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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN REINCIDENCIA DELICTIVA: ANÁLISIS SOBRE LA CARRERA SOCIAL DEL SUJETO CRIMINAL T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: MAESTRÍA EN POLÍTICA CRIMINAL P R E S E N T A : GRISSEL LÓPEZ ALFARO Asesor: Dr. Víctor Alejandro Payá Porres Noviembre 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Índice Introducción 4 Capítulo 1.- Hacia la formación de una reincidencia criminal 13 1.1 Criminalización: la persecución de los desviados 14 1.2 El Estado como constructor de delitos 20 1.3 El aprendiz de delincuente: necesidad, oportunidad o enseñanza 25 1.4 La incidencia como parte de una carrera criminal en crecimiento 34 1.5 La especialización del delito: notas sobre la reincidencia criminal 41 Capítulo 2.- La familia como productora de la reincidencia criminal 50 2.1 La función familiar: Aprendizaje y socialización 51 2.2 La búsqueda de sentido y pertenencia 56 2.3 Soy la oveja negra: El criminal como chivo expiatorio de la familia 61 2.4 La herencia cultural: una familia criminógena 69 2.5 El mandato a cumplir 74 2.6 ―Todo vale‖: dejar ser, dejar hacer 80 2.7 La ruptura del vínculo: hacia una metamorfosis familiar 85 Capítulo 3.- Los grupos juveniles: entre el barrio y la criminalidad 91 3.1 La calle o la esquina: una cartografía criminal 92 3.2 La pandilla vista como una conformación de grupalidad alterna 99 3.3 El ingreso al grupo: identidad y enseñanza 107 3.4 El juego con el vértigo y la violencia: los códigos de la criminalidad 112 3.5 La relación entre la droga y la delincuencia 119 3.6 Las técnicas de neutralización: hacia una lógica de justificación del crimen 125 3 Capítulo 4.- La prisión como promotora de la reincidencia 132 4.1 La técnica aprendida: por una diversidad del delito 133 4.2 La colonización institucional: una dinámica que envuelve 138 4.3 El interno como un proveedor de adentro hacia afuera 146 4.4 Una pareja que encierra: entre el conflicto y el apego 153 4.5 El estigma: una marca de por vida 159 Capítulo 5.- La respuesta del Estado frente al delincuente 163 5.1 La aplicación de la pena 164 5.2 La institución penitenciaria como política represiva 170 5.3 La finalidad de la prisión 174 5.4 El tratamiento penitenciario como una medida preventiva 180 5.5 En busca de otras alternativas preventivas 188 5.6 Límites y alcances de la política penal en México 198 Conclusiones 206 Referencias documentales 218 4 INTRODUCCIÓN Durante los últimos años, el tema sobre la delincuencia ha cobrado una gran relevancia en México, ya que hoy en día es común escuchar y observar en los diferentes medios de comunicación que la sociedad se encuentra en un estado crítico, en lo que respecta al aumento de la criminalidad. Situación que ha impactado no sólo en la percepción, sino también en los hábitos de los ciudadanos debido a que es un fenómeno que incide directamente en la convivencia cotidiana entre los miembros de la comunidad y el bienestar social. Esto pese a que se han desarrollado políticas criminales de control cada vez más intensas en la llamada lucha contra el crimen, las cuales fueron implantadas a partir del Plan Nacional 2007 – 2012, en donde se han ampliado las penas de la privación de libertad a los delincuentes, así como se ha dado un aumento en los requisitos y restricciones para la solicitud de los beneficios de preliberación. Los delitos contra la propiedad siguen siendo los más comunes y numerosos, pero la mayoría de la delincuencia ha dado un giro adelante en cuanto a sus modalidades, por lo que se puede hablar de un fenómeno social inédito. Acontecimiento que es mostrado dentro del reporte entregado por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo A.C., denominado Índice de incidencia delictiva y violencia 2009, en donde muestra que los estados de la República que cuentan con un mayor índice delictivo son, de manera descendente, Baja California, Chihuahua, Sinaloa, Estado de México, Guerrero y el Distrito Federal. Y en los que se presentan con mayor frecuencia los delitos de homicidio, la violencia vinculada al crimen organizado y el robo de vehículos. 1 Cabe señalar que el Distrito Federal es la entidad federativa que presenta la tasa más alta de incidencia delictiva, ya que de las cuatro mil personas liberadas de las prisiones en el primer semestre del año 2009, el 37 por ciento volvió a reincidir en algún delito durante el mismo lapso de tiempo. Según la 1 Cfr., Zepeda, Lecuona, Guillermo, Índice de incidencia delictiva y violencia 2009, Centro de Investigaciones para el Desarrollo A.C. Revisado el 20 de febrero de 2010 en http://www.icesi.org.mx/publicaciones/PDF/Indice_violencia.pdf 5 Secretaría de Seguridad Pública del DF, del primero de enero al seis de junio del mismo año, los reclusorios capitalinos dejaron en libertad a cuatro mil personas, de las cuales 56 por ciento había ingresado originalmente por robo, 10.3 por ciento por lesiones dolosas y 5.2 por delitos contra la salud, entre otros; pero en el mismo periodo se registraron mil 573 delitos realizados por mil 478 personas que incurrieron en reincidencia; de estos delitos, 50 por ciento se concentraron en tres delegaciones: Cuauhtémoc en primer lugar con 319, Iztapalapa con 236 y Gustavo A. Madero con 221.2 Estos datos dan muestra de que, por un lado, la finalidad readaptadora de la institución penal ha fracasado o, al menos, no es lo exitosa que se esperaba. La readaptación o la reinserción social son parte de un imaginario que proviene de la Ilustración y que constantemente es desmentido por una realidad que se presenta con el incremento de la reincidencia delictiva; es decir, que la institución penal, sustentada en la Ley de Normas Mínimas, y los programas penitenciarios, como parte de la organización con funciones readaptadoras, fallan en el cometido de que el individuo no vuelva a ejecutar un delito y haga de la delincuencia un estilo de vida. Por otro lado, también se demuestra que el aumento en las penas no ha llevado a la disminución de la incidencia criminal, al contrario, ésta se mantiene o va en aumento. Los índices delictivos, más toda aquella cifra negra que se desconoce, señalan un fenómeno sociológico que se relaciona con una forma de vida en donde la insistencia que tiene un sujeto por cometer delitos es la constante. Por lo que habría que preguntarse ¿realmente es funcional el tratamiento proporcionado dentro de la prisión?, ¿se cumple con el objetico de la pena privativa de libertad?, y si es así, ¿por qué hay sujetos que reinciden? Basta con dar una mirada a las cifras para percatarse que el objetivo de la institución penitenciaria termina por fracasar, pues de acuerdo con los datos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal tres de cada diez crímenes que se realizanen la Ciudad de México son ejecutados por delincuentes que 2 López, Rafael, Reincidencia delictiva, El mito de la readaptación social, Milenio, domingo 20 de septiembre de 2009. Revisado el 15 de enero de 2010 en http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/ 6 anteriormente ya habían sido encarcelados, asimismo se tienen que cuatro de cada diez sujetos que salen de prisión reinciden;3 lo que lleva a que la mayoría de la población penitenciaria tenga una calidad delincuencial de reincidentes, ya que conforme a estadísticas emitidas en el 2008 por la Subsecretaría del Sistema Penitenciario se tiene que el 76% de los internos eran reincidentes, el 20% primodelincuentes y el 4% delincuentes habituales;4 situación que incluso es observada a simple vista en los dormitorios de los penales capitalinos, en donde las celdas para internos reincidentes sobrepasan su capacidad, mientras que en los dormitorios de primodelincuentes se percibe lo contrario. El sociólogo Émile Durkheim mencionaba, en su libro Las reglas del método sociológico, que el delito es un hecho social normal, es decir, que no ha existido comunidad alguna en tiempo y espacio en la que el delito no se presentara, ya que cumple una función y responde a ciertas necesidades sociales, en este caso la de cohesionar al resto de la sociedad en contra de aquellos que la agravian. Entonces es perfectamente normal que se tome al crimen como una manifestación propia de todo grupo social, pero no por ello es permisible, por lo que cada sociedad implanta mecanismos de control social que se utilizan ya sea para la prevención del delito o para impedir que se vuelva a cometer una conducta inapropiada. Esto con el propósito de lograr que el criminal se comporte de conformidad con la Ley o para intimidar a sus posibles imitadores. No obstante, Durkheim afirma que una mayor aplicación del castigo tiene efectos contraproducentes porque tiende a destruir el sentimiento de vergüenza en el delincuente, por lo que será menor su eficacia, pues el sujeto criminal conoce perfectamente la Ley, al grado que, incluso, puede burlarse de ella. De tal manera que se puede decir que la Ley no ha provocado en el individuo ningún límite simbólico que introyecte la responsabilidad del acto cometido, lo que puede llevar nuevamente al sujeto a la trasgresión. Así, tanto la ausencia de una sanción ante la reincidencia, como una mayor penalización y los procesos de criminalización 3 Lagunas, Ícela, Reincide 39% de ex reos, dice SSP, El Universal, México, martes 26 de junio de 2007. Revisado el 18 de mayo de 2009 en http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/85055.html. 4 Datos obtenidos de la Coordinación de Estadística Penitenciaria de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario. Revisado el 25 de mayo de 2009 en http://www.reclusorios.df.gob.mx/reclusorios/estadisticas/index.html. 7 que en ocasiones refuerzan la identidad delictiva, se han convertido en un problema que fomenta la impunidad y genera niveles delictivos más altos, por lo que este fenómeno de la reincidencia criminal requiere ser abordado desde una multitud de factores explicativos. Se tienen situaciones en las que muchas de las sociedades tienden a criminalizar la pobreza y se adjudica a la delincuencia causas económicas, tales como la falta de un trabajo, un mal salario, necesidades financieras o simplemente por la obtención de dinero fácil y rápido, por lo que se considera que la escasez económica es un determinante para que un individuo se forje como un delincuente. Sin embargo, cabe señalar que dentro de la carrera social del individuo existen diversas causas que lo dejan marcado y que lo impulsan a iniciar una vida delictiva e incluso, hacer de la delincuencia una forma de vida. Son circunstancias que no siempre tienen que ver con la marginalidad o con la falta de empleo, sino que son realidades que se generan dentro de escenarios esenciales que promueven la insistencia en el delito: la familia, el barrio y la propia prisión. Escenarios en los que se tienen factores tales como los distintos patrones de comportamiento familiar o grupal que se generan dentro de su estructura y dinámica en la conformación de los límites o en la falta de éstos; las posiciones identitarias que colocan a cada uno de los miembros en distintos roles a los tradicionales (como el niño mayor que toma la posición del padre, o el padrastro que se aboga el derecho de abusar de las hijastras, entre otros). El peso de lealtades instituyentes que hacen que uno de los hijos juegue el papel de chivo expiatorio u oveja negra, o simplemente el desinterés o el abandono hacia el grupo familiar. Agentes que son parte de una enseñanza socializadora que heredan pautas de conducta criminal y que el sujeto asimila de una forma natural, o motivos que forman parte de una narrativa grupal basada en tradiciones que transmiten ciertas percepciones de la vida y le otorgan significados con los que el reincidente se asume como portavoz de la grupalidad. Situaciones que son consecuencia de los males familiares, del grupo barrial o de la institución penitenciaria, escenarios que llevan a que el delincuente busque la conformación de ligaduras emocionales violentas, es decir, de que refuerce el vínculo a partir de 8 la complicidad, la asociación, la droga, la comunicación y la exposición del cuerpo; o hechos no resueltos en la historia familiar que están aclamando la atención de alguien y que se verán reflejados en los intercambios comunicativos entre los miembros. Patrones de conducta grupal en los que se desarrolla una ―asociación diferencial‖, en donde la acción delictiva es un comportamiento aprendido a través de la transmisión social de una cultura criminal. En donde los grupos, las bandas, los barrios o la prisión forman una parte importante dentro de este proceso de socialización del sujeto. Son escenarios que envuelven al sujeto en un imaginario de grupalidad del que no sale por el gusto de estar viviendo entre el placer, el vértigo y frente al límite de su propia vida, la cual se encuentra en una constante transgresión de las leyes. Por ello, es importante una investigación que no sólo implique realizar un análisis sobre las políticas de seguridad social que instaura el Estado mexicano, las cuales están relacionadas con la administración y la procuración de justicia, con la prevención de la incidencia criminal, la propia criminalización o los programas penitenciarios que buscan la ―readaptación social‖. Sino que también implica el estudio del individuo (que a través de su comportamiento puede descifrarse lo grupal y social), el análisis del discurso del propio reincidente, mismo que no ha comenzado su vida en la transgresión a partir de su primer ingreso a prisión, sino que es parte de una carrera social en la que se ha desenvuelto a lo largo de toda su vida y en la que se encuentra atrapado. Es por esto que para analizar la reincidencia hay que hacerlo adentrándose al mundo de ―los desviados‖, para que proporcionen una interpretación de su historia de vida y de la sociedad que los rodea, ya que son requisitos para entender la carrera delictiva del sujeto criminal. De ahí que el problema central de este estudio sea que la incidencia delictiva no se da sólo por cuestiones económicas. Es cierto que dentro de nuestros penales capitalinos, más del ochenta por cierto de la población proviene de barrios marginales o zonas vulnerables, pero en muchos de los casos esos no son factores por los que se desarrollan en el crimen, por lo que hay que indagar en 9 la vida de los delincuentes para determinar los patrones de comportamiento familiar y grupal en los que se ha desenvuelto a lo largo de su carrera social y que lo llevaron a que viole las leyes yhaga de la delincuencia una forma de vida. Pero si estamos hablando de reincidencia, hay que cuestionarse de qué manera se está desarrollando la funcionalidad de la administración de justicia y los programas penitenciarios, puesto que continua una incidencia delictiva, por lo que hay que conocer el papel que tiene la pena de prisión en la reincidencia, sus límites y alcances para determinar si la erradica o, por el contrario, impulsa su desarrollo. Es por esto que la tesis de esta investigación es que a lo largo de la carrera social del sujeto se generan determinadas situaciones sociales que juegan un papel de suma importancia, pues es a partir de éstas que se define, sustenta y retroalimenta la carrera delictiva; en donde algunas veces la persona se desenvolverá en su medio como el portavoz, es decir, el más leal del núcleo familiar o el grupo, que explican en parte repetición de patrones de comportamiento transgresivos que no son ajenos al proceso de socialización. Situaciones de incidencia delictiva que se producen y reproducen en tres principales escenarios en los que el sujeto se encuentra atrapado en el juego con el vértigo y la alteración de límites: 1) la familia, grupo en el que se le crean o rompen vínculos emocionales que lo llevan a delinquir; 2) el barrio o la pandilla, espacio público que forma un imaginario grupal que justifica la transgresión a las leyes; y, 3) la prisión, lugar en el que se conforman grupalidades que dan cuenta de una distribución de los ilegalismos. Por lo que en la presente investigación se analizará el fenómeno de la reincidencia delictiva a partir de entrevistas realizadas en una investigación de campo a prisioneros/as que se contrastan con sus expedientes técnicos penitenciarios a fin de explicar los distintos patrones de comportamiento familiar y grupal que llevan a que el individuo desarrolle una carrera delictiva. Esto con el objetivo de analizar los diferentes escenarios en los que se induce a que el sujeto comience a cometer actos delictivos y que posteriormente hacen que permanezca en la dinámica criminal. Dichos análisis nos servirán para evaluar el papel de la administración de justicia y los programas penitenciarios en relación al delito. 10 Esta investigación se llevo a cabo como parte del Proyecto PAPIME RR 300811 ―Sociología y criminología: violencia familiar, suicidio y delincuencia femenina‖, en donde se desarrolló un estudio de campo dentro del Centro Femenil de Readaptación Social ―Tepepan‖ y el Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla, durante el periodo del mes de abril a diciembre de 2008; tiempo en el que fue utilizado el método etnográfico, es decir, la aplicación de la observación participante en la que se puso atención a los programas penitenciarios y a la forma en la que se desarrollan los grupos dentro de la institución. Asimismo fueron realizadas entrevistas grabadas a internas reincidentes, de las que se obtuvieron historias de vida que dieron cuenta de la carrera social del sujeto criminal. Por otro lado, fueron revisados los expedientes técnicos de internas ya entrevistadas, esto para profundizar más acerca de su vida, además de complementar y corroborar datos que ya se habían obtenido. De tal manera que la investigación se encuentra dividida en cinco capítulos; en el primer capítulo se abordan los diferentes factores que llevan a que el sujeto comience una vida delictiva y se da una muestra de cómo se quedan seducidos en una dinámica de la que no les es fácil salir. Posteriormente se habla sobre lo que se entiende por un sujeto reincidente, cuáles son las características que se le atribuyen al mismo y cuáles son los tipos de reincidencia desde una perspectiva jurídica. Finalmente se toman en consideración las diversas maneras en las que se lleva una vida criminal, es decir, cuando el delincuente hace del delito una profesionalización, en donde el crimen es considerado propiamente un trabajo que se tiene que cumplir como en cualquier otro. En el segundo capítulo se analiza uno de los escenarios que influyen para que el sujeto permanezca en una incidencia delictiva: la familia. En éste se toman en cuenta las funciones que se le han establecido a la familia como primer agente socializador. Asimismo, se maneja la manera en cómo ésta induce involuntariamente o no al miembro familiar a delinquir, ya sea que lo hace por medio de una transmisión de ciertos valores que para los padres es de lo más natural o porque se le hace sentir al individuo que debe cumplir un mandato que hay que acatar, situación que sólo demuestra que se es el más leal del grupo. 11 Además se muestra la forma en cómo a través de una ruptura de los vínculos familiares hacen que el hijo busque grupos o medios alternos, como la banda o la criminalidad, con los cuales encontrar un sentido a eso de lo que se le ha despojado, es decir, una posición en la familia. Dentro del tercer capítulo se maneja otro de los escenarios que intervienen en la reincidencia: el papel de los grupos juveniles en los barrios; se muestra la forma en cómo el barrio va más allá de una simple delimitación del territorio y se considera más un lugar de pertenencia en el que se conforman grupalidades. Al ingresar a estos grupos el sujeto adquiere un sentido y razón de ser que lo engancha en una forma de vida que lo mantiene fiel al grupo gracias a la aventura que representa el riesgo, el juego con el cuerpo y, lo que ellos llaman, el vivir la adrenalina. Los miembros de la pandilla producen una serie de técnicas que neutralizan sus actos delictivos, los justifican, son discursos que mantienen su imaginario colectivo en donde la violencia es central en tanto valor que los une. De la misma manera se aborda la temática de la relación que hay entre la droga y la criminalidad, pues hay veces que el consumo de alguna sustancia lleva a cometer actos delictivos para poder continuar con la adicción. El cuarto capítulo aborda el último escenario que es tomado en cuenta como promotor de la reincidencia delictiva, es decir, la prisión; pues pese a que es la institución que se encuentra establecida para erradicar este tipo de conductas, pareciera que las promueve más. Se exponen casos en los que se observan los distintos roles que pueden llevar las internas y a partir de ahí mantener un buen status dentro de prisión, situación que no tenían en el exterior y que en ocasiones los lleva a desarrollar una vida placentera, con otras palabras, se institucionalizan. Por último, se enseña la manera en cómo dentro de prisión se aprenden varias de las técnicas delictivas que una vez en la calle el sujeto aplicará y en algunas circunstancias los llevarán de vuelta a prisión. Finalmente, en el quinto capítulo se hace un análisis con respecto al papel que desarrolla el Estado para la erradicación de conductas que lleven a una incidencia delictiva. Se toma en cuenta a la pena privativa de libertad como principal medio de control social, por lo que se exponen cuáles son los 12 fundamentos legales de la pena de prisión, así como cuál es el objetivo por el que se encuentra este tipo de sanción y así determinar si realmente se cumple con dicho fin por el que fue creada o cuáles son las fallas que tiene. Por otra parte, se toman en consideración otras medidas alternas para la prevención del crimen y así evitar que sólo se haga una contención del mismo. De ahí que también se presenten los límites y alcances que tienen las distintas políticas criminales que están vigentes para la prevención del delito y la eliminación de la reincidencia. Es así que la reincidencia se ha vuelto objeto de estudio porque se tiene la necesidad social de poder controlar este fenómeno. Es un problema que crece día con día que merece ser atendido, ya que la incertidumbre por la delincuencia hace un llamado para la aportaciónde alternativas que puedan llevar a posibles soluciones que brinden a la sociedad una tranquilidad dentro de sus propias comunidades. 13 1. Hacia la formación de una reincidencia criminal Interna: Ganábamos mil quinientos, dos mil, tres mil pesos a lo mucho diarios de la mercancía que extraíamos de las tiendas comerciales, de lo que cada quien juntase. Las que tenían miedo, pues de a poquito, se traían quinientos pesos y yo pues era de las de más o menos valor, yo me traía mil ochocientos, dos mil pesos diarios y no me drogaba. Yo juntaba ese dinero y hay veces que traía hasta veinte mil pesos, pero pues decía que era quitarle un pelo a un gato porque los dueños de esas tiendas eran puros árabes y judíos, entonces no era mucho delito y por lo mismo le llaman ―robo simple‖, y por lo mismo no nos echan muchos meses de cárcel. Y pues a una persona sí se le puede lastimar de sus facultades, les hace uno daño moralmente, el trauma o no sé, algo así, por eso me gusta el fardo. Fragmento de una entrevista en el interior del CEFERESO de Tepepan. Interna: Yo era una muchacha que andaba ahí haciendo sus pininos como delincuente; cuando conozco a Jorge, de alguna manera fue mucho más escuela, me decía: ―si te robas un peso o un millón, la bronca es la misma‖. Entonces me inicié asaltando a la gente. Fragmento de una entrevista en el interior del CEFERESO de Santa Marta Acatitla. Una de las situaciones que se presenta con mayor frecuencia en la vida cotidiana es la formación de grupos, en donde todo grupo a la vez que es inclusivo, se diferencia de otros grupos, por lo que también excluye. Todas las agrupaciones aceptan a los semejantes (de acuerdo a ciertas características o marcas) y se rechaza a aquellos que muestran alguna acción, actitud o apariencia diferente. Se dice que los excluidos, desviados como también son nombrados por Howard Becker o los estigmatizados en palabras de Erving Goffman, surgen debido a que no se encuentran dentro de los parámetros sociales establecidos, por lo que terminan siendo considerados como seres abominables por el peligro que representan. Es por esto que en muchas de las ocasiones se les criminaliza, se les mantiene en una institución de encierro o se les aleja de la sociedad por ser distintos a lo establecido por una minoría, pero que es practicado por la mayoría. 14 El delincuente es considerado como un desviado; sin embargo, hablar del criminal lleva a cuestionarse sobre los factores que lo iniciaron en la delincuencia. Situaciones que tuvieron relación con la reacción a la respuesta de los otros al considerarlo como un desviado, la necesidad económica, la oportunidad de cometer un acto ilícito o simplemente porque es parte de la transmisión de una enseñanza. Factores que juegan un papel de suma importancia en la historia de vida de cada uno de los sujetos, ya que son éstos los que de alguna manera lo incitan a transgredir las normas establecidas. Pero no sólo eso, adentrarse en el mundo del criminal lleva a estudiar a aquellos que simplemente se quedaron en el amateurismo sino a los que pasaron a ser reincidentes. Conocer los hechos que lo llevaron a decidir alejarse o continuar en el mundo delictivo; es decir, la forma en la que desarrolló una carrera criminal, se hizo del delito una especialización y se consideró como un medio de trabajo igual que cualquier otro oficio, en el que se da una gratificación licita o incluso, hacer del crimen un estilo de vida con el que se encuentra enganchado debido a la satisfacción que se produce al continuar en la dinámica delincuencial. 1.1 Criminalización: la persecución de los desviados Constantemente se escucha hablar sobre diversas pautas de comportamiento, hábitos, consensos sociales, códigos de valores o medidas establecidas por las estructuras sociales, y es que en toda sociedad siempre han sido impuestos elementos socioculturales que intervienen en la socialización de los miembros de la comunidad. La existencia de normas o modelos son postulados universalmente validos para cada cultura y aceptados por la mayoría de los individuos, ya que es por medio de éstos que las interacciones entre los sujetos se mantienen bajo un equilibrio, son los que resguardan la cohesión y la reproducción social. Por lo que es a partir de ciertos criterios instituidos que se establecen aquellas conductas que serán consideradas como permitidas y las que se verán como prohibidas, teniendo como objetivo principal evitar la violencia. 15 Esta instauración de tipos antagónicos en las acciones trae consigo la implantación de límites a los que se tendrán que someter los individuos dentro de un deber-ser, e incluso del ser, de la legitimidad que se ha dado a través de lo instituyente en lo cotidiano. Se establece así el mundo de lo sagrado, elemento constante en todas las sociedades; es la enmarcación de lo que se debe y no hacer en el grupo, es el alejamiento de los deseos y las desobediencias, de la transgresión a lo que se considera que da orden. Durkheim comentaba que una sociedad mantenía su cohesión social siempre y cuando no se violara aquello considerado como sagrado, ya que es lo que le da sentido a la comunidad. Sin embargo, Michel Foucault decía que ―la función de estos actos de demarcación es ambigua en el sentido estricto del término: desde el momento en que se señalan los límites, abren el espacio a una transgresión siempre posible‖,5 puesto a que dichas fronteras pueden ser sobrepasadas, se viola lo que es considerado como una prohibición. Por lo que a pesar de que una sociedad pueda estar bien estructurada u organizada para mantener su concordia, existen individuos que rechazan someterse a reglas exteriores a su voluntad íntima y sólo reconocen como ley fundamental su supervivencia e interés personal. Hacen a un lado la cohesión social y cuestionan los vínculos que mantienen el orden, lo que podría conducir a una eventual pérdida de estabilidad social y producir con ello un estado de ―anomia‖, es decir, provocar una serie de sentimientos de ansiedad, indiferencia e insatisfacción entre los individuos. Para algunos sujetos las prohibiciones se vuelven una especie de tentaciones, de ahí que Georges Bataille mencione que ―no existe prohibición que no pueda ser transgredida. Y, a menudo, la transgresión es algo admitido, o incluso prescrito‖.6 Por ello, la comunidad establece límites en donde se manejan las distintas líneas divisorias que caracterizaran los actos no aceptables: la delimitación de la locura, la posible exclusión de preferencias sexuales, el sello de los tentadores al suicidio, el rechazo a los agresores; lo que sin duda abre el campo para el etiquetamiento de los desviados, de acuerdo a cada cultura. Estas 5 Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, Argentina, Altamira, 1996, p. 13. 6 Bataille, Georges, El erotismo, México, Tusquets, 2008, p. 67. 16 conductas son señaladas, estigmatizadas, producen exclusión; los individuos son marcados por el resto de la sociedad, Foucault considera que: Las vidas que hayan estado animadas por la violencia, la energía y el exceso en la maldad, la villanía, la obstinación y la desventura, cualidades que le proporcionan a los ojos de sus conocidos, y en contraste mismo con su mediocridad, una especie de grandeza escalofriante o deplorable. […] Aparentemente infames a causa de los recuerdos abominables que han dejado, de las maldades que se les atribuyen, del respetuoso terror que han inspirado.7 Este tipo de actos son los que alejan a los sujetos de aquello que ha sido establecido por cada sociedad como normal, se considera que atentan contra la estabilidad del sistema y rompen con el tejido sociocultural. Estas conductasdesviadas, dirá Massimo Pavarini, son ―el comportamiento de personas o grupos que regularmente se apartan de las normas dominantes en la sociedad en que viven‖;8 abren un vacío en los valores culturales y las normas sociales. El sujeto desviado está imposibilitado para integrarse, no tiene canales para expresar su inconformidad, y al no conseguir reprimir su actitud antisocial, tiende a ―innovar‖, busca medios alternos, que a la postura mertoniana, ayudan a obtener lo instituido. No obstante, Howard Becker considera que la desviación es una realidad construida socialmente a través de procesos de definición y de interacción.9 Se dirá que la constitución del comportamiento desviado depende de los significados que se hacen durante las relaciones sociales, son los atributos impuestos a dichas actitudes por parte de los otros. Al respecto, Siegfried Lamnek menciona que los desviados son resultado de: 1.- Aquellos que por la organización jerárquica de la estructura social tienen poder pueden imponer aquellas normas que son de su interés. Por lo tanto, la primera condición para la clasificación como comportamiento desviado es la fijación de la misma norma. 7 Foucault, La vida de… Op. Cit., p. 124. 8 Pavarini, Massimo, Control y dominación. Teorías criminológicas burguesas y proyecto hegemónico, México, Siglo XXI, 2003, p. 106. 9 Cfr., Becker Howard, Outsiders. Hacia una sociología de la desviación, Argentina, Siglo XXI, 2009, p. 28. 17 2.- Indudablemente la sola fijación de normas no constituye todavía el comportamiento desviado. Recién por la aplicación de la norma, el comportamiento se convierte en conformista o desviado. 3.- De 1 y 2 resulta que la clasificación como comportamiento desviado se verifica a través de procesos sociales de definición y asignación.10 De tal manera que el comportamiento desviado no se presentaría si no existiera la norma que lo atribuye como una acción fuera de lo establecido, dirá Juan Cajas que ―en ausencia de reglas no hay transgresión. Aparentemente no hay juego sin reglas. Transgredir una regla, por mínima que sea, vulnera la transparencia del juego.‖11 Pero es la transgresión hacia las reglas, el no cumplir con los parámetros establecidos o el estar fuera del límite lo que produce la asignación de desviado, considerado como tal desde el punto de vista del grupo. Al comportarse como lo hace, provoca en los otros una reacción de rechazo o castigo, por lo que termina aceptando la etiqueta y considerándose a sí mismo como desviado. Entonces, es la respuesta del otro la que hace al desviado, el rechazo hacia lo diferente, el miedo a lo desconocido o lo que se considera como peligroso y no necesariamente es aquel sujeto que transgrede las reglas a partir de sus actos; las violenta con el sólo hecho de ser distinto a lo que se considera un tipo ideal. Ejemplo de ello es el comentario de una interna cuando afirma que ―son las circunstancias las que muchas veces, no tan sólo las de la policía, sino de la gente, principalmente, que la ven a uno con los tatuajes, su historia y dicen: ‗mmta, mira, ésta bien barrio, ésta bien lo otro, ésta bien…‘, y viene la discriminación‖. Por lo que se puede decir que el comportamiento desviado no es una cuestión de descripción, sino de adscripción en que son relevantes los procesos de asignación. Es así que lo que lleva a cometer actos desviados, ya sea al loco, suicida, criminal, pervertido, indigente o marginal, no es una cuestión innata como lo postulaban los clásicos de la escuela positivista, sino que se produce a partir de una definición que se le impone y de la cual no tiene prácticamente posibilidad de salir; de ahí que Howard Becker mencione que: 10 Lamnek, Siegfried, Teorías de la criminalidad, México, Siglo XXI, 2006, p. 70. 11 Cajas, Juan, Los desviados. Cartografía urbana y criminalización de la vida cotidiana, México, Miguel Ángel Porrúa, 2009, p. 240. 18 La desviación es creada por la sociedad, no refiriéndose a que las razones del comportamiento desviado se hallan en la situación social de la persona desviada o en los factores sociales que provocaron su accionar. Los grupos sociales crean la desviación al establecer las normas cuya infracción constituye una desviación y al aplicar esas normas a personas en particular y etiquetarlas como marginales. Desde este punto de vista, la desviación no es una cualidad del acto que la persona comete, sino una consecuencia de la aplicación de reglas y sanciones sobre el ―infractor‖ a manos de terceos. Es desviado quien ha sido etiquetado exitosamente como tal, y el comportamiento desviado es el comportamiento que la gente etiqueta como tal.12 Se convierten en extraños para la sociedad, se vuelven invisibles, se les quiere apartar de la sociedad, son los excluidos; se les relega y repudia, son considerados unos estorbos aunque no se les expulsa del todo, dirá Viviane Forrester que su existencia ―es sólo un espejismo, porque aunque sea la única sociedad lícita, les está vedada; aunque es la única que los rodea, les resulta inaccesible‖.13 La exclusión sirve para separar a los grupos considerados alienados, extraños, peligrosos y colocar una etiqueta infamante que pretende ser irrevocable para quienes transgreden lo establecido; pero también es una advertencia para aquellos que muestran escasa entrega a lo instituido y se encuentran constantemente frente al límite. Y es que lo que se pretende con la marcación de lo prohibido y lo permitido es producir una sociedad homogénea en donde la mayoría de las conductas sean una copia de los otros y eliminar lo heterogéneo, aquello que manifieste una diferencia que sea considerada viciada, ya que, como diría Zygmunt Bauman, ―los extraños son la amenaza encarnada, por lo que personifican vicariamente esa inseguridad que acosa nuestra vida‖,14 son los individuos incómodos que merecen ser aislados, castigados o exiliados. Considerados un peligro, los desviados tienden a ser perseguidos por los demás miembros de la sociedad que se vuelven cazadores de los elementos impuros que alteran con su sola presencia o por la realización de sus actos. Se busca deshacerse de aquellos que han sido etiquetados como indeseables y que 12 Becker, Op. Cit., p. 27. 13 Forrester, Viviane, El horror económico, México, FCE, 2001, p. 65. 14 Bauman, Zygmunt, Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil, España, Siglo XXI, 2003, p. 170. 19 pueden corromper a otros sujetos, que los pueden contaminar con su interacción. Es por esto que René Girard menciona que: Los perseguidores siempre acaban por convencerse de que en un pequeño número de individuos, o incluso uno solo, puede llegar pese a su debilidad relativa a ser extremadamente nocivo para el conjunto de la sociedad. La acusación estereotipada permite y facilita esta creencia y desempeña un papel mediador. Sirve de puente entre la pequeñez del individuo y la enormidad del cuerpo social.15 La mayoría observa en el desviado un ser abominable que puede romper con el orden social; se le persigue y excluye a partir de una marcada indiferencia que los miembros de la sociedad expresan ante él, además de que el Estado desarrolla una criminalización para su sometimiento. Así, se tiene que la desviación es perseguida tanto de manera informal por parte de la comunidad, como de forma licita por el poder punitivo, los dos procesos favorecen los estereotipos negativos que hacen vulnerable un sector de la población. Raúl Zaffaroni comentaba que ―todas las sociedades contemporáneas que institucionalizan o formalizan el poder seleccionan a un reducido grupo de personas, a las que someten a su coacción con el fin de imponerles una pena‖.16 Dicha selecciónes el resultado de la gestión de diversas agencias que conforman el sistema penal que respondieron a la demanda impuesta por las clases dominantes y los medios de comunicación sobre la eliminación de los que han sido etiquetados como indeseables; vale decir con Bauman, la basura social, consecuencia de una globalización y competencia capitalista atroz, que genera condiciones de precariedad social, institucional y económica y que acaba por general un excedente de población que toma diversas figuras en los migrantes, en los campos de refugiados, en nichos sociales pobres o en sujetos criminalizados encerrados en las prisiones. En muchas ocasiones la aplicación de esta criminalización viola los derechos fundamentales de los individuos que forman parte de algún grupo considerado desviado, que transgrede las normas, pero esta acción es contantemente justificada por un discurso criminológico considerado 15 Girard, René, El chivo expiatorio, Barcelona, Anagrama, 2002, p. 25. 16 Zaffaroni, Raúl, Derecho penal. Parte general, México, Porrúa, 2001, p. 7. 20 como verdadero y que se fundamenta en la acción responsable o no del individuo, considerado éste fuera de todo contexto social e histórico. Por ejemplo, existen situaciones en las que no hay un interés en si la persona realmente cometió el delito o no, simplemente porque encuadraba en el perfil impuesto por las agencias policiacas se le remite con calidad de sospechoso, ya sea por las características físicas, económicas o sociales en donde cualquier individuo puede ser detenido por simple sospecha, por lo que los desviados son vulnerables ante este tipo de eventos. Es así que el etiquetamiento, la selectividad o la criminalización están encaminados hacia los sectores marginales, vulnerables, diferentes, aquellos que son utilizados como los chivos expiatorios del Estado y la sociedad y que son propensos a los procesos de ―limpieza social‖. Se muestran las marcas ―desviadas‖ que ocultan otras de sus características, no importa lo que es el sujeto o lo que pueda hacer, sus anhelos, sus enojos, sus pasiones o miedos, sólo interesa que encuadra en los parámetros que son rechazados. Son los desviados que la misma comunidad y el gobierno, a través de sus políticas públicas o criminales, producen, reproducen y persiguen. 1.2 El Estado como constructor de delitos Muchas son las conductas que se consideran como desviadas y que no necesariamente transgreden una norma o el propio consenso social. Pero hay actitudes que marcan de manera tajante la inconformidad con el sistema establecido a través de acciones que violan las reglas instituidas; Massimo Pavarini mencionará que ―el malestar social, la insatisfacción por el orden social presente, encuentran también su manifestación en el comportamiento criminal‖.17 El acto delictivo queda visto como aquella acción que atenta en contra de la estructura básica de la sociedad, destruye sus valores fundamentales y lesiona las 17 Pavarini, Op. Cit., p. 59. 21 normas elementales de convivencia; al respecto Cajas comenta que el sujeto delinque porque: El ser humano es egoísta. La vida en comunidad es posible gracias a cuatro factores: 1. Apego, 2. Compromiso, 3. Implicación, y 4. Creencia. En ausencia o debilitamiento de estas pautas se erosiona la socialización […] Instala al sujeto en un mundo paralelo. El individualismo contemporáneo, consustancial a una economía de mercado y de consumo compulsivo, expulsa a los sujetos de la colectividad social y los enreda en la trampa del cálculo egoísta: la conducta criminal.18 Sin embargo, a partir de qué se puede determinar que una conducta es criminal o no. En la cotidianeidad se observan una serie de actos que pudieran dañar la convivencia social y que por lo tanto son sancionados con una pena. Y es que en sociedad no se pasan por alto todas aquellas acciones que se consideran como un peligro para el orden, por lo que todos esos actos son especificados y definidos dentro de los diversos códigos o leyes como delitos. Así, el delito queda constituido a partir de dos puntos fundamentales que se complementan, por un lado se tiene el relativismo histórico de la comunidad y por el otro, a través de un ordenamiento jurídico que queda instituido como algo prohibido y punible. Partiendo del relativismo se tiene que en cada momento histórico y espacio cultural los actos considerados como delitos han ido variando. De tal manera que la producción de los delitos estaba condicionada al contexto histórico y social por el que se estaba atravesando, por lo que los crímenes han pasado por una transición, algunos han desaparecido, otros han surgido y están los que se han intensificado en cuanto a la pena que se les establece. Así, se tiene que los primeros delitos que más fueron castigados con penas privativas de libertad en México eran aquellos considerados como pecados: la ociosidad, homosexualidad, prostitución, y aquellos actos cometidos por los sodomitas, enfermos venéreos, blasfemos, suicidas y libertinos.19 En algunas ocasiones, la demanda social expresada en movimientos sociales, grupos de presión, medios de comunicación, será la que exhorte para 18 Cajas, Los desviados… Op. Cit., pp. 299 – 300. 19 Cfr. Barrón, Martín, Catálogo de documentos. Cárcel de Belén (1900 – 1911), México, Gobierno del Distrito Federal, 2000. 22 que una acción sea considerada o derogada como delito; tal es el caso del aborto considerado y penalizado en el Distrito Federal como una acción merecedora de una sanción penal hasta el año 2007 cuando fue despenalizado tras la implementación de los nuevos lineamientos para la interrupción del embarazo, mientras que en el Estado de Guanajuato continua siendo una acción altamente penada por la Ley. También se tienen casos en donde algunos delitos no eran considerados graves hasta que se incrementan los índices de los mismos, como por el ejemplo el caso del secuestro. En efecto, fue a finales del 2009 que las penas fueron endurecidas con la finalidad de disuadir dicha conducta criminal, pero fue a partir de las llamadas ―Marchas por la paz,‖ realizadas en el mismo año por un gran sector poblacional que demandaba un alto a este tipo de actos porque afectaron la seguridad de los ciudadanos, generando una percepción de incertidumbre, que se llevó la aplicación de castigos más severos para los secuestradores. En la actualidad el delito que se presenta como una constante en las demandas de la comunidad es el de robo y aquellos crímenes relacionados con el crimen organizado, delitos en los que se muestra cada vez más la violencia con la que se realizan y producen un impacto en la sociedad que solicita finalicen. En el caso del ordenamiento jurídico, es establecido a partir de las peticiones de la comunidad y por lo que los legisladores consideran necesario para el mantenimiento del equilibrio social. Dicho orden legal es concretado dentro de las distintas leyes que quedan definidas en los Códigos Penales, en donde se menciona la acción que es considerada como delito, las características de determinado acto y la sanción a la que es merecedora de acuerdo a la gravedad de éste, es decir, se resumen y describe todo lo que es considerado como una infracción. Luis Jiménez de Asúa considera que ―esa descripción legal es lo que constituye la tipicidad. Por lo tanto, el tipo legal es la abstracción concreta que ha trazado el legislador, descartando los detalles innecesarios para la definición del hecho que se cataloga en la ley como delito‖;20 es la simple especificación de la transgresión de las normas. 20 Jiménez de Asúa, Luis, Teoría del delito, México,Editorial Jurídica Universitaria, 2003, p. 141. 23 El delito, como tipo legal, queda descrito a partir de un tripe aspecto: la acción, la antijuridicidad y la culpabilidad. Cuando se hace alusión de una acción que transgredió las normas establecidas se habla de que hubo un acto que produjo algún cambio en la cohesión social. Dirá Jiménez de Asúa que ―el acto es la manifestación de la voluntad que mediante acción produce un cambio en el mundo exterior, o que por no hacer lo que se espera deja inerte ese mundo exterior, cuya mutación se guarda‖.21 Es decir, habrá ocasiones en las que el delito es resultado de una acción que el sujeto ha llevado a cabo de forma consciente esperando obtener algo a partir de la realización del mismo, en donde hay veces que es efectuado con planeación, alevosía y ventaja, mientras que en otras sólo se espera la oportunidad de la realización del acto; no obstante hay situaciones en que la omisión de lo que se encuentra instituido lleva a la violación de las normas, por lo que también se considera como una infracción. El acto delictivo se encuentra relacionado con la antijuridicidad, son elementos que se complementan, ya que se refiere a lo que va en contra de la norma jurídica; por lo que toda acción que viole o atente el tipo legal es considerado antijurídico. Finalmente, la culpabilidad se funda en la posibilidad de hacer un reproche al autor de una acción antijurídica, es decir, ésta se presentará siempre y cuando se le pueda imputar al sujeto a partir de que se tenía la voluntad de la realización del acto y por el conocimiento del resultado que se causaría. De tal manera que son estos tres elementos los que le dan forma a la producción de cada uno de los delitos descritos en los Códigos Penales como tipos punibles. En México, la tarea de determinar o, mejor dicho, tipificar cuáles conductas serán consideradas como delitos y cuáles son proclives para producir un sentido deóntico de lo que es legítimo le es encomendada al derecho. No obstante, Oscar Correas menciona que ―las leyes son simplemente un producto del discurso del derecho‖,22 ya que las reglas de conducta social se generan a partir de la percepción que tienen los creadores de las normas acerca de las relaciones sociales y no precisamente de la realidad en la que se están desarrollando las 21 Ibídem, p. 90. 22 Correas, Oscar, Introducción a la sociología jurídica, México, Fontamara, 2007, p. 146. 24 interacciones entre los individuos; a pesar de esto, el derecho cumple con la función de aplicar las leyes tal como se encuentran establecidas, pues lo importante para el Estado es la producción y reproducción de mecanismos de control que regulen todo lo que se encuentra fuera de lo que él considera como ilícito; de ahí que Michel Foucault mencione que ―el poder disciplinario tiene la propiedad de ser siempre normalizador, inventar siempre nuevos sistemas de recuperación, de restablecer siempre la regla, es decir, que los sistemas disciplinarios se caracterizan por un trabajo constante de la norma en la anomia‖.23 Aunque cabe señalar que la descripción de los tipos legales se limita a dar una simple delineación no detallada, puesto que no se presentan los pormenores de cada una de las acciones, por lo que la definición puede ser vista de una forma ambigua y dejar la alternativa para que la acción no sea considerada como un delito. Es decir, cuando un acto no se adecua completamente al tipo legal descrito, no es suficiente para que se declare la existencia de una acción criminal; lo que lleva a una interrogante entre aplicar o no la pena, y en caso de que sea aplicada, de qué manera hacerlo, de la misma forma que una acción acorde al tipo legal o sólo un castigo mínimo que pudiera ser simbólico para evitar que se vuelva a cometer la misma acción. De tal forma que todos aquellos actos que violenten el orden social, pero que no se encuentren como un ordenamiento jurídico, no serán considerados como un delito, ya que no se encuentran estipulados como merecedores de una sanción penal. Así, para que un acto sea considerado ilícito se debe encontrar tipificado como tal dentro de algún Código Penal bajo la amenaza de una pena o sanción vigente. Es un acto que en principio, tras su repetición y por carácter de transgresor de las normas impuestas, queda catalogado como un crimen, por lo que aquel que lo cometa o lo repita estará incurriendo en un delito. De tal manera que es el Estado el productor de los delitos al calificar las acciones como tales, son una definición y construcción de lo criminal a partir de un sistema legal de justicia. 23 Foucault, Michel, El poder psiquiátrico, Buenos Aires, FCE, 2005, p. 76. 25 Sin embargo, para Durkheim ―el delito es normal porque una sociedad exenta del mismo es del todo imposible‖;24 es decir, que el delito es considerado como un hecho social normal que no se observa solamente en la mayoría de las sociedades de todos los tipos, sino que no hay una en la que no haya criminalidad, por lo que es normal que se le califique como una acción propia del grupo social. De hecho, se considerará que el delito viene a presentarse de una manera útil, ya que gracias al delincuente se da un desarrollo moral del grupo, aporta para la reconstrucción de la conciencia colectiva y es visto como un agente regulador de la vida social. En la medida en que a la sociedad le incomodan los delincuentes, ésta se reestructura para poder mantener la cohesión social que conserva a la colectividad. Todo es en beneficio de lo social; los grupos sociales crean los delitos al establecer las normas que constituyen una acción prohibida, por lo que el delito no es una cualidad del acto de la persona que lo comete, sino una consecuencia de la aplicación de la regla sobre aquel que la transgrede y que merece ser castigado. Al crear los delitos, se podría considerar que se da la pauta para la existencia de los criminales, pues como comentará Becker: ―la desviación es creada por la sociedad‖,25 el ser criminal será todo aquel que termine realizando aquello que es considerado impuesto como prohibido por los otros. Una cosa es cierta, los delincuentes incurren en la realización de aquellas acciones catalogadas como un delito, son tipos legales que tarde o temprano realizará algún sujeto, pero habría que preguntarse ¿cuáles son las situaciones que llevan a que una persona cometa actos delictivos? 1.3 El aprendiz de delincuente: necesidad, oportunidad o enseñanza En los últimos años se habla sobre las condiciones precarias que ha traído la llamada modernidad, en donde las circunstancias sociales se ven cada vez más 24 Durkheim, Émile, Las reglas del método sociológico, México, Colofón, 2002, p. 79. 25 Becker, Op. Cit., p. 28. 26 perturbadas debido a la inestabilidad en la que se encuentra tanto la estructura social como la economía, llevando a quebrantar la cotidianeidad de los sujetos. Dirá Bauman que es el ―tránsito de una modernidad sólida, la cual era estable y repetitiva, a una líquida que es flexible y voluble, en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para la acción humana‖,26 puesto que son efímeras, muchas de las acciones que se desarrollan no tienen un objetivo preciso y los individuos muestran un rol indefinido. El cambio de una época a otra siempre enorgullecía a los miembros de la sociedad pensando que traería mejoras en la calidad de vida de los mismos, pero hoy se muestra a una población vulnerable y, en ocasiones, indefensa ante un sistema que ella misma desconoce. En los medios de comunicación se comenta sobre un crecimientoen el sector económico, del incremento de la inversión en el país, del aumento en el PIB y la ampliación en la tasa de empleos, sin embargo no se menciona que ese desarrollo monetario ha sido sólo en beneficio de un pequeño sector de la población, dejando desprotegida al resto de la misma. La concentración de la riqueza y los niveles amplios de desigualdad social es uno de los problemas más agudos que vive toda Latinoamérica. Esto debido a que el supuesto progreso en la economía se ha obtenido a partir de una amplia cantidad de inversiones, pero la mayoría de éstas se lleva a cabo dentro de la bolsa de valores o en los distintos bancos produciendo sólo el manejo de un capital ficticio, trayendo como consecuencia la disminución de los empleos, el desempleo y la incertidumbre financiera de una gran cantidad de la población; teniendo que el capitalismo neoliberal que ha devastado el Estado keynesiano del bienestar y la regulación social ha provocado procesos de exclusión importantes. Debido a esto Bauman dirá que ―en todas partes se producen y se expulsan <<desperdicios humanos>> en cantidades cada vez mayores‖,27 puesto que no son considerados útiles para la sociedad, no son rentables al no producir algún tipo de ganancia que retribuya al Estado o a una minoría empresarial, es por esto que Forrester menciona que un 26 Bauman, Zygmunt, Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, México, Tusquets, 2009, p. 7. 27 Ibídem, p. 80. 27 principio individual es: ―un individuo sin función no tiene lugar ni acceso evidente a la vida, o al menos a su prolongación‖.28 Aunado a lo anterior, el medio laboral se presenta de una forma caótica a partir de la última crisis económica que abrió la brecha entre aquellos que disponen de un trabajo estable en los sectores protegidos y los que se encuentran atrapados en las labores precarias. El empleo se presenta en la actualidad con bajas remuneraciones que se obtienen por empleos efímeros y poco calificados que no cuentan con protección social ni prestaciones correspondientes a la Ley, en los que ya no se genera antigüedad y son custodiados por contratistas que sólo generan contratos temporales. Todo esto lleva a que los individuos estén en períodos de desempleo, subempleo, empleos informales, que dejen las vacantes sin ocupar por las situaciones de desaliento, que emigren del país en busca de mejores condiciones de vida o encuentren medios alternativos para sobrevivir de una manera digna o poder alcanzar los estándares establecidos por la sociedad. El sociólogo norteamericano Robert K. Merton menciona que en toda sociedad existe una estructura establecida que ejerce presión para alcanzar todas las expectativas de éxito implantadas por la comunidad, para lo cual se requieren los medios institucionales para alcanzarlos, es decir, los elementos que componen la estructura social y cultural;29 al respecto el autor comenta que: El primero de estos elementos (social) consiste en las metas, propósitos o intereses sustentados como objetivos legítimos por todos los individuos de la sociedad. […] Los objetivos predominantes implican diversos grados de sentimiento y de importancia y comprenden una estructura de referencia aspiracional. Son las cosas ―por las que vale la pena esforzarse‖. […] El segundo elemento (cultural) es el que define, regula y controla los modos admisibles para alcanzar esas metas.30 28 Forrester, Op. Cit., p. 36. 29 Cuando Baratta retoma a Merton menciona que para éste la estructura social se refiere al complejo de las relaciones sociales en que los miembros de una sociedad o de un grupo se hallan diversamente insertos; mientras que la estructura cultural es el complejo de acciones axiológicas comunes que regulan el comportamiento de los miembros de una sociedad o de un grupo. Baratta, Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho penal, México, Siglo XXI, 2009, p. 60. 30 Merton, Robert K., Teoría y estructura sociales, México, FCE, 2002, p. 210. 28 Es decir, se habla de metas que serán alcanzadas a partir de formas institucionalizadas, o sea, por un camino legítimo. Sin embargo, no todos los individuos tienen acceso a esos medios para alcanzar las metas establecidas; paradójico, es la sociedad la que impone las metas y los métodos de llegar a ellas, pero pareciera ser que es ella misma la que pone trabas para que no todos tengan las condiciones sociales para conseguirlas. Esto produce un desequilibrio entre los objetivos y los medios establecidos que hace que los sujetos tengan una sensación de vacío, de sinsentido, por lo que harán cualquier actividad para cubrir esa carencia, sin importar que ésta sea destructiva o lleve a la eliminación del otro; por esto Merton mencionaba que: La estructura social entra en tensión con los valores culturales, puesto que posibilita, sin más, un proceder adecuado a las normas y los valores a los titulares de determinadas posiciones en la sociedad, mientras que a otros se lo dificulta o incluso se lo imposibilita. La estructura social actúa ya sea obstaculizando o fomentando la satisfacción de las expectativas culturales. Cuando la estructura cultural y social están mal integradas, cuando la primera exige comportamientos y actitudes, que la segunda obstaculiza, entonces de ello resulta una tendencia al derrumbe de las normas, a la falta de las normas.31 Esta inestabilidad genera en el individuo un estado de anomia que lo hace desarrollar una serie de adaptaciones en las que mostrará aceptación o rechazo de las metas o los medios. Y es que en su afán por cumplir con los estereotipos sociales, dirá Gérard Imbert que, ―el sujeto anómico es un sujeto dividido, […] no tiene suficiente dominio exterior como para estar al mismo tiempo <<integrado>> (parte integrante del sistema) y en parte <<liberado>> (en determinados espacios de realización) de las limitaciones objetivas del sistema‖,32 por lo que busca soluciones individuales a problemas originados por la sociedad. Por lo que Merton distingue cinco formas de adaptación entre las que se encuentra la conformidad, la innovación, el ritualismo, el retraimiento y la rebelión;33 las cuales terminan siendo 31 Cit. Post. Lamnek, Op. Cit., p. 43. 32 Imbert, Gérard, La tentación de suicidio. Representaciones de la violencia e imaginarios de muerte en la cultura de la posmodernidad, España, Tecnos ensayos, 2004, p. 19. 33 En su libro Merton reproduce una tabla en la que se destaca que en la conformidad se aceptan tanto las metas como los medios institucionalizados; en la innovación se está de acuerdo en las 29 conductas divergentes que transgreden las normas porque no se acepta la limitación del sistema que reprime la aspiración de alcanzar las metas impuestas. En el caso de algunas personas se habla de una innovación debido a que se les impide adquirir los medios legales de vida; pareciera que están condenados a un estado de supervivencia en el que buscaran medios alternativos que para otros resultan inadecuados. El fracaso laboral, las crisis económicas, la falta de oportunidades, los estilos precarios de vida o vivencias que se han producido de una manera caótica hacen que los individuos se dediquen a ocupaciones alternas en las que se tenga un seguro acceso, tales como la mendicidad, la economía informal, la venta de drogas, los chanchullos en la calle o la criminalidad, actividades que le son redituables a dichos sujetos. Un ejemplo de ello lo muestra Gabriel Kessler cuando comenta que: La inestabilidad laboral impide imaginar alguna movilidad ascendente futura, en el presente lleva a que el trabajo se transforme en un recurso de obtención de ingresos más entre otros, como el robo, el pedidoen la vía pública, el ―apriete‖ (solicitar dinero en la calle con una velada de amenaza de violencia) y el ―peaje‖ (bloqueo de una vía de pasaje obligado en un barrio para exigir dinero a los transeúntes a cambio de dejarlos pasar).34 Situaciones de este tipo dan muestra del desequilibrio en el que se encuentran las instituciones y que no hacen más que generar desconfianza sobre los postulados con que se encuentran forjadas, de ahí que los individuos formen alternativas ante la imposibilidad de desarrollarse en un estilo de vida estable. Asimismo, estos mecanismos distintos a la economía o a los estilos de vida propuestos por una mayoría se producen como resultado de un sistema inestable que es cambiante sin aviso alguno, sin reglas claras y en donde no hay motivación alguna que estimule al sujeto a obtener los fines impuestos por medio de los recursos metas y en los medios, pero como no puede alcanzar los medios establecidos, propone medios alternos para acceder a los objetivos planteados; en el ritualismo se rechaza las metas culturales y aceptan los medios institucionales, pero como no muestra ningún interés por los objetivos, no le interesa si los puede alcanzar o no; en el retraimiento no importan ni las metas ni los medios, por lo que simplemente se hace a un lado al no querer lo que la sociedad le impone; finalmente está la rebelión, en la que el individuo se queda fuera de la estructura social al querer una nueva, muy modificada. Cfr., Merton, Op. Cit., pp. 218 – 236. 34 Kessler, Gabriel, Sociología del delito amateur, Buenos Aires, Paidós, 2004, p. 34. 30 establecidos. Es por esto que muchos ven en el delito un medio alterno, una actividad legal como cualquier otra, en la que hay reglas similares a las que se promueven dentro de un empleo formal o en los medios institucionales en los que se desenvuelven cotidianamente. Se vive cada vez más el momento en un ambiente poco esperanzador para la persona, en el que no se tiene un sentido que lo alenté a continuar dentro de esa vía, por lo que lo único importante es generar una vida efímera y placentera, en la que se cubran las necesidades que se requieren o incluso las innecesarias de una manera inmediata, dejando a un lado las consecuencias que se pudieran ocasionar para conseguir lo que se quiere. De ahí que Ivan Boszormenyi-Nagy mencione que: Si desde el punto de vista de un joven el mundo aparece como algo irremediablemente corrupto y falto de interés, él tratará de producir una respuesta basada en valores de sociedad mediante una acción provocativa y desafiante. Para ciertos jóvenes esto revestirá la forma de actos autodestructivos o ‗delictivos‘.35 Así, en algunas ocasiones el crimen se considera como cualquier otro trabajo, pues por la necesidad de una economía estable que le dé seguridad al individuo se desarrolla lo que Kessler denominó como una ―lógica de provisión‖, un estado de abastecimiento propio en donde la obtención de dinero o productos se vuelve el eje central del delito; no importa de dónde sea su procedencia, éste es considerado legítimo, ya que permite cubrir las necesidades tanto de quien comete el acto ilícito como de sus congéneres. De ahí que el autor comente que la ―legitimidad y legalidad se desacoplan al punto que tiene mayor legitimidad una acción ilegal proveedora que una legal que no lo es‖,36 debido a que cuando los medios establecidos no son suficientes para sobrevivir se tiene que hacer uso de la innovación mertoniana para alcanzar dichas exigencias. Tal como lo expone el siguiente relato de una interna cuando comenta su inicio en la delincuencia tras el abandono de su pareja, quien era el proveedor del hogar: 35 Boszormenyi-Nagy, Ivan y Spark, Geraldine, Lealtades invisibles. Reciprocidad en terapia familiar intergeneracional, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, p. 78. 36 Kessler, Op. Cit., p. 43. 31 Sociólogo: ¿Se fue con los niños (el marido de la interna)? Interna: No, él me dejó sola con los niños y este, pues me tuve que poner a hacer cosas malas, para tener para mantener a mi hijo. Sociólogo: Digamos que la necesidad te empuja. Interna: A hacer muchas cosas. Sociólogo: ¿Y cómo es que te metes en la delincuencia? Interna: Pues comienzas a conocer, es cuando yo me quedo sola, es cuando empiezo a conocer a mujeres, algunas personas me empiezan a presentar personas que andan metidas en cosas malas, y pues te invitan, y te jala. El crimen comienza con una dinámica de suministro para la manutención de la familia, el desarrollo de una vida placentera, el sustento de algún vicio o por acceder a lo que no se tiene. Una interna comenta que la necesidad de querer lo que las compañeras tenían fue lo que la inicio en la criminalidad: ―siempre vas a ver a las chamacas de la secundaria ‗ira llevo esto‘ y yo no tengo, o ‗mira me compraron esto‘, y ya cuando empecé a trabajar (vendiendo droga) iba a la escuela con la mochila llena de cambio, de un montón de dinero‖. De tal manera que esa necesidad, que en ocasiones será hambre de tener lo que podría parecer inaccesible, abrirá camino para una posible carrera criminal. Estas alternativas al cumplimiento de lo que se necesita instauran al sujeto en la incertidumbre de la obtención de su deseo o de ser aprendido por los cuerpos policiales, ya que se encuentran a la disposición de los diferentes medios que utiliza para tolerar la cotidianeidad. Ya Z. Bauman, A. Giddens, N. Luhmann y U. Beck37 mencionaban que esta modernidad trae consigo una infinidad de contingencias, es una sociedad del riesgo en la que los individuos se encuentran viviendo al extremo, pues cualquier decisión los puede llevar a una consecuencia arriesgada, incluso el no elegir nada tiene sus riesgos. Estando en una sociedad de esa naturaleza, los miembros se encuentran frente al límite de toda situación, se desenvuelven entre el juego y el vértigo, lo que hace que se vuelvan cada vez más egoístas y abusen de la violencia. Cabe señalar que la necesidad no es el único factor que hace que el sujeto se inicie en la delincuencia, ya que habrá otras ocasiones en las que se cometa un 37 Cfr., Giddens, Anthony, et. al., Las consecuencias perversas de la modernidad, Barcelona, Anthropos, 2007. 32 acto ilícito debido a que se presenta la oportunidad para llevarlo a cabo o para participar en él. Es como algunas internas comentaban: ―el momento hace al ladrón‖, pues no siempre habrá una planeación de cómo desarrollar el delito, no hay una guía ni una anticipación de las consecuencias. Dirá Imbert que ―estamos ante una conducta que está continuamente del otro lado del límite, fuera de toda norma de convivencia, abocada al azar de los encuentros, cuyos blancos surgen sobre la marcha, sin premeditación, pero con una propensión a la destrucción‖;38 ejemplo de ello es el siguiente diálogo que reproduce una interna de Tepepan: Me salía y empezaba a caminar y de repente ¡chin!, ya veía algo puesto y decía ‗ésta es la chida‘ ¡pum!: Interna: Amiga me das tu hora, Víctima: Ah sí, Interna: Camínale, no hagas pedo, no hagas pedo, nada más dame tu bolsa o lo que traigas y ya, no hagas pedo, Víctima: Ay, pero…, Interna: ¡Oh!, mira no me saques de onda, va. Y ya, ¡pum!, tenía lo que me había gustado, así espontáneo. Ese sentido de instantaneidad cuando se presenta la oportunidad tiene un carácter de urgente que se impone conscientemente a la razón, no se prevén los riesgos, se suspende la reflexión a fin de realizar el crimen, tal como se observa en el siguiente relato de una interna: ―ese día se me hizo bien fácil robar, la verdad, yo traíadinero, porque yo traía dinero, pero sólo por querer ir escuchando música, una chava traía su ipod, y dije ‗pues vamos a robarla‘‖. Por ello dirá Gilles Lipovetsky que ―los delincuentes nuevos ola se lanzan en operaciones a menudo improvisadas, sin conocimiento de los lugares, de los fondos, de los sistemas de alarmas, empresas altamente arriesgadas a cambio de un beneficio mínimo‖.39 Esto debido a que son delitos desorganizados en los que no se ve un proyecto de organización y en donde lo efímero es lo primordial. Otro de los factores que incitan a ingresar a la delincuencia es la enseñanza que se tiene por parte de los semejantes, Edwin Sutherland comentará que la conducta criminal es aprendida como cualquier otra acción. El cómo efectuar un 38 Imbert, Op. Cit., p. 83. 39 Lipovetsky, Gilles, La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 2008, p. 209. 33 primer delito es transmitido – ―impregnado‖, para usar un término del autor – a través de las interacciones con personas que se encuentran relacionadas en un ambiente criminal y con las que se tiene una relación íntima. De tal manera que la instrucción incluye, por un lado, la técnica para cometer el delito, que en algunas ocasiones son muy simples y otras complicadas, todo depende de qué o hacia quién vaya dirigido el acto ilícito; al respecto una interna comenta lo siguiente: Hay formas de robar carros. El papá de mi niño me enseñó a agarrar una pistola porque sino la agarras bien te levanta la mano. Hay carros como el mercedes que traen sistemas de seguridad, yo me acercaba y le decía ―amigo, me das tu hora‖ y yo veía qué había dentro del carro. Uno como ratero aprende lo que hay que ver. Mi amigo llegaba del otro lado y vámonos, lo dejábamos ahí. Por otro lado, se enseña la dirección específica de los motivos, impulsos, racionalizaciones y actitudes. Una presa menciona que: ―una de mis parejas me enseñó que para cuando él no estuviera yo hiciera esto para tener dinero, a meter la mano en las carteras y en las bolsas sin afectar a nadie‖; esta orientación concreta tiene que ver con las definiciones que se ven como favorables ante la violación de las leyes. El delincuente amateur es convencido de que la transgresión a las reglas es una acción de la que se puede obtener algún beneficio y no siempre tener consecuencias, por lo que desarrollar un crimen es visto como un acto común en el medio en que se desenvuelve y con las personas con las que lo hace. Es así que en la mayoría de las ocasiones un delincuente amateur encuentra los factores para iniciarse en la delincuencia por la necesidad, la oportunidad o la enseñanza con aquellas personas que lo invitaron u orientaron a cometer crímenes. Son situaciones que consideran se viven de una manera efímera, que se realizan por cubrir las necesidades o que son tomadas como una acción laboral como cualquier otra legal. Sea cual quiera de estos motivos, habrá quienes tomen al delito como algo temporal y se termine dejando rápidamente, pero hay individuos que se dedican a hacer una vida criminal, en la que la delincuencia se desarrolla como un modo de vida y se produce así una carrera criminal. 34 1.4 La incidencia como parte de una carrera criminal en crecimiento Goffman menciona que todo sujeto desarrolla a lo largo de su vida una ―carrera‖, dirá que ―el término se utiliza para referirse a cualquier trayectoria social recorrida por cualquier persona en el curso de su vida; la perspectiva adoptada es la de la historia natural‖.40 Dicha carrera tiene una ambivalencia, por un lado, se relaciona con asuntos subjetivos como los pensamientos, las ideas, las motivaciones y los deseos de acuerdo a cómo han sido captados por cada una de las personas dentro de su historia de vida, siendo esto lo que determina el actuar en el medio social. Por el otro lado, se refiere una posición formal a lo social, a un estilo de vida que forma parte de un complejo institucional. De tal manera que dentro de la carrera se puede mostrar lo público y lo personal, la relación que hay entre el yo y su sociedad significativa. Dentro de esta trayectoria todo individuo lleva la insignia de la sociedad en el lenguaje que es una estructura que le precede (como las mismas tradiciones y valores sociales); en los vínculos y ligaduras emocionales que se conforman como parte de una marca dentro del deseo; y, como fruto de los procesos socializantes que son impensables fuera de las relaciones sociales y emocionales que se establecen en los grupos y las instituciones, entre las que destaca la familia, los amigos o la escuela. En el caso de la criminalidad, el delincuente forja en su trayectoria una carrera criminal, que en sus inicios es impulsada ya sea por la familia o por la banda o el barrio, mismos agentes que hacen que se mantenga y hagan que el individuo se vea envuelto en ésta, haciéndola su forma de vida; dicha carrera va en incremento adoptando una identidad con aquellos que se encuentran en el mismo medio criminal. Es el paso del amateur, del que se inicio en la delincuencia por la necesidad, la oportunidad, la invitación o la enseñanza, al sujeto que insiste en la transgresión de las normas, para el que el crimen ya es un modo de vida que 40 Goffman, Erving, Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales, Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p. 133. 35 no tiene intensión de abandonarlo en un tiempo cercano, pues como lo comenta una interna: ―la primera vez yo lo hice por necesidad, pero como que se me hizo como un mal hábito, como que una costumbre‖. Y es que dicen los delincuentes que una vez que se ingresa a ese mundo es más fácil y atractivo permanecer en él que dejarlo, pues se comenta por parte de las internas que ―ya entrando a la primera, ya le atoras a las que vengan‖, pero las próximas ocasiones con una mayor organización. Dirá Kessler que: La construcción de una carrera implica una serie de movimientos hacia el incremento de racionalidad en la acción: elección de un campo de especialidad, mejor selección de la víctima, intentos de disminución de riesgos. Al mismo tiempo, se trata de aceptar dentro de las consecuencias de sus acciones la posibilidad de ―perder‖, entendida en el sentido de caer preso y, de modo más extremo, en el de perder, lisa y llanamente, la vida. Paralelamente a este proceso, se va identificando con ciertos principios, con normas sobre lo que se debe y no se debe hacer, fundamentalmente a quién robar y cómo evitar el uso innecesario de la violencia o cuáles son las ocasiones donde es legítimo usarla.41 El delito ya no es improvisado ni desorganizado, ahora se vuelve cada vez más pulcro y definido, no es un acto especulativo, hay una coordinación entre los participantes o en la manera en que se llevará a cabo la acción, ya no es una situación de oportunidad, sino más bien de planeación. Conforme se va adentrando cada vez más en la delincuencia se toman en cuenta los riesgos que puede traer el desarrollar determinado acto ilícito, por lo que se prevén todas las posibles situaciones, se toma en cuenta un proyecto, se estudia el hecho y se van mejorando las técnicas para efectuarlo. Pero no sólo eso, muchos de los criminales también planean una escapatoria por si llegasen a ser detenidos, se procura tener un fondo de ahorro para poder pagar una fianza o se asumen las consecuencias, tal y como lo menciona una interna dentro de prisión: ―nos gustaba ganar, pues ahora nos tocó perder y pues ni modo, como buenas cabronas hay que aguantar, nos tocó perder‖; por lo que de este tipo de eventos se aprenden los errores que no se deben cometer para evitar volver a estar en prisión o enfrentar un riesgo innecesario. 41
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