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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS ALEJANDRA PIZARNIK: UNA VOZ PERSONAL T E S I S QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRÍA EN LETRAS (LETRAS LATINOAMERICANAS) PRESENTA Vanessa Tello Hernández TUTORA Claudia Lucotti Alexander 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 3 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 5 CAPÍTULO I. LA MITIFICACIÓN DE UNA POETA El per sonaje de A lejandra o s u c onstrucción de la poeta maldita, 35; Alejandra o el espejo de una maldita, 40; Cómo hacerse po eta s egún Alejandra P izarnik, 50; E l ge nio d e l a locura, 52. 31 CAPÍTULO II. YO, ALEJANDRA De l a aut obiografía a l a aut oficción, 7 5; A utoinventarse Alejandra, 82; El espacio pizarnikiano, 92; Cuestiones del Yo. El juego de pronombres, 99; La dialogización en la obra de Pizarnik, 104. 71 CAPÍTULO III. LA AUTOFICCIÓN A TRAVÉS DE LA VOZ: EL NACIMIENTO DE LA OTRA La voz propia, el producto de l a ot redad, 118; P izarnik y su “cuerpo po ético”, 12 9; C orporeidad y obs cenidad, 1 31; E l poema como performance. El nacimiento del ethos, 139; La materia verbal pizarnikiana, 151. 113 CAPÍTULO IV. LA HECHA DE LENGUAJE Pizarnik y s us di ferentes es crituras, 1 60; La pal abra pizarnikiana, 16 8; La m etonimia, 176; E l per sonaje pizarnikiano: una construcción verbal, 185; Alejandra Pizarnik y su voz, 193; El silencio final, 198. 157 CONCLUSIONES 203 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 213 Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 5 INTRODUCCIÓN Pero cómo hacer real mi monólogo obsesionante, cómo transmutar en lenguaje este deseo de ser. La vida perdida para la literatura por culpa de la literatura. Quiero decir, por querer hacer de mí un personaje literario en la vida real fracaso en mi deseo de hacer literatura con mi vida real pues ésta no existe, es literatura. Alejandra Pizarnik Desde su publicación, l a poesía de A lejandra P izarnik ha fascinado a s us lectores por l os j uegos d e l enguaje y e l ambiente más bi en s ombrío q ue pu ebla su obra. Desgraciadamente, m uchos de el los se ha n en focado al mito q ue al rededor de l a poeta argentina se ha creado, dada su personalidad un tanto estrafalaria, sus crisis nerviosas y s u s uicidio en l a c ima de s u c arrera literaria, d ejando de l ado l a maravillosa obra que nos dejó. Olvidada durante algunos años, tanto por la crítica como por muchos de s us lectores, a par tir de l os años 1990 ha ha bido un r esurgimiento de su obra, dejando en muchos casos, y tal y como apunta la crítica y poeta Gabriela de Cicco, tan sólo una sobresaturación de citas y malas copias de los poemas de Alejandra Pizarnik. 1 Por su par te, I vonne B ordelois ( amiga í ntima de A lejandra y edi tora d e s u Correspondencia) a firma q ue l a p oesía pi zarnikiana “ parece es tar hoy am enazada por el consumismo de los best-sellers, la competitividad creciente y las promesas de la el ectrónica g lobal, con s us muchas v eces v anos par aísos c o-municantes" [sic] (Espinosa). Este úl timo c omentario h ace r eferencia al ostensible boom que l a reedición d e s us l ibros ha t enido a úl timas f echas, así c omo a l a pr oliferación d e 1 Ver el artículo “ Alejandra R evisited” que fue p ublicado p or pr imera v ez en l a r evista Feminaria nro.:16, Buenos Aires, Mayo de 1996; también fue reproducido en "Debate Feminista" Nº 15, (1997) 35-39. 6 Alejandra Pizarnik: Una voz personal sitios e lectrónicos s obre l a v ida y obr a de l a p oeta ar gentina, en l os q ue Pizarnik sigue siendo catalogada como la “chica mala” de l a literatura argentina de los años 60. Esta mitificación fue en g ran medida pr ovocada por l a m isma Alejandra, y alimentada por l a i dea r omántica de q ue e l poe ta s e confiesa en s us t extos. De hecho, en el ámbito de la crítica encontramos posturas que basan sus estudios en dicha confusión y explican la obra de Pizarnik a t ravés de s u vida y muerte; lo que estos estudiosos han logrado es crear una estatua mítica de la autora cimentada en sus propias invenciones y/o suposiciones. Un buen ej emplo de este acercamiento c rítico lo encontramos en el ar tículo “La poesía de A lejandra Pizarnik” de D avid Lagmanovich, quien considera que sus últimos textos “son confesionales y clarividentes, como ya escritos por una muerta”, y opina que hacia el final de su vida, la búsqueda de la poeta era de índole personal y no poét ica. Diametralmente op uestas r esultan p osturas c omo l a d e R obert DiAntonio (“On Seeing Things Darkly in the Poetry of Alejandra Pizarnik”) quien cree que l a muerte y el s ilencio que s e c iernen sobre s u p oesía son sólo recursos poéticos que actúan como paradigmas en nuestra época. Así, la poesía pizarnikiana no sería, en ningún caso, un acto de confesión lírica trasmutada en poesía. Pese a q ue s e ha escrito t anto s obre esta c uestión (recurso l iterario, confesionalismo), me ha sido casi imposible evitar la tentación de unirme y proponer una p osible i nterpretación. Como s e pu ede ded ucir, en e ste t rabajo l a di scusión principal versará sobre si la obra pizarnikiana es o no autobiográfica, lo que implica – a t ravés de un di scurso t radicionalista – que s u poét ica p ueda o no c onsiderarse confesional. S e bus cará di lucidar q ué c lase de s ujeto p oético e s el pi zarnikiano, Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 7 cuáles son las estrategias discursivas bajo las que se comporta, así como aquéllas que lo constituyen. En cuanto a los estudios críticos que he t omado en esta tesis para in iciar la discusión, dos de las obras, Alejandra Pizarnik, de César Aira y Alejandra Pizarnik. Una biografía, de Crisitina Piña, tienen, a pesar del mismo título y el mismo objeto de estudio, orientaciones que divergen una de la otra. Piña – siguiendo u na t esis de F rank G raziano2 - sostiene q ue el t exto aparece c omo el or iginal -tanto ex istencial c omo t emporariamente- del c ual l a actuación biográfica se presenta como la copia o, al menos, la consecuencia. Así, el texto de C ristina P iña – de ahí el s ubtítulo – parte de l a bi ografía de A lejandra Pizarnik, per petuando así l a i dea de i ndisolubilidad e ntre l a v ida y la obr a de l a poeta3. P or otro lado, César Aira pretende romper con el mito de la mujer-poeta y enfocarse en su poesía.4 El presente estudio, s in duda, se acerca más a l a postura de críticos como Aira o D iAntonio, que s e adhi eren a l o q ue l os t extos s ugieren por s í m ismos y buscan interpretaciones lejos de una supuesta confesionalidad. Cabe apuntar que dichos autores, tanto como yo misma, admiten que la poesía de Alejandra está llena de recreaciones vivenciales, pero que “no es excusa para usarlas contraella, sobre 2 Graziano s ostiene: "Esta dem anda de ac tos " reales" par a s ostener t extos c oncebidos en un a realidad y una gr amática s eparadas... es una ex tensión y u na m ala apl icación de es trategias de lectura apropiadas para obras de no f icción, en que la validez se mide compulsando los textos contra los hechos a los que se refieren" (Citado por Carlos D. Pérez en “Alejandra Pizarnik: Textos de locura y suicidio.” <http://www.clubdeanalistas.net/pizarnik.htm> 3 Desde las primeras páginas, Piña sostiene que existe “la vinculación entre su vida y su obra, en el sentido de que aquélla no sólo nos permite esclarecer ciertos aspectos fundamentales de su poética, sino que, en virtud de su concepción personal de la poesía, su vida resulta indiscernible, en un nivel, de su estética literaria, la cual configuró los rasgos esenciales de su existencia”. (11-12) 4 El texto de César A ira dedica tan sólo dos páginas a una biografía m uy somera de A P, y en su introducción deja muy en claro estar en contra de aquellos críticos que han mitificado a la poeta como “la pequeña náufraga” o “la niña extraviada” , “y entonces no importa que el trabajo del escritor haya sido j ustamente des congelar el m undo, hac erlo f luir en una o peración s in f in: s u obr a y él m ismo, terminan, en palabras de mis colegas, como una “pequeña estatua del terror”. (10) 8 Alejandra Pizarnik: Una voz personal todo porque al hacerlo se está confundiendo la poesía ya hecha y la poesía en tren de hacerse” (Aira 10). Así pues, las referencias biográficas a lo largo de esta tesis, se apuntarán sólo cuando tengan una influencia directa en la poética pizarnikiana, y nunca para fundir y/o confundir la vida y la obra de Pizarnik. Parto de la premisa de que l a p oesía d e A lejandra no es ni c onfesión bi ográfica, ni s entimentalismo melodramático; su poesía es u na continua búsqueda de un l enguaje propio y una voz personalísima, llena de contenido poético que logra crear – tal y como lo decía Paul Válery – lenguaje dentro de un lenguaje. Sus textos no retratan hechos reales ni buscan ser una crónica veraz: son discursos ficticios q ue s e c onstruyen a t ravés d el l enguaje y c on l enguaje. Esta tesis – central en este estudio - toma el carácter eminentemente verbal de un sujeto – el yo poético - que s e c onstruye bás icamente a par tir d e pr ácticas di scursivas reconocibles al interior del mismo texto. Para esto, se utilizará una de las variantes que introduce W alter Mignolo en s u ar tículo “ La figura d el po eta en l a l írica de vanguardia” (1982)5: el concepto de la voz (de aquí el título de la presente tesis) que se propone para aprehender, discursivamente, el nuevo espacio que se genera tras la evaporación q ue s ufre el s ujeto en l a v anguardia y en l a p oesía de A lejandra Pizarnik. Aquí hay q ue punt ualizar q ue han s ido ot ros t extos de es te m ismo c rítico argentino los que también han alimentado este estudio6, y aunque ninguno de ellos haga r eferencia a l a obra de A lejandra Pizarnik, sus es tudios sobre la poes ía de 5 Publicado en Revista Iberoamericana, Nº 118-119 (1082). Pittsburg: 131-148. Puede consultarse también en: <http://cdigital.uv.mx/handle/123456789/6254> 6 Creo que m i m ayor deuda es c on s us e nsayos “ Algunos aspectos de l a c oherencia de l discurso (literario) ( “Barcarola”, P ablo N eruda)” y “ La i nstancia del ‘Yo’ ( ‘Las dos hi storias’, F . H ernández)” (ambos publ icados en Textos, modelos y metáforas), as í c omo s u l ibro Teoría del texto e interpretación de textos. Al final puede encontrarse la bibliografía completa. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 9 otros a utores – mayormente l atinoamericanos – han s ervido par a nutrir m is reflexiones e n t orno a s u c ompatriota. A ún as í, debo ad mitir q ue ha sido d e “La figura d el po eta en l a l írica de v anguardia” que surgieron l a m ayor par te de l as reflexiones de este t rabajo7. Aquí, Mignolo comienza la discusión al poner sobre la mesa l as o piniones c ontrarias q ue l a c rítica m oderna h a dad o s obre l a l írica, a saber, aquella t radicionalista ( cfr. Kate H amburger) q ue a firma q ue el e nunciante (sujeto lírico) debe identificarse con su autor y puede ser considerado como real, y aquella otra que Mignolo, y el presente estudio, buscan probar y que proponen que el sujeto lírico no es sino un ente ficticio hecho de lenguaje que no debe confundirse con el poeta8. La poesía lírica supuso – mayormente a partir del Romanticismo – un sujeto que se concibe como un Yo-poeta. Las expresiones poéticas eran consideradas no como ficciones o ar tificios, s ino c omo au tobiografías, provocando la i nmediata identificación del sujeto textual con el poeta. Laur a Scarano señala en Los lugares de la voz: 7 El ar tículo forma par te de una i nvestigación sobre Oliverio G irondo y la l írica de vanguardia, pero sus pr opuestas pon en, a m i v er, en t ela de j uicio l as noc iones m ás t radicionales que de l a p oesía lírica s e ha n t enido d esde el r omanticismo. A demás, el t exto pr opone a lgunos procedimientos utilizados por la lírica moderna – y también por la crítica – para crear una figura del poeta que, alejada de lo decimonónico, m uestra as imismo pr eocupaciones l iterarias d e o tra í ndole, t anto en l a f orma como en el contenido. 8 Aunque Mignolo no lo apunte, a lo largo de textos pos teriores (cfr. Elementos para una teoría del texto literario - 1978, y Teoría del texto e interpretación de textos – 1986), él mismo mencionará varias veces las teorías de Martínez Bonati a propósito del estatuto ficcional del autor. Martínez Bonati, en Estructura de la Obra Literaria (1972) s ostiene q ue la c reación poética n o es expresión lingüística directa de l autor. El poeta crea un objeto imaginario, la f rase imaginaria dotada de sentido. Hay un hablante f icticio q ue n o es el aut or, pues “ la obra literaria es ex presión y documento biográfico de l autor, s ólo c omo un t odo hec ho de l enguaje i maginario, pr oducido por él de ntro de una t radición literaria determinada” (154). Así, las hipótesis psicológico-biográficas acerca del autor (poeta) basadas en la obr a ( discurso i maginario) s erían i nfundadas, erróneas y deben b asarse e n ot ros documentos biográficos. Por lo tanto, es imposible sostener que el poema expresa el pensamiento- sentimiento del autor. 10 Alejandra Pizarnik: Una voz personal Aunque en los géneros narrativo y dramático el concepto de ficción no admite discusión (y refluye sobre la aceptada separación entre autor y narrador), la historia de l a t radición c rítica y t eórica s obre el g énero l írico, en es pecial desde el p aradigma especulativo del r omanticismo, h a es tigmatizado s u aplicación al género a los enunciados de la realidad, a l os actos de habla en los c uales l a di stinción enu nciativa ent re a utor y habl ante aparece c onfusa, borrosa, indecible. (45) Es evidente que el autor no puede deshacerse por completo de sus contextos social y personal, de los que generalmente tomará el material del que – pasando por un filtro lingüístico – emergerá el texto poético. Pero ello no vuelve autobiográfico a un texto sino que, al pasar por ese filtro y transformar la experiencia en lenguaje, el texto deja de ser una mera nota biográfica para convertirse en ficción, al igual que su sujeto. Esto que Mignolo denomina ficcionalidad del sujeto, es el proceso mediante el cual el sujetopoético se desprende de su correlato au toral para emerger como una entidad lingüística que enuncia – y se enuncia a sí – desde el poema. A decir del crítico argentino, ha s ido a par tir de l as vanguardias que en el yo lírico se percibe un deslizamiento del yo hacia un él, una creación compositiva que aleja lo enunciado de su enunciante. Este sujeto lírico surge como una necesidad de “destruir” el Y o po ético y de r omper l a l ectura r omántica, dán dose u na deshumanización9 de ese Yo. Walter M ignolo señala que es en esta época en la que: 9 El término deshumanización (Mignolo lo pone en cursivas a lo largo de su texto) lo toma de Ortega y Gasset de un t exto a pr opósito de l a po esía q ue nosotros de nominamos de v anguardia ( cfr. La deshumanización del arte) y qu e, a d ecir de l f ilósofo es pañol, aparta al arte de l a dictadura del sentimiento, pu es e l c omún de l os l ectores c oncibe al arte c omo una r epresentación d irecta de l a vida. Esto último empata con la postura de Mignolo. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 11 [L]a i magen d el p oeta q ue construyen l os textos s e aleja de l a imagen del poeta que nos provee nuestra concepción del hombre y de la sociedad. La imagen del poeta [...] se construye sobrepasando los límites de lo humano y es, por el lo, q ue ‘ paulatinamente s e ev apora’ par a d ejar, e n s u lugar, l a presencia de una voz.” (“La figura del poeta en la lírica de vanguardia” 134) Esta ev aporación de l yo-poeta d eja s ólo a l a voz c omo enunc iante, problematizando así la función del sujeto, donde ese yo es la vez signo y referencia, enunciante y enunciado. Ahora q ue, s i como ya h emos di cho, en l a poesía l írica confluyen l a s ubjetividad i ndividual y l a objetividad q ue da el l enguaje p or s u dimensión social, se vuelve necesario tomar en cuenta las relaciones que establecen la subjetividad contenida en el poema con la realidad. Así, se puede identificar a un sujeto p oético q ue s e enc uentra s iempre en c ontinua ex pansión, no s ólo p or encarnar un todo textual, s ino porque dicha expansión t iende a la abolición de los límites ent re l o t extual y l o ex tratextual. E l poet a pr oduce e ntonces di scursos imaginarios, con expresiones distintas a las utilizadas en el discurso real práctico; las afirmaciones hec has en l a obr a poé tica, n o s erían af irmaciones del aut or c omo hablante, y los hechos referidos serían ficticios al igual que sus sujetos. Esto i mplica q ue l o dicho en l a p oesía l írica – y p or s upuesto, en l a de Alejandra P izarnik – no pu ede c onfundirse c on el di scurso r eal de l a poe ta, y tampoco a la poeta puede identificársele con el sujeto poético que lo enuncia. Así encontramos que en la mayor par te de su poesía no ex iste la anécdota personal y, las que pudieran identificarse con base en sus diarios, correspondencia o declaraciones de familiares y amigos, nunca son directas; no hay fechas, lugares ni nombres. Su yo lírico se despliega más bien en un plano metafísico, anímico, uno 12 Alejandra Pizarnik: Una voz personal que es tá c ompletamente i nstalado en l o i maginario y s e as ume – consciente y voluntariamente – como u na c reación o re-creación de una r ealidad q ue, a l poetizarse, deja de ser real. En sus poemas, sucede lo que afirma Mignolo: “la figura del po eta traspasa l os l ímites bi ográficos y c ronológicos de l a persona hu mana; escapa a los confines del cuerpo y del espacio que habita” (135). Esta tesis estudia la poesía pizarnikiana buscando desprenderla de correlatos autorales y concretándose a l as es trategias poét icas al i nterior de s us t extos. N o busca tampoco relacionar al mundo ficcional de la poesía con la realidad de la poeta, sino que bucea en sus textos buscando las relaciones que entre ellos se dan para encontrar una poética pizarnikiana que se construye bajo técnicas discursivas que se dilucidarán a lo largo de este trabajo. Para lograrlo, lo primero que hice fue buscar en la totalidad de la obra de AP aquellas n otas o c uestiones q ue s e r epiten a l o l argo d e s us t extos, es to es , l as formas y contenidos que le dan un s ello personal (podemos pensar en es tilo). E n esta búsqueda fue fácil notar que mucha de su poesía versa sobre cuestiones y un léxico muy concretos, y que muy probablemente ha sido esta cerrada combinatoria de temas y palabras la que ha dado pie a pensar que éstas reflejan las obsesiones y preocupaciones de la propia Alejandra, aún si no hay una sola manera de comprobar que no s ean s ino meros ar tificios po éticos. P or el c ontrario, un análisis di scursivo que s e en foque en el enu nciante ( sujeto l írico) y no en l o e nunciado, puede demostrar que una posición enunciativa autoral es imposible, pues en su lugar – tal y como lo afirma Mignolo -, “hay otro ‘personaje’ que llena el espacio que normalmente ocupaba la figura del poeta: la voz”. (135) Y en ef ecto, frases como “ la hi ja de mi voz” y “no puedo hablar con mi voz sino con mis voces” son de lo más recordadas en la poesía pizarnikiana, dejando ver Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 13 que detrás del pronombre de primera persona y de l os posesivos, l a figura de la poeta no se resume en una persona, s ino en una voz. M ignolo señala que en la poesía de v anguardia l a v oz oc upa el l ugar del aut or-poeta por m edio d e “anomalías”10 semánticas del enunciado, añadiendo que son tres los procedimientos mediante los cuales se construye la figura del poeta: 1) Referencias al cuerpo y a su situación espacial. 2) Disonancias categóricas de la persona. 3) Fusión de los polos sujeto-objeto. Lo que el crítico llama anomalías resultan evidentes en el uso del lenguaje y en las estrategias discursivas que pueblan la mayor parte de la poesía pizarnikiana. Más puntualmente el uso de la metonimia y el oxímoron, recursos retóricos que – a nivel semántico – dan lugar a aquellas ambigüedades que permiten la multiplicidad de interpretaciones de dichos textos y que rompen con la unicidad y univocidad del discurso poético.11 Pero vayamos por par tes. E n cuanto al primer procedimiento que i dentifica Mignolo (lo r eferente al c uerpo y s u pos ición es pacial), enc ontramos e n l a p oesía pizarnikiana un a i dea q ue s e r epite c ontinuamente, l a d e hacer con su cuerpo el cuerpo del poema, a sí c omo a bundantes r eferencias a l o q ue ella l lama cuerpo poético. C abe d estacar t ambién l a i mportancia q ue l a poet a da ba al desplegado espacial de sus poesías, llegando incluso a afirmar que acomodaba las palabras en el poema tal y como un pintor da pinceladas en el lienzo (cfr. Diarios). Si pensamos en el poema como en una pintura, no podemos dejar de pensar que no sólo somos lectores, sino observadores, dando a la palabra no sólo un carácter semántico (como significado) s ino t ambién u no meramente g ráfico ( significante); sin em bargo, 10 Las comillas son de Mignolo. 11 No olvidemos que en la metonimia se toman las partes por el todo, haciendo de cada una de esas partes una r epresentación de es te t odo, m ultiplicándolo; el ox ímoron es l a uni ón de c ontrarios, y posibilita la conjunción de términos e ideas que no podría darse en la lógica cotidiana. 14 Alejandra Pizarnik: Una voz personal tampoco p odemos de jar de pens ar q ue el m ismo s ujeto l írico es as imismo un observador que hace las veces de c reador enel instante mismo de la enunciación (mira y dice de lo que mira). Esto, que suena tan complicado, puede simplificarse si pensamos en la famosa litografía de Escher (Drawing Hands) en donde una mano dibuja a otra, planteando la ambigüedad sobre qué mano dibuja a cuál, e incluso, si hay una mano (extrapictórica) que dibuja a ambas. Una i magen – y en es te c aso, u n po ema – tal, no s ólo d esestabiliza al lector/espectador, s ino i ncluso al c reador q ue s e v e obl igado a pr eguntarse, infructuosamente, sobre su identidad como tal. Aquí se cumple en la poesía pizarnikiana el segundo proceso que menciona Mignolo, la disonancia de la persona12, pues ante la inestabilidad del sujeto poético, que busca saber quién es, se ve objetivizado, perdiendo así – al menos parcialmente – su c ategoría de p ersona/sujeto. E ste procedimiento se v e r eforzado por e l desdoblamiento y /o m ultiplicación d el s ujeto l írico13, así c omo e n e l pr olijo us o d e pronombres: El pronombre ya no designa a una persona, o si lo hace, de alguna manera lo dispersa: l a multiplicación del ‘ significante’ nos l leva a d esconfiar de q ue su correlativo sea un ‘ significado’ al cual el sistema pronominal sirve para hacer referencia. (141) 12 Este m ismo proceso es a notado por César A ira, quien lo d enomina dislocación del sujeto. A l o largo del trabajo se verá exactamente cómo funciona. 13 Podemos encontrar ambos procesos en la poesía de AP, como se verá en el Capítulo II de este estudio. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 15 A es te s ujeto l írico di spersado/dislocado, y a no s e l e pue de adj udicar un a identidad d eterminada y /o det erminante, pues s e enc uentra en un c ontinuo movimiento q ue i mpide fijar t anto s u pos ición enu nciativa, c omo s u i dentidad, volatilizándolo y dejando en su lugar sólo a una voz. Al no q uedar s ino ésta, la s obresaturación del l enguaje se h ace t ambién patente en la descentralización del poema como totalidad mostrando así el carácter meramente l ingüístico de q uien l o en uncia. Esto s e v e r eforzado por una sobresaturación de l enguaje14, en el q ue l as pal abras par ecen i ncluso per der s u significado, y se refuerza la idea de l a voz que toma el lugar del enunciante, pues ante la desaparición de un sentido unívoco y de un sujeto lírico que sea el centro, no sólo de l a enunciación, sino también del poema, lo único que puede escucharse es una voz. Ésta se coloca así entre el sujeto lírico (enunciante) y su discurso (el poema en s í) r estando ex istencia el un o al ot ro y poni endo d e m anifiesto s u carácter ficcional. De ese modo, la figura del poeta sólo puede ser construida mediante el acto mismo de la escritura, y el lenguaje es entonces la materia mediante la cual se puede dar cuerpo al poema y así a la figura de la poeta. A decir del crítico argentino, en este momento “el Yo, o m undo subjetivo [...] deja de ser una en tidad ps icológica para ser un ‘ organismo’ o un mecanismo que procesa i nformación.” (144) El c orrelato a utoral des aparece p or c ompleto y de l o único q ue pu ede hablar es ta v oz es de s u pr opia di spersión mientras va dispersándose, p ero como es to i mplica hablar s obre s u pr opia construcción y s u 14 Sensación que se tiene, entre otras razones, tras leer un poema de varias l íneas en las que se combinan unas cuantas palabras que siempre parecen cambiar de significado. Además, no hay que olvidar que l a c errada c ombinatoria de la po esía pi zarnikiana, as í c omo l a pr eocupación p or una pureza del l enguaje y l a bús queda de l a pa labra ex acta, s on al gunos de sus rasgos m ás característicos. 16 Alejandra Pizarnik: Una voz personal materia, lo único que puede hacer es hablar del lenguaje mismo desde el lugar en que, tanto él como el lenguaje, nacen: el poema. El t ercer y úl timo pr ocedimiento q ue s eñala M ignolo ( fusión de los polos sujeto-objeto) es palpable aquí, en el momento en que muchos textos pizarnikianos pueden s er c onsiderados m etapoéticos, esto es , u na po esía que dej a v er l os procesos discursivos bajo los que fue escrita y en donde “el objeto se construye en la propia escritura y se funde con el sujeto”. (143)15 Aquí r esulta c onveniente v olver a l a l itografía d e E scher q ue y a ha bía mencionado, pues en el la s e h ace ev idente – al i gual q ue e n a lgunos t extos d e Alejandra – la i nestabilidad de l a c reación pi ctórica/poética y de s u dibujante/enunciante, y que nunca se resuelve, al menos en la obra en sí. Lo q ue el pr esente estudio pr opone – y que l o s epara as í un poco d e l as propuestas de Walter M ignolo – es que es ta voz em ergente del poema se c rea a partir de un l enguaje que puede s ituarse en un c ontexto determinado, aquél de la poeta. Ante la imposibilidad de considerarse ya como un discurso real (al ser poesía ya es sólo ficcional), quien dice Yo e incluso se llega a autodenominar Alejandra, es sólo un p ersonaje q ue s e ha c onstruido t omando r asgos de s u creadora externa (autora real, Alejandra Pizarnik) y los ha vaciado en el lenguaje, convirtiéndolo así en una autoficción. Esta autoficción – ahora sujeto poético - es la que pasa por los procesos ya descritos. Es por ello que mi análisis se enfoca concretamente en la práctica de la escritura pi zarnikiana concebida a p artir de g eneradores específicos de dis/cursividad adjudicados a esta productividad textual: la fragmentación del sujeto, la ficcionalización y la subsecuente construcción de un personaje. 15 La imagen de las manos que se dibuja de Escher, ya mencionada, es un ejemplo maravilloso para entender también este proceso. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 17 Lo anterior par te de que en la obra de A lejandra P izarnik, como en muchos poetas d e v anguardia, hay i mplícita u na v oluntad d e a utoinvención, d e c rear-se mediante su poesía una identidad otra. Ésta podría empatar así su ideal estético con su pr opio c ontexto, y a que di cha c onjunción pu ede v aciarse en s u s ujeto p oético dejando de ser así un yo-lírico confesional para hacerse un yo ficcional que es más personaje que persona. Este personaje que se ha puesto en escena (el poema adquiere también la cualidad de un locus) se constituye como una voz más al interior del poema, y ya no como un enunciante uní voco y c entralizado. La voz s e v a f ragmentando en otras voces c reándose as í una p olifonía, donde cada u na d e e llas a dquiere una c ierta individualidad que incluso les permite dialogar entre el las. Lo que se percibe es un escenario en el que las voces adquieren el cariz de personajes. El pr imer capítulo de esta tesis, “La mitificación de una poeta” surge de esa premisa, y de la pertinencia – cuando la hay – de la inserción de lo biográfico en la poesía pizarnikiana, pero n o c omo q ueja nar cisística, s ino c omo u na forma d e autoinvención. Con esto me refiero a la construcción de un modelo alterno que, aún llevando las huellas de identidad de quien firma el texto, deviene en un ser ficticio que ha t omado el l ugar del y o l írico t radicional c onvirtiéndose a s í m ismo e n un sujeto poético. Partiré de u na d e l as obs esiones d e l a m isma poeta: su a filiación – sentimental y formal – a la poesía de los simbolistas franceses. Pizarnik, al igual que ellos, se ha convertido en un mito que parece i nescapable a su propia obra; p ero esto que suenaa análisis autobiográfico en realidad pretende demostrar la voluntad de l a m isma poe ta a c onstruirse c omo un m ito l iterario q ue semejara al de l os malditos. D e hecho, en muchos d e s us ensayos y ent revistas Alejandra P izarnik 18 Alejandra Pizarnik: Una voz personal afirma qu e fueron voces c omo l as de D ostoievsky, B lake, N erval, B audelaire, Kierkegard, Kafka, Artaud, etc., las que influyeron mayormente su obra; son voces y vidas subversivas que llevan la insignia del poeta maldito, de la unión casi metafísica de la poesía y del poeta que ella buscaba en su propia poesía. Con esto, no intento perpetuar la mitificación de P izarnik sino dejar en c laro que fue la propia Alejandra quien buscaba asemejar su obra a la tradición maldita de la poesía que abrevó del surrealismo. Desde su perspectiva de lo que era ser poeta, recreó la vida y obra de sus autores favoritos e intentó ada(o)ptarla a las suyas. De ellos tomó para sí la utilización del verso libre, la búsqueda de pureza del signo y la dupla Vida-Poesía dejando en sus textos, huellas rastreables de un correlato autoral y una intención estética. Al decidir emular a sus poetas favoritos, Alejandra Pizarnik encuentra que su realidad contextual no se lo permite de un modo natural, así que se ve obl igada a construir-se un contexto en el que puede convertirse en la poeta maldita de su ideal estético. E sto l a l leva a proyectar un a ot redad en s u l iteratura, una q ue d eviene personaje e n el ( con)texto-escenario q ue c onscientemente l e ot orga mediante s u escritura. La s olución pi zarnikiana – la construcción de un m undo f icticio en el que Pizarnik se convierte en un personaje - mata dos pájaros de un t iro: por un lado, le permite ac tuar según el i deal v ivencial del poet a maldito y , por el ot ro, es cribir también bajo aquellos presupuestos estéticos. El personaje de Alejandra, aquel que pone en el lugar de la enunciación como un yo-lírico, puede así poseer atributos bien distintos a l os de su referente real ( la autora de c arne y hueso) y ser así un s ujeto hecho de puro lenguaje. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 19 Lo interesante es ver qué tiene que decir un sujeto tal. Si partimos – como se dice l íneas ar riba – de que es un s er hec ho de l enguaje, s ólo puede decir de s í mismo y del l enguaje del q ue e merge, l o q ue r esulta a un más p aradójico c uando descubre que esa misma materia de la que se compone es la única que puede usar para hac erlo. E l r esultado es un personaje q ue es s ujeto y obj eto al mismo de tiempo de su propio espacio, que no es otro sino el poema. El personaje se ha creado a sí mismo un lugar dónde vivir; el espacio poético no sólo le procura un sitio seguro e i namovible, s ino que también le garantiza una vida eterna que se actualiza cada vez que sea escrito/leído. Lo anterior, que podría resultar un t anto c uanto s encillo, s e c omplica c uando en u n m ismo p oema s on fácilmente di stinguibles m ás de un s ujeto p oético, q ue s e c onstituyen c omo t ales pues c ada uno es c apaz de en unciarse de sde di stintos l ugares del t exto, a dquirir voces distintas y entablar un diálogo con ellos. Estos otros enunciantes, al conservar en sí mismos rasgos comunes con un mismo referente, nos hacen pensar en que no hay un s olo personaje, s ino varios creados a partir de las otredades en las que un mismo personaje y su lenguaje pueden multiplicarse. Para entender esta multiplicación, pensemos que este personaje se coloca al centro de un grupo de espejos deformantes; pensemos también que estos espejos son capaces de reproducir – distorsionadamente – cuanto es te sujeto enuncia. E l resultado sería una multiplicación de este Yo que mira a sus reflejos mirándolo, que les habla m ientras éstos l e ha blan. S ólo q ue l as miradas y l as voces s urgen t an distorsionadas q ue s e par ecen y a muy po co a s u r eferente original, pues en e l proceso han adq uirido un a per sonalidad y un l enguaje pr opios, s emejando a l os personajes en una puesta en escena que sólo t iene lugar en ese lugar y momento preciso. De hecho, algunos de los poemas de Alejandra Pizarnik fueron concebidos 20 Alejandra Pizarnik: Una voz personal de ese modo, otorgándole un carácter protagónico al lenguaje y a l momento de la escritura. Alejandra pone de manifiesto el carácter de presente eterno que tiene toda su poesía, al t iempo que permite que en una misma espacialidad – la de la hoja – confluyan todas las voces que conforman el texto, rompiendo así con la unicidad y univocidad que tradicionalmente posee la poesía, y abriendo camino para decir-se a través de s us otredades sin olvidar que su propio discurso no puede sino nacer de su propia voluntad de ficcionalización. Ese Yo escritural se actualiza en la misma poesía pero, al encontrarse con la imposibilidad de una representación total, deviene en una autoficción que le permite tomar l a p osición de es os o tros s ujetos poéticos y r evelar al l ector c ómo s e ven/escriben a sí mismos. Surgen entonces diversos enunciantes creados en y por el poe ma q ue r evelan s us es trategias di scursivas, dando l ugar a t extos metapoéticos, cuyos sujetos han sido descentrados y que se fragmentan para poder comunicarse. Esta operación se vuelve evidente en l a poesía de A lejandra Pizarnik cuando la reflexión sobre el lenguaje no desplaza al sujeto s ino que lo reconfigura, dando como resultado un sujeto poético que, tras su fragmentación polifónica, recupera en la poes ía u na de s us m áscaras, l a del s ujeto autobiográfico q ue l o o bliga a l a recuperación del correlato autoral. El resultado es un proceso del que emerge un Yo con un no mbre y /o c iertos dat os bi ográficos verificables, per o un s ujeto hec ho d e lenguaje que se justifica sólo por el mismo texto del que emerge. El s egundo c apítulo, “Yo, A lejandra” c omienza ahí , r econociendo q ue l as huellas de lo autobiográfico siguen siendo visibles en el espacio de la escritura pero que, al vaciarse en la poesía, y tras el proceso de ficcionalización devienen en una autoficción. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 21 Recordemos que críticos como Philippe Lejeune (Le pacte autobiographique) y Laurent Jenny ( “L’autofiction”) c oinciden en que l a autoficción nac e c omo un a fusión única entre los elementos au tobiográficos y la poesía, en tre la realidad y la ficción, destacando así el pap el q ue j uegan l os m ecanismos autoficcionales d e reinvención de l a m emoria e n po esía q ue s olía c atalogarse c omo meramente confesional. Desde el s iglo X X, t anto l a c rítica c omo l os p oetas mismos han buscado superar ese Yo pretendidamente autobiográfico a través de procedimientos “de v ariación, di fuminación, ocultamiento o di seminación q ue h an c onducido a l a autoficción del y o, pr oceso r elacionado c on una c risis par alela de i dentidad de l sujeto.”(Pérez) La autoficción se nos presenta entonces como una estrategia discursiva que se enc uentra a c aballo ent re el au tobiografismo c onfesional y l a f iccionalización consciente; con esto, no queremos afirmar – pues precisamente este trabajo busca comprobar l o contrario – que A lejandra h aya t omado s us propias v ivencias o s u condición anímica para hacer poesía (como un pretexto para), sino que Alejandra se vuelve s u pr opio r eferente l iterario y us a s u bi ografía c omo un pr e-texto. La ficcionalización le permite a la poeta alejarse de su propia vivenciay narrar de modo objetivo s ituaciones y sucesos que t ienen lugar sólo en el plano ficcional. D e ese modo, también hace emerger a un Yo l írico que adopta a placer rasgos que cada vez lo separa más de la autora real y de la pretendida confesionalidad de la poesía lírica tradicional. En l a au toficción lo más r eal pue de así r esponder a u na r econstrucción imaginaria, y lo que aparente mayor seguridad - la voz narrativa, por ejemplo -, s er inconsistente y f icticio, un r eflejo o un s ímbolo. P or el lo r esulta un t rabajo m ás lingüístico q ue ex periencial. La experiencia, t omada s i s e q uiere de l a r ealidad 22 Alejandra Pizarnik: Una voz personal tangible, es transformada mediante el lenguaje y llevada en palabras a l a poesía, a la f icción, pues. E sta experiencia d eviene en metáfora, t ransformación que se da por el trabajo creativo e imaginativo de la poeta. Este pr imer m ovimiento – la c onstrucción m etafórica – permite a l a aut ora presentar un a v isión del m undo e n c ierto modo multiplicada, pero en u n s egundo movimiento – ahora metonímico – nos proporciona el medio por el que ha l ogrado captar a su vez el mundo real y vaciarlo en una ficción dando voz a sus personajes y descubriendo así su proceso creativo. El per sonaje d e la autoficción, es a O tra q ue es l a A lejandra de l a poes ía pizarnikiana no es s ino una metonimia – el cuerpo poético – del ahora personaje. Esa c onstante aut odenominación es el pr oceso m ediante el c ual una po esía q ue pudo haber escrito cualquier ot ro(a) poeta, no es s ino la m isma Alejandra P izarnik hecha lenguaje. Busca construirse una identidad (que deviene en personaje) con la suma de los f ragmentos que son todas las alejandras que concibe y que escribe, al t iempo que s e i nscriben en su p oética. E sto, m ás q ue h acer s u poesía polisémica, l a disemina, pues se en frenta a l a imposibilidad – ya no de un s entido uni tario, sino incluso de la univocidad, pues está en constante dispersión. Una poes ía as í no pu ede c onsiderarse y a “ confesional”, pu es en l os i res y venires de l a r ealidad hac ia l a ficción, ha dejado el t erreno de lo aut obiográfico utilizando diversos recursos. E l más evidente – y uno de l os ejes centrales de este trabajo – es la ficcionalización, por medio de la cual, los acontecimientos vivenciales de la autora pasan por el filtro, no sólo de la experiencia y del lenguaje, sino también por la voluntad consciente de volverlos parte de la ficción de su propia poética, y es así como llegan a la obra. Lo q ue queda en lugar del yo-poeta son sujetos hechos Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 23 del propio lenguaje que enuncian (la poesía), esto es, son a un tiempo enunciados y enunciantes, objetos del quehacer poético, y personajes de lo que el los mismos se narran. Si volvemos al ejemplo del cuarto de espejos deformantes, y escuchamos a aquellas multiplicidades hablándo-se, lo que tenemos son diálogos; esto da pie a la dialogización, que se constituye como una intercomunicación de distintos lenguajes que c onfluyen en l a obra pi zarnikiana. E n es te s entido, l o di alógico enc uadra perfectamente en la autoficción, pues sirve como puente entre lo real y lo f icticio, y permite q ue s ea el po ema el l ugar d el enc uentro. También permite l a descentralización del sujeto, puesto que éste, al dejarse at ravesar por las distintas voces y, al cobrar éstas el mismo peso protagónico, el lector y los sujetos líricos no atinan a s aber exactamente a quién pertenece(n) la(s) voz(ces) que se escucha(n). La dialogización crea confusión también a nivel del lenguaje, pues al no saber quién profiere el discurso, no hay un sujeto que unívocamente lo aprehenda. Es en la imposibilidad de aprehender al lenguaje, de apropiárselo, que radica, no sólo la poesía más recordada Alejandra Pizarnik, s ino también la de más difícil acceso. N os e nfrentamos, n o s ólo a s us br eves poe mas c on una c ombinatoria cerrada16, s ino t ambién a sus l argos poem as en pr osa l lenos de distintas voces narrativas. En es ta poesía se hace as í m ás ev idente su c arácter ficcional, y l as voces poéticas q ue s e ex presan, pu es n o hay c oincidencia entre l a s ituación i nterna d e enunciación y la situación de escritura, pues son los personajes quienes se enuncian 16 Toda la primera poesía de Alejandra está conformada por poemas muy breves en los que se juega con un determinado número de palabras. La cerrada combinatoria da como resultado, no una lectura lineal y u nívoca d el t exto, s ino qu e, a l abr irse a l os di versos s ignificantes de di chas pa labras, el sentido pierde su univocidad y se disemina, pudiendo significar lo que dice – en el sentido más literal de los términos – y algo más… A par tir de Árbol de Diana, P izarnik se aventura a es cribir poem as más l argos en pr osa, c uya c ombinatoria d e pa labras ya n o es t an c errada, p ero en l os q ue s on perceptibles una preocupación por el quehacer poético y e l lenguaje, así como la búsqueda de un lugar en donde ese lenguaje naciente pudiera guarecerse como en una patria. 24 Alejandra Pizarnik: Una voz personal a sí mismos y no una yo-poeta – que escribe el poema. Lo que se toma en cuenta es que aun s i la voz poét ica ostenta las mismas señales de identidad de la poeta, debe haber en el poema un desfase explícito entre una y otra situación, creando así un “personaje lírico” separado de la autora. Dentro del tercer capítulo – “La autoficción a través de la voz” - esta idea de la voz se entretejerá con la autoficción – ya introducida en el capítulo anterior, pero sin olvidar que ésta es la expresión del lenguaje y que, por tanto, lleva en ella toda la carga c ultural q ue apre(h)endemos, s iendo un a es pecie d e “ otredad” q ue necesariamente se inserta en nuestro discurso. Pizarnik, quien no puede sustraerse a esto, se ve forzada a elegir muy cuidadosamente un lenguaje con el que construye un per sonaje de ficción ( su aut oinvención) q ue use su pr opio l enguaje: u na v oz propia q ue s ólo diga l o q ue el la q uiere q ue di ga. S e en frenta entonces ante l a movilidad de l os s ignificados y s ignificantes, donde éstos permiten a l os lectores – desde el l enguaje – toda u na t ipología i nterpretativa q ue pue de no par ecerse e n nada a l a pizarnikiana y que descentralizan por completo a su personaje, ya de por sí inestable. La aut ora construye as í una v oz que no pue de s er l a s uya pr opia en el momento de l a escritura, i ndependientemente de que l a voz que habla en t oda la obra pueda identificarse como la de Pizarnik. Susana Reisz en s u artículo “¿Quién habla en el poema... cuando escribe una mujer?” afirma que: En la autobiografía y en la poesía lírica no-ficcional la coincidencia identitaria de autor y héroe se diferenciaría por el hecho de que en la primera el héroe, ‘fuerte y autoritario’, construido desde otros que lo recuerdan y para otros que l o r ecordarán, se i mpone por c ompleto al yo-autor. E n l a l írica, por el Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 25 contrario, el héroe no tiene casi nada que oponer al autor, quien lo construye, es dec ir, se construye, m ediante l a obj etivación valorativa de l a pr opia vivencia. (Ciberletras) Es d ecir, que el hér oe – o e n es te c aso, el y o-lírico - se debe a su pr opia construcción per sonal y l ingüística. S ólo q ue c uando h ablamos de l o “ personal”,solemos dejar de lado que no somos entidades ajenas y separadas, y que nosotros mismos e stamos c onstruidos p or di versos di scursos, de l os q ue nos he mos alimentado. Por el lo, nuestras palabras y nues tros ac tos s e v en at ravesados p or lenguajes que p odríamos c onsiderar aj enos. E n l a p oesía de A lejandra, esta influencia s e v uelve pat ente en l a i nserción d e “técnicas” distintas a l o tradicionalmente c onsiderado “ poético”. La i ncorporación d e di chas t écnicas no resulta gratuita, pues responde a la f ragmentación de un sujeto que funda nuevas realidades a t ravés d e s u palabra, y q ue r equiere d e o tras estrategias d iscursivas para e nunciarse, t ales c omo el us o del p ersonaje dramático, l a nar ratividad y l a intertextualidad. Por ello, la obra de A lejandra Pizarnik puede estudiarse bajo la perspectiva de l a nar rativa y del drama, pues a mbas permiten abr ir la e scritura poét ica a u n espacio virtual y, por tanto, al tiempo de la representación, de la “puesta en escena del poema”. Drama de voces desdobladas; tañidos de ecos que recorren la escena y se pierden en monólogos-diálogos que no esperan respuesta de algún interlocutor: Un jardín Pido el silencio. 26 Alejandra Pizarnik: Una voz personal Mi historia es larga y triste como la cabellera de Ofelia. Es un j ardín dibujado en mi cuaderno. M adrugada. I nstante desgarrado en que la luz es tentación y promesa porque algo ha muerto, la noche. - Sólo quería ver el jardín - Soy mi propio espectro. - No hay que jugar al espectro porque se llega a serlo. - ¿Sos real? - La imagen de un corazón que encierra la imagen de un jardín por el que voy llorando. - Ils jouent la pièce en étranger. - Sinto o mundo chorar como lingua estrangeira. - Das ganze verkerhte Wesen fort. - Another calling: my own words coming back... (“Algunos textos de Sombra”, Textos de Sombra, Poesía Completa 401.) La poesía pizarnikiana se propone como un escenario (un jardín) en el que se dan c ita todas es as v oces q ue c onformaban l a c ultura y el c ontexto de la pr opia Alejandra y que se erigen como el imaginario que puebla su poética. Sólo que estas voces no t ienen meramente una función coral (como en el teatro griego), s ino que asumen una identidad propia – si bien fragmentaria – desde la que se dicen, y con ella una corporeidad; devienen, pues, en personajes. Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 27 Lo que se es tablece entonces es una especie de m onólogo-diálogo que no permite una interpretación del texto fuera del mismo, y lo recrea entonces como un performance en donde danzan todas estas voces que no pueden identificarse con un sujeto ú nico y c entralizado, s ino m ás bi en c on una s erie d e s imulacros q ue evidencian la ausencia de un sujeto unívoco, y la sobresaturación del lenguaje. Quizá sea por eso que lenguaje y silencio son dos de los ejes fundamentales en l a o bra pi zarnikiana, y es a par tir de ellos q ue l a c ombinatoria l ingüística de Alejandra permiten l os j uegos de s entidos q ue no per miten una i nterpretación unívoca de la misma. La fragmentación, tanto del lenguaje como de sus sujetos, permiten que sea la metonimia (la parte por la parte17) la que construya al poema, a la vez que da pie a una división casi perpetua de un sujeto que, a fin de cuentas, no parece ser sino uno solo con múltiples rostros – y voces – que evidencia su existencia mediante su despliegue es pacial e n l a hoj a y que l o t ransforma e n un s ujeto c orpóreo (los cuerpos textuales a los que tanto se refería Alejandra) con una voz fragmentada que oscila entre ser sujeto y objeto de lo que representa. En el úl timo c apítulo, “La hec ha de l enguaje”, s e anal izarán l as es trategias discursivas q ue ut iliza A lejandra par a c rear es ta a utoinvención, principalmente el oxímoron y l a m etonimia, y c ómo és tas lo pr oyectan c aleidoscópicamente fragmentando l a i dentidad de s u personaje y m ultiplicándolo al igual q ue a s us voces, que no pueden sino perderse en el silencio. Como y a s e h a v enido di ciendo, es por medio d el l enguaje q ue A lejandra puede apr opiarse del mundo, y l a poes ía l e pe rmite hacerse un mundo, pr oponer 17 La metonimia c onsiste en des ignar al go c on e l n ombre de ot ra c osa t omando e l ef ecto por la causa, el autor por sus obras. Esto es, que se da una transferencia de significado de una palabra a otra dada su relación de contigüidad. 28 Alejandra Pizarnik: Una voz personal realidades al ternas ( ficciones) e n do nde l os r eferentes r eales – cuando los hay – más que bor rarse, se metamorfosean en personajes inescapables ya de s u propia ficcionalización. Estos p ersonajes pi zarnikianos bi en p ueden em parentarse c on el ethos del que habla Roland Barthes (Investigaciones retóricas), el cual es una voz que asume los di scursos c ulturales convirtiéndose en un personaje q ue adq uiere l as características de u n deíctico, de una entidad vacía – pues no t iene una identidad única y discernible – que puede llenarse con cualquier cosa. Alejandra es así capaz de dar su voz a sus personajes y construirse una representación icónica de identidad (su otredad) que en realidad son varias versiones de sí misma. Por otro lado, esta multiplicidad desplaza su identidad en diversas representaciones textuales, que hace que l o y os ant eriores par ezcan ent idades s eparadas q ue sólo pudieran uni rse metonímicamente para seguir remitiéndonos a Pizarnik. Así, la metonimia le permite t ransmitir al lenguaje una r ealidad autónoma; el mundo al s er t raducido en po esía s e c onvierte en m ero s igno, lenguaje, e n t anto objeto/materia adquiere independencia, movilidad y percepción propias. E l mundo que se crea en el texto cobra vida al ser nombrado, y el poema cobra existencia en la medida en que el signo es mediatizado. Por su parte, la polifonía refuerza la fragmentación de ese sujeto, pues si bien el c uerpo poético p arecería uni ficar l as v oces -como ú nico escenario-, las ubicaciones de los distintos personajes al interior del poema dispersan sus diálogos y el t iempo d e l a enu nciación. También p one d e m anifiesto l a i napropiación d el lenguaje, y justifica la preocupación de Alejandra por un lenguaje personal. No hay q ue ol vidar que en s u obr a hay una pr eocupación p or l a pal abra misma como creadora del objeto, que otorga al sujeto poético la calidad de demiurgo Introducción. Alejandra Pizarnik: una voz personal 29 de u na r ealidad puramente v erbal e n l a q ue s e oculta a l a v ez que l e pr ocura existencia. Es de esa preocupación que nace su obsesión por un lenguaje propio, “alejandrino”, q ue l e permitiera t ener c ompleta pos esión d e s u pr opio di scurso poético. La escritura se presenta en la poesía pizarnikiana como una voluntad de ser, de p erpetuar u na v oz por medio del l enguaje; e n c ontraste, el silencio – como ausencia de lenguaje – es el espacio de lo inexistente. Según Pizarnik, el mundo se existe18 mientras puede decirse, lo que también implica que sólo en el momento de la escritura/lectura del texto hay una existencia real, el resto es silencio. Encontraremos también un segundo movimiento: si, como ya habíamos dicho, el lenguaje no deja de decirse y no puede apropiarse, éste goza de una l ibertad que se l e es capa i ncluso a q uién l o di ce. S e c rea entonces otra par adoja, pues el lenguaje no termina de decir-se,y crear de ese modo un lugar seguro en el que todo sea tal y como el sujeto que lo dice quiere que sea. Es en este vértigo del lenguaje en donde el s ilencio aparece como única salida: salvación o c lausura de una voz que no s e parece a ni nguna otra, s ino siempre a s í m isma, y que s eguirá escuchándose mientras Alejandra tenga un lector. Es así c omo l a textura di alógica del presente estudio (pensando en la búsqueda de c onvergencias en tre di stintos c riterios y aut ores q ue c onversen mediante citas – directas, indirectas o parafraseos) intenta ser reconciliadora, hallar relaciones más o menos íntimas o evidentes entre lo que un autor y otro y la misma Alejandra quisieron decir; incluso hay pasajes en los que Pizarnik será más potencia que acto, y no s iempre los autores citados podrán contarse dentro de l os contextos 18 A lo largo del presente estudio se encontrarán muchos reflexivos como el existir-se o el escribir-se, al hacerlo, se le otorga al verbo la función de reciprocidad, esto es, que el sujeto realiza la acción del verbo hacia sí mismo. Con esto busca acentuarse no sólo la interdependencia sino también la función metapoética de los textos pizarnikianos. 30 Alejandra Pizarnik: Una voz personal de influencias de Alejandra – como es el caso de M. Foucault o J. Derrida –, aunque el as unto d e l os c ontextos de i nfluencias más específicos p uede ne utralizarse s i contamos con el más amplio e influyente de todos ellos: la poesía. Los “ parlamentos” de l os di ferentes au tores s erán a puntados oportuna y abundantemente, y s erá A lejandra P izarnik q uien l os r eúna a t odos. Intenté enfocarme en su poesía, pero está tan intrínsecamente unida, tanto a su prosa como a s us di arios q ue, en m uchas s ecciones, r ecurrí a el los par a ha cer m ás c lara m i argumentación. Lo que parecería aquí un defecto metodológico – por no establecer claramente l os l ímites ent re unos y ot ros - será r elevante par a de terminar las estrategias de Alejandra en la elaboración de sus textos, vistos como una totalidad: la obra pizarnikiana. En l a t esis, abundan también l os pi es de página pero, más que tratarse de muestras eruditas, buscan aclarar l o es tablecido, as í c omo ag regar unas cuantas digresiones que me parecieron pertinentes en torno, no sólo a la obra de Pizarnik, sino también a lo que aquí se propone. Para terminar, debo aclarar que este estudio, en primera instancia, coquetea con la crítica más tradicional, y en último, se parece un poco – por impresionista – a una c riatura heterogénea que no busca encontrar el hilo negro de la obra de es ta argentina, sin dejar por ello de ser por momentos, grave. No obstante, y eso sí lo sé, cuenta con todo el rigor del que haya sido capaz. 31 I LA MITIFICACIÓN DE UNA POETA Le Poète se fait voyant par un long, immense et raisonné dérèglement de tous les senses. Toutes les formes d’amour, de souffrance, de folie ; il cherche lui-même, il épuise en lui tous les poisons, pour n’en garder que les quintessences. Ineffable torture où il a besoins de tout la foi, de toute la force surhumaine, où il devient entre tous le grand malade, le grand criminel, le grand maudit, - et le suprême Savant – Car il arrive à l’inconnu ! Puisqu’il a cultivé son âme, déjà riche, plus qu’aucun ! Il arrive à l’inconnu, et quand, affolé, il finirait par perdre l’intelligence de ses visions, il les a vues ! Qu’il crève dans son bondissement par les choses inouïes et innommables : viendront d’autres horribles travailleurs ; ils commenceront par les horizons où l’autre s’est affaissé! Arthur Rimbaud Solemos pensar que la poesía es atemporal, o q ue, por lo menos, la buena poesía lo es. S in embargo, aquel asunto de la “moda” también existe en el ámbito literario. P ara m uestra, el s aber q ue de unos añ os par a ac á ha ha bido u na valoración de l a obra poética d e di versos a utores, en tre el los, l a que a esta tesis concierne: Alejandra Pizarnik. Dicha revaloración ha sido afortunada, pues ha hecho que críticos serios estudien su obra y la den a c onocer al mundo, pero también ha llevado a ot ros “estudiosos” – no tan serios – a publicar críticas tendenciosas que, lejos de r evalorar l a o bra per se, s e l imitan a h acer una l ectura “personal” d e l as intenciones de l a au tora como s i su obra no fuese s ino el vaciado ps íquico de s u presunta personalidad neurótica.19 19 Insistiremos aquí , c omo y a s e hi zo en l a i ntroducción y s e s eguirá hac iendo a l o l argo de este estudio, que ha s ido la crítica la que se ha encargado de “biografizar” a la l írica, y de a tribuir a los poetas l as c uitas qu e e n ellas s e e ncuentran. L o d e “ neurótica”, s e r efiere al t rabajo de S igmund Freud, El poeta y los sueños diurnos en do nde af irma que el p oeta es es encialmente un neur ótico quien, por medio de la sublimación de sus pulsiones y angustias, crea las obras de arte. 32 Alejandra Pizarnik: Una voz personal Hoy día, muchos estudiosos se oponen a este tipo de crítica y proponen una total separación entre el autor y el yo poético. Un buen ejemplo es Martínez Bonati quien afirma en La estructura de la obra literaria que: La más o menos exacta adecuación de la imagen del hablante literario, estilísticamente lograda, a l a imagen del autor que proviene de documentos biográficos, es , en c onsecuencia, una p osibilidad en tre ot ras, no un a necesidad q ue pu eda pos tularse ax iomáticamente. La obr a l iteraria es expresión y doc umento bi ográfico d el au tor, s ólo c omo u n t odo hec ho d e lenguaje i maginario, producido p or él de ntro d e un a t radición l iteraria determinada (153). Martínez no s e inclina no por u na interpretación psicológica-genética ( 157) d el poema que explique la obra por la biografía, sino por una que pueda dar, de algún modo, cabida a ambas, y a q ue “deducir d el poe ma afirmaciones s obre el a utor, requiere otro tipo de planteamiento, pues la naturaleza del poema no excluye ni que el hablante ficticio sea réplica fiel del autor, ni que sea totalmente diferente” (164). Partiendo de lo anterior la poesía de Alejandra Pizarnik – incluso si se piensa desde lo autobiográfico – no puede estudiarse e interpretarse desde lo meramente personal, tal y como l o han hec ho al gunos c ríticos q ue n o parecen hac er un a separación e ntre l a persona20, l a au tora 21 y, peor aún, tampoco ent re el sujeto 20 Con persona me refiero a la mujer histórica nacida y muerta en Buenos Aires bajo el nombre de Flora Alejandra Pizarnik, pero que es “independiente” de la que profesionalmente escribía. 21 Con autora me refiero a la persona que escribe y firma sus escritos, y que inclusive da una opinión sobre el los. A l r especto, es i nteresante r emitirse al ens ayo de J acques D errida “ Firma, acontecimiento, contexto”, citado en la bibliografía de este trabajo. I La mitificación de una poeta 33 poético22 que en m uchas d e s us o bras s e l lama a s í m isma “ Alejandra”. E stas confusiones – a las que en g ran medida la misma obra da pi e – también han dado origen a interpretaciones que no separan la vida de la obra de esta poeta argentina, olvidando que: El autor, ser real, no forma ni puede formar parte de situaciones imaginarias. Entre autor y obra, media el abismo que separa lo real de lo imaginario [...] El hablante ( lírico, nar rativo, et c.) de l as frases i maginarias, es una en tidad imaginaria como éstas, a s aber, una dimensión inmanente de su significado,un término de su situación comunicativa inmanente. El hablante de las frases literarias es l o ex presado ( o r evelado) i nmanente a el las; el des tinatario l o apelado inmanente; el objeto, lo representado inmanente. La ficción l iteraria no es , por l o t anto, sólo f icción de hec hos referidos, sino f icción de una situación narrativa o, en general, comunicativa completa. (134) Por ot ro l ado, Theodor W. Adorno en s u artículo “ Discurso s obre l írica y sociedad” retoma l a dimensión s ocial del s ujeto p oético q ue, escindido p or s u individualidad encuentra en la l írica el l ugar en q ue pueden confluir l a subjetividad individual y la objetividad que brinda el lenguaje social (pues es el código mediante el cual la sociedad se comunica), y afirmando que “la lengua no habla, sino cuando deja de h ablar c omo algo aj eno al s ujeto y habl a c omo v oz pr opia de és te” (61). 22 Con sujeto poético me refiero a aquél que se erige como enunciante dentro de un discurso literario y que suele tomar la voz del yo. Como veremos a lo largo de este trabajo, este sujeto puede tomar también el tú, y el ella, tener nombre propio e incluso ser un personaje. Al respecto, Cristián Gallegos Díaz en su artículo “Aportes a la teoría del sujeto poético” afirma que “el yo poético no es un individuo empírico, sino un sujeto creado en el poema y por el poema”. Es importante mencionar, que algunos otros autores se refieren a este sujeto poético, como sujeto lírico; esto se debe a que a la poesía no épica se le denomina lírica, pero ambos términos se refieren al mismo tipo de sujeto. 34 Alejandra Pizarnik: Una voz personal Propone así que al sujeto lírico (poético) 23 no se le puede tomar como un fenómeno aislado, sino como una entidad emergente del contexto socio-histórico-cultural que le ha rodeado, y de la herencia que éste le brinda. Así, el poet a n o c rea un di scurso de l a n ada, s ino q ue és te es el pr oducto sincrético d e s u historia per sonal, s u c ontexto y l a t radición l iteraria a l a q ue s e apega. E s por eso que no s e pueden separar radicalmente ni la vida ni la obra de Alejandra Pizarnik (ni de ni ngún otro autor), pero tampoco podemos esperar que la una se explique por medio de la otra, sino, como afirma Derrida, habría que pensar en l o autográfico “desde es a pr emisa del bor de p aradójico q ue s epara, une y atraviesa al m ismo t iempo h ábeas y c uerpo, v ida y obr a” ( Loureiro, “ Problemas teóricos de la autobiografía” 7). La propuesta de Derrida se opone a una división tajante entre el estudio de la obra de un autor y el de su vida (como autor), sin por eso afirmar que la una explique a la ot ra. E so que l lama borde paradójico es la delgada l ínea en la que ese texto acepta su deuda con su autor y, asimismo, el autor (como quien escribe esa obra) se debe a dicho texto. Después de todo, es la obra quien hace de su artífice un autor literario, y no sus circunstancias y/o vivencias personales. Esta tesis parte de dicha premisa, pero se dirige hacia otra propuesta, ya que separa no s ólo a l a persona d e l a a utora, s ino t ambién a es ta úl tima d el s ujeto poético. Así se considera que lo que queda de Alejandra Pizarnik en su poesía (y en general en gran par te de l a l lamada po esía l írica y c onfesional), no s on y a l as experiencias v ivenciales de l a autora t rasladadas, o t raducidas s i s e pr efiere, a la poesía, sino que éstas – si aparecen – están tan ficcionalizadas que de ningún modo 23 Como s e mencionaba en l a n ota anterior, l a c rítica no hac e di ferencia e ntre sujeto “ poético” o “lírico”, por lo tanto, a lo largo de este trabajo se le llamará sujeto poético en todas las ocasiones para no dar pie a confusiones. I La mitificación de una poeta 35 pueden identificarse con hechos reales vividos por Alejandra Pizarnik. E ntre el la y su o bra media otra i nstancia: el s ujeto p oético q uien dice ese t exto, se co nvierte, pues, en su enunciante: una creación ficticia de ese texto. De es e m odo, u n análisis de l a obra pi zarnikiana no puede c entrarse e n l a relación entre texto e historia s ino en la conexión ent re texto y sujeto poético, y e l problema central consistirá en ver de qué manera un texto representa a este sujeto poético, o, llevado al extremo, si esa representación resulta posible en absoluto. Un análisis q ue, i ncluso si s e p onen entre p aréntesis l as r eferencias bi ográficas o psicológicas de A lejandra P Izarnik, y v uelve a c uestionar s u c arácter a bsoluto y fundacional, capte aquellos puntos de intersección que puedan dar pistas sobre los modos de funcionamiento y las subordinaciones del sujeto poético dentro de su obra literaria. E n ot ras pa labras, ¿ cómo, s egún q ué condiciones y baj o q ué f ormas, puede este sujeto poético aparecer en un universo literario? Ahora que, y si como ya hemos dicho, un universo literario no se genera de la nada, di cho an álisis debe p artir de l a b úsqueda de s us g eneradores ( más al lá de Pizarnik), esto es, de aquellos discursos – incluso los aparentemente ajenos – de los que la autora se nutrió para escribir su poesía y crear-se esa figura quasi mítica que tanto bien como mal ha hecho a su obra. EL PERSONAJE DE ALEJANDRA O SU CONSTRUCCIÓN DE LA POETA MALDITA Pero yo empecé siendo maldita... A. P. En l a obra de Alejandra P izarnik, as í como en l a mayoría de l os poetas de vanguardia, puede percibirse la necesidad de una escritura heterónima en la que el sujeto poético se disuelve en creaciones libres, independientes entre sí y autónomas 36 Alejandra Pizarnik: Una voz personal respecto a sus creadores. Su poesía refleja un mundo escindido desde el dolor de la fragmentación misma de una sensibilidad, no sólo personal, s ino heredera de u na estética que desde el romanticismo, cambió por completo la concepción del poeta y de la poesía. Ya en l a introducción se hablaba sobre el papel protagónico que la crítica ha otorgado a l a figura d el poet a en l a l írica. De hec ho, l a di scusión – herencia d el romanticismo – sobre la confusión o s eparación del poeta con e l yo poético, l lega hasta nuestros días en boca de estudiosos que, como Kate Hamburger (The Logic of Literature) afirman que “el ‘yo’ l írico siempre se presenta como un ‘yo’ real y nunca ficticio” ( 278), d ando por s entado q ue no hay u na diferencia e ntre l a i magen d el poeta que enuncia y el que actúa. Estas confusiones en realidad tienen origen, no en l a literalidad de los textos mismos ( pues n o pu ede a firmarse c ategóricamente q ue t odos y c ada un o de l os poetas l íricos proyecten el yo autoral en sus po emas y t ampoco qu e ha ya e n s us textos paut as s uficientes c omo par a así pe nsarlo) s ino en “ la c onfiguración de l a institución l iteraria m isma” ( “La f igura del poet a” 134), l a c ual l e ha ot orgado pretensiones a utobiográficas a l a l írica r elegándola a un di scurso m eramente personal d e s u au tor. E sa p ostura c rítica par ece ol vidar, tal y c omo afirma K arl Vossler, que “la obra literaria es expresión y documentación biográfica del autor, sólo como un todo hecho de lenguaje imaginario, producido por él dentro de una tradición literaria det erminada (cit. M artínez 153) 24 De es e m odo, a un s i el c rítico al emán sigue pos tulando un a t eoría aut obiográfica s obre l a l írica, ot orga y a al di scurso poético el carácter de imaginario y heredero de otras tradiciones literarias. Propone24 De hecho Vossler defiende que toda obra poética remite a una biografía autoral, pero precisamente esta cita – sin indicar tampoco lo contrario – coloca a la literatura más dentro de una tradición (o si se quiere, u na c ronotopía) que c omo una expresión a utobiográfica, c uestión d e l a que m e he q uerido separar en este estudio. I La mitificación de una poeta 37 así que los textos no sólo deberían – críticamente - relacionarse personalmente con su autor, sino con una serie de tradiciones y discursos de las que son herederos,25 más allá de suposiciones autobiográficas. De hec ho, un es tudio pr ofundo de p oéticas c omo l a de A lejandra P izarnik demuestra no s ólo q ue el di scurso l írico es i maginario y no m eramente autobiográfico, sino también que su sujeto poético se constituye como una instancia completamente separada de su autor/a. En palabras de Walter Mignolo, este tipo de poéticas son ejemplos en los que la imagen del poeta se transhumaniza26, volviendo imposible relacionarlo con su autor/a, pues: La figura del p oeta t raspasa l os l ímites biográficos y c ronológicos de l a persona humana; escapa los confines del cuerpo y del espacio que habita [...] Hay otro ‘personaje’ que llena el espacio que normalmente ocupaba la figura del poeta [...] Detrás del pronombre de primera persona y de los posesivos, la figura del poeta no se resume en una persona, sino en una voz. (“La figura del poeta” 155) 25 Ya Schopenhauer en su ensayo “Sobre escritura y estilo” afirma: “en cuanto nuestro pensamiento ha encontrado palabras, deja de ser íntimo, e incluso solemne, en su sentido más profundo. Donde empieza a ser una realidad para otros, deja de vivir en nosotros; como el niño que se separa de la madre cuando empieza a tomar conciencia de una identidad propia.” (4). Muchos años más tarde, Theodor Adorno en su ensayo “Discurso sobre lírica y sociedad” sigue en la misma línea de pensamiento cuando asevera que “la poesía lírica se revela garantizada socialmente del modo más profundo no cuando la sociedad habla por su boca, no cuando comunica nada, sino cuando el sujeto con el don d e l a ex presión c oincide c on el l enguaje, c on aque llo a l o que és te as pira por s í”. ( 56) Walter Mi gnolo en s u t rabajo “ La f igura de l p oeta en l a lírica de v anguardia” c ontinúa c on este discurso al asegurar que “la figura del poeta se construye por las informaciones que nos provee el texto i nterpretable, c omo s e ha s ugerido, en c orrelación c on el m etatexto que guí a l a producción literaria en un momento histórico” (148). 26 Como se verá más adelante, esta idea del poeta que se “transhumaniza” es heredera, primero del romanticismo, t ransformada por e l s imbolismo y l levada c omo una i dea f undamental dent ro de l as estéticas de las vanguardias de principios del siglo XX. 38 Alejandra Pizarnik: Una voz personal Así, al no s er el poeta de c arne y hueso a quien se le endi lgue el di scurso poético, su papel enunciativo – y su importancia dentro del texto27 – se ve reducida a una v oz, i mpersonal e i ncorpórea pr oducida/enunciada p or el t exto, q ue t oma e l lugar del sujeto poético. Se sitúa, pues, lo enunciado sobre la enunciante, dejando que sea el lenguaje el que tome su lugar, ya no s ólo protagónico, sino incluso su propia espacialidad y corporalidad. Lo que con esto se logra es una fusión de los polos sujeto-objeto; una interdependencia en l a q ue, ni el s ujeto ni el discurso poético ( el obj eto) pueden sobrevivir s in el ot ro, y en el q ue di cho s ujeto p oético a dmite q ue s u r ealización como tal es sólo pos ible mediante la escritura del t exto que lo di ce a él y cuando este sujeto – asimismo – dice ese texto. Veamos el ejemplo siguiente: Escucho mis voces, l os c oros d e l os m uertos. A trapada e ntre l as r ocas; empotrada en la hendidura de una roca. No soy yo la hablante: es el viento que m e h ace al etear para q ue y o c rea q ue es tos c ánticos del azar q ue s e formulan por obra d el m ovimiento s on p alabras v enidas de mí. (“Noche compartida en el recuerdo de una huida”, Poesía Completa 257)28 Ante la incertidumbre sobre el or igen de l discurso que el m ismo sujeto profiere ( lo que ya es en sí una paradoja), éste se convierte tan sólo en una voz que enuncia tal discurso, s in poder identificarse como su hacedor. E n un pr incipio, nuestro sujeto poético –corporalmente - se enc uentra “ atrapada en un a r oca”, per o, al f inal del verso se difumina y deja lugar sólo a la voz que se inserta entre el sujeto poético y el 27 En realidad, en la crítica biografista, la importancia del autor es, tanto al interior del texto (puesto que lo considera su sujeto poético) como al exterior, pues requiere de la vida del autor para explicarse. 28 El subrayado es mío. I La mitificación de una poeta 39 objeto observado, así, “ya no es el cuerpo el protagonista, sino la voz. Ya no es [ser] el verbo, sino decir. Ya no es el cuerpo el que está en su lugar, sino que no hay ni lugar ni cuerpo” (“La figura del poeta” 139). Se r ompe así l a uni dad d e l as p ersonas g ramaticales multiplicando s u significante y descentralizando la univocidad sintáctica y semántica del significado, lo que inevitablemente deviene en la volatilización de la figura de la poeta. Lo que nos queda en tonces, n o e s s ino un s ujeto po ético al q ue s e ha s uperpuesto el obj eto (que y a no es s ino e l l enguaje m ismo), q ue as í s e obj etiviza m ediante l a pr opia escritura. Se cumple así lo que ya Walter Mignolo afirma, en tanto que la figura del poeta en la lírica de vanguardia: Se configura, por un lado, en un pensamiento poético que tiene por personaje al l enguaje y no al poet a, y por ot ro l ado, m ediante una s erie d e procedimientos concomitantes con las ideas expresas en el metatexto [...] que aborda los procedimientos en el nivel de l a enunciación en lugar de hac erlo en el nivel de lo enunciado. (147) El poema se cierra así en s í mismo y se vuelve su único autorreferente, más allá d e l as pr etensiones a uto-biográficas q ue l a c rítica q uiera e ncontrar. Lo q ue queda de la enunciante no son sino rasgos (o más bien “huellas”) irrastreables de un correlato aut oral, y una m arcada i ntención de r epresentar un a p oética, s í, pr opia, pero c uyas her encias s on fácilmente i dentificables c on c orrientes c omo el romanticismo, el simbolismo y el surrealismo, o en otras palabras, la estética de los poetas malditos. 40 Alejandra Pizarnik: Una voz personal ALEJANDRA O EL ESPEJO DE UNA MALDITA La poesía es lo más real que existe, y sólo en otro mundo es totalmente verdadera. Charles Baudelaire A dec ir de M anuel S errat el r omanticismo “ aparece en un marco dond e n o tiene cabida lo que no es “real” y lo hace [...] para canalizar una p ulsión ‘ irracional’ ante una concepción positiva del universo que opr ime el espíritu humano pese a su pretensión d e l iberarlo, un a c oncepción p ositiva q ue s e ha ex presado l arga y extensamente [...] una concepción, pues, que ha empleado la palabra ‘poseyéndola’, moldeándola, definiéndola.” (“Prólogo”, Los cantos de Maldoror 17-18) Las palabras dejan así su significante específico (léxico) y se mueven hacia lo connotativo, hacia el designar más de lo que la literalidad les confería, cumpliéndose así lo que muchos años después diría la misma Alejandra Pizarnik: Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en q ue s e forma el s ilencio.
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