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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES “LA IMPORTANCIA DEL PENSAMIENTO DECOLONIAL, COMO UN ENFOQUE ALTERNATIVO EN RELACIONES INTERNACIONALES, ANTE LA CRISIS DEL PENSAMIENTO MODERNO” T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES P R E S E N T A : MÓNICA GRACIELA ALVAREZ TINO DIRECTORA DE TESIS : SELENE ROMERO GUTIÉRREZ MÉXICO, 2014 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 TLAZOHCAMATI A Dios, al Universo, a la vida, por ponerme en este lugar, en este momento, para este propósito. A mi familia: la de sangre, mamá, papá y Meli, y a mis hermanos por extensión, mis amigos. A mis dos corazones, Abel y Gaia. A mis maestros, a mis guías. A mi Universidad. A México. Gracias, gracias, gracias. 3 INDICE PAG Introducción 4 1. Crisis mundial total: La crisis de la modernidad 9 1.1 Pensamiento moderno occidental 10 1.2 Neoliberalismo y globalización: impactos socioculturales 21 1.3 La modernidad y su crisis 33 2. Las Relaciones Internacionales como parte del pensamiento moderno occidental 43 2.1 Surgimiento de la disciplina y sus paradigmas dominantes 45 2.2 Crisis y génesis en el análisis de macrointernacionalidad 56 3. Revolución epistemológica: enfoques alternativos para la construcción de nuevos análisis en Relaciones Internacionales 69 3.1 Surgimiento del pensamiento decolonial en América Latina 71 3.2 Diálogo de saberes y transculturización del conocimiento 85 3.3 Pensamiento alternativo en Relaciones Internacionales: ‘Síntesis de la herencia cultural precolombina y latinoamericana. Unidad en la diversidad’ 98 Conclusiones 120 Fuentes 128 4 INTRODUCCIÓN Para el internacionalista y el científico social, el objeto de estudio a analizar es la realidad internacional y su sociedad. En otras palabras, un internacionalista tiene la tarea de re-conocer el mundo que lo rodea, es decir, su propia realidad, como totalidad y en todas sus dimensiones, su estructura y su funcionamiento, a fin de poder proponer alternativas y creativas soluciones a los problemas que en ella se presentan, soluciones de raíz. Como estudiosa de esta realidad, y como ser humano que la percibe e interactúa con ella, he logrado identificar dentro de este objeto de estudio lo que para mi representa el mayor de los problemas y obstáculos en la evolución de la humanidad. Me refiero ni más ni menos que al propio sistema de vida que nos rige, este sistema económico-social-político que domina al mundo junto con su ideología, y sobre todo, la actual crisis de este sistema. Al ser un problema complejo y amplio, que abarca desde la forma de estructurar la sociedad internacional, en sistema de Estados-nación; el sistema de producción, capitalista, que lleva en su mismo nombre el factor que se sobrepone por encima de todos los demás aspectos de la vida: el capital; el sistema de tradiciones y creencias, basado en las religiones judeo-cristiana-católica; el sistema de conocimiento ilustrado-científico, y sus más actuales procesos ideológicos, el neoliberalismo y la globalización, nos obliga a hacer un viaje al pasado histórico para poder identificar el surgimiento de esta problemática a la par del nacimiento de lo que llamamos la “modernidad”, proyecto llevado a cabo por el poder de una sola cultura dominante que conjuga todas estas bases en un único sistema de valores impuesto al resto, y que llamamos “occidental”. Sin embargo, “si la modernidad es una simple consecuencia del paso del tiempo, escoger como nombre moderno es resignarse de antemano a perder pronto su nombre”1. A pesar de que la cultura “occidental” aún se empeñe en defender su vigencia, la realidad nos muestra claramente que hoy se encuentra en 1 Octavio Paz, Los hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia, Editorial Seix Barral, S.A., México 1985, p. 41 5 una crisis total, sin miras a poder ser superada. Es una “crisis estructural sistémica”2, general, global, multidimensional, que ha trastocado y devastado todos los aspectos de la vida humana y de otras especies en este planeta, amenazando nuestros recursos vitales, y con ello, nuestra propia vida. El problema que aquí presento es concisamente la crisis de toda una era llamada “moderna”, que traducido en términos de teoría de las Relaciones Internacionales, no significa otra cosa que el término de la actual y el surgimiento de una nueva sociedad internacional. Rafael Calduch apunta esto precisamente cuando explica los diferentes niveles de análisis dentro del estudio de las Relaciones Internacionales. Él menciona que existen dos niveles de análisis dentro de nuestra disciplina: la microinternacionalidad y la macrointernacionalidad. La microinternacionalidad se periodifica en corto, mediano y largo plazo. Por otro lado, la macrointernacionalidad se periodifica en génesis, desarrollo y crisis. Es precisamente esta última la que para nuestro análisis interesa. “La fase de génesis de una nueva sociedad internacional suele superponerse, al menos parcialmente, con la fase de crisis de la sociedad internacional precedente. Estos periodos de transición (…) los denominaremos puntos de ruptura”3 Como internacionalistas, que estudiamos la amplia magnitud de esta crisis que azota hoy al mundo entero, y que estamos conscientes del punto de ruptura histórico por el que estamos atravesado como humanidad, no podemos quedarnos solamente en la teorización y categorización de la realidad, sino que nos toca analizar de fondo el problema para poder proponer soluciones estructurales, y así salvar nuestro planeta y nuestra propia existencia. Es aquí en donde, mientras nos encontramos en medio de la travesía de este punto de ruptura entre una y otra época histórica, América Latina se vuelve protagonista dentro del escenario internacional con el surgimiento del llamado 2 Samir Amin, “¿Debacle financiera, crisis sistémica? Respuestas ilusorias y respuestas necesarias” en Memoria: Revista de política y cultura núm. 234, México, febrero-marzo 2009, p. 19 3 Rafael Calduch Cervera, “Concepto y método de las Relaciones Internacionales” en Ileana Cid Capetillo, (compiladora), Lecturas básicas para introducción al estudio de Relaciones Internacionales, UNAM/FCPyS/DEPRO/CRI/PAPIME, México, 1999, p. 24 6 pensamiento decolonial, un nuevo enfoque dentro de las ciencias sociales que proclama por una forma alternativa y crítica del saber y del conocer, revolucionando el pensamiento y el ser, que por siglos han sido dominados por la cultura occidental moderna, pero que al encontrarse ésta en crisis, tiene hoy la oportunidad de recrearse y construir “una epistemología que reconstruya a América Latina como una perspectivaen sí misma”4, tanto en lo académico- intelectual, como en lo humano, lo social, lo cultural, lo político, lo ecológico, lo ético. La primera justificación de nuestra investigación reside en que estoy convencida de que en la actualidad transitamos un punto de ruptura histórico, un punto de quiebre de paradigmas y que nos encontramos ante una transformación trascendental, que ya está mostrando sus efectos, y que significará una total renovación y alteración de nuestro objeto de estudio, la realidad internacional. Como segunda justificación de nuestro análisis, considero de suma importancia la investigación dentro del campo de estudio de nuestra disciplina, las Relaciones Internacionales, de estos nuevos enfoques alternativos que significan una gran aportación en cuanto a la construcción de conocimiento, sobre todo evidenciando la falta de un enfoque filosófico que parta de la colectividad, un enfoque humanista, pues solo así podremos los internacionalistas superar las barreras o límites ontológicos y epistemológicos que nos han marcado las escuelas y el pensamiento dominante proveniente de Europa y Estados Unidos hasta ahora, y que nos han limitado en el análisis de otras visiones y corrientes que contribuyan verdaderamente a transformar la realidad mundial en una que sea benéfica para todo ser vivo que habite en esta Tierra. Si hasta ahora no hemos sido capaces de interpretar algo nuevo, es porque simplemente no hemos sido capaces de crearlo. Nuestra hipótesis en esta investigación es entonces que, la sociedad internacional se encuentra hoy en un punto de ruptura histórico, que se evidencia 4José de Souza Silva, “Desobediencia epistémica desde Abya Yala (América Latina). Tiempos de descolonización y reconstrucción en el pensamiento social latinoamericano”, en Patricio Cardoso Ruiz, Elsa González Moscoso y Ana Cecilia Salazar. Pensamiento Social Latinoamericano. Perspectivas para el siglo XXI. Tomo II. UNAM, México 2010, p. 30 7 en la crisis de lo que llamamos “modernidad”, es decir, la crisis del sistema mundo dirigido y controlado hasta ahora por la cultura occidental, que ha derivado en una explotación excesiva del medio ambiente y los recursos, en un descontrol y crisis financiera y económica, así como en el empobrecimiento y la degradación a nivel social y personal. Como respuesta a esta crisis, el pensamiento decolonial surgido en América Latina supone la génesis de una nueva sociedad internacional, que con todo un nuevo sistema de pensar, de ser, de conocer, de producir y de vivir en comunidad, se erige como el inicio de una nueva época histórica. Los objetivos generales a alcanzar en nuestra investigación son analizar los principios y alcances del pensamiento decolonial surgido en América Latina en los últimos años; investigar acerca de la crisis de la modernidad, la crisis del sistema de valores occidental, y sus últimos procesos políticas e ideológicos, el neoliberalismo y la globalización; investigar lo que significa a fondo el diálogo de saberes, la transculturización del conocimiento y la epistemología del sur; y proponer de manera creativa, a partir de los principios del pensamiento decolonial, una reflexión crítica y alternativa encauzada hacia una nueva construcción social y de conocimiento que, reuniendo y sintetizando saberes y herencias culturales de distintas épocas, impulse, desde nuestra propia realidad, la creación a un pensamiento que responda a las necesidades específicas de nuestra historia, y así hacer frente a la actual crisis que presenciamos. El cuerpo de la investigación está conformado por tres capítulos. El primero, “Crisis mundial total: La crisis de la modernidad” se enfoca en explicar qué es lo que entendemos por modernidad como época histórica, cuándo, cómo y dónde surge, así como el pensamiento que en dicha época se desarrolló, y cómo y porqué se encuentra hoy en crisis. Hablaremos de las estrategias, políticas e ideologías que la cultura occidental ha echado a andar para perpetuar su supremacía imperial, y de los impactos socioculturales que dichas prácticas han tenido sobre la sociedad internacional. El segundo capítulo, llamado “Las Relaciones Internacionales como parte del pensamiento moderno occidental”, se centra en explicar el paradigma de la ciencia moderna, y cómo a partir de éste, el conocimiento del mundo y la realidad 8 es sistematizado y categorizado en distintas ramas, dando origen a la disciplina que nos atañe, Relaciones Internacionales. Se abordará el surgimiento de ésta, sus principales paradigmas y, a partir del uso de la macrointernacionalidad, se estudiará lo que significa punto de ruptura histórico como característica de nuestra contemporaneidad. En el tercer y último capítulo, llamado “Revolución epistemológica: enfoques alternativos para la construcción de nuevos análisis en Relaciones Internacionales”, presentaremos cómo mientras se transita el punto de ruptura histórico, en el campo de lo teórico-epistemológico están surgiendo paradigmas alternativos al pensamiento moderno occidental, que buscando nuevas formas de pensar, están impulsando la creación de nuevos conocimientos y epistemologías. Aquí, abordaremos el tema del pensamiento decolonial surgido en América Latina, analizando qué tanto alcance transformador tiene al fundarse en una serie de valores, ideas, saberes y prácticas, heredadas tanto de las culturas prehispánicas, como de las culturas tradicionales de otras partes del mundo, integrándose críticamente con el conocimiento de la ciencia moderna. Dentro de este capítulo, en el último apartado, presentaremos nuestra propuesta, que basada en los principios del pensamiento decolonial y el pensamiento de algunos de los movimientos sociales de las últimas décadas surgidos en América Latina, está encaminada a contribuir de manera creativa en la construcción de nuevos enfoques de análisis, estudios y reflexiones críticas dentro de las Relaciones Internacionales. 9 1. Crisis mundial total: La crisis de la modernidad El principal objetivo de este primer capítulo, es ubicar la problematización de la investigación, abriendo un amplio panorama para la percepción de lo que ha sido denominado modernidad, así como el pensamiento que en dicha época ha imperado, su estructura y paradigmas principales, y cómo y porqué se encuentra hoy en crisis. Para comenzar se definirá qué entendemos por y cuándo inicia la época moderna, cuáles son sus pilares políticos y económicos, así como filosóficos e ideológicos, consagrando una manera de ver y pensar el mundo que, a través de la colonización pudo ser extendida e impuesta violentamente a nivel global por el poder económico, político y social de una única cultura dominante, la cultura occidental. Dicho proceso de sometimiento e implantación ha tomado a lo largo de cinco siglos diferentes nombres o conceptos -civilización, progreso, industrialización, desarrollo-, siendo la ideología imperante en nuestra contemporaneidad la afamada globalización, un proceso que se muestra aparentemente actual, el último sueño de la modernidad, pero que en realidad viene desarrollándose a la par del orden civilizatorio occidental, impulsado por distintas formas y modelos políticos, pero que en las últimas décadas ha sido el pensamiento y modelo neoliberal su principal motor. Globalización y neoliberalismo marcan así, el punto de conjunción de las prácticas económicas, políticas e ideológicas, llevadas a cabo por la cultura occidental, en donde la modernidad como época histórica, hoy está en crisis, pues justamente como consecuencia de estas prácticas, la humanidad y el planeta entero, se encuentran hoy en la más extensa y profunda crisis y devastación que ha sucedido en la historia hecha por la propia mano delser humano, provocando que a un nivel mundial surjan movimientos sociales de protesta e indignación en contra del sistema, que evidencian no sólo el fin de una época, sino al mismo tiempo, el inicio de una nueva. 10 1.1 Pensamiento Moderno Occidental Lo único constante es el cambio. El mundo, el universo que habitamos está en constante cambio, y de igual manera, a lo largo de la historia, podemos darnos cuenta claramente de que las épocas van cambiando. A un nivel macro histórico de análisis, podemos advertir que existen periodos, ciclos en el tiempo que se suceden pero al mismo tiempo se distinguen por contar con factores y características particulares. Uno de esos factores es el pensamiento, la forma de pensar el mundo, de la humanidad entera y de las culturas, que va transformándose siglo tras siglo, milenio tras milenio. En cada etapa de la evolución del ser humano, éste se ha creado una cosmovisión distinta, en constante alteración, que afecta todo su sistema de vida, desde su alimentación, la manera en que aprehende el conocimiento, así como sus técnicas de producción e intercambio. La actual época o era histórica que la ciencia considera, y que en la presente investigación argumentaremos como una época en crisis, ha sido denominada como la era de la “modernidad”, y que se caracteriza principalmente porque una forma de pensamiento social de un sistema de valores y normas, de formas políticas y económicas y, sobre todo, de unas prácticas sociales y culturales, ha sido dominante y ha llegado a construir un proyecto de magnitud global, y que impuesto como universal, llamamos “occidental”. Las bases estructurales de este proceso son, una organización política e institucional y una estructuración de la sociedad internacional en un sistema de Estados-nación; un sistema económico de producción capitalista, que se erige como el factor que se sobrepone por encima de todos los demás aspectos de la vida: el capital; un sistema de tradiciones y creencias, basado en las religiones judeo-cristiana-católica; un sistema de conocimiento ilustrado-científico, y hoy representado en las corrientes políticas e ideológicas del neoliberalismo y la globalización. En otras palabras, digamos que el pensamiento y la cultura occidental moderna impuso al resto del mundo un único modelo –su modelo- 11 viable de vida, consagrándose como una cultura excluyente, desigual y unidimensional. Antes de poder avanzar en el análisis, debemos hacernos dos preguntas muy importantes. En primer lugar, ¿por qué la llamamos cultura “occidental”? La respuesta es que aquel concepto hace referencia a Europa Occidental, y la civilización que ahí se desarrolla y se extiende al resto del mundo, evidenciando cómo, desde el nombre, ejerce poder al establecerse como un concepto etnocéntrico. La segunda pregunta sería ¿porqué se llama “moderna”? Bueno, cada cultura que ha existido y existe se ha identificado a sí misma con un nombre que la define, que la determina. La cultura “occidental” decidió nombrarse a sí misma “moderna”, convirtiéndose así en “la primera que se ha identificado con el tiempo y no hay otra modernidad que la de Occidente”5. El nombre “moderno” de igual forma constituye un concepto que ejerce poder, pues al considerarse ella la representante del ideal universal último en el tiempo, se consagró como la cultura que debía “civilizar” al resto del mundo, que debía imponer la pauta lineal en cuanto al desarrollo y el progreso, señalando a todas los demás pueblos del mundo como atrasados, e igualmente, implantando su modo de pensar el mundo, pues al ser la más “moderna”, se considera a sí misma insuperable, la mejor, la única válida. La época “moderna” tuvo un paulatino desarrollo a partir del ‘descubrimiento’ de América por parte de la civilización europea, en el año de 1492. Fue a partir de ese hecho que comenzó el proceso de civilización de Europa hacia y sobre los pueblos prehispánicos de América, y también de otras latitudes del mundo, imponiendo no sólo el modo de producción económico y de organización social y política, sino también imponiendo la visión y el pensamiento europeo occidental, es decir, el modo de ser, de pensar, de conocer y vivir europeos. El filósofo Enrique Dussel, desarrolla esta misma hipótesis al mencionar que la modernidad occidental ‘nace’ a partir de su encuentro con la Alteridad, precisamente en ese año, 1492, cuando los europeos llegan a las costas americanas. “No se trataría en realidad de un descubrimiento, sino de un 5 Octavio Paz, op. cit., p. 41 12 ‘nacimiento’, y aquello que nacería es un orden civilizatorio”6, el orden civilizatorio de la modernidad, y con ello, la imposición de la estructura de pensamiento moderno. La Modernidad […] ‘nació’ cuando Europa pudo confrontarse con el ‘Otro’ y controlarlo, venderlo, violentarlo; cuando pudo definirse como un ‘ego’ descubridor, conquistador, colonizador de la Alteridad constitutiva de la misma Modernidad. De todas maneras, ese Otro no fue ‘des-cubierto’ como Otro, sino que fue ‘en-cubierto’ como ‘lo Mismo’ que Europa ya era desde siempre. De la manera que 1492 será el momento del ‘nacimiento’ de la Modernidad como concepto.7 Antes de esa fecha, en la estructura del pensamiento del ser humano “predominaba una visión orgánica del mundo en la que la naturaleza, el hombre y el conocimiento formaban parte de un todo interrelacionado”8, es decir, la estructura del pensamiento humano era multidimensional y holística. Sin embargo, como consecuencia de aquel ‘descubrimiento’ que le abrió las puertas a la cultura occidental al más voraz expansionismo, así como a la instauración de una economía atlántica9, aquella visión orgánica del mundo pasó a ser reemplazada por un nuevo paradigma, el paradigma materialista, que derivaría en una visión mercantilista de la vida social. En esta forma materialista de concebir la vida, las demás partes no materiales integrales del ser, son consideradas absurdas y no tienen cabida. Bajo este paradigma, el mundo y la vida existen objetivamente, es decir, son medibles empíricamente, y su evolución depende únicamente de causas y factores materiales. Esta visión del mundo afectó directamente a la estructura de pensamiento que, desde entonces, daría lugar a la ciencia moderna como la 6 Enrique Dussel citado por Pablo Dávalos, “Movimientos indígenas en América Latina: El derecho a la palabra”, en Pueblos indígenas, Estado y Democracia, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 21 [en línea] Consultado el 18 de junio del 2013. Dirección URL: http://biblioteca.clacso.edu.ar//ar/libros/davalos/CapDavalos.pdf 7Idem 8 Santiago Castro-Gómez, “Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero”, en Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (editores), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global, Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, Universidad Central. IESCO, Siglo del Hombre Editores, Colombia 2007, p 81-82 9 Carlos Vilas, “Seis ideas falsas sobre la globalización. Argumentos desde América Latina para refutar una ideología”, en John Saxe-Fernández (coord.) Globalización: crítica a un paradigma. IIE- UNAM, Plaza y Janés, México, 1999, p. 73 http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/davalos/CapDavalos.pdf 13 conocemos, que concibe a la naturaleza y al ser humano como “ámbitos ontológicamente separados”10, dándole al conocimiento la función de “ejercer un control racional sobre el mundo”11. Uno de los grandes filósofos del siglo XX, Martin Heidegger nos explica esto mismo, pero ubicando la raíz de esa transformación varios siglos atrás en el tiempo. Él mencionaque la humanidad cometió un error histórico en el momento en el que el pensamiento griego (occidental) disoció el concepto del ser del concepto del ente, y comenzó un proceso que se consolidó con la modernidad y con la ciencia misma12. En esto mismo concuerda Héctor Cuadra al declarar que “el milagro griego consistió en dar un contenido a la palabra ciencia asociándolo a la palabra razón. En lugar de contentarse como los orientales, con la evidencia sensible que comprueba el cómo de las cosas, los griegos quisieron explicar las causas”13. Se infiere así que la cultura occidental, incluso desde la cuna de su civilización, en la Grecia antigua, fue la única cultura que eligió pensar y conocer su realidad mediante métodos estructuralmente comprobables, que se consolidó varios siglos después con la ciencia moderna, dejando de tomar en cuenta aquello que consideraba no racional, basándose únicamente en la observación y la lógica materialista, la razón y la objetividad, suprimiendo la esencia misma del ser, el conocimiento mediante el espíritu, mediante la intuición. “La naturaleza dejó de ser naturaleza para ser un objeto científico, objeto de conocimiento, materia prima y medios de producción”14 y la “visión del universo como un todo orgánico, vivo y espiritual fue reemplazada por la concepción de un mundo similar a una máquina”15, de la cual había que extraer el mayor beneficio, por supuesto, económico. 10 Santiago Castro-Gómez, op. cit., p. 82 11 Idem 12 Martin Heidegger citado por Enrique Leff, “Sustentabilidad, diversidad cultural y diálogo de saberes”, en Discursos sustentables, Siglo XXI, México, 2008 p. 83 13 Héctor Cuadra citado por John Wear Burton, Teoría general de las relaciones internacionales, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, México 1986, p. 42 14 Enrique Leff, op.cit., p. 83 15 Santiago Castro-Gómez, op. cit., p. 82 14 En otras palabras, podemos decir que la época de la “modernidad” significó para el hombre que se concibiera a sí mismo como centro y gobernador del Universo, “fundamento de todo lo existente y en lo político, como fundador de la ‘Ciudad del Hombre’”16; el poder que le otorgaba su razón inmanente para conocer y maquinizar el mundo, lo hizo sentirse libre de la necesidad de creer en un Ser Superior, pues por si mismo podía conocer su realidad, basándose en la percepción a través de sus sentidos. El investigador Víctor Flores Olea denomina a este proceso “la eliminación de la Divinidad”17 que sucede al cortarse el cordón umbilical entre individuo y fe. En su momento, un par de siglos atrás, este proceso fue llamado también, por el gran filósofo Friedrich Nietzsche, “la muerte de Dios” o “la negra noche de los hombres sin Dios”, denunciando “la fragmentación, la vacuidad y la concentración de la modernidad en un simple objetivo de poder, en un exclusivo designio de dominación.”18 Asimismo, Nietzsche llegó mediante la crítica a la reflexión de que: La razón moderna expulsa del paraíso humano, […] es decir, a todo aquello que nos hace ser miembros del mundo animal. […] El hombre de la modernidad abandona (y reprime) sus instintos naturales. […] La crítica de la razón moderna revela su aislamiento, el desprendimiento de sus raíces naturales, su negación del ser natural del hombre.19 El conocimiento científico pasó a significar una “secularización del mundo y de la historia, [conduciendo a una] profunda abstracción de la vida”20. Bajo el supuesto de que ciencia es la búsqueda de la verdad objetiva, se matematizó la vida y se categorizó el conocimiento, eliminando la dimensión cualitativa, y en el mismo sentido, la especificación y creatividad individual21. Al sentirse el hombre 16 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, “Las aventuras de la razón moderna”, en Crítica de la globalidad. Dominación y liberación en nuestro tiempo, FCE, 1999, p. 28 17 Ibid., p. 45 18 Friedrich Nietzsche citado por Víctor Flores Olea; Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 45 19 Ibid., p. 76 20 Ibid., p. 61 21 La ciencia, concebida como el paradigma fundamental del pensamiento moderno, dividió el conocimiento del mundo en ciencias naturales y ciencias sociales, haciendo de la verdad una virtud alcanzable sólo y exclusivamente mediante el método científico. En el siguiente capítulo se analizará este tema. 15 separado de la naturaleza por su autoridad racional, “el espíritu de objetividad se convirtió en el elemento central de la razón moderna y de la elaboración teórica del conocimiento científico”22, no solamente con el fin de conocer y dominar su realidad, sino también como instrumento que le serviría para dominar y someter a otros individuos más débiles. Mantengamos presente siempre que una de las principales características de la época moderna es que en ella se consolidó el modelo de producción capitalista que venía desarrollándose en el mundo. Esto sucedió gracias a que la razón moderna que se impuso mediante el sometimiento a la estructura de pensamiento occidental, funcionó simplemente como un instrumento para que precisamente la expansión de este modo de producción se efectuase más rápido y con mayor profundidad y resistencia. Este modelo, como su nombre lo indica, considera al factor económico como uno de los principales, si no es que el principal motor de la vida humana. Tiene como única “lógica” la maximización de ganancias y la acumulación del capital. Apoyándose de una ideología imperialista capitalista, la cultura occidental logró sembrar, a través de la estructura de pensamiento, la idea de que solo mediante esta acumulación es que podemos alcanzar un nivel óptimo de vida. Está profundamente arraigada en nuestro pensamiento la percepción de que “el tiempo es dinero”, y no solo el tiempo, “la felicidad también es dinero”, y resultado de esta lógica es que vivimos en una sociedad consagrada desmesuradamente consumista. Desde la implantación del modelo capitalista como el único modo de producción mundial, la propiedad privada se convirtió en uno de los derechos fundamentales del hombre. El ser humano pasó de concebirse como hijo de la Madre Tierra, a ser su poseedor, a tener el derecho de explotarla y obtener de ella una ganancia monetaria, para después pasar a ser capaz de acumular mercancías también como propiedades. A través de la estructura de pensamiento que ha sido implantada en la mente de la sociedad internacional, la publicidad y la mercadotecnia funcionan como agentes engañosos que nos mantienen en una constante renovación material. 22 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 28 16 “Los hombres y las mujeres se reconocen ellos mismos en sus objetos- mercancías”23, las marcas y las etiquetas determinan el nivel de sofisticación en el estrato social, y el status quo se mantiene firme y funcionando gracias a estas ilusorias necesidades creadas a través de la propaganda, que entretienen a la sociedad, manteniéndola enajenada, y la someten a seguir caminando en una sola dirección, convirtiéndolo en un autómata. “El capitalismo […] en vez de ponerse al servicio de las reales necesidades humanas las suprime, presentando un simulacro de necesidades construidas y tornando las libertades en su contrario: la vida cimentada en la represión y la supresión, […] y necesidades externas suprimiendo a las necesidades internas [del espíritu]”24. Es una libertad ilusoria, una autodeterminación aparente, una existencia que se mueve, solo es libre, en los márgenes de lo establecido. La ciencia fundada dentro de la época de la modernidad, bajo esta percepción económica, responde obviamente al interés del gran capital, derivandoen una “sobre-economización del mundo (…) y en una racionalidad económica”25, no como resultado de la evolución natural del pensamiento humano, sino surgida de las estrategias de poder y dominación occidental. La razón se convierte en una “razón manipuladora”, que quiebra la imaginación y la creatividad, y que es un “verdadero aparato de dominio y represión.”26 No podemos negar el hecho de que haciendo uso de la razón moderna, la humanidad ha alcanzado grandiosos avances tecnológicos que le han facilitado numerosas tareas y trabajos, y que han logrado “acercar a los pueblos del mundo vía medios de comunicación, mercados globales, nuevos procesos productivos internacionalizados”27 y nuevos y eficaces medios de transporte. Sin embargo, si analizamos más allá de la superficial apariencia, en realidad los avances tecnológicos en la era de la modernidad, además de haber prosperado a expensas de los recursos naturales, “en vez de servir como 23 Herbert Marcuse citado por Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 80 24 Ibid., p. 59 25 Enrique Leff,op. cit., p. 84 26 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 46 27 Rodolfo Stavenhagen, “La presión desde abajo: derechos humanos y multiculturalismo”, en Multiculturalismo. Desafíos y Perspectivas. Colmex-UNAM-Siglo XXI, México, 2006, p. 214 17 vehículos ‘liberadores’ de la necesidad, perpetúan el trabajo y determinan la existencia total de la sociedad, y también condicionan al individuo en su totalidad física y anímica. […] La racionalidad tecnológica […] se exhibe abiertamente como el gran vehículo de la dominación”28. Existe un dato muy importante que puntualizar. Cuando hablamos de la cultura occidental, no nos referimos únicamente a la cultura de Europa Occidental. En un primer momento, cuando los Imperios español y portugués llegaron a las costas de América, y aún durante algunos siglos después cuando pasaron a ser también potencias mundiales y coloniales Reino Unido y Francia, sí podíamos hablar de una cultura occidental exclusivamente europea. No obstante, cuando en las tierras que hoy ocupan Estados Unidos y Canadá desembarcó el europeo sajón -a diferencia del resto de América, donde llegó el europeo latino- se optó por destruir y suplantar las raíces indígenas, al no mezclarse con ellas no hubo un mestizaje, creando así ciudades con raíces meramente nórdicas, étnicamente europeas occidentales. La cultura occidental nació en Europa, para venir a madurar y consolidarse en América. “Estados Unidos de América es la última Europa dominante”29. En aquel norte “no hay sustento ni raíz. (…) Allí los hombres no aprenden cómo amar a los demás, ni aman el suelo donde nacieron por azar. Allí se echó a andar una máquina que puede satisfacer con productos la voracidad del universo”30 Es así que hoy, cuando hablamos de la cultura occidental nos referimos precisamente, sí a la cultura y pensamiento que tuvo nacimiento en Europa Occidental, desde la Grecia Antigua, y que se desarrolló y expandió a través de los grandes imperios en la época moderna, pero que posteriormente se trasladó y se consagró en América del Norte, más concretamente en el imperio que hoy ocupa el primer lugar en expansión y profundización: el estadounidense. Sintetizando, diremos que la cultura occidental, al identificarse como la última en el tiempo y por lo tanto la más “moderna”, impuso y ha seguido imponiendo su 28 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 83 29 Boaventura de Sousa Santos. Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI, CLACSO, México, 2009, p. 226 30 José Martí citado por Boaventura de Sousa Santos. Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. op. cit., p. 240 18 dominio sobre las demás culturas a lo largo y ancho de todos los continentes, primeramente con la idea del “progreso (…) que proporcionaría [supuestamente] a todos bienestar y prosperidad”31 y de la ilustración y el conocimiento científico, que brindaría a todos el conocimiento verdadero del mundo. Estos ideales debían ser trasladados a todo el planeta para que la sociedad internacional lograra “progresar”. Después sucedió lo mismo con la ideología de la industrialización, para posteriormente pasar a implantar la idea del desarrollo, de la tecnología y la innovación, del neoliberalismo económico, y de la hoy tan afamada globalización.32 En la época moderna solo se acepta un solo modo de producción, intercambio y consumo, o sea, una sola actividad económica capitalista; se acepta una sola manera de hacer política, de “relacionamiento, reconocimiento y participación”33, una sola religión, una sola forma de ser, es decir, un solo modelo impuesto al resto. “Hoy […] la idea de globalidad encarna los rasgos totalitarios del capitalismo […] asume pretensiones de universalidad en su aspiración totalitaria, en su vocación “’homogeneizadora’”34, y por ello, la humanidad se vuelve unidimensional35 Bajo esta percepción, todos los entes y todos los seres, tanto animales, como plantas, minerales, ecosistemas, incluso las mismas personas se convierten en recursos aprovechables para la obtención de capital; “la misma fuerza de trabajo asume la función de mercancía (…) La capacidad humana creativa y productiva es regulada por fuerzas que son externas al hombre, y por ritmos y tendencias que le son impuestas (las leyes del mercado) independientes de su voluntad”36 suprimiendo la libertad, eliminándola. La vocación y la capacidad creativa están destinadas a la acumulación del capital, el trabajador pierde su personalidad. Todo lo proveniente de la naturaleza, los recursos energéticos, el 31 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 49 32 Neoliberalismo y globalización, las últimas ideologías de una sociedad internacional en crisis, la sociedad moderna, en la que se han visto acentuadas sus consecuencias e impactos tanto ambientales, como sociales y culturales. Este tema se abordará a profundidad en el siguiente apartado. 33 Pablo Dávalos, op cit., p. 25 34 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 60 35 El hombre unidimensional, un concepto creado por Herbert Marcuse, en su obra del mismo nombre en el año de 1964, y que también será analizado en el siguiente apartado. 36 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 69 19 agua, la flora y fauna, también se explotan desmesuradamente para, supuestamente, hacer llegar a todos los beneficios del progreso y la civilización (occidental), del desarrollo y la tecnología. Otra de las dimensiones que alcanzó la modernidad en esta época histórica es que “se consolidó como un paradigma de la guerra, [banalizando la muerte y la violencia] bajo el cual el Otro es desechable, es un mero objeto de dominio”37. La cultura occidental, y con mayor peso el imperialismo estadounidense, ha logrado su inigualable expansionismo gracias a su economía de guerra, es decir, a la industria militar y armamentista, la cual es alimentada con la frivolidad del pensamiento moderno y como éste percibe a la muerte y la destrucción. El egoísmo, “el temor y la angustia son hoy las ‘características esenciales del hombre occidental’ arraigadas como están en la ‘imposibilidad de reflexionar sobre una multiplicidad de opciones tan enorme’”38. Al encontrarse de frente con la Alteridad, con el Otro desconocido, el hombre occidental se siente inseguro y se despiertan en él “el miedo, la zozobra o la mera inquietud”39, haciendo que la relación con el Otro solo sea viable mediante su dominio y sometimiento. Asustado, cierra su mente y discrimina lo diferente,la razón material no alcanza a comprender la infinitud de la diversidad, y la única manera de sentirse seguro es a través del control del otro. ¿Control a través de qué? De la homogeneización del pensamiento. El fenómeno de la ‘interiorización” de los procesos ha sido siempre una de las fórmulas más eficaces de consolidación y afirmación del poder, de cualquier poder. De esa manera la lucha y los sacrificios parecen necesarios e inevitables, y las virtudes del propio régimen ‘sublimes’ y cargadas de valores morales y humanos. […] Es también normal y moral la liquidación y el exterminio de los enemigos de dentro, su aplastamiento.40 37José de Souza Silva, op. cit., p. 30 38 Jacques Ellul citado por Zygmunt Bauman, “¿Múltiples culturas, una sola humanidad?”, en Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Traduc. Jesús Alborés. Siglo XXI, España 2006, p. 128 39 Emma León, “El monstruo”, en Los Rostros del Otro. Reconocimiento; invención y borramiento de la alteridad, Anthropos-CRIM-UNAM, España, 2009, p. 61 40 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 84 20 Por esa razón, toda agresión [por parte de la cultura occidental, la cultura “civilizadora”] está justificada, porque es “defensiva” del interés nacional e internacional, porque siempre está defendiendo los principios de la libertad, el progreso y la democracia, es moralmente normal. Está noción está tan arraigada en la estructura de pensamiento que impera en la sociedad, que fácilmente pueden esconderse los verdaderos intereses que invariablemente son siempre económicos. Obtener la mayor ganancia a cuesta del sufrimiento y la destrucción de los menos beneficiados por el sistema. En la estructura del pensamiento moderno, se concibe a la pobreza y el caos como ámbitos completamente normales y necesarios para el funcionamiento del sistema, la desigualdad está completamente, al igual que la violencia, banalizada y aceptada. Naturaleza y humanidad han sido puestas al servicio de las leyes del capital. Esta es una aberración tan despiadada, que el día de hoy, a lo que nos ha llevado el tan admirado progreso, el desarrollo, la industria y la globalización es a una profunda “crisis de insustentabilidad”41, ambiental y social “regida por estos ejes de racionalización de la vida”42; crisis de tan enormes magnitudes que no se traduce en otra cosa que en una “crisis civilizatoria”43, que hace urgente la transformación de todo nuestro sistema de vida, hoy ante la oportunidad que nos brinda el encontrarnos en un punto de ruptura histórico. 41 Enrique Leff, “Sustentabilidad, diversidad cultural y diálogo de saberes”, op. cit., p. 86 42 Idem 43 Ibid., p. 81 21 1.2 Neoliberalismo y Globalización: impactos socioculturales A consideración nuestra, son particularmente estas dos ideologías, neoliberalismo y globalización, las que enmarcan el declive o crisis de la sociedad internacional moderna. Ambas son concebidas como formas de manipulación y dominación totalitaria que la cultura occidental ha desarrollado con el fin de perpetuarse como la cultura dominante, la cultura moderna, última en el tiempo. A través de ellas ha logrado imponer profundamente en la sociedad internacional un único modelo de producción, mercantilización y hasta de culturalización, que ha ocasionado serios impactos, y que a lo largo de este apartado analizaremos. Como teoría política, el neoliberalismo tiene su origen desde la primera mitad del siglo XX, aunque concretamente las políticas neoliberales fueron puestas en marcha a través de los Estados y las Organizaciones Internacionales hasta la década de los ochenta, dando empuje a un proceso que precisamente se denominaría globalización y que tendría como mero objetivo internacionalizar las técnicas de producción y consumo occidentales44. Sin embargo, la globalización, como esta noción universalizante, se refiere a un proceso que evidentemente no es nuevo, no surgió en la década de los ochenta, sino que viene desarrollándose casi desde que dio inicio el expansionismo de la cultura occidental, con el ‘descubrimiento’ de América y a la par de la economía atlántica45, es decir, desde que ‘nació’ el orden civilizatorio de la modernidad. Globalizar es simplemente otra palabra de la que la cultura occidental se ha valido para imponer su modelo homogeneizador al mundo. Globalizar significa lo mismo que en su momento significó civilizar, progresar, y desarrollar, con la única diferencia de que globalización, concebida como el proceso en el que se ha dado mayor aceleración en la internacionalización de la producción, la distribución y el consumo de la industria cultural occidental, acontece y se desarrolla con el enorme impulso que le proporcionaron los avances tecnológicos en 44 En el presente apartado nos enfocaremos a analizar únicamente los perjuicios que estas prácticas provocaron a un nivel social, humano, y hasta ambiental, ya que, en el capítulo siguiente, se ahondará un poco más sobre el contexto en el que surgen, como una extensión a la corriente del pensamiento moderno occidental. 45 Carlos M. Vilas, op. cit., p. 73 22 comunicaciones y transportes. La globalización se erige, así, como una “dinámica egoísta de mercado y la búsqueda de la ganancia […] exaltadas como la realización de la razón y el progreso”46, o en otras palabras, el cumplimiento de un avance más de la modernidad y el capitalismo avanzado, alcanzado justamente mediante la implantación de las políticas del neoliberalismo económico. En esta fase neoliberal del capitalismo, es Estados Unidos, el hegemón consagrado de la globalización, quien con una estrategia meticulosamente estudiada y puesta en práctica, ha logrado mediante estas ideologías, desarrollar su industria y expandirla, hacer que sea consumida por (casi) todos los habitantes del globo terráqueo, logrando con esto un expansionismo imperial como jamás había ocurrido en la historia de la humanidad. Samuel Sosa nos lo explica de una forma muy clara y concisa: “La globalización es hoy una americanización ideologizada de reformulación del funcionamiento del mercado mundial con el objetivo de controlarlo y dirigirlo”47, con la acumulación del capital como único y último fin, a costa de todo y de todos, “basado en la explotación de los seres humanos y la depredación de la naturaleza.”48 En el discurso, la globalización hace la promesa de hacer llegar a todos la riqueza, habla de un desarrollo y un progreso que promueve el ascenso de los menos favorecidos. Pero en la práctica, la globalización no es más que un desenvolvimiento desigual, que cada vez más ahonda en las disparidades y acrecienta el abismo entre ricos y pobres (“El 8% de la población mundial concentra casi 70% del producto del mundo, y 80% del comercio mundial”49), enunciando así que “el abandono al libre juego de las fuerzas del mercado ha llevado al planeta a insoportables situaciones de injusticia, desigualdad y riesgo ecológico.”50 46 Ibid., p. 70 47 Samuel Sosa Fuentes, “Globalización e identidad cultural: democracia y desarrollo” en Kaos Internacional: Revista Independiente de Análisis Internacional. Año II, Vol. II, Núm. 9, Paradigma de Actividades Científicas y Culturales, S. C., México abril-junio 2000, p. 22 48 Carlos M. Vilas, op. cit., p. 71 49 Ibid., p. 79 50 Héctor Ariel Olmos, “¡Basta de Cenicientas! De los límites de las políticas culturales en clave de desarrollo humano”, en María Elena Figueroa Díaz (coord.) Cultura y desarrollo humano. Visiones 23 Las políticas neoliberales de la globalización mantienen mecanismos de explotaciónde tipo neocolonial, en el que se da un saqueo de recursos por quienes poseen los medios de producción, así como de una explotación de la mano de obra, con la imposición de instrumentos jurídicos que proporcionan a las empresas la facultad de hacer del empleado cada vez más un elemento desechable y fácilmente reemplazable. Se habla de una nueva flexibilización del trabajo, en el que no existen más los contratos, o si existen son temporales o parciales; “las empresas [recurren] a gran escala a la tercerización de su personal, que implica el despido de trabajadores y su posterior recontratación a través de pequeñas empresas prestadoras de servicios”51 conocidas como outsourcing, quienes, por supuesto, no conceden ni las mínimas prestaciones ni beneficios que presuntamente la ley debería otorgar al trabajador. Los empleados laboran hoy en día inmersos en un ambiente de competencia tiránica; cada vez menos existen las afiliaciones a sindicatos, y mucho menos a jubilaciones y retiros. Nada garantiza la estabilidad futura; “’la frustración, el aislamiento, la competencia’ dominan la situación de los empleados [provocando en ellos] depresiones causadas por el temor de “no estar a la altura”52, haciendo de la actividad laboral un sufrimiento que causa cada vez más “sentimientos de impotencia, estrés y temor”53. Todo esto sin hablar siquiera de las altísimas tasas de desempleo mundiales, o de las tasas de explotación infantil, que provocan, además de los ya mencionados, muchos serios estragos más en la sociedad internacional. Inmerso en esta dinámica, el Estado-nación va adquiriendo nuevas funciones, siempre acordes por supuesto a la lógica del capitalismo de la maximización de ganancias. Es con su ayuda, que los instrumentos jurídicos en materia de derecho laboral son impuestos a la población. No hace falta una extensa investigación para saber que entre élite política y la élite económica existe humanistas de la dimensión simbólica de lo individual y lo social. CONACULTA, Instituto Mexiquense de Cultura, México 2006, p. 179 51 Ruy Mauro Marini y Márgara Millán (coords.), La teoría social latinoamericana. Cuestiones contemporáneas. Tomo IV, 2ª ed., UNAM, El Caballito, México, 2000, pp. 56-57 52 Daniel Cohen citado por Zygmunt Bauman, op. cit., p. 125 53 Robert Linhart citado en Idem 24 una estrecha red de vinculaciones. James Petras y Henry Veltmeyer analizan esto perfectamente al plantear que la globalización capitalista es “un fenómeno imperialista y de clase”54. En este contexto, en el que “los estados poderosos y sus empresas económicas dominantes son los principales proponentes de la globalización”55, la figura del Estado-nación actúa como instrumento político puesto al servicio de la administración del capital, gestionando en pro de la defensa de los intereses de la élite que lo dirige y controla. El Estado es quien tiene la facultad del despojamiento y adjudicación de territorios, así como de la indiscriminada explotación de los recursos naturales en ellos. Son numerosos los casos conocidos a lo largo de varias décadas, tanto en México como en todo nuestro continente, en los que los gobiernos de los Estados, que cínicamente mantienen un discurso de defensa de los recursos nacionales, venden o concesionan territorios para su explotación a empresas extranjeras transnacionales, despojando a los habitantes de sus tierras y de sus hogares, casi siempre sin una remuneración justa, profanando sus centros sagrados y con falsas promesas de apoyo social y laboral. Un claro ejemplo de ello, que tenemos muy presente aquí en nuestro país, es el caso de Wirikuta, uno de los sitios sagrados más importantes para el pueblo wixarika (huichol), originario de la Sierra Madre Occidental y reconocido en toda América por mantener viva la herencia espiritual de nuestros ancestros. Este pueblo peregrina cada año a este gran templo que se ubica en el altiplano entre San Luis Potosí y Zacatecas, circundando el poblado Real de Catorce, siendo un lugar considerado Reserva Ecológica, Área Natural Protegida y parte de la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales por la UNESCO, pues es hogar de numerosas especies endémicas que lamentablemente hoy se encuentran en peligro de extinción, como lo es el Águila Real, símbolo ancestral de nuestro país. Las razones de esta amenaza son consecuencia de la destrucción irracional del terreno, contaminación excesiva del agua y desequilibrio ecológico que ha provocado la actividad de empresas transnacionales extranjeras, principalmente 54 James Petras y Henry Veltmeyer, “La globalización: un análisis crítico”, en La Globalización desenmascarada. El imperialismo del siglo XXI. Miguel Ángel Porrúa, México 2003, p. 38 55 Idem 25 canadienses (como lo es la empresa First Majestic Silver), quienes desde hace ya varios años, cuentan con concesiones por parte del gobierno mexicano para la extracción de plata y otros metales en la zona, sin ninguna consideración hacia el medio ambiente ni mucho menos hacia los derechos del pueblo huichol.56 Continuando entonces con el análisis, el neoliberalismo como política económica fue puesta en práctica en las últimas décadas del siglo pasado, como un intento de recuperar los niveles de acumulación, obviamente impulsada por la cultura occidental, más precisamente, por Estados Unidos, para que se llevase a cabo en todos aquellos países que aspiraran a “integrarse a la globalización”. En términos políticos, significó una reforma del Estado, y un nuevo manejo de la economía, esta vez por medio de las finanzas. Capitalismo financiero, es el nombre de la economía del sistema contemporáneo, que también hoy se encuentra en crisis, dominado y controlado por los oligopolios, o en otras palabras, la élite económica. “No estamos en presencia de una economía de mercado, como suele decirse, sino de un capitalismo de oligopolios financiarizados.”57 Más, la racionalidad económica que impera en este sistema ha tenido otras consecuencias además de las ya mencionadas. A un nivel social y personal, el impacto es consecuencia de la desenfrenada voracidad consumista que la sociedad internacional padece. Para señalar adecuadamente este punto, es necesario que ubiquemos otra más de las características de la modernidad, que ya ha sido mencionada pero que vale la pena resaltar, y que es sin duda una más de las causas que ha conducido a la sociedad moderna a su crisis: la “exaltación del beneficio individual”58, o dicho de otra manera, la acentuada individualización. Habiéndonos situando es este contexto actual de globalización, la ideología dominante imperialista lleva a cabo día con día la labor de automatizar y homogeneizar a la humanidad, imponiendo su cultura, su sistema de producción y el pensamiento que hace que éste se mantenga, creando estrategias y tácticas para generar “individuos frágiles con menos posibilidades a su alcance para 56 S/A, “Explotación minera en Wirikuta. Resumen” en Tamatsima Wa Haa – Frente en defensa de Wirikuta, México, 2011 [en línea] Consultado el 28 de junio del 2013. Dirección URL: http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta/?page_id=903 57 Samir Amin, op. cit., p. 19 58 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 33 http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta/?page_id=903 26 identificar procesos en que están envueltos”59, como el convertir a la sociedad internacional en una sociedad sin identidad y vacíamente consumista, haciéndonos olvidar lo que realmente somos, nuestras verdaderas necesidades, y lo que podríamos hacer sipotenciáramos nuestras capacidades, no solamente aquí en América Latina, sino a lo largo y ancho de todo el globo terráqueo. El mismo nombre de este sistema, capitalismo, nos expone que el capital es lo que está en la cumbre de la pirámide de prioridades humanas, tanto a nivel personal como a nivel colectivo, y hacia su acumulación es que están encaminadas todas las estrategias del poder, y no al desarrollo de la cultura. La lógica de esta sociedad consumista “asienta su argumentación en la promesa de satisfacer los deseos humanos como ninguna otra sociedad en el pasado pudo hacerlo o soñarlo”60. Aparentemente, la oferta del mercado ofrece una amplia variedad de productos para “una sociedad ‘plena’ de alternativas”61; no obstante, en realidad la supuesta multiplicidad de opciones esconde una alienación de la mente para el simple consumo y control de las masas. En una sociedad de consumo incesante, la acumulación nunca es suficiente, pues diariamente salen al mercado mercancías y productos nuevos u originales. Lo que da el valor a las mercancías es la intensidad de un deseo que busca saciarse, pero que nunca lo logra, pues al satisfacer “toda necesidad/deseo/carencia […] no puede sino dar origen a nuevas necesidades/deseos/carencias”62, provocando así que se vuelva “permanente la insatisfacción”63, pues lo único duradero es el desecho. Surge una obsesión por obtener siempre renovación, exigida para asegurar la pura y simple supervivencia del sistema, convirtiéndose en una economía del engaño y del despilfarro. En una sociedad que no tiene límites ni normas para el consumo, “el exceso es la única 59 Andrés Piqueras, “Sobre cultura e identidades en la mundialización capitalista”, Acta Sociológica No. 41-42, mayo-diciembre 2004, p. 147 60 Zygmunt Bauman, “El consumismo”, en Criterios: Revista Internacional de Teoría de la literatura, las artes y la cultura. Núm 35. Centro Teórico Cultural Criterios, La Habana, Cuba, 2006, p. 6 61 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op. cit., p. 60 62 Zygmunt Bauman, “El consumismo”, op. cit., p. 5 63 Idem 27 esperanza de vida, […] se convirtió él mismo en la norma. […] El exceso perdió su significado, [pues] nada es excesivo cuando el exceso es la norma.”64 La base del mantenimiento de una sociedad de consumo está en la automatización de los consumidores. ¿Cómo? A través, claro, de los medios de comunicación masiva, -televisión, radio, cine y en los últimos años, especialmente, internet. Tales medios juegan un papel primordial, al constituir espacios de difusión de lo que debe comprar, para lograr ser como se debe ser. La descarga de información a la mente de los individuos es incesante y profundamente inconsciente. Mensajes subliminales enraizados en el interior que controlan y crean falsas necesidades que se retroalimentan. “Las masas tienen lo que desean y se aferran obstinadamente a la ideología mediante la cual se les esclaviza”65. Como ya lo habíamos mencionado anteriormente, “la eficacia con la que se mantiene el status quo […] es producto […] de la persuasión engañosa”66, llevada a cabo a través de la publicidad y la mercadotecnia. A la par del desarrollo del mercado mundo y la internacionalización del consumo, el efecto globalizador ha trastocado tantos aspectos de la vida humana que se ha concebido como un efecto unificador y homogeneizador dentro de sociedades a lo largo y ancho de todo el planeta. “La globalización impone cada vez más un solo modelo cultural, [el modelo occidental] impuesto por el Imperio al resto del mundo”67. Eso no significa que todas las sociedades lo asimilen de la misma manera. Pero es precisamente mediante la inducción del pensamiento consumista a través de los medios de comunicación masiva, que se va induciendo en la mente de todos los pueblos una manera de vivir única y un patrón de cómo se debe de ser, convirtiendo a los individuos en seres unidimensionales, autómatas, carentes de individualidad creativa, carentes de libertad. Es una “sociedad alienada de sí misma.”68 64 Zygmunt Bauman, “¿Múltiples culturas, una sola humanidad?”, op. cit., pp. 127-128 65 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, “La industria cultural”, en Dialéctica de la Ilustración. Trotta, Madrid 2006, p. 178 66 Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, op.cit., p. 82 67 Rodolfo Stavenhagen, op. cit., p. 215 68 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, op. cit., p. 166 28 El filósofo y sociólogo alemán, Herbert Marcuse, fue quien creó este concepto del hombre unidimensional, en su obra del mismo nombre, publicada en 196469. Principalmente, él escribió una crítica a las sociedades industriales de la modernidad occidental, que bajo una estrategia de totalitarismo, han hecho permear un pensamiento impuesto que convierte al ser humano en un ser autómata, consumista, carente de libertad y de determinación propia, títere de los medios de comunicación masiva, y totalmente incapaz de captar la multidimensionalidad de la vida, una “sociedad cerrada sobre el interior [pero que] se abre hacia el exterior mediante la expansión económica, política y militar.”70 Sumado a la imposición de una única manera de vivir, unidimensionalmente, la sociedad internacional ha tenido que sufrir también la mercantilización de todos los aspectos de la vida humana, en otras palabras, la mercantilización de la identidad y la cultura. Hoy, las creaciones artísticas tienen un precio, en relación con quién lo elaboró, de dónde era, qué tan famoso fue, y no en el valor emocional que pudiera transmitir dicha expresión. La comida, factor de identidad y tradición para pueblos y sociedades alrededor de todo el mundo, ahora se puede comer en cualquier restaurante de comida rápida. “La técnica de la industria cultural ha llevado sólo a la estandarización y producción en serie”71, abandonando la esencia del estilo, del trabajo artesanal y auténtico. “La industria cultural (…) absolutiza la imitación.”72 La cultura, convertida así en mera mercancía, pierde su sentido, porque en su esencia, la producción cultural tiene la capacidad y su razón de ser al existir como una crítica a la sociedad existente. Los productos culturales, a lo largo de toda la historia de la humanidad y el desarrollo de todas las civilizaciones, han significado y significan un testimonio de la realidad existente. Sin embargo, al industrializarse y corporativizarse, esta capacidad queda difuminada, se pierde. Ya no hay autocrítica y mucho menos autoconsciencia, ya no hay producción cultural 69 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, trad. Antonio Elorza, Bacon Press, Boston, 1964, Editorial Planeta Mexicana, México, 1993 [en línea] Consultado el 20 de junio del 2013. Dirección URL: http://www.enxarxa.com/biblioteca/MARCUSE%20El%20Hombre%20Unidimensional.pdf 70 Ibid., p. 3 71 Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, op. cit., p. 166 72 Ibid., p. 175 http://www.enxarxa.com/biblioteca/MARCUSE%20El%20Hombre%20Unidimensional.pdf 29 pura. Si se es diseñador gráfico o pintor o músico, por ejemplo, el individuo sabe que la obra de su creación tendrá que ser, primeramente, competitiva, diseñada a partir de patrones, creativa dentro de los límites de la homogeneidad, y además, que valdrá en cuanto más valor económico represente, es decir, será una simple mercancía, dejando así tristemente de lado la esencia misma de crear arte, de hacer cultura, que es expresar el alma del ser humano y transmitir su percepción del entorno en el que vive, para así poder dejar un vestigio cultural a las generaciones posteriores. Si volteamos la mirada hacia la importancia que tiene la producción culturaldentro de la identidad y la memoria de los pueblos, es sencillo determinar cómo es que la cultura occidental moderna se ha valido de estrategias que precisamente destruyan esta memoria de los pueblos para facilitar su dominio. Desde el nacimiento de la modernidad, “había que destruir la memoria para enajenar la historia (…) No sólo había que dominar los cuerpos sino también sus ‘almas’. (…) De ahí la sistematicidad por destruir todo rastro cultural que posibilite un reconocimiento de la memoria ancestral”73, y en cambio, convertir la producción cultural en mera producción capitalista, vacía histórica y espiritualmente. Sin embargo, no bastaba con destruir la identidad de los pueblos para dominarlos. Había que crear una nueva identidad, y es justamente el discurso contemporáneo del ‘multiculturalismo’ el enfoque y la ‘política de identidad’ del neoliberalismo globalizador”74. Este basa su prestigio en la defensa de la diversidad cultural, cuando en realidad su objetivo es meramente económico. “El multiculturalismo convierte […] la desigualdad [económica] en ‘diferencia’”75 racial o cultural. Se sostiene así una estructura en la que el mismo sistema nos inserta y nos mantiene, conviviendo de manera dividida, individualizados, juntos pero no unidos. Dentro de este paradigma moderno, en el que el hombre y la naturaleza se encuentran separados, los lazos comunitarios que prevalecían en la visión 73 Pablo Dávalos, op. cit. 74 Héctor Díaz Polanco, “Crítica del multiculturalismo” en Elogio de la Diversidad, Globalización, multiculturalismo y etnofagia. Siglo XXI, México 2006, p. 174 75 Andrés Piqueras, op.cit., p. 152 30 orgánica del mundo se vuelven también obsoletos y absurdos, estorban para la lógica de producción en cantidad; el individuo aislado, “no posee otra finalidad que su propio interés, interés por tanto ‘egoísta’”76, y sus necesidades “egoístas” crean “un sistema de dependencia recíproca de naturaleza puramente económica”77, la perpetuación del deseo consumista. Las ideas de crecimiento y desarrollo han sido asimiladas por el grueso de la población como un culto religioso con sus propios rituales consumistas, sin embargo la felicidad y la plenitud personal no están intrínsecamente relacionadas a la acumulación infinita de bienes materiales. Por el contrario, cuando la obsesión por acumular riqueza aumenta, se genera una ilusión de superioridad y arrogancia que fractura el tejido social. Se premia al individualismo y la competitividad, en vez de construir relaciones humanas comunitarias y solidarias.78 La creciente individualización, “que rompe cualquier forma de conexión entre individuo y comunidad”79, quebrando la tradición comunitaria de los pueblos, de la que somos sujetos inmersos en esta etapa de la modernidad y con más fervor en la etapa de neoliberalismo globalizador, y añadido el hecho de que culturas y pueblos conviven cada vez más estrechamente gracias a los avances tecnológicos, provoca en el interior de los seres humanos de todas las latitudes una profunda crisis de identidad y una pérdida de la cohesión social, dejando libre en su conciencia un espacio para implantar fácilmente esta ideología de dominación, la identidad multicultural o “identidad cosmopolita”, que no es otra cosa que una “máscara de la individualización”80. Reconocerse dentro de esta sociedad cosmopolita no ofrece al ser humano una real “identidad” sino más bien una “identificación”, fenómeno entendido como “’una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada y abierta. (…) El 76 Roberto Mígueles, “Transfiguraciones del pluralismo cultural”, en Multiculturalismo. Desafíos y Perspectivas. Colmex-UNAM-Siglo XXI, México, 2006, p. 114 77 Hegel citado en Idem 78 Luis Gabriel Urquieta, “El camino al decrecimiento propuesto por Serge Latouche”, en Mundo Verde, 29 de agosto del 2013 [en línea] Consultado el 30 de agosto del 2013. Dirección URL: http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge- latouche 79 Javier de Lucas, “Las identidades en el proceso de globalización”, en Globalización e identidades, Claves políticas y jurídicas. Icaria, Barcelona 2003, p. 25 80 Héctor Díaz Polanco, “Identidad, globalización y etnofagia”, en El Laberinto de la Identidad, UNAM, México 2006, p. 21 http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge-latouche http://www.revistamundoverde.net/articulos/el-camino-al-decrecimiento-propuesto-por-serge-latouche 31 efecto secundario y el subproducto de la combinación de las presiones globalizadoras e individualizadoras’”81. Al constituir un acto que no surge del interior del ser, sino del exterior; es impuesta y crea una ilusión de filiación a una comunidad que no existe. “La identidad es vista como un referente ideal al que hay que amoldarse […] adaptarse a ella para no quedarse relegado”82, restringiendo grotescamente la libertad del ser. La identidad creada, “fijada, [se convierte en] mercancía para su exhibición y venta en el mercado global”83. Se folkloriza la identidad y se elimina la libertad. En otras palabras, es un proceso de “desculturización-aculturación”84 en el que la identificación pasa a ser una especie de identidad efímera. Las consecuencias de esta eliminación se muestran en las altas tasas de ansiedad, obesidad y depresión en las sociedades modernas, entre otras tantas enfermedades y padecimientos, que surgen a partir de sensaciones de vacío que intentan llenarse con la compulsiva materialidad del consumismo. “La lógica capitalista no sólo no se opone a la identificación, sino que dentro de ciertos márgenes la promueve”85, por supuesto porque sirve a sus intereses de maximización de ganancias. “La multiculturalidad es también una manera de integrarse en la globalización. Somos productores y consumidores multiculturales de la globalización”86, conviviendo dentro de una ilusoria colectividad que se asienta en una identidad ficticia. No obstante, una sociedad así no puede perpetuarse por mucho tiempo; señal de ello es que la sociedad internacional contemporánea se encuentra hoy en día en una profunda y devastadora crisis mundial total, que trastoca todos los niveles humanos y regiones geográficas. La época moderna, desplegada a partir de la expansión del modelo occidental, y de su pensamiento, que concibe una separación entre el ser humano y su entorno natural con el fin de controlarlo y 81 Zygmunt Bauman citado en Ibid., p. 18 82 Andrés Piqueiras, op. cit., p. 147 83 Ibid., p. 148 84 Samuel Sosa Fuentes, “Cultura global e identidades en crisis: los desafíos del nuevo siglo”, en Revista de Relaciones Internacionales, núm. 91, México UNAM, FCPyS-CRI, enero-abril 2003, p. 104 85 Héctor Díaz Polanco, “Identidad, globalización y etnofagia”, op. cit., p. 19 86 Rodolfo Stavenhagen, op. cit., p. 224 32 capitalizarlo, así como la negación de su ser espiritual, su ser natural, es percibida por la sociedad internacional como una época en decadencia eminente, situación que no nos habla de otra cosa que simplemente de la incesante transformación en la historia de la humanidad, que abre paso hoy a un nuevo periodo en el tiempo. 33 1.3 La modernidad y su crisis Después de lo que se ha dicho, podemos deducir que la época de la modernidad ha sido, sin lugar a dudas, una época de contradicciones. Por un lado, la humanidad ha alcanzado notables avances tecnológicos, en materia de medios de comunicación y transportes, y ha llegado a conocer su realidad mediante una forma en la que nunca antes se había acercado a ella, es decir, objetivamente, mediantela ciencia. Pero lo contradictorio es que, habiendo actuado supuestamente hacia el desarrollo, el progreso, la búsqueda de la democracia y la libertad, y hacia la verdad absoluta, la realidad nos muestra que la humanidad y el medio ambiente se encuentran hoy en el nivel más decadente de su existencia, en un mundo en donde lo que más abunda es pobreza, marginación, hambre, ignorancia, violencia, explotación, contaminación y tristeza. La humanidad se ha convertido en lo que el sociólogo Ulrich Beck denominó una sociedad de riesgo. La única libertad que se ha alcanzado en el mundo es la del capital, que no tiene límites en cuanto a producción ni consumo, que no respeta la dignidad humana y mantiene a la sociedad internacional convertida en una masa perfectamente maleable a sus intereses. Las estrategias y tácticas de sometimiento y control desarrolladas por la cultura occidental, y en la actualidad y con mayor fuerza, por el neoliberalismo globalizador imperialista, sin duda han sido las más crueles e inhumanas llevadas a cabo por una cultura dominante, en muchos siglos, que han derivado en serios impactos a nivel ambiental, social y personal. En las páginas anteriores solamente hemos hablado de algunas de ellas, pero la lista es enorme. Mencionamos algunas de las estrategias en cuanto a imposición y dominación por vía económica, financiera, ideológica y cultural, y de algunas de las consecuencias que de ello se derivan. Sin embargo, no mencionamos otras, de igual o mayor impacto en la sociedad internacional, como por ejemplo, el control político y militar que lleva a cabo el imperialismo estadounidense a nivel mundial, uno de los más, sino es que el más brutal y sanguinario que ha visto este planeta acontecer. 34 Estados Unidos, el hegemón consagrado en la contemporaneidad, ha logrado mediante la imposición de sus políticas neoliberales, la globalización del capitalismo (y sus devastadoras consecuencias), así como la mercantilización de la cultura. “El mundo se ha transformado a imagen de Estados Unidos hasta un extremo difícil de imaginar”87, logrando disolver la diversidad natural de la humanidad mediante la imposición de un único modelo cultural. En otras palabras, “la globalización ha encontrado la manera de aprovechar la diversidad sociocultural a su favor (saciando el incontenible apetito del capital por la ganancia)”88, al convertir toda diferencia cultural en una mercancía disponible para el mercado mundial. Pero, por otro lado, también ha conseguido globalizar la guerra y la violencia, el miedo hacia el Otro y su consecuente ataque, a través de una “política imperial […] que en nombre de Dios, de la democracia, de la libertad o del mercado, recurre a la guerra ‘preventiva’ e impone la ley de la selva en las relaciones internacionales”89, justificando su intervención armada en todos aquellos países en los que ve amenazados sus intereses. “El egoísmo de [Estados Unidos] encuentra su expresión brutal en la frase pronunciada por el Presidente Bush: ‘El modo de vida americano no es negociable’” 90, pregonando que hará todo lo posible para asegurar su acceso a los recursos naturales que necesita para su existencia, aún cuando eso signifique privar de ellos a más de la mitad de la población mundial. Precisamente “la militarización [del mundo] es la expresión de esta conciencia egoísta”91, mediante la cual hace suyos bienes ajenos, justificándola, o no, políticamente ante las organizaciones internacionales que él mismo preside. 87 William Kristol y R. Kagan citado por Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del pensamiento neoliberal y su visión universalista y lineal de las relaciones internacionales y el sistema mundial”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, Año LVII, num. 214, enero-abril del 2012, p. 77 88 Héctor Díaz Polanco, “Etnofagia y multiculturalismo”, en Antroposmoderno, México, 2006 [en línea] Consultado el 29 de junio del 2013. Dirección URL: http://www.antroposmoderno.com/antro- articulo.php?id_articulo=1020 89 Adolfo Sánchez Vázquez citado por Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del pensamiento neoliberal y su visión universalista y lineal de las relaciones internacionales y el sistema mundial”, op. cit., p. 56 90 Samir Amin, et al, Crisis financiera, económica, sistémica, Maia Ediciones, Madrid 2010, p. 22-23 91 Idem http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1020 http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1020 35 Un ejemplo evidente de este fenómeno de “doble discurso” se lleva a cabo en la mayor organización entre Estados-nación, nos referimos a la Organización de Naciones Unidas (ONU), creada en el año de 1945 con el supuesto fin de lograr la paz mundial a través de abrir espacios para la cooperación y el diálogo entre Estados. Lo cierto es que, al ser fundada en ese año por iniciativa de Estados Unidos, vencedor de la Segunda Guerra Mundial, secundado por los países de Europa Occidental, ésta es una organización que, como muchas otras líderes de las acciones a nivel de política internacional (como el BM, FMI, OMC), su razón de ser es constituir un pilar esencial del imperialismo que en ese momento comenzó a erigir Estados Unidos, como potencia mundial económica, cultural, industrial, política y militar, al cumplir “importantes funciones políticas para la preservación, expansión e integración global del capitalismo.”92 Por mencionar tan solo una prueba de ello, nos referiremos muy brevemente a los tan afamados “Objetivos de Desarrollo del Milenio”93, acuerdos que fueron firmados en el año 2000 a través de una Declaración de la ONU por 189 países, con el objetivo de ser alcanzados para el 2015. Hoy, a menos de dos años de la culminación del periodo previsto, dichos acuerdos no están ni un poco cerca de ser realizados, y francamente, reflexionando sobre la estructura del sistema, podemos decir que prácticamente son inalcanzables.94 Pero volviendo un poco, recordemos que en la cumbre del éxito de la globalización de políticas neoliberales, a finales del siglo pasado, se unió el colapso de la Unión Soviética, el antagonista por excelencia de Estados Unidos, y con ello, la disolución de la ideología del socialismo, desencadenando una percepción global de “triunfo del capitalismo”, reafirmándose como la única y mejor alternativa para la humanidad. Inclusive fue llamado “El fin de la historia” por el politólogo estadounidense, Francis Fukuyama, o “There’s no alternative” por Margaret Tacher, aclamando “la visión de que el destino de la humanidad ya no 92 Samuel Sosa, “Otro mundo es posible: crítica del pensamiento neoliberal y su visión universalista y lineal de las relaciones internacionales y el sistema mundial”, op. cit., p. 69 93 S/A, “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, en ONU México, Sistema de Naciones Unidas en México, [en línea] Consultado el 6 de julio del 2013. Dirección URL: http://www.onu.org.mx/objetivos_de_desarrollo_del_milenio.html 94 Por mencionar tan solo dos, (1) “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”, y (7) “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. http://www.onu.org.mx/objetivos_de_desarrollo_del_milenio.html 36 tiene alternativa diferente al triunfo del capitalismo globalizado, el libre mercado y la cultura del consumo occidental”95, pues consideran que “los valores norteamericanos constituyen por su unidad indisoluble el único y mejor modelo social y político”96, exhibiéndose así un panorama de la realidad internacional que verdaderamente ha sido, y es en la actualidad desolador para millones de personas en todo el mundo. Las clases dominantes, entiéndase como la élite económica y política, juzgaron entonces a la
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