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Estrategias-de-seguridad-nacional-de-Estados-Unidos-y-combate-al-narcotrafico--los-casos-de-Hait-y-Colombia

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
POSGRADO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS 
 
 
 
ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS 
Y COMBATE AL NARCOTRÁFICO: LOS CASOS DE HAITÍ Y COLOMBIA 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
DOCTORA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS 
 
 
 
PRESENTA: 
ELSA MARÍA FERNÁNDEZ ANDRADE 
 
 
 
TUTORA PRINCIPAL: 
DRA. RAQUEL DE LA LUZ SOSA ELÍZAGA (CELA, FCPyS, UNAM) 
 
 
MIEMBROS DEL COMITÉ DE SINODALES: 
DR. JOHN SAXE FERNÁNDEZ (CEIICH, UNAM) 
DRA. JOHANNA VON GRAFENSTEIN GAREIS (INSTITUTO MORA) 
DR. CARLOS HERNÁNDEZ ALCÁNTARA (CEIICH, UNAM) 
DR. JESÚS GALLEGOS OLVERA (CRI, FCPyS, UNAM) 
 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX., ABRIL DE 2018. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
Esta es una parte significativa de toda obra. 
Inicio expresando mi agradecimiento a la Dra. Raquel de la Luz Sosa Elízaga por 
motivarme a emprender los estudios de doctorado. Aprecio sus orientaciones y 
apoyo brindados durante la carrera. 
Mis respetos y admiración para el Dr. John Saxe Fernández, gracias por su 
disposición para atender siempre cualquier inquietud y por compartir sus 
conocimientos. Agradezco también a su equipo de colaboradores, continuamente 
diligentes en los asuntos tratados con él. 
A la Dra. Johanna von Grafenstein Gareis, le agradezco su dedicación y esmero 
continuos para atender esta labor. Valoro sobremanera su atención y el compartir 
sus experiencias. 
Ellos son parte del comité de tutores que me acompañó desde el principio en esta 
empresa. 
Como miembros más recientes del comité tuve la fortuna de contar con la 
esmerada asesoría del Dr. Carlos Hernández Alcántara, de quien recibí acuciosos 
comentarios y sugerencias; así como con la dinámica y aguda visión del Dr. Jesús 
Gallegos Olvera, que me permitió tener un enfoque más completo del objeto de 
estudio. Gracias a ambos por su cordial disposición. 
Asimismo, valoro la atención del Dr. Manuel Pérez-Rocha Loyo del Institute for 
Policy Studies, quien fue mi tutor en la estancia de investigación realizada en la 
ciudad de Washington D.C. 
Por otro lado, en esta travesía conté con el apoyo de profesionales en su campo 
de acción, conocidos de antaño que afortunadamente estuvieron en esta etapa de 
mis estudios; ellos son parte del personal que labora en las bibliotecas de la 
UNAM. 
Expresamente agradezco a María Teresa Hernández Pavón y Juan Zárate Rivera, 
ambos del Área de Recuperación de Materiales de la Biblioteca “Isidro Fabela” de 
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Como siempre, amables, eficientes y 
dispuestos a colaborar. 
Desde que lo conozco, él ha tenido un excelente desempeño en su labor. 
Agradezco al señor Víctor Javier Carranza Ferreira de la Subdirección de 
Servicios de Información Especializada, del Departamento de Información y 
Servicios Documentales de la Dirección General de Bibliotecas, por su constante y 
esmerada orientación. 
A su vez, tuve el privilegio de conocer a una excelente profesionista que me apoyó 
en una etapa específica de la investigación, agradezco ampliamente a Alejandra 
Palma Coronado de la Biblioteca del Centro de Investigación y Docencia 
Económica, Región Centro. 
Manifiesto también mi agradecimiento al Centro de Investigación y Docencia 
Económica por la beca que me brindó para participar en el Diplomado en Política 
de Drogas, Salud y Derechos Humanos 2015 en su sede de la Región Centro; 
experiencia que me permitió ampliar la perspectiva que se tiene respecto a la 
política de drogas y compartir impresiones con personas de diversas partes del 
continente. De la misma manera, agradezco la beca otorgada por el Consejo 
Nacional de Ciencia y Tecnología que recibí durante mis estudios. 
Sin duda, en este recorrido académico la amistad estuvo presente. Me permito 
comenzar por dos compañeras del doctorado, Fuensanta Medina y María Luisa 
Gámez, gracias por las charlas que siempre fueron edificantes. 
De René Valdez Mijares, agradezco su solidaridad en todas las fases de la 
jornada, no siempre referidas a las cuestiones académicas; en particular estimo su 
dedicación al leer el primer manuscrito completo de esta investigación y brindarme 
sus comentarios. 
Mi aprecio para el Dr. Pablo Arturo Maríñez Álvarez, quien en esta etapa de mi 
formación siempre estuvo al tanto de mis progresos y experiencias, y le imprimió 
un toque especial a este caminar. Gracias por todo. 
También quiero manifestar mi gratitud a mis padres por todo su apoyo, 
comprensión y paciencia; me da mucho gusto compartir con ustedes, Angelina y 
José, esta satisfacción. Lo mismo va para mis hermanas -Leticia y Guadalupe-, 
sobrinos y cuñado -Gerardo, Alejandro y Gregorio-, quienes siempre mantuvieron 
el buen sentido del humor. Mi familia ha sido parte fundamental de este logro. 
Por último, como Principio y Fin de todo, gracias a Dios. 
 
1 
 
ÍNDICE GENERAL 
INTRODUCCIÓN 5 
Capítulo 1 
Del expansionismo de Estados Unidos y sus elementos esenciales 
(destino manifiesto, racismo, Doctrina Monroe, defensa de la 
seguridad y excepcionalismo, siglos XVIII y XIX) 40 
1.1 Conformación de Estados Unidos y antecedentes de su 
providencialismo divino 40 
1.2 Consolidación del “excepcionalismo americano” como 
característica de la expansión 51 
1.3 Una nación expansionista con la mirada en México y Cuba (del 
gobierno de George Washington al de John Tyler, 1791-1845) 57 
1.4 Continuidad en la lógica expansionista: la Doctrina Monroe en su 
apogeo e instrumentación de la estrategia naval (de James K. 
Polk a Theodore Roosevelt, 1845-1901) 77 
Capítulo 2 
Estados Unidos más allá de América 98 
2.1 Delimitación del espacio de guerra en el escenario europeo 
(1911-1944) 98 
2.2 De la diplomacia nuclear y la definición de los principios de 
seguridad nacional de Estados Unidos (1945-1977) 118 
2.3 Endurecimiento de la línea militar ante la diversificación de los 
“enemigos” (1977-2000) 143 
2.4 En la era de la “guerra total contra el terrorismo”, múltiples 
“enemigos” al acecho (2001-2017) 162 
Capítulo 3 
La “guerra contra las drogas” y sus instrumentos de intervención en 
América Latina y el Caribe 179 
3.1 La “prohibición de drogas” en Estados Unidos, factor de 
segregación: contexto social e influencia del Segundo Gran 
Despertar (1850-1914) 180 
 
2 
 
3.2 La “prohibición de drogas” de Estados Unidos en la coyuntura 
internacional (1914-1968) 192 
3.3 Radicalización de la guerra contra las drogas (de Richard M. Nixon 
a Ronald W. Reagan, 1969-1988) 211 
3.4 Prolongación de la guerra contra las drogas en la pos Guerra Fría 
(de George H. W. Bush a William J. Clinton, 1989-2000) 224 
3.5 “Combatiendo al mal” proveniente de las drogas en el marco de la 
guerra total contra el terrorismo (de George W. Bush a Barack H. 
Obama, 2001-2017) 236 
Capitulo 4 
Colombia: escenario del impacto regional de la política de seguridad 
nacional de Estados Unidos y el combate al narcotráfico 251 
4.1 Surgimiento y avance del narcotráfico en Colombia e injerencia 
estadounidense (1967-1989) 251 
4.2 Reforzamiento de la línea militar estadounidense y el combate al 
narcotráfico (1990-1998) 267 
4.3 Plan Colombia o de la estrategia de seguridad nacional 
contrainsurgente (1998-2016) 279 
4.4 Momento del PlanPaz Colombia, continuidad en la lógica de 
control (2016-2017) 296 
Capitulo 5 
Haití: proyección de la seguridad nacional estadounidense hacia el 
Caribe y el narcotráfico como argumento de intervención 306 
5.1 Entrada de Haití en el circuito del narcotráfico como “país tránsito” 
durante la contención del comunismo (1973-1989) 307 
5.2 Del primer derrocamiento de un presidente constitucional al 
aumento de la participación de Haití en el narcotráfico durante la 
pos Guerra Fría (1990-2000) 314 
5.3 Diversificación de los instrumentos injerencistas, como el 
narcotráfico, en el contexto de la “guerra global contra el 
terrorismo” (2001-2017) 323 
5.4 Haití y sus recursos minerales, de interés para la seguridad 
nacional estadounidense (2010-2017) 340 
CONCLUSIONES 349 
3 
 
FUENTES CONSULTADAS 389 
GRÁFICAS, MAPAS Y TABLAS 
Gráfica 1. Cultivos ilícitos en Colombia (1987-1999) 278 
Gráfica 2. Colombia. Títulos mineros vigentes (2013) 294 
Gráfica 3. Flujo de cocaína procedente de Sudamérica a través 
 del Caribe y Haití (1997-1999) 318 
Mapa 1. Remesas de la Nueva España al Gran Caribe y a Castilla 
 (circa 1780) 64 
Mapa 2. Expansión territorial de Estados Unidos hacia 1855 81 
Mapa 3. El golfo de México y el mar Caribe 95 
Mapa 4. Presencia militar estadounidense en el Caribe, 1944 112 
Mapa 5. Campos petroleros, refinerías y líneas de comunicación marítima 
en el Caribe 152 
Mapa 6. Área de responsabilidad de los comandos de 
 combate unificados 156 
Mapa 7. ROTHR (Relocatable Over-the-Horizon Radar) Ampliación 
 de su cobertura 233 
Mapa 8. Bases militares de Estados Unidos y la OTAN en América 
 del Sur 243 
Mapa 9. Bases militares de Estados Unidos y la OTAN en América 
Central (incluidos México y el Caribe) 244 
Mapa 10. Núcleos de la cocaína (década de 1990) 258 
Mapa 11. Las CONVIVIR (década de 1990) 272 
Mapa 12. Bases paramilitares (década de 1990) 274 
Mapa 13. Frentes de las FARC-EP 275 
Mapa 14. Área marítima y terrestre de Colombia 291 
Mapa 15. Colombia. Zonas productoras de gas y petróleo 303 
Mapa 16. Operaciones antidrogas alrededor de Haití (1998-2000) 321 
Mapa 17. Puerto Príncipe. Áreas amenazadas por bandas criminales 329 
Mapa 18. MINUSTAH (agosto de 2016) 338 
Mapa 19. Mapa político de Haití 339 
Mapa 20. Recursos mineros de Haití 341 
Mapa 21. Cinturón metalogénico macizo Norte 344 
4 
 
Mapa 22. Ubicación de la propiedad de Morne Bossa 345 
Tabla 1. Información básica comparativa entre Colombia, Haití y Estados 
Unidos 27 
Tabla 2. Principales estrechos y pasajes marítimos en el Caribe 94 
Tabla 3. Estrategias de Seguridad Nacional publicadas por 
 cada presidente de Estados Unidos 149 
Tabla 4. Acuerdos modernos de ejecución de la ley entre Estados Unidos 
y el Caribe 234 
Tabla 5. Presupuesto para el control del narcotráfico en Haití, año fiscal 
2010 331 
Tabla 6. Haití, permisos mineros a compañías extranjeras 346 
Tabla 7. Gasto federal de Estados Unidos para el control de drogas por 
función. Años fiscales 2015-2017 372 
Tabla 8. Costos económicos para la sociedad estadounidense por el 
abuso de drogas, 1992-2002 (millones de dólares de 2002) 373 
Tabla 9. Comparativo de planes y programas de Estados Unidos en 
América Latina y el Caribe por materia, a partir de 1944 380 
 
5 
 
INTRODUCCIÓN 
La política de seguridad nacional de Estados Unidos expresa hasta nuestros días 
elementos que provienen de su formación histórica y que le dan ese sello peculiar 
que dirige e impulsa su actuar ante el mundo. 
Desde sus orígenes, Estados Unidos ha considerado que la Providencia divina le 
asiste y le impulsa a avanzar y constituirse en una nación privilegiada que llevará 
a otras latitudes sus propios ideales de democracia y libertad (sentimiento de 
“excepcionalidad virtuosa”), preservando en todo momento su propia seguridad 
como nación y la de sus ciudadanos. 
La seguridad de la nación fue tomando forma como premisa y estrategia, de la 
cual se puede distinguir su importancia histórica y política, más que teológica, para 
llevar a la práctica esa idea del destino manifiesto. En diversos eventos se ha 
constatado este sentido, y particularmente la guerra contra las drogas encabezada 
por Estados Unidos ha sido un elemento que en diversas partes del mundo se ha 
empleado como medio de presión y exclusión. 
Fue en el siglo XX cuando la seguridad estadounidense se volvió más compleja 
debido a su participación en asuntos de índole mundial como la Primera Guerra y, 
en consecuencia, los aparatos políticos para salvaguardar la seguridad de sus 
intereses evolucionaron hasta convertirse en grandes maquinarias de poder y 
control. Sin embargo, es partir de la Segunda Guerra Mundial que en Estados 
Unidos comienza a hablarse propiamente de seguridad nacional y se establecen 
cambios militares y administrativos (con la aprobación de la Ley de Seguridad 
Nacional de 1947) que marcaron toda una época hasta los ataques del 11 de 
septiembre de 2001, cuando prácticamente se dio el otro gran cambio en la 
administración de seguridad interna y en la preservación de sus intereses extra 
territoriales. 
Tras los hechos de septiembre de 2001, George W. Bush convocó a todo su 
gabinete para tomar las medidas apremiantes y enfrentar la guerra global contra el 
terrorismo. Burocracias gigantescas surgieron de la nada como organizaciones 
con amplias actividades y atribuciones; la concepción de la guerra también cambió 
6 
 
y se hablaba ya de guerras asimétricas donde era necesario multiplicar los 
recursos para atender todos los posibles frentes y, como elemento básico, se 
requería de la participación de todos los aliados posibles para enfrentar ese 
enemigo de manera conjunta porque representaba una amenaza para todos. 
En este periodo de la historia, de 1945 a la “guerra total contra el terrorismo”, 
ocurrieron diversos hechos que motivaron cambios en la seguridad nacional 
estadounidense y, a su vez, orientaron la modificación de las principales líneas 
teóricas que se plantearon para cada uno de los contextos surgidos. 
Las estrategias de seguridad nacional que Estados Unidos ha instrumentado 
durante su existencia como país han tenido la finalidad básica de defender lo que 
considera de su interés, lo que está bajo su área de influencia y que le provee de 
estabilidad en su imagen hegemónica. Sobre esta base, la guerra contra las 
drogas emergió y se consolidó como un peculiar instrumento orientado a minar a 
terceros países vistos como enemigos y para obtener recursos adicionales –fuera 
de la legalidad- para subvencionar movimientos desestabilizadores, penetrar las 
esferas políticas y debilitar su capacidad de generar alternativas propias para 
manejar una situación mundial en la que el consumo de drogas va en aumento. 
A su vez, las estrategias de seguridad nacional de Estados Unidos se han 
distinguido en diversas etapas fundamentales de su proyección como Estado-
nación y como potencia hegemónica en el continente1. De tal suerte, podemos 
distinguir lo formulado ya desde el siglo XIX cuando se concibió al Hemisferio 
Occidental como una premisa de defensa ante las amenazas europeas que, junto 
con la Doctrina Monroe y los postulados geopolíticos del almirante Alfred T. Mahan 
en cuanto a estrategia naval, le darán forma al expansionismo estadounidense 
otorgándole una fuerza peculiar a la noción de defensa integral por mar y tierra2. 
 
1 Donde la hegemonía reconoce el liderazgo e influencia dominante de una entidad dentro de una 
comunidad de entidades que no se hallan bajo su autoridad directa. 
2 Para Mahan, “„La estrategia naval tiene por objeto la creación, sostenimiento y aumento del Poder 
Naval de un país, tanto en paz como en guerra‟, y por esto tiene especial interés é importancia para 
todos los ciudadanos de un país libre;pero sobre todo, para los que están encargados de sus asuntos 
militares y de sus relaciones con el extranjero”. Alfred T. Mahan, Influencia del poder naval en la 
7 
 
También en el contexto de la Primera Guerra Mundial, donde la estrategia 
estadounidense aparentaba tintes aislacionistas que en realidad se sustentaban 
en el principio de balance de poder (el cual consiste en “la posibilidad de utilizar el 
equilibrio de fuerzas entre los miembros del sistema internacional a favor del 
propio interés, aprovechando las contradicciones entre los otros participantes”3), 
Estados Unidos tomaría ventaja de la situación en Europa, así continuaría con la 
defensa tanto del territorio continental como de sus bases ultramarinas, lo cual 
será enunciado como el perímetro de defensa. 
Para la Segunda Guerra Mundial y en los eventos posteriores durante la llamada 
Guerra Fría (1954 con la guerra de Corea, 1969 guerra de Vietnam), en el 
contexto de la crisis del sistema capitalista y el desarrollo del complejo militar-
industrial, la estrategia será reforzar la noción de la seguridad nacional y 
desarrollar una estructura compleja de instituciones, servicios de espionaje y 
contraespionaje cuyas actividades tenderán a fortalecer la noción de un estado 
totalitario con objetivos de contención del comunismo e instrumentación de 
programas económicos para controlar la reconstrucción de los países europeos y 
el desarrollo de países no industrializados. 
De tal suerte, políticas de seguridad nacional y estrategias van de la mano. 
En cuanto a la guerra contra las drogas encabezada por Estados Unidos 
percibimos que sus antecedentes se remontan a principios del siglo XX, cuando el 
gobierno estadounidense comenzó a considerar a las poblaciones migrantes como 
las causantes de ciertos “vicios” en la pujante sociedad industrializada y para la 
década de 1930 se llevaban dichos prejuicios al plano de la política internacional 
sobre todo en Asia. 
Sin embargo es durante la Guerra Fría, en el contexto de la estrategia de 
“disuasión realista” o Doctrina Nixon, cuando se institucionaliza la guerra contra 
 
historia. Estudios crítico de Gonzalo Parente Rodríguez, España, Ministerio de Defensa, Secretaría 
General Técnica, 2007, pp. 90-91. 
3 G. Trofimenko, La doctrina militar de EE. UU., Traduc. Julio Rodríguez, Moscú, Editorial 
Progreso, 1987, p. 25. 
8 
 
las drogas por una declaración presidencial y se convierte así en un instrumento 
específico de control militar, económico, político y social. 
De acuerdo con la investigación, los cambios en materia de seguridad nacional 
estadounidense han repercutido en la apreciación de las drogas ilícitas, y éstas a 
su vez han nutrido el sentido de la seguridad nacional; sentido que tiene premisas 
más amplias que consideran los intereses vitales del país como los recursos 
energéticos y naturales, las migraciones y los derechos humanos. 
Las concepciones sobre la seguridad nacional de Estados Unidos han variado de 
una coyuntura a otra a partir de la Segunda Guerra Mundial, volviéndola más 
compleja porque se enfrenta a una amplia gama de amenazas que son percibidas 
como multifactoriales y volátiles. 
Por ejemplo, entre 1945 y 1970 referirse a la seguridad implicaba considerar tanto 
la inseguridad como la amenaza ya que se cuestionaba qué sentido tendría buscar 
el aseguramiento si no hubiera de qué defenderse. Si bien éste es un aspecto 
elemental en la concepción de seguridad de cualquier país, en el caso de Estados 
Unidos es la piedra angular de su política. En términos generales, la provisión de 
seguridad no es más que un intento por identificar, prevenir, contener y/o eliminar 
inseguridades percibidas, siendo el Estado el principal proveedor de seguridad4. 
De ahí que la política de seguridad estadounidense estuviera sostenida en la 
estrategia militar, la cual es la base para entender el complejo militar de Estados 
Unidos que se fue consolidando gradualmente, así como los intereses políticos y 
económicos que proyectó. 
Para preservar su seguridad nacional Estados Unidos consolidó toda una 
economía de muerte5 o burocratización del homicidio6 que incluyó no sólo a la 
 
4 Esta línea de argumentación es común en la literatura que versa sobre la violencia, el Estado y la 
seguridad nacional; sin embargo, las diferencias estriban en el tipo de escuela que representan o 
teoría que sustentan (idealismo, realismo, liberalismo, etcétera). El Estado es el garante de la 
seguridad. 
5 Richard Barnet, Der amerikanische Rüstungswahn oder Die Ökonomie des Todes, Reinbeck, 1971, 
pp. 128-149. Citado en Dieter Senghaas, Armamento y militarismo, Traduc. Félix Blanco, México, 
Siglo veintiuno editores, 1ª ed. en español, 1974, p. 9. 
9 
 
industria de armamento, sino a su sistema social y político (ideologías, estructura 
de dominación y división del poder entre algunos grupos y sus prioridades 
nacionales militarizadas). 
De tal suerte, analizar las doctrinas de estrategia militar (entendidas como el 
sistema de puntos de vista sobre la esencia, objetivos y carácter de una probable 
guerra futura, sobre la preparación bélica del país y de las fuerzas armadas, que 
implica la consideración del modo en que será conducida), los tipos de guerra y 
conflictos que han orientado la política de seguridad estadounidense a partir del fin 
de la Segunda Guerra Mundial resulta útil para el entendimiento del complejo 
militar y de los intereses políticos y económicos conjugados. 
En este contexto, Alastair Buchan escribió en 1966 acerca de la estrategia: “el 
contenido real de la estrategia se ocupa no sólo de la guerra y las batallas, sino de 
las aplicaciones o mantenimiento de la fuerza para contribuir más eficazmente a la 
consecución de objetivos políticos”7. El concepto de estrategia es, sin duda, parte 
fundamental de la política de la seguridad nacional, cabe subrayar “la aplicación o 
mantenimiento de la fuerza” como característica básica que se fue consolidando 
en el acontecer político de las relaciones entre los países. Esta apreciación tiene, 
en consecuencia, una relación profunda con la geopolítica. 
Los dos componentes fundamentales de la estrategia de seguridad nacional de 
Estados Unidos son la política exterior y la política de defensa. 
En consecuencia, Trofimenko apunta que la estrategia político-militar del Estado 
es superior a la estrategia militar, donde la primera es definida como “el modo 
elegido por las clases dominantes de dicha sociedad para la realización de sus 
objetivos de política exterior” en un período histórico determinado, “incluyendo la 
elección de formas y métodos de acción a nivel internacional (empleo de medios 
económicos, políticos, psicológicos y militares), y la elaboración y creación de los 
 
6 Término empleado por Richard J. Barnet en Guerra perpetua. Los hombres y las instituciones 
responsables de la política exterior de los Estados Unidos, Traduc. Jesús Alvarado, México, Fondo 
de Cultura Económica, 1ª ed. en español, 1974. En particular véase el capítulo I, pp. 27-42. 
7 Alastair Buchan, War in Modern Society: An Introduction, Colophon Edition, New York, Harper & 
Row, 1968, pp. 81-82. Citado en Russell F. Weigley, The American Way of War. A History of United 
States Military Strategy and Policy, Bloomington & London, Indiana University Press, 1977, p.xvii. 
10 
 
mismos medios, que aseguren la capacidad para ese tipo de acciones mediante la 
construcción económica y militar y otras medidas internas”8. La estrategia político-
militar es la base para la formulación o diseño de la política de seguridad nacional. 
A principios dela década de 1970 y hasta 1989 la política de seguridad de 
Estados Unidos tenía como objetivo el interés nacional del país –minerales, 
petróleo, mercados-, después de ese hecho se comenzó a hablar de intereses 
nacionales vitales. Es decir, ante el cambio de paradigma de seguridad el abanico 
de intereses se amplió, con lo que la agenda de la gran estrategia se conformaba 
por varios subcapítulos (y se introducían temas como la migración, los derechos 
humanos y la democracia). 
En el momento del llamado “fin de la Guerra Fría”, Estados Unidos era 
considerado la superpotencia restante por su única combinación de poder militar y 
económico que podía ser utilizado para influir en el mundo. Otros países poseían 
una forma de poder o de otro, pero no ambos. Respecto a Japón, por ejemplo, se 
le consideraba con un gran poder económico, pero no con poderío militar. La 
Unión Soviética tenía poder militar, pero no económico. China era vista con una 
gran fuerza armada, pero con una limitada habilidad para proyectarla más allá de 
sus fronteras y su poder económico era emergente; por lo tanto, sólo Estados 
Unidos poseía ambos poderes9. 
Lo más importante para los expertos en seguridad fue evaluar la gran estrategia 
de Estados Unidos para remplazar el objetivo de la contención debido a que ya no 
había “enemigo”. En un sentido, la contención ya no tenía razón de ser, el objetivo 
que sostuvo la Guerra Fría dejaba de existir; sin embargo, había que preservar la 
seguridad, por lo que se requería un objetivo diferente, identificar a otro enemigo y 
establecer una nueva estrategia para hacer cualquier cambio en la política del 
país. 
 
8 G. Trofimenko, op. cit., p. 4. 
9 Donald M. Snow, National Security. Defense Policy in a Changed International Order, New York, 
St. Martin‟s Press, Fourth Edition, 1998, p. 7. 
11 
 
Para este período, se argumentaba que las amenazas se definían, en su mayor 
parte, como peligros internos que emanaban de los subversivos, o como actos 
externos de agresión que se originaban en otros estados10. En el vocabulario se le 
daba un nuevo impulso a palabras como subversivo y subversión, y se 
consideraba la amenaza potencial de otros Estados. 
Debido a que esa protección incluye la determinación de aquellas circunstancias 
en las que la fuerza armada será considerada, definir los intereses vitales es la 
clave para entender la política de seguridad y explicar las decisiones tomadas en 
esta etapa. 
Por su parte, a partir de 1990 algunos teóricos comenzaron a hablar de la pos 
Guerra Fría11; la diferenciación económica tomó relevancia y se clasificaba a los 
países del mundo tomando en cuenta su posición económica dejando de lado la 
ideológica; se asevera que conforme evoluciona el mundo de la pos Guerra Fría, 
el sistema internacional está claramente dividido en dos grupos o niveles distintos 
de Estados, los países del primer nivel (los miembros de la Organización para la 
Cooperación y el Desarrollo Económicos -OECD, siglas en inglés-) y los países del 
segundo nivel (que representaba al resto de la humanidad, compuesto por 
 
10 Peter Chalk, Non-Military Security and Global Order: The Impact of Extremism, Violence and 
Chaos on National and International Security, USA, St. Martin‟s Press, 2000, p. 139. 
11 En el periodo de la Guerra Fría, cabe señalar, la confrontación entre los dos bandos que resultaron 
de la Segunda Guerra Mundial, impulsados por Washington y Moscú, no se centró sólo en una 
cuestión ideológico-estratégica, sino que fue más allá. Las confrontaciones más álgidas tuvieron 
lugar en los países del Tercer Mundo, de la periferia capitalista, por ejemplo, donde se libraban las 
luchas antiimperialistas en el marco de diversas expresiones de la crisis estructural del capitalismo, 
con lo que se ponían en evidencia las contradicciones del capital y las dinámicas de poder que 
realmente imperaban; contradicciones que también se daban del lado soviético porque ni China ni 
India se sometían a los dictados de Moscú. Además, hay que destacar que en este periodo se 
incentivó la industria armamentista a gran escala y se garantizó que siempre estuviera activa (el 
complejo militar-industrial), ya fuese en Europa (ante el temor de la recuperación de los países y su 
fortalecimiento), en África o América Latina y el Caribe, Estados Unidos tenía que incentivar su 
defensa y economía promoviendo sus intereses en el mundo (y del lado soviético ocurrió lo mismo). 
En este sentido, tras la caída de la Unión Soviética (etapa que comúnmente se llama pos Guerra 
Fría) se desveló una crisis hegemónica caracterizada por la competencia de Estados Unidos con Asia 
y Europa por la supremacía. Las contradicciones fundamentales de la Guerra Fría se trasladaron a 
esta nueva etapa y se fueron exacerbando. De tal suerte, si bien se emplearán estos términos 
comunes a lo largo de la obra, es importante plasmar que entrañan una dinámica y confrontación 
que va más allá de las cuestiones ideológicas. 
12 
 
aquellas naciones menos prósperas en lo material y político12). La ecuación de la 
seguridad nacional era en gran medida el resultado de la intersección de los dos 
niveles. 
En este sentido, se concibe que los países del primer nivel cuentan con 
características políticas y económicas similares, y todos ellos comparten un 
compromiso con la economía de mercado y son parte importante de la economía 
global, componen el corazón del sistema internacional y aun con las diferencias 
que pudieran existir, por ejemplo entre los países miembros del Tratado del 
Atlántico Norte con los del Pacto de Varsovia, se mantuvieron unidos; sin 
embargo, los principales desacuerdos surgieron para encarar los problemas que 
brotaban en el segundo nivel. 
El segundo nivel, por su parte, se concebía formado por la mayoría de países a los 
que se solía llamar Tercer Mundo (países en desarrollo de África, Asia y América 
Latina) y el otrora Segundo Mundo (países comunistas o socialistas). La 
característica más obvia del segundo nivel era su diversidad; además, se 
consideraba que estos países carecían de un compromiso con la democracia y 
que no habían consolidado la economía de mercado. 
Esta corriente de pensamiento asume que la violencia internacional también 
puede aumentar en los países del segundo nivel13. Violencia que no obliga a los 
países del primer nivel a intervenir, “con la posible excepción de las zonas donde 
hay grandes cantidades de petróleo, los intereses importantes del Primer Nivel no 
están en ninguna parte amenazados por los conflictos militares del Segundo”14. 
 
12 Donald M. Snow , op. cit., p. 11. 
13 En este sentido, la posición realista identifica tres factores que han elevado los conflictos 
generados en los países del segundo nivel a una posición importante dentro de la agenda de 
seguridad nacional. El primero es que la violencia en este nivel es la mayor, incluso la única, fuente 
de violencia en el sistema internacional; segundo, el mecanismo que solía servir para moderar esa 
violencia en gran parte ha desaparecido debido a que las superpotencias han disminuido sus 
compromisos en estos países y las organizaciones regionales son débiles; tercero, la violencia en este 
segundo nivel es mucho más pública de lo que solía ser, gracias a los canales de televisión globales 
como Cable News Network (CNN) y la Red de Televisión Independiente (Independent Television 
Network). La televisión puede, en una manera directa e incluso no deseada, establecer los 
contenidos de la agenda de seguridad nacional, lo que algunos han denominado el “efecto CNN”. 
14 Donald M. Snow, op. cit., p. 16. Las cursivas son del texto original. 
13 
 
Otra manera en que los Estados del segundo nivel podían afectar a los del primero 
era a través de la promoción del terrorismo o de la producciónde “narcóticos”. De 
acuerdo con este enfoque, las “amenazas” son generadas en los países del 
llamado Tercer Mundo. Esta lógica se ha mantenido a través de los años15. 
Esta concepción, como podemos apreciar, deja de lado las contradicciones 
existentes entre los intereses del capital multinacional tanto en los países 
capitalistas como en los de la periferia. 
Por su parte, ante los ataques del 11 de septiembre de 2001, la necesidad de 
declaraciones formales de la estrategia de seguridad nacional era tan 
comúnmente aceptada que el Congreso exigía que la administración publicara una 
declaración de seguridad nacional cada año y que revisara su estrategia de 
defensa al comienzo de cada administración. 
Se argumentaba que Estados Unidos no sólo debía tener un documento de 
estrategia formal, sino que también debía tener una jerarquización en la Estrategia 
de Seguridad Nacional (National Security Strategy) en la que los objetivos 
perdurables estuvieran vinculados a los intereses nacionales. Estos intereses 
debían ser promovidos o defendidos por una estrategia de seguridad nacional que 
orientara las estrategias de apoyo diplomático, militar y económico. 
Para ubicar el sentido de la estrategia de seguridad nacional en este contexto 
diferente, partimos de una definición dada por Richard K. Betts en la que la 
estrategia es definida como un plan para el uso de medios militares para alcanzar 
fines políticos16, se puede ampliar el uso del concepto al sentido de la seguridad 
nacional: “estrategia es un plan para el uso de los medios de poder nacional 
 
15 Para el año de 1998 en que se publicó la obra de Snow, 29 países formaban parte de la OECD entre 
ellos México sin embargo Snow jamás se refiere a México como un país del primer nivel. Desde hace 
años, México ha estado en la lista de los países productores de drogas ilícitas y generador de 
amenazas potenciales (como los indocumentados, por cierto). 
16 Richard K, Betts, “Is Strategy an Illusion?” International Security 25, no. 2, Fall 2000, p. 6. 
Citado en Clark A. Murdock, principal author, Improving the Practice of National Security 
Strategy. A New Approach for the Post-Cold War World, Washington, D. C., Center for Strategies 
and International Studies, 2004, p. 11. 
14 
 
(económicos, militares, diplomáticos, aplicación de la ley, culturales, etc.) para 
lograr fines políticos”17. 
En el período que estamos analizando, resulta que la elaboración de estrategias 
adquirió un carácter de ley y comenzaron a desarrollarse con la finalidad de 
producir los resultados deseados ante una situación apremiante. 
En este sentido, el coronel (Ret.) Arthur Lykke, que ha enseñado a toda una 
generación de estudiantes del US Army War College, manifiesta que “la estrategia 
en cualquier nivel consta de los fines u objetivos, formas o conceptos, y los medios 
o recursos.” Estos tres elementos son una adaptación de la definición tradicional 
de la estrategia como la relación calculada de fines y medios.18 
Los analistas consideran que actualmente el problema es que las amenazas del 
siglo XXI, entre ellos el terrorismo global, no han estado amenazando lo suficiente 
para imponer la uniformidad de propósito, por lo que no tienen una visión 
compartida de un futuro deseado, como sí lo hubo en el contexto de la Segunda 
Guerra Mundial o la Guerra Fría; es decir, la concepción general era que al haber 
sólo un “enemigo” era más simple enfocar todas las acciones para contrarrestarlo. 
Por su parte, para Sam C. Sarkesian, John Allen Williams y Stepehn J. Cimbala, la 
seguridad nacional de Estados Unidos es “la capacidad de las instituciones 
nacionales para impedir que los adversarios utilicen la fuerza para dañar a los 
estadounidenses y sus intereses nacionales y la confianza de los estadounidenses 
en esta capacidad”19. 
El primer aspecto al que se refieren es una medida objetiva basada en la 
resistencia y capacidad militar de la nación para desafiar a los adversarios con 
 
17 Clark A. Murdock, op. cit., p. 12. 
18 David Jablonsky, “Why is Strategy Difficult?”, in U.S. Army War College Guide to National 
Security Issues. Vol. I: Theory of War and Strategy, USA, Strategic Studies Institute, Edited by J. 
Boone Bartholomees, Jr., 5th edition, June 2012, p. 3. En línea 
<http://www.globalsecurity.org/military/library/report/2012/ssi_bartholomees.pdf>, consultado 
el 16 de abril de 2015. Subrayado agregado. 
19 Sam C. Sarkesian, John Allen Williams y Stephen J. Cimbala, US National Security. 
Policymakers, Processes, and Politics, USA, Lynne Rienner Publishers, Inc., Fourth Edition, 2008, 
p. 4. 
15 
 
éxito, incluso yendo a la guerra si fuera necesario. Esto incluye la consideración 
de la inteligencia, la economía y otros recursos no militares. La dimensión 
psicológica es subjetiva y refleja la opinión y actitudes de los estadounidenses 
sobre la capacidad del país para permanecer seguro en relación con el mundo 
externo. 
La política de seguridad nacional actual, por su parte, se superpone a la política 
exterior; sin embargo, en ocasiones no es posible diferenciarlas. Mucho de la 
política exterior requiere compromiso y negociación, así como de todas las 
técnicas y sutilezas asociadas con la diplomacia tradicional, de lo cual se encarga 
el Departamento de Estado de Estados Unidos. 
En los inicios del siglo XXI, se estimaba que la seguridad nacional de Estados 
Unidos debía considerar la protección de los valores estadounidenses en el 
exterior, por lo que aumentaba la confusión entre las políticas exterior, doméstica y 
de seguridad nacional; de ahí que se presentaran dificultades para establecer los 
intereses nacionales. De tal suerte, el establecimiento de las prioridades de 
seguridad nacional estaba compuesto por el incremento de los vínculos entre el 
número de las políticas de seguridad nacional y las domésticas. 
En una manera impresionante, los hechos del 11 de septiembre de 2001 
trastocaron la distinción entre la política de seguridad nacional y la interna. Por 
definición, la política de seguridad nacional involucra la fuerza militar; en este 
sentido, la política de seguridad nacional “se ocupa principalmente de la 
formulación e implementación de la estrategia nacional que supone la amenaza o 
el uso de la fuerza para crear un entorno favorable para los intereses nacionales 
de Estados Unidos”20. 
Esta política debe ser cuidadosamente desarrollada e instrumentada de acuerdo 
con las prioridades identificadas; no obstante, en este contexto la seguridad 
nacional de Estados Unidos y sus intereses nacionales se han vuelto más 
complejos, ambiguos e, incluso, inconsistentes debido a lo impredecible, incierto y 
confuso de la propia arena internacional. 
 
20 Ibid., p. 5. 
16 
 
En consecuencia, el ámbito nacional se ha convertido en un elemento importante 
en la consecución de los intereses nacionales (identificando las prioridades) que 
se persiguen debido a las amenazas asimétricas, la era de la información y el 
terrorismo internacional. Es decir, lo interno (domestic) se sobrepone y/o 
intercepta de tal manera con lo externo (foreign) que es poco fácil de identificar y 
separar. 
Esta nueva realidad también se refleja en los documentos estratégicos de Estados 
Unidos, en los cuales se le ha dado uniformidad para tener claras las líneas de 
acción como en el Dictionary of Military and Associated Terms, donde se 
establecen los términos militares y asociados, junto con sus definiciones, que 
constituyen la terminología aprobada por el Departamento de Defensa para el 
uso general de todas las partes que lo componen21. 
Los conceptos que manejan los aparatos políticos y militares de Estados Unidos 
son claros y contundentes, dan cuenta de las prioridades de la política de 
seguridad nacional de EstadosUnidos y contienen una importante carga histórica, 
cultural, política e ideológica. 
Este marco de las premisas teóricas sobre seguridad nacional y estrategia que se 
han manifestado en cada periodo definido por grandes momentos históricos, ha 
tenido la influencia, por supuesto, de destacados filósofos y políticos (incluso 
desde la época de los “padres fundadores”), sobre todo de neoconservadores en 
los últimos 45 años, que en coyunturas claves han posicionado su pensamiento 
para justificar las acciones del gobierno en turno; por ejemplo, a consecuencia de 
los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos emprendió el 
rediseño de las relaciones internacionales en lo tocante al Medio Oriente, bajo la 
“inspiración” del filósofo neoconservador Bernard Lewis y su discípulo Fuad Ajami 
quienes enunciaron los principales objetivos para acabar con el nacionalismo 
árabe. 
 
21 United States, Department of Defense, Dictionary of Military and Associated Terms 8 November 
2010 (As Amended Through 15 January 2015) Joint Publication 1-02, PDF format. En línea 
<http://www.dtic.mil/doctrine/new_pubs/jp1_02.pdf>, consultado el 14 de abril de 2015. 
17 
 
De lo anterior resulta que en un contexto internacional cambiante la seguridad 
nacional de Estados Unidos es todo un sistema de valores -políticos, sociales, 
culturales- que se expresa en la capacidad de las instituciones para impedir que 
cualquier adversario (interno o externo) emplee la fuerza u otro medio para dañar 
a los estadounidenses y sus intereses nacionales; la defensa de esos intereses 
nacionales conlleva la aprehensión de las realidades y tecnologías con las que se 
mantiene y podrá ser militar, en caso de ser necesario. 
Respecto a la amenaza de las drogas ilícitas, Estados Unidos las considera como 
perniciosas de la integridad de sus fronteras y sus ciudadanos, así entran en el 
ámbito de la seguridad nacional y por ello se moviliza mucho del armamento 
utilizado en guerras convencionales para “defenderse de los narcotraficantes” (y 
de paso de quienes pretenden cruzar el Río Bravo). 
Este involucramiento efectivo de la fuerza militar es la expresión de la política de 
seguridad nacional, que se ocupa principalmente de la formulación e 
instrumentación de la estrategia nacional que supone la amenaza o el uso de la 
fuerza para crear un entorno favorable para los intereses nacionales de Estados 
Unidos y revela cómo son tomadas las decisiones de autoridad para resolver, 
precisamente, esos conflictos de interés por los recursos prioritarios para su 
supervivencia. 
Para el diseño de la estrategia se considera el entorno nacional e internacional, 
por supuesto, así como las tecnologías con que se cuente para garantizar la 
permanencia del orden que el país necesita y preservarlo libre de toda amenaza. 
De tal suerte, la estrategia es la manifestación de cómo Estados Unidos emplea 
su poder, calculando sus fines y medios, para lograr lo que quiere. 
En cuanto al tema conceptual de las drogas también conlleva a consideraciones 
particulares. 
El concepto droga, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 
es definida como “toda sustancia que introducida en el organismo vivo puede 
modificar una o más funciones de éste”. Por otro lado, se maneja una definición 
18 
 
farmacológica más amplia, droga es “cualquier sustancia química, natural o 
artificial que modifique la psicología mental de los seres humanos”22. 
Si analizamos cada partícula de la definición resulta que en la actualidad hay más 
“cosas” que son drogas y no son sustancias, entendiendo ésta como materia, 
esencia, fundamento o partícula de algo, dependiendo del contexto en que se 
emplee. Resulta que en la actualidad hay “drogas” que no son sustancias en 
estricto sentido, pero ejercen en el cerebro un efecto similar al de una sustancia 
determinada, tal es el caso de las drogas auditivas (“música” que induce los 
mismos efectos que se tendrían si se hubiese ingerido mariguana o cocaína, por 
ejemplo). 
Hay estudios serios que señalan el efecto de la música en el cerebro y en el 
estado de ánimo del oyente. Música que puede estimular la concentración, la 
lectura, el aprendizaje, por mencionar un ejemplo está lo realizado por Don 
Campbell, entre otros, con lo que se denominó Efecto Mozart. Pues las drogas 
auditivas serían el otro extremo del uso de los sonidos y no está regulado. 
Como “droga” no hay restricción alguna para hacerse de una pieza de ese tipo. No 
hay información suficiente, además el usuario potencial puede considerar que 
como “no está introduciendo” nada en su cuerpo el efecto es inocuo, pero no es 
así. 
Otro tipo de medio que repercute en el cerebro es el visual, en este caso se 
encuentra la pornografía que, más allá de las cuestiones sociales, económicas o 
del tipo de personas que participan en este negocio (y que no siempre es 
consensuado), está el efecto que genera en el cuerpo humano porque provoca 
disfunciones físicas y también desintegración familiar, entre otros aspectos. En 
este sentido, el impacto de esta actividad en Estados Unidos es relevante ya que 
en nueve estados la han declarado como una crisis de salud pública23; sin 
 
22 Rosa del Olmo, “Drogas: distorsiones y realidades”, en Nueva Sociedad, no.102, Caracas, 
Venezuela, julio-agosto de 1989, p. 91. 
23 Daniela Villalobos, “Asociación trabaja en contra de la pornografía”, Noticieros Televisa, Foro TV. 
Transmitido el 28 de enero de 2018, 10:10 am. En línea 
<http://noticieros.televisa.com/videos/asociacion-trabaja-pornografia/>, consultado el 28 de enero 
de 2018. 
19 
 
embargo, no hay pronunciamientos en materia de legislación internacional como si 
lo hay con las drogas ilegales. 
Con estos dos ejemplos nos damos cuenta que el concepto droga, tal cual lo 
considera la OMS, está rebasado, pero es éste el que se utiliza como base en el 
diseño de las políticas antidrogas y/o en aquéllas que pretenden tener un impacto 
en la salud pública. 
La clasificación o determinación de la peligrosidad de las drogas está realizado 
con criterios no científicos, lo mismo aplica para la distinción entre drogas legales 
e ilegales, donde lo predominante es la ganancia económica que se obtiene y el 
cabildeo que se realiza en los congresos y gobiernos. Este reduccionismo puede 
generar conclusiones simples como que consumir alcohol o tabaco no es dañino 
mientras que sí lo es el consumir cocaína o heroína. Por supuesto que todo tipo de 
droga (en el sentido estricto del término) genera adicción, pero esto no se maneja 
claramente, mucho menos en el contexto actual donde predomina una supuesta 
libertad de derechos del individuo. 
De tal suerte, tratamiento diferente merecen las sustancias que son empleadas 
con fines médicos; el que se prohíba el uso medicinal de algunas hoy en día 
obedece más a cuestiones de aparente ignorancia, aunque la base está puesta 
sobre intereses políticos y económicos. Este asunto entra en el análisis de las 
grandes industrias farmacéuticas que dependen de la materia prima de los países 
proveedores. Además, se debe considerar que la prescripción médica, profesional, 
puede estar inducida por los intereses del gran capital farmacéutico para favorecer 
el consumo de ciertos medicamentos (legales) como ocurre en Estados Unidos. 
Continuando con el tema de las drogas, éstas se clasifican en cinco grandes 
grupos: narcóticos, sedantes, estimulantes, alucinógenos y sustancias químicas24. 
 
24 Narcóticos: son aquellas drogas que causan depresión del sistema nervioso central, que cuando 
está deprimido funciona por debajo de su nivel físico y mental. Provocan que el individuo sea 
apático y esté abatido. Como tales sustancias pueden ser incluidos el opio y sus derivados como la 
morfina, la codeína y los narcóticossintéticos, entre los que se encuentran la metadona y la heroína. 
Sedantes: son sustancias que deprimen el sistema nervioso central, provocando relajamiento e 
induciendo al sueño. Entre ellos se encuentran los barbitúricos, el alcohol y los tranquilizantes. 
20 
 
Y pueden ser naturales o sintéticas (elaboradas en laboratorios, muchas veces 
clandestinos). 
De la clasificación anterior se desprende que la cocaína es un estimulante, la 
mariguana un alucinógeno y la heroína, derivada de la amapola, un narcótico. 
Estas tres sustancias han sido estigmatizadas por el gobierno de Estados Unidos, 
y sus políticas de represión están orientadas a eliminarlas en los países “de 
origen”, es decir, en donde se cultivan y procesan25. 
En consecuencia, el gobierno estadounidense ha reducido la “problemática de las 
drogas” a un sólo concepto: narcotráfico, con el cual se relaciona otra categoría, 
narcótico. Ya se expuso que no todas las drogas ilegales son narcóticos, de lo que 
se deduce que se aplica un criterio netamente político, y esto es lo que difunden 
los medios de comunicación y los distintos órganos de gobierno del resto de los 
países26. 
El narcotráfico, como concepto, es producto de la racionalidad estadounidense e 
induce a pensar sólo en la comercialización, transporte y distribución de aquellas 
drogas ilegales erróneamente definidas como narcóticos. Con tal racionalidad, se 
excluye del campo de análisis, además de las drogas socialmente aceptadas 
(tabaco y alcohol) y las producidas legalmente por las transnacionales 
farmacéuticas (anfetaminas y barbitúricos), los restantes y tal vez más importantes 
eslabones del “problema de las drogas ilegales”: consumo-demanda, producción, 
procesamiento y comercialización de insumos industriales (precursores químicos), 
financiamiento, transporte, etcétera. 
 
Estimulantes: son drogas que incrementan la vivacidad, reducen el apetito y provocan sentimientos 
de bienestar. En este grupo se ubican las anfetaminas y la cocaína. 
Alucinógenos: llamadas drogas de la juventud; aparentemente producen alucinaciones y visiones 
idílicas, por ejemplo, el LSD, la mariguana y la mezcalina. 
Sustancias químicas: es el caso de los vapores que se inhalan para alcanzar un estado de 
intoxicación similar al que se obtiene por el uso del alcohol, como el pegamento, la gasolina y otros 
solventes volátiles. 
25 Pero haciendo caso omiso del cultivo y procesamiento en su propio territorio, en particular 
respecto de la mariguana y la elaboración de drogas sintéticas como el crack. 
26 También utilizan la palabra estupefaciente. Un estupefaciente es un narcótico que produce 
estupefacción, es decir, pérdida de la sensibilidad y debilitamiento de la actividad cerebral; por lo 
tanto, a la cocaína no se le debe aplicar tal calificativo. 
21 
 
Así se asigna un criterio homogéneo a una realidad profundamente heterogénea, 
en donde predomina una visión unilateral delictiva que encubre múltiples 
realidades socioeconómicas y políticas. A su vez, se presta para crear todos los 
anatemas posibles: narco-guerrilla, narco-política, narco-economía, etcétera, e 
involucrar a cualquiera; de ahí que hasta los indígenas y campesinos sean tildados 
de narcotraficantes por el simple hecho de cultivar la coca o la amapola que otros 
compran, procesan, transportan y comercializan. 
Otra creación de la ideología estadounidense que se ha asimilado sin reparos por 
los gobiernos es el concepto de cártel del narcotráfico. Esta denominación se 
empleó para referirse a los grupos que operaban en Colombia en la exportación 
de cocaína. Así, la nueva designación que salió a la luz en el verano de 1986, 
corresponde más con el significado que alude a “grupos que actúan en forma 
unitaria con miras a un objetivo común”27. Pero la “unidad” de los grupos 
narcotraficantes es relativa, y sólo se puede hablar de ella respecto al sentimiento 
de pertenencia que pueden tener sus miembros. La unidad, en todo caso, no se 
refiere a que la organización sea una, compacta y jerarquizada. Consideramos 
que la unidad está dada por la zona donde ha surgido cierto grupo y ejerce mayor 
influencia, por ejemplo, se habló del cártel de Medellín y del cártel de Cali, para el 
caso de Colombia; y del cártel de Juárez o del cártel del Golfo, con relación a 
México. 
Ciertamente la actividad de los “cárteles del narcotráfico” es producto de una 
lógica empresarial pues no sólo van innovando sus métodos de comercialización 
de la mercancía, sino que también tienen injerencia en sectores de la economía 
legal; por lo tanto, el narcotráfico debe ser comprendido como una actividad 
económica racional. 
La guerra contra las drogas también es de manufactura estadounidense, 
formalmente fue lanzada por el presidente Richard M. Nixon en 1971 y desde 
entonces la han continuado tanto administraciones demócratas como republicanas 
 
27 Cf. Ana Josefina Álvarez Gómez, Las políticas de droga en el continente americano, Tesis de 
Doctorado en Estudios Latinoamericanos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1994, p. 14. 
22 
 
y cada una le ha dado su toque distintivo. Es una cuestión política que pasó por el 
criterio de un presidente, nunca por el Congreso, además contó con todo un marco 
de manipulación fabricado que le dio sustento y argumentación para entrar en 
vigor. 
Hemos constatado que la visión de los gobiernos de Estados Unidos es limitada y 
tendenciosa, eso no demerita que sus consignas sean ignoradas. Todo lo 
contrario, son asimiladas por los gobiernos y medios de comunicación del mundo 
y, por lo tanto, reproducidos. Las legislaciones internacionales en materia de 
drogas también tienen ese sesgo. 
De ahí que cuando formalmente se alude a la guerra contra las drogas se piense 
que equivale a decir guerra contra el narcotráfico. En estricto sentido no debieran 
ser lo mismo, pues la segunda implicaría que efectivamente se contrarrestaran 
todos los aspectos de esta actividad, pero siempre falta alguno, generalmente no 
hay acciones en los países consumidores contra el lavado de dinero. 
Ante la estrechez de los conceptos habrá que reformularlos, presentarlos y 
defenderlos ante las instancias internacionales competentes. 
Ya que la guerra contra las drogas es un concepto de hechura estadounidense y 
da cuenta de su lógica injerencista es el que se empleará en esta obra, teniendo 
presente que también es entendible como guerra contra el narcotráfico o combate 
contra las drogas, términos que se emplean en sus documentos trascendentales 
como las audiencias del Congreso, la Estrategia Internacional para el Control de 
Drogas o la Estrategia de Seguridad Nacional. 
¿Cómo se inserta la guerra contra las drogas en la política de seguridad nacional 
estadounidense y cuál es su carácter o esencia? ¿Cómo se ha asimilado la guerra 
contra las drogas en el continente americano? ¿Cuáles han sido sus efectos en 
los países involucrados? Son algunas preguntas básicas que articularon esta 
investigación a través de los siguientes objetivos: 
 Analizar la conformación de la política de seguridad nacional de Estados 
Unidos, sus efectos y proyección en el mundo y en particular en América Latina y 
23 
 
el Caribe, para lo cual se identifican sus rasgos de continuidad histórica que le han 
dado sentido, así como las adaptaciones que ha tenido ante las condiciones de un 
mundo cambiante con nuevos retos y desafíos. 
 Establecer cómo la guerra contra las drogas impulsada por Estados Unidos se 
ha constituido en un elemento de intervención política y militar prolongada que se 
ha combinado con la política económica ofertada como ayuda, con lo cual se ha 
garantizado la colaboración de los países involucradosen el narcotráfico, en 
particular los de América Latina y el Caribe, en las medidas antidrogas 
instrumentadas por Estados Unidos. 
 Identificar los efectos de la guerra contra las drogas en Colombia y Haití, y 
cómo ésta se ha consolidado en cada uno de estos países que tienen 
características históricas, políticas, sociales y geográficas muy distintas. 
Consideramos que si bien las premisas de promover el libre mercado y la 
democracia han guiado e impulsado los objetivos de seguridad nacional de las 
distintas administraciones estadounidenses (dándole sentido a su meliorismo), la 
guerra contra las drogas ha sido un medio para abrirles camino en el mundo a 
partir de la primera mitad del siglo XX y básicamente desde la década de 1970. En 
este marco operativo Colombia y Haití han sido considerados por los distintos 
gobiernos estadounidenses como ejes relevantes en el mapa del continente (junto 
con otros casos como Cuba y México), debido a las situaciones particulares que 
han tenido cada uno de ellos. Es decir, libre mercado y democracia van vinculados 
a la participación en el combate a las drogas. 
Las diversas expresiones de política exterior del gobierno de Estados Unidos han 
sido útiles para apuntalar los intereses vitales de ese país; esto es, preservar su 
hegemonía mediante la presencia militar que no sólo se proyecta hacia la 
“amenaza” externa (extra continental), sino también hacia el interior de los países 
latinoamericanos y caribeños mediante la contención y represión social de 
cualquier manifestación que represente un peligro. 
La importancia de Colombia y Haití para este estudio va más allá de lo que oficial 
o tradicionalmente se maneja: que uno ha destacado por ser un país-origen de 
24 
 
gran cantidad de drogas ilícitas y el otro por ser un país-tránsito que con el paso 
de los años se ha convertido en uno de los principales puntos de dicha actividad, y 
que por ello constituyen una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. 
La importancia estriba en lo siguiente: 
1) Comparten el gran Caribe. Haití y Colombia poseen territorios ricos en 
recursos naturales desde los cuales, por su ubicación geográfica, también se 
pueden controlar pasos importantes de tránsito humano y comercial con lo que 
adquieren relevancia fundamental en el marco de la seguridad nacional de 
Estados Unidos. En este sentido, el Caribe continúa siendo expresión de los 
conflictos mundiales políticos y económicos como frontera imperial (término 
empleado por Juan Bosch en su obra De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, 
frontera imperial). 
2) Son asentamientos de la proyección militar estadounidense en el 
continente. Colombia cuenta con bases militares ocupadas por elementos 
castrenses de Estados Unidos –a raíz del Plan Colombia- y ha ejecutado una 
política de contención y represión de la población habitante de zonas ricas en 
recursos naturales bajo la sombra de la guerra contra las drogas; también desde 
ahí se proyecta el área de seguridad estadounidense para toda América del Sur, la 
cual irradia hacia Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, y que le sirve para 
vigilar y resguardar sus intereses de potenciales actividades hostiles o 
amenazantes que pudieran ocurrir. Desde Colombia, además, se tiene control 
marítimo del mar Caribe y el océano Pacífico, lo que representa un trampolín hacia 
Europa, Asia y África. A lo anterior se suma que Colombia es “socio amigo” de la 
Organización del Tratado del Atlántico Norte. 
Por su parte, en Haití, con la presencia de las fuerzas de paz y reconstrucción en 
Haití, MINUSTAH, y ahora la Misión de las Naciones Unidas para el Apoyo a la 
Justicia en Haití, MINUJUSTH, Estados Unidos mantiene una presencia velada 
para resguardar los pasos marítimos cercanos a Cuba que conducen también 
hacia Europa, pues sigue conservando la base de Guantánamo, punto 
importantísimo en su lógica de dominación. Esta presencia militar ha sido 
25 
 
“justificada” como acto de ayuda humanitaria a raíz del derrocamiento de un 
gobierno electo democráticamente en 1991, además le ha sido útil para cubrir los 
pasos marítimos fundamentales de tránsito comercial y militar, objetivo trazado por 
el estratega naval Alfred T. Mahan desde el siglo XIX, quien planteó que para 
Estados Unidos era fundamental conservar en el continente cuando menos un 
punto estratégico y con contradicciones internas que justificara su intervención a 
fin de esgrimir “su” necesaria presencia para mantener el monitoreo directo del 
área. 
3) Son escenarios de un singular combate al narcotráfico cuyas 
repercusiones hemisféricas son inminentes. En el actual contexto, en el que el 
“enemigo externo” se ha difuminado, el combate contra el narcotráfico adquiere 
matices distintivos a la vez que esa industria ilícita en sí muestra adaptaciones a 
las nuevas realidades del mundo y de la región. 
El que estos países eje destaquen por la modalidad de guerra contra el 
narcotráfico que se ha emprendido en sus territorios también está relacionado con 
lo que se ha denominado como acumulación por desposesión, inserta en las 
dinámicas de neo-extractivismo que han proliferado en el continente; en estricto 
sentido, la acumulación del capital siempre ha sido una cuestión profundamente 
geográfica que ha descansado en el ejercicio permanente de la violencia. La 
geopolítica estadounidense en su máxima expresión orientada por los elementos 
básicos a considerar: espacio vital (que expresa la relación entre espacio, 
población y necesidades), poder (para garantizar las necesidades básicas) y perfil 
(características que distinguen a un país de otro). 
El combate al narcotráfico como argumento para movilizar recursos económicos y 
militares en aras de erradicar el tráfico de drogas ilegales (dejando de lado la 
atención del consumo) se cruza con el fomento estadounidense de estrategias que 
favorecen el libre comercio; estrategias de penetración y control de canales 
26 
 
económicos y comerciales fundamentales, siendo una manifestación de la disputa 
por los espacios y sus recursos por medios muy precisos28. 
En las distintas etapas que caracterizan la guerra contras las drogas, Estados 
Unidos ha diseñado significativas medidas económicas para incentivar zonas de 
libre comercio en la región que favorecen a los capitales trasnacionales, lo cual se 
desarrolla en la obra. 
En la actualidad, en el contexto de la guerra total contra el terrorismo emprendida 
a partir de septiembre de 2001, aparentemente se ha dejado en segundo plano al 
narcotráfico como tema prioritario de la dinámica latinoamericana y caribeña con 
Estados Unidos, máxime cuando varios estados de la Unión Americana han 
legalizado el consumo recreativo de la mariguana y/o su uso medicinal, lo mismo 
que han hecho algunos países de la región. 
La injerencia de Estados Unidos en el desarrollo de la vida democrática y pacífica 
de Colombia y Haití comienza desde años atrás y fue consolidándose 
paulatinamente en la vertiente de la guerra contra las drogas. Económicamente 
ambos países son distintos, tienen diferencias políticas, sociales, culturales, 
educativas, pero en la cadena del narcotráfico son eslabones significativos ya que, 
desde que participan en ella, Estados Unidos ha empleado distintas estrategias 
para atender lo que denomina el “flagelo de las drogas” y las consecuencias han 
sido ejemplares. 
En la tabla 1 se presentan las características básicas de Colombia, Haití y Estados 
Unidos que nos permiten ubicarlos en la magnitud del fenómeno. 
 
28 La importancia de la Estrategia de Seguridad Nacional es relevante porque permite conocer las 
directrices de política exterior y seguridad nacional que guiarán las más importantes decisiones que 
se tomen en la Casa Blanca. 
27 
 
Tabla 1. Información básica comparativa entre Colombia, Haití y Estados Unidos 
AspectosCOLOMBIA HAITÍ ESTADOS UNIDOS 
Ubicación geográfica y 
características físicas 
Se encuentra en la región 
noroccidental de América del Sur. 
Cuenta con cinco regiones 
naturales continentales y una 
región natural marítima. 
Está ubicado en la isla La Española, 
ocupa un tercio de ella y la comparte 
con República Dominicana (que se 
encuentra al este). 
 
Se localiza en el centro de América del 
Norte, donde se encuentran sus 
cuarenta y ocho estados contiguos y 
Washington D.C., el distrito de la 
capital. La extensión territorial de esta 
porción colinda con los 
océanos Pacífico y Atlántico. 
Además, están los estados de Alaska y 
Hawaii. 
Extensión territorial Abarca un área continental de 
1,038,700 km² más un área 
marítima de 100,210 km². 
En total, la extensión del país es de 
1,138,910 km2. 
Su extensión territorial es de 27,560 
km² y su territorio comprende las 
islas de la Gonâve, Tortuga, Vaches, 
el archipiélago de las islas Cayemites 
y otros islotes de sus aguas 
territoriales. Es el tercer país más 
extenso de las Antillas (después de 
Cuba y República Dominicana). 
Su área marítima es de 190 km2. 
En resumen, su área total es de 
27,750 km2. 
Su extensión territorial es de 
9,147,593 km², y cuenta con un área 
marítima de 685,924 km2. 
En total, la extensión del país es de 
9,833,517 km2. 
 
División político-
administrativa 
Está dividido en 32 departamentos 
descentralizados (incluyendo las 
islas de san Andrés, Providencia y 
Malpelo) y un Distrito capital en 
Bogotá, donde reside el gobierno 
nacional que es presidencial. 
Tiene 1,122 municipios. 
Está dividido en 10 departamentos, 
41 distritos y 133 comunas (o 
municipios). Su forma de gobierno es 
semi-presidencial. 
El territorio continental está dividido 
en 49 estados, con Hawaii son 50. 
Puerto Rico es un estado asociado. 
Su forma de gobierno es presidencial. 
Tiene 3,141 condados. 
https://es.wikipedia.org/wiki/Am%C3%A9rica_del_Norte
https://es.wikipedia.org/wiki/Am%C3%A9rica_del_Norte
https://es.wikipedia.org/wiki/Am%C3%A9rica_del_Norte
https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Unidos_continentales
https://es.wikipedia.org/wiki/Washington_D._C.
https://es.wikipedia.org/wiki/Oc%C3%A9ano_Pac%C3%ADfico
https://es.wikipedia.org/wiki/Oc%C3%A9ano_Atl%C3%A1ntico
28 
 
Aspectos COLOMBIA HAITÍ ESTADOS UNIDOS 
Población total (para el 
año 2016) 
48,653,419 habitantes 10,847,334 habitantes 323,127,513 habitantes 
Producto Interno Bruto (a 
precios actuales, 2016) 
282,463 mil millones de dólares 8,023 mil millones de dólares 18,624 billones de dólares 
Ingreso Nacional Bruto 
per cápita (a precios 
actuales, 2016) 
6.310 dólares 780 dólares 56.810 dólares 
Inscripción escolar, nivel 
primario (% bruto)a 
113,563 estudiantes matriculados 
(para el año 2015) 
111,878 estudiantes matriculados 
para el año de 1998 
100,147 estudiantes matriculados 
(para el año 2015) 
Tasa de incidencia de la 
pobreza (porcentaje de 
personas que vive por 
debajo de la pobreza 
nacional) 
28 (para el año 2016) 58,5 (para el año 2012) El Banco Mundial no presenta datos 
en su página electrónica. 
12.7% señalado por otras fuentes 
(para el año 2016) 
Esperanza de vida al 
nacer, total (años), al año 
de 2015 
74 63 78 
Efectivos Fuerzas 
Armadas 
265,050 
481,100 
14,385 (efectivos Policía Nacional) 
120 
1,347,300 
Presupuesto de defensa 
(en US$) 
% PBI 
4,916,946,842 
1.94 
7,953,535 
0.10 
611,000 millones 
3.3 
a De acuerdo con la descripción presentada por el Banco Mundial, la tasa bruta de matrícula (TBM), educación primaria, total. Corresponde 
al número total de estudiantes matriculados en educación primaria, independientemente de su edad, expresado como porcentaje de la 
población total en edad oficial de cursar enseñanza primaria. La TBM puede ser superior al 100% debido a la inclusión de estudiantes 
mayores y menores a la edad oficial ya sea por repetir grados o por un ingreso precoz o tardío a dicho nivel de enseñanza. 
29 
 
Fuente: Los datos sobre población, aspectos económicos, educación y esperanza de vida se tomaron de la página electrónica del 
Banco Mundial, información por país, <https://datos.bancomundial.org>, consultada el 31 de marzo de 2018. Para los datos de 
extensión territorial se consultó la página de la Agencia Central de Inteligencia, <https://www.cia.gov/library/publications/resources/the-
world-factbook/geos/us.html>, el día 20 de enero de 2018. 
La información de pobreza en Estados Unidos se obtuvo de: “Estados Unidos - riesgo de pobreza”, Datosmacro, en línea 
<https://www.datosmacro.com/demografia/riesgo-pobreza/usa>, consultado el 8 de diciembre de 2017. Mauricio Galindo, “Qué 
significa ser pobre en Estados Unidos/Cuentas claras”, El Tiempo, 16 de septiembre de 2017. En línea, 
<http://www.eltiempo.com/economia/sectores/cuentas-claras-sobre-pobreza-en-estados-unidos-y-otros-131438>, consultado el 8 de 
diciembre de 2017. 
Los datos sobre efectivos de Fuerzas Armadas y presupuesto de defensa para Colombia y Haití fueron consultados en el Atlas 
Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, Edición 2016, Buenos Aires, Argentina, Red de Seguridad y Defensa de 
América Latina, 2016, pp. 10-11. Respecto al total de personal de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se consultó la página del 
Banco Mundial, donde se presentan datos del año 2015, <https://datos.bancomundial.org/indicator/MS.MIL.TOTL.P1?view=map>, el 
día 31 de marzo de 2018. En esta misma página se mencionan datos distintos a los manejados en el Atlas para Colombia y Haití, por 
eso en la tabla se asentaron y resaltaron en negritas; puede observarse que son mayores. 
El gasto militar de Estados Unidos para el año de 2016 se obtuvo de la página del Stockholm International Peace Research Institute, 
“World military spending: Increases in the USA and Europe, decreases in oil-exporting countries”, 24 de abril de 2017. En línea 
<https://www.sipri.org/media/press-release/2017/world-military-spending-increases-usa-and-europe>, consultado el 31 de marzo de 
2018. Para lo correspondiente al porcentaje del PIB destinado al gasto militar 2016 se consultó la página del Banco Mundial 
<https://datos.bancomundial.org/indicador/MS.MIL.XPND.GD.ZS?view=map>, el día 31 de marzo de 2018. 
30 
 
Colombia y Haití constituyen materia de seguridad nacional para Estados Unidos 
(están dentro de los intereses prioritarios), interés que se reforzó desde su era 
expansionista. En el cuadro anterior también se expusieron las características 
básicas de Estados Unidos porque de igual manera forma parte del circuito del 
narcotráfico, su relevancia no sólo estriba en ser el que impone las directrices a 
seguir, sino en ser uno de los principales consumidores de drogas en el mundo. 
El narcotráfico es una actividad multifactorial, que implica diversas actividades 
como producción, procesamiento, comercialización, transportación, venta y 
consumo de drogas ilícitas, en la que existen, a su vez, especializaciones en el 
trabajo y donde los países involucrados destacan por la participación 
predominante que tienen en este circuito, por la cooperación que se establece 
entre ellos y por sus peculiaridades políticas y económicas propias, lo que Ivelaw 
L. Griffith denominara como geonarcóticos29. 
Para los fines de esta investigación es indispensable considerar la visión del 
propio Estados Unidos en el diseño de la política de seguridad nacional, cómo ha 
variado, cuál es su hilo conductor y, en particular, sus fundamentos. Esto permitirá 
ubicar en su lugar al tema de la guerra contra las drogas en América Latina y el 
Caribe y cómo ésta ha sido adecuada en cada etapa específica para presionar a 
los gobiernos e intervenir en su vida política, además de definir el peso que 
Estados Unidos le ha dado en la política de seguridad nacional que aplica en el 
continente. 
Abordar el tema de la seguridad nacional de Estados Unidos no es simple, los 
estudiosos de origen estadounidensenos remiten a la cuestión teórica (que es 
muy importante) y nos brindan nociones generales de cómo se articula el concepto 
y, sobre todo, la política de seguridad nacional, con lo cual se determinan los 
cambios que van gestándose de acuerdo con la realidad mundial. 
 
29 Ivelaw L. Griffith, “The Geography of Drug Trafficking in the Caribbean”, en Michael C. Desch, 
Jorge I. Domínguez y Andrés Serbín (Ed.), From Pirates to Drug Lords: The Post-Cold War 
Caribbean Security Environment, New York, State University of New York Press, 1998, p. 97. 
31 
 
En el campo metodológico, la cuestión que surge a primera vista es la de cómo 
analizar un fenómeno como la guerra contra las drogas del que aparentemente ya 
se ha dicho demasiado y no representa novedad. Cómo analizar un fenómeno que 
en ocasiones parece contradictorio y que brinda resultados distintos dependiendo 
de la fuente que se consulte. Precisamente por eso se ha partido de la seguridad 
nacional de Estados Unidos porque es ahí donde se fundamenta la guerra contra 
las drogas. 
La cuestión de la guerra contra las drogas, su sentido y esencia, ha sido la 
motivación para el desarrollo de esta investigación la cual tomó el cauce del 
estudio de la seguridad nacional de Estados Unidos; por ello, se presenta un 
análisis histórico de su conformación, siguiendo la exhortación de C. Wright Mills 
cuando señala, en materia de economía política, que “Tenemos que ampliar el 
ámbito temporal de nuestro análisis. Para comprender y explicar los hechos 
comparativos tal como hoy se nos presentan, tenemos que conocer las fases 
históricas y las razones históricas de las variaciones de ritmo y dirección del 
progreso o de la ausencia de progreso”30. 
En este caso, son las variaciones y el ritmo de la política de seguridad nacional 
estadounidense, expresados específicamente en sus estrategias, lo que dinamiza 
la guerra contra las drogas en América Latina y el Caribe. 
Para el desarrollo de los temas en que se ha dividido la investigación se consultó 
material elaborado por especialistas estadounidenses y latinoamericanos, así 
como audiencias del Congreso de Estados Unidos y otros materiales preparados 
por instancias gubernamentales de ese país. Es importante señalar que el tema de 
la guerra contra las drogas toma su lugar propio en el cuerpo de la obra, lo que 
nos permite identificar sus antecedentes y desarrollo ulterior. 
Precisamente es en el marco de la evolución de la seguridad nacional de Estados 
Unidos que se van exponiendo de manera simultánea las condiciones políticas, 
económicas y militares que imperaban en América Latina y el Caribe, así como los 
 
30 C. Wright Mills, La imaginación sociológica, Traduc. Florentino M. Torner, México, Fondo de 
Cultura Económica, 1994, p. 164. 
32 
 
intereses estratégicos que representaban para ese país (por ejemplo, durante la 
Segunda Guerra Mundial), ahí es cuando se va ubicando la guerra contra las 
drogas. Si bien es cierto el objetivo de este trabajo no es realizar un estudio 
comparativo, es ineludible referirse a ejemplos concretos en aras de comprender 
la dinámica de dicha “guerra”. 
La exposición del trabajo se estructuró en cinco capítulos. 
En el capítulo 1, “Del expansionismo de Estados Unidos y sus elementos 
esenciales (Destino Manifiesto, racismo, Doctrina Monroe, defensa de la seguridad 
y excepcionalismo, siglos XVIII y XIX)”, se analiza la génesis de Estados Unidos, 
su concepción del apoyo divino para encauzar sus planes y justificar su expansión 
territorial brindándole características que hasta la fecha perduran como las del 
excepcionalismo, el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe; se consideran 
además las premisas religiosas que están en la base de esos fenómenos. 
En efecto, hoy en día esas premisas están vigentes aunque los gobiernos 
estadounidenses no lo señalen explícitamente, pero lo constatamos con 
frecuencia en la actual administración de Donald. J. Trump. De acuerdo con 
Ramiro Guerra, “El movimiento de expansión y conquista de tierras a expensas de 
España y de los países hispanoamericanos cuenta ya (…), propiamente hablando, 
con siglo y medio de duración, sin cambiar ni sus métodos ni sus fines”31. 
Por su parte, es importante resaltar que a lo largo de la historia, los políticos 
estadounidenses han invocado el favor de Dios en sus discursos y han insistido en 
la “misión trascendente” que la nación tiene que cumplir. Si bien es cierto la 
relación entre religión y política “ha sido un elemento básico en la vida de Estados 
Unidos”32, no todos los presidentes han hablado públicamente de su fe; sin 
embargo, por las características del nacimiento de este país, la moralidad 
asociada con la religión es un tema que ha estado presente, en mayor o menor 
 
31 Ramiro Guerra, La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y de los 
países hispanoamericanos, La Habana, Cuba, Instituto Cubano del Libro, 3ª ed., 2008, p. 8. 
32 Discussant James S. Wolfe in Herbert D. Rosenbaum and Alexei Ugrinsky, eds., The Presidency 
and Domestic Policies of Jimmy Carter (Westport, CT: Greenwood, 1994), 123. Citado por Gary 
Scott Smith, “Introduction”, Faith & the Presidency. From George Washington to George W. Bush, 
USA, Oxford University Press, 2006, edición Kindle. 
33 
 
grado, como argumento para justificar y/o dirigir la política nacional e internacional 
de Estados Unidos. En el discurso empleado para la guerra contra las drogas ha 
sido muy evidente, lo mismo que para dar el banderazo de la guerra total contra el 
terrorismo, sin dejar de lado que en su momento se utilizó este tipo de concepción 
para introducir el término de hemisferio occidental o sustentar posteriormente el 
argumento del perímetro de defensa. 
Asimismo, en este capítulo se destaca la participación de la joven nación como 
potencia neutral en medio de los conflictos de las potencias europeas y el 
aprovechamiento que de éste realizó, lo cual, aunado al principio de balance de 
poder (asimilado al aislacionismo), dotó a Estados Unidos de fortaleza militar y 
económica para incursionar en la arena europea. Estos elementos serán 
fundamentales para su actuar en el siglo XX en las dos grandes guerras y le 
imprimirán carácter a su estilo de negociar con el resto de los países, potencias o 
países en desarrollo. 
Precisamente en la cuestión militar, otro aspecto que se destaca en este capítulo 
es el geopolítico que se fue conformando a través de la expansión hacia el Oeste 
y el mar Caribe, por un lado, y hacia el océano Pacífico para anexarse Hawaii y 
Filipinas, por el otro. Es importante tener presente el interés que Estados Unidos 
siempre mostró por anexarse todo el territorio comprendido hasta Panamá y del 
otro extremo hasta Puerto Rico, sobre la base del desprecio al imperio español, su 
religión y costumbres, que contrastaban con su desmedida ambición por la riqueza 
minera, los pasos interoceánicos y las rutas comerciales. 
En el capítulo 2, “Estados Unidos más allá de América”, se analiza la participación 
de Estados Unidos en asuntos europeos, particularmente a partir de la Primera 
Guerra Mundial; el desarrollo de la concepción de seguridad nacional como tal 
ocurrió después de la Segunda Gran Guerra y sus implicaciones fueron diversas 
tanto en el aparato administrativo como en el militar. Al destacarse este periodo no 
significa que anteriormente Estados Unidos hubiese descuidado este frente, sino 
que es a partir de este momento que la seguridad nacional como concepto y 
estrategia adquiere relevancia y, sin duda, su base es lo concebido desde los 
34 
 
Padres Fundadores y los políticos de renombre que, sin ser estrategas militares, 
dotaron al país de una lógica política que dirigirá su curso histórico. 
El endurecimiento de la línea

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