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Alejandra-Pizarnik--una-voz-personal

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS 
 
 
ALEJANDRA PIZARNIK: UNA VOZ PERSONAL 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE 
 
MAESTRÍA EN LETRAS 
(LETRAS LATINOAMERICANAS) 
 
PRESENTA 
Vanessa Tello Hernández 
 
TUTORA 
Claudia Lucotti Alexander 
2012 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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3 
 
ÍNDICE 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
5 
CAPÍTULO I. LA MITIFICACIÓN DE UNA POETA 
 
El per sonaje de A lejandra o s u c onstrucción de la poeta 
maldita, 35; Alejandra o el espejo de una maldita, 40; Cómo 
hacerse po eta s egún Alejandra P izarnik, 50; E l ge nio d e l a 
locura, 52. 
 
 
31 
CAPÍTULO II. YO, ALEJANDRA 
 
De l a aut obiografía a l a aut oficción, 7 5; A utoinventarse 
Alejandra, 82; El espacio pizarnikiano, 92; Cuestiones del Yo. 
El juego de pronombres, 99; La dialogización en la obra de 
Pizarnik, 104. 
 
 
71 
CAPÍTULO III. LA AUTOFICCIÓN A TRAVÉS DE LA VOZ: EL NACIMIENTO DE 
LA OTRA 
 
La voz propia, el producto de l a ot redad, 118; P izarnik y su 
“cuerpo po ético”, 12 9; C orporeidad y obs cenidad, 1 31; E l 
poema como performance. El nacimiento del ethos, 139; La 
materia verbal pizarnikiana, 151. 
 
 
113 
CAPÍTULO IV. LA HECHA DE LENGUAJE 
 
Pizarnik y s us di ferentes es crituras, 1 60; La pal abra 
pizarnikiana, 16 8; La m etonimia, 176; E l per sonaje 
pizarnikiano: una construcción verbal, 185; Alejandra Pizarnik 
y su voz, 193; El silencio final, 198. 
 
 
157 
CONCLUSIONES 
 
 
203 
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 
 
213 
 
 
 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 5 
INTRODUCCIÓN 
 
Pero cómo hacer real mi monólogo obsesionante, 
cómo transmutar en lenguaje este deseo de ser. La 
vida perdida para la literatura por culpa de la 
literatura. Quiero decir, por querer hacer de mí un 
personaje literario en la vida real fracaso en mi deseo 
de hacer literatura con mi vida real pues ésta no 
existe, es literatura. 
 
Alejandra Pizarnik 
 
 
Desde su publicación, l a poesía de A lejandra P izarnik ha fascinado a s us lectores 
por l os j uegos d e l enguaje y e l ambiente más bi en s ombrío q ue pu ebla su obra. 
Desgraciadamente, m uchos de el los se ha n en focado al mito q ue al rededor de l a 
poeta argentina se ha creado, dada su personalidad un tanto estrafalaria, sus crisis 
nerviosas y s u s uicidio en l a c ima de s u c arrera literaria, d ejando de l ado l a 
maravillosa obra que nos dejó. 
Olvidada durante algunos años, tanto por la crítica como por muchos de s us 
lectores, a par tir de l os años 1990 ha ha bido un r esurgimiento de su obra, dejando 
en muchos casos, y tal y como apunta la crítica y poeta Gabriela de Cicco, tan sólo 
una sobresaturación de citas y malas copias de los poemas de Alejandra Pizarnik. 1 
Por su par te, I vonne B ordelois ( amiga í ntima de A lejandra y edi tora d e s u 
Correspondencia) a firma q ue l a p oesía pi zarnikiana “ parece es tar hoy am enazada 
por el consumismo de los best-sellers, la competitividad creciente y las promesas de 
la el ectrónica g lobal, con s us muchas v eces v anos par aísos c o-municantes" [sic] 
(Espinosa). Este úl timo c omentario h ace r eferencia al ostensible boom que l a 
reedición d e s us l ibros ha t enido a úl timas f echas, así c omo a l a pr oliferación d e 
 
1 Ver el artículo “ Alejandra R evisited” que fue p ublicado p or pr imera v ez en l a r evista Feminaria 
nro.:16, Buenos Aires, Mayo de 1996; también fue reproducido en "Debate Feminista" Nº 15, (1997) 
35-39. 
 
6 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
sitios e lectrónicos s obre l a v ida y obr a de l a p oeta ar gentina, en l os q ue Pizarnik 
sigue siendo catalogada como la “chica mala” de l a literatura argentina de los años 
60. 
Esta mitificación fue en g ran medida pr ovocada por l a m isma Alejandra, y 
alimentada por l a i dea r omántica de q ue e l poe ta s e confiesa en s us t extos. De 
hecho, en el ámbito de la crítica encontramos posturas que basan sus estudios en 
dicha confusión y explican la obra de Pizarnik a t ravés de s u vida y muerte; lo que 
estos estudiosos han logrado es crear una estatua mítica de la autora cimentada en 
sus propias invenciones y/o suposiciones. 
 Un buen ej emplo de este acercamiento c rítico lo encontramos en el ar tículo 
“La poesía de A lejandra Pizarnik” de D avid Lagmanovich, quien considera que sus 
últimos textos “son confesionales y clarividentes, como ya escritos por una muerta”, 
y opina que hacia el final de su vida, la búsqueda de la poeta era de índole personal 
y no poét ica. Diametralmente op uestas r esultan p osturas c omo l a d e R obert 
DiAntonio (“On Seeing Things Darkly in the Poetry of Alejandra Pizarnik”) quien cree 
que l a muerte y el s ilencio que s e c iernen sobre s u p oesía son sólo recursos 
poéticos que actúan como paradigmas en nuestra época. Así, la poesía pizarnikiana 
no sería, en ningún caso, un acto de confesión lírica trasmutada en poesía. 
Pese a q ue s e ha escrito t anto s obre esta c uestión (recurso l iterario, 
confesionalismo), me ha sido casi imposible evitar la tentación de unirme y proponer 
una p osible i nterpretación. Como s e pu ede ded ucir, en e ste t rabajo l a di scusión 
principal versará sobre si la obra pizarnikiana es o no autobiográfica, lo que implica – 
a t ravés de un di scurso t radicionalista – que s u poét ica p ueda o no c onsiderarse 
confesional. S e bus cará di lucidar q ué c lase de s ujeto p oético e s el pi zarnikiano, 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 7 
cuáles son las estrategias discursivas bajo las que se comporta, así como aquéllas 
que lo constituyen. 
En cuanto a los estudios críticos que he t omado en esta tesis para in iciar la 
discusión, dos de las obras, Alejandra Pizarnik, de César Aira y Alejandra Pizarnik. 
Una biografía, de Crisitina Piña, tienen, a pesar del mismo título y el mismo objeto de 
estudio, orientaciones que divergen una de la otra. 
 Piña – siguiendo u na t esis de F rank G raziano2 - sostiene q ue el t exto 
aparece c omo el or iginal -tanto ex istencial c omo t emporariamente- del c ual l a 
actuación biográfica se presenta como la copia o, al menos, la consecuencia. Así, el 
texto de C ristina P iña – de ahí el s ubtítulo – parte de l a bi ografía de A lejandra 
Pizarnik, per petuando así l a i dea de i ndisolubilidad e ntre l a v ida y la obr a de l a 
poeta3. P or otro lado, César Aira pretende romper con el mito de la mujer-poeta y 
enfocarse en su poesía.4 
 El presente estudio, s in duda, se acerca más a l a postura de críticos como 
Aira o D iAntonio, que s e adhi eren a l o q ue l os t extos s ugieren por s í m ismos y 
buscan interpretaciones lejos de una supuesta confesionalidad. Cabe apuntar que 
dichos autores, tanto como yo misma, admiten que la poesía de Alejandra está llena 
de recreaciones vivenciales, pero que “no es excusa para usarlas contraella, sobre 
 
2 Graziano s ostiene: "Esta dem anda de ac tos " reales" par a s ostener t extos c oncebidos en un a 
realidad y una gr amática s eparadas... es una ex tensión y u na m ala apl icación de es trategias de 
lectura apropiadas para obras de no f icción, en que la validez se mide compulsando los textos contra 
los hechos a los que se refieren" (Citado por Carlos D. Pérez en “Alejandra Pizarnik: Textos de locura 
y suicidio.” <http://www.clubdeanalistas.net/pizarnik.htm> 
 
3 Desde las primeras páginas, Piña sostiene que existe “la vinculación entre su vida y su obra, en el 
sentido de que aquélla no sólo nos permite esclarecer ciertos aspectos fundamentales de su poética, 
sino que, en virtud de su concepción personal de la poesía, su vida resulta indiscernible, en un nivel, 
de su estética literaria, la cual configuró los rasgos esenciales de su existencia”. (11-12) 
 
4 El texto de César A ira dedica tan sólo dos páginas a una biografía m uy somera de A P, y en su 
introducción deja muy en claro estar en contra de aquellos críticos que han mitificado a la poeta como 
“la pequeña náufraga” o “la niña extraviada” , “y entonces no importa que el trabajo del escritor haya 
sido j ustamente des congelar el m undo, hac erlo f luir en una o peración s in f in: s u obr a y él m ismo, 
terminan, en palabras de mis colegas, como una “pequeña estatua del terror”. (10) 
8 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
todo porque al hacerlo se está confundiendo la poesía ya hecha y la poesía en tren 
de hacerse” (Aira 10). Así pues, las referencias biográficas a lo largo de esta tesis, 
se apuntarán sólo cuando tengan una influencia directa en la poética pizarnikiana, y 
nunca para fundir y/o confundir la vida y la obra de Pizarnik. Parto de la premisa de 
que l a p oesía d e A lejandra no es ni c onfesión bi ográfica, ni s entimentalismo 
melodramático; su poesía es u na continua búsqueda de un l enguaje propio y una 
voz personalísima, llena de contenido poético que logra crear – tal y como lo decía 
Paul Válery – lenguaje dentro de un lenguaje. 
Sus textos no retratan hechos reales ni buscan ser una crónica veraz: son 
discursos ficticios q ue s e c onstruyen a t ravés d el l enguaje y c on l enguaje. Esta 
tesis – central en este estudio - toma el carácter eminentemente verbal de un sujeto 
– el yo poético - que s e c onstruye bás icamente a par tir d e pr ácticas di scursivas 
reconocibles al interior del mismo texto. Para esto, se utilizará una de las variantes 
que introduce W alter Mignolo en s u ar tículo “ La figura d el po eta en l a l írica de 
vanguardia” (1982)5: el concepto de la voz (de aquí el título de la presente tesis) que 
se propone para aprehender, discursivamente, el nuevo espacio que se genera tras 
la evaporación q ue s ufre el s ujeto en l a v anguardia y en l a p oesía de A lejandra 
Pizarnik. 
 
Aquí hay q ue punt ualizar q ue han s ido ot ros t extos de es te m ismo c rítico 
argentino los que también han alimentado este estudio6, y aunque ninguno de ellos 
haga r eferencia a l a obra de A lejandra Pizarnik, sus es tudios sobre la poes ía de 
 
5 Publicado en Revista Iberoamericana, Nº 118-119 (1082). Pittsburg: 131-148. Puede consultarse 
también en: <http://cdigital.uv.mx/handle/123456789/6254> 
 
6 Creo que m i m ayor deuda es c on s us e nsayos “ Algunos aspectos de l a c oherencia de l discurso 
(literario) ( “Barcarola”, P ablo N eruda)” y “ La i nstancia del ‘Yo’ ( ‘Las dos hi storias’, F . H ernández)” 
(ambos publ icados en Textos, modelos y metáforas), as í c omo s u l ibro Teoría del texto e 
interpretación de textos. Al final puede encontrarse la bibliografía completa. 
 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 9 
otros a utores – mayormente l atinoamericanos – han s ervido par a nutrir m is 
reflexiones e n t orno a s u c ompatriota. A ún as í, debo ad mitir q ue ha sido d e “La 
figura d el po eta en l a l írica de v anguardia” que surgieron l a m ayor par te de l as 
reflexiones de este t rabajo7. Aquí, Mignolo comienza la discusión al poner sobre la 
mesa l as o piniones c ontrarias q ue l a c rítica m oderna h a dad o s obre l a l írica, a 
saber, aquella t radicionalista ( cfr. Kate H amburger) q ue a firma q ue el e nunciante 
(sujeto lírico) debe identificarse con su autor y puede ser considerado como real, y 
aquella otra que Mignolo, y el presente estudio, buscan probar y que proponen que 
el sujeto lírico no es sino un ente ficticio hecho de lenguaje que no debe confundirse 
con el poeta8. 
La poesía lírica supuso – mayormente a partir del Romanticismo – un sujeto 
que se concibe como un Yo-poeta. Las expresiones poéticas eran consideradas no 
como ficciones o ar tificios, s ino c omo au tobiografías, provocando la i nmediata 
identificación del sujeto textual con el poeta. Laur a Scarano señala en Los lugares 
de la voz: 
 
 
7 El ar tículo forma par te de una i nvestigación sobre Oliverio G irondo y la l írica de vanguardia, pero 
sus pr opuestas pon en, a m i v er, en t ela de j uicio l as noc iones m ás t radicionales que de l a p oesía 
lírica s e ha n t enido d esde el r omanticismo. A demás, el t exto pr opone a lgunos procedimientos 
utilizados por la lírica moderna – y también por la crítica – para crear una figura del poeta que, alejada 
de lo decimonónico, m uestra as imismo pr eocupaciones l iterarias d e o tra í ndole, t anto en l a f orma 
como en el contenido. 
 
8 Aunque Mignolo no lo apunte, a lo largo de textos pos teriores (cfr. Elementos para una teoría del 
texto literario - 1978, y Teoría del texto e interpretación de textos – 1986), él mismo mencionará varias 
veces las teorías de Martínez Bonati a propósito del estatuto ficcional del autor. Martínez Bonati, en 
Estructura de la Obra Literaria (1972) s ostiene q ue la c reación poética n o es expresión lingüística 
directa de l autor. El poeta crea un objeto imaginario, la f rase imaginaria dotada de sentido. Hay un 
hablante f icticio q ue n o es el aut or, pues “ la obra literaria es ex presión y documento biográfico de l 
autor, s ólo c omo un t odo hec ho de l enguaje i maginario, pr oducido por él de ntro de una t radición 
literaria determinada” (154). Así, las hipótesis psicológico-biográficas acerca del autor (poeta) 
basadas en la obr a ( discurso i maginario) s erían i nfundadas, erróneas y deben b asarse e n ot ros 
documentos biográficos. Por lo tanto, es imposible sostener que el poema expresa el pensamiento-
sentimiento del autor. 
 
10 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
Aunque en los géneros narrativo y dramático el concepto de ficción no admite 
discusión (y refluye sobre la aceptada separación entre autor y narrador), la 
historia de l a t radición c rítica y t eórica s obre el g énero l írico, en es pecial 
desde el p aradigma especulativo del r omanticismo, h a es tigmatizado s u 
aplicación al género a los enunciados de la realidad, a l os actos de habla en 
los c uales l a di stinción enu nciativa ent re a utor y habl ante aparece c onfusa, 
borrosa, indecible. (45) 
 
Es evidente que el autor no puede deshacerse por completo de sus contextos 
social y personal, de los que generalmente tomará el material del que – pasando por 
un filtro lingüístico – emergerá el texto poético. Pero ello no vuelve autobiográfico a 
un texto sino que, al pasar por ese filtro y transformar la experiencia en lenguaje, el 
texto deja de ser una mera nota biográfica para convertirse en ficción, al igual que su 
sujeto. Esto que Mignolo denomina ficcionalidad del sujeto, es el proceso mediante 
el cual el sujetopoético se desprende de su correlato au toral para emerger como 
una entidad lingüística que enuncia – y se enuncia a sí – desde el poema. 
 A decir del crítico argentino, ha s ido a par tir de l as vanguardias que en el yo 
lírico se percibe un deslizamiento del yo hacia un él, una creación compositiva que 
aleja lo enunciado de su enunciante. Este sujeto lírico surge como una necesidad de 
“destruir” el Y o po ético y de r omper l a l ectura r omántica, dán dose u na 
deshumanización9 de ese Yo. Walter M ignolo señala que es en esta época en la 
que: 
 
 
9 El término deshumanización (Mignolo lo pone en cursivas a lo largo de su texto) lo toma de Ortega y 
Gasset de un t exto a pr opósito de l a po esía q ue nosotros de nominamos de v anguardia ( cfr. La 
deshumanización del arte) y qu e, a d ecir de l f ilósofo es pañol, aparta al arte de l a dictadura del 
sentimiento, pu es e l c omún de l os l ectores c oncibe al arte c omo una r epresentación d irecta de l a 
vida. Esto último empata con la postura de Mignolo. 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 11 
 [L]a i magen d el p oeta q ue construyen l os textos s e aleja de l a imagen del 
poeta que nos provee nuestra concepción del hombre y de la sociedad. La 
imagen del poeta [...] se construye sobrepasando los límites de lo humano y 
es, por el lo, q ue ‘ paulatinamente s e ev apora’ par a d ejar, e n s u lugar, l a 
presencia de una voz.” (“La figura del poeta en la lírica de vanguardia” 134) 
 
 Esta ev aporación de l yo-poeta d eja s ólo a l a voz c omo enunc iante, 
problematizando así la función del sujeto, donde ese yo es la vez signo y referencia, 
enunciante y enunciado. Ahora q ue, s i como ya h emos di cho, en l a poesía l írica 
confluyen l a s ubjetividad i ndividual y l a objetividad q ue da el l enguaje p or s u 
dimensión social, se vuelve necesario tomar en cuenta las relaciones que establecen 
la subjetividad contenida en el poema con la realidad. Así, se puede identificar a un 
sujeto p oético q ue s e enc uentra s iempre en c ontinua ex pansión, no s ólo p or 
encarnar un todo textual, s ino porque dicha expansión t iende a la abolición de los 
límites ent re l o t extual y l o ex tratextual. E l poet a pr oduce e ntonces di scursos 
imaginarios, con expresiones distintas a las utilizadas en el discurso real práctico; las 
afirmaciones hec has en l a obr a poé tica, n o s erían af irmaciones del aut or c omo 
hablante, y los hechos referidos serían ficticios al igual que sus sujetos. 
 Esto i mplica q ue l o dicho en l a p oesía l írica – y p or s upuesto, en l a de 
Alejandra P izarnik – no pu ede c onfundirse c on el di scurso r eal de l a poe ta, y 
tampoco a la poeta puede identificársele con el sujeto poético que lo enuncia. 
 Así encontramos que en la mayor par te de su poesía no ex iste la anécdota 
personal y, las que pudieran identificarse con base en sus diarios, correspondencia o 
declaraciones de familiares y amigos, nunca son directas; no hay fechas, lugares ni 
nombres. Su yo lírico se despliega más bien en un plano metafísico, anímico, uno 
12 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
que es tá c ompletamente i nstalado en l o i maginario y s e as ume – consciente y 
voluntariamente – como u na c reación o re-creación de una r ealidad q ue, a l 
poetizarse, deja de ser real. En sus poemas, sucede lo que afirma Mignolo: “la figura 
del po eta traspasa l os l ímites bi ográficos y c ronológicos de l a persona hu mana; 
escapa a los confines del cuerpo y del espacio que habita” (135). 
 Esta tesis estudia la poesía pizarnikiana buscando desprenderla de correlatos 
autorales y concretándose a l as es trategias poét icas al i nterior de s us t extos. N o 
busca tampoco relacionar al mundo ficcional de la poesía con la realidad de la poeta, 
sino que bucea en sus textos buscando las relaciones que entre ellos se dan para 
encontrar una poética pizarnikiana que se construye bajo técnicas discursivas que 
se dilucidarán a lo largo de este trabajo. 
 Para lograrlo, lo primero que hice fue buscar en la totalidad de la obra de AP 
aquellas n otas o c uestiones q ue s e r epiten a l o l argo d e s us t extos, es to es , l as 
formas y contenidos que le dan un s ello personal (podemos pensar en es tilo). E n 
esta búsqueda fue fácil notar que mucha de su poesía versa sobre cuestiones y un 
léxico muy concretos, y que muy probablemente ha sido esta cerrada combinatoria 
de temas y palabras la que ha dado pie a pensar que éstas reflejan las obsesiones y 
preocupaciones de la propia Alejandra, aún si no hay una sola manera de comprobar 
que no s ean s ino meros ar tificios po éticos. P or el c ontrario, un análisis di scursivo 
que s e en foque en el enu nciante ( sujeto l írico) y no en l o e nunciado, puede 
demostrar que una posición enunciativa autoral es imposible, pues en su lugar – tal y 
como lo afirma Mignolo -, “hay otro ‘personaje’ que llena el espacio que normalmente 
ocupaba la figura del poeta: la voz”. (135) 
 Y en ef ecto, frases como “ la hi ja de mi voz” y “no puedo hablar con mi voz 
sino con mis voces” son de lo más recordadas en la poesía pizarnikiana, dejando ver 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 13 
que detrás del pronombre de primera persona y de l os posesivos, l a figura de la 
poeta no se resume en una persona, s ino en una voz. M ignolo señala que en la 
poesía de v anguardia l a v oz oc upa el l ugar del aut or-poeta por m edio d e 
“anomalías”10 semánticas del enunciado, añadiendo que son tres los procedimientos 
mediante los cuales se construye la figura del poeta: 1) Referencias al cuerpo y a su 
situación espacial. 2) Disonancias categóricas de la persona. 3) Fusión de los polos 
sujeto-objeto. 
 Lo que el crítico llama anomalías resultan evidentes en el uso del lenguaje y 
en las estrategias discursivas que pueblan la mayor parte de la poesía pizarnikiana. 
Más puntualmente el uso de la metonimia y el oxímoron, recursos retóricos que – a 
nivel semántico – dan lugar a aquellas ambigüedades que permiten la multiplicidad 
de interpretaciones de dichos textos y que rompen con la unicidad y univocidad del 
discurso poético.11 
 Pero vayamos por par tes. E n cuanto al primer procedimiento que i dentifica 
Mignolo (lo r eferente al c uerpo y s u pos ición es pacial), enc ontramos e n l a p oesía 
pizarnikiana un a i dea q ue s e r epite c ontinuamente, l a d e hacer con su cuerpo el 
cuerpo del poema, a sí c omo a bundantes r eferencias a l o q ue ella l lama cuerpo 
poético. C abe d estacar t ambién l a i mportancia q ue l a poet a da ba al desplegado 
espacial de sus poesías, llegando incluso a afirmar que acomodaba las palabras en 
el poema tal y como un pintor da pinceladas en el lienzo (cfr. Diarios). Si pensamos 
en el poema como en una pintura, no podemos dejar de pensar que no sólo somos 
lectores, sino observadores, dando a la palabra no sólo un carácter semántico (como 
significado) s ino t ambién u no meramente g ráfico ( significante); sin em bargo, 
 
10 Las comillas son de Mignolo. 
 
11 No olvidemos que en la metonimia se toman las partes por el todo, haciendo de cada una de esas 
partes una r epresentación de es te t odo, m ultiplicándolo; el ox ímoron es l a uni ón de c ontrarios, y 
posibilita la conjunción de términos e ideas que no podría darse en la lógica cotidiana. 
14 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
tampoco p odemos de jar de pens ar q ue el m ismo s ujeto l írico es as imismo un 
observador que hace las veces de c reador enel instante mismo de la enunciación 
(mira y dice de lo que mira). Esto, que suena tan complicado, puede simplificarse si 
pensamos en la famosa litografía de Escher (Drawing Hands) en donde una mano 
dibuja a otra, planteando la ambigüedad sobre qué mano dibuja a cuál, e incluso, si 
hay una mano (extrapictórica) que dibuja a ambas. 
 Una i magen – y en es te c aso, u n po ema – tal, no s ólo d esestabiliza al 
lector/espectador, s ino i ncluso al c reador q ue s e v e obl igado a pr eguntarse, 
infructuosamente, sobre su identidad como tal. 
 Aquí se cumple en la poesía pizarnikiana el segundo proceso que menciona 
Mignolo, la disonancia de la persona12, pues ante la inestabilidad del sujeto poético, 
que busca saber quién es, se ve objetivizado, perdiendo así – al menos parcialmente 
– su c ategoría de p ersona/sujeto. E ste procedimiento se v e r eforzado por e l 
desdoblamiento y /o m ultiplicación d el s ujeto l írico13, así c omo e n e l pr olijo us o d e 
pronombres: 
 
El pronombre ya no designa a una persona, o si lo hace, de alguna manera lo 
dispersa: l a multiplicación del ‘ significante’ nos l leva a d esconfiar de q ue su 
correlativo sea un ‘ significado’ al cual el sistema pronominal sirve para hacer 
referencia. (141) 
 
 
12 Este m ismo proceso es a notado por César A ira, quien lo d enomina dislocación del sujeto. A l o 
largo del trabajo se verá exactamente cómo funciona. 
 
13 Podemos encontrar ambos procesos en la poesía de AP, como se verá en el Capítulo II de este 
estudio. 
 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 15 
 A es te s ujeto l írico di spersado/dislocado, y a no s e l e pue de adj udicar un a 
identidad d eterminada y /o det erminante, pues s e enc uentra en un c ontinuo 
movimiento q ue i mpide fijar t anto s u pos ición enu nciativa, c omo s u i dentidad, 
volatilizándolo y dejando en su lugar sólo a una voz. 
 Al no q uedar s ino ésta, la s obresaturación del l enguaje se h ace t ambién 
patente en la descentralización del poema como totalidad mostrando así el carácter 
meramente l ingüístico de q uien l o en uncia. Esto s e v e r eforzado por una 
sobresaturación de l enguaje14, en el q ue l as pal abras par ecen i ncluso per der s u 
significado, y se refuerza la idea de l a voz que toma el lugar del enunciante, pues 
ante la desaparición de un sentido unívoco y de un sujeto lírico que sea el centro, no 
sólo de l a enunciación, sino también del poema, lo único que puede escucharse es 
una voz. 
 Ésta se coloca así entre el sujeto lírico (enunciante) y su discurso (el poema 
en s í) r estando ex istencia el un o al ot ro y poni endo d e m anifiesto s u carácter 
ficcional. De ese modo, la figura del poeta sólo puede ser construida mediante el 
acto mismo de la escritura, y el lenguaje es entonces la materia mediante la cual se 
puede dar cuerpo al poema y así a la figura de la poeta. 
 A decir del crítico argentino, en este momento “el Yo, o m undo subjetivo [...] 
deja de ser una en tidad ps icológica para ser un ‘ organismo’ o un mecanismo que 
procesa i nformación.” (144) El c orrelato a utoral des aparece p or c ompleto y de l o 
único q ue pu ede hablar es ta v oz es de s u pr opia di spersión mientras va 
dispersándose, p ero como es to i mplica hablar s obre s u pr opia construcción y s u 
 
14 Sensación que se tiene, entre otras razones, tras leer un poema de varias l íneas en las que se 
combinan unas cuantas palabras que siempre parecen cambiar de significado. Además, no hay que 
olvidar que l a c errada c ombinatoria de la po esía pi zarnikiana, as í c omo l a pr eocupación p or una 
pureza del l enguaje y l a bús queda de l a pa labra ex acta, s on al gunos de sus rasgos m ás 
característicos. 
 
16 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
materia, lo único que puede hacer es hablar del lenguaje mismo desde el lugar en 
que, tanto él como el lenguaje, nacen: el poema. 
 El t ercer y úl timo pr ocedimiento q ue s eñala M ignolo ( fusión de los polos 
sujeto-objeto) es palpable aquí, en el momento en que muchos textos pizarnikianos 
pueden s er c onsiderados m etapoéticos, esto es , u na po esía que dej a v er l os 
procesos discursivos bajo los que fue escrita y en donde “el objeto se construye en 
la propia escritura y se funde con el sujeto”. (143)15 
Aquí r esulta c onveniente v olver a l a l itografía d e E scher q ue y a ha bía 
mencionado, pues en el la s e h ace ev idente – al i gual q ue e n a lgunos t extos d e 
Alejandra – la i nestabilidad de l a c reación pi ctórica/poética y de s u 
dibujante/enunciante, y que nunca se resuelve, al menos en la obra en sí. 
Lo q ue el pr esente estudio pr opone – y que l o s epara as í un poco d e l as 
propuestas de Walter M ignolo – es que es ta voz em ergente del poema se c rea a 
partir de un l enguaje que puede s ituarse en un c ontexto determinado, aquél de la 
poeta. Ante la imposibilidad de considerarse ya como un discurso real (al ser poesía 
ya es sólo ficcional), quien dice Yo e incluso se llega a autodenominar Alejandra, es 
sólo un p ersonaje q ue s e ha c onstruido t omando r asgos de s u creadora externa 
(autora real, Alejandra Pizarnik) y los ha vaciado en el lenguaje, convirtiéndolo así en 
una autoficción. 
Esta autoficción – ahora sujeto poético - es la que pasa por los procesos ya 
descritos. Es por ello que mi análisis se enfoca concretamente en la práctica de la 
escritura pi zarnikiana concebida a p artir de g eneradores específicos de 
dis/cursividad adjudicados a esta productividad textual: la fragmentación del sujeto, 
la ficcionalización y la subsecuente construcción de un personaje. 
 
15 La imagen de las manos que se dibuja de Escher, ya mencionada, es un ejemplo maravilloso para 
entender también este proceso. 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 17 
Lo anterior par te de que en la obra de A lejandra P izarnik, como en muchos 
poetas d e v anguardia, hay i mplícita u na v oluntad d e a utoinvención, d e c rear-se 
mediante su poesía una identidad otra. Ésta podría empatar así su ideal estético con 
su pr opio c ontexto, y a que di cha c onjunción pu ede v aciarse en s u s ujeto p oético 
dejando de ser así un yo-lírico confesional para hacerse un yo ficcional que es más 
personaje que persona. 
Este personaje que se ha puesto en escena (el poema adquiere también la 
cualidad de un locus) se constituye como una voz más al interior del poema, y ya no 
como un enunciante uní voco y c entralizado. La voz s e v a f ragmentando en otras 
voces c reándose as í una p olifonía, donde cada u na d e e llas a dquiere una c ierta 
individualidad que incluso les permite dialogar entre el las. Lo que se percibe es un 
escenario en el que las voces adquieren el cariz de personajes. 
El pr imer capítulo de esta tesis, “La mitificación de una poeta” surge de esa 
premisa, y de la pertinencia – cuando la hay – de la inserción de lo biográfico en la 
poesía pizarnikiana, pero n o c omo q ueja nar cisística, s ino c omo u na forma d e 
autoinvención. Con esto me refiero a la construcción de un modelo alterno que, aún 
llevando las huellas de identidad de quien firma el texto, deviene en un ser ficticio 
que ha t omado el l ugar del y o l írico t radicional c onvirtiéndose a s í m ismo e n un 
sujeto poético. 
Partiré de u na d e l as obs esiones d e l a m isma poeta: su a filiación – 
sentimental y formal – a la poesía de los simbolistas franceses. Pizarnik, al igual que 
ellos, se ha convertido en un mito que parece i nescapable a su propia obra; p ero 
esto que suenaa análisis autobiográfico en realidad pretende demostrar la voluntad 
de l a m isma poe ta a c onstruirse c omo un m ito l iterario q ue semejara al de l os 
malditos. D e hecho, en muchos d e s us ensayos y ent revistas Alejandra P izarnik 
18 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
afirma qu e fueron voces c omo l as de D ostoievsky, B lake, N erval, B audelaire, 
Kierkegard, Kafka, Artaud, etc., las que influyeron mayormente su obra; son voces y 
vidas subversivas que llevan la insignia del poeta maldito, de la unión casi metafísica 
de la poesía y del poeta que ella buscaba en su propia poesía. 
Con esto, no intento perpetuar la mitificación de P izarnik sino dejar en c laro 
que fue la propia Alejandra quien buscaba asemejar su obra a la tradición maldita de 
la poesía que abrevó del surrealismo. Desde su perspectiva de lo que era ser poeta, 
recreó la vida y obra de sus autores favoritos e intentó ada(o)ptarla a las suyas. De 
ellos tomó para sí la utilización del verso libre, la búsqueda de pureza del signo y la 
dupla Vida-Poesía dejando en sus textos, huellas rastreables de un correlato autoral 
y una intención estética. 
Al decidir emular a sus poetas favoritos, Alejandra Pizarnik encuentra que su 
realidad contextual no se lo permite de un modo natural, así que se ve obl igada a 
construir-se un contexto en el que puede convertirse en la poeta maldita de su ideal 
estético. E sto l a l leva a proyectar un a ot redad en s u l iteratura, una q ue d eviene 
personaje e n el ( con)texto-escenario q ue c onscientemente l e ot orga mediante s u 
escritura. 
La s olución pi zarnikiana – la construcción de un m undo f icticio en el que 
Pizarnik se convierte en un personaje - mata dos pájaros de un t iro: por un lado, le 
permite ac tuar según el i deal v ivencial del poet a maldito y , por el ot ro, es cribir 
también bajo aquellos presupuestos estéticos. El personaje de Alejandra, aquel que 
pone en el lugar de la enunciación como un yo-lírico, puede así poseer atributos bien 
distintos a l os de su referente real ( la autora de c arne y hueso) y ser así un s ujeto 
hecho de puro lenguaje. 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 19 
Lo interesante es ver qué tiene que decir un sujeto tal. Si partimos – como se 
dice l íneas ar riba – de que es un s er hec ho de l enguaje, s ólo puede decir de s í 
mismo y del l enguaje del q ue e merge, l o q ue r esulta a un más p aradójico c uando 
descubre que esa misma materia de la que se compone es la única que puede usar 
para hac erlo. E l r esultado es un personaje q ue es s ujeto y obj eto al mismo de 
tiempo de su propio espacio, que no es otro sino el poema. 
El personaje se ha creado a sí mismo un lugar dónde vivir; el espacio poético 
no sólo le procura un sitio seguro e i namovible, s ino que también le garantiza una 
vida eterna que se actualiza cada vez que sea escrito/leído. Lo anterior, que podría 
resultar un t anto c uanto s encillo, s e c omplica c uando en u n m ismo p oema s on 
fácilmente di stinguibles m ás de un s ujeto p oético, q ue s e c onstituyen c omo t ales 
pues c ada uno es c apaz de en unciarse de sde di stintos l ugares del t exto, a dquirir 
voces distintas y entablar un diálogo con ellos. Estos otros enunciantes, al conservar 
en sí mismos rasgos comunes con un mismo referente, nos hacen pensar en que no 
hay un s olo personaje, s ino varios creados a partir de las otredades en las que un 
mismo personaje y su lenguaje pueden multiplicarse. 
Para entender esta multiplicación, pensemos que este personaje se coloca al 
centro de un grupo de espejos deformantes; pensemos también que estos espejos 
son capaces de reproducir – distorsionadamente – cuanto es te sujeto enuncia. E l 
resultado sería una multiplicación de este Yo que mira a sus reflejos mirándolo, que 
les habla m ientras éstos l e ha blan. S ólo q ue l as miradas y l as voces s urgen t an 
distorsionadas q ue s e par ecen y a muy po co a s u r eferente original, pues en e l 
proceso han adq uirido un a per sonalidad y un l enguaje pr opios, s emejando a l os 
personajes en una puesta en escena que sólo t iene lugar en ese lugar y momento 
preciso. De hecho, algunos de los poemas de Alejandra Pizarnik fueron concebidos 
20 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
de ese modo, otorgándole un carácter protagónico al lenguaje y a l momento de la 
escritura. Alejandra pone de manifiesto el carácter de presente eterno que tiene toda 
su poesía, al t iempo que permite que en una misma espacialidad – la de la hoja – 
confluyan todas las voces que conforman el texto, rompiendo así con la unicidad y 
univocidad que tradicionalmente posee la poesía, y abriendo camino para decir-se a 
través de s us otredades sin olvidar que su propio discurso no puede sino nacer de 
su propia voluntad de ficcionalización. 
Ese Yo escritural se actualiza en la misma poesía pero, al encontrarse con la 
imposibilidad de una representación total, deviene en una autoficción que le permite 
tomar l a p osición de es os o tros s ujetos poéticos y r evelar al l ector c ómo s e 
ven/escriben a sí mismos. Surgen entonces diversos enunciantes creados en y por 
el poe ma q ue r evelan s us es trategias di scursivas, dando l ugar a t extos 
metapoéticos, cuyos sujetos han sido descentrados y que se fragmentan para poder 
comunicarse. 
Esta operación se vuelve evidente en l a poesía de A lejandra Pizarnik cuando 
la reflexión sobre el lenguaje no desplaza al sujeto s ino que lo reconfigura, dando 
como resultado un sujeto poético que, tras su fragmentación polifónica, recupera en 
la poes ía u na de s us m áscaras, l a del s ujeto autobiográfico q ue l o o bliga a l a 
recuperación del correlato autoral. El resultado es un proceso del que emerge un Yo 
con un no mbre y /o c iertos dat os bi ográficos verificables, per o un s ujeto hec ho d e 
lenguaje que se justifica sólo por el mismo texto del que emerge. 
El s egundo c apítulo, “Yo, A lejandra” c omienza ahí , r econociendo q ue l as 
huellas de lo autobiográfico siguen siendo visibles en el espacio de la escritura pero 
que, al vaciarse en la poesía, y tras el proceso de ficcionalización devienen en una 
autoficción. 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 21 
 Recordemos que críticos como Philippe Lejeune (Le pacte autobiographique) 
y Laurent Jenny ( “L’autofiction”) c oinciden en que l a autoficción nac e c omo un a 
fusión única entre los elementos au tobiográficos y la poesía, en tre la realidad y la 
ficción, destacando así el pap el q ue j uegan l os m ecanismos autoficcionales d e 
reinvención de l a m emoria e n po esía q ue s olía c atalogarse c omo meramente 
confesional. Desde el s iglo X X, t anto l a c rítica c omo l os p oetas mismos han 
buscado superar ese Yo pretendidamente autobiográfico a través de procedimientos 
“de v ariación, di fuminación, ocultamiento o di seminación q ue h an c onducido a l a 
autoficción del y o, pr oceso r elacionado c on una c risis par alela de i dentidad de l 
sujeto.”(Pérez) 
La autoficción se nos presenta entonces como una estrategia discursiva que 
se enc uentra a c aballo ent re el au tobiografismo c onfesional y l a f iccionalización 
consciente; con esto, no queremos afirmar – pues precisamente este trabajo busca 
comprobar l o contrario – que A lejandra h aya t omado s us propias v ivencias o s u 
condición anímica para hacer poesía (como un pretexto para), sino que Alejandra se 
vuelve s u pr opio r eferente l iterario y us a s u bi ografía c omo un pr e-texto. La 
ficcionalización le permite a la poeta alejarse de su propia vivenciay narrar de modo 
objetivo s ituaciones y sucesos que t ienen lugar sólo en el plano ficcional. D e ese 
modo, también hace emerger a un Yo l írico que adopta a placer rasgos que cada 
vez lo separa más de la autora real y de la pretendida confesionalidad de la poesía 
lírica tradicional. 
 En l a au toficción lo más r eal pue de así r esponder a u na r econstrucción 
imaginaria, y lo que aparente mayor seguridad - la voz narrativa, por ejemplo -, s er 
inconsistente y f icticio, un r eflejo o un s ímbolo. P or el lo r esulta un t rabajo m ás 
lingüístico q ue ex periencial. La experiencia, t omada s i s e q uiere de l a r ealidad 
22 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
tangible, es transformada mediante el lenguaje y llevada en palabras a l a poesía, a 
la f icción, pues. E sta experiencia d eviene en metáfora, t ransformación que se da 
por el trabajo creativo e imaginativo de la poeta. 
Este pr imer m ovimiento – la c onstrucción m etafórica – permite a l a aut ora 
presentar un a v isión del m undo e n c ierto modo multiplicada, pero en u n s egundo 
movimiento – ahora metonímico – nos proporciona el medio por el que ha l ogrado 
captar a su vez el mundo real y vaciarlo en una ficción dando voz a sus personajes y 
descubriendo así su proceso creativo. 
 El per sonaje d e la autoficción, es a O tra q ue es l a A lejandra de l a poes ía 
pizarnikiana no es s ino una metonimia – el cuerpo poético – del ahora personaje. 
Esa c onstante aut odenominación es el pr oceso m ediante el c ual una po esía q ue 
pudo haber escrito cualquier ot ro(a) poeta, no es s ino la m isma Alejandra P izarnik 
hecha lenguaje. 
 Busca construirse una identidad (que deviene en personaje) con la suma de 
los f ragmentos que son todas las alejandras que concibe y que escribe, al t iempo 
que s e i nscriben en su p oética. E sto, m ás q ue h acer s u poesía polisémica, l a 
disemina, pues se en frenta a l a imposibilidad – ya no de un s entido uni tario, sino 
incluso de la univocidad, pues está en constante dispersión. 
 Una poes ía as í no pu ede c onsiderarse y a “ confesional”, pu es en l os i res y 
venires de l a r ealidad hac ia l a ficción, ha dejado el t erreno de lo aut obiográfico 
utilizando diversos recursos. E l más evidente – y uno de l os ejes centrales de este 
trabajo – es la ficcionalización, por medio de la cual, los acontecimientos vivenciales 
de la autora pasan por el filtro, no sólo de la experiencia y del lenguaje, sino también 
por la voluntad consciente de volverlos parte de la ficción de su propia poética, y es 
así como llegan a la obra. Lo q ue queda en lugar del yo-poeta son sujetos hechos 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 23 
del propio lenguaje que enuncian (la poesía), esto es, son a un tiempo enunciados y 
enunciantes, objetos del quehacer poético, y personajes de lo que el los mismos se 
narran. 
 Si volvemos al ejemplo del cuarto de espejos deformantes, y escuchamos a 
aquellas multiplicidades hablándo-se, lo que tenemos son diálogos; esto da pie a la 
dialogización, que se constituye como una intercomunicación de distintos lenguajes 
que c onfluyen en l a obra pi zarnikiana. E n es te s entido, l o di alógico enc uadra 
perfectamente en la autoficción, pues sirve como puente entre lo real y lo f icticio, y 
permite q ue s ea el po ema el l ugar d el enc uentro. También permite l a 
descentralización del sujeto, puesto que éste, al dejarse at ravesar por las distintas 
voces y, al cobrar éstas el mismo peso protagónico, el lector y los sujetos líricos no 
atinan a s aber exactamente a quién pertenece(n) la(s) voz(ces) que se escucha(n). 
La dialogización crea confusión también a nivel del lenguaje, pues al no saber quién 
profiere el discurso, no hay un sujeto que unívocamente lo aprehenda. 
Es en la imposibilidad de aprehender al lenguaje, de apropiárselo, que radica, 
no sólo la poesía más recordada Alejandra Pizarnik, s ino también la de más difícil 
acceso. N os e nfrentamos, n o s ólo a s us br eves poe mas c on una c ombinatoria 
cerrada16, s ino t ambién a sus l argos poem as en pr osa l lenos de distintas voces 
narrativas. 
En es ta poesía se hace as í m ás ev idente su c arácter ficcional, y l as voces 
poéticas q ue s e ex presan, pu es n o hay c oincidencia entre l a s ituación i nterna d e 
enunciación y la situación de escritura, pues son los personajes quienes se enuncian 
 
16 Toda la primera poesía de Alejandra está conformada por poemas muy breves en los que se juega 
con un determinado número de palabras. La cerrada combinatoria da como resultado, no una lectura 
lineal y u nívoca d el t exto, s ino qu e, a l abr irse a l os di versos s ignificantes de di chas pa labras, el 
sentido pierde su univocidad y se disemina, pudiendo significar lo que dice – en el sentido más literal 
de los términos – y algo más… A par tir de Árbol de Diana, P izarnik se aventura a es cribir poem as 
más l argos en pr osa, c uya c ombinatoria d e pa labras ya n o es t an c errada, p ero en l os q ue s on 
perceptibles una preocupación por el quehacer poético y e l lenguaje, así como la búsqueda de un 
lugar en donde ese lenguaje naciente pudiera guarecerse como en una patria. 
24 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
a sí mismos y no una yo-poeta – que escribe el poema. Lo que se toma en cuenta 
es que aun s i la voz poét ica ostenta las mismas señales de identidad de la poeta, 
debe haber en el poema un desfase explícito entre una y otra situación, creando así 
un “personaje lírico” separado de la autora. 
Dentro del tercer capítulo – “La autoficción a través de la voz” - esta idea de 
la voz se entretejerá con la autoficción – ya introducida en el capítulo anterior, pero 
sin olvidar que ésta es la expresión del lenguaje y que, por tanto, lleva en ella toda la 
carga c ultural q ue apre(h)endemos, s iendo un a es pecie d e “ otredad” q ue 
necesariamente se inserta en nuestro discurso. Pizarnik, quien no puede sustraerse 
a esto, se ve forzada a elegir muy cuidadosamente un lenguaje con el que construye 
un per sonaje de ficción ( su aut oinvención) q ue use su pr opio l enguaje: u na v oz 
propia q ue s ólo diga l o q ue el la q uiere q ue di ga. S e en frenta entonces ante l a 
movilidad de l os s ignificados y s ignificantes, donde éstos permiten a l os lectores – 
desde el l enguaje – toda u na t ipología i nterpretativa q ue pue de no par ecerse e n 
nada a l a pizarnikiana y que descentralizan por completo a su personaje, ya de por 
sí inestable. 
 La aut ora construye as í una v oz que no pue de s er l a s uya pr opia en el 
momento de l a escritura, i ndependientemente de que l a voz que habla en t oda la 
obra pueda identificarse como la de Pizarnik. Susana Reisz en s u artículo “¿Quién 
habla en el poema... cuando escribe una mujer?” afirma que: 
 
En la autobiografía y en la poesía lírica no-ficcional la coincidencia identitaria 
de autor y héroe se diferenciaría por el hecho de que en la primera el héroe, 
‘fuerte y autoritario’, construido desde otros que lo recuerdan y para otros 
que l o r ecordarán, se i mpone por c ompleto al yo-autor. E n l a l írica, por el 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 25 
contrario, el héroe no tiene casi nada que oponer al autor, quien lo construye, 
es dec ir, se construye, m ediante l a obj etivación valorativa de l a pr opia 
vivencia. (Ciberletras) 
 
Es d ecir, que el hér oe – o e n es te c aso, el y o-lírico - se debe a su pr opia 
construcción per sonal y l ingüística. S ólo q ue c uando h ablamos de l o “ personal”,solemos dejar de lado que no somos entidades ajenas y separadas, y que nosotros 
mismos e stamos c onstruidos p or di versos di scursos, de l os q ue nos he mos 
alimentado. Por el lo, nuestras palabras y nues tros ac tos s e v en at ravesados p or 
lenguajes que p odríamos c onsiderar aj enos. E n l a p oesía de A lejandra, esta 
influencia s e v uelve pat ente en l a i nserción d e “técnicas” distintas a l o 
tradicionalmente c onsiderado “ poético”. La i ncorporación d e di chas t écnicas no 
resulta gratuita, pues responde a la f ragmentación de un sujeto que funda nuevas 
realidades a t ravés d e s u palabra, y q ue r equiere d e o tras estrategias d iscursivas 
para e nunciarse, t ales c omo el us o del p ersonaje dramático, l a nar ratividad y l a 
intertextualidad. 
 Por ello, la obra de A lejandra Pizarnik puede estudiarse bajo la perspectiva 
de l a nar rativa y del drama, pues a mbas permiten abr ir la e scritura poét ica a u n 
espacio virtual y, por tanto, al tiempo de la representación, de la “puesta en escena 
del poema”. Drama de voces desdobladas; tañidos de ecos que recorren la escena 
y se pierden en monólogos-diálogos que no esperan respuesta de algún interlocutor: 
 
Un jardín 
 
Pido el silencio. 
26 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
Mi historia es larga y triste como la cabellera de Ofelia. 
 
Es un j ardín dibujado en mi cuaderno. M adrugada. I nstante desgarrado en 
que la luz es tentación y promesa porque algo ha muerto, la noche. 
 
- Sólo quería ver el jardín 
- Soy mi propio espectro. 
- No hay que jugar al espectro porque se llega a serlo. 
- ¿Sos real? 
- La imagen de un corazón que encierra la imagen de un jardín por el que voy 
llorando. 
- Ils jouent la pièce en étranger. 
- Sinto o mundo chorar como lingua estrangeira. 
- Das ganze verkerhte Wesen fort. 
- Another calling: my own words coming back... 
 
(“Algunos textos de Sombra”, Textos de Sombra, Poesía Completa 401.) 
 
 La poesía pizarnikiana se propone como un escenario (un jardín) en el que se 
dan c ita todas es as v oces q ue c onformaban l a c ultura y el c ontexto de la pr opia 
Alejandra y que se erigen como el imaginario que puebla su poética. Sólo que estas 
voces no t ienen meramente una función coral (como en el teatro griego), s ino que 
asumen una identidad propia – si bien fragmentaria – desde la que se dicen, y con 
ella una corporeidad; devienen, pues, en personajes. 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 27 
 Lo que se es tablece entonces es una especie de m onólogo-diálogo que no 
permite una interpretación del texto fuera del mismo, y lo recrea entonces como un 
performance en donde danzan todas estas voces que no pueden identificarse con un 
sujeto ú nico y c entralizado, s ino m ás bi en c on una s erie d e s imulacros q ue 
evidencian la ausencia de un sujeto unívoco, y la sobresaturación del lenguaje. 
Quizá sea por eso que lenguaje y silencio son dos de los ejes fundamentales 
en l a o bra pi zarnikiana, y es a par tir de ellos q ue l a c ombinatoria l ingüística de 
Alejandra permiten l os j uegos de s entidos q ue no per miten una i nterpretación 
unívoca de la misma. 
La fragmentación, tanto del lenguaje como de sus sujetos, permiten que sea 
la metonimia (la parte por la parte17) la que construya al poema, a la vez que da pie 
a una división casi perpetua de un sujeto que, a fin de cuentas, no parece ser sino 
uno solo con múltiples rostros – y voces – que evidencia su existencia mediante su 
despliegue es pacial e n l a hoj a y que l o t ransforma e n un s ujeto c orpóreo (los 
cuerpos textuales a los que tanto se refería Alejandra) con una voz fragmentada que 
oscila entre ser sujeto y objeto de lo que representa. 
En el úl timo c apítulo, “La hec ha de l enguaje”, s e anal izarán l as es trategias 
discursivas q ue ut iliza A lejandra par a c rear es ta a utoinvención, principalmente el 
oxímoron y l a m etonimia, y c ómo és tas lo pr oyectan c aleidoscópicamente 
fragmentando l a i dentidad de s u personaje y m ultiplicándolo al igual q ue a s us 
voces, que no pueden sino perderse en el silencio. 
Como y a s e h a v enido di ciendo, es por medio d el l enguaje q ue A lejandra 
puede apr opiarse del mundo, y l a poes ía l e pe rmite hacerse un mundo, pr oponer 
 
17 La metonimia c onsiste en des ignar al go c on e l n ombre de ot ra c osa t omando e l ef ecto por la 
causa, el autor por sus obras. Esto es, que se da una transferencia de significado de una palabra a 
otra dada su relación de contigüidad. 
 
28 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
realidades al ternas ( ficciones) e n do nde l os r eferentes r eales – cuando los hay – 
más que bor rarse, se metamorfosean en personajes inescapables ya de s u propia 
ficcionalización. 
Estos p ersonajes pi zarnikianos bi en p ueden em parentarse c on el ethos del 
que habla Roland Barthes (Investigaciones retóricas), el cual es una voz que asume 
los di scursos c ulturales convirtiéndose en un personaje q ue adq uiere l as 
características de u n deíctico, de una entidad vacía – pues no t iene una identidad 
única y discernible – que puede llenarse con cualquier cosa. Alejandra es así capaz 
de dar su voz a sus personajes y construirse una representación icónica de identidad 
(su otredad) que en realidad son varias versiones de sí misma. Por otro lado, esta 
multiplicidad desplaza su identidad en diversas representaciones textuales, que hace 
que l o y os ant eriores par ezcan ent idades s eparadas q ue sólo pudieran uni rse 
metonímicamente para seguir remitiéndonos a Pizarnik. 
Así, la metonimia le permite t ransmitir al lenguaje una r ealidad autónoma; el 
mundo al s er t raducido en po esía s e c onvierte en m ero s igno, lenguaje, e n t anto 
objeto/materia adquiere independencia, movilidad y percepción propias. E l mundo 
que se crea en el texto cobra vida al ser nombrado, y el poema cobra existencia en 
la medida en que el signo es mediatizado. 
 Por su parte, la polifonía refuerza la fragmentación de ese sujeto, pues si bien 
el c uerpo poético p arecería uni ficar l as v oces -como ú nico escenario-, las 
ubicaciones de los distintos personajes al interior del poema dispersan sus diálogos 
y el t iempo d e l a enu nciación. También p one d e m anifiesto l a i napropiación d el 
lenguaje, y justifica la preocupación de Alejandra por un lenguaje personal. 
 No hay q ue ol vidar que en s u obr a hay una pr eocupación p or l a pal abra 
misma como creadora del objeto, que otorga al sujeto poético la calidad de demiurgo 
 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 29 
de u na r ealidad puramente v erbal e n l a q ue s e oculta a l a v ez que l e pr ocura 
existencia. Es de esa preocupación que nace su obsesión por un lenguaje propio, 
“alejandrino”, q ue l e permitiera t ener c ompleta pos esión d e s u pr opio di scurso 
poético. 
 La escritura se presenta en la poesía pizarnikiana como una voluntad de ser, 
de p erpetuar u na v oz por medio del l enguaje; e n c ontraste, el silencio – como 
ausencia de lenguaje – es el espacio de lo inexistente. Según Pizarnik, el mundo se 
existe18 mientras puede decirse, lo que también implica que sólo en el momento de 
la escritura/lectura del texto hay una existencia real, el resto es silencio. 
 Encontraremos también un segundo movimiento: si, como ya habíamos dicho, 
el lenguaje no deja de decirse y no puede apropiarse, éste goza de una l ibertad que 
se l e es capa i ncluso a q uién l o di ce. S e c rea entonces otra par adoja, pues el 
lenguaje no termina de decir-se,y crear de ese modo un lugar seguro en el que todo 
sea tal y como el sujeto que lo dice quiere que sea. Es en este vértigo del lenguaje 
en donde el s ilencio aparece como única salida: salvación o c lausura de una voz 
que no s e parece a ni nguna otra, s ino siempre a s í m isma, y que s eguirá 
escuchándose mientras Alejandra tenga un lector. 
Es así c omo l a textura di alógica del presente estudio (pensando en la 
búsqueda de c onvergencias en tre di stintos c riterios y aut ores q ue c onversen 
mediante citas – directas, indirectas o parafraseos) intenta ser reconciliadora, hallar 
relaciones más o menos íntimas o evidentes entre lo que un autor y otro y la misma 
Alejandra quisieron decir; incluso hay pasajes en los que Pizarnik será más potencia 
que acto, y no s iempre los autores citados podrán contarse dentro de l os contextos 
 
18 A lo largo del presente estudio se encontrarán muchos reflexivos como el existir-se o el escribir-se, 
al hacerlo, se le otorga al verbo la función de reciprocidad, esto es, que el sujeto realiza la acción del 
verbo hacia sí mismo. Con esto busca acentuarse no sólo la interdependencia sino también la función 
metapoética de los textos pizarnikianos. 
30 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 
de influencias de Alejandra – como es el caso de M. Foucault o J. Derrida –, aunque 
el as unto d e l os c ontextos de i nfluencias más específicos p uede ne utralizarse s i 
contamos con el más amplio e influyente de todos ellos: la poesía. 
Los “ parlamentos” de l os di ferentes au tores s erán a puntados oportuna y 
abundantemente, y s erá A lejandra P izarnik q uien l os r eúna a t odos. Intenté 
enfocarme en su poesía, pero está tan intrínsecamente unida, tanto a su prosa como 
a s us di arios q ue, en m uchas s ecciones, r ecurrí a el los par a ha cer m ás c lara m i 
argumentación. Lo que parecería aquí un defecto metodológico – por no establecer 
claramente l os l ímites ent re unos y ot ros - será r elevante par a de terminar las 
estrategias de Alejandra en la elaboración de sus textos, vistos como una totalidad: 
la obra pizarnikiana. 
En l a t esis, abundan también l os pi es de página pero, más que tratarse de 
muestras eruditas, buscan aclarar l o es tablecido, as í c omo ag regar unas cuantas 
digresiones que me parecieron pertinentes en torno, no sólo a la obra de Pizarnik, 
sino también a lo que aquí se propone. 
Para terminar, debo aclarar que este estudio, en primera instancia, coquetea 
con la crítica más tradicional, y en último, se parece un poco – por impresionista – a 
una c riatura heterogénea que no busca encontrar el hilo negro de la obra de es ta 
argentina, sin dejar por ello de ser por momentos, grave. No obstante, y eso sí lo sé, 
cuenta con todo el rigor del que haya sido capaz. 
 
 
 
 
31 
 
I 
LA MITIFICACIÓN DE UNA POETA 
 
Le Poète se fait voyant par un long, immense et 
raisonné dérèglement de tous les senses. Toutes 
les formes d’amour, de souffrance, de folie ; il 
cherche lui-même, il épuise en lui tous les 
poisons, pour n’en garder que les quintessences. 
Ineffable torture où il a besoins de tout la foi, de 
toute la force surhumaine, où il devient entre tous 
le grand malade, le grand criminel, le grand 
maudit, - et le suprême Savant – Car il arrive à 
l’inconnu ! Puisqu’il a cultivé son âme, déjà riche, 
plus qu’aucun ! Il arrive à l’inconnu, et quand, 
affolé, il finirait par perdre l’intelligence de ses 
visions, il les a vues ! Qu’il crève dans son 
bondissement par les choses inouïes et 
innommables : viendront d’autres horribles 
travailleurs ; ils commenceront par les horizons où 
l’autre s’est affaissé! 
 
Arthur Rimbaud 
 
Solemos pensar que la poesía es atemporal, o q ue, por lo menos, la buena 
poesía lo es. S in embargo, aquel asunto de la “moda” también existe en el ámbito 
literario. P ara m uestra, el s aber q ue de unos añ os par a ac á ha ha bido u na 
valoración de l a obra poética d e di versos a utores, en tre el los, l a que a esta tesis 
concierne: Alejandra Pizarnik. Dicha revaloración ha sido afortunada, pues ha hecho 
que críticos serios estudien su obra y la den a c onocer al mundo, pero también ha 
llevado a ot ros “estudiosos” – no tan serios – a publicar críticas tendenciosas que, 
lejos de r evalorar l a o bra per se, s e l imitan a h acer una l ectura “personal” d e l as 
intenciones de l a au tora como s i su obra no fuese s ino el vaciado ps íquico de s u 
presunta personalidad neurótica.19 
 
19 Insistiremos aquí , c omo y a s e hi zo en l a i ntroducción y s e s eguirá hac iendo a l o l argo de este 
estudio, que ha s ido la crítica la que se ha encargado de “biografizar” a la l írica, y de a tribuir a los 
poetas l as c uitas qu e e n ellas s e e ncuentran. L o d e “ neurótica”, s e r efiere al t rabajo de S igmund 
Freud, El poeta y los sueños diurnos en do nde af irma que el p oeta es es encialmente un neur ótico 
quien, por medio de la sublimación de sus pulsiones y angustias, crea las obras de arte. 
32 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
Hoy día, muchos estudiosos se oponen a este tipo de crítica y proponen una 
total separación entre el autor y el yo poético. Un buen ejemplo es Martínez Bonati 
quien afirma en La estructura de la obra literaria que: 
 
La más o menos exacta adecuación de la imagen del hablante literario, 
estilísticamente lograda, a l a imagen del autor que proviene de documentos 
biográficos, es , en c onsecuencia, una p osibilidad en tre ot ras, no un a 
necesidad q ue pu eda pos tularse ax iomáticamente. La obr a l iteraria es 
expresión y doc umento bi ográfico d el au tor, s ólo c omo u n t odo hec ho d e 
lenguaje i maginario, producido p or él de ntro d e un a t radición l iteraria 
determinada (153). 
 
Martínez no s e inclina no por u na interpretación psicológica-genética ( 157) d el 
poema que explique la obra por la biografía, sino por una que pueda dar, de algún 
modo, cabida a ambas, y a q ue “deducir d el poe ma afirmaciones s obre el a utor, 
requiere otro tipo de planteamiento, pues la naturaleza del poema no excluye ni que 
el hablante ficticio sea réplica fiel del autor, ni que sea totalmente diferente” (164). 
 Partiendo de lo anterior la poesía de Alejandra Pizarnik – incluso si se piensa 
desde lo autobiográfico – no puede estudiarse e interpretarse desde lo meramente 
personal, tal y como l o han hec ho al gunos c ríticos q ue n o parecen hac er un a 
separación e ntre l a persona20, l a au tora 21 y, peor aún, tampoco ent re el sujeto 
 
 
20 Con persona me refiero a la mujer histórica nacida y muerta en Buenos Aires bajo el nombre de 
Flora Alejandra Pizarnik, pero que es “independiente” de la que profesionalmente escribía. 
 
21 Con autora me refiero a la persona que escribe y firma sus escritos, y que inclusive da una opinión 
sobre el los. A l r especto, es i nteresante r emitirse al ens ayo de J acques D errida “ Firma, 
acontecimiento, contexto”, citado en la bibliografía de este trabajo. 
 I La mitificación de una poeta 33 
poético22 que en m uchas d e s us o bras s e l lama a s í m isma “ Alejandra”. E stas 
confusiones – a las que en g ran medida la misma obra da pi e – también han dado 
origen a interpretaciones que no separan la vida de la obra de esta poeta argentina, 
olvidando que: 
 
El autor, ser real, no forma ni puede formar parte de situaciones imaginarias. 
Entre autor y obra, media el abismo que separa lo real de lo imaginario [...] El 
hablante ( lírico, nar rativo, et c.) de l as frases i maginarias, es una en tidad 
imaginaria como éstas, a s aber, una dimensión inmanente de su significado,un término de su situación comunicativa inmanente. El hablante de las frases 
literarias es l o ex presado ( o r evelado) i nmanente a el las; el des tinatario l o 
apelado inmanente; el objeto, lo representado inmanente. La ficción l iteraria 
no es , por l o t anto, sólo f icción de hec hos referidos, sino f icción de una 
situación narrativa o, en general, comunicativa completa. (134) 
 
 Por ot ro l ado, Theodor W. Adorno en s u artículo “ Discurso s obre l írica y 
sociedad” retoma l a dimensión s ocial del s ujeto p oético q ue, escindido p or s u 
individualidad encuentra en la l írica el l ugar en q ue pueden confluir l a subjetividad 
individual y la objetividad que brinda el lenguaje social (pues es el código mediante 
el cual la sociedad se comunica), y afirmando que “la lengua no habla, sino cuando 
deja de h ablar c omo algo aj eno al s ujeto y habl a c omo v oz pr opia de és te” (61). 
 
 
22 Con sujeto poético me refiero a aquél que se erige como enunciante dentro de un discurso literario 
y que suele tomar la voz del yo. Como veremos a lo largo de este trabajo, este sujeto puede tomar 
también el tú, y el ella, tener nombre propio e incluso ser un personaje. Al respecto, Cristián Gallegos 
Díaz en su artículo “Aportes a la teoría del sujeto poético” afirma que “el yo poético no es un individuo 
empírico, sino un sujeto creado en el poema y por el poema”. Es importante mencionar, que algunos 
otros autores se refieren a este sujeto poético, como sujeto lírico; esto se debe a que a la poesía no 
épica se le denomina lírica, pero ambos términos se refieren al mismo tipo de sujeto. 
 
34 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
Propone así que al sujeto lírico (poético) 23 no se le puede tomar como un fenómeno 
aislado, sino como una entidad emergente del contexto socio-histórico-cultural que le 
ha rodeado, y de la herencia que éste le brinda. 
 Así, el poet a n o c rea un di scurso de l a n ada, s ino q ue és te es el pr oducto 
sincrético d e s u historia per sonal, s u c ontexto y l a t radición l iteraria a l a q ue s e 
apega. E s por eso que no s e pueden separar radicalmente ni la vida ni la obra de 
Alejandra Pizarnik (ni de ni ngún otro autor), pero tampoco podemos esperar que la 
una se explique por medio de la otra, sino, como afirma Derrida, habría que pensar 
en l o autográfico “desde es a pr emisa del bor de p aradójico q ue s epara, une y 
atraviesa al m ismo t iempo h ábeas y c uerpo, v ida y obr a” ( Loureiro, “ Problemas 
teóricos de la autobiografía” 7). 
 La propuesta de Derrida se opone a una división tajante entre el estudio de la 
obra de un autor y el de su vida (como autor), sin por eso afirmar que la una explique 
a la ot ra. E so que l lama borde paradójico es la delgada l ínea en la que ese texto 
acepta su deuda con su autor y, asimismo, el autor (como quien escribe esa obra) se 
debe a dicho texto. Después de todo, es la obra quien hace de su artífice un autor 
literario, y no sus circunstancias y/o vivencias personales. 
 Esta tesis parte de dicha premisa, pero se dirige hacia otra propuesta, ya que 
separa no s ólo a l a persona d e l a a utora, s ino t ambién a es ta úl tima d el s ujeto 
poético. Así se considera que lo que queda de Alejandra Pizarnik en su poesía (y en 
general en gran par te de l a l lamada po esía l írica y c onfesional), no s on y a l as 
experiencias v ivenciales de l a autora t rasladadas, o t raducidas s i s e pr efiere, a la 
poesía, sino que éstas – si aparecen – están tan ficcionalizadas que de ningún modo 
 
23 Como s e mencionaba en l a n ota anterior, l a c rítica no hac e di ferencia e ntre sujeto “ poético” o 
“lírico”, por lo tanto, a lo largo de este trabajo se le llamará sujeto poético en todas las ocasiones para 
no dar pie a confusiones. 
 
 I La mitificación de una poeta 35 
pueden identificarse con hechos reales vividos por Alejandra Pizarnik. E ntre el la y 
su o bra media otra i nstancia: el s ujeto p oético q uien dice ese t exto, se co nvierte, 
pues, en su enunciante: una creación ficticia de ese texto. 
De es e m odo, u n análisis de l a obra pi zarnikiana no puede c entrarse e n l a 
relación entre texto e historia s ino en la conexión ent re texto y sujeto poético, y e l 
problema central consistirá en ver de qué manera un texto representa a este sujeto 
poético, o, llevado al extremo, si esa representación resulta posible en absoluto. Un 
análisis q ue, i ncluso si s e p onen entre p aréntesis l as r eferencias bi ográficas o 
psicológicas de A lejandra P Izarnik, y v uelve a c uestionar s u c arácter a bsoluto y 
fundacional, capte aquellos puntos de intersección que puedan dar pistas sobre los 
modos de funcionamiento y las subordinaciones del sujeto poético dentro de su obra 
literaria. E n ot ras pa labras, ¿ cómo, s egún q ué condiciones y baj o q ué f ormas, 
puede este sujeto poético aparecer en un universo literario? 
Ahora que, y si como ya hemos dicho, un universo literario no se genera de la 
nada, di cho an álisis debe p artir de l a b úsqueda de s us g eneradores ( más al lá de 
Pizarnik), esto es, de aquellos discursos – incluso los aparentemente ajenos – de los 
que la autora se nutrió para escribir su poesía y crear-se esa figura quasi mítica que 
tanto bien como mal ha hecho a su obra. 
 
EL PERSONAJE DE ALEJANDRA O SU CONSTRUCCIÓN DE LA POETA MALDITA 
 
Pero yo empecé siendo maldita... 
A. P. 
 
 En l a obra de Alejandra P izarnik, as í como en l a mayoría de l os poetas de 
vanguardia, puede percibirse la necesidad de una escritura heterónima en la que el 
sujeto poético se disuelve en creaciones libres, independientes entre sí y autónomas 
36 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
respecto a sus creadores. Su poesía refleja un mundo escindido desde el dolor de la 
fragmentación misma de una sensibilidad, no sólo personal, s ino heredera de u na 
estética que desde el romanticismo, cambió por completo la concepción del poeta y 
de la poesía. 
 Ya en l a introducción se hablaba sobre el papel protagónico que la crítica ha 
otorgado a l a figura d el poet a en l a l írica. De hec ho, l a di scusión – herencia d el 
romanticismo – sobre la confusión o s eparación del poeta con e l yo poético, l lega 
hasta nuestros días en boca de estudiosos que, como Kate Hamburger (The Logic of 
Literature) afirman que “el ‘yo’ l írico siempre se presenta como un ‘yo’ real y nunca 
ficticio” ( 278), d ando por s entado q ue no hay u na diferencia e ntre l a i magen d el 
poeta que enuncia y el que actúa. 
 Estas confusiones en realidad tienen origen, no en l a literalidad de los textos 
mismos ( pues n o pu ede a firmarse c ategóricamente q ue t odos y c ada un o de l os 
poetas l íricos proyecten el yo autoral en sus po emas y t ampoco qu e ha ya e n s us 
textos paut as s uficientes c omo par a así pe nsarlo) s ino en “ la c onfiguración de l a 
institución l iteraria m isma” ( “La f igura del poet a” 134), l a c ual l e ha ot orgado 
pretensiones a utobiográficas a l a l írica r elegándola a un di scurso m eramente 
personal d e s u au tor. E sa p ostura c rítica par ece ol vidar, tal y c omo afirma K arl 
Vossler, que “la obra literaria es expresión y documentación biográfica del autor, sólo 
como un todo hecho de lenguaje imaginario, producido por él dentro de una tradición 
literaria det erminada (cit. M artínez 153) 24 De es e m odo, a un s i el c rítico al emán 
sigue pos tulando un a t eoría aut obiográfica s obre l a l írica, ot orga y a al di scurso 
poético el carácter de imaginario y heredero de otras tradiciones literarias. Propone24 De hecho Vossler defiende que toda obra poética remite a una biografía autoral, pero precisamente 
esta cita – sin indicar tampoco lo contrario – coloca a la literatura más dentro de una tradición (o si se 
quiere, u na c ronotopía) que c omo una expresión a utobiográfica, c uestión d e l a que m e he q uerido 
separar en este estudio. 
 
 I La mitificación de una poeta 37 
así que los textos no sólo deberían – críticamente - relacionarse personalmente con 
su autor, sino con una serie de tradiciones y discursos de las que son herederos,25 
más allá de suposiciones autobiográficas. 
 De hec ho, un es tudio pr ofundo de p oéticas c omo l a de A lejandra P izarnik 
demuestra no s ólo q ue el di scurso l írico es i maginario y no m eramente 
autobiográfico, sino también que su sujeto poético se constituye como una instancia 
completamente separada de su autor/a. En palabras de Walter Mignolo, este tipo de 
poéticas son ejemplos en los que la imagen del poeta se transhumaniza26, volviendo 
imposible relacionarlo con su autor/a, pues: 
 
La figura del p oeta t raspasa l os l ímites biográficos y c ronológicos de l a 
persona humana; escapa los confines del cuerpo y del espacio que habita [...] 
Hay otro ‘personaje’ que llena el espacio que normalmente ocupaba la figura 
del poeta [...] Detrás del pronombre de primera persona y de los posesivos, la 
figura del poeta no se resume en una persona, sino en una voz. (“La figura del 
poeta” 155) 
 
 
25 Ya Schopenhauer en su ensayo “Sobre escritura y estilo” afirma: “en cuanto nuestro pensamiento 
ha encontrado palabras, deja de ser íntimo, e incluso solemne, en su sentido más profundo. Donde 
empieza a ser una realidad para otros, deja de vivir en nosotros; como el niño que se separa de la 
madre cuando empieza a tomar conciencia de una identidad propia.” (4). Muchos años más tarde, 
Theodor Adorno en su ensayo “Discurso sobre lírica y sociedad” sigue en la misma línea de 
pensamiento cuando asevera que “la poesía lírica se revela garantizada socialmente del modo más 
profundo no cuando la sociedad habla por su boca, no cuando comunica nada, sino cuando el sujeto 
con el don d e l a ex presión c oincide c on el l enguaje, c on aque llo a l o que és te as pira por s í”. ( 56) 
Walter Mi gnolo en s u t rabajo “ La f igura de l p oeta en l a lírica de v anguardia” c ontinúa c on este 
discurso al asegurar que “la figura del poeta se construye por las informaciones que nos provee el 
texto i nterpretable, c omo s e ha s ugerido, en c orrelación c on el m etatexto que guí a l a producción 
literaria en un momento histórico” (148). 
 
26 Como se verá más adelante, esta idea del poeta que se “transhumaniza” es heredera, primero del 
romanticismo, t ransformada por e l s imbolismo y l levada c omo una i dea f undamental dent ro de l as 
estéticas de las vanguardias de principios del siglo XX. 
 
38 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
 Así, al no s er el poeta de c arne y hueso a quien se le endi lgue el di scurso 
poético, su papel enunciativo – y su importancia dentro del texto27 – se ve reducida a 
una v oz, i mpersonal e i ncorpórea pr oducida/enunciada p or el t exto, q ue t oma e l 
lugar del sujeto poético. 
 Se sitúa, pues, lo enunciado sobre la enunciante, dejando que sea el lenguaje 
el que tome su lugar, ya no s ólo protagónico, sino incluso su propia espacialidad y 
corporalidad. Lo que con esto se logra es una fusión de los polos sujeto-objeto; una 
interdependencia en l a q ue, ni el s ujeto ni el discurso poético ( el obj eto) pueden 
sobrevivir s in el ot ro, y en el q ue di cho s ujeto p oético a dmite q ue s u r ealización 
como tal es sólo pos ible mediante la escritura del t exto que lo di ce a él y cuando 
este sujeto – asimismo – dice ese texto. Veamos el ejemplo siguiente: 
 
Escucho mis voces, l os c oros d e l os m uertos. A trapada e ntre l as r ocas; 
empotrada en la hendidura de una roca. No soy yo la hablante: es el viento 
que m e h ace al etear para q ue y o c rea q ue es tos c ánticos del azar q ue s e 
formulan por obra d el m ovimiento s on p alabras v enidas de mí. (“Noche 
compartida en el recuerdo de una huida”, Poesía Completa 257)28 
 
Ante la incertidumbre sobre el or igen de l discurso que el m ismo sujeto profiere ( lo 
que ya es en sí una paradoja), éste se convierte tan sólo en una voz que enuncia tal 
discurso, s in poder identificarse como su hacedor. E n un pr incipio, nuestro sujeto 
poético –corporalmente - se enc uentra “ atrapada en un a r oca”, per o, al f inal del 
verso se difumina y deja lugar sólo a la voz que se inserta entre el sujeto poético y el 
 
27 En realidad, en la crítica biografista, la importancia del autor es, tanto al interior del texto (puesto 
que lo considera su sujeto poético) como al exterior, pues requiere de la vida del autor para 
explicarse. 
 
28 El subrayado es mío. 
 I La mitificación de una poeta 39 
objeto observado, así, “ya no es el cuerpo el protagonista, sino la voz. Ya no es [ser] 
el verbo, sino decir. Ya no es el cuerpo el que está en su lugar, sino que no hay ni 
lugar ni cuerpo” (“La figura del poeta” 139). 
 Se r ompe así l a uni dad d e l as p ersonas g ramaticales multiplicando s u 
significante y descentralizando la univocidad sintáctica y semántica del significado, lo 
que inevitablemente deviene en la volatilización de la figura de la poeta. Lo que nos 
queda en tonces, n o e s s ino un s ujeto po ético al q ue s e ha s uperpuesto el obj eto 
(que y a no es s ino e l l enguaje m ismo), q ue as í s e obj etiviza m ediante l a pr opia 
escritura. Se cumple así lo que ya Walter Mignolo afirma, en tanto que la figura del 
poeta en la lírica de vanguardia: 
 
Se configura, por un lado, en un pensamiento poético que tiene por personaje 
al l enguaje y no al poet a, y por ot ro l ado, m ediante una s erie d e 
procedimientos concomitantes con las ideas expresas en el metatexto [...] que 
aborda los procedimientos en el nivel de l a enunciación en lugar de hac erlo 
en el nivel de lo enunciado. (147) 
 
 El poema se cierra así en s í mismo y se vuelve su único autorreferente, más 
allá d e l as pr etensiones a uto-biográficas q ue l a c rítica q uiera e ncontrar. Lo q ue 
queda de la enunciante no son sino rasgos (o más bien “huellas”) irrastreables de un 
correlato aut oral, y una m arcada i ntención de r epresentar un a p oética, s í, pr opia, 
pero c uyas her encias s on fácilmente i dentificables c on c orrientes c omo el 
romanticismo, el simbolismo y el surrealismo, o en otras palabras, la estética de los 
poetas malditos. 
 
40 Alejandra Pizarnik: Una voz personal 
 
ALEJANDRA O EL ESPEJO DE UNA MALDITA 
 
La poesía es lo más real que existe, y sólo en otro 
mundo es totalmente verdadera. 
 
Charles Baudelaire 
 
 A dec ir de M anuel S errat el r omanticismo “ aparece en un marco dond e n o 
tiene cabida lo que no es “real” y lo hace [...] para canalizar una p ulsión ‘ irracional’ 
ante una concepción positiva del universo que opr ime el espíritu humano pese a su 
pretensión d e l iberarlo, un a c oncepción p ositiva q ue s e ha ex presado l arga y 
extensamente [...] una concepción, pues, que ha empleado la palabra ‘poseyéndola’, 
moldeándola, definiéndola.” (“Prólogo”, Los cantos de Maldoror 17-18) 
 Las palabras dejan así su significante específico (léxico) y se mueven hacia lo 
connotativo, hacia el designar más de lo que la literalidad les confería, cumpliéndose 
así lo que muchos años después diría la misma Alejandra Pizarnik: 
 
Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el 
lugar en q ue s e forma el s ilencio.

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