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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES TESINA: EL FRACASO DEL SISTEMA PENITENCIARIO DEL DISTRITO FEDERAL. LOS DEFICIENTES PROGRAMAS DE REINSERCIÓN SOCIAL PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN-PERIODISMO DIANA KARINA MARTÍNEZ ALFARO ASESOR: DAVID MENDOZA SANTILLÁN MÉXICO DF, 2015 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE El Fracaso del Sistema Penitenciario del Distrito Federal. Los Deficientes Programas de Reinserción Social Introducción 4 Capítulo 1 „Nadie confía en mí porque estuve en la cárcel‟ 10 1.1 El Objetivo de la prisión 14 1.2 La pena privativa de libertad 16 1.3 Sistema Penitenciario del Distrito Federal 17 Capítulo 2 El ocio tras las rejas 20 2.1 Pagan por su libertad 23 2.2 „Custodios ven corrupción como un derecho‟ 30 2.3 Falla industria penitenciaria 32 2.4 Reinciden 40% de reos 36 2.4.1 Hacen del delito su estilo de vida 39 2.4.2 Manufacturan ropa interior… y también extorsionan 41 2.5 „El significado de justicia es en realidad venganza‟ 42 Capítulo 3 Intentan reinsertar, pero padecen corrupción 47 3.1 Un mal comienzo 52 3.2 La figura desaprovechada 55 3 Capítulo 4 Prometen reinsertar a reclusos 64 4.1 Tratamiento a reclusos al antojo de las autoridades 66 4.2 Carecen cárceles de presupuesto propio 67 4.3 Cárceles autosustentables 70 4.4 Dependen del factor humano 73 Conclusiones 77 Bibliografía 91 Hemerografía 92 4 INTRODUCCIÓN En 2006 realicé mi servicio social en el área de Comunicación Social de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) y entre las principales actividades que realicé, destaca la elaboración de comunicados de prensa sobre detenciones de probables responsables de un delito. Al asistir a las conferencias que daban los funcionarios a los representantes de los medios de comunicación, me percaté que se buscaba destacar la peligrosidad de los detenidos y de ser el caso, la reincidencia de éstos. Los reporteros que daban seguimiento al caso eran pocos, y optaban por difundir a la sociedad la información que les daba la institución que en todo momento buscaba mostrar efectividad en el combate a la delincuencia. Algunos de los detenidos salían de prisión por falta de pruebas y nunca se informaba que eran inocentes aunque ante los ciudadanos aparecían como los delincuentes más peligrosos. En el peor de los casos, se quedaban en prisión sin que sus abogados pudieran demostrar su inocencia a pesar de que la PGJDF había realizado una mala investigación del caso. Años después la cobertura de temas policiacos no cambió mucho. En 2008 ingresé al periódico REFORMA como reportera de la sección de Justicia y de Seguridad del periódico Metro. Comencé cubriendo homicidios, riñas, accidentes de tránsito, y operativos policiales en los que se señalaba que los detenidos eran integrantes de bandas delictivas dedicadas a algún delito aunque no se tuviera la certeza de esto. Después me asignaron la cobertura de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y del Sistema Penitenciario. El organismo defensor de derechos humanos informaba constantemente de los agravios que se cometían en las cárceles del Distrito Federal, pero la realidad en estos lugares era aún más atroz de cómo la señalaba el entonces Ombudsman Emilio Álvarez Icaza, quien posteriormente asumió el cargo del secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las prisiones siempre han sido un mundo difícil de explorar, principalmente para los medios de comunicación, a quienes se les cierran las puertas de estos 5 lugares ante el temor de que evidencien la mala operación y la ineficacia de las autoridades. Obtener información sobre los sucesos en los reclusorios no fue sencillo, pues incluso una entrevista con internos representaba un riesgo como reportera y para la integridad de éstos. Las solicitudes de entrevista que realizaba a la Subsecretaría de Sistema Penitenciario, encabezada entonces por Celina Oseguera Parra, eran revisadas meticulosamente por las autoridades carcelarias, quienes cuestionaban severamente el interés por un tema. Las autoridades carcelarias tardaban en autorizar las entrevistas y si la nota se publicaba con información negativa para éstas, las próximas solicitudes eran casi imposibles de concretarlas. En el libro La Libertad de expresión en la Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de Sergio García Ramírez y Alejandra Gonza, se señala que la libertad de expresión es una piedra angular en la existencia de una sociedad democrática y es indispensable para la formación de la opinión pública, y si no se está informado no se es plenamente libre. Los autores indican que la expresión y la difusión de pensamientos e ideas son indivisibles y que una restricción de las posibilidades de divulgación representa directamente, y en la misma medida, un límite al derecho de expresarse libremente. El Sistema Penitenciario enviaba invitaciones a los medios de comunicación para que éstos dieran cobertura a eventos que destacaban los logros de las autoridades. Ése era el tipo de información que se podía obtener. Entrevistas con internos previamente aleccionados y quienes sólo podían enfocarse en los temas del evento, así como discursos reciclados de funcionarios que poco hablaban de los problemas carcelarios o preferían olvidarlos. Algunos reporteros, principalmente aquellos con más años cubriendo estos temas, consideraban que acudir a loseventos en las cárceles del Distrito Federal, significaba solapar la farsa de las autoridades. Y es que desde que se ingresaba a los reclusorios, las autoridades de comunicación social ordenaban a los custodios seguir en todo momento a los 6 reporteros, quienes debían portar una casaca en colores rojo, azul, amarillo o verde que se distinguían entre la población penitenciaria. El argumento de los funcionarios para vigilar en todo momento a los reporteros, era que se debía velar por la seguridad de los representantes de los medios de comunicación. Los reporteros sabíamos que era para evitar que nos acercáramos a los reclusos y habláramos de otros temas de interés para la ciudadanía y que evidenciaban la corrupción que reinaba en las prisiones. Para la población penitenciaria, el ingreso de reporteros a las cárceles es una oportunidad para ser escuchados sobre su situación jurídica o inconformidades con las condiciones carcelarias o malos tratos del personal penitenciario. Los reclusos buscan acercarse a los reporteros para contarles su historia, pero apenas son vistos por el personal de seguridad se alejan temerosos. Esta actitud de las autoridades me hizo pensar que la falta de personal capacitado en atención a medios de comunicación era el motivo de tanta opacidad. Esto en realidad era sólo una de las causas, ya que eran evidentes otros intereses del Gobierno del Distrito Federal por esconder los problemas carcelarios incluso valiéndose de cartas enviadas a los editores para desmentir notas sustentadas con estadísticas, grabaciones y declaraciones de funcionarios penitenciarios. En enero de 2013 asumió el cargo de directora de las cárceles del DF, María Mayela Almonte Solís, quien enfrentó críticas por la labor de Verónica Peñuñuri, directora de Comunicación Social y quien fue separada del cargo debido a la inconformidad de reporteros por la negativa para dar información. Aunque la dirección de esta área quedó a cargo de personas que estuvieron en medios de comunicación, la información que se proporcionaba a los reporteros no siempre es la mejor y la más oportuna. Posteriormente me asignaron además la cobertura del Poder Judicial local, lo que faltaba para percatarme de los errores de todo el sistema de justicia. Sin embargo, a diferencia de otras fuentes informativas del sector policiaco y judicial, la de reclusorios fue la que me generó mayor sensibilidad en las coberturas. 7 Y es que ingresar a un reclusorio sin acreditarse como reportera no es sencillo. Esto representa un riesgo, ya que de ser detectada por las autoridades carcelarias tendría que abandonar el centro penitenciario, lo que nunca ocurrió. Algunos internos o reclusas me registraban en su kárdex como amiga para poder ingresar a los reclusorios, lo que no es ilegal. Sin embargo, al acudir como visita debía hacer fila varias horas para poder ingresar y enfrentar los malos tratos, revisiones exhaustivas, y acoso por parte de custodios, ya que no entraba como reportera si no como “amiga” de algún interno. Ya al interior, me percataba de las malas condiciones y la corrupción que las autoridades insistían en ocultar cuando nos invitaban a diversas coberturas. Los conocimientos adquiridos durante mi labor como reportera y en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales me llevaron a elaborar este reportaje y a través de géneros periodísticos exponer la forma en que operan las cárceles del Distrito Federal. Otro objetivo es que los servidores públicos de las instancias de seguridad pública, de administración y procuración de justicia y penitenciarias, sean más conscientes de la importancia de la labor que desempeñan, asuman sus errores y mejoren su trabajo para que los problemas de las prisiones dejen de verse como un mal histórico al que la sociedad ya se acostumbró. Decidí elaborar este reportaje, ya que considero que mediante una redacción ágil y basada en la experiencia, los lectores se interesarán en el tema. El reportaje se compone de cuatro capítulos en los que se señalan los problemas que hay no sólo en las cárceles sino desde las corporaciones policiales e instancias de justicia, y cómo su mal desempeño se refleja en las prisiones. Y es que cuando se critica al Sistema Penitenciario, pocos servidores públicos asumen su responsabilidad en las fallas de éste a pesar de que han contribuido a que los centros penitenciarios tengan condiciones de vida deplorables. En el primer capítulo se explican los objetivos de la prisión y si ésta ha funcionado. 8 Se exponen las características e historia de las cárceles capitalinas a fin de conocer su ubicación en la Ciudad de México y si han cumplido con el objetivo por el que fueron construidas. Funcionarios y expertos opinan constantemente sobre la operación de las prisiones, sin embargo, los reclusos son los que padecen todos los días las problemáticas de éstas. Es por eso que en el segundo capítulo expongo las actividades que realizan los internos al interior de la prisión. A través de entrevista a un recluso, éste relata cómo ha sido su estancia en la cárcel y sobre las posibilidades que tiene de cumplir su proyecto de vida cuando regrese a las calles, lo que parece incierto, ya que cuando se elaboró este reportaje aún no era sentenciado. También entrevisté a una ex directora de cárceles capitalinas, quien dio su opinión sobre los problemas de éstas y la forma en que la mala operación de estos centros de reclusión influye en el destino de los reclusos. En este apartado se muestran además casos de personas para las que la prisión es un lugar del que pueden entrar y salir con facilidad. Y para muchos estos lugares son ideales para seguir delinquiendo. Una experta en derechos humanos da su opinión sobre los errores cometidos por las autoridades y que han ocasionado que los reclusos tengan cada vez menos oportunidades de vivir dignamente al interior y exterior de la prisión. La tercera parte señala la forma en que operan las áreas encargadas de reinsertar a los reclusos a la sociedad y cómo las reformas legislativas han derivado en nuevas figuras y cambios en las funciones de éstas. En el cuarto capítulo se destacan los esfuerzos de las autoridades por mejorar la situación carcelaria a través del cumplimiento de leyes e instrumentos en materia de derechos humanos.También se señalan los problemas que los servidores públicos enfrentan al tratar de implementar programas que se traduzcan en cárceles más dignas con posibilidades de que los internos tengan herramientas para cumplir su proyecto de vida. Este reportaje se basa en entrevistas, notas informativas publicadas en diversos medios de comunicación, principalmente en el periódico Reforma, que es el que mayor cobertura suele dar al tema de reclusorios. 9 Este trabajo es el resultado de labor como reportera y mi constante contacto con reclusos, servidores públicos, académicos, organismos defensores de derechos humanos, víctimas del delito, policías, y jueces. Uno de los principales motivos para elaborar este reportaje es que la vida en las cárceles es un tema olvidado para las administraciones y para los ciudadanos, quienes poco se interesan en lo que ocurre al interior. Sin embargo, todos estamos expuestos a sufrir los males que aquejan al Sistema de Justicia compuesto por diversas instancias y que tiene como último eslabón una prisión de la que nunca se sabe si se saldrá con vida o con posibilidades de vivir dignamente. Mi cobertura de estos temas fue durante la administración de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera como jefes del Gobierno del Distrito Federal. 10 CAPÍTULO 1 ‘Nadie confía en mí porque estuve en la cárcel’ Del delito que cometió habla poco. Sólo se limita a pedir perdón a Dios y a su víctima dondequiera que ésta se encuentre. Al salir de prisión, donde permaneció varios años por secuestro, David Tinajero se enfrentó a lo que la mayoría de los ex reclusos: el desempleo y el estigma por haber estado en la cárcel. Tras abandonar la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, Tinajero fue invitado por autoridades penitenciarias y legisladores a un foro de discusión de una nueva ley penitenciaria realizado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y en su intervención habló de las posibilidades de que los reclusos se reinserten a la sociedad para que no vuelvan a delinquir y de la ayuda que da el Sistema Penitenciario para lograrlo. Sin embargo, al regresar a casa se percató de que su realidad era más cruel de cómo la imaginaba, ya que contaba con 500 pesos para mantener a su familia y debía decidir si los destinaba a comprar alimentos o material para seguir haciendo lo que aprendió en prisión y que le permitió sobrevivir en ésta: artesanías. David camina con su esposa entre los pasillos del tianguis de El Salado, en Iztapalapa, para llegar al área de comida de un centro comercial, donde daría la entrevista en marzo de 2013. Sabe que la zona es peligrosa y prefiere tomar las precauciones necesarias para evitar meterse en problemas, pues lo que menos quiere es regresar a un centro penitenciario. Mientras arregla las bolsas que cubren algunos de sus trabajos realizados en la cárcel, el ex interno relata que la pintura fue una forma de liberarse pese a estar tras las rejas. El hombre recuerda que al llegar al módulo de máxima seguridad de Reclusorio Norte tenía dos opciones: la de ser como otros reclusos que seguían delinquiendo o tratar de mejorar su vida mientras esperaba que le dictaran sentencia. Y eligió la segunda. 11 Conoció en reclusión a Francisco Javier Tejeda Jaramillo, un ex policía federal que fue escolta del capo Caro Quintero. Ambos coincidieron en que a pesar de estar en la cárcel, los internos se pueden superar y redimir sus errores. Y así lo hicieron. David aprendió de Tejeda Jaramillo, quien era encargado del Taller de Artes Plásticas, a pintar y a elaborar artesanías. La mayor parte del tiempo David a eso se dedicaba, pues al llegar el día de visita, debía vender sus trabajos que no todos los familiares de presos estaban dispuestos a pagar, pues preferían llevarles comida o dejarles dinero para sobrevivir. David fue trasladado a la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde conoció a su actual pareja sentimental. También en este centro de reclusión comenzó a destacar por la calidad de sus artesanías al grado de que funcionarios penitenciarios y personal de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal se convirtieron en sus clientes. El 22 de enero de 2013, David abandonó la prisión y ya lo esperaba su esposa e hijo, y en ese momento sólo se abrazaron como si en ese momento no importara el futuro. Mientras comenta sus problemas para encontrar trabajo, David se frota constantemente la barbilla. "De lo único que puedo trabajar es de barrendero porque así no me pueden acusar de que me robé la basura", comenta. Incluso señala su desánimo, ya que no encuentra trabajo por el estigma y porque aún debe ir a firmar para que no le revoquen el beneficio de libertad anticipada que le otorgaron y no puede faltar constantemente a su empleo. El ex recluso accedió a dar una segunda entrevista en julio de 2013, y sus problemas eran los mismos: falta de recursos económicos para elaborar sus artesanías. "Trabajo no (he encontrado), formal no por lo de la firma y por andar con el psicólogo no me dan permiso", lamenta. La CDHDF le ofreció vender sus trabajos en la sede de organismo, además que se dedica a la compra venta de fierro viejo. 12 "En lo que cabe (ahí la llevo), andamos echándole ganas, se presentan muchas tentaciones, pero te encuentras gente que te que busca problemas. "Vas a otros empleos que sí están bien pagados, pero ahí hay cosas indebidas, delitos y yo digo: 'si yo estoy ahí no me la van a creer que yo no soy", es cuidar baños, haciendo la limpieza de los baños, me pagaban muy bien, me pagan mil 500 pesos a la semana, pero ahí entraban a hacer otras cosas", señala. *David Tinajero elabora artesanías para sobrevivir al salir de prisión 13 *El ex recluso teme regresar a la cárcel si tiene algún conflicto en un empleo 14 El objetivo de la prisión La operación de las prisiones del Distrito Federal y el fracaso de éstas ha sido motivo de constantes análisis por parte de expertos y de autoridades que buscan sortear las críticas al Sistema Penitenciario que muchos consideran el “Talón de Aquiles” de las administraciones. Sin embargo, los centros penitenciarios son uno de los últimos eslabones del Sistema de Justicia, pues para llegar hasta éstos, antes deben intervenir otras instituciones, cuya actuación también ha sido criticada por sus niveles de corrupción y violaciones a los derechos de detenidos. Cesare Marchese di Beccaria señala en el libro Tratado de los delitos y de las penas, que las leyes son las condiciones con que los hombres aislados e independientes se unieron en sociedad, cansados de vivir en un continuo estado de guerra, y de gozar una libertad que les sería inútil en la incertidumbre de conservarla. Es por eso que sacrificaron una parte de ella para gozar la restante en segura tranquilidad. Los legisladores, quienes en la mayoría de los casos nunca han visitado una prisión o tenido contacto con el personal operativo de instituciones de seguridad pública y procuración de justicia, son los encargados de elaborar las leyes que rigen en la Ciudad de México. Cuando una persona es detenida, ya sea en flagrancia o tras una investigación, de inmediato debe ser puesta a disposición del agente del Ministerio Público, lo cual no siempre sucede, ya que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) ha documentado casos de detenidos que son llevados a una agencia ministerial varias horas después y tras ser torturados o después de pedirles dinero para ser liberados. Una vez que son llevados ante la autoridad ministerial -que depende de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF)- se inicia una averiguación previa con la que comienza la investigación de la presunta responsabilidad del detenido. La PGJDF debe determinar si es competente para conocer el presunto delito cometido por la persona detenida, pues sólo puede conocer de ilícitos del fuero común, pues en caso de que sean del orden federal debe declinar competencia 15 y canalizar la averiguación previa a la autoridad competente. El agente del Ministerio Público tiene 48 horas para determinar la situación jurídica del detenido, y en caso de requerir más tiempo para la indagatoria, puede solicitar a un juez penal una medida de detención con control judicial, antes conocida como arraigo. El juzgador debe decidir si la concede o no según los elementos aportados por la Procuraduría capitalina. Si la PGJDF determina ejercer acción penal en contra del detenido y si no tiene derecho a fianza, éste es ingresado a un centro penitenciario. El también llamado indiciado rinde su declaración preparatoria, y su defensa puede solicitar la duplicidad de término constitucional que no será de 72 horas sino de 144 para que pueda presentar pruebas y evitar que le dicten auto de formal prisión. Transcurrido ese plazo, un juez debe determinar si el indiciado enfrentará proceso penal por el delito que se le imputa o lo deja en libertad al no haber pruebas suficientes para que enfrente un juicio. Posteriormente se le dictará sentencia que puede ser condenatoria o absolutoria y ésta puede ser apelada por la autoridad ministerial o por el sentenciado. En el Distrito Federalexisten jueces que conocen de delitos graves y de ilícitos que no son considerados graves, antes llamados de Paz Penal, y que permiten que el detenido obtenga su libertad bajo fianza. Desde el 16 de enero de 2015, algunos delitos en el Distrito Federal son llevados mediante el Sistema Acusatorio, que contempla sólo ilícitos culposos o iniciados por querella. En estos casos, la PGJDF puede informar a las partes sobre la posibilidad de que el conflicto se resuelva a través de mecanismos alternos de solución de controversias como la mediación. De ser el caso, el detenido llega a un acuerdo con su víctima y no es necesario que el caso llegue hasta un juez, y si no se logra conciliar, el imputado es puesto a disposición de un juez de control que determinará si su detención fue legal y si lo vincula a proceso, será otro juzgador el que conozca de su juicio mediante la oralidad. 16 Estos delitos son los únicos que pueden llevarse a través de juicios orales, ya que el resto se desarrollan en el sistema escrito. De acuerdo con autoridades del Gobierno del Distrito Federal, a mediados del 2015 todos los delitos ya se realizarían con el nuevo Sistema de Justicia. La pena privativa de libertad El objetivo de la pena privativa de libertad ha sido cuestionado por autoridades, legisladores, jueces, defensores de derechos humanos y académicos, ya que mientras unos coinciden en que en el Distrito Federal todos los delitos deben ser sancionados con cárcel y que se deben elevar las penas en algunos casos, otros aseguran que esta política de "mano dura" no reduce la delincuencia y por el contrario genera sobrepoblación en las cárceles, entre otras violaciones a los reclusos. FaviolaElenka Tapia Mendoza señala en su libro Hacia la privatización de las prisiones, que la pena privativa de libertad nació formalmente a fines del siglo XVIII, y derivó de diversos acontecimientos humanos que la institucionalizaron como la sanción penal más recurrida. La autora consideró importante destacar que el lamento histórico en que emerge esta pena se encuentra vinculado, en gran medida, con la Revolución Industrial, donde la prisión serviría para hilar el excedente de desempleados, vagos, marginados y ociosos que serían sancionados para poder explotar, legítimamente su mano de obra al interior de los establecimientos penitenciarios, a fin de obtener beneficios económicos para el Estado y también para algunos particulares. Existen autores que consideran que la cárcel se creó para dar una lección a las personas que violan la ley, es decir, como medio de control social. En el texto Historia de la Pena y Sistema Penitenciario Mexicano, Guadalupe Leticia García García señala que la prisión llegó a relevar a la muerte y que los más apreciables reformadores del sistema penal -que empujaron los grandes cambios racionales en el ocaso del siglo XVIII- cifraron su esperanza en la privación de libertad. 17 No sólo se trataba de una sanción menos cruenta y más defendible, si se quiere sustentar el castigo en el derecho que pudiera tener el Estado a privar de derechos a los individuos -de la vida, no; sí de la libertad-, sino también de una pena que permite el rescate moral o social del infractor y a la postre es tanto o más intimidante que la muerte- preventiva, pues, de nuevos delitos- en la medida en que el prolongado cautiverio ofrece una grave lección a los potenciales infractores. En México, el tema de la pena privativa de libertad ha sido analizado teniendo como base problemas de las cárceles como la sobrepoblación en los centros penitenciarios, y dicho análisis derivó en la reforma al Sistema de Justicia Penal. Antes de esta reforma constitucional de 2008, la prisión se mencionaba en el artículo 18 constitucional como una pena corporal, pero actualmente se considera como una pena privativa de libertad. Sistema Penitenciario del DF En el siglo XX, el Sistema Penitenciario inició en la Ciudad de México con la prisión de Lecumberri que se inauguró en 1900, que por los malos tratos a los internos fue conocida como "El Palacio Negro". La autora Guadalupe Leticia García García, experta en temas penitenciarios, indicó en el libro antes mencionado que Lecumberri dejó de funcionar como prisión preventiva en 1976, al establecerse los nuevos reclusorios del Distrito Federal. En 1954 comenzó a operar la cárcel de mujeres al Oriente del Distrito Federal, mientras que tres años después se inauguró la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla que fue construida para albergar a reos sentenciados y así disminuir la población en Lecumberri. Este centro penitenciario de Santa Martha Acatitla continúa operando a pesar de los constantes señalamientos por parte de autoridades carcelarias sobre los daños que presenta el inmueble. Aunque durante la administración de Marcelo Ebrard, el entonces secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, informó sobre la construcción de un complejo 18 penitenciario en el área que ocupa actualmente la Penitenciaría, este proyecto no se concretó durante su mandato y sólo se remodelaron dormitorios. Fue hasta 2014 cuando autoridades carcelarias mostraron este nuevo centro penitenciario que consiste en dos torres de cuatro niveles cada una para internos considerados peligrosos o que delinquieron estando presos. Sin embargo, aunque funcionarios de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario informaron que la construcción de esta prisión ya había concluido, hasta marzo de 2015 no había iniciado a operar debido a que el personal de seguridad y custodia y administrativo estaba en proceso de selección y debían aplicarles los exámenes de control de confianza, lo cual es tardado. En 1976 se inauguraron los reclusorios varoniles Oriente y Norte, cuyo objetivo era albergar cada uno inicialmente a mil 500 internos que estuvieran en proceso, ya que como su nombre lo indica sólo eran de carácter preventivo. Sin embargo, actualmente, cada uno tiene una población de aproximadamente 12 mil reclusos, que superan en mucho la capacidad inicial de estos centros con una arquitectura tipo peine, es decir, con dormitorios paralelos, que según expertos es obsoleto, pues no permite tener un control de la población carcelaria. El Sistema Penitenciario está conformado por 10 centros de reclusión, de los cuales dos son femeniles. En la Delegación Iztapalapa se localizan el Reclusorio Oriente, el Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Oriente, el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla y el Centro de Readaptación Social Varonil de Santa Martha Acatitla (Ceresova), en el que se encuentra además el módulo de máxima seguridad conocido como "Diamante" que comenzó a operar en octubre de 2010. Al igual que los reclusorios Norte y Oriente, el Reclusorio Sur, que se encuentra en la Delegación Xochimilco, se construyó para albergar a reos bajo proceso penal, sin embargo, ante la cantidad de población, esto no ocurre y también se encuentran reclusos sentenciados. En esta demarcación también se encuentra la cárcel femenil de Tepepan y el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial (Cevarepsi), que alberga a reclusos inimputables o que tiene algún padecimiento mental. 19 El Reclusorio Norte se construyó en la Delegación Gustavo A. Madero, así como el Centro de Ejecución de Sanciones Penales Norte, mientras que en la Delegación Miguel Hidalgo se encuentra el Centro de Sanciones Administrativas, conocido como "El Torito", a donde son canalizadas las personas que violan la Ley de Cultura Cívica del DF y a las que un juez cívico les impone un arresto. 20 CAPITULO 2 El ocio tras las rejas Aún no ha sido declarado inocente o culpable de los delitos de lenocinio, violación, robo y extorsión,pero David Mondragón lleva tres años y cuatro meses bajo proceso penal en el Reclusorio Oriente, donde aseguró, no existen suficientes actividades para que los internos se mantengan ocupados y que les sirvan para enfrentar su egreso de la cárcel. David estimó que el 80 por ciento de la población de este centro penitenciario dedican la mayor parte del tiempo al ocio, pues son pocos los que tiene un trabajo remunerado o realizan otras actividades para su reinserción social. Entre las opciones que los reclusos tienen para obtener recursos económicos están las comisiones, lo que implica laborar en áreas de servicios generales como limpieza, jardinería, entre otras. “Los que tienen comisión dedican la mayor parte del día, tiene su gafete, el resto no, estamos hablando de un 80 por ciento de ociosidad, que solamente están esperando que llegue la hora de la comida para comer y lo poco que pueden salir según se maneje en su dormitorio”, comentó el interno. Los talleres de capacitación que se imparten, dijo, no sirven para que un interno sobreviva al salir de prisión y mucho menos para mantener a su familia. Incluso aseguró que sólo se dan estos talleres para justificar que la Subsecretaría de Sistema Penitenciario busca reinsertar a la sociedad a la población penitenciaria. “Los talleres son de justificación porque obviamente no puedes vivir con lo que logres aprender ahí, son como ocupacionales, pero no tiene ningún sentido o futuro a largo plazo porque los programas de la Subsecretaría no están dirigidos hacia un desarrollo de una reinserción social, de una personalidad, de un oficio, de una profesión, de una carrera técnica o de un impulso interno para los reos. “Que les haga digamos contemplar con conciencia, su cambio de vida, es decir, pueden cambiar su vida”, dijo. 21 Los reclusos, señaló, permanecen horas sin realizar alguna actividad productiva, y prefieren enfocarse en cometer delitos. “¿Qué es lo que aprendemos aquí todos? Puras mañas, si quieres aprendes lo malo, si no quieres pues no aprendes lo malo, pero te cuesta más trabajo mantenerte, sin mancharte las manos, sin hacer algo”, reconoció. La falta de programas de reinserción social, aseguró David, deriva de problemas de fondo en el Sistema Penitenciario como la corrupción. A esto, dijo, se suma la falta de tratamientos adecuados para los internos, ya que uno de los pendientes es la debida clasificación de los reclusos para que estén en dormitorios adecuados y no se mezclen con internos que cometieron delitos más graves. Para el Gobierno del Distrito Federal, aseguró, todos los internos son peligrosos, por lo que les conviene tener llenas las cárceles para justificar su existencia. “Trabajo Social debería revisar cada uno de los casos (de internos) para darles el tratamiento adecuado, pero no hay nada de eso, los que te examinan en Sicología y en Criminología sólo te provocan para ver tu reacción, si eres violento, es lo que les interesa y solamente plasman en sus informes protocolos que no tienen nada que ver con un estudio real y profundo. “No se puede por mera lógica profesional no se pueden sacar conclusiones de una sola entrevista y aquí te entrevistan una sola vez y sacan sus conclusiones”, criticó. David, quien dice ser inocente de los delitos que le imputan, aseguró que los servidores públicos como custodios y directores de cárceles son un obstáculo para la reinserción social, ya que terminan siendo parte de la corrupción. “Aunque haya un servidor público que quiera ser honesto y cumplir con su trabajo haría el ridículo, todos vienen a buscar un beneficio diario de los miles de millones de pesos que salen de las cárceles, esa es la visión “No tiene ningún sentido que un servidor público cumpla con su trabajo cabalmente porque se lo van a echar a perder al siguiente paso porque todos vienen con la visión de sacar provecho”, enfatizó. Lamentó que los custodios tengan salarios bajos a diferencia de otros países. 22 Es por eso, señaló, que el personal penitenciario pide dinero a la población penitenciaria por el pase de lista, por hablar por teléfono, por el ingreso de familiares de los reos, entre otras cosas que deben ser gratuitas. “He visto sus recibos de pago, los custodios llegan a cobrar hasta mil pesos de sueldo, por todos los descuentos, comparados con otros países como España y Francia donde un custodios gana entre 30 y 35 mil pesos al mes”, aseguró. Pero la corrupción también se da entre los internos y funcionarios penitenciarios, dijo, ya que los internos pueden pagar 10 pesos para no acudir a la escuela y que les pongan asistencia, debido a que es un requisito para obtener un beneficio de libertad anticipada. El recluso aseguró que las cárceles no cumplen el objetivo de la reinserción social, sino sólo contienen a los que las autoridades consideran delincuentes aunque no hayan sido sentenciados. El fracaso en las cárceles, dijo, evidencia las fallas en todo el sistema de justicia. “Se supone que la inseguridad es un problema que está azotando a la Ciudad y debe estar encaminado hacia la reinserción social o el conocimiento absoluto del comportamiento de los presos porque se supone que para el Gobierno los que estamos presos, todos en general somos peligrosos, pero qué resulta, que la lógica nos dice otras cosas. “Diariamente vemos ejecuciones del crimen organizado en la Ciudad de México, observamos en los medios de comunicación cuerpos cortados, desmembrados en la Ciudad, en la periferia, secuestros, asesinatos de niños, de mujeres, lo que no se veía antes y asesinatos cada vez más crueles, casos que se les van de la mano a las autoridades teniendo la posibilidad de rescatar a personas con vida, que están secuestradas y por su burocracia no lo consiguen, porque son incompetente”, señaló. Consideró incluso que las cárceles de la Ciudad de México deberían privatizarse a fin de lograr que los internos mejoren su productividad al interior y obtengan las herramientas laborales necesarias para que puedan regresar a las calles y no cometan delitos. “Es difícil que pueda cambiar su vida por las propias condiciones, por la propia naturaleza de que no va dirigida la política de Sistema Penitenciario a una 23 reinserción social sino más bien a tratar de cubrir sus errores, necesitaría privatizarse para que tuviera un enfoque de productividad, de interés hacia los internos”, dijo. Pagan por su libertad La Ley de Sanciones Penales y Reinserción Social para el Distrito Federal establece que los internos pueden obtener un beneficio de libertad anticipada si cumplen con ciertos requisitos como que su delito esté contemplado en dicha normatividad, haber cumplido un porcentaje de su condena, y mostrar avances en su tratamiento a través de actividades educativas, laborales, culturales, deportivas y recreativas. Un interno que ha sido sentenciado y busca obtener una pre liberación puede acceder a la reclusión domiciliaria mediante monitoreo electrónico a distancia, eI tratamiento pre liberacional; la libertad preparatoria, y la remisión parcial de la pena. Estos beneficios los otorgan los jueces de sanciones penales que entraron en funciones el 19 de junio de 2011 como lo señala la Reforma al Sistema de Justicia. El monitoreo a distancia se realiza a través de un brazalete electrónico que se les coloca a los internos, quienes deben pagar cierta cantidad por este aparato. Los reclusos que tramiten esta pre liberación deben ser primodelincuentes, que su sentencia sea mayor a cinco años y menos de 10 y que les falten por lo menos dos años para obtener el beneficio de tratamiento pre liberacional. Deben cubrir además la reparación del daño y obtener resultados favorables en los exámenes técnicos que se les practiquen. También deben comprobar que tendrán un empleo al salir de prisión oentregar constancias de que seguirá estudiando. Este requisito es uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan los internos, así como contar con un aval afianzador y apoyo familiar. 24 Otro beneficio penitenciario es el tratamiento pre liberacional que implica preparar al sentenciado y a su familia para el egreso de éste a través de salidas grupales con fines culturales y recreativos. Estas visitas a museos, cines o centros recreativos fueron un problema para las autoridades carcelarias, ya que aunque la ley anterior en materia ya las contemplaba no siempre se cumplía. Fue hasta el 19 de junio de 2011 cuando entró en vigor la Ley de Sanciones Penales para el DF cuando los internos fueron externados momentáneamente siempre vigilados por custodios, ya que de lo contrario se violaría la normatividad. Este tipo de pre liberación se otorga a los internos que hayan compurgado el 50 por ciento de su pena y que sean primodelincuentes, así como que acrediten los estudios técnicos que les practiquen en la cárcel. Para acceder a este beneficio, los reclusos deben tener buena conducta y haber participado en actividades culturales, deportivas, recreativas y educativas al interior del centro. Deben cubrir la reparación del daño y no enfrentar otro proceso penal, además que las autoridades carcelarias deben enviar un informe a los jueces de sanciones penales sobre la evolución del sentenciado en el tratamiento de reinserción social. La libertad preparatoria se otorga a los reclusos que hayan cumplido las tres quintas partes de la pena de prisión impuesta y que aprueben los estudios técnicos, así como que adopten un modo de vida honesto y cubran la reparación del daño. Los reos que tengan un proceso penal vigente o hayan sido condenados por sentencia ejecutoriada por delitos dolosos no tienen acceso a este beneficio. Tener un empleo en prisión es importante para los internos que quieran obtener la remisión parcial de la pena, ya que por cada dos días de trabajo se resta uno de prisión. Para obtener esta pre liberación el sentenciado debe tener buena conducta durante su estancia en prisión y participar regularmente en las actividades laborales, educativas, y deportivas y mostrar avances en el tratamiento de reinserción social, lo cual se evalúa con los estudios técnicos. 25 Sin embargo, esto no resulta sencillo para la población penitenciaria, ya que muchos reos al no tener familia deben trabajar de lo que puedan y no tienen tiempo para ir a la escuela. Reforma publicó en septiembre de 2011 que en el Reclusorio Sur, los internos podían pagar 10 pesos para no acudir a la escuela y tener asistencia. Aunque no estuvieran presentes en las clases, los reclusos que pagaban por su asistencia podían obtener el aval del centro escolar de que habían cursado algún nivel educativo, y así cumplir con uno de los requisitos solicitados para tramitar la pre liberación. Para esta nota titulada Exentan clases reos pagando desde $10, se entrevistó a internos, quienes reconocieron que realizan este pago desde hace varios años, y argumentaron que no siempre pueden asistir a clases, pues también tienen que trabajar, por lo que pagan para acreditar sus estudios. Debido a que se debe cursar algún nivel académico en prisión para poder tener acceso a un beneficio de libertad anticipada, los reclusos cometen esta mala práctica, que incluso puede ser un delito. Para algunos internos estudiar tras las rejas es perder el tiempo, ya que los mismos internos que son nombrados asesores tras acreditar sus estudios son los que imparten las clases, por lo que el nivel de enseñanza es bajo, incluso señalaron los presos consultados, que más del 90 por ciento de los reos inscritos en el centro escolar tienen como objetivo obtener la pre liberación. Los reos coincidieron en que este cobro se da desde la primaria hasta el nivel bachillerato, pues a nivel licenciatura o doctorado, son menos alumnos y se les dificulta hacer este pago, debido a que constantemente acude a los centros personal de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) con quien tiene convenio la institución carcelaria para impartir algunas carreras. Dos años después, el mismo medio de comunicación dio a conocer que esta práctica también se registraba en el Reclusorio Oriente. Las autoridades penitenciarias recibieron una carta en la que se denunció la venta de certificados escolares. La misiva fue dirigida a la Subsecretaría de Sistema Penitenciario y la Secretaría de Gobierno; en ésta se mencionó que un hombre, identificado 26 como "Licenciado César", encabezaba una red de venta de documentos y plazas a internos que pretenden dar clases. "La corrupción inicia en el área de primaria y secundaria, ya que cobran al interno cuotas que van desde los $10.00 por falta, hasta $30.00 por semana por no asistir a la escuela”, señalaba la denuncia. "Los encargados de cobrar el dinero son los internos, uno apodado 'El Taison', 'Moisés', y Héctor Velázquez, los cuales sirven de enlace con los internos para realizar la venta de certificados, los cuales tienen un costo de los 500 a los 1000 pesos", indicaba la carta. Cada centro de reclusión tiene un centro escolar, donde los profesores son internos que se capacitan para esta labor. De acuerdo con estadísticas de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario, en 2012, de 41 mil 499 internos que se encontraban en las cárceles capitalinas, 13 mil 705 estudiaba en prisión.Sólo 255 reclusos cursaban en ese entonces la licenciatura; dos internos estudiaban una maestría; un reo el doctorado; 3 mil 800 la preparatoria y alrededor de 2 mil el bachillerato.El 19 por ciento de los reclusos tomaba en 2012 cursos de inglés, taquigrafía y computación. En las cárceles del Distrito Federal, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) imparte diversas licenciaturas y la de mayor demanda es Derecho, principalmente por el interés de los reclusos en entender su situación jurídica. Los internos que cursan esta carrera no pueden litigar al interior de las cárceles, pero estas reglas no siempre son respetadas, ya que hay reclusos que cobran a otros por tramitar amparos principalmente.En materia laboral, las cifras no son más alentadoras. De acuerdo con datos solicitados a la Oficina de Información Pública de la Secretaría de Gobierno, de quien depende el Sistema Penitenciario, en las cárceles del Distrito Federal hay 14 socios industriales, que son empresas que elaboran sus productos al interior de los centros penitenciarios y dan empleo a los reclusos. Las empresas que se ubican al interior de las cárceles, según la autoridad carcelaria, quien no dio detalles sobre las actividades que éstas realizan, son: 27 *Artículos Deportivos Xochimilco *EDISA *Mecánica y Estrategia Empresarial de México *Chateu *Empaques Graba Imagen *Plaza y Valdés. *M.B.M Impresora *Enkaplast *Porvenir Familiar *Consorcio Yecapán *La Cosmopolitana, encargada de la alimentación de los internos, pero también tiene a algunos de estos trabajando. *Agua Pre S.A de C.V, que es una embotelladora de agua. *SIUA Regalos y Servicios *Roberto Yáñez Anta Reforma publicó en 2006 que el número de reos dedicados a actividades industriales en los reclusorios era seis veces mayor que en 2004 al pasar de 180 reclusos a mil 200 con la llegada de nuevas empresas.De 33 mil internos que albergaban en ese entonces las cárceles capitalinas, los que laboraban en estas empresas representaban sólo el 3.6 por ciento.Siete años después la situación no mejoró. Según el oficio SG/OIP/2039/13 de la Oficina de Información Pública de la Secretaría de Gobierno, sólo mil 149 internos ejercían actividades productivas en los centros penitenciarios del Distrito Federal, según cifras del 30 de agosto de 2013. Estas estadísticasmuestran que en los últimos siete años, el número de internos que obtiene empleo en estas empresas no ha aumentado, ya que son casi los mismos reos dedicados a estas actividades industriales, sin embargo, hasta el 23 de agosto de 2013 la población penitenciaria era de 41 mil 323 y en 2006 sumaban 33 mil. La institución carcelaria informó en este oficio que los convenios con socios industriales se celebran de acuerdo con lo establecido en la Ley de Sanciones 28 Penales y Reinserción Social para el Distrito Federal y el artículo 20 del reglamento de dicha normatividad. En esta ley también se establece que el pago que reciben los internos nunca será menor a un día de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal. Sin embargo, los reclusos no reciben su sueldo íntegro, ya que el 70 por ciento es para ellos y sus familiares; el 20 por ciento para la reparación del daño, cuyo monto establece el juez que les dictó sentencia y el resto para el fondo de ahorro que se les entrega al salir de prisión. En julio de 2013, el entonces director del Reclusorio Oriente, Hermilo Velázquez, señaló en entrevista que alrededor de cinco empresas dan empleo a internos de esta cárcel, pero se sumarían otras tres, aunque también reconoció que ya no había espacios para las naves industriales. “El objetivo principal (de la exposición) es dar a conocer los diversos oficios, talleres, mecánica, afinación, motores, gastronomía, costura, etcétera para que el día de mañana, que va a suceder, afortunadamente de todos estos internos, salgan y tengan ese oficio certificado sobre todo allá afuera y pongan su pequeña o gran industria para que obtengan recursos para su familia y eviten volver a recaer en algún delito”, dijo. El funcionario aseguró durante una exposición de capacitación laboral a internos que se debía convencer a los empresarios que dar empleo a reclusos no representa un riesgo. “Al empresario hay que convencerlo de que ésta es una oportunidad y que se les garantiza la seguridad laboral aquí y sobre todo de sus productos, ellos creen que al entrar a un reclusorio son saqueados, robados y no es así, pasa, no lo dudo, pero es más fácil que los roben afuera que adentro”, enfatizó. De 12 mil internos de este centro penitenciario, informó, aproximadamente 450 laboran en estas empresas, alrededor de mil 500 en otras áreas como servicios generales, y el 70 por ciento de la población se dedica a la artesanía. Velázquez reconoció que debido al estigma sólo el 15 por ciento de los ex reclusos encuentran trabajo, sin embargo, con el proyecto del Sistema Penitenciario para industrializar los centros de reclusión, el porcentaje podría elevarse hasta el 50 por ciento. 29 La problemática se agrava en el módulo de máxima seguridad conocido como “Diamante”, que alberga a los reos más peligrosos, ya que como lo señaló en 2011 Rosalinda Salinas Durán, segunda Visitadora de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) es utilizado como zona de ocio, debido a que no hay actividades productivas en las que los reclusos puedan participar.Los internos de este módulo tampoco tienen acceso al trabajo penitenciario. La CDHDF ha documentado en decenas de recomendaciones (que son instrumentos para que las instituciones atiendan violaciones a derechos), los problemas de las prisiones de la Ciudad de México como el hacinamiento. En 2007, el periódico Reforma publicó una nota en la que se evidenciaba el nivel de hacinamiento en el Reclusorio Oriente, ya que en una celda de 12 metros cuadrados dormían 80 reclusos. De acuerdo con el reportero Antonio Baranda, en una celda del Reclusorio Preventivo Oriente, diseñada para máximo 18 personas, dormían 80 internos. Las estadísticas de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario también muestran el incremento de la población carcelaria. 30 Año Población de reclusorios del DF 2000 21857 2001 22053 2002 20676 2003 23928 2004 28667 2005 31332 2006 32628 2007 34627 2008 38094 2009 40614 *Estadísticas de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario de población en prisiones del Distrito Federal. ‘Custodios ven corrupción como un derecho’ Los problemas que enfrentan las cárceles capitalinas para la reinserción social no sólo derivan de sus malas condiciones sino también del factor humano. Así lo señaló Margarita Malo, quien durante siete años se desempeñó como directora de prisiones del Distrito Federal y actualmente dirige un centro de tratamiento para adolescentes en conflicto con la ley en el Estado de México. En entrevista aseguró que la corrupción en el Sistema Penitenciario capitalino es un mal histórico que se ha convertido en una ley para servidores públicos carcelarios. En la actualidad, dijo, los custodios ven en la corrupción un ingreso al que tienen derecho, pues ya no lo perciben como una actividad ilegal. 31 “El personal de seguridad sí está muy viciado, obviamente requiere de la otra parte para que esto se siga dando”, señaló. Malo aseguró que el papel del personal penitenciario no debe ser el de reprimir a la población, sino de aplicar debidamente un tratamiento para que ésta se reinserte a la sociedad. “Pero esa corrupción, sí te puedo decir que es la que impide que realmente se invisibilice un trabajo honesto, equitativo, en la búsqueda de que realmente las cárceles tendrían que ser manejadas con esquemas no represivos, sino que estemos siempre conscientes de que estamos tratando con personas, con seres humanos. “Y que al final de cuentas ya fueron juzgados por una autoridad y a nosotros nos toca ver la otra parte, la parte en la que podamos nosotros apoyar para que reflexionen sobre lo que los llevó allá y darles elementos para reinsertarse de forma positiva a la sociedad y a su familia”, señaló. Actualmente labora en la Escuela de Reintegración Social para Adolescentes del Estado de México, y dirigió durante cuatro años la cárcel femenil de Santa Martha Acatitla, un año el Reclusorio Sur, uno el Centro de Readaptación Social Varonil (Ceresova) y un año el Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Oriente, conocido como “Anexo Oriente”. La funcionaria destacó que en el Anexo Oriente el tratamiento a internos es más personalizado debido a que son menos reclusos. Sin embargo, señaló que en cárceles con hasta 12 mil reos, es imposible dar un tratamiento adecuado, necesario para la reinserción social. Los obstáculos para atender debidamente a los internos, dijo, son entre otros, la sobrepoblación y la falta de personal. “Yo veo muy complicado el tema de la reinserción en la actualidad en el Sistema Penitenciario del Distrito Federal porque en las condiciones que actualmente están, con una sobrepoblación inmensa, con una falta de personal también muy grande y obviamente falta de condiciones para llevar a cabo un tratamiento que realmente busque el que tengan elementos para reinsertarse de manera positiva, si es prácticamente nulo. “Yo creo que se puede, sí se puede trabajar de una mejor manera en los espacios reducidos… es mucho más factible llevar a cabo el tratamiento y darle 32 realmente un seguimiento a cada uno de los internos, sin embargo en las cárceles donde hay 10 mil, 12 mil , prácticamente es imposible”, enfatizó. Los niveles de sobrepoblación, justificó, impiden clasificar debidamente a los reclusos y separar a procesados y sentenciados a fin de respetar el perfil criminológico y que sean colocados en dormitorios adecuados. “Yo creo que todo esto te ayuda mucho a la estabilidad porque te da estabilidad en ellos al tener un mejor esquema de convivencia, pero las condiciones actuales de las cárceles del Distrito Federal, realmente distan mucho de poder buscar una reinserción”, insistió. La saturación de las prisiones,señaló, derivó de las políticas implementadas en el Distrito Federal como el incremento de las penas y la reducción de beneficios, dejando en la cárcel en su mayoría a población marginada. La funcionaria confió en que con la implementación de la reforma al sistema de justicia, cuyo plazo vence en el 2016, se despresuricen las cárceles capitalinas. “Eso indudablemente ayudaría a despresurizar las cárceles, no de manera inmediata, pero sí en un corto y en un mediano plazo porque esa reforma va encaminada a que únicamente por delitos graves sean los que ameriten una pena privativa de libertad y que para los delitos no graves, o los delitos leves existan otras alternativas que ya los disponen los códigos penales o el Código de Procedimientos Penales”, explicó. A estos cambios, dijo, se suman tratamientos diferenciados según el delito cometido y actividades en libertad o semi libertad. “Yo creo que ese es un punto que tendría que valorarse, el que puedan implementarse las reformas al sistema de justicia oral”, señaló. Malo coincidió con internos que aseguraron que las actividades productivas que realizan en prisión no les generan herramientas necesarias para su manutención al salir de la cárcel. “Es cierto, hay muy pocas herramientas que se les están brindando a los internos para la generación de habilidades, de oficios, que buscan tener herramientas para auto emplearse en diversas rubros”, enfatizó. 33 Falla industria penitenciaria La ex directora de cárceles del DF aseguró que se debe revisar la industria penitenciaria en la capital del país, ya que hay cada vez menos socios industriales que coloquen sus empresas al interior de los centros penitenciarios y por lo tanto, menos reclusos con empleo. De acuerdo con la funcionaria, los socios industriales tienen beneficios al instalar sus empresas en los reclusorios, sin embargo, los trámites engorrosos provocan que éstos desistan de sus intenciones por elaborar sus productos en las cárceles. “La industria penitenciaria cada vez se ha ido a menos, los socios se han estado retirando entiendo, y esto tiene que ver con los esquemas de regulación que hay para que el socio pueda participar al interior del Sistema Penitenciario,” dijo. Las naves industriales, como se le llama al espacio que dan las autoridades carcelarias a las empresas, se han ido deteriorando. “Es cierto que se les dan beneficios de que no pagan luz, de que no pagan agua, pero están teniendo en el convenio, hay que estar pagando por el espacio. “Como que hay ciertas trabas, es muy burocrático eso y realmente también los espacios que hay en los reclusorios grandes pues sí son naves grandes, pero que se van deteriorando, de que no les dan mantenimiento o la inversión que le piden al socio generar, ya hizo que no les resulta”, detalló. Para mejorar la industria penitenciaria, propuso, los internos deberían elaborar productos necesarios para las dependencias del Gobierno del Distrito Federal (GDF) como anteriormente se realizaba. Recordó que los reclusos elaboraban sábanas para hospitales del Gobierno de la Ciudad, entre otros productos, por lo que además de verse beneficiados, colaboraban con la sociedad. “Sí habría que echarle una mirada fuerte a lo que es la industria penitenciaria, a lo mejor buscando lo que en años se daba que pudieran realizarse al interior de 34 las cárceles trabajos para el propio Gobierno, que no era nada malo, al contrario. “El hecho de que se hicieran las placas de los coches en los reclusorios o que pudieras maquilar los uniformes, las sábanas para hospitales del Gobierno”, dijo. La inversión privada, aseguró, es una opción ante el problema en la materia que enfrentan los centros penitenciarios. Sin embargo, acotó, debe intervenir solamente en el área de servicios generales y no delegarle funciones que sólo le corresponden al Gobierno. “Eso es lo que habría que buscar, esquemas en donde hubiera participación privada también compromiso de parte del Gobierno, pero para generar eso, fuentes de trabajo, fuentes de capacitación, que son las herramientas que tendrían ellos para poderse insertar de manera productiva cuando obtienen su libertad”, enfatizó. El 18 de octubre de 2013, la Subsecretaría de Sistema Penitenciario informó a través de una tarjeta informativa enviada a medios de la comunicación que se realizaría dos días después la Quinta Feria de la Transparencia y en dos stands se daría asesoría jurídica e información a familiares de internos sobre beneficios penitenciarios y defensoría pública. También se invitó a empresarios y a la ciudadanía a incorporarse como socios industriales a fin de generar empleo para los reclusos al interior de los centros penitenciarios.Personal de la Dirección del Trabajo fue el encargado de dar informes a los interesados en instalar empresas en las cárceles.En esta feria que se instaló en Avenida Paseo de la Reforma se exhibieron además artesanías elaboradas por los reclusos. El problema de la industria penitenciaria fue confirmado por un socio industrial que señaló los obstáculos que enfrentan las empresas para instalarse en las cárceles del Distrito Federal y dar empleo a los internos. La planta embotelladora Agua Pre S.A de C.V que daba empleo a aproximadamente 15 internos del Reclusorio Oriente y la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla fue cerrada durante varios meses por la Subsecretaría de Sistema Penitenciario. 35 De acuerdo con Javier Pineda, socio de esta empresa, las autoridades carcelarias cerraron los talleres en agosto de 2013, aunque según la dependencia de Gobierno fue en octubre.Desde hace 10 años esta empresa se dedica a la purificación y envasado de agua que se vende a los reclusos a menor costo que en las tiendas de los centros de reclusión.Pineda informó que el cierre se debió a que en el taller ubicado en el Reclusorio Oriente, los custodios decomisaron material utilizado para fabricar los sellos de los garrafones.El personal de seguridad llevó el material al área de Gobierno, donde la entregaron a funcionarios penitenciarios ante la posibilidad de que se tratara de solvente y pudiera ser utilizado por reclusos para drogarse. Pineda detalló que los internos que laboraban en este taller llegaron a trabajar y se percataron de que los custodios colocaron candados para impedir que ingresaran.Los reclusos dieron aviso a los encargados de la empresa, quienes llevaron los documentos en los que se autorizó el ingreso del material, sin embargo, no lograron que se reabriera el lugar. Pineda aseguró que esta sustancia no representa ningún riesgo y es utilizada desde hace ocho años, además que insistió en que su ingreso fue autorizado por las autoridades carcelarias.La institución penitenciaria informó que la empresa fue cerrada como medida de seguridad, debido a que se encontró un bidón con aproximadamente nueve litros de una sustancia líquida con características similares a las del solvente.Para determinar la sustancia, el líquido fue enviado a un laboratorio privado mientras que el área de Trabajo Penitenciario decidió iniciar un acta administrativa y cerrar la planta el pasado 14 de octubre.Pineda rechazó que la sustancia sea solvente, incluso criticó que otras empresas como las que confeccionan ropa tengan tijeras que sí representan un riesgo para los reclusos.“Llegó el rondín y sacó el bote, sacamos el memorando donde se autorizó el ingreso de ese acondicionador y dijeron que no les importaba y se lo llevaron a la Dirección junto con la herramienta. “Ese material se ha usado durante años en la fabricación y al día siguiente que nos presentamos ya le habían puesto candados al taller y no nos dejaron entrar”, señaló. 36 Pineda aseguró que la sustancia se tenía resguardada en una oficina que tiene la empresa al interior del reclusorio y nuncase ha hecho mal uso del material.Lamentó que cada vez haya menos socios industriales que se interesen en dar empleo a la población carcelaria por los obstáculos que ponen las autoridades. “Ve cuántos socios quedan ahorita, no han vuelto a incrementar la plantilla por tantas trabas, tan difícil que es, no dan facilidades, todo se complica.“¿Cómo vas a hablar de reinserción si te están hostigando, hostigando, hostigando. ¿Quién quiere trabajar? Nadie”, criticó. En noviembre de 2013, el taller de Agua PreS.A de C.V que se encuentra en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla fue reabierto luego de que los socios y las autoridades penitenciarias llegaran a un acuerdo. La Subsecretaría de Sistema Penitenciario, aseguró, prometió que posteriormente reabrirían el taller del Reclusorio Oriente para que la empresa pudiera seguir funcionando y los internos tuvieran empleo. El material que motivó el cierre, dijo Pineda, permanecería en una oficina del área de Gobierno del Reclusorio Oriente. En 2012 Agua Pre S.A de C. V fue cerrada durante 10 meses por retrasos en los pagos mensuales conocidos como “cargos indirectos”, pero se llegó a un acuerdo con la institución penitenciaria y los talleres fueron reabiertos. Las dos ocasiones que los talleres fueron cerrados, acusó Pineda, la maquinaria se quedó adentro, lo que impidió que pudieran seguir laborando al exterior. Los internos se quedaron sin empleo, dijo. Reinciden 40% de reos De acuerdo con Malo, el porcentaje de reincidencia en las cárceles del Distrito Federal es de aproximadamente 40 por ciento. Esto, aseguró, se debe a la falta de oportunidad, debido al estigma que enfrenta la población penitenciaria. “Sí hay un porcentaje alto, cuando yo estaba se hablaba de un 40 por ciento de reincidencia, esto tiene que ver también con la falta de oportunidades que hay en el exterior, con las trabas que les ponemos a los chicos una vez que salen en libertad para poderse insertar al campo laboral y a muchos otros espacios, yo creo que ahí es culpa de todos nosotros”, señaló. 37 Al salir de prisión, explicó, las empresas les piden avales para darles empleo, así como una carta de antecedentes penales, por lo que algunos ex internos se cansan y deciden volver a delinquir. Mientras dirigió cárceles en la ciudad, recordó, se percató que muchos internos hicieron lo posible por cambiar su vida, pero se les cerraron las puertas constantemente para hacerlo de una forma digna. “El hecho de que no se puedan incorporar a ninguna empresa porque tiene que tener la carta de antecedentes penales, no pueden obtener muchos avales de ningún lado por el estigma de haber estado en la cárcel, de no darles oportunidad. “Entonces yo creo que hay gente que se cansa, me consta que sí hicieron su mejor esfuerzo por irse por la derecha como ellos dicen, pero que les cerraron las puertas y les cerraron las puertas y acaban regresando al mismo mundo que ya conocía”, enfatizó. Sin embargo, también hay personas que hicieron del delito su modo de vida. “No quieren dejar por ningún motivo porque es muy lucrativo, les requiere menos esfuerzo aunque hay mucho de riesgo, pero lo prefieren a insertarse como cualquier ciudadano en una actividad normal laboral que implica más disciplina, más horarios, más tiempo, a lo mejor menos ingreso, pero ellos refieren la otra parte”, aseguró. La asociación México Evalúa dio a conocer en agosto de 2013 el estudio “La Cárcel en México. ¿Para qué?”, en el que documenta el abuso de la prisión y las pocas medidas alternativas como multas y reparación del daño. Los autores Leslie Solís, Néstor de Buen y Sandra Ley, basados en información del investigador Guillermo Zepeda Lecuona, señalaron que el propósito de la prisión en México, tal como lo define el artículo 18 constitucional, es lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir. Esto se debe lograr con base en los derechos humanos, el trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte. Sin embargo, lejos de ser un castigo exclusivo para quienes realmente han cometido un delito y deben purgar una sentencia, la cárcel en México se ha convertido, en gran medida, en el lugar para albergar a individuos acusados por delitos no graves o que se encuentran en espera de un proceso judicial y la 38 determinación de una sentencia. En lugar de ser un espacio para promover la reinserción a la sociedad de quienes violan la ley, las prisiones mexicanas son espacios hacinados, donde los derechos humanos no son respetados y la violencia prevalece. En este estudio, México Evalúa hace referencia al autor Jeremy Bentham, quien señala que la cárcel cumple con al menos tres funciones: incapacitar, rehabilitar y disuadir. La incapacitación se refiere a quitarle al sentenciado la posibilidad de cometer más delitos. La rehabilitación se centra en la eliminación del deseo de delinquir. La disuasión busca causarle temor, tanto al sentenciado como a la población en general, de violar la ley y ser sancionado por ese motivo. La asociación señala que el modelo penitenciario fracasó en la reinserción social y muestra de ello son los niveles de reincidencia. En México, el porcentaje de sentencias condenatorias a personas reincidentes en 2012 fue de 15.5. No obstante, precisa el estudio, esta cifra podría ser más alta, puesto que en 13.7 por ciento de las sentencias no se especificó la condición de reincidencia. Esta tendencia se observa al menos desde 2009, cuando el INEGI comenzó a publicar estos datos. En ese año, el porcentaje de reincidencia fue de 14.3; en 2010, bajó a 13.6; en 2011, subió a 14.7; y finalmente, en 2012 se ubicó en 15.5. En 2012 a nivel nacional se registró un porcentaje de reincidencia de 17.1 en los delitos del fuero común, mientras que en los delitos del fuero federal fue de 11.1 por ciento. El Distrito Federal es la entidad con mayor porcentaje de reincidencia con 35.2; le sigue Colima con 22.9; Yucatán con 21.2; Baja California con 17.8; Sonora con 17.3, y Guanajuato con 17.2. Los Estados con porcentajes más bajos son Guerrero y Tabasco, con tres cada uno; Sinaloa con 3.8; Chihuahua con 5.5, y Chiapas con seis. El informe destaca que estos estados presentan un alto porcentaje de casos para los que el estado de reincidencia no se especifica. En particular, en Guerrero, este porcentaje de “no especificados” asciende a 61.4; en Tabasco, a 67.8; y en Sinaloa, a 67.8. 39 De acuerdo con los investigadores, es evidente que hay un problema si las personas que salen de los centros penitenciarios vuelven a delinquir. A esto se suma que en el sistema de procuración de justicia, la capacidad para investigar y resolver ilícitos es baja. Esto deriva en la incertidumbre sobre el número preciso de personas que reinciden actualmente en las calles de México después de haber pasado un periodo en la cárcel. Además de que la cifra de reinserción sólo nos dice a cuántos se detuvo de nuevo, pero no a los miles que nunca se logró investigar. Hacen del delito su estilo de vida En las cárceles capitalinas, la mayor parte de los internos agota las opciones para recuperar su libertad. No importa cómo. Ellos quieren abandonar la prisión aunque su futuro sea incierto, pues la mayoría carece de empleo y dinero para solventar sus gastos una vez que regresen a las calles. Al recibir sentencia condenatoria, los reclusos buscan agotar todas las instancias para modificar la pena impuesta por el juez y obtener menos años de cárcel o ser absueltos. Es por eso que en muchos de los casos interponen un recurso de apelación a las decisiones de los jueces para que una sala penal revise su expediente, o bien, recurren al amparo para que sea la justicia federal, la que les dé una resolución favorable. Agotadas estas opciones, y tras confirmarlas sentencias o incluso aumentarles la pena, los reclusos tienen la opción de obtener un beneficio de libertad anticipada, dependiendo de los años que lleven en prisión y si la Ley de Sanciones Penales y Reinserción Social para el Distrito Federal establece que por el delito que cometieron pueden obtener este beneficio. Como se señaló anteriormente, los reclusos deben cumplir con requisitos como estudiar, trabajar y participar en actividades deportivas y culturales estando en prisión. También deben tener un buen comportamiento que debe ser avalado por autoridades carcelarias, quienes elaboran un informe al respecto y lo envían a 40 las juezas de sanciones penales, encargadas de revisar la petición de los internos y determinar si merecen quedar en libertad. Aunque tienen la posibilidad de salir de prisión, estos ex internos deben ir a firmar periódicamente hasta que cumplan su pena. Si no acuden a firmar se les revoca el beneficio y regresan a prisión. Sin embargo, abandonar la prisión, ya sea porque no fueron encontrados penalmente responsables, porque compurgaron su sentencia u obtuvieron una pre liberación, no garantiza que los internos no volverán a delinquir. Las autoridades, principalmente la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF) y la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) destacan en sus comunicados de prensa cuando una persona que es detenida ya tiene ingresos a reclusorios. El 13 de septiembre de 2013, la PGJDF dio a conocer la detención de dos personas por comprar un vehículo con cheque sin fondos. Se trata de Juan Jesús Reyes Martínez y Rafael Maldonado Espinoza, quienes fueron consignados ante un juez penal por fraude. Maldonado Espinoza, informó la institución, ya había ingresado en otras dos ocasiones a cárceles del Distrito Federal por robo agravado. En el caso de las personas que fueron preliberadas, se han revocado los beneficios porque consumieron drogas, no se presentaron a firmar o volvieron a delinquir. Aquellos que solicitan el beneficio del brazalete electrónico son monitoreados permanentemente desde la sede de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario, ubicada en San Antonio Abad, en la Colonia Tránsito. Ahí, se vigila que los beneficiados no se salgan del rango establecido y en caso de que lo hagan o se retiren el brazalete, lo reportan a las autoridades. De 2006 a 2011, la institución carcelaria retiró el brazalete a 16 ex internos, principalmente por salirse del área permitida, seguido del consumo de drogas. Cifras de 2011 de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario indican que el 27 por ciento de los reos de las cárceles capitalinas pisaron en más de una ocasión la prisión. De los 41 mil 739 reclusos que había en ese año en las prisiones del Distrito Federal, 11 mil 391 eran reincidentes jurídicos, como se les conoce a los que 41 obtuvieron por segunda ocasión una sentencia condenatoria por un nuevo delito. En ese año, sumaban 3 mil 490 internos que reincidieron en más de dos ocasiones, lo que representa el 8.3 por ciento. Los delitos que cometieron estos internos son principalmente robo, lesiones, homicidio, contra la salud, sexuales, privación ilegal de la libertad, uso de armas de fuego y explosivos, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Reforma publicó en 2011, que las cifras sobre reincidencia no son alentadoras, ya que mientras en 2008, el 23 por ciento de los reos era reincidente, para 2009 la cifra era de 26 por ciento y de 27 por ciento en 2010. De acuerdo con el penitenciarista José Luis Mussi, estos datos evidencian el fracaso de las cárceles, pues la efectividad de éstas se conoce a través de los niveles de reincidencia, pero no se tiene información confiable. Según el experto, en México la reincidencia se ha elevado a lo largo de 20 años, ya que anteriormente estaba entre el 10 y el 14 por ciento del total de la población y actualmente supera el 35 por ciento. "En Estados Unidos que sí llevan bien las cifras, la reincidencia en mediana seguridad es del 72 por ciento y en máxima tiene hasta el 90 por ciento, pues la prisión se convierte en una escuela del crimen", enfatizó. Mussi lamentó que haya internos que han hecho del delito su estilo de vida, ya que la carrera delictiva inicia en pequeños grupos como la familia o amigos, e influyen vivencias que determinan si una persona puede ser seducida por la delincuencia. Manufacturan ropa interior… y también extorsionan El espacio destinado para manufacturar ropa interior en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla también ha sido utilizado por internos para realizar llamadas con fines de extorsión. En 2010, el periódico La Razón publicó que desde el taller donde se fabrica la corsetería, al menos 30 reclusos coordinaban, dirigían y negociaban secuestros. 42 La empresa Vicky Form, formaba parte de los socios industriales en aquel año, y su maquinaria se encontraba en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde laboraban varios internos a cambio de un salario. Sin embargo, los internos dedicados a la extorsión telefónica y al secuestro, utilizaban este taller para cometer ilícitos desde esta prisión. Para poder ingresar a esta área debían pagar 20 mil pesos semanales a un jefe de seguridad que se encargaba de cuidar el espacio. El uso de este taller para cometer ilícitos fue investigado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, donde se detectó que los presos llegaron a cobrar hasta 250 mil pesos por una extorsión vía telefónica. De acuerdo con la indagatoria de la PGJDF, en este taller, los reos escondían teléfonos celulares y chips para poder comunicarse con sus cómplices al exterior. ‘El significado de justicia en realidad es venganza’ Para la sociedad, el castigo perfecto para un delincuente es que sea llevado a prisión y no salga jamás. Esa idea de venganza ha sido generada con la existencia de prisiones, señaló Rosalinda Salinas Durán, segunda Visitadora de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), quien durante varios años ha tenido a cargo la investigación de quejas relacionadas con agravios en reclusorios capitalinos. Al ser cuestionada sobre la reinserción social en las cárceles del DF, Salinas Durán aseguró que ésta no se puede dar aislando. Se ha tratado de justificar el uso de la prisión bajo el argumento de que se busca rehabilitar a las personas que violan las leyes, dijo, sin embargo, en realidad es una institución destinada al castigo porque implica un sufrimiento. Para los ciudadanos y las víctimas del delito, aseguró, es la mejor forma de sancionar a los delincuentes, por lo que se han guiado por los deseos de venganza. La visitadora puso el ejemplo de los familiares de las 12 personas que fallecieron durante un operativo fallido en la discoteca News Divine en junio de 43 2008 y quienes han mostrado su inconformidad porque los funcionarios que participaron en la acción policial no están presos sino en libertad bajo argucias jurídicas. “Pasó en el News Divine los papás, hasta la fecha no consideran que se haya hecho justicia porque a quien ellos quieren ver en la cárcel, no está en la cárcel, y puede pasar lo que puede pasar, pero para ellos el significado de justicia en realidad es venganza, entonces habrá que aceptarnos como personas vengativas, que eso es duro, porque en realidad lo somos”, enfatizó. Incluso hizo referencia al jurista Luigi Ferrajoli, quien ha señalado que a pesar de que se ha tratado de justificar el uso de la cárcel con la reinserción, pues se consideró impactante que la sociedad fuera capaz de castigar, aunque es la realidad. “Siempre se ha buscado dar una respuesta al uso de la cárcel, se ha dicho si es un castigo, pero se consideró duro que somos capaces de castigar
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