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BIBLIOTECA DEL BASKET ZONA131 www.zona131.com CON LA COLABORACIÓN DE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE BALONCESTO El basket según PEPU HERNÁNDEZ Quique Peinado Prólogo de Jorge Muñoa BIBLIOTECA DEL BASKET ZONA131 EDICIONES DE BASKET S.L. Diseño de portada: ZONA131 EDICIONES Fotografía de portada: Emilio Cobos (Gigantes) © ZONA131 EDICIONES S.L. Deu i Mata, 26 08014 Barcelona Teléfono: 666 846803 Fax: 93 4185650 página web: www.zona131.com correo electrónico: info@zona131.com Con la colaboración de la Federación Española de Baloncesto Primera edición: julio 2006 Impresión: Publidisa S.A. ISBN 10: 84-935004-2-9 ISBN 13: 978-84-935004-2-9 Depósito legal: A mi madre y a Paloma, por estricto orden de aparición Q. P. ÍNDICE Prólogo ........................................................... 11 Un hombre necesario, por Jorge Muñoa Ficha personal ................................................ 17 EL BASKET SEGÚN PEPU HERNÁNDEZ La motivación ................................................. 19 El estilo de juego y las influencias ................... 27 Libertad versus control ................................... 33 El jugador ....................................................... 37 Las rotaciones ................................................ 41 La táctica y el método de trabajo ..................... 45 Entrenar: la constancia del día a día ................ 49 La preparación de los partidos ........................ 55 El entrenador como psicólogo ......................... 59 El ritmo de juego y el ataque ........................... 63 La defensa ...................................................... 69 El rebote ......................................................... 74 Situaciones especiales .................................... 79 Los tiempos muertos ....................................... 81 La comunicación en el equipo .......................... 85 El mundo de la ACB ......................................... 89 La relación con los árbitros, rivales y prensa ... 91 El baloncesto del futuro .................................. 95 El papel del entrenador ................................... 99 Formas de entrenar ....................................... 107 PRÓLOGO Un hombre necesario Todavía recuerdo cuando vi por primera vez a José Vicente Hernández. Yo era un niño que seguía los pasos de mi hermano y de mis tres primos mayores en las aulas del Ramiro de Maeztu. Allí me encontré con un colegio desdoblado en dos áreas de educación: una está en los pupitres, la otra en las canchas. Una maña- na sonó la puerta de mi clase y mi profesora dejó pasar a un joven que invitó a todos los que quisieran jugar a baloncesto a presentarse a las pruebas de selección del Estudiantes. Yo quería jugar, me encantaba, y el día que llegué a los primeros entrenamientos conocí a Pepu, atento a todo y a todos en el campo de minibas- ket del patio grande, pegado a la fachada interior del Polideportivo Antonio Magariños, con un silbato colga- do del cuello y en chándal. Pepu me eligió para el equipo y fue mi primer entre- nador. Con el paso de los años, ya en el Instituto, dejé de jugar pero seguí vinculado al baloncesto y al club como entrenador de la cantera. Era algo habitual. Muchos de los que salíamos de los equipos como con- secuencia de la inevitable selección natural del deporte ya teníamos el juego metido en las venas. Lo hacíamos 11 únicamente por pasión, no había entre nosotros nadie que cogiese un equipo con la idea de convertir la piza- rra en una profesión. Nuestra juventud giraba en torno al baloncesto. Todo en nosotros era baloncesto -quedar para jugar, ir a ver al Estu al Magariños, los recreos, el tiempo libre...- y queríamos baloncesto. Los banquillos profesionales ni siquiera aparecían en las conversacio- nes, quedaban fuera de toda consideración. Sólo bus- cábamos, acaso sin saberlo, devolver parte de todo lo que ya nos había dado este deporte, transmitir lo que nos habían enseñado con un balón entre las manos a otros compañeros más pequeños, contribuir a la super- vivencia de unos ideales y una forma de hacer muy peculiar, cargada de principios y valores, orientada a la formación ética de las personas y no sólo a la excelen- cia deportiva. Por aquel entonces, Pepu empezaba a destacar como uno de los referentes de la cantera. Los equipos se entrenaban en dos tandas: a mediodía, entre la una y las cuatro, o bien después de las clases, ya por la tarde. Lo hacían en La Nevera, en los campos del Internado, en los de La Cantina o los del patio grande. Pepu aparecía todos los días poco antes de la una en un Citroen BX marrón claro atestado de papeles. Aparcaba enfrente de la cantina y se quedaba un buen rato repasando notas y preparando cosas. Esperaba a que toda la marabunta del Instituto saliese de clase para ir a comer antes de abandonar su coche y poner- se manos a la obra. El baloncesto corría por nuestras venas. En las de Pepu, hervía. A última hora, cuando todos los sonidos que salían de los vestuarios de La Nevera correspondí- an a las bromas de los júnior, que se entrenaban los últimos porque eran los mayores, duchándose en los vestuarios, las luces del Citroen BX se encendían y José Vicente, a veces después de una parada previa en las oficinas del Magariños, echaba el cierre al día. Así, año tras año, sin perder la ilusión, sin desfallecer, siempre 12 al pie del cañón, siempre en su club. La dimensión profesional de Pepu empezó a tomar cuerpo en mi conciencia como técnico del Juvenil A. Con una generación de la que formaban parte, entre otros, Pablo Martínez, Alfonso Reyes y Angel Castilblanque, ganó el Campeonato de España. Creo que él, en quien también anidaba la inquietud por el periodismo, dio el paso definitivo para hacer carrera en los banquillos con aquel grupo. Eso sí, nunca tuvo prisa. Ha sido un hombre de club, un hombre de club por su compromiso inquebrantable con la esencia misma de una institución, por la inteligencia para saber estar en su sitio bajo cualquier circunstancia y para saber convertirse en un valor positivo desde cualquier enfoque. Pepu carece de dobleces. Es quien es y como es. Nunca ha pretendido otra cosa. Ha marcado un camino del que nunca se ha apartado, ha trazado una ética de trabajo y se ha dedicado en cuerpo y alma al balonces- to. En este deporte hay veces que resulta difícil saber si el baloncesto ha hecho grande al personaje o el per- sonaje ha hecho un poco más grande al baloncesto. En este caso, me atrevo a asegurar lo segundo. Una gran virtud de José Vicente radica en su enorme capacidad y su constante inquietud por aprender y mejorar, por buscar, por saber más. Ha cubierto etapas sin prisa, pacientemente, sin ambiciones superfluas, sin saltos al vacío, apoyado en la honestidad y la capacidad para afrontar nuevos desafíos, ajeno al protagonismo, sólo pendiente de lo que se debe hacer. Llevaba un tiempo dandóle vueltas a la idea de apar- tarse del trabajo diario, a la posibilidad de alejarse del banquillo para poner cierta distancia con el baloncesto y tomarle el pulso a otras mecánicas de entrenamien- to, a las innovaciones de otros entrenadores y la evo- lución de otras competiciones; en definitiva, a renovar- se instalado en la observación y la reflexión. Pero es un hombre necesario, alguien de quien el baloncesto no 13 puede prescindir -sería un lujo equivocado-, alguien que está en el momento y en las circunstancias idóne- as para ponerse al frente de la Selección Española, por trayectoria, por capacidad, por ilusión, por méritos adquiridos y porque, conociéndole, hoy igual que el pri- mer día que le ví en la cancha de mini del patio gran- de del Ramiro, sé que volverá a darnos motivos para soñar. Jorge Muñoa 14 EM ILI O CO BO S (G IG AN TE S) FICHA PERSONAL Nombre: José Vicente Hernández Fernández Fecha de nacimiento: 11 febrero 1958 (Madrid) TRAYECTORIA 1988-89: Estudiantes Caja Postal (juvenil) 1989-90: Estudiantes Caja Postal (juvenil y segundo entrenador senior) 1990-1994: Estudiantes CajaPostal (segundo entrena- dor senior, ayudante de Miguel Angel Martín) 1994-2001: Estudiantes C.Postal / Adecco Estudiantes 2001: Adecco Estudiantes (Director Deportivo y de nuevo entrenador a partir del 14 de diciembre) 2001-2004: Adecco Estudiantes 2006: nombrado seleccionador español absoluto PALMARÉS Campeón Copa del Rey (2000) Subcampeón de Liga ACB (2003-04) Subcampeón Copa Korac (1999) Campeón de España juvenil (1989) MEJOR ENTRENADOR DEL AÑO la temporada 2003- 2004, elegido por la Asociación Española de Entrenadores (AEEB) y la revista GIGANTES 17 LA MOTIVACIÓN “Cuando tienes jugadores que no están educados en nada, al final no son ni jugadores” ¿Por qué entrenas? Pues creo que no es por casualidad. Cuando tenía 15 años, Pello Cambronero me pidió que cogiera un equi- po de minibasket porque creo que él ya preveía que no iba a continuar jugando. Seguí jugando a baloncesto hasta juvenil, y pensé que era divertido empezar a entrenar. Posiblemente entreno porque ya podía ver que mi carrera como jugador no iba a ser muy larga y me parecía que estar vinculado al baloncesto era algo bonito. Cuando tienes 15 años posiblemente no piensas más allá, pero con el tiempo me di cuenta de que seguir cerca del baloncesto, del Estudiantes y del Ramiro era lo que más me llamaba la atención. Se dice que todos los que trabajamos alrededor del jugador de baloncesto, entrenadores, directi- vos, periodistas etc., nos dedicamos a esto por- que no hemos podido ser jugadores. ¿Es así? De alguna manera sí. Todos tenemos una ilusión espe- cial cuando somos jugadores. Es algo que siempre he repetido a todos los jugadores que he tenido: “No sabéis la suerte que tenéis”. Y la verdad es que lo con- sidero así, aunque eso no quiere decir que seas un fra- casado si no llegas a ser jugador. Cualquier labor cer- 19 cana al baloncesto la puedes asumir antes o después, y a veces la realizas antes porque no tienes carrera como jugador. A mí me ha ocurrido con muchos juga- dores a los que he retirado en categorías inferiores; les he dicho: “Mira, creo que vas a ser un buen entrenador y que tendrías que empezar a entrenar en categorías de base”. Algunos, como José Asensio [actual director deportivo del Estudiantes], que era el segundo base de Nacho Azofra en la generación del 69, me hicieron caso y les fue bien. Con otros no me ha funcionado. Siempre he pensado que lo importante es estar cerca del balon- cesto, como jugador, como entrenador, como árbitro… como sea. En el Ramiro era una situación muy normal: si no jugabas pero tenías vocación, seguías vinculado. El gusanillo de cuando empezaste, ¿sigue vivo o la motivación actual para seguir entrenando es distinta? Al principio no valoras demasiado tu motivación, por qué viene. Para mí los entrenadores somos también profesores. En el Ramiro tuve profesores extraordina- rios, también malos, pero otros sensacionales. Gente que no necesariamente te aprobaba: con el mejor pro- fesor que he tenido, Paco Torrent, nunca aprobé un examen. Yo tengo esa vocación de educador, profesor o como quieras llamarlo. Me gusta enseñar, echar una mano, ayudar. Con esto no quiero que se piense que mi vocación es únicamente didáctica: no sé muchas cosas, pero si alguna sé, me gusta transmitirla, echar una mano a gente que por su edad puede estar en momen- tos confusos. Creo que debemos ayudar a los jugado- res no sólo en aspectos técnicos o tácticos. ¿Y eso es compatible con el baloncesto profesio- nal? No lo sé, pero ¿por qué no? ¿A quién le importa la fun- ción de la educación en el baloncesto profesional? Pues a mí me importa. Y me importa porque cuando tienes 20 jugadores que no están educados en nada, al final no son ni jugadores. Hay gente que ha pasado por el baloncesto de una forma muy rápida porque no ha tenido una base personal, social o educacional. Creo que si la hubiese tenido habría comprendido mejor el baloncesto profesional. O por lo menos habría aprendi- do a no estar demasiado preocupado por su profesión o a no ponerse en tensión excesiva porque piensa que sólo existe el baloncesto y no hay nada más. Ese ídolo con pies de barro sólo llega a ser alguien si es tan bueno, tan bueno, que no necesita nada más. Está demostrado que muchos jugadores no han tenido una carrera profesional buena porque no han tenido una base personal óptima. Por eso creo que hay que conju- gar esas cosas y echar una mano en lo personal a los jugadores, intentar formarlos. Tenemos una responsa- bilidad, aunque no sea sólo nuestra. El entrenador es alguien capaz de dar servicio. ¿Qué te motiva más: llevar un equipo pequeño con aspiraciones limitadas o uno grande con enormes ambiciones? Cualquier motivación es buena, no es una cuestión de elección en ese sentido. Para mí se trata de llevar a la práctica mis conocimientos, dar a cada uno lo que necesita, sea un equipo pequeño o grande. Es igual que en el caso de un alumno: hay veces que tienes que dar marcha atrás porque no progresa adecuadamente o no entiende lo que le estás contando. Se trata de elegir temarios: ya sea para los muy profesionales que sola- mente entienden una forma de trabajo y un sistema o para los que no son tanto, tienes que ser capaz de sacar el temario adecuado. ¿El entrenador de hoy es más reticente a asumir retos? En cuanto las cosas van mal los técnicos piden refuerzos… En mi carrera en el Estudiantes no sé qué ha ido antes, 21 si la necesidad o el reto, pero en todas mis etapas hemos formado un grupo y hemos decidido que tirába- mos adelante con él. Apostábamos por un grupo y tra- tábamos de llevarlo al máximo. Cuando echas la vista atrás y ves que en once temporadas has cambiado a dos extranjeros y a ningún nacional [habla de cambios de jugadores durante la temporada, sin contar los obli- gados en casos de lesiones] te das cuenta de que, en lo práctico, le has costado poco dinero al club, pero lo que realmente ha ocurrido es que has apostado mucho por los jugadores y has tenido confianza en ellos. Si muestras confianza por los jugadores, al final ellos con- fían en el entrenador y en su forma de trabajar. Quizás alguno que no haya sido muy listo haya pensado que ha sido una debilidad, pero la realidad es que hemos trabajado con gente muy inteligente que no se ha apro- vechado de esta situación y ha sabido que la exigencia era máxima, pero con esa confianza. ¿Qué momento de la semana te gusta más? El día de la competición, sin duda, pero también toda la preparación. Quizás el primer día de la semana sea el más complicado y el que menos me pueda gustar. Tienes que empezar a hacer un trabajo, contar qué ha pasado en el partido anterior, los objetivos de la sema- na… Quizá sea el día más indefinido. No podría distin- guir un día, todos son muy importantes. ¿Y en la Selección, con la que la rutina es total- mente distinta? Es mucho más variado. No sé si hago más o menos cosas que en un club, pero es más variado. Más tiem- po en el despacho para planificar, pensar… sin muchas veces tener toda la información de los jugadores. Si cuando estás entrenando no la tienes, ni puedes pre- tender tenerla, incluso siendo el director del grupo, ahora menos. Por mucho que quiera seguir a los juga- dores o informarme, ahora sólo puedo intentar ver 22 cómo pueden encajar las cosas y ponerme al servicio de los jugadores. Tengo claro que ellos no tienen que hacer mi baloncesto sino su baloncesto. Quiero tener un proyecto de jugadores implicados, que se sientan cómodos para que éste sea su proyecto. También hay que crear otro grupo, el de los entrenadores, los dele- gados, los fisios, los médicos… eso también hay que ponerlo a punto. Por otro lado, las charlas que estoy dando me han hecho recordar cosas que das por supuestas. Y hay una tercera función, que es la de representación de la Federación, por la que estoy muy solicitado y me encanta. ¿Qué es lo peor de ser entrenador de baloncesto? Siempre he dicho lo mismo: nos pesa demasiado una derrota, que está muy mal compensada con la victoria. No me parece justo que una derrota duretanto tiempo y que incluso nos haga cambiar de mentalidad o filoso- fía. Es un error que la derrota te haga perder la con- fianza en ti mismo. Y luego, que la victoria dure tan poco y ni siquiera te refuerce en lo que piensas. No puede ser que seamos tan buenos y tan malos en una semana. Podemos controlar muchas cosas, pero todo es imposible, y hay gente que, por un alto concepto de sí mismo, cree que puede controlarlo todo. Hay que tener las cosas claras, aunque sean pocas, y para eso no tiene que influirte tanto una derrota o una victoria. Los entrenadores no ganamos, los que ganan son los jugadores. Tampoco creo eso de que los entrenadores perdemos partidos. Tenemos una responsabilidad muy compartida con los jugadores. Cuando un entrenador consigue que su grupo trabaje tan bien que su inter- vención sea innecesaria, es bueno apartarse, dejar jugar. Mientras tanto hay que estar alerta para echar una mano en necesidades individuales del jugador o colectivas del grupo. 23 ¿Qué te gusta más: el estudio y la creación de soluciones tácticas o transmitírselas a los juga- dores? Transmitirlas, y creo que tengo un déficit en esa comu- nicación. No siempre lo consigues, y es algo que me ha preocupado toda la vida. Sea por el motivo que sea, porque no encuentras las palabras o la motivación necesaria para que el jugador te escuche, hay veces que no lo logras. Estamos hablando de una ciencia, la comunicación, para captar la atención del receptor o para aumentar la capacidad del emisor de transmitir información que se quede en quien lo escucha. La cap- tación posible de un jugador está limitada por otros pensamientos. Y por eso me preocupa mucho esto: no digo que sea un mal comunicador, pero sí que a veces no llego a transmitir todo lo que quiero. A veces los que no estamos muy seguros de si hemos llegado nos con- vertimos en pesados de las veces que repetimos las cosas. ¿Deberían los cursos de entrenador de base tener un apartado sobre esto? Sin ninguna duda. Recuerdo que cuando era jugador me pedían que hiciera cosas y yo las hacía. Punto, nada más, pero no sabía por qué. Cuando me hice entrena- dor y tuve que explicar un reverso, no sabía explicarlo; sabía hacerlo. Los entrenadores necesitan aprender a comunicar. Muchas veces veo partidos de base y yo, que soy mayorcito y llevo un tiempo en esto, no me entero de lo que le cuenta el entrenador a sus jugado- res. O sea que imagina un chaval de nueve años… Me encantan las genialidades de los entrenadores de base del Estudiantes, que en los campus explicaban a los niños que ellos eran un bocadillo de mortadela, porque el aro era un pan, el defensor era la mortadela y el ata- cante, el otro trozo de pan. Me parece maravilloso. Los entrenadores nos tenemos que buscar las lentejas para hacer entender nuestras ideas: hablemos como nos 24 puedan entender ellos. Por eso me parece tan compli- cado ser entrenador de base. Muchas veces los entre- nadores profesionales creemos que los jugadores nos van a entender siempre, y no sabemos nada de ellos: ni qué idioma hablan, ni qué lenguaje de baloncesto han recibido, con qué términos les han entrenado… Luego te das cuenta de que no puedes utilizar el térmi- no “guiar en bloqueos directos” cuando antes no lo han escuchado. Tenemos que buscar el idioma común para que el jugador te entienda y no se pierda. Cuando estás en el baloncesto profesional ya no sabes cuántas veces tienes que repetir las cosas. Hubo una vez en la que a mí me faltó hablar ruso, porque en un tiempo muerto en el que hablé en inglés y castellano dije mil veces: “Tú no sacas, tú no sacas, tú no sacas, saca Juan”, pero no lo dije en ruso y sacó él en vez de Juan. Hay que hilar muy fino. 25 EL ESTILO DE JUEGO Y LAS INFLUENCIAS “El camino de mis equipos lo marcamos todos, no sólo yo” ¿Cuáles son los principios básicos en tus equi- pos? No los tengo muy definidos, la verdad. La primera pala- bra que me sale cuando me preguntas esto es genero- sidad. Se trata de que los jugadores tengan una com- prensión hacia sus compañeros, aunque siempre den- tro del máximo de ambición e intensidad exigible a cada jugador. Pero si en un momento alguien tiene un problema o una debilidad, que el resto lo comprenda y sea generoso es la clave. No para andar perdonando todo el día, sino para estar lo más listo para dar el rele- vo. Otros principios que se me ocurren: la ambición interior, que el equipo no tenga que hacer cosas sino que quiera hacerlas. Los jugadores tienen que tener ambiciones personales, pero las han de poner al servi- cio del equipo. Llega un momento en que todas las cosas están tan sabidas, que todos los equipos nos conocemos tanto, que el hecho de que tu equipo esté confiado, contento, se sienta libre para hacer cosas y tenga ambición, con la presión justa, es lo más impor- tante para que funcione. Si llegas a un punto justo de todo eso, que es dificilísimo de conseguir, elijas lo que elijas tácticamente va a ir bien. No es tan importante elegir tal defensa o tal sistema, va a funcionar bien por- 27 que la gente está motivada y ayudándose. Esas cues- tiones de generosidad, responsabilidad, ambición, de gestionar la presión, etc., son cuestiones vitales para que se forme un equipo. ¿En qué ha cambiado tu estilo a lo largo de tu carrera? Al principio de mi carrera, en equipos de formación, lo basas todo en la técnica individual, luego en la táctica colectiva… Y con los años lo relativizas todo y te das cuenta de que lo más importante es tener a las perso- nas preparadas para captar todo eso y para entender todo el trabajo. La técnica individual y la táctica colec- tiva son muy importantes, por supuesto, pero que el receptor esté preparado para asumir lo que le cuentas y que lo sepa aplicar es importantísimo. Y luego el fun- cionamiento del grupo, que es imprescindible, al mar- gen de ganar o no ganar, para que la gente se dé cuen- ta de que está progresando personalmente, de que está creciendo. Los entrenadores tenemos que dominar muchas asignaturas y ser capaces de tocar muchos palos en ellas. Un jugador es un compendio de todas, si no quieres que vaya cojo. No sé si los entrenadores aprenden mucho de los jugadores o no, pero yo he aprendido mucho de los jugadores: de sus experien- cias, de cómo viven, de cómo sienten las cosas… Estando cerca de ellos se aprende mucho de lo que necesitan. ¿Cuáles son tus mayores referencias como entre- nador? Algunos entrenadores me han servido para decir “yo nunca seré un entrenador como éste”, pero la mayoría han sido referencias positivas para mí. He tenido la for- tuna de ser entrenador ayudante de Miguel Ángel Martín durante una época y en otros momentos no tan directamente, pero sí desde dentro, he vivido en el mismo club que grandes entrenadores, muchos de ellos 28 de cantera. En algunas concentraciones de verano tra- bajé con Ignacio Pinedo, un entrenador que tenía tan- tas experiencias y había pasado por tantas cosas que no había nada nuevo para él. Hubo un entrenador que me marcó, y no era de baloncesto: Juan de Dios Román. Cuando era entrenador de base del Estudiantes veía los entrenamientos del primer equipo y muchos de los del Atlético de Madrid de balonmano, que no es un deporte que me guste mucho, por cierto. Juan de Dios Román me enseñó muchas cosas de técnicas de entre- namientos, de ritmo, por ejemplo. Aprendí mucho de Román sin hablar jamás con él. Creo que es justo que lo reconozca como una persona importante en mi for- mación. ¿Y alguna escuela te ha influido más que otra? Los americanos inventaron esto y han tenido tanto tiempo por delante que, lógicamente, la primera infor- mación que los entrenadores de mi época recibimos fue de ellos. Después están los rusos, los yugoslavos y todos los demás, y de todos ellos hemos aprendido muchísimo. Pero yo no he sido nunca alguien que se haya decantado decididamente por el baloncesto de una escuela. Cuando entrenaba en categorías de base del Estudiantes fui uno de los primeros entrenadores que se atrevió a decir no éramos los más guapos,ni los más buenos, ni lo hacíamos todo tan bien que teníamos que estar encantados de conocernos. Hubo un momen- to en que los entrenadores del Ramiro parecíamos los que más sabíamos de baloncesto, pero la realidad era que en otros sitios la gente trabajaba muy bien, y por eso propuse que tanto en Madrid como fuera de Madrid debíamos atender a lo que hacían otras canteras. Había gente del Estudiantes que entonces tenía la oportuni- dad de trabajar en selecciones y era imprescindible tener la inquietud de aprender, y salir de nuestro ámbi- to del colegio fue algo que nos aportó mucho. 29 ¿Sigues la NBA o eres de esa corriente de entre- nadores que la dejan de lado? En el baloncesto todo importa, la NBA también. No la sigo mucho, y como entrenador tengo una deformación que me impide ver sus partidos como un espectáculo. Miro más la cuestión técnica y táctica, es algo que no puedo evitar… ni quiero. De la NBA se pueden coger ideas o detalles, igual que de cualquier cosa. He visto detalles extraordinarios en el Circuito sub 20 y en la NBA, en la NCAA, en el baloncesto griego o en el que sea. Absolutamente todo es aprovechable porque nos puede recordar cosas que pensamos que tenemos asu- midas, que es algo muy negativo. ¿Existe el debate entre jugar bonito o ganar? Ganar es una consecuencia, no es solamente el objeti- vo. Si tú haces el baloncesto que crees que tienes que hacer y encima lo haces con orden y disciplina, con el juego de equipo que tiene que darse, lo lógico es que ganes. Creo que buscar solamente ganar como objeti- vo es horroroso en categorías de formación, y en pro- fesionales puede resultar una equivocación. Tú tienes que hacer un trabajo, y tu trabajo te tiene que llevar a ganar. Ganamos por lógica: porque estamos trabajan- do bien, porque nuestra dirección va por el mismo camino para todo, porque todos estamos convencidos de lo que estamos haciendo. Mi opinión es que cuando todos en el equipo están convencidos de lo que esta- mos haciendo, no es tan importante lo que hagas sino que lo estás haciendo constantemente, con insistencia. Y además de todo eso, un día no te importa no ganar si el otro ha sido mejor y tú has hecho tu trabajo. Si no es esa final en la que no hay vuelta atrás, pienso que no importa perder un partido. Siempre existe la posibi- lidad de perder un partido y retomar el buen camino, porque una derrota no te tiene que hacer dar muchos pasos atrás. 30 ¿Se refleja tu personalidad en tus equipos? Sí, aunque no necesariamente. Si llega el momento en que eres capaz de comunicar todo lo que quieres comu- nicar, sí. De todas formas, no lo considero imprescindi- ble, porque un equipo puede reflejar la personalidad de todos los que lo componen. Si se puede utilizar ese tér- mino, la personalidad del grupo es posible, ya que su forma de hacer parte de todos, no de un individuo con- creto, en este caso el entrenador. Un equipo de balon- cesto es una comunión de ideas, en su éxito no hay que personalizar, y mucho menos en el entrenador, porque los entrenadores no metemos canastas. Como mucho, aportamos ideas. ¿El equipo en el que más se ha visto reflejado tu ideario es el que llegó a la final de la ACB de la temporada 2003-04, sobre todo en los playoff? ¿Había una comunión perfecta entre tu discurso y lo que hacíais en la pista? Sí, había una comunión, pero no necesariamente man- daba mi discurso. Yo no pretendo trazar una línea recta a la que se tengan que unir los jugadores, no hay un camino único en mis equipos. Lo que no puede ser es que haya 18 caminos, pero el camino que siguen mis equipos lo marcamos todos, no sólo yo. Y el que quie- ra unirse, que se una. Eso es más importante que si los jugadores pisan como borreguitos por donde tú les indicas. Se trata de que se sientan partícipes de lo que se está construyendo. Sé que puede parecer una uto- pía y que hay muchas veces que no se consigue, pero otras veces sí se logra. Y en ese equipo que nombras, y en otros equipos que no llegaron a la final, consegui- mos tener la sensación de que sí, nos ganaron, pero sabíamos que difícilmente iban a poder con nosotros porque estábamos mucho más unidos y convencidos de lo que podíamos hacer. Que a lo mejor no metimos aquella bandeja para ganar el partido, que no dimos ese paso adelante, pero es que enfrente siempre tuvi- 31 mos a grandísimos equipos. En esos momentos no nos sentimos mal, porque habíamos hecho nuestro trabajo. Mis equipos siempre tienen las miras altas, que es algo muy importante, pero no vamos por la calle gritando: “¡Soy un ganador!, ¡No me gusta perder ni a las cha- pas!”. Eso, sinceramente, me parece de cantamañanas. Creo que un verdadero ganador no dice que lo es, por- que está concentrado en ganar. No lo dice, lo demues- tra. 32 LIBERTAD VERSUS CONTROL “Creo en la decisión del jugador dentro de un altísimo grado de comprensión de la disciplina. El objetivo es que el jugador tome decisiones, porque si no lo hace no se siente partícipe del equipo y hará el baloncesto de otros, no el suyo” ¿Has obtenido mejores resultados dando mayor grado de libertad a los jugadores? Tengo una teoría: un sistema de juego libre, cuando se practica mucho, se convierte en el más rígido de todos, porque los jugadores acaban eligiendo SÓLO lo mejor de ese sistema y obvian otras posibilidades. Y cuando tienes un sistema muy rígido de inicio, cuando se cono- ce, se convierte en el más libre que hay, en el que más variación hay y en el que menos previsible es el juego del equipo porque acaba ofreciendo muchas posibilida- des a los jugadores. Muchas veces un sistema muy libre se vuelve rígido, y si quieres imponer una rigidez absoluta no te va a servir de nada si la gente no se siente partícipe de ello. Creo en la decisión del jugador dentro de un altísimo grado de comprensión de la dis- ciplina. Si los jugadores no se sienten dentro de una misma disciplina todos, nadie va a llegar a conocerse, no va a saber qué esperar del otro. El objetivo es que el jugador tome decisiones, porque si no lo hace no se siente partícipe del equipo y hará el baloncesto de otros, no el suyo. 33 ¿El grado de libertad que se le da tiene que ver también con el tipo de jugador al que entrenes? El ideal es que todos aprendan cuándo tomarse esas libertades y que sean comprendidas por los compañe- ros. Yo siempre les digo lo mismo a los jugadores: “Sí, tú te has entendido, pero falta que te entiendan los demás”. Los compañeros tienen que saber de qué eres capaz, porque si lo haces por tu cuenta y riesgo no me vale. Un jugador tiene que demostrar a sus compañe- ros que ha sido capaz de entender cuál es el sistema general de trabajo, la disciplina, y luego tomar decisio- nes personales si los demás las entienden. Para eso esto es un juego de equipo. Con esta idea de equipo, cuando fichas a un juga- dor tienes que tener en cuenta su capacidad para someterse a esta disciplina de equipo, ¿no? Para mí muchas veces ha primado que el jugador tuvie- ra capacidad de disciplina y una personalidad. Busco el talento, pero no un talento técnico o táctico, sino per- sonal. Ha habido jugadores que han entendido esto y que nos han ayudado mucho por ello. Puedes tener a jugadores que no entiendan el juego pero que sean físi- camente sobresalientes, y tampoco pasa nada, pero lo ideal es que los jugadores entiendan bien el juego. ¿Qué jugador sería el paradigma de esto que expones? Afortunadamente he tenido muchos. Destacar a unos sería complicado, pero sí que ha habido un jugador, Rafa Vecina, que no era un portento físico pero sí un tío capaz de, con sus limitaciones físicas, desarrollar un tipo de juego muy inteligente. Ya es inteligente jugar a baloncesto cuando tienes una rodilla hecha un asco, pero es que él en defensa no podía hacer grandes cosas, pero no se equivocaba porque sabía hacia dónde iba a ir el juego y lo interpretaba muy bien. Otro a des- tacar sería Chandler Thompson, que parecía el más físi- 34 co del mundo pero que tenía una inteligencia extraor- dinaria y una gran personalidad paraentregarse al grupo. Juan Aísa siempre decía: “Cuando nosotros ya no podemos hacer nada, está Chandler”. Y cuando no podían hacer nada se la daban a él, que se sacaba un pase, provocaba una falta o la metía para abajo. Cuando tienes un jugador al que sus compañeros con- sideran así, ¿quién eres tú para decir lo contrario? Por otro lado, hay jugadores que están constantemente enseñando cómo es el camino a los jóvenes, cómo no se pueden permitir el lujo de creerse nada. Es el caso de Alberto Herreros, que nunca se creyó nada. Herreros les decía a sus compañeros, sin abrir la boca, detalles como lo mucho que le gustaba jugar a balon- cesto y que por ello no había que perder ni un segun- do de entrenamiento. Cada vez que un balón se salía de la cancha era él el que iba a por él corriendo porque quería seguir divirtiéndose y aprendiendo jugando a baloncesto. ¿El baloncesto actual es cada vez más esquemá- tico? Es lógico que así sea. Cada vez el detalle importa más. La evolución del baloncesto es siempre por la defensa. ¿Por qué hay cada vez menos diferencias entre la NBA y el baloncesto FIBA? Por el acercamiento físico, y las capacidades defensivas son más altas cuanto mejor seas físicamente. En el baloncesto sigue mandando el balón, pero su evolución se dio por la defensa: la moda de las zonas, el posterior agotamiento de las zonas porque los jugadores aprendieron a tirar mejor… Un jugador puede tener dos fundamentos y estará cómo- do sólo con ellos hasta que la evolución de la defensa le obligue a aprender nuevas cosas: pasar mejor, tirar mejor… Después de esa evolución de las defensas viene la de los pequeños detalles. Hay que esquematizar el seguimiento de los jugadores para tener más informa- ción, y esquematizas porque quieres sacar el mayor 35 partido. El detalle cada vez es más importante y por eso el juego es más esquemático. ¿Esta esquematización, no es una moda por la influencia de los entrenadores yugoslavos? No necesariamente. Su mejor influencia es que tienen muy claro lo que quieren y siguen su camino, y no son gente que se estrella contra la pared si ven que están equivocados. Sus sistemas están pensados para que la decisión de los jugadores sea muy importante, porque esquematizan pero no robotizan el juego. Considero un error que por seguir un sistema se dejen pasar posibi- lidades de lanzamiento: si llevas todo al segundo 20 puede que eches de menos las oportunidades que has dejado pasar. ¿Eres partidario de indicarle al base la jugada que se va a hacer o de dejarle libertad? Alguna vez puedes darle esa ayuda, pero no puede ser constante porque entonces el base no aprenderá a interpretar. No es eso de que el base es la prolongación del entrenador en la cancha, pero sí que tiene que ser un jugador con personalidad como para elegir el mejor sistema en cada momento, siempre dentro de un aba- nico que tú le has dado. Tampoco puede ser que elija el sistema libremente, porque sorprendería al equipo. Yo soy partidario de decir antes del partido algunos sis- temas para hacer y que no nos salgamos mucho de ahí. Dentro de este esquema, el base elige. Tiene que sen- tirse partícipe, no ser un transmisor. Y ha de haber una muy buena comunicación entre entrenador y base, por- que no se pueden elegir los sistemas por votación. 36 EL JUGADOR “Cuando he tenido un equipo en el que nadie decía ni una palabra, en el que nadie se cabreaba, el que se cabreaba era yo” ¿En un equipo debe haber especialistas, o todos tienen que saber cuantas más cosas mejor? Siempre es bueno tener especialistas. Ahora bien, un jugador que sólo sabe hacer una cosa, como el patea- dor del fútbol americano, es un lujo, por lo que debe- mos tender a los jugadores versátiles. Luego dentro del equipo tendrás que elegir a tu especialista. Yo trabajo con rankings. Si se hacen rankings entre tus jugadores por facetas del juego, los jugadores no tienen ni que preguntarse: el que mejor colocado esté en el ranking hará tal cosa. Pero a lo largo de tu carrera jugadores que sabí- an hacer pocas cosas no han tenido demasiada cabida… No, simplemente hemos intentado que hicieran más cosas. Hay gente que es mejor defensora que otra, que tiene mejores piernas o lo que sea. Y no pasa nada. Lo que ocurre es que te va a costar más darle una misión a un jugador que no sea muy bueno en algo, y el juego tiene muchos aspectos. Pero eso no quiere decir que cuenten menos. Lo que pasa es que, por supuesto, si tienes un jugador que es capaz de atacar bien y ade- más defiende excelentemente y le puedes dar misiones 37 específicas, ahí tienes un jugador en el que tendrás más confianza. ¿Es necesario un líder en la plantilla? Es muy bueno que lo haya, pero ni necesario ni impres- cindible. Y no lo es porque te puede faltar un día. Que el líder sea el entrenador también es malo. Creo que es muy positivo un liderazgo espiritual, que exista un jugador que hable en el vestuario y todo el mundo deje de atarse las zapatillas para escuchar, porque sus com- pañeros sepan que va a decir algo bueno para el equi- po y que no va a expresar un capricho personal. Pero imprescindible, no. Se pueden hacer equipos sin ese líder. ¿El líder tiene que ser el mejor jugador? No. Pero si tienes al mejor jugador que además es el líder, el que más trabaja, que sabe expresar bien las ideas y motivar a la gente, entonces tienes un ideal. Creo que los líderes de equipos, generaciones y nacio- nes, por decirlo así, se cuentan con los dedos de una oreja, que decía El Perich. Has tenido muchos líderes en tus equipos y de muchos tipos: un líder porque da ejemplo, que es Carlos Jiménez; el líder cabrón en los entrena- mientos, Rafa Vecina, que mantenía a todo el mundo en máxima tensión con su competitividad; el hombre tranquilo que siempre sabía lo que había que hacer, Shaun Vandiver… ¿Con cuál te quedas? Me quedo con la mezcla de todos. Es cierto que esos que has nombrado han sido líderes, pero ha habido otros. El líder currito y machaca no tiene demasiada aceptación entre sus compañeros. Prefiero el líder que es sensato, que se cabrea pero que luego explica por qué. Y también ha habido el que no ha sido capaz de imponer su liderazgo por respeto a los compañeros, por 38 aquello de no tomar la palabra entre gente que lleva ahí más tiempo que él. ¿Es necesario un jugador contestatario? Cuando he tenido un equipo de esos en los que nadie decía ni una palabra, en el que nadie se cabreaba, el que se cabreaba era yo. Es necesario un jugador que pregunte el porqué de las cosas, que no lo acepte abso- lutamente todo. Eso sí, no tiene que ser uno que lo cuestione todo, porque es un coñazo y se convierte en un tío insoportable. Si alguien te pide que le expliques las cosas porque no le has convencido, es bueno por- que incluso se convierte en una oportunidad de expli- carlo mejor al equipo. Lo de tragar por tragar no es bueno, pero tampoco un vestuario puede ser un parla- mento. Ese tipo de jugador que discute las cosas puede llegar a convencerte de su idea. No creo que yo tenga la solución absoluta a todo. Me gusta escuchar y com- partir, pero alguien tiene que tomar la decisión. ¿Y el jugador que aprieta a los compañeros, es necesario? No es malo que haya jugadores que achuchen en el entrenamiento, pero es malísimo el jugador que da el coñazo, el que habla demasiado. Las experiencias de los jugadores veteranos con los jóvenes son muy bue- nas, pero deben tener el cuidado de no pasarse. Hay que decir las cosas, pero con tiento para que no sean recriminaciones. Es igual que cuando los entrenadores repetimos demasiado una cosa: al final no se nos escu- cha, y hay que buscar fórmulas distintas para llegar a la gente. ¿Qué ocurre cuando el jugador con más talento, el referente principal, es el más joven? No pasa nada. Si se ha convertido en un jugador importante es porque tiene una experiencia, una acti- tud y una personalidad. 39 ¿Y los compañeros, crees que piensan así? Para algunos es difícil aceptar eso. Es posible que haya un hombre joven que destaque, pero creoque se olvi- da su edad en el momento en el que su comportamien- to es maduro, comprometido, equilibrado y sensato. En ese momento da lo mismo su edad. Un caso concreto: el primer Adecco Estudiantes- Barça de la 2004-05 en el que Sergio Rodríguez se lanza todos los últimos tiros. Al fin y al cabo Sergio era un crío, pero sus compañeros le daban la bola. Ahí él se ganó la confianza de sus compañeros en ese momento puntual porque veían que cada historieta que hacía acababa bien y no se metió en grandes líos. En ese momento era lo mejor para el equipo y sus compa- ñeros lo vieron. Aunque a alguno le costara en ese momento no recibir el balón, es que por ahí les estába- mos haciendo daño... Él tomó ese tipo de decisiones y el equipo lo aceptó perfectamente. ¿Qué pasa cuando el líder y el entrenador cho- can? No hay que llevarse siempre bien ni tener una unanimi- dad de criterios. Cuando eso ocurre suele ser porque a la gente realmente no le importa lo que pasa en el equipo. Hay que tener diferentes criterios y tratar de que no sean demasiado distantes ni contradictorios. Lo importante es que no haya intereses distintos al inte- rés del equipo, que no haya intereses externos ni per- sonales. Sólo la has fastidiado cuando esa relación es tan difícil que pierdes la comunicación con ese líder. 40 LAS ROTACIONES “Las rotaciones tienen un peligro: que sirvan para que los jugadores piensen que tienen asegurados unos minutos en pista” En esa idea de que todo el mundo se sienta partí- cipe del equipo, ¿qué papel tienen las rotaciones? Las rotaciones tiene un peligro: que sirvan para que los jugadores piensen que tienen asegurados unos minu- tos en pista. Incluso alguna vez he sentido que algún jugador al que he subido al primer equipo ya había hecho algo, o que tenía la obligación de ponerle minu- tos en pista. He tenido la certeza de que algunos han pensado que no tú sino el club, por su política, da opor- tunidades a los jóvenes, y que por lo tanto tenía que jugar. Pues no, no lo habían entendido bien. Cuando un tío ve que no entra en la rotación, o que entra menos, que tome nota. Lo básico de la rotación es que el equi- po esté implicado, pero sobre todo que todo el mundo esté entero físicamente, y en el baloncesto actual es muy difícil que un tío pueda jugar 35 minutos. Así que el que no entre en la rotación sabe que no forma parte del compromiso con sus compañeros. De lo que se trata es de que siempre haya la máxima intensidad en la pista, y para eso todos los jugadores deben estar al máximo. Así que si no se consigue y la rotación tiene que ser de siete, pues mala leche. El que no esté impli- cado se queda fuera. Si no se consigue esa implicación, las rotaciones no sirven para nada. 41 ¿Te has encontrado a jugadores que piden el cambio si están cansados? Pocos, pero me gustan, porque denotan sinceridad. Es posible que un jugador haga una actividad en el campo tan intensamente que el cansancio le pueda sorpren- der. Cuando se ha dado, lo he agradecido mucho, por- que no siempre estás atento a todo y el que pide el cambio hace un favor al equipo. ¿Qué ocurre cuando de la cantidad de minutos que tenga un jugador depende su contrato, por ejemplo? Parece que en el reparto de minutos hay demasiadas variables. ¿Cuál es la alquimia para conjugar todo eso? Algunos repartos de protagonismo no tienen que ser comprensibles por todos los jugadores, simplemente asumibles. Durante mucho tiempo he tenido jugadores americanos que teóricamente eran muy importantes en el equipo y que no salían en el cinco inicial. Y eso ha sido asumible. Puede que para otros jugadores y en otros equipos no lo fuera, que el jugador dijera que por ser el que más cobraba tenía que tener un mayor pro- tagonismo o destacar más. Simplemente hay jugadores que son capaces de entender esta forma de actuar. Creo que un jugador se puede preocupar cuando está muchos partidos sin intervenir, no se debe preocupar si juega, aunque sea poco, en todos los partidos. Si no juega es una llamada de atención, porque no puedes contar con él porque no está preparado, pero si inter- viene estás contando con él. Con Paco Torrent, mi pro- fesor del Ramiro, si no aprobabas estabas en clase, pero no daba clase para ti. Y estabas muy jodido con eso. De eso yo aprendí muchísimo. Si un jugador no cuenta nada, tiene que trabajar para contar. ¿Un sistema de rotación total al estilo de algunos equipos universitarios y colegiales estadouniden- ses sería asumible en un equipo profesional de 42 aquí, con todos los intereses que rodean a los jugadores? Creo que no. Si te encuentras con alguno que levanta la mano cuando está cansado ya es una suerte, encon- trarte a doce es imposible. Ha habido veces que he notado que jugadores veteranos han pedido el cambio para que le des la oportunidad a un compañero suyo más joven. Y cuando eso sucedía, aunque la decisión la tomaba yo, lo concedía mucho más que cuando lo pedía la grada. Chandler Thompson o Shaun Vandiver lo hacían bastante. Esos jugadores, aunque fueran americanos, sabían que se les iba a valorar por otras cosas. 43 EM ILI O CO BO S (G IG AN TE S) LA TÁCTICA Y EL MÉTODO DE TRABAJO “Nunca hay que pensar que por cambiar pocos juga- dores tienes algo avanzado” ¿Cuál ha sido el invento táctico que más ha per- durado en el baloncesto? Posiblemente la defensa en zona, pero no lo sé muy bien. Y en tu baloncesto, ¿qué elemento táctico perma- nece desde hace más tiempo sin cambiar dema- siado? Como entrenador creo en muchas cosas, pero no soy de plenas convicciones. Siempre he ido buscando las necesidades del equipo, he utilizado las cosas que he creído que beneficiaban a cada conjunto. Lo que sí creo es que hay que buscar un plus de complicación, trucos que, sin tener a los mejores defensores en tu equipo, compliquen la vida al rival. Que si el contrario cree que estamos haciendo una zona la convirtamos en indivi- dual, o al revés. Esas complicaciones inmediatas son algo que me ha gustado hacer desde hace mucho tiem- po: no plantear una defensa como única posibilidad. Hay entrenadores que dicen que el bloqueo directo hay que defenderlo siempre así, independientemente de contra quién juegue. Yo no lo creo así: creo que hay que crear un plus de complicación al otro equipo cam- biando la forma de defender. Esos componentes le dan 45 a tu equipo la seguridad de que no eres previsible y te da una cierta ventaja porque llevas una pequeña anti- cipación en defensa y consigues que el rival no haga lo primero que quiere hacer, sino lo segundo o lo tercero. ¿Cuántos sistemas tienen tus equipos? He visto scoutings de equipos con casi 20 sistemas, y eso me parece una barbaridad. No creo que nunca hayamos tenido más de 10 a la vez, pero los hemos ido variando durante la temporada, así que hemos ido pasando por 15, 16 ó 18 sistemas, abandonando unos y acogiéndonos a otros. Eso lo hemos hecho por no ser previsibles, por escondernos de los scoutings o porque nos hemos dado cuenta de que nos habíamos equivo- cados con los sistemas. En cualquier caso, el número de sistemas dependía de la capacidad que teníamos de decidir diferentes formaciones de inicio o de los juga- dores que tenía, porque no aceptaban algunos de tus sistemas o no se adaptaban a sus cualidades. ¿Eres partidario de pretemporadas largas o cor- tas? ¿Con mucha o poca carga física? Soy partidario de pretemporadas equilibradas. Puedes cargarte a un equipo si te pasas con el trabajo o te pue- des quedar corto. Siempre me echo en cara que en determinadas ocasiones he perdido mucho tiempo en pretemporada por no tener unas ideas muy claras de hacia dónde tenía que ir. Es imprescindible que haya una coordinación entre el trabajo de cancha y el físico, lo que no quiere decir que haya muchas horas de aque- llo de ir a correr por las montañas, en lo que yo no creo tanto. Sí creo en el trabajo físico de pista, dentro de la cancha y con el balón en la mano. Eso siempre lo agradecen los jugadores, ¿no? Todos, lo agradecemos todos. Si hay una buena coor-dinación con el preparador físico y estamos en el mismo lugar de trabajo, es más fácil para él pedirte 46 cosas y para ti pedirle cosas. Si estamos haciendo téc- nica individual y táctica y al mismo tiempo estamos haciendo un trabajo bien controlado de esfuerzos, tiempos y recuperaciones, es lo ideal. Cada vez eso es más importante. ¿Qué importancia del éxito de una temporada tiene el trabajo de pretemporada? Es donde empiezas a sembrar lo que quieres. Donde tienes más momentos para poder hablar con los juga- dores, para convencer, para marcar el buen camino… Es un momento donde puedes comunicar con más tranquilidad y donde se sientan las bases del compro- miso. ¿Prefieres jugar muchos partidos o pocos en pre- temporada? Depende de las necesidades. No he solido tener equi- pos muy renovados, nunca hemos cambiado demasia- dos jugadores, por lo que jugar mucho en pretempora- da no era tan necesario. Si tienes muchos nuevos que tienen que entenderse sí sería mejor jugar más parti- dos. Trato de buscar un equilibrio en las necesidades del equipo. Sobre esto querría decir una cosa: nunca hay que pensar que por cambiar pocos jugadores tie- nes algo avanzado. Es posible que, con los mismos jugadores, tengas que volver a los planteamientos ini- ciales porque puedes dar por supuesto que estos plan- teamientos ya se conocen pero resulta que para muchos jugadores el comienzo de la temporada es borrón y cuenta nueva prácticamente. En pretempora- da es preferible repasar, aunque sea de pasada, todos los conceptos iniciales y los compromisos que han de adquirir, porque puede haber algún jugador que piense que el compromiso solamente dura una temporada. Tus equipos solían perder mucho en pretempora- da. ¿Es importante perder o ganar en esa época? 47 Hay entrenadores que dicen, recuerdo alguna declaración de Sergio Scariolo, que el hábito de ganar sólo se consigue ganando… Creo que hay que ganar los partidos de competición. Eso no quiere decir que no quieras ganar los partidos de pretemporada, pero priman esas cosas. Sé que hay veces en que si dices que no te importa perder un par- tido es: “¡Ah, el perdedor, el que se conforma!”. Me da exactamente igual. Los partidos de preparación prepa- ran para ganar los de competición. Para ganar un par- tido de esos no voy a correr el riesgo de hacer jugar cinco minutos de más a un jugador. 48 ENTRENAR: LA CONSTANCIA DEL DÍA A DÍA “No tengo muy claro eso de que entrenando más se va a jugar mejor” Aquel axioma “se juega como se entrena”, ¿es real? Depende de cómo se tome. Es posible que una sema- na entrenes mal y juegues de maravilla, y al revés. Lo que sí ocurre es que según haces las cosas en los entrenamientos, si mantienes tus criterios, eso se tras- ladará a la competición y te acercará más a ganar. Lo que pasa es que no siempre se gana. Pero en el cóm- puto general, sin tomarlo semana a semana, lógica- mente se juega como se entrena. También ocurre que hay jugadores, y yo los he tenido, extraordinariamente competitivos que no eran tan buenos entrenando como jugando. Se nota una barbaridad la transformación que sufren algunos jugadores cuando ven a los árbitros y a la gente en la grada, que por cierto lo considero algo positivo y asumible. Muchas veces nos quejamos de tener dos partidos por semana, pero es verdad que si no los tienes las semanas se pueden hacer muy largas. Con dos partidos la gente está mucho más metida en la competición y ayuda. Dusko Ivanovic dice que en el entrenamiento los jugadores tienen que tener la máxima presión, tensión e intensidad para que los partidos no se 49 les hagan tan cuesta arriba. Hay otros que dicen que los entrenamientos han de ser más relajados. ¿Cómo deben ser? Tiene que haber un poquito de todo. Si no buscas esa intensidad no estás haciendo un buen entrenamiento en una faceta. Por ejemplo: vamos a hacer un ejercicio de defensa. Si el ataque no trabaja, el ejercicio de defensa es ridículo. O al revés. Ahí no hay progresión. La hay cuando el ataque trabaja para la defensa y la defensa para el ataque. Para que podamos entrenar- nos. Los jugadores no tienen que ir a entrenar: tienen que ir a entrenarse los unos a los otros, al equipo. Creo que se debería conjugar así ese verbo. Yo te obligo a entrenarte a ti y tú a mí, y todos colaboramos en el mismo sentido. Es necesario meter presión, que en los entrenamientos haya situaciones reales de partido. En los entrenamientos suelo hacer partidos de cinco con- tra cinco sin parar y con cronómetro y marcador. Partidos de minuto y medio, por ejemplo, para que los jugadores tengan que tomar decisiones en ese tiempo. O de 45 segundos, de dos o tres minutos o a puntos. Esas situaciones son formativas y ayudan a tomar deci- siones, además de mantener la máxima intensidad. No es algo que hiciéramos durante toda la temporada pero sí en los momentos culminantes de la competición, por- que creo en que el jugador tome decisiones por sí mismo y ésa es una buena manera de entrenarlo. Hay que dar unas normas generales y en base a ellas el jugador decide. ¿Se entrena más que antes? Creo que sí, pero no sé si se dedica más tiempo al baloncesto. Y creo que estamos cometiendo algunos errores en esas cargas de trabajo, físico y técnico, y eso está llevando a problemas de lesiones por fatiga o estrés que pueden ser evitables con un mejor sistema de trabajo. No tengo muy claro eso de que entrenando más se va a jugar mejor. Sé que todo el mundo espe- 50 ra esas frases de “nosotros entrenamos a todas horas, llueva, haga frío o calor”, pero no sé si es lo ideal. Me decía Amaya Valdemoro que ella en Rusia, donde el baloncesto femenino está a años luz del de aquí, entrena muchísimo menos que en España y que se ha dado cuenta de lo obsesiona- dos que están los entrenadores españoles por entrenar mucho. Pues sí, por eso tengo mis dudas de que por entrenar mucho se vaya a hacer mejor. Alguna vez he tomado decisiones de, jugando muy mal, no entrenar. Manel Comas le prohibió a Paco Vázquez ir a entrenar durante un tiempo, no le dejaba acer- carse siquiera al pabellón. Yo también lo he hecho. Y lo he hecho, y posiblemente a Paco Vázquez le ocurriera lo mismo, porque ese juga- dor estaba obsesionado. Hay jugadores que pueden lle- gar a ponerse enfermos, ¿y cómo vas a tener a un jugador enfermo? Hay jugadores así. Las obsesiones son muy malas, y la del entrenador con los entrena- mientos también puede serlo. A veces la cuerda se puede romper y producir situaciones que no tienen arreglo. Puede haber momentos en que un jugador esté tan obsesionado que estalle y diga: “Me da igual todo”. Y ahí ya la has fastidiado, ya no recuperas a ese jugador. Los entrenadores tenemos que tener cierto equilibrio, ser un poco más normales. Pero claro, dices la palabra “flexible” y ya te cataloga: débil, blando. Pues qué remedio… Prefiero que me llamen blando a que me llamen incongruente, inconsecuente o brutal. En el baloncesto profesional, ¿qué porcentaje del tiempo se le debe dedicar a la técnica individual de los jugadores? La realidad es que la técnica individual la estás utilizan- do en cada momento. A mí que no me cuenten que si 51 haces cinco contra cinco no haces técnica individual, porque en ese momento pones en práctica el trabajo de técnica individual que has hecho en otra parte del entrenamiento o fuera de él. El fundamento más importante de la técnica individual para mí es el pase y durante todo el entrenamiento estás siendo exigente con el pase. Y lo mismo con el segundo fundamento más importante, el tiro, que lo exiges con la competi- ción del entrenamiento. Aparte, la técnica individual se tiene que trabajar específicamente en partes del entre- namiento, de la semana y en la pretemporada, ya que se puede combinar con una exigencia física importan- te. Es imprescindible trabajarla, pero nunca será bueno hacerlo si no hay un componente de competición y de táctica individual. Tienes que saber cómo aplicarla: no me sirve que un tío haga 28.000 cambios de mano o tiros si no se juega algo enellos. He visto a jugadores extraordinarios en los entrenamientos de técnica indi- vidual que en los de colectivo no se enteraban de nada. De los tiradores siempre se dice, al menos la leyenda, que gran parte de su juego se lo crean ellos mismos, a base de repeticiones. En España se habló mucho de Perasovic y tú tuviste a Cvjeticanin, otro de esa cuerda. ¿Qué importancia tiene para los tiradores ese trabajo en solitario? Es importante, pero luego tiene que haber un defensor. ¿Ellos entrenaban solos, completamente solos? No lo creo. Cvjeticanin, aunque estuviera solo en la cancha, no estaba realmente solo... él estaba creándose los posibles problemas de un partido: apoyos de pies, paso atrás, fintas, salidas, arrancada, con bote, sin bote… Creo que hasta se imaginaba a sus defensores. Y cuan- do alguien hace eso tiene mucho avanzado. El que tira solo está consiguiendo una mecánica, un hábito, pero a lo mejor no está consiguiendo la respuesta a cómo resolver problemas. Hay otros jugadores que simple- mente tiran, y cuando fallan tres tiros se dedican a dar 52 patadas al suelo, al balón… ¿Y de qué les sirve? Pues de nada. ¿Está valorado y pagado el entrenador de técnica individual en España? Tú has tenido a uno de los más brillantes, Ángel Goñi... Valorado dentro de los entrenadores, mucho. Pagado, no lo creo. A mí me ha gustado mucho hacer ese tra- bajo específico, aunque hace muchos años que no lo hago. Yo valoro a ese tipo de entrenadores que traba- ja individualmente con el jugador porque le está dando muchísimas soluciones y lo está mejorando mucho. ¿Cómo se ha de dividir el tiempo de entrenamien- to entre defensa y ataque? Depende de las exigencias del equipo. Nosotros entre- namos interactuando constantemente. Es decir, en un 3x3 se defiende y se ataca al máximo nivel de intensi- dad. Lo que sí pasa es que en función de lo que nece- sitas estás más atento al ataque o a la defensa, por lo que te interese. Eso sí, normalmente tienes que dedi- carle más tiempo al ataque, a la corrección del ataque, porque es más complejo. La defensa es querer, poder y saber, en ese orden. El ataque es mucho más compli- cado y diverso, y hay más clases de atacantes que de defensores. ¿Cuesta encontrar a jugadores a los que les guste defender? No me lo he planteado así. Los jugadores saben perfec- tamente que la defensa, aunque no sea lo más diverti- do (y muchas veces porque los entrenadores lo enfoca- mos así: “el que no la meta, que se fastidie y defien- da”, algo que no es muy educativo, por cierto), es vital. E incluso pueden llegar a divertirse en defensa. A quien entiende el sacrificio y el juego de equipo le gusta com- partir eso con el equipo. En ataque un tío sí puede solu- cionar solo todos los problemas, pero en defensa es 53 imposible, y desde ese punto de vista la defensa ayuda a compensar y a que sea muy gratificante para el juga- dor. 54 LA PREPARACIÓN DE LOS PARTIDOS “Un jugador no debe a salir a defender con los prejui- cios que le facilite el scouting” ¿Repartes informes de scouting individualizados a tus jugadores sobre los rivales? Se puede hacer si un jugador lo solicita, pero no lo hago. No estaría en contra, pero para mí es mucho más imprescindible que conozcan el concepto general del juego del rival que las condiciones individuales de un jugador. Estas condiciones individuales se deben comentar en la charla, ofrecer detallitos, pero un juga- dor no debe a salir a defender con los prejuicios que le facilite el scouting. Sí tener unos mínimos, pero no pre- juicios porque un jugador se puede escudar en el scou- ting. Lo que yo aprendí cuando era entrenador ayudan- te es que si dices “este tío nunca tira”, no lo hará nunca excepto en tu partido. Y es literal. Puedes ver siete par- tidos y es cierto que no tira, pero en tu partido las puede meter todas. Entonces en ese momento los jugadores te miran, como si tú fueras el culpable de que ese tío las meta. Y eso me ocurría cuando era ayu- dante, pero no más. Entonces ahora digo: “éste no tira, menos en nuestro partido”, porque resulta que ese tío no metía porque estaba defendido, pero si tú dices que no tira la defensa se relajará y a lo mejor las mete. Quizá antes, cuando los jugadores no hacían de todo, se podía decir eso. Ahora, no. 55 En la NBA se da el playbook, un libro con los sis- temas del equipo. ¿Eres partidario? Sí, es una ayuda para el jugador. Sabes que algunos no se lo van a leer o se lo van a olvidar en el vestuario a la primera, pero no pasa nada. He tenido a muchos jugadores que han querido saber un poquito más y por los que no quieran saber más no puedes negarles esa información a los que sí la quieren. Cuando el equipo hace la rueda de calentamiento, el segundo entrenador está en la pista y el prime- ro perdido en algún lugar desconocido. ¿Qué haces tú en esos momentos? Repaso lo que creo que puede ocurrir en el partido y miro a todos los jugadores tratando de adivinar lo que se les está pasando por la cabeza, que es algo que a veces consigo simplemente observando su actitud en la rueda y su cara. En esos momentos piensas en el par- tido para estar preparado por si el equipo te necesita. Antes solía fumar; ahora ya no creo que pueda. ¿Eres partidario de las concentraciones antes de los partidos? No las considero necesarias. Es posible que alguien no haya entendido el compromiso con el equipo, pero yo no puedo estar dudando de los jugadores constante- mente. Imagínate tener a doce tíos más los ayudantes y estar dudando de ellos. No es una forma de vivir que le recomiende a nadie. Hay un compromiso y la gente lo tiene que llevar a cabo. Para mí eso es lo más impor- tante, y el que se lo quiera saltar va a notarse mucho a la corta o a la larga. ¿Y sobre las rutinas de comer y cenar juntos? Es una buena práctica. No todos los equipos están siempre tan juntos como piensas y es un momento que puede ser muy útil para hablar de otras cosas, para ver cómo es cada uno personalmente. Es una buena forma 56 de que los jugadores se vean entre ellos, porque en otras situaciones no están tan juntos. Es el momento social por excelencia de un equipo. ¿Parecido al vestuario? El vestuario es el lugar de los jugadores. Si yo entro al vestuario y un jugador está diciendo algo que yo con- sidere inapropiado, no lo voy a tener en cuenta ni lo voy a utilizar. Lo he dicho muchas veces que ha pasa- do: “Yo no he oído esto”. Es un lugar sagrado de los jugadores y si he entrado en ese momento ha sido un error mío. Todo lo que se diga ahí no tiene que hacer daño, porque son cosas para sumar y para ayudar. ¿En un vestuario puede entrar alguien que no forme parte del equipo, como un directivo o un periodista? Podría entrar en un momento puntual y pidiendo per- miso, pero no tiene por qué ser norma. Tienen que pedirme permiso para que tenga preparados a los juga- dores, porque ellos saben que si yo entro no tomo en cuenta lo que escuche, te lo juro, pero otro que entre de fuera no va a ser así. Que un directivo esté todo el día metido en el vestuario no viene a cuento, no es su sitio, pero veces excepcionales no pasa nada. 57 EL ENTRENADOR COMO PSICÓLOGO “Un tirador debe de tirar hasta que el entrenador decide que ya basta” Si un jugador llega tarde a un partido, ¿cómo se le castiga? Con multas de equipo, como yo las llamo. De las que sirven para que vayamos a cenar mejor o peor cuando acabe la temporada. Ha habido algunos a los que les ha costado mucho dinero, porque sus despistes van sumando o les suena el móvil cuando no deben. No debe ocurrir, y si es muy reiterativo debe entrar más la disciplina del club u otras decisiones. Soy partidario de no tener una disciplina a base de palos, sino de dejar al criterio lógico del jugador lo que está bien o está mal. Y al que no le importa cantará tanto que dejará de pertenecer al grupo. De todas formas, nunca ha llega- do un jugador mío tarde a un partido, si acaso pocos minutos antes de que empezase. ¿No pertenecer al grupo es el máximo castigo para un jugador indisciplinado?Debe serlo. Si todo el mundo está en el autobús y tú eres el último que llega cada día porque te quedas cinco minutos más en la cama, ¿qué pasa?, ¿que eres más listo que los demás? No puede ser. A esos jugado- res no les importan demasiado sus compañeros y no los respetan demasiado. Y esa es la base de todo: el 59 respeto absoluto a tus compañeros, al equipo técnico y al club. El mejor jugador de tu equipo llega tarde a un partido. ¿Qué harías? Castigar a ese jugador en otro momento, no al equipo en ese partido. Por lo tanto, juega. Otra situación: un jugador insulta gravemente al entrenador en el minuto cinco del partido. ¿Qué haces, lo mandas al vestuario? Pues posiblemente no. Juega todo el partido y en otro momento se trata ese problema y se toma una resolu- ción. Me contaron una anécdota de un entrenador que en un tiempo muerto le dijo a un jugador que lo había insultado: “¿De verdad piensas que soy tan gilipollas como has dicho?”. Es una buena solución. No hay que castigar al equipo por una cuestión puntual de esas. Otra cosa es que sea más reiterativo o más grave. Una vez en un entrenamiento del Estudiantes, Shaun Vandiver amagó a Glen Whisby, éste se comió la finta, Vandi le metió una canasta y se rió de él. Whisby se enfureció e intentó pegar a su compañero. Veinte minutos después de que los echaste del entrenamiento estaban los dos de calle hablando y parecían haber hecho las paces, porque Whisby se dio cuenta de que se había pasado. ¿Ahí tienes que intervenir cuando parece haberse arreglado un conflicto sin tu mediación? Nunca puedes dejar crecer un problema, porque una cosa como ésa se puede resolver fácilmente, pero si dejas que se alimente y crezca, igual ya no tiene arre- glo. Si se pegan seriamente, que es algo que en esa ocasión no pasó, puede ser algo irresoluble, porque queda un rencor. Hay que estar muy atento, ya sea con soluciones drásticas que dejen paralizados a los juga- dores o ayudando a que se reconcilien. Hay momentos en los que estás despistado y se está produciendo un problema que se enquista y no te das cuenta. En este 60 caso concreto fue un pronto, y Glen lo entendió así cuando hablé con él. También lo hice con Shaun y me explicó que no pretendía cachondearse de él, que apre- ciaba mucho a Whisby. Hablaron con normalidad y se solucionó. Otras veces no es tan fácil porque no cono- ces la base del problema. Si un tío llega a mosquearse así tiene que haber un background, como dicen los americanos. No fue por que le fintó tres veces, tiene que haber algo más, que puede ser cualquier tontería, como que Shaun es de Chicago y el otro es del Sur. Cosas que pueden no parecer nada pero sí son algo. Repito, hay que estar muy atento, aunque no se puede ser el perro policía. Francia, cuando ganó el bronce a España en el Europeo de Serbia 2005, fue por la mañana a jugar a fútbol para descargar tensiones. Ha habi- do tácticas de entrenadores de este tipo antes de un partido vital. ¿Qué te parece? He hecho alguna cosa parecida, aunque no con equipos de ACB. Es bueno si sirve para eliminar tensión de la mala, porque la tensión bien entendida es buena. El partido por el tercer puesto de un Campeonato de España junior lo preparamos yéndonos a la playa a jugar un rato. ¿Cómo cuenta para ti lo que un jugador diga a la prensa, si se queja a través de los medios? Lo veo muy mal si son declaraciones que te pillan por sorpresa, que no las esperas porque al primero que se las cuenta es a la prensa. Si antes te las ha comenta- do a ti y tú no le pones solución, supongo que se ten- drá que buscar la vida por ahí, pero no me ha pasado muchas veces. Nikola Loncar hizo unas declaraciones una vez [en las que reclamaba una subida de salario prometida] que no eran contra el equipo sino contra el club, y aunque yo forme parte del club, mi ámbito es el equipo. Mis jugadores han tenido gran respeto hacia el 61 equipo casi siempre. Si ocurre, hay que hablar con el jugador y comprender lo que le pasa. Igual que tú pue- des evitar eso, la prensa puede evitar ir a por el juga- dor que ha jugado un minuto en el partido que has per- dido. Algunas veces ha pasado y no me gusta. Y en ese momento el jugador puede entrar al trapo y lo entien- do, por lo que hay que saber por qué y en qué situa- ción tu jugador ha hecho esa declaración. Phil Jackson se quejaba hace poco de que Kobe Bryant hacía demasiados tiros y decía que un jugador tiene que saber cuándo parar. ¿No es el entrenador el que se lo debe hacer saber sentán- dolo en el banquillo? Un tirador debe de tirar hasta que el entrenador deci- de que ya basta. Porque claro, un tirador que no tire… O un jugador con talento ofensivo que no se atreva… Si no lo hace, tiene que estar en el banquillo, a no ser que sea un buen defensor o que condicione tanto la defen- sa del rival que favorezca al equipo. Hace muchos años Alberto Herreros falló unos triples en Málaga y dejó de tirar. Entonces Miguel Ángel Martín le metió una bron- ca en el descanso… “¡Tú tiras, y sigues tirando, y sigues tirando hasta que yo diga basta!”, le dijo. Metió ocho triples seguidos en el segundo tiempo. El tirador, tira. 62 EL RITMO DE JUEGO Y EL ATAQUE “Has de renunciar al contraataque porque quieres, no porque te obliguen” ¿Cuál es el equilibrio entre ataque controlado y contraataque en tus equipos? No puede haber normas sobre eso. Puntualmente pue- des renunciar al contraataque, pero nunca en el cóm- puto general de tu juego. Lo que quiero es poder con- traatacar siempre. ¿Cómo se logra? Con una extraordi- naria defensa, creando muchas complicaciones al ata- que y forzando tiros malos que te favorezcan al rebote defensivo para pensar en correr. Tienes que pensar en correr siempre, nunca se puede renunciar al contraata- que en el primer cuarto de cancha. Si renunciamos al contraataque hay que hacerlo en tu línea de fondo, por- que eso nos facilita jugar en estático desde atrás, no porque estemos parados todos en el medio del campo. Si esto ocurre, al final todos los jugadores están ocu- pando el mismo lugar de la cancha y mientras se colo- can pierdes mucho tiempo. Es algo que puedes demos- trar a tus jugadores en el vídeo. Has de renunciar al contraataque porque quieres, no porque te obliguen. O sea, que prefieres un contraataque fallado a uno abortado antes de tiempo. Sí. Prefiero que un jugador no vaya anunciando que va a parar, sino que cree peligro aunque acabe parándose. 63 Se renuncia al contraataque habiendo corrido todo lo posible, pero no parándose antes. El contraataque puro, el base por el centro y los aleros por los costados, es una de las partes del juego en la que los entrenadores tienen menos capacidad de influencia, ¿no? Sí, pero puedes dar un cierto estilo. Te puede gustar que todos la manejen, que todos la suban… El otro día me decía Pepe Laso algo que yo no había considerado. Decía que cuando jugamos la final contra el Barcelona fue la primera vez que él veía que cualquier jugador que cogiera el rebote defensivo salía corriendo con el balón en las manos, daba igual si era Felipe Reyes o quien fuera. Y eso está bien. No tenemos que depender de que la reciba el base, para que se la pase al alero… Vamos a correr. Y si finalizan tres grandes, que finali- cen tres grandes. Eso ocurre cuando un equipo tiene seguridad y ambición. En ese momento se dio. Antes estábamos teniendo un problema porque el base iba por detrás del reboteador y casi se la quitaba de las manos y el resto estaba pendiente de si tenía que ir a ayudar o salir… Y al final, ¿quién corría? Perdíamos posibilidades. Si sale corriendo cualquiera, esas dudas no se dan. ¿Lo entrenas mucho? Sí, diariamente, con situaciones de 3x3 más contraata- que, finalizaciones de contraataque 2x1, 3x2, 4x3, tra- bajo mucho los fundamentos de rebote y primer pase, el límite de botes en el contraataque… Sí, lo trabajo. ¿Existe un sistema de ataque genérico o al menos unas bases para todos los sistemas? Sí. Es como las ensaladas: tienen una base y se le aña- den ingredientes. Esa base son las normasmínimas para todos los sistemas. Lo que hay que intentar es que sea compatible contra individual y zona, contra todas 64 las defensas posibles. Ahora bien: ¿lo mismo en todos los equipos? Pues a lo mejor no, puede que algún equi- po te haga ver, por sus condiciones, que no interesa aplicar determinada regla. Esas normas, aunque sean tan básicas, ¿tienen un componente de interpretación del jugador? Sin duda, porque si no lo estás haciendo mal. Existen unas normas como la base de la disciplina para que todo el mundo sepa lo que va a pasar, pero una vez todo el mundo lo sabe, un jugador se puede salir del guión, improvisar, interpretar. Pero no para meterse en el guión del otro. Por ejemplo: no haces un reverso si tu compañero tiene que cruzar por ahí y te vas a cho- car con él. En cada uno de los movimientos el jugador sabe qué capacidad tiene para tomar decisiones y sus compañeros saben que puede tomarlas. Me dijo una vez un entrenador mío que hay juga- dores que escuchan tanto que piensan poco, y que hay jugadores que piensan tanto que escu- chan poco. ¿Es cierto? Es cierto. ¿Y qué prefieres, el que escucha mucho o el que piensa mucho? El que escucha mucho, siempre que sepa lo que está escuchando. El jugador ha de saber que el entrena- miento no es momento para debatir, sino para trabajar, y que se puede debatir todo, absolutamente todo, pero en su momento. Como ya he dicho, no estoy en pose- sión de la verdad absoluta, aunque intento estar pre- parado para solucionar los problemas. Si me quieren convencer de que estoy equivocado deben hacerlo, pero fuera del entrenamiento. El entrenador tiene que escuchar a los jugadores, porque ellos son los que tie- nen que fabricar el movimiento que diseñas. 65 Álex Cebrián, que es entrenador y jugador casi a la vez, dice que para ser jugador le viene mal ser entrenador porque piensa demasiado. ¿Existe el jugador que analiza tanto lo que dice el técnico que al final no lo hace? Sí, conozco a alguno que está tan pendiente de lo que dice el técnico que le cuesta llevarlo a la práctica. Lo que sí es cierto es que es bueno que el jugador piense, porque el baloncesto es jugar al máximo de velocidad pensando. Si el jugador piensa mucho y actúa poco, malo, y si actúa mucho y piensa poco, peor. ¿Cuáles son las características básicas de un ata- que, ya sea contra individual o contra zona? Ahora estoy ofuscado en una lucha, por decirlo así, contra el bote. El bote puede ser muy bueno como una solución para la división y el pase, pero botar por botar me parece ridículo. Todos los sistemas deberían ser un continuo juego. Hubo un momento en que este conti- nuo de pasar estuvo muy de moda, en sistemas de flex o de shuffle, pero ahora no estamos ahí. Ahora es lle- gar, colocación, marcar el sistema, inicio con bote… He contado 18 botes antes del primer pase. 12 botes es algo más o menos habitual. Uno bota y los otros cua- tro no juegan, ni siquiera se colocan. Y en ese momen- to la solución suele ser un bloqueo directo, que es con bote, y a partir de ahí lo que puedas hacer. Para mí un ataque es velocidad, fluidez y juego sin balón. Y una cuarta norma muy importante: siempre tiene que haber una triple amenaza. Y eso no es coger el balón y botar sino tirar o pasar inmediatamente. Eso sería para mí lo básico en un ataque. Y lo último el bote, ¿eh? El bote sólo con un objetivo, botar por botar nunca. ¿Crees que hay poca innovación en los entrena- dores? Casi todo se ha inventado, con lo que es normal que haya poca innovación. Hay un conocimiento muy globa- 66 lizado del baloncesto, cada vez podemos ver más todo lo que está ocurriendo. Entonces, hay determinadas cosas que ya nos sorprenden menos, y curiosamente llama la atención lo que se rescata. Cuando de repen- te se ha vuelto a la zona 1-3-1, a los cambios defensi- vos, a las defensas mixtas y combinadas… Cositas así. También ocurre cuando se recuperan determinados sis- temas. Sí es cierto que hay cosas que se ponen de moda y se utilizan bastante generalmente, aunque eso no quiere decir que todo el mundo esté jugando lo mismo ahora, pero sí que el juego se está basando en determinados movimientos, como puede ser el bloqueo directo. En la actualidad, otra cosa que está sucedien- do es que se está renunciando mucho al poste bajo. ¿Y qué es antes, la gallina o el huevo? ¿No se juega de espaldas porque no hay jugadores que sepan jugar ahí o no hay jugadores que lo hagan porque ya no se juega al poste bajo? Pues creo que es una cuestión puramente táctica. Hay muy buenos jugadores de poste bajo, pero creo que se está teniendo miedo porque hay muy buenas defensas para el poste bajo. Esto es la evolución del baloncesto, como hemos hablado antes: aparecieron buenos tira- dores cuando nacieron las defensas en zona, y con esto es igual. Por eso se está buscando más al pívot en carrera, de bloquear y correr, ese tipo de jugador. 67 LA DEFENSA “La defensa es sumar para crear más dificultades en el rival, no es conseguir el balón o que se agoten los 24 segundos” Esa famosa frase de que los ataques ganan parti- dos y las defensas campeonatos, ¿es cierta? Tiene parte de verdad, aunque esas frases tan cerradas que no admiten comentarios no las he creído nunca. Un equipo que quiera ganar campeonatos tiene que tener una buena defensa, entre otras cosas porque te facili- ta el trabajo en ataque. ¿Para qué sirve la defensa? Pues no solamente para que no te metan puntos, sino para que tú tengas una buena disposición en ataque, una mayor velocidad para salir, posibilidad de conseguir puntos más sencillos… Con que sólo sirviera para favo- recer las transiciones ya sería importante. No es por pensar en un baloncesto de destrucción, pero como ya he dicho la defensa ha sido el impulsor más grande de la táctica y técnica individual en el baloncesto. Eso sí, las dificultades que va poniendo el avance en las defen- sas siempre son superadas por el ataque. Tuya es la teoría de que las defensas en zona no significan necesariamente más facilidades para el tiro. Eres un gran partidario de este tipo de defensas… Es que si decides hacer una "zona Numancia", en la que te cierras y a ver cuánto tardan en fallar, pues no. Pero 69 cuando hay una defensa en zona bien hecha es mucho más dura, mucho más activa, mucho más presionante y fomenta mucho más el trabajo intelectual que una defensa individual. ¿Y por qué sigue siendo un recurso, por qué la mayoría de los equipos defienden en individual y la zona es algo puntual? Parece, y yo creo que no siempre se cumple, que la defensa individual implica una mayor presión sobre el balón, no permite el cruce de campo con facilidad, niega hacer determinados movimientos, trata de impe- dir esa situación concreta de bloqueo directo, de poste bajo… Cosas que a lo mejor la zona teóricamente no impide hacer. Pero no siempre es así. Parece que la zona puede jugar con el fallo del rival, pero ésas son las conservadoras. La realidad es que el porcentaje de defensas es mucho mayor para las individuales que para las zonales. Y no sé por qué. En una charla me pidieron hablar de ataque contra zona y yo me hacía preguntas: ¿por qué no te hacen zonas?, ¿qué preten- de el rival, que corramos menos, que cambiemos de ritmo, aislar nuestro juego interior?, ¿piensan que no tenemos buenos tiradores o una buena circulación de balón? Muchas veces hay que preguntarse eso, por qué te la ponen o por qué no te la ponen con más asidui- dad. Como entrenador del Estudiantes creo que hemos recibido menos zonas de las que nos hemos merecido. No teníamos buenos tiradores, pero lo más importante para atacar la zona es tener buenos pasadores, por lo que no la atacábamos tan mal. Todo el equipo se con- virtió en buen pasador y encontrábamos tiros más sen- cillos. Creo que la defensa en zona te da algunas ven- tajas, y es posible que si el otro equipo te la mantiene durante varios ataques y tú sigues en individual, no estés en igualdad de condiciones. Con la zona se tiene más capacidad para rebotear en defensa y correr el contraataque
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