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1 
 
 
 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
“LA IMPORTANCIA DEL PENSAMIENTO DECOLONIAL, 
COMO UN ENFOQUE ALTERNATIVO EN RELACIONES 
INTERNACIONALES, ANTE LA CRISIS DEL PENSAMIENTO 
MODERNO” 
 
 
 
T E S I S 
 
 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES 
 
 
 P R E S E N T A : 
 MÓNICA GRACIELA ALVAREZ TINO 
 
DIRECTORA DE TESIS : 
SELENE ROMERO GUTIÉRREZ 
MÉXICO, 2014 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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TLAZOHCAMATI 
A Dios, al Universo, a la vida, 
por ponerme en este lugar, en este momento, 
para este propósito. 
 
A mi familia: la de sangre, 
mamá, papá y Meli, 
y a mis hermanos por extensión, mis amigos. 
 
A mis dos corazones, Abel y Gaia. 
 
A mis maestros, a mis guías. 
 
A mi Universidad. A México. 
 
Gracias, gracias, gracias. 
 
 
 
 
3 
 
 
INDICE 
 PAG 
Introducción 4 
1. Crisis mundial total: La crisis de la modernidad 9 
1.1 Pensamiento moderno occidental 10 
1.2 Neoliberalismo y globalización: impactos socioculturales 21 
1.3 La modernidad y su crisis 33 
2. Las Relaciones Internacionales como parte del 
pensamiento moderno occidental 43 
2.1 Surgimiento de la disciplina y sus paradigmas dominantes 45 
2.2 Crisis y génesis en el análisis de macrointernacionalidad 56 
3. Revolución epistemológica: enfoques alternativos para la 
construcción de nuevos análisis en Relaciones Internacionales 69 
3.1 Surgimiento del pensamiento decolonial en América Latina 71 
3.2 Diálogo de saberes y transculturización del conocimiento 85 
3.3 Pensamiento alternativo en Relaciones Internacionales: 
‘Síntesis de la herencia cultural precolombina y latinoamericana. 
Unidad en la diversidad’ 98 
Conclusiones 120 
Fuentes 128 
 
4 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Para el internacionalista y el científico social, el objeto de estudio a 
analizar es la realidad internacional y su sociedad. En otras palabras, un 
internacionalista tiene la tarea de re-conocer el mundo que lo rodea, es decir, su 
propia realidad, como totalidad y en todas sus dimensiones, su estructura y su 
funcionamiento, a fin de poder proponer alternativas y creativas soluciones a los 
problemas que en ella se presentan, soluciones de raíz. 
Como estudiosa de esta realidad, y como ser humano que la percibe e 
interactúa con ella, he logrado identificar dentro de este objeto de estudio lo que 
para mi representa el mayor de los problemas y obstáculos en la evolución de la 
humanidad. Me refiero ni más ni menos que al propio sistema de vida que nos 
rige, este sistema económico-social-político que domina al mundo junto con su 
ideología, y sobre todo, la actual crisis de este sistema. Al ser un problema 
complejo y amplio, que abarca desde la forma de estructurar la sociedad 
internacional, en sistema de Estados-nación; el sistema de producción, capitalista, 
que lleva en su mismo nombre el factor que se sobrepone por encima de todos los 
demás aspectos de la vida: el capital; el sistema de tradiciones y creencias, 
basado en las religiones judeo-cristiana-católica; el sistema de conocimiento 
ilustrado-científico, y sus más actuales procesos ideológicos, el neoliberalismo y la 
globalización, nos obliga a hacer un viaje al pasado histórico para poder identificar 
el surgimiento de esta problemática a la par del nacimiento de lo que llamamos la 
“modernidad”, proyecto llevado a cabo por el poder de una sola cultura dominante 
que conjuga todas estas bases en un único sistema de valores impuesto al resto, y 
que llamamos “occidental”. 
Sin embargo, “si la modernidad es una simple consecuencia del paso del 
tiempo, escoger como nombre moderno es resignarse de antemano a perder 
pronto su nombre”1. A pesar de que la cultura “occidental” aún se empeñe en 
defender su vigencia, la realidad nos muestra claramente que hoy se encuentra en 
 
1 Octavio Paz, Los hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia, Editorial Seix Barral, S.A., 
México 1985, p. 41 
5 
 
una crisis total, sin miras a poder ser superada. Es una “crisis estructural 
sistémica”2, general, global, multidimensional, que ha trastocado y devastado 
todos los aspectos de la vida humana y de otras especies en este planeta, 
amenazando nuestros recursos vitales, y con ello, nuestra propia vida. 
El problema que aquí presento es concisamente la crisis de toda una era 
llamada “moderna”, que traducido en términos de teoría de las Relaciones 
Internacionales, no significa otra cosa que el término de la actual y el surgimiento 
de una nueva sociedad internacional. Rafael Calduch apunta esto precisamente 
cuando explica los diferentes niveles de análisis dentro del estudio de las 
Relaciones Internacionales. Él menciona que existen dos niveles de análisis 
dentro de nuestra disciplina: la microinternacionalidad y la macrointernacionalidad. 
La microinternacionalidad se periodifica en corto, mediano y largo plazo. Por otro 
lado, la macrointernacionalidad se periodifica en génesis, desarrollo y crisis. Es 
precisamente esta última la que para nuestro análisis interesa. 
“La fase de génesis de una nueva sociedad internacional suele 
superponerse, al menos parcialmente, con la fase de crisis de la sociedad 
internacional precedente. Estos periodos de transición (…) los denominaremos 
puntos de ruptura”3 
Como internacionalistas, que estudiamos la amplia magnitud de esta crisis 
que azota hoy al mundo entero, y que estamos conscientes del punto de ruptura 
histórico por el que estamos atravesado como humanidad, no podemos quedarnos 
solamente en la teorización y categorización de la realidad, sino que nos toca 
analizar de fondo el problema para poder proponer soluciones estructurales, y así 
salvar nuestro planeta y nuestra propia existencia. 
Es aquí en donde, mientras nos encontramos en medio de la travesía de 
este punto de ruptura entre una y otra época histórica, América Latina se vuelve 
protagonista dentro del escenario internacional con el surgimiento del llamado 
 
2 Samir Amin, “¿Debacle financiera, crisis sistémica? Respuestas ilusorias y respuestas 
necesarias” en Memoria: Revista de política y cultura núm. 234, México, febrero-marzo 2009, p. 19 
3 Rafael Calduch Cervera, “Concepto y método de las Relaciones Internacionales” en Ileana Cid 
Capetillo, (compiladora), Lecturas básicas para introducción al estudio de Relaciones 
Internacionales, UNAM/FCPyS/DEPRO/CRI/PAPIME, México, 1999, p. 24 
 
6 
 
pensamiento decolonial, un nuevo enfoque dentro de las ciencias sociales que 
proclama por una forma alternativa y crítica del saber y del conocer, 
revolucionando el pensamiento y el ser, que por siglos han sido dominados por la 
cultura occidental moderna, pero que al encontrarse ésta en crisis, tiene hoy la 
oportunidad de recrearse y construir “una epistemología que reconstruya a 
América Latina como una perspectivaen sí misma”4, tanto en lo académico-
intelectual, como en lo humano, lo social, lo cultural, lo político, lo ecológico, lo 
ético. 
La primera justificación de nuestra investigación reside en que estoy 
convencida de que en la actualidad transitamos un punto de ruptura histórico, un 
punto de quiebre de paradigmas y que nos encontramos ante una transformación 
trascendental, que ya está mostrando sus efectos, y que significará una total 
renovación y alteración de nuestro objeto de estudio, la realidad internacional. 
Como segunda justificación de nuestro análisis, considero de suma 
importancia la investigación dentro del campo de estudio de nuestra disciplina, las 
Relaciones Internacionales, de estos nuevos enfoques alternativos que significan 
una gran aportación en cuanto a la construcción de conocimiento, sobre todo 
evidenciando la falta de un enfoque filosófico que parta de la colectividad, un 
enfoque humanista, pues solo así podremos los internacionalistas superar las 
barreras o límites ontológicos y epistemológicos que nos han marcado las 
escuelas y el pensamiento dominante proveniente de Europa y Estados Unidos 
hasta ahora, y que nos han limitado en el análisis de otras visiones y corrientes 
que contribuyan verdaderamente a transformar la realidad mundial en una que sea 
benéfica para todo ser vivo que habite en esta Tierra. Si hasta ahora no hemos 
sido capaces de interpretar algo nuevo, es porque simplemente no hemos sido 
capaces de crearlo. 
Nuestra hipótesis en esta investigación es entonces que, la sociedad 
internacional se encuentra hoy en un punto de ruptura histórico, que se evidencia 
 
4José de Souza Silva, “Desobediencia epistémica desde Abya Yala (América Latina). Tiempos de 
descolonización y reconstrucción en el pensamiento social latinoamericano”, en Patricio Cardoso 
Ruiz, Elsa González Moscoso y Ana Cecilia Salazar. Pensamiento Social Latinoamericano. 
Perspectivas para el siglo XXI. Tomo II. UNAM, México 2010, p. 30 
7 
 
en la crisis de lo que llamamos “modernidad”, es decir, la crisis del sistema mundo 
dirigido y controlado hasta ahora por la cultura occidental, que ha derivado en una 
explotación excesiva del medio ambiente y los recursos, en un descontrol y crisis 
financiera y económica, así como en el empobrecimiento y la degradación a nivel 
social y personal. Como respuesta a esta crisis, el pensamiento decolonial surgido 
en América Latina supone la génesis de una nueva sociedad internacional, que 
con todo un nuevo sistema de pensar, de ser, de conocer, de producir y de vivir en 
comunidad, se erige como el inicio de una nueva época histórica. 
Los objetivos generales a alcanzar en nuestra investigación son analizar 
los principios y alcances del pensamiento decolonial surgido en América Latina en 
los últimos años; investigar acerca de la crisis de la modernidad, la crisis del 
sistema de valores occidental, y sus últimos procesos políticas e ideológicos, el 
neoliberalismo y la globalización; investigar lo que significa a fondo el diálogo de 
saberes, la transculturización del conocimiento y la epistemología del sur; y 
proponer de manera creativa, a partir de los principios del pensamiento decolonial, 
una reflexión crítica y alternativa encauzada hacia una nueva construcción social y 
de conocimiento que, reuniendo y sintetizando saberes y herencias culturales de 
distintas épocas, impulse, desde nuestra propia realidad, la creación a un 
pensamiento que responda a las necesidades específicas de nuestra historia, y 
así hacer frente a la actual crisis que presenciamos. 
El cuerpo de la investigación está conformado por tres capítulos. El 
primero, “Crisis mundial total: La crisis de la modernidad” se enfoca en explicar 
qué es lo que entendemos por modernidad como época histórica, cuándo, cómo y 
dónde surge, así como el pensamiento que en dicha época se desarrolló, y cómo y 
porqué se encuentra hoy en crisis. Hablaremos de las estrategias, políticas e 
ideologías que la cultura occidental ha echado a andar para perpetuar su 
supremacía imperial, y de los impactos socioculturales que dichas prácticas han 
tenido sobre la sociedad internacional. 
El segundo capítulo, llamado “Las Relaciones Internacionales como parte 
del pensamiento moderno occidental”, se centra en explicar el paradigma de la 
ciencia moderna, y cómo a partir de éste, el conocimiento del mundo y la realidad 
8 
 
es sistematizado y categorizado en distintas ramas, dando origen a la disciplina 
que nos atañe, Relaciones Internacionales. Se abordará el surgimiento de ésta, 
sus principales paradigmas y, a partir del uso de la macrointernacionalidad, se 
estudiará lo que significa punto de ruptura histórico como característica de nuestra 
contemporaneidad. 
En el tercer y último capítulo, llamado “Revolución epistemológica: 
enfoques alternativos para la construcción de nuevos análisis en Relaciones 
Internacionales”, presentaremos cómo mientras se transita el punto de ruptura 
histórico, en el campo de lo teórico-epistemológico están surgiendo paradigmas 
alternativos al pensamiento moderno occidental, que buscando nuevas formas de 
pensar, están impulsando la creación de nuevos conocimientos y epistemologías. 
Aquí, abordaremos el tema del pensamiento decolonial surgido en América Latina, 
analizando qué tanto alcance transformador tiene al fundarse en una serie de 
valores, ideas, saberes y prácticas, heredadas tanto de las culturas prehispánicas, 
como de las culturas tradicionales de otras partes del mundo, integrándose 
críticamente con el conocimiento de la ciencia moderna. Dentro de este capítulo, 
en el último apartado, presentaremos nuestra propuesta, que basada en los 
principios del pensamiento decolonial y el pensamiento de algunos de los 
movimientos sociales de las últimas décadas surgidos en América Latina, está 
encaminada a contribuir de manera creativa en la construcción de nuevos 
enfoques de análisis, estudios y reflexiones críticas dentro de las Relaciones 
Internacionales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
9 
 
1. Crisis mundial total: La crisis de la modernidad 
 
El principal objetivo de este primer capítulo, es ubicar la problematización de 
la investigación, abriendo un amplio panorama para la percepción de lo que ha 
sido denominado modernidad, así como el pensamiento que en dicha época ha 
imperado, su estructura y paradigmas principales, y cómo y porqué se encuentra 
hoy en crisis. 
Para comenzar se definirá qué entendemos por y cuándo inicia la época 
moderna, cuáles son sus pilares políticos y económicos, así como filosóficos e 
ideológicos, consagrando una manera de ver y pensar el mundo que, a través de 
la colonización pudo ser extendida e impuesta violentamente a nivel global por el 
poder económico, político y social de una única cultura dominante, la cultura 
occidental. 
Dicho proceso de sometimiento e implantación ha tomado a lo largo de cinco 
siglos diferentes nombres o conceptos -civilización, progreso, industrialización, 
desarrollo-, siendo la ideología imperante en nuestra contemporaneidad la 
afamada globalización, un proceso que se muestra aparentemente actual, el 
último sueño de la modernidad, pero que en realidad viene desarrollándose a la 
par del orden civilizatorio occidental, impulsado por distintas formas y modelos 
políticos, pero que en las últimas décadas ha sido el pensamiento y modelo 
neoliberal su principal motor. 
Globalización y neoliberalismo marcan así, el punto de conjunción de las 
prácticas económicas, políticas e ideológicas, llevadas a cabo por la cultura 
occidental, en donde la modernidad como época histórica, hoy está en crisis, pues 
justamente como consecuencia de estas prácticas, la humanidad y el planeta 
entero, se encuentran hoy en la más extensa y profunda crisis y devastación que 
ha sucedido en la historia hecha por la propia mano delser humano, provocando 
que a un nivel mundial surjan movimientos sociales de protesta e indignación en 
contra del sistema, que evidencian no sólo el fin de una época, sino al mismo 
tiempo, el inicio de una nueva. 
 
10 
 
1.1 Pensamiento Moderno Occidental 
 
Lo único constante es el cambio. El mundo, el universo que habitamos está 
en constante cambio, y de igual manera, a lo largo de la historia, podemos darnos 
cuenta claramente de que las épocas van cambiando. A un nivel macro histórico 
de análisis, podemos advertir que existen periodos, ciclos en el tiempo que se 
suceden pero al mismo tiempo se distinguen por contar con factores y 
características particulares. Uno de esos factores es el pensamiento, la forma de 
pensar el mundo, de la humanidad entera y de las culturas, que va 
transformándose siglo tras siglo, milenio tras milenio. En cada etapa de la 
evolución del ser humano, éste se ha creado una cosmovisión distinta, en 
constante alteración, que afecta todo su sistema de vida, desde su alimentación, la 
manera en que aprehende el conocimiento, así como sus técnicas de producción e 
intercambio. 
La actual época o era histórica que la ciencia considera, y que en la presente 
investigación argumentaremos como una época en crisis, ha sido denominada 
como la era de la “modernidad”, y que se caracteriza principalmente porque una 
forma de pensamiento social de un sistema de valores y normas, de formas 
políticas y económicas y, sobre todo, de unas prácticas sociales y culturales, ha 
sido dominante y ha llegado a construir un proyecto de magnitud global, y que 
impuesto como universal, llamamos “occidental”. 
Las bases estructurales de este proceso son, una organización política e 
institucional y una estructuración de la sociedad internacional en un sistema de 
Estados-nación; un sistema económico de producción capitalista, que se erige 
como el factor que se sobrepone por encima de todos los demás aspectos de la 
vida: el capital; un sistema de tradiciones y creencias, basado en las religiones 
judeo-cristiana-católica; un sistema de conocimiento ilustrado-científico, y hoy 
representado en las corrientes políticas e ideológicas del neoliberalismo y la 
globalización. En otras palabras, digamos que el pensamiento y la cultura 
occidental moderna impuso al resto del mundo un único modelo –su modelo- 
11 
 
viable de vida, consagrándose como una cultura excluyente, desigual y 
unidimensional. 
Antes de poder avanzar en el análisis, debemos hacernos dos preguntas 
muy importantes. En primer lugar, ¿por qué la llamamos cultura “occidental”? La 
respuesta es que aquel concepto hace referencia a Europa Occidental, y la 
civilización que ahí se desarrolla y se extiende al resto del mundo, evidenciando 
cómo, desde el nombre, ejerce poder al establecerse como un concepto 
etnocéntrico. La segunda pregunta sería ¿porqué se llama “moderna”? Bueno, 
cada cultura que ha existido y existe se ha identificado a sí misma con un nombre 
que la define, que la determina. La cultura “occidental” decidió nombrarse a sí 
misma “moderna”, convirtiéndose así en “la primera que se ha identificado con el 
tiempo y no hay otra modernidad que la de Occidente”5. 
El nombre “moderno” de igual forma constituye un concepto que ejerce 
poder, pues al considerarse ella la representante del ideal universal último en el 
tiempo, se consagró como la cultura que debía “civilizar” al resto del mundo, que 
debía imponer la pauta lineal en cuanto al desarrollo y el progreso, señalando a 
todas los demás pueblos del mundo como atrasados, e igualmente, implantando 
su modo de pensar el mundo, pues al ser la más “moderna”, se considera a sí 
misma insuperable, la mejor, la única válida. 
La época “moderna” tuvo un paulatino desarrollo a partir del ‘descubrimiento’ 
de América por parte de la civilización europea, en el año de 1492. Fue a partir de 
ese hecho que comenzó el proceso de civilización de Europa hacia y sobre los 
pueblos prehispánicos de América, y también de otras latitudes del mundo, 
imponiendo no sólo el modo de producción económico y de organización social y 
política, sino también imponiendo la visión y el pensamiento europeo occidental, 
es decir, el modo de ser, de pensar, de conocer y vivir europeos. 
El filósofo Enrique Dussel, desarrolla esta misma hipótesis al mencionar que 
la modernidad occidental ‘nace’ a partir de su encuentro con la Alteridad, 
precisamente en ese año, 1492, cuando los europeos llegan a las costas 
americanas. “No se trataría en realidad de un descubrimiento, sino de un 
 
5
 Octavio Paz, op. cit., p. 41 
12 
 
‘nacimiento’, y aquello que nacería es un orden civilizatorio”6, el orden civilizatorio 
de la modernidad, y con ello, la imposición de la estructura de pensamiento 
moderno. 
La Modernidad […] ‘nació’ cuando Europa pudo confrontarse con 
el ‘Otro’ y controlarlo, venderlo, violentarlo; cuando pudo definirse como 
un ‘ego’ descubridor, conquistador, colonizador de la Alteridad 
constitutiva de la misma Modernidad. De todas maneras, ese Otro no 
fue ‘des-cubierto’ como Otro, sino que fue ‘en-cubierto’ como ‘lo Mismo’ 
que Europa ya era desde siempre. De la manera que 1492 será el 
momento del ‘nacimiento’ de la Modernidad como concepto.7 
 
Antes de esa fecha, en la estructura del pensamiento del ser humano 
“predominaba una visión orgánica del mundo en la que la naturaleza, el hombre y 
el conocimiento formaban parte de un todo interrelacionado”8, es decir, la 
estructura del pensamiento humano era multidimensional y holística. Sin embargo, 
como consecuencia de aquel ‘descubrimiento’ que le abrió las puertas a la cultura 
occidental al más voraz expansionismo, así como a la instauración de una 
economía atlántica9, aquella visión orgánica del mundo pasó a ser reemplazada 
por un nuevo paradigma, el paradigma materialista, que derivaría en una visión 
mercantilista de la vida social. 
En esta forma materialista de concebir la vida, las demás partes no 
materiales integrales del ser, son consideradas absurdas y no tienen cabida. Bajo 
este paradigma, el mundo y la vida existen objetivamente, es decir, son medibles 
empíricamente, y su evolución depende únicamente de causas y factores 
materiales. Esta visión del mundo afectó directamente a la estructura de 
pensamiento que, desde entonces, daría lugar a la ciencia moderna como la 
 
6 Enrique Dussel citado por Pablo Dávalos, “Movimientos indígenas en América Latina: El derecho 
a la palabra”, en Pueblos indígenas, Estado y Democracia, CLACSO, Consejo Latinoamericano de 
Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 21 [en línea] 
Consultado el 18 de junio del 2013. Dirección URL: 
http://biblioteca.clacso.edu.ar//ar/libros/davalos/CapDavalos.pdf 
7Idem 
8 Santiago Castro-Gómez, “Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero”, en Santiago 
Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (editores), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad 
epistémica más allá del capitalismo global, Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 
Universidad Central. IESCO, Siglo del Hombre Editores, Colombia 2007, p 81-82 
9 Carlos Vilas, “Seis ideas falsas sobre la globalización. Argumentos desde América Latina para 
refutar una ideología”, en John Saxe-Fernández (coord.) Globalización: crítica a un paradigma. IIE-
UNAM, Plaza y Janés, México, 1999, p. 73 
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/davalos/CapDavalos.pdf
13 
 
conocemos, que concibe a la naturaleza y al ser humano como “ámbitos 
ontológicamente separados”10, dándole al conocimiento la función de “ejercer un 
control racional sobre el mundo”11. 
Uno de los grandes filósofos del siglo XX, Martin Heidegger nos explica esto 
mismo, pero ubicando la raíz de esa transformación varios siglos atrás en el 
tiempo. Él mencionaque la humanidad cometió un error histórico en el momento 
en el que el pensamiento griego (occidental) disoció el concepto del ser del 
concepto del ente, y comenzó un proceso que se consolidó con la modernidad y 
con la ciencia misma12. En esto mismo concuerda Héctor Cuadra al declarar que 
“el milagro griego consistió en dar un contenido a la palabra ciencia asociándolo a 
la palabra razón. En lugar de contentarse como los orientales, con la evidencia 
sensible que comprueba el cómo de las cosas, los griegos quisieron explicar las 
causas”13. 
Se infiere así que la cultura occidental, incluso desde la cuna de su 
civilización, en la Grecia antigua, fue la única cultura que eligió pensar y conocer 
su realidad mediante métodos estructuralmente comprobables, que se consolidó 
varios siglos después con la ciencia moderna, dejando de tomar en cuenta aquello 
que consideraba no racional, basándose únicamente en la observación y la lógica 
materialista, la razón y la objetividad, suprimiendo la esencia misma del ser, el 
conocimiento mediante el espíritu, mediante la intuición. 
 “La naturaleza dejó de ser naturaleza para ser un objeto científico, objeto de 
conocimiento, materia prima y medios de producción”14 y la “visión del universo 
como un todo orgánico, vivo y espiritual fue reemplazada por la concepción de un 
mundo similar a una máquina”15, de la cual había que extraer el mayor beneficio, 
por supuesto, económico. 
 
10 Santiago Castro-Gómez, op. cit., p. 82 
11 Idem 
12 Martin Heidegger citado por Enrique Leff, “Sustentabilidad, diversidad cultural y diálogo de 
saberes”, en Discursos sustentables, Siglo XXI, México, 2008 p. 83 
13 Héctor Cuadra citado por John Wear Burton, Teoría general de las relaciones internacionales, 
Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, México 
1986, p. 42 
14 Enrique Leff, op.cit., p. 83 
15 Santiago Castro-Gómez, op. cit., p. 82 
14 
 
En otras palabras, podemos decir que la época de la “modernidad” significó 
para el hombre que se concibiera a sí mismo como centro y gobernador del 
Universo, “fundamento de todo lo existente y en lo político, como fundador de la 
‘Ciudad del Hombre’”16; el poder que le otorgaba su razón inmanente para conocer 
y maquinizar el mundo, lo hizo sentirse libre de la necesidad de creer en un Ser 
Superior, pues por si mismo podía conocer su realidad, basándose en la 
percepción a través de sus sentidos. 
El investigador Víctor Flores Olea denomina a este proceso “la eliminación de 
la Divinidad”17 que sucede al cortarse el cordón umbilical entre individuo y fe. En 
su momento, un par de siglos atrás, este proceso fue llamado también, por el gran 
filósofo Friedrich Nietzsche, “la muerte de Dios” o “la negra noche de los hombres 
sin Dios”, denunciando “la fragmentación, la vacuidad y la concentración de la 
modernidad en un simple objetivo de poder, en un exclusivo designio de 
dominación.”18 
Asimismo, Nietzsche llegó mediante la crítica a la reflexión de que: 
 La razón moderna expulsa del paraíso humano, […] es decir, a 
todo aquello que nos hace ser miembros del mundo animal. […] El 
hombre de la modernidad abandona (y reprime) sus instintos naturales. 
[…] La crítica de la razón moderna revela su aislamiento, el 
desprendimiento de sus raíces naturales, su negación del ser natural 
del hombre.19 
 
El conocimiento científico pasó a significar una “secularización del mundo y 
de la historia, [conduciendo a una] profunda abstracción de la vida”20. Bajo el 
supuesto de que ciencia es la búsqueda de la verdad objetiva, se matematizó la 
vida y se categorizó el conocimiento, eliminando la dimensión cualitativa, y en el 
mismo sentido, la especificación y creatividad individual21. Al sentirse el hombre 
 
16 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, “Las aventuras de la razón moderna”, en Crítica de 
la globalidad. Dominación y liberación en nuestro tiempo, FCE, 1999, p. 28 
17 Ibid., p. 45 
18 Friedrich Nietzsche citado por Víctor Flores Olea; Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 45 
19 Ibid., p. 76 
20 Ibid., p. 61 
21 La ciencia, concebida como el paradigma fundamental del pensamiento moderno, dividió el 
conocimiento del mundo en ciencias naturales y ciencias sociales, haciendo de la verdad una virtud 
alcanzable sólo y exclusivamente mediante el método científico. En el siguiente capítulo se 
analizará este tema. 
15 
 
separado de la naturaleza por su autoridad racional, “el espíritu de objetividad se 
convirtió en el elemento central de la razón moderna y de la elaboración teórica 
del conocimiento científico”22, no solamente con el fin de conocer y dominar su 
realidad, sino también como instrumento que le serviría para dominar y someter a 
otros individuos más débiles. 
Mantengamos presente siempre que una de las principales características de 
la época moderna es que en ella se consolidó el modelo de producción capitalista 
que venía desarrollándose en el mundo. Esto sucedió gracias a que la razón 
moderna que se impuso mediante el sometimiento a la estructura de pensamiento 
occidental, funcionó simplemente como un instrumento para que precisamente la 
expansión de este modo de producción se efectuase más rápido y con mayor 
profundidad y resistencia. 
Este modelo, como su nombre lo indica, considera al factor económico como 
uno de los principales, si no es que el principal motor de la vida humana. Tiene 
como única “lógica” la maximización de ganancias y la acumulación del capital. 
Apoyándose de una ideología imperialista capitalista, la cultura occidental logró 
sembrar, a través de la estructura de pensamiento, la idea de que solo mediante 
esta acumulación es que podemos alcanzar un nivel óptimo de vida. 
Está profundamente arraigada en nuestro pensamiento la percepción de que 
“el tiempo es dinero”, y no solo el tiempo, “la felicidad también es dinero”, y 
resultado de esta lógica es que vivimos en una sociedad consagrada 
desmesuradamente consumista. Desde la implantación del modelo capitalista 
como el único modo de producción mundial, la propiedad privada se convirtió en 
uno de los derechos fundamentales del hombre. El ser humano pasó de 
concebirse como hijo de la Madre Tierra, a ser su poseedor, a tener el derecho de 
explotarla y obtener de ella una ganancia monetaria, para después pasar a ser 
capaz de acumular mercancías también como propiedades. 
A través de la estructura de pensamiento que ha sido implantada en la mente 
de la sociedad internacional, la publicidad y la mercadotecnia funcionan como 
agentes engañosos que nos mantienen en una constante renovación material. 
 
22 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 28 
16 
 
“Los hombres y las mujeres se reconocen ellos mismos en sus objetos-
mercancías”23, las marcas y las etiquetas determinan el nivel de sofisticación en el 
estrato social, y el status quo se mantiene firme y funcionando gracias a estas 
ilusorias necesidades creadas a través de la propaganda, que entretienen a la 
sociedad, manteniéndola enajenada, y la someten a seguir caminando en una sola 
dirección, convirtiéndolo en un autómata. 
“El capitalismo […] en vez de ponerse al servicio de las reales necesidades 
humanas las suprime, presentando un simulacro de necesidades construidas y 
tornando las libertades en su contrario: la vida cimentada en la represión y la 
supresión, […] y necesidades externas suprimiendo a las necesidades internas 
[del espíritu]”24. Es una libertad ilusoria, una autodeterminación aparente, una 
existencia que se mueve, solo es libre, en los márgenes de lo establecido. 
La ciencia fundada dentro de la época de la modernidad, bajo esta 
percepción económica, responde obviamente al interés del gran capital, derivandoen una “sobre-economización del mundo (…) y en una racionalidad económica”25, 
no como resultado de la evolución natural del pensamiento humano, sino surgida 
de las estrategias de poder y dominación occidental. La razón se convierte en una 
“razón manipuladora”, que quiebra la imaginación y la creatividad, y que es un 
“verdadero aparato de dominio y represión.”26 
No podemos negar el hecho de que haciendo uso de la razón moderna, la 
humanidad ha alcanzado grandiosos avances tecnológicos que le han facilitado 
numerosas tareas y trabajos, y que han logrado “acercar a los pueblos del mundo 
vía medios de comunicación, mercados globales, nuevos procesos productivos 
internacionalizados”27 y nuevos y eficaces medios de transporte. 
Sin embargo, si analizamos más allá de la superficial apariencia, en realidad 
los avances tecnológicos en la era de la modernidad, además de haber 
prosperado a expensas de los recursos naturales, “en vez de servir como 
 
23 Herbert Marcuse citado por Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 80 
24 Ibid., p. 59 
25 Enrique Leff,op. cit., p. 84 
26 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 46 
27 Rodolfo Stavenhagen, “La presión desde abajo: derechos humanos y multiculturalismo”, en 
Multiculturalismo. Desafíos y Perspectivas. Colmex-UNAM-Siglo XXI, México, 2006, p. 214 
17 
 
vehículos ‘liberadores’ de la necesidad, perpetúan el trabajo y determinan la 
existencia total de la sociedad, y también condicionan al individuo en su totalidad 
física y anímica. […] La racionalidad tecnológica […] se exhibe abiertamente como 
el gran vehículo de la dominación”28. 
Existe un dato muy importante que puntualizar. Cuando hablamos de la 
cultura occidental, no nos referimos únicamente a la cultura de Europa Occidental. 
En un primer momento, cuando los Imperios español y portugués llegaron a las 
costas de América, y aún durante algunos siglos después cuando pasaron a ser 
también potencias mundiales y coloniales Reino Unido y Francia, sí podíamos 
hablar de una cultura occidental exclusivamente europea. 
No obstante, cuando en las tierras que hoy ocupan Estados Unidos y 
Canadá desembarcó el europeo sajón -a diferencia del resto de América, donde 
llegó el europeo latino- se optó por destruir y suplantar las raíces indígenas, al no 
mezclarse con ellas no hubo un mestizaje, creando así ciudades con raíces 
meramente nórdicas, étnicamente europeas occidentales. La cultura occidental 
nació en Europa, para venir a madurar y consolidarse en América. “Estados 
Unidos de América es la última Europa dominante”29. En aquel norte “no hay 
sustento ni raíz. (…) Allí los hombres no aprenden cómo amar a los demás, ni 
aman el suelo donde nacieron por azar. Allí se echó a andar una máquina que 
puede satisfacer con productos la voracidad del universo”30 
Es así que hoy, cuando hablamos de la cultura occidental nos referimos 
precisamente, sí a la cultura y pensamiento que tuvo nacimiento en Europa 
Occidental, desde la Grecia Antigua, y que se desarrolló y expandió a través de 
los grandes imperios en la época moderna, pero que posteriormente se trasladó y 
se consagró en América del Norte, más concretamente en el imperio que hoy 
ocupa el primer lugar en expansión y profundización: el estadounidense. 
Sintetizando, diremos que la cultura occidental, al identificarse como la última 
en el tiempo y por lo tanto la más “moderna”, impuso y ha seguido imponiendo su 
 
28 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 83 
29 Boaventura de Sousa Santos. Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la 
emancipación social. Siglo XXI, CLACSO, México, 2009, p. 226 
30 José Martí citado por Boaventura de Sousa Santos. Una epistemología del Sur: la reinvención 
del conocimiento y la emancipación social. op. cit., p. 240 
18 
 
dominio sobre las demás culturas a lo largo y ancho de todos los continentes, 
primeramente con la idea del “progreso (…) que proporcionaría [supuestamente] a 
todos bienestar y prosperidad”31 y de la ilustración y el conocimiento científico, que 
brindaría a todos el conocimiento verdadero del mundo. Estos ideales debían ser 
trasladados a todo el planeta para que la sociedad internacional lograra 
“progresar”. Después sucedió lo mismo con la ideología de la industrialización, 
para posteriormente pasar a implantar la idea del desarrollo, de la tecnología y la 
innovación, del neoliberalismo económico, y de la hoy tan afamada globalización.32 
En la época moderna solo se acepta un solo modo de producción, 
intercambio y consumo, o sea, una sola actividad económica capitalista; se acepta 
una sola manera de hacer política, de “relacionamiento, reconocimiento y 
participación”33, una sola religión, una sola forma de ser, es decir, un solo modelo 
impuesto al resto. “Hoy […] la idea de globalidad encarna los rasgos totalitarios del 
capitalismo […] asume pretensiones de universalidad en su aspiración totalitaria, 
en su vocación “’homogeneizadora’”34, y por ello, la humanidad se vuelve 
unidimensional35 
Bajo esta percepción, todos los entes y todos los seres, tanto animales, 
como plantas, minerales, ecosistemas, incluso las mismas personas se convierten 
en recursos aprovechables para la obtención de capital; “la misma fuerza de 
trabajo asume la función de mercancía (…) La capacidad humana creativa y 
productiva es regulada por fuerzas que son externas al hombre, y por ritmos y 
tendencias que le son impuestas (las leyes del mercado) independientes de su 
voluntad”36 suprimiendo la libertad, eliminándola. La vocación y la capacidad 
creativa están destinadas a la acumulación del capital, el trabajador pierde su 
personalidad. Todo lo proveniente de la naturaleza, los recursos energéticos, el 
 
31 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 49 
32 Neoliberalismo y globalización, las últimas ideologías de una sociedad internacional en crisis, la 
sociedad moderna, en la que se han visto acentuadas sus consecuencias e impactos tanto 
ambientales, como sociales y culturales. Este tema se abordará a profundidad en el siguiente 
apartado. 
33 Pablo Dávalos, op cit., p. 25 
34 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 60 
35 El hombre unidimensional, un concepto creado por Herbert Marcuse, en su obra del mismo 
nombre en el año de 1964, y que también será analizado en el siguiente apartado. 
36 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 69 
19 
 
agua, la flora y fauna, también se explotan desmesuradamente para, 
supuestamente, hacer llegar a todos los beneficios del progreso y la civilización 
(occidental), del desarrollo y la tecnología. 
Otra de las dimensiones que alcanzó la modernidad en esta época histórica 
es que “se consolidó como un paradigma de la guerra, [banalizando la muerte y la 
violencia] bajo el cual el Otro es desechable, es un mero objeto de dominio”37. La 
cultura occidental, y con mayor peso el imperialismo estadounidense, ha logrado 
su inigualable expansionismo gracias a su economía de guerra, es decir, a la 
industria militar y armamentista, la cual es alimentada con la frivolidad del 
pensamiento moderno y como éste percibe a la muerte y la destrucción. 
El egoísmo, “el temor y la angustia son hoy las ‘características esenciales del 
hombre occidental’ arraigadas como están en la ‘imposibilidad de reflexionar sobre 
una multiplicidad de opciones tan enorme’”38. Al encontrarse de frente con la 
Alteridad, con el Otro desconocido, el hombre occidental se siente inseguro y se 
despiertan en él “el miedo, la zozobra o la mera inquietud”39, haciendo que la 
relación con el Otro solo sea viable mediante su dominio y sometimiento. 
Asustado, cierra su mente y discrimina lo diferente,la razón material no alcanza a 
comprender la infinitud de la diversidad, y la única manera de sentirse seguro es a 
través del control del otro. ¿Control a través de qué? De la homogeneización del 
pensamiento. 
El fenómeno de la ‘interiorización” de los procesos ha sido 
siempre una de las fórmulas más eficaces de consolidación y 
afirmación del poder, de cualquier poder. De esa manera la lucha y los 
sacrificios parecen necesarios e inevitables, y las virtudes del propio 
régimen ‘sublimes’ y cargadas de valores morales y humanos. […] Es 
también normal y moral la liquidación y el exterminio de los enemigos 
de dentro, su aplastamiento.40 
 
 
37José de Souza Silva, op. cit., p. 30 
38 Jacques Ellul citado por Zygmunt Bauman, “¿Múltiples culturas, una sola humanidad?”, en 
Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Traduc. Jesús Alborés. Siglo XXI, España 
2006, p. 128 
39 Emma León, “El monstruo”, en Los Rostros del Otro. Reconocimiento; invención y borramiento 
de la alteridad, Anthropos-CRIM-UNAM, España, 2009, p. 61 
40 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 84 
20 
 
Por esa razón, toda agresión [por parte de la cultura occidental, la cultura 
“civilizadora”] está justificada, porque es “defensiva” del interés nacional e 
internacional, porque siempre está defendiendo los principios de la libertad, el 
progreso y la democracia, es moralmente normal. Está noción está tan arraigada 
en la estructura de pensamiento que impera en la sociedad, que fácilmente 
pueden esconderse los verdaderos intereses que invariablemente son siempre 
económicos. Obtener la mayor ganancia a cuesta del sufrimiento y la destrucción 
de los menos beneficiados por el sistema. 
En la estructura del pensamiento moderno, se concibe a la pobreza y el caos 
como ámbitos completamente normales y necesarios para el funcionamiento del 
sistema, la desigualdad está completamente, al igual que la violencia, banalizada y 
aceptada. Naturaleza y humanidad han sido puestas al servicio de las leyes del 
capital. Esta es una aberración tan despiadada, que el día de hoy, a lo que nos ha 
llevado el tan admirado progreso, el desarrollo, la industria y la globalización es a 
una profunda “crisis de insustentabilidad”41, ambiental y social “regida por estos 
ejes de racionalización de la vida”42; crisis de tan enormes magnitudes que no se 
traduce en otra cosa que en una “crisis civilizatoria”43, que hace urgente la 
transformación de todo nuestro sistema de vida, hoy ante la oportunidad que nos 
brinda el encontrarnos en un punto de ruptura histórico. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
41 Enrique Leff, “Sustentabilidad, diversidad cultural y diálogo de saberes”, op. cit., p. 86 
42 Idem 
43 Ibid., p. 81 
21 
 
1.2 Neoliberalismo y Globalización: impactos socioculturales 
 
A consideración nuestra, son particularmente estas dos ideologías, 
neoliberalismo y globalización, las que enmarcan el declive o crisis de la sociedad 
internacional moderna. Ambas son concebidas como formas de manipulación y 
dominación totalitaria que la cultura occidental ha desarrollado con el fin de 
perpetuarse como la cultura dominante, la cultura moderna, última en el tiempo. A 
través de ellas ha logrado imponer profundamente en la sociedad internacional un 
único modelo de producción, mercantilización y hasta de culturalización, que ha 
ocasionado serios impactos, y que a lo largo de este apartado analizaremos. 
Como teoría política, el neoliberalismo tiene su origen desde la primera mitad 
del siglo XX, aunque concretamente las políticas neoliberales fueron puestas en 
marcha a través de los Estados y las Organizaciones Internacionales hasta la 
década de los ochenta, dando empuje a un proceso que precisamente se 
denominaría globalización y que tendría como mero objetivo internacionalizar las 
técnicas de producción y consumo occidentales44. Sin embargo, la globalización, 
como esta noción universalizante, se refiere a un proceso que evidentemente no 
es nuevo, no surgió en la década de los ochenta, sino que viene desarrollándose 
casi desde que dio inicio el expansionismo de la cultura occidental, con el 
‘descubrimiento’ de América y a la par de la economía atlántica45, es decir, desde 
que ‘nació’ el orden civilizatorio de la modernidad. 
Globalizar es simplemente otra palabra de la que la cultura occidental se ha 
valido para imponer su modelo homogeneizador al mundo. Globalizar significa lo 
mismo que en su momento significó civilizar, progresar, y desarrollar, con la única 
diferencia de que globalización, concebida como el proceso en el que se ha dado 
mayor aceleración en la internacionalización de la producción, la distribución y el 
consumo de la industria cultural occidental, acontece y se desarrolla con el 
enorme impulso que le proporcionaron los avances tecnológicos en 
 
44 En el presente apartado nos enfocaremos a analizar únicamente los perjuicios que estas 
prácticas provocaron a un nivel social, humano, y hasta ambiental, ya que, en el capítulo siguiente, 
se ahondará un poco más sobre el contexto en el que surgen, como una extensión a la corriente 
del pensamiento moderno occidental. 
45 Carlos M. Vilas, op. cit., p. 73 
22 
 
comunicaciones y transportes. La globalización se erige, así, como una “dinámica 
egoísta de mercado y la búsqueda de la ganancia […] exaltadas como la 
realización de la razón y el progreso”46, o en otras palabras, el cumplimiento de un 
avance más de la modernidad y el capitalismo avanzado, alcanzado justamente 
mediante la implantación de las políticas del neoliberalismo económico. 
En esta fase neoliberal del capitalismo, es Estados Unidos, el hegemón 
consagrado de la globalización, quien con una estrategia meticulosamente 
estudiada y puesta en práctica, ha logrado mediante estas ideologías, desarrollar 
su industria y expandirla, hacer que sea consumida por (casi) todos los habitantes 
del globo terráqueo, logrando con esto un expansionismo imperial como jamás 
había ocurrido en la historia de la humanidad. 
Samuel Sosa nos lo explica de una forma muy clara y concisa: “La 
globalización es hoy una americanización ideologizada de reformulación del 
funcionamiento del mercado mundial con el objetivo de controlarlo y dirigirlo”47, 
con la acumulación del capital como único y último fin, a costa de todo y de todos, 
“basado en la explotación de los seres humanos y la depredación de la 
naturaleza.”48 
En el discurso, la globalización hace la promesa de hacer llegar a todos la 
riqueza, habla de un desarrollo y un progreso que promueve el ascenso de los 
menos favorecidos. Pero en la práctica, la globalización no es más que un 
desenvolvimiento desigual, que cada vez más ahonda en las disparidades y 
acrecienta el abismo entre ricos y pobres (“El 8% de la población mundial 
concentra casi 70% del producto del mundo, y 80% del comercio mundial”49), 
enunciando así que “el abandono al libre juego de las fuerzas del mercado ha 
llevado al planeta a insoportables situaciones de injusticia, desigualdad y riesgo 
ecológico.”50 
 
46 Ibid., p. 70 
47 Samuel Sosa Fuentes, “Globalización e identidad cultural: democracia y desarrollo” en Kaos 
Internacional: Revista Independiente de Análisis Internacional. Año II, Vol. II, Núm. 9, Paradigma 
de Actividades Científicas y Culturales, S. C., México abril-junio 2000, p. 22 
48 Carlos M. Vilas, op. cit., p. 71 
49 Ibid., p. 79 
50 Héctor Ariel Olmos, “¡Basta de Cenicientas! De los límites de las políticas culturales en clave de 
desarrollo humano”, en María Elena Figueroa Díaz (coord.) Cultura y desarrollo humano. Visiones 
23 
 
Las políticas neoliberales de la globalización mantienen mecanismos de 
explotaciónde tipo neocolonial, en el que se da un saqueo de recursos por 
quienes poseen los medios de producción, así como de una explotación de la 
mano de obra, con la imposición de instrumentos jurídicos que proporcionan a las 
empresas la facultad de hacer del empleado cada vez más un elemento 
desechable y fácilmente reemplazable. Se habla de una nueva flexibilización del 
trabajo, en el que no existen más los contratos, o si existen son temporales o 
parciales; “las empresas [recurren] a gran escala a la tercerización de su personal, 
que implica el despido de trabajadores y su posterior recontratación a través de 
pequeñas empresas prestadoras de servicios”51 conocidas como outsourcing, 
quienes, por supuesto, no conceden ni las mínimas prestaciones ni beneficios que 
presuntamente la ley debería otorgar al trabajador. 
Los empleados laboran hoy en día inmersos en un ambiente de competencia 
tiránica; cada vez menos existen las afiliaciones a sindicatos, y mucho menos a 
jubilaciones y retiros. Nada garantiza la estabilidad futura; “’la frustración, el 
aislamiento, la competencia’ dominan la situación de los empleados [provocando 
en ellos] depresiones causadas por el temor de “no estar a la altura”52, haciendo 
de la actividad laboral un sufrimiento que causa cada vez más “sentimientos de 
impotencia, estrés y temor”53. Todo esto sin hablar siquiera de las altísimas tasas 
de desempleo mundiales, o de las tasas de explotación infantil, que provocan, 
además de los ya mencionados, muchos serios estragos más en la sociedad 
internacional. 
Inmerso en esta dinámica, el Estado-nación va adquiriendo nuevas 
funciones, siempre acordes por supuesto a la lógica del capitalismo de la 
maximización de ganancias. Es con su ayuda, que los instrumentos jurídicos en 
materia de derecho laboral son impuestos a la población. No hace falta una 
extensa investigación para saber que entre élite política y la élite económica existe 
 
humanistas de la dimensión simbólica de lo individual y lo social. CONACULTA, Instituto 
Mexiquense de Cultura, México 2006, p. 179 
51 Ruy Mauro Marini y Márgara Millán (coords.), La teoría social latinoamericana. Cuestiones 
contemporáneas. Tomo IV, 2ª ed., UNAM, El Caballito, México, 2000, pp. 56-57 
52 Daniel Cohen citado por Zygmunt Bauman, op. cit., p. 125 
53 Robert Linhart citado en Idem 
24 
 
una estrecha red de vinculaciones. James Petras y Henry Veltmeyer analizan esto 
perfectamente al plantear que la globalización capitalista es “un fenómeno 
imperialista y de clase”54. En este contexto, en el que “los estados poderosos y sus 
empresas económicas dominantes son los principales proponentes de la 
globalización”55, la figura del Estado-nación actúa como instrumento político 
puesto al servicio de la administración del capital, gestionando en pro de la 
defensa de los intereses de la élite que lo dirige y controla. El Estado es quien 
tiene la facultad del despojamiento y adjudicación de territorios, así como de la 
indiscriminada explotación de los recursos naturales en ellos. 
Son numerosos los casos conocidos a lo largo de varias décadas, tanto en 
México como en todo nuestro continente, en los que los gobiernos de los Estados, 
que cínicamente mantienen un discurso de defensa de los recursos nacionales, 
venden o concesionan territorios para su explotación a empresas extranjeras 
transnacionales, despojando a los habitantes de sus tierras y de sus hogares, casi 
siempre sin una remuneración justa, profanando sus centros sagrados y con falsas 
promesas de apoyo social y laboral. 
Un claro ejemplo de ello, que tenemos muy presente aquí en nuestro país, es 
el caso de Wirikuta, uno de los sitios sagrados más importantes para el pueblo 
wixarika (huichol), originario de la Sierra Madre Occidental y reconocido en toda 
América por mantener viva la herencia espiritual de nuestros ancestros. Este 
pueblo peregrina cada año a este gran templo que se ubica en el altiplano entre 
San Luis Potosí y Zacatecas, circundando el poblado Real de Catorce, siendo un 
lugar considerado Reserva Ecológica, Área Natural Protegida y parte de la Red 
Mundial de Sitios Sagrados Naturales por la UNESCO, pues es hogar de 
numerosas especies endémicas que lamentablemente hoy se encuentran en 
peligro de extinción, como lo es el Águila Real, símbolo ancestral de nuestro país. 
Las razones de esta amenaza son consecuencia de la destrucción irracional 
del terreno, contaminación excesiva del agua y desequilibrio ecológico que ha 
provocado la actividad de empresas transnacionales extranjeras, principalmente 
 
54 James Petras y Henry Veltmeyer, “La globalización: un análisis crítico”, en La Globalización 
desenmascarada. El imperialismo del siglo XXI. Miguel Ángel Porrúa, México 2003, p. 38 
55 Idem 
25 
 
canadienses (como lo es la empresa First Majestic Silver), quienes desde hace ya 
varios años, cuentan con concesiones por parte del gobierno mexicano para la 
extracción de plata y otros metales en la zona, sin ninguna consideración hacia el 
medio ambiente ni mucho menos hacia los derechos del pueblo huichol.56 
Continuando entonces con el análisis, el neoliberalismo como política 
económica fue puesta en práctica en las últimas décadas del siglo pasado, como 
un intento de recuperar los niveles de acumulación, obviamente impulsada por la 
cultura occidental, más precisamente, por Estados Unidos, para que se llevase a 
cabo en todos aquellos países que aspiraran a “integrarse a la globalización”. En 
términos políticos, significó una reforma del Estado, y un nuevo manejo de la 
economía, esta vez por medio de las finanzas. Capitalismo financiero, es el 
nombre de la economía del sistema contemporáneo, que también hoy se 
encuentra en crisis, dominado y controlado por los oligopolios, o en otras palabras, 
la élite económica. “No estamos en presencia de una economía de mercado, como 
suele decirse, sino de un capitalismo de oligopolios financiarizados.”57 
Más, la racionalidad económica que impera en este sistema ha tenido otras 
consecuencias además de las ya mencionadas. A un nivel social y personal, el 
impacto es consecuencia de la desenfrenada voracidad consumista que la 
sociedad internacional padece. Para señalar adecuadamente este punto, es 
necesario que ubiquemos otra más de las características de la modernidad, que 
ya ha sido mencionada pero que vale la pena resaltar, y que es sin duda una más 
de las causas que ha conducido a la sociedad moderna a su crisis: la “exaltación 
del beneficio individual”58, o dicho de otra manera, la acentuada individualización. 
Habiéndonos situando es este contexto actual de globalización, la ideología 
dominante imperialista lleva a cabo día con día la labor de automatizar y 
homogeneizar a la humanidad, imponiendo su cultura, su sistema de producción y 
el pensamiento que hace que éste se mantenga, creando estrategias y tácticas 
para generar “individuos frágiles con menos posibilidades a su alcance para 
 
56 S/A, “Explotación minera en Wirikuta. Resumen” en Tamatsima Wa Haa – Frente en defensa de 
Wirikuta, México, 2011 [en línea] Consultado el 28 de junio del 2013. Dirección URL: 
http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta/?page_id=903 
57 Samir Amin, op. cit., p. 19 
58 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 33 
http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta/?page_id=903
26 
 
identificar procesos en que están envueltos”59, como el convertir a la sociedad 
internacional en una sociedad sin identidad y vacíamente consumista, 
haciéndonos olvidar lo que realmente somos, nuestras verdaderas necesidades, y 
lo que podríamos hacer sipotenciáramos nuestras capacidades, no solamente 
aquí en América Latina, sino a lo largo y ancho de todo el globo terráqueo. 
El mismo nombre de este sistema, capitalismo, nos expone que el capital es 
lo que está en la cumbre de la pirámide de prioridades humanas, tanto a nivel 
personal como a nivel colectivo, y hacia su acumulación es que están 
encaminadas todas las estrategias del poder, y no al desarrollo de la cultura. La 
lógica de esta sociedad consumista “asienta su argumentación en la promesa de 
satisfacer los deseos humanos como ninguna otra sociedad en el pasado pudo 
hacerlo o soñarlo”60. Aparentemente, la oferta del mercado ofrece una amplia 
variedad de productos para “una sociedad ‘plena’ de alternativas”61; no obstante, 
en realidad la supuesta multiplicidad de opciones esconde una alienación de la 
mente para el simple consumo y control de las masas. 
En una sociedad de consumo incesante, la acumulación nunca es suficiente, 
pues diariamente salen al mercado mercancías y productos nuevos u originales. 
Lo que da el valor a las mercancías es la intensidad de un deseo que busca 
saciarse, pero que nunca lo logra, pues al satisfacer “toda 
necesidad/deseo/carencia […] no puede sino dar origen a nuevas 
necesidades/deseos/carencias”62, provocando así que se vuelva “permanente la 
insatisfacción”63, pues lo único duradero es el desecho. Surge una obsesión por 
obtener siempre renovación, exigida para asegurar la pura y simple supervivencia 
del sistema, convirtiéndose en una economía del engaño y del despilfarro. En una 
sociedad que no tiene límites ni normas para el consumo, “el exceso es la única 
 
59 Andrés Piqueras, “Sobre cultura e identidades en la mundialización capitalista”, Acta Sociológica 
No. 41-42, mayo-diciembre 2004, p. 147 
60 Zygmunt Bauman, “El consumismo”, en Criterios: Revista Internacional de Teoría de la literatura, 
las artes y la cultura. Núm 35. Centro Teórico Cultural Criterios, La Habana, Cuba, 2006, p. 6 
61 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 60 
62 Zygmunt Bauman, “El consumismo”, op. cit., p. 5 
63 Idem 
27 
 
esperanza de vida, […] se convirtió él mismo en la norma. […] El exceso perdió su 
significado, [pues] nada es excesivo cuando el exceso es la norma.”64 
La base del mantenimiento de una sociedad de consumo está en la 
automatización de los consumidores. ¿Cómo? A través, claro, de los medios de 
comunicación masiva, -televisión, radio, cine y en los últimos años, especialmente, 
internet. Tales medios juegan un papel primordial, al constituir espacios de 
difusión de lo que debe comprar, para lograr ser como se debe ser. La descarga 
de información a la mente de los individuos es incesante y profundamente 
inconsciente. Mensajes subliminales enraizados en el interior que controlan y 
crean falsas necesidades que se retroalimentan. “Las masas tienen lo que desean 
y se aferran obstinadamente a la ideología mediante la cual se les esclaviza”65. 
Como ya lo habíamos mencionado anteriormente, “la eficacia con la que se 
mantiene el status quo […] es producto […] de la persuasión engañosa”66, llevada 
a cabo a través de la publicidad y la mercadotecnia. 
A la par del desarrollo del mercado mundo y la internacionalización del 
consumo, el efecto globalizador ha trastocado tantos aspectos de la vida humana 
que se ha concebido como un efecto unificador y homogeneizador dentro de 
sociedades a lo largo y ancho de todo el planeta. “La globalización impone cada 
vez más un solo modelo cultural, [el modelo occidental] impuesto por el Imperio al 
resto del mundo”67. Eso no significa que todas las sociedades lo asimilen de la 
misma manera. Pero es precisamente mediante la inducción del pensamiento 
consumista a través de los medios de comunicación masiva, que se va induciendo 
en la mente de todos los pueblos una manera de vivir única y un patrón de cómo 
se debe de ser, convirtiendo a los individuos en seres unidimensionales, 
autómatas, carentes de individualidad creativa, carentes de libertad. Es una 
“sociedad alienada de sí misma.”68 
 
64 Zygmunt Bauman, “¿Múltiples culturas, una sola humanidad?”, op. cit., pp. 127-128 
65 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, “La industria cultural”, en Dialéctica de la Ilustración. 
Trotta, Madrid 2006, p. 178 
66 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op.cit., p. 82 
67 Rodolfo Stavenhagen, op. cit., p. 215 
68 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, op. cit., p. 166 
28 
 
El filósofo y sociólogo alemán, Herbert Marcuse, fue quien creó este 
concepto del hombre unidimensional, en su obra del mismo nombre, publicada en 
196469. Principalmente, él escribió una crítica a las sociedades industriales de la 
modernidad occidental, que bajo una estrategia de totalitarismo, han hecho 
permear un pensamiento impuesto que convierte al ser humano en un ser 
autómata, consumista, carente de libertad y de determinación propia, títere de los 
medios de comunicación masiva, y totalmente incapaz de captar la 
multidimensionalidad de la vida, una “sociedad cerrada sobre el interior [pero que] 
se abre hacia el exterior mediante la expansión económica, política y militar.”70 
Sumado a la imposición de una única manera de vivir, unidimensionalmente, 
la sociedad internacional ha tenido que sufrir también la mercantilización de todos 
los aspectos de la vida humana, en otras palabras, la mercantilización de la 
identidad y la cultura. Hoy, las creaciones artísticas tienen un precio, en relación 
con quién lo elaboró, de dónde era, qué tan famoso fue, y no en el valor emocional 
que pudiera transmitir dicha expresión. La comida, factor de identidad y tradición 
para pueblos y sociedades alrededor de todo el mundo, ahora se puede comer en 
cualquier restaurante de comida rápida. “La técnica de la industria cultural ha 
llevado sólo a la estandarización y producción en serie”71, abandonando la esencia 
del estilo, del trabajo artesanal y auténtico. “La industria cultural (…) absolutiza la 
imitación.”72 
La cultura, convertida así en mera mercancía, pierde su sentido, porque en 
su esencia, la producción cultural tiene la capacidad y su razón de ser al existir 
como una crítica a la sociedad existente. Los productos culturales, a lo largo de 
toda la historia de la humanidad y el desarrollo de todas las civilizaciones, han 
significado y significan un testimonio de la realidad existente. Sin embargo, al 
industrializarse y corporativizarse, esta capacidad queda difuminada, se pierde. Ya 
no hay autocrítica y mucho menos autoconsciencia, ya no hay producción cultural 
 
69 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial 
avanzada, trad. Antonio Elorza, Bacon Press, Boston, 1964, Editorial Planeta Mexicana, México, 
1993 [en línea] Consultado el 20 de junio del 2013. Dirección URL: 
http://www.enxarxa.com/biblioteca/MARCUSE%20El%20Hombre%20Unidimensional.pdf 
70 Ibid., p. 3 
71 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, op. cit., p. 166 
72 Ibid., p. 175 
http://www.enxarxa.com/biblioteca/MARCUSE%20El%20Hombre%20Unidimensional.pdf
29 
 
pura. Si se es diseñador gráfico o pintor o músico, por ejemplo, el individuo sabe 
que la obra de su creación tendrá que ser, primeramente, competitiva, diseñada a 
partir de patrones, creativa dentro de los límites de la homogeneidad, y además, 
que valdrá en cuanto más valor económico represente, es decir, será una simple 
mercancía, dejando así tristemente de lado la esencia misma de crear arte, de 
hacer cultura, que es expresar el alma del ser humano y transmitir su percepción 
del entorno en el que vive, para así poder dejar un vestigio cultural a las 
generaciones posteriores. 
Si volteamos la mirada hacia la importancia que tiene la producción culturaldentro de la identidad y la memoria de los pueblos, es sencillo determinar cómo es 
que la cultura occidental moderna se ha valido de estrategias que precisamente 
destruyan esta memoria de los pueblos para facilitar su dominio. Desde el 
nacimiento de la modernidad, “había que destruir la memoria para enajenar la 
historia (…) No sólo había que dominar los cuerpos sino también sus ‘almas’. (…) 
De ahí la sistematicidad por destruir todo rastro cultural que posibilite un 
reconocimiento de la memoria ancestral”73, y en cambio, convertir la producción 
cultural en mera producción capitalista, vacía histórica y espiritualmente. 
Sin embargo, no bastaba con destruir la identidad de los pueblos para 
dominarlos. Había que crear una nueva identidad, y es justamente el discurso 
contemporáneo del ‘multiculturalismo’ el enfoque y la ‘política de identidad’ del 
neoliberalismo globalizador”74. Este basa su prestigio en la defensa de la 
diversidad cultural, cuando en realidad su objetivo es meramente económico. “El 
multiculturalismo convierte […] la desigualdad [económica] en ‘diferencia’”75 racial 
o cultural. Se sostiene así una estructura en la que el mismo sistema nos inserta y 
nos mantiene, conviviendo de manera dividida, individualizados, juntos pero no 
unidos. 
Dentro de este paradigma moderno, en el que el hombre y la naturaleza se 
encuentran separados, los lazos comunitarios que prevalecían en la visión 
 
73 Pablo Dávalos, op. cit. 
74 Héctor Díaz Polanco, “Crítica del multiculturalismo” en Elogio de la Diversidad, Globalización, 
multiculturalismo y etnofagia. Siglo XXI, México 2006, p. 174 
75 Andrés Piqueras, op.cit., p. 152 
30 
 
orgánica del mundo se vuelven también obsoletos y absurdos, estorban para la 
lógica de producción en cantidad; el individuo aislado, “no posee otra finalidad que 
su propio interés, interés por tanto ‘egoísta’”76, y sus necesidades “egoístas” crean 
“un sistema de dependencia recíproca de naturaleza puramente económica”77, la 
perpetuación del deseo consumista. 
Las ideas de crecimiento y desarrollo han sido asimiladas por el 
grueso de la población como un culto religioso con sus propios rituales 
consumistas, sin embargo la felicidad y la plenitud personal no están 
intrínsecamente relacionadas a la acumulación infinita de bienes 
materiales. Por el contrario, cuando la obsesión por acumular riqueza 
aumenta, se genera una ilusión de superioridad y arrogancia que 
fractura el tejido social. Se premia al individualismo y la competitividad, 
en vez de construir relaciones humanas comunitarias y solidarias.78 
La creciente individualización, “que rompe cualquier forma de conexión entre 
individuo y comunidad”79, quebrando la tradición comunitaria de los pueblos, de la 
que somos sujetos inmersos en esta etapa de la modernidad y con más fervor en 
la etapa de neoliberalismo globalizador, y añadido el hecho de que culturas y 
pueblos conviven cada vez más estrechamente gracias a los avances 
tecnológicos, provoca en el interior de los seres humanos de todas las latitudes 
una profunda crisis de identidad y una pérdida de la cohesión social, dejando libre 
en su conciencia un espacio para implantar fácilmente esta ideología de 
dominación, la identidad multicultural o “identidad cosmopolita”, que no es otra 
cosa que una “máscara de la individualización”80. 
Reconocerse dentro de esta sociedad cosmopolita no ofrece al ser humano 
una real “identidad” sino más bien una “identificación”, fenómeno entendido como 
“’una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada y abierta. (…) El 
 
76 Roberto Mígueles, “Transfiguraciones del pluralismo cultural”, en Multiculturalismo. Desafíos y 
Perspectivas. Colmex-UNAM-Siglo XXI, México, 2006, p. 114 
77 Hegel citado en Idem 
78 Luis Gabriel Urquieta, “El camino al decrecimiento propuesto por Serge Latouche”, en Mundo 
Verde, 29 de agosto del 2013 [en línea] Consultado el 30 de agosto del 2013. Dirección URL: 
http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge-
latouche 
79 Javier de Lucas, “Las identidades en el proceso de globalización”, en Globalización e 
identidades, Claves políticas y jurídicas. Icaria, Barcelona 2003, p. 25 
80 Héctor Díaz Polanco, “Identidad, globalización y etnofagia”, en El Laberinto de la Identidad, 
UNAM, México 2006, p. 21 
http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge-latouche
http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge-latouche
31 
 
efecto secundario y el subproducto de la combinación de las presiones 
globalizadoras e individualizadoras’”81. Al constituir un acto que no surge del 
interior del ser, sino del exterior; es impuesta y crea una ilusión de filiación a una 
comunidad que no existe. 
“La identidad es vista como un referente ideal al que hay que amoldarse […] 
adaptarse a ella para no quedarse relegado”82, restringiendo grotescamente la 
libertad del ser. La identidad creada, “fijada, [se convierte en] mercancía para su 
exhibición y venta en el mercado global”83. Se folkloriza la identidad y se elimina la 
libertad. En otras palabras, es un proceso de “desculturización-aculturación”84 en 
el que la identificación pasa a ser una especie de identidad efímera. 
Las consecuencias de esta eliminación se muestran en las altas tasas de 
ansiedad, obesidad y depresión en las sociedades modernas, entre otras tantas 
enfermedades y padecimientos, que surgen a partir de sensaciones de vacío que 
intentan llenarse con la compulsiva materialidad del consumismo. “La lógica 
capitalista no sólo no se opone a la identificación, sino que dentro de ciertos 
márgenes la promueve”85, por supuesto porque sirve a sus intereses de 
maximización de ganancias. “La multiculturalidad es también una manera de 
integrarse en la globalización. Somos productores y consumidores multiculturales 
de la globalización”86, conviviendo dentro de una ilusoria colectividad que se 
asienta en una identidad ficticia. 
No obstante, una sociedad así no puede perpetuarse por mucho tiempo; 
señal de ello es que la sociedad internacional contemporánea se encuentra hoy en 
día en una profunda y devastadora crisis mundial total, que trastoca todos los 
niveles humanos y regiones geográficas. La época moderna, desplegada a partir 
de la expansión del modelo occidental, y de su pensamiento, que concibe una 
separación entre el ser humano y su entorno natural con el fin de controlarlo y 
 
81 Zygmunt Bauman citado en Ibid., p. 18 
82 Andrés Piqueiras, op. cit., p. 147 
83 Ibid., p. 148 
84 Samuel Sosa Fuentes, “Cultura global e identidades en crisis: los desafíos del nuevo siglo”, en 
Revista de Relaciones Internacionales, núm. 91, México UNAM, FCPyS-CRI, enero-abril 2003, p. 
104 
85 Héctor Díaz Polanco, “Identidad, globalización y etnofagia”, op. cit., p. 19 
86 Rodolfo Stavenhagen, op. cit., p. 224 
32 
 
capitalizarlo, así como la negación de su ser espiritual, su ser natural, es percibida 
por la sociedad internacional como una época en decadencia eminente, situación 
que no nos habla de otra cosa que simplemente de la incesante transformación en 
la historia de la humanidad, que abre paso hoy a un nuevo periodo en el tiempo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
33 
 
1.3 La modernidad y su crisis 
 
Después de lo que se ha dicho, podemos deducir que la época de la 
modernidad ha sido, sin lugar a dudas, una época de contradicciones. Por un lado, 
la humanidad ha alcanzado notables avances tecnológicos, en materia de medios 
de comunicación y transportes, y ha llegado a conocer su realidad mediante una 
forma en la que nunca antes se había acercado a ella, es decir, objetivamente, 
mediantela ciencia. Pero lo contradictorio es que, habiendo actuado 
supuestamente hacia el desarrollo, el progreso, la búsqueda de la democracia y la 
libertad, y hacia la verdad absoluta, la realidad nos muestra que la humanidad y el 
medio ambiente se encuentran hoy en el nivel más decadente de su existencia, en 
un mundo en donde lo que más abunda es pobreza, marginación, hambre, 
ignorancia, violencia, explotación, contaminación y tristeza. La humanidad se ha 
convertido en lo que el sociólogo Ulrich Beck denominó una sociedad de riesgo. 
La única libertad que se ha alcanzado en el mundo es la del capital, que 
no tiene límites en cuanto a producción ni consumo, que no respeta la dignidad 
humana y mantiene a la sociedad internacional convertida en una masa 
perfectamente maleable a sus intereses. Las estrategias y tácticas de 
sometimiento y control desarrolladas por la cultura occidental, y en la actualidad y 
con mayor fuerza, por el neoliberalismo globalizador imperialista, sin duda han 
sido las más crueles e inhumanas llevadas a cabo por una cultura dominante, en 
muchos siglos, que han derivado en serios impactos a nivel ambiental, social y 
personal. 
En las páginas anteriores solamente hemos hablado de algunas de ellas, 
pero la lista es enorme. Mencionamos algunas de las estrategias en cuanto a 
imposición y dominación por vía económica, financiera, ideológica y cultural, y de 
algunas de las consecuencias que de ello se derivan. Sin embargo, no 
mencionamos otras, de igual o mayor impacto en la sociedad internacional, como 
por ejemplo, el control político y militar que lleva a cabo el imperialismo 
estadounidense a nivel mundial, uno de los más, sino es que el más brutal y 
sanguinario que ha visto este planeta acontecer. 
34 
 
Estados Unidos, el hegemón consagrado en la contemporaneidad, ha 
logrado mediante la imposición de sus políticas neoliberales, la globalización del 
capitalismo (y sus devastadoras consecuencias), así como la mercantilización de 
la cultura. “El mundo se ha transformado a imagen de Estados Unidos hasta un 
extremo difícil de imaginar”87, logrando disolver la diversidad natural de la 
humanidad mediante la imposición de un único modelo cultural. En otras palabras, 
“la globalización ha encontrado la manera de aprovechar la diversidad 
sociocultural a su favor (saciando el incontenible apetito del capital por la 
ganancia)”88, al convertir toda diferencia cultural en una mercancía disponible para 
el mercado mundial. 
Pero, por otro lado, también ha conseguido globalizar la guerra y la 
violencia, el miedo hacia el Otro y su consecuente ataque, a través de una “política 
imperial […] que en nombre de Dios, de la democracia, de la libertad o del 
mercado, recurre a la guerra ‘preventiva’ e impone la ley de la selva en las 
relaciones internacionales”89, justificando su intervención armada en todos 
aquellos países en los que ve amenazados sus intereses. 
“El egoísmo de [Estados Unidos] encuentra su expresión brutal en la frase 
pronunciada por el Presidente Bush: ‘El modo de vida americano no es 
negociable’” 90, pregonando que hará todo lo posible para asegurar su acceso a 
los recursos naturales que necesita para su existencia, aún cuando eso signifique 
privar de ellos a más de la mitad de la población mundial. Precisamente “la 
militarización [del mundo] es la expresión de esta conciencia egoísta”91, mediante 
la cual hace suyos bienes ajenos, justificándola, o no, políticamente ante las 
organizaciones internacionales que él mismo preside. 
 
87 William Kristol y R. Kagan citado por Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del 
pensamiento neoliberal y su visión universalista y lineal de las relaciones internacionales y el 
sistema mundial”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional 
Autónoma de México, Año LVII, num. 214, enero-abril del 2012, p. 77 
88 Héctor Díaz Polanco, “Etnofagia y multiculturalismo”, en Antroposmoderno, México, 2006 [en 
línea] Consultado el 29 de junio del 2013. Dirección URL: http://www.antroposmoderno.com/antro-
articulo.php?id_articulo=1020 
89 Adolfo Sánchez Vázquez citado por Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del 
pensamiento neoliberal y su visión universalista y lineal de las relaciones internacionales y el 
sistema mundial”, op. cit., p. 56 
90 Samir Amin, et al, Crisis financiera, económica, sistémica, Maia Ediciones, Madrid 2010, p. 22-23 
91
 Idem 
http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1020
http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1020
35 
 
Un ejemplo evidente de este fenómeno de “doble discurso” se lleva a cabo 
en la mayor organización entre Estados-nación, nos referimos a la Organización 
de Naciones Unidas (ONU), creada en el año de 1945 con el supuesto fin de 
lograr la paz mundial a través de abrir espacios para la cooperación y el diálogo 
entre Estados. Lo cierto es que, al ser fundada en ese año por iniciativa de 
Estados Unidos, vencedor de la Segunda Guerra Mundial, secundado por los 
países de Europa Occidental, ésta es una organización que, como muchas otras 
líderes de las acciones a nivel de política internacional (como el BM, FMI, OMC), 
su razón de ser es constituir un pilar esencial del imperialismo que en ese 
momento comenzó a erigir Estados Unidos, como potencia mundial económica, 
cultural, industrial, política y militar, al cumplir “importantes funciones políticas para 
la preservación, expansión e integración global del capitalismo.”92 
Por mencionar tan solo una prueba de ello, nos referiremos muy 
brevemente a los tan afamados “Objetivos de Desarrollo del Milenio”93, acuerdos 
que fueron firmados en el año 2000 a través de una Declaración de la ONU por 
189 países, con el objetivo de ser alcanzados para el 2015. Hoy, a menos de dos 
años de la culminación del periodo previsto, dichos acuerdos no están ni un poco 
cerca de ser realizados, y francamente, reflexionando sobre la estructura del 
sistema, podemos decir que prácticamente son inalcanzables.94 
Pero volviendo un poco, recordemos que en la cumbre del éxito de la 
globalización de políticas neoliberales, a finales del siglo pasado, se unió el 
colapso de la Unión Soviética, el antagonista por excelencia de Estados Unidos, y 
con ello, la disolución de la ideología del socialismo, desencadenando una 
percepción global de “triunfo del capitalismo”, reafirmándose como la única y mejor 
alternativa para la humanidad. Inclusive fue llamado “El fin de la historia” por el 
politólogo estadounidense, Francis Fukuyama, o “There’s no alternative” por 
Margaret Tacher, aclamando “la visión de que el destino de la humanidad ya no 
 
92 Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del pensamiento neoliberal y su visión universalista 
y lineal de las relaciones internacionales y el sistema mundial”, op. cit., p. 69 
93 S/A, “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, en ONU México, Sistema de Naciones Unidas en 
México, [en línea] Consultado el 6 de julio del 2013. Dirección URL: 
http://www.onu.org.mx/objetivos_de_desarrollo_del_milenio.html 
94 Por mencionar tan solo dos, (1) “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”, y (7) “Garantizar la 
sostenibilidad del medio ambiente”. 
http://www.onu.org.mx/objetivos_de_desarrollo_del_milenio.html
36 
 
tiene alternativa diferente al triunfo del capitalismo globalizado, el libre mercado y 
la cultura del consumo occidental”95, pues consideran que “los valores 
norteamericanos constituyen por su unidad indisoluble el único y mejor modelo 
social y político”96, exhibiéndose así un panorama de la realidad internacional que 
verdaderamente ha sido, y es en la actualidad desolador para millones de 
personas en todo el mundo. 
Las clases dominantes, entiéndase como la élite económica y política, 
juzgaron entonces a la

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