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Reincidencia-delictiva--analisis-sobre-la-carrera-social-del-sujeto-criminal

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
 
 FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
 
 
 
 ACATLÁN 
 
 
 
 
 REINCIDENCIA DELICTIVA: 
 ANÁLISIS SOBRE LA CARRERA SOCIAL DEL SUJETO CRIMINAL 
 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: 
MAESTRÍA EN POLÍTICA CRIMINAL 
P R E S E N T A : 
 
GRISSEL LÓPEZ ALFARO 
 
 
 
 
Asesor: Dr. Víctor Alejandro Payá Porres 
 
 
 
 
 
Noviembre 2012 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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2 
 
Índice 
 
 
Introducción 4 
 
Capítulo 1.- Hacia la formación de una reincidencia criminal 
 
13 
1.1 Criminalización: la persecución de los desviados 14 
1.2 El Estado como constructor de delitos 20 
1.3 El aprendiz de delincuente: necesidad, oportunidad o enseñanza 25 
1.4 La incidencia como parte de una carrera criminal en crecimiento 34 
1.5 La especialización del delito: notas sobre la reincidencia criminal 41 
 
Capítulo 2.- La familia como productora de la reincidencia criminal 
 
50 
2.1 La función familiar: Aprendizaje y socialización 51 
2.2 La búsqueda de sentido y pertenencia 56 
2.3 Soy la oveja negra: El criminal como chivo expiatorio de la familia 61 
2.4 La herencia cultural: una familia criminógena 69 
2.5 El mandato a cumplir 74 
2.6 ―Todo vale‖: dejar ser, dejar hacer 80 
2.7 La ruptura del vínculo: hacia una metamorfosis familiar 85 
 
Capítulo 3.- Los grupos juveniles: entre el barrio y la criminalidad 
 
91 
3.1 La calle o la esquina: una cartografía criminal 92 
3.2 La pandilla vista como una conformación de grupalidad alterna 99 
3.3 El ingreso al grupo: identidad y enseñanza 107 
3.4 El juego con el vértigo y la violencia: los códigos de la criminalidad 112 
3.5 La relación entre la droga y la delincuencia 119 
3.6 Las técnicas de neutralización: hacia una lógica de justificación del 
crimen 
125 
 
 
 
 
3 
 
Capítulo 4.- La prisión como promotora de la reincidencia 132 
4.1 La técnica aprendida: por una diversidad del delito 133 
4.2 La colonización institucional: una dinámica que envuelve 138 
4.3 El interno como un proveedor de adentro hacia afuera 146 
4.4 Una pareja que encierra: entre el conflicto y el apego 153 
4.5 El estigma: una marca de por vida 159 
 
Capítulo 5.- La respuesta del Estado frente al delincuente 
 
163 
5.1 La aplicación de la pena 164 
5.2 La institución penitenciaria como política represiva 170 
5.3 La finalidad de la prisión 174 
5.4 El tratamiento penitenciario como una medida preventiva 180 
5.5 En busca de otras alternativas preventivas 188 
5.6 Límites y alcances de la política penal en México 198 
 
Conclusiones 
 
206 
 
Referencias documentales 
 
218 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
Durante los últimos años, el tema sobre la delincuencia ha cobrado una gran 
relevancia en México, ya que hoy en día es común escuchar y observar en los 
diferentes medios de comunicación que la sociedad se encuentra en un estado 
crítico, en lo que respecta al aumento de la criminalidad. Situación que ha 
impactado no sólo en la percepción, sino también en los hábitos de los ciudadanos 
debido a que es un fenómeno que incide directamente en la convivencia cotidiana 
entre los miembros de la comunidad y el bienestar social. Esto pese a que se han 
desarrollado políticas criminales de control cada vez más intensas en la llamada 
lucha contra el crimen, las cuales fueron implantadas a partir del Plan Nacional 
2007 – 2012, en donde se han ampliado las penas de la privación de libertad a los 
delincuentes, así como se ha dado un aumento en los requisitos y restricciones 
para la solicitud de los beneficios de preliberación. 
 Los delitos contra la propiedad siguen siendo los más comunes y 
numerosos, pero la mayoría de la delincuencia ha dado un giro adelante en cuanto 
a sus modalidades, por lo que se puede hablar de un fenómeno social inédito. 
Acontecimiento que es mostrado dentro del reporte entregado por el Centro de 
Investigaciones para el Desarrollo A.C., denominado Índice de incidencia delictiva 
y violencia 2009, en donde muestra que los estados de la República que cuentan 
con un mayor índice delictivo son, de manera descendente, Baja California, 
Chihuahua, Sinaloa, Estado de México, Guerrero y el Distrito Federal. Y en los que 
se presentan con mayor frecuencia los delitos de homicidio, la violencia vinculada 
al crimen organizado y el robo de vehículos. 1 
Cabe señalar que el Distrito Federal es la entidad federativa que presenta 
la tasa más alta de incidencia delictiva, ya que de las cuatro mil personas 
liberadas de las prisiones en el primer semestre del año 2009, el 37 por ciento 
volvió a reincidir en algún delito durante el mismo lapso de tiempo. Según la 
 
1
 Cfr., Zepeda, Lecuona, Guillermo, Índice de incidencia delictiva y violencia 2009, Centro de 
Investigaciones para el Desarrollo A.C. Revisado el 20 de febrero de 2010 en 
http://www.icesi.org.mx/publicaciones/PDF/Indice_violencia.pdf 
5 
 
Secretaría de Seguridad Pública del DF, del primero de enero al seis de junio del 
mismo año, los reclusorios capitalinos dejaron en libertad a cuatro mil personas, 
de las cuales 56 por ciento había ingresado originalmente por robo, 10.3 por ciento 
por lesiones dolosas y 5.2 por delitos contra la salud, entre otros; pero en el mismo 
periodo se registraron mil 573 delitos realizados por mil 478 personas que 
incurrieron en reincidencia; de estos delitos, 50 por ciento se concentraron en tres 
delegaciones: Cuauhtémoc en primer lugar con 319, Iztapalapa con 236 y Gustavo 
A. Madero con 221.2 
Estos datos dan muestra de que, por un lado, la finalidad readaptadora de 
la institución penal ha fracasado o, al menos, no es lo exitosa que se esperaba. La 
readaptación o la reinserción social son parte de un imaginario que proviene de la 
Ilustración y que constantemente es desmentido por una realidad que se presenta 
con el incremento de la reincidencia delictiva; es decir, que la institución penal, 
sustentada en la Ley de Normas Mínimas, y los programas penitenciarios, como 
parte de la organización con funciones readaptadoras, fallan en el cometido de 
que el individuo no vuelva a ejecutar un delito y haga de la delincuencia un estilo 
de vida. Por otro lado, también se demuestra que el aumento en las penas no ha 
llevado a la disminución de la incidencia criminal, al contrario, ésta se mantiene o 
va en aumento. Los índices delictivos, más toda aquella cifra negra que se 
desconoce, señalan un fenómeno sociológico que se relaciona con una forma de 
vida en donde la insistencia que tiene un sujeto por cometer delitos es la 
constante. 
Por lo que habría que preguntarse ¿realmente es funcional el tratamiento 
proporcionado dentro de la prisión?, ¿se cumple con el objetico de la pena 
privativa de libertad?, y si es así, ¿por qué hay sujetos que reinciden? Basta con 
dar una mirada a las cifras para percatarse que el objetivo de la institución 
penitenciaria termina por fracasar, pues de acuerdo con los datos de la Secretaría 
de Seguridad Pública del Distrito Federal tres de cada diez crímenes que se 
realizanen la Ciudad de México son ejecutados por delincuentes que 
 
2
 López, Rafael, Reincidencia delictiva, El mito de la readaptación social, Milenio, domingo 20 de 
septiembre de 2009. Revisado el 15 de enero de 2010 en http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/ 
6 
 
anteriormente ya habían sido encarcelados, asimismo se tienen que cuatro de 
cada diez sujetos que salen de prisión reinciden;3 lo que lleva a que la mayoría de 
la población penitenciaria tenga una calidad delincuencial de reincidentes, ya que 
conforme a estadísticas emitidas en el 2008 por la Subsecretaría del Sistema 
Penitenciario se tiene que el 76% de los internos eran reincidentes, el 20% 
primodelincuentes y el 4% delincuentes habituales;4 situación que incluso es 
observada a simple vista en los dormitorios de los penales capitalinos, en donde 
las celdas para internos reincidentes sobrepasan su capacidad, mientras que en 
los dormitorios de primodelincuentes se percibe lo contrario. 
El sociólogo Émile Durkheim mencionaba, en su libro Las reglas del método 
sociológico, que el delito es un hecho social normal, es decir, que no ha existido 
comunidad alguna en tiempo y espacio en la que el delito no se presentara, ya que 
cumple una función y responde a ciertas necesidades sociales, en este caso la de 
cohesionar al resto de la sociedad en contra de aquellos que la agravian. 
Entonces es perfectamente normal que se tome al crimen como una manifestación 
propia de todo grupo social, pero no por ello es permisible, por lo que cada 
sociedad implanta mecanismos de control social que se utilizan ya sea para la 
prevención del delito o para impedir que se vuelva a cometer una conducta 
inapropiada. Esto con el propósito de lograr que el criminal se comporte de 
conformidad con la Ley o para intimidar a sus posibles imitadores. 
No obstante, Durkheim afirma que una mayor aplicación del castigo tiene 
efectos contraproducentes porque tiende a destruir el sentimiento de vergüenza en 
el delincuente, por lo que será menor su eficacia, pues el sujeto criminal conoce 
perfectamente la Ley, al grado que, incluso, puede burlarse de ella. De tal manera 
que se puede decir que la Ley no ha provocado en el individuo ningún límite 
simbólico que introyecte la responsabilidad del acto cometido, lo que puede llevar 
nuevamente al sujeto a la trasgresión. Así, tanto la ausencia de una sanción ante 
la reincidencia, como una mayor penalización y los procesos de criminalización 
 
3
 Lagunas, Ícela, Reincide 39% de ex reos, dice SSP, El Universal, México, martes 26 de junio de 
2007. Revisado el 18 de mayo de 2009 en http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/85055.html. 
4
 Datos obtenidos de la Coordinación de Estadística Penitenciaria de la Subsecretaría del Sistema 
Penitenciario. Revisado el 25 de mayo de 2009 en 
http://www.reclusorios.df.gob.mx/reclusorios/estadisticas/index.html. 
7 
 
que en ocasiones refuerzan la identidad delictiva, se han convertido en un 
problema que fomenta la impunidad y genera niveles delictivos más altos, por lo 
que este fenómeno de la reincidencia criminal requiere ser abordado desde una 
multitud de factores explicativos. 
Se tienen situaciones en las que muchas de las sociedades tienden a 
criminalizar la pobreza y se adjudica a la delincuencia causas económicas, tales 
como la falta de un trabajo, un mal salario, necesidades financieras o simplemente 
por la obtención de dinero fácil y rápido, por lo que se considera que la escasez 
económica es un determinante para que un individuo se forje como un 
delincuente. Sin embargo, cabe señalar que dentro de la carrera social del 
individuo existen diversas causas que lo dejan marcado y que lo impulsan a iniciar 
una vida delictiva e incluso, hacer de la delincuencia una forma de vida. Son 
circunstancias que no siempre tienen que ver con la marginalidad o con la falta de 
empleo, sino que son realidades que se generan dentro de escenarios esenciales 
que promueven la insistencia en el delito: la familia, el barrio y la propia prisión. 
Escenarios en los que se tienen factores tales como los distintos patrones 
de comportamiento familiar o grupal que se generan dentro de su estructura y 
dinámica en la conformación de los límites o en la falta de éstos; las posiciones 
identitarias que colocan a cada uno de los miembros en distintos roles a los 
tradicionales (como el niño mayor que toma la posición del padre, o el padrastro 
que se aboga el derecho de abusar de las hijastras, entre otros). El peso de 
lealtades instituyentes que hacen que uno de los hijos juegue el papel de chivo 
expiatorio u oveja negra, o simplemente el desinterés o el abandono hacia el 
grupo familiar. Agentes que son parte de una enseñanza socializadora que 
heredan pautas de conducta criminal y que el sujeto asimila de una forma natural, 
o motivos que forman parte de una narrativa grupal basada en tradiciones que 
transmiten ciertas percepciones de la vida y le otorgan significados con los que el 
reincidente se asume como portavoz de la grupalidad. Situaciones que son 
consecuencia de los males familiares, del grupo barrial o de la institución 
penitenciaria, escenarios que llevan a que el delincuente busque la conformación 
de ligaduras emocionales violentas, es decir, de que refuerce el vínculo a partir de 
8 
 
la complicidad, la asociación, la droga, la comunicación y la exposición del cuerpo; 
o hechos no resueltos en la historia familiar que están aclamando la atención de 
alguien y que se verán reflejados en los intercambios comunicativos entre los 
miembros. 
Patrones de conducta grupal en los que se desarrolla una ―asociación 
diferencial‖, en donde la acción delictiva es un comportamiento aprendido a través 
de la transmisión social de una cultura criminal. En donde los grupos, las bandas, 
los barrios o la prisión forman una parte importante dentro de este proceso de 
socialización del sujeto. Son escenarios que envuelven al sujeto en un imaginario 
de grupalidad del que no sale por el gusto de estar viviendo entre el placer, el 
vértigo y frente al límite de su propia vida, la cual se encuentra en una constante 
transgresión de las leyes. 
 Por ello, es importante una investigación que no sólo implique realizar un 
análisis sobre las políticas de seguridad social que instaura el Estado mexicano, 
las cuales están relacionadas con la administración y la procuración de justicia, 
con la prevención de la incidencia criminal, la propia criminalización o los 
programas penitenciarios que buscan la ―readaptación social‖. Sino que también 
implica el estudio del individuo (que a través de su comportamiento puede 
descifrarse lo grupal y social), el análisis del discurso del propio reincidente, 
mismo que no ha comenzado su vida en la transgresión a partir de su primer 
ingreso a prisión, sino que es parte de una carrera social en la que se ha 
desenvuelto a lo largo de toda su vida y en la que se encuentra atrapado. Es por 
esto que para analizar la reincidencia hay que hacerlo adentrándose al mundo de 
―los desviados‖, para que proporcionen una interpretación de su historia de vida y 
de la sociedad que los rodea, ya que son requisitos para entender la carrera 
delictiva del sujeto criminal. 
De ahí que el problema central de este estudio sea que la incidencia 
delictiva no se da sólo por cuestiones económicas. Es cierto que dentro de 
nuestros penales capitalinos, más del ochenta por cierto de la población proviene 
de barrios marginales o zonas vulnerables, pero en muchos de los casos esos no 
son factores por los que se desarrollan en el crimen, por lo que hay que indagar en 
9 
 
la vida de los delincuentes para determinar los patrones de comportamiento 
familiar y grupal en los que se ha desenvuelto a lo largo de su carrera social y que 
lo llevaron a que viole las leyes yhaga de la delincuencia una forma de vida. Pero 
si estamos hablando de reincidencia, hay que cuestionarse de qué manera se está 
desarrollando la funcionalidad de la administración de justicia y los programas 
penitenciarios, puesto que continua una incidencia delictiva, por lo que hay que 
conocer el papel que tiene la pena de prisión en la reincidencia, sus límites y 
alcances para determinar si la erradica o, por el contrario, impulsa su desarrollo. 
 Es por esto que la tesis de esta investigación es que a lo largo de la carrera 
social del sujeto se generan determinadas situaciones sociales que juegan un 
papel de suma importancia, pues es a partir de éstas que se define, sustenta y 
retroalimenta la carrera delictiva; en donde algunas veces la persona se 
desenvolverá en su medio como el portavoz, es decir, el más leal del núcleo 
familiar o el grupo, que explican en parte repetición de patrones de 
comportamiento transgresivos que no son ajenos al proceso de socialización. 
Situaciones de incidencia delictiva que se producen y reproducen en tres 
principales escenarios en los que el sujeto se encuentra atrapado en el juego con 
el vértigo y la alteración de límites: 1) la familia, grupo en el que se le crean o 
rompen vínculos emocionales que lo llevan a delinquir; 2) el barrio o la pandilla, 
espacio público que forma un imaginario grupal que justifica la transgresión a las 
leyes; y, 3) la prisión, lugar en el que se conforman grupalidades que dan cuenta 
de una distribución de los ilegalismos. 
 Por lo que en la presente investigación se analizará el fenómeno de la 
reincidencia delictiva a partir de entrevistas realizadas en una investigación de 
campo a prisioneros/as que se contrastan con sus expedientes técnicos 
penitenciarios a fin de explicar los distintos patrones de comportamiento familiar y 
grupal que llevan a que el individuo desarrolle una carrera delictiva. Esto con el 
objetivo de analizar los diferentes escenarios en los que se induce a que el sujeto 
comience a cometer actos delictivos y que posteriormente hacen que permanezca 
en la dinámica criminal. Dichos análisis nos servirán para evaluar el papel de la 
administración de justicia y los programas penitenciarios en relación al delito. 
10 
 
Esta investigación se llevo a cabo como parte del Proyecto PAPIME RR 
300811 ―Sociología y criminología: violencia familiar, suicidio y delincuencia 
femenina‖, en donde se desarrolló un estudio de campo dentro del Centro Femenil 
de Readaptación Social ―Tepepan‖ y el Centro Femenil de Readaptación Social 
Santa Martha Acatitla, durante el periodo del mes de abril a diciembre de 2008; 
tiempo en el que fue utilizado el método etnográfico, es decir, la aplicación de la 
observación participante en la que se puso atención a los programas 
penitenciarios y a la forma en la que se desarrollan los grupos dentro de la 
institución. Asimismo fueron realizadas entrevistas grabadas a internas 
reincidentes, de las que se obtuvieron historias de vida que dieron cuenta de la 
carrera social del sujeto criminal. Por otro lado, fueron revisados los expedientes 
técnicos de internas ya entrevistadas, esto para profundizar más acerca de su 
vida, además de complementar y corroborar datos que ya se habían obtenido. 
De tal manera que la investigación se encuentra dividida en cinco capítulos; 
en el primer capítulo se abordan los diferentes factores que llevan a que el sujeto 
comience una vida delictiva y se da una muestra de cómo se quedan seducidos en 
una dinámica de la que no les es fácil salir. Posteriormente se habla sobre lo que 
se entiende por un sujeto reincidente, cuáles son las características que se le 
atribuyen al mismo y cuáles son los tipos de reincidencia desde una perspectiva 
jurídica. Finalmente se toman en consideración las diversas maneras en las que 
se lleva una vida criminal, es decir, cuando el delincuente hace del delito una 
profesionalización, en donde el crimen es considerado propiamente un trabajo que 
se tiene que cumplir como en cualquier otro. 
En el segundo capítulo se analiza uno de los escenarios que influyen para 
que el sujeto permanezca en una incidencia delictiva: la familia. En éste se toman 
en cuenta las funciones que se le han establecido a la familia como primer agente 
socializador. Asimismo, se maneja la manera en cómo ésta induce 
involuntariamente o no al miembro familiar a delinquir, ya sea que lo hace por 
medio de una transmisión de ciertos valores que para los padres es de lo más 
natural o porque se le hace sentir al individuo que debe cumplir un mandato que 
hay que acatar, situación que sólo demuestra que se es el más leal del grupo. 
11 
 
Además se muestra la forma en cómo a través de una ruptura de los vínculos 
familiares hacen que el hijo busque grupos o medios alternos, como la banda o la 
criminalidad, con los cuales encontrar un sentido a eso de lo que se le ha 
despojado, es decir, una posición en la familia. 
Dentro del tercer capítulo se maneja otro de los escenarios que intervienen 
en la reincidencia: el papel de los grupos juveniles en los barrios; se muestra la 
forma en cómo el barrio va más allá de una simple delimitación del territorio y se 
considera más un lugar de pertenencia en el que se conforman grupalidades. Al 
ingresar a estos grupos el sujeto adquiere un sentido y razón de ser que lo 
engancha en una forma de vida que lo mantiene fiel al grupo gracias a la aventura 
que representa el riesgo, el juego con el cuerpo y, lo que ellos llaman, el vivir la 
adrenalina. Los miembros de la pandilla producen una serie de técnicas que 
neutralizan sus actos delictivos, los justifican, son discursos que mantienen su 
imaginario colectivo en donde la violencia es central en tanto valor que los une. De 
la misma manera se aborda la temática de la relación que hay entre la droga y la 
criminalidad, pues hay veces que el consumo de alguna sustancia lleva a cometer 
actos delictivos para poder continuar con la adicción. 
El cuarto capítulo aborda el último escenario que es tomado en cuenta 
como promotor de la reincidencia delictiva, es decir, la prisión; pues pese a que es 
la institución que se encuentra establecida para erradicar este tipo de conductas, 
pareciera que las promueve más. Se exponen casos en los que se observan los 
distintos roles que pueden llevar las internas y a partir de ahí mantener un buen 
status dentro de prisión, situación que no tenían en el exterior y que en ocasiones 
los lleva a desarrollar una vida placentera, con otras palabras, se institucionalizan. 
Por último, se enseña la manera en cómo dentro de prisión se aprenden varias de 
las técnicas delictivas que una vez en la calle el sujeto aplicará y en algunas 
circunstancias los llevarán de vuelta a prisión. 
Finalmente, en el quinto capítulo se hace un análisis con respecto al papel 
que desarrolla el Estado para la erradicación de conductas que lleven a una 
incidencia delictiva. Se toma en cuenta a la pena privativa de libertad como 
principal medio de control social, por lo que se exponen cuáles son los 
12 
 
fundamentos legales de la pena de prisión, así como cuál es el objetivo por el que 
se encuentra este tipo de sanción y así determinar si realmente se cumple con 
dicho fin por el que fue creada o cuáles son las fallas que tiene. Por otra parte, se 
toman en consideración otras medidas alternas para la prevención del crimen y así 
evitar que sólo se haga una contención del mismo. De ahí que también se 
presenten los límites y alcances que tienen las distintas políticas criminales que 
están vigentes para la prevención del delito y la eliminación de la reincidencia. 
Es así que la reincidencia se ha vuelto objeto de estudio porque se tiene la 
necesidad social de poder controlar este fenómeno. Es un problema que crece día 
con día que merece ser atendido, ya que la incertidumbre por la delincuencia hace 
un llamado para la aportaciónde alternativas que puedan llevar a posibles 
soluciones que brinden a la sociedad una tranquilidad dentro de sus propias 
comunidades. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
13 
 
1. Hacia la formación de una reincidencia criminal 
 
 
Interna: Ganábamos mil quinientos, dos mil, tres mil 
pesos a lo mucho diarios de la mercancía que 
extraíamos de las tiendas comerciales, de lo que 
cada quien juntase. Las que tenían miedo, pues de a 
poquito, se traían quinientos pesos y yo pues era de 
las de más o menos valor, yo me traía mil 
ochocientos, dos mil pesos diarios y no me drogaba. 
Yo juntaba ese dinero y hay veces que traía hasta 
veinte mil pesos, pero pues decía que era quitarle un 
pelo a un gato porque los dueños de esas tiendas 
eran puros árabes y judíos, entonces no era mucho 
delito y por lo mismo le llaman ―robo simple‖, y por lo 
mismo no nos echan muchos meses de cárcel. Y 
pues a una persona sí se le puede lastimar de sus 
facultades, les hace uno daño moralmente, el trauma 
o no sé, algo así, por eso me gusta el fardo. 
 
Fragmento de una entrevista en el interior 
del CEFERESO de Tepepan. 
 
Interna: Yo era una muchacha que andaba ahí 
haciendo sus pininos como delincuente; cuando 
conozco a Jorge, de alguna manera fue mucho más 
escuela, me decía: ―si te robas un peso o un millón, 
la bronca es la misma‖. Entonces me inicié asaltando 
a la gente. 
 
Fragmento de una entrevista en el interior 
del CEFERESO de Santa Marta Acatitla. 
 
 
Una de las situaciones que se presenta con mayor frecuencia en la vida cotidiana 
es la formación de grupos, en donde todo grupo a la vez que es inclusivo, se 
diferencia de otros grupos, por lo que también excluye. Todas las agrupaciones 
aceptan a los semejantes (de acuerdo a ciertas características o marcas) y se 
rechaza a aquellos que muestran alguna acción, actitud o apariencia diferente. Se 
dice que los excluidos, desviados como también son nombrados por Howard 
Becker o los estigmatizados en palabras de Erving Goffman, surgen debido a que 
no se encuentran dentro de los parámetros sociales establecidos, por lo que 
terminan siendo considerados como seres abominables por el peligro que 
representan. Es por esto que en muchas de las ocasiones se les criminaliza, se 
les mantiene en una institución de encierro o se les aleja de la sociedad por ser 
distintos a lo establecido por una minoría, pero que es practicado por la mayoría. 
14 
 
El delincuente es considerado como un desviado; sin embargo, hablar del 
criminal lleva a cuestionarse sobre los factores que lo iniciaron en la delincuencia. 
Situaciones que tuvieron relación con la reacción a la respuesta de los otros al 
considerarlo como un desviado, la necesidad económica, la oportunidad de 
cometer un acto ilícito o simplemente porque es parte de la transmisión de una 
enseñanza. Factores que juegan un papel de suma importancia en la historia de 
vida de cada uno de los sujetos, ya que son éstos los que de alguna manera lo 
incitan a transgredir las normas establecidas. 
Pero no sólo eso, adentrarse en el mundo del criminal lleva a estudiar a 
aquellos que simplemente se quedaron en el amateurismo sino a los que pasaron 
a ser reincidentes. Conocer los hechos que lo llevaron a decidir alejarse o 
continuar en el mundo delictivo; es decir, la forma en la que desarrolló una carrera 
criminal, se hizo del delito una especialización y se consideró como un medio de 
trabajo igual que cualquier otro oficio, en el que se da una gratificación licita o 
incluso, hacer del crimen un estilo de vida con el que se encuentra enganchado 
debido a la satisfacción que se produce al continuar en la dinámica delincuencial. 
 
 
1.1 Criminalización: la persecución de los desviados 
 
Constantemente se escucha hablar sobre diversas pautas de comportamiento, 
hábitos, consensos sociales, códigos de valores o medidas establecidas por las 
estructuras sociales, y es que en toda sociedad siempre han sido impuestos 
elementos socioculturales que intervienen en la socialización de los miembros de 
la comunidad. La existencia de normas o modelos son postulados universalmente 
validos para cada cultura y aceptados por la mayoría de los individuos, ya que es 
por medio de éstos que las interacciones entre los sujetos se mantienen bajo un 
equilibrio, son los que resguardan la cohesión y la reproducción social. Por lo que 
es a partir de ciertos criterios instituidos que se establecen aquellas conductas que 
serán consideradas como permitidas y las que se verán como prohibidas, teniendo 
como objetivo principal evitar la violencia. 
15 
 
 Esta instauración de tipos antagónicos en las acciones trae consigo la 
implantación de límites a los que se tendrán que someter los individuos dentro de 
un deber-ser, e incluso del ser, de la legitimidad que se ha dado a través de lo 
instituyente en lo cotidiano. Se establece así el mundo de lo sagrado, elemento 
constante en todas las sociedades; es la enmarcación de lo que se debe y no 
hacer en el grupo, es el alejamiento de los deseos y las desobediencias, de la 
transgresión a lo que se considera que da orden. Durkheim comentaba que una 
sociedad mantenía su cohesión social siempre y cuando no se violara aquello 
considerado como sagrado, ya que es lo que le da sentido a la comunidad. 
Sin embargo, Michel Foucault decía que ―la función de estos actos de 
demarcación es ambigua en el sentido estricto del término: desde el momento en 
que se señalan los límites, abren el espacio a una transgresión siempre posible‖,5 
puesto a que dichas fronteras pueden ser sobrepasadas, se viola lo que es 
considerado como una prohibición. Por lo que a pesar de que una sociedad pueda 
estar bien estructurada u organizada para mantener su concordia, existen 
individuos que rechazan someterse a reglas exteriores a su voluntad íntima y sólo 
reconocen como ley fundamental su supervivencia e interés personal. Hacen a un 
lado la cohesión social y cuestionan los vínculos que mantienen el orden, lo que 
podría conducir a una eventual pérdida de estabilidad social y producir con ello un 
estado de ―anomia‖, es decir, provocar una serie de sentimientos de ansiedad, 
indiferencia e insatisfacción entre los individuos. 
Para algunos sujetos las prohibiciones se vuelven una especie de 
tentaciones, de ahí que Georges Bataille mencione que ―no existe prohibición que 
no pueda ser transgredida. Y, a menudo, la transgresión es algo admitido, o 
incluso prescrito‖.6 Por ello, la comunidad establece límites en donde se manejan 
las distintas líneas divisorias que caracterizaran los actos no aceptables: la 
delimitación de la locura, la posible exclusión de preferencias sexuales, el sello de 
los tentadores al suicidio, el rechazo a los agresores; lo que sin duda abre el 
campo para el etiquetamiento de los desviados, de acuerdo a cada cultura. Estas 
 
5
 Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, Argentina, Altamira, 1996, p. 13. 
6
 Bataille, Georges, El erotismo, México, Tusquets, 2008, p. 67. 
16 
 
conductas son señaladas, estigmatizadas, producen exclusión; los individuos son 
marcados por el resto de la sociedad, Foucault considera que: 
 
Las vidas que hayan estado animadas por la violencia, la energía y el exceso 
en la maldad, la villanía, la obstinación y la desventura, cualidades que le 
proporcionan a los ojos de sus conocidos, y en contraste mismo con su 
mediocridad, una especie de grandeza escalofriante o deplorable. […] 
Aparentemente infames a causa de los recuerdos abominables que han 
dejado, de las maldades que se les atribuyen, del respetuoso terror que han 
inspirado.7 
 
Este tipo de actos son los que alejan a los sujetos de aquello que ha sido 
establecido por cada sociedad como normal, se considera que atentan contra la 
estabilidad del sistema y rompen con el tejido sociocultural. Estas conductasdesviadas, dirá Massimo Pavarini, son ―el comportamiento de personas o grupos 
que regularmente se apartan de las normas dominantes en la sociedad en que 
viven‖;8 abren un vacío en los valores culturales y las normas sociales. El sujeto 
desviado está imposibilitado para integrarse, no tiene canales para expresar su 
inconformidad, y al no conseguir reprimir su actitud antisocial, tiende a ―innovar‖, 
busca medios alternos, que a la postura mertoniana, ayudan a obtener lo 
instituido. 
 No obstante, Howard Becker considera que la desviación es una realidad 
construida socialmente a través de procesos de definición y de interacción.9 Se 
dirá que la constitución del comportamiento desviado depende de los significados 
que se hacen durante las relaciones sociales, son los atributos impuestos a dichas 
actitudes por parte de los otros. Al respecto, Siegfried Lamnek menciona que los 
desviados son resultado de: 
 
1.- Aquellos que por la organización jerárquica de la estructura social tienen 
poder pueden imponer aquellas normas que son de su interés. Por lo tanto, la 
primera condición para la clasificación como comportamiento desviado es la 
fijación de la misma norma. 
 
7
 Foucault, La vida de… Op. Cit., p. 124. 
8
 Pavarini, Massimo, Control y dominación. Teorías criminológicas burguesas y proyecto 
hegemónico, México, Siglo XXI, 2003, p. 106. 
9
 Cfr., Becker Howard, Outsiders. Hacia una sociología de la desviación, Argentina, Siglo XXI, 
2009, p. 28. 
17 
 
2.- Indudablemente la sola fijación de normas no constituye todavía el 
comportamiento desviado. Recién por la aplicación de la norma, el 
comportamiento se convierte en conformista o desviado. 
3.- De 1 y 2 resulta que la clasificación como comportamiento desviado se 
verifica a través de procesos sociales de definición y asignación.10 
 
De tal manera que el comportamiento desviado no se presentaría si no existiera la 
norma que lo atribuye como una acción fuera de lo establecido, dirá Juan Cajas 
que ―en ausencia de reglas no hay transgresión. Aparentemente no hay juego sin 
reglas. Transgredir una regla, por mínima que sea, vulnera la transparencia del 
juego.‖11 Pero es la transgresión hacia las reglas, el no cumplir con los parámetros 
establecidos o el estar fuera del límite lo que produce la asignación de desviado, 
considerado como tal desde el punto de vista del grupo. Al comportarse como lo 
hace, provoca en los otros una reacción de rechazo o castigo, por lo que termina 
aceptando la etiqueta y considerándose a sí mismo como desviado. 
Entonces, es la respuesta del otro la que hace al desviado, el rechazo hacia 
lo diferente, el miedo a lo desconocido o lo que se considera como peligroso y no 
necesariamente es aquel sujeto que transgrede las reglas a partir de sus actos; las 
violenta con el sólo hecho de ser distinto a lo que se considera un tipo ideal. 
Ejemplo de ello es el comentario de una interna cuando afirma que ―son las 
circunstancias las que muchas veces, no tan sólo las de la policía, sino de la 
gente, principalmente, que la ven a uno con los tatuajes, su historia y dicen: 
‗mmta, mira, ésta bien barrio, ésta bien lo otro, ésta bien…‘, y viene la 
discriminación‖. Por lo que se puede decir que el comportamiento desviado no es 
una cuestión de descripción, sino de adscripción en que son relevantes los 
procesos de asignación. 
 Es así que lo que lleva a cometer actos desviados, ya sea al loco, suicida, 
criminal, pervertido, indigente o marginal, no es una cuestión innata como lo 
postulaban los clásicos de la escuela positivista, sino que se produce a partir de 
una definición que se le impone y de la cual no tiene prácticamente posibilidad de 
salir; de ahí que Howard Becker mencione que: 
 
10
 Lamnek, Siegfried, Teorías de la criminalidad, México, Siglo XXI, 2006, p. 70. 
11
 Cajas, Juan, Los desviados. Cartografía urbana y criminalización de la vida cotidiana, México, 
Miguel Ángel Porrúa, 2009, p. 240. 
18 
 
 
La desviación es creada por la sociedad, no refiriéndose a que las razones del 
comportamiento desviado se hallan en la situación social de la persona 
desviada o en los factores sociales que provocaron su accionar. Los grupos 
sociales crean la desviación al establecer las normas cuya infracción 
constituye una desviación y al aplicar esas normas a personas en particular y 
etiquetarlas como marginales. Desde este punto de vista, la desviación no es 
una cualidad del acto que la persona comete, sino una consecuencia de la 
aplicación de reglas y sanciones sobre el ―infractor‖ a manos de terceos. Es 
desviado quien ha sido etiquetado exitosamente como tal, y el 
comportamiento desviado es el comportamiento que la gente etiqueta como 
tal.12 
 
Se convierten en extraños para la sociedad, se vuelven invisibles, se les quiere 
apartar de la sociedad, son los excluidos; se les relega y repudia, son 
considerados unos estorbos aunque no se les expulsa del todo, dirá Viviane 
Forrester que su existencia ―es sólo un espejismo, porque aunque sea la única 
sociedad lícita, les está vedada; aunque es la única que los rodea, les resulta 
inaccesible‖.13 La exclusión sirve para separar a los grupos considerados 
alienados, extraños, peligrosos y colocar una etiqueta infamante que pretende ser 
irrevocable para quienes transgreden lo establecido; pero también es una 
advertencia para aquellos que muestran escasa entrega a lo instituido y se 
encuentran constantemente frente al límite. Y es que lo que se pretende con la 
marcación de lo prohibido y lo permitido es producir una sociedad homogénea en 
donde la mayoría de las conductas sean una copia de los otros y eliminar lo 
heterogéneo, aquello que manifieste una diferencia que sea considerada viciada, 
ya que, como diría Zygmunt Bauman, ―los extraños son la amenaza encarnada, 
por lo que personifican vicariamente esa inseguridad que acosa nuestra vida‖,14 
son los individuos incómodos que merecen ser aislados, castigados o exiliados. 
Considerados un peligro, los desviados tienden a ser perseguidos por los 
demás miembros de la sociedad que se vuelven cazadores de los elementos 
impuros que alteran con su sola presencia o por la realización de sus actos. Se 
busca deshacerse de aquellos que han sido etiquetados como indeseables y que 
 
12
 Becker, Op. Cit., p. 27. 
13
 Forrester, Viviane, El horror económico, México, FCE, 2001, p. 65. 
14
 Bauman, Zygmunt, Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil, España, Siglo XXI, 
2003, p. 170. 
19 
 
pueden corromper a otros sujetos, que los pueden contaminar con su interacción. 
Es por esto que René Girard menciona que: 
 
Los perseguidores siempre acaban por convencerse de que en un pequeño 
número de individuos, o incluso uno solo, puede llegar pese a su debilidad 
relativa a ser extremadamente nocivo para el conjunto de la sociedad. La 
acusación estereotipada permite y facilita esta creencia y desempeña un papel 
mediador. Sirve de puente entre la pequeñez del individuo y la enormidad del 
cuerpo social.15 
 
La mayoría observa en el desviado un ser abominable que puede romper con el 
orden social; se le persigue y excluye a partir de una marcada indiferencia que los 
miembros de la sociedad expresan ante él, además de que el Estado desarrolla 
una criminalización para su sometimiento. Así, se tiene que la desviación es 
perseguida tanto de manera informal por parte de la comunidad, como de forma 
licita por el poder punitivo, los dos procesos favorecen los estereotipos negativos 
que hacen vulnerable un sector de la población. Raúl Zaffaroni comentaba que 
―todas las sociedades contemporáneas que institucionalizan o formalizan el poder 
seleccionan a un reducido grupo de personas, a las que someten a su coacción 
con el fin de imponerles una pena‖.16 
Dicha selecciónes el resultado de la gestión de diversas agencias que 
conforman el sistema penal que respondieron a la demanda impuesta por las 
clases dominantes y los medios de comunicación sobre la eliminación de los que 
han sido etiquetados como indeseables; vale decir con Bauman, la basura social, 
consecuencia de una globalización y competencia capitalista atroz, que genera 
condiciones de precariedad social, institucional y económica y que acaba por 
general un excedente de población que toma diversas figuras en los migrantes, en 
los campos de refugiados, en nichos sociales pobres o en sujetos criminalizados 
encerrados en las prisiones. En muchas ocasiones la aplicación de esta 
criminalización viola los derechos fundamentales de los individuos que forman 
parte de algún grupo considerado desviado, que transgrede las normas, pero esta 
acción es contantemente justificada por un discurso criminológico considerado 
 
15
 Girard, René, El chivo expiatorio, Barcelona, Anagrama, 2002, p. 25. 
16
 Zaffaroni, Raúl, Derecho penal. Parte general, México, Porrúa, 2001, p. 7. 
20 
 
como verdadero y que se fundamenta en la acción responsable o no del individuo, 
considerado éste fuera de todo contexto social e histórico. Por ejemplo, existen 
situaciones en las que no hay un interés en si la persona realmente cometió el 
delito o no, simplemente porque encuadraba en el perfil impuesto por las agencias 
policiacas se le remite con calidad de sospechoso, ya sea por las características 
físicas, económicas o sociales en donde cualquier individuo puede ser detenido 
por simple sospecha, por lo que los desviados son vulnerables ante este tipo de 
eventos. 
Es así que el etiquetamiento, la selectividad o la criminalización están 
encaminados hacia los sectores marginales, vulnerables, diferentes, aquellos que 
son utilizados como los chivos expiatorios del Estado y la sociedad y que son 
propensos a los procesos de ―limpieza social‖. Se muestran las marcas 
―desviadas‖ que ocultan otras de sus características, no importa lo que es el sujeto 
o lo que pueda hacer, sus anhelos, sus enojos, sus pasiones o miedos, sólo 
interesa que encuadra en los parámetros que son rechazados. Son los desviados 
que la misma comunidad y el gobierno, a través de sus políticas públicas o 
criminales, producen, reproducen y persiguen. 
 
 
1.2 El Estado como constructor de delitos 
 
Muchas son las conductas que se consideran como desviadas y que no 
necesariamente transgreden una norma o el propio consenso social. Pero hay 
actitudes que marcan de manera tajante la inconformidad con el sistema 
establecido a través de acciones que violan las reglas instituidas; Massimo 
Pavarini mencionará que ―el malestar social, la insatisfacción por el orden social 
presente, encuentran también su manifestación en el comportamiento criminal‖.17 
El acto delictivo queda visto como aquella acción que atenta en contra de la 
estructura básica de la sociedad, destruye sus valores fundamentales y lesiona las 
 
17
 Pavarini, Op. Cit., p. 59. 
21 
 
normas elementales de convivencia; al respecto Cajas comenta que el sujeto 
delinque porque: 
 
El ser humano es egoísta. La vida en comunidad es posible gracias a cuatro 
factores: 1. Apego, 2. Compromiso, 3. Implicación, y 4. Creencia. En ausencia 
o debilitamiento de estas pautas se erosiona la socialización […] Instala al 
sujeto en un mundo paralelo. El individualismo contemporáneo, consustancial 
a una economía de mercado y de consumo compulsivo, expulsa a los sujetos 
de la colectividad social y los enreda en la trampa del cálculo egoísta: la 
conducta criminal.18 
 
Sin embargo, a partir de qué se puede determinar que una conducta es criminal o 
no. En la cotidianeidad se observan una serie de actos que pudieran dañar la 
convivencia social y que por lo tanto son sancionados con una pena. Y es que en 
sociedad no se pasan por alto todas aquellas acciones que se consideran como 
un peligro para el orden, por lo que todos esos actos son especificados y definidos 
dentro de los diversos códigos o leyes como delitos. Así, el delito queda 
constituido a partir de dos puntos fundamentales que se complementan, por un 
lado se tiene el relativismo histórico de la comunidad y por el otro, a través de un 
ordenamiento jurídico que queda instituido como algo prohibido y punible. 
 Partiendo del relativismo se tiene que en cada momento histórico y espacio 
cultural los actos considerados como delitos han ido variando. De tal manera que 
la producción de los delitos estaba condicionada al contexto histórico y social por 
el que se estaba atravesando, por lo que los crímenes han pasado por una 
transición, algunos han desaparecido, otros han surgido y están los que se han 
intensificado en cuanto a la pena que se les establece. Así, se tiene que los 
primeros delitos que más fueron castigados con penas privativas de libertad en 
México eran aquellos considerados como pecados: la ociosidad, homosexualidad, 
prostitución, y aquellos actos cometidos por los sodomitas, enfermos venéreos, 
blasfemos, suicidas y libertinos.19 
En algunas ocasiones, la demanda social expresada en movimientos 
sociales, grupos de presión, medios de comunicación, será la que exhorte para 
 
18
 Cajas, Los desviados… Op. Cit., pp. 299 – 300. 
19
 Cfr. Barrón, Martín, Catálogo de documentos. Cárcel de Belén (1900 – 1911), México, Gobierno 
del Distrito Federal, 2000. 
22 
 
que una acción sea considerada o derogada como delito; tal es el caso del aborto 
considerado y penalizado en el Distrito Federal como una acción merecedora de 
una sanción penal hasta el año 2007 cuando fue despenalizado tras la 
implementación de los nuevos lineamientos para la interrupción del embarazo, 
mientras que en el Estado de Guanajuato continua siendo una acción altamente 
penada por la Ley. También se tienen casos en donde algunos delitos no eran 
considerados graves hasta que se incrementan los índices de los mismos, como 
por el ejemplo el caso del secuestro. En efecto, fue a finales del 2009 que las 
penas fueron endurecidas con la finalidad de disuadir dicha conducta criminal, 
pero fue a partir de las llamadas ―Marchas por la paz,‖ realizadas en el mismo año 
por un gran sector poblacional que demandaba un alto a este tipo de actos porque 
afectaron la seguridad de los ciudadanos, generando una percepción de 
incertidumbre, que se llevó la aplicación de castigos más severos para los 
secuestradores. En la actualidad el delito que se presenta como una constante en 
las demandas de la comunidad es el de robo y aquellos crímenes relacionados 
con el crimen organizado, delitos en los que se muestra cada vez más la violencia 
con la que se realizan y producen un impacto en la sociedad que solicita finalicen. 
 En el caso del ordenamiento jurídico, es establecido a partir de las 
peticiones de la comunidad y por lo que los legisladores consideran necesario 
para el mantenimiento del equilibrio social. Dicho orden legal es concretado dentro 
de las distintas leyes que quedan definidas en los Códigos Penales, en donde se 
menciona la acción que es considerada como delito, las características de 
determinado acto y la sanción a la que es merecedora de acuerdo a la gravedad 
de éste, es decir, se resumen y describe todo lo que es considerado como una 
infracción. Luis Jiménez de Asúa considera que ―esa descripción legal es lo que 
constituye la tipicidad. Por lo tanto, el tipo legal es la abstracción concreta que ha 
trazado el legislador, descartando los detalles innecesarios para la definición del 
hecho que se cataloga en la ley como delito‖;20 es la simple especificación de la 
transgresión de las normas. 
 
20
 Jiménez de Asúa, Luis, Teoría del delito, México,Editorial Jurídica Universitaria, 2003, p. 141. 
23 
 
 El delito, como tipo legal, queda descrito a partir de un tripe aspecto: la 
acción, la antijuridicidad y la culpabilidad. Cuando se hace alusión de una acción 
que transgredió las normas establecidas se habla de que hubo un acto que 
produjo algún cambio en la cohesión social. Dirá Jiménez de Asúa que ―el acto es 
la manifestación de la voluntad que mediante acción produce un cambio en el 
mundo exterior, o que por no hacer lo que se espera deja inerte ese mundo 
exterior, cuya mutación se guarda‖.21 Es decir, habrá ocasiones en las que el delito 
es resultado de una acción que el sujeto ha llevado a cabo de forma consciente 
esperando obtener algo a partir de la realización del mismo, en donde hay veces 
que es efectuado con planeación, alevosía y ventaja, mientras que en otras sólo 
se espera la oportunidad de la realización del acto; no obstante hay situaciones en 
que la omisión de lo que se encuentra instituido lleva a la violación de las normas, 
por lo que también se considera como una infracción. 
 El acto delictivo se encuentra relacionado con la antijuridicidad, son 
elementos que se complementan, ya que se refiere a lo que va en contra de la 
norma jurídica; por lo que toda acción que viole o atente el tipo legal es 
considerado antijurídico. Finalmente, la culpabilidad se funda en la posibilidad de 
hacer un reproche al autor de una acción antijurídica, es decir, ésta se presentará 
siempre y cuando se le pueda imputar al sujeto a partir de que se tenía la voluntad 
de la realización del acto y por el conocimiento del resultado que se causaría. De 
tal manera que son estos tres elementos los que le dan forma a la producción de 
cada uno de los delitos descritos en los Códigos Penales como tipos punibles. 
 En México, la tarea de determinar o, mejor dicho, tipificar cuáles conductas 
serán consideradas como delitos y cuáles son proclives para producir un sentido 
deóntico de lo que es legítimo le es encomendada al derecho. No obstante, Oscar 
Correas menciona que ―las leyes son simplemente un producto del discurso del 
derecho‖,22 ya que las reglas de conducta social se generan a partir de la 
percepción que tienen los creadores de las normas acerca de las relaciones 
sociales y no precisamente de la realidad en la que se están desarrollando las 
 
21
 Ibídem, p. 90. 
22
 Correas, Oscar, Introducción a la sociología jurídica, México, Fontamara, 2007, p. 146. 
24 
 
interacciones entre los individuos; a pesar de esto, el derecho cumple con la 
función de aplicar las leyes tal como se encuentran establecidas, pues lo 
importante para el Estado es la producción y reproducción de mecanismos de 
control que regulen todo lo que se encuentra fuera de lo que él considera como 
ilícito; de ahí que Michel Foucault mencione que ―el poder disciplinario tiene la 
propiedad de ser siempre normalizador, inventar siempre nuevos sistemas de 
recuperación, de restablecer siempre la regla, es decir, que los sistemas 
disciplinarios se caracterizan por un trabajo constante de la norma en la anomia‖.23 
 Aunque cabe señalar que la descripción de los tipos legales se limita a dar 
una simple delineación no detallada, puesto que no se presentan los pormenores 
de cada una de las acciones, por lo que la definición puede ser vista de una forma 
ambigua y dejar la alternativa para que la acción no sea considerada como un 
delito. Es decir, cuando un acto no se adecua completamente al tipo legal descrito, 
no es suficiente para que se declare la existencia de una acción criminal; lo que 
lleva a una interrogante entre aplicar o no la pena, y en caso de que sea aplicada, 
de qué manera hacerlo, de la misma forma que una acción acorde al tipo legal o 
sólo un castigo mínimo que pudiera ser simbólico para evitar que se vuelva a 
cometer la misma acción. De tal forma que todos aquellos actos que violenten el 
orden social, pero que no se encuentren como un ordenamiento jurídico, no serán 
considerados como un delito, ya que no se encuentran estipulados como 
merecedores de una sanción penal. 
Así, para que un acto sea considerado ilícito se debe encontrar tipificado 
como tal dentro de algún Código Penal bajo la amenaza de una pena o sanción 
vigente. Es un acto que en principio, tras su repetición y por carácter de 
transgresor de las normas impuestas, queda catalogado como un crimen, por lo 
que aquel que lo cometa o lo repita estará incurriendo en un delito. De tal manera 
que es el Estado el productor de los delitos al calificar las acciones como tales, 
son una definición y construcción de lo criminal a partir de un sistema legal de 
justicia. 
 
23
 Foucault, Michel, El poder psiquiátrico, Buenos Aires, FCE, 2005, p. 76. 
25 
 
Sin embargo, para Durkheim ―el delito es normal porque una sociedad 
exenta del mismo es del todo imposible‖;24 es decir, que el delito es considerado 
como un hecho social normal que no se observa solamente en la mayoría de las 
sociedades de todos los tipos, sino que no hay una en la que no haya criminalidad, 
por lo que es normal que se le califique como una acción propia del grupo social. 
De hecho, se considerará que el delito viene a presentarse de una manera útil, ya 
que gracias al delincuente se da un desarrollo moral del grupo, aporta para la 
reconstrucción de la conciencia colectiva y es visto como un agente regulador de 
la vida social. En la medida en que a la sociedad le incomodan los delincuentes, 
ésta se reestructura para poder mantener la cohesión social que conserva a la 
colectividad. 
Todo es en beneficio de lo social; los grupos sociales crean los delitos al 
establecer las normas que constituyen una acción prohibida, por lo que el delito no 
es una cualidad del acto de la persona que lo comete, sino una consecuencia de 
la aplicación de la regla sobre aquel que la transgrede y que merece ser 
castigado. Al crear los delitos, se podría considerar que se da la pauta para la 
existencia de los criminales, pues como comentará Becker: ―la desviación es 
creada por la sociedad‖,25 el ser criminal será todo aquel que termine realizando 
aquello que es considerado impuesto como prohibido por los otros. Una cosa es 
cierta, los delincuentes incurren en la realización de aquellas acciones 
catalogadas como un delito, son tipos legales que tarde o temprano realizará 
algún sujeto, pero habría que preguntarse ¿cuáles son las situaciones que llevan a 
que una persona cometa actos delictivos? 
 
 
1.3 El aprendiz de delincuente: necesidad, oportunidad o enseñanza 
 
En los últimos años se habla sobre las condiciones precarias que ha traído la 
llamada modernidad, en donde las circunstancias sociales se ven cada vez más 
 
24
 Durkheim, Émile, Las reglas del método sociológico, México, Colofón, 2002, p. 79. 
25
 Becker, Op. Cit., p. 28. 
26 
 
perturbadas debido a la inestabilidad en la que se encuentra tanto la estructura 
social como la economía, llevando a quebrantar la cotidianeidad de los sujetos. 
Dirá Bauman que es el ―tránsito de una modernidad sólida, la cual era estable y 
repetitiva, a una líquida que es flexible y voluble, en la que las estructuras sociales 
ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de 
referencia para la acción humana‖,26 puesto que son efímeras, muchas de las 
acciones que se desarrollan no tienen un objetivo preciso y los individuos 
muestran un rol indefinido. El cambio de una época a otra siempre enorgullecía a 
los miembros de la sociedad pensando que traería mejoras en la calidad de vida 
de los mismos, pero hoy se muestra a una población vulnerable y, en ocasiones, 
indefensa ante un sistema que ella misma desconoce. 
En los medios de comunicación se comenta sobre un crecimientoen el 
sector económico, del incremento de la inversión en el país, del aumento en el PIB 
y la ampliación en la tasa de empleos, sin embargo no se menciona que ese 
desarrollo monetario ha sido sólo en beneficio de un pequeño sector de la 
población, dejando desprotegida al resto de la misma. La concentración de la 
riqueza y los niveles amplios de desigualdad social es uno de los problemas más 
agudos que vive toda Latinoamérica. Esto debido a que el supuesto progreso en la 
economía se ha obtenido a partir de una amplia cantidad de inversiones, pero la 
mayoría de éstas se lleva a cabo dentro de la bolsa de valores o en los distintos 
bancos produciendo sólo el manejo de un capital ficticio, trayendo como 
consecuencia la disminución de los empleos, el desempleo y la incertidumbre 
financiera de una gran cantidad de la población; teniendo que el capitalismo 
neoliberal que ha devastado el Estado keynesiano del bienestar y la regulación 
social ha provocado procesos de exclusión importantes. Debido a esto Bauman 
dirá que ―en todas partes se producen y se expulsan <<desperdicios humanos>> 
en cantidades cada vez mayores‖,27 puesto que no son considerados útiles para la 
sociedad, no son rentables al no producir algún tipo de ganancia que retribuya al 
Estado o a una minoría empresarial, es por esto que Forrester menciona que un 
 
26
 Bauman, Zygmunt, Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, México, Tusquets, 
2009, p. 7. 
27
 Ibídem, p. 80. 
27 
 
principio individual es: ―un individuo sin función no tiene lugar ni acceso evidente a 
la vida, o al menos a su prolongación‖.28 
 Aunado a lo anterior, el medio laboral se presenta de una forma caótica a 
partir de la última crisis económica que abrió la brecha entre aquellos que 
disponen de un trabajo estable en los sectores protegidos y los que se encuentran 
atrapados en las labores precarias. El empleo se presenta en la actualidad con 
bajas remuneraciones que se obtienen por empleos efímeros y poco calificados 
que no cuentan con protección social ni prestaciones correspondientes a la Ley, 
en los que ya no se genera antigüedad y son custodiados por contratistas que sólo 
generan contratos temporales. Todo esto lleva a que los individuos estén en 
períodos de desempleo, subempleo, empleos informales, que dejen las vacantes 
sin ocupar por las situaciones de desaliento, que emigren del país en busca de 
mejores condiciones de vida o encuentren medios alternativos para sobrevivir de 
una manera digna o poder alcanzar los estándares establecidos por la sociedad. 
 El sociólogo norteamericano Robert K. Merton menciona que en toda 
sociedad existe una estructura establecida que ejerce presión para alcanzar todas 
las expectativas de éxito implantadas por la comunidad, para lo cual se requieren 
los medios institucionales para alcanzarlos, es decir, los elementos que componen 
la estructura social y cultural;29 al respecto el autor comenta que: 
 
El primero de estos elementos (social) consiste en las metas, propósitos o 
intereses sustentados como objetivos legítimos por todos los individuos de la 
sociedad. […] Los objetivos predominantes implican diversos grados de 
sentimiento y de importancia y comprenden una estructura de referencia 
aspiracional. Son las cosas ―por las que vale la pena esforzarse‖. […] El 
segundo elemento (cultural) es el que define, regula y controla los modos 
admisibles para alcanzar esas metas.30 
 
 
28
 Forrester, Op. Cit., p. 36. 
29
 Cuando Baratta retoma a Merton menciona que para éste la estructura social se refiere al 
complejo de las relaciones sociales en que los miembros de una sociedad o de un grupo se hallan 
diversamente insertos; mientras que la estructura cultural es el complejo de acciones axiológicas 
comunes que regulan el comportamiento de los miembros de una sociedad o de un grupo. Baratta, 
Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho penal, México, Siglo XXI, 2009, p. 60. 
30
 Merton, Robert K., Teoría y estructura sociales, México, FCE, 2002, p. 210. 
28 
 
Es decir, se habla de metas que serán alcanzadas a partir de formas 
institucionalizadas, o sea, por un camino legítimo. Sin embargo, no todos los 
individuos tienen acceso a esos medios para alcanzar las metas establecidas; 
paradójico, es la sociedad la que impone las metas y los métodos de llegar a ellas, 
pero pareciera ser que es ella misma la que pone trabas para que no todos tengan 
las condiciones sociales para conseguirlas. Esto produce un desequilibrio entre los 
objetivos y los medios establecidos que hace que los sujetos tengan una 
sensación de vacío, de sinsentido, por lo que harán cualquier actividad para cubrir 
esa carencia, sin importar que ésta sea destructiva o lleve a la eliminación del otro; 
por esto Merton mencionaba que: 
 
La estructura social entra en tensión con los valores culturales, puesto que 
posibilita, sin más, un proceder adecuado a las normas y los valores a los 
titulares de determinadas posiciones en la sociedad, mientras que a otros se 
lo dificulta o incluso se lo imposibilita. La estructura social actúa ya sea 
obstaculizando o fomentando la satisfacción de las expectativas culturales. 
Cuando la estructura cultural y social están mal integradas, cuando la primera 
exige comportamientos y actitudes, que la segunda obstaculiza, entonces de 
ello resulta una tendencia al derrumbe de las normas, a la falta de las 
normas.31 
 
Esta inestabilidad genera en el individuo un estado de anomia que lo hace 
desarrollar una serie de adaptaciones en las que mostrará aceptación o rechazo 
de las metas o los medios. Y es que en su afán por cumplir con los estereotipos 
sociales, dirá Gérard Imbert que, ―el sujeto anómico es un sujeto dividido, […] no 
tiene suficiente dominio exterior como para estar al mismo tiempo <<integrado>> 
(parte integrante del sistema) y en parte <<liberado>> (en determinados espacios 
de realización) de las limitaciones objetivas del sistema‖,32 por lo que busca 
soluciones individuales a problemas originados por la sociedad. Por lo que Merton 
distingue cinco formas de adaptación entre las que se encuentra la conformidad, la 
innovación, el ritualismo, el retraimiento y la rebelión;33 las cuales terminan siendo 
 
31
 Cit. Post. Lamnek, Op. Cit., p. 43. 
32
 Imbert, Gérard, La tentación de suicidio. Representaciones de la violencia e imaginarios de 
muerte en la cultura de la posmodernidad, España, Tecnos ensayos, 2004, p. 19. 
33
 En su libro Merton reproduce una tabla en la que se destaca que en la conformidad se aceptan 
tanto las metas como los medios institucionalizados; en la innovación se está de acuerdo en las 
29 
 
conductas divergentes que transgreden las normas porque no se acepta la 
limitación del sistema que reprime la aspiración de alcanzar las metas impuestas. 
En el caso de algunas personas se habla de una innovación debido a que 
se les impide adquirir los medios legales de vida; pareciera que están condenados 
a un estado de supervivencia en el que buscaran medios alternativos que para 
otros resultan inadecuados. El fracaso laboral, las crisis económicas, la falta de 
oportunidades, los estilos precarios de vida o vivencias que se han producido de 
una manera caótica hacen que los individuos se dediquen a ocupaciones alternas 
en las que se tenga un seguro acceso, tales como la mendicidad, la economía 
informal, la venta de drogas, los chanchullos en la calle o la criminalidad, 
actividades que le son redituables a dichos sujetos. Un ejemplo de ello lo muestra 
Gabriel Kessler cuando comenta que: 
 
La inestabilidad laboral impide imaginar alguna movilidad ascendente futura, 
en el presente lleva a que el trabajo se transforme en un recurso de obtención 
de ingresos más entre otros, como el robo, el pedidoen la vía pública, el 
―apriete‖ (solicitar dinero en la calle con una velada de amenaza de violencia) 
y el ―peaje‖ (bloqueo de una vía de pasaje obligado en un barrio para exigir 
dinero a los transeúntes a cambio de dejarlos pasar).34 
 
Situaciones de este tipo dan muestra del desequilibrio en el que se encuentran las 
instituciones y que no hacen más que generar desconfianza sobre los postulados 
con que se encuentran forjadas, de ahí que los individuos formen alternativas ante 
la imposibilidad de desarrollarse en un estilo de vida estable. Asimismo, estos 
mecanismos distintos a la economía o a los estilos de vida propuestos por una 
mayoría se producen como resultado de un sistema inestable que es cambiante 
sin aviso alguno, sin reglas claras y en donde no hay motivación alguna que 
estimule al sujeto a obtener los fines impuestos por medio de los recursos 
 
metas y en los medios, pero como no puede alcanzar los medios establecidos, propone medios 
alternos para acceder a los objetivos planteados; en el ritualismo se rechaza las metas culturales y 
aceptan los medios institucionales, pero como no muestra ningún interés por los objetivos, no le 
interesa si los puede alcanzar o no; en el retraimiento no importan ni las metas ni los medios, por lo 
que simplemente se hace a un lado al no querer lo que la sociedad le impone; finalmente está la 
rebelión, en la que el individuo se queda fuera de la estructura social al querer una nueva, muy 
modificada. Cfr., Merton, Op. Cit., pp. 218 – 236. 
34
 Kessler, Gabriel, Sociología del delito amateur, Buenos Aires, Paidós, 2004, p. 34. 
30 
 
establecidos. Es por esto que muchos ven en el delito un medio alterno, una 
actividad legal como cualquier otra, en la que hay reglas similares a las que se 
promueven dentro de un empleo formal o en los medios institucionales en los que 
se desenvuelven cotidianamente. 
Se vive cada vez más el momento en un ambiente poco esperanzador para 
la persona, en el que no se tiene un sentido que lo alenté a continuar dentro de 
esa vía, por lo que lo único importante es generar una vida efímera y placentera, 
en la que se cubran las necesidades que se requieren o incluso las innecesarias 
de una manera inmediata, dejando a un lado las consecuencias que se pudieran 
ocasionar para conseguir lo que se quiere. De ahí que Ivan Boszormenyi-Nagy 
mencione que: 
 
Si desde el punto de vista de un joven el mundo aparece como algo 
irremediablemente corrupto y falto de interés, él tratará de producir una 
respuesta basada en valores de sociedad mediante una acción provocativa y 
desafiante. Para ciertos jóvenes esto revestirá la forma de actos 
autodestructivos o ‗delictivos‘.35 
 
Así, en algunas ocasiones el crimen se considera como cualquier otro trabajo, 
pues por la necesidad de una economía estable que le dé seguridad al individuo 
se desarrolla lo que Kessler denominó como una ―lógica de provisión‖, un estado 
de abastecimiento propio en donde la obtención de dinero o productos se vuelve el 
eje central del delito; no importa de dónde sea su procedencia, éste es 
considerado legítimo, ya que permite cubrir las necesidades tanto de quien comete 
el acto ilícito como de sus congéneres. De ahí que el autor comente que la 
―legitimidad y legalidad se desacoplan al punto que tiene mayor legitimidad una 
acción ilegal proveedora que una legal que no lo es‖,36 debido a que cuando los 
medios establecidos no son suficientes para sobrevivir se tiene que hacer uso de 
la innovación mertoniana para alcanzar dichas exigencias. Tal como lo expone el 
siguiente relato de una interna cuando comenta su inicio en la delincuencia tras el 
abandono de su pareja, quien era el proveedor del hogar: 
 
35
 Boszormenyi-Nagy, Ivan y Spark, Geraldine, Lealtades invisibles. Reciprocidad en terapia 
familiar intergeneracional, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, p. 78. 
36
 Kessler, Op. Cit., p. 43. 
31 
 
 
Sociólogo: ¿Se fue con los niños (el marido de la interna)? 
Interna: No, él me dejó sola con los niños y este, pues me tuve que poner a 
hacer cosas malas, para tener para mantener a mi hijo. 
Sociólogo: Digamos que la necesidad te empuja. 
Interna: A hacer muchas cosas. 
Sociólogo: ¿Y cómo es que te metes en la delincuencia? 
Interna: Pues comienzas a conocer, es cuando yo me quedo sola, es cuando 
empiezo a conocer a mujeres, algunas personas me empiezan a presentar 
personas que andan metidas en cosas malas, y pues te invitan, y te jala. 
 
El crimen comienza con una dinámica de suministro para la manutención de la 
familia, el desarrollo de una vida placentera, el sustento de algún vicio o por 
acceder a lo que no se tiene. Una interna comenta que la necesidad de querer lo 
que las compañeras tenían fue lo que la inicio en la criminalidad: ―siempre vas a 
ver a las chamacas de la secundaria ‗ira llevo esto‘ y yo no tengo, o ‗mira me 
compraron esto‘, y ya cuando empecé a trabajar (vendiendo droga) iba a la 
escuela con la mochila llena de cambio, de un montón de dinero‖. De tal manera 
que esa necesidad, que en ocasiones será hambre de tener lo que podría parecer 
inaccesible, abrirá camino para una posible carrera criminal. 
 Estas alternativas al cumplimiento de lo que se necesita instauran al sujeto 
en la incertidumbre de la obtención de su deseo o de ser aprendido por los 
cuerpos policiales, ya que se encuentran a la disposición de los diferentes medios 
que utiliza para tolerar la cotidianeidad. Ya Z. Bauman, A. Giddens, N. Luhmann y 
U. Beck37 mencionaban que esta modernidad trae consigo una infinidad de 
contingencias, es una sociedad del riesgo en la que los individuos se encuentran 
viviendo al extremo, pues cualquier decisión los puede llevar a una consecuencia 
arriesgada, incluso el no elegir nada tiene sus riesgos. Estando en una sociedad 
de esa naturaleza, los miembros se encuentran frente al límite de toda situación, 
se desenvuelven entre el juego y el vértigo, lo que hace que se vuelvan cada vez 
más egoístas y abusen de la violencia. 
 Cabe señalar que la necesidad no es el único factor que hace que el sujeto 
se inicie en la delincuencia, ya que habrá otras ocasiones en las que se cometa un 
 
37
 Cfr., Giddens, Anthony, et. al., Las consecuencias perversas de la modernidad, Barcelona, 
Anthropos, 2007. 
32 
 
acto ilícito debido a que se presenta la oportunidad para llevarlo a cabo o para 
participar en él. Es como algunas internas comentaban: ―el momento hace al 
ladrón‖, pues no siempre habrá una planeación de cómo desarrollar el delito, no 
hay una guía ni una anticipación de las consecuencias. Dirá Imbert que ―estamos 
ante una conducta que está continuamente del otro lado del límite, fuera de toda 
norma de convivencia, abocada al azar de los encuentros, cuyos blancos surgen 
sobre la marcha, sin premeditación, pero con una propensión a la destrucción‖;38 
ejemplo de ello es el siguiente diálogo que reproduce una interna de Tepepan: 
 
Me salía y empezaba a caminar y de repente ¡chin!, ya veía algo puesto y 
decía ‗ésta es la chida‘ ¡pum!: 
Interna: Amiga me das tu hora, 
Víctima: Ah sí, 
Interna: Camínale, no hagas pedo, no hagas pedo, nada más dame tu bolsa o 
lo que traigas y ya, no hagas pedo, 
Víctima: Ay, pero…, 
Interna: ¡Oh!, mira no me saques de onda, va. Y ya, ¡pum!, tenía lo que me 
había gustado, así espontáneo. 
 
Ese sentido de instantaneidad cuando se presenta la oportunidad tiene un carácter 
de urgente que se impone conscientemente a la razón, no se prevén los riesgos, 
se suspende la reflexión a fin de realizar el crimen, tal como se observa en el 
siguiente relato de una interna: ―ese día se me hizo bien fácil robar, la verdad, yo 
traíadinero, porque yo traía dinero, pero sólo por querer ir escuchando música, 
una chava traía su ipod, y dije ‗pues vamos a robarla‘‖. Por ello dirá Gilles 
Lipovetsky que ―los delincuentes nuevos ola se lanzan en operaciones a menudo 
improvisadas, sin conocimiento de los lugares, de los fondos, de los sistemas de 
alarmas, empresas altamente arriesgadas a cambio de un beneficio mínimo‖.39 
Esto debido a que son delitos desorganizados en los que no se ve un proyecto de 
organización y en donde lo efímero es lo primordial. 
 Otro de los factores que incitan a ingresar a la delincuencia es la enseñanza 
que se tiene por parte de los semejantes, Edwin Sutherland comentará que la 
conducta criminal es aprendida como cualquier otra acción. El cómo efectuar un 
 
38
 Imbert, Op. Cit., p. 83. 
39
 Lipovetsky, Gilles, La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 2008, p. 209. 
33 
 
primer delito es transmitido – ―impregnado‖, para usar un término del autor – a 
través de las interacciones con personas que se encuentran relacionadas en un 
ambiente criminal y con las que se tiene una relación íntima. De tal manera que la 
instrucción incluye, por un lado, la técnica para cometer el delito, que en algunas 
ocasiones son muy simples y otras complicadas, todo depende de qué o hacia 
quién vaya dirigido el acto ilícito; al respecto una interna comenta lo siguiente: 
 
Hay formas de robar carros. El papá de mi niño me enseñó a agarrar una 
pistola porque sino la agarras bien te levanta la mano. Hay carros como el 
mercedes que traen sistemas de seguridad, yo me acercaba y le decía ―amigo, 
me das tu hora‖ y yo veía qué había dentro del carro. Uno como ratero 
aprende lo que hay que ver. Mi amigo llegaba del otro lado y vámonos, lo 
dejábamos ahí. 
 
Por otro lado, se enseña la dirección específica de los motivos, impulsos, 
racionalizaciones y actitudes. Una presa menciona que: ―una de mis parejas me 
enseñó que para cuando él no estuviera yo hiciera esto para tener dinero, a meter 
la mano en las carteras y en las bolsas sin afectar a nadie‖; esta orientación 
concreta tiene que ver con las definiciones que se ven como favorables ante la 
violación de las leyes. El delincuente amateur es convencido de que la 
transgresión a las reglas es una acción de la que se puede obtener algún beneficio 
y no siempre tener consecuencias, por lo que desarrollar un crimen es visto como 
un acto común en el medio en que se desenvuelve y con las personas con las que 
lo hace. 
Es así que en la mayoría de las ocasiones un delincuente amateur 
encuentra los factores para iniciarse en la delincuencia por la necesidad, la 
oportunidad o la enseñanza con aquellas personas que lo invitaron u orientaron a 
cometer crímenes. Son situaciones que consideran se viven de una manera 
efímera, que se realizan por cubrir las necesidades o que son tomadas como una 
acción laboral como cualquier otra legal. Sea cual quiera de estos motivos, habrá 
quienes tomen al delito como algo temporal y se termine dejando rápidamente, 
pero hay individuos que se dedican a hacer una vida criminal, en la que la 
delincuencia se desarrolla como un modo de vida y se produce así una carrera 
criminal. 
34 
 
 
 
1.4 La incidencia como parte de una carrera criminal en crecimiento 
 
Goffman menciona que todo sujeto desarrolla a lo largo de su vida una ―carrera‖, 
dirá que ―el término se utiliza para referirse a cualquier trayectoria social recorrida 
por cualquier persona en el curso de su vida; la perspectiva adoptada es la de la 
historia natural‖.40 Dicha carrera tiene una ambivalencia, por un lado, se relaciona 
con asuntos subjetivos como los pensamientos, las ideas, las motivaciones y los 
deseos de acuerdo a cómo han sido captados por cada una de las personas 
dentro de su historia de vida, siendo esto lo que determina el actuar en el medio 
social. Por el otro lado, se refiere una posición formal a lo social, a un estilo de 
vida que forma parte de un complejo institucional. 
De tal manera que dentro de la carrera se puede mostrar lo público y lo 
personal, la relación que hay entre el yo y su sociedad significativa. Dentro de esta 
trayectoria todo individuo lleva la insignia de la sociedad en el lenguaje que es una 
estructura que le precede (como las mismas tradiciones y valores sociales); en los 
vínculos y ligaduras emocionales que se conforman como parte de una marca 
dentro del deseo; y, como fruto de los procesos socializantes que son impensables 
fuera de las relaciones sociales y emocionales que se establecen en los grupos y 
las instituciones, entre las que destaca la familia, los amigos o la escuela. 
En el caso de la criminalidad, el delincuente forja en su trayectoria una 
carrera criminal, que en sus inicios es impulsada ya sea por la familia o por la 
banda o el barrio, mismos agentes que hacen que se mantenga y hagan que el 
individuo se vea envuelto en ésta, haciéndola su forma de vida; dicha carrera va 
en incremento adoptando una identidad con aquellos que se encuentran en el 
mismo medio criminal. Es el paso del amateur, del que se inicio en la delincuencia 
por la necesidad, la oportunidad, la invitación o la enseñanza, al sujeto que insiste 
en la transgresión de las normas, para el que el crimen ya es un modo de vida que 
 
40
 Goffman, Erving, Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales, 
Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p. 133. 
35 
 
no tiene intensión de abandonarlo en un tiempo cercano, pues como lo comenta 
una interna: ―la primera vez yo lo hice por necesidad, pero como que se me hizo 
como un mal hábito, como que una costumbre‖. Y es que dicen los delincuentes 
que una vez que se ingresa a ese mundo es más fácil y atractivo permanecer en él 
que dejarlo, pues se comenta por parte de las internas que ―ya entrando a la 
primera, ya le atoras a las que vengan‖, pero las próximas ocasiones con una 
mayor organización. Dirá Kessler que: 
 
La construcción de una carrera implica una serie de movimientos hacia el 
incremento de racionalidad en la acción: elección de un campo de 
especialidad, mejor selección de la víctima, intentos de disminución de 
riesgos. Al mismo tiempo, se trata de aceptar dentro de las consecuencias de 
sus acciones la posibilidad de ―perder‖, entendida en el sentido de caer preso 
y, de modo más extremo, en el de perder, lisa y llanamente, la vida. 
Paralelamente a este proceso, se va identificando con ciertos principios, con 
normas sobre lo que se debe y no se debe hacer, fundamentalmente a quién 
robar y cómo evitar el uso innecesario de la violencia o cuáles son las 
ocasiones donde es legítimo usarla.41 
 
El delito ya no es improvisado ni desorganizado, ahora se vuelve cada vez más 
pulcro y definido, no es un acto especulativo, hay una coordinación entre los 
participantes o en la manera en que se llevará a cabo la acción, ya no es una 
situación de oportunidad, sino más bien de planeación. Conforme se va 
adentrando cada vez más en la delincuencia se toman en cuenta los riesgos que 
puede traer el desarrollar determinado acto ilícito, por lo que se prevén todas las 
posibles situaciones, se toma en cuenta un proyecto, se estudia el hecho y se van 
mejorando las técnicas para efectuarlo. Pero no sólo eso, muchos de los 
criminales también planean una escapatoria por si llegasen a ser detenidos, se 
procura tener un fondo de ahorro para poder pagar una fianza o se asumen las 
consecuencias, tal y como lo menciona una interna dentro de prisión: ―nos gustaba 
ganar, pues ahora nos tocó perder y pues ni modo, como buenas cabronas hay 
que aguantar, nos tocó perder‖; por lo que de este tipo de eventos se aprenden los 
errores que no se deben cometer para evitar volver a estar en prisión o enfrentar 
un riesgo innecesario. 
 
41

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