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P á g i n a | 1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Ciencias Políticas y Sociales “La política educativa de Evo Morales en el Estado Plurinacional de Bolivia como una alternativa de liberación política.” Presentada por: Samantha Ivett Méndez Sánchez Dirigida por: Dr. Enrique Villarreal Ramos México, D.F., 2013. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. P á g i n a | 2 AGRADECIMIENTOS En estas líneas quiero agradecer primeramente a las personas que me dieron la vida y que me han brindado su apoyo en todos los momentos de flaqueza y debilidad, mis padres: el Sr. Alfredo Martín Méndez Guerrero y la Sra. Norma Sánchez Hernández, quienes han sido mi fortaleza y mi inspiración a cada momento. A mi hermana y compañera de siempre, a quien amo profundamente, a mi abuelo Francisco y mis tíos Blanca, Marilú, Heriberto y Juan (q.e.p.d), por su invaluable apoyo y amor incondicional a lo largo de mi formación académica y humana. También dedico este esfuerzo a mi gran amigo y compañero, Marco Antonio Pérez Domínguez, por su paciencia y cariño. A mi asesor y amigo Enrique Villarreal, le agradezco su tiempo y conocimientos para poder presentar este trabajo de investigación. Siempre le estaré agradecida. Por último, también dedico este esfuerzo a mi universidad que me ha dado tanto, gracias a la UNAM por mostrarme el lado humano de la enseñanza. Samantha Ivett Méndez Sánchez México, D.F. a 06 de diciembre del 2013. P á g i n a | 3 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 6 CAPITULO I. Aspectos históricos de la educación indígena en América Latina. 16 1.1 La educación indígena antes de la invasión. 17 1.1.1 La destrucción del mundo indígena. 20 1.2 La educación indígena en la época colonial. 24 1.2.1 La evangelización. 25 1.2.2 La educación bajo la Corona. 29 1.2.3 La educación en el ocaso del periodo colonial. 34 1.3 El rezago educativo del indígena del siglo XIX. 38 1.3.1 El periodo independentista en América Latina. 42 1.3.1.1 La ciudadanía y la exclusión indígena. 46 1.3.1.2 La cuestión educativa. 48 1.3.2 El surgimiento de Bolivia. La negación de los indígenas. 53 1.4 La situación educativa del indígena boliviano en el siglo XX. 58 1.4.1 El contexto político y social de Bolivia. 59 1.4.1.1 La educación popular de principios de siglo. 62 1.4.1.2 La Revolución Nacional. 64 1.4.1.3 La masificación educativa. 67 1.4.2 El panorama social al término del siglo. 72 P á g i n a | 4 CAPITULO II. La política educativa en el Estado Plurinacional de Bolivia (2006-2012). 78 2.1 Panorama étnico de Bolivia a principios del siglo XXI. 79 2.1.1 La inestabilidad en la región. 85 2.1.2 La crisis política y social en Bolivia. 87 2.1.2.1 Movimientos sociales, indígenas y campesinos (2000-2005). 89 2.1.2.2 La crisis educativa. 94 2.2 La nueva política en Bolivia. 97 2.2.1 El nuevo marco jurídico. 99 2.2.1.1 La constitución del Estado indígena. 100 2.2.1.2 La educación pluricultural. 102 2.2.1.2.1 La Ley de educación “Avelino Siñani-Elizardo Pérez”. 106 2.3 La nueva política educativa. 108 2.3.1 Los primeros pasos. 109 2.3.1.1 El Plan Estratégico Institucional (2010-2014). 112 2.3.1.2 La educación básica indígena. 118 a) Programas implementados. 119 b) Nueva currícula. 124 2.4 La cooperación internacional en Bolivia. 127 2.4.1 Las recomendaciones educativas del Norte. 131 a) Las recomendaciones de la UNESCO. 131 b) El enfoque del Banco Mundial. 135 2.4.2 La cooperación Sur-Sur y la propuesta del ALBA. 138 P á g i n a | 5 CAPITULO III. Análisis de la educación liberadora en Bolivia. 144 3.1 Aspectos conceptuales. 145 3.1.1 Conceptos referentes a la liberación. 145 3.2 La educación liberadora en Bolivia. 148 3.2.1 La política educativa. 148 3.2.2 La pedagogía decolonial. 155 3.3 La educación básica. 158 3.3.1 La Educación Regular. 158 3.3.2 La Educación Alternativa y Especial. 160 3.3.3 Los campos y saberes en la nueva currícula. 166 3.4 Los programas educativos complementarios. 173 3.4.1 El programa nacional de alfabetización. 175 3.4.1.1 La experiencia educativa boliviana con el PNA. 178 3.4.1.2 Algunos testimonios de las experiencias aplicadas. 182 3.5 La liberación política en Bolivia. 186 3.5.1 La política como emancipación. 187 3.5.2 La educación liberadora y el nuevo proyecto de sociedad. 195 A) El socialismo comunitario. 197 B) El Buen Vivir. 199 3.5.3 La alternativa educativa boliviana para la liberación. 202 CONSIDERACIONES FINALES 207 FUENTES CONSULTADAS 218 P á g i n a | 6 INTRODUCCIÓN A lo largo del siglo XX, los países latinoamericanos han sufrido constantes cambios en las concepciones y estrategias de sus sistemas educacionales. Las propuestas de reforma, impulsadas sobre todo a partir de los años 60, han tenido como característica el haber abarcado casi todos los aspectos susceptibles de ser transformados en la cuestión educativa y de haber sido determinadas, con frecuencia, por factores externos. Dentro de la lógica neoliberal, se subordina al individuo a una dinámica económica de tipo capitalista, en donde la eficiencia y la producción resultan ser la constante, lo que hace evidente el encasillamiento teleológico de la educación dentro de un proyecto utilitarista. Es decir, se asigna a la escuela el papel de habilitar a los individuos para que obtengan ingresos compatibles con un nivel de vida catalogado como “civilizado”, dejando de lado el sentido humanista y filosófico del conocimiento como una puerta a la sabiduría ancestral y respetuosa del otro. En el discurso de la globalización y el dominio de la lógica de mercado, se ha apostado por desarrollar las capacidades intelectuales del ser humano orientadas exclusivamente al progreso material en pos de las competencias y las ganancias económicas a nivel internacional, en detrimento de la calidad de vida y los saberes de las comunidades más marginadas, tales como los pueblos originarios o indígenas. Lo cierto es que pese a esa dinámica homogeneizante, en el mundo hay más de 370 millones de personas que se definen a sí mismas bajo esta categoría distribuidas en alrededor de 70 países, en donde tan sólo en América Latina subsisten más de 500 pueblos originarios, quienes conservan sus lenguas y un sinnúmero de conocimientos, culturas y saberes propios. Desde el proyecto colonizador se pretendió involucrar a estas poblaciones en un proceso de explotación económica que exterminó a gran parte de sus miembros ylos despojó de sus valores, costumbres, imaginarios e instituciones, obligándolos a su vez a deshacerse de su identidad y su esencia comunitaria para aceptar el sometimiento físico e ideológico por parte de los opresores. El estatus de pasividad y enajenación en el que se encontraban los pueblos fue perfectamente compatible con la necesidad de mano de obra indígena y la necesidad de contener cualquier movimiento de rebelión en contra de las injusticias inherentes al sistema dominante. La supervivencia de sus culturas se explica P á g i n a | 7 entonces, a partir del mestizaje, la adaptación de los pueblos originarios a nuevos escenarios y al aislamiento de sus comunidades. Este proceso histórico de sometimiento cultural tiene sus lastres hasta la actualidad, y se traduce en la llamada “educación por competencias”, la cual ha insertado a los pueblos igualmente en una dinámica dominada por los mercados y por el capital, en donde el ser humano y sus capacidades son dejadas de lado o han sido limitadas a la producción de conocimiento útil. Es decir, hay una nueva dinámica de colonización, que ha propiciado la creación de hombres funcionales y robóticos que se dedican a culminar procesos económicos satisfactorios. La relegación a la que han sido sometidos los indígenas no ha sido sólo simbólica, sino que ha desembocado en un círculo vicioso que hoy en día lleva a una catastrófica realidad en donde ser indígena también equivale a estar situado en las capas más bajas de la sociedad y en las áreas con más pobreza y rezago económico, político, educativo y social. Según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), los indígenas representan el 5 por ciento de la población mundial, pero constituyen el 15 por ciento de quienes viven en la pobreza. Del total de pobres que hay en el mundo, una décima parte son indígenas. Sin embargo, existen Estados como Bolivia, en donde en años recientes se ha apostado por la inclusión de estos grupos vulnerables en el marco de las reformas educativas en curso, las cuales apelan a la pluriculturalidad, noción que nos remite a la idea de diversidad cultural y al reconocimiento, en el entendido de que vivimos en sociedades cada vez más complejas en donde es necesario posibilitar el encuentro y respeto entre culturas. En este sentido, la propuesta de educación pluricultural boliviana ha contribuido de manera más general a la construcción de una pedagogía de y en la diversidad, enmarcada en la concesión de respeto, autonomía y legitimidad a todas las familias étnico-culturales que conviven en un marco administrativo determinado, al mismo tiempo que éstas deben cuidarse entre ellas en una familia de escala superior. Por tanto, la pluriculturalidad no se trata de un concepto descriptivo, sino de una aspiración. Se refiere precisamente a la relación entre las culturas que supone la existencia de relaciones basadas en el respeto y desde planos de igualdad. De este modo, un proyecto educativo en pos de la pluriculturalidad opta por la inclusión y la igualdad de los diferentes grupos en donde no se permiten asimetrías económicas, sociales, y mucho menos políticas. P á g i n a | 8 En ésta línea, en Bolivia se ha ido conformando una política educativa inclusiva, entendida como una respuesta de identidad frente a las cosmovisiones ajenas, que además apuesta por la liberación política de las sociedades oprimidas. Según la línea freireana, la concientización del oprimido ha sido siempre inseparable de su liberación, y dicho proceso consiste en un método de alfabetización- concientización, gracias al cual aprendiendo a leer la realidad, se comienza a asumir la propia existencia como un compromiso con la comunidad y la historia. Por liberación se entiende la liberación de las clases oprimidas, y dicha liberación se alcanzará por la desmitificación total de lo enseñado e impuesto por las clases dominantes. Los hombres privados del derecho “de tener voz”, son “seres para otro”, “al servicio de otro”; alienados, no pueden superar la dependencia mediante la incorporación a la misma estructura que es responsable de su dependencia. En esta tónica, el camino para la humanización es la transformación de la estructura que los deshumaniza. Por tanto, la relevancia académica de analizar la política educativa de Evo Morales en el Estado Plurinacional de Bolivia radica en que se sustenta como una propuesta alternativa a la lógica dominante que no sólo genera una transformación en el campo del conocimiento, en donde se ha iniciado el camino hacia la educación liberadora en la que con el aprendizaje y profundización propia de la palabra se puede enfrentar críticamente el proceso dialéctico de historización; sino también en el campo político-social, en el cual los principios que se materializan el nuevo marco jurídico constitucional, la nueva Ley de Educación y la estructura curricular del sistema educativo responden a la convicción de descolonización, liberación, despatriarcalización y transformación del pensamiento y de las estructuras económicas y sociales imperialistas del Estado Boliviano. Asimismo, la relevancia de estudiar la política educativa boliviana para las Relaciones Internacionales, yace en que se recurre a un enfoque teórico y metodológico crítico que replantea el análisis de lo internacional desde la dimensión cultural, analizando la realidad latinoamericana desde el punto de vista poscolonial del respeto a la otredad, al reconocimiento de la diversidad, y a la desenajenación del pensamiento a través de la educación, con lo que rebasa el hermetismo y las limitaciones de las teorías clásicas de las Relaciones Internacionales. Es decir, se está proponiendo un enfoque alternativo para observar la dinámica internacional, y este es el cultural. P á g i n a | 9 La hegemonía de las teorías clásicas de las Relaciones Internacionales se ha visto reflejada en la academia, en donde la institucionalización de las Ciencias Sociales, y por ende la disciplina, han caído en el discurso neoliberal dominante en donde el estudio de la realidad parte de la figura estatal, la modernidad, la industrialización, la dependencia, la democracia y el desarrollo, sin dar cabida a otro tipo de aportaciones y concepciones locales. Las Relaciones Internacionales tienen un marcado carácter occidental y eurocéntrico que responde al nexo histórico entre el poder fundamentalmente europeo y estadounidense- y la producción de conocimientos. Destacados académicos como el Mtro. Samuel Sosa Fuentes, reconocen que la diversidad cultural es una categoría de análisis medular para obtener un orden lógico y explicativo de la realidad social internacional, es decir, se identifica como un factor central de la dinámica socio-histórica mundial al situarse en el campo de opciones en el que se define el sentido de los comportamientos, de los valores, de las actitudes; en concreto, de una “ética global”. En este sentido, se enfatiza la relevancia de contemplar la realidad internacional desde el enfoque cultural debido a que pone sobre la mesa el “malestar ético” que ha generado la hegemonía del realismo político con categorías de análisis como las de poder, guerra, dominación y explotación, como inherentes a la dinámica global. He ahí el vínculo directo del análisis cultural con lo político y lo económico. El objetivo general de la investigación es analizar el papel de la política educativa de Evo Morales en el Estado Plurinacional de Bolivia como un agente transformador de la realidad social indígena y como una propuesta alternativa de liberación política. En esta tónica, la hipótesis de esta investigación es que la política educativa de Evo Morales ha sido un agente transformador de la realidad opresora de los pueblos indígenas bolivianos debido a que ha propiciado su liberación política, estrechado sus vínculos de identidad, forjadosu memoria histórica, y desenajenado su pensamiento, dado su enfoque descolonizador, alternativo y contrahegemónico reflejado en el rompimiento de la cadena de reproducción de las formas de dominación introyectadas. Esta investigación recurrirá a la disciplina de las Relaciones Internacionales dado el objeto de estudio analizado en este caso: “La política educativa de Evo Morales en el Estado Plurinacional de Bolivia como una alternativa de liberación política”, en virtud de su carácter multidisciplinario, que aportará métodos y técnicas de investigación específicas. P á g i n a | 10 Asimismo, como disciplina de apoyo se recurrirá a la pedagogía, ya que ella aporta métodos y técnicas de investigación útiles para el análisis que se va a realizar. Esta investigación tendrá un carácter principalmente documental y por tanto se utilizarán los métodos y técnicas propios de este tipo de estudios. En este sentido, los enfoques a los que se recurrirá para esta investigación serán los referentes a la poscolonialidad, como ya se ha esbozado en los planteamientos iniciales, especialmente aquellos que hacen referencia a la postura decolonial latinoamericana, encabezados por teóricos como Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Santiago Castro-Gómez, Edgardo Lander, Enrique Dussel, Héctor Díaz Polanco, David Llistar Bosch y Ana Esther Ceceña. Cabe mencionar, que se hace referencia a “enfoques” en lugar de “teorías”, siguiendo los planteamientos de Fernando Galindo Rodríguez, debido a la necesidad de ofrecer un campo teórico más amplio y la necesidad de ubicar una extensa gama de corrientes teóricas críticas que se encauzan de manera general en lo que se considera el pensamiento no-occidental y/o pensamiento contrahegemónico en el estudio de las relaciones internacionales. Los puntos clave del debate poscolonial se enfocan en el cuestionamiento de los presupuestos epistemológicos y ontológicos constitutivos de la disciplina de las Relaciones Internacionales, de las geografías de referencia, y en el estudio de los elementos constitutivos que fueron deliberadamente relegados de la construcción histórica, geográfica, económica, política, y social del mundo internacional. En concreto, se enfoca en la comprensión de los elementos que originan la reproducción del estatus y la legitimación de los lugares de producción de conocimiento internacional, se ocupa de lo que Robbie Shiliam denomina como el “canon legítimo del pensamiento científico-social que la academia occidental construye y supervisa”. Otros puntos centrales del debate poscolonial se ubican en el rol que tienen los grupos o movimientos marginados en la configuración global y en la participación activa de los actores o países del Sur dentro del sistema internacional; mientras lo poscolonial plantea la visibilización de los subalternos, las Relaciones Internacionales hablan de quienes detentan el poder que mantienen el statu quo y el orden internacional. Es por tales razones que los enfoques poscoloniales en las Relaciones Internacionales concentran su análisis en el estudio de las relaciones contemporáneas de poder, imposición y dominación que se P á g i n a | 11 articulan en relación a la experiencia colonial, que en la actualidad se reproducen por medio de discursos y prácticas sociales. Dichos enfoques convergen en cuanto afirman que existe una correlación directa y reflexiva entre la experiencia de la colonización y su poder, que da forma a la realidad pasada y actual desde el plano local hasta el global. En este sentido, apuntan que las relaciones Norte-Sur en el sistema mundial aún se sostienen bajo formas de colonialismo occidental, especialmente ligadas al mundo de las ideas por la “colonialidad del saber”. Los indígenas han visto interferida su forma de comprender el mundo por los valores y puntos de vista que les llegaron primero de la mano de los colonizadores europeos (por medio de la espada, el adoctrinamiento y la evangelización), y posteriormente, por medio del poder blando ejercido por Occidente. Las nociones antagónicas de países “tercermundistas” versus “en vías de desarrollo”, o recientemente, las de países “del Norte” versus “del Sur”, aún pretenden fundamentar la idea de Europa y Norteamérica como referentes planetarios o modelos a seguir, la existencia de una civilización superior, la división “nosotros” “ellos”, y la aceptación de un sistema económico de producción capitalista. En consonancia con estos enfoques, también se recurrirá a la teoría de la educación liberadora de Paulo Freire como complementaria a esta investigación. El método del pedagogo es fundamentalmente un método de cultura popular, que a su vez, se traduce en una política popular. Él sostiene que no hay cultura del pueblo sin política del pueblo. Su labor apunta principalmente a concientizar y a politizar. Su propuesta afirma que la educación debe ser práctica de la libertad. Freire supone que el educando necesita entender su propia realidad como parte de su actividad de aprendizaje. El primer paso, por llamarlo de alguna manera, resultaría alfabetizar, tal como lo hizo Evo Morales en Bolivia; sin embargo limitar la educación a este punto resultaría un procedimiento meramente formal. Dice Freire que no basta con suponer que un estudiante sepa leer la frase “Eva ha visto un racimo de uvas”, sino que pueda leer la realidad detrás de la frase, es decir, aprender a entender a Eva en su contexto social, descubrir quién ha trabajado para producir el racimo y quién se ha beneficiado de este trabajo. P á g i n a | 12 En esta tónica, la investigación comprende una recapitulación del primer mandato de Evo Morales (desde enero del 2006 hasta diciembre del 2009) y las bases educativas y políticas que sostienen su segundo mandato (desde enero del 2010 hasta el año 2012 en que finaliza esta investigación), en donde ha logrado concretar y fortalecer la lucha indígena de siglos atrás, lo que ha permitido el cambio político en el país Boliviano, luego de años de opresión, discriminación y explotación del pueblo por parte de anteriores dirigentes. Asimismo, la investigación se enfocará exclusivamente en la educación básica boliviana, dado que es el nivel educativo en el que se encuentra o al que pudo acceder la mayoría indígena, dadas las características de relegación y ostracismo político en su historia. El capítulo primero tiene como objetivo exponer las etapas históricas de la educación indígena en América Latina con la finalidad de mostrar los inicios de la erradicación, relegación y enajenación indígena. Este capítulo introducirá un breve recuento del devenir de los sistemas educativos a partir de la organización de los pueblos indígenas previa a la invasión y colonización europea, pasando por el adoctrinamiento y la evangelización hasta la enseñanza de la lengua del colonizador. En este capítulo se dará énfasis a la etapa de la ocupación y destrucción del mundo indígena dado el gran impacto cultural que tuvo la “conquista” en la vida de los pueblos originarios del continente, que entre otras cosas, trajo consigo el desastre y un interminable lastre de subyugación, opresión y relegación para dichos pueblos que se vio reflejado a lo largo de los siglos posteriores. La narración se extenderá hasta el siglo XX, en donde las políticas educativas indigenistas adoptadas por el Estado fueron, como en la Colonia, el medio idóneo para hacer cumplir con el proyecto político de las élites. El objetivo del capítulo segundo es definir las bases políticas y sociales de la educación en el Estado Plurinacional de Bolivia desde la antesala de los comicios en el año 2002 hasta el año 2012, con el gobierno actual de Evo Morales, con la finalidad de dimensionar el proceso de transformación política y social de la sociedad boliviana, así como la reivindicación del indígena boliviano desde principiosdel siglo XXI. Para ello, se mostrará en primera instancia un panorama étnico general de América Latina a principios del siglo XXI, el cual permita contemplar la diversidad que en ella radica; y especialmente, en el Estado Boliviano, en donde un 66.4% de su población total se considera como indígena. P á g i n a | 13 En este apartado se contemplarán los primeros años del siglo XXI en la región latinoamericana, en donde se resienten los rezagos educativos, políticos y sociales de la población en general luego de la implementación del “Consenso de Washington”. Se hará referencia a la crisis neoliberal de los años 80 en Bolivia que se tradujo en analfabetización generalizada, despidos masivos, pauperización de la población, corrupción de la clase política, polarización de la sociedad, y sobre todo, en la enajenación de la clase oprimida ante un escenario de acérrima dominación. Por lo que, también se hablará de una crisis en el ámbito educativo, en donde a pesar de que la educación primaria era obligatoria y gratuita, existía una diferencia abismal entre escuelas privadas y públicas, así como en las condiciones del campo y la ciudad. Este escenario será clave para presentar la transformación política y social de Bolivia a partir de los intensos movimientos sociales, que comienzan a repuntar y reconfigurar el poder gracias a las nuevas formas de mediación política totalmente desligadas de la institucionalidad partidista dominante de antaño. En esta tónica, se expondrán los avances en materia educativa, para lo cual se recurrirá al análisis de la Ley “Avelino Siñani y Elizardo Pérez”, el Plan Nacional de Desarrollo, el Plan Estratégico Institucional 2010-2014, y las políticas multilaterales emprendidas con los países de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de nuestra América (ALBA). El objetivo del capítulo tercero es demostrar la viabilidad del modelo educativo boliviano como una alternativa de liberación política a través del análisis de la pedagogía decolonial, la nueva currícula, los programas educativos complementarios, y la efectiva participación política de la población indígena boliviana. Para lo cual presentará en primera instancia los aspectos conceptuales para realizar el análisis teórico de la educación liberadora, haciendo una clara distinción entre los conceptos referentes a la colonialidad y a la liberación. Se retomarán algunas aproximaciones de pedagogos y estudiosos poscoloniales con la finalidad de reflejar la nueva voz política que ha venido adquiriendo el pueblo boliviano a través de la participación política y la educación liberadora, presentándose ambos aspectos como simbióticos y necesarios para hablar de una sociedad libre. Para ello, se realizará un recuento prolijo de las políticas educativas adoptadas a lo largo de la historia boliviana para contrastarlas con la experiencia educativa de los años P á g i n a | 14 recientes, la cual ha demostrado que la educación trasciende la sencilla instrucción y dogmatización de los educandos, y se ha convertido en una verdadera filosofía de vida que comienza en la familia y en la comunidad. Es decir, una educación que se caracteriza por ser verdadera praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo por solidaridad y espíritu fraternal; es una práctica de la libertad y un acto político puro. Para ello, el siguiente apartado expondrá los cambios filosóficos y técnicos que ha sufrido el sistema educativo boliviano. El análisis de tal transformación se enfocará exclusivamente en el Subsistema de Educación Regular y el de Educación Alternativa, debido a que la línea de investigación es la educación básica. En este sentido, también se considerarán los programas complementarios emprendidos dentro de las políticas educativas gubernamentales, dada la peculiaridad y características de la población boliviana; baste mencionar que a principios de siglo la mayoría de la población rural adulta contaba tan sólo con el nivel de educación primario. Los testimonios del Programa Nacional de Alfabetización (PNA) permitirán ampliar el panorama educativo y sus beneficios. Finalmente, se ponderará si la política educativa en Bolivia resulta una alternativa viable de liberación política para el indígena, partiendo de la evaluación de la relación efectiva entre participación política y el Buen Vivir, así como en el cumplimiento de las demandas de las naciones indígenas que cohabitan en Bolivia y su consolidación como pueblos ampliamente reconocidos dentro de la legislación estatal. Sin embargo, el proceso de cambio en Bolivia también implicó cierto grado de entropía dada la reformulación de paradigmas, instituciones y socialidades. En efecto, no se puede hablar de un proceso terminado sin objeto a crítica, por el contrario, la experiencia boliviana aun presenta contradicciones y limitaciones, sobre todo en razón de que el proceso de transformación se ha tenido que edificar dentro del sistema neoliberal y su dinámica. Es decir, no ha podido romper totalmente con el esquema político y económico que venía presentándose -no se abolió el capitalismo ni la ciudadanía liberal-, en parte debido a que el cambio de régimen se realizó dentro de la estructura institucional, y no se arrasó desde la raíz con la lógica sistémica como se hubiera podido hacer con una revolución desde abajo. No obstante, como dice Benjamín Arditi, el modelo alternativo P á g i n a | 15 boliviano propugna por medidas que cuestionan los parámetros convencionales del capitalismo. Hoy en día, después de un periodo presidencial y parte recorrida del segundo con Evo Morales al frente, varios críticos del “oficialismo” han hecho un recuento de los avances y los tropiezos de la propuesta de cambio en Bolivia. En donde dentro de las disonancias se encuentran: la limitación a siete escaños de las circunscripciones especiales para los grupos étnicos minoritarios cuando se demandaron el doble de circunscripciones; los cambios institucionales tachados de conservadores al mantener el presidencialismo y el bicameralismo, dos rasgos básicos del anterior régimen político; la imprecisión de las nociones de “criterio plurinacional” y “origen indígena originario campesino”; el “uniquismo” político con el MAS al frente; las relaciones de tipo radial que mantiene Evo Morales con los dirigentes sociales, parlamentarios y ministros, concentrando el poder decisional en el partido y en el gobierno, aparte de que se sostiene como la única voz que tiene autoridad sobre los movimientos sociales; esto sin mencionar la reciente ratificación del presidente como candidato para las elecciones del 5 de octubre de 2014. Sin embargo, las críticas en general hablan de un “proceso de cambio tibio” con “pautas moderadas”, más no de inconsistencias en la base de las propuestas gubernamentales, de cómo es que aún existen contradicciones para el cambio dentro de un sistema democrático liberal en donde conviven elementos de antaño con nuevos semilleros, pero lo que es por demás reconocido, son las bases sólidas del proyecto institucional que se cimentan en postulados contrahegemónicos de descolonización y subversión. Efectivamente, cada una de las flaquezas señaladas en la nueva institucionalidad apunta hacia la existencia de una verdadera propuesta de cambio sujeta a limitaciones y autocrítica. Es evidente, que todo proceso implica una fase de iniciación y experimentación en la que la constante es la reinvención y modelación de cada propuesta, en miras de ir construyendo un modelo alternativo con base en las exigencias de la realidad local misma. Aun así, los críticos del modelo político boliviano reconocen que la transformación política boliviana no sólo es un “giro a la izquierda” más en los gobiernos latinoamericanos, sino que excede este panorama al presentar un modelo integral alternativo que trasciende hastala esfera internacional resonando en cada una de las naciones como un ejemplo de reivindicación. P á g i n a | 16 CAPÍTULO I. ASPECTOS HISTÓRICOS DE LA EDUCACIÓN INDÍGENA EN AMÉRICA LATINA. P á g i n a | 17 1.1 LA EDUCACIÓN INDÍGENA ANTES DE LA INVASIÓN He venido a estar triste, me aflijo. Ya no estás aquí, ya no, En la región donde de algún modo se existe, Nos dejaste sin provisión en la tierra, Por esto, a mí mismo me desgarro. Nezahualcóyotl Antes de la llegada de los europeos a tierras americanas las creencias de los pueblos originarios se encontraban sustentadas en la aproximación a su legado ancestral, a sus tradiciones, rituales y a su conocimiento del entorno. Los pueblos habían logrado un estrecho vínculo con el cosmos, que algunos calificarían de mágico, en el que la educación 1 ocupó un lugar esencial para el entendimiento de su realidad. La educación se entendería en términos de transmisiones generacionales de conocimientos, experiencias, técnicas, artes, y valores que guiarían su vida comunitaria. Al llegar los conquistadores al Continente Americano, encontraron poblaciones aborígenes con muy distintos tipos de cultura, desde los indígenas que habitaban las praderas de Estados Unidos, las selvas de Brasil y las pampas de Argentina; hasta las del pueblo azteca y el inca.2 A pesar de que no existió en rigor un sistema educativo en las primeras culturas, el pueblo azteca y el incaico lograron imponerse como grandes imperios en la región americana al contar con una estricta organización social, y por ende con una visible estructura educativa. El imperio azteca ocupó la zona del valle de Anáhuac en donde, después de largas luchas, logró convertirse en el pueblo guerrero dominante de la región, desarrollando en Tenochtitlán la más poderosa de las ciudades de México. Su religión se caracterizó por ser politeísta y por practicar sacrificios humanos en los actos rituales. De ahí la importancia de la guerra, que permitía hacer numerosos prisioneros, que incluso fungieron como esclavos, los cuales eran ofrendados a los dioses para obtener sus favores. En cuanto al ámbito social, concebían al territorio como una propiedad común en donde todos eran corresponsables de trabajarlo en beneficio del pueblo, a excepción de los jefes militares y los sacerdotes, ya que éstos cumplían con otro tipo de obligaciones, según 1 A lo largo de esta investigación se entenderá a la educación como una práctica de la libertad y un acto político, retomando a Freire. Por lo que ésta no se reduce a una sencilla instrucción o dogmatización de los educandos, por el contrario resulta en una verdadera filosofía de vida que comienza en la familia y en la comunidad; es verdadera praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo por solidaridad y espíritu fraternal. 2 Ernesto, Codignola, Historia de la Educación y de la Pedagogía, El Ateneo, 6ta edición, Buenos Aires, 1964, p. 25. P á g i n a | 18 el rango jerárquico que poseyesen. A saber, “en la cúspide de la organización sacerdotal, estaban los que se ocupaban de los ceremoniales de los sacrificios humanos, seguían los encargados de la conservación de las tradiciones, los consagrados a la vigilancia de la juventud y a la educación, los dedicados a la vigilancia del cumplimiento de las festividades y los que se ocupaban de las pinturas jeroglíficas.”3 Para el pueblo azteca la cultura y la transmisión de las tradiciones fueron una prioridad, así como la educación hacia los jóvenes, en tanto sería el medio por excelencia para perpetuar su legado ancestral. En esta tónica, apunta Roberto Hernández, que la educación se dividió en dos aristas: la familiar y la pública. Es decir, la educación del niño en su primera etapa de vida hasta los siete años estaba a cargo de la madre, quien lo iniciaba en los ritos religiosos bajo la observancia de los principios morales. En la segunda etapa familiar, de los siete a los dieciséis años, el niño era educado por el padre quien lo iniciaba en las obligaciones del adulto, así como en la vida económica del hogar. Finalmente, en la arista pública, el joven asistía a las casas de instrucción (telpuchcalli), concretamente de los dieciséis a los veinte años. En estas escuelas populares, los ancianos del clan lo formaban en el empleo de las armas, las artes, los oficios, las normas religiosas, y las tradiciones.4 En cuanto a los jóvenes que se dedicaran al sacerdocio por ser miembros de la clase dirigente, su formación continuaba después de haber cursado sus estudios en las casas de instrucción. De ahí ingresaban al calmécac (instalaciones ubicadas dentro de los templos), en donde se “[…] instruían especialmente en las creencias del pueblo, sus ritos, la moral y les enseñaban la escritura [pictográfica], el sistema numérico y a llevar crónicas, calendarios y registros tribales […]. Por otro lado, las niñas recibían la misma instrucción que los varones y colaboraban en las tareas de las sacerdotistas (sic) bordando telas y manteles para el culto, confeccionando vestiduras de plumas para los sacerdotes y manteniendo los fuegos sagrados.”5 La cultura incaica, por su parte, surgió a partir de una tribu quichua en el siglo XII d.n.e., que alcanzó a abarcar un vasto territorio, desde Colombia hasta Paraguay, en donde fundó uno de los imperios más poderosos del continente americano junto con el azteca. Los incas lograron desarrollar un nivel asombroso de técnicas aplicadas en la agricultura (obras 3 Ibídem, p. 26. 4 Idem. 5 Ibídem, p. 27. P á g i n a | 19 de irrigación, canales, sistemas de compuertas y el aprovechamiento de abonos orgánicos y de aluviones para fertilizar sus tierras), y la observación e interpretación del cosmos (conocían el calendario lunar), lo que les permitió sembrar en momentos oportunos. La educación de los incas igualmente giraba en torno a la rigurosa división de clases del imperio. Por un lado se encontraban las clases privilegiadas quienes recibían una educación especial que los capacitaba para el gobierno y, por el otro, estaba el pueblo en general, sumiso y trabajador, a quien se le inculcaba la educación moral (se le negó toda educación intelectual) con el propósito de ocupar los cargos de “chasquis”. De encontrar una tipología para calificar sus saberes, bien podría equipararse a la que los europeos denominarían “ciencia” siglos más tarde, en tanto la materia de estudio, como la astronomía, la geografía, la historia, la arquitectura y la estadística (quipugrafía). De este modo, los incas de los estamentos privilegiados cumplían su formación en las casas de enseñanza (yacahuasi), allí recibían educación física e intelectual, en la primera se preparaban estrictamente para el mando mediante una vida rigurosa, acostumbrados a una alimentación frugal, a soportar vigilias nocturnas y a templar sus nervios en pruebas difíciles.6 Por el lado femenino se les instruía en las casas de las vírgenes, en donde se les enseñaban técnicas de alfarería y tejidos, ya que confeccionaban las vestimentas del Inca. También eran las encargadas de fabricar el pan y la chicha para las festividades. Ante esta descripción, se hace necesario tomar en cuenta que desde la perspectiva del mundo indígena, la educación estuvo dada en función de la organización social jerárquica en ambos imperios; sin embargo no se puede decir que ésta haya jugado un papel alienante, dado que no hubo incorporación de creencias ajenas operantes en los pueblos, ni mucho menos se les engañó o impuso la lógica del opresor en su pensamiento. La educación que se recibía según el estamento social, respondía a todo un complejo sistema de organización y cosmovisión,en donde cada quien cumplía un papel fundamental en la relación hombre-naturaleza. Ya fuera que se ocupasen de los ceremoniales en los sacrificios humanos, de la enseñanza de la escritura, o del bordado de telas para el culto, todos se regían bajo la observancia de los principios morales de solidaridad y trabajo en común para el beneficio del pueblo. Mejor dicho, las culturas a las 6 Ibídem, p. 25. P á g i n a | 20 que se hace alusión comenzaron a sentirse a sí mismos como “extraños”, en el momento en que fueron invadidos por los europeos. Según Erich Fromm, podría decirse que uno se siente enajenado de sí mismo cuando no se siente creador de sus propios actos. Por otro lado, lo que sí habría que contemplar es que las relaciones de dominación de la clase gobernante sobre el pueblo dentro del imperio y la hegemonía que se ejercía sobre otros pueblos facilitaron a la postre la conquista de estas grandes civilizaciones, en tanto cayeron nuevamente dentro de un sistema semejante de sometimiento bajo el mando europeo. Por otro lado, la conquista también se concretó rápidamente debido a la organización imperante en tanto estructuras políticas unificadas y no segmentadas. Sin embargo, a todo ello, la cultura ancestral y la cosmovisión de vida del mundo indígena no fueron comprendidas por los que invadieron su territorio. 1.1.1 LA DESTRUCCIÓN DEL MUNDO INDÍGENA. La “civilización” impuesta en el “nuevo continente” por aquéllos que pretendieron tener las verdades absolutas de la convivencia, el conocimiento, la fe y la vida, se remonta hacia el siglo XV cuando se exploraron e invadieron las tierras de los pueblos americanos. Las consecuencias están lejos de ser cuantificadas, el desastre trajo consigo un interminable lastre de subyugación, opresión y relegación para estos pueblos, que se reflejan aun en la actualidad. Hoy por hoy se puede hablar de una neocolonización, que si bien conserva las características de dominación de la primera etapa, ahora se oculta bajo la cara de la institucionalidad internacional. Ante esta situación, se hace inminente un breve recordatorio histórico para comprender la situación actual de estos pueblos despojados de su esencia y su cosmovisión. En esta tónica, cabe aclarar que a lo largo de este trabajo de investigación se usarán indistintamente los términos etnia, pueblos originarios, indios e indígenas, los cuales harán referencia a la población del continente americano que ya se encontraba en el momento de la invasión europea. Aun así, es necesario indicar que la categorización de “indio" es emitida desde el periodo colonial en el sentido peyorativo para hacer referencia al término jurídico de la condición indígena asociada a “su menor capacidad de razonar e ineptitud por gobernarse a sí mismo”; y, por otro lado, la de indígena comienza a usarse a partir de los P á g i n a | 21 Decretos emitidos por Bolívar con el que se reemplaza el término de indio. Por lo cual, se considera que el concepto de “pueblos originarios” es el más adecuado. A pesar de la poca fiabilidad de los datos demográficos que se pudiesen tener de la población americana en 1492, la pérdida de vidas en las comunidades originarias fue catastrófica con el arribo de los colonizadores. “Las disparidades llegan a tal punto que los historiadores hispanistas defienden una población indígena de 11 a 13 millones en el momento del descubrimiento, […] y los indigenistas, sobre todo la escuela de Berkeley, de 90 a 112 millones. Nuevas ponderaciones y rectificaciones permiten hoy suponer que América tendría unos 80 millones de habitantes en 1492 […]. De este último total, tres cuartas partes corresponderían al territorio que luego fue Hispanoamérica.”7 Siguiendo esta línea, y haciendo evidente el genocidio si se pondera la situación siglo y medio después, por el año 1642 aproximadamente, “la población se había reducido a cinco millones, […] lo que viene a significar que habían desaparecido 60 millones de indios; 400,000 por año.”8 Por supuesto, estas cifras no sólo se deben a la matanza a usanza de indios por parte de los españoles, sino también a otros factores relacionados con dicho arribo como el trabajo indígena forzado, las epidemias, la afectación psicológica con la ocupación y el mestizaje mismo; lo que de ninguna manera justifica el exterminio. Este es el comienzo de la destrucción del mundo indígena. Los saberes también fueron brutalmente destruidos en el proceso de conquista y en la colonia. Los conquistadores comprendieron que el control del saber posibilitaba el ejercicio del poder. La recuperación de los saberes antiguos podía ofrecer respuestas, abrir caminos y señalar nuevos rumbos a los pueblos conquistados en su lucha por la liberación. Era necesario, entonces, destruir toda posibilidad, todo resquicio de un saber diferente a aquel determinado desde las condiciones de poder y desde la visión de los europeos. Había que destruir la memoria para enajenar la historia.9 Lamentablemente, a partir de la destrucción del mundo indígena y de la búsqueda del mestizaje, los primeros saberes emanados del contacto directo con la realidad en la que se está inmerso, se encuentran condicionados ya por una lógica concretamente opresora y 7 Manuel, Lucena, Atlas Histórico de Latinoamérica, Editorial Síntesis, España, 2009, p. 50. 8 Ídem. 9 Pablo, Dávalos, Movimientos indígenas en América Latina: el derecho a la palabra, CLACSO, Buenos Aires, 2004, p. 30. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/davalos/CapDavalos.pdf. Consultada el 29 de mayo del 2012. P á g i n a | 22 alienante, que está inmersa en relaciones de poder, dominación y explotación de la que es menester liberarse. El impacto que tuvo el “descubrimiento” del continente americano para los indígenas fue catastrófico, “la invasión, conquista y colonización de América se efectuó en un momento histórico que, por el nivel de desarrollo de la ciencia y la técnica, así como por los avances de la navegación, permitió la penetración del más ágil proceso de transculturación ocurrido hasta el momento”10, por lo menos con los indígenas sobrevivientes al siglo XVI. La intervención de un mundo en otro es la génesis de los problemas en la región latinoamericana. La ocupación de las tierras indígenas por medio de la fuerza por parte de los españoles resultó en una relación de sometimiento y poco entendimiento entre éste y el indio, su falta de entendimiento de lo otro devino en una concepción errónea de su ser y de su cotidianeidad. Los “religiosos y conquistadores observaron y valoraron con estos lentes la realidad americana. A sus ojos, la diferencia de estas tierras y, más aún, de los pueblos encontrados, [sería] medida de acuerdo con lo sabido anteriormente: el nuevo mundo medido por el viejo y las autoridades antiguas, el continente según lo encontrado en las islas, los indígenas según los no cristianos conocidos anteriormente: judíos, gentiles antiguos y árabes medievales.”11 El hecho de no conocer y asimilar la alteridad del indígena resultó en una imagen preconcebida de éste, misma que los evangelizadores transmitirían a la postre y desde la cual se justificarían las acciones ante el trato del indio y su evangelización. Dicha imagen transitó por varios cambios conforme pasó el tiempo, de aguerrido, el indio pasó a ser dócil y necesitado. A partir de ello, desde el primer encuentro se les obligó a los indios al sometimiento y la servidumbre. Primero Colón quien encabezó la ocupación de la isla “La Española”, y luego, Nicolás Ovando, gobernador de la isla en 1502, se preocuparon por incrementar la agricultura, aclimatar la ganadería española, y organizar la minería; para ello necesitaron de la numerosa mano de obraindígena para trabajar ininterrumpidamente durante horas hasta 10 Roberto, Hernández, et. al., Historia de la educación latinoamericana, Ed. Pueblo y Educación, Cuba, 1995, p. 1. 11 Verónica del Carmen, Murillo Gallegos; Lenguaje, Cultura y Evangelización Novohispana en el siglo XVI; Tesis doctoral, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2006, p. 28. P á g i n a | 23 completar las jornadas en los repartimientos (que luego se convertirían en encomiendas), 12 todo ello bajo condiciones laborales sumamente duras. La población de la isla descendió garrafalmente hasta llegar a la desaparición total de sus habitantes, por lo cual los conquistadores españoles se vieron forzados a realizar nuevas incursiones en búsqueda de esclavos. De las diversas incursiones en otras islas devino la conquista militar de Cuba en 1511, y las futuras conquistas del continente. La codicia de los conquistadores alimentada por las riquezas indígenas acumuladas por siglos se hizo latente desde el periodo de la ocupación, éstas sufragaron cada gasto de la hegemonía real a partir de entonces, todo ello a costa de los indígenas y de su padecimiento, de su estatus como botín de guerra bajo el “derecho de conquista” instituido por la Corona y la bendición de la bula papal. Pero ante todo, se encontraba el desgaste social, psicológico y físico de los indios después de una invasión, aunado a los trabajos forzados, las enfermedades que trajeron muerte a sus pueblos, la imposición de nuevos hábitos y creencias, y la sumisión a un régimen extraño que para muchos pueblos simbolizó su aniquilación. Fueron dos culturas diferentes entre sí, dos pueblos que intentaron explicar la presencia del otro de acuerdo con su propia tradición y mediante sus propios conceptos. En donde sin duda, “[…] prevaleció, entre ambos pueblos, la incomprensión: primero porque cada uno desconocía la lengua del otro, después porque se establecieron equivalentes equivocados […] y, por último, porque fue difícil hacer olvidar a los indios todas sus creencias.”13 Por tanto, la labor de aculturación se emprendió con los sobrevivientes al genocidio, aquellos que quedaron inmersos en el proyecto colonial a través de los lazos del mestizaje a través de la homogeneización de las culturas para dejar atrás su pasado e incorporarlos a la dinámica dominadora, como una forma de recolonizar el continente. El choque cultural ha sido un lastre en las relaciones entre el indígena y el blanco y entre los demás grupos derivados del mestizaje, generando conflictos entre su diversidad. A partir de entonces, la nueva organización de la sociedad americana giraría en torno a dos elementos a destacar: la clase social (valor económico) y la casta (pigmentación de la piel). Con ello se establecerían los nuevos criterios de dominación, relegación y discriminación 12 En cuanto a la cuestión laboral, los naturales fueron obligados a trabajar mediante el sistema de repartimiento, que se impuso por cédula del 20 de diciembre de 1503, el cual originó gran mortandad indígena, ya que fueron arrancados de sus poblaciones de origen y fueron obligados a trabajar jornadas muy duras. Manuel, Lucena Salmoral, op. cit., p. 50. 13 Verónica del Carmen, Murillo, op. cit., p. 3. P á g i n a | 24 socioculturales. El problema es tan cultural como educativo y económico, y sus raíces se remontan al momento en que se establecieron las nuevas normas de convivencia entre los pueblos. 1.2 LA EDUCACIÓN INDÍGENA EN LA ÉPOCA COLONIAL “si nosotros no defendiésemos a los indios ya vosotros no tendríades quien os sirviese. Si nosotros les favorecemos es para conservarlos y para que tengáis quien os sirva; y en defenderlos y enseñarlos, a vosotros servimos y vuestras conciencias descargamos.” Motolinia, 1969 Luego de la cruenta ocupación de América vino un periodo de “pacificación” en donde se reprimió en todos los sentidos al indígena para que no regresara a la práctica de sus creencias y sistemas normativos. En este periodo el mundo indígena pasó a convertirse en un mundo mestizo pluriétnico condicionado y subordinado, aunque todavía con una clara mayoría indígena.14 He ahí la necesidad de los europeos, al comenzar con la fase de colonización, de optar por el aislamiento y el atraso cultural de los conquistados para dominarlos mejor. La educación que les “otorgaron” los europeos se resumió en un constante adoctrinamiento religioso y una pretendida aculturación que les permitió penetrar ya no sólo en el ámbito político-económico de las sociedades originarias, sino en el campo ideológico y el cultural simultáneamente. Los europeos tuvieron que repensar estrategias adecuadas para atacar el “problema indígena”, y entre ellas se encontraron las “políticas de integración” dentro de las cuales la escolarización fungió como un instrumento de control y sometimiento. De ahí la relevancia de remontarse al periodo colonial para darle sentido a la raíz de la opresión en el continente americano. Así lo describe Ana Esther Ceceña: Hay evidencias suficientes para pensar que el llamado “descubrimiento de América”, que supuestamente produjo la primera mundialización, o planetarización, en realidad indica la preeminencia de una descripción y representación de la historia del mundo desde el Occidente. Los intercambios entre pueblos de los cinco continentes son mucho más antiguos que las invenciones de Occidente y Oriente, de América y África y de la división continental que ahora 14 Para el siglo XVII había aproximadamente siete millones de habitantes, en donde los indios eran mayoría y representaban el 71.1%, mientras los blancos correspondían al 9.4% del total. Manuel, Lucena, op. cit., p. 97. P á g i n a | 25 conocemos. Autores como Edmundo O‟Gorman y Eduard Said han trabajado brillantemente sobre la “invención de América” o la “creación de Oriente (y consecuentemente de Occidente)” como mecanismos de un proceso de apropiación simbólica que acompañó la apropiación física de sus territorios y recursos, y el sometimiento de sus poblaciones. 15 En este sentido, desde el descubrimiento y la colonización del continente la cristianización y educación de los indígenas fue una prioridad para los europeos, de ello se ocupó tanto el Poder Real por medio de disposiciones legales e instituciones escolarizadas, como las órdenes religiosas por medio de la evangelización en las escuelas, las que fundaron al principio los dominicos y franciscanos.16 Es decir, con la conquista vino de la mano el cristianismo. La conversión de los indígenas en el período de pacificación resultó ser una condición básica para lograr el dominio español en las tierras americanas. Los indios debían ser incorporados a la sociedad colonial de forma inmediata, pero sólo en condición de vasallos cristianos de la Corona; por tanto, la educación se entendería en este período exclusivamente en términos de “adoctrinamiento”. 1.2.1 LA EVANGELIZACIÓN Para contextualizar la situación social del indígena, habrá que considerar la figura político- administrativa en la que se vio involucrado de facto, es decir, la encomienda o repartimiento; institución por excelencia que se desarrolló durante la segunda década del siglo XVI como un sustituto de la esclavitud, que reguló la asignación de grupos de indios a ciertos españoles para recibir tributo y mano de obra. En la encomienda existía una responsabilidad por parte del encomendero para con los indios que exigía su asistencia cristiana; sin embargo, ésta figura sólo fungió en realidad como un permiso para comerciar y explotar abiertamente con la población india que tenían a su cargo. De ahí seexplica mayormente el declive de esta institución para inicios del siglo XVII como consecuencia del descenso de la población indígena. 15 Ana Esther, Ceceña, Derivas del mundo en el que caben todos los mundos, CLACSO, Siglo XXI, México, 2008, pp. 2- 3. 16 Lorenzo, Luzuriaga, Historia de la educación y de la pedagogía, Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 10ma edición, 1973, p. 137. P á g i n a | 26 Con la conquista física, en las encomiendas y repartimientos se establecieron nuevas formas de organización relegando los sistemas normativos de las sociedades indígenas. Sin embargo, con la conquista espiritual liderada por el cristianismo, se les pretendió arrancar de sus creencias, religiones, espiritualidad, y de sus estrechos vínculos con sus dioses, imponiéndoles una cosmovisión ajena y sin sentido para ellos. La evangelización fungió como el medio para “educar” a los indígenas en su papel de opresión y sometimiento económico y social, convenciéndolos de que su condición de pobreza y desigualdad sería recompensada y bien vista por un Ser Supremo que les daría justicia en otra vida; hecho que sólo culminó con su total enajenación. Dice Lorenzo Luzuriaga que los mecanismos empleados en la conquista espiritual fueron tan brutales como en la conquista militar. “La sangre y el fuego recorrían los pueblos indígenas en nombre de Dios, pese a que algunos miembros de la Iglesia, sacerdotes y misioneros, alzaron sus voces no contra la evangelización sino contra los abusos que se cometieron; no se criticaba el hecho vangelizador (sic) sino los abusos para lograr el objetivo […]. Armas y cruces eran las dos caras de la misma moneda; la conquista.”17 Por otro lado, el factor ético en la vida cotidiana de los indígenas como en la de los españoles, fue un elemento que facilitó la tarea evangelizadora. En cuanto a los primeros, éstos diferenciaban la calidad de sus acciones (buenas o malas), y acorde con sus principios morales delegaban la facultad formativa a sus respectivos sacerdotes; y en cuanto a los segundos, éstos tenían sumamente arraigada la tradición europea traída al continente americano que se erigía bajo el sistema teológico escolástico, que igualmente incluía juicios morales en donde se encontraba un ser superior dentro de la concepción político-religiosa que determinaba las relaciones de obediencia y conducta. Asimismo, una de las tácticas para convertir a los indígenas, y que causó sorpresa en los relatores de la conquista, fue el cambio de nombre y función de las divinidades. “Los religiosos en sus obras dicen que tenían [los indígenas] sacerdotes, templos, paraíso, terrenal, infierno, demonio, brujos, bautismo, penitencia, confesión, agua bendita, canonizaban personas, etc.”18 Eventualmente fueron los religiosos franciscanos quienes 17 Ibídem, pp. 64-65. 18 Dichas relaciones se encuentran en las obras franciscanas. Ver, Historia General, lib. 1, cap. X, p. 79: sobre la “canonización por diosa” de Cihuapipilti ; lib. 1°, cap. XIX, p. 103: calpulli como “iglesia de barrio”; lib. 10°, cap. IX,p. P á g i n a | 27 aprovecharon estas semejanzas para introducir el cristianismo; sin embargo, fueron cada vez más frecuentes los casos en donde los indios llamaban a otros indios para que volvieran a la veneración de sus dioses desacreditando a los frailes, y la de quienes se bautizaban pero continuaban en secreto con sus rituales. De ahí que muchos frailes como Sahagún, optaran por destruir todo vestigio prehispánico. De tal forma que “[…] luego de la destrucción de templos e ídolos, se edificaron iglesias en los antiguos lugares de culto prehispánico. El objetivo fue seguramente aprovechar la costumbre indígena de concurrir a ellos y sustituir los antiguos ritos por devociones cristianas, por supuesto cambiando el objeto del culto. Sahagún menciona tres casos: el de Tonantzin sustituido por la devoción a la virgen de Guadalupe en el Tepeyac, el de Toci por Santana en las cercanías de Tlaxcala y el de Telpuchtli por San Juan.”19 Al respecto, este hecho guadalupano evolucionó hasta convertirse en el hecho fundacional más importante de la futura nación. Los misioneros como agentes educativos por excelencia también se valieron de estos paralelismos para combinar las prácticas usuales en Europa con la praxis de las experiencias adoptadas en el continente con la población indígena; es decir, fue una improvisación de métodos pedagógicos. En el ámbito más formal, se contempló el sistema de escuelas medievales que apuntaba a la memorización de textos doctrinales, la interpretación de catecismos pintados (con un sistema de escritura jeroglífica similar a la que reproducían los tlacuilos en los códices anteriores a la conquista), y el canto de las oraciones (el cual se entonaba con el acompañamiento de ritmos de uso local).”20 Aunque fue la Iglesia Católica quien monopolizó la educación sobre la base filosófica de la escolástica, en esencia, hubo diferencias considerables entre las interpretaciones de cada una de las órdenes misioneras. En primera instancia, los dominicos, pertenecientes a la orden de Domingo de Guzmán (1170-1221), defendían la tendencia tomista, que comenzó por modificar la interpretación agustiniana del dogma religioso. Los franciscanos por su parte, criticaron al tomismo, y por consiguiente a los dominicos. Éstos optaron por seguir la línea de Juan Duns Escoto (1266-1308), quien 877: nahualli como “brujo”. También Cortés en sus Cartas de relación abunda en el uso de estos términos, en Verónica del Carmen, Murillo, op. cit., p. 221. 19 Ibídem, p. 253. 20 Pilar, Gonzalbo, Aizpuru (coord.), Gabriela, Ossenbach (colab.), Educación Rural e indígena en Iberoamérica, México: El Colegio de México; Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1999, p. 33. P á g i n a | 28 separó la filosofía de la teología y defendió el criterio de la imposibilidad de una fundamentación racionalista de la creación del universo a partir de la nada, como sostenían los defensores del dogma del surgimiento de lo existente por causa de la voluntad de Dios.21 Y finalmente, la tercera interpretación teológica prevaleciente en América fue la sostenida por la Compañía de Jesús (suaristas), quienes defendieron el criterio de la supremacía de la Iglesia sobre el Estado, y el derecho de la institución religiosa a educar dentro de sus dogmas y sin ningún control estatal. La orden de los jesuitas fue la de mayor presencia educativa. Ésta fue la más radical. Su concepción acerca de que el principio de autoridad provenía de Dios y no del soberano, sirvió para generar problemas con el papado y también con la corona, lo que desembocó a la postre su expulsión en 1767 de todas las posesiones españolas. En este sentido, las distintas órdenes misioneras tuvieron que hacer un verdadero esfuerzo en este afán de desarraigar e incorporar a los indígenas al cristianismo, esfuerzo que ocasionó ciertos enfrentamientos con los colonos, la Corona, e incluso las autoridades religiosas seculares, ya que efectivamente hubo misioneros con una postura conciliadora y defensora. Dado lo cual, la literatura menciona la acción de algunos religiosos como fray Bartolomé de las Casas, cuya actitud indigenista le valió el calificativo de Apóstol de las Indias, quien preconizaba la doctrina de libertad ante los abusos de poder; Bernardino de Sahagún, estudioso de la cultura azteca; Vasco de Quiroga, promotor de proyectos inspirados en las utopías renacentistas; y Antonio de Montesinos, quien denunciaba en el púlpito los abusos, la falta de legalidad y labrutalidad con la que se seguía haciendo guerra a los indios. En cuanto al ámbito educativo, fueron los jesuitas quienes desaprobaron la frecuencia de la instrucción bajo castigos corporales (azotes) y encierros. Ellos tenían una concepción del indio diferente a la de los conquistadores. De entre ellos, el proyecto educativo del franciscano Vasco de Quiroga consistió en la búsqueda de una población indígena letrada. Su propósito era poner en práctica la sociedad ideal concebida por Tomás Moro en la doctrina de la perfectibilidad de los indios basada en la filosofía del humanismo cristiano, aunque en términos prácticos su trascendencia fue mínima. 21 Roberto, Hernández, et. al., p. 36. P á g i n a | 29 Para cumplir con la orden de educar, los primeros misioneros iban de comunidad en comunidad para el adoctrinamiento, sin embargo, en razón de que las poblaciones crecían se vieron obligados a establecerse en las comunidades indígenas con mayor número de población. El hecho es que los misioneros se enfocaron especialmente en la educación de los hijos de las élites indígenas ya que pretendieron que éstos, una vez que estuviesen listos, se encargaran de ejercer una influencia cristiana en su comunidad en su papel de líderes legítimos. Así pues, las órdenes administraron doctrinas, misiones y colegios para los indios. Prácticamente, la intención inicial de los misioneros, según algunos autores, fue cristianizar respetando a los pueblos originarios; sin embargo, las nuevas orientaciones del Concilio de Trento (1563) y los intereses del rey, determinaron el viraje de la actitud de la Iglesia. De modo que siguiendo las consignas, los religiosos debían abandonar su postura indigenista y centrarse en lo que recomendaba la ortodoxia: la enseñanza del dogma católico a las distintas “razas” del Nuevo Mundo. 1.2.2 LA EDUCACIÓN BAJO LA CORONA La legislación real motivada por el humanitarismo cristiano para con los indios y el temor de que creciera una clase de encomenderos que pusiera en peligro la estabilidad de la corona española fueron algunas de las razones que explicaron, en parte, el declive de la encomienda en la segunda mitad del siglo XVI. Con el retorno de la competencia de las encomiendas individuales a la corona, “sus indios” cayeron bajo la autoridad real directa. “Ésta normalmente tomó la forma de corregimiento (o alcaldía mayor), en la que un oficial real nombrado corregidor (o alcalde mayor) era designado para ejercer el cargo de la jurisdicción colonial local. Sus deberes incluían el ejercicio de la justicia local, la exacción de los tributos de los indios, la ejecución de la legislación real y el mantenimiento del orden en la comunidad indígena.”22 Aunque igualmente se cometieron abusos por parte de los corregidores. A partir de entonces, se comenzó a tener injerencia directa en los indios a través de las encomiendas y la propiedad de la tierra, se explotó con más intensidad y con total 22 Leslie, Bethell, Historia de América Latina. América Latina colonial: población, sociedad y cultura, tomo IV, Editorial Crítica, Cambridge University Press, Barcelona, 1990, p. 162. P á g i n a | 30 impunidad la mano de obra indígena. Esta situación se intensificó en el territorio que hoy se conoce como Bolivia, debido a su explotación minera ubicada en Potosí, entonces parte del Virreinato del Perú. Dicho territorio llegó a convertirse en el mayor productor de plata del mundo hasta su decadencia a fines del siglo XVIII con el estancamiento de la minería, por lo que la Casa de Borbón se valió de la encomienda para imponer mano dura al trabajo de la mita (cada comunidad indígena se responsabilizaba de liberar una parte de su población masculina para trabajar por intervalos periódicos), así como al tributo indígena para minar sus pérdidas. En caso de que los indígenas no accediesen o se resistieran, tanto el clero como los encomenderos o corregidores tenían la capacidad de desterrar e incluso asesinar a los jefes locales. Incluso las mismas élites indígenas fueron partícipes de esta dinámica de opresión, en tanto pretendían conservar ciertos privilegios en razón de su linaje. Se hacía una distinción entre los indios de la clase alta, llamados “principales” y los de la clase baja conocidos como macehuales. A saber, el cabildo indio también fue una figura política que ayudó a institucionalizar la mano dura de la corona, al fungir como intermediarios entre ésta y la población india. En Perú, fueron los curacas quienes desempeñaron el papel de caciques universales como “gobernantes títeres”, intrusos y mediadores. Los jefes indígenas eran instrumentos de las instituciones españolas, los grupos dominantes necesitaban de la colaboración de éstos para poder imponer las estructuras coloniales. Por tanto, no fue sino gracias a la corrupción de las élites indígenas que se logró la dominación sobre los pueblos americanos. La orden de evangelizar y educar vino de arriba, es decir, de la Corona. La concesión que obligó a España a evangelizar a los naturales del Nuevo Mundo fue conocida como los “justos títulos”, pero de esto se encargaron también los religiosos. Uno de los primeros instrumentos, antes de evangelizar y en la lógica de la encomienda, fue la utilización del Requerimiento, un documento oficial pensado por los juristas de la corte dentro de la moral de la guerra justa, en el que su objetivo primordial era utilizar recursos “formales” y “legítimos” para explicarles a los indígenas su situación después del contacto, así como su sometimiento a los reyes de Castilla, mismos que habían sido “bendecidos” por el sumo pontífice al serles concedidas aquellas tierras. P á g i n a | 31 Se pretendió que el indio asumiera su propia opresión en condición de vasallo al monarca castellano y así legitimar la conquista. Al estar en condición de vasallaje, podían obtener de ellos un tributo y justificar la soberanía castellana en las “nuevas tierras”.23 El hecho de que los indios tuvieran que pagar tributo fue una réplica de las prácticas españolas en el viejo continente, en donde los colonos pagaban pecho. En América, el tributo se vio como una “obligación” de los indios al ser vasallos de la corona a cambio de “supuestos beneficios”; sin embargo la recaudación de dichos tributos se convirtió en un exceso. Durante el periodo colonial, los indios prácticamente se convirtieron en esclavos, la encomienda fue simplemente otro eufemismo de la opresión de los indígenas, y este tipo de acciones fueron justificadas a través de los ya mencionados requerimientos (la consigna era esclavitud para los que no se quisieran someter a recibir el evangelio cristiano). De hecho, los conquistadores justificaban la esclavitud argumentando que los indígenas ya eran esclavos en su propia sociedad nativa, por lo que debían continuar siéndolo de forma casi natural. Para someter por medio de la instrucción a los indígenas, desde los primeros tiempos de la colonización se instituyeron escuelas y universidades similares a las españolas en el territorio Hispanoamericano, acordes con el sistema educativo imperante en Europa. Es decir, en la primera fase educativa se enseñaba a leer mediante una cartilla o silabario (contenían letras u oraciones simples), y posteriormente mediante catones (presentaban breves textos)24; sus contenidos eran religiosos. La universidad confirió un nivel cultural más alto a la vida de las ciudades coloniales y se constituyó en un elemento de prestigio social. Sin embargo, la escuela, en estricto sensu, estaba restringida, ya que si bien hubo instituciones de enseñanza destinadas a españoles y a indios, sólo una pequeña parte de la población novohispana pudo tener acceso a ellas; el resto de la población(indios macehuales, españoles pobres, esclavos y mestizos) tenía que conformarse con la educación recibida en el hogar. 23 “El requerimiento, escrito en pergamino, tenía que ser comunicado a las autoridades de cada poblado indígena para que sus términos fueran aceptados de una manera razonable y pacífica. De no hacerlo sin violencia, se justificaba la guerra justa contra ellos, pudiendo esclavizarlos legalmente. La mayoría de las veces se leía simplemente como mero formalismo antes de atacar un poblado, sin un intérprete que tradujera los complejos conceptos que contenía. Miguel, Izard, y Javier, Laviña; Maíz, Banano y trigo. El ayer de América Latina; Editorial EUB; Barcelona, 1996, pp. 57-58. 24 Carlos, Newland, “La educación elemental en Hispanoamérica en el siglo XVII: permanencia y cambio en un entorno colonial”, en Alberto, Boom, Martínez, y Mariano, Narodowski, et al. (comp.), Escuela, historia y poder miradas desde América Latina, Ediciones Novedades Educativas, Argentina, 1997, p. 24. P á g i n a | 32 De estas escuelas salieron preparados miembros de la élite indígena, especialmente hijos de caciques, con conocimientos de la lengua castellana y con la habilidad para leer y escribir. Dado que en el siglo XVI, los indígenas de la clase alta fueron los que tuvieron la oportunidad para hispanizarse, la mayoría de los indígenas no aprendió la lengua castellana. “La adaptación de los nativos, en lo que al lenguaje, indumentaria, actividades sociales, productividad económica y vida cotidiana se refiere, dependía de la clase y posición que disfrutaran los indios, su proximidad a los centros de población española y el carácter de las relaciones relevantes entre indios y españoles. Sólo con respecto a la religión encontramos una enseñanza extendida en el lado español […]”.25 Por otro lado, una segunda estrategia para educar a los indios consistió en que el clero regular instalara en las reducciones escuelas elementales que los indígenas iban a tener que financiar con sus propios fondos comunales. Sin embargo, este proyecto funcionó medianamente tan sólo en las escuelas urbanas, porque en las rurales no había suficiente demanda y la calidad educativa fue baja. Asimismo, se predicó en lenguas autóctonas y no en español, hecho que comenzaría a marcar ciertas diferencias con respecto a la demás población “instruida”. En cuanto a este punto hay ciertas divergencias, Roberto Hernández y Elsa Vega apuntan que “la enseñanza elemental era prácticamente nula desde el Bravo hasta la Patagonia; desatendida por las autoridades gubernamentales y religiosas que no sentían la necesidad de crear instituciones de ese nivel.”26 Aunque convergen en que fue la familia o maestros particulares los que se encargaron de la educación. Para abrir escuelas privadas era necesaria una licencia del cabildo, que requería de un examen al maestro por una comisión de delegados municipales y eclesiásticos. Posteriormente, se estableció el orden de la instrucción religiosa y la uniformidad en los textos doctrinales destinados a la docencia, sobre todo, el catecismo del jesuita Jerónimo Ripalda; es decir, hubo una sistematización o formalización de la pedagogía colonial basada en el memorismo y la repetición, igual que en la metrópoli. Aunado a estos conocimientos, se encontraban la iniciación sacramental y la participación en la Misa. 25 Leslie, Bethell, op. cit., p. 182. 26 Roberto, Hernández, op. cit., p.16. P á g i n a | 33 Por otro lado, la currícula siempre incluía aritmética elemental, costura y bordado para las niñas, y a veces, geografía, urbanidad, elementos de gramática e historia y latín.27 Éstos contenidos y métodos hacían entrever con más firmeza las diferencias entre castas, perpetuando así las diferencias sociales y arraigando más la obediencia de los indígenas, haciendo más evidente que los distintos niveles de enseñanza correspondían a un criterio segregacionista. También habría que mencionar el uso recurrente de castigos físicos para el aprendizaje que luego fue sustituido por “incentivos” basados en premios y castigos, sustentados en la ridiculización y vergüenza de los alumnos. El hecho aquí es que ciertamente fue una minoría la que tuvo acceso a la instrucción elemental escolarizada y que los estudios superiores, aún más restringidos, estuvieron apegados a las normas de la escolástica que centraba toda la formación cultural en la teología y la jurisprudencia. Asimismo, este contenido en términos de conocimiento acotado, demuestran la necesidad de “educar” a los indígenas para enajenarlos completamente de su realidad de opresión política, económica y espiritual, ante un nuevo escenario de trabajo forzado, excluidos totalmente de la sociedad dominante. En este sentido, retomando a Erich Fromm, éste define a la enajenación como un modo de experiencia en que la persona se siente a sí misma como un extraño, en donde no se siente a sí mismo como creador de sus propios actos, sino que sus actos y las consecuencias de ellos se han convertido en amos suyos, a los cuales obedece y quizás hasta adora. La persona enajenada no tiene contacto consigo misma ni con otra. En consonancia con estos planteamientos, Carlos Marx define la alienación o enajenación como aquella circunstancia en la que vive toda persona que no es dueña de sí misma, ni es la responsable última de sus acciones y pensamientos, aquella condición en la que vive la clase oprimida en toda sociedad de explotación.28 La enajenación del indígena en un contexto social de subordinación es respuesta de la educación que se les proporcionó. Dicha labor educativa siempre estuvo vinculada con la tarea evangelizadora, por lo que no se encuentran en este periodo “escuelas formales” ni seculares. Sin embargo, a pesar de los vicios que pudiese traer la primera instrucción colonial, aunados a la imposición y dominación de los indígenas, no se impidió que se originara una cultura creada, una cultura 27 Carlos, Newland, op. cit., p. 24. 28 Erich, Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Madrid: FCE, 1992, p. 105, en María Adela, Rey Leyes, “Paulo Freire: ¿Pedagogo o Político?”, en Revista Iberoamericana de Educación, p.1, disponible en: http://www.rieoei.org/deloslectores/569Rey.PDF. Consultada el 05 de enero del 2011. P á g i n a | 34 mestiza que se apropiara del lenguaje de los europeos; que si ya no representaba la cultura de los pueblos originarios, tampoco la de los colonizadores.29 Aquí comienza la exclusión de los indígenas, el paternalismo de parte de las políticas de la corona y la Iglesia, instituciones que los fueron marginando de cualquier participación política en la sociedad colonial. La incapacidad para entender su idioma y sus necesidades, tradujo su “asimilación” e “integración” en un aculturamiento y despojo de su ser, convirtiéndolos en sujetos pasivos sin voz. 1.2.3 LA EDUCACIÓN EN EL OCASO DEL PERIODO COLONIAL En el siglo XVIII, el campo del conocimiento y las revoluciones que comienzan a darse en el viejo continente, permearon sólo en parte el campo económico e ideológico en América. Dentro del pensamiento ilustrado europeo comienza a conflagrarse un cambio sistémico y de pensamiento que alcanzaría a hacer eco hasta el siglo siguiente en el nuevo continente. Algunos autores mencionan que dado a que el conocimiento ilustrado europeo llegó a través de fuentes secundarias, ciertos aspectos del pensamiento estaban vedados o fueron cuidadosamente omitidos. Así lo expresa José María Matas: “A pesar de la radical expulsión de los jesuitas […] llevada a cabo por el ilustrado gobierno de Carlos III, las ideas españolas en materia religiosa predominaron sobre el libre pensamiento
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