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Teoría y técnica de la psicoterapia guestáltica 0 Joen Fagan Irma Lee Shepherd compiladoras Amorrortu editores Buenos Aires – Madrid Biblioteca de psicología y psicoanálisis Directores: Jorge Colapinto y David Maldavsky Gestalt Therapy Now. Theory, Techniques, Applications, Joen Fagan e Irma Lee Shepherd, compiladoras ©Science and Behavior Books, Inc., 1970 Primera edición en castellano, 1973; primera reimpresión, 1976, segunda impresión, 1978; Tercera reimpresión, 1984; Cuarta reimpresión 1989; Quinta reimpresión, 2000, Sexta reimpresión, 2003, séptima reimpresión, 2005. Traducción, Leandro Wolfson La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada por Cualquier medio mecánico, electrónico o informático, incluyendo fotocopia, grabación Digitalización o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, no autorizada por los editores, viola los derechos reservados. ©Todos los derechos de la edición en castellano reservados por Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225, 7° piso (1057) Buenos Aires. www.amorrortueditores.com Amorrortu editores España S.L. C/San Andrés, 28 - 28004 Madrid Queda hecho el depósito que previene la ley n° 11.723 Industria argentina. Made in Argentina ISBN 950-518-409-3 Teoría y técnica de la psicoterapia guestáltica / compilado por Joen Fagan e Irma Shepherd. 1§ ed. 7§ reimp. - Buenos Aires: Amorrortu, 2005, 320 p. 23 x 14 cm. - (Biblioteca de psicología y psicoanálisis / Dirigida por Jorge Colapinto y David Maldavsky Traducción de: Leandro Wolfson ISBN 950-518-409-3 1. Psicoanálisis. 2. Terapia Guestáltica. I. Fagan, Joen, comp. II. Shepherd, Irma, comp. III. Wolfson, Leandro, trad. IV. Título. CDD 150.195 Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en enero de 2005. Tirada esta edición: 1, 500 ejemplares. http://www.amorrortueditores.com/ Indice general 9 Prólogo 11 Primera parte. Teoría de la terapia guestáltica 17 Terapia guestáltica y psicología de la guestalt, Richard Walien 22 Cuatro conferencias, Frederick S. Perls 45 Terapia guestáltica: una fenomenología conductista, Elaine Kepner y Lois Brien 53 La focalización en el presente: Técnica, prescripción e ideal, Claudio Naranjo 75 La actividad sensoria] en psicoterapia, Erving Polster 82 La teoría paradójica del cambio, Arnold R. Beisser 87 Segunda parte. Técnicas de la terapia guestáltica 93 Las tareas del terapeuta, Joen Fagan 112 Introducción a las técnicas guestálticas, John B. Enright 130 El enfoque de una terapeuta guestaltista, Laura Perls 135 Terapia de grupo psicoanalítica, experiencial y guestáltica, Ruth C. Cohn 144 Las reglas y juegos de la terapia guestáltica, Abraham Levitsky y Frederick S. Perls 153 Psicoterapia experiencial con familias, Walíer Kempler 163 Mary: Sesión con una paciente pasiva, James S. Simkin 168 Anne: Técnicas guestálticas en el caso de una paciente con dificultades expresivas, Joen Fagan 194 Exageración grosera con un esquizofrénico, Henry T. Cióse 197 Una niña con dolor de estómago. Forma de combinar los conceptos psicoanalíticos con las técnicas guestálticas, Ruth C. Cohn 203 Seminarios sobre los sueñes, Frederick S. Perls 224 Limitaciones y precauciones en el enfoque guestáltico,Irma Lee Shepherd . 229 Tercera parte. Aplicaciones de ¡a terapia guestáltica 233 Psicoterapia de crisis: La persona, el diálogo y el suceso organísmico, Vincent F. O'Connell 246 La terapia guestáltica como tratamiento auxiliar para ciertos problemas visuales, Marilyn B. Rosanes-Berrett El adiestramiento de la conciencia y los profesionales de la salud mental, John B. Enright La experiencia guestáltica creativa, Janie Rhyne La ira y la mecedora, Janet Lederman Programa para la capacitación del personal de una guardería, Katherine Ennis y Sandra Mitchell Engaño, toma de decisiones y terapia guestáltica, Bruce Denner Bibliografía A Fritz, profundo e inquietante maestro. Prólogo El origen de esta recopilación es la conciencia que tienen sus compiladores del creciente interés de los psicoterapeutas estadounidenses por la terapia guestáltica. Las conferencias y demostraciones realizadas por los doctores Frederick Perls, Laura Perls, James Simkin y otros en reuniones nacionales e internacionales de psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas han sido las que ejercieron mayor influencia. Posteriormente, los «laboratorios» y cursos de capacitación regulares en el Instituto Esalen de Big Sur, California, los Seminarios de Terapia Guestáltica de Los Ángeles, Nueva York y Cleveland, así como los grupos reunidos en otras ciudades, hicieron posible una participación más intensiva. Alrededor de mil terapeutas asistieron a tos cursos y seminarios men- cionados, y hay en el país más de doscientos que declaran practicar la terapia guestáltica o tener esa orientación.1 En el Directorio de la Academia Norteamericana de Psicoterapeutas, la terapia guestáltica ocupa el sexto lugar por el número de sus practicantes, cuya cantidad supera a los de otras escuelas más conocidas o sobre las cuales se cuenta con más publicaciones, como la junguiana o la racional-emotiva. Pese al interés cada vez mayor de los psicoterapeutas por los conceptos y técnicas de la terapia guestáltica, que Ies parecen interesante y eficaces, se dispone de poco material escrito; las principales excepciones son los dos primeros libros del doctor Perls: Ego, hunger and aggression (1947, 1969) y Gestalt tberapy (1951), que siguen siendo fundamentales. La escasez de publicaciones sobre terapia guestáltica obedece a varias razones. El doctor Perls —quien con ayuda de su esposa, Laura, fue su iniciador—- trabajó al comienzo en un relativo aislamiento profesional en Sudáfrica y evidenció poco interés por crear una «escuela» de terapia como tal. Por otra parte, la terapia guestáltica, al hacer hincapié en el «aquí y ahora», la inmediatez de la experiencia y la expresividad no verbal, y al evitar los «sobreísmos» o el uso exagerado de la -computadora» mental, tiende a corregir nuestra tendencia a la verbosidad y a las abstracciones en lugar de fomentar la manipulación de palabras indispensable para redactar libros. Por ello, la mayoría de los terapeutas guestaltistas tienden a hacer más que a decir. Por último, la terapia guestáltica asigna mucha importancia al tono de voz, la postura, los ademanes, la expresión facial, etc.; gran parte de tas hechos significativos y apasionantes que en ella tienen lugar proceden de la elaboración de los cambios producidos en estas comunicaciones no verbales, cuya transcripción en palabras es difícil y hace que se pierda, en buena medida, su significado e inmediatez. Por fortuna, la existencia de un número creciente de películas cinematográficas y cintas magnetofónicas vinculadas con este tipo de terapia vuelve más accesibles esas comunicaciones no verbales. 1 Directory of Gestalt Tbcrapius, Beverly Mills, Gilif.: Robert Resnick, 1969 A despecho de los problemas aludidos, hay una marcada necesidad de publicaciones sobre terapia guestáltica. La presente compilación intenta ubicar en su perspectiva histórica la obra de Perls y exponer sus ideas de más reciente data. Se ofrece también una amplia muestra (aunque no exhaustiva) de técnicas y aplicaciones procedentes de cierto número de terapeutas y profesores. Este volumen está dirigido al terapeuta guestaltista, al psicoterapeuta con otra orientación deseoso de explorar nuevas y estimulantes ideas que pueden ser aplicables en su propia práctica, al futuro terapeuta interesado en conocer los últimos avances en materia de terapia, y al público culto que quiere sentir, actuar y relacionarse con los demás en una forma distinta de la que brinda nuestra vida moderna, obsesionada por el trabajo, orientada hacia el pasado, programada como una computadoray abrumada de «juegos». Por supuesto, este libro no suministra ninguna respuesta total o definitiva, ni puede reemplazar a la formación efectiva o a la experiencia personal de las técnicas gestálticas. Pero puede, al menos, contribuir a destacar algunos de los interesantes progresos que tienen lugar en psicoterapia y a sugerir lo que ellos nos ofrecen: dotarnos de una mayor capacidad para vivir. Primera parte. Teoría de la terapia guestáltica La labor que lleva a cabo todo psicoterapeuta con sus pacientes está basada, explícita o implícitamente, en una teoría de la personalidad. El terapeuta aporta al tratamiento ideas concernientes a la personalidad —sobre todo acerca de qué es una conducta buena, sana, gratificante y valiosa, y qué es uní. conducta inapropiada, inadaptada, generadora de dificultades o autodestructiva—, así como otras vinculadas con los tipos de experiencias y comportamientos que originan los aspectos negativamente valorados o que sustentan su predominio. A partir de su teoría sobre la terapia, el terapeuta deducirá luego procedimientos o técnicas para promover el cambio y llevar al sujeto a un funcionamiento más adecuado. En el curso de su historia, las teorías de la personalidad se han centrado en los aspectos negativos de esta última, en parte como consecuencia del empleo del «modelo médico», que rotulaba de «enfermos» o «patológicos» los problemas que enfrentaba el individuo en su vida —como si se tratara de dolencias—. Pero la medicina nunca se interesó por la salud, considerada apenas como la ausencia de enfermedad. Uno de los precios que pagamos por el empleo de la analogía médica es que nos centramos principalmente en aquello que aparece con menor frecuencia ante nosotros. (Por ejemplo, los primeros tratados sobre la adaptación de la personalidad colocaban el mayor acento en los mecanismos de defensa y en los trastornos emocionales). Con el advenimiento de la «tercera fuerza» en psicología, que se ocupa del hombre en sus características humanas en lugar de adoptar la definición psicoanalítica o conductista de aquel, y con la aparición de modelos que conciben los problemas de la vida como dificultades de relación y de comunicación, se ha producido un marcado desplazamiento del interés hacia los aspectos positivos de la personalidad y del vivir. Para la mayoría de los terapeutas o de las personas que solicitan su ayuda, la famosa afirmación de Freud: «Mucho habremos logrado si podemos convertir el padecimiento neurótico en infortunio común», resulta insuficiente. En la actualidad, para describir lo que anhelamos para nosotros o para los demás, utilizamos expresiones como mayor intensidad vital, intimidad, realización, creatividad, éxtasis y trascendencia. Las teorías de Maslow, Rogers, Jourard, Berne y otros ofrecen como alternativa frente al padecimiento, no el infortunio, sino la alegría de vivir. La terapia guestáltica está íntimamente vinculada con esta posición en vías de desarrollo, destacando las direcciones positivas y las metas de la vida y utilizando técnicas directamente destinadas a alcanzarlas. Traducido en términos de tratamiento, el mensaje implícito en la teoría guestáltica es que hay valores en la vida que las personas, a través de su experiencia o de su observación de los demás, encuentran estimables y conducentes a una vida más intensa: la espontaneidad, la conciencia sensorial, la libertad de movimientos, la responsividad y expresividad emocionales, el goce, la 12 desenvoltura, la flexibilidad en las relaciones personales, el contacto directo y la cercanía afectiva con los demás, la intimidad, la idoneidad, la inmediatez y presencia, la autonomía y la creatividad, Al paciente que solicita ayuda en procura de una relación más adecuada con los demás y de la capacidad de ex- presar sus sentimientos de manera más directa, se le pide que exprese o que siente en ese momento hacia otra persona. Pronto se pone en evidencia la forma en que se frena, bloquea y frustra, y entonces es posible ayudarlo a explorar y experimentar esos bloqueos y estimularlo a que pruebe de expresarse y vincularse de otro modo. En consecuencia, el enfoque general de la teoría y la terapia guestálicas exige que el paciente aclare qué cambios quiere que se produzcan en él, para luego ayudarlo a adquirir mayor conciencia de la manera en que se autodestruye, a experimentar y a cambiar. Los bloqueos en la toma de conciencia y en la conducta se manifiestan del mismo modo que en la vida del sujeto; la mayor conciencia que este adquiere de sus evitaciones y su alivio a medida que se vuelve capaz de ampliar su experiencia y sus conductas se hacen sentir de inmediato en un incremento de la capacidad para vivir. Aunque la contribución fundamental de la terapia guestáltica ha consistido en su vinculación estrecha de teoría y tratamiento, en este volumen comenzaremos por separar ambos aspectos, describiendo primero los antecedentes históricos de esta terapia y la evolución teórica. Para echar las bases o «cimientos» a partir de los cuales pueden surgir as técnicas y aplicaciones. En buena medida, los principios básicos de la terapia guestáltica son fruto de la obra de un solo hombre, Frederick S. Perls. Recibido de médico, Perls se sintió atraído por el psicoanálisis; se sometió a un análisis didáctico y a la supervisión de varios famosos «pioneros», entre ellos Wilhelm Reich. Por su formación y sus primeras experiencias profesionales, entró en contacto con Kurt Goldstein y con las ideas de la psicología de la Guestalt y del existencialismo. Más adelante, se vio expuesto a las brutales situaciones de la Primera Guerra Mundial y al rechazo, por parte de los psicoanalistas, de sus primeras contribuciones a la teoría psicoanalítica a causa de su desafío a la doctrina vigente de la libido. Se vio obligado a emigrar de la Alemania nazi a Sudáfrica, donde en su carácter de psiquiatra del ejército debió crear métodos más eficaces de tratamiento. Recibió la influencia y los aportes de su esposa, Laura. En varios de los capítulos que siguen describiremos con más detalle la relación existente entre las variadas ideas de Perls, tal como surgieron de muchas de estas fuentes. El capítulo de Wallen acerca de «La terapia guestáltica y la psicología de la Guestalt» establece algunas de las ideas y conceptos de la psicología de la Guestalt adoptados por Perls y que se constituyeron en piedra angular de su pensamiento. La psicología de la Guestalt fue en sus orígenes una teoría de la percepción que abarcaba las interrelaciones entre la forma del objeto y los procesos del perceptor. Fue en parte una reacción contra los enfoques atomistas anteriores, que intentaban estudiar la percepción y los procesos mentales reduciéndolos a elementos o a contenidos mentales. Por oposición a ellos, el pensamiento gestáltico hacía hincapié en los «saltos» de insight, en el «cierre», en las características de figura y fondo y en la fluidez de los procesos perceptuales, a la vez que consideraba al perceptor como un participante activo en sus percepciones antes que como un receptor pasivo de las cualidades formales. Describe Wallen el proceso normal de la forma- ción y eliminación guestáltica, y los procesos que interfieren en el cierre o cambio. Destaca cuál ha sido la contribución de la terapia guestáltica a las teorías de la psicología de la Guestalt, al ampliar sus conceptos de manera de incluir la percepción de sí mismo, la motivación y los aspectos motores de la conducta. Por último, demuestra la relevancia de la teoría de la Guestalt para la práctica del terapeuta guestaltista. Las «cuatro conferencias» siguientes de Perls representan la formulación más amplia de su pensamiento sobre cierto número de problemas desde sus escritos fundamentales en Ego, bunger and aggression y Geltalt Therapy. En su primera conferencia comienza por señalar la división que existe en psicologíaentre el enfoque fenomenológico, con su énfasis en la sensación, la percepción, el pensamiento y la conciencia, vale decir, en la conducta privada, y el enfoque conductista, centrado en la conducta pública u observable. Expone luego cuatro aproximaciones filosóficas al estudio de la conducta: el enfoque científico, que discurre sobre la conducta sin volverse partícipe; las posiciones religiosas y filosóficas, que subrayan cómo debe ser la conducta .. . y la insatisfacción consecuente; el enfoque existencial, que se centra en lo que es pero sigue apelando a un marco causal; y el guestáltico, que procura descubrir el cómo y el ahora de la conducta. Entre los aportes de Freud a la terapia guestáltica debe mencionarse su concepto del inconsciente —que, traducido por Perls, describe los aspectos no disponibles o potenciales de la conducta en vez de los presentes— y su concepción del pensamiento como prueba o ensayo preliminar, que conduce en la terapia guestáltica a la formulación de la ansiedad como «miedo al público» (slage fright). En contraste con el psicoanálisis, la terapia guestáltica pone el acento en el aquí y ahora, y en la conciencia de la experiencia y de las’ conductas variables. Muchos individuos, en especial los neuróticos, evitan experimentar a conciencia su «computación» autocrítica, proyectando o adoptando una gama de otros procederes con el objeto de mantener su comportamiento habitual. Lo habitual, o statu quot implica aferrarse a las conductas y roles pretéritos, o intentar obtener apoyo ambiental por medio de la manipulación en lugar de apelar a los propios recursos. Solo si experimentamos directamente nuestro aburrimiento o temor en el presente descubriremos qué es lo que estamos tratando de evitar y utilizaremos en mayor medida nuestra capacidad potencial. La segunda conferencia de Perls se ocupa principalmente de los cinco estratos de las neurosis. Mucha gente pasa buena parte de su tiempo en el estrato falso, en el que se ponen en práctica diversos juegos, se viven roles y se trata de ser lo que uno no es, creando vacíos en ese proceso y renunciando a gran parte de uno mismo. Nos atormentamos constantemente con lo que Perls denomina el juego «riel opresor y el oprimido» {top-dogi under-dog game), en el que una parte de nosotros intenta adoctrinar a la otra y la urge y amenaza para que se comporte «bien». Al segundo estrato lo llama estrato fòbico. A medida que tomamos conciencia de las conductas y manipulaciones espurias, comenzamos a ponernos en contacto con los 14 temores que las mantienen; experimentamos el deseo de evitar toda conducta nueva o tenemos fantasías acerca de las eventuales consecuencias que acarrearía nuestro comportamiento genuino. El tercer estrato es el impase en que quedamos atrapados, sin saber qué hacer o hacia dónde movernos. Sentimos la pérdida del apoyo ambiental pero aún no contamos con el que nos brinda la confianza en nuestros propios recursos. El cuarto estadio es el implosivo, en el cual, a través de la aflicción, la desesperación o el autoaborrecimiento, llegamos a advertir más cabalmente de qué manera nos hemos limitado y constreñido a nosotros mismos; o bien comenzamos a experimentar, en medio del temor y las vacilaciones, conductas nuevas. Tan pronto las energías antes inactivas se liberan en forma de impacto, surge el quinto estrato, el explosivo. La tercera conferencia relata de que manera se aferra el neurótico a la culpa y resentimiento que siente hacia sus progenitores, que no fueron como él hubiera necesitado que fueran y a los que puede seguir culpando por sus problemas en vez de desarrollar sus propios recursos de modo autónomo. Una de las formas más eficaces de descubrir qué partes de la persona se han proyectado o cuáles han sido desconocidas como propias es investigar sus sueños. El enfoque de la terapia guestáltica sobre los sueños consiste en pedir al sujeto que represente todas sus partes —personas y objetos a la par— y en ayudarlo luego a asimilar lo que ha proyectado. También se le solicita que pase revista a las evitaciones que en ellos aparecen. En la cuarta conferencia se examinan ejercicios útiles para el desarrollo personal. Recurriendo a la meditación, escuchándonos a nosotros mismos, aceptando los estados de aburrimiento, disgusto o frustración, podemos salir de nuestros impases y contribuir a nuestro desarrollo! Una de las técnicas reside en imaginar la presencia de un terapeuta que nos brinda ayuda o nos da indicaciones. Perls formula, asimismo, diversas sugerencias para los terapeutas, entre ellas la de tomar en serio su aburrimiento y entregarse a la fantasía en lugar de adoptar una atención forzada. Los cuatro ensayos posteriores analizan en forma más exhaustiva los aspectos teóricos de la terapia guestáltica. Kepner y Brien intentan con- ciliar las posturas fenomenològica y conductista, conservando las virtudes de ambas. El conductismo, al ocuparse de hechos observables, está en mejores condiciones para experimentar con el cambio, medirlo y ponerlo de manifiesto. La fenomenología, con su hincapié en la experiencia interna, abarca gran parte de lo que tiene la personalidad de cálido, humano, rico e importante. No obstante, la vida interior es algo privado y difícil de transmitir. Las técnicas guestálticas contribuyen a unir estas posturas, trayendo a la conciencia ciertas conductas y transformando los procesos y fantasías interiores en conducta manifiesta. En el capítulo de Naranjo, «La focalización en el presente en terapia guestáltica» se emprende una extensa exploración del significado del ahora en la teoría y práctica guestálticas. Naranjo sintetiza los principios subyacentes de la terapia guestáltica en tres procesos generales: vivir en el presente, conciencia y responsabilidad. Al centrarse en las consecuencias de vivir en el presente, aborda en primer término las técnicas guestálticas de traducir al presente las fantasías y recuerdos, y de experimentar con el continuo de conciencia. Destaca el paralelo que existe entre el intento del paciente por centrarse en su conciencia presente e informar sobre ello, y el proceso oriental de meditación; ese intento es compartido por el terapeuta, cuya presencia agudiza la conciencia, intensifica la atención y realza el significado, añade contenido interpersonal y señala las dificultades. El terapeuta puede asimismo corregir los errores de atención y distracciones. La focalización en el presente que propugna la terapia es también una receta para vivir mejor. Muchas técnicas terapéuticas, como la expresión de la agresión y la práctica de la franqueza, solo pueden aplicarse con precaución a la vida en la comunidad global; en cambio, la idea de vivir en el presente es aplicable a la generalidad de la vida, dando por resultado un hedonismo humanista en el cual la conciencia de la transitoriedad y de la muerte agudiza la experiencia vital. La «presentidad» aparece como un ideal, un símbolo de vida óptima, afín a la descripta por los sabios orientales, los filósofos occidentales y los poetas. Representa la aceptación de las propias experiencias, de la bondad del mundo, y de la imposibilidad de vivir de otra manera que en el aquí y ahora. En «La actividad sensorial en psicoterapia», Polster subraya la unión o conjunción entre la actividad sensorial y motora, o entre conciencia y expresión. Las experiencias pueden clasificarse en culminantes —las que constituyen un suceso total o unitario— y constitutivas —cuando se focaliza uno de los aspectos de un suceso—. A menudo, la exploración de las experiencias constitutivas mediante un proceso de análisis y nueva síntesis permite intensificar la experiencia culminante. Volver a experimentar y recuperar la sensación exige concentración y esfuerzo. Polster expone varias formas de identificar y activar la sensación, y la importancia que tienen estos procedimientos para la terapia. «La teoría paradójicadel cambio», de Beisser, aborda el descubrimiento de la terapia guestáltica de que el cambio tiene lugar cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. Al abandonar la lucha contra la propia resistencia y el deseo de ser otra cosa, y admitir que uno es como es, puede reconocerse la necesidad o deseo subyacente, completar la Guestalt y dar paso a nuevas necesidades y conductas. Beisser observa que, puesto que la sociedad continúa cambiando a ritmo acelerado, la terapia no puede preparar al hombre para hacer frente a un mundo estático o constante; de ahí que revista cada vez más importancia la capacidad para producir cambios. 1. Terapia guestáltica y psicología de la guestalt2 Richard Walien La terapia guestáltica se ha nutrido de todas las líneas principales de desarrollo teórico en que se dividió el movimiento psicoanalítico original. Aunque tiene importantes raíces en la psicología de la Guestalt, no se orienta exclusivamente hacia ella: también tiene raíces en el movimiento psicoanalítico freudiano, en Otto Rank y en Wilhelm Reich. El concepto que da unidad a estos diversos enfoques, que da una fundamentación racional a las técnicas empleadas en la terapia guestáltica, es la concepción de la pauta de satisfacción individual de ne- 2 Trabajo presentado en la reunión de la Asociación Psicológica de Ohio, en 1957 cesidades como proceso de formación y eliminación guestálticas. Me referiré a este aspecto en primer término, para luego mostrar la forma en que se interfiere en este proceso y las consecuencias de tal interferencia para la conducta neurótica y la técnica terapéutica. El psicólogo de la Guestalt académico se ocupaba en buena medida de figuras externas, en especial visuales y auditivas. Curiosamente, no intentó nunca aplicar los diversos principios de la formación guestáltica (proximidad, la ley del destino común, pregnancia, similitud, etc.) a las percepciones orgánicas, a la percepción de los propios sentimientos, emociones y sensaciones corporales. Jamás consiguió integrar los hechos relativos a la motivación con los relativos a la percepción. Fue Frederick Perls quien introdujo en la psicología de la Guestalt este elemento adicional. Ahora estamos en condiciones de conceptualizar el proceso mediante el cual el organismo logra satisfacerse en su ambiente como un proceso de formación guestáltica esencialmente, en el cual hay cierto número de subtotalidades —ciertas formaciones subsidiarias—. A las percepciones externas estudiadas por los psicólogos guestaltistas Wertheimer y Köhler, el terapeuta guestaltista añade la percepción figural de las Gcstalten que se forman en el cuerpo y en la relación del individuo con su ambiente. Veamos el caso de una persona que está sentada a solas, leyendo. El libro ocupa el centro de su interés: todo el resto de la habitación se ha vuelto fondo; en verdad, también su cuerpo. Ni siquiera es correcto afirmar que es consciente de este proceso de lectura particular: participa en él, está en contacto con las ideas. Supongamos que a medida que avanza en su lectura comienza a sentir sed. Ocurre que la boca y el paladar se vuelven figura y pronto dominan el campo. El libro se desplaza al fondo y el individuo siente algo así como «¡Tengo sed!». Se torna consciente, en otras palabras, de un cambio ocurrido en él que tiene consecuencias en su relación con el ambiente externo. Su necesidad tiende a organizar tanto las cualidades perceptuales de su experiencia como su conducta motriz. Puede formarse la imagen visual de una canilla, o de un vaso de agua, o de una lata de cerveza en la heladera. Se levanta, da unos pasos, satisface su sed y vuelve a su lectura Una vez más, las ideas pasan a ser figura: la sed ha sido eliminada. En este modelo simple tenemos el prototipo de la formación y la eliminación guestálticas. El mundo fenoménico es organizado por las necesidades del individuo. Las necesidades proveen de energía a la conducta y la organizan en el nivel subjetivo-perceptual y en el objetivo- motor. El individuo lleva a cabo luego las actividades requeridas para satisfacer tales necesidades. Una vez que estas han sido satisfechas, la boca vuelve al fondo, desaparece la preocupación con la figura particular de agua o cerveza, y surge algo nuevo. Tenemos una jerarquía de necesidades que están en un continuo proceso de desarrollo, organización de las figuras de la experiencia y desaparición. En terapia guestál- tica describimos este proceso como la formación y eliminación progresivas de gestalten perceptuales y motoras. Cuando este proceso se desenvuelve normalmente, cuando está bien integrado —cuando las Gestalten son firmes, o fuertes, o bien formadas, como diría el psicólogo académico—, el propio sujeto o un observador ajeno al proceso pueden advertir ciertas condiciones. En primer lugar, figura y fondo están claramente diferenciados. Ya no hay un campo confuso, sino una cosa única que atrae la atención del individuo. A medida que se ocupa de ella, su actividad perceptual se vuelve selectiva, y su conducta motriz bien organizada, unitaria, coherente y dirigida a la satisfacción de esta necesidad específica. De manera análoga, las figuras que experimenta el individuo son unitarias, coherentes, y dominan el campo fenoménico. Desde el punto de vista de la adaptación, lo interesante de esta experiencia es que el proceso de formación y eliminación guestálticas proporciona un criterio autónomo para estimarla. En otros términos, el hecho de que el sujeto sea «maduro» o «inmaduro» según cierto patrón cultural, o que se conforme o no a la sociedad que lo rodea, carece de importancia; desde el punto de vista guestáltico, lo importante es que el individuo integrado es aquel en el cual este proceso se sucede en forma continua y sin interrupciones. Constantemente se forman nuevas figuras, que, cuando las necesidades han sido satisfechas, son eliminadas y reemplazadas por otras, permitiendo que la conducta y la experiencia perceptual sean organizadas por las necesidades que ocupan el puesto siguiente en la jerarquía de dominio. Este proceso reviste considerable interés porque no se detiene nunca, y el terapeuta guestaltista puede determinar, en el curso de su tarea, cómo funciona en cada instante. En la sesión terapéutica, observará que el sujeto experimenta ciertas necesidades que procura satisfacer sin lograrlo, porque de algún modo se interrumpe o es perturbado el proceso. No es menester hablar sobre esto en tiempo pasado: los métodos típicos de formación y eliminación guestálticas de cada individuo se ponen inmediatamente en evidencia en la sesión. La importancia de este proceso para la supervivencia biológica va de suyo, pues sólo en la medida en que el individuo sea capaz de extraer de su ambiente las cosas que necesita para sobrevivir, para sentirse cómodo en el mundo que lo rodea c interesarse por él, podrá continuar. SU existencia en un plano a la vez biológico y psicológico. No podemos nutrirnos de nosotros mismos; no podemos respirar sin un ambiente que nos lo permita; no podemos hacer nada para incorporar a nuestro cuerpo las cosas que necesitamos —ya se trate de afecto, de conocimientos o del aire que respiramos— sin interactuar con el ambiente. En consecuencia, la claridad de la relación que he intentado describir, la formación y eliminación guestálticas, adquiere suma importancia para la vida del individuo. ¿Qué es lo que hace que este proceso fracase? ¿A qué se debe que la progresiva formación y eliminación de fuertes Ge s tal ten no siga un curso apropiado? Ante todo, permítaseme mencionar los signos observables cuando se interfiere en este proceso. Hay signos subjetivos sobre los cuales puede informar el paciente, y otros que el terapeuta puede ver. Un ejemplo de lo primero sería la confusión; el sujeto se siente confundido, nada le resulta claro. No sabe lo quequiere. No sabe distinguir lo importante. O tal vez diga que está indeciso: no sabe cuál de varias alternativas adoptar —ninguna le atrae más que otra—. Objetivamente, el terapeuta puede observar una conducta fija y repetitiva. Por ejemplo, un paciente pedirá consejo una y otra vez o solicitará que se le den instrucciones cuando se le pide que indague y encuentre sus propias respuestas. La autorregulación de la relación ambiente-organismo queda totalmente destruida. Se vuelve notoria, asimismo, la falta de interés del paciente por lo que hace, y por ende la sensación de estar haciendo un gran esfuerzo cuando se trata de una tarea simple. Los sujetos informan: «Me tengo que obligar a ir al trabajo», «Me tengo que obligar a estudiar», etc. Por lo general, su lenguaje está mal organizado, y hay en lo que expresa real confusión. A veces estas cuestiones son momentáneas, otras veces duran períodos prolongados. Sin embargo, importa recordar que aun el campo peor organizado sigue estando organizado. El principio de la pregnancia indica que todo campo psicológico se halla, en un momento determinado, tan bien organizado como lo permiten las condiciones generales. De este modo, es probable que ciertas circunstancias impidan a una figura formarse de la manera más fuerte y coherente posible — como Koffka y Köhler admitieron hace algunos años—. En la autorregulación neurótica, ciertas fuerzas se ven impedidas de ejercer un efecto cabal sobre el contacto del organismo con su ambiente. Estas interferencias son de tres tipos. Primero, tenemos el contacto perceptual insuficiente con el mundo externo y con el cuerpo mismo. Advertimos, verbigracia, que a menudo los pacientes no nos miran cuando quieren decirnos algo acerca de la impresión que les causamos; o no miran a los objetos que quieren describir. Tal vez les pase inadvertido qué están haciendo con sus manos, o no escuchen el sonido de su propia voz, etc. Su contacto perceptual con grandes porciones de su ambiente y de su cuerpo es escaso o está totalmente bloqueado. Segundo, está bloqueada la expresión franca de las necesidades. Por ejemplo, el sujeto sentirá calor pero será incapaz de hacer nada para evitarlo. Es fácil ver por qué esto origina un fracaso del proceso de eliminación. Como el paciente no expresa sus necesidades, nunca llega a satisfacerlas realmente; una figura perceptual que podría ser clara, unitaria y significativa se torna opaca y carente de interés, con lo cual la necesidad no se descarga nunca. Tomemos como ejemplo a un individuo con necesidad de afecto a medias expresada. El resultado es una satisfacción a medias, ya que la necesidad no se descarga nunca por completo. Esta necesidad específica dota entonces de energía a ciertos sectores del campo- perceptual: la persona busca afecto, pero no con entusiasmo suficiente. El resultado final es que la necesidad en cuestión continúa interfiriendo otras necesidades que podrían organizar el campo de manera clara y coherente. Tercero, la represión puede impedir la formación de buenas Gestalten. El concepto de represión del terapeuta guestaltista, que la considera esencialmente un proceso motor, es bastante sorprendente desde el punto de vista histórico: el psicólogo guestaltista académico no se preocupaba por el papel de la musculatura, por el aspecto que tomaría la formación guestáltica total al caminar, por ejemplo. En buena medida por la influencia de Wilhelm Reich, los terapeutas guestaltistas conciben la represión como un fenómeno fundamentalmente muscular. Así, cuando surgen las necesidades e impulsos, tiende a producirse una respuesta muscular, que procura darse a conocer en el plano motor, y la única manera de inhibirla es contrayendo músculos antagónicos que evitan que ese impulso se exprese cabalmente. El ejemplo más simple sería el impulso a insultar a alguien. Supongamos que, a pesar de nuestro furor, tenemos que controlar ese impulso. Ahora bien: este proceso de «control» puede considerarse en términos estrictamente musculares. Las mandíbulas se contraen; hay tensiones en los brazos que impiden, por ejemplo, dar un puñetazo. En el caso de sentir tristeza, las respuestas posturales normales si la necesidad se diera a conocer plenamente serían una postura abatida, los labios apretados, las mejillas hundidas. La alteración más simple para controlar la tristeza consistiría en distender los labios en una sonrisa forzada, eliminando la pauta gestual asociada con la tristeza, con lo cual la emoción no se expresa ni se descarga. En la represión se mantienen, mediante contracciones musculares crónicas que el individuo olvida, todo tipo de inconciencias sobre los impulsos. Esas contracciones se vuelven habituales; el individuo se adapta a ellas y no sabe que está bloqueando algo o qué es lo que bloquea. Veamos algunas de las implicaciones que esto tiene para la terapia. Creo que uno de los rasgos distintivos del terapeuta guestaltista es que trabaja casi exclusivamente en el presente. Los recuerdos del pasado no constituyen su preocupación fundamental. El pasado tiene importancia en ciertas circunstancias especiales, pero en general advierte que lo único con lo que tiene que operar es lo que tiene directamente delante de sus ojos. En la sesión terapéutica, el proceso de formación y eliminación guestáltica sigue su curso como en cualquier otra parte. El terapeuta cuenta con una oportunidad para apreciar las confusiones que se producen. Puede ver de qué modo bloquea el paciente porciones en su ambiente o porciones de sí mismo, y comienza a trabajar con ese problema particular. Es justo decir, en este punto, que este enfoque del proceso terapéutico representa una de las grandes corrientes de pensamiento psicoterapéutico originadas en Otto Rank, quien influyó en una forma algo distinta sobre la terapia centrada en el cliente de Cari Rogers. Los prosélitos de Rogers también estaban interesados en la situación presente, también se centraban en lo que el cliente hacía en el momento, pero nunca abordaron el problema de la conciencia real de lo que le pasaba al paciente en este instante. A mi juicio, las palabras tienen una gran tendencia a interponerse en el camino de la experiencia, y los psicólogos de la Guestalt trataron de remediarlo. Esto no significa que la terapia centrada en el cliente de Rogers no tenga fuertes connotaciones guestálticas, como él mismo ha señalado, pero el terapeuta guestaltista es, básicamente, mucho más activo que el rogeriano. ¿Hacia dónde se encamina la actividad del terapeuta? En primer lugar, a acabar con la crónica insuficiencia en la organización del campo del paciente. Este tiene ciertas formas típicas de percibir o actuar en relación con una necesidad. El terapeuta guestaltista aísla fragmentos de este campo de manera tal de reducir a subunidades menores la tendencia autorreguladora del neurótico; ello permite reorganizar en definitiva tanto el campo motor como el perceptual. También procura realzar cada una de las figuras emergentes. Si el sujeto parece pronto a llorar, por ejemplo, si el terapeuta puede observar «en la superficie» una actividad incipiente, si advierte que el sujeto se estruja las manos, tiene contracciones faciales y quizás un brillo en los ojos, sabe que está por aparecer la figura del llanto. Supongamos que, pese a todo, el paciente controla su impulso: el terapeuta se esforzará por romper el bloqueo que aquel le ha impuesto de modo que pueda organizar el campo. Para ello, tomará como figura de atención para el sujeto su resistencia, su resistencia muscular al llanto. En otras palabras, en lugar de subrayar «Usted quiere llorar», pondrá el acento en «¿De qué modo evita usted llorar?». Una y otra vez vuelve sobre el problema siguiente: «¿Qué hace usted que le impida obtener lo que desea en este momento, en esta situación inmediata?». Ello significa, desde luego, que debe haber gran sensibilidad corporal, de modo que elterapeuta dedica buena parte de su actividad a la conciencia corporal. Hasta que el paciente no siente de qué manera contrae sus músculos o manipula su cabeza, sus ojos o todo su cuerpo para evitar ver o hacer ciertas cosas, el mecanismo represivo no queda bajo su control. Nuestra intención no es abolir su capacidad para controlarse a sí mismo, sino lograr que ese control sea el producto de una decisión intencional. Estos son, pues, los problemas teóricos principales que sirven de amplio fundamento a la tarea del terapeuta guestaltista. Este enfoque constituye una ampliación de la psicología académica de la Guestalt, al añadir al proceso de formación guestáltica las necesidades y la conciencia corporal, y utilizar luego estos insights en la terapia para romper el bloqueo de la pauta de satisfacción de la necesidad. 2. Cuatro conferencias3 Frederick S. Peris Primera conferencia En mis charlas sobre terapia guestáltica me guía un solo propósito: impartir una fracción del significado de la palabra ahora. Para mí, sólo el ahora existe. Ahora = experiencia = conciencia = realidad. El pasado ya no está y el futuro no ha llegado todavía. Únicamente el ahora existe. La situación que exhibe la psicología de nuestra época es que estamos divididos básicamente en dos categorías: los interesados en la conducta y los interesados en la conciencia (awareness) o falta de conciencia —sea que se la llame estado de conciencia (consciousness) ,* experiencia o de alguna otra manera—. El enfoque fenomenológico pone el acento en los mensajes evidentes por sí mismos —existenciales en el puro sentido de la palabra— que recibimos a través de los órganos de nuestros sentidos. Gracias a que vemos, oímos y sentimos es que conocemos: ello nos suministra la información primaria acerca de nosotros mismos y de nuestra relación con la vida. Al conductista, en cambio, no le preocupa el fenómeno de la conciencia ni el enfoque subjetivo; pero su método tiene sobre casi todos los demás la gran ventaja de trabajar con el aquí y ahora: ve a este animal, mira a esta persona e investiga de qué modo se comporta este individuo. Si se combina el enfoque fenomenológico, con su conciencia de lo que es, y el enfoque conductista, con su énfasis en la conducta presente, se obtiene una síntesis de lo que estamos tratando de lograr en terapia guestáltica. Cuando observamos la conducta, nos encontramos con dos clases básicas: conducta pública y conducta privada. La primera es la conducta manifiesta y observable de la que pueden tener conciencia los observadores y nosotros mismos, mientras que la segunda incluye aquellas cosas de las que nosotros podemos ser conscientes pero no un observador. A esta última suele llamársela pensamiento, o especulación, o ensayo, o computación. Antes de proseguir quisiera analizar brevemente cuatro enfoques filosóficos, tal como yo los veo. El primer enfoque es la ciencia —a la que denomino «sobreísmo»— y nos permite hablar sobre ciertas cosas, conversar sobre nosotros o sobre alguna otra persona, informar sobre lo que está ocurriendo dentro de nosotros, discutir sobre nuestros casos clínicos. El hablar sobre cosas, o sobre nosotros y los demás como si fuéramos cosas, evita toda respuesta emocional u otra involucración genuina. £n terapia, encontramos el sobreísmo en la racionalización y la intelectualización, así como en el «juego de las interpretaciones» en el que el terapeuta dice «Sobre esto versan sus dificultades». Este enfoque se basa en la no involucración (noninvolvement ). A la segunda filosofía la denomino «debeísmo». La mentalidad del «debe» se encuentra manifiesta o encubiertamente en toda filosofía y, sin lugar a dudas, en toda religión. Aun en el budismo hay un debeísmo implícito, ya que se nos dice que debemos experimentar el Nirvana, que debemos alcanzar el estado en que estamos libres de todo sufrimiento; al menos, se lo alaba como algo que vale la pena lograr. Las religiones están llenas de tabúes, de «debes» y «no debes». Estoy 3 Transcripción de las charlas pronunciadas por el autor en el Laboratorio de Terapia Guestáltica de Atlanta, en 1966. * A lo largo de la obra se traduce indistintamente awareness por «conciencia» o «toma de conciencia», según lo exige el contexto. seguro de que todos ustedes perciben que crecen completamente rodeados por lo que deben y no deben hacer, y que insumen gran parte de su tiempo en jugar a este juego en su interior —el juego al que doy en llamar «juego del opresor y el oprimido», o «juego del automejoramiento», o «juego de la autotortura»—. Tengo la convicción de que les resulta muy familiar este juego. Una parte de ustedes se dirige a la otra y le dice: «Debes ser mejor, no debes ser así, no debes hacer eso, no debes ser como eres, debes ser como no eres». El debeísmo se funda en el fenómeno de la insatisfacción. En los últimos tiempos ha surgido un tercer tipo de pensamiento: el ontològico, o enfoque existencial, o «ser-ismo». El serismo observa y percibe el mundo tal como es, tal como somos, anulando la significación y encerrando entre paréntesis lo que debemos ser. A esto podría denominárselo la eterna tentativa por alcanzar la verdad. Pero, ¿qué es la verdad? La verdad es uno de los que yo llamo «juegos de la adecuación». Aquí habré de apartarme un minuto del tema y hablar acerca de algunos de los juegos importantes. Uno de los juegos principales que jugamos es el «juego del único ganador»: «Yo soy mejor que tú», «Yo puedo superarte», «Yo puedo abatirte». Otro juego importante es el «juego de la adecuación»: «¿Se adecúa este concepto a la realidad?», «¿Es esto correcto?», «Si yo veo tal y cual cosa, ¿puedo hacer que se adecúen entre sí de modo de tener ante m s ojos un cuadro amplio?» «¿Se adecúa la conducta de esta persona a mi concepto de lo que es un comportamiento correcto?». Estos son algunos de los juegos de la adecuación. Ahora bien: en el existencialismo, el juego de la adecuación es la verdad. Entiendo por «verdad» tan solo la aseveración de que una formulación nuestra se adecúa a la realidad observable. Si alguien dice «Estoy enojado contigo» en un tono de voz suave y cortés, este no parece adecuado, sino incongruente con respecto al enojo que dice tener. Si grita, en cambio, «¡Estoy enojado contigo, maldito!», su ira y su voz se adecúan una a otra. Pero ningún existencialista, con la posible excepción de Heidegger, puede realmente trasladar su idea existencial a la conducta ontològica —que una cosa se explica por su misma existencia—. Se preguntan una y otra vez «¿Por qué?», y deben seguir entonces retrotrayéndose y pidiendo apoyo: Sartre al comunismo, Buber al judaísmo, Tillich al protestantismo, Heidegger al nazismo en cierta medida, Binswanger al psicoanálisis. Binswanger, en particular, está tratando siempre de volver a lo causal —esa confusión semántica—, de explicar el suceso por su precedente, por su historia, incurriendo así en el error habitual de mezclar los recuerdos con la historia. Tenemos, por último, el enfoque guestáltico, que trata de comprender la existencia de cualquier suceso a través del modo en que se produce, que trata de comprender el devenir merced al cómo, no al porqué; merced a la omnipresente formación guestáltica; merced a la tensión de la situación inconclusa, que es el factor biológico. En otras palabras, en terapia guestáltica tratamos de ser congruentes con todos los restantes sucesos, en especial con la naturaleza, pues somos parte de ella. El hecho de que nuestra vida no sea compatible con las exigencias de la sociedad no obedece a que la naturaleza esté equivocada o a que nosotros estemos equivocados, sino a que el proceso que ha sufrido la sociedad la ha apartado tanto de un funcionamiento sano, natural, que nuestras necesidades y las de la sociedad y las de la naturaleza ya no concuerdan más. Nos topamos repetidamente con eseconflicto, al punto que se vuelve dudoso que pueda existir en nuestra insana sociedad una persona sana, totalmente cuerda y honesta. Quisiera analizar ahora los que son, a mi juicio, los dos descubrimientos más importantes de Freud. Freud afirmó (no es esta la manera como él lo formuló, sino como yo he comprendido lo que él quiso decir) que en la neurosis hay una parte de nuestra personalidad o de nuestro potencial que no está disponible. Pero lo dijo de un modo extraño; dijo: «está en el inconsciente», como si existiera algo semejante a el inconsciente, en vez de haber simplemente conducta o emociones desconocidas o no disponibles. Freud vio, asimismo, que lo que él denominó «preconsciente» constituía la base de la formación guestáltica. Nosotros decimos que es el «fondo» sobre el cual aparece la figura. Podemos ir aún más lejos y señalar que solo una pequeña porción de nuestro potencial —de lo que podríamos ser— está disponible. El otro descubrimiento importante de Freud, que nunca retomó y que parece haberse perdido, es su observación «Denken ist Probearbeit» («El pensamiento es trabajo de ensayo»), que yo he reformulado de este modo: «El pensamiento es un ensayo teatral», un ensayo que se lleva a cabo en la fantasía del rol que debe representarse en la sociedad. Y cuando llega el momento de la representación y uno no está seguro de que ésta sea bien recibida, aparece el miedo al público (stage frighí). A este último la psiquiatría le ha dado el nombre de «ansiedad»: «¿Qué diré cuando esté ante la mesa examinadora?», «¿Sobre qué hablaré en mi conferencia?». Al acudir a una cita con una mujer, uno piensa, «¿Qué ropa me pondré para impresionarla?», y así por el estilo. Todo esto es ensayar el papel que habrá de representarse. Creo que la frase de Freud, «Denken ist Probearbeit», es una de sus grandes ideas. La razón de que Freud no pudiera retomarla más adelante reside, en parte, en que todo ensayo se refiere al futuro, mientras que a Freud le preocupaba el pasado. De modo que ese concepto no concordaba con su teoría general y debió abandonarlo. Pero me gustaría que se detuvieran un momento a pensar cuánto tiempo y cuánto potencial invierte cada uno de ustedes en reflexionar o ensayar para el futuro en comparación con el que invierten en meditar sobre el pasado. Volvamos al ahora. Sostengo que toda terapia puede llevarse a cabo únicamente en el ahora. Cualquier otro método constituye una interferencia. Y la técnica que nos permite comprender el ahora y permanecer en él es «el continuo de conciencia*, por el cual se descubre y se toma cabal conciencia de cada experiencia real. Si nos mantenemos en él, pronto nos ' enfrentamos con una experiencia desagradable; por ejemplo, nos aburrimos, o nos sentimos incómodos, o nos vienen ganas de llorar. En ese momento sucede algo que Freud no llegó a ver con claridad: nos volvemos fóbicos. Freud vio que se producía un bloqueo activo para eliminar la experiencia, y lo denominó «represión»; vio también la alienación de nuestra experiencia y la denominó «proyección». Lo que quiero puntualizar es que el momento crítico está dado por la frecuente interrupción de nuestra experiencia en el ahora, sea cual fuere esta. Esta interrupción tiene lugar por varios medios: iniciamos una explica- ción, descubrimos súbitamente que hemos abusado del tiempo de que disponemos dentro del grupo, recordamos que teníamos que hacer algo importante, o nos entregamos al vuelo esquizofrénico de ideas que el psicoanálisis llama «asociación libre* (aun cuando se trata de una disociación compulsiva). Esta interrupción del continuo de conciencia impide la maduración, impide que la terapia tenga éxito, impide que la vida conyugal sea más rica y profunda, impide que se solucionen los conflictos internos. El único propósito de esta tendencia a la evitación es mantener el statu quo. ¿Y qué es el statu quo? El statu quo consiste en aferramos a la idea de que somos niños. Esto contraría el punto de vista psicoanalítico. Freud suponía que éramos infantiles a causa de un trauma anterior, pero esto no es sino una racionalización retrospectiva. Somos infantiles porque tenemos miedo de asumir responsabilidades en el ahora. Asumir nuestro lugar en la historia, ser maduros, significa renunciar a la idea de que tenemos padres, de que tenemos que mostrarnos sumisos o rebeldes, o alguna de las otras variantes del rol de niños que representamos. Para ampliar esto último debo hablar de la maduración. La maduración es el pasaje del apoyo ambiental a la autonomía. El bebé depende por entero del apoyo ambiental. A medida que crece, aprende a pararse sobre sus propios pies, a crear su propio mundo, a ganarse la vida, a adquirir independencia emocional. Pero en el sujeto neurótico este proceso no sigue su curso normal. El niño —o el neurótico infantil— no utilizará su potencial en favor de su autonomía sino para representar roles espurios, cuyo objetivo es movilizar al ambiente para con- seguir apoyo en lugar de movilizar el potencial propio. Manipulamos el ambiente mostrándonos desvalidos, haciendo el papel de tontos, formulando preguntas, halagando y adulando a los demás. El resultado de ello es que llegamos en la vida —y especialmente en la terapia— al «punto enfermo* (como lo llaman los psiquiatras rusos), al punto en que quedamos varados, al «impase». El impase se produce cuando no podemos apelar a nuestros propios recursos y no obtenemos apoyo ambiental. En terapia guestáltica nos encontramos con que esto ocurre una vez, y otra, y otra. Por desgracia, el psicoanálisis tiende a fomentar la infantilidad y la dependencia, primero por sus fantasías acerca de que el paciente es un niño y todo debe vincularse con la «imagen del padre» o con el «trauma infantil» o con la «trans- ferencia», y luego, al proporcionar una y otra vez apoyo ambiental en la forma de interpretaciones intelectuales que re2an así: «Sé que usted es tonto e inmaduro. Sé lo que usted está haciendo. Sé más que usted. Se lo explicaré todo». Pero ello le impide al sujeto comprenderse verdaderamente a sí mismo. Es por este motivo que soy absolutamente dogmático en cuanto a que nada existe más que en el ahora, y que en el ahora el individuo se conduce de un modo que podrá o no facilitar su desarrollo, su adquisición de una mayor aptitud para hacer frente a la vida, para conseguir lo que antes estaba fuera de su alcance, para comenzar a llenar los huecos de su existencia. Todos tenemos, en alguna medida, los huecos tan evidentes en los neuróticos y esquizofrénicos. Hay personas sin ojos, otras sin oídos, sin piernas que las sostengan, sin perspectiva, sin emociones. Para llenar estos huecos, que suelen experimentarse como tedio vital, vaciedad, soledad, debemos superar el impase y sus frustraciones, que por lo general nos lleva a evitar tales frustraciones y con ellas todo el proceso de aprendizaje. Ahora bien: hay dos formas de aprender. La primera consiste en obtener información: conseguimos que alguien nos informe sobre el significado de nuestros sueños, sobre la utilidad de tal o cual concepto, o que nos diga cómo es el mundo. Luego introducimos esta información en nuestra computadora y ponemos en práctica el juego de la adecuación. ¿Se adecúa este concepto a este otro? Pero la mejor manera de aprender no reside en computar información. Aprender es descubrir: descubrir lo que tenemos delante. Cuando descubrimos, estamos descubriendo nuestra propia capacidad, nuestros propios ojos, para encontrar nuestro potencial, para ver qué es lo que está pasando, para descubrir de qué manera podemos hacer más amplia nuestra vida, para recurrir a medios que nos permitan hacer frente a una dificultosa situación. Y a mi juicio todo esto tiene lugar en el aquí y ahora. No toda especulación acerca de las cosas, no toda tentativa de obtener información y ayuda externas producen maduración. De modo que las personas que trabajanconmigo tienen que hacerlo mediante una referencia continua al presente. «Estoy experimentando esto; ahora siento esto; en este momento no siento más deseos de trabajar; en este momento estoy aburrido». A partir de ello podemos pasar a diferenciar qué fragmento de la experiencia presente le es aceptable al individuo, cuándo siente deseos de huir, cuándo se muestra dispuesto a tolerarse a sí mismo, cuándo siente que los demás lo toleran, etc. Todo esto se investiga en la realidad, en el encuentro actual de cada cual con los demás. Dicho de otro modo, mientras que la mayoría de las psicoterapias tratan de llegar a lo más profundo, nosotros intentamos llegar a lo más superficial. A medida que surgen las necesidades, las situaciones inconclusas, somos controlados por esa necesidad emergente y precisamos ponernos en contacto con el mundo para satisfacerla. Utilizamos nuestros sentidos para observar, para ver lo que está sucediendo. El mundo se abre. Esta capacidad de ver es la salud. A la inversa, puede definirse al neurótico como aquel que no puede ver lo obvio —tal cual ocurría en ese cuento de Anderson en el que solamente el niño señalaba lo evidente que el rey estaba desnudo—. Es por este motivo que cuando comienzo a trabajar con un grupo suelo jugar al maestro de escuela y pedirles que descubran y verbalicen lo obvio. Segunda conferencia Además de colocar el acento en el ahora, también lo colocó en el proceso de centración, la conciliación de los opuestos para que no sigan desperdiciando energía en una lucha estéril y puedan unirse en una combinación e interacción productivas. Veamos, por ejemplo, uno de los principales problemas que la gente cree tener: el problema de su sentido opuesto de la existencia. La respuesta inmediata sería «la inexistencia», pero esto es erróneo. Lo opuesto de la existencia es la antiexistencia, tal como lo opuesto de la materia es la antimateria. Como ustedes saben, los científicos han conseguido crear materia a partir de la energía. ¿Qué nexo tiene esto con nosotros, los que nos dedicamos a la psicología? Fundamentalmente, que en ciencia hemos vuelto, a la postre, al filósofo presocràtico Hetáclito, quien afirmó que todo es flujo, movimiento, proceso. No hay «cosas». En los lenguajes orientales, la nada ( nothingness ) es la no-cosa ( no-tbingness ) ; en Occidente pensamos la nada como un hueco, un vacío, una inexistencia. En la filosofía oriental, así como en las ciencias físico-naturales modernas, la nada —la no-cosa— es una forma de proceso, en perpetuomovimiento. En ciencia intentamos encontrar la materia última, pero cuanto más dividimos la materia más nos encontramos con otra materia. Encontramos movimiento, y movimiento equivale a energía: movimiento, impacto, energía, pero no cosas. Las cosas surgen, prácticamente, por la necesidad humana de seguridad. Son manipulables, con ellas es posible jugar a la adecuación. Estos conceptos, estos «algos», pueden formar, reunidos, otro algo. «Algo» es una cosa, de modo que hasta un nombre abstracto se convierte en una cosa. En nuestro trabajo terapéutico siempre nos topamos con la nada, y vemos que esta no-cosa es un proceso muy vivido. Supongo que el hecho de tratar con cosas significa que para volverlas a la vida, tenemos que convertirlas nuevamente en procesos. En la cosificación o transformación de un proceso en una cosa actúa lo que yo denomino el estrato implosivo, o catatònico, o muerto. Si alguien tiene un cuerpo, si tiene una mente, estas cosas son en apariencia objetos que pertenecen a cierta instancia llamada «Yo4. «Yo» soy el orgulloso —o desdeñoso— poseedor de una mente, de un cuerpo, de un mundo. De manera que digo, en efecto, «Yo tengo cierto cuerpo* (cierto cuerpo) en lugar de advertir que yo soy alguien. En terapia guestáltica observamos la forma en que las personas utilizan el lenguaje, y comprobamos que cuanto más alienado está un ente de sí mismo más nombres emplea en lugar de verbos, y sobre todo el pronombre it5 ít es una «cosa» cuyo uso resulta conveniente para evitar estar vivos. Cuando estoy vivo, hablo; cuando estoy muerto, tengo un «habla» compuesta de palabras-, este lenguaje tendrá una expresión, etc. Se advertirá que esta descripción es en su mayor parte una cadena de nombres, y que lo único vital que resta en todo ello es juntarlos. Para que ustedes comprendan mejor la importancia del estrato implosivo y su papel en las neurosis, describiré en forma más completa lo que yo entiendo por los cinco estratos de la neurosis. El primer estrato que encontramos es lo que yo llamo el estrato de Eric Berne, o el estrato de Sigmund Freud, o el estrato falso, en el que jugamos a representar, en el que representamos roles. Coincide con la persona «como si» descripta por Helene Deutsch. Actuamos como si fuéramos tipos importantes, como si fuéramos tontos, como si fuéramos alumnos, como si fuéramos damas, como si fuéramos prostitutas, etc. Las actitudes «como si» nos exigen siempre estar a la altura de un concepto o fantasía creada por nosotros o por los demás, ya se trate de una maldición o de un ideal. Lo que ustedes llaman un ideal es para mí una maldición: un intento de apartarse de uno mismo. Su resultado es que la persona neurótica renuncie a vivir para sí misma de manera tal de realizarse: en lugar de ello, quiere vivir para un concepto, para la realización de ese concepto —como un elefante que quisiera ser un rosal o un rosal que tratara de ser un canguro—. No queremos ser nosotros mismos; no queremos ser lo que somos, sino alguna otra cosa, y el fundamento existencial de este ser otra cosa es la experiencia de la insatisfacción. Estamos insatisfechos con lo que hacemos, o bien los padres están insatisfechos con lo que hacen sus hijos: deberían ser distintos, no deberían ser como son, deberían ser alguna otra cosa. Viene luego la religión, la filosofía, el violín y las cuerdas: debemos ser hermosos y maravillosos, y, en caso de ser cristianos, debemos ser inmateriales. En el Nuevo Testamento la naturaleza no cuenta: sólo cuenta lo sobrenatural, lo milagroso. Por ende, no tendría que haber materia. Y si estamos muertos, no deberíamos estarlo. Se considera todo como si no debiera existir tal como es. En otros términos, fa constitución con la que vinimos al mundo —nuestra 4 Juego de palabras con some body (cierto cuerpo) y somebody (alguien). (N del T.) 5 // es en inglés el pronombre de tercera persona del singular aplicado cuando d sujeto de la oración es una cosa o entidad abstracta. (N. delT.) herencia— es objeto de desprecio. No se nos permite sentirnos cómodos en nosotros mismos, de modo que enajenamos esas desdeñadas cualidades y creamos los agujeros de los que hablé en mi primera conferencia, los huecos, la nada donde algo debería haber; y allí donde falta algo, erigimos un objeto falso. Nos conducimos como si poseyéramos realmente esa cualidad exigida por la sociedad y que a la postre se convierte en una exigencia de lo que Freud llamó el superyó, la conciencia moral (conscience). Esto viene a estar representado por el opresor (top-dog) en esos juegos en que este tortura al oprimido (unaer- dog), a la otra parte de sí mismo, exigiéndole lo imposible: «Y bien: ahora, ¡vive de acuerdo con ese ideal!». Sería lindo poder convertirse en esas personas maravillosas, pero Freud olvidó un elemento importante, que debemos añadir. El superyó no se opone, como creía Freud, al yo o al ello, o a una constelación de impulsos, recuerdos o energías. El opresor se opone a otra personalidad, a la que yo llamo el oprimido. Cada uno de ellos tiene sus propias características y ambos luchan por el control. El opresor se caracteriza principalmente por su rectitud: ya sea que esté o no en lo cierto, siempre sabe qué es lo que el oprimido debería hacer; pero cuenta con muy pocos medios para refonar sus exigencias. En realidad, es un camorrista y trata de salirsecon la suya profiriendo amenazas. Si uno no hace lo que él indica será castigado o le ocurrirá algo terrible. El oprimido, destinatario de estas órdenes, nada tiene de virtuoso; por el contrario, se siente muy inseguro de sí mismo. No se defiende ni trata de asumir el control mostrándose a su vez camorrista o agresivo, sino por otros medios: «Mañana», «Te lo prometo», «Sí, pero...», «Hago todo lo que puedo». De manera pues que ambos, el opresor y el oprimido, viven en una frustración mutua y en un intento continuo de controlarse uno a otro. A esto denomino el primer estrato o estrato falso, estrato que comprende estos roles, los juegos del opresor y el oprimido, los juegos del control. Si alguna vez tomamos conciencia de la falsedad, de los juegos que estamos practicando, y tratamos de ser más honestos o auténticos, experimentamos dolor, incomodidad, desesperación, etc. En particular, nos disgusta la experiencia de la crueldad. No debemos dañar a nuestros vecinos ni a ninguna otra persona. Olvidamos totalmente que una de las leyes básicas de la naturaleza es matar para vivir. No hay criatura viviente ni sustancia orgánica alguna que pueda perdurar sin matar a otros animales o plantas. De todas las especies, únicamente el hombre se niega a aceptar la necesidad de matar y procede a matarse a sí mismo; únicamente el ser humano mata, no por necesidad, sino por codicia y para alcanzar poder. En la actualidad, sobre todo, en que el individuo es sustituido por esos superorganismos llamados Estados o naciones, se ve privado de su necesidad de matar, que ha transferido al Estado. La matanza y la destrucción lo confunden todo. En realidad, hasta para comer una manzana tenemos que destruir la sustancia que la compone. Destruimos la manzana como unidad, fragmentándola en pequeños trozos con nuestros dientes, moliéndola con nuestras muelas y disolviéndola químicamente hasta que no queda de ella más que aquello que no podemos asimilar, y por ende eliminamos. Una vez que somos capaces de entender nuestra renuencia a aceptar las experiencias desagradables, pasamos al siguiente estrato, el estrato fòbico, la resistencia, la objeción a ser como somos. En él tienen lugar todos los no se debe a los que me referí antes. Si vamos más allá del estrato fòbico, de las objeciones, encontramos que en ese momento se produce el impase. Y en él tenemos la sensación de no estar vivos, de estar muertos. Sentimos que no somos nada, que somos cosas. En cada momento de la terapia tenemos que atravesar este estrato implosivo para llegar al sí-mismo auténtico. Es aquí donde naufragan la mayoría de las terapias y de los terapeutas, porque también ellos temen a la muerte. Por supuesto, no se trata de estar muertos, sino del temor y de la sensación de estar muertos, de desapa- recer. Se toma la fantasía por realidad. Una vez que hemos dejado atrás el estrato implosivo, vemos que ocurre algo muy particular, y que se aprecia en su forma más espectacular en el estado catatonico, en el cual el paciente, que se presentaba como un cadáver, estalla a la vida. Tal es lo que sucede cuando se diluye el estado implosivo: una explosión. La explosión es el último estrato neurótico y tiene lugar cuando atravesamos el estado implosivo. A mi entender, esta progresión es necesaria para llegar a ser auténtico. Hay cuatro tipos esenciales de explosión: estallidos de alegría, de aflicción, de orgasmo, de ira. A veces son explosiones muy leves; ello depende del monto de energía investida en el estadio implosivo. Tal vez pueda aclarar mejor cuándo se produce el estado catatònico, el estado implosivo, refiriéndome a la fisiología. Ustedes saben que para mover un músculo se envía a él una descarga eléctrica y el músculo pega una brusca sacudida. Si se interrumpe la descarga, el músculo vuelve a sacudirse. Para mantenerlo contraído es preciso repetir de continuo las descargas eléctricas. Pueden imaginar entonces cuánta energía se invierte en el estado catatònico, o en cualquier oportunidad en que el sujeto entra en tensión, para mantener esa tensión, esa rigidez. Y si esa energía no es invertida en conservar esa rigidez, queda libre para realizar todo tipo de actividades —pensar, trasladarse de un lugar a otro, estar vivos—. Si se la libera en forma súbita, la energía aprisionada explotará. La implosión se convierte en explosión, la compresión en expresión. Creo que ha llegado el momento de dar al grupo una oportunidad para que formule preguntas y observaciones sobre esta conferencia. Pregunta: Tú dijiste que el pasaje del estrato implosivo a la explosión puede ser percibido como un peligro tanto por el paciente como por el terapeuta, y que tal es probablemente la razón del estrato implosivo. ¿Cómo logran paciente y terapeuta superarlo? Uno de mis pacientes explotó de un estado catatònico en el orgasmo, y parecería que fuera a volver al estrato implosivo o catatonía porque de ninguna de las dos maneras logra adaptarse. Perls: Una de las cosas que deben recordar es que para funcionar correctamente una persona debe tener a su alcance las cuatro posibilidades de explosión. Una persona que pueda explotar en el orgasmo, pero no en la ira o en la aflicción o en la alegría es incompleta. Tú aludes a lo que denominé el estrato fòbico, en el que se evita experimentar tensión a causa de fantasías catastróficas, el temor al riesgo. Cuando hay tanta energía contenida, es tanta la energía o élan vital que se acumula que la persona no puede contenerla más, y la explosión puede producirse de manera muy violenta. Comentario: Me recuerda a la explosión que se produce cuando se separan los átomos... la fisión. Perls: Fusión o fisión. Hay un proceso en el que la explosión y el peligro de la explosión suelen atenuarse: el proceso de la fusión. A menudo descubrirán que en cierto punto se sienten conmocionados, se sienten involucrados, y empiezan a fundirse, se sienten blandos o estallan en llanto. Esta es una de las maneras de amortiguar una explosión dañina; pero, básicamente, uno debe estar dispuesto a afrontar riesgos Pregunta: Esa fusión, ¿es ternura? * Peris: La ternura es una forma de la fusión. Descubrirán que luego de una» buena explosión se sentirán tiernos en el sentido de sutiles y delicados. Ahora bien: cuando se habla de ternura, entro en sospechas. Parecería que la ternura fuera lo que está en el núcleo interior de la rudeza, y hacerse el rudo es uno de los aspectos principalísimos de los roles representados por la juventud norteamericana de nuestra época. Pregunta: ¿Podrías aclarar un poco eso de... de que la juventud representa el papel de la rudeza? Perls: ¿De dónde extrae el niño norteamericano una buena parte de la información que posee? De las historietas. ¿Y qué expresan las his- torietas? ¿Hablan acaso acerca de un hombre y de una mujer? No. Hablan del «macho» y de la vampiresa. Este concepto del hombre se asemeja más al hombre de las cavernas que al hombre auténtico —y es difícil definir a este último: un hombre que vive de acuerdo con sus convicciones, en ese sentido—. El mensaje que transmite la historieta es que un hombre tiene que ser «macho» pues de lo contrario es un maricón. No tiene otra opción, salvo convertirse en un as del béisbol o en un homosexual. Sólo como homosexual se le permite ser tierno, ser suave. Lo mismo se aplica al sexo femenino. Puede estimarse aproximadamente que las norteamericanas se dividen en un 90 % de prostitutas y un 10 % de mujeres. La mujer debe convertirse en prostituta porque tiene que convertirse en vampiresa. En su calidad de vampiresa, tiene que pasar todo el tiempo luciendo fotogénica y mostrándose en lugar de tener ojos, genitales y relaciones con la gente. Esto origina en ella una cierta irritación permanente, una hostilidad permanente. Ve en el hombre a un enemigo, y la única manera de controlarlo es transformarse en una prostituta. Es así como el macho y la prostituta armonizanentre sí como personajes principales de la escena norteamericana. Pregunta: Sólo te oí mencionar cuatro de los estratos de la neurosis. Perls: El estrato falso, el fóbico, el impase, el implosivo, el explosivo, Si adopto estas categorías y convierto un proceso en una cosa, por favor sean tolerantes y comprendan que no es más que una aproximación a lo que el proceso es. Pregunta: ¿Es en el nivel falso en el que se llevan a cabo los juegos? Perls: Sí. Pregunta: Y el estrato implosivo es donde se hallan los motivos de los juegos, ¿no es así? Perls: No. No hay motivos para los juegos. Comentario: Entonces no entiendo el estrato implosivo. Perls: El estrato implosivo es aquel en que se paralizan y quedan inactivas las energías necesarias para vivir. Para liberarlas debemos pasar por el proceso de explosión. Si tengo sed, no necesito ir al bosque a buscar un manantial; esta sería la manera biológica, primitiva, de calmar mi sed. En nuestra cultura, debo recurrir a cierto número de las manipulaciones. Por ejemplo, en esta conferencia, toco un timbre, formulo mi pedido al ordenanza y cumplo todo tipo de procesos a fin de obtener . ^gua que equilibre el déficit de mi organismo. En la cultura en que vivimos, para satisfacer nuestras necesidades tenemos que representar roles. Yo podría salir al corredor y explotar gritando «¡Eh, tú! ¡Quiero algo para beber!». Pero no lo hago. Desempeño los roles prescriptos, soy cortés y atento. Pregunta: ¿Podrías agregar algo más acerca del estrato fòbico? Perls: La principal actitud fòbica que se me ocurre es la fobia a des cubrir la vida. Con el objeto de evitar vivir una vida en la que descubramos al mundo y a nosotros mismos, tomamos con frecuencia el atajo de obtener información. Es lo que ustedes acaban de hacer: me pidieron información. Pero ustedes podrían haberse lanzado a descubrir en qué aspectos son fóbicos, o en qué aspectos lo son los demás —cuáles son las cosas que ustedes o ellos evitan— . En cambio, me han formulado preguntas para alimentar su computadora, su sistema pensante. La actitud fòbica básica consiste en tener miedo de ser lo que s uno es. Y si uno se anima a investigar cómo es, halla alivio inmediato. De pronto, se encontrará entregándose a fantasías catastróficas. «Si soy como soy, ¿qué habrá de sucederme? La sociedad me condenará al ostracismo. Si le digo a mi jefe que se vaya al diablo, perderé el empleo. Si le digo a mi esposa que es una ramera, no querrá acostarse más conmigo», etcétera, etcétera. De ese modo uno se vuelve fòbico, comienza a manipular y a representar roles. En lugar de decir «Sos una ramera», contrae los labios y no dice una palabra; pero experimenta una contracción que señala indirectamente que no le gusta cómo es su mujer o lo que está haciendo. Por temor a explotar, el individuo se implota. Pregunta: En el nivel del impase, ¿se tiene miedo de ver al mundo tal cual es? Perls: No, hay algo más. El impase se produce toda vez que uno no está preparado o dispuesto a utilizar sus propios recursos (sus ojos in elusive) y no dispone de apoyo ambiental inmediato. El ejemplo extremo de impase es el recién nacido cianòtico: la madre ya no le suministra oxígeno, y él todavía no es capaz de abastecerse de oxígeno por sí solo. Se halla, en cuanto a su respiración, en un impase y tiene que encontrar una forma de respirar o ha de morir. Otro buen ejemplo e impase es el matrimonio típico en el que los cónyuges no se quieren pero cada uno de ellos tiene un concepto acerca de cómo debería ser el otro. Ninguno de los dos tiene casi una mínima idea de cómo es el otro, y en cuanto la conducta de su pareja no se ajusta a lo que espera, empieza a sentirse insatisfecho y a jugar al juego de las culpas: el marido la culpa a la mujer, diciéndole que debería cambiar, y se culpa a sí mismo, diciéndose que él debería cambiar... en vez de advertir que están en un impase porque están enamorados de una imagen, de una fantasía. Están varados, pero no saben cómo lo están: de ahí el impase. La consecuencia del impase es que se mantiene el statu quo. Tal vez quieran cambiar, pero no lo hacen; mantienen el statu quo porque tienen demasiado temor de atravesar el impase. Pregunta: ¿Qué es lo que rompe el impase? Perls: El impase no puede romperse. Pregunta: ¿Es preciso aceptarlo? Perls: Podría decirse algo así. Lo increíble y difícil de comprender es que la experiencia, la conciencia del ahora, basta para resolver todas las dificultades de esta índole, vale decir, las dificultades neuróticas. Si uno es plenamente consciente del impase, este se diluirá y de repente uno encontrará que lo ha dejado atrás. Sé que esto suena algo místico, de modo que daré un ejemplo. Hay dos platos en el menú y no puedo decidirme por uno u otro; ahora bien: la naturaleza no obra por decisiones sino por preferencias: si se prefiere una comida a otra, se salva el impase. Tercera conferencia Hoy quisiera tocar tres temas. El primero es la contestación de las preguntas que formula el paciente. Tal vez a ustedes les haya asombrado el hecho de que yo casi nunca conteste preguntas durante la terapia; en lugar de ello, por lo general solicito al paciente que reformule la pregunta en forma de proposición. El signo de interrogación tiene un ancho que el paciente puede utilizar con muchos fines, como el de confundir a la otra persona, o, con más frecuencia, evitar descubrir qué es lo que realmente está sucediendo. Esta solicitud de apoyo am- biental mantiene al individuo en el estado infantil. Advertirán que nada desarrolla más la inteligencia que transformar una pregunta en una auténtica proposición. Súbitamente el trasfondo comenzará a ponerse de manifiesto y se hará visible el origen de la pregunta. El segundo tema se vincula con los sentimientos de culpa. Según la teoría psicoanalítica, un paciente está curado cuando se libera de su ansiedad y culpa. Ya nos hemos ocupado de la ansiedad como miedo al público. El problema de la culpa es más simple aún: la culpa es el resentimiento proyectado. Toda vez que uno de ustedes se sienta culpable, hallará que hay un núcleo de resentimiento; pero el resentimiento, por sí solo, es una emoción incompleta: es un esfuerzo por mantener el statu quo, un aferrarse a lo que es; no le permite al sujeto liberarse en una renuncia que zanje la cuestión, ni tampoco mostrarse airado y agresivo y aclarar la situación. El resentimiento es el mordisco que se aferra y no suelta. Quizás el hecho mental más difícil para un paciente sea perdonar a sus padres. Los padres nunca tienen razón: son demasiado duros o demasiado blandos, demasiado fuertes o demasiado débiles. Siempre hay algo que reprocharles. Y el sujeto alcanza el equilibrio entre los sentimientos de culpa (sentir que les debe algo) y el resentimiento (sentir que ellos le deben algo) mediante un fenómeno muy peculiar: la gratitud. La gratitud conduce al cierre de la cuestión: ninguno de los dos bandos le debe nada al otro. El tercer tema a que quiero referirme es la importancia de los sueños. El sueño es un mensaje existencia!. Es algo más que una situación inconclusa, algo más que un deseo insatisfecho, algo más que una profecía: es un mensaje de uno mismo a uno mismo, a la parte de uno que está escuchando, sea cual fuere esta. Es posiblemente la expresión más espontánea del ser humano, una pequeña obra de arte que forjamos con nuestra vida; y todos los fragmentos del sueño, todas las situaciones que en él aparecen, son creación del propio durmiente. Por supuesto, algunos fragmentos proceden de la memoria o de la realidad, pero lo importante es: ¿qué lleva al durmiente a escoger ese trozo particular? Ninguna de las elecciones que se hacen en el sueño es obra de la casualidad En el fenómeno de la paranoia la persona proyecta, busca una percha funcional, su sombrero. Cada uno de los aspectos es una parte que en cierta medida la persona se cuestiona en objetivos ¿Qué significa
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