Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN ANTROPOLOGIA FACULTAD DE FILOSOFIA y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTRc)PO~ÓGICAS RITOS FUNERARIOS EN EL NOROESTE DE MÉXICO. UNA APROXIMACiÓN INTERDISCIPLlNARIA T E s 1 s QUE PARA OPTAR AL GRADO DE MAESTRO EN ANTROPOLOGíA P R E s E N T A ILÁN SANTIAGO LEBOREIRO REYNA TUTORA DE TESIS: DRA. JULlETA ARÉCHIGA VIRAMONTES CIUDAD DE MÉXICO 2009. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Dedico esta tesis a Lorena y Margot Agradecimientos A mi esposa Lorena y a mi hija Margot agradezco que sean mi inspiración y motor de vida~ sin ellas las cosas no tendrían sentido. Quiero agradecer a la Dra. Julieta Aréchiga por la dirección de la presente tesis y su continua paciencia a lo largo de la misma. A la Dra. Josefina Mansilla por todo lo aprendido a lo largo de muchos años que he tenido el honor de trabajar con ella, su sabiduría y apoyo en las buenas y en las malas. A la Dra. Sara Lara por alumbrar el camino y ayudarme a ordenar correctamente la investigación desde el comienzo. A la Dra. María Teresa Cabrero le agradezco mucho todo 10 que he aprendido de ella., así como sus valiosos concejos. A la Dra. Cannen Pijoan por ser una estupenda maestra siempre con la respuesta a mis preguntas. Al INAH que aunque literalmente mal pague., agradezco halla sido la incubadora en mi desarrollo como investigador. Al CONACYT agradezco la beca otorgada, sin ella no hubiera podido continuar mis estudios. Agradezco también a la Dra. Cristina Piña., mi segunda madre., y al Dr. Pedro Bosch por sus invaluables consejos y guía. A mis grandes colegas y amigos la Dra. Gua Guo, el joven Dr. Gerardo y al Dr. Pollolopitecus por su buen humor y sabiduría. Índice Introducción Planteamiento del problen1a Justificación Métodos y técnicas a) Investigación bibliográfica b) Objetivo general c) Objetivos específicos d) Hipótesis Capítulo 1. Ópticas disciplinarias en tomo a la muerte 1.1. Antropología de la muerte 1.2. Arqueología de la muerte 1.3 Etnohistoria.~· estudio de las culturas ágrafas 1.4. La muerte desde la antropología fisica 1.4.1. Descomposición cadavérica 1.4.2. Factores en la preservación del material óseo Pág. 1 5 10 10 13 14 24 30 33 36 41 1.4.3. Momificación 1.5. Delimitación del área de estudio 1.6. Marco geográfico Capítulo 2. El periodo de contacto en el Noroeste de México 2.1. Exploraciones y Evangelización: primeros contactos 2.1.1 Exploraciones marítimas y militares 2.1.2 Los jesuitas y el sistema de misiones 2.2. Habitantes originarios del noroeste 2.2.1 Mitos de origen: la muerte en el Noroeste de México 47 52 55 63 64 66 74 81 84 Capítulo 3. Arqueología del noroeste de México: referencias etnohistóricas y evidencia bioarqueológica dentro de los contextos mortuorios 92 3.1. Escalas temporales del noroeste de México 93 3.2 El ritual funerario: testimonios etnohistóricos en el noroeste de México 98 3.3 Arqueología de los contextos mortuorios en el noroeste de México 115 Capítulo 4.- Discusión y Conclusiones 139 Bibliografía 143 Introducción Dentro del concepto de superárea de Mesoamérica propuesto por Kirchhoff (1954), los grupos étnicos del norte de México quedaron excluidos para posteriormente ser inscritos bajo el concepto de Aridoamérica y Oasisamérica. Esta visión mesoamericanista, es el resultado del devenir histórico particular de nuestro país. El tratar de entender el universo cultural en el norte de México en general y el noroeste en particular, ha tenido que esperar para futuros investigadores, pues aún existe una carga negativa hacia los grupos humanos que habitaron dicha región. Expresiones como "en el norte no hay nada", comparándose con las turísticas y económicamente sustentables grandes zonas arqueológicas mesoamericanas; o basta ojear la Enciclopedia de México para encontrar todavía expresiones como "indios salvajes" o grupos carentes de expresiones culturales complejas. A este desinterés académico se suma también el institucional; el número de profesionistas radicados en los centros de investigación en el norte de México son una abrumadora minoría comparados con los del centro y sur del país. Por otra parte sobra decir 10 desfavorable que significa para la antropología en dicha región, contar con pocos antropólogos para estudiar los estados más grandes de México, por ejemplo, en el Centro- INAR Coahuila sólo se cuenta con una arqueóloga de base. Lo anterior ha favorecido a que en norte de México, el saqueo arqueológico sea uno de los más preocupantes del mundo. Las colecciones arqueológicas actualmente a resguardo del INAH son producto de saqueo y/o donación y que por años ha nutrido sus bodegas. Un ejemplo de lo anterior, es la 1 colección de momias a resguardo de la Dirección de Antropología del INAH. Cuenta con más de cuarenta ejemplares, provenientes la mayoría del norte del país; Se trata de momias de tipo natural, prehispánicas, provenientes de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, Tamaulipas y Zacatecas (Leboreiro y Mansilla, 2008: 10). Desafortunadamente la información en detalle de su procedencia se ha ido perdiendo con el transcurso de décadas. Al carecer de datos arqueológicos, puesto que son producto de saqueo, surgió el interés para la presente tesis. Cabe mencionar que la presente investigación no se centra particularmente en el estudio de las momias o el fenómeno de la momificación, sino de tratar de integrar un análisis interdisciplinario en tomo a los contextos mortuorios recurriendo a los testimonios etnohistóricos en el periodo de contacto que describen los aspectos culturales de los grupos étnicos que habitaron los actuales estados de Sonora, Chihuahua y Sinaloa, específicamente aquellos que mencionan prácticas relacionadas a los rituales funerarios para ser contrastados por las evidencias tanto arqueológicas como antropofísicas. En el capítulo 1 "ópticas disciplinarias en tomo a la muerte", abordamos las propuestas metodológicas, tecnológicas y teóricas empleadas por algunas de las disciplinas antropológicas respecto al fenómeno de la muerte. Se delimita también nuestra área de estudio y describimos su marco geográfico. En el capítulo 2 "El periodo de contacto en el noroeste de México" exponemos la mecánica que dio origen al contacto europeo con los grupos indígenas del noroeste, la cual fue tan inesperada como violenta para el modelo de conquista empleado en la primera mitad del 2 siglo XVI. Como veremos en dicho capítulo, las exploraciones nlarítimas y militares, auspiciadas algunas por la corona, otras privadas no tuvieron el éxito económico esperado por dichas empresas. Las numerosas culturas que habitaban tan basta región, así como las características geomorfológicas y climáticas, fueron por los siguientes tres siglos una frontera casi infranqueable para el establecimiento exitoso del sistema colonial español. Militarmente, el gobierno novohispano jamás pudo doblegar a los grupos indígenas del noroeste de México, 10 mejor que pudieron hacer fue pactar con ellos por medio de "dádivas", pagadas a estos por el gobierno para mantener una paz a todas lucesfrágil. El establecimiento del sistema de misiones en el noroeste de México, a cargo principalmente por la orden jesuita fue la que mayor impacto tuvo hacia los habitantes indígenas de la región. Las observaciones hechas por los misioneros jesuitas, plasnladas en un gran número de escritos y publicaciones dan cuenta de la vida y costumbres de dichos grupos. Dentro del mismo capítulo abordamos los mitos de origen de algunos de los grupos indígenas del noroeste de México, los cuales nos permiten entender un poco mejor los mecanismos rituales expresados por dichos grupos en torno a la muerte. En el capítulo 3 "Arqueología del noroeste de México" damos los antecedentes y desarrollo de las investigaciones arqueológicas en la región, enfatizando aquellas donde se han hallado entierros humanos. Discutimos la problemática de la escasa producción arqueológica y su impacto negativo en el estudio a gran escala del norte de México en 3 general y del noroeste en particular. Definimos también las escalas temporales de la región, desarrolladas por arqueólogos estadounidenses en sitios del suroeste de los Estados Unidos. Analizamos también los testimonios etnohistóricos legados por las fuentes jesuitas, relacionados con el fenómeno de la muerte, tratando de organizarlos basándonos en el modelo de Van Gennep (1960) dentro fases o periodos del ritual funerario" Por último en el capítulo 4 "Discusión y conclusiones" se discuten los datos obtenidos en la presente tesis desde un punto de vista interdisciplinario, plasmando nuestras conclusiones, consideraciones finales y logros en el presente trabajo. 4 Planteamiento del problema Las prácticas culturales en tomo a la muerte expresadas por los grupos humanos de la antigüedad y materializada en los contextos arqueológicos han sido de gran interés para la antropología casi desde su consolidación como ciencia en el siglo XIX. Sin duda dichas prácticas inlplican la manipulación del material cultural, reflejan relaciones sociales e ideales culturales, siendo el cuerpo humano el eje aglutinante dentro del contexto mortuorio (Rakita y Buikstra, 2005: 1). La muerte como fenómeno biológico y cultural representa para la antropología un nexo interdisciplinario de gran valor al exanlinarlos desde diversos puntos de vista, modelos metodológicos y teorías empleadas por la etnohistoria, la antropología física, la arqueología, entre otras disciplinas. Sin embargo lograr integrar y analizar interdisciplinariamente el fenómeno de la muerte no es tarea fácil, generalmente cada disciplina antropológica aborda el tema con objetivos, hipótesis e intereses propios. Son comunes los estudios con un estrecho enfoque localista sean etnográficos, arqueológicos, antropofisicos o históricos. Es decir, son enfoques que por si solos no contribuyen a articular e integrar un análisis completo de cualquier fenómeno cultural. Desde este punto de vista no existe una historia integradora de los grupos indígenas que habitaron el norte de México y mucho menos del fenómeno de la muerte. A partir de una reivindicación nacionalista, una vez terminada la guerra de independencia en nuestro país, los estudios más ambiciosos por reconstruir la historia prehispánica han apuntado siempre a las culturas mesoamericanas. Sahagún, Clavijero, Duran, Mendieta, Bernal Díaz del 5 Castillo, entre otros, han sido fuentes primarias obligadas desde el punto de vista historiográfico y antropológico. Si bien no deben (como cualquier fuente histórica de esta naturaleza) interpretarse literalmente, son referente ante cualquier hallazgo o estudio arqueológico, etnográfico, histórico, demográfico, económico, etcétera, los cuales generalnlente aportan valiosa información para al análisis e interpretación de los datos obtenidos. Gran parte de la investigación histórico-documental en nuestro país se basan en fuentes de este tipo. Numerosos datos referidos por cronistas, como los arriba mencionados, han demostrado su veracidad en gran parte por el trabajo arqueológico, el Templo Mayor en la Ciudad de México es un buen ejemplo de ello. La distribución urbana descrita en base a 10 observado por aquellos primeros españoles, testigos y actuantes de aquel hecho histórico, han sido corroborados por excavaciones arqueológicas modernas como templos, palacios, calzadas, barrios, mercados, cultura material, religión, etcétera. En el norte de México sin embargo, las fuentes etnohistóricas han sido a nuestro parecer desdeñadas por la arqueología y por la antropología física. Sin embargo disciplinas como la historia o la etnohistoria, han sacado provecho a las fuentes de la región; la etnología también ha utilizado ampliamente dicho tipo de fuentes como antecedente a lo descrito en sus investigaciones (González, 1987., Bennet y Zing, 1978). Para numerosos autores, dichas fuentes han servido únicamente para resaltar el estado de simplicidad cultural, casi sinónimo de "primitivo", de las sociedades que habitaron dicha región o busc-an explicaciones cu1tura1istas basadas en concepciones discriminatorias (Terrazas, 2004: 42). Citar descripciones etnohistóricas de indígenas de Sinaloa para aplicarlas a grupos de 6 Coahuila (Romano, 1956), o ilustrar con dibujos de Tirsch (1760) de indígenas de Baja California, grupos nativos de Sonora (Pérez-Taylor y Frayre, 2007), suelen ser 10 común, es decir, se manejan como si fueran la misma cosa. Tampoco se trata de redimir o enaltecer a los antiguos habitantes del Noroeste de México, es simplemente cuestión de analizar el tema en su justa dimensión. Y para lograr 10 anterior, la interdisciplina se vuelve imprescindible. Las fuentes etnohistóricas coloniales para la región que pretendemos estudiar contienen innumerables obstáculos por los cuales no pueden ser tomadas literalmente. Los primeros contactos entre españoles e indígenas en el noroeste de México fueron principalmente exploraciones llevadas a cabo por militares o civiles con el objetivo de conquistar nuevos territorios. Las descripciones en éste primer periodo suelen ser pobres en información y generalmente no era de su interés observar y describir el estilo de vida de los grupos humanos con los que tuvieron contacto. La mayor parte de la información etnohistórica se debe a los misioneros jesuitas los cuales llegaron mucho después que los antes mencionados, incluso periodos de más de un siglo, por lo tanto la vida de los grupos indígenas habían sido alteradas considerablemente (Griffen, 2000: 250). Las fuentes jesuitas solían atribuir a su juicio que diversos grupos indígenas poseían una uniformidad cultural, enfatizando las similitudes y prestando poca atención a las diferencias culturales. Un obstáculo más, en el entendido de que dichos misioneros por supuesto no eran etnólogos, no existe una metodología clara de recopilación de información, algunas veces se valían de informantes locales, pero a menudo también de otras áreas lo cual muchas veces se refleja los prejuicios entre grupos antagónicos. Se valían además de la 7 simple observación directa con la cual imprimían sus impresiones a través del crisol ideológico de la religión y cultura europea. Lo cual también denota el etnocentrismo español el cual muchas veces, al no ser grupos europeos ni católicos, automáticamente los calificaban como gentes bárbaras, sin hogar, sin moral ni religión. A pesar de dichos obstáculos, además de otros que se discutirán más adelante, son dichas fuentes las únicas que pueden aportar datos para innumerables estudios de carácter antropológico. También cabe mencionar que la orden jesuita s~ caracteriza de las demás órdenes religiosas que pisaron el nuevo mundo, por seleccionar e incorporar a sus filas a gente con estudios universitarios. Por lo tanto, debido a este hecho se superaba por mucho la preparación media de los demás misioneros en los recién conquistados territoriosnovohispanos. Por otra parte la arqueología en el territorio a estudiar, por si sola no basta para comprender las prácticas mOl1uorias, ni mucho menos el complejo ritual funerario de los grupos indígenas prehispánicos ni tanlpoco al periodo del contacto. Debido a la abrumadora extensión territorial que representan los estados norteños y la centralización académica que siempre ha favorecido el estudio del área mesoamericana; ~as excavaciones llevadas a cabo por la arqueología moderna en el noroeste mexicano han sido verdaderamente escasas. Otro factor negativo para el estudio en la región, es la nula convención técnico- metodológica empleada por los arqueólogos. Existen numerosos reportes, generalmente a consecuencia de denuncias de saqueo, en los que la particularidad de la información es la constante. Sólo en verdaderamente raras ocasiones se ha planteado una investigación 8 sistemática y sincrónica de algún sitio o grupo prehispánico representativo de la zona. Sólo algunos sitios arqueológicos como Paquinlé, Cueva de las Ventanas, Cuarenta Casas (por citar algunos) en el estado de Chihuahua o La Playa en Sonora han sido explorados y excavados sistemáticamente y con recursos adecuados. En particular, las fuentes arqueológicas, por lo menos hasta los años ochenta del siglo pasado, describen muy poco en lo que se refiere al contexto mortuorio, generalmente la descripción de entierros se limita únicamente a enunciarlos, algunos a manera de posdata, y casi nunca son fotografiados o dibujados. Actualmente son pocos los proyectos arqueológicos de largo alcance en los estados de Sonora, Chihuahua y Sinaloa. Se nos ha mencionado incluso (José Concepción Jiménez, comunicación personal), que se tienen identificados numerosos sitios arqueológicos que se sabe son saqueados constantemente, pero que a falta de recursos tanto humanos como económicos o simplemente por no tener un lugar apropiado para su almacenamiento se dan por perdidos dichos materiales. Por otra parte, el número de investigadores en los estados del noroeste es abrumadoramente menor comparado con los del resto del país, la falta de interés tanto académica como gubernamental, ya que son considerados como sitios con poco potencial turístico, han sido también factores para que la arqueología de la región no se desarrolle plenamente. 9 Justificación Por lo antes expuesto, en el presente estudio consideramos de gran importancia recopilar la mayor cantidad posible de datos "sueltos" de tipo etnohistórico, arqueológico y antropofisico para dar luz a un tema poco estudiado en la región del noroeste de México: los ritos funerarios. Tomando en cuenta lo anterior, en la presente tesis, abordamos el estudio de los grupos indígenas del noroeste de México con el fin de analizar la complejidad de los rituales funerarios practicados por estos, expresados en su sistema de enterramiento; y corroborar y en su caso ampliar, con los datos consignados en los registros históricos por los miembros de la Compañía de Jesús, desde su llegada hasta su expulsión (1697-1768), los datos aportados por la arqueología y la antropología física en lo que se refiere a contextos mortuorios. Métodos y Técnicas Con el fin de solventar el problema planteado, orientamos nuestra investigación de la siguiente manera: a) Investigación bibliográfica • Recopilación de material de fuentes históricas en los siglos XVI al XVIII. • Recopilación de información geográfica y climática. 10 • Revisión bibliográfica respecto a las investigaciones históricas, arqueológicas y otras referentes a nuestro tema de estudio. • Consulta con investigadores especializados en temas afmes. • Recopilación de etnografías de los grupos indígenas del noroeste de México. • Elaboración de fichas bibliográficas y de trabajo. • Consulta de material de archivo. • Recopilación de material gráfico b) Objetivo general Aportar elementos para demostrar que los grupos étnicos del noroeste de México (Sonora, Chihuahua y Sinaloa), desarrollaron complejos rituales funerarios estructurados por categorías explicativas (mitos de origen), en las que directa o indirectamente intervienen diversas nociones culturales como territorio, pertenencia a sectores sociales, género y grupos de edad. e) Objetivos especificos • Analizar e interpretar los testimonios etnohistóricos para distinguir e identificar las categorías que conforman las fases del ritual funerario (fase de desincorporación, fase liminal y fase de reincorporación). • Comparar los datos etnohistóricos, arqueológicos y antropofísicos para corroborar sus afinnaciones respecto al ritual funerario. • Identificar las ocurrencias bioarqueológias del sistema de enterramiento en contextos mortuorios y si estas se explican a través de los testimonios etnohistóricos. 11 d) Hipótesis Nuestra hipótesis parte del hecho de que el análisis integrado de la infoffilación segmentada por las distintas ramas antropológicas, aporta los elementos suficientes para generar nuevo conocimiento respecto a un tema específico. Por lo tanto es posible identificar los diferentes componentes del ritual funerario al comparar los datos etnohistóricos con los datos arqueológicos y antropofísicos. Dicho lo anterior, podemos proponer que los grupos indígenas del noroeste de México desarrollaron un complejo ritual funerario, esto al lograr identificar cada una de sus fases, así como de sus componentes. 12 Capítulo 1. Ópticas disciplinarias en torno a la muerte La muerte, desde nuestro punto de vista, es un fenómeno difícil de analizar dada su condición intangible, generadora de una infinidad de imaginarios, además de ser dinámico y de estar en constante cambio. Cada cultura, grupo social e individuo a través de la historia, hemos afrontado y reaccionado de distinta manera ante tal fenómeno. Las ciencias sociales han tratado de analizar, sistematizar y explicar desde diferentes teorías y métodos el fenómeno de la muerte. Sin duda la Etnología es la disciplina que más ha desarrollado dicho tema. La antropología de la muerte, como la conocemos, ha sido la generadora de la mayoría de los modelos teóricos y metodológicos que después serán retomados principalmente por los arqueólogos norteamericanos. Posturas como la de Binford (1971) y Saxe (1971), por ejemplo, proponen que las características del enterramiento son un reflejo del rol que la persona ha desempeñado dentro de su entorno social. La antropología física trata directamente con lo más tangible de la muerte: los cadáveres (antropología forense) restos óseos. Éstos han sido nuestro principal material de estudio. Análisis de poblaciones, estudios de caso, etcétera, estudiados con diversas herramientas como la osteología, la paleopatología, la tafonomía, la antropología forense, la genética, entre otras, han aportado también su parte para el estudio de tan dificil fenómeno. Sirva el presente capítulo a manera de marco teórico y conceptual en tomo al fenómeno de la muerte. 13 1.1. Antropología de la muerte Si bien la muerte es un hecho biológico común a todos los llamados seres vivos, no existen sínton1as universales entorno a esta. El cese de la respiración, el pulso cardiaco, el enfriamiento corporal, el rigor mortis, la relajación de esfinteres, entre otros, pueden darse sin que suceda la muerte. El signo innegable de la n1uerte es el comienzo de la putrefacción cadavérica (Barley, 1995: 68). La muerte indudablemente va más allá de la mera experiencia individual y la antropología se ha esforzado en analizarla en colectivo dentro de la estructura social. Antropólogos como Malinowski (1948) consideraron a la muerte como el origen de toda religión. Posteriormente algunos autores consideran que el miedo y el rechazo a la muerte son originarios comunes en todas las culturas (Baumann, 1993). Lo anterior dificilmente arroj a luz sobreel concepto que de la muerte se ha tenido a 10 largo de nuestra historia como especie así comQ para explicar la enorme variabilidad que supone el comportamiento humano. Cada cultura a través del tiempo ha lidiado con el fenómeno de la muerte y ha generado todo un universo de creencias, mitos y rituales extremadamente diversos. Los funerales en todo el mundo presentan una infinita gama de variantes, abarcando desde la rígida formalidad hasta el más completo desorden, "cada cual llama barbarie a todo lo que no forma parte de sus costumbres" (Montaigne, 1984). 14 Ante la inevitable universalidad de la muerte, culturalmente se le ha clasificado entre el mito y los ritos, que si bien no la justifica, al menos le da un lugar en el mundo. Por ejemplo en algunas culturas la muerte puede tener su origen, en un anin1al que se detiene a con1er algo, la travesura de un niño, una anciana que le dice a Dios que se aparte de su camino o a veces solo basta una mala elección para que se desencadene la muerte. Los luba de Zaire consideran que "La muerte ha estado siempre entre nosotros por culpa del robo del primer hombre. El sol, la luna y las estrellas siguen siendo tan hermosos como Dios los hizo, y nosotros estamos condenados a morir" (Thomas, 1982: 35). Una de las características de los ritos es que todo se convierte en algo potencialmente significativo, con un significado que 10 supera, que convierte en visible 10 invisible (Barley, 1995: 143). Numerosas culturas consideran que los ritos son necesarios para el paso de los muertos a otro estado que generalmente incluye la noción de la muerte como un viaje. Lo anterior implica la noción del aln1a que trasciende al cuerpo; Taylor (1999) opinaba que la creencia en la muerte como pérdida del alma se improvisó a partir de la observación objetiva del cuerpo muerto y la experiencia subjetiva del sueño. El funeral por 10 tanto funge como rito de paso que representa una transició~ más que un final. Van Gennep COpo cit.) dividió en tres partes los ritos funerarios: separación, umbral (periodo linunal) y reintegración. Primero hay que separar a los que mueren, de la vida de la comunidad teniendo que pasar por varios procesos, que les permitirá unirse a la comunidad de los muertos. El estado del cadáver (generalmente el estado de putrefacción) refleja para algunas culturas el estado del alma y por consiguiente el de los supervivientes, es decir, consideran proporcional la desintegración fisica del cadáver con la materialización 15 del alma en el otro mundo. Además es necesario separar a los deudos de los muertos y reintegrarlos finalmente al mundo de los vivos. Tanto los deudos como los muertos. tienen que pasar por un periodo liminal o de transición entre la vida y el más allá. La mayoría de las religiones reconocen una diferencia entre un espíritu marginado del que recién a muerto a el del antepasado integrado, es decir, no basta simplemente con morir para convertirse en antepasado, es necesario una transformación ritual y por 10 tanto el muerto depende de los vivos y éste a su vez cuida de éstos (Barley, op. cit., p. 115). En el caso de los vivos, al periodo intermedio o liminal, se le denomina luto y es marcado con toda clase de limitaciones de las actividades en la comunidad. Para los muertos este estado se denomina limbo y es un periodo en el que pueden encontrarse confundidos, infelices y ser especialmente peligrosos para los vivos. Robert Hertz (1907) propuso que estas tres fases de los ritos funerarios marcan frecuentemente los destinos tanto de los supervivientes como de los desaparecidos. Menciona además que el cuerpo de un individuo muerto no es considerado y tratado como el de un animal cualquiera, es necesario proporcionarle algunos cuidados concretos y una sepultura regular, "no sólo como medida de higiene, sino por obligación moral" (Hertz, 1990: 15). La muerte genera en la conciencia social una significación determinada, y constituye un objeto de representación colectiva el cual no suele ser simple ni inmutable (Ibid., p. 16). En su obra de 1907 "Contribución a un estudio sobre la representación colectiva de la muerte", estudia el conjunto de creencias relativas a la muerte y sus 16 prácticas funerarias analizando con especial atención el caso de las dobles exequias, tomando como modelo a culturas indonesias pero sobre todo a los Dayaks de Borneo. Reconoce como "periodo intermedio" el que transcurre entre la muerte (biológica) y el entierro definitivo, analizando por último la "ceremonia final". Dentro del primero, el cuerpo del difunto se deposita provisionalmente en algún sitio en espera de unas segundas exequias que generalmente tienen lugar en otro sitio distinto al anterior y que representa la sepultura definitiva (lbid., p. 21). El periodo intermedio suele tener una duración variable, pues al ser un rito tan importante para la salvación del difunto, para su paso a la otra vida y para la seguridad de los que le sobreviven. La importancia de la ceremonia final conlleva una preparación complicada que implica un gasto de recursos materiales, en especie y naturales (víctimas para sacrificar, abastecimientos, bebida, etc.), los cuales dificilmente se tienen a mano y por 10 tanto la familia necesita atesorar previamente dichos recursos haciendo que dicho periodo dure uno o más años. Algunas tribus de Indonesia (milanaus, dusuñs y murus de Borneo) sin embargo, a pesar de contar con dichos recursos, tienen la obligación de esperar a que el cadáver se descomponga y que los huesos estén completamente secos para proceder con el rito definitivo de la ceremonia final (lb id., p. 22). Barley (1995) menciona que los componentes del cuerpo fisíco pueden ser varios. En muchas culturas se suele trazar una frontera entre carne-sangre y hueso, es decir, entre 10 perecedero y 10 limpio y permanente. Lévi-Strauss (1969) sugiere que dicha frontera generalmente está ligada al parentesco, en la idea en que se considera que cada parte de un 17 matrimonio aporta uno de los componentes esenciales de los niños; por lo tanto es imposible entender la muerte sin tomar en cuenta el simbolismo entorno a la concepción. En numerosas regiones de Asia, es común la noción de que el semen del padre da origen a los huesos de los niños, y la sangre de la madre a la carne. Entre los trobriandeses de Melanesia, los hijos del difunto tienen la obligación de limpiar los huesos exhumados del padre en el mar para que "su espíritu pueda cruzar las aguas y poder reencarnar"(Barley, op. cit., p. 134). Lo anterior se explica al ser el pago por los cuidados con que el padre les favoreció al alimentarlos y limpiar sus excrementos y orina cuando eran bebés. "Le están despiezando y convirtiéndole en osamenta, igual que él los construyó a ellos y los convirtió en hombres curtidos". Bloch (1982) menciona que en muchas culturas, las mujeres tienen la responsabilidad tanto de la creación biológica como de la muerte individuaL "A menudo son las mujeres las que están obligadas a asociarse con la peor de las poluciones, la asociación íntima con el cadáver y su putrefacción" (Barley, op. cit., p. 139). Es común en varias culturas la idea de que sólo la carne en putrefacción (húmeda) contamina, y que los huesos (secos) son relativamente limpios y pueden operarse sin riesgo. Durante el periodo intermedio, los ritos fúnebres imponen a los deudos una serie de precauciones y deberes estrictos que de no llevarse a cabo acaecerían numerosos peligros tanto a los vivos como a los muertos. De la misma manera en que el cuerpo no es conducido de inmediato a su "última morada", el alma del difunto no llega a su destino inmediatamente después de la muerte, es decir, el 18 alma tiene una estancia temporal en la tierra. Se tiene la idea de que en esta fase el alma del muerto ronda cerca del cadáver o que frecuenta los sitiosen que habitó en vida. "Sólo al término de este periodo, después de las segundas exequias, podrá, gracias a una ceremonia especial, penetrar en el país de los muertos" (Hertz, op. cit., p. 26). Por lo tanto una de las constantes en torno a la muerte entre numerosas culturas alrededor del mundo es que "no basta simplemente con morir para convertirse en antepasado, ni más ni menos de lo que el simple hecho de envejecer convierte en adulto. Se precisa una transfonnación ritual y para eso uno depende de los vivos" (Barley, op. cit., p. 115). En un principio el alma del difunto no está conciente de haber muerto, su estado es desagradable y por lo tanto se ve obligado a volver a la tierra para buscar entre los vivos el sustento que le es negado en la tierra de los muertos. Por lo tanto se hace necesario para los que le sobreviven atenuar esta condición por medio de ciertas normas, ya que hasta después de la ceremonia final el alma no podrá deleitarse de las satisfacciones ofrecidas en la tierra de los muertos. Durante este estado el alma representa un peligro para los vivos y suele ser concebida como un ser maléfico, que al sentirse solo tratará de arrastrar a Jos vivos con ella. Se tiene la idea de que se dedica a vigilar que sus parientes cumplan sus deberes en el periodo del luto que lo liberará de su estado. De no ser así, se molestará e inflingirá enfennedades, ya que se tiene la creencia de que la muerte les confiere poderes sobrenaturales. Lo anterior explica la compleja ritualidad en tomo a la muerte. Por una parte se trata de cubrir las necesidades del alma, y al mismo tiempo los vivos pennanecen a la defensiva de la influencia potencialmente maligna de la misma. 19 Para el muerto este periodo intermedio lo sitúa en un estado liminal, en el caso de los vivos están sujetos a un estado de luto o duelo. Dicho estado para los vivos representa una serie de prohibiciones exigidas socialmente y concebidas para el bienestar de la comunidad. A la muerte se le considera potencialmente contagiosa, como una "nube impura" (Hardeland, 1858) que rodea al cadáver y que ensucia todo 10 que se relaciona con el. "Sus muebles no podrán servir para usos profanos, por 10 que habrán de ser destruidos o consagrados al muerto, o al menos liberados, mediante ritos apropiados, de la virtud nociva que han contraído" (Hertz, op. cit., p. 30). La casa del difunto también será marcada como impura y deberá estar suj eta a toda clase de prohibiciones, aunque generalmente se opta por destruirla. Estas creencias de que para mandar al otro mundo a un objeto o bien a un ser vivo hay que destruirlo previanlente son compartidas por numerosas culturas en el mundo (Tylor, 1958). A medida que el objeto visible desaparece, va reconstruyéndose en el más allá, más o menos transfigurado. A este estado de "contagio" no escapan los parientes del muerto, y recaerá sobre ellos un confinamiento que los separará del resto de la comunidad. Generalmente se les prohíbe abandonar la aldea o pueblo, también se les prohíbe hacer visitas así como no ser visitados por gentes de afuera, el viudo o viuda no tendrán derecho a volverse a casar en algún tiempo. Otras prohibiciones suelen excluirlos en el régimen alimentario, en la forma de vestirse, adornarse o llevar el cabello como el resto de los individuos "normales" (Hertz, op. cit., p. 32). 20 El luto se presenta por grados de parentesco y por lo tanto también la duración del mismo. Para poder ser redimidos completamente del confinamiento deberá de pasar cierto tiempo coincidiendo generalmente con la duración de la sepultura provisional, y como mencionamos arriba, con la descomposición del cadáver. Para algunas culturas "no se puede pensar en dar sepultura definitiva al fallecido en tanto esté inmerso en la infección" (lbid., p. 41). Por 10 tanto un cadáver deberá ser relegado a cierta distancia, a cierta altura, en sitio estéril o bien al interior de un recinto de piedra (Dannesteter, 1875). La ceremonia final esta ligada a las exequias definitivas, institucionalizada como una gran fiesta la cual puede durar varios días. Como mencionamos antes, su importancia es extrema y precisa de cuidadosos preparativos (bebida, caza o sacrificio de animales, etc.), además de representar un gran gasto para la familia del difunto que conlúnmente deja a la familia en la miseria (Hertz, op. cit., p. 55). Ya que los gastos suelen ser excesivos, la ceremonia final también suele tener un carácter colectivo para solventar dichos recursos. La ceremonia final funciona para tres objetivos: dar a los restos del muerto una sepultura definitiva, declarar el reposo del alma y su integración a la tierra de los muertos y liberar a los deudos de las obligaciones y prohibiciones implantadas por el luto (Ibid., p. 56). La sepultura definitiva presenta generalmente un carácter colectivo, contrastando ésta con la sepultura provisional, mencionado anteriormente, en donde el cadáver suele estar generalmente aislado. "El traslado de los restos de una sepultura a otra, no es un simple cambio de lugar, sino una transfonnación profunda en la condición del difunto, al sacarle 21 del aislamiento en el que estaba sumergido desde la muerte, y reunir su cuerpo con el de los antepasados" (lbid., p. 58). La ceremonia final debe ir seguida de ciertos ritos que liberan a los sobrevivientes del estado "peligroso" que contrajeron y los libera para entrar de nuevo en el mundo "nonnal". Comúnmente los parientes del muerto y los que hayan trabajado en el proceso fúnebre, están obligados a purificarse, un baño generalmente y el cumplimiento de los ritos antes mencionados servirán para que "los vivos queden limpios de toda suciedad, liberados del contagio mortuorio" (Ibid., p. 72). Son diversas las aproximaciones nletodológicas entorno al tema de la muerte. Independientemente del lugar en el engranaje social que ocupa dicho tema, la etnología ha dado cuenta de la diversidad y variabilidad en el tratamiento mortuorio. Asimismo, los sentimientos expresados en los ritos mortuorios son igual de variables. Durkheim (1968) consideraba al dolor como un medio con el cual se refuerzan los vínculos sociales, obligando a grandes grupos humanos a compartir y mostrar emociones que probablemente no sintieran espontáneamente. Radcliffe-Brown (1948) consideraba el llanto en los funerales o en otros lugares como una manera de señalar lazos sociales importantes así como la dependencia del individuo frente al grupo. "Con la muerte de uno de sus miembros, todo el grupo se sentía amenazado y formaba una piña para mostrar y vivir la solidaridad social" (Barley, op. cit., p. 32). La muerte en algunas culturas indonesias, exacerba a aquellos hombres más allegados al fallecido y hace que quieran pelear. Al contrario, las mujeres más cercanas, alivian sus 22 emociones con lamentos ceremoniales. Los hombres celebran la danza guerrera ceremonial. "Un pariente alivia su honda tristeza danzando (ilyojo); entra en la casa para llorar y después sale y ejecuta la danza guerrera; su intensa tristeza se hace tolerable en la danza (Wilson, 1939: 13). Es común que los sentimientos reales hacia un difunto sean ocultados por la ritualidad, es decir, la sociedad exige una representación pública de muestras de emoción. Para los warramunga de Australia, '''Si resulta que muere un honlbre que tiene una relación particular con uno, hay que hacer 10 apropiado, que puede ser o hacerte una brecha en el muslo o cortarte el pelo, sin que tenga nada que ver si conocías personalmente al fallecido o si era tu amigo más Íntimo o tu mayor enemigo" (Spencer y Gillen, 1912: 429). Esta clase de representaciones pueden ser de gran valor, ya que para algunas sociedades el no lamentarse acarrearía seguramente una acusación de ser responsable de la muerte por hechicería. No guardar luto debidamente podría acarrearel descrédito público (Barley, op. cit., p. 28). Por el contrario los apaches consideran a los afligidos como personas cercanas a la locura, y por lo tanto la gente normal no debe dirigirles la palabra, pues ""sus enajenadas palabras podrían perjudicarles" (lbid., p. 37). En algunas sociedades el contacto Íntimo con los propios muertos puede resultar profundamente sospechoso, ya que es característico para ellos que las brujas tengan relaciones sexuales con éstos o bien se los coman; por lo tanto los intermediarios, por ejemplo los chamanes, son de suma importancia para el trato con los muertos. 23 Existe en tomo a la muerte distintas categorías, por ejemplo, en la isla de Eddystone de las Salomón, no poseen una categoría de muerto como nosotros la entendemos, tienen dos categorías contrarias: una agrupa a los muertos con los muy enfermos o muy viejos, y la segunda excluye de los vivos a los que designa como mate (Ibid., p. 73). "El melanesio no espera a que un hombre muera en el sentido que nosotros le damos a esta palabra, sino que si se le considera suficientemente mate, ni los movimientos ni los gemidos se consideran razón suficiente para suspender los ritos funerarios, o el mismo entierro" (lbid., p. 75). Cabe menCIonar que el tipo de muerte juega un papel determinante en los rituales funerarios y representa excepciones al ritual "normal". Aquellos que mueren de muerte violenta, accidentes, muerte de mujeres en el parto, ahogados, muertes súbitas, suicidios, trasgresores de tabúes, etc., son objeto de ritos especiales. Generalmente su cadáver será objeto de terror y por lo tanto se desharán de él lo más rápido posible, y sus huesos no se podrán reunir con los de los antepasados. Se tiene la creencia de que sus almas no encontrarán paz, que serán errantes por siempre en la tierra y serán almas o espíritus malignos. 1.2. Arqueología de la muerte Las prácticas mortuorias generalmente materializadas en los contextos arqueológicos han sido de gran interés para la antropología casi desde su consolidación con10 ciencia en el siglo XIX. Sin duda dichas prácticas involucran manipulación del material cultural, relaciones sociales, ideales culturales y el cuerpo humano (Rakita y Buikstra, op. cit., p. 1). Por lo tanto, las prácticas mortuorias representan para la antropología un nexo 24 interdisciplinario de gran valor al examinarlos desde diversos puntos de vista y diferentes modelos y teorías empleadas por la etnohistoria, la antropología fisica, la arqueología, entre otras disciplinas. El material arqueológico procedente de los contextos mortuorios, incluido el óseo, son una importante fuente de información para el estudio de poblaciones antiguas. Diversos investigadores han llevado a cabo estudios sobre el contexto mortuorio, y han determinado que pocos elementos arqueológicos, a diferencia de los obtenidos en dicho contexto, pueden proporcionar una cantidad suficiente de datos acerca de la organización social (O'shea, 1984: 40-41; Parker, 1982: 203). Los estudios más recientes respecto a prácticas mortuorias han surgido en reacción a la postura de principios del siglo XX que sostiene que los contextos arqueológicos funcionan como reflejo social de una época. Kroeber (1927), uno de los primeros en encabezar dicha crítica, menciona que para entender el comportamiento de la prácticas mortuorias se debe tener cautela al hacer interpretaciones sociales. Los historiadores de la cultura intentaron reconstruir aspectos rituales y técnicos de poblaciones antiguas basándose en la distribución espacial, tomando en cuenta sus atributos materiales y simbólicos (Chapman y Ransborg, 1981: 4, Núñez, 2003: 2). Además de considerar el material arqueológico, la comparación con estudios etnográficos de sociedades consideradas como pertenecientes a diferentes estadíos de organización social ha servido intentar reconstruir a las desaparecidas (Binford, 1972: 213-214). 25 Es a partir de 1960 a 1970 que se da un renovado interés en el estudio de las prácticas mortuorias debido a la traducción al inglés del "Contribution a une etude sur la représentation collective de la mort" de Robert Hertz publicado en 1907 en el Année Sociologique. Aparece un gran número de estudios etnográficos que exploran la naturaleza de la prácticas mortuorias. Los más destacados y eje de dichos estudios son los de Binford (op. cit.) "Approaches to mortuary practices" y Saxe (op. cit.) "Social dimensions of mortuary practices". El análisis cultural comparativo de la etnografía, animó a los arqueólogos a ir más allá de la descripción y reconstrucción del pasado, para buscar además el significado social de las prácticas mortuorias (Barret, 1996: 397) enfocadas en el análisis de la variabilidad de dichas prácticas. La llamada "arqueología de la muerte", estudia desde numerosas propuestas metodológicas y teóricas a la muerte. Algunas críticas respecto a las aproximaciones que la arqueología procesual o postprocesual han hecho en tomo a las prácticas mortuorias, han sido su carácter universalista entre sus procedimientos analíticos y la nluerte, puesto que el comportamiento humano es en extremo variable e inconsistente. No se basa necesariamente en universales y no puede encajar siempre perfectamente en categorías analíticas o en rígidos modelos teóricos (Price, 2006: 16). Sin embargo con el surgimiento de la arqueología procesual se renueva el interés por el material arqueológico. Los arqueólogos apegados a dicha corriente postulan que las regularidades en los patrones mortuorios y su comparación analógica con datos etnográficos proporcionan las bases para desarrollar una teoría específica en relación con el análisis del contexto mortuorio (Binford, op. cil; O'Shea, op. cil; Núñez, op. cil). 26 Los principios que dictan que el trato funerario es un reflejo de la vida y muerte del individuo y de su status dentro de la sociedad en que vivió (Brown, 1971: 2; Saxe, op. cit., p. 39), así como un reflejo de la sociedad misma y su complejo cognoscitivo (Binford, op. cit., p. 7) han sido aceptados desde hace tiempo. Bárbara Arroyo (1990: 1) subraya el hecho de que los restos óseos en contextos arqueológicos "son la evidencia más directa de la población que habitó una región y por lo tanto, pennite una reconstrucción de la sociedad de los antiguos habitantes y una mejor comprensión de su desarrollo". Esta estrecha relación entre el individuo y su sociedad, y el tratamiento mortuorio apoyado por Saxe (op. cit.), sin embargo, encuentra algunos problemas planteados por nuevas corrientes de pensamiento. Bryan Bird y Christopher Monahan (1995: 253), basados en parte en la Antropología Simbólica de Víctor Tumer (1969), admiten un factor multidimensional en los ritos funerarios, es decir, pueden hacer referencia a diferentes aspectos sociales y no estrictamente representar a uno sólo. Estos autores prestan suma importancia al "status supuesto" del individuo dentro de la sociedad en los estudios de patrón funerario: "los rangos sociales pueden existir sin estar expresados en las prácticas funerarias" (ldem.). Además desarrollan ampliamente eJ .. tema del status logrado (el que el individuo adquiere por su propio esfuerzo en vida) y el status atribuido (resultado de la herencia, por ejemplo) a un individuo, el cual podría estar, o no, representado en el momento de su muerte. Basándose en la Teoría Social (la cual toma al poder "como un factor central en el estudio de los sistemas sociales"), Michael Parker (Op. cit., p. 100), incluye en el estudio funerario el tema de las relaciones regularizadoras de interdependencia entre individuos, y le asigna a 27 la ideología un papel importante en la modificación y elaboración de tales prácticas. El autor resalta la importancia de la ideología como medio para legitimizar cualquier evento social. En una línea de pensamientosimilar, Michael Shanks y Christopher Tilley (1982) ven en los rituales mortuorios "una fuerza particular de legitimación ideológica del orden social", es decir, el rito funerario como medio. Como ejemplo, Patricia McAnany (1995:8) en su estudio sobre veneración a los ancestros, quien afirma la importancia de tal costumbre (la veneración) en la legitimación sobre posesión de tierras y herencia: "lazos fuertes con ancestros del pasado proveen también derechos y privilegios acceso a tierra, agua, y otros bienes, propiedades y recursos". Ante esto, y aceptar el supuesto que la ideología "legitimiza los intereses seccionales de grupos hegemónicos (convirtiéndose en) percepción distorsionada de la realidad" (Shanks y Tilley, op. cit., p. 130), Parker concluye que: "la muerte es consecuentemente susceptible a manipulación por ciertos grupos para mantener o realzar su influencia sobre otros" (Op. cit., p. 101). El argumento evolucionista de Saxe (Op. cit., p. 39) afinna que el tratamiento mortuorio es reflejo de la posición social en vida del individuo. Otro punto de vista considera al trato funerario no como un hecho, sino como una metáfora (Shanks y Tilley, op. cit., p. 150). En conclusión, estos últimos argumentos de bases estructuralistas intentan proveer una visión más incluyente, encaminándose a ver las prácticas mortuorias como "formas del comportamiento humano, activamente escogidas por los actores en relación a creencias 28 específicas y a una más amplia visión del mundo y temas simbólicos, más que un reflejo directo de la organización social" (Kuijt, 1996:315). La arqueología de la muerte no puede por si sola explicar el ritual que envuelve al contexto mortuorio. Es durante los rituales que los elementos fundamentales de la cultura son expresados por los participantes y expuesto para el observador (Turner, op. cit.). Lo anterior tiene dos importantes implicaciones para la arqueología de la muerte: primero, el ritual está constituido por acciones, no por cosas. No se puede hablar de "sitios rituales" o bien, "objetos rituales". Los lugares donde los rituales son representados, así como los artefactos empleados pueden también encontrarse dentro del cotidiano grupal (Barret, op. cit., p. 396). Por lo tanto los intentos por asignar significados a materiales arqueológicos entra en el terreno de la especulación (Hodder, 1984: 53). En segundo lugar, algunos tipos particulares de depósitos arqueológicos no reflejan necesariamente la ocurrencia de una actividad ritual. Generalmente los arqueólogos tienden a equiparar el ritual con material que ellos identifican como simbólico. Sin embargo el simbolismo está presente en todos los niveles de la sociedad, por lo tanto es inútil asignar como ritual a todas aquellas acciones no mecánicas (Goody, 1961). Es imposible para los arqueólogos, observar la secuencia completa de los ritos mortuorios (separación, umbral o periodo liminal y reintegración). Por ejemplo, en los casos de inhumación, el periodo liminal terminará en cuanto el cadáver es situado en la tumba. Para los entierros secundarios (Hertz, op. cil; Metcalf y Huntington, 1979), el periodo liminal 29 será lento, y para cuando sea colocado en la sepultura definitiva, éste estará separado espacialmente de aquellos sitios asociados a dicho periodo. 1.3. Etnohistoria: estudio de las culturas ágrafas Para estudiar los procesos culturales de los diversos grupos humanos que habitaron la región noroeste de México antes, durante y después del contacto europeo, se hace necesaria la aplicación de áreas de conocimiento que profundicen en las transformaciones que las culturas nativas sufrieron a partir del siglo XVI con el contacto entre culturas debido al descubrimiento y conquista de dicha región. En Nueva York hacia 1949, en el Seminario sobre la Etnología y la Antropología Social de la América Media, un grupo de antropólogos plantearon la necesidad de una disciplina que se ocupara del estudio de dicho periodo de contacto, crucial para la historia, pero con técnicas, métodos y objetivos propios (Attolini, 2006: 21). Paul Kirchhoff, Wigberto Jiménez Moreno, Pedro Carrasco, entre otros, acordaron la necesidad de analizar el trasfondo colonial de Mesoamérica. Plantearon que había algunos especialistas dedicados al estudio arqueológico, así como también otros enfocados a la investigación etnológica; pero para el periodo intermedio el cual Kirchhoff denominó "la etnografía del precontacto", además de la etnografía del periodo de contacto, no se había considerado su estudio hasta ese momento (Ibid., p. 22). 30 Se llevaron a cabo otras reuniones, Pedro Carrasco en una ocasión criticó a los antropólogos sociales por no tomar en cuenta el valioso acervo que representaban los documentos surgidos de la conquista. Dichas cuestiones trascendieron hacia Europa y fundaron la base para que se emprendieran investigaciones en este sentido a finales de los años sesenta del siglo pasado. Alfredo Jiménez Núñez, principal exponente en España, planteó que para una plena y auténtica interpretación de los procesos sociales en América se debían derribar "las barreras disciplinarias o cronológicas, integrar esfuerzos y explotar todos los materiales disponibles, cualquiera que fuera su naturaleza. Así como la arqueología es el método fundamental, para el largo periodo prehispánico, y la etnología entendida en sentido estricto y más tradicional, es la fuente básica para el conocimiento de las actuales culturas indígenas de América, la Etnohistoria es el método más importante para los siglos que van desde el contacto con las culturas europeas hasta el presente" (Jiménez, 1975: 164). J iménez compartía con los investigadores americanos la preocupación acerca de la importancia de estudiar el periodo colonial desde el punto de vista de considerar a esta etapa como crucial para la historia de las culturas indígenas de América, además de considerarla también como fuente indirecta de conocimiento para el periodo prehispánico e incluso, para el presente (Attolini, op. cit., p. 23). Menciona: "la etnohistoria es antropología en tanto la investigación proceda con arreglo a métodos y técnicas antropológicas y en cuanto que la formulación de hipótesis y el planteamiento de los problemas correspondan a la teoría antropológica" (Jiménez, op. cit., p. 10 1). Considera que el etnohistoriador es un "antropólogo de archivo", siempre y cuando su materia de trabajo se constituya de fuentes documentales. A diferencia del historiador, su tarea 31 consiste en convertir un material esencialmente histórico en material etnográfico (lbid., p. 176). Para su estudio, Jiménez clasificó las fuentes documentales dependiendo su origen en indígenas y españolas. Consideró como indígenas a aquellas pertenecientes al periodo prehispánico y a las redactadas inmediatamente después de la conquista. Dicho autor indica que "debido al alcance tan limitado que la escritura tuvo en la América prehispánica, tanto en sentido geográfico como en cuanto al desarrollo de los sistemas, las fuentes documentales indígenas de ese periodo son muy reducidas en número y su contenido se cme a aspectos muy concretos" (Jiménez, 1972: 168). Las fuentes españolas (definidas como siempre posteriores al contacto) "a veces resultan tan inmediatas a los hechos de descubrimiento y conquista o que recogen tanta información de boca de los indios o de documentos indígenas más tarde desaparecidos, que es mucho lo que dichas fuentes pueden informar sobre la situación prehispánica" (lbid., pp.168-169). Cabe mencionar que actualmente gracias al nuevo conocimiento que tenemos de la cultura indígena, que dicho tipo de fuentes no se limita sólo a las fuentes documentales escritas por cronistas, frailes, exploradores, etc., sino que además se han incluido escritos en lenguas indígenas, mapas, códices, análisis iconográficode la escultura, las pinturas murales, cerámica decorada, tradición oral, etc (Attolini, op. cit., pp. 24-25). 32 1.4.La muerte desde la antropologíafisica En antropología física se entiende por sistema de enterramiento al estudio del modo en cómo los grupos humanos, a través del tiempo, del lugar y de acuerdo con cada cultura, disponían de los cadáveres para su inhumación. Romano (1974) desarrolló, a partir de la posición en que se encontraban los entierros humanos, una clasificación descriptiva con la cual los antropólogos fisicos estamos familiarizados. En ésta se toman en cuenta aspectos como la clase, el tipo, el número, la forma, la variedad y la lateralidad. La clase de entierro es o "primario" o "secundario". Los entierros primarios son los entierros en donde los huesos del individuo conservan su relación anatómica, pudiendo ser el cuerpo completo o bien uno o varios segmentos. En un entierro secundario el cuerpo no conserva una relación anatómica, son los casos que originalmente fueron primarios y que sufrieron después una remoción intencional ya sea para llevar a cabo un nuevo entierro, o bien para transportar el entierro a otro sitio quedando los restos óseos agrupados de fonna irregular. Existe también la posibilidad de una remoción accidental, por ejemplo, en el caso de intrusiones de roedores. El tipo de entierro puede ser "directo" o "indirecto"; en el entierro directo se efectúa una excavación y el cadáver se deposita sobre el terreno, la excavación suele ser sencilla y de poca o mucha profundidad, de forma regular o irregular, con el fin de colocar uno o varios cadáveres. El entierro de tipo indirecto indica la existencia de alguna construcción o bien de dispositivos elaborados con el fin de depositar el cadáver y puede comprender desde una cámara funeraria, una fosa con algún tipo de aplanado o revestimiento, sarcófagos, cuevas, 33 etc., hasta algún tipo de recipiente como ollas, urnas o pequeñas cajas de madera, entre otros. Las diferencias en el número, la fonna, la variedad y el lado se muestran en los cuadros 1 y n. Primarios Secundarios Directos Indirectos Directos [ Individuales Colectivos [ lndí'i.'ídU. aJes Colectivos [ Individuales Colectivos Indirectos [lndi viduales Colectivos [ Decúbitos dorsales Extendidos Decúbitos ven .. tn.tles Decúbitos laterales , Decúbitos vcntrales [ De. CÚbl.'IOS do.rsales FleXIonados D 'b' l 1 eeu ltos atcra es Sedentes Irregulares [ Decúbitos dorsales Extendidos DeCúbitos.' ventraIes Decúbitos laterales Flexionados Irregulares [ Decúbitos dorsales De ... CU .. 'bl.'tos ventraJes Decúbitos laterales Sedentes { Derecho Izquierdo { Derecho Izquierdo { Derecho Izquierdo { Derecho Izquierdo Cuadro L Clasificación de las formas de enterramiento prehispánico en México. Tomado de Romano (lbid., p. 28) 34 Sisten1as de EntelTamiento Extendido en decühÍlo dorsal Flexionud(1 en declÍbit() \'ent.ra I f kxionado en decúhilO lateral derecho Extendido en dec!íbjf.i) ventral Extendido en decúbito lateral derecho Extendido ¡;'n declíbíto lateral izquierdo FJcx ionado en de~úbiLü dorsal Flexionado en decúbito laferal izquierdo Flexionado sedente Nota: Vístos desde aLTiba excepto elllexíon~d() sedente Cuadro 11. Sistemas de enterramiento. Basado en Romano, (lbid., p. 110) 35 Esta clasificación elaborada por Romano es de gran utilidad a nivel descriptivo, así como para entender las costumbres funerarias de diversas culturas. 1.4.1. Descomposición cadavérica La descomposición cadavérica conlleva una serie compleja de procesos físicos, químicos y biológicos que involucran factores intrínsecos, es decir, edad del individuo al momento de morir, causa de muerte, dieta, etc., así como también innumerables factores extrínsecos como el medio ambiente, el intercambio químico entre el cadáver y los diferentes tipos de suelo, la fauna cadavérica, etc. Lo anterior a su vez se relaciona con el sistema de enterramiento que cada cultura desarrolla para disponer de sus muertos. Tomando en cuenta que la descomposición cadavérica es un fenómeno normalmente progresivo, así también lo serán los procesos tafonómicos y sus variaciones, dependiendo del tiempo transcurrido desde el deceso y el lugar en donde se encontraron los restos a estudiar (Reverte, 1999: 939). Podría decirse que todos los procesos involucrados en la descomposición cadavérica se encuentran enmarcados dentro de un periocJo esquelético en el cual se pueden distinguir varias fases. Müller en 1951, (cfr. Micozzi, 1991: 3 y Gifford, 1982: 467) creó un esquema con el cual, basándose en dichas fases, se podría determinar la cronología aproximada de la muerte. 36 Esquema de Müller 1. Formación de una capa de moho en los cadáveres sepultados en tierra (se presenta de dos a cuatro años después de la muerte) 2. Desaparición de partes blandas en enterramientos en fosas (dos a cuatro años después de la muerte) 3. Desaparición de cartílagos y ligamentos en cadáveres sepultados en tierra (tiene lugar a los cinco o más años después de la muerte) 4. Desaparición de la grasa en los huesos (de cinco a quince años después de la muerte) 5. Destrucción del hueso, puede presentarse al cabo de 10 a 15 años, dependiendo del tipo de suelo. 6. Estado quebradizo, frágil y poroso de los huesos (por lo menos 50 años transcurridos después de la muerte). 7. El hueso no tiene médula ósea (más de seis años). 8. No hay nada de materia orgánica en el canal medular (más de diez años). Los periodos descritos como cromático, enfisematoso, monstruoso o negroide, licuativo, etcétera, que generalmente se producen entre los tres y cinco años después de la muerte dependiendo del lugar en donde se haya enterrado un cadáver. Sin embargo, es necesario enunciar las distintas fases conocidas como fenómenos cadavéricos tardíos para entender los procesos de descomposición que ocurren en los cadáveres en condiciones normales y así identificar, si es posible, los factores propiciatorios involucrados en la momificación. 37 Cabe mencionar que es necesario tomar en cuenta, que todos los fenómenos que a continuación se describen, están sujetos a la interacción de la gran variabilidad de los factores involucrados y por lo tanto sólo se consideran como un marco de referencia. Al sobrevenir la muerte en un individuo y transcurrido cierto tiempo (horas, días o más), dependiendo de las condiciones ambientales, ocurre en el cadáver una serie de fenómenos de orden físico, bioquín1ico, geoquímico y biológico (microbiota). Dichos fenómenos según MarÍn (1978) son los siguientes: Enfriamiento.- es un fenómeno de tipo físico que se puede presentar inclusive poco antes de la muerte. Dos o tres horas después de la muerte se puede distinguir un considerable descenso de la temperatura corporal en la cara y extremidades. Marín (lbid., p. 27) menciona que "la temperatura desciende a razón de un grado centígrado por cada hora transcurrida después de la muerte, hasta equilibrarse con la temperatura ambiente". Pérdida de peso. - en cierto casos y dependiendo de la causa de muerte, el cadáver puede perder una parte considerable de su peso a consecuencia de la deshidratación de los tejidos. Rigidez cadavérica.- este fenómeno involucra varios procesos fisicoquímicos que producen endurecimiento y fijación muscular. Se debe básicamente a la transformación del miosinógeno muscular en miosina. "La rigidez cadavérica comienza generalmente transcurridas de dos a cuatro horas después de la muerte. Comienza con los músculos elevadores del maxilar, seguido por los del cuello y generalizándose al resto del cuerpo entre cuatro y siete horas después de iniciada ésta" (lbid., p. 31). 38 Espasmos cadavéricos.- se trata de un fenómeno considerado raro y se debe a que la rigidez cadavérica invade los músculosen el mismo instante de la muerte, haciendo que el cuerpo conserve la misma posición, actitud y gesto que tenía en el momento de morir. "El espasmo puede ser parcial, localizado, tomando un brazo o la mano que empuñaba un arma, como en algunos suicidios; o ser generalizado en todo el cuerpo" (lbid., p. 35). Lividez cadavérica. - al cesar todo fenómeno vital, la sangre deja de circular y por ende debido a la gravedad comienza a acumularse en los sitios declives del cadáver. Debido a lo anterior es posible identificar la posición del cuerpo al mon1ento de morir, por ejemplo, si el cadáver se mantuvo en posición de decúbito dorsal extendido, se podrán observar las livideces cadavéricas en el dorso, en los glúteos y en las partes posteriores de los miembros. Se presentan en forma de placas o en forma de puntilleado o máculas pequeñas redondeadas en la piel, de color variable dependiendo del tiempo transcurrido después de la muerte, pueden ir del rojo claro al azul oscuro, y llegar al negruzco. Estas livideces están presentes durante todo el proceso de descomposición cadavérica. Hipostasias cadavéricas.- al igual que la lividez cadavérica, las hipostasias se" presentan por acumulación sanguínea y son visibles en órganos internos como el encéfalo, el tubo digestivo, los pulmones y los riñones" (lbid., p. 41). Putrefacción.- la putrefacción dependerá de muchos factores intrínsecos y extrínsecos que inciden en el cadáver y que pueden acelerar o bien retrasar la misma. Involucra varios procesos de descomposición orgánica comenzando generalmente por el meteorismo 39 abdominal, el cual, debido a la presión ejercida por gases desarrollados en el intestino, aumenta de volumen. Cuando las bacterias intestinales se difunden a través de los vasos sanguíneos y linfáticos, se inicia el proceso de putrefacción. Tomando en cuenta que la descomposición de un cadáver es un fenómeno generalmente progresivo, de la misma manera 10 serán los caracteres tafonómicos y sus variaciones. Inmediatamente después de ocurrida la muerte también comienza el proceso de fenómenos químicos, que se caracterizan por la acción de fermentos celulares que determinarán la autólisis de los tejidos. Las proteínas, por medio de hidrólisis, se descomponen en aminoácidos, que a su vez se transforman en ácidos grasos inferiores, los nucleoproteídos se transforman en ácido fosfórico y en bases púricas, los lípidos se transforman en ácido acético debido a fermentos lipolíticos y lecinolíticos, así conlO por la beta-oxidación. Por otra parte, los hidratos de carbono se descomponen en alcoholes y en ácido láctico cadavéricoo "Este proceso va acompañado por la emisión de gases como el NH2, el SH2, el CO2 y el N2"(Reverte, op. cit., p. 809) La materia orgánica sufre una descomposición activa debido básicamente a la acción de gérmenes y hongos saprofitos, los cuales generalmente son contenido del sistema digestivo del cuerpo humano. Cabe mencionar que el cabello, las uñas y los huesos son los componentes más resistentes a la acción de la putrefacción. Existe gran diversidad de fauna microbiana participante en la descomposición cadavérica, las bacterias aerobias así como las anaerobias y algunos hongos tienen una acción específica aunque aún no queda claro la cronología de tales acciones en la destrucción de la 40 materia orgánica. Así n1ismo es importante mencionar que la intervención de los insectos necrófagos colabora activamente en la descomposición y destrucción cadavérica. Los bacilos aeróbios desarrollan a nivel intestinal una actividad fundamental; algunos de ellos como el bacilo cadaveris, el fluorescens, el liquefaciens, el mesentericus, el communis, etcétera, producen ácido carbónico al absorber el oxígeno de los tejidos. Posteriormente actúan otros bacilos facultativos que no precisan de mucho oxígeno y liberan hidrógeno o bien hidrocarburos. Los llamados anaerobios puros los remplazan, estos bacilos prescinden totalmente del oxígeno ya que se desarrollan en un medio carente de éste. Estos bacilos, por ejemplo "el violaceus, el proteus y el mirabilis, tienen la característica de producir hidrógeno, nitrógeno y amoniaco así como también oxígeno y CO/'(Ibid., p. 810). En resun1en, la descomposición cadavérica a grandes rasgos se debe a un proceso bioquímico de hidrólisis producido por los fermentos solubles segregados por grandes masas de microorganismos que descomponen las sustancias albuminoideas en compuestos más simples y solubles (Idem). 1.4.2. Factores en la preservación del material óseo. El hueso como tal sufre innumerables alteraciones después de la muerte; dichas alteraciones dependerán básicamente de la composición química del suelo, la temperatura a la que el cadáver ha estado sometido, el coeficiente de humedad, la acción mecánica del suelo, el contacto con raíces, la remoción de los restos debido a la actividad humana o bien animal y 41 en general al contexto medio ambiental del entierro. También influyen las condiciones en que se encontraba en vida el individuo, así como factores relacionados con la edad, sexo, patologías, etcétera. Los factores que determinarán la preservación del material óseo son asimismo del tipo físico, bioquímico, geoquímico y biológico, los cuales dependerán de las condiciones intrínsecas y extrínsecas relacionadas con el mismo, y pueden o no actuar de forma dependiente o independiente entre sí (Henderson, 1987: 44). En antropología física se toma en consideración cuatro condiciones para describir el estado de preservación del material óseo: excelente, buena, mala y pésima. Para la valoración de estas características se toma en cuenta el aspecto, la textura y la solidez del hueso así como también si el esqueleto en general y cada elemento óseo se encuentra roto, completo o incompleto. Lo anterior es crucial para el investigador, ya que en general un buen estado de conservación permitirá un estudio más completo y conclusiones bioculturales más firmes. Factores intrínsecos El hueso a grandes ra~gos está formado por una parte orgánica (colágena) y otra inorgánica o mineral (hidroxiapatita). La parte orgánica, cerca del 25 al 30% del total del hueso, sufre una putrefacción activa debido a la hidrólisis de las proteínas, que se descomponen en péptidos y después en aminoácidos. Por otra parte el componente mineral puede enriquecerse o perderse a través del intercambio o sustitución de iones con el terreno que 10 rodea (Radosevich, 1993: 316). 42 Al debilitarse las proteínas, se pierde el enlace de éstas con la fase mineral, provocando que el hueso se destruya; y no sólo la descomposición de proteínas, también la infiltración y absorción de iones por parte de la fase mineral del hueso afectará su enlace proteico. Aún cuando exista suficiente agua en un hueso para iniciar la hidrólisis de proteínas, variaciones en el nivel de agua y en la composición química del terreno podrán acelerar o retardar este proceso (Hare, 1980: 212). Existen otros factores en la preservación del material óseo, el tamaño, la forma y la densidad serán responsables de su rápida o lenta descomposición. Von Endt y Ortner (1984: 250) mencionan que el grado de descomposición del hueso es inversamente proporcional al tamaño del hueso. Se ha propuesto que el sexo y la edad de los individuos son factores importantes en la descomposición del material óseo; aún cuando no se ha demostrado que el sexo sea un factor determinante, la edad sin duda 10 es, tonlando en cuenta el tamaño y la madurez de los huesos. Otro factor detenninante en la preservación del material óseo lo será sin duda la causa de muerte; es bien sabido en medicina forense, que una herida expuesta antemortem o bien una muerte debida a algún proceso infeccioso, pueden acelerar la descomposición (Rentoul y Smith, 1973: 62). Además existen innumerables patologías que tendrán un efectonegativo en la descomposición del hueso, siempre y cuando involucre el adelgazamiento, la exposición o ruptura del tejido óseo en vida, por ejemplo facturas, osteoporosis, hiperostosis porótica, etcétera. 43 Factores extrínsecos Existen tres categorías principales de factores extrínsecos: el medio ambiente físico (geografía y geología) del sitio del entierro, la naturaleza de la flora y fauna local y la actividad del hombre. Los factores determinantes relacionados con el medio ambiente en la preservación del material óseo según Henderson (Op. cit., pp. 46-49) son: Agua.- como ya se ha mencionado anteriormente, el agua es el principal agente en la descomposición (hidrólisis) y afecta la preservación del hueso, por lo tanto hay que ser conciente de los efectos resultantes y tomar en cuenta los niveles de precipitación y drenaje del sitio a estudiar. Tipo de suelo.- en general se observa una mejor preservación del material óseo en suelos con un pH neutro o ligeramente alcalino, pues "la descomposición debida a la acidez del terreno puede ser tan intensa que desaparece con el tienlpo todo rastro de partes blandas e incluso de los huesos" (Reverte, Opa cit., p. 955). Esto se debe a que la acción de los ácidos presentes en el terreno disuelven la parte inorgánica del hueso, exponiendo así a la parte orgánica a una descomposición acelerada. Debido a la erosión, los sedimentos resultantes pueden depositarse sobre el sitio del entierro modificando la profundidad del mismo y ocasionando un aumento en la presión ejercida sobre el material óseo, que, entonces, puede romperse acelerándo así su descomposición. 44 Temperatura.- el efecto que la temperatura tiene sobre los restos óseos en 10 que respecta a su preservación, varía según la latitud geográfica, las estaciones del año y la profundidad del entierro (Henderson, op. cit., p. 47). Se ha observado que en los trópicos un cadáver se descompone más aceleradamente, incluyendo los huesos, que en otras latitudes. Puede ocurrir también que en latitudes donde los cambios estacionales sean más marcados, se presente un proceso de congelación-descongelación, 10 que es un factor que acelera la descomposición y la desarticulación de un cadáver. Mant (1987: 67) menciona que a una temperatura media el cadáver comienza a presentar signos de descomposición de 48 a 72 horas después de la muerte, mientras que en temperaturas frías, sin congelación, los prinleros signos de descomposición pueden presentarse de 5 a 7 días después de la muerte. Sin embargo, con temperaturas cálidas de verano, la desconlposición se presenta a sólo 24 horas del fallecimiento. Flora y fauna.- Los organismos que juegan un papel importante en la preservación del material óseo se clasifican en tres grupos dependiendo del tamaño: • Microorganismos: bacterias, hongos, algas y protozoos • Mesofauna: pequeños invertebrados (artrópodos, anélidos, nemátodos, gusanos y moluscos) • Macrofauna: principalmente pequeños mamíferos escavadores (conejos, tuzas, ratones, etcétera (Janaway, 1997: 61). Los organismos arriba descritos pueden afectar directa o indirectamente el material óseo. Será directamente si ciertos organismos atacan directamente el hueso provocando daño y destrucción del mismo. A la remoción de restos óseos de un entierro por determinados 45 organismos se la considera una forma indirecta, esto afectará su preservación al ser alterado el contexto original del entierro al ser cambiado de lugar. A nivel microscópico existen agentes biológicos involucrados en el proceso de descomposición, estos incluyen bacterias y hongos los cuales pueden producir cambios morfológicos en el material óseo que pueden confundirse con ciertas patologías (Wells, 1967: 12). Algunas plantas, específicamente por medio de sus raíces, pueden provocar una acelerada destrucción del material óseo, lo anterior debido a que las raíces al crecer dentro de la cavidad medular o bien dentro de un cráneo, suelen fragmentarlos; raíces más pequeñas pueden difundirse a través del tejido esponjoso del hueso provocando que éste se degrade rápidamente. Se ha reportado también que diversos insectos tienen una participación importante en la descomposición cadavérica, aunque su impacto a nivel óseo no sea significativo, salvo por algunas características morfológicas que pueden imprimirle al hueso; características que pueden diagnosticarse erróneamente y clasificarse como patologías (Henderson, op. cit., p. 49). El hombre.- Culturalmente existe un gran número de variables respecto a la disposición física del cadáver. Por 10 anterior podríamos decir que el hombre, en todo el sentido conceptual, será el factor más importante en la preservación del material óseo. El hombre determina quién será enterrado y cuando, así como dónde y cómo será enterrado. Además, como mencionan Metcalf y Huntington (Op. cit., p. 18), "los cuerpos pueden quemarse o enterrarse, acompañados o no de un animal o de otro humano sacrificados, conservados por 46 medio de ahumado, de embalsamado o de eviscerado, pueden haber sido comidos (crudos, cocinados o podridos), pueden haber estado ritualmente expuestos como carroña o bien abandonados a la intemperie, o pueden haber sido desmembrados y tratados de varias formas". 1.4.3. Momificación En algunos casos, los cadáveres escapan al proceso normal de descomposición, y sufren en cambio un proceso de desecación gracias al cual pueden conservar en ocasiones sus conlponentes orgánicos y su forma exterior. En México existen numerosos ejenlplares de individuos momificados, son de tipo natural y la gran mayoría procede del norte del país. La definición que da Aufderheide (2003: 1) de una momia, es el de un cuerpo o tejido físicamente preservado el cual refleja la morfología que presentó en vida, resistiendo a la descomposición posmortem durante un periodo prolongado. Existe material momificado con una antigüedad de hasta 20 000 años, corno el caso de algunos mamuts encontrados en Siberia (Zimmennan y Tedford, 1976, cfr. Aufderheide, op. cit., p. 41). Como se ha mencionado arriba, la descomposición cadavérica involucra varios procesos bioquímicos. Básicamente son reacciones químicas que rompen los enlaces moleculares de proteínas, así como también grasas y carbohidratos que junto a éstas forman varias estructuras del cuerpo. Para que ocurran dichas reacciones es necesario la participación de sustancias catalíticas las cuales tienen acciones específicas al promover un cambio químico, nos referimos a las enzimas. 47 La "autodestrucción" celular o autólisis comienza inmediatamente después de la muerte de un organismo por un proceso enzimático. Dicho proceso se inicia por enzimas intracelulares presentes en los lisosomas de algunas células. Los lisosomas son cuerpos citoplasmáticos con una sola membrana presentes en muchos tipos de células, pero abundan sobre todo en el hígado y el riñón y contienen diversas enzimas hidrolíticas encargadas, a grosso modo, de romper grandes moléculas proteicas, grasas e hidratocarbonadas presentes en los alimentos para que el cuerpo las asimile nutricionalmente (Blakiston, 1996: 789). Al cesar los procesos vitales, las enzimas comienzan inmediatamente a autodigerir las células produciéndose así una liquefacción de las mismas; ocurrido lo anterior, dichas enzimas son liberadas de las células convirtiéndose en adelante en enzimas extracelulares, es decir que conservan su actividad fuera de las células (lbid., p. 456). Existen numerosos factores que influirán positivamente en la acción normal de las enzimas extracelulares; un medio acuoso, una alta acidez del ambiente, una temperatura favorable, entre otros. Cualquier variación en los factores antes mencionados favorecerán la preservación del cuerpo. Por 10 anterior Mansilla y Pljoan (2004) definen la momificación como la preservación de los tejidos
Compartir