ésta. En las sociedades desarrolla das esta ocupación abarca desde los seis hasta los 21 años durante seis o siete horas, cinco días a la semana. No es extra ño, por eso, que la vida escolar se convierta en uno de los ejes fundamentales de la vida infan til. Lo que pasa en la escuela es muy importante para el niño en todos los sentidos, pero principalmente a nivel intelec tual y personal. En un reciente estudio sobre depresión que se ha llevado a cabo sobre niños escolarizados en Madrid, la pregun ta que obtenía puntuaciones medias más altas era “tengo muchas preocupacio- nes” y la segun da “tengo problemas en la escuela”. La relación entre el fracaso escolar y la depre sión es una cuestión controvertida. Algunos expertos consideran que el fra- caso es el desencadenante de la depresión y, otros, que ésta pro duce el fracaso. El hecho espectacular de que algunos niños y jóvenes ha- yan llegado al suicidio a causa de sus malas notas ha asociado el fracaso en la escuela a la idea de depresión. Ello es verdad, pero el fenómeno es más complejo de lo que parece. Un altísimo porcentaje de niños deprimidos presenta también un descenso en el rendimien to escolar, hasta el punto de que algunos exper tos 365 De la motivación a la autorregulación... han considerado este des censo como un criterio diagnóstico de la depresión infantil. Sin embargo, de nin gún modo es verdad que la mayor parte de los niños con bajo rendimiento escolar se de- prima. Basta considerar que la prevalencia de la depresión infantil se estima en un 10 por ciento y la del fracaso escolar en un 60 por ciento (si las cifras son reales y no maquilladas) para ver que no todos los niños que fracasan escolarmente se deprimen. Para que se produzca la secuencia fracaso escolar- aparición de depresión es necesario que se den unas ciertas condiciones. Miles de niños van mal en la escuela y son emocional- mente equilibrados, no les gusta lo que se hace alíí por lo que conlleva en ellos quietud, sumisión sometimiento a normas, es- fuerzo intelectual; prefieren la acción física, la ausencia de con- trol, la vagancia. Hacen jui cios negativos sobre la escuela, lo que les salva de su posible culpabilidad: “es un rollo”, “me tienen ma- nía”, “no me interesa”, “no sirve para nada”. Pero no todos los niños reac cionan así; los que reúnen los denominados factores de riesgo son los más vulnerables y pro- pensos a desarrollar una depresión ante el fracaso escolar. Nor- malmente, se trata de chicos que inicialmente han tenido una bue- na adaptación esco lar y que por algún motivo la pierden luego. Por ejem plo, un niño que cambió de amigos puede encontrarse con que los nuevos interfie ren en su ritmo habitual de trabajo, y tal interferencia se reflejará en sus notas de manera negativa. Este niño puede considerar que tal pérdida es intolerable y comenzar entonces a hacer atribuciones negativas: “no sirvo”, no puedo”, “soy un desastre”, pensamientos todos ellos que minan su autoes- tima y le pue den llevar a la depresión. Son niños que ali mentan altas expectativas (propias o ajenas) y que se culpabilizan a sí mismos al estar por debajo de ellas. Esto quiere decir que ante el fracaso escolar, unos niños respon den culpabilizándose y deprimiéndose, mien tras que otros lo hacen, por el contrario, agrediendo. Psicología Educativa 366 La ecuación delicadísima del equilibrio escolar es: expec- tativas por exigencias igual a capacidad por esfuerzo. Cualquier movimiento de uno de los elementos requiere un reajuste de los demás. Texto tomado del artículo Carrasco Ortiz, M A y del Barrio Gándara, M A “Temperamental and personality variables in child and adolescent depressive symptomatology” Revista Psicothema, 2007, Volumen 19, número 1 página 43-48 http://www.psicothema.com/ pdf/3326.pdf A partir de considerar las respuestas a las preguntas inicial- mente planteadas en este capítulo como hipótesis de trabajo, les invi- tamos a desarrollar una lectura del mismo buscando los datos o el so- porte teórico necesario, para aprobar o desaprobar dichas hipótesis. Al final de la lectura, regresen a las preguntas y reconside- ren sus respuestas con base en la nueva información analizada. Aspectos emocionAles y de personAlidAd ligAdos Al AprendizAje Javier Burón (2005) en su libro sobre motivación y aprendizaje señala: “… Si nos fijamos en nuestros esfuerzos por educar bien a nuestros hijos o alumnos, a veces da la impresión de que ilustramos cerebros, pero no formamos voluntades. Por una parte, parecen ver con claridad qué debería hacer y, por otra, carecen de espíritu de lucha y de constancia en el esfuerzo para lograr sus ideales… lo que muestra los signos de una motivación no desarrollada…” (Burón, 2005). Ante este panorama los educadores y los padres de familia se preguntan de manera insistente: ¿cómo se puede conseguir que un niño sea luchador y constante en el esfuerzo?, ¿cómo se debe actuar para que un alumno, o un grupo trabaje para lograr los objetivos que se les proponen?, ¿qué se puede hacer para evitar 367 De la motivación a la autorregulación... la apatía y el desgano que interfieren para alcanzar las metas de los niños y los adolescentes? En el fondo de estas preguntas se plantea un propósito no explicitado con frecuencia por parte de los programas educati- vos, y tampoco se ofrecen como parte de asignaturas específicas: aprender a luchar contra la adversidad, a ser persistente en el es- fuerzo, a porfiar para conseguir las metas personales, a tolerar sin menoscabo de su autoestima los reveces de la vida. En suma a lu- char por llegar a ser lo que uno quiere. Todos estos conocimientos son en extremo útiles para la vida misma, más allá de los espacios académicos en donde se pretende que sean aprendidos. Todos estos elementos hacen referencia a las causas que promueven el comportamiento de las personas, y ha sido amplia- mente estudiado por la Psicología de sus orígenes mismos, desde muy diversas perspectivas teóricas plasmadas en miles de publi- caciones. Elárea de la motivación es una de las más amplias y estudiadas en la Psicología, poco a poco este concepto se ha ido integrando dentro de categorías teóricas más amplias, que van dando cuenta, cada vez de forma más comprehensiva del com- plejo entramado de emociones, representaciones, percepciones, concepciones y aprendizaje que se engloban para impulsar a las personas a actuar de determinada manera. En el campo de la educación podemos así mismo recono- cer a las teorías de la motivación para el aprendizaje como una de las contribuciones más importantes de la Psicología a esta área de la acción humana. En este capítulo revisaremos los conceptos básicos de ca- rácter emocional y de personalidad ligados al proceso de aprendi- zaje, tales como: autoconcepto, autoestima, motivación y sistema de atribuciones, con la finalidad de comprender la importancia de todos ellos en el buen desempeño académico de los estudiantes. Esta tarea la iniciaremos con el concepto clásico de motivación, éste ha tenido un importante lugar en la mayoría de las teorías psi- cológicas, en especial aquellas que se han encargado de explicar el proceso de aprendizaje. De este concepto transitaremos a otros Psicología Educativa 368 conceptos también comprometidos con la dirección y la intensidad de la conducta, y que a lo largo de la investigación y la teoría psico- lógicas han mostrado tener importancia en el proceso de aprendi- zaje, por ejemplo hablaremos del concepto de logro, el sistema de autorreferencia y las creencias atribucionales. Todo ello con el propósito de ayudar a entender la realidad del educando e indicar al adulto algunas pautas a seguir en un estilo de educación en el que se cultive la fortaleza psíquica y el esfuerzo por conseguir la autorrealización personal. lA motivAción pArA el AprendizAje Desde épocas remotas se ha reconocido la importancia de la mo- tivación para el aprendizaje (hoy día, las teorías psicológicas con- temporáneas). Este tema cobra relevancia al establecerse como un factor determinante y central dentro del proceso de aprendizaje. Ahora revestido dentro de un contexto en donde no se le concibe de manera aislada, sino como parte de un conjunto de factores emo- cionales y de personalidad que se ponen en juego en el proceso de aprendizaje. Cabe señalar que se conceptualiza a la motivación como extremadamente compleja como para reducirla a un proceso unitario, en realidad, representa uno más entre los muchos factores determinantes de la conducta, englobados en aspectos cognitivo, emocional y actitudinal. Debido a este carácter complejo y difuso, la motivación mantiene amplias relaciones con otros conceptos también compro- metidos con la dirección y la intensidad de la conducta, como son el interés, la necesidad, el valor, la actitud y la aspiración. Mientras que el interés hace referencia a la atención selectiva dentro del campo, la necesidad implica falta o carencia de algo que puede ser suministrado por una determinada actividad. El concepto de valor implica una orientación a la meta o metas centrales en la vida de un sujeto. Por último, la aspiración se refiere a la expectativa de al- canzar un nivel determinado de logro. El interés, la necesidad, el 369 De la motivación a la autorregulación... valor, la actitud y la aspiración dirigen la conducta y controlan el grado o intensidad de la misma en la dirección apuntada. Aunque, en realidad, son muchos los factores de la perso- nalidad relacionados con la dirección y mantenimiento de la con- ducta (locus control, valor dado a las metas, expectativas de éxito, percepción de competencias, atribuciones, ansiedad, etcétera), han terminado por integrarse en modelos o teorías sobre la moti- vación que intentan explicar sus interrelaciones. En este contexto y como un intento por volver a conceptua- lizar y a significar la motivación para el aprendizaje, en este capí- tulo se propone una aproximación de carácter histórico, desde las concepciones más tradicionales del término, hasta las nociones contemporáneas de la Psicología Cognoscitiva y la aproximación constructivista del aprendizaje. Así, además de la aproximación meramente cronológica queremos ofrecer una concepción que se ve enriquecida con dife- rentes aportes, en donde la motivación para el aprendizaje pasa de ser un constructo hipotético (algo extraño que ocurre o no den- tro del cerebro del aprendiz), a un conjunto de factores que se ponen en juego cuando aprendemos, y que se asocian con nues- tra propia representación personal como individuos y como apren- dices; con la manera en como percibimos la tarea y el valor que le otorguemos a la misma; el peso que para nosotros tengan las personas que se encuentran presentes (de manera real o simbóli- ca) en el momento que aprendemos. Todo ello en un conjunto in- tegrado de elementos que denominamos sistema autorreferencial, el cual se pone en juego en todos y cada uno de nuestros actos, y cuyo peso es más relevante en aquellos eventos o situaciones en las que somos, o nos sentimos evaluados, tal como ocurre en las situaciones escolares. En este capítulo se pretende que se alcancen niveles de co- nocimiento estrechamente relacionados con la adquisición de con- ceptos, por lo que se recomienda centrar la atención en los factores emocionales asociados al aprendizaje que se manejan en los distin- tos apartados que conforman este tema. Psicología Educativa 370 el concepto de motivación para el aprendizaje El término motivación suele entenderse como un constructo hipotéti- co, algo que no se puede ver pero que permite explicar el porqué del comportamiento humano. De acuerdo con su raíz etimológica significa movimiento (del latín motus: movimiento; motivo; lo que se mueve). Dicho de otra manera, la motivación representa lo que determina que una persona inicie una acción (activación), se des- place hacia el objetivo (dirección) y persista en su tentativa por al- canzarlo (mantenimiento). Desde las primeras aproximaciones psicológicas al apren- dizaje, se ha reconocido la relevancia que tiene la motivación para la adquisición de nuevos conocimientos. Borkosky (1990) mencio- na que: “La historia de la psicología está repleta de teorías que interrelacionan la motivación con el aprendizaje, con la cognición y con el desempeño (Boskosky, 1990). Los primeros acercamien- tos pretendieron explicarla a través de fuerzas instintivas (Freud, 1905; Mc Dougall, 1908) que empujaban a actuar de determina- da manera a los seres humanos. Fuerzas impulsivas, irracionales e innatas que moldean todo cuanto las personas hacen, sienten, perciben y piensan. A partir de 1918 se inició el cambio de perspectiva, apoyan- do la concepción de impulsos y la necesidad adquirida o aprendi- da (Dunlop, 1919). La ley propuesta por Yerkes–Dodson (1908) afirma que niveles moderados de excitación son óptimos para una buena ejecución. La teoría de Hull y Spencer plantea al impulso como aquel elemento que combinado con el aprendizaje determi- na la ejecución. Aun cuando se intenta un cambio, se mantiene la motivación como algo incontrolable por parte del sujeto; se acen- túa la importancia de los impulsos y motivos internos de carácter inconsciente, desvalorizando el papel de las intenciones y propósi- tos conscientes en la regulación de la propia conducta. En el contexto escolar, Good y Brophy (1983) afirman que el término motivación designa el grado de participación y perseveran- cia de los alumnos en la tarea, cualquiera que sea la índole de la misma. 371 De la motivación a la autorregulación... la teoría de la motivación de logro En un intento por explicar diferencias individuales en el grado de mo- tivación que presentan los individuos a la hora de actuar, Atkinson (1964) propuso la teoría de la motivación de logro. Este autor sostu- vo que las diferencias en los niveles de motivación de las personas en la realización de una tarea están determinadas por la necesidad de logro decada una, sus expectativas de éxito y el valor atribuido a los resultados. El grado de motivación depende de la fuerza relativa de estos factores. Pero desde esta teoría, el impulso de logro se sigue viendo como algo inconsciente, fuera del control del sujeto. Esta teoría está considerada como la antesala de la teoría cognitiva, dedicada a explicar qué ocurre dentro del sujeto y no sólo aquello que se observa desde fuera. Su principal objetivo es poner de manifiesto que el moti- vo que mueve toda acción y dirige la conducta es la consecución competitiva, culminada por el éxito, de un nivel de realización que reporta sentimiento de relevancia al sujeto. De esta forma, la con- ducta humana orientada al logro es el resultado de un conflicto de aproximación-evitación entre la motivación de lograr el éxito y la motivación de evitar el fracaso (González y Tourón, 1992, p. 290). Desde esta propuesta teórica, se genera un cambio de perspectiva sobre la naturaleza de la motivación; esta aproxima- ción parte del supuesto de que los alumnos están motivados por criterios, expectativas y refuerzos que se proporcionan a sí mis- mos. Dicho enfoque del aprendizaje otorga un lugar importante a los aspectos afectivos y de personalidad, algunos autores afirman incluso que la motivación para el aprendizaje es aún más impor- tante que el poder o saber aprender. Se plantea que el buen de- sempeño en las tareas escolares tiene mucho que ver con la au- toimagen y el autoconcepto que la persona tenga de sí como aprendiz, de sus expectativas de éxito en las tareas escolares y de su conocimiento sobre sus propias habilidades, así como del uso que haga de éstas. Desde esta perspectiva, se enlaza a la motivación con fac- tores de carácter cognoscitivo; lo que la persona percibe de sí y del Psicología Educativa 372 entorno, con las preconcepciones que posee sobre los factores cau- sales del éxito o fracaso en la resolución de tareas de aprendizaje. la aproximación cognoscitiva A partir de esta aproximación se observa una notable evolución del concepto motivación, entendido como un conjunto de percepciones y conceptos de sí mismo, de la tarea y del valor que se le asigne. Así, se coloca a la motivación en el campo de la cognición y, por tanto, puede llevarse al plano de conciencia para promover que las personas ejerzan control sobre sí mismas, sobre sus acciones y en relación con los resultados de las mismas. El carácter propositivo es el rasgo más sobresaliente de la motivación, ya que ésta se dirige a la consecución de metas y al uso de planes organizados jerárquicamente, en los que la informa- ción procedente del medio se articula para guiar la acción. El énfasis se pone en la manera como las personas perci- ben las situaciones, despertando un conjunto de factores emocio- nales que dirigen la acción en un sentido determinado. Por tanto, cognición y emoción se encuentran para explicar el porqué del comportamiento. La tendencia a señalar el tipo de relación entre los factores psicoafectivos y la cognición se fortalece en la década de los ochen- ta. Un estudio llevado a cabo por Himel (1985) encontró una corre- lación entre el desarrollo afectivo de los alumnos y su redimiendo escolar en las asignaturas de Matemáticas y Español (alpha de +0.63 y +0.62 respectivamente), siendo esta variable afectiva la que explica el mayor porcentaje de varianza de rendimiento aca- démico en estas áreas. Este estudio concluye que las actitudes positivas hacia sí mismos, hacia la escuela y el aprendizaje, son características estables de los alumnos de alto rendimiento. sistema de autorreferencia La teoría cognoscitiva del aprendizaje propone una visión más de- tallada e “interna” de lo que hasta entonces se denominaba motiva- ción. De acuerdo con Borkowski (1996), los factores emocionales 373 De la motivación a la autorregulación... se asocian con el empleo de estrategias adecuadas para el apren- dizaje y, por tanto, con una ejecución correcta. Este autor plantea que los procesos cognoscitivos y motivacionales, así como los constructos de personalidad, interactúan en un sistema coherente e integrado que él denomina sistema de autorreferencia. Los constructos de personalidad tales como autoeficacia, autoestima, sistema atribucional —conformado por el locus de control—, creencias asociadas al éxito y el fracaso, motiva- ción de logro y valor de la tarea, son un sistema complejo e inter- dependiente que sostiene tanto las funciones cognoscitivas como la ejecución académica. Por ejemplo, en el sistema de creencias atributivas podemos identificar a las personas que encuentran una relación directa entre esfuerzo y éxito; de esta manera, es mu- cho más probable que ellas tengan alta motivación de logro y es- tén orientadas a autoevaluar sus avances, detectar sus errores y reflexionar para corregirlos. Este mecanismo se constituye en un sistema de monitoreo mental sobre la ejecución a través del cual se desarrolla un control personal de las propias habilidades, con lo que se alcanza el nivel de interacción intelectual que correspon- de a la metacognición. En contraste, las personas que fallan al crear un sistema de autorreferencia positivo son más susceptibles a conductas intelectuales desadaptativas o disfuncionales, que no permiten ganar dominio de su habilidad cognoscitiva. Según Weinner (1986) las causas a las cuales las perso- nas atribuyen sus éxitos y fracasos tienen importantes conse- cuencias psicológicas, tanto a nivel emocional, como cognitivo y emocional. Para este autor las consecuencias de este tipo de creencias derivan de las denominadas dimensiones atribucionales: internalidad-externalidad, estabilidad-inestabilidad, controlabilidad- incotrolabilidad. De la dimensión internalidad-externalidad dependen las reac- ciones emocionales ante el éxito o el fracaso, de la dimensión estabi- lidad-inestabilidad dependen las expectativas acerca de lo que cabe esperar en el futuro, y por último de la dimensión controlabilidad- incotrolabilidad depende la motivación. Psicología Educativa 374 Así el conjunto de emociones que se despierten ante una ta- rea determinada dependerá de los valores que tomen las dimensio- nes antes enunciadas para ese caso en particular, de acuerdo con De la Torre y Gody (2002) “… la atribución del éxito a causas internas produce emociones positivas, en tanto que la atribución del fracaso a causas internas produce emociones negativas. Por el contrario, si el éxito o el fracaso se atribuyen a causas externas, las emociones sufrirán escasos cambios […] Cuando el sujeto atribuye el éxito o el fracaso a causas estables, tenderá a generar expectativas de que en el futuro seguirá experimentando éxito o fracaso. Sin embargo si las causas se consideran inestables, tanto el caso de éxito como de fracaso, el sujeto albergará dudas sobre lo que sucederá en el futuro. Por último, la atribución del éxito o el fracaso a causas controlables por el sujeto (el propio esfuerzo), producen motivación y persistencia, lo que contribuye a aumentar el rendimiento. No ocurre así en el caso de atribuir los resultados a factores incontrolables (leyes de la física, el azar o la suerte)…” (De la Torre y Gody, 2002). Por su relevancia para la comprensión de la de interacción entre motivación y cognición profundizaremos en tres aspectos so- bresalientes: 1) el estilo atribucional y su influencia en el aprendizaje, 2) las expectativas de éxito (como el elemento de enganche al inicio de cualquier aprendizaje y el tipo de motivación que define la activi- dad del alumno). Todo ello unido a la percepción de las propias ca- pacidades y a la posibilidad de calibrar la actuación personal como referente metacognoscitivo. En un primer momento nos aproximare- mos a las creencias atributivas. Locus de control La localización del control (locus de control) es primordial para entender el desempeño de las personas y se refiere al sentido de control personal queel individuo tiene sobre su conducta; es el con- junto de creencias sobre el manejo de los acontecimientos de la vida. Ciertos individuos se sienten responsables de todo, mientras que otros creen que las circunstancias están controladas por de- terminantes externos como la suerte, el destino u otras personas. 375 De la motivación a la autorregulación... Los alumnos que tienen un alto locus de control interno tienden a buscar más información y a utilizarla para la resolución de problemas, manifiestan gran perseverancia y son capaces de demorar recompensas para obtener los mejores resultados; mien- tras que aquellos con alto locus de control externo suelen ser pasi- vos, sumisos, poco atentos y con un bajo comportamiento explorato- rio. Un locus de control interno se asocia con un mayor rendimiento, en la medida en que éste es percibido como una consecuencia de la propia actividad. En cambio, si el locus de control es externo la persona no tiene conciencia de la importancia de sus acciones en los resultados que obtiene, atribuyéndolos a eventos que no tienen nada que ver con lo que se hace o deja de hacer en determinada situación. creencias atribucionales asociadas al éxito y al fracaso Las creencias acerca del éxito y el fracaso son otro elemento impor- tante del sistema atribucional, que se relaciona de manera directa con la autoestima y el autoconcepto. Así mismo la literatura ha mos- trado es uno de los factores importantes asociados al rendimiento escolar (Mascarenhas, Almeida y Barca, 2005, Piñero et al., 1999). De acuerdo con Barraza y Ontiveros (2007) “… la atribución es el proceso por el cual las personas interpretan su comportamiento y el de los otros, y les asignan causas…” (Barrazo y Ontiveros, 2007). En este sentido, por atribución causal se debe entender aquellas in- terpretaciones que el individuo realiza respecto a los elementos que tienen un cierto grado de responsabilidad sobre el resultado de una acción cognitiva o conductual. Su importancia radica en que depen- diendo de ellas, el sujeto va actuar de una u otra manera, evitando o fomentando esta causa. De acuerdo con Monereo (2007) la explicación que las per- sonas ofrecen ante una falla en la consecución de resultados es- perados, se entiende como un intento por mantener una imagen positiva de su habilidad y competencia. Se parte del supuesto de que la sociedad iguala habilidad con valía, por lo que los errores tienden a evadirse, toda vez que implican poca habilidad. Cuando el error resulta inevitable, la persona lo atribuye a factores que Psicología Educativa 376 no son su falta de habilidad; en este sentido, se puede imputar a factores personales de carácter inestable, tal como el esfuerzo insuficiente; o a agentes externos como la dificultad de la tarea o la suerte. Quienes optan por explicar la falla como el resultado de la falta de esfuerzo, probablemente concentren su capacidad para enfrentar el mismo reto en la segunda ocasión y, con ello, incre- menten sus habilidades y autoestima. Mientras que los individuos que atribuyen los malos resultados a la dificultad de la tarea o a lo poco claro de las instrucciones, generalizan la idea de que el error es resultado de factores externos, por lo que evitarán tareas que signifiquen un reto, reduciendo su autoestima y su posibilidad de crecimiento como aprendices. Las personas que observen la relación entre esfuerzo y éxi- to tendrán una alta motivación de logro, evaluarán sus avances, detectarán sus errores y reflexionarán para corregirlos. Este me- canismo es un sistema de monitoreo mental sobre la ejecución, a través del cual se desarrolla un control personal de las habilidades. En contraste, quienes no desarrollan un sistema de autorreferen- cia positivo son más susceptibles a emplear de manera errática sus procesos intelectuales, lo que no les permite ganar dominio de su habilidad cognoscitiva. Es probable que este comportamiento se sustente en las ideas que los individuos tienen sobre la naturaleza de la inteligen- cia. Yeigh (2007) ha encontrado que algunas personas piensan que su competencia intelectual consiste en un repertorio de habi- lidades que pueden ser expandidas a través del esfuerzo, a ellos los denomina incrementalistas, pues persisten en sus intentos por alcanzar sus metas, como una manera de enriquecer su desarrollo cognoscitivo, y creen que se incrementa su inteligencia como re- sultado de las conductas estratégicas de esfuerzo. Por otro lado, se encuentran quienes le atribuyen la eje- cución a la habilidad, a ellos este autor los llama teóricos de la inteligencia como “ente”, ya que ven a la inteligencia como un ras- go global y estable que no puede ser incrementado a través del 377 De la motivación a la autorregulación... aprendizaje. Estas personas no buscan estrategias alternativas para alcanzar una meta y no perciben al error como una oportuni- dad para expandir sus habilidades intelectuales, por el contrario, se centran en tareas que les eviten cometer errores y les permitan obtener comentarios positivos de otros. Estabilidad de las creencias atribucionales Además de la ubicación del locus de control existen otras dimen- siones importantes en el impacto que las creencias atributivas puedan tener para cada persona. La primera de ellas hace refe- rencia a la estabilidad o inestabilidad del atributo en particular, en otras palabras, la generalidad que tiene una suposición sobre no- sotros mismos o sobre una situación determinada. Pongamos un ejemplo: cuando una persona tiene problemas con una unidad del programa de matemáticas y obtiene una calificación reprobatoria, puede generalizar demasiado el hecho, suponer que es incapaz de aprender y que las dificultades que enfrenta con este contenido las desafiará con cualquier otro, idea que interferirá con su disposición para futuros aprendizajes. Por otro lado, encontramos a personas con un sistema atri- bucional inestable, capaces de reconocer que han tenido dificulta- des con un determinado tipo de contenidos y esforzarse por iden- tificar el problema para corregirlo en situaciones futuras, aislándolo del resto de las tareas que debe llevar a cabo, es decir, cometer un error o tener problemas con un tipo de contenidos, es algo que no se puede generalizar a toda su actuación en el campo del aprendizaje. Esta segunda dimensión permite tener un juicio más obje- tivo del propio desempeño y pone en menor riesgo la autoestima de la persona, por lo que se constituye en un dispositivo favorable para el aprendizaje. Una tercera dimensión de las creencias atribucionales se derivó de la teoría reformulada de la indefensión aprendida (Selig- man y Teasdable, 1978) —de la que hablaremos más adelante— la especificidad o globalidad: Según esta teoría resulta adaptativo atribuir los éxitos a causas globales, así como atribuir los fracasos Psicología Educativa 378 a causas específicas. La relevancia de la globalidad para el fraca- so en gran poder de generalización y en el desarrollo de la ansie- dad y la depresión. A manera de conclusión del presente apartado, podemos señalar que la motivación para el aprendizaje, es un constructo hipotético, en el que se puede identificar algunos elementos rele- vantes relacionados con las creencias atribucionales de los sujetos que aprenden, y que el rendimiento académico se ve favorecido en la medida en que las atribuciones causales sean: De carácter interno. Es decir que se atribuya a uno mismo (habilidad) la responsabilidad por el éxito o fracaso de la meta. De carácter inestable. Aquello que causa el éxito o el fracaso es susceptible de modificación. De carácter controlable. El sujeto concibe atribuciones cuya naturaleza son controlables por él (esfuerzo), por tanto modi- ficable por su voluntad. “… Depende de las atribuciones que el aprendiz genere en torno a las causas que producen una actuación eficaz o ineficaz, establece una serie de conceptos y expectati- vas quecondicionan la actividad a la hora de iniciar una nueva tarea…” (Valenzuela, 2007). valor de la tarea Las expectativas y el valor de la tarea influyen directamente en su elección, realización y persistencia, lo cual queda limitado por las creencias sobre la propia competencia y la dificultad que ésta en- cierra. Asimismo, dichas variables están moduladas por la percep- ción del sujeto de las actitudes y expectativas que tienen sobre él sus significativos más próximos (familiares, maestros, etc.) y ade- más, por el entorno educativo-cultural y su historial académico. Los estudios realizados por Khodayarifard, Anshel y Brin- thaupt, T. (2006) distinguen una serie de aspectos que pueden influir en la consecución de tareas, tales como: 1º) El valor de consecución (hacer bien la tarea), 2º) El valor intrínseco (el pla- cer o interés de la tarea), 3º) El valor de utilidad (respecto a las 379 De la motivación a la autorregulación... metas futuras), y 4º) El costo (miedo al fracaso, ansiedad, esfuer- zo). Bajo esa misma perspectiva aparece el modelo de Wigfield, Harold, Eccles, Arbreton y Blumenfeld (1997), quienes detectaron tres componentes en el valor que se asigne a la tarea: valorati- vo (creencias respecto a la importancia, utilidad e interés de la tarea, bajo dos perspectivas: orientación y valor de la misma); de expectativa (creencias acerca de su habilidad para llevar a cabo la tarea, juicios de autoeficacia, control y expectativas de éxito) y afectivo (ansiedad ante una prueba y autoevaluación, autovalía o autoestima). Tareas altamente valoradas personal y socialmente, tien- den a comprometer más emocionalmente a las personas en su realización; y junto con los elementos del sistema de autorreferen- cia, orientarán la acción intelectual en determinada dirección. el autoconcepto y la motivación En la teoría cognoscitiva de la motivación se recupera al “yo”, como sede de las creencias y actitudes, así como de las expectativas y valores que soportan las adscripciones causales, sugiriendo cons- tructos como autoconcepto, autoestima, autoeficacia, autocontrol e indefensión aprendida. Tal como se puede deducir en sistema de autorreferencia y las atribuciones causales son elementos íntimamente ligados con el autoconcepto, ellos proporcionan información sobre el “yo” de las personas, de la forma en cómo se ha constituido su propia representación a partir de los resultados de sus acciones, de sus expectativas y las de los demás. Así el campo de la motivación para el aprendizaje rebaza las fronteras de la acción intelectual dirigida al aprendizaje y se extiende hasta la integridad global de la persona y de sus acciones en cualquier otro ámbito de acción. El autoconcepto es una de las variables más importantes dentro del ámbito de la motivación, no solo por la influencia que pue- da tener en el sistema atribucional, sino por la incidencia que tiene sobre la activación de diversas estrategias cognitivas y de autorregu- lación en el aprendizaje escolar. Psicología Educativa 380 “… Las investigaciones actuales ponen de manifiesto que implicación activa del sujeto en el proceso de aprendizaje, aumenta cuando confía en sus propias capacidades y tiene altas expectativas de autoeficacia, valora la tarea y se sien- te responsable de los objetivos de aprendizaje […] Todo ello influye en las estrategias cognoscitivas y metacognos- citivas que pone en marcha a la hora de abordar las tareas, y sobre la regulación del esfuerzo y la persistencia, lo que a su vez incide en forma directa y positiva sobre el rendimien- to académico…” (Cerezo y Casanova, 2004). De acuerdo con todo lo expresado hasta ahora, el manejo adecuado de los factores emocionales y de personalidad asocia- dos al aprendizaje cobran una gran relevancia, de manera concre- ta para entender las acciones de los estudiantes en las aulas ante los retos intelectuales y sociales que se les presentan las tareas escolares; y más allá de ellos por el impacto que las representa- ciones de sí mismo, de las causas de sus éxitos o fracasos, como elementos constitutivos del “yo” en la vida. La relevancia de los principios de la aproximación cognos- citiva nos permiten entender que como toda representación, el sis- tema de autorreferencia en su conjunto es una “interpretación de la persona” sobre sí misma y sobre su contexto, socialmente cons- truido —por sí y por los otros— y por tanto, susceptible de modifi- car a través de las propias acciones y del apoyo que los otros nos brinden para poder construir representaciones alternas, en caso de que estas no sean favorables, para la persona en general, y para el logro de las metas académicas en particular. la ausencia de motivación para el aprendizaje y la indefensión aprendida Si volvemos a la lectura con la que arranca este capítulo y a las pre- guntas que generaron como hipótesis de trabajo para la lectura del mismo, podemos tratar ahora de identificar qué elementos se pueden encontrar involucrados. ¿Qué elementos están presentes en la gene- ración de depresión en estudiantes?, ¿cuáles de estos elementos se 381 De la motivación a la autorregulación... pueden asociar directamente con los acontecimientos académicos? y ¿cómo podemos apoyar a los alumnos para que superen esta condición? De acuerdo con la teoría cognoscitiva los estudiantes construyen representaciones de sí mismos, de sus habilidades, de las causas de sus éxitos y sus fracasos en el caso de las expe- riencias escolares, en un primer momento como aprendiz, y a par- tir de ahí se extienden a otras áreas de su personalidad. Cuando estas representaciones se orientan de manera negativa, pueden ir gene rando poca confianza en sí mismo, lesionando la autoestima, e incluso generar un problema de salud emocional, tal como la de- presión. Como señala Javier Burón (2005) actualmente hay más jóvenes deprimidos, con frecuencia no es porque no encuentren sentido a la vida, tampoco por pobreza o por haber sido abando- nados en la calle “… La situación es paradójica, tienen más dinero, más libros, más vida sexual, más posibilidades culturales y se sien- ten deprimidos…” (Buro, 2005). El grado de depresión de los estu- diantes se asocia, asimismo, con el incremento en la incidencia de suicidios entre jóvenes de 15 a 24 años, riesgo que aumenta para los estudiantes que como resultado de sus experiencias educativas se sienten fatigados, aburridos, inseguros, ansiosos y deprimidos. Con gran frecuencia estos sentimientos llevan a los jóvenes a con- siderar que cualquier acción que emprendan es ineficaz para cam- biar el rumbo de los acontecimientos o para lograr las metas que se desean, lo que los lleva a la inmovilidad, la sensación de desam- paro, a un estado que se conoce en la teoría cognoscitiva como indefensión aprendida, lo que puede traer como consecuencia la manifestación de comportamientos agresivos, retadores, autodeva- luatorios, o de aislamiento y marginación en la escuela. Tal como señalamos en el apartado de atribuciones cau- sales de este texto, ello pude deberse a la construcción de una representación de sí mismo, de la tarea o de las causas del fra- caso escolar basadas en un error de apreciación. Por ejemplo, un estudiante puede no haber estudiado suficiente para un examen, aunque desde su propia perspectiva en tiempo dedicado al estudio Psicología Educativa 382 fue demasiado, si al presentar un examen obtiene una calificación reprobatoria, es muy probable que genere la percepción de que es inútil estudiar o que no tiene habilidades para el estudio. Lo que es probable que lo conduzca a la falsa idea de que no tiene nada que hacer en relación con los resultados que obtiene, en espe- cial si repite este patrón de tiempo de estudio insuficiente o empleo inadecuado de estrategias para el aprendizaje. La repetición de la experiencia, leída de esta manera es muy probable que lo conduzca a la desesperanza, y a ésta le sigue la depresión. Según Seligman laindefensión aprendida es “… la reacción a darse por vencido, a no asumir ninguna responsabilidad, a no responder, como consecuen- cia de tener la creencia de que cualquier cosa que hagamos, ya sea en ese momento o posteriormente, carecerá de toda importancia…”. Esta construcción mental de sí mismo y de la inoperatividad de cual- quier esfuerzo para alcanzar las metas propuestas es un importante detonador de la depresión, de acuerdo con el modelo procesal sis- témico de la depresión de Seligman las representaciones mentales de la realidad de las personas deprimidas tienen como caracterís- ticas centrales de su organización de personalidad una marcada tendencia a responder a los eventos de la vida cotidiana, aún los mínimamente discrepantes, en la forma de desamparo, tristeza y rabia como resultado de una activa construcción de estos eventos en términos de pérdida, rechazos, fracasos y decepciones, que lo lleva a una explicación del mundo en términos de una imagen de sí mismo globalmente negativa, como la de alguien no querible. En resumen el modelo de la indefensión propone la exis- tencia de un estilo atribucional típico en los sujetos deprimidos que contribuiría a que éstos hiciesen atribuciones internas, estables y globales ante sucesos negativos, de manera que estas atribucio- nes, como causas percibidas de un acontecimiento, actuarán como moduladores en la formación de las expectativas futuras, siendo por tanto las expectativas negativas el elemento crucial en el de- sarrollo del trastorno, y el estilo atribucional el factor cognitivo de riesgo (Peterson y Seligman, 1984), ambos elementos directamen- te asociados al fracaso escolar. 383 De la motivación a la autorregulación... cura y prevención de la indefensión aprendida Si el problema central de la indefensión se centra en la ausencia de expectativas de éxito y la predisposición negativa de que las accio- nes no sirven para cambiar una situación, la cura reside en cambiar esas expectativas, haciendo que el sujeto responda y compruebe que su respuesta es relativamente eficaz. La forma de apoyar a estos estudiantes puede ser a través de ponerles objetivos alcanzables para hacerles ver que el esfuer- zo si vale la pena para obtener los resultados esperados. Desde ahí, ir incrementando poco a poco el nivel de los objetivos propues- tos, y al mismo tiempo proporcionarles apoyo para que analicen sus acciones y el resultado de las mismas, así como las represen- taciones atribucionales que ellas van generando en este proceso. Volvamos al ejemplo del apartado anterior, sobre el alumno que no dedica suficiente tiempo para el estudio, y supone que el esfuerzo invertido en estudiar no sirve para nada. En lugar de lle- gar a esta conclusión apresurada, valdría la pena que se detuviera a evaluar si realmente el tiempo dedicado al estudio fue suficiente en relación con la cantidad de material, el dominio que de él posee, o si las estrategias que empleó para aprender fueron las adecua- das. El análisis de etas circunstancias lo llevarán a dirigir su com- portamiento en otro sentido, y empeñarse en ganar pericia como aprendiz o a administrar mejor su tiempo. Con gran frecuencia los estudiantes de bajo rendimiento académico cuando se les pregunta la proporción de material que estudiaron del curso para un examen final, responden que estu- diaron solo una parte del mismo, en algunos casos menos de la mitad, y paradójicamente esperan obtener buenas calificaciones. A estos chicos es recomendable orientarlos hacia cubrir la totalidad del material, como un mecanismo que aumenta la probabilidad de obtener buenas calificaciones, y administrar su tiempo para poder cubrir la totalidad de las asignaturas que cursan. Es importante que establezca una relación proporcional entre el material que realmen- te dominio como resultado del estudio, y la calificación que espera obtener. Así el estudiante evitará la distorsión en la posibilidad de Psicología Educativa 384 control sobre los resultados de su esfuerzo y el logro de metas. Lo que promoverá la construcción de un sistema de autorreferencia positivo, y favorable para el aprendizaje. En el apartado siguiente estableceremos algunos linea- mientos o recomendaciones generales que pueden servir a los educadores para favorecer la motivación en el salón de clases. manejo docente de la motivación escolar Todavía sigue generalizada la idea de que la motivación es propia de los estudiantes y que son ellos quienes tienen que ocuparse de desarrollarla. Aun más, esperamos que nuestros alumnos se sientan naturalmente motivados por nuestra asignatura y nos sorprende la afirmación de que motivarlos es responsabilidad del profesor, justo de la manera en que señala el psicólogo español Cesar Coll (1994). Tal como revisamos en este capítulo ambas representan ideas ex- tremas sobre el tema. En realidad, de acuerdo con las investigacio- nes recientes, existen muchos elementos de carácter intrapsíquico que se ponen en juego para que una actividad resulte motivante para los estudiantes; pero también es cierto que la manera como el profesor presente el tema, las actividades propuestas y el clima que se genere en el salón de clases, son aspectos que impactan los ni- veles de motivación con que se inicia y desarrolla una tarea escolar. Los alumnos muestran distintos niveles de motivación ha- cia diferentes contenidos. Es posible que la motivación esté ligada a la manera en que el profesor presenta los temas y a cómo hace sentir a los alumnos en su clase; quizá no estén inclinados hacia aquellas asignaturas en las que las actitudes de los docentes son marcadamente desaprobatorias y hasta agresivas. De acuerdo con Desatnik (1996), la personalidad de los profesores es un factor que puede producir estrés a los estudian- tes. En un estudio con más de mil estudiantes universitarios, se les presentó una lista de posibles estresores y se solicitó que los ordenaran de acuerdo con el grado de estrés que les producían; entre los más referidos se mencionaron: los exámenes, exposicio- nes en clase y la presencia de compañeros y la personalidad de 385 De la motivación a la autorregulación... los profesores. En algunos casos estas actitudes pueden deformar la imagen y el concepto que tienen de sí mismos los alumnos y constituirse en un verdadero bloqueo emocional para el aprendi- zaje. Por ello, es importante que el profesor tome consciencia de la manera como sus actitudes y sus acciones repercuten en la mo- tivación de los estudiantes y, por tanto, que aprenda a moderar tales actitudes en el salón de clases; también es importante que se ponga atención a la manera como se presentan los contenidos que se enseñan. Un buen ejercicio puede ser pedir a los estudiantes que nos hagan una descripción de las cosas que sienten antes de iniciar una determinada clase, cuando están preparando un trabajo para la misma, al leer, al escribir o al finalizar las actividades. También se puede preguntarles qué personaje de película o novela le recuerda más a su profesor, poniendo énfasis en los aspectos de personalidad, más que en los físicos. De esta manera es cómo podemos tener una idea aproxi- mada de las emociones que despierta determinado profesor ante ese estudiante, o ante determinado grupo. De este primer acercamiento podemos partir para, poste- riormente, aproximarnos a otros factores, (de entre los que ya ex- pusimos en el apartado anterior del presente capítulo) que pueden incidir directamente en el aprendizaje. Una vez que el docente identifica los factores que están fallando para la promoción de una motivación adecuada para el aprendizaje en los alumnos, tal vez ahora se pregunte ¿qué se puede hacer? En este apartado pretendemos dar respuesta a esta pre- gunta, para ello revisaremos algunos factores asociados a la falta de motivación para el aprendizaje y, a partir de éstos, propondre- mos modos para desarrollar actitudes favorables hacia los conte- nidosescolares. Es importante promover un autoconcepto positivo, además de habilidades de interacción, con el fin de generar el aprendizaje entre los alumnos. Psicología Educativa 386 En este sentido, el objetivo del presente capítulo es que el lector conozca y valore algunos procedimientos dirigidos a pro- mover dispositivos afectivos favorables para el aprendizaje en sus grupos de estudiantes. La falta de motivación para el aprendizaje, tal y como ya fue señalado en el apartado precedente, tienen fuertes raíces en la manera en como las personas han construido representaciones sobre sí mismos, el contenido a ser aprendido y, en términos ge- nerales, sobre sí, el mundo y las causas del éxito y el fracaso en diferentes circunstancias. Elementos que se integran en el cons- tructo Sistema de Autorrefencia (González, Pineda, Núñez, Gon- zález 1997 y Núñez et al. 1998). Desde la teoría cognoscitiva el autoconcepto es el resul- tado de un proceso de análisis, valoración e integración de la in- formación derivada tanto de la propia experiencia como de la que ofrecen los otros (profesores, compañeros y padres de familia). Esta información constituye un referente de las propias capacida- des, preferencias, metas, etcétera. La representación de sí mismo constituye un auto-esquema, por lo que se encuentra implicada en la interpretación, almacena- miento y utilización de información personal y del entorno. Podemos recuperar a Marcus y Kitamaya (1991), quienes señalan que los au- to-esquemas (self schema) son generalizaciones cognitivas acerca del yo, que organizan y guían el procesamiento de la información relevante existente en las experiencias sociales concretas, como la que se vive en la escuela. Es importante recordar que el aprendizaje se produce en un contexto y que el grado en que los alumnos se interesen y se es- fuercen tiene que ver con la manera en que los profesores definen los objetivos, presentan la información, proponen tareas, recupe- ran las demandas de los alumnos, evalúan el aprendizaje y ejercen el control. Para algunos estudiantes, las experiencias escolares son la base para la construcción de un autoconcepto negativo, donde las ideas acerca de lo inadecuados, incapaces y poco aptos que 387 De la motivación a la autorregulación... son cobran relevancia, hasta distorsionar su percepción, actitud y comportamiento. Cuando los estudiantes poseen un autoconcepto poco fun- damentado en evidencias, pueden generar problemas que afecten su capacidad de aprender e impacten en las relaciones que esta- blecen en la escuela, de tal suerte que en sentido contrario a lo que se espera, éstas no constituyan redes de soporte emocional y afectivo para el aprendizaje y la adaptación social. De acuerdo con Valles y Valles (2000), los factores que dis- torsionan el autoconcepto de los estudiantes son: La no identificación adecuada de las características per- sonales, rasgos de personalidad, tendencias de comportamiento, valores, relaciones sociales. Por ejemplo, los alumnos que no re- conocen su tendencia a mentir y se consideran sinceros, se creen marginados cuando en realidad no lo son, es decir, no existe una percepción clara o ajustada (contrastada por la percepción-valora- ción de los compañeros) sobre el tipo de persona que son. Estos patrones de comportamiento “desadaptativo” reciben el nombre de distorsiones cognoscitivas, y suelen llevar a las per- sonas a comportamientos poco aceptados socialmente y a dismi- nuir aún más su autoestima. Valles y Valles (2000) señalan que es conveniente identifi- car a los estudiantes que los manifiestan y apoyarlos en la reelabo- ración de este tipo de percepciones erróneas, sustituyéndolas por otras que los ayuden a eliminar su déficit en esta área de la perso- nalidad, es importante remarcar que no es suficiente con señalar la distorsión en la percepción, pues hay que suplir estos pensamien- tos por otros de carácter positivo. Algunos de los mecanismos que se ponen en juego para la distorsión de las representaciones son los siguientes: a. Sobregeneralización: cuando el estudiante realiza inferen- cias erróneas por extender un hecho o situación hasta sa- carlo de la realidad b. Abstracción selectiva: concentrarse solamente en los de- talles negativos Psicología Educativa 388 c. Inferencia arbitraria: cuando el alumno saca conclusiones arbitrarias sin tener fundamento para ello d. Magnificación: hipervalorar los aspectos negativos de los acontecimientos. Por ejemplo, si un estudiante comete un error en la pronunciación de una palabra y el profesor o los compañeros lo corrigen, el juicio de su actuación se basará exclusivamente en este error cometido, dejando al margen los buenos comentarios que pudo recibir e. Minimizar: dar escasa importancia a los comportamientos adecuados o a los logros. Por ejemplo, un alumno no le da importancia al haber aprobado un examen, cuando su histo- rial de fracasos en las evaluaciones periódicas es recurrente f. Personalizar: atribuirse la culpa por las cosas que ocurren, independientemente de la participación de otras personas o factores. Pensamientos Dicotómicos: emplear expresiones que hagan referencia a todo o nada. Por ejemplo, cuando un profesor elige a un estudiante para presentar su trabajo en clase, segura- mente pensará “a mí siempre me escogen”. Trabajar con estos mecanismos de pensamiento inadecua- dos y sustituirlos por otros más adaptativos es indispensable para generar la motivación para el aprendizaje. No cabe duda de que una aproximación autónoma y auto- rregulada ante las situaciones de aprendizaje requiere un equilibrio positivo entre las creencias que uno sostiene en torno a sí mismo, la tarea (materia de estudio) y los motivos que sustentan la implicación del estudiante. Al inicio de una actividad académica, un aprendiz autorre- gulado y con alto grado de motivación presentará: a) Una percepción clara de que el desarrollo de la tarea y sus resultados dependen de él b) La convicción de que dispone de suficiente capacidad para aplicar eficazmente los conocimientos y destrezas disponi- bles para realizar los nuevos aprendizajes 389 De la motivación a la autorregulación... c) La creencia de que implicarse en la tarea de aprendizaje le llevará a alcanzar un incentivo positivo d) Cierto interés (percepción de valor o utilidad) por la actividad de aprendizaje. e) Establecimiento de algún tipo de meta que oriente la activi- dad del estudio. Aun cuando no se pueden establecer parámetros universa- les para el desarrollo de un autoconcepto positivo, que favorezcan la motivación para el aprendizaje, es posible señalar pautas de acción que contribuyan a mejorar la motivación. De acuerdo con Woolfolk (1999), las estrategias para aumentar o mantener la mo- tivación suelen fomentar la confianza y las expectativas positivas, así como evidenciar el valor de los aprendizajes y ayudar a los estudiantes a permanecer comprometidos con la tarea. Para favorecer la confianza y las expectativas positivas es re- comendable: Trabajar partiendo de los niveles de conocimiento que ya poseen los estudiantes. a) Establecer metas claras, concretas y factibles b) Promover que el estudiante se oriente a compararse a sí mismo y con los demás c) Promover una concepción incrementalista de la inteligen- cia, así como un patrón atribucional positivo (Alonso Tapia, 1997) d) Modelar una buena resolución de actividades y problemas. Para transmitir el valor de los aprendizajes es importante: a) Vincularlos con las necesidades e intereses de los estu- diantes b) Despertar la curiosidad y cuando sea posible, hacer diverti- das las actividades de aprendizaje c) Explicar las conexiones entre el aprendizaje actual y el fu- turo (dentro y fuera del aula) Psicología Educativa 390 d) Ofrecer —si se considera conveniente— incentivos y recom- pensas. Para ayudar al estudiante a concentrarse en la tarea se puede: a) Proporcionar oportunidades frecuentesde participar e inte- ractuar b) Ofrecer oportunidades para que los estudiantes entreguen productos terminados c) No insistir reiteradamente en la calificación d) Reducir el riesgo de la tarea sin simplificarla demasiado e) Modelar la motivación para aprender f) Enseñar estrategias de aprendizaje que faciliten la cons- trucción de conocimientos y fomenten la autoconfianza y motivación para aprender.1 El entrenamiento de los estudiantes en reconocer sus ca- racterísticas positivas y negativas es la base para el desarrollo del autocontrol, proceso a través del cual las personas son capaces de autorregular su comportamiento de acuerdo con las exigencias adap- tativas a las que hace frente en su vida personal, social y escolar. Como parte de la autorregulación identificamos la autoefi- cacia, que hace referencia a la toma de conciencia de aquello que hacemos bien (estudiar, aprender, divertirse, relacionarse con los demás, resolver problemas); al mismo tiempo que identificamos los sentimientos que experimentamos al sabernos competentes en esas áreas. En términos generales, saberse competente genera una disposición a actuar, asumir retos y desarrollar nuevas habilidades. Las disposiciones del pensamiento son indispensables para triunfar en la vida académica o en cualquier otra esfera de la vida humana. Thisman, Perkins y Jay (1998) mencionan que: “Las habi- lidades y el talento natural no alcanzan por sí mismos para satisfa- cer el desarrollo humano. El simple hecho de poseer una habilidad 1 Estas sugerencias son retomadas de la propuesta de González-Pineda; González; Núñez y Valle A. (2002). 391 De la motivación a la autorregulación... no garantiza que uno vaya a usarla, y que vaya a usarla bien (…) Es importante contar con una predisposición a desafiarse, a buscar nuevos caminos, correr riesgos, ser crítico y forzarse por mejorar.” Esas características dicen poco sobre la habilidad personal, pero mucho sobre la manera como se encaran las tareas. De acuerdo con estos mismos autores las disposiciones fa- vorables para el aprendizaje son: ser curioso y cuestionador; pen- sar amplia y arriesgadamente; razonar amplia y cuidadosamente, organizar el propio pensamiento y darle su tiempo. Al fomentar las predisposiciones en los alumnos es impor- tante reconocer que lleva tiempo desarrollarlas y que pueden nu- trirse a través de la estimulación y retroalimentación constante. conclusiones De acuerdo con los planteamientos contemporáneos acerca de la motivación para el aprendizaje —entendida ésta como la fuerza que origina, dirige y mantiene la tarea de aprender— podemos concluir que este constructo hace referencia a factores ligados a la autoesti- ma, los cuales se integran en un sistema de autorreferencia estable. Los estudiantes estarán más o menos dispuestos a comprometerse con tareas académicas en función de qué tanto pongan en riesgo su autoconcepto y autoestima; evitarán las situaciones que los hagan sentirse incapaces y buscarán aquellas experiencias que les permi- tan reflejar una imagen positiva. Una alta motivación para el aprendizaje se correlaciona con una autoestima positiva, un locus de control interno, creencias atri- butivas constructivas en relación con las causas de éxito y fracaso y una alta valoración de la tarea. A su vez, una alta autoestima como aprendices se relaciona con experiencias en las que se ha aprendido el uso selectivo de estrategias óptimas para cada situa- ción de aprendizaje. Una buena ejecución fortalece el uso generalizado de es- trategias, lo cual promueve una autoestima positiva y la atribución del éxito al esfuerzo. Esto, a su vez, promueve la generalización de uso de estrategias de aprendizaje. Psicología Educativa 392 De acuerdo con ello, podemos concluir que los aspectos motivacionales juegan un papel clave para el aprendizaje estraté- gico, y que el éxito derivado de esta tendencia enriquece la auto- percepción y la autoestima. De acuerdo con estos planteamientos, si las instituciones educativas desean disminuir los problemas de bajo rendimiento en sus estudiantes, se pueden implementar programas que permitan el fortalecimiento de este sistema de autorreferencia, al mismo tiempo que promuevan el desarrollo de habilidades de aprendizaje y pensa- miento, de tal manera que además de apropiarse del conocimiento académico, los alumnos desarrollen sus capacidades de autorregu- lación, vinculadas al esfuerzo y a factores que suscitan el éxito esco- lar; dando como resultado una mejor autoestima que los motive para el aprendizaje y para incrementar el propio potencial intelectual. Por tanto, a los estudiantes de bajo rendimiento se les po- drá enseñar el cómo ser exitosos y tener el control de sus procesos cognoscitivos, lo que les permitirá alcanzar sus metas, además de resolver los retos que les presente la vida académica y extra académica. referencias Alonso Tapia, J. (1997). Motivar para el aprendizaje. 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Una mañana, cuando hacía poco que estaba en la escuela, la maestra dijo: — Hoy vamos a hacer un dibujo. — Bien —pensó él. Le gustaba dibujar, podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos… y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. 1 Bucklet, H. E. (1992). “El Niño”. En: G. Mendive (1992). Huellas Reunidas. Antolo- gía de lecturas para docentes. Castellanos Editores. México. Pp. 51-55. Psicología Educativa 396 Pero la maestra dijo: — ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar! Y él espero hasta que todos estuviesen prontos. — ¡Ahora! —dijo la maestra— vamos a dibujar flores. — ¡Bueno! — pensó el niño. Le gustaba dibujar flores y comenzó a hacer bonitas flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo: — ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. — ¡Así! —dijo la maestra— y era una flor roja con tallo verde. ¡Ahora sí! —dijo la maestra— ahora pueden comenzar. El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde. Otro día cuando el niño abrió la puerta la maestra dijo: — Hoy vamos a trabajar con plastilina. — ¡Bien! —pensó el niño. Él podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: Víboras, elefantes y muñecos de nieve, Elefantes y rabitos; autos y camiones… Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, Pero la maestra dijo: — ¡Esperen! no es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen prontos. — ¡Ahora! —dice la maestra— nosotros vamos a hacer una víbora. — Bien, —pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo: — ¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga. — ¡Así! —dice la maestra— ahora pueden comenzar. El niño miró la viborita de la maestra. Entonces miró las suyas. 397 Las representaciones de los alumnos... A él le gustaban más las suyas que las de la maestra, pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola, e hizo una viborita como la de la maestra, que era una viborita larga. Así y luego, el niño aprendió a esperar y a observar y a hacer las cosas como la maestra. Luego ya no hacía las cosas por sí mismo. Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela. Esta escuela era mucho más grande que la primera… Y justamente en el primer día que él estaba allí, la maestra dijo: — Hoy vamos a hacer un dibujo. — Bien —pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño ella dijo: — ¿Tú no quieres dibujar? —Sí —dijo el niño— pero, ¿qué vamos a hacer? —Yo no sé, hasta que tú lo hagas, —dijo la maestra. — ¿Cómo lo haré? —preguntó el niño. — ¿Por qué? —dijo la maestra. De la manera que tú quieras. — ¿Y de cualquier color? Preguntó él. — De cualquier color.—dijo la maestra. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo podría yo saber quién hizo qué? ¿Y cuál sería de quién? — Yo no sé —dice el niño—, y comenzó a hacer una flor roja con el tallo verde. Preguntas de reflexión Después de haber leído el texto anterior, reflexione acerca de: 1. ¿Cuál es la representación que el niño tiene de sí mismo como estudiante, como persona, como alguien en relación con Psicología Educativa 398 maestros, tareas asignadas, resultados del desempeño, fortale- zas y debilidades? 2. ¿Cuál es la representación que tiene del conocimiento?, ¿cómo conocemos, cuáles son las formas en que nos acercamos al co- nocimiento, cómo nos apropiamos o no del acto de conocer?, ¿cómo es que las relaciones con maestros, métodos, materiales, nos llevan a representar al conocimiento de una u otra manera? 3. ¿Cuál es la representación del maestro en cada modalidad señalada?, ¿qué es lo que influye en que se construya la repre- sentación del maestro de uno u otro modo? En este capítulo se analizan las representaciones que el alumno tiene acerca del conocimiento, de sí mismo y del profesor. La manera en que los estudiantes conciben y se representan el co- nocimiento influye, a su vez, en las maneras en las que participa en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, en la posibilidad de exponerse a la información y asimilarla, de involucrarse en las acti- vidades cotidianas que lo llevan a la construcción de nuevos apren- dizajes, según sean los objetivos y estrategias propuestas por el profesor y por el modelo educativo elegido. La concepción que el estudiante tiene acerca de sí mismo y del conocimiento proviene de experiencias escolares continuas actuales y pasadas, donde la interacción con éste ha generado una serie de resultados en los que la persona se implica como alguien que puede tener éxito o fracaso para lograr los objetivos. También proviene de los procesos de desarrollo a lo largo de la vida, lo que propicia la construcción de un concepto de sí mismo como alguien capaz de adentrarse en dichos procesos, de apropiarse de sabe- res y de lograr incorporar habilidades, alcanzar objetivos y plan- tearse nuevas metas. De esto se deriva la importancia de conocer las maneras en que el estudiante se concibe a sí mismo, como alguien que puede establecer relaciones positivas con personas de 399 Las representaciones de los alumnos... su medio; que puede entender y usar sus capacidades al tiempo que logra superar sus dificultades. Asimismo, la representación que tiene del profesor es rele- vante ya que es una de las relaciones prioritarias que establece en el ámbito escolar y con quien se involucra en la construcción del conocimiento. Esta relación y su representación del profesor influi- rán en su acercamiento a situaciones escolares de aprendizaje y de enseñanza. lAs representAciones del Alumno Las representaciones son entendidas como “concepciones indi- viduales basadas en la acumulación de la experiencia personal a través de la interacción social cuyas pautas socioculturales difieren en cada individuo y grupo social. Las representaciones son el mar- co referencial para significar y darsentido a las acciones” (Monroy, 2003, pp. 52-53). De acuerdo con esta definición, hablar de las representa- ciones de los alumnos sobre sí mismos, sobre el profesor y sobre el conocimiento, implicaría dar cuenta de las concepciones que los estudiantes han desarrollado a lo largo de su vida escolar, en contacto con otras personas y realizando actividades culturalmen- te definidas, tanto explícitas como implícitas, ya sea que se hayan propuesto formalmente en los currículos o bien, que sean parte de la convivencia cotidiana de los alumnos en su experiencia dentro y fuera de las instituciones educativas, por ejemplo, en su contacto con los medios de comunicación, con las experiencias y represen- taciones de personas de su familia y de la comunidad en general. Según lo menciona el autor citado, en la construcción de las representaciones intervienen tanto las personas como los aspectos del contexto social, es decir, elementos psicológicos y sociales. Al darse la construcción dentro de la interacción social, las relaciones entre los distintos actores que participan en los procesos y expe- riencias educativas, ya sea escolares como extraescolares, van a estar incluyendo o rebatiendo las distintas concepciones culturales Psicología Educativa 400 acerca del profesor, de sí mismo como estudiante o del conocimien- to y de su relación con éste, en una interacción continua donde también intervienen reglas que llevan a conservar lo que se experi- menta, o bien a seleccionar y conceptualizar lo que de esas expe- riencias se conecta con pautas culturales en las que se enmarcan. En la construcción de las representaciones, el individuo tiene un papel protagónico, que está en interacción continua con las experiencias, escenarios, comportamientos y otros actores que conviven con él. Desde la perspectiva de Piaget (1983), la concep- ción de persona es la de un sujeto activo, con una actividad cogniti- va que entra en contacto con su mundo, actúa sobre él, lo interpre- ta y le da significado. Las personas interactúan con los contextos y se formulan interrogantes que deben ir contestando, ya sea por el intercambio y comunicación con otras personas de su medio, o bien a partir de sus habilidades de análisis, síntesis y evaluación que favorecerán a que se pueda explicar el mundo que le rodea y a que logre la adaptación. Este proceso se explica también por la construcción social del conocimiento (Vygotsky, 1979), es decir, dado que estamos inmersos en un contexto social donde vamos asignando significados a nuestras experiencias, a las per- sonas y los objetos que nos rodean, la manera en que desarrolla- mos nuestros procesos de pensamiento, así como la significación que damos a las relaciones sociales, se basa en los significados que construimos y compartimos, y que son relevantes en nuestra experiencia social e individual. Para comprender la manera en que la educación puede fa- vorecer el desarrollo de las distintas áreas personales de los alum- nos, y para entender cuál es la manera de incidir en el logro de los objetivos que lleven a un mayor aprendizaje, es importante conocer cómo piensan, qué concepciones tienen acerca de sí mismos como estudiantes, es decir, como sujetos que están actuando en un con- texto donde se les piden ciertos requisitos para ser reconocidos o para ser tomados en cuenta, o bien aquéllos que al no cumplirse constituyen para ellos un riesgo de ser descalificados o castiga- dos. Estos resultados nuevamente retroalimentan el concepto de sí 401 Las representaciones de los alumnos... mismos y de su potencial como estudiantes, así como el concepto de profesor, de evaluación, de contenidos académicos y de apren- dizaje, que a su vez se constituyen como experiencias y contextos que promueven el desarrollo de las representaciones. El profesor y las personas encargadas de la planeación educativa tendrán que tomar en cuenta las representaciones de los alumnos sobre el conocimiento, al diseñar, por ejemplo, los programas académicos, la selección, secuenciación y jerarquiza- ción de contenidos, las formas de evaluación, la motivación y ex- pectativas que llevarán a distintas posibilidades de aceptación o rechazo de lo enseñado. También es importante saber cuál es su concepción del pro- fesor; qué piensan de su función, su desempeño, y el lugar que ocu- pa en el escenario educativo; cuál es el interés por enseñar que perciben en los profesores, su actitud de compromiso, el dominio y gusto por materias, metodología y estrategias de evaluación, que seguramente van a influir en la relación profesor–alumno, así como en los resultados de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Es relevante señalar que el enfoque educativo en el que se base la propuesta educativa que se elija, influye en la manera en que el alumno es concebido dentro del proceso educativo, en la actividad y funciones que asume el profesor, así como en el modo en que se propone, organiza y aplica el currículo (Kohlberg y Mayer, 1981; Her- nández Rojas, 2002). Por ejemplo, si hablamos de un enfoque edu- cativo basado en una postura conductista (Good y Brophy, 1996), donde se considera a la educación como un hecho mecanicista, el alumno se visualizará como tabula rasa; por tanto, se asumirá como un sujeto pasivo, que esperaría que el docente sea el proveedor de los conocimientos, objetivos y tareas ante las que deberá responder con las conductas que van a ser evaluadas como correctas según criterios preestablecidos por los objetivos. Si el currículo está basado en una perspectiva constructi- vista (Coll, 1990; Coll et al., 1994), el alumno será concebido como un sujeto activo que participa continuamente en la construcción del conocimiento, ve al maestro como un facilitador que coparticipa Psicología Educativa 402 con él y que evalúa los procesos desarrollados más que las res- puestas concretas. Asimismo, existen otros enfoques, como el humanista (Rogers, 1987), el cognoscitivista (Good y Brophy, 1996; Bruner, 1978; Bruner, 1988) u otros, que desde su concepción de persona condicionan una conceptualización de alumno, la cual determina el lugar que va a ocupar, el grado de responsabilidad en su aprendi- zaje y el modo de conectarse con el conocimiento, así como lo que se espera de él. También orienta un modo de enseñanza que va a asumir el profesor, por lo que éste va a ser concebido por el alumno a partir de las experiencias que ha tenido con el maestro en relación con las modalidades y estrategias que ha experimentado al partici- par en sus aulas. De esa experiencia, los alumnos irán reconstru- yendo las premisas de la realidad que darán lugar a las represen- taciones y éstas, a su vez, influirán en las acciones subsecuentes. Con lo anterior queda claro que las representaciones son continuamente ajustadas con base en las experiencias continuas que tenemos con el medio. Tenderían a ser flexibles para poder incorporar las nuevas vivencias y significaciones que vamos te- niendo a medida en que interactuamos con el entorno. Cuando las representaciones son rígidas puede haber una dificultad para reconocer nuevas pautas y modos de conectarse con los fenóme- nos de nuestro medio, por lo que generarían concepciones rígidas, estereotipadas, que restringen las posibilidades conductuales y re- lacionales, y no se estarían adaptando a los procesos de cambio que son inherentes a los sistemas sociales abiertos (Femat, 2006). Esta dificultad para transitar y entrelazarse con los movimientos que se van dando en los sistemas, incluyendo las personas mis- mas, puede rigidizar conductas, provocar poca permeabilidad en la comunicación y en la información, lo que dificultaría los procesos de cambio (Papp, 1988; Anderson y Carter, 1994) de alumnos, maestros, familias, administración escolar, entre otras. Lo anterior implicaría procesos homeostáticos que difi- cultarían la asimilación de nuevos conocimientos, estrategias, po- sibilidades de significación y retroalimentación
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