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TERAPIA DEL ABUSO SEXUAL Por k. Michael Durrant y Chery1 White (comps.) GERISA editorial Título del original en inglés: Ideas for Therapy with Sexual Abuse © 1990 by Dulwich Centre Publications Director de la colección de Terapia Familiar. Dr. Carlos E. Sluzki Traducción: Alcira Bixio Realización de cubierta: Gustavo Macri 1.1 edición: Barcelona, España, 1993 Derechos para todas las ediciones en castellano © by Editorial Gedisa, S.A. Muntaner, 460, entlo., 1.° Tel. 20160 00 08006 - Barcelona, España ISBN: 84-7432-471-8 Depósito legal: B - 1.799-1993 Impreso en Libergraf Constitució, 19 - 08014 Barcelona Impreso en España Printed in Spain Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma. Indice INTRODUCCIóN.. 1 1 1. La formación de la imagen de sí misma. Terapia con mujeres que sufrieron abuso sexual durante la infancia, porAmandaKamsler 15 2. La utilización de ritos dedicados a capacitar a los miembros de las familias que sufrieron abuso sexual infantil, por Janet Adams-Westcott y Deanna Isenbart:.. 54 3. Superar los efectos del abuso sexual. Desarrollar la percepción de la propia capacidad, por Michael Durrant y Kate Kowalski 90 4. Hóstilidad, apatía, silencio y negación. Cómo ayudar a los adolescentes agresores incitándolos a que modifiquen su conducta, por Richard Elms... 154 5. Abuso .sexual. Dos mujeres exponen dos maneras diferentes de encarar el mismo problema y en la misma perspectiva, por Irene Esler y Jane Waldegraue.. 183 9 6. Poner fin al secreto. Terapia para tratar a madres e hijos después de haberse revelado el abuso sexual infantil, por Lesley Laing y Amanda Karnsler 218 COLABORADORES..249 10 Introducción En los últimos años se ha observado una mayor frecuencia de casos de abuso sexual y se ha tomado conciencia del impacto de esas experiencias en las vidas de muchas personas que acuden en busca de ayuda terapéutica. Después de que la bibliografía terapéutica lo ignorara durante varios años, el abuso sexual es hoy una cuestión que deben afrontar los terapeutas que trabajan en una variedad de ambientes. Al mismo tiempo, la presencia de esta cuestión en los talleres psicológicos y las observaciones hechas por los terapeutas sugieren que ésta es una esfera en la que muchos profesionales se sienten desarmados. Debido a factores tales como la complejidad que lo caracteriza, la gravedad de sus efectos, la trama de reserva que con frecuencia lo acompaña, las implicaciones legales y el contexto sociopolítico en el que se da, el abuso sexual se considera frecuentemente como un tipo de problema "diferente" de los que se presentan en otros casos. Si bien para un terapeuta es evidentemente importante evaluar las situaciones particulares que caracterizan este fenómeno, el hecho de considerarlo un problema de una clase diferente se tradujo en que hasta los terapeutas más experimentados se sintieran desanimados e incapaces. Muchos profesionales que adoptaron las ideas de la tradición de terapia familiar sistémica parecen abandonar hoy esas prácticas para volcarse a otros enfoques centrados en lo individual y lo interno. La terapia familiar se relacionó siempre con las ideas de interacción y con un proceso terapéutico con frecuencia breve, pero en muchos casos estas prácticas demostraron ser inapropiadas cuando aparece la cuestión del abuso sexual. Al mismó tiempo puede sostenerse que el hecho de que .la terapia familiar ponga el acento en los problemas que surgen dentro de la interacción la convierte en un método que se ajusta idealmente a los problemas de abuso sexual. Muchos de los enfoques basados en el sistema tienen sus raíces en el trabajo de Gregory Bateson, y ,efectivamente Bateson sostiene la importancia de evaluar el contexto en el que se desarrolla la interacción. Recientemente el campo de la terapia familiar parece haberse convertido en una manera de conceptualizar los problemas dentro del contexto, en lugar de constituir primariamente una modalidad de tratamiento definida por la cantidad de personas implicadas. Si bien es cierto que el hecho de imponer de manera insensible ciertas ideas acerca de las familias (siempre considerada en la terapia como un conjunto) provocó situaciones injuriosas a las personas que habían sufrido el abuso y, si bien es cierto que la adhesión "purista" a ideas tales como la causalidad circular provocó que los terapeutas familiares redujeran la responsabilidad del ultrajador, también ha habido muchos terapeutas que aplicaron ideas de interacción dentro del contexto de un modo que resultó eficaz para ayudar a las personas que experimentaron situaciones de abuso sexual. Particularmente los terapeutas de Australia y Nueva Zelanda estuvieron en la primera fila del pensamiento innovador sobre este tipo de terapias y las ideas de los terapeutas australianos se han estado aplicando ampliamente en diversos países. Dos terapeutas australianos, Kerrie James y Deborah McIntyre, contribuyeron significativamente a desarrollar el debate sobre la manera en que la terapia familiar debe tener en cuenta el contexto más amplio de violencia y abuso y el trabajo que realizaron fue ampliamente citado. La obra de Michael White, basado como está en las ideas sobre la experiencia única de las personas, de sí mismas y de sus problemas y en hasta qué punto el contexto particular de ideas y conocimiento influye en estas experiencias, suministró a otros profesionales la base sobre la cual construir proposiciones acerca de cómo obrar en situaciones de violencia y abuso. Dentro del contexto australiano y neocelandés, el siguiente paso lógico fue un libro que ilustra sobre el trabajo y el pensamiento de los terapeutas que aplican estas ideas tanto en Australia y Nueva Zelanda como en otros países. El libro fue concebido como una colección de capítulos que abordan aspectos diferentes, pero complementarios, de la terapia que conviene aplicar en los casos de violencia y abuso. Finalmente, esa obra se transformó en dos volúmenes. Incitación ala responsabilidad: el compromiso terapéutico de los hombres violentos y abusivos, de Alan Jenkins, constituyó la primera parte de ese proyecto. El libro de Alan Jenkins analiza la conceptualización de la cuestión de la conducta violenta y abusiva masculina y propone una estrategia terapéutica detallada que apunta a que tales hombres se hagan responsables de su conducta. La presente obra constituye la segunda parte del proyecto. Los distintos capítulos de este volumen reflejan diferentes puntos de vista y diferentes focos del problema dentro del campo del abuso sexual -mujeres adultas, madres e hijas, familias, adolescentes ultrajadores, etc.-, pero todos comparten el empeño de aplicar las ideas provenientes de la tradición cibernética/sistémica, todos ponen el acento en las experiencias únicas que tienen las personas de sus propias situaciones y todos evalúan los factores relacionados con el contexto. Los autores han querido reseñar los supuestos teóricos y filosóficos en los que se basa cada trabajo y presentar estrategias prácticas útiles para la terapia que conviene aplicar en los casos 12 13 de personas para quienes el abuso sexual fue parte de sus experiencias. Creemos que esta obra ha de ser útil a todo aquel que desee ampliar su comprensión en la materia y quiera conocer nuevas ideas útiles para la terapia aplicable en las situaciones en las que ha habido abuso sexual, ya sea en el trabajo con las familias, ya sea en la práctica con los individuos que sufrieron el maltrato, ya sea con aquellos que han abusado de otras personas. Este volumen y el primero de la serie proporcionan a los terapeutas detallados recursos para tratar este difícil e importante campo de trabajo. Michae[ Durrant La formación de la imagende sí misma Terapia con mujeres que sufrieron abuso .sexual durante la infancia Centro de Terapia Familiar de Eastwood Epping, Nueva Gales del Sur Australia Amanda Kamsier 14 Cheryl White Publicaciones del Centro Dulwich Adelaida, Australia del Sur Australia Este capítulo analiza algunos de los aspectos problemáticos de las versiones culturales "tradicionales" sobre: • Los efectos a largo plazo de la agresión sexual infantil en las mujeres y • Los enfoques terapéuticos para trabajar con esas mujeres, cuando éstas manifiestan dificultades en sus vidas. Se reseñan aquí algunas ideas alternativas sobre cómo puede actuar el terapeuta en los casos de pacientes femeninas que han sufrido alguna agresión sexual durante la infancia, a fin de permitirles superar la opresión de las imágenes dominantes patológicas que esas mujeres tienen de sí mismas (imágenes en las que se consideran dañadas de por vida) y poder así tener acceso a nuevas imágenes positivas acerca de la propia capacidad y la propia supervivencia. Los datos recogidos del relato que estas mujeres hicieron de sus 15 experiencias demuestran cómo un proceso terapéutico que ayuda a las pacientes a situar sus experiencias én una nueva imagen relacionada con su propia capacidad permite que esas mujeres encuentren y desarrollen nuevas posibilidades para sus vidas. . Durante los últimos años trabajé como terapeuta en Sydney, Australia, con una cantidad de mujeres que llegaron a mi consultorio porque estaban experimentando dificultades cuya causa atribuían a episodios de agresión sexual sufridos durante la infancia por parte de miembros masculinos de la familia o de hombres relacionados con la familia. También trabajo como consultora en Dympna House, un centro de asesoramiento y ayuda sobre incesto destinado a familias en las cuales hay niños que han sufrido alguna agresión sexual y a mujeres que sufrieron abusos sexuales durante la infancia. Estas experiencias constituyeron para mí un desafío que me llevó a reconsiderar mi pensamiento respecto de la agresión sexual infantil y a establecer ideas más claras sobre los métodos utilizados con las mujeres que trato. Las ideas compendiadas en este capítulo ilustran algunos ejemplos tomados de mi propio trabajo y muestran algunas aplicaciones de esas ideas. Con el fin de enriquecer el análisis, propongo las siguientes definiciones de agresión sexual infantil y de incesto: La agresión sexual infantil es un acto sexual infligido a una persona joven o a un niño por otra persona (generalmente de sexo masculino). La capacidad de comprometer a un niño en una relación sexual se basa en laposición todopoderosa y dominante del adulto (o de un adolescente mayor que el niño agredido) ultrcyador, posición que contrasta agudamente con la edad, la dependencia y la. impotencia del niño. La autoridad y el poder permiten que el agresor obligue al niño a someterse sexualmente. El incesto es cualquier acto sexual infligido a una. persona joven o a un niño por otra persona (otra vez, 16 generalmente de sexo masculino) que se aprovecha. de su posición de poder y confianza dentro de la familia. "Familia" puede signar los padres naturales, los padrastros o madrastras, los abuelos, tíos, hermanos, etcétera.' Tesis expuestas en la bibliógrafla sobre los efectos a largo plazo de la agresión sexual infantil en las mujeres Una tesis dominante en la bibliografía sobre los efectos de la agresión sexual infantil es la idea del daño psicológico, daño-que el niño padece como resultado de haber sido agredido sexualmente y que le deja secuelas y deficiencias en su personalidad. Algunos autores, tales como Ellenson (1985), sostienen que esas mujeres muestran un "síndrome" y describen un conjunto de características de la personalidad que se manifiestan comúnmente entre las mujeres que sufrieron abuso sexual siendo niñas. Estos autores proponen evaluar la conducta de las mujeres que sufrieron estas experiencias utilizando ciertos criterios propios de la psiquiatría tradicional. Esos criterios se utilizan a fin de analizar el "síndrome" de modo que los terapeutas puedan diagnosticar el grado de perturbación que padecen tales mujeres. Blake-White y Kline (1985) identificaron los síntomas manifestados por estas mujeres como propios de la categoría DSMIII de perturbación de estrés postraumática. Las mujeres que sufrieron una experiencia de incesto siendo niñas presentan el mismo esquema de síntomas que caracterizan el síndrome (pág. 396). Estos y otros autores especialistas en la materia ponen el acento en el "proceso de disociación" o de "represión de la emoción" que observan en las mujeres que sufrieron agresión sexual en la infancia. Shapiro (1987) sostiene la tesis ¿le que el yo de estas mujeres se "quebranta" después de una experiencia de ese tipo y necesita "reconstituirse". Esta es otra tesis común en la bibliografia referida a esta cuestión. 17 Por consiguiente, muchos autores han puesto el acento en la utilización de las prácticas de clasificación psiquiátrica tradicional a fin de comprender y tratar las respuestas que estas mujeres dieron a esa agresión sexual infantil. Estos conceptos tuvieron profundas implicaciones en el desarrollo de las ideas sobre cómo debe realizarse la terapia. Los objetivos de la terapia fueron definidos como ayudar a las pacientes a ponerse en contacto con la emoción reprimida; trabajar con los sentimientos; ocuparse de los recuerdos reprimidos (Blake-White y Kline 1985, págs. 397 y 399); y... trabajar con las experiencias dolorosas y la culpa y la vergüenza que las acompañan, a fin de descubrir los conflictos, listos, entenderlos y resolverlos (Faria & Belohlavek 1984, pág. 469). Estos autores afirman que el acto de ayudar a las pacientes a comprender la significación de los conflictos reprimidos produce cambios. La paciente establece una buena relación con sus sentimientos reprimidos y esto la lleva a realizar modificaciones en su conducta. En general, los términos utilizados para describir el enfoque terapéutico reflejan que están basados en la idea de diagnosticar la patología de la paciente, de modo que el terapeuta pueda luego tratarla. Al aplicar este esquema en la terapia no se considera el contexto que permitió que se desarrollaran los problemas de la mujer. Los terapeutas concentraron la atención en ideas tales como "niña seductora" o "madre patológica". Un efecto significativo de poner el acento en esas patologías individuales es que el terapeuta puede pasar por alto la influencia de las interacciones entre el ultrajador y la mujer en la evolución de las percepciones que tiene la mujer de sí misma y del mundo. Este efecto es comprensible si se tiene en cuenta hasta qué punto la bibliografia psiquiátrica referida al incesto se remite a la teoría psicodinámica. En la bibliografia, la vergüenza se transfiere de los ultrajadores a las víctimas. Waldby (1987) y Ward (1984) ofrecen un análisis claro de los orígenes histó 18 ricos de este desplazamiento de la vergüenza. Elizabeth Ward recurre a la bibliografia clínica sobre incesto y encuentra "testimonios sorprendentes" de lo que las teóricas feministas Stanley y Daly llamaron la "supresión del agente". Ward describe cómo el lenguaje utilizado en labibliografia... determina subliminalmente que las mujeres y las hyas son las partes activas y los padres, los títeres pasivos (pág. 134). El extenso análisis de Ward contiene ejemplos gráficos extraídos de la bibliografía clínica que están... apoyados en la añagaza de la misma antigua mitología de avergonzar a la víctima (pág. 157). La bibliografía de la psiquiatría familiar ofrece otro conjunto de tesis sobre cómo considerar los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil en las mujeres. Este cuerpo teórico sostiene que la disfunción familiar explica la existencia del incesto. Se considera que la familiaes una unidad patológica y que los síntomas reflejan un desajuste que incluye a todos los miembros de la familia. La familia incestuosa disfuncional es una familia en la que se han quebrantado las jerarquías familiares "normales" basadas en la edad y el sexo. Se atribuye la culpa de este deterioro casi por completo a las madres a quienes con frecuencia se las considera fracasadas en la tarea de cumplir su papel de criar y proteger. a los niños y de ser esposas del padre (Lustig y otros 1966; Justice y Justice 1979). Se estima que las relaciones patológicas son cuestiones terapéuticas y se supone que el hecho de que se dé el incesto es un síntoma de esa situación. Se considera que el incesto cumple la función de mantener unido un sistema familiar cuyas relaciones internas son inestables. Sostenemos que el incesto es una transacción que le sirve a la familia en la que sucede para mantenerse unida y para protegerse (Lustig 1966, pág. 39). Furniss (1983) sostiene la idea de que el incesto es un síntoma de disfunción familiar y lo dice así: ...los problemas entre las diadas madre-hya y madre 19 padre influyen poderosamente en la diada incestuosa entre el padre y la hija (pág. 267). El análisis que hace Furniss de la díada padre-hija pone principalmente el acento en la contribución de la hija y cuándo trata la díada madre-hija se concentra principalmente en la madre. Es notable que sólo se mencione brevemente la contribución del agresor (Calvert 1984). McCarthy y Byrne (1988) hicieron recientemente la siguiente declaración al comentar su hipótesis pobre el vínculo entre las "relaciones sociales ambivalentes" y la génesis del incesto: ...parece que la creciente aparición y revelación del incesto padre-hya es un fenómeno "situado socialmente" que refleja la confusión que existe en el seno de la familia moderna. Aparentemente resulta paradój ico que estefenómenosea unaparticularexpresiónsomáticade la familia que se esfuerza por estar centrada en el niño, por transformar los papeles femenino y masculino y por evaluar las relaciones sociales más por las emociones y la proximidad que por las jerarquías (pág. 183). En esta declaración advertimos una vez más que se resta importancia a la significación de la conducta del padre. Conceptos provenientes de la terapia familiar, tales como la idea de que el incesto cumple una función en la familia, o que quizá constituya una defensa familiar contra la pérdida (Gutheil y Avery, 1977) sugieren direcciones bien precisas para la terapia que conviene aplicar con las mujeres adultas que sufrieron abuso sexual durante la infancia. Los terapeutas que trabajan teniendo en cuenta este punto de vista se concentran en ayudar a las mujeres para que éstas lleguen a ser más "funcionales" de acuerdo con ciertos criterios de lo que deben ser las relaciones familiares normales. Por ejemplo, Deighton y McPeek (1985) describen un enfoque terapéutico de la familia de origen por el cual se entrenó a las mujeres de un grupo a desarrollar una postura más objetiva con los miembros de sus familias y a resolver las cuestiones interpersonales que mante 20 nían con ellos. Según los autores el beneficio de este tratamiento es que las mujeres comenzaron a advertir que ... también el adulto agresor y el progenitor no implicado eran víctimas (pág. 408). Deighton y McPeek ponen el acento en ... la responsabilidad de la mujer en cuanto a cambiar suposición respecto de los miembros de sufamilia de origen (pág. 410). Todas estas ideas acerca de la disfunción familiar oscurecen la significación de las relaciones de poder implícitas en el incesto y sirven para proteger al perpetrador y para atenuar su responsabilidad. Waldby (1987) sostiene lo siguiente: ...este enfoque terapéutico niega efectivamente la experiencia de la hya y considera la verdadera relación incestuosa como una artimaña para distraer la atención del asunto, artimaña cuya práctica en realidad puede d~ar el tratamiento (pág. 15). Al poner el acento en que la dinámica familiar debe ser el foco de la terapia y no el incesto mismo (por ejemplo, Machotka, 1967), muchos autores sugieren que los terapeutas que trabajan con familias en las que ha habido un incesto asignen la misma responsabilidad a todos los miembros de la familia como si todos ellos fueran igualmente culpables. Estos autores no destacan el papel inapropiado del padre. De modo que las terapias basadas en estos conceptos sostienen que todos los miembros de la familia deben ajustar su conducta y desempeñar papeles más apropiados, particularmente, según parece, los papeles tradicionales de madre e hija. Por consiguiente, si bien estos enfoques terapéuticos reconocen la importancia que tiene el contexto familiar en la evolución de los problemas de la mujer, lo hacen de una manera que, una vez más, echa sombras sobre la relación de poder que mantiene el perpetrador en sus interacciones con la niña. Personalmente creo que estos esquemas terapéuticos producen una ceguera (o en el mejor de los casos prestan una atención insuficiente) a la responsabilidad que le cabe al perpetrador 21 en la formación de las respuestas y el futuro de la mujer agredida. Como ocurre con los esquemas que se detienen en las ideas de patología y de diagnóstico, en la descripción de estos enfoques terapéuticos se ignora la significación del contexto social más amplio o bien se la comenta superficialmente. Un punto de vista alternativo Coincido con Herman (1985) en que ... es una. exageración afirrna.r que [la. agresión sexual infantil y] el incesto producen inevitablemente una perdurable angustia emocional. Es importante señalar que, como observa Herman, los datos sobre los efectos a largo plazo que provoca el incesto padre-hija derivan en su totalidad de los informes clínicos, es decir, de estudios hechos con mujeres que se consideraron pacientes necesitadas de ayuda psicoterapéutica. Esta autora cita el estudio realizado por Tsai (1979) que señala que por lo menos algunas mujeres que sufrieron abuso sexual durante la infancia se consideran relativamente bien adaptadas a la vida adulta y que ello coincide con las evaluaciones clínicas. Esas mujeres tienen conciencia del trauma que les produjo la agresión sexual infantil, pero consideran que han podido superar la angustia a largo plazo gracias a la intervención útil de ,otras personas, tales como miembros de la familia o profesores. Sostengo la tesis de que la agresión sexual infantil no provoca necesariamente daño "intrapsíquico" permanente, por ejemplo, el "quebrantamiento del yo". Considero que lo que ha ocurrido con las mujeres que trato en mi consultorio es que ellas han sufrido dificultades en la vida adulta como una respuesta a los repetidos modelos de interacción opresivos que han observado en sus familias o en otros contextos significativos. Mi perspectiva es más interaccional y contextual que intrapsíquica y psicodinámica. 22 Las perspectivas intrapsíquicas más tradicionales consideran que la paciente presenta algún tipo de patología que el terapeuta, en su carácter de experto en patologías, podrá determinar mediante el "diagnóstico" y el "tratamiento". Las implicaciones de esta manera de pensar son que gracias a la habilidad del terapeuta será posible comprender y curar la personalidad dañada de la paciente. (Epston y White, 1989, ofrecen un análisis más amplio sobre las implicaciones de los diferentes modos de ver el proceso terapéutico.) En cambio, la perspectiva contextual interaccional no considera que las dificultades se desarrollen en el interior de la persona ni que penetren en su personalidad. Por el contrario, en ella se presta más atención a los diferentes contextos de interacción dentro de los cuales pueden surgir las dificultades de la persona. Un punto de vista contextual sobre cómo pueden desarrollarse las dificultades en la vida deuna mujer que sufrió abuso sexual durante la infancia • La experiencia de agresión sexual lleva inicialmente a la niña a experimentar una serie de sentimientos confusos y abrumadores que influyen profundamente en la percepción de sí misma; por ejemplo, la niña puede comenzar a considerarse mala y sucia y a creer que debe avergonzarse por haber sido víctima de abuso sexual. Este último sentimiento con frecuencia es alentado por el agresor, que debe apelar a toda clase de recursos para estar seguro de que el acto ha de permanecer en secreto. Basada en estas experiencias y en los se~ convicciones que comienza a expe tales experiencias, la niña desarro canismos para afrontar la vida, por la reserva; se avergüenza cuando fortalece sus sentimientos y su opint sí misma., 1 Según la experiencia de abuso sexual de la niña y patrones de conducta y pensamiento establecidos, ._~ como el secreto y la vergüenza, la víctima respon, te los miembros de su familiay ante los demás con s que pueden llevarlos a pensar que la niña es " o está "perturbada"; por ejemplo, ella pue,, de manera sexualmente provocativa, puede agresiva o conducirse de manera caprichosa. bros de la familia y el resto de las personas a la niña del mismo modo en que lo hacen te cuando están ante una joven a la que "perversa" o "perturbada", es decir, castibuscando ayuda profesional. El agresor e seguir abusando sexualmente de ella. tnteraccioiies sirven para reforzar: a) las s de conducta acerca del secreto y b) que la niña se está formando de sí misma; o soybuena". El contexto familiar puede un sistema de apoyo vital para estas ,apiniones que continúan teniendo un su autoimagen y en su experiencia nto, la revelación del abuso puede entos y la conducta de la niña si confia no le cree. En cambio, si y la apoya, puede darse una ón del tipo de interacciones que r ejemplo, posiblemente haya e la niña y su madre o entre la uevos patrones de interacción to y la vergüenza y quebrar la cubre o si las personas en le creen y el secreto y la en ella, las experiencias significativas relacioen alentar de manera las respuestas y las plo, la mujer puede tener vergüenza de sí misma o considerarse estropeada si tiene problemas sexuales con su pareja. Puede ocurrir que la mujer busque ayuda profesional y que reciba un diagnóstico que le sirva para confirmar su imagen de sí misma de mujer dañada. Más adelante, en este mismo capítulo, analizaremos más detalladamente las implicaciones que esta perspectiva tiene para la terapia. Estas ideas sobre el proceso del desarrollo de dificultades que presentan las mujeres que sufrieron alguna agresión sexual siendo niñas son similares a las ideas expuestas por Durrant (1987). Este autor describe la experiencia de abuso sexual como una experiencia en la cual la niña no pudo controlar los acontecimientos cuando ocurrió la agresión. Esa experiencia de "falta de control" puede haber sido exacerbada por los sucesos posteriores al abuso, por ejemplo, el descreimiento de otra persona. Durrant describe cómo la niña puede quedar atrapada en un círculo de conducta y emoción fuera de control, y cómo la angustia puede afectar todas sus experiencias de sí misma. Por otra parte, este proceso puede continuar durante la vida adulta. Creo que es importante incluir en este análisis sobre el contexto familiar de la niña un reconocimiento de quién tenía el control de la situación, es decir, de quién tuvo el poder de determinar la experiencia de la niña y de cómo pudo hacerlo. Me interesa que se incluya el reconocimiento de la reponsabilidad de quien perpetró el abuso en el desarrollo de las dificultades y de las opiniones sobre sí misma de la mujer. Evidentemente hay otras relaciones significativas que desempeñan un importante papel en la formación de la imagen de sí misma de la mujer. Simplemente llamo la atención aquí sobre la experiencia que tuvo la mujer de la relación con el hombre que la ultrajó, pues creo que es un aspecto que ha sido descuidado en la bibliografia sobre esta cuestión. 25 Imágenes opresivas creadas por los perpetradores de abuso sexual infantil que influyen en las imágenes que las mujeres que sufrieron esa agresión dicen tener de sí mismas 2 Las siguientes ideas surgieron de las conversaciones mantenidas con mujeres sobre las experiencias que sufrieron en sus relaciones con los hombres que abusaron sexualmente de ellas. • Es frecuente que el perpetrador del abuso transmita a su víctima, de manera abierta o encubierta, el mensaje de que ella debe sentir vergüenza por haber sido objeto del abuso, por ejemplo, le dice: "Tú me provocaste", o bien, "No deberías vestir así, parece que estuvieras pidiendo que te violen" o "Sólo sirves para eso". El ultrajador generalmente niega su responsabilidad, tanto respecto del abuso mismo como del impacto que éste pueda producir en la vida de la niña o de las consecuencias que ese acto pueda tener para la familia. En el espíritu de la víctima esta idea se refuerza profundamente cuando la niña recibe mensajes del contexto social que la rodea tales como: "Nadie viola a una buena chica", o "Las niñas son seductoras", o acaso, "Si la violaron es porque se lo estaba buscando". Estas interacciones con el perpetrador han de establecer las condiciones para el desarrollo y la permanencia de hábitos tales como la vergüenza y el desprecio de sí misma. • Con frecuencia el ultrajador promueve activamente el secreto y lo fortalece con la niña o la jovencita a fin de separarla de los demás miembros de la familia. Mientras es una niña, la víctima no tiene oportunidad de verificar su propia realidad a causa de la norma del secreto. Esto contribuye a reforzar su sentimiento de aislamiento y confusión que es el devastador efecto secundario del secreto. El perpetrador tiene el poder de crear una realidad propicia para el abuso, quizá diciendo, por ejemplo: "Todos los padres lo hacen", o tal vez, "Lo hago por tu bien", o "En realidad a ti te gusta" o quizás, "Este es nuestro secreto íntimo", para justificar sus acciones. Todo esto puede contribuir a que la mujer engendre dudas sobre sí misma a lo largo de la vida, puesto que ella recibió la versión de los hechos del perpetrador antes de haberse formado la propia opinión. Incluso la mujer puede hacerse vulnerable e incapaz de borrar sus propios sentimientos en respuesta a esa situación. • Las interacciones mantenidas con el perpetrador pueden haber estimulado en la niña sentimientos de enorme responsabilidád hacia los demás. El hombre acaso le sugirió directamente, por ejemplo: "Si cuentas lo nuestro me echarán de casa", o tal vez: "Si lo cuentas, tu madre podría sufrir un colapso",,o "Tú eres la única que me comprende" o quizá: "Si te niegas a hacerlo lo haré con tu hermana menor". Este tipo de ideas pueden ser sugeridas de manera no tan explícita. De todos modos, el efecto de esos mensajes es que la mujer recibe un entrenamiento intensivo para dar prioridad a las necesidades de los demás antes que a las propias y esa actitud puede convertirse en un modelo habitual en la imagen que ella se forme de las relaciones humanas. • Los diferentes medios utilizados por el perpetrador para ejercer el control sobre la niña ya sea mediante sugestiones, ya sea de manera directa, por ejemplo ejerciendo intimidación o violencia- y seguir obligándola a satisfacer sus impulsos, estimularía el desarrollo de respuestas habituales de miedo y pánico en las relaciones íntimas de la mujer ya adulta. Los miedos pueden ocupar un lugar prominente en las versiones que ella tiene sobre sí misma (Laing y Kamsler, 1988). Por consiguiente, la mujer que padeció abuso sexual durante su infancia no debería considerarse simplemente influida por el pasado, como sugiere Durrant, sino influida también por una cantidad de prescripciones sobre cómo debe sentir, cómo debe ser y cómo debe pensar, prescripcionesque fueron activamente alentadas por el perpetrador en sus interacciones con la niña. Es evidente que hay muchas coincidencias entre varias de estas prescripciones y las definiciones predominantes expresadas en la ideología patriarcal del papel que deben cumplirlas mujeres. En efecto, Waldby (1987) observa: La médula de la. concepción feminista del incesto se basa en el supuesto de que el abuso sexual padre-hya es una. variante particularmente intensa de las relaciones "normales" que mantienen varones y mujeres en una. sociedad] patriarcal (pág. 17). La autora cita la idea de O'Donnell y Craney de que la víctima del incesto... carga con la quintaesencia de la opresión femenina; a ella se le asigna el papel de la esposa impotente, obediente y sumisa (como lo menciona Waldby, 1987, págs. 17 y 19). Las interacciones de la niña con el perpetrador pueden describirse como un "entrenamiento intensivo" destinado a que la niña cumpla el estereotipo del papel sumiso femenino. Así quedaban cabalmente preparados los cimientos para que la mujer respondiera de manera "fuertemente femenina" en otras relaciones significativas de la vida. Habitualmente la mujer puede comenzar por aplicarse a sí misma las prescripciones del perpetrador en numerosas situaciones, por ejemplo, dejando de lado sus propios deseos y llevando un estilo de vida de "entrega a los demás" en sus relaciones, o bien siendo pasiva, obediente. De modo que el efecto resultante de estas interacciones infantiles puede ser que la mujer se ajuste aun más profundamente a las prescripciones "de su sexo„ establecidas para las mujeres. La mayor parte de los trabajos sobre terapia aplicable a la esfera del abuso sexual infantil no tiene en cuenta esta perspectiva sobre las mujeres que experimentan los efectos debilitadores de una relación que refleja las interacciones opresivas que existen entre los hombres y las mujeres en la sociedad actual. En suma, creo que la bibliografia que discute las maneras en que conviene enfocar la terapia con mujeres que sufrieron una agresión sexual durante la infancia ha explorado insuficientemente la significación del contexto general de la experiencia de esas mujeres. En la mayoría de los artículos sobre los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil se observa la vida de la mujer a través de la lente intrapsíquica. En la mayor parte de los artículos y los libros sobre la materia se deja de lado por completo la significación de la experiencia de las interacciones de la niña con el perpetrador en el desarrollo de los problemas, así como la significación del contexto social más amplio. Esta omisión conduce a que los terapeutas consideren que las dificultades expresadas por la mujer en la terapia están vinculadas con la patología individual de la paciente o con las relaciones familiares disfuncionales. Creo que para el terapeuta es fundamental partir de un esquema que le permita abordar las cuestiones del contexto familiar y del contexto social de la mujer y remitirse -a ellas durante la terapia. La estructura de la terapia Teoría sobre el desarrollo de los problemas La estructura terapéutica que me sirvió de base para trabajar con estas mujeres fue el enfoque desarrollado por Michael White, que a su vez se basó inicialmente en los conceptos cibernéticos de restricciones e información de Bateson. Las ideas básicas sobre restricciones desarrolladas en la teoría cibernética sugieren algunos medios útiles de considerar la situación de las mujeres que sufrieron algún abuso sexual durante la infancia. Este enfoque entiende el desarrollo y la consolidación de los problemas desde el punto de vista de que los acontecimientos toman su curso porque hay restricciones que les impiden seguir otros cursos (White, pág. 169). El terapeuta que trabaja en esta perspectiva concibe la situación de la persona que presenta problemas 28 29 como una consecuencia de la acción de las opiniones y las versiones que esa persona tiene de sí misma y del mundo. Esos supuestos y esas opiniones no permiten al paciente tener acceso a una solución alternativa para sus dificultades. Esto se debe a que el paciente deja de lado o no percibe la información que no se ajusta a las restricciones. Esta manera de concebir los hechos permite que el terapeuta considere que los problemas se desarrollan en el contexto de los pensamientos y los sentimientos habituales y que esos problemas repiten los modelos de interacción que le impiden a la persona tener acceso a cierta información sobre su propia capacidad que podría servirle para resolver los problemas que afronta. Por ejemplo, una mujer que sufrió algún tipo de abuso sexual durante su infancia puede avergonzarse de sí misma a causa de la agresión padecida y ser incapaz de "advertir" las contribuciones que hizo el perpetrador para arribar a esa situación. Podría describírsela como una persona ciega a cualquier otra información que pueda ayudarla a responder de una manera diferente a las relaciones pasadas y presentes. Se considera que las pacientes no pueden ponerse en contacto con la información sobre sus propios recursos, recursos que podrían ayudarlas a manejar los problemas surgidos de la acción de las restricciones. Este concepto nos permite comprender por qué esas pacientes aplican repetidamente las mismas soluciones ensayadas a pesar de que precisamente esas soluciones pueden perpetuar el problema. Ya di algunos ejemplos de ideas y modelos restrictivos efi mi análisis sobre el impacto de las interacciones mantenidas por la mujer con el perpetrador durante su infancia, por ejemplo, el secreto. Veamos un ejemplo sobre cómo -las restricciones contribuyen a que una mujer normalmente aplique soluciones que perpetúan el problema: Una niña fue ultrajada sexualmente por su padre, quien le dijo: "Todos los padres lo hacen, ¿por qué te sientes perturbada?" Sin embargo, ella se sentía per turbada y ansiosa y finalmente se lo contó a una maestra que no le creyó y le dijo que no debía preocuparse por ello. La niña decidió no volver a contarle lo ocurrido a nadie. Creía que era ella quien había obrado mal; se avergonzaba de sí misma a causa del abuso y esta idea le impidió elaborar una respuesta diferente. Ya de adulta, cada vez que piensa en lo ocurrido, la mujer siente que no debe decírselo a nadie y continúa creyendo que todo ocurrió por su culpa. El secreto y la censura de sí misma llegaron a influir profundamente en su vida y en sus relaciones. La angustia de la mujer aumenta y, cuanto más aumenta, más vergüenza siente ella de sí misma y más dificil se le hace la idea de contarle lo ocurrido a alguien. Recientemente empleé para la terapia la idea de White de una analogía con la versión dominante (White y Epston, 1989) que da otra descripción de este enfoque. Al utilizar esta analogía se considera que los problemas se desarrollan en'el lenguaje y en la conversación de las personas más implicadas en ellos. Se estima que las personas que acuden al terapeuta con sus problemas están intensamente concentradas en las descripciones "saturadas de problemas" de su propia situación y, al mismo tiempo, impedidas de tomar contacto con la capacidad que tienen para afrontar con éxito sus dificultades. Se considera que los problemas conforman una imagen o una idea con un pasado y un futuro, que son direccionales (pues tienen un sistema que apoya un estilo de vida) y que son progresivos (pues se sitúan en una secuencia de acontecimientos que ocurren a través del tiempo). Se ha dicho que las personas que acuden a la terapia están complicadas con otras personas, significativas para las primeras, en ciertas realidades y que hubo muchos factores que reforzaron la versión sobre sí mismas que las pacientes relatan en la terapia (es decir la descripción saturada de problemas), factores que impidieron que esas pacientes lograran formarse otraimagen de sí mismas, una imagen basada en los logros aislados o en 30 31 las ocasiones en que ellas fueron realmente capaces de enfrentar el problema y ejercer algún impacto sobre él. Los sucesos se interpretan a través de la lente de esta imagen dominante que es la que da forma a la significación que las personas atribuyen a sus experiencias. Veamos ahora un ejemplo de hasta qué punto la "imagen dominante„ que tiene una persona limita sus posibilidades de tener acceso a sus propios recursos: Una mujer llamada Alice fue derivada a mi consultorio porque tenía pesadillas persistentes, porque estaba muy preocupada a causa de las dificultades que tenía para mantener relaciones con los hombres y porque se consideraba irracional y perturbada. La mujer relató que durante su infancia fue ultrajada sexualmente por su abuelo a lo largo de seis años y que además había sido agredida fisica y emocionalmente por su madre, su padre y su madrastra. Alice se consideraba a sí misma "un desastre" y, si bien pensaba que ello se debía a sus experiencias pasadas, había aceptado el punto de vista de los miembros de su familia que la consideraban emocionalmente perturbada. Para describir cómo se sentía utilizó estas palabras: "Estoy reventada". Aparentemente Alice se veía a sí misma como una persona arruinada que posiblemente ya no tuviera remedio. Esta imagen invadió tan intensamente las descripciones que ella hacía de sí misma que al comienzo Alice se mostró completamente incapaz de identificar alguna información sobre sí misma que se apartara de la versión de que ella era un "desastre". Se avergonzaba persistentemente de sí misma a causa de su situación y constantemente se desvalorizaba: "Estoy completamente persuadida -decía- de que soy una persona dificil que nadie podría amar". Esta imagen de sí misma se había reforzado mediante las interacciones de Alice con los miembros de su familia, quienes respondían a su angustia apartándose y rechazándola. Aparentemente esta actitud aumentaba la angustia de Alice, lo cual hacía que sus parientes la consideraran aun más perturbada, es decir que una actitud alimentaba a la otra, y viceversa. Por otra parte, esta imagen de sí misma fue la que prevaleció en la imagen que Alice se formó de las interacciones mantenidas en otras relaciones significativas de su vida. En este mismo capítulo volveré a ocuparme más detalladamente del caso de Alice. Además de los conceptos ya descritos, me interesa la idea de que las imágenes que las personas han elaborado sobre sí mismas se sitúan en el contexto de ciertas ideologías que son imágenes culturales y sociopoliticas. White se basó en el trabajo de Foucault al elaborar esta idea y sugiere que la terapia puede constituir un contexto apto para desafiar el modo en que obran las ideologías o los conocimientos dominantes. En el caso del incesto, creo que los conocimientos dominantes que influyen para que las mujeres elaboren sus imágenes personales son la ideología patriarcal y toda la esfera del diagnóstico y la clasificación psiquiátricos. Tradicionalmente se situó al incesto en estos contextos lingüísticos y epistemológicos. La terapia De estas ideas sobre el desarrollo de los problemas se sigue que el terapeuta que trabaja tratando de alentar una, doble descripción puede establecer en la terapia un ontexto para lograr el cambio. Esto significa que el terapeuta trabaja con las pacientes a fin de desarrollar una cantidad de nuevas descripciones de los acontecimientos con el objetivo de generar "novedades de diferencia que hagan una diferencia" (White, 1986); esto es, a fin de afrontar o dejar de lado las restricciones, incluso las creencias restrictivas de la psiquiatría y el patriarcado. Las pacientes deben ser capaces de percibir las distinciones para poder observar un contraste entre la descripción que ellas mismas hicieron y la nueva descripción a fin de recibir novedades acerca de la diferencia o la nueva información. Este proceso impulsa la elaboración de nuevas respuestas que 32 33 permiten que las pacientes vean nuevas soluciones. La nueva descripción surge de la tarea conjunta de la paciente y el terapeuta que participa activamente en el. proceso, con frecuencia mediante preguntas cuyas respuestas le permiten elaborar las nuevas descripciones. Como dice Munro (1989): La doble descripción desáf a las restricciones, de modo que aporta nuevas soluciones. Por ejemplo, la segunda descripción y las nuevas percepciones que ella ofrece permiten a la paciente formarse una opinión del problema [y de sí misma] que no está encadenada a las restricciones que regían la prirnera descripción (pág. 185). El terapeuta puede ayudar a su paciente a desarrollar la nueva caracterización valiéndose de una variedad de medios que White señala en sus artículos y en su doctrina: éxternalizando los problemas; haciendo preguntas sobre la influencia relativa; sobre los momentos críticos; planteando dilemas y respondiendo a las respuestas (White, 1986). Recientemente White realizó una nueva descripción de su trabajo en la cual extendió en una nueva dirección las ideas fundamentales de este enfoque, pues considera que esa nueva descripción se ajusta más a la analogía con la versión dominante aplicable en la terapia. En esta perspectiva se estima que las pacientes reciben la fuerte influencia de una imagen dominante de sí mismas, de sus relaciones y del problema mismo. De modo que las caracterizaciones que estas mujeres hacen de sí mismas estarían dictadas por la imagen dominante, lo cual no dejaría lugar para elaborar versiones diferentes que, potencialmente, ellas podrían manifestar acerca de la propia capacidad y los propios recursos. Personalmente creo que las restricciones dan forma a las creencias y modelos de interacción en los que se basa la imagen dominante. El objetivo de la terapia es incitar a las pacientes a descubrir aspectos de la experiencia de sí mismas dejados de lado por la imagen dominante. Describiré 34 seguidamente los pasos fundamentales que deben darse para ayudar a las pacientes a elaborar una imagen alternativa sobre sí mismas y daré algunos ejemplos extraídos de mi trabajo con mujeres que sufrieron algún abuso sexual durante la infancia. Eaternalizar el problema Tomm (1989) describió la actividad terapéutica de externalización del problema, que es la parte central de la práctica de este enfoque, como ... una, separación lingüística que permite distinguir el problema mismo y la identidad personal de la. persona tratada. Tomm considera que este proceso... abre un "espacio conceptual" para que la paciente tome iniciativas efectivas que le permitan evitar que el problema influya en su vida (pág. 54). Externalizar el problema provoca que la paciente comience a contrarrestar los efectos negativos del diagnóstico y la clasificación. Creo que éste es un aspecto profundamente importante en la esfera del abuso sexual infantil, esfera en la que, como ya dije, ha sido una tradición aplicar rótulos estáticos, patológicos, a las mujeres. El proceso de "rotulación" o clasificación alienta la conversación centrada en el diagnóstico, lo cual fortalece la opinión de que el problema está en la propia mujer y aumenta la vergüenza y la culpa de la paciente. La externalización del problema es el primer paso para invitar a la mujer a que se aparte de los efectos del rótulo y para darle la posibilidad de que descubra versiones o imágenes diferentes de sí misma, que se descubra a sí misma como una persona que a veces no permite que el problema se apodere de su vida por completo. Como dice White (1989): En esta nueva perspectiva, las personas adquieren la capacidad de ident fwar "hechos" sobre sus vidas y relaciones que en la. perspectiva anterior, saturada de problemas, ni siquiera podían percibir oscuramente, hechos que les suministran los núcleos paragenerarlas nuevas imágenes. 35 Las conversaciones que mantuve en la terapia con una mujer llamada Beth contienen algunos ejemplos de externalización del problema. En nuestros primeros encuentros Beth me contó que había revelado a miembros de su familia el hecho de que su padre había abusado sexualmente de ella durante varios años cuando era una niña. Habló largamente sobre la culpa que sentía porque hubiese ocurrido el abuso y sobre sus miedos a afrontar la vida. Estos sentimientos la habían llevado en el pasado a intentar suicidarse y a creer que había sufrido un "derrumbe". Inicialmente yo misma externalicé el concepto del secreto e invité a Beth a que describiera cómo había influido ese aspecto en su vida y en sus relaciones. El miedo, la culpa y una excesiva responsabilidad respecto de los demás parecían ser los principales efectos y yo se los externalicé uno a uno, por ejemplo, preguntándole qué influencia había tenido el miedo en su vida y en sus relaciones. Situar la imagen dominante en el contexto de las interacciones y en el contexto social más amplio Una vez externalizado el problema, la paciente puede externalizar la versión patológica dominante de sí misma. Creo que esto ayuda a que la paciente descubra de dónde proviene esa imagen y desarrolle algunas ideas sobre cómo, con el tiempo, esa versión logró hacerse tan influyente. Estas son algunas de las preguntas posibles: "¿De qué modo otras personas promovieron el secreto en su vida?", "¿Cómo se fortaleció el secreto?", "¿Qué enseñanzas la llevaron a dar prioridad a los demás antes que a sí misma?" Este tipo de preguntas permite que la mujer comience a advertir las contribuciones hechas por los demás, a través de sus interacciones con ella, para que aparezcan las dificultades que hoy debe afrontar. Creo que sacar a la luz un cuadro completo de esas contribuciones es fundamental para facilitar a la paciente la tarea de nombrar las prácticas opresivas que permitieron la permanencia de 36 los efectos de la agresión sufrida en la infancia. Además esto le da la posibilidad a la mujer de apartarse de la imagen patológica que tiene de sí misma, pues cobra conciencia de todo el contexto de sus propias experiencias, incluido el contexto de su interacción con el hombre que abusó de ella; por ejemplo, cuando le pregunté a Beth qué enseñanzas le parecía que la habían inducido a la hiperresponsabilidad, ella me mencionó los métodos utilizados por su padre para intimidarla y obligarla a que satisficiera las demandas de éste (ya sea sexuales, ya sea de otro tipo); durante la infancia la vida de Beth se concentró en una prioridad: satisfacer las necesidades de su padre. Pueden hacerse otras preguntas que potencialmente ayuden a las mujeres a identificar su experiencia del problema desde un punto de vista que limite los efectos que ejercen sobre ellas las imágenes sociopolíticas más amplias o las ideologías. Por ejemplo, le pregunté a Beth si creía que en la sociedad había ciertas ideas que podían fortalecer en las mujeres los hábitos de hiperresponsabilidad. Rápidamente Beth me dio varios ejemplos de esa situación y juntas analizamos las consecuencias que ello tenía sobre Beth como persona. El documento publicado por White en 1986 sobre anorexia sugiere algunas formas útiles de preguntar a las pacientes a fin de darles una oportunidad de evaluar el impacto que personalmente ejercieron sobre ellas las prescripciones dictadas por la sociedad a las mujeres. Preguntas sobre la influencia relativa Este enfoque contiene algunas ideas muy útiles sobre cómo incitar a la paciente a que reelabore su versión de manera tal que pueda tomar contacto con la experiencia de su propia capacidad para afrontar el problema (White, 1988, 1989). Hay dos categorías de preguntas que pueden hacerse, una destinada a describir los detalles y los efectos de la versión o imagen dominante (por ejemplo: "¿Cómo influyeron los miedos 37 en su vida? ¿Cómo influyeron en sus relaciones con otras personas?") y otra que apunta a determinar los "logros aislados" o las ocasiones en las cuales la paciente logró ejercer alguna influencia sobre su propia vida a pesar de la fuerza de la imagen dominante. Por ejemplo, cualquier revelación acerca del abuso sexual es un ataque directo al secreto y constituye un "logro aislado". Puede preguntársele a la mujer si nunca le contó a nadie que había sufrido abuso sexual y continuar con preguntas del tipo: "¿Cómo pudo desafiar el secreto al revelar el hecho de que su padre abusó de usted?" Es fundamental para este proceso que antes de abordar las preguntas referentes a los logros aislados se haga un exhaustivo examen de la primera categoría de preguntas. No es mi intención enumerar aquí las muchas y variadas maneras que tiene el terapeuta para invitar a su paciente a determinar los logros aislados. Sin embargo, cuando el terapeuta hace preguntas sobre los logros únicos del tipo: "¿Sintió alguna vez que el miedo le impedía continuar algo y aun así pudo superarlo y seguir avanzando?" le abre a la paciente un espacio para comenzar a elaborar una versión alternativa sobre sí misma. Preguntas que incitan a la elaboración Una vez que la paciente ha identificado los logros aislados, el terapeuta la invita a "mejorar la significación„ de esos logros. El tipo de preguntas que le haga determinará que la mujer se sienta capaz de atribuir significaciones personales a los sucesos y capaz de experimentar el impacto que ha de tener la nueva imagen emergente. Este es un requisito previo para que la nueva versión se fije y se mantenga. El terapeuta incita a su paciente a sitúar la importancia fundamental de sus logros aislados en una nueva versión alternativa de su experiencia vivida. El objeto de esta 38 de una imagen alternativa incitación es asegurar que la persona perciba la importante significación de los logros únicos. Este proceso-de invitar a la paciente a que retorne a considerar su propia experienciaya avanzar sobre imágenes diferentes de sí misma provoca que la paciente obtenga una experiencia diferente de sí misma. El papel que desempeña el terapeuta a través de esta terapia puede describirse cabalmente como el de un coautor de esas nuevas imágenes emergentes. He extraído las siguientes preguntas de mis conversaciones con Beth: "¿Cómo se explica que usted haya desafiado el secreto y las enseñanzas de su padre en cuanto a dar prioridad a los demás, al revelar el abuso?" Cuando Beth hubo señalado algunas otras ocasiones en las que se dio prioridad a sí misma, le hice algunas preguntas sobre los detalles de esas ocasiones: • ¿Cómo fue capaz de hacerlo? • ¿Cómo logró darse prioridad a sí misma? • ¿Cómo juzga el hecho de haberse sentido sujtcienternentefuerte para superar la costumbre de anteponer siempre a los demás? • ¿Cómo pudo usted contrarrestarlas enseñanzas de su padre? • ¿Qué sintió? • ¿Qué diferencia provocó esa reacción suya en la imagen que usted tiene de sí misma? • ¿Qué aspectos de sí misma que usted no había advertido antes le descubrió esa reacción? • ¿Cómo pudo hacer amistades hasta ahora a pesar de sus dificultades? El terapeuta cuenta con infinitas maneras de colaborar y seguir desarrollando con su paciente la versión alternativa. Los artículos de White señalan el tipo de preguntas más adecuadas para fomentar la coelaboración de una imagen alternativa. La aplicación en la terapia de ideas tales como externalizar los problemas y hacer preguntas sobre los logros aislados permite que el terapeuta ayude a la 39 mujer a situar su experiencia en el contexto de las interacciones familiares, incluyendo entre éstas su relación con el perpetrador. Esto también le permite a la paciente situar su experiencia dentro del contexto sociopolitico más amplio. Durante el proceso de la terapia, la mujer tiene la oportunidad, al conversar con el terapeuta, de descubririnformación sobre sí misma y sus propios recursos, lo cual la lleva a elaborar respuestas que cimentan el camino del cambio. La clave de este-enfoque es que la paciente es la experta y el terapeuta es solamente quien hace las preguntas que han de generar logros únicos y nuevas imágenes. Todo esto contrasta con las formas más tradicionales de llevar adelante una terapia, pues en ellas se considera que el terapeuta es un experto que tiene el conocimiento necesario para diagnosticar y resolver los problemas del paciente. El presente enfoque pone el acento en los conocimientos que una mujer tiene sobre sí misma y sus fuerzas, que han quedado sepultados por la acción de la' versión dominante. Cuando se incita a la mujer a apartarse de la imagen dominante y se genera nueva información, se replantean los conocimientos dominantes que la mujer expresa para definirse a sí misma y ésta encuentra disponibles nuevas respuestas y nuevas soluciones a sus problemas. La historia de Alice: una ilustración del proceso terapéutico Alice se puso en contacto conmigo para concertar una cita me dijo que deseaba obtener ayuda en dos esferas específicas: • Por un lado, para dominar sus pesadillas. Durante los dos años anteriores a nuestra primera entrevista Alice había sufrido largos períodos de sueño perturbado por pesadillas que la aterrorizaban. Esas pesadillas persistieron durante meses, ocasionalmente desaparecían por períodos breves y luego, súbitamente reaparecían. • La otra cuestión estaba centrada en sus relaciones con los hombres; cuando Alice iniciaba una relación se sentía cómoda durante un breve período pero luego todo terminaba pues ella sentía repugnancia por cualquier situación sexual, y con frecuencia ésta era la causa de que Alice acabara con la relación. Alice consideraba que esa reacción estaba relacionada con su experiencia de abuso sexual. Alice me comentó que ya había pensado anteriormente en la terapia como un medio para afrontar la angustia acerca de su familia y para afrontar los recuerdos sobre el abuso sexual que le había infligido su abuelo. La terapia individual y la terapia de grupo en cierto modo la habían ayudado y por lo menos le habían hecho sentir que no se encontraba tan sola, pues durante esas terapias aprendió que el abuso sexual infantil es una experiencia bastante difundida entre las mujeres. No obstante, a pesar de los intentos previos por obtener ayuda, Alice se sentía aún muy angustiada y confundida por su vida. Alice es una mujer a la que he tratado durante los últimos dos años, y que aceptó publicar esta historia que incluye sus propios comentarios sobre su experiencia como paciente y que ella misma escribió como una manera de rever su experiencia.3 Un terapeuta de Dympna House, una institución dondeAlice había participado en un grupo de autoayuda para sobrevivientes del incesto, me la derivó. Cuando Sesiones 1 a 3 Alice comenzó por hacerme conocer sus preocupaciones sobre sus pesadillas y relaciones con los hombres. También me relató sus experiencias con su abuelo, quien la sometió sexualmente desde que Alice tenía cuatro años y hasta que tuvo 11. Cuando ella tenía tres años sus padres, que vivían en el Reino Unido, se 40 41 separaron. La custodia de la niña fue concedida al padre, pues se estimó que la madre era "emocionalmente inestable". El padre y la niña se mudaron a Australia, donde él conoció a quien sería su segunda mujer y volvió a casarse. El padre de esta segunda mujer fue quien abusó sexualmente de la niña. Alice continuó relatándome que durante su adolescencia reveló la situación a su madrastra, pero ésta no le creyó hasta que la hermanastra de Alice reveló que a ella le había ocurrido lo mismo. En ningún momento se tomó alguna decisión destinada a afrbntar el problema fuera de la familia. La madrastra de Alice interpeló a su padre, pero no salió en defensa de la posición de la niña. Seguidamente Alice me describió los conflictos posteriores que se le plantearon con su madrastra y su padre y que provocaron que al cumplir ella los 17 años, sus padres le pidieran que dejara el hogar. Desde el punto de vista de Alice, toda interacción con los miembros de su familia -hasta el infrecuente contacto con su madre- fueron experiencias de repudio e irritación. Las primeras tres sesiones no se concentraron ni en las pesadillas, ni en el abuso sexual, ni en las relaciones con los hombres. La mayor parte del tiempo Alice me habló de su preocupación por la terapia y por la desconfianza que le despertaban los terapeutas. Fui llevando las sesiones lentamente, pues advertí que la preocupación que manifestaba por confiar en mí constituía una restricción importante para nuestras relaciones. Le pedí que simplemente considerara los riesgos de comprometerse en una terapia y que comenzara a anotar en un diario sus experiencias de lo que iba ocurriendo y de sus pesadillas. Durante las primeras tres sesiones Alice cobró conciencia de que estaba experimentando una mayor tristeza y comenzó a hablar sobre lo dificil y molesto que le resultaba mostrar sus sentimientos a otras personas. También confesó que consideraba un gran riesgo comprometerse en una terapia mediante la cual podría ponerse aun más en contacto con ella misma y 42 con sus sentimientos. Además expresó su miedo de que "al tener tantas cosas adentro", ni ella misma ni el terapeuta pudieran afrontarlas. Yo externalicé su costumbre de ocultar los sentimientos y juntas exploramos el efecto que tuvo esa actitud en su vida. Descubrí que Alice había sido entrenada por los miembros de su familia a no demostrar sus sentimientos, como si hacerlo significara que Alice era "irracional" y "mala" como lo era su madre. Se le había descrito. a su madre como un ser incompetente y voluble. Y Alice aprendió, mediante sus experiencias de rechazo y desconfianza que recibía de los demás miembros de la familia cuando se sentía trastornada, que nadie podía manejar sus sentimientos y que sólo ella podía afrontarlos. Hablamos sobre cómo Alice había aprendido a no ser ella misma, a desarrollar el hábito de ser un tipo de persona diferente antes que ser ella misma (otra externalización), en respuesta a la exigencia de los miembros de su familia de no ser tan emocional. Alice habló de su aislamiento y lloró al recordar lo triste que se sentía porque ningún miembro de la familia la apoyó ni creyó en la angustia que le había provocado el abuso sexual. A fin de que Alice elaborara un cuadro de sus logros aislados, comencé preguntándole si existieron ocasiones en las que ella se hubiera rebelado contra esos hábitos y prescripciones y hubiera decidido ser ella misma en sus relaciones con los demás. Alice pudo identificar algunas ocasiones en las que se había arriesgado y había pedido apoyo a sus amigos. Luego le pedí que me proporcionara algunos detalles sobre cómo lo había logrado a pesar del entrenamiento intensivo que había recibido para no ser ella misma y para ocultar sus emociones. También le pregunté cómo había sido capaz de desafiar ese entrenamiento al permitirse expresar sus sentimientos hasta el punto que lo había hecho durante nuestras entrevistas. Durante las tres primeras sesiones, las pesadillas de Alice desaparecieron: cuanto más cobraba ella con 43 ciencia de su tristeza y su miedo, menos se manifestaban éstos por la noche. Además, Alice tomó la decisión de comunicarse con el departamento estatal de bienestar social e informar a esa institución sobre su abuelo, aunque no hizo ningún cargo contra él. Respondí a este dato con preguntas destinadas a señalarle la importancia de los logros aislados; por ejemplo, "¿Cómo tuvo la valentía de ser usted misma en esas ocasiones?" En la tercera sesión Alice se refirió por primera vez a su costumbre de rasguñarse la piel de la cara y los brazos y a su hábito de comer sin medida y luego vomitar. Nuncaantes había hablado de estas costumbres con nadie. Lag externalicé utilizando la palabra "hábitos" para caracterizarlas. Creo que esta confesión fue otro esfuerzo de Alice por desafiar los efectos del entrenamiento que había recibido para no ser ella misma. Pero Alice insistió con bastante decisión en que no deseaba centrar las conversaciones en esos hábitos porque en realidad en ese momento no constituían un problema. Alice siguió manteniendo esta posición hasta mucho más avanzada la terapia. Sesiones 4 a 6 Alice continuó informándome que pasaba noches libres de pesadillas y realizando algunos cambios en cuanto a ser más abierta respecto de su vulnerabilidad ante sus amigos y algunos miembros de su familia. Luego Alice me hizo otras revelaciones: había sufrido violentos ataques fisicos infligidos por su madre y su madrastra; de modo que hablamos sobre cómo esa situación había alimentado en ella el hábito de no ser ella misma, de desvalorizarse y despreciarse (externalizaciones adicionales). Después de estas descripciones acerca de cómo se sentía desgarrada por los demás miembros de la familia, advertí que el abuso sexual había sido sólo una de las formas en que Alice había experimentado una desvalorización de sí misma como persona. 44 Un punto importante de esta parte de la terapia fue evaluar cada información que Alice me proporcionaba sobre sus logros aislados; por ejemplo, las ocasiones en que Alice confió sus sentimientos a otras personas. Mi intención fue sacar a la luz todos los detalles de esos momentos a fin de mejorar la significación de esas actitudes que apartaron a Alice de sus hábitos de autoinvalidación. También pude desarrollar con ella un recuento de las estrategias de supervivencia que Alice fue aplicando a medida que crecía, para poder comprender en qué momento había dejado de estar completamente atrapada por la autoinvalidación. Alice me relató que de niña su estrategia de supervivencia consistía en escribir cuentos y poesías que expresaban sus sentimientos. Durante su infancia Alice consideraba algo precioso y muy especial esa actividad que desarrollaba cuando se encerraba en su dormitorio, para tener un espacio donde respirar lejos de los conflictos familiares. Le pregunté entonces si actualmente continuaba utilizando alguna de sus estrategias de supervivencia y Alice respondió que aún trataba de dar valor a su autoexpresión cantando y, ocasionalmente, escribiendo canciones. En esta oportunidad Alice fue capaz de contarme que se había apartado de algunas situaciones que le hacían sentir que estaba repitiendo viejas actitudes. Le sugerí que esto indicaba cierta confianza en sí misma y una actitud de luchar contra los hábitos de autoinvalidación. También en esta ocasión le pedí detalles de esos momentos de autovalidación para que Alice tratara de mejorar la significación de cada uno de ellos. Alice fue experimentando pequeños pero significativos cambios en el sentido de valorarse y ser más auténtica consigo misma. Con todo, frecuentemente Alice atribuía un carácter trivial a sus logros y me decía que continuaba considerándose "reventada", lo cual le hacía dificil apreciar los cambios. Cuando le pregunté si ya se sentía preparada para dar algunos pasos más en la nueva dirección, comenzó a hablarme del miedo 45 que le producía tener que comenzar una nueva vida como una persona diferente si continuaba cambiando. Llegadas a este punto, consideré conveniente no continuar alentando cambios. Pedí a Alice que recordara y tomara nota de algunas ocasiones en las que había sido fiel a sí misma o se había valorado. Sesiones 7 a 10 Cuando le pedí a Alice que pusiera en una balanza imaginaria las ocasiones en que había experimentado autoestima y en el otro platillo las ocasiones en que se había desvalorizado, la paciente comenzó a dar más ejemplos de momentos en los que había apreciado algo de sí misma. Insistí mucho en los detalles de estos ejemplos y entonces Alice, espontáneamente, empezó a relatar otras ocasiones de autoestima. A medida que la conversación fue avanzando en esta dirección, Alice advirtió que había comenzado a romper con su hábito de anteponer a los demás cuando entablaba una amistad y de dar prioridad a las necesidades de los demás antes que a las propias. Para mí, la estrategia más importante fue reconocer y poder dejar atrás los contextos que continuaban suscitándome y produciéndome dolor. Una vez que pude hacerlo, fui capaz de elaborar nuevas formas de interactuar con las personas y de mantener relaciones más positivas y gratificantes para mí. No insistí en mantener alejados los sentimientos de culpa y autodestrucción cuando entablaba una. relación y descubrí los beneficios de confiar en la gente y de establecer relaciones que pudieran ayudarme (Alice, 1988). En la décima sesión Alice volvió a hablarme de su costumbre de atracarse y vomitar y me dijo que lo estaba haciendo con más frecuencia. Obtuve algunos detalles de esta actitud preguntándole qué efecto había tenido la bulimia en su vida. Alice me contó que durante algunos períodos había logrado superar la 46 bulimia y me confesó cómo lo había conseguido (tomando nota de los logros aislados). En esta fase de la terapia, Alice me relató distintas situaciones que la habían entrenado para sentirse "reventada" (por ejemplo, las interacciones significativamente perturbadoras con su madre) y de qué modo consideraba ella que había sido afectada por ese entrenamiento; por ejemplo, ocultándose a sí misma, sintiendo temor a ser rechazada si se comportaba de manera más sincera y considerándose responsable de todo lo malo que le había ocurrido en su vida. Le sugerí que el hábito de la bulimia podía ser una manera que ella había encontrado de ser menos "ella misma" y ésta fue una idea con la que Alice pudo conectarse. Además le sugerí que tomara nota de las ocasiones en las que había rechazado las invitaciones de la bulimia (tomar nota de los logros aislados). Sesiones 11 a 14 Alice comenzó a obtener algunas victorias sobre la bulimia y, por primera vez, empezó a adjudicar una mayor responsabilidad a los miembros de su familia por su angustia. Insistí en los detalles de estas actitudes y las describí como logros que le permitirían aumentar su autoestima. Hablamos de las ideas de Atice sobre cómo la bulimia originariamente había llegado a tener tanta influencia en su vida. Alice atribuía el origen de muchos hábitos secretos de su vida, incluida la bulimia, a su necesidad de responder a las reacciones exageradas de sus padres ante el desarrollo de su sexualidad. También le hice algunas preguntas sobre, por ejemplo, de qué maneras pensaba que se había sometido para ajustarse a las imágenes ideales de las formas femeninas. También le pregunté si creía que esas imágenes podían haber fomentado en ella el deseo de ser menos de lo que realmente era y Alice aceptó que podía haber algo de verdad en ello. Continuamos hablando en detalle de las ocasiones en 47 que Alice había logrado vencer la bulimia, y a medida que fueron pasando las sesiones, ella fue logrando más victorias. En respuesta a ello, le hice preguntas tales como: "¿Por qué cree que fue posible que usted se permitiera ser más auténticamente usted misma en esas ocasiones?" "¿Cómo pudo usted apartarse de la idea de que debía someterse a las prescripciones que dicta la sociedad en cuanto a la delgadez femenina y aceptarse como era?" Mediante algunas preguntas incité a Alice a que determinara la influencia personal que había ejercido el contexto social más amplio del patriarcado que sostiene la idea de que las mujeres deben ser menos de lo que realmente son o deben desvalorizarse. También la invité a que recordara de qué manera había actuado como ella misma y había logrado contrarrestar esas prescripciones. Alice vivió un período de angustia como respuesta a los cambios quehabía experimentado. Me confió que le preocupaba perder su "antiguo sí mismo", es decir, no saber en quién se convertiría. Por primera vez me relató más detalladamente su hábito de rasguñarse. Juntas rastreamos la causa de que ese hábito se hubiese intensificado en los últimos tiempos.- Incluso pude hacerle ver algún logro aislado en ese sentido o que descubriera ocasiones en las que había podido vencerlo. No obstante, Alice me confesó que no estaba segura de querer seguir hablando sobre el asunto. Le pedí entonces que considerara las consecuencias de seguir hablando de ello en la terapia. Entonces Alice comenzó a recordar algunas situaciones que la atemorizaban por la noche cuando era pequeña y juntas descubrimos cómo la costumbre de rasguñarse se había convertido en un aliado contra el miedo. Esa costumbre había llegado a ser una forma de autohipnotizarse y de detener el miedo y una manera más de "castigarse". Le sugerí que todas las noches dedicara media hora por reloj a ese hábito para poder obtener más información sobre cómo el hecho de 48 rasguñarse la ayudaba a vencer sus miedos. Según las propias palabras de Alice: El hecho de reconocerlos y darme permiso para incluir estos hábitos con moderación en mi vida, me permitió cambiar de perspectiva respecto de esa conducta e ir controlándola. lentamente. En esta fase Alice advirtió que ya no dejaba que la angustia de ninguna esfera de su vida invadiera las demás y que estaba experimentando una sensación de mayor control. Sesiones 14 a 20 Estaba claro que Alice ejercía mayor control sobre sus hábitos destructivos. Pronto reconoció cómo detenerlos y cómo evitar que la atraparan: en nuestras conversaciones Alice me contaba espontáneamente más ejemplos sobre esas actitudes positivas y menos ejemplos de situaciones en las que se sentía abrumada por esos hábitos. Además ella misma descubrió varias estrategias nuevas para dominar sus miedos nocturnos, por ejemplo, escuchar música para relajarse con más facilidad. La descripción saturada de problemas fue perdiendo espacio en la terapia y Alice comenzó a construir una nueva versión de sí misma. Cuando investigué cómo había logrado hacerlo, Alice me dijo: Cambié mi idea sobre mí misma. Al principiopensaba: "Estoy reventada". Luego comencé a pensar respecto de los miembros de mi familia.: "Ellos están reventados". Y ahora creo que estoy bien, pienso que mi vida está llena deproblemas, pero que yo estoy bien y me estoy curando. Alice también me confió que se sentía menos angustiada y menos preocupada en general, y esto significaba que había conquistado un mayor espacio para vérselas con sus hábitos autodestructivos. A fin de alentar el mejoramiento de la significación de todos estos cambios, le pregunté cómo esta nueva opinión de sí misma había modificado la manera de 49 tratarse a sí misma día a día; cómo le había hecho cambiar sus relaciones con la familia y con los amigos y qué nuevas perspectivas creía que podían abrirle estos cambios. También le. predije que los hábitos reaparecerían esporádicamente y ambas discutimos cómo manejarlos, por ejemplo, dedicándole un tiempo fijo al hábito de rasguñarse todas las noches. Los cambios logrados por Alice se mantuvieron, y la bulimia y el hábito de rascarse casi desaparecieron de su vida. Alice entabló nuevas relaciones en las cuales se sentía cuidada y reconocida. Hoy Alice asegura que se siente competente y que está logrando realizar cambios en su vida. Describe la experiencia de considerarse como alguien que está dentro de un contexto en el que ocurren problemas, es decir, que ya no se identifica a sí misma como un problema cuando algo sale mal. También me cuenta que se siente bien y revalorizada ante personas que en el pasado consideraba problemáticas. Si bien reincidió algunas veces en algún hábito destructivo, ya no.se siente abrumada cuando eso ocurre. Atice dio varios pasos positivos, sobre los cuales llamó mi atención, en cuanto a ser más cabalmente ella misma, a valorizarse más y a ocuparse más de sí misma y menos de los otros. Dejé de mantener sesiones regulares con Alice y le sugerí que me llamara si tenía ganas de rever algún punto conmigo. Volvió a verme recientemente porque había tenido una "recaída" en su hábito de romper una relación. De todos modos, Alice continúa experimentando una sensación de control sobre su propia vida; por ejemplo, recientemente se le ocurrió la idea de utilizar sus sueños como un recurso que podía obrar a su favor. No soy perfecta. Aún sigo siendo autocrítica y me esfuerzo constantemente por mejorar, pero estoy bien y me gusta cómo soy a pesar de mis normales "alzas y bajas" emocionales. Me comprendo a mí misma y comprendo mis reacciones. Ahora me siento controlada y 50 capaz de hacer retornar al pasado mi dolor del pasado (Atice, agosto de 1988). Conclusión Como conclusión, creo que en el servicio de terapia destinada a mujeres que han sufrido algún abuso sexual durante la infancia se aplican muchas ideas inútiles, limitadoras y potencialmente opresivas. Yo prefiero un esquema que reconozca y evalúe la influencia del contexto familiar y de las relaciones (incluyendo el contexto de la relación de la mujer agredida,con el hombre que abusó de ella), así como la influencia que tuvieron las ideas restrictivas procedentes de la ideología patriarcal, en el desarrollo de los problemas. de la mujer. La terapia puede considerarse una oportunidad de corregir las restricciones o las versiones dominantes a fin de que la mujer ayudada por el terapeuta genere dobles descripciones o diferentes versiones; esto le da a la mujer una oportunidad de reformular la imagen que tiene de sí misma. Al enfocar este tipo de terapia pude advertir que muchas mujeres respondieron desafiando con fuerza las imágenes dominantes de manera creativa y encontrando soluciones que resultaron altamente positivas para la vida de esas mujeres. Notas Estas son las definiciones adoptadas por Dympna House. 2 Deseo agradecer el original trabajo de Lesley Laing. quien inspiro las ideas expresadas en esta sección del capítulo. 3 Agradezco también la invalorable contribución de Catherine Munro, con quien consulté varias de las fases de éste proceso. Agradecimientos Agradezco a Lesley Laing y a Catherine Munro, pues ambas hicieron contribuciones particulares y especiales para ayudarme a desarrollar ideas que fueron fundamentales para escribir este capítulo. Estoy muy agradecida a ambas por la ayuda que me brindaron para elaborar los 51 diferentes borradores de este capítulo y por el invalorable apoyo que me proporcionaron. También agradezco a Bronwyn Cintio por haberme ayudado en las primeras etapas. Y por último deseo agradecer también a Michael White por sus alentadores comentarios sobre este trabajo y a Steven Kamsler y Melanie Kamsler por el cariñoso apoyo que siempre me brindan. Referencias bibliográficas Blake-White, J. y Kline, C. M., 1985,'Treating the dissociative process in adult victims of childhood Incest", Social Casework, setiembre, págs. 394-402. Calvert, G., 1984, "Letter to the Editor", Australian Journal of Farnily Therapy, 5:1. Deighton, J. y McPeek, P., 1985, "Group treatment: adult victims of child sexual abuse", Social Caseuwork setiembre, págs. 403-410. Durrant, M. 1987, 'Therapy with young people, who have been the victims of sexual assault', Family 7herapy Case Studies, 2(1), págs. 57-63. Ellenson, G., 1.985, "Detectingahistoryofiácest: a predictive syndrome", Social Casework noviembre, págs. 525-532. Faria, G. y Belohlavek, N., 1984, 'Treating female adult survivors of childhood Incest', Social Casework octubre, págs. 465-471. Furniss, T., 1983, "Family process in the treatment of intra-familial child sexual abuse", Journal of Farnily Therapy, 5, págs. 263-278. Gutheil, T. y Avery, N., 1977, "Multiple oven Incest as family
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