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Universidad Nacional Autónoma de México Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. (Con Orientación en Sociología de la Cultura). La Revista “Política” (México, 1960 – 1967). Análisis Sociológico y Cultural de la Ideología Política. T E S I S Que para Optar por el Grado de Maestría en Estudios Políticos y Sociales, Presenta: Rubén Santamaría Vázquez. Tutor: Doctora Laura Baca Olamendi. (Con adscripción a la FCPyS, UNAM). México, D. F., Febrero del 2015. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Índice. Introducción…………………………….……………………………………………….. I - XXII Capítulo I. El Carácter Político del Periodismo y la Prensa en México…………................... 1 I.1. Periodismo Político y Prensa de la Independencia a la Revolución….....…...2 I.2. La Construcción del Sistema Político Moderno en México y la Conformación de las “Izquierdas” (1914-1970) ……………….….....… 22 I.2.1. Antecedentes del Sistema Político Moderno en México (1914 - 1952) …………………….…………………….….….. 23 I.2.2. La Consolidación del Régimen Presidencialista (1952-1957) .……..….. 39 I.2.3. El Carácter Conservador del Régimen Político (1959-1970) ….………. 45 I.3. El Cambio de Carácter del Discurso Político en el Periodismo y la Prensa en México ……….…………..……………….………..………… 53 I.4. Los Inicios de la Prensa Empresarial y Subordinada ………......………… 59 I.5. El Carácter del Control Político y de la Censura en la Prensa Moderna Mexicana ……..……..………………………………….…………. 67 I.6. Las Tradiciones y los Usos en el Periodismo Mexicano de los años Sesentas …..………………………………………..…………… 72 I.7. El Carácter del Control Político del Periodismo Mexicano en las Revistas de los años Sesenta ……..…………………………..………. 87 Capítulo II. La Fundación y la Estructura de la Revista “Política”……..……………..… 98 II.1. La Fundación de la Revista “Política”………………………….………… 99 II.2. Estructura General de la Revista “Política”………………………….……105 II.3. La Estructura de la Información y la Estructura de la Opinión……...…. 107 II.4. El Diseño Editorial y la Tendencia Político-Ideológica ….……………... 114 II.4.1. La Publicidad y la Propaganda …………………….……..………… 114 II.4.2. La Portada …………………………………………….……………… 118 II.4.3. La Información y la Opinión Gráficas……………………………… 123 II.4.4. El Suplemento ……………… …..…………………………………… 134 II.4.5. La Sección Cultural ………………………………………………….. 137 Capítulo III. El Discurso Político Ideológico en la Revista “Política”: la Determinación Sociocultural en la Producción de Ideología Política…………………………….…………………………….. 150 III.1. Los Intelectuales de la Revista “Política”. Individuación y Agrupamiento (núcleo duro, unidades generacionales y subgrupos) ………………………………………………………..……... 151 III.2. El Temario Global de los Artículos de Opinión………………..…………. 173 III.2.1. La revolución Cubana en el Discurso de la Revista……..........……… 175 III.2.2. La Interpretación Ideológica de los Conflictos Sociales Nacionales ………………………………..............…………… 183 III.2.2.1. Las Manifestaciones Estudiantiles …….………………….………. 183 III.2.2.2. Presos Políticos..……………………………….…………………..… 191 III.2.2.3. El Movimiento de los Médicos..……….…….……………………… 198 III.2.2.4. El Intento de Democratización del PRI ……. ………………….… 201 III.2.2.5. El Movimiento de Liberación nacional…………….………………. 206 III.3. La Conceptualización y el Sistema de Pensamiento Marxista como Esquema de Interpretación …………...…………………………… 211 III.3.1. Imperialismo …….……………………………..……………………. 212 III.3.2. Revolución ……….……..…………………………….…….……….. 215 III.3.3. Pueblo ……………………………………………….………..……… 222 III.3.4. Socialismo ………………………………………............................... 227 III.3.5. Burguesía …………………………………………..……………….. 233 III.3.6. Progreso ………….………………………………………………….. 236 III.3.7. Izquierda ……………………………………………………………. 240 III.4. El Liderazgo en la Revista “Política” (Agrupamiento, Escisión y Cierre) ………………….………………………………………. 244 Conclusiones …….…………………….……………………………………………………. 283 Bibliografía ………….………………………………………………………………………. 301 Hemerografía …..….………………………..……………………………….……………… 309 Anexo 1. Bibliografía del Grupo de Colaboradores (núcleo duro) de la Revista “Política” …….….……….………………………………………… 310 I Introducción. Abordamos aquí el estudio sociológico de la producción de ideología a través del análisis de la revista “Política”, que se publicó en México durante el periodo de mayo de 1960 a diciembre de 1967. Elegimos esta temporalidad porque, como sabemos, ese periodo se caracteriza en México y el mundo como una época de fuerte radicalización de ideología política, proceso conocido como la Guerra Fría, que generó, a saber, identidades políticas e ideologías “duras”, en medio de cambios socioculturales en los que se tensaron tradiciones y modernidades diversas, y cambios conceptuales profundos; tiempo en el que la sociedad política mexicana se polarizó en sentido ideológico. Elegimos a la revista “Política” por tratarse de un medio impreso que, en su momento, se declaró independiente, de izquierda opositora y de periodismo con proyecto político, en un entorno político, económico y social en el que el periodismo de carácter político en México,estaba dominado por el dispositivo simbólico del régimen de partido oficial, presidencialista y corporativista, con ideario en el “nacionalismo revolucionario”, y con fuertes tendencias conservadoras que se inclinaban hacia la “derecha” ideológica, empresarial y clerical. Como premisas teórico conceptuales de esa elección de objeto, tenemos que la producción de discursos es una práctica social susceptible de ser condicionada por las ideologías, y que la ideología política no es una práctica individual sino colectiva, es decir, social (aunque no implica necesariamente a toda una sociedad, comunidad o cultura sino a grupos organizados), que además, como texto escrito y discurso1, la ideología política se hace pública y se conserva en el tiempo, todo lo cual permite analizarla como objeto de estudio sociológico. Como ubicación teórica general, entendemos aquí la sociología como el estudio de relaciones2 entre individuos, redes de competencias, dependencias e interdependencias3, que producen formas4 como grupos, corporaciones, instituciones, comunidades, Estados, gobiernos. Formas sociales que, en la puesta en juego de competencias individuales y colectivas, generan tensiones entre sí, edificando configuraciones5 temporales en las que coexiste la individualidad y la colectividad. Estas competencias se expresan en discursos a través de los cuales se construyen identidades6, a partir de interpretaciones7 basadas en estratos de saberes vivenciales, 1 Nota: En su acepción más semántica y sociológica (la sociología como “relación” entre personas), el concepto de “discurso” “designa toda enunciación que supone un hablante y un oyente” (P. Ricoeur), y que por extensión designa también toda enunciación que supone un escritor y un lector para su realización como texto. 2 Georg Simmel, Sociología: estudios sobre las formas de socialización, Revista de Occidente, Madrid, 1977. 3 Para abundar en esta concepción véase: 1) Norber Elías, Sociología Fundamental, GEDISA, Barcelona, 1995, 2) Norbert Elías, El Proceso de la Civilización, FCE, México, 2010, páginas 15 a 25. 3) Gina Zabludovsky, Norbert Elías y los Problemas de la Sociología, FCE (breviarios número 558), México, 2007. 4 Georg Simmel, Ob. Cit. 5 Norbert Elías, Ob. Cit. 6 Teun A. Van Dijk, La Ideología y el Discurso, Ed. Ariel, España, 2003. II intelectuales y generacionales8, en tradiciones y modernidades y en esquemas de interpretación9, constituyendo en su conjunto sistemas simbólicos10 como la ideología, en la que se comparten y se diferencian determinados atributos asignados y auto-asignados11, horizontes de interpretación12 que dinamizan, en el discurso, estratos temporales13 y conceptos cuya historicidad va más allá (en el pasado y en el futuro) del tiempo presente en que se originó la interpretación. Todo lo cual ubica nuestro estudio en campos semánticos como la historia de las mentalidades, la historia conceptual; la historia social; la historia factual; la semántica de los conceptos; el análisis del discurso14; la construcción de identidad política a través de la escritura (literaria, histórica, periodística); la referencialidad contextual o semántica; la conformación de grupos políticos por su característica intelectual, generacional y sociocultural; la relación de los intelectuales y la política, los liderazgos y las escisiones políticas. Estos campos semánticos y los ámbitos de sentido que ponen en marcha, conforman nuestro marco conceptual; fueron sugeridos por el mismo objeto de investigación al interrogarlo en un acercamiento previo, y en un alejamiento producido por las materias cursadas y las orientaciones obtenidas en la Maestría en Estudios Políticos y Sociales, que permitió afirmar esa elección al producir esa distancia metodológica, para luego de enriquecida esa primera observación, volver con la mirada sociológica al objeto de estudio, aquí construido como tal, para producir la comprensión y el entendimiento de una ideología política. Los contenidos del texto como discurso político ideológico de la revista “Política”, refieren a la interpretación de acontecimientos de una realidad presente (nacional e internacional), contemporánea a la producción del texto y a sus creadores. Esa referencialidad constituye una semántica, una relación de los signos con lo que nombran, juzgan, critican y connotan. De esta relación no nos interesan los grados de verdad o de mentira del discurso individual y colectivo (que fundan la Filosofía de la Historia desde una definición de lo que es verdad o es mentira según el que la escribe), pues “la relación del presente con la verdad es móvil y no 7 Nota: Entendemos aquí el concepto de “interpretación” como ejercicio del intelecto en el que se atribuye sentido y valor, y que se enuncia de alguna manera que es, en todo caso, de signos y/o de símbolos. Ver: 1) Paul Ricoeur, Tiempo y Narración tomo I (configuración del tiempo en el relato histórico), Siglo XXI, México, 2009, páginas 169 a 208. 2) Paul Ricoeur, Teoría de la Interpretación: discurso y excedente de sentido, UIA, México, 1995. 8 Alfred Schultz, Las Estructuras del Mundo de la Vida Amorrortu, Argentina, 1977. 9 Reinhart, Koselleck, Los estratos del tiempo: estudios sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, p. 215. 10 Clifford Geertz, La Interpretación de las Culturas, Gedisa, Barcelona, 2000, página 173. 11 Gilberto Giménez, Estudios Sobre la Cultura y las Identidades Sociales, CONACULTA-ITESO, México, 2007. 12 Hans- Georg Gadamer, Verdad y Método, Ed. Sígueme, Salamanca, 1998. 13 Reinhart, Koselleck, Ob: Cit., página 15. 14 Alejandro Raiter, Julia Zullo, et. al., Discurso y Ciencia Social, EUDEBA, Argentina, 1999. III estructural”15. Nos interesan los recursos discursivos y las circunstancias políticas, sociales, grupales e individuales como un entramado a través del cual fueron interpretados los acontecimientos, esto es, la construcción social del texto por un colectivo de intelectuales. Nos interesa analizar quiénes escribieron, qué condicionamientos socioculturales los conformaron como intelectuales, porqué escribieron como escribieron, porqué escribieron de lo que escribieron, qué corrientes de pensamiento les influyeron, qué tradiciones reinterpretaron, qué modernidades activaron, es decir, qué relaciones, competencias, interdependencias y tensiones individuales y colectivas, políticas, sociales y culturales hicieron posible la producción de determinados contenidos en el discurso de la revista, lo cual permite establecer las características de una mentalidad política, esto es, la ideología política como un sistema simbólico, inmerso en un sistema cultural. Como elemento y producto de un sistema cultural16, la ideología política es una interpretación producto de la aplicación individual de saberes adquiridos, y esquemas de interpretación aplicados de manera colectiva a acontecimientos políticos o politizados, en los que quienes interpretan están implicados o se implican de alguna manera y pretenden implicar a otros, a través de creencias sustentadas en ideas, conformadas individualmente por experiencias vivenciales, generacionales y/o adquiridas de manera intelectual, que producen expectativas de futuro en función de intereses, interdependencias y competencias al interior de un grupo y con respecto a otros grupos, en un contexto político, económico y sociocultural específico y determinante, de tal manera que se da en los componentes individuales (consciente o inconscientemente) una identificacióngrupal de sí mismos, y una diferenciación del otro o los otros: la legitimidad de una identidad de carácter político, la producción de ideología como proceso operativo de una <<identidad política>>17. Esa definición de ideología se articuló, en el proyecto que orientó este estudio, como una hipótesis teórica para alcanzar una comprensión de la ideología política, que sea más adecuada a la sociología de los estudios culturales (un concepto de ideología política no despectivo18), de manera que marque una diferenciación de la Psicología, de la Ciencia Política, de la Economía y de la Historia: la ideología como discurso de construcción, legitimación y conservación de una identidad política, en un contexto específico y en un momento determinado, pues “las ciencias sociales no han desarrollado todavía una concepción no evaluativa de la ideología”19. La ideología en general, y la ideología política en particular, han sido estudiadas y caracterizadas como “nobles mentiras” (Platón), deformaciones del lenguaje en su uso político 15 Reinhart Koselleck y Hans Georg Gadamer, Historia y Hermenéutica, Paidos, Barcelona 1997, página 44. 16 Nota: Para abundar en esta categoría teórica ver: “Ideología Como Sistema Cultural”, en: Geertz Clifford, La Interpretación de las Culturas, páginas 171 a 203; y Paul Ricoeur, Ideología y Utopía, Gedisa, España, 1999. 17 Ver: Erik Erikson, Identidad, Taurus, Madrid, 1981. 18 Paul Ricoeur, Ideología y Utopía, Gedisa, Barcelona, 1999, páginas 278. 19 Clifford Geertz, Ob. Cit., página 173. IV (Federico Hegel); “deformación de la realidad”, de dimensión social y de determinación “histórico estructural” universal (Karl Marx); derivaciones complejas de ideas simples (Wilfredo Pareto); “falsa consciencia” (Georg Lukács); sistema de representación existente en la historia solo a partir de la sociedad de clases (Louis Althusser); legitimación de la autoridad (Max Weber); “falsas interpretaciones de la experiencia” (Karl Mannheim); proceso de comunicación como acción simbólica no diferenciada de la acción instrumental, movida bajo un motivo de interés, que produce una deformación de la comunicación, la cual constituye un conflicto (Jürgen Habermas)20; “desviaciones de la objetividad científica” (Talcott Parsons)21. Todas estas posturas, que pertenecen a las más importantes corrientes teórico conceptuales que se han pronunciado en relación a la ideología, construidas en la base del positivismo de las ciencias sociales, centran su atención en el estudio y la explicación de la ideología como deformación, con postulados como la determinación de la infraestructura sobre la superestructura, el interés de clase, la acción social como una acción siempre racional, la legitimación como un ejercicio de poder, la subjetividad como causa de tensiones sociopolíticas, las incongruencias entre el sistema social y el sistema de la personalidad, la teoría del interés y la teoría de la tensión social; todas convergen en la metodología de la causalidad y la estructura, de manera que el proceso de simbolizar y significar, así como el contexto específico de las relaciones sociales, de las relaciones conceptuales y de las relaciones socio-simbólicas, que son todas condiciones de posibilidad del modo de hacer ideología y del modo de expresarse que tienen las ideologías, no han sido tomadas en cuenta por esas posturas positivistas. Aquí no pretendemos seguir esa línea de tradición en la teoría crítica, la ciencia política en su vertiente de teoría del conflicto, la sociología del conocimiento y la sociología funcionalista. En particular porque, primero, solo se ha estudiado la ideología en sí misma respecto de lo que la promueve y a sus causas, y no cómo se produce, cómo opera o cómo funciona; no se ha realizado la pregunta por “cómo un interés social [y político] puede ser expresado en un pensamiento, en una imagen o en una concepción de la vida […] extraña alquimia por la que se da la transformación de un interés en una idea”22; y segundo, como mostró Karl Mannheim al observar la paradoja en la que él mismo cayó: analizar ideología es hacer ideología23, lo cual constituye una “resistencia de la ideología al análisis sociológico”24. Nos interesa el concepto hermenéutico y semántico de ideología como sistema cultural que se encuentra en Clifford Geerz y Paul Ricoeur, pues, por lo que se expone en esta introducción con base central en esos autores, nos permite un más profundo acercamiento al estudio sociológico de la ideología 20 Paul Ricoeur, Ob. Cit. páginas 275 a 287. 21 Talcott Parssons, citado en: Clifford Geertz, página 175. 22 Paul Ricoeur, Ob. Cit. Página 53. 23 Karl Mannheim, en: Paul Ricoeur, Ob. Cit., páginas 275 a 287. 24 Clifford Geertz, Ob. Cit., página 173. V política, a partir de un análisis de los aspectos sociales que están en torno de su producción y práctica. Pensamos que la propuesta que aquí planteamos permite evitar la paradoja de Mannheim, lo cual constituye nuestra hipótesis de trabajo25. La paradoja de Karl Mannheim, nos conduce a proponer un estudio de la ideología no precisamente en el sentido de un análisis libre de valoraciones o de pretensiones analíticas “neutrales” (como el mismo Mannheim lo planteó), pues esto nos mantiene en el concepto evaluativo de ideología, ya que analizar la ideología política considerando la diferenciación verdadero/falso, de un discurso respecto de una “realidad”, es aplicar un sistema normativo, y todo sistema que juzga es un sistema ideológico26, con lo que caemos en la misma paradoja; sino bajo la aceptación y reconocimiento de que se trata del estudio de una interpretación y, sobre todo, el reconocimiento y especificación del material teórico conceptual (y la tradición intelectual de pertenencia) a través del cual se realizará la interpretación de esa interpretación, de ahí que no se trata de conocer, pues esto nos ubicaría reiteradamente en un determinado “sistema de verdad”, sino de comprender y entender, de manera que sustituimos metodológicamente el concepto de verdad por el de comprensión, y el de conocer por el de entender27, instalándonos así en la arquitectura teórico-conceptual que tiene como columna vertebral a Georg Dilthey, Ernest Cassirer, Hans-Georg Gadamer, Clifford Geerz, Paul Ricoeur, cuyo punto cardinal alcanza su clímax en el debate Kuhn/Popper durante los años sesenta del siglo XX28. Esto es, el giro hermenéutico en Ciencias Sociales y el problema de la verdad en hermenéutica. Así, consideramos en el análisis hermenéutico a la ideología política como un sistema simbólico y a la hermenéutica no como “una ciencia experimental en busca de leyes [y de verdades], sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”29. Pensamos que solo así es posible responder, acerca de la producción de ideología política en sentido sociológico, a las preguntas de ¿falsa consciencia, para quién?, ¿desde qué espacio de observación?, ¿en torno de qué relaciones individuales y grupales?, ¿con qué intereses?, ¿aplicando qué esquemas de interpretación?, ¿con qué recursos retóricos y obtenidos de qué tradición o modernidad?, ¿en el 25 Nota: no negamos aquí las funciones de la ideología política como persuasora, deformadora de la “realidad”, legitimadora de unos y des-legitimadora de otros, representativa de intereses y de tensiones, re semantizadora de rituales fundacionales repetidores de los orígenes (función mítica que constituye el sentido patológico de los procesos ideológicos –P. Ricoeur--) y, a la vez, propulsora de utopías; que son todas funciones productoras de “imágenes esquemáticas del orden social” –P. Ricoeur--, antesbien, sabemos que las encontraremos en el análisis del discurso y las señalaremos como tales funciones. En nuestro caso, y de acuerdo con Paul Ricoeur y Clifford Geerz, consideramos la función de la ideología política como una función integradora de identidad política –individual y grupal--. 26 Paul Ricoeur, Ob Cit., páginas 191 a 211 y 289 a 303. 27 Véase al respecto: Hans-Georg Gadamer, Ob. Cit. 28 Véase: 1) Thomas S. Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas, FCE (breviarios número 213), México, 2000. 2) Thomas S. Kuhn, ¿Qué son las Revoluciones Científicas?, FCE, (beviarios número 215), México, 1988, 187 pp. 3) Karl Popper, Conjeturas y Refutaciones: el desarrollo del conocimiento científico, Paidos, México, 1972. 4) Karl Popper, La Miseria del Historicismo, Alianza Ediciones, Madrid, 1973. 29 Clifford Geerz, Ob. Cit., página 175. VI contexto de qué tensiones sociopolíticas y socioeconómicas?, es decir, preguntándonos acerca de la historicidad hermenéutica (y su contexto) de una determinada –espacial y temporal-- producción de ideología política. De esa manera también evitamos caer en el presupuesto del <<observador absoluto>>30, de carácter positivista, que implica también un sistema de verificación. Este sistema de verificación que es también de comprobación, que se encuentra en el centro mismo de la problemática de Karl Mannheim, es sustituido aquí por un análisis de interpretación sociocultural de la ideología política como sistema simbólico, haciendo notar en cada “momento” del análisis el “espacio” desde el que se observa, quién interpreta, bajo qué influencias y con qué medios de interpretación, es decir, qué factores socio-culturales determinan la atribución de sentido y de valores a acontecimientos presentes, pasados y futuros, en la dinámica del “triple presente”31 que implica la elaboración de un texto. Dado que en la producción y práctica de la ideología política se implica de manera intrínseca la práctica política y, siendo que la política no es un concepto descriptivo sino polémico32, el estudio de la ideología política bajo las premisas de la ciencia política, la economía política y la filosofía política ha resultado en práctica política, con influencia sobre las Ciencias Sociales de la segunda mitad del siglo XX y, pensamos, en lo que va del siglo XXI. Proponemos aquí su estudio desde la perspectiva sociológica de la hermenéutica, que nos acerca al concepto de ideología como una práctica de interpretación (y por tanto como un sistema simbólico), y al concepto de política en su acepción como ejercicio del poder que, en la búsqueda de obtenerlo y/o enfrentarlo suscita un conflicto de interpretaciones, mediadas por sistemas simbólicos y esquemas de interpretación determinados por procesos socioculturales. Entendemos aquí un sistema cultural como el contexto –y entramado-- de relaciones y referencias simbólicas de prácticas como el arte, la educación, la economía, las relaciones de pareja, el entretenimiento, las relaciones de parentesco, la religión… pero también la política. Esto genera una problematización entre el concepto de política y el concepto de cultura, la política de la cultura, la cultura política y la práctica de la política, como prácticas culturales; problematización que pone en un centro neurálgico los objetivos y la intención de cada una de ellas por su lado, en torno también de la problemática relación, en Ciencias Sociales, entre la idea y la acción, entre lo individual y lo colectivo, entre lo objetivo y lo subjetivo. Pero, mientras se siga estudiando la ideología política desde la metodología predominante del positivismo sociológico que aplica sistemas de veracidad y de valoración, se seguirá haciendo ideología en las Ciencias Sociales; de ahí que nuestra propuesta metodológica sea la aplicación de un aparato teórico conceptual y metodológico de comprensión, que se diferencie de un 30 Paul Ricoeur, Ob. Cit., página 200. 31 Paul Ricoeur, Tiempo y Narración, tomo I (configuración del tiempo en el relato histórico), Siglo XXI, México, 2009, página 124. 32 Idem. VII aparato teórico conceptual y metodológico de comprobación y verificación, entendida la “comprensión” como la observación y el despliegue de las conexiones de los elementos socio- culturales entre sí (esto es, la operatividad de un sistema) que alimentan y nutren la significación en un ejercicio de atribución de sentido y de valor, es decir, de interpretación33. Para el estudio de la ideología como un sistema simbólico, que implica una concepción no despectiva de la ideología política, se tendría que observar el discurso ideológico de la revista “Política”, desde el mismo punto de vista (o interpretación) y contexto de quienes lo produjeron, interrogándolo en su propia historicidad, lo cual ciertamente genera un círculo hermenéutico en torno de la relación con su contexto. Para romper dicho círculo (o evitar que sea vicioso), aplicamos la semántica cultural e histórica, la historia efectual, el análisis de la historicidad y la semántica de los conceptos como historia de las ideas, que son campos de sentido que permiten entrar y salir de un texto, llevando y trayendo elementos componentes unitarios de su discurso, para establecer sus usos y significaciones en distintos contextos espacio-temporales, y comprender su semiótica y su semántica como funciones socioculturales de una práctica política, y elementos constituyentes de un sistema que por todo eso es un sistema cultural. Este análisis de lo socio-simbólico se aplicará a partir de la observación de: 1) Las relaciones al interior del grupo de la revista “Política” (liderazgo, coherencia, escisiones, homogeneidad, diferenciaciones, rupturas). 2) Las características socioculturales de los intelectuales (como individualidades) que realizaron el discurso que analizamos, en su relación con la política como ejercicio de poder, a través del análisis biográfico y contextual. 3) El Análisis conceptual del discurso –su historia fuera del discurso, su historicidad o temporalidad en el discurso y estos dos aspectos en relación a la referencialidad del contexto que le da carácter de presente o contemporáneo. 4) Los modelos de explicación (causal y narrativa) y argumentación (histórica, económica, sociológica, jurídica, etc.) del discurso como paradigmas (es decir, con Tomas Khun, modelos) normativos de las prácticas discursivas en la producción de ideología política. 5) La construcción textual de identidades políticas y socioculturales – como procesos de mismidad, alteridad, otredad--. 6) Las estructuras socio-antropológicas del texto --sistema de valores, sentido común--. 7) La observación de los modos de aplicación en el texto de sistemas de pensamiento como esquemas de interpretación –la misma Sociología, la Ciencia Política, la Ciencia Económica, la Historia--. 8) Las estructuras formales del discurso -- el carácter académico, periodístico, propagandístico, literario, y los estilos--. 9) Los contextos de interpretación del ---y en el—discurso. Así, en la tradición hermenéutica, haremos múltiples lecturas de un mismo texto, para alcanzar la comprensión y el entendimiento de una ideología política y las mentalidades que la desarrollaron como discurso legitimador de identidad política, en la inteligencia –con Paul 33 Para el concepto de comprensión en sentido metodológico véase, Hans-Georg Gadamer, Ob. Cit. Y Paul Ricoeur, Ob.Cit. VIII Ricoeur-- de que la hermenéutica es la disciplina que se encarga de la comprensión de textos, no de la comprobación de su veracidad referencial. En seguida articulamos metodológicamente esos nueve campos de observación, interpretacióny análisis. En las relaciones entre la revista “Política” y su tiempo identificamos dos dimensiones de la ideología34: la dimensión social y la dimensión discursiva, la interioridad y la exterioridad del texto. En la primera observamos las relaciones individuales, grupales e institucionales en que estaba implicado el discurso de la revista y el colectivo que lo realizó; en la segunda observamos los recursos de interpretación de las individualidades del grupo (las suposiciones, las metáforas, la explicación, la fundamentación, la valorización, la evaluación y la argumentación) utilizados para la producción de ese discurso, apuntando a que también tienen su carácter colectivo y su determinación social. Estas dos dimensiones de la ideología política (la semántica social y la semiótica formal) se relacionan en plexos que conforman una de las características más importantes de la producción socio-cultural del texto. A partir del análisis semántico y semiótico del discurso de la revista “Política”, desplegamos otro de los elementos de la producción socio-cultural del texto: las relaciones y las interacciones (la sociología) de un grupo de intelectuales con el poder, con la ideología, con otros grupos sociales y políticos, con su tiempo, con sus propias tradiciones intelectuales y expectativas políticas de futuro, y con los acontecimientos políticos más importantes de su época. Este aspecto de nuestro análisis constituye una interpretación de la interpretación de ese colectivo, una observación de la observación, una doble hermenéutica: la interpretación de su época por parte de los colaboradores (plasmada en los textos de la revista “Política”) y nuestra interpretación de esa interpretación. Mi interpretación del discurso de la revista (es decir, la asignación de sentido y valor) se sustentará en la aplicación de saberes adquiridos en mi formación intelectual y representados, en cierta medida, por los autores de la bibliografía citada, así como en el marco teórico conceptual y metodológico explícito en esta introducción, que constituye, en parte, mi tradición intelectual. La interpretación del pasado y de los hechos de su tiempo, por parte de los colaboradores de la revista (registrada en los textos fijados en ella), tiene su sustento en elementos socioculturales (que en nuestra investigación exponemos) de su proceso individual de socialización, y la aplicación de sistemas de pensamiento como recursos de interpretación adquiridos en su formación profesional y sus prácticas políticas, compartidos en grupo. Así, nuestra metodología y conceptualización, para el análisis del discurso ideológico realizado por un grupo de intelectuales en la revista “Política”, se ubica (como centralidad pero no como factor único) en los terrenos de la Sociología Interpretativa. La hermenéutica, como ciencia de la interpretación y de la comprensión de textos, en cuanto a su producción, su recepción, su relación con los referentes a los que aluden, la temporalidad 34 Teun A. Van Dijk, La Ideología y el Discurso, Ed. Ariel, España, 2003, página 12. IX de sus significaciones, el sentido de sus ideas, se apoya, entre otros recursos, en el análisis del discurso y la semántica histórica. Ubicados en el campo de la hermenéutica histórica y sociocultural, consideramos el texto de la revista “Política” como un objeto físico de contenido simbólico (de carácter escritural), que conserva la huella de interpretaciones y valoraciones políticas de acontecimientos, personajes, grupos e instituciones que se enfrentan en el espacio del sistema político mexicano de los años sesenta, con un lenguaje político y un mensaje político. Se trata de un discurso político que hace de la revista que lo contiene, y del colectivo que lo produce, un actor político en el escenario de la confrontación ideológica de su tiempo, que enfrenta al poder político y a los grupos de poder económico; que da voz a otros grupos que se enfrentan al poder político establecido y legitimado, y que pretende influir en otros grupos y crear opinión pública. El texto contiene así voces múltiples y es a su vez un discurso colectivo, que conserva las características de estilo, tradiciones, esquemas de interpretación, sistema de valores, representaciones sociales y culturales de las individualidades que lo crearon (singularidad del texto35), que proyecta también las relaciones de esos individuos entre sí y su pertenencia generacional, y caracteriza al colectivo como un grupo, que comparte opiniones (colectividad del texto36), acepta liderazgos o, a saber, se escinde: manifiesta tensiones entre la individualidad, el liderazgo ideológico, lo colectivo, el poder político establecido y la legitimidad de la autoridad. La relación del texto con su contexto se configura como una metodología, un recurso para el análisis sociológico de la interpretación ideológica de acontecimientos, interpretación que los autores del discurso de la revista “Política” realizaron en su escritura. Así, un contexto se conforma como “la condición semántica de producción de un texto”37. Los contextos de interpretación, al ser creados y utilizados por nosotros (entre otros recursos) para comprender el discurso de la revista “Política”, se constituyen como <<contextos metodológicos>>38. “El modelo contextual […] aporta toda la información relevante para la interpretación del discurso”39. Permite encontrar las relaciones entre el texto y la situación sociopolítica en que fue creado, permite observar las características socioculturales que hicieron posible el discurso, que son “las condiciones de posibilidad de enunciación de un discurso” 40. 35 Roger Chartier, El Mundo Como Representación, Gedisa, España, 1999, página 27. 36 Idem, página 25. 37 “Reflexión conceptual en sociología. Elementos historiográficos”, Laura Angélica Moya López, en Sociología y Cambio Conceptual, Gina Zabludovsky (coord.), UNAM-UAM-S.XXI, México, 2007, página 22. 38 Idem, 13 a 40. 39 Van Dijk, Ob. Cit. página 37. 40 Laura Angélica Moya López, en: Gina Zaludovsky Ob. Cit., páginas 13 a 40. X Como recurso de referencialidad para el estudio de la ideología contenida en el discurso de la revista “Política”, y de aplicación de la semántica histórica, la biografía generacional y la sociología del periodismo político, elaboramos como capítulo I dos contextos generales: 1) el del sistema político mexicano hasta su configuración en los años sesenta --teniendo como centralidad los elementos más importantes que lo conformaron, las determinaciones que éstos elementos tuvieron sobre grupos políticos e ideológicos y sus tensiones entre sí--. 2) el contexto del carácter del periodismo político mexicano y su configuración hasta los años sesenta –teniendo como centralidad desplegar los elementos que conformaron las relaciones del periodismo mexicano (y el tipo de relaciones que establecían los intelectuales que hacían el periodismo político) con el poder político y el poder económico, así como los cambios en esas relaciones. Abarcamos también los usos y costumbres del periodismo político mexicano, sus tradiciones conceptuales e ideológicas y los cambios generacionales entre periodistas de lo político. Ambos contextos nos permitieron distinguir y diferenciar tradiciones y modernidades del discurso político y de la ideología política en la revista “Política”, enfrentadas con otros medios periodísticos, otros grupos políticos y otros grupos de intelectuales, en relación a las estructuras de poder político y económico de los años sesenta en México. También realizamos una serie de contextos particulares acerca de hechos específicos que son tratados en los contenidos del discurso de la revista, como la Revolución cubana, los presos políticos,los movimientos estudiantiles, el Movimiento de Liberación Nacional, el movimiento democratizador al interior del PRI, el movimiento Médico (Capítulo III), el estado del cine y de las artes plásticas en los años sesenta (Capítulo II), que permiten tener una referencialidad analítica, de carácter historiográfico, para la comprensión sociológica de la ideología política en el discurso de la revista “Política”. Con la elaboración de estos contextos no pretendemos hacer Historia, sino historia social como recurso metodológico de apoyo en el estudio sociológico de la ideología. Esta corriente de la historiografía plantea el pasado como algo siempre abierto a la interpretación (la “disponibilidad de la historia”41), pues “el texto de la historia no está nunca concluido por completo, ni está nunca fijado definitivamente por escrito”42. Corriente historiográfica que a la luz de nuevas categorías teóricas permite nuevas interpretaciones, hace legible en nuestro presente el pasado y el manejo de los estratos temporales que hicieron los autores del discurso en la revista, y permite comprender las expectativas de futuro que plantearon. Así, “el pasado no es un bloque acabado: aunque 41 Reinhart Koselleck y Hans Georg Gadamer, Historia y Hermenéutica, Paidos, Barcelona 1997, página 37. 42 Idem, página 104. XI ontológicamente está cerrado y concluido, se mantiene abierto a la reinterpretación en nuevas coordenadas espacio-temporales”.43 Los contextos que en este trabajo se construyen tienen también otra característica: son descripciones hermenéuticas, es decir, que pretenden evitar lo más posible las connotaciones y las explicaciones causales, describiendo la diversidad de interpretaciones de manera que se deje ver el conflicto de las mismas en su propio tiempo y contexto. Mientras que nuestra propia (inevitable) interpretación en la elaboración de estos <<escenarios de interpretación>>, la realizamos a través de la aplicación de tres categorías teórico-metodológicas: los procesos sociales de diferenciación, la construcción de identidad política y la aplicación de las categorías de tradición y modernidad. La diferenciación es (siguiendo a Norbert Elías) un proceso histórico-social (producido por los grados de concentración o dispersión de poder político y económico, el desarrollo tecnológico, las competencias y las interdependencias) que se da entre individuos, grupos, sociedades y culturas; que determina el tipo de relaciones de esas formas sociales (políticas, económicas, simbólicas, etcétera) y que de hecho determina la aparición de formas sociales que se diferencian entre sí, como los partidos políticos, las corporaciones industriales y comerciales, las organizaciones de sociedad civil y religiosa, los grupos de intelectuales entorno de la producción de valores culturales y creencias ideológicas, los comportamientos, la expresión de los afectos, etcétera. Pero también (siguiendo a Nicklas Luhmann, para quien la sociedad moderna es la “sociedad de la diferenciación compleja” y en su obra desarrolló la “metodología de la diferenciación”44), la diferenciación es un proceso mental y cognitivo que realizan los sistemas sociales y los sistemas individuales para asignar identidades, crear identificaciones y auto- representaciones y, de esa manera, diferenciarse a sí mismos de los otros. Esto es importante para nuestro análisis por que “una ideología es también una forma de auto-representación (y representación de los otros) que resume las creencias colectivas y, por tanto, los criterios de identificación de los miembros del grupo. […] define la identidad de un grupo”45. Por su parte, analizar los recursos de escritura de los creadores del discurso político de la revista, o “niveles de tratamiento de los temas”46 --que en el caso de un discurso con intencionalidad ideológica son condicionados por un determinado <<sistema de pensamiento>>-- permite observar los “criterios básicos de argumentación”47 en los textos, 43 “Sociología, Cambio Conceptual y Temporalidad”, Margarita Olvera Serrano, en: Gina Zabludovsky (coordinadora), Sociología y Cambio Conceptual, UNAM, UAM-A, S.XXI, México, 2007, página 53. 44 Ver: Ncklas Luhmann, La Sociedad de la Sociedad, Ed. Herder, México, 2007, 954 pp. Y, Introducción a la Teoría de Sistemas, ITESO, México, 2007, 424 pp. 45 Teun A. Van Dijk, Ob. Cit. Página 27. 46 Idem. página 52. 47 Idem. XII como son: la generalización y la especificación, lo explicito y lo implícito, la polarización, el contraste, la ambigüedad, la mitigación, la negación, el lugar común; pues se trata de convenciones culturales de una época y un grupo, estructuras formales que tienen un peso socio-simbólico sobre las ideas que legitiman o deslegitiman a las identidades sociales que se manifiestan en el discurso político, o a las identidades políticas que son construidas en el discurso. Así también, como criterios complejos de argumentación de un discurso, observamos en el análisis del discurso político de la revista sus fundamentos en el sentido común, es decir, “las creencias que generalmente no se cuestionan dentro de una cultura”48. También en el uso argumental de disciplinas como la historia, la economía, la sociología, la política, que siendo “sistemas de verdad” consensuados por comunidades intelectuales –sobre todo académicas-- dan argumento de carácter abstracto o generalizador al discurso, legitimándolo en su uso como una acepción de “objetividad” y “cientificidad”. En ese sentido, en particular como una centralidad del análisis del discurso de la revista “Política”, observamos los usos, aplicaciones, la complejidad y las dislocaciones temporales del <<sistema de pensamiento>> marxista (utilizado por todos los colaboradores de la revista que constituyeron el “núcleo duro” de la publicación), como un recurso intelectual (sustento cognitivo de una ideología política) que tiende a homogeneizar el texto individual en un discurso colectivo, lo cual nos habla de una cohesión ideológica que hace del colectivo de la revista un <<grupo político>>, y del marxismo un <<esquema de interpretación>>, un “esquema del grupo”49 como característica de una identidad política, es decir, el marxismo como un <<esquema de interpretación>>, en su diferenciación de un “aparato conceptual” en sentido estrictamente metodológico. Aquí es importante observar el carácter de la significación: qué marxismo se manifiesta en el discurso de la revista, de qué marxismo se diferencia y con qué marxismo se identifica, esto es, las “gradaciones ideológicas” en el discurso; observación que realizamos a lo largo de esta investigación. La interpretación y aplicación de valores por parte de los autores en el texto, es otra de las estructuras ideológicas que observamos del discurso, pues los valores, que son adquiridos culturalmente de manera inconsciente y son parte fundamental del condicionamiento social, que son compartidos por una sociedad o comunidad de manera sociocultural, pueden ser utilizados como recursos discursivos en función de los intereses políticos de un grupo, por lo que “se traducen en creencias ideológicas”50 que refuerzan la argumentación política del discurso en sentido emocional, apelando al sistema de valores de los lectores de la revista. 48 Idem, página 24. 49 Idem, página 77. 50 Von Van Dijk, Ob. Cit., página 25. XIII No nos interesa aquí observar si esos valores corresponden “realmente” a quien los enuncia y a quienes los reciben, asumimos que son un recurso de escritura del autor del texto, que pudo ser utilizado consciente o inconscientemente. En este sentido es importante anotar, con Paul Ricoeur, que en un texto se desvanecenlas características psicológicas y subjetivas de su creador, el texto adquiere autonomía, solo mantiene una relación histórico semántica con los referentes a los que aluden sus contenidos51. Las relaciones de un texto político con la subjetividad o los factores psicológicos de su autor, serán en todo caso sólo deducciones hipotéticas, por lo que es más útil enfrentar el discurso político de un autor a la biografía personal, social y política de éste, a las determinaciones sociopolíticas de su tiempo y a los procesos de construcción y dinámica de su identidad política, para entender y comprender la ideología contenida en él. Con esto desarticulamos el sentido positivista del concepto de “valor”, que aquí aplicamos no como un código binario (bueno/malo, positivo/negativo, legitimo/ilegítimo) característico de los sistemas que juzgan, sino como la significación y su peso específico en el discurso, con respecto a los otros componentes de la unidad de discurso que se analiza (semiótica, análisis formal, estilos) y los factores externos --o referenciales—con los que se asocia esa unidad de discurso que se analiza (semántica, historia de los conceptos, historia social, temporalidad narrativa). Así también, el análisis de las <<estructuras ideológicas>> del discurso político de la revista, permite establecer la pertenencia a una identidad política, la pertenencia al grupo, la posición individual en el grupo, la posición del grupo respecto al poder, a otros grupos y cómo hablan los del grupo respecto a sí mismos y a los otros, se trata de la construcción de <<identidades narrativas>> de tipo político. De igual manera analizamos en el discurso de la revista los “modelos clásicos de la explicación discursiva”52, como recursos de una ideología política; en particular nos enfocamos en observar (en los contenidos en los que se presentaron) el modelo causal, el teleológico, el motivacional y el analógico. Entre las estructuras discursivas de una ideología, como soporte cognoscitivo se encuentra el uso de conceptos.”Los conceptos son instrumentos de formación de sentidos históricos”53, son una de las formas de estructurar la interpretación del momento presente en la producción de un discurso. Para su análisis en el discurso de la revista “Política” nos apoyamos en la historia conceptual: “es del interés de esta corriente historiográfica conceptos de capacidad semántica amplia, en comparación con las meras palabras que son de uso común”54. 51 Paul Ricoeur, Teoría de la Interpretación (discurso y excedente de sentido), UIA, México 1993. 52 Petra María Secanella, El Periodismo Político en México, Ed. Prisma, México, 1982, página 112. 53 Laura Angélica Moya López, Ob. Cit., página 35 … 54 Laura Angélica Moya López, Ob. Cit., página 29. XIV El estudio de la historicidad de un concepto se refiere a la diferenciación de las dimensiones temporales (presente, pasado y futuro) de un concepto en un texto y fuera de él, es decir, considerando tanto las variables endógenas como las exógenas que determinan la significación conceptual, o su desplazamiento referencial, en un momento dado. “En un concepto se encuentran siempre sedimentados sentidos correspondientes a épocas y circunstancias de enunciación diversas […] condensa [el concepto] una experiencia histórica […] articula redes semánticas”55. El presente en que se registró un concepto en un texto, y su relación con el contexto sociopolítico y cultural como su condición de posibilidad contemporánea, es la “perspectiva sincrónica”56 que establece el “contenido situacional”57 del concepto. El uso de un concepto en relación al pasado, se manifiesta como “espacio de experiencia”58 y/o de saber que se mantiene o se modifica en cuanto a su significado; en otras palabras, el pasado es atraído al presente a través de un concepto (asincronía semántica59), su significación es actualizada, ampliada o modificada, se trata de la <<perspectiva diacrónica>>60 del concepto. También el concepto puede ser proyectado al futuro, como <<horizonte de expectativas>>61 que deja entre ver tanto una posibilidad de realización en el tiempo presente del texto, como el carácter prescriptivo del discurso ideológico, con efectos en su momento y posibles efectos para el futuro, es decir, el carácter prospectivo y el carácter utópico de la ideología política. “La historia efectual supone la renuncia a la búsqueda de un contenido unívoco y original en los conceptos, en su lugar se propone la reconstrucción de los horizontes que se ponen en contacto en la reinterpretación de los mismos para ganar un ángulo de visión más amplio que nos permita una comprensión contemporánea tanto del pasado como del presente, así como de sus posibilidades futuras”62. Todo lo cual habla de una mentalidad (registrada en un texto) en su tiempo presente, analizada desde nuestro propio tiempo presente. Esto implica también el estudio del grupo o la comunidad lingüística que hace uso de un concepto, y su relación con sus propias circunstancias políticas y sociales, de manera que la historia conceptual (al igual que el análisis 55 Reinhart, Koselleck, Los Estratos del Tiempo: Estudios Sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, página 15. 56 Laura Angélica Moya López, Ob. Cit. página 31. 57 Idem. 58 Reinhart, Koselleck, Ob. Cit., página 25. 59 Idem página 15 60 Laura Angélica Moya López, Ob. Cit., página 31. 61 Reinhart, Kosellek, Ob. Cit., página 23. 62 Margarita Olvera Serrano, Ob. Cit., páginas 47-48. XV del texto) se relaciona metodológicamente con la historia efectual, la historia social y la historia biográfica. Un grupo (considerado como una configuración social temporal) que presente, como característica de sus individualidades, el uso colectivo de esquemas de interpretación de carácter político ideológico, puede ser estudiado a través de los conceptos que utilizó en esos esquemas de interpretación, lo cual permite entender cómo los recursos de la expresión se constituyen como procesos colectivos de producción de ideología política, y sus características, en un periodo determinado; aclara también la comprensión del texto y su relación con el contexto en el que fue producido, y si el uso del <<esquema de interpretación>> se caracteriza como tradicional o moderno en el momento de su utilización, en la medida en que apele o no a las “experiencias acumuladas”63 como certezas o factores determinantes del presente fundadas en el pasado, cuando funcionan como soportes ideológicos de las expectativas de futuro. “El pasado inmediato se ofrece, tanto para explicar la peculiaridad del presente como para extraer la diferencia específica de la historia anterior”64. El análisis conceptual permite también observar el grado de implicación y compromiso del colectivo de la revista, en la disputa por el sentido como enfrentamiento político ideológico de su tiempo, puesto que “la lucha por <<los términos apropiados>> –la lucha semántica-- forma parte de la lucha política y la determina”65. Después de varios repasos a los artículos de opinión del núcleo duro de los colaboradores de la revista “Política”, pudimos establecer los conceptos más recurrentemente utilizados en su discurso textual: Revolución, Imperialismo, Burguesía, Izquierda, Progreso, Socialismo y Pueblo. Para el análisis de esos conceptos elaboramos una breve historia conceptual y recorrido semántico de cada uno de ellos (capítulo III), a modo de contexto de interpretación conceptual, observando su relación referencial, sus cambios de significado, sus usos o plausibilidad social, es decir, las variables exógenas de la significación de esos conceptos para enfrentarlas a los usos que el colectivo de la revista hizo de ellosen su momento (marco de significación de un concepto), como la “estructura temporal”, la “pretensión de novedad histórica”, la “pretensión de verdad” y la “pretensión de generalidad”66. Así también, relacionamos el análisis conceptual con la dimensión endógena del texto (los recursos formales de construcción del discurso), lo que aporta indicios acerca del cambio 63 Reinhart Koselleck, Los Estratos del Tiempo: estudios sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, página 23. 64 Idem, página 54. 65 Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Historia y Hermenéutica, Paidos, Barcelona, 1997, página 32. 66 Véase: 1) Reinhart, Koselleck, Los Estratos del Tiempo: estudios sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, página 57. Y 2) Paul Ricoeur, Tiempo y Narración, Tomo I (configuración del tiempo histórico), Siglo XXI Editores, México, 2009. XVI conceptual en el discurso político ideológico. “Construir la historia del concepto es un procedimiento necesario para construir la historia social, no solo en la medida en que así describimos las luchas sociales, sino también los sujetos en lucha”67. Relacionar entre sí los usos individuales de esos conceptos (así como el sistema de pensamiento marxista que aplicaron) permitió analizar el “estrato individual” y el “estrato colectivo”68 del discurso ideológico de la revista “Política”, de donde fue posible deducir el grado de coherencia ideológica del mismo grupo. Como se mencionó más arriba, el estudio sociológico de la producción de ideología política implica necesariamente el análisis de quienes la producen. La biografía individual, la biografía generacional y la biografía intelectual, profesional y política, son campos semánticos que aplicamos para entender y comprender por qué los creadores del texto creen en lo que manifiestan creer, por qué sus horizontes de interpretación fijan un pasado como tradición que diferencia un antes y un después; cómo su argumentación fundamenta expectativas de futuro; por qué el grupo es coherente y rígido ideológicamente, o laxo y autocrítico; por qué el grupo experimentó escisiones. Para nuestro análisis, utilizamos la historia de vida69 (capítulo III), que incluye tanto lo que se ha escrito acerca de una persona, como lo que ella misma ha dicho de sí misma; y el enfoque biográfico en cuanto a que “tiende a establecer hipótesis relacionando datos biográficos a contextos socioculturales”70. También el concepto de “trayectoria” como “la serie de posiciones sucesivamente ocupadas por un mismo agente o un mismo grupo en un espacio en devenir y sometido a incesantes transformaciones”71. Todo lo planteado hasta aquí nos permitió relacionar tres ejes: el socio-estructural (a través de la historia social), el socio-simbólico (a través del análisis del texto y lo conceptual) y el biográfico (lo individual y las “unidades generacionales” definidas como: “los que viven en el mismo tiempo, cuyas disposiciones sociales y experiencias políticas se parecen entre sí”72). 67 Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Historia y Hermenéutica, Paidos, Barcelona, 1997, página 32. 68 Para abundar en estas dos categorías teóricas, ver: Reinhart, Koselleck, Los Estratos del Tiempo: estudios sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, página 52. 69 Para abundar en esta aplicación véase: 1) “El Enfoque Biográfico, su Validez Metodológica, sus Potencialidades”, Daniel Bertaux, en: Enfoque Biográfico y Narrativa en el Análisis de los Social, Acta Sociológica, número 56, septiembre-diciembre, 2011, FCPyS-UNAM, páginas 61 a 93. 2) Tiherry Lulle, Pilar Vargas (coordinadores), Los Usos de la Historia de Vida en las Ciencias Sociales, Anthropos, España, 1998, 294 pp. 70 Idem. 71 Idem páginas 127 a 133. 72 Reinhart, Koselleck, Los Estratos del Tiempo: estudios sobre la Historia, Paidos-I.C.E/U.A.B., Barcelona, 2001, página 40. XVII Esa relación de categorías nos permite reconstruir la “situación de escritura”73 de las individualidades del grupo y entender la “estrategia de escritura”74 como estrategia colectiva, política e ideológica que se debe a un sistema sociocultural, puesto que “las biografías tienen la capacidad de expresar y formular relaciones entre las socio-estructuras y lo socio-simbólico”75. Por su parte, entendemos aquí por intelectuales “aquellos sujetos que se ocupan de transmitir profesionalmente las ideas, y que desempeñan un rol crucial en la formación de la opinión pública a través de la trasmisión de distintos valores y símbolos que dan sentido a las formas de convivencia [y competencia] entre los individuos”76. Es importante destacar aquí que esos valores y símbolos edifican concepciones del mundo, lo cual hace de los intelectuales tanto interpretadores de la realidad social como constructores de la misma (en el sentido de la construcción social de la realidad que plantea Alfred Schultz77), interpretaciones que no quedan exentas de ser ideología en el caso de la política como discurso, lo cual ubica a los intelectuales ante una responsabilidad política, histórica y sociocultural. En particular, guiados por la pregunta metodológica de Norberto Bobbio: ¿Cuál intelectual para cuál política?, analizada a través de la obra del politólogo italiano por la Doctora Laura Baca Olamendi78, extraemos las siguientes generalizaciones: una tipología acerca del concepto de “intelectual”, que problematizamos con el concepto de “político”; los grados de compromiso político de los intelectuales; y las formas de relación de los intelectuales con el poder político. Siguiendo a la Doctora Laura Baca: El intelectual puro, presenta una intolerancia a la vida política, pues cualquier tipo de poder constituye un mal en sí mismo, no establece ningún tipo de relación con el poder; es opositor al poder del signo que sea pero su oposición se manifiesta no participando de la política, ejerciendo la cultura de manera apolítica, pues presenta como principio ético estar más allá de cualquier enfrentamiento, de tal manera que concibe una separación absoluta entre la política y la cultura, una “autonomía de la cultura”79. Apela a los valores absolutos (Libertad, Justicia, Igualdad…) por encima del Estado, el partido, la clase o 73 Roger Chartier, El Mundo Como Representación, Gedisa, Barcelona, 1999, página 40. 74 Idem, página 41. 75 “El Enfoque Biográfico: su Validez Metodológica, sus potencialidades”, Daniel Bertaux, en: Enfoque Biográfico y Narrativa en el Análisis de lo Social, Acta Sociológica número 56, septiembre-diciembre de 2011, FCPyS-UNAM, Páginas 61 a 93. 76 Baca Laura y Cisneros Isidro (comp.), Los intelectuales y los Dilemas Políticos del Siglo XX, T. I, pág. 12 (introducción). 77 Alfred Schultz, Las Estructuras del Mundo de la Vida, Amorrortu, Argentina, 1977. 78 Laura Baca Olamendi, Bobbio: Los Intelectuales y el Poder, Ed. OCEANO, México, 1998, 1° edición, página 22. 79 Norberto Bobbio, citado en: “Repulsión y Atracción Entre Política y Cultura”, Laura Baca Olamendi, páginas 309 a 324, en Isidro H. Cisneros y Laura Baca Olamendi (comp.), Los Intelectuales y los Dilemas Políticos en el Siglo XX, Tomo 2, FLACSO-Triana Editores, México, 1997, 489 pp. XVIII la nación; así, en sentido político ideológico el intelectual puro no estará ni con los de aquí ni con los de allá. El intelectual dependiente del poder subordina la cultura a la política –sumisión de la cultura al poder-- o concede preeminencia a la política sobre la cultura, de manera que compromete políticamente a la cultura y a su propia obra intelectual --estatización y politizaciónde la cultura--. Se pone al servicio del poder y pretende guiarlo ideológicamente, lo cual se manifiesta en diversos grados de compromiso con el poder o distintos modos de sometimiento a él: como dependiente del poder –su trayectoria, su economía, su obra o incluso su libertad--; como subordinado al Estado (bajo distintos matices de su trayectoria y su obra); o dedicado totalmente al grupo, al partido, al movimiento, a la ideología, de manera que puede no realizar su propia obra ni tener en sus manos su propia trayectoria intelectual y política, sin siquiera llegar a ser un ideólogo del poder. Si se trata de un intelectual “experto”, el poder político solo aprovecha y explota “técnicamente” su saber. El intelectual crítico pretende ser un mediador entre distintos grupos diferenciados de manera político ideológica o entre distintos bloques de poder. Puede estar (en algunos aspectos) con los de aquí, y (en otros aspectos) también con los de allá, o criticar algunos aspectos de los de aquí pero también otros aspectos de los de allá; todo lo cual exalta una importancia de la función política de los intelectuales. Este tipo de intelectual da importancia a la aplicación de la cultura (en su forma de teoría sobre todo) para su aplicación a la política, dicho en otras palabras, su grado de compromiso, que implica la no subordinación al poder, es relativo no a una ideología sino a una teoría y su aplicación no por él como intelectual sino por los políticos, esto significa también que no pretende ser él mismo un político, sino solo un mediador. El intelectual antagonista del poder adquiere un compromiso total con una causa, generalmente basada en un <<sistema de pensamiento>> o a una teoría y asociada a un grupo, un partido o una organización, es un intelectual orgánico. Tiene una concepción ética de la política (de valores absolutos) en donde la cultura y la política se relacionan pero no se sobreponen (es decir, la moral como fuerza no política), concepción que varía según la teoría (como “aparato conceptual”) o el <<esquema de interpretación>> que pretende aplicar (misma que, para este tipo de intelectual, constituye el “carácter ético” de la política): da más valor a las ideas que a los hechos en su interpretación de las realidades sociopolíticas y socioculturales; o, si su teoría es “revolucionaria” pretende guiar los hechos políticos a partir de las ideas; también puede pretender participar de la política. En cualquier caso, los grados de compromiso tienen en común que el intelectual antagonista del poder milita aplicando una teoría, es hombre de convicciones radicales: está a favor de los de aquí o a favor de los de allá; es un intelectual politizado y tiende a politizar la cultura que produce; con este tipo de intelectual “la cultura puede transformarse en propaganda política”80. Está convencido de su función como guía y XIX asume la representación de una clase social, se considera guía del “pueblo” o de una determinada clase social. Su ética general es que el hombre de la cultura “debe” adquirir un compromiso político y, si también es intelectual crítico, promover el disenso. Dos tipologías más se relacionan sobre todo con el intelectual dependiente del poder: El intelectual ideólogo y el intelectual experto. El primero pretende proporcionar “principios guía” a quienes detentan el poder, promueve el consenso, su ética es la convicción sustentada en ideales, pretende participar del poder político, generalmente es un idealista. El segundo aconseja a quienes tienen el poder, proporciona conocimientos especiales, propone los medios adecuados para establecer determinadas políticas, su ética es la responsabilidad. El grado de compromiso que adquieren estos dos tipos de intelectuales, generalmente es relativo a los beneficios que obtienen de la política. Los elementos de diferenciación que obtenemos de las caracterizaciones anteriores, referidos al ámbito de la ideología política, permiten establecer las siguientes consideraciones: la relación de los intelectuales con el poder político establecido se manifiesta de tres maneras: 1) Participan de él en la administración pública y/o la militancia política, y así lo legitiman ideológicamente, 2) No participan de él y lo enfrentan, y 3) Ni participan de él ni lo enfrentan pero lo critican de manera que no lo legitiman ideológicamente. Todo lo cual determinado y caracterizado por situaciones políticas, económicas, sociales e históricas específicas. El primero implica una identificación ideológica con el poder establecido, el segundo implica una diferenciación ideológica con el poder establecido, y el tercero implica una diferenciación entre la política y la cultura, en la que se defiende a la cultura –con la cultura y en beneficio e interés de la cultura-- ante la política, lo cual edifica una “política de la cultura”81. Esta conceptualización, relacionada con la caracterización del poder político establecido en México en los años sesenta (a través de la reconstrucción de su génesis –capítulo I, inciso 2.1-), la aplicación metodológica de las biografías de los intelectuales de la revista “Política” (a través de las cuales se observa su origen sociocultural, su formación intelectual y su “historia política”82 –capítulo III inciso 1-), y considerando que la ideología es también un tipo de poder que “se ejercita con la palabra y en especial a través de signos y símbolos”83, nos permitió responder a las siguientes preguntas, respecto de los colaboradores de la revista: ¿qué tipo de intelectuales eran?, ¿cómo ejercían estos intelectuales ese poder?, ¿cuál era su relación con el 80 Norberto Bobbio, citado en: “Repulsión y Atracción Entre Política y Cultura”, Laura Baca Olamendi, páginas 309 a 324, en Isidro H. Cisneros y Laura Baca Olamendi (comp.), Los Intelectuales y los Dilemas Políticos en el Siglo XX, Tomo 2, FLACSO-Triana Editores, México, 1997, 489 pp. 81 Laura Baca Olamendi, Bobbio: Los Intelectuales y el Poder, Ed. OCEANO, México, 1998, 1° edición, página 160. 82 Idem, página 160. 83 Idem, página 45. XX poder establecido y legitimado o cómo lo enfrentaban?, ¿con qué fines?, ¿qué hacían como intelectuales y/o como políticos en el mismo tiempo en que afirmaron lo que afirmaron en la revista “Política”, en el contexto sociopolítico de los años sesenta?. A su vez, estas relaciones metodológicas nos permitieron desplegar la “relación semántica entre contexto pragmático y uso significativo de conceptos”84. En México durante los años sesenta predominaban las relaciones de los intelectuales con el poder del tipo 1 y 3; los intelectuales de la revista “Política” representaron el número 2: enfrentaron ideológicamente al poder político establecido85, es decir al régimen político y a los grupos que coincidían con él (clero, empresariado, partidos y organizaciones de derecha) Aquí nos interesa desplegar todos los elementos sociológicos que nos permitan mostrar cómo se realizó ese enfrentamiento ideológico, y qué tipo de intelectuales lo realizaron en qué contexto sociopolítico y con qué recursos intelectuales; y deducir –a través de la biografía- cómo y en qué contexto sociopolítico y cultural obtuvieron esos recursos. Esto último también permite aclarar algunas características de la ideología política plasmada en los textos de la revista. La siguiente cita tomada de Norberto Bobbio, que inspiró la orientación temática y la posibilidad teórico-metodológica de esta investigación, resume el objetivo general que nos planteamos, pues nos permitió observar con transparencia, en términos generales, la relación que estableceríamosentre el análisis sociológico de los intelectuales de la revista “Política” y el análisis hermenéutico, conceptual y contextual que aplicamos a su discurso, con respecto a la producción de ideología política como una dinámica del sistema cultural mexicano y el sistema internacional de interpretación global –político-ideológica-- de los años sesenta: “La historia de las ideas o de las ideologías o de los ideales es entendida aquí como historia de la consciencia que los intelectuales tienen de su tiempo, de las categorías mentales que emplean en cada ocasión para comprenderlo, de los valores que adoptan para aprobarlo o para condenarlo, de los programas que formulan para transformarlo. Esa consciencia es inseparable de cierto modo de plantear el problema de la función de esos mismos intelectuales en la sociedad, y de ahí las varias actitudes de distanciamiento o de compromiso, de mediación o de síntesis, de neutralidad o de crítica, y las diversas figuras de guía espiritual o de pacificador o del iluminador o del desmitificador o del mentor.” 86 Finalmente, en toda esta <<construcción teórica>> de nuestro objeto de estudio, se encuentran como trasfondo de base nuestros presupuestos teóricos: 84 Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Historia y Hermenéutica, Paidos, Barcelona, 1997, página 43. 85 Nota: Enunciamos desde ya esa observación con la intención de evitar una pregunta supuestamente metodológica cuya respuesta sería una verdad predeterminada. 86 Norberto Bobbio, Perfil Ideológico del Siglo XX en Italia, FCE (breviarios Núm. 245), páginas 9 y 10. XXI - Entendemos aquí como objeto de estudio de la sociología “las redes de interrelaciones, las interdependencias, las configuraciones, los procesos que forman a los hombres interdependientes87. - Por los efectos del tiempo y el cambio generacional, los conceptos, los esquemas de interpretación y la mentalidad misma de quienes se los apropian y los utilizan no son estables88, sus características significantes y referenciales no son definitivas, de ahí el conflicto de las interpretaciones en el análisis de la ideología política, si no se sitúa el discurso en un tiempo y espacio y se diferencia de otros tiempos y espacios fijados como horizontes de interpretación, de ahí la importancia del apoyo en la historia conceptual, la historia social y la semántica histórica. - Los grupos políticos se conforman entorno de una serie de intereses individuales comunes, entre los que predomina compartir puntos de vista ideológicos, a través de los cuales se interpreta colectivamente la realidad de su momento como grupo, constituyendo “comunidades de interpretación”89 cuyas características generacionales no permanecen fijas en el tiempo, pero sí en el texto, que expuesto a nuestro marco teórico-metodológico se abre a nuestra interpretación. Con todo, el conflicto de las interpretaciones no se resuelve ni tiene porqué resolverse, conforma una tensión que igual se encuentra, en distintos grados, en toda relación e interacción social en razón de las interdependencias, las competencias, las necesidades, las identidades y las diferencias. Aun cuando, hay que decirlo, la resolución de conflictos de interpretación es un ideal político que se traduce, específicamente, sólo en acuerdos, lo que da como resultado la tolerancia o ciertos grados de coexistencia de las diferencias ideológicas, lo que a su vez reduce en algún grado la injusticia política, económica, social o cultural y la violencia. Esto en el ámbito de la investigación en Ciencias Sociales se traduce en consensos. - Pretendemos aplicar una “conciencia temporal”90 que nos permita distinguir la diversidad de interpretaciones en esta investigación, incluyendo la observación de nuestra propia interpretación como una consciencia de nuestros propios prejuicios, es decir, de nuestros recursos intelectuales para asignar sentido y valor, esto es, para interpretar, a partir de la reconstrucción de los “contextos de enunciación originarios”91 correspondientes al discurso de la revista “Política” y la observación de los horizontes temporales de la argumentación 87 Véase: 1) Norbert Elías, El procesos de la Civilización, FCE, México, 2009. Y 2) Norbert Elías, Sociología Fundamental, Gedisa, Barcelona, 1982. 88 “Sociología, Cambio Conceptual y Temporalidad”, Margarita Olvera Serrano, en: Gina Zabludovsky (coordinadora), Sociología y Cambio Conceptual, UAM-A_UNAM_ S. XXI, México, 2007, páginas 41 a 69. 89 Idem. página 45. 90 Idem. 91 Idem. XXII discursiva, es decir la temporalidad misma de los sistemas de pensamiento –como esquemas de interpretación- utilizados por los creadores del discurso de la revista “Política” en su tiempo. - Más que “conocer” las formas de pensamiento de los autores del discurso ideológico (que sería, desde nuestros horizontes de interpretación y nuestra tradición sociológica elegida, característica teórico-metodológica de un “positivismo ingenuo”) buscamos desarrollar los elementos que nos permitan “comprender” y “entender” porqué la ideología de este grupo se manifestó como se manifestó y qué papel jugó en su época, qué tradiciones y modernidades de la política y el periodismo aplicó como atributos de su identidad político-ideológica de ese momento, y hacer legible el pasado, en nuestro presente, de su ideología política. - Más que “explicar” el discurso de la revista “Política”, “desplegamos” los elementos sociopolíticos y culturales que lo hicieron posible, apoyados en diversas disciplinas y categorías teóricas. - En general, más que “conocer”, pretendemos “comprender”, “entender” y “saber”; más que “explicar” pretendemos “desplegar”, más que “connotar” pretendemos “diferenciar”; más que “fijar” de manera unívoca una valorización, una evaluación y una verificación, pretendemos abrirnos a la autoconciencia de que lo que hacemos es interpretar; en este último aspecto lo importante es aplicar con claridad los recursos teórico-conceptuales que hemos establecido para realizar nuestra atribución de sentido y de valor, sin perder de vista que con ello fijamos un espacio de observación, y que otros pueden estudiar el mismo objeto de estudio desde otro espacio de observación diferente y posiblemente llegar a resultados diferentes o similares a los nuestros. Estas diferenciaciones teórico conceptuales y metodológicas con respecto a la Sociología Positivista, serán también de mayor interés para su aplicación a otros temas de las Ciencias Sociales y las Humanidades. 1 Capítulo I. El Carácter Político del Periodismo y la Prensa en México (1535-1970). La semántica histórica nos obliga, para ser responsables en el presente, a hacernos cargo del pasado. Reinhart Koselleck. Hablar de periodismo es tratar de los contenidos de publicaciones periódicas. Hablar en sentido sociológico de periodismo, es también hablar de periodistas, su formación intelectual, sus circunstancias políticas, económicas y sociales, y las tradiciones temáticas y estilísticas que ejercitan, además de los condicionantes ideológicos que las podrían determinan. Una sociología del discurso periodístico tendrá que atender también los contextos políticos, económicos, sociales y culturales en los que se desenvuelve la prensa periódica. Este capítulo es referencia de los horizontes de tradición y contexto histórico que permiten, por un lado, hacer legible en el presente el carácter político y protagónico, y por otro lado alcanzar la comprensión y el entendimiento, de un discurso político ideológico producido por un colectivo de intelectuales, y al instrumento impreso y publicado de manera periódica
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