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Mito-literatura-y-sociedad--analisis-de-la-novela-Jose-y-sus-hermanos-de-Thomas-Mann

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1 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
 
 
MITO, LITERATURA Y SOCIEDAD. ANÁLISIS DE 
LA NOVELA JOSÉ Y SUS HERMANOS DE THOMAS 
MANN. 
 
 
 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 
LICENCIADA EN SOCIOLOGÍA 
 
P R E S E N T A: 
 
DIANA CORTÉS TORRES 
 
ASESORA: DRA. BLANCA SOLARES ALTAMIRANO 
 
 
 
 
 
 
 
MÉXICO, D.F. ABRIL 2011 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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2 
 
 
 
 
 
 
“La cultura no es otra cosa que la devota y 
ordenadora, por no decir benéfica, incorporación 
de lo monstruoso y de lo sombrío en el culto de lo 
divino.” 
 
Thomas Mann, Doktor Faustus. 
 
 
 
 
 
“Sin contrarios no hay progreso. La atracción y el 
rechazo, la razón y la energía, el amor y el odio, 
son necesarios para la existencia humana.” 
 
William Blake, El matrimonio del cielo y el 
infierno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este trabajo sólo fue posible gracias al apoyo de 
mis padres, Octavio y María Adela, a la infinita 
paciencia y guía de la Dra. Blanca Solares y a la 
amorosa ayuda y compañía de Alfonso Reyes. Con 
profundo afecto para todos. 
 
 
 
 
 
3 
 
ÍNDICE 
 
 
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………...……7 
 
 
 
CAPÍTULO 1. MITO Y LITERATURA…………………………………………..11 
 
 
1.- La narración mítica y la obra literaria………………………………………………11 
 
2.- La obra literaria desde la perspectiva de Gilbert Durand……………………….…..16 
 
3.- Breve acercamiento a la propuesta de estudio de la narración literaria de Gilbert 
Durand: la mitocrítica…………………………………………………………….….…19 
 
 
 
CAPÍTULO 2. THOMAS MANN Y SU TIEMPO……………………………….…25 
 
 
1.- Algunos apuntes biográficos, aproximaciones a su contexto social y universo 
literario……………………………………………………………………………….…25 
 
2.- Hitler y el fascismo alemán. La instrumentalización de las formas mítico-culturales 
en el Tercer Reich………………………………………………………………………43 
 
3.- Obra literaria, concepción de mito y necesidad “remitologizadora” en Thomas Mann. 
La hermenéutica manniana Mythos plus Psychologie 
y la idea de “esfera rodante”……………………………………………………………79 
 
 
 
CAPÍTULO 3. EL PENSAMIENTO RELIGIOSO DEL PUEBLO HEBREO Y SU 
VÍNCULO CON MESOPOTAMIA Y EGIPTO 
EN JOSÉ Y SUS HERMANOS……………………………………………………….91 
 
 
1.- Fe y Alianza entre hombre y Dios……………………………………………..……91 
 
2.- Tiempo……………………………………………………………………………...94 
 
3.- Historia………………………………………………………………………..…….96 
 
4.- La relación del pueblo de Israel con la tradición religiosa de Mesopotamia y Egipto, 
en José y sus hermanos de Thomas Mann……………………………………………..97 
 
 
 
4 
 
CAPÍTULO 4. LA BIBLIA, EL RELATO DE JOSÉ Y LA ARQUEOLOGÍA 
BÍBLICA……………………………………………………………………………101 
 
 
1.- Los orígenes de la historia de José y su posible ubicación en la historia concreta del 
pueblo egipcio………………………………………………………………………..101 
 
2.- La Biblia y el Antiguo Testamento………………………………………………..107 
 
3.- El relato de los orígenes, la arqueología bíblica, el pueblo de Israel 
y los patriarcas………………………………………………………………...………110 
 
4.- Las historias de la primera parte del Génesis……………………………………...114 
 
5.- La historia de Abraham e Isaac……………………………………………………115 
 
6.- La historia de Jacob y Esaú………………………………………………………..116 
 
7.- Las historias de Jacob……………………………………………………………...118 
 
8.- La historia de José y sus hermanos…………………………………………..……121 
 
 
 
CAPÍTULO 5. LA VERSIÓN NOVELÍSTICA DE LA HISTORIA DE JOSÉ 
POR THOMAS MANN……………………………………………………………...131 
 
 
1.- Los antecedentes, las motivaciones………………………………………………..131 
 
2.- Del relato bíblico a la novela………………………………………………………134 
 
3.- La inspiración……………………………………………………………………...135 
 
4.- La estructura de la obra……………………………………………………………138 
 
 
 
CAPÍTULO 6. MITEMAS Y SÍMBOLOS EN LA TETRALOGÍA JOSÉ Y SUS 
HERMANOS DE THOMAS MANN………………………………………..………141 
 
 
1.- José y los suyos como depositarios de una traditio (historia sagrada)……….……141 
 
2.- Los personajes de José y sus hermanos siguiendo las huellas arquetípicas de sus 
ancestros………………………………………………………………………………145 
 
3.- El tiempo en José y sus hermanos…………………………………………………153 
 
4.- El sufrimiento en José y sus hermanos……………………………………………155 
5 
 
5.- El pueblo de Israel como “elegido”, la configuración de Dios, la Alianza y la 
Promesa en José y sus hermanos……………………………………………………...160 
 
6.- El monoteísmo en José y sus hermanos…………………………………………...164 
 
7.- Lo sagrado en “José y sus hermanos”…………………………………………….169 
 
8.- La personalidad de José……………………………………………………………174 
 
9.- José ante su padre Jacob y su madre Raquel………………………………………176 
 
10.- José y sus hermanos, la rivalidad fraternal……………………………………….178 
 
11.- La relevancia de los sueños y su interpretación………………………….………184 
 
12.- José “el soñador” e intérprete de sueños…………………………………………186 
 
13.- Los sueños de José……………………………………………………………….187 
 
14.- Los sueños de los servidores reales y del faraón…………………………………189 
 
15.- El encuentro de José con Egipto…………………………………………………193 
 
16.- José en la casa de Putifar…………………………………………………………195 
 
17.- José en la casa del faraón………………………………………………………...201 
 
18.- José ante el símbolo de la luna y el pozo………………………………………...207 
 
19.- José ante los símbolos del trigo, el cordero y el sacrificio………………………212 
 
20.- José ante el símbolo del andrógino………………………………………………215 
 
21.- La relación de la obra José y sus hermanos con el símbolo del número doce, tres y 
siete……………………………………………………………………………………216 
 
22.- La relación de la obra José y sus hermanos con el símbolo 
del zodíaco……………………………...………………………………………….….222 
 
23.- José como “Príncipe de las mediaciones” (Fernando Bayón), como “Héroe 
fratriarcal” (Andrés Ortiz-Osés). Aproximaciones a la consolidación de su figura como 
mediador y reconciliador de los contrarios, su relación con la coincidentia oppositorum 
(M. Eliade y C.G.Jung)………………………………………………………………..226 
 
 
 
CONCLUSIONES……………………………………………………………….…..239 
 
 
 
6 
 
ANEXO 
APROXIMACIONES TEÓRICO-CONCEPTUALES…………………………...251 
 
 
1.- Religión………………………………...………………………………………….251 
 
2.- Símbolo……………………………………………………………………………253 
 
3.- Sentido………………………………………………………..……………………255 
 
4.- Arquetipo………………………………………………..…………………………256 
 
5.- Mito……………………………………………..…………………………………258 
 
6.- Lo sagrado y lo profano……………………………………………..…………….260 
 
7.- La hermenéutica de la cultura…………………………………………………..…263 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………….265 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
7 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 “Es bien sabido que la literatura, oral o 
escrita, es hija de la mitología y heredera 
de sus funciones: narrar las aventuras, 
contar cuanto de significativo ha ocurrido 
en el mundo.” 
 Mircea Eliade
1
 
 
 
El título de la investigación es: “Mito, literatura y sociedad. Análisis de la novela José 
y sus hermanos de Thomas Mann”. Lo que nos proponemos en este trabajo es leer y 
hacer una revisión y análisis de la novela titulada José y sus hermanos (1934-1944), 
basada en la historia bíblica de José y escrita por el novelista y crítico alemán Thomas 
Mann (1857-1955),una de las figuras más importantes de la literatura de la primera 
mitad del siglo XX. 
 
En el marco de la crisis de la sociedad moderna y los límites del racionalismo ilustrado 
(estudios antropológicos y sociológicos positivistas que han descuidado el vínculo entre 
mythos y logos), nos acercaremos a esta tetralogía presentándola no únicamente como 
manifestación estética y poética, sino también como revelación cultural de un periodo, a 
partir de la cual se pueden elaborar interpretaciones más profundas sobre el hombre y su 
contexto socio histórico. Esta perspectiva logo-mítica, permite ampliar los horizontes de 
la Sociología, pues le ofrece nuevas vertientes para la generación de una ciencia social 
más completa y abierta a los aportes de los estudios interdisciplinarios.
2
 
 
1
 Mircea Eliade, La prueba del laberinto, Conversaciones con Claude-Henri Rocquet, Madrid, Ediciones 
Cristiandad, 1980, p.159. 
2
 Por ejemplo, el sociólogo Zigmunt Bauman ha resaltado la importancia del análisis literario para la 
Sociología, así en entrevista otorgada a la investigadora brasileña María Lucía García Pallares-Burke, 
Folha de Sau Paulo, 19 de octubre de 2003, comenta: “Debo señalar que mis profesores en Polonia 
nunca se preocuparon por las diferencias entre “filosofía social” y “Sociología” propiamente dicha. Pero 
sobre todo, ellos consideraban a los novelistas y poetas como sus camaradas de armas y no como 
competidores o mucho menos como antagonistas… Yo aprendí a considerar a la Sociología como una 
forma de aquellas numerosas narrativas, de muchos estilos y géneros, que dan cuenta, después de haberla 
primero procesado y reinterpretado, de la experiencia humana. La tarea conjunta de tales narrativas era 
ofrecer un insight más profundo del modo como esa experiencia fue pensada y, de ese modo, ayudar a los 
seres humanos para controlar sus destinos individuales y colectivos. En esa tarea, la narrativa sociológica 
no era superior a otra narrativa… Yo, por ejemplo, me celebro de haber ganado a través de Tolstoi, 
Balzac, Dickens, Dostoievsky, Kafka o Thomas Mann muchos más insights sobre la sustancia de las 
experiencias humanas que de centenares de relatos de investigación sociológica. Sobre todo aprendí a no 
preguntar de dónde viene una idea, sino solamente como ella ayuda a iluminar las respuestas humanas 
sobre su condición, asunto tanto de la sociología como de las “bellas letras”…”. 
8 
 
Partiendo de esta consideración, señalaremos que tradicionalmente los análisis acerca de 
la creación literaria se basan en la observancia de causas objetivas (factores socio-
históricos), causas subjetivas (factores psicológicos) y técnicas de composición (léxico, 
sintaxis y gramática). Nosotros sin desatendernos de la importancia de dichos análisis, 
trataremos de relacionarlos con otra perspectiva enfocada en la identificación de los 
aspectos mítico-simbólicos que subyacen a la obra. 
 
Así, el análisis de José y sus hermanos nos llevará a encontrarnos con la rehabilitación 
de un mito, por medio de la escritura de un gran literato como Thomas Mann, que en 
medio del terrible contexto del nazismo se dio a la tarea de llevar a cabo una 
“remitologización” o “reforzamiento del mito” (Gilbert Durand), tendiendo puentes 
entre el relato histórico y el relato mítico. Aquí radica nuestro principal objetivo: ubicar 
la evocación de estructuras míticas e imágenes simbólicas en el gran potencial poético 
de José y sus hermanos, rastreando el vínculo entre historia sagrada y creación literaria, 
evidenciando “la utilización del mito como estructura profunda, como asiento 
comprehensivo, de toda narración dramática o novelesca.”
3
 Para lograr este cometido 
nos valdremos de la propuesta de análisis literario de Gilbert Durand, denominada 
mitocrítica. 
 
En este sentido, la investigación se abordará desde la perspectiva teórica de la 
hermenéutica de la cultura o hermenéutica simbólica como propuesta de acercamiento 
más integral al hombre y sus sociedades, a través de la comprensión de sus 
construcciones simbólico-culturales, y que se compone de un amplio cuerpo conceptual 
que esbozaremos a manera de aproximación en un anexo basado en los estudios de 
diversos investigadores como Mircea Eliade, Joseph Campbell, Gilbert Durand, C.G. 
Jung, Raimon Panikkar, Patxi Lanceros, entre otros autores que reflexionan en torno a 
nociones como religión, mito, símbolo, lo sagrado, lo profano, sentido, arquetipos, etc., 
fungiendo finalmente, como ejes de nuestra aproximación mitocrítica a la historia de los 
patriarcas bíblicos. 
 
También nos acercaremos con la ayuda de algunos biógrafos, a la vida de Thomas 
Mann, a su contexto histórico-social y a su universo literario. Haremos una semblanza 
 
3
 Gilbert Durand, Mitos y Sociedades. Introducción a la mitodología, Argentina, Editorial Biblos, 2003, 
p.26. 
9 
 
de la instrumentalización de las formas mítico-culturales en el Tercer Reich y de la 
postura de Mann frente a ello, evidenciando la necesidad “remitologizadora” del 
novelista alemán y su esfuerzo por arrancar el mito de las manos del fascismo, para 
rehabilitarlo éticamente a favor de la vida y de lo humano. 
 
Para iniciar propiamente con el análisis de la obra José y sus hermanos, consideramos 
indispensable hacer un breve acercamiento al pensamiento religioso del pueblo hebreo, 
así como al vínculo que Mann destaca entre Israel y las tradiciones de Mesopotamia y 
Egipto. Expondremos algunos antecedentes generales de la sacralidad bíblica, aludiendo 
a los relatos que anteceden a las historias patriarcales y por supuesto nos centraremos en 
la narración de la cual José es personaje central. Asimismo, referiremos el vínculo entre 
mito y realidad a partir de la llamada arqueología bíblica y la exploración de los 
orígenes del relato de José y su ubicación en la historia concreta del pueblo egipcio. 
 
Posteriormente referiremos los antecedentes y las motivaciones involucradas en la 
elaboración de la versión novelística de la historia de José por Thomas Mann, 
conoceremos la inspiración que llevó a José del relato bíblico a la novela que el autor 
finalmente estructuró en cuatro tomos: I Las historias de Jacob, II El joven José, III 
José en Egipto, y IV José el proveedor. 
 
Con base en la propuesta duraniana de análisis literario: mitocrítica, trataremos de 
identificar los mitemas (unidades temáticas cargadas de referencias simbólicas) 
presentes en la tetralogía, así consideraremos a José y los suyos como depositarios de 
una traditio (historia sagrada), como hombres y mujeres que intuyen la necesidad de 
seguir las huellas arquetípicas de sus ancestros, configurando una peculiar forma de 
interpretar el tiempo y el sufrimiento. Anotaremos las implicaciones del pueblo de Israel 
como “elegido”, como configurador de Dios en relación con la Alianza, la Promesa y 
los inicios del monoteísmo. Veremos que el tema del apego a lo sagrado es fundamental 
para José y los suyos, cuyas personalidades exploraremos a la luz de determinados 
arquetipos, por ejemplo, el de la rivalidad fraternal. 
 
Pondremos énfasis en el análisis de José como “el soñador” e intérprete de sueños, así 
como en su vínculo con el simbolismo de la luna, el pozo, el trigo, el cordero, el 
10 
 
sacrificio y el andrógino. Asimismo relacionaremos la obra José y sus hermanos con el 
símbolo del número doce, tres, siete y el zodíaco. 
 
Teniendo en cuenta que en José y sus hermanos de Mann encontraremos un campo por 
demás fértil para alcanzar nuestro objetivo, ya que tal y como afirma Fernando Bayón 
“... es en esta tetralogía donde la hermenéutica manniana encuentra acaso su veta más 
profunda.”
4
, nuestra aproximación mitocrítica permitirá que terminemos el análisis 
comprendiendo que a través del ejercicio “remitologizador”de Mann, la figura de José 
se consolida como “Príncipe de las mediaciones” (Fernando Bayón) o “Héroe 
fratriarcal”,
5
 mediador y reconciliador de los contrarios, en relación con la noción de 
coincidentia oppositorum (Mircea Eliade y Carl Gustav Jung). 
 
Si bien con su versión novelística de José, Mann rinde homenaje al pueblo judío, 
también proyecta a través de ese personaje una posición de resistencia que no renuncia a 
la esperanza de construir un mundo más humano, partiendo de un compromiso con la 
capacidad de disentir y de crear arte ético profundamente sensible a la problemática del 
mundo moderno. Ante la ausencia de horizontes, Mann crea la figura de un José que 
tendrá un importante significado político-cultural, en el sentido de que su naturaleza 
fratriarcal se relaciona con la posibilidad de conciliación de los contrarios que 
componen nuestra trama existencial, lo que se abre a la reflexión sobre los problemas de 
convivencia social, de integración y de aceptación o exclusión de la otredad. 
 
En el contexto de sociedades tan diversas y plurales como las nuestras, en las que sin 
embargo, predominan la violencia y las relaciones de dominación de todo tipo, los 
ejercicios que se preocupan por señalar vías que posibiliten relaciones sociales 
incluyentes y respetuosas de las diferencias son de gran valía. En este sentido, podemos 
decir que José y sus hermanos de Thomas Mann se constituye como un documento 
central para la Cultura Occidental. 
 
 
4
 Fernando Bayón, “Thomas Mann y los símbolos de la última modernidad” en Blanca Solares y María 
del Carmen Valverde (editoras) Sym-Bolon. Ensayos sobre cultura, religión y arte, México, UNAM, 
2005, p.136. 
5
 Con esto, hacemos referencia a la visión “fratriarcal” o mediadora, como una de las tres grandes 
concepciones mitológicas en la historia de la humanidad, desarrolladas por el pensador Andrés Ortiz-
Osés. 
 
11 
 
CAPÍTULO 1. MITO Y LITERATURA 
 
 
1.- La narración mítica y la obra literaria 
 
Para las sociedades pre modernas, la narración mítica se inserta completamente en el 
mundo simbólico de lo sagrado, como relato proveedor de sentido. Relato que se 
conserva celosamente en las sociedades tradicionales religiosas, trasmitiéndose de 
generación en generación y constituyéndose como central para el sostén individual y 
colectivo de sus miembros. Ahora bien, aunque en la modernidad la narración literaria 
es una creación artística que ya no se encuentra inmersa en el contexto de una sociedad 
religiosa, aún llega a compartir algunas características con la narración mítica. 
 
Como señala Mircea Eliade, las narraciones literarias modernas pueden esconder en sí 
mismas, evocaciones de esos tiempos en los que lo sagrado era lo real por excelencia.
6
 
Así señala que algunas obras literarias manifiestan veladamente reminiscencias míticas, 
aunque obviamente no con la misma significación religiosa característica del hombre 
premoderno. 
 
A lo largo de esta investigación iremos observando que en el caso de José y sus 
hermanos de Thomas Mann, es posible hablar de una obra literaria que tiende puentes 
entre sí y algunas características propias de la narración mítica, es decir, esta novela, 
pese a ya no estar inserta en una sociedad premoderna, evoca estructuras míticas e 
imágenes simbólicas. 
 
Tomando en consideración lo anterior, debemos preguntarnos si desde los modernos 
estudios literarios es posible dar cuenta de está relación y además abrir una veta para 
comprender la influencia o el papel que esta literatura, emparentada con el mito, podría 
ejercer en nuestras sociedades. 
 
Siguiendo la aportación de Juan José Lanz, en el Diccionario de hermenéutica, dirigido 
por Osés y Lanceros, diremos que la literatura alude a la expresión originada en la letra 
 
6
 Op. cit, M. Eliade, p.159. 
12 
 
y en la escritura, relacionándose también con el uso de la gramática, la posesión de 
acervo cultural, erudición y saber amplios. 
 
Hacia la mitad del siglo XVIII, aparece la noción de “literatura” tal y como la 
conocimos en el siglo XX y hasta nuestros días, es decir, la literatura como concepto 
que acentúa el aspecto estético, en detrimento del vínculo con la idea de “conocimiento 
verdadero”. Así, la literatura se vincula más con la noción imprecisa de poesía (poïesis), 
resaltando la faceta creativa e imaginaria y separándola de la ciencia, que se reservó 
para aquellos saberes que privilegian el carácter epistemológico, dejando atrás el 
aspecto estético. Esto desde luego en el marco del auge del racionalismo y el 
enciclopedismo. 
 
Luego, a partir del romanticismo, la imaginación y la ficción, fueron los elementos que 
definieron a la obra literaria, sin embargo, dichos elementos no anularon su carácter de 
representación de la realidad. “Evidentemente desde esta perspectiva, la literariedad se 
traslada del texto al contexto, para adquirir más que una dimensión lingüística una 
dimensión hermenéutica.”
7
 
 
Una dimensión hermenéutica que se entiende como un ejercicio interpretativo acerca de 
las interpretaciones que el hombre hace de sí y de su mundo. En este sentido, la 
literatura se puede entender como manifestación cultural de un período, del espíritu y de 
la memoria colectiva de una época, a través de la cual es posible hacer interpretaciones 
sobre el hombre y su contexto socio histórico y simbólico. 
 
Es importante destacar que el estudio de las obras literarias es considerado de gran 
valor, porque se piensa que la literatura como ejercicio intelectual, estético y lingüístico 
comunicativo, también posee poder explicativo al respecto de la realidad, por lo que no 
podríamos negar su dimensión eminentemente social. 
 
El análisis literario tiene diversas vertientes: la literatura se puede abordar como labor 
creativa y artística que se analiza a partir de principios y criterios teóricos desarrollados 
 
7
 Juan José Lanz, “Literatura”, en Diccionario interdisciplinar de hermenéutica, Andrés Ortiz-Osés y P. 
Lanceros (Dirs.), España, Universidad Deusto, 1997, p.474. 
13 
 
en torno al fenómeno literario (estudios literarios). Así como también, a partir de la 
historia de la literatura (cronologías y tendencias globales del estudio de las obras). 
 
Asimismo, la obra literaria se estudia desde la crítica (estudio aislado de las obras 
literarias), la cual toma en cuenta la observancia de causas objetivas (factores socio-
históricos), causas subjetivas (factores psicológicos) y técnicas de composición y 
escritura (léxico, sintaxis y gramática), involucradas todas, en la realización de una obra 
literaria. Desde esta perspectiva, el estudio literario tendría que considerar el estilo, la 
biografía psico-social del autor de la obra y su pertenencia a un contexto social e 
histórico muy particular. 
 
Nosotros al momento de analizar José y sus hermanos, tomaremos en cuenta todo lo 
posible las líneas de análisis mencionadas, puesto que son de gran utilidad e 
importancia para la comprensión del texto, sin embargo, también pondremos atención 
en identificar y comprender la relación de la novela con el relato bíblico en el cual se 
inspira. Las formas tradicionales de análisis literario no nos permiten interpretar los 
elementos mítico-simbólicos que la obra presenta, por lo que recurriremos también a 
otra línea de análisis que más adelante desarrollaremos (mitocrítica de Gilbert Durand), 
a partir de la cual podremos hacer una lectura y análisis de la novela que esté pendiente 
de identificar las reminiscencias mítico-simbólicas, que a su vez aluden a la revelación 
de un sentido latente, cuya consideración, podría enriquecer la comprensión al respecto 
de cómo esta tetralogía de Mann, se inserta en un contexto socio históricoespecífico, 
tratando de dar cuenta de la realidad social de una época. 
 
Por otro lado, de acuerdo con Patxi Lanceros, la postura moderna en torno a la labor 
literaria y que existe ya desde la Grecia clásica, sostiene el siguiente tópico: <<los 
poetas mienten mucho>>. Por medio de esta afirmación, el autor citado nos dice que se 
suele dar por sentado que existe una completa incompatibilidad entre quehacer y 
lenguaje literario y racionalidad del discurso científico. En pocas palabras, se mantiene 
que “la verdad” es exclusiva de la ciencia. “Pues si se sospechaba desde antiguo que la 
poesía (la literatura) está relacionada con la vida, se sabía, sin embargo, que está 
imposibilitada para el acceso a la verdad.” 
8
 
 
8
 Patxi Lanceros, “Metamorfosis Literaria”, en Diccionario interdisciplinar de hermenéutica, Andrés 
Ortiz-Osés y P. Lanceros (Dirs.), España, Universidad Deusto, 1997, p.526. 
14 
 
Hemos dicho que en determinados trabajos literarios, es posible hallar estructuras 
míticas que son reveladoras de sentido, entendido éste como aquello que refiere a lo que 
orienta, fundamenta y sostiene el devenir del hombre en el mundo. En consideración de 
esto y siguiendo a Lanceros, podemos decir que la literatura, efectivamente está 
relacionada con la vida, pero no que el artista es únicamente un creador de ficciones e 
incluso un “mentiroso” que desconoce la realidad social y que podría ser identificado 
como “corruptor”, pues según Lanceros, hay para quienes “la literatura es nociva: no 
sólo confunde, también corrompe.”
9
 
 
Más allá de esto, la literatura es una manifestación del imaginario de las sociedades 
modernas, siendo en última instancia reveladora de constelaciones de sentido, que 
pueden resultar de gran valor para comprender las dinámicas sociales de los pueblos. Si 
partimos de esto, no podríamos considerar el trabajo literario como inferior a las 
construcciones lógico-racionales. De hecho, para Lanceros, justamente porque la 
literatura no se apega a estrictas líneas metodológicas, puede gozar de mayor 
universalidad que la categorización científica. 
 
Esta universalidad de la literatura, proviene de que en última instancia remite a lo 
arquetípico (C.G. Jung), a aquella herencia espiritual humana innata y universal 
compuesta de prototipos simbólicos, a la cual uno puede acceder, entre otras cosas, por 
medio de la lectura profunda de los textos y la cual llega a las páginas de un libro por la 
vía de lo que Lanceros llama “desplazamientos hermenéuticos” o “metamorfosis 
literarias”, es decir, a través del paso de los hechos y situaciones circunstanciales y 
contingentes (por ejemplo las preocupaciones del escritor y la realidad objetiva de su 
contexto) a lo arquetípico. 
 
“La metamorfosis literaria se produce en la colisión de lo objetivo y lo subjetivo; 
y el producto del choque es metáfora o hipérbole, construcción, en cualquier 
caso, que lleva al límite – a las últimas consecuencias – la idea o el dato, 
aportando sentido a la <<verdad>> percibida.”
10
 
 
En esta “metamorfosis literaria”, el escritor no se vincula con su realidad objetiva 
únicamente a partir de la pura conciencia, por el contrario, para poder escribir su relato, 
debe echar mano de la imaginación, lo que no implica el simple alejamiento de lo 
 
9
 Ídem, p. 525. 
10
 Ídem, p. 527. 
15 
 
consciente, sino su co-implicación (Osés) con lo inconsciente, a partir de lo cual se 
producirá una relación cualitativamente diferente tanto con lo objetivo como con lo 
subjetivo. 
 
Mientras que la labor científica depende de la objetividad e inmediatez del entorno, el 
trabajo literario va más allá, siendo que la metamorfosis literaria es más profunda 
precisamente por su potencial hermenéutico. Lo que de ninguna manera implica que no 
pueda haber diálogo entre creación científica, racional y literaria, imaginaria. 
 
Atendiendo a esta implícita interdependencia entre logos y mythos, y dejando claro que 
no entenderemos la creación literaria como simple objeto de diversión, distracción o 
únicamente como manifestación estética, nos inclinamos por abordarla como expresión 
específica de la condición humana, como invención más allá de los procesos lógicos y 
que además y centralmente, hace un rescate frente a los embates de la racionalidad 
moderna, del gran valor del acto imaginativo. El acto de narrar alude al potencial para 
expresar la profunda necesidad humana de entender lo que ocurre en su alrededor y lo 
que implica el devenir de su propia existencia en el mundo. 
 
Con base en lo anterior, la literatura se revela como muestra de la gran potencialidad 
creadora humana, como actividad cultural (siendo evidente que no abordamos la cultura 
como simple reproducción material, sino como proyección del homo simbolicus-
religiosus), que puede incluso trastocar la conciencia del hombre, poniendo de 
manifiesto que el lector no recibe las historias completamente transparentes, es decir, 
lleva a cabo ejercicios de interpretación y reinterpretación, siendo capaz de encontrase y 
reencontrarse en dichas historias. 
 
Así pues, se pone en evidencia que en las obras literarias puede haber episodios que 
inmediatamente nos remiten a cuestiones de carácter mítico-simbólico, lo que permite 
señalar que en la modernidad, la literatura puede considerarse como una especie de 
extensión de historias mitológicas, que antaño fueron centrales para las sociedades 
premodernas. 
 
Nuestro análisis de José y sus hermanos, tratará de constatar cómo la realización de una 
obra literaria, no necesariamente supone la destrucción de la creatividad mítica, aunque 
16 
 
desde luego ésta no se presenta de forma evidente, ni con la misma significación 
simbólica que en otros tiempos, pero se sigue comportando como una fuente importante 
de elementos que finalmente alumbran otros caminos que también podrían conducir a la 
comprensión de la realidad social. 
 
En fin, veremos cómo un análisis literario, desde un punto de vista amplio y no 
reduccionista, permite develar la enorme fecundidad de la obra literaria, en nuestro caso 
en la tetralogía de Thomas Mann, permitiéndonos observar que aún en la modernidad, la 
imaginación literaria es también imaginación mítica, a partir de lo cual es pertinente 
hablar de un fenómeno de “reforzamiento del mito”, lo que en palabras de Gilbert 
Durand, se denomina “remitologización”. 
 
2.- La obra literaria desde la perspectiva de Gilbert Durand 
 
Un análisis integral del hombre, su cultura y sociedad, sin lugar a dudas debe implicar el 
acercamiento al arte, por ejemplo, a la literatura, pues como señala Gilbert Durand, el 
arte en gran medida determina el rostro de una época, de una sociedad
11
. Es por esto que 
el autor propone un análisis de la obra literaria que ponga en evidencia toda su 
fecundidad, tomando en cuenta no sólo la investigación acerca de lo objetivo (factores 
socio-históricos) y lo subjetivo (factores psicológicos), sino desplazándose al 
reconocimiento de que la obra literaria, puede también, ser continuadora de un modelo 
mítico, por lo mismo, para Durand resulta fundamental ir tras 
 
“...una <<socialidad>>, que no es otra cosa que los grandes mitos culturales: 
los mitos revelados por el <<canto de la historia>> como llamaba Malraux al 
arte y más en particular a este arte de la proclamación, que es la literatura. La 
obra de arte es la que crea la cultura y es la cultura – el mundo del mito, de la 
visión, de la sensibilidad, del gusto – la que en última instancia impone su 
inspiración a la sociedad.”
12
 
 
En este sentido, la literatura es entendida como potencial de creación de la psique 
colectiva de una época, comportándose como reveladora de los sentimientos de una 
 
11
 Cfr.Gilbert Durand, “La creación literaria. Los fundamentos de la creación” en El retorno de Hermes. 
Hermenéutica y ciencias humanas, Alain Verjat (Ed.), España, Anthropos, 1989, p.22. 
12
 Ídem, p.46. 
17 
 
sociedad. Pero no sólo eso, Durand también ve que la obra es como tal, creadora de sí 
misma, portadora de cualidades demiúrgicas: 
 
“Ciertamente – se ha dicho con frecuencia – toda literatura profana se deriva de 
un relato religioso, a veces de un relato realmente fundador. Georges Dumézil 
(Mythe et épopée) ha demostrado minuciosamente esta derivación. Toda obra es 
demiúrgica: crea, mediante palabras y frases, <<un cielo nuevo y una tierra 
nueva>>.
13
 
 
Desde esta perspectiva, la propuesta de Durand intenta evitar la reducción de la obra 
literaria, que puede terminar siendo abordada únicamente como comunicadora de 
realidades o como estructura poseedora de elementos de composición técnica (léxico, 
sintaxis, rimas, gramática, fonética, etc.), o simplemente como manifestación de la 
imaginación de alguna persona. 
 
Más allá de todo reduccionismo, Durand resalta que la obra literaria logra ser 
trascendente justo en la medida en que es poseedora de la cualidad de ubicar lugares, 
personajes y cosas en un universo ejemplar. Además, las acciones que relata se pueden 
transformar en épicas, los personajes que en ella intervienen llegan a ser figuras 
emblemáticas que tienden a inmortalizarse. 
 
Más aún, la escritura literaria goza también de la capacidad de reencontrar, traer y llevar 
el tiempo a su antojo. En este sentido, Durand también señala que el acto de escribir, 
nos puede llevar a una especie de “tiempo primordial”, al Illud tempus, tal y como 
ocurre con la tetralogía José y sus hermanos de Thomas Mann, a través de la cual, el 
autor nos conmina a asomarnos al <<pozo insondable del pasado>>, remontándonos a 
antiguos tiempos que de pronto se hacen sentir cercanos pese a la obvia imposibilidad: 
“Hondo es el pozo del pasado. ¿No sería mejor decir que es insondable? Esta frase se 
impone quizá con más fuerza cuando está en juego el pasado del hombre, esa esencia 
misteriosa que contiene nuestro propio existir…”
14
 
 
Otra de las virtudes del relato literario, es la posibilidad de crear y recrear espacios, es 
más, podemos decir que gracias a descripciones de ciertos paisajes que hemos leído en 
 
13
 Ídem, p.22. 
14
 Thomas Mann, José y sus hermanos, tomo I, Las historias de Jacob, México, Editorial Aldus, 1993, 
p.9. 
 
18 
 
algunas obras, nuestra percepción sobre ellos cobra formas particulares. Así pues, la 
escritura literaria puede determinar la imagen que tenemos de espacios y cosas, pues se 
da a la tarea de diseñar geografías y crear mundos, lo que Durand llama <<decorado 
mítico>>. 
 
Pero la fecundidad de la obra literaria no se agota ahí, de hecho, el relato se torna 
imperecedero, inmortal, pues en él se plasman <<realidades extratemporales>>, lo que 
se relaciona con la idea de “extratemporalidad mítica”, es decir, la literatura al igual que 
el mito, puede preservar lo escrito, protegiéndolo del desgaste producido por el devenir 
cronológico del tiempo, salvándolo incluso de la finitud, de la duración concreta, en 
pocas palabras, de la muerte. Para Durand, esta característica fundamental es el nudo del 
acto creador. 
 
Siguiendo con las cualidades de la literatura, Durand afirma que va más allá de las 
subjetividades del psiquismo, por ejemplo, el héroe de una novela y el escritor de la 
misma quedan liberados de su propia psicología y finitud, gracias a que a cada nueva 
lectura, el autor (aunque ya haya muerto), el héroe o personaje central y el mensaje que 
nos quieren hacer llegar, son traídos al presente. Así, Thomas Mann “Por más fascinado 
que esté con Freud y por la necesidad de casar el mito literario con la psicología, no 
confiere menos al mito <<fórmula sagrada en la que se modela la vida>>”
15
 
 
La obra literaria es portadora y restauradora de sentido. Además, la repetición de la 
lectura la dota de otro de los rasgos del mito: la “redundancia mítica”, que no es otra 
cosa que la repetición de secuencias míticas con la intención de fijar su intensión y 
contenido. Lo que se relaciona con otro rasgo del mito: el de ofrecer al lector lecciones 
y modelos ejemplares. 
 
En resumen, Durand propone relacionar la obra literaria con los mitos, haciendo una 
especie de exégesis que amplíe una primera lectura (respetando la integridad y 
originalidad de la obra) que nos acerque a la revelación del sentido que la caracteriza. 
“Comentar <<magistralmente>> un poema, una novela, una obra de teatro, es ante todo 
 
15
 Op. cit, G. Durand, p.32. 
19 
 
invocar los poderes de transfiguración que han guiado la pluma del escritor en la 
creación de un mundo que desmiente la banalización del mundo.” 
16
 
 
3.- Breve acercamiento a la propuesta de estudio de la narración literaria de 
Gilbert Durand: la mitocrítica 
 
“Mircea Eliade había sido el primero en formular netamente la hipótesis según la cual 
nuestros relatos culturales, y particularmente la novela moderna, son reinversiones 
mitológicas más o menos confesadas...” 
17
 
 
Gilbert Durand partiendo de la anterior hipótesis, incorpora al análisis literario la noción 
de arquetipo de Carl Gustav Jung, la cual remite a imágenes primordiales que nos 
hablan de comportamientos y disposiciones humanas de carácter universal. Desde esta 
perspectiva, Durand considera que en las creaciones literarias, hay en cierta medida una 
recuperación de “gestos míticos”, es decir, una recreación de relatos de acontecimientos 
existenciales y dramáticos contenidos en los grandes mitos de la humanidad. 
 
En este sentido, tiene lugar la revaloración del mito y la afirmación de que diferentes 
temas que se abordan en determinadas obras literarias, suelen tener correspondencia con 
figuras míticas. Temas que para Durand, son evocaciones de deseos y sentimientos 
humanos, así como de imágenes inmemoriales que ya han sido expresadas en otro 
tiempo a través de relatos míticos. 
 
En relación con lo anterior, el autor propone algunos elementos metodológicos que 
sirven de base para acercarnos al estudio de esta importante cuestión, que podría 
contribuir al conocimiento integral de la cultura de las sociedades del mundo. De hecho, 
reconoce que esta metodología hace caso de la influencia y continuidad de las 
formaciones culturales arcaicas en el presente, ya que busca ser una exploración de la 
historia del hombre y de la historia de su vida cultural en sociedad. Durand nos acerca a 
esta problemática, a través de la noción de mitocrítica. 
Esta propuesta metodológica es bastante compleja, por lo mismo no pretendemos hacer 
una presentación exhaustiva, simplemente haremos un acercamiento que nos parece 
 
16
 Ídem, p.43. 
17
 Gilbert Durand, De la mitocrítica al mitoanálisis. Figuras míticas y aspectos de la obra, España, 
Anthropos, 1993, p.11. 
20 
 
imprescindible, porque como hemos dicho, haremos un análisis de José y sus hermanos, 
que sin hacer a un lado la consideración de las principales perspectivas de estudio de las 
críticas literarias tradicionales, se centrará sobre todo en la identificación de las 
reminiscencias de lo mítico y lo simbólico en dicha narración. 
 
Las sociedades han plasmado en las mitologías su cosmovisión. Asimismo, el 
reconocimiento social de los mitos ha sido capital para que el cuerpo social se mantenga 
cohesionado, orientado, identificado y transido de sentido. Para Durand, la historia de 
nuestras sociedades (determinante para la orientación de sus creaciones culturales), 
también puede ser interpretada como una trama mitológica en la que se enfrentan 
personajes que tienen sus arquetipos en héroesy dioses. “...es el mito el que, de alguna 
manera, distribuye los papeles de la historia, y permite decidir lo que configura el 
momento histórico, el alma de una época, de un siglo, de una época de la vida.”
18
 A 
partir de esto, se asoma la posibilidad de que los hechos históricos de nuestras 
sociedades puedan ser analizados desde otras perspectivas, es decir, a partir de que se 
logre develar su relación con los relatos míticos, cuestión a la que se puede contribuir a 
través del análisis mitocrítico de la obra literaria, pues como bien señala Durand, al 
momento que el símbolo se compenetra profundamente con el nivel cultural, histórico 
y sociológico ocurre que “…el mito se expande en simple parábola, en cuento o en 
fábula y finalmente en todo relato literario...” 
19
 
 
Así pues, la literatura puede ser comprendida como una prolongación del relato mítico 
en el cual los personajes, objetos y temáticas, están cargados de valores simbólicos que 
se constituyen como componentes que pueden ser divididos en unidades semánticas 
menores, mismas que Durand denomina mitemas (mínimas unidades míticamente 
significativas). Estas unidades tienen su correlato en la psique individual y en la 
sociedad y se diseminan por medio de secuencias, lo que permite la coherencia 
sincrónica del discurso mítico. Lo sincrónico refiere a lo estructural, así que los mitemas 
pueden ser interpretados como una especie de unidades temáticas contenidas en un 
mito, que en conjunto coadyuvan a la conservación de la forma estructural de la 
narración. Por ejemplo, en el Genésis del Antiguo Testamento, la historia de los 
patriarcas (prolongada en la obra literaria de Mann José y sus hermanos), está 
 
18
 Ídem, p.32. 
19
 Ídem, p.30. 
21 
 
compuesta de diferentes episodios o unidades semánticas y temáticas, como por 
ejemplo, los momentos de revelación divina, de concertación de alianza entre hombre y 
Dios, de castigo y salvación por parte de la divinidad, de muestra de fe, de obstáculos en 
la persecución de objetivos, de conquista del plan supremo, etc., todos episodios 
simbólicos que son precisamente, mitemas a partir de los cuales el relato bíblico 
adquiere una estructura concreta y específica (sincrónica). 
 
Además, el relato mítico también posee una diacronía que refiere la posibilidad de 
cambio de lo estructural a través del tiempo. Así los mitemas del relato mítico pueden 
cambiar según las distintas épocas o momentos históricos, pero no por ello dejan de 
contribuir a la conservación de lo esencial de la estructura de la narración. 
 
Estos aspectos de la lógica del aparato mítico-simbólico, son fundamentales para el 
estudio mitocrítico de la literatura y de otras creaciones culturales del hombre. 
 
Durand comenta que la mitocrítica, parte de la gran importancia de la crítica literaria 
para complementar el análisis sociocultural e histórico. “Entonces, héroes y dioses se 
alzan como paradigmas que nos permiten entender el objeto humano que se está 
estudiando.”
20
 El concepto de mitocrítica, sigue el modelo de psicocrítica (1949) de 
Charles Mauron, quien lo utilizaba para significar el uso de un método de crítica 
literaria o artística, que centra el proceso comprensivo en el relato mítico inherente a la 
obra en cuestión. 
 
La mitocrítica reúne los métodos de las diversas críticas literarias, entre ellas la 
desarrollada por el positivismo, que se enfoca en los elementos del entorno y el contexto 
socio-histórico, el de la crítica psicológica o psicoanalítica que se centra en los 
elementos biográficos de los autores y el de la consecución de la estructura de la obra y 
la dinámica más o menos formal de la escritura. Ahora bien, tradicionalmente se ha 
dicho que estos son los únicos ámbitos o elementos dominantes, que constituyen el 
proceder de la crítica literaria, cuestión que implica una reducción de la obra y su 
análisis en relación con el mensaje que busca transmitir la “conciencia simbólica” 
característica del mito. 
 
20
 Ídem, p.340. 
22 
 
Por lo mismo, la mitocrítica suma a los métodos de crítica literaria mencionados, la 
identificación e interpretación de secuencias o mitemas que al prolongarse del relato 
mítico al literario, revelan un sentido particular, pues al ser unidades pequeñas del 
discurso mítico, poseen una naturaleza estructural o sincrónica, se podría decir 
arquetípica. Los mitemas “...se articulan según ciertos grandes mitos que presentan una 
cierta constancia en una época y en una cultura determinada, o al menos en el curso de 
una generación cultural.” 
21
 
 
Cabe decir que Durand nos dice que el mitema puede ser instrumentalizado de acuerdo 
a ideologías o costumbres dominantes de una época. Así, la forma en que se describen 
los mitemas de un mito, prolongados por ejemplo en el ejercicio literario, puede 
conducir a que el relato esté destinado a salvaguardar determinados intereses. En este 
sentido, veremos más adelante cómo el Tercer Reich alemán, para afirmarse como tal, 
instrumentalizó los mitemas de varias tradiciones míticas, transformándolos en 
“sintemas” (mitos manipulados y dogmatizados). 
 
El mitema se puede presentar, dice Durand, de forma patente o latente. La primera 
refiere a la repetición explícita de sus contenidos, mientras que, la segunda refiere a la 
repetición de un esquema implícito, disimulado o camuflado. 
 
En la forma patente, “La transformación (en caso límite, la inversión total, e incluso la 
pérdida de sentido mítico) se realiza entonces por edulcoración de la intención moral o 
dramática...” 
22
 Es decir, al interior de las obras literarias, de forma evidente o explícita, 
se repite, se transforma en distintos grados e incluso se pierde el sentido o intención del 
mito, entonces el mitema aparece estereotipado, lo que lleva a un rebajamiento, 
banalización y tergiversación del mito. 
En la forma latente es más complejo rastrear estas modificaciones, ya que tienen lugar 
de forma velada o subliminal. Pero más allá de esto, Durand nos dice que en ambos 
casos lo que se presenta es el desgaste y la deformación del mito. El ethos del mito 
desaparece por el afán descriptivo. Lo que puede quedar evidenciado gracias al análisis 
 
21
 Ídem, p.342. 
22
 Ídem, p.346. 
23 
 
mitocrítico. “La mitocrítica evidencia, en un autor, en la obra de una época y de un 
entorno determinados, los mitos directores y sus transformaciones significativas.” 
23
 
 
Por otro lado, Durand considera que incluso la situación biográfica de un autor y su 
preocupación por su contexto socio-histórico cultural, pueden contribuir a transformar 
la mitología dominante o a acentuarla. 
 
De acuerdo con lo presentado hasta ahora, el acercamiento a la obra literaria 
recomendado por Durand, tiene lugar, primero, identificando los temas redundantes o 
motivos regulares que aparecen en el relato y que constituyen la sincronicidad mítica de 
la obra y después analizando las situaciones, personajes y decorados que la componen, 
para finalmente hacer evidentes las diferentes lecciones que ofrece el mito sobre el que 
se estructura la obra. Se trata pues, de “un método que permita el análisis del relato 
fundamental (mito) y, desde este último, de la historia y la sociedad a través de su 
expresión dinámica y poliforma.”
24
 
 
Por medio de esta aproximación mitocrítica a la obra literaria, también es posible 
confrontar al mito que fundamenta a la narración, con la situación actual del lector y su 
contexto, con la lectura del lector presente y la del autor pasado. También se puede 
evidenciar la reinversión mítica constante que tiene lugar durante el devenir histórico de 
las culturas, pues incluso el estilo y las modas en los géneros literarios, responden a las 
recurrencias, resurgencias,intensificaciones y disminuciones de los mitos. En este 
sentido, Lanceros señala que <<no existen fronteras entre la “crítica” literaria y el 
análisis sociocultural e histórico>>.
25
 
 
Considerando todos estos elementos, Durand señala que este tipo de análisis tiene la 
gran virtud de permitir el estudio de las transformaciones o desapariciones de un mito, 
lo que podría conducir a un método de comprensión integral del hombre y su cultura, 
que reunido con un trabajo interdisciplinario, llegaría incluso a lograr identificar los 
grandes mitos directores de las relaciones sociales en momentos históricos 
 
23
 Ídem, p.347. 
24
 Patxi Lanceros, “Mitocrítica y Mitoanálisis”, en Diccionario Interdisciplinar de hermenéutica, Andrés 
Ortiz-Osés y P. Lanceros (dirigen), España, Universidad de Deusto, 1997, p.556. 
25
 Ídem, p.558. 
24 
 
determinados
26
, pues como ya hemos señalado, para este autor las instancias míticas se 
hallan latentes y vagas dentro de la sociedad y la conciencia colectiva. 
 
Nuestra lectura y análisis de José y sus hermanos intentarán seguir la propuesta de 
mitocrítica duraniana. Nos parece que José y sus hermanos es una saga que 
perfectamente se adecua a las proposiciones investigativas de Durand y esperamos 
poder llevar su análisis un poco más allá de lo que la crítica literaria tradicional 
propone. Sin embargo, queremos dejar constancia de que toda obra está sujeta a un 
proceso de interpretación y toda interpretación tiene derecho al “error”, es decir, el 
mismo Durand nos advierte que la interpretación de un texto implica un riesgo, ya que 
estamos tratando con algo que es “metáfora viva” y el problema de la elección del 
mitema o mitemas a trabajar, se vincula con esa libertad interpretativa. Nosotros, por 
ejemplo, hemos decidido analizar en esta investigación, algunos mitemas, como por 
ejemplo, el de “la rivalidad fraternal”, la conquista de la calidad de “Héroe fratriarcal” 
(Andrés Ortiz-Osés), el seguimiento de “la llamada de Dios”, la “co-implicación” 
(Osés) de lo humano y lo divino, etc., temas que elegimos con base en la constante 
repetición con que se presentan en el texto literario de Mann. 
 
Dicho lo anterior, no queda sino agregar que tendré cuidado de no reducir la gran 
fecundidad de la tetralogía José y sus hermanos de Thomas Mann, al respecto de la cual 
Durand señala: “Poco a poco, al hilo de su obra los personajes se elevan desde su 
individualidad y desde el individualismo psicologizante – doble herencia del realismo 
descriptivo y de la tradición novelística europea – hasta la altura de una mitología 
social.”
 27
 
 
 
 
 
26
 Gilbert Durand desarrolla también la propuesta metodológica denominada mitoanálisis, la cual, es 
continuación de la mitocrítica e implica que a partir del monumental análisis multidisciplinar de las varias 
construcciones sociales que tiene lugar en un periodo histórico determinado: literatura, pintura, música, 
teatro, ideologías, instituciones, etc., se identifiquen las repeticiones de un mismo mito y se midan 
cronológicamente sus fluctuaciones a través de la historia, ubicando el comienzo de su desviación, la 
intercalación en él de otros mitemas, hasta su final sustitución por otro mito. Lo que en general se erige 
como el diagnóstico de un contexto socio-histórico en referencia con algún o algunos mitos y como la 
posibilidad de aprehender ese “destino” mítico-cultural de la humanidad. Para Durand el mitoanálisis 
culmina en lo que él mismo denomina <<prolegómenos a una sociología de las profundidades>>. 
27
 Gilbert Durand, “La creación literaria. Los fundamentos de la creación” en El retorno de Hermes. 
Hermenéutica y ciencias humanas, Alain Verjat (Ed.), España, Anthropos, 1989, p.33. 
25 
 
CAPÍTULO 2. THOMAS MANN Y SU TIEMPO 
 
 
1. Algunos apuntes biográficos, aproximaciones a su contexto social y universo 
literario 
 
 “Nací más bien para testimoniar en la 
serenidad y no en el martirio, para 
aportar al mundo un mensaje de paz y 
no para alimentar la lucha y el odio.” 
 
Thomas Mann
28
 
 
Presentaremos algunos elementos biográficos acerca del gran novelista alemán Thomas 
Mann, con la finalidad de intentar tender puentes entre su vida, su contexto socio-
histórico y su gran tetralogía José y sus hermanos. De esta forma notaremos por qué no 
es casual que haya elegido la historia de José para a partir de ella escribir la novela cuyo 
análisis ocupa a la presente investigación. 
En el transcurso de este ejercicio asomaremos de manera muy general parte de su 
universo literario, mencionando algunas de sus otras novelas, tratando de identificar las 
preocupaciones constantes o tendencias temáticas que caracterizan su monumental obra. 
 
Para llevar a cabo esta labor nos apoyaremos en la lectura de esclarecedores trabajos, de 
autores como: Marcel Reich-Ranicki, Eugenio Trías, Juan García Ponce y Hermann 
Kurzke.
29
 En adelante nos adentraremos en algunos de los rasgos más interesantes de la 
vida de Mann que han sido explorados y comentados por estos biógrafos, mismos que 
han leído la correspondencia y los diarios del autor y que además han sido estudiosos de 
su obra literaria. Marcel Reich-Ranicki es un polaco judío al que han llamado “el papa 
de la literatura alemana”, asimismo en ese país es uno de los críticos literarios más 
influyentes. Eugenio Trías por su parte, es un gran filósofo y escritor español, muy 
interesado por el universo de los pensadores en lengua alemana y gran lector de la obra 
 
28
 Thomas Mann cit. por André Gide. 
29
 Eugenio Trías, Conocer Thomas Mann y su obra, Barcelona, Dopesa, 1978. 
Juan García Ponce, Tres voces, Ensayos sobre Thomas Mann, Heimito von Doderer y Robert Musil, 
México, editorial Aldus, 2000. 
Marcel Reich-Ranicki, Thomas Mann y los suyos, España, Tusquets, 1989. 
Hermann Kurzke, Thomas Mann. La vida como obra de arte. Una biografía, Barcelona, Galaxia 
Gutenberg, 2003. 
 
26 
 
de Mann. Por su parte, Juan García Ponce de origen mexicano fue novelista, cuentista, 
ensayista, traductor y crítico de arte, de igual forma fue un gran apasionado de las 
novelas de Thomas Mann. Finalmente Hermann Kurzke es profesor de historia de 
literatura alemana contemporánea en la Universidad de Mainz y eminente especialista 
en la vida y obra de Thomas Mann. 
 
Una vez hecha esta breve presentación, derivado de la lectura de los tres autores 
mencionados, haremos algunos apuntes acerca de la vida y obra de Mann. 
 
Thomas Mann nace el 6 de junio de 1857, su padre fue Thomas Johann Heinrich Mann 
comerciante y senador, su madre Julia da Silva-Bruhns nacida en Brasil hija de un 
colono alemán y una criolla brasileña. 
Fue el segundo hijo, mientras que el primero fue Heinrich Mann. Seguían dos hijas 
Julia, Carla y finalmente el menor llamado Víctor. 
 
Su carrera literaria comienza hacia 1901 cuando se publica Los Buddenbrooks. 
Decadencia de una familia, esta será la primera gran novela que lo lanza a la fama 
traduciéndose a diferentes idiomas. Trata de la recreación de un universo familiar 
burgués (muy probablemente inspirado en el del propio Mann), centrándose en 
comprender el desmoronamiento de su entorno familiar. 
Más tarde escribirá los cuentos que conforman Tonio Kröger (1903), después La muerte 
en Venecia (1912), que inspiró una película de Visconti. “Con su forma, el contenido de 
La muerte en Venecia descansa en el poder de la ambigüedad para unir las aparentes 
contradicciones, convirtiéndolas en el sentido mismo de la obra.” 
30
 Es decir, siguiendo 
a García Ponce la comprensión de la ambigüedad humana y su relación con la 
contradicción, comienza a perfilarse como una de las inquietudes centrales reflejadas en 
la creación literaria de Mann. 
 
En1905 se casa con Katia Pringsheim con quien procreará seis hijos, tres de los cuales: 
Erika, Klaus y Elisabeth serán sus favoritos, los “elegidos”, frente al resto de los 
hermanos. 
 
30
 Op. cit, Juan García Ponce, p.39. 
27 
 
Hacia 1915 ya iniciada la Primera Guerra Mundial, Thomas Mann inicia la escritura de 
Consideraciones de un apolítico. 
Para 1924 ya ha terminado de escribir La montaña mágica, en la cual el personaje 
principal encontrará el sentido de la muerte profundamente relacionado con el de la 
vida. Como vemos, Mann está interesado en la búsqueda constante del equilibrio, ya 
que según dijimos, concibe al hombre como ser de contradicciones. 
 
Entre sus obras posteriores se encuentran los cuentos Desorden y dolor precoz (1925), 
que tratan sobre el amor paterno, así como Mario y el mago (1930), enfocada en una 
reflexión sobre la dictadura fascista y la cobardía intelectual. 
 
En 1929 recibe el Premio Nobel de Literatura por la novela Los Buddenbrooks. Hacia 
1933 la crisis política y económica de Alemania y el ambiente de terror lo orillan a 
exiliarse en Suiza. Para 1938 definitivamente se establece en Estados Unidos y se 
convierte en profesor en la Universidad de Princeton. En 1943 finalmente termina la 
tetralogía José y sus hermanos (misma que había comenzado desde 1925) y comienza 
Doktor Faustus, que será una crítica a la civilización y a la cultura que el mismo Mann 
representa. Es la historia de un compositor cuya vida es paralela al proceso cultural e 
histórico que ha orillado a Alemania a la guerra, al nazismo, y a lo antihumano. Aquí el 
arte y la cultura reconocen su propia culpa, al promover un falso vitalismo, una falta de 
sentido, que lleva a la decadencia y a la destrucción. 
 
Escribirá también El elegido (1951) y Confesiones del estafador Felix Krull (1954), en 
ésta última novela se presenta a un personaje que más allá de robar a todos, roba a su 
propia vida. De nuevo la decadencia, haciéndose evidente que en toda su obra se asoma 
la recurrente preocupación por los procesos de degradación humana. 
 
En otro de sus trabajos Carlota en Weimar, explora la síntesis entre arte y vida a través 
de la figura de Goethe, cuya existencia implica una reunión armoniosa, ya que este 
personaje es el ideal humanista de Mann, el verdadero hombre modelo para los 
alemanes. 
 
En relación con esta síntesis, Mann resolvió el conflicto que le generaba su condición de 
burgués con una enorme lucidez, pues sabía que si dicha condición estaba carente de 
28 
 
virtuosismo artístico, devenía en vulgaridad, en falta de ética, que llevaba a tomar 
posiciones y a realizar acciones negativas respecto a la vida. Este pensamiento fue 
determinante para su obra, que al tratar de decadencias familiares y de ruinas humanas, 
dio lugar a la exploración de la condición humana y social, al mismo tiempo que 
propició el perfeccionamiento de su creación a nivel estético. 
“La obra de Thomas Mann cobija una inteligencia tan portentosa, una autoconsciencia 
tan profunda, una cuota tan alta de lucidez y clarividencia, que el lector termina 
sintiéndose abrumado, cuando no asfixiado.” 
31
 
 
Hasta aquí la mención de algunas de sus obras más conocidas, aunque escribió muchos 
otros ensayos y críticas literarias que lo configuraron como gran novelista y crítico, 
consolidándolo como una de las figuras más importantes de la literatura alemana de la 
primera mitad del siglo XX. 
 
Como señalamos, este gran literato por causa del dominio nazi fue exiliado, regresó en 
1955 a Alemania, luego residió en Suiza y murió ese mismo año, el 12 de agosto. 
 
Ahora bien iremos remontándonos en el tiempo, identificando elementos que alumbren 
el camino que llevó a Mann rumbo a su consolidación artística. 
 
Después de la muerte de su padre, él y su familia se trasladaron a Munich, así es como 
Thomas Mann empezó a frecuentar los círculos culturales y artísticos más relevantes de 
su época, no olvidemos que nació en el seno de una familia burguesa. 
 
Su pensamiento estuvo enormemente influenciado por el trabajo de Arthur 
Schopenhauer, Richard Wagner, Friedrich Nietzsche, Balzac, Dostoievski y Johann 
Wolfgang von Goethe. De acuerdo con sus biógrafos, Mann sentía que encontraba en 
ellos sus propias raíces, portadoras de los valores culturales y estéticos del burgués 
alemán. Recordemos que la cuestión de ser burgués fue un conflicto eterno para nuestro 
autor, quien amaba y detestaba a la vez esa condición. 
 
 
31
 Op. cit, Eugenio Trías, p. 86. 
 
29 
 
Sus novelas lograron alcanzar un estilo muy riguroso, en ellas las descripciones de las 
situaciones, lugares y personajes son bastantes minuciosas y revestidas de poesía. En 
este sentido podemos decir que Mann en una época que deploraba el arte, se preocupó 
por las motivaciones de todo escritor y por la condición del arte y del artista creativo. 
Por otro lado es prácticamente consenso entre los conocedores de su obra y vida, que 
este autor puso un énfasis especial en el análisis profundo y sutil de las condiciones del 
hombre y su vida en el mundo moderno. Atendiendo a lo anterior y a su propia situación 
biográfica, la mayoría de los personajes centrales de su obra son burgueses que entran 
en diferentes conflictos existenciales y sociales. 
 
Según sus biógrafos, Thomas Mann se consideraba a sí mismo como personificación de 
la nación alemana y de su época, así de alguna forma pensaba que su prestigio personal 
iba de la mano con el de la propia Alemania. Incluso se puede decir que su sufrimiento 
personal se vinculaba con el de su patria, con la cual vivió una relación de amor-odio, 
pasional y trágica. Llegó a defenderla de ataques políticos e ideológicos, pese a que con 
esto traicionara su espíritu apolítico. Después durante los años de la guerra y el exilio, 
renegó contra ella y la maldijo sin éxito. Su ciudad alemana de nacimiento y vida fue 
Lübeck, en la cual al parecer hallaba una vida cargada de espiritualidad, lo que 
posibilitó en él la afirmación europeísta y germanista. Es importante señalar que Mann 
es considerado como un literato oficial de la cultura germánica. 
 
Por otro lado mucho se ha dicho sobre su supuesta arrogancia, se dice que se alababa a 
sí mismo, vanagloriándose de sus viejos trabajos, así como de los que se hallaban en 
proceso, también ha sido criticado por sus supuestas tendencias al egocentrismo. Sin 
embargo, un análisis profundo de su vida no permite concluir como última palabra que 
se trate de un ser presuntuoso. Ya veremos como los mismos biógrafos hablan de lo 
burdo que es quedarse con un análisis tan superficial, sobre todo a la luz del estudio 
intenso de su obra literaria y de su condición de artista. 
 
Así, más allá de lo dicho en torno a la vanidad, podemos decir que Mann se consideraba 
como un personaje importante, pero en relación con su deber como auscultador del 
hombre moderno, esta consideración de sí mismo le resultaba indispensable para el 
desarrollo de su creación. “Y entonces se entiende lo problemático que resulta juzgar a 
un genio recurriendo a los conceptos de engreimiento o vanidad, pues éstos, lejos de 
30 
 
contribuir a la clarificación del objeto que se analiza, revelan la estrechez mental de 
quienes los emplean.” 
32
 
 
Además también se suele hacer referencia a su comportamiento frío e inaccesible, a su 
personalidad misteriosa y hermética. Al respecto, Trías dice que Mann poseía una 
expresión muy particular que al ser contemplada dirigía a reflexionar en torno a la 
interioridad del autor. Los estudiosos de su vida y obra también suponen que quizá la 
personalidad de Mann era el reflejo de preocupaciones interiores demasiado fuertes, las 
cuales le obligaban a adoptar una actitud meditativa que se proyectaba en ese tipo de 
imagenpersonal tan rígida. Lo que sin embargo para cualquiera que haya leído algo de 
su literatura, es indudablemente contrastante con la profunda sensibilidad que imprimía 
a cada una de sus novelas. Mann mismo dice del primer volumen de la tetralogía José y 
sus hermanos: “<< Después de comer he terminado la corrección del primer volumen; 
la muerte de Raquel me ha hecho llorar otra vez. Lo mismo que me ocurrió cuando 
escribí el capítulo vuelve a ocurrirme cada vez que lo leo>>.” 
33
 
 
Como vemos pese a las apariencias y de acuerdo con esta cita que hace Ranicki de uno 
de los diarios de Mann, podemos afirmar que este escritor era un ser tremendamente 
sensible y que de hecho, es probable que se inspirara en su familia, amigos y personas 
que lo rodeaban para modelar a los personajes que recreaba en su obra. Así por ejemplo, 
en José y sus hermanos, el personaje de Raquel está inspirado en Katia Mann, su 
esposa, a la que muchos consideran como la única mujer a la que él amó y de la que se 
expresaba con gran dulzura. Ella siempre lo acompañó, siendo su ayudante y consejera, 
estando siempre presente entre su vida y su obra. 
 
“Thomas Mann aludió a ello cuando le dedicó unas palabras de agradecimiento <<por 
la heroica paciencia a la que ella se obligaba, conteniendo su natural impaciencia, por 
amor y por fidelidad>>. Con la figura de Raquel en José y sus hermanos, le levantó un 
monumento. De ella dice que <<el secreto de aquella hermosura emanaba de la firmeza 
y de la voluntad, trocadas en prudencia y entereza femeninas>>.”
34 
 
Mann, incluso llegó a decir que si algún día le hacían un homenaje a él, entonces ese 
también debía ser para Katia. 
 
32
 Op. cit, Marcel Reich-Ranicki, p.51. 
33
 Ídem, p. 36. 
34
 Ibídem. 
31 
 
Otro elemento que caracteriza su obra, es que sus narrativas son magníficamente 
descriptivas de sucesos y vivencias humanas, muchas de las cuales no fueron 
precisamente experimentadas por Mann y que aún así pudo plasmar con enorme 
sensibilidad y talento. Sus biógrafos comentan en este sentido, que fue un artista que 
supo ser muy perspicaz y atento de la naturaleza humana, supo también usar bien sus 
energías, ser disciplinado y entregado a su trabajo, al trabajo de toda su vida. Además 
consideran a Mann como un ser bastante ágil en el terreno de la autorepresentación, es 
decir, como alguien que bien podía ser un actor que representaba diversos papeles frente 
a la vida y que podía generar que la forma en que la gente lo percibiera, fuera en gran 
medida la que él quisiera. Mientras tanto, preservaba intensamente su propio ser 
interior, con la intención de poder después vaciarlo completamente en la creación 
artística. “Para Thomas Mann, representar lo humano era infinitamente más importante 
que participar de lo humano.” 
35
 
 
La obra de Thomas Mann está transida de un fuerte sentido ético y de un estilo 
impecable. Esto, entre otros elementos como los mencionados anteriormente, se 
relaciona con su condición de alemán disciplinado, con estrictos horarios de trabajo 
diario infatigable, condición heredada de su padre, quien prontamente se dio cuenta de 
que su hijo no tenía como destino dedicarse a los negocios comerciales, sino a otros 
quehaceres como los artísticos, por lo que tuvo que liquidar la empresa familiar. 
Mann recibió de su madre, la profunda disposición a la vida. Trías cita algunas partes de 
Relato de mi vida de Thomas Mann, donde habla acerca de su madre: 
 
 “...en su juventud, una belleza muy admirada y tenía una gran sensibilidad para la 
música. Si me pregunto de dónde proceden hereditariamente mis aptitudes, tengo que 
recordar el famoso verso de Goethe y decir que de mi padre me viene “la seriedad en la 
conducta” y de mi madre, en cambio, “la naturaleza jovial”, es decir, la inclinación hacia 
el arte y lo sensible, y el “gusto de fantasear”, en el más amplio sentido de la palabra.” 
36
 
 
Así, Mann se sabía como un ser con una existencia sensible y espiritual. Sin embargo, 
la mediación entre espíritu y vida, la encontró en la creación artística, que constituye la 
síntesis entre ambos principios. 
 
 
35
 Ídem, p. 19. 
36
 Op. cit, E. Trías, p. 35. 
32 
 
“... el arte es precisamente la posibilidad de tocar eso otro, esa presencia que es 
ausencia y a cuya transparencia le da materia la forma. Entonces, exactamente por esto, 
para el artista el camino siempre es el mismo: volver a empezar, tocar lo intangible, dar 
forma a lo imposible y dentro de esa forma, al mismo tiempo, encontrar, para que ella 
sea posible, la necesidad de la vida.” 
37
 
 
Según la investigación de Trías, el autor pasaba veranos en un pueblo marinero a orillas 
del Báltico, donde se dejaba caer en un estado de postración al que el mismo Mann 
llamó <<pereza soñadora>>. Al parecer este estado perdido en las inmensidades de la 
contemplación del mar representó para él el conocimiento de la felicidad. En el próximo 
capítulo de esta investigación veremos que quizá por esto cuando su personaje José, en 
el primer tomo de su tetralogía José y sus hermanos, se pierde en las inmensidades de la 
contemplación del espacio celeste, sobre todo bajo la luna y las estrellas, tiene lugar un 
alejamiento de la vida disciplinada y una rendición momentánea a la seducción, que 
bien puede ser esa seducción que el mismo Mann experimentó bajo la forma de 
<<pereza soñadora>>. 
 
Pero Mann sabía que era fundamental no perderse completamente en los territorios de la 
seducción y la fantasía interior. Si ya había vivido la felicidad, ahora le restaba recrear 
todo eso mediante una ardua disciplina para “...pagar la deuda contraída, con el mundo 
y con la sociedad por haber sido el favorito y el elegido de la madre, el bienquisto de la 
divinidad, verdadero José y Gregorius.”
38
 
 
Es de subrayar que Mann no quisiera extraviarse en la “pereza soñadora”, pues eso 
implicaría renunciar a la concreción de su producción literaria, que sentía como la 
necesaria afirmación de su propia vida a través del ejercicio artístico que tenía que 
llevar a la representación y construcción de un mundo regido por principios éticos. La 
ética era para él una disciplina vital, condicionante de toda creación artística y estética. 
Amaba el lenguaje como materia para la escritura y se preocupaba por las razones que 
tenía para escribir, “...qué narrar, cómo hacer arte, literatura, cuando el mundo, el 
material narrativo natural, ha perdido su realidad y no es más que una pura apariencia 
sin sentido...”. 
39
 
 
 
37
 Op. cit, J. García Ponce, p.40. 
38
 Op. cit, E. Trías, p. 34. 
39
 Op. cit, J. García Ponce, p.32. 
33 
 
Por otro lado, respecto a la relación de Thomas Mann con su familia, diremos que es 
significativa la que tuvo con su hermano mayor llamado Heinrich Mann, hacia quien el 
autor de José y sus hermanos, sentía emociones diversas e incluso encontradas, 
resultándole doloroso experimentar hacia él de pronto afecto, afinidad y luego 
repulsión. Es bien sabido que la relación entre ambos llegó en ciertos momentos a ser 
bastante tensa, estando atravesada por diferencias de carácter ideológico, político e 
incluso psicológico. Además, hubo momentos de franca competencia, pues los dos 
hermanos estaban dedicados a la escritura. De acuerdo con los biógrafos sólo pocas 
obras de Heinrich Mann lograron ser importantes, mientras que la mayoría de las de 
Thomas Mann fueron exitosas. Al parecer Thomas Mann sentía que su hermano escribía 
mucho y muy rápido, sin gran cuidado por el estilo y el contenido, por lo que lo 
consideraba como un escritor poco serio, vulgar e indisciplinado. Además le molestaba 
la manera tan burda y sencilla con la que describía en sus novelas encuentros amorosos. 
Dicen los estudiososde la vida de Thomas Mann que su hermano era un apasionado del 
sexo femenino, mientras que él era incapaz de evidenciar tan a la ligera sus tendencias 
hacia el homoerotismo, cuestión que interpretaba como una condición de vida cuya 
expresión requería de grandes elaboraciones y reflexiones. 
 
Según la investigación de sus biógrafos, este autor sentía fascinación por el encanto de 
la juventud masculina. Sin embargo, no era partidario de satisfacer tal pasión, que en 
gran medida se convirtió en parte del fundamento de su ejercicio artístico. La no 
satisfacción de los deseos a la que Mann se apegaba, se relaciona profundamente con su 
posición respecto de la castidad: para él, el artista debía permanecer casto, es decir, 
debía ser espectador de la vida, antes que tornarse en esclavo de algún interés en 
particular, manteniéndose libre y no dejándose chantajear por ninguna vanidad. 
 
Apegándose a esta posición, Mann se convertía en un asceta que por amor a la 
humanidad, desde una contemplación desinteresada, renunciaba a la experiencia de los 
placeres de la vida, para en su lugar transformarlos en un maravilloso esteticismo 
literario. 
Entonces desde esta perspectiva, a diferencia suya, Heinrich Mann era el hermano que 
sacrificaba el arte, arrojándose a la concupiscencia, siendo abiertamente sexual y 
plenamente erótico. 
 
34 
 
Siguiendo el trabajo de los biógrafos, descubrimos que había más puntos de divergencia 
entre los hermanos. Por un lado el asunto de la primogenitura, es decir, el hecho 
innegable de que en algún momento el hijo mayor Heinrich, hubiera ocupado el lugar 
del padre fallecido, situación fuera del alcance de Thomas, justamente por ser el 
segundo en el orden de descendencia. En relación con esto ya veremos cómo en el 
desarrollo de José y sus hermanos, el motivo de la primogenitura y el de la rivalidad 
fraternal se revelan como de gran importancia para el autor. 
 
Por otro lado, al parecer Heinrich fue un hombre mucho más político que Thomas 
Mann, lo que de acuerdo con los estudiosos de su vida, provocaba en él sentimientos 
ambivalentes: por una parte consideraba a su hermano como un traidor de la esencia del 
hombre alemán, (más adelante aclararemos a qué es a lo que se refiere cuando habla de 
esencia del hombre alemán), pero por el otro, admiraba su situación de estabilidad, en 
cuanto a lo que superficialmente se asomaba como claridad ideológica y política. 
Mientras que él según los biógrafos, procuraba no involucrarse en los asuntos públicos. 
Sin embargo, debemos aclarar que esta actitud no convierte a este escritor en un ser 
despreocupado por el mundo y sus avatares. De hecho, autores como el escritor francés 
André Gide, sostienen que Thomas Mann al vivir en la época de dominio nazi que quiso 
someter absolutamente a todos los individuos, sostuvo contra ese régimen una intensa 
lucha, emitiendo grandes críticas del mismo, y no permitiendo jamás que su propia 
individualidad se inclinara ante los señores del fascismo. Entonces, la protesta estaba 
presente, y finalmente con las refutaciones que hacía de los presupuestos nazis, hacía 
política. Además para Gide, Thomas Mann, fue un gran humanista, muy consciente de 
su papel en el mundo y que se negó a todo sometimiento. Al respecto cita algunas 
palabras pronunciadas por Mann en Budapest en 1936, durante una reunión del Comité 
Internacional para la Cooperación Intelectual: 
 
 “(El humanismo) no tiene nada que ver directamente con una erudición escolar. Es 
más bien una disposición de espíritu, una mentalidad humana que se preocupa por la 
justicia, por la libertad, por el conocimiento y por la tolerancia, una mentalidad que 
ama la duda –no por sí misma- sino por amor a la verdad, a la pura, libre verdad 
independiente de los intereses y de las pasiones.” 
40
 
 
 
40
 André Gide, “Algunos escritos reciente de Thomas Mann”, en La pasión moral (ensayos escogidos), 
México, UNAM, 2007, p. 121. 
35 
 
Como vemos, pese a que Thomas Mann se consideraba como un ser apolítico, no 
permanecía indiferente a los hechos que ponían en peligro a la civilización y al hombre 
mismo. Tan es así que vivió preocupado por definir la obligación y el tipo de 
compromiso que “políticamente” debía adoptar contra el gobierno de Hitler. Siguiendo 
el planteamiento de Gide, es notorio que el tipo de compromiso que adquirió, consistió 
en una fórmula diferente a la de los procederes tradicionales de la militancia política, 
pero de todas formas encaminado igualmente al repudio de la barbarie humana. Así 
pues, Mann que nunca sintió a la política como algo suyo, que difícilmente confiaría en 
ella y que incluso la llegó a concebir como un mal necesario, por medio de la cultura y 
el humanismo, fue un férreo enemigo del régimen hitleriano. 
 
En este entendido, Thomas Mann intentó llevar la explicación acerca del surgimiento 
del nazismo a un plano mucho más profundo, a sus raíces en el desarrollo social. 
Consideraba que lo que afirmaban algunos exiliados y otras personalidades al respecto, 
era parte de un análisis muy superficial y poco esclarecedor, así decía que “...el 
nacionalsocialismo no había resultado de una imposición exterior, sino que y esta 
afirmación indignó a una parte considerable de la prensa en el exilio - <<sus raíces 
estaban profundamente hundidas desde hacía siglos en la historia alemana>>.”
41
 
 
Esto es muy significativo ya que se hace evidente que Mann, intenta develar los 
elementos más profundos de una crisis social tan fuerte como la provocada por el 
nazismo. Crisis cuya explosión percibió anticipadamente, a pesar de no tener 
participación abierta en asuntos políticos: 
 
 “Muy pronto, ya en verano de 1921, toma nota del movimiento nazi, entonces en 
formación, y lo despacha tachándolo de <<disparate con esvástica>>. Ya en 1925, 
cuando Hitler aún estaba en la prisión de Landsberg, la barbarie cultural del 
<<fascismo alemán>> le merece unas fuertes críticas mucho más detalladas, decididas 
y claramente perceptibles.” 
42
 
 
Según sus biógrafos el combate antifascista que inició Mann, de alguna forma le 
proporcionó estabilidad ante una situación tan desoladora, ya que logró definir 
exactamente contra qué y contra quién estaba. En el camino de esta lucha, se sintió 
afirmado, comprendió quién era y cuál era el camino correcto que debía seguir. 
 
41
 Op. cit, M. Reich-Ranicki, p. 80. 
42
 Op. cit, Hermann Kurzke, p.308. 
36 
 
De acuerdo con Kurzke, Thomas Mann, como esteta, buscó comprender a los culpables 
nazis, explicar la mezcolanza de deseo, violencia, resentimiento neurótico, ingenuidad y 
criminalidad, que caracterizaba a aquellos que dominaban a Alemania. En este tenor, se 
dice que Mann a un nivel personal odiaba a Hitler, pero desde su posición de artista, lo 
consideraba una “catástrofe interesante”, en la medida en que daba cuenta de los 
procesos más profundos en la historia alemana, que permitieron que un régimen como 
el nazi se desarrollara e instaurara con tanto éxito en un país como Alemania. 
 
En estrecho vínculo con lo dicho debe entenderse que en algún momento Mann 
reconociera al Führer como “pariente suyo”, como “hermano Hitler terriblemente 
envilecido”
43
. Es decir, Mann se preocupó por rastrear en la vida histórica e íntima de 
los alemanes y por supuesto de sí mismo, todo aquello que ofreciera indicios que 
explicaran el por qué de la aceptación de algo tan terrible como el Tercer Reich. Desde 
luego que esta posición causó opiniones divididas, sin embargo, ante los ojos del 
mundo, durante el periodo de exilio y en medio de la guerra, Mann destacó como un 
personaje con fama mundial representante de otra Alemania, siendo la contrafigura de 
Adolf Hitler, a quien con repugnancia y dolor, como ya vimos, tuvo que reconocer 
como uno

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