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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES LOS OBJETOS DISCURSIVOS “REVOLUCIÓN” E “INSTITUCIÓN”: RECONSTRUCCIÓN EN LOS INFORMES PRESIDENCIALES Y LOS DISCURSOS FUNDANTES DE LA CIENCIA POLÍTICA EN MÉXICO T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN P R E S E N T A : JESSICA NOEMI ESPARZA ESPINOSA DIRECTOR DE TESIS: DRA JULIETA HAIDAR ESPERIDIAO Ciudad Universitaria CDMX. 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 AGRADECIMIENTOS: Un conjunto de voces le dieron lugar a este trabajo que es una síntesis de lágrimas, sangre, ansiedad y esperanza; es mi deber darle el crédito que le corresponde a cada uno de ustedes. Primero a mi madre: a ti dedico esto y el resto de lo que pueda llegar a hacer. Eres la que inspira todas mis decisiones. Mi mayor anhelo es parecerme un poquito a ti y que te sientas orgullosa. Te amo mamá, admiro quién eres y agradezco en lo que me has convertido. A mi padre: agradezco tu apoyo económico y tu incondicionalidad en la enfermedad, sin ti no hubiera sido posible nada. A mis hermanos: porque los amo a pesar de las diferencias; juntos los tres para siempre. A la ENAH y a la UNAM: por darle forma y sustancia a mi alma mestiza, las dos me otorgaron las herramientas que con angustia buscaba por el mundo. En el corazón de la ENAH: Agradezco a Julieta Haidar por su intensa labor que amplía la vereda estrecha de los estudios del lenguaje latinoamericanos. A Verónica Cuevas por la lingüística abierta, el ánimo y la esperanza. A Rodrigo Flores por provocar el inicio de este trabajo. A Fernando Nava por insistir en que el método importa. A Samuel Herrera por ser tan noble y aligerar la carga durante el camino. En el corazón de la UNAM: Agradezco a Diana Cortés por ser un ejemplo en la academia; valoro mucho tus consejos y tu amistad. A Fernando Elorriaga por enseñarme a estructurar una clase. A mis amigos que son la familia que yo escogí: Agradezco a Wendy por ser mi amiga desde el principio hasta el final. A Monsse por su ayuda y lectura constante durante este recorrido difícil. A Oscar por el hábito de los libros en papel y brindarme un lugar en su casa. A los pitiz por reconciliarme con la sociedad. A Elsa por abrir mi limitada visión del mundo viajando. A Natalia por los detalles, la paciencia, el amor y la compañía. Todos ustedes transformaron mi vida e hicieron posible la elaboración de este trabajo que representa mucho para mí ¡Mil gracias! 2 3 Índice INTRODUCCIÓN: ................................................................................................................. 5 CAPÍTULO I LENGUAJE Y POLÍTICA: UNA VISIÓN INTERDISCIPLINARIA .......... 9 1.1 Las ciencias del lenguaje: el análisis del discurso desde un enfoque interdisciplinario9 1.2 El discurso político ..................................................................................................... 17 1.3 El análisis de los informes presidenciales del PRI: marco teórico-metodológico ...... 30 1.4 Análisis del discurso de dos fundadores de la ciencia política mexicana: marco teórico-metodológico ........................................................................................................ 35 CAPITULO 2 LOS INFORMES PRESIDENCIALES DEL PRI: OBJETOS DISCURSIVOS REVOLUCIÓN E INSTITUCIÓN ........................................................... 39 2.1 Análisis diacrónico 1940-2000: objeto discursivo revolución ................................... 39 2.1.1 Revolución: unidades temáticas ........................................................................... 39 2.1.2 Revolución: aplicación de las unidades temáticas en orden cronológico 1940- 2000 ............................................................................................................................... 46 2.1.3 Revolución: análisis comparativo ........................................................................ 62 2.2 Análisis diacrónico 1940-2000: objeto discursivo institución .................................... 66 2.2.1 Institución: unidades temáticas ............................................................................ 66 2.2.2 Institución: aplicación de las unidades temáticas en orden cronológico 1940-2000 ....................................................................................................................................... 75 2.2.3 Institución: análisis comparativo .......................................................................... 99 2.3 Análisis diacrónico 1940-2000: resultados generales ............................................... 103 CAPÍTULO 3 LA REVOLUCIÓN Y LA INSTITUCIÓN PARA DOS FUNDADORES DE LA CIENCIA POLÍTICA EN MÉXICO ..................................................................... 107 3.1 Arnaldo Córdova: objetos discursivos revolución e institución ............................... 107 3.1.1 Arnaldo Córdova ................................................................................................ 107 4 3.1.2 Materialidad semiótico-discursiva ideológica .................................................... 109 3.1.3 Materialidad semiótico-discursiva histórica....................................................... 117 3.1.4 Materialidad semiótico-discursiva de poder ...................................................... 124 3.2 Luis Javier Garrido: objetos discursivos revolución e institución ............................ 131 3.2.1 Luis Javier Garrido ............................................................................................. 131 3.2.2 Materialidad semiótico-discursiva ideológica .................................................... 133 3.2.3 Materialidad semiótico-discursiva histórica....................................................... 140 3.2.4 Materialidad semiótico-discursiva de poder ...................................................... 147 3.3 Comparación entre Arnaldo Córdova y Luis Javier Garrido .................................... 152 CONCLUSIONES .............................................................................................................. 157 FUENTES ........................................................................................................................... 162 5 INTRODUCCIÓN: Esta investigación considera que el lenguaje, que incluye tanto lengua como discurso, es un fenómeno de estudio complejo que produce y reproduce guerras ideológicas entre grupos sociales distintos, incluso aquellos que hablan la misma lengua. Los estudios tradicionales del lenguaje no consideran la verticalidad que condiciona los procesos semióticos-discursivos, ya que sus métodos enfocados en características muy particulares de la lengua borran de manera involuntaria los privilegios de las élites resguardados al interior del signo. Excluyendo la retórica, este tipo de análisis despolitiza el lenguaje porque asume que el sistema lingüístico y los actos comunicativosson inocentes y no tienen otro fin más que la comprensión. Consecuencia de ello es que el avasallamiento de un tipo de significado sobre otro se naturaliza, es decir, pasa inadvertido tanto en la socialización como en el análisis. Para tomar una postura firme respecto a lo anterior, en el primer capítulo hacemos un recorrido epistemológico que nos muestra las opciones que hasta el momento ofrecen las ciencias del lenguaje. Durante este recorrido señalamos el grado de complejidad social que retoman en sus estudios, así como la relación o restricción que mantienen con otras disciplinas. Después de esto, nos acercamos a los autores que se han esforzado en recuperar los aspectos ignorados por las ciencias del lenguaje tradicionales: Michel Foucault y Valentín Volóshinov. Nos parece importante exponer sus propuestas teórico-metodológicas porque ambos demuestran que es posible y necesario estudiar los aspectos del lenguaje que se han dejado a un lado por la dificultad de su sistematización. El objetivo principal de este capítulo es hacer explícita nuestra perspectiva, mostrarle al lector los objetivos de nuestra investigación y las limitaciones de nuestros estudios. Aceptamos que todas las investigaciones se verán obligadas a renunciar a cierta riqueza del fenómeno, lo importante es aceptar los límites autoimpuestos y exhortar a otros investigadores a involucrarse con nuestro trabajo para continuar o replantear lo dicho. 6 Asimismo, presentamos al lector las propuestas teórico-metodológicas que elaboramos a partir de la interdisciplina para analizar cómo y con qué elementos construyen las élites mexicanas sus objetos discursivos. Analizamos dos objetos discursivos diferentes de dos élites distintas, es decir, resultaron ser dos aplicaciones con métodos autónomos los cuales se adecuaron para identificar el modo de exposición y los intereses de cada élite. Esta investigación se centra en la dimensión semántica e ideológica del discurso de dos élites que son determinantes para fundar las bases ideológicas que sostienen la sociedad mexicana: por un lado, los objetos discursivos construidos por el partido político que ha conservado la presidencia oficialmente durante más de 60 años: el Partido Revolucionario institucional (PRI). Por otro lado, los discursos que ofrecen dos intelectuales del país muy reconocidos que han estudiado y legitimado a partir de una disciplina el sistema político mexicano. El segundo capítulo, en el que se presenta la primera aplicación, tiene como finalidad identificar los cambios que han sufrido los objetos discursivos revolución e institución en los Informes de Gobierno de 10 presidentes mexicanos. Se trata de un periodo que abarca 60 años: se inicia en 1940, año en el que se funda el partido, y concluye en el 2000, cuando gana la presidencia un candidato del Partido Acción Nacional (PAN). Para ello tendremos como base un marco teórico-metodológico interdisciplinario que retoma aportes de la lingüística diacrónica, el análisis cualitativo de contenido y el análisis del discurso. En el tercer capítulo, donde se presenta la segunda aplicación, analizamos los discursos que dos intelectuales que fundaron la ciencia política en México han construido sobre la revolución y la institución: Arnaldo Córdova y Luis Javier Garrido. Para hacerlo tenemos como base el modelo de análisis del discurso propuesto por Julieta Haidar (2006). Respecto a la justificación para realizar este trabajo, nos parece importante reflexionar sobre el plano semántico e ideológico de los objetos discursivos porque estos dirigen acciones puntuales, legitiman estructuras de organización social y sostienen relaciones de poder. Hay un control de las prácticas semióticas-discursivas que mantiene en circulación la producción discursiva de los grupos dominantes y que al mismo tiempo excluye las formas de expresión de los grupos sociales en resistencia. 7 Asimismo, creemos que las élites estudian a la sociedad para incidir en ella, es claro que ninguna persona o grupo específico puede controlar a voluntad los sistemas de significación, pero los construyen para que la sociedad se los apropie y los socialice una vez que han incluido en ellos sus intereses de élite. Consideramos que son los mismos intelectuales quienes legitiman estos sistemas de significación, pues centran sus estudios en identificar el orden y las funciones óptimas. Sus investigaciones ayudan a mantener en circulación discursos hegemónicos, ya que tanto la élite intelectual como la élite política trabajan sobre objetivos comunes. Decidimos estudiar los objetos discursivos revolución e institución porque son mutuamente excluyentes según las premisas teóricas de Cornelius Castoriadis, ya que la revolución (o el imaginario social instituyente) inhibe la institución (o el imaginario social instituido), y viceversa. Otro de los criterios que nos hizo seleccionar estos objetos discursivos es que son controversiales porque ambos se los apropian distintos sectores de la sociedad: movimientos indígenas, intelectuales, comunistas, liberales, etc. En este caso, la investigación está interesada en la apropiación de la revolución y la institución como pilares identitarios del partido político mexicano que ha gobernado durante más de 70 años el país: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Nos parece indispensable que los investigadores, con una perspectiva interdisciplinaria que comprenda más propiedades del lenguaje, analicen estas construcciones para evidenciar que, contrario a lo que se piensa, la significación no es ni horizontal ni natural. 8 9 CAPÍTULO I LENGUAJE Y POLÍTICA: UNA VISIÓN INTERDISCIPLINARIA Si no me escribo soy una ausencia… Alejandra Pizarnik (1954) Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo que se hace con ellas… Jorge Luis Borges (1960) Se puede esperar que los lingüistas poco a poco se den cuenta de la importancia de su disciplina dentro de la ciencia en general y que no permanezcan aislados por una tradición que amenaza con volverse escolástica si no se le da vida relacionándola con campos de estudio que van más allá de la lengua misma… Edward Sapir (1954) 1.1 Las ciencias del lenguaje: el análisis del discurso desde un enfoque interdisciplinario La ciencia como fuente de conocimiento exige un método y un objeto de estudio para poder ofrecer una hipótesis fuerte del fenómeno que pretende explicar. La mayoría de las corrientes científicas descansan sobre bases esencialistas; el esencialismo, según Norma Mendoza Denton (Mendoza, 2007, p.1) es una tendencia reductora de los analistas para designar como explicación absoluta de un fenómeno a aspectos particulares contenidos en él, lo que simplifica la complejidad de un fenómeno a un rasgo aislado, homogéneo y sistemático para su estudio. Lo cierto es que cada disciplina realiza su análisis a partir de su propia postura epistemológica e ideológica que, como dijimos, cristaliza en un método y un objeto de estudio. Considerando lo anterior, entendemos que la definición de un fenómeno dependerá, en gran medida, de la corriente filosófica o científica que esté interesada en él: cada perspectiva jerarquiza las características que le interesan para ignorar ciertos rasgos y centrarse en otros. Al respecto, Edgar Morin propone que la disciplina nace al mismo tiempo que las universidades modernas para dividir y especializar el trabajo científico a partir de su propia autonomía epistemológica. Como aspecto negativo, el autor sostiene que “el objeto de la disciplina será entonces percibido como una cosa en sí, alejada de las relaciones y solidaridades que tiene con otros objetos tratados por otras disciplinas, y dado que no se 10 reconocen esasrelaciones, serán dejadas de lado, así como también las ligazones y solidaridades con el universo del cual el objeto es parte.”1 Esto tiene que ver con lo antes ya dicho, la disciplina elige las características del fenómeno reconocidas por su método y desecha todo lo demás, pero no sólo eso, prohíbe cualquier intervención externa a su propia capacidad. Estos límites autoimpuestos hacen que el método se insensibilice al fenómeno y llega un punto en el que los resultados arrojados son tautologías generadas por el método más que por el fenómeno analizado. Por otro lado, a pesar de esa resistencia, irremediablemente habrá intercambios e influencias entre disciplinas. De hecho, es cuando se rompen las fronteras y las disciplinas dejan de aislarse entre sí, que la ciencia avanza. Edgar Morín plantea que la interdisciplina no ha sido definida porque es un campo polisémico y etéreo. La interdisciplinariedad puede entenderse como la información expuesta de varias disciplinas reunidas o también como el intercambio y cooperación posible entre las mismas. La definición ideal de Morin procura, sobre todo, la interacción y el diálogo entre distintos campos cognitivos con la finalidad de ejecutar, en conjunto, investigaciones orgánicas que sirvan “para ser confrontadas, formar una configuración respondiendo a nuestras demandas, a nuestras necesidades y a nuestras interrogantes cognitivas.”2 Considerando lo anterior, nuestra propuesta sostiene que la lengua, la sociedad y el poder son fenómenos que no se limitan a ser un objeto de estudio, una dimensión o una ciencia específica; cada uno de ellos abarca, gracias a su complejidad, campos interdisciplinarios y es importante reconocer que los tres son intrínsecos, aunque las disciplinas los separen con fines meramente analíticos. Como nuestro acercamiento está conducido por el lenguaje, nos aproximaremos al área lingüística para exponer las ideas capitales de sus dos corrientes más icónicas: la estructuralista y la funcionalista. La postura estructuralista está representada por autores como Saussure, Bloomfield y Chomsky, los cuales, a pesar de sus notables diferencias 1 Morín, Edgar, consultado en http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/morin_sobre_la_interdisciplinaridad.pdf el 28 de septiembre del 2017, p. 1 2 Morin, Edgar, op. cit. p. 9 http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/morin_sobre_la_interdisciplinaridad.pdf 11 teórico-metodológicas, coinciden en definir la lengua como un sistema de reglas; tienen una visión modular de las dimensiones lingüísticas; buscan independencia epistemológica y se basan en un método deductivo que procura categorías discretas. Distinta a la anterior está la postura funcionalista, la cual tiene una visión transversal respecto a las dimensiones lingüísticas; opta por una vía interdisciplinaria y se basa en un método inductivo que procura ver cómo funciona la lengua antes de establecer categorías. Esta corriente considera que el hablante de una lengua natural tiene, además de una capacidad estructural, una epistémica, lógica, perceptual y social. Autores como Benveniste y Simón Dik vislumbran el lenguaje como un instrumento de comunicación que permite la interacción social, es decir, se define la lengua como “una parte integrada de la competencia comunicativa de los usuarios de la lengua natural” (Dik, 1997, p.9). El enfoque estructuralista se centra en el aspecto sistemático de la lengua, mientras que el funcionalista le da prioridad a la función comunicativa que cumple una estructura lingüística. Como podemos ver, cada una de estas corrientes le da un nivel de importancia diferente al hablante: el estructuralismo está interesado en la descripción de la gramática, por lo que el hablante es útil en tanto informante competente de la lengua que estudia el investigador. En el funcionalismo la estructura lingüística es un medio que formaliza una función común entre los participantes de un evento comunicativo, esto quiere decir que la interacción social es primordial en la investigación. Pero es claro que, si la ciencia se ve en la necesidad de reducir las características de la lengua para constituir un objeto de estudio, incluir al hablante conflictúa la delimitación porque es multidimensional, entonces surge la pregunta ¿qué tan importante o trivial resulta relacionar o desvincular la lengua de la sociedad? Benveniste problematiza lo anterior poniendo en diálogo dos hipótesis antagónicas. La primera declara que, a pesar de esa condición social con la que carga la lengua, mucho se diferencia la estructura lingüística de la estructura social. Los argumentos que prueban esta hipótesis son, según el autor, que hay lenguas muy lejanas unas de otras por su tipo que viven y se desarrollan en sociedades que comparten el mismo régimen social. Asimismo, es evidente a nivel diacrónico que la lengua y la sociedad evolucionan a ritmos dispares. 12 La segunda hipótesis asegura que la estructura lingüística y la estructura social son codependientes dado que el lenguaje es el único medio que tiene el hombre para llegar a otro, “por consiguiente, el lenguaje pone y supone al otro. La sociedad a su vez, sólo se mantiene por el uso común de signos de comunicación. Así cada una de estas dos entidades, lenguaje y sociedad, implica la otra” (Benveniste, 1977, p.95). Después de explicar estos extremos el autor concluye que la lengua es la que contiene a la sociedad porque de ella depende la cohesión que necesitan los humanos para ser grupo y no individuos, además de que es ella quien establece y explica la organización social, es decir, hay una metalengua y no una metasociedad. Aunque paradójico, esta misma condición le da cabida a la segunda hipótesis, ya que como la lengua es la que revela las prácticas socioculturales de los hablantes es seguro que se encontrarán empalmadas siempre, por lo que, resulta evidente que el análisis inmediato se inicia con los límites impuestos por la lengua. Tal y como el lector puede notar es complejo incluso problematizar el tipo de relación que hay entre la lengua y la sociedad, pero encontrar y justificar estas similitudes y diferencias, así como posicionarse en un conjunto de premisas lógicas con respecto a ellas, enriquece el trabajo logrado por el investigador y los aportes que su investigación le puede brindar a la comunidad. Uno de los autores que aceptó evidenciar que hay una relación recíproca entre la lengua y la sociedad fue Pierre Bourdieu, sociólogo francés que hace una fuerte crítica a la lingüística estructuralista. Bourdieu plantea que este enfoque ha influenciado al resto de las ciencias sociales, ya que un gran número de ellas se limitan al aspecto sistemático del fenómeno, provocando de forma simultánea que se ignoren las características fundamentales que, según él, deben ser estudiadas. Él afirma que “para romper con esta filosofía social, se debe demostrar que es legítimo tratar las relaciones sociales -y las relaciones de dominación- como interacciones simbólicas, es decir, como relaciones de comunicación que implican el conocimiento y el reconocimiento, sin olvidar que las relaciones de comunicación por excelencia, los intercambios lingüísticos, son también relaciones de poder simbólico en las que se actualizan las relaciones de fuerza entre los locutores o sus respectivos grupos” (Bourdieu, 1982, p. 11). Bourdieu comparte la 13 premisa lingüística del funcionalismo, que incorpora la dimensión social y comunicativa, pero asegura que esta integra, a su vez, relaciones de dominación que el investigador debe esforzarse en incluir a la hora de construir o elegir el método y el objeto de estudio. Aunque interesante la premisa del autor, debe considerarse que él le va a dar a su investigación un enfoque sociológico predominanteporque su formación, y los códigos adquiridos que motivan su crítica y propuesta, harán que involuntariamente los aspectos formales se pierdan o se descuiden y estos tienen una importancia trascendental para los lingüistas porque son la evidencia que nutre sus investigaciones. Tal como indica Bourdieu, otras disciplinas sí se han apropiado de los métodos instaurados por la teoría lingüística, pero hasta ahora, la lingüística tradicional ha decidido renunciar a apropiarse de las herramientas que otras ciencias han fundado, ya que teme extender el límite de su objeto de estudio. Este miedo lo encontramos en el nacimiento mismo de la ciencia: Ferdinand de Saussure padre de la lingüística moderna, declara. Sería inadmisible que su estudio (del lenguaje) quedase en cosa de unos pocos especialistas; de hecho, todo el mundo se ocupa, poco o mucho de él; pero -consecuencia paradójica del interés que se le presta- no hay terreno en el que hayan germinado más ideas absurdas, más prejuicios, ficciones. Desde el punto de vista psicológico, tales errores no son desdeñables; mas la tarea del lingüista es, ante todo, denunciarlos y disiparlos tan completamente como sea posible (Saussure, 1985, p.20). Esta ideología heredada da como resultado que los especialistas, y junto con ellos los métodos y las investigaciones que giran en torno a la lengua, restrinjan su interés a los aspectos estructurales y funcionales. Paradójico resulta que podamos encontrar lingüistas muy reconocidos que de forma simultánea a sus modelos teóricos arman discursos de resistencia que van en contra de las estrategias políticas de dominación y saqueo. Noam Chomsky es un caso representativo: él es reconocido como lingüista, a pesar de que se difundan más sus artículos de crítica política y social. Lo curioso es que Chomsky nunca vincula su legado lingüístico con su trabajo político, los mantiene bien separados. Tampoco propone una forma de estudio alterna al generativismo trasformacional que busque los 14 aspectos políticos y sociales reflejados en el lenguaje, a pesar de que se nota su interés en ellos porque los describe en sus artículos independientes con mucha finura. No se intenta decir con esto que el lingüista debe forzar el método y el objeto de estudio a su propia ideología. Más bien, se resalta que no se ha abierto el espacio necesario entre los especialistas del lenguaje para analizar la relación que hay entre la política y la lengua, lo cual resulta decepcionante si se considera que la lengua es el sistema de signos primigenio que regula nuestra comunicación y nuestro vínculo con el otro, lo que obligatoriamente genera relaciones de poder. Pese a lo anterior, existen otras ciencias del lenguaje que intentan subsanar estas deficiencias de la lingüística tradicional reconectando el estudio lingüístico con la sociedad y su complejidad. Según Francisco Moreno Fernández (Moreno, 2009, pp.91-110) hay tres interdisciplinas, ligadas a la lingüística, que definen el lenguaje como un instrumento de comunicación más que como un sistema cerrado y autosuficiente: la sociolingüística, la sociología del lenguaje y la etnografía de la comunicación. La sociolingüística es una interdisciplina que pone énfasis en la estructura lingüística dejando a un lado la conversación, el discurso y los aspectos comunicativos de la vida social. Su objeto de estudio es la lengua como sistema de signos, pero considerada dentro de un contexto social; William Labov es uno de los más importantes representantes de la sociolingüística (variacionista). En síntesis, podemos decir que la sociolingüística estudia la relación que existe entre grupos sociales muy definidos y estructuras lingüísticas particulares. La sociología del lenguaje, a diferencia de la sociolingüística, tiene una perspectiva epistemológica más amplia. Es el nivel de estudio sociológico de la lengua, por lo que la parte primordial del análisis es el contexto social, esto quiere decir que pone mayor atención a los aspectos sociales que a la estructura lingüística; el representante icónico es Joshua Fishman, quien se dedicó a hacer trabajos de plurilingüismo, diglosia, planificación lingüística, entre otros muy importantes. La etnografía de la comunicación es una interdisciplina interesada en el estudio de la lengua como sistema de comunicación y no de signos. Dell Hymes, representante icónico, asegura que “no es que la lingüística no tenga un papel vital. Los materiales lingüísticos bien 15 analizados son indispensables y la lógica de la metodología lingüística es una influencia capital en la perspectiva etnográfica del enfoque. Es más bien que no es la lingüística sino la etnografía, no es la lengua sino la comunicación, la que debe proveer el marco de referencias dentro del cual se debe describir el lugar de la lengua en la cultura y la sociedad; los límites de la situación dentro de las cuales la comunicación es posible” (Hymes, 1954, p. 51). Hay otra ciencia del lenguaje que reúne especialistas de la lengua, los cuales, involucrándose con teorías de otras ciencias sociales, analizan cómo los procesos sociopolíticos “de manera explícita o implícita presuponen y tienen consecuencias para el uso de repertorios lingüísticos de un territorio nacional y de aquellos que se desplazan a los escenarios internacionales y supranacionales.”3 Estos especialistas, también interdisciplinarios, han conformado una línea de estudio que abarca tanto la estructura micro y macro de una sociedad para encontrar o proponer políticas del lenguaje que generan o necesitan las dinámicas sociales. Este nicho de estudio llamado política del lenguaje acepta no sólo que la lengua tiene vínculos con la sociedad, sino que las relaciones, jerarquías, estructuras e intereses sociales van a modificar la vida de una comunidad de habla y por supuesto de su lengua. Como lo hemos dicho, estas formas de estudio atienden la relación que hay entre la lengua y la sociedad que la lingüística tradicional ha descuidado, lo han hecho utilizando herramientas teórico-metodológicas interdisciplinarias: sin embargo, se mantienen firmes en darle prioridad a la estructura y a la función, aunque se tenga que sacrificar la relación con otras dimensiones del fenómeno como la política que, a nosotros, compartiendo la idea de Bourdieu, nos resulta trascendental. Una de las investigadoras que orienta a las ciencias del lenguaje al camino de la transdisciplina es Julieta Haidar, quien plantea que en el análisis de cualquier campo científico hay que detenerse en dos dimensiones que regulan su desarrollo y su constitución. “La primera se refiere a los movimientos de avance del conocimiento que se concretan en los siguientes tipos: la acumulación, la ruptura y la convergencia. La acumulación implica que las teorías no pueden desarrollarse sin considerar todo lo construido con anterioridad; la 3 Cita extraída del programa de la materia Política del lenguaje de la ENAH, 2017, escrito por la Maestra Dora Pellicer 16 ruptura produce exactamente lo contrario de lo anterior porque las teorías rompen con sus antecedentes; y la convergencia articula varias propuestas por la necesidad de construir objetos de estudio más complejos para investigar la cada vez mayor complejidad del mundo actual” (Haidar, 2006, p. 42). En la segunda dimensión se aborda cómo se configuran los movimientos de avance del conocimiento: para Haidar hay un continuum gradual y rupturas entre la disciplina, la multidisciplina, la interdisciplina y la transdisciplina, cada una abarca un grado de complejidad distinto. La autora asume, igual que nosotros, que el lenguaje, es decir las prácticas semiótico- discursivas, son fenómenos de estudio trascendentales que tienen vínculos con varias características que corresponden a fenómenos apropiadospor varias disciplinas. Es por eso que después de dar un panorama general de las ciencias y connotar la idea de complejidad, desarrolla una línea de investigación centrada en el análisis del discurso y la semiótica de la cultura. El análisis del discurso y la semiótica “constituyen campos teórico-metodológicos fundamentales para la comprensión del funcionamiento de lo cultural, de lo social, de lo histórico, de lo ideológico y de lo político en las distintas prácticas semiótico-discursivas, y que permiten dar cuenta de la complejidad analítica de los objetos de estudio en nuestro mundo contemporáneo. Desde esta perspectiva, tales prácticas contienen materialidades y funcionamientos peculiares que inciden de manera determinante para la producción y reproducción de la vida socio-histórico-político-cultural de los sujetos” (Haidar, 2006, p. 46). La semiótica y el análisis del discurso nos permitirán realizar investigaciones, a partir de una postura interdisciplinaria, que consideren al lenguaje un fenómeno de estudio complejo. Nuestra intención es aclarar que no se trata de dejar a un lado la corriente que nos ayuda a darle un soporte teórico-metodológico a nuestra investigación, sino de hacernos conscientes de que hay características del fenómeno que no estamos retomando y que alguien más puede acercarse a nuestro trabajo para rechazar nuestra postura o proponer otra, o bien para darle continuidad a nuestras premisas desde otro enfoque. Después de haber planteado lo anterior, nos parece importante recalcar que el analista debe ser consciente de que decidir por una disciplina, cerrarse a un solo aspecto de la lengua y la 17 ausencia de diálogo con otros cuerpos teórico-metodológicos limitan tanto la riqueza de los trabajos de investigación como las instituciones que forman prácticas sociales con base en sus discursos científicos. Insistimos porque este no es un problema ceñido a la academia: el conocimiento mantiene activas formas de vida y maneras de interpretar el mundo; este reproduce de forma subyacente una organización social y una ideología. Aceptamos que la apertura a la interdisciplina en las ciencias del lenguaje se ha estado dando de a poco en poco, la postura lingüística funcionalista expandió los límites impuestos por la otra corriente de estudio integrando la comunicación y la dimensión social de la lengua; otras ciencias del lenguaje aceptan que les interesan más aspectos de la lengua que no habían sido considerados. Y también están el análisis del discurso y la semiótica que reúnen un conjunto de herramientas inter y transdisciplinarias para dar cuenta de las prácticas semiótico discursivas que rigen la vida social. Nuestra aspiración, compartida por otros intelectuales que ya han reunido y elaborado propuestas interdisciplinarias, es partir del análisis del discurso para abarcar más características del lenguaje, pero ¿cómo? haciendo flexibles esos límites que imponen las disciplinas; prestándole atención al fenómeno; dejando a un lado los métodos deductivos y apropiándonos de las herramientas necesarias para evidenciar las características políticas latentes en el fenómeno. 1.2 El discurso político Para entender la posición que toma la lingüística tradicional sobre el análisis del discurso consideraremos, sin entrar en detalles, algunos puntos de la metodología saussureana. El método estructuralista de Ferdinand de Saussure se basa en las relaciones y no en la suma de los elementos de un sistema; sus categorías base son dicotomías de oposición, esto quiere decir que cada unidad conceptual se constituye a partir de dos elementos codependientes que resultan ser también mutuamente excluyentes. Siguiendo lo anterior, Saussure postula que lengua y habla son indisociables, ambas se necesitan para ser: se adquiere la lengua escuchando el habla, es ella la que estimula el cambio de la estructura lingüística y se analiza la lengua a través de las cadenas de sonido 18 que un hablante emite. Asimismo, el habla es posible gracias a los elementos del sistema que articula el hablante. Según el método dicotómico del estructuralismo, a pesar de su relación, ambos conceptos se definen como contrarios, por un lado, la lengua es un sistema de signos convencional adquirido de forma pasiva, por otro lado, el habla es el acto individual de la lengua que depende de la voluntad y la inteligencia del hablante. No es nuestra intención desarrollar a fondo el método de este importante personaje, sin embargo, nos interesa señalar que su obra presenta un dilema que ha conducido a la lingüística tradicional a abandonar el habla como objeto de estudio. Saussure plantea una idea muy romántica del habla, asegura que no hay nada colectivo en ella, según él, sus manifestaciones son individuales y momentáneas; los discursos, definidos como habla contextualizada, son casos particulares e indeterminados, a diferencia de la lengua. Mientras que la estabilidad de un estado de lengua (análisis sincrónico) permite la sistematicidad de la que depende la disciplina, el habla es libre y, por lo tanto, no se puede estudiar, no hay lingüística del habla. Michel Foucault objeta rotundamente las cualidades que Ferdinand de Saussure y otros estructuralistas le otorgan al discurso. Él postula “que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” (Foucault, 2015, p.14), esto quiere decir que, el discurso igual que la lengua, se encuentra anclado a la colectividad humana y que la producción y la circulación del discurso están condicionados a los mecanismos de poder implantados por cada sociedad. Esta propuesta le da lugar al análisis del discurso porque asegura que está controlado y regulado tanto como la lengua; Foucault tipifica los procedimientos de exclusión que controlan y delimitan los discursos en tres grupos diferentes. A continuación, presentamos una síntesis:4 En el primer grupo se integran tres principios que ponen en juego el deseo y el poder: el primer principio es lo prohibido, según el autor, el hablante se autocensura, es decir, sabe 4 Esta síntesis se construyó a partir del libro El orden del discurso 19 que no se puede hablar de cualquier cosa en cualquier circunstancia. El segundo principio es la oposición entre razón y locura, Foucault afirma que las palabras de un loco son consideradas nulas y sin valor, por lo tanto, nunca son escuchadas ni tomadas en cuenta. El tercer principio es la oposición entre lo verdadero y lo falso, este principio es producto de la voluntad de saber que impone al sujeto conocedor una cierta forma de mirar y una función específica, el discurso verdadero resulta ser aquel al que es necesario someterse. El segundo grupo, llamado interno porque son los mismos discursos los que ejercen su propio control, está constituido por tres principios: el primero es el de comentario, y refiere a discursos que, más allá de su formación, son dichos, permanecen dichos, y todavía están por decirse. El siguiente, complementario al primero es el principio de autor, el autor no es un individuo que habla como dice Saussure, el autor para Foucault encarna un principio de agrupación del discurso como unidad, origen y foco de coherencia. Opuesto a estos dos está el principio de disciplina que, según Foucault, gira en torno a un corpus de proposiciones consideradas verdaderas, en las que se reúnen un conjunto de objetos, métodos, reglas, definiciones, técnicas e instrumentos para generan discursos válidos. Por último, están los procedimientos instituidos por las sociedades del discurso, estos determinan las condiciones de utilización,imponiendo a los individuos cierto número de reglas que permiten o bloquean el acceso a la comunidad. Los aportes de Michel Foucault sacuden los límites que las posturas formalistas tienen sobre el lenguaje, además evidencia que claramente existen y deben ser estudiados los mecanismos de poder que sus métodos de investigación se esfuerzan en ignorar. Otro autor que esboza una forma de estudio que procura la dimensión política e ideológica del lenguaje es Valentín Volóshinov. Nos parece importante desarrollar ampliamente las ideas del autor porque su crítica coincide en algunos puntos con la nuestra y su método pondera las características del lenguaje que a nosotros nos parecen capitales. Valentín Volóshinov critica tres grupos de tendencias intelectuales que, según él, han dejado a un lado el fundamento vital del lenguaje: La primera crítica la dirige a los teóricos e ideólogos marxistas, estos han excluido por completo el lenguaje como fenómeno de interés, ya que definen la ideología como un proceso 20 psicológico y mecánico, lo cual da como resultado invisibilizar el papel que desempeña el lenguaje dentro de la lucha de clases. La segunda crítica va en contra de las posturas idealistas y psicologistas: a él le resulta insuficiente sostener que la ideología y los signos están alojados en la conciencia, como si existieran incrustados en una realidad virtual al interior del individuo. Volóshinov afirma que el signo depende de una realidad material, recuperar la relación que hay entre el signo y la realidad externa es una de las grandes aportaciones que ofrece esta visión materialista del lenguaje. ¡Ojo! Volóshinov no está diciendo con esto que el signo y la cosa mantengan una relación icónica y univoca, afirma que, si se reduce la semiosis a un determinado, visible y compacto conjunto material, entonces se perderá la naturaleza sígnica e ideológica del lenguaje. Esto quiere decir que él acepta que el signo existe como parte de la naturaleza, pero también subraya que este refleja y refracta la realidad, es decir, se percibe ‹algo› bajo un determinado ángulo de visión. Es precisamente esta condición la que sitúa al signo en una dimensión ideológica, porque si es material, depende inevitablemente de los procesos comunicativos y de las relaciones sociales que le dan nacimiento, divorciándose así de las nociones idealistas. Sin embargo, el autor no pierde de vista que el signo comparte un territorio común entre la psique y la ideología y negar cualquiera de las dos caras implica perder la naturaleza semiótica del signo. Considerando lo anterior, despliega tres puntos teórico-metodológicos (Volóshinov, 2009, p. 44): 1) No se debe disociar la ideología de la realidad material del signo. 2) No se puede separar el signo de las formas concretas de la comunicación social. 3) No se puede separar las formas de la comunicación de sus bases materiales. El tercer grupo que critica está formado por las tres formas de estudio del lenguaje más prolíficas de su época: 1) el subjetivismo-idealista; 2) el objetivismo abstracto y 3) la filología. Nos parece importante decir que, aunque asegura que todas ellas vacían el 21 contenido ideológico y social del lenguaje, también retoma algunas de sus nociones para instaurar su propio método.5 Representado por Wilhelm Humboldt al subjetivismo-idealista sólo le importa el sentido artístico de un fenómeno lingüístico dado, es decir, la autoexpresión. Esta disciplina presupone un dualismo entre lo interno y lo externo, dentro del cual, tiene prioridad lo interior porque es ‹ahí› donde se encuentran las fuerzas creativas y organizativas de la expresión. En este sentido, la lengua se define como un eterno flujo de actos discursivos únicos y autosuficientes. En su análisis crítico Volóshinov asegura que no se puede plantear una diferencia cualitativa entre lo interno y lo externo; un interlocutor abstracto no puede existir, este obedece siempre a ciertas condiciones sociales porque el hablante se da forma a sí mismo desde el punto de vista del otro. Como anteriormente ya hemos hablado del objetivismo abstracto representado por Ferdinand de Saussure, sólo recuperamos las premisas básicas que le dan al autor fundamento a su método materialista (Volóshinov, 2009, p. 123): a) El momento estable e idéntico a sí mismo de las formas lingüísticas prevalece sobre su variabilidad. b) Lo abstracto prevalece sobre lo concreto. c) La sistematicidad abstracta prevalece sobre la historicidad. d) Las formas de los elementos prevalecen sobre las formas de la totalidad. e) La sustancialización del elemento lingüístico aislado sustituye la dinámica del discurso. f) La monosemia y la monoacentualidad de la palabra sustituye su polisemia y poliacentualidad. En otras palabras, el autor señala que este método renuncia a la relación que el signo tiene con la realidad material, por lo tanto, niega su propiedad intrínseca a la comunicación social; además, no hay lugar ni tiempo específico estimado en el análisis, lo que sustituye al signo mutante y elástico por la señal inamovible e idéntica a sí misma. 5 Nos parece que coincidimos con el autor al hacer un recorrido epistemológico con la finalidad de construir y justificar nuevos métodos interdisciplinarios a partir de la crítica de estas corrientes citadas. 22 Por último, Volóshinov asegura que la filología, que es el estudio de los cambios que sufren los elementos lingüísticos a lo largo del tiempo, confina al enunciado a ser aislado, acabado y monológico porque lo saca de su contexto discursivo real y por lo tanto lo desideologiza. Después de hacer este recorrido y de criticar severamente a los grupos y las corrientes de estudio que se han involucrado (o no) con el lenguaje, formula su propio método para analizar la propiedad material, social e ideológica que han desechado los ya mencionados. El lenguaje verbal es importante porque está presente en todo acto de comprensión y en todo acto de interpretación. Las palabras6 son el objeto de estudio de Valentín Volóshinov porque son ellas el medio más puro y genuino de la comunicación social y por lo tanto son los fenómenos ideológicos por excelencia. Dado que las palabras están condicionadas a una realidad heterogénea y dinámica, “los contextos no permanecen uno junto al otro sin hacerse caso mutuamente, sino que se encuentran en un permanente estado de intensa e ininterrumpida interacción y lucha. El cambio del acento valorativo de la palabra en sus distintos contextos no ha sido tomado en absoluto en cuenta por la lingüística, ni tampoco se ha reflejado en la doctrina acerca de la unidad del significado. Este acento es lo que menos se somete a la sustancialización, a pesar de que la pluriacentualidad de la palabra sea justamente lo que le da vida” (Volóshinov, 2009, p. 129). Es esta diversidad de acentos la que provoca que los hablantes de una misma lengua enfrenten luchas ideológicas, y la que coloca al signo el título de ‹la arena de la lucha de clases›. La estrategia de la clase dominante es apagar y reducir al interior la lucha de valoraciones sociales que se verifican en él, tratando de convertir al signo en monoacentual, intención que pensamos está legitimada por las ciencias del lenguaje, ya que esencializar el signo y borrar su valoración convierte a la palabra viva en una existencia ideal alejada de su proceso histórico (e ideológico). 6En el libro El marxismo y la filosofía del lenguaje (p.30) hay una nota al pie que explica que el vocablo en ruso slovo (palabra) es polisémico, es decir, contiene varias acepciones, entre ellas están: a) unidad de la lengua que sirve para nombrar un concepto aislado; b) el mismo discurso, la facultad de hablar ;c) actuaciónpública oral, discurso en una asamblea; d) discurso sobre algún tema, narración, exposición (arcaísmo de estilo elevado); e) opinión, alegato. Según se puede apreciar, algunas acepciones remiten a los conceptos de discurso (c), lenguaje(b), verbo (b y d) en español, asimismo, polisémicos. 23 El método fundado por el autor descansa sobre los siguientes supuestos (Volóshinov, 2009, p. 153): 1) formas y tipos de interacción discursiva en relación con sus condiciones concretas. 2) formas de enunciados concretos, de algunas actuaciones discursivas en estrecha relación con la interacción cuyos elementos son estos enunciados, esto es, los géneros de las actuaciones discursivas, determinados por la interacción discursiva, en la vida y en la creación ideológica. 3) se hace una revisión de las formas del lenguaje tomadas en su versión lingüística habitual. En cuanto a sus categorías base, su unidad de análisis es el tema: el tema es un sistema de signos complejo y dinámico ubicado en un contexto claro, este debe ser unitario para que tenga cabida como unidad de análisis. Asimismo, afirma que “toda palabra pronunciada en la vida real no sólo posee un tema y un significado en el sentido referencial o de contenido, sino también una valoración. Una enunciación viva no sólo significa, sino que también valora” (Volóshinov, 2009, p. 168). El autor explica que hay un número específico y limitado de temas expuestos dentro de un grupo, los miembros del grupo al prestarle atención a ellos les depositan un acento valorativo. Para que el tema sea apropiado por el grupo y suscite una reacción semiótica-ideológica es preciso que involucre las bases de la existencia material del grupo señalado. Por último, nos interesa destacar que respecto al objeto de estudio de las ciencias del lenguaje Valentín Volóshinov (Volóshinov, 2009, p.153) concluye que: La realidad concreta del lenguaje en cuanto discurso no es el sistema abstracto de formas lingüísticas, ni tampoco una enunciación monológica y aislada, ni el acto psicofísico de su realización, sino el acontecimiento social de interacción discursiva, -llevada a cabo mediante la enunciación y plasmada en enunciados. La interacción discursiva es, entonces, la realidad principal del lenguaje. Su atención está centrada en el discurso, es decir, en la palabra viva que tiene vínculos explícitos y necesarios con la sociedad y su complejidad. Su postura califica al signo como intrínseco a la psique, a la materia concreta, a la comunicación y a la ideología, eliminar cualquiera de estas propiedades implica esencializar y dejar a un lado el análisis lingüístico 24 que evidencia las estrategias discursivas de las que se valen los grupos para mantener y eliminar, es decir, controlar prácticas sociales. Como el lector puede notar, estos dos teóricos se centran en la dimensión política del lenguaje y lo hacen retomando categorías y nociones de las disciplinas que critican para construir nuevos métodos que recuperan las propiedades que han sido ignoradas; ambos coinciden en acentuar la importancia del discurso como práctica social restringida por los mecanismos ideológicos y de poder que imperan en cada sociedad. Después de haber presentado estos marcos teórico-metodológicos alternos que el lector puede consultar a profundidad si así lo desea, nos parece importante, dado que es el objeto de estudio de esta tesis, identificar las propiedades que distinguen un discurso político. Es claro que detrás de la idea de ‹discurso político› subyace una tipología del discurso, esta clasificación dependerá en gran medida de los límites y los criterios que atribuyan los autores a las diferentes formas discursivas. A continuación, expondremos dos maneras de caracterizar el discurso político propuestas por dos autores: Eliseo Verón (1987) y Julieta Haidar (2003). Eliseo Verón asegura que para ubicar un tipo de discurso se necesita trabajar al mismo tiempo en varios niveles interdependientes. Su tipología, incipiente según su propia percepción, se sostiene de cuatro criterios (Verón, 1987, p.14-23): en primer lugar, su conceptualización refiere a campos discursivos y no a discursos homogéneos bien delimitados. En segundo lugar, la definición de un tipo supone la definición de una serie de variantes del mismo, es decir, la definición general del tipo supone la definición de un núcleo invariante y de un sistema de variaciones. En tercer lugar, la descripción de intercambios discursivos implica un reconocimiento del investigador de la dimensión diacrónica. Y, por último, el analista debe considerar la materialidad y el medio que condiciona el discurso. Según Eliseo Verón, el campo discursivo de lo político se separa del resto porque este implica necesariamente un enfrentamiento, afirma que “todo acto de enunciación política, a la vez es una réplica y supone (o anticipa) una réplica (…) el imaginario político, supone no menos de dos destinatarios: un destinatario positivo y un destinatario negativo. El discurso político se dirige a ambos al mismo tiempo” (Verón, 1987, p.16). 25 Estos múltiples mensajes, contenidos en un solo discurso serán recibidos por tres destinatarios diferentes: el prodestinatario que es aquel que se encuentra en una posición de consenso con el enunciador; el contradestinatario que representa una inversión de la creencia formulada en el discurso. Y el paradestinatario que se encuentra indeciso con respecto al discurso recibido. Cada uno de ellos cumplirá una función diferente con relación al discurso político emitido: “es un discurso de refuerzo respecto al prodestinatario, de polémica respecto del contradestinatario y de persuasión sólo en lo que concierne el paradestinatario” (Verón, 1987, p.18). Otras estrategias contenidas en el discurso político son las cinco entidades, formuladas con estructuras lingüísticas, que constituyen lo que Eliseo Verón llama imaginario político, cada una posee ciertas propiedades lógicas que ayudan a dirigir la enunciación a los tres destinatarios ya mencionados, éstas son: a) colectivo de identificación, este une al enunciador con el paradestinatario utilizando un adjetivo común, del mismo modo, se separa del contradestinatario relacionándolo con un grupo lejano a su identidad (primera y segunda de singular y plural-vs-tercera persona de singular o plural), ejemplo: “nosotros los liberales”, “muchos rebeldes dicen”. b) entidades numerables, designan colectivos amplios que son cuantificables, por ejemplo: “trabajadores”, “mexicanos”, “mujeres”. c) meta-colectivos singulares, estos a diferencia de los anteriores, no admiten cuantificadores ni fragmentación, ejemplo: “el pueblo”, “el país”, “el Estado”. d) nominalización, es decir, expresiones que adquieren una cierta autonomía semántica respecto al orden discursivo, ejemplo: “moviendo México”, “cállate chachalaca”. e) nominalización que posee un poder explicativo, ejemplo: “el imperialismo”, “la crisis”. Otro criterio del autor es asumir que el discurso político incluye cuatro componentes, estos precisan el modo en el que el enunciador se relaciona con las entidades del imaginario político, en resumen: en el orden del saber está el componente descriptivo y el componente didáctico, mientras que en el primero se hace un balance de la situación, en el segundo se formula una verdad universal. En el componente prescriptivo, donde se articula el orden del deber, se concentra el mayor número de operaciones de interpelación orientadas hacia el 26 prodestinatario y el paradestinatario. Y, por último, el componente programático, que está en el orden del poder hacer, refleja el compromiso que asume el enunciador en su discurso con el destinatario. Eliseo Verón acepta con humildad que su propuesta resulta inacabada, destaca que otros tipos de discurso pueden contener tanto las entidades como los componentes,pero asegura que el discurso político, el cual produce y reproduce un enfrentamiento, es el único que está dirigido a tres destinatarios diferentes y que por lo tanto se vale de estrategias específicas para llegar con eficiencia a cada uno de ellos. Mientras que Eliseo Verón se limita a hablar de los aspectos internos contenidos en el discurso mismo para tipificarlo, Julieta Haidar propone, a partir de la transdisciplina, una definición que nos parece más abarcadora. La autora encuentra necesario recurrir a la cultura en la que se inserta el discurso para poder ubicarlo. Esto porque sostiene que lo político, lo histórico y lo cultural, no existiría sin el funcionamiento semiótico-discursivo, es decir, se concibe el discurso como una práctica, por lo tanto, su tipología dependerá del marco cultural que le dé posibilidad de existencia. La cultura política se conforma por las pautas culturales que se desarrollan en torno al poder político y a la ideología que la sostiene. Una vez definida la cultura política, Haidar se anima a plantear las principales características del discurso político (Haidar, 2003, p. 11-14): El discurso político que funciona a nivel micro y macro es producido por aparatos e instituciones especializadas relacionadas, en el sentido restringido, con el poder del Estado, de los partidos políticos y de otras organizaciones sociales. Este tipo de discurso es el que se encuentra más arraigado a la coyuntura y el que agiganta el componente polémico porque integra conflictos, hay lucha por el poder, que siempre está excluyendo a los contrincantes. Asimismo, Julieta Haidar afirma que el discurso político constituye el lugar privilegiado de la producción y reproducción del consenso y el disenso así que, para cumplir con tal objetivo, utilizará estrategias discursivas sofisticadas para persuadir y generar polémica. Después de explicar estas propiedades del discurso político inserto, a su vez, en la cultura política, Haidar con más finura conceptualiza la noción de sujeto, la cual se mueve en un gradual que dialoga con dos opuestos. 27 Los sujetos de las prácticas semiótico-discursivas (Haidar, 2003, p.24): I) son de carácter colectivo/individual, sociocultural-histórico-político/psicológico. II) establecen relaciones socioculturales y representan lugares socioculturales/e individuales. III) producen discursos y semiosis desde determinadas formaciones ideológicas que gobiernan siempre las formaciones semiótico-discursivas, en las cuales se originan las matrices del sentido. Julieta Haidar matiza su propuesta afirmando que el sujeto es más complejo que la teoría que intenta explicarlo así que la discusión no está agotada. El sujeto político impregna su discurso de poder porque convierte su palabra en performativa, ya que se asocia la palabra con la misma acción, además de dominar forzosamente varios tipos de competencia que tienen que ver con las materialidades y los funcionamientos discursivos, estas son: competencia lingüística-semiótico-discursiva; competencia pragmático-comunicativa; competencia ideológica; competencia política, cultural, histórica y social; competencia cognoscitiva; competencia del simulacro; competencia psicoanalítica; competencia estético-retórica y competencia lógico-filosófica-argumentativa; las cualidades más necesarias son el liderazgo y el carisma. Nosotros consideramos que las habilidades del sujeto político no tienen que ser propias, basta con que se construya una representación de competencia para que el político que enuncia sea eficiente (y sobre todo legitimado), es por esta razón que, cada líder político cuenta con un equipo que asesora cada aspecto de su discurso, aunque, en última instancia el enunciador sea él. Julieta Haidar (2003) construye, a partir de un recorrido transdisciplinario, un modelo operativo, condensado en nueve puntos, que permite entender las reglas de construcción, de exclusión y de control de los sentidos del discurso político que es nuestro objeto de estudio (p.24-29): 1) La relación de lo explicito con lo implícito; para Haidar la separación de estas dimensiones, ambas relacionadas con el funcionamiento del poder y la ideología, resulta 28 fundamental porque su buen dominio permite que en la polémica se niegue algo dicho y de este modo el contrincante se debilite en la refutación argumentativa. 2) Los silencios discursivos que se refieren al tabú del objeto; frente a la coyuntura política el poder silencia a partir de sus propios intereses. 3) La relación entre la denotación y la connotación; el análisis permitirá encontrar el sentido connotativo que guarda el “aparente” sentido transparente del discurso. 4) El funcionamiento del malentendido como regla y no como excepción; y más en los discursos políticos. 5) Los procesos interdiscursivos como constitutivos de toda práctica discursiva. 6) La formación ideológica y la formación discursiva como condicionantes de los sentidos de los objetos discursivos. 7) El funcionamiento retórico y las estrategias de persuasión que inciden en el sentido del discurso. 8) El funcionamiento tópico; que se refiere a las premisas compartidas por los sujetos del discurso. 9) Relación entre la verdad, la mentira y la verosimilitud; la autora sostiene que el analista del discurso tiene la obligación de procurar la verdad y la mentira en lugar de reducir su búsqueda a la verosimilitud. Haidar expone dentro de su marco teórico estrategias argumentativas y emocionales, ya que ambas son fundamentales dentro del discurso político si este quiere impactar a la audiencia, ganar legitimidad y mantener un carácter performativo. Los discursos políticos, como hemos visto con estos dos autores, integran características que los diferencian, aunque no necesariamente los desvinculan, de otros tipos de discurso. Un rasgo importante del discurso político es que dirige simultáneamente su mensaje a tres destinatarios definidos a partir de su posición con relación al discurso emitido por el actor político. Julieta Haidar, por otra parte, destaca que discurso y cultura son intrínsecos y por lo tanto su tipificación dependerá también de las prácticas que represente y reproduzca el discurso. Hemos hecho este recorrido porque nuestra investigación se centra en la dimensión política que Michel Foucault y Valentín Volóshinov recuperan proponiendo nuevos marcos teórico- metodológicos, a pesar de la posición cerrada de las ciencias tradicionales del lenguaje. 29 Consideramos que la clasificación de Verón y Haidar nos ayuda a tipificar nuestro objeto de estudio como discurso político que ubicamos a su vez en dos subtipos: los informes de gobierno presidenciales y las obras destacadas de dos politólogos mexicanos pues analizamos la producción discursiva de dos élites nacionales, el discurso oficial presidencial de un país en el que la mayor autoridad resulta ser el presidente y el discurso elaborado por intelectuales respetados que de forma directa o indirecta terminan siendo ideólogos del sector gubernamental y académico. Ambas élites producen y circulan discursos que funcionan como mecanismos de poder que regulan las prácticas socio-discursivas del país. La perspectiva de este trabajo es interdisciplinaria, nuestra atención está focalizada e irremediablemente ignoraremos cualidades del lenguaje, sin embargo, nos parece más abarcador utilizar los métodos que parezcan necesarios para evidenciar la ideología y los intereses políticos adheridos al discurso. Lo haremos a partir de formas, valorando lo implícito, demostrando que ni el lenguaje, ni la lengua, ni el discurso son inocentes porque es la aparente inocencia, aquella que simulan ciertos métodos y los mismos hablantes, la que legitima, reproduce y refuerza las jerarquías artificiales de poder que organizan una sociedad. Decidimos utilizar métodosinductivos y dejarnos sorprender por el discurso. Sería falso decir que no esperábamos con anticipación ciertos resultados, sin embargo, antes de establecer cualquier cuerpo teórico-metodológico, antes incluso de conocer los detalles de los procesos sociohistóricos, contemplamos el corpus y enseguida estructuramos los métodos aplicados. Nos parece de vital importancia mencionar que debido a que el discurso político no tiene una relación con la verdad sino con la verosimilitud, lo dicho y lo hecho no siempre corresponden. En el discurso político hay evidentes contradicciones entre las acciones ejecutadas por los actores políticos y lo que se dice, sin embargo, dado que la investigación está focalizada en los discursos y no en la relación que tienen con prácticas concretas, no profundizamos en este tipo de contradicciones. Debido a que nos ocupamos de dos élites diferentes y que cada una construye un subtipo distinto de discurso político, hicimos dos aplicaciones, cada aplicación a partir de un marco teórico-metodológico autónomo. 30 Para el análisis del discurso presidencial, que es de corte diacrónico (1940-2000), recuperamos como muestra 60 informes de gobierno de 10 presidentes, todos miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Para el análisis del discurso de los fundadores de la ciencia política mexicana tomamos como muestra a dos de los politólogos mexicanos más destacadas: Arnaldo Córdova y Luis Javier Garrido, que tratan, más o menos, los mismos periodos históricos y los mismos fenómenos sociales: la llamada “Revolución Mexicana” y la constitución del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Otro límite autoimpuesto fue ceñirnos a dos objetos discursivos precisos: la revolución y la institución. Ambos controversiales, los dos apropiados por distintos sectores de la sociedad, movimientos en resistencia, intelectuales, grupos dominantes, etc. Las preguntas que rigen esta investigación, entre otras ya mencionadas, giran en torno a estos objetos discursivos: ¿qué significa la revolución y la institución para las élites del país? ¿de qué depende su significado? ¿con qué intención se construye ese significado? 1.3 El análisis de los informes presidenciales del PRI: marco teórico- metodológico Una de las características del signo según Saussure es la mutabilidad, el autor declara que todas las partes de la lengua están sometidas al cambio. Saussure resume lo anterior con una fórmula (Saussure, 1985, p.98): el cambio es igual a la lengua de una sociedad a lo largo del tiempo. Siguiendo la premisa, si se estudiara la lengua de un hombre en completa soledad, probablemente moriría con una misma lengua, sin alteraciones. Por otro lado, si se estudia una lengua en un periodo específico y dejamos a un lado la variable temporal, entonces analizaremos un estado de lengua. La lengua ofrece distintas estructuras para expresar una misma función: la expresión de una de las variantes lingüísticas está condicionada por la gama diversa de contextos lingüísticos y sociales que existen. Un lingüista que establezca cortes temporales podrá notar que, según el periodo y la sociedad que estudie, será más frecuente una estructura que otra entre los hablantes. 31 Es importante recalcar que la lingüística como ciencia del lenguaje mantiene límites muy claros y poco flexibles respecto a lo que puede o no estudiar. Como hemos dicho ya en el apartado anterior, las posturas dominantes de la lingüística pocas veces se despegan de la estructura o la función, señalamos que este trabajo ha sido estricto respecto a la construcción de categorías, ya que establecemos criterios serios que evitan arbitrariedades en la metodología, sin embargo, la aplicación de estos no se hizo sólo a partir de aspectos formales o funcionales dado que nuestro interés se centra en la semántica comunicativa y la ideología que encarnan los objetos discursivos. Esto no quiere decir que no haya estructuras constantes en las que se vea reflejada una idea, las ideas requieren una materialidad (significante) para hacerse visibles a los hablantes, sólo matizamos que hay ideas que son explícitas e implícitas: las explícitas son más fáciles de rastrear, pero hay significados presentes en el corpus menos evidente que requieren un análisis más minucioso. Las unidades temáticas, que son el eje rector de nuestro análisis del discurso, se construyeron para abarcar tanto lo explícito como lo implícito; cada objeto discursivo tiene un conjunto de unidades temáticas de las cuales hablaremos más adelante. Aceptando entonces que la lengua cambia a lo largo del tiempo y que son los condicionamientos contextuales de los hablantes y el sistema de signos los que propician estos cambios, aterrizamos a nuestro objeto de estudio y el corpus que lo constituye: el análisis de este trabajo se centra en los objetos discursivos revolución e institución construidos por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a través de su representación presidencial, en el periodo que va de 1940 cuando se conforma oficialmente el partido por Manuel Ávila Camacho, hasta el 2000 cuando pierde la presidencia ante el Partido Acción Nacional (PAN). Nos interesa hacer un estudio diacrónico a nivel semántico que abarque 60 años (1940-2000) que nos ayude a encontrar la transformación ideológica y de significado de los objetos discursivos revolución e institución a lo largo de los distintos periodos históricos representados por los presidentes que han gobernado México. Dado que este análisis del discurso es una investigación de tipo diacrónico, el corpus que hemos construido puede parecer excesivo: aclaramos que revisamos 60 informes de gobierno, pero seleccionamos sólo aquellas partes que aluden a los objetos discursivos que provocaron esta investigación. 32 Es evidente que los objetos discursivos revolución e institución, igual que la sociedad del discurso que los producen, están en constante movimiento y queremos saber de qué depende y cómo cambian a lo largo de los procesos históricos que integran a su vez cambios estructurales (políticos, económicos, culturales, etc.). Para ello tenemos como base, los informes de gobierno presidenciales, estos constituyen nuestro corpus, en total son 60 puesto que cada uno de los 10 presidentes declaró 6 informes de gobierno (uno por año presidencial), estos forman el objeto de estudio del análisis: los objetos discursivos, revolución e institución, que han construido y reproducido el PRI como élite política y hegemónica del país. Un informe de gobierno presidencial es un “escrito en el que manifiesta el estado general que guarda la administración pública del país”7 por lo tanto, es un documento importante que representa el sexenio encabezado por el presidente en curso, el cual materializa la semántica y la ideología de los objetos discursivos que utiliza. No hemos puesto en el anexo todos los informes de gobierno, sin embargo, señalamos que, si el lector requiere consultarlos, estos se encuentran en la página oficial www.diputados.gob.mx Este trabajo teórico-metodológico tiene dos objetivos: el primero es identificar las unidades temáticas más y menos frecuentes en cada uno de los sexenios presidenciales que se hacen en ambos objetos discursivos. El segundo objetivo es hacer una comparación detallada que va más allá de unidades temáticas cuantificables; la intención es analizar a profundidad la significación construida por cada presidente a partir de la cantidad de unidades temáticas que contengan sus informes de gobierno, así como los cambios y las similitudes que hay entre los mismos. Nuestro primer paso es construir un código que consiste en un conjunto de unidades temáticas que fueron aplicadas al corpus de forma sistemática: para Johnny Saldaña un código “es más o menos una palabra o frase corta que atribuye simbólicamenteun atributo sumativo, destacado, que captura la esencia y / o evoca a una porción de datos” (Saldaña, 2012, p.3). 7 Consultado en https://www.gob.mx el 19 de septiembre de 2016 33 Una unidad temática es una categoría formada por el investigador que, a partir de recursos verbales, construye un tópico homogéneo que coocurre alrededor del objeto discursivo analizado. Cada jefe de Estado tiene una representatividad estadística diferente y es importante decir que cuantitativamente hay quienes hacen mayor uso de los objetos discursivos que otros, sin embargo, cualitativamente hay cláusulas que contienen más de una unidad temática, estas son más complejas dado que desarrollan dentro de sí relaciones asociativas con varios temas. No se consideraron las veces que la palabra revolución e institución era una etiqueta de fecha o lugar, la cláusula requería desarrollar una idea para considerarla parte de nuestro corpus. Como nuestra finalidad es analizar objetos discursivos y no palabras, no fuimos tan específicos al separar formas distintas: rastreamos todas las referencias que aluden a la revolución y a la institución, es decir, la forma léxica base es revolución e institución, pero fueron aceptadas las derivaciones que tienen estas raíces léxicas, por ejemplo: revolucionario, contrarrevolución, revoluciones, instituciones, institucional, etc. La mayoría de las cláusulas tienen presente una vez la forma (revolución-institución), en algunos casos, una cláusula tiene varias repeticiones, pero como en conjunto estas formaban una misma unidad de sentido se consideraron como una sola entrada. Es importante decir que, respecto al objeto discursivo institución, los presidentes mencionan varias veces la palabra para referir a la creación o renovación de una entidad encargada de un trabajo específico que regula ciertas funciones del país desde la esfera política (o privada); estas fueron tomadas en cuenta sólo si se desarrollaba una descripción inmediata después de nombrar la institución, si era una simple mención anafórica de tal organismo no fue tomada en cuenta. Esto redujo al menos un 10% el corpus que recuperamos antes de establecer los criterios de selección dado que en repetidas ocasiones el objeto discursivo sólo está para referir a un organismo o corporación específica. Nosotros sí consideramos una categoría que representa esta cualidad (la cual llamamos funcionalidad) pero la cláusula no se volvió parte del corpus cuando estaba en solitario, ya que nos interesan sobre todo los temas que coocurren alrededor de la palabra institución más que la simple mención o el porcentaje exacto en los informes 34 presidenciales. Esto es más frecuente, sobre todo, en los primeros presidentes, que introducen un gran número de instituciones creadas, pero sin describirlas o calificarlas. Una vez establecido el conjunto de unidades temáticas, utilizamos el análisis cualitativo de contenido: “formalmente el análisis de contenido es una técnica de investigación para hacer inferencias replicables y válidas de los datos en su contexto. Esta definición abarca las propuestas por Bernard Berelson, quien equipara el análisis de contenido con la descripción científica del contenido de comunicación y la de Harold Laswell, quien enfatiza la cuantificación de lo que los mensajes comunican”. (Annenberg School for Communication, 1989, p. 403) El análisis de contenido permite emplear categorías de forma sistematizada, es decir, aplicar las mismas reglas a todo el contenido para identificar qué tan presente o ausente cuantitativamente está un tema en un conjunto de datos. Nuestra unidad de análisis es la cláusula, entendemos como cláusula un conjunto de palabras que forman un sentido completo; incluye una proposición o diversas proposiciones íntimamente relacionadas entre sí. Después de analizar a los mandatarios de forma individual, haremos una comparación entre los mismos para marcar los cambios que han sufrido ambos objetos discursivos a lo largo de 60 años y 10 presidentes distintos, todos miembros del PRI. 35 1.4 Análisis del discurso de dos fundadores de la ciencia política mexicana: marco teórico-metodológico Nos parece que para politizar el conocimiento hay que reconocer que todas las prácticas semiótico-discursivas, ya sea de forma voluntaria o no, obedecen intereses particulares y siguen ciertas ideologías. Es por esta razón que preferimos considerar a Arnaldo Córdova y Luis Javier Garrido como ideólogos en lugar de intelectuales, aunque un nombre implique el otro. Michel Foucault (1973) sostiene que hay una relación muy estrecha entre el poder y el saber: atravesando tres de sus principios, podemos decir que la educación como sociedad del discurso, utilizando el principio de disciplina, clasifica la producción y la circulación discursiva en términos de verdad y falsedad. Partiendo de lo anterior, queremos descubrir a qué se refieren cuando nombran la revolución y la institución dos intelectuales mexicanos que mantienen vínculos de dependencia y de resistencia con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ambos intelectuales adquirieron una formación académica determinada y tienen una ideología particular asumida. Además, al ser reconocidos tanto por la esfera política como por la ciencia política mexicana, su discurso excluye, controla y delimita la producción, circulación y recepción semiótico- discursiva de ambos grupos. La investigación tiene como finalidad contestar las siguientes preguntas: ¿Cómo construye la élite intelectual mexicana los objetos discursivos revolución e institución? ¿Qué es lo que critican y qué es lo que legitiman? ¿Cómo formalizan en sus discursos su propia ideología a partir de un marco teórico-metodológico? La aplicación que desarrollamos en el capítulo III halla los componentes constitutivos fundamentales de las prácticas semiótico-discursivas elaboradas por dos de los intelectuales que fundaron la ciencia política en México. Para ello nos apropiamos de la propuesta de análisis del discurso que ofrece Julieta Haidar (2006); nos parece la más pertinente porque a partir de la transdisciplina define la práctica discursiva desde la complejidad. 36 Debido a tal complejidad, no abordaremos todo lo que constituye el discurso, es necesario delimitar, con límites flexibles y en diálogo, los distintos elementos que componen el discurso para centrarnos explícitamente en algunos y dejar la puerta abierta a futuros estudios. En la propuesta de Haidar (2006), se plantea un modelo analítico con 5 ejes, cada uno se centra en elementos específicos del discurso, que se mantienen al mismo tiempo interconectados. La transdisciplina acepta, con honestidad que, aunque el fenómeno contiene de forma simultánea todas estas características, se necesita partir de una delimitación que recorte su complejidad. El segundo eje analítico es el que nosotros utilizamos como marco teórico-metodológico, busca identificar las materialidades y los funcionamientos que componen el discurso. “Las materialidades conforman las capas, las camadas que constituyen lo que Foucault denomina como ‹la arqueología del saber›, y remiten a la construcción semiótico-discursiva que supera la dimensión lingüística y semiótica de la superficie. Los funcionamientos comprenden la dinámica, la configuración que adquieren las materialidades en cada tipo de discurso o semiosis” (Haidar, 2006, p.82). Seleccionar este eje analítico nos obliga a aceptar explícitamente que ahondaremos más en el interior del discurso que en su relación con las prácticas sociales. A partir de la transdisciplina, Julieta Haidar (2006) tipifica 13 materialidades, con sus respectivos funcionamientos (p.84-90): 1) Acústica, visual, olfativa, gustativa y táctil: Esta materialidad
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