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Tesis para obtener el grado de Licenciada en Ciencias de la Comunicación Presenta: Martha Elena Villanueva Pérez Asesor: Dr. Rodrigo Martínez Martínez Ciudad de México, 2018 Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México UNA SINTAXIS PREDILECTA RICARDO GARIBAY, EL PERIODISTA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Hay cosas que no digo porque ciertas palabras son como embarcarse en interminables viajes. Manuel Scorza Yo no entiendo; yo quiero solamente, y trabajo en mi oficio. Yo pienso: hay que vivir; dificultosa y todo, nuestra vida es nuestra. Pero cuánta furia melancólica hay en algunos días. Qué cansancio. Rubén Bonifaz Nuño Aquí no encontrarás ni centauros ni gorgonas ni harpías, nuestra página sabe a hombre. Robert Burton 2 ÍNDICE Introducción ......................................................................................................................................... 4 Capítulo 1. Mil voces, un solo diálogo: el periodismo literario ............................. 7 1.1. La peste, el nuevo periodismo, la no-ficción ...................................................... .8 1.2. ¿Qué es el periodismo literario? ................................................................................ 12 1.3. Forma y contenido. Rasgos básicos del periodismo literario ................. 14 1.4. Técnicas propias del periodismo literario .......................................................... 21 Capítulo 2. Ricardo Garibay, el periodista ........................................................................ 31 2.1. Lo que es de Garibay a Garibay .............................................................................. 32 2.2. Periodismo de metáforas ............................................................................................... 50 2.2.1. Acapulco ...................................................................................................................... 51 2.2.2. Las glorias del gran Púas ............................................................................... 53 2.2.3. De lujo y hambre .................................................................................................. 56 2.2.4. Tendajón mixto ....................................................................................................... 58 Capítulo 3. Una sintaxis predilecta ....................................................................................... 61 3.1. Ricardo Garibay: un estilo consolidado ................................................................ 62 3.2. Técnicas recurrentes en el estilo de Ricardo Garibay ............................... 64 3.3. Formas discursivas ............................................................................................................. 71 3.4. Figuras del lenguaje .......................................................................................................... 78 3.5. El tema: riqueza y pobreza .......................................................................................... 80 Conclusión .................................................................................................................................... 85 Referencias ................................................................................................................................... 89 3 Introducción Inquietud. Al parecer toda investigación parte de un estado de ánimo en particular, uno que causa curiosidad. Hay un problema y debe resolverse. Entonces se formulan preguntas y se anticipan respuestas. Así sucedió con lo que está por leer. Ricardo Garibay siempre representó una inquietud, desde el primer acercamiento en aquel inicio de semestre en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Los Signos vitales de Ricardo Garibay configuraron el inicio, fueron una muestra del hallazgo: ¿un escritor? Sí. ¿Un periodista? Sí. Y también una duda. Luego un libro sucedió a otro, y en todos hubo una especie de invitación a continuar, a no dejarlo, a pensar en por qué y cómo es que alguien puede, con un montón de palabras predilectas, influir en lo que vendrá después: lecturas, amores, amistades, una visita al mar… Y la clave estaba allí, en la idea de palabras predilectas, porque si algo caracteriza al maestro es su amor por las palabras, su afán por reunirlas con belleza. Ahora, alguien podrá protestar y decir: bueno, pero cualquier escritor que se respete hace de su literatura un portavoz de sus anhelos. Y tendrá razón. ¿Qué hace a Garibay único en su oficio? ¿Cómo hacer de esta duda una tesis? Como se sabe, para iniciar una investigación sobre un tema es preciso distinguir al menos dos parámetros: los intereses individuales y los académicamente relevantes. De esta manera, el foco puesto en Ricardo Garibay debía iluminar de forma transversal estos dos aspectos. El factor individual era obvio: un gusto personal por la experiencia estética que crea el autor con cada uno de sus textos. El juicio sensitivo de alguien que goza sobremanera leer a Garibay. Entonces era necesario localizar aquellos conceptos que, a través de una sucesión lógica, como una radiografía, mostraran cada hueso y articulación que han dado cuerpo al trabajo de este escritor. 4 Ese marco teórico conceptual se encuentra en el periodismo literario. Por ello el primer capítulo, “Mil voces un solo diálogo: el periodismo literario”, se enfoca en descifrar qué es, qué rasgos lo caracterizan y cuáles son las técnicas a las que más recurre. Para el periodismo literario la belleza en la escritura y la información son dos manifestaciones complementarias de un mismo fenómeno, y cuando éstas se fusionan nacen composiciones cuyo contenido es periodístico y su manufactura literaria. Luego descubrir a “Garibay, el periodista”. El capítulo dos inicia con una investigación sobre su única y verdadera vocación: leer y escribir, seguido por una muestra de su quehacer informativo: el periodismo de metáforas. Acapulco, Las glorias del gran Púas, De lujo y hambre y Tendajón mixto integran el corpus de la investigación, en estos libros se exhibe al menos una particularidad del periodismo de Garibay. El último capítulo, “Una sintaxis predilecta”, responde la pregunta central de la investigación: ¿Cuáles son los elementos recurrentes en el estilo de Ricardo Garibay y cómo inciden en el tratamiento que hace del tema pobreza y riqueza? Se propone que la respuesta ―y la clave― está en la “manera personalísima de unir y coordinar las palabras para formar oraciones. Esa manera supone también un diccionarioprivado, una particular simpatía por determinadas palabras a todo lo ancho del río del idioma”.1 El estilo, no sólo como característica del periodismo literario, sino como categoría de análisis, permite develar el diccionario privado de Garibay; la pregunta quizá también puede decirse de este modo: ¿cómo utilizó Garibay el lenguaje con pretensiones de belleza y originalidad? Desentrañar cuáles son las técnicas, formas discursivas y figuras del lenguaje, así como la función que el escritor les asignó permite responder la interrogante. Con estos elementos se caracteriza el estilo de Garibay, 1 Garibay Ricardo, Cómo se pasa la vida, Joaquín Mortiz, México, 1992, p. 151. 5 pues es en su uso donde se muestra la particularidad, la diferencia con la que hizo periodismo. La inquietud inicial fue sanada al concluir este trabajo. Queda el gozo, los momentos de mucha felicidad que brindan esas frases halladas en cada una de sus obras. 6 Capítulo 1. Mil voces, un solo diálogo: el Periodismo Literario 7 Capítulo 1. Mil voces, un solo diálogo: el Periodismo Literario 1.1. La peste, el nuevo periodismo, la no-ficción El diálogo en torno al periodismo literario es largo y abundante. De éste han participado estudiosos de variadas disciplinas, también se ha nutrido con la experiencia de periodistas que realizan un enorme esfuerzo por abrirse paso en un campo en el que el periodismo informativo aún domina en casi todas sus vertientes. Este capítulo pretende reunir a algunas de esas voces, mismas que harán eco sobre tres interrogantes: ¿qué es el periodismo literario?, ¿qué rasgos lo caracterizan? y, ¿cuáles son las técnicas a las que más recurre? Para responder a la primera pregunta es necesario hacer un recorrido breve sobre los antecedentes más reconocidos del periodismo literario, uno de ellos se remonta al libro titulado Diario del año de la peste, escrito por Daniel Defoe en la segunda década del siglo XVIII, en este texto el autor narró uno de los acontecimientos más trascendentales de su época: la peste bubónica acaecida en la ciudad de Londres hacia 1665. Para lograrlo Defoe empleó diversos recursos literarios: el uso de la primera persona, largas escenas, descripciones detalladas, diálogos; sin embargo, también echó mano de elementos cercanos al periodismo: los testimonios y la recolección de datos extraídos de documentos oficiales, como las listas que denotaban el incremento de los decesos ocurridos en las parroquias al inicio de la enfermedad. De acuerdo con los estudiosos del origen del periodismo literario Constituido narrador omnisciente, Daniel Defoe se comporta como un observador que recorre las calles de Londres y observa las secuelas de la epidemia. La narración, que se basa en un relato personal de sus observaciones, está entreverada de estadísticas, reproducciones gráficas, 8 fragmentos interpretativos y editorializantes, diálogos y transcripciones íntegras de algunos textos de la época.2 Por ello es considerado como un reportaje novelado puesto que al tiempo que cuenta un hecho real, acompañado por datos específicos, también es posible identificar licencias literarias que lo alejan de la realidad. El hecho de que Defoe escribiera el texto casi sesenta años después de que sucediera permite comprender que la narración contenga recuerdos inexactos y escenas que el novelista no presenció de forma directa, sin embargo Todo el libro revela el esfuerzo del escritor para conjugar la exigencia de rigor informativo con la de construir un relato novelado en el que los datos, las cifras, los testimonios, los ambientes y los personajes adquiriesen relieve, volumen y densidad.3 Otros precedentes claros del periodismo literario son: John Reed, por Diez días que estremecieron al mundo y México insurgente; Ernest Hemingway, por sus reportajes sobre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra mundial, que fueron compilados en el libro Enviado especial; y George Orwell por los reportajes Homenaje a Cataluña, y El camino de Wigan Pier y el ejemplar de memorias Sin blanca en París y Londres. Sebastià Bernal y Albert Chillón dicen sobre estos autores que Aunque se constatan notables diferencias entre sus respectivos trabajos periodísticos, todos ellos tienen en común haber escrito “reportajes” (valga, en este caso, la evidente imprecisión conceptual) de gran calidad, y, en general, de considerable extensión sobre acontecimientos relevantes de su tiempo.4 Mark Twain con obras como La vida en Misisipi que “mantiene un tono descriptivo, incluso informativo, que se centra en el “yo” del narrador pero 2 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, Periodismo Informativo de Creación, Editorial Mitre, Barcelona, 1985, p. 61. 3 Chillón Albert, La palabra facticia. Literatura, Periodismo y Comunicación, Editorial Aldea Global, Barcelona, 2004, p.156. En el mismo capítulo el autor expone como otro gran ejemplo de reportaje novelado al texto escrito en 1842 por Alessandro Manzoni, titulado: Historia de la columna infame. 4 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 59. 9 que, al mismo tiempo, se acerca mucho al tono de novelas como Huckleberry Finn y Tom Sawyer”5 y Charles Dickens con Nicholas Nicleby en la que se destaca “la labor de investigación empírica que el autor realizaba para poder incluir descripciones minuciosas de su obra”,6 son antecedentes de otra de las referencias obligadas para entender al periodismo literario: el Nuevo Periodismo norteamericano. Surgió en los años sesenta y setenta, la innovación consistió en el abandono de la prosa periodística tradicional para dar paso a la utilización de procedimientos literarios en textos netamente periodísticos, de tal modo que pudieran ser leídos ‘como un cuento o una novela’. El periodismo anterior a esta innovación se constriñó en un paradigma que situaba al periodista tras una baranda infranqueable en la que se limitaba a observar y contar los hechos: “la objetividad”. Esta idea revestía, no sólo su poética narrativa, sino que guiaba sus temas e intereses.7 Tom Wolfe publicó El Nuevo Periodismo en 1977, de acuerdo con Sebastià Bernal y Luis Albert Chillón el libro es una especie de declaración de principios o un manifiesto fundacional de la nueva corriente (…) el prólogo de noventa páginas que Wolfe incluye al principio de su libro brinda una reflexión desenfadada y ‘engage’ sobre los rasgos formales que caracterizan el Nuevo Periodismo y lo diferencian de otras manifestaciones periodísticas contemporáneas.8 En la introducción a El Nuevo Periodismo Wolfe describe una toma de conciencia ―eso que los diferencia de todos los escritores anteriores― la manera en la que él como periodista encontró una “nueva” forma de contar en periodismo: 5 Equihua Bracho Ilse Natalia, Stories that Bloom: el desarrollo del Nuevo Periodismo como género literario (Tesis de licenciatura), México, Facultad de Filosofía y Letras, 2012, p. 3. 6 Ibídem. 7 Si precisa más información sobre la “objetividad” periodística puede consultar la siguiente bibliografía: Ramírez Hernández Luis Guillermo, Periodismo Literario o narrativo del siglo XXI, (tesis de maestría) México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2014, pp. 16-25. 8 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 29. 10 Era el descubrimiento de que en un artículo, en periodismo, se podía recurrir a cualquier artificio literario, desde los tradicionales dialoguismos del ensayo hasta el monólogo interior y emplear muchos géneros diferentes simultáneamente, o dentro de un espacio relativamentebreve… para provocar al lector de forma a la vez intelectual y emotiva.9 No obstante, uno de los errores que cometió Wolfe al describir qué era el Nuevo Periodismo fue intentar posicionarlo mediante la descalificación de la novela, misma que, según su juicio, ya no gozaba del mismo valor social que tuvo hacia el final del siglo XIX y a principios del XX. Ahora bien, es necesario mencionar que cuatro años antes de que Wolfe publicara su ensayo sobre el Nuevo Periodismo, Truman Capote dio a conocer su novela titulada A sangre fría cuyo entramado verbal denota un uso claro de técnicas literarias acompañadas de la veracidad e investigación, de suyo, periodísticas. Esta es la novela de un asesinato atroz y lo que hace Truman Capote es meternos en la cabeza de los asesinos. El proceso de ir acercándonos al sitio del crimen junto con ellos, ir huyendo con ellos de la justicia e ir caminando con ellos hacia el patíbulo nos produce un permanente sobresalto. Estamos siguiendo a los malos, y los malos son a la vez repulsivos y fascinantes.10 Capote decidió que su novela inauguraba un género literario desconocido: la novela de no-ficción, es decir, una narrativa apegada a la realidad observable, pero elaborada con una arquitectura verbal propia de la más alta literatura. Para muchos, se trata sólo de literatura basada en hechos reales, puesto que al adentrase en los pensamientos más íntimos de los asesinos, la novela se aleja del periodismo. 9 Wolf Tom, El Nuevo Periodismo, Editorial Anagrama, Barcelona, 1977, p. 26. 10 Herrscher Roberto, Periodismo narrativo. Cómo contar la realidad con las armas de la literatura, Universitat de Barcelona, España, 2012, p. 282. 11 1.2. ¿Qué es el periodismo literario? Este breve resumen de antecedentes permite comprender el sitio que ocupa el periodismo literario, no ya como un accidente de la novela, ni como el experimento de unos cuantos periodistas en la década hippie, sino “como un macrogénero que, bajo otros géneros, agrupa un conjunto de textos que son al mismo tiempo Periodismo y Literatura”.11 Esto significa que el periodismo literario da cabida a composiciones periodísticas en su contenido, pero literarias en su forma, en las que la investigación, el afán informativo y el rigor ―propios del periodismo― se encuentran arropados bajo una forma de belleza en la sintaxis que llega a ser literatura. De acuerdo con Mark Kramer el "periodismo literario" es una expresión más o menos certera. Juntas, esas dos palabras cancelan sus vicios mutuos y describen el tipo de texto en que las artes estilísticas y de construcción narrativa asociadas desde siempre con la literatura de ficción ayudan a atrapar la fugacidad de los acontecimientos, que es la esencia del periodismo.12 Con una definición sencilla y contundente el periodista estadounidense deja ver que los textos que participan del periodismo literario cuentan sucesos periodísticos y son confeccionados con recursos literarios, por lo que el lector encuentra en éstos, no sólo información, sino alta calidad estética, belleza. El periodismo literario también puede ser pensado como una corriente dentro del periodismo que recibe aportaciones de carácter literario y que adopta distintos géneros para su expresión, de allí que la denominación de 11 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), Periodismo Literario. Naturaleza, antecedentes, paradigmas y perspectivas, Editorial Fragua, Madrid, 2010, p. 11. 12 Kramer Mark, “Reglas quebrantables para los periodistas literarios”, El malpensante, núm. 32, Bogotá, agosto-septiembre de 2001. Disponible en: http://www.elmalpensante.com/articulo/2349/reglas_quebrantables_para_periodistas_literarios Consultado el 30 de noviembre de 2016. 12 macrogénero resulte tan apropiada: un gran género que alberga a otros cuyo rasgo en común es la hibridación entre literatura y periodismo. Se considera Periodismo literario cierto tipo de textos que, habiendo nacido para el periódico y, virtualmente, con una finalidad utilitaria (la información, la actualidad), logran una excelente factura artística, como consecuencia también de una consciente voluntad estética por parte del autor.13 De esta cita conviene rescatar dos ideas fundamentales: los textos del periodismo literario nacen con una finalidad utilitaria (rasgo que los diferencia por mucho de la literatura) y son creados con una consciente voluntad estética lo que significa que el autor, de manera intencionada, se vale de distintos recursos expresivos considerados propios de la literatura al crear su escrito. El periodismo literario congrega, entonces, la principal característica del periodismo (informar sobre la actualidad) y la principal característica de la literatura (belleza en la escritura) con el objetivo de generar composiciones en las que los periodistas utilicen con libertad recursos literarios (como el diálogo, la descripción, etc.) para contar hechos reales; con ello el periodismo literario “hibrida ambas naturalezas sin que se pierdan las cualidades nucleares de esas dos entidades culturales”.14 Albert Chillón señala que “con la asimilación de recursos de procedencia literaria, el periodismo gana más que mera amenidad o capacidad de seducción sobre el lector: recibe nuevas posibilidades expresivas, cognitivas y estéticas que lo capacitan para convertirse en una vía relevante de conocimiento sobre el mundo y sus avatares”.15 Por su parte, Juan José Hoyos indica que “ha sido la literatura, con sus relatos, y sus estructuras narrativas más antiguas, la que ha servido de 13 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), op. cit., pp. 191-192. 14 Ibíd. p. 13. 15 Chillón Albert, Literatura y periodismo. Una tradición de relaciones promiscuas, UAB, Barcelona, 1999, p. 195. 13 soporte a la aparición de nuevas formas de contar y de retratar el mundo y la vida en el campo del periodismo”.16 Lo que sucede en el mundo puede ser contado y retratado, como señala Hoyos, desde diversos ángulos, el que interesa a esta investigación es el periodismo literario, “un periodismo de calidad estética que profundiza en la esencia humana y que puede transformase en obra de arte”.17 Para este análisis resulta pertinente la definición inicial, un macrogénero “cuyo rasgo medular es la fusión de dos naturalezas, la periodística y la literaria (…) es decir, relatos que utilizan los recursos específicos de la ficción narrativa y que, a su vez, conservan la intencionalidad verista y documental de los contenidos informativos”.18 Este macrogénero ha sido nombrado de distintas formas: literatura de hechos, literatura de no ficción, periodismo personal, paraperiodismo, periodismo informativo de creación, periodismo narrativo, entre otros, y aunque cada una de estas denominaciones alude a matices mínimos comparten una peculiaridad: utilizar recursos considerados propios de la literatura para crear una narración en periodismo. 1.3. Forma y contenido. Rasgos básicos del periodismo literario Lo que se propone a continuación no pretende ser rígido ni ceñirse a un orden estricto, el objetivo es mencionar algunos rasgos que permitan caracterizar de manera general al periodismo literario y diferenciarlo del periodismo tradicional. Un aspecto que los distingue es que rompen, hibridan o “diluyen” los géneros periodísticos tradicionales (…) puede decirse que se caracterizan por una dominante de género, a saber 16 Hoyos Juan José, Escribiendo historias. El arte y el oficio de narrar en el periodismo, Editorial Universidad de Antioquia, Colombia, 2003,p.166. 17 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), op. cit., p.14. 18 Ibíd. p. 187. 14 por una articulación específica de diversos géneros en la cual uno de ellos ejerce el papel determinante “tiñendo” el conjunto del texto.19 Esta idea está plagada de sentido si se piensa en que la definición base de la investigación considera al periodismo literario como un macrogénero que alberga a otros para su expresión; por ejemplo, un texto cuya dominante de género sea el perfil al mismo tiempo puede contener las técnicas más representativas de géneros como la crónica o el ensayo. Otro de esos atributos tiene que ver con las estructuras, ya que en periodismo literario “Es posible detectar (…) una innovación estructural variable en cada caso concreto y adecuada a las exigencias particulares del tema, tratamiento, periodista, medio y público”.20 Es por ello que estructuras informativas tradicionales (como la pirámide invertida), propias del periodismo informativo son ignoradas, ya que el periodista es libre al crear sus composiciones. Así mismo, responden a las preguntas clásicas del periodismo (qué, quién, dónde, cuándo, cómo, y por qué) de una forma más profunda, intentando llevarlas ‘hasta sus últimas consecuencias’. De acuerdo con Roberto Herrscher estas interrogantes se reivindican, actualizan, y amplían en al menos tres niveles: a) Pregunta simple, consiste en dar una respuesta de manera precisa y escueta. b) Profundización, tiene como objetivo desarrollar la respuesta, complejizarla. c) Expansión, pretende introducir al lector, con todos los sentidos, en el corazón mismo de los acontecimientos, y crear una reflexión en torno al actuar periodístico. Para comprender mejor el sentido que Herrscher otorga a estos niveles se sintetizaron las preguntas en el cuadro que se muestra a continuación: 19 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 93. 20 Ibídem. 15 Pregunta Modo simple Profundización Expansión ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué pasó en realidad? ¿Es cierto? ¿Cómo lo sabemos? ¿Qué pruebas hay? ¿Qué contamos? ¿Qué es importante? La construcción de la noticia. ¿Quién? ¿Quién hizo qué? ¿Quién es de verdad? ¿Es singular? ¿Es interesante? ¿Es representativo? ¿Quién es noticia? ¿Cómo conocemos a alguien? ¿Con quién se identifica el lector? ¿Dónde? ¿Dónde pasó? ¿Cómo es el lugar? La descripción. El aroma del sitio. ¿Cómo describirlo y llevar allí al lector? ¿Cuándo? ¿Qué día y a qué hora ocurrió el hecho? La comprensión y el contexto. ¿Qué nos dicen los hechos de lo que está pasando en este momento? ¿Qué nos dice sobre el futuro? El espíritu de una época. ¿Las cosas pasan cuando pasan o cuando las fuentes hablan? ¿Cuándo un hecho es noticia? ¿Cómo? ¿De qué manera se produjeron los hechos? Detallar los hechos, contar, describir y dar el contexto. La historia completa, sumergirnos en la narración. El periodismo como relato. ¿Por qué? ¿Por qué razón? Las razones dichas y las razones ocultas. Causas y consecuencias. ¿Por qué actuaron así? ¿Por qué lo cuento yo? ¿Por qué de esta manera? 16 Otra de sus cualidades es que logran cierta permanencia histórica. Los materiales propios del periodismo literario, en su mayoría, son rescatados del ineludible olvido al que están destinados por su condición primordial de actualidad. De allí que Fernando López Pan y Beatriz Gómez Baceiredo consideren al periodismo literario como una sala de espera de la literatura, ya que con el transcurrir del tiempo muchos de estos textos serán pensados, no como información periodística, sino como literatura. Estos trabajos Empiezan contando un acontecimiento concreto en un tiempo y un espacio (una experiencia individual o un drama colectivo), pero, debido a la profundidad de la mirada y de la excepcional descripción lograda por el narrador, transponen la dimensión particular y se convierten en paradigmas de la condición humana.21 Los escritos del periodismo literario también se caracterizan por tener un marcado acercamiento con lo humano. De acuerdo con Jorge Miguel Rodríguez este macrogénero “como periodismo registra todo lo que acontece a la humanidad. Como literatura, como poética, revela el alma del hombre en ese instante de la Historia, que es la historia del hombre en todos los instantes de la vida”.22 Esto se entiende con mayor claridad si se considera que, gracias al uso de técnicas o procedimientos literarios en la narración y a la profundización en las respuestas a las preguntas clásicas, el periodismo literario logra una profunda identificación entre sus receptores, dicho de otro modo “los lectores ven retratada su propia dimensión vital porque participan de esa naturaleza compartida por todas las personas de todas las épocas”.23 21 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), op. cit., p.192. 22 Rodríguez Jorge Miguel, Como un cuento, como una novela, como la vida misma... 451 editores, Zaragoza, España, 2012, p. 29. 23 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), op. cit., p.192. 17 Hasta aquí se han mencionado algunos rasgos del periodismo literario; sin embargo, definir y caracterizar algo, implica en cierta medida, señalar lo que no es. En este sentido, el periodismo literario no es periodismo informativo, y hay muchos aspectos en los que se diferencian. A continuación se mostrarán los contrastes existentes en los procedimientos narrativos entre el periodismo literario y el periodismo informativo que expone Juan José Hoyos.24 Periodismo literario Periodismo informativo Orden cronológico El tiempo es un recurso más, puede reconstruirse y recrearse de acuerdo con la intención del relato. El tiempo es un dato, una hora, una fecha. Responde a la pregunta cuándo en su forma simple. Tensión Los hechos se narran poco a poco, y se hace un manejo particular del tono y la atmósfera. Elimina la tensión pues los hechos fundamentales son escritos en los primeros párrafos. Detalles Son relevantes puesto que permiten generar un retrato global de los personajes. Son narrados los hechos principales. Fuentes Se convierten en personajes que adquieren volumen y densidad en el relato, se comportan de cierta forma en determinada circunstancia, lo que permite al lector conocer sus emociones y pensamientos. Cuando se trata de personas, sólo se enuncia su nombre y qué cargo ocupan o qué actividad realizan. Diálogos Pretende captarlos en su No los utiliza sino que 24 Juan José Hoyos enmarca estas diferencias en las primeras páginas del libro Escribiendo Historias. El arte y el oficio de narrar en el periodismo, utilizando como ejemplo un relato de Oriana Fallaci y otro de Al Rossiter sobre un mismo suceso: la llegada del hombre a la luna. 18 Periodismo literario Periodismo informativo totalidad, puesto que es una forma de situar al personaje dentro de la historia. selecciona una serie de declaraciones que son relevantes en el contexto en el que se emplean. Espacio Es descrito en detalle pues sirve como marco indispensable en la narración. Apenas se menciona como forma de ubicación geográfica o con descripciones parcas. Escenas Presentan la acción paso a paso, de tal forma que el lector se convierte en un testigo más de los hechos Se suprimen y son reemplazadas por sumarios o resúmenes de acontecimientos. Punto de vista Es un marco de posibilidades, pues el autor se diferencia del narrador, lo que le permite crear unofocalizado en concordancia con el hecho narrado. El punto de vista es único, objetivo e impersonal, a menudo es la tercera persona del singular. Contexto Se reconstruye y forma parte del retrato global del personaje, siendo así un elemento necesario para entender su actuar. Se elimina o sintetiza al máximo. Las distinciones esbozadas en el cuadro revelan, como lo señala Hoyos, que estos escritos tienen estructuras y estilos distintos, aunque también encontrados: “Ambos responden al mismo objetivo fundamental del periodismo de contar lo que sucede, pero cada uno lo hace atendiendo a formas distintas de abordar la realidad y en un orden, de un estilo y de un modo narrativo diferentes”.25 25 Hoyos Juan José, op. cit., pp. 30-31. 19 Otro rasgo del periodismo literario, que se deriva de los anteriores, tiene que ver con lo que se ha denominado estilo. De acuerdo con Cecilia Hernández: Desde el punto de vista literario, estilo es la expresión creadora de la lengua (…) el estilo literario, es, pues, la manera como el autor emplea el instrumento del lenguaje con vista a una realización estética.26 El mismo texto indica que estilo significa “todo elemento creador de la lengua individual como reflejo original”.27 Es por ello que el periodismo literario no utiliza el “lenguaje estereotipado, aburrido y a menudo farragoso del periodismo informativo tradicional, y su escritura es frecuentemente innovadora y tributaria de técnicas y usos narrativos propios de la literatura (…)”.28 Estas definiciones, aunque breves, tienen un elemento en común: apuntan al lenguaje y al uso que se hace de éste con pretensiones de belleza y originalidad, en este sentido vale la pena añadir que “el estilo se ve como diferencia, lo que puede conducir a la idea de desvío con respecto a una norma (…)”29, “el estilo es la característica, la excepción y no lo general, la división y no la totalidad”.30 El estilo es una manera peculiar de utilizar el lenguaje que caracteriza y diferencia a un autor. La construcción textual del periodismo literario apuesta siempre por la belleza, por la narración de calidad, no como un mero artificio para atrapar al lector, sino como una escritura en la que no hay pausa para los sentidos, y sí un enorme aliciente para la inteligencia. También hay una reivindicación a la explícita intervención subjetiva de los autores en más de un aspecto, como la elección del tema, el tratamiento que hace de éste, ambos determinados por la personalidad del autor. 26 Hernández de Mendoza Cecilia, Introducción a la estilística, Publicaciones del Instituto Caroy Cuervo. Series Minor VII, Bogotá, 1962, pp. 78-79. 27 Ibíd. p. 67. 28 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 93. 29 Garrido Medina Joaquín, Estilo y texto en la lengua, Gredos, España, 1997, p.27. 30 Hernández de Mendoza Cecilia, op. cit., p. 78. 20 Como se mencionó en el apartado anterior esta subjetividad contrasta con la idea de “objetividad” que determina al periodismo tradicional. Otro elemento que caracteriza al periodismo literario es el uso recurrente de ciertas técnicas, mismas que darán contenido al siguiente apartado. 1.4. Técnicas propias del periodismo literario Las técnicas recurrentes en el periodismo literario pueden clasificarse en dos grandes ámbitos: las que son utilizadas para recolectar la información; y las que sirven para su expresión, las últimas asociadas de forma ordinaria con la literatura y la estilística. Dentro de las primeras es preciso mencionar algunas que pueden sugerir un carácter sociológico31, una de ellas es la observación directa simple “una técnica descriptiva, analítica y explicativa que proporciona información a partir de la observación y el registro sistemático del comportamiento de los actores sociales en sus acciones e interacciones”.32 Al emplear esta técnica el periodista obtiene información sobre los personajes que son de su interés y logra captar no sólo datos relevantes, sino detalles pequeños que en conjunto crean una visión que completa el marco circunstancial en el que se suscriben los hechos narrados. La observación participante es otra de las técnicas empleadas en el ámbito periodístico puesto que con ella es posible obtener información directa mediante la interacción entre el periodista y los sujetos. “Una parte del periodismo literario es producto de esta inmersión de los periodistas como individuos anónimos que viven, sienten, y padecen aquello que quieren contar”.33 31 El autor del artículo “Herramientas de la investigación sociológica en el reporterismo del Periodismo Literario” Juan David Gómez-Quintero advierte que al decir “investigación sociológica” se hace referencia a la investigación utilizada por las ciencias sociales por lo que es necesario incluir también a la antropología, la historia, la psicología y la etnografía. 32 Rodríguez Jorge Miguel y Mariana Angulo Egea (Coordinadores), op. cit., p. 48. 33 Ibídem. 21 Otra técnica de carácter sociológico que se aplica en el periodismo literario es la denominada historia de vida con la que se reconstruyen “episodios o etapas en las vidas personales como una forma de narrar la realidad social desde la perspectiva de un protagonista”.34 Esta herramienta de investigación se relaciona con la entrevista a profundidad pues gracias a ésta se puede conocer cabalmente a las personas y con ello narrar escenas completas de su existencia. Patricia Nieto esboza lo que debe hacer el periodista literario para escribir una historia, y aunque no menciona las técnicas con su nombre sociológico, se pueden identificar algunas de las que ya se ha hablado: Ir al sitio de los hechos, conocer al detalle ese lugar (…) encontrar una historia que permitirá narrar la situación, acercarse afectuosamente a los personajes con la intención de preguntar y volver a preguntar cuando las dudas aparezcan, leer en los documentos evidencias de los antecedentes, construir el contexto interpretativo, exponerse en cuerpo y alma al acontecimiento con el fin de comprenderlo.35 Es apropiado traer a colación los métodos utilizados en la antropología y la etnografía para recabar la información, puesto que tienen un problema en común con el periodismo: “retratar con palabras la vida en toda su complejidad”.36 El primero es el denominado método etnográfico cuyo propósito es “captar el punto de vista, el sentido, las motivaciones, las intenciones y las expectativas que los actores otorgan a sus propias acciones sociales y proyectos personales o colectivos, y a su entorno sociocultural”.37 Las herramientas de las que se vale el método etnográfico consisten en pasar un tiempo considerable con el grupo que se estudia, la observación participante y las entrevistas a profundidad. 34 Ibíd. p. 50. 35 Hoyos Juan José, op. cit., p. xvi. 36 Ibíd. p. 99. 37 Ibíd. p. 102. 22 La argentina Leila Guerriero añade una labor de suma importancia en el quehacer del periodista literario, la investigación documental: (…) la construcción de estos textos musculosos no arranca con un brote de inspiración, ni con la ayuda del divino Buda, sino con eso que se llama reporteo o trabajo de campo, un momento previo a la escritura, que incluye una serie de operaciones tales como revisar archivos y estadísticas, leer libros, buscar documentos históricos, fotos, mapas, causas judiciales, y un etcétera tan largo como la imaginación del periodista que las emprenda.38 El trabajo al que refiere Guerriero incluye la investigación que realizael periodista no sólo al relacionarse personalmente con quienes son sujetos de su noticia, sino a la búsqueda de información en diversas fuentes escritas como libros, revistas, periódicos, documentos oficiales y demás recursos que le permitirán construir el texto. Por otra parte, las técnicas utilizadas para expresar la información que se ha recopilado son muchas, y en gran medida dependen de las intenciones y objetivos del autor, por lo que resulta conveniente concentrarse en las cuatro más reconocidas, esas que valieron la caracterización formal del Nuevo Periodismo norteamericano. A saber, la narración escena por escena; el registro del diálogo en su totalidad; el presentar cada escena desde el punto de vista de un personaje particular, o lo que se ha llamado punto de vista en tercera persona; y relacionar los detalles simbólicos que pueden existir en el interior de una escena. Estas técnicas merecen un comentario detallado. La narración escena por escena consiste en contar la historia “saltando de una escena a otra y recurriendo lo menos posible a la mera narración 38 Guerriero Leila, “¿Qué es el periodismo literario?”, Anfibia, Revista digital, disponible en: http://www.revistaanfibia.com/cronica/que-es-el-periodismo-literario/; consultado el: 13 de junio de 2017. 23 histórica”.39 Cada uno de los hechos es descrito en detalle, de tal forma que lo sucedido se devela al lector de forma natural, genuina. En esta técnica “el narrador parece desaparecer, para dejarnos enfrente de los hechos, como si estuviéramos presenciando una obra de teatro o viendo una película”.40 Esta práctica narrativa sería imposible de lograr si el periodista no acudiera al lugar de los hechos y se relacionara con los sujetos de su historia, si no empleara las técnicas de inmersión descritas líneas arriba. El mismo Wolfe se maravilló del uso que hizo Gay Talese de este procedimiento narrativo: ¿Qué es esto, en nombre de Cristo? En otoño de 1962 se me ocurrió coger un ejemplar de Esquire y leí un artículo que se titulaba <<Joe Louis: el Rey hecho Hombre de Edad Madura>>. El trabajo no comenzaba en absoluto como el típico artículo periodístico. Comenzaba con el tono y el clima de un relato breve, con una escena más bien íntima; íntima al menos según las normas periodísticas vigentes en 1962, en todo caso: <<—¡Hola, querida! —gritó Joe Louis a su mujer, al verla esperando en el aeropuerto de Los Ángeles. Ella sonrío, acercándose a él, y cuando estaba a punto de empinarse sobre sus tacones para darle un beso, se detuvo de pronto. —Joe, ¿dónde está tu corbata? —preguntó. —Ay, queridita —se excusó él, encogiéndose de hombros—. Estuve afuera toda la noche en Nueva York y no tuve tiempo… —¡Toda la noche! —cortó la mujer—. Cuando estás ahí, lo que tienes que hacer es dormir, dormir y dormir. —Queridita —repuso Joe Louis con una sonrisa fatigada—. Soy un hombre viejo. —Sí —concedió ella—. Pero cuando vas a Nueva York, quieres ser joven otra vez.>>41 39 Wolfe Tom, op. cit., p. 50. 40 Hoyos Juan José, op. cit., pp. 24-25. 41 Wolfe Tom, op. cit., p. 19. 24 De este modo se crea una ilusión en el lector que lo convierte en testigo de lo que sucede. “La técnica nuevoperiodística de la construcción escena- por-escena se inscribe, pues, de lleno en el procedimiento de expresión dramática, y soslaya a la exposición narrativa más propia, según Wolfe, del periodismo tradicional”.42 La narración escena por escena permite mostrar antes que decir. La escena, además, permite al narrador sugerir un montón de cosas que en una narración simplemente histórica deberían explicarse, por ejemplo el estado de ánimo de los personajes: mediante los diálogos, las acciones y los gestos, el lector deduce casi toda la información, sin necesidad de que el relato entre en demasiadas precisiones.43 La narración escena por escena propicia que el periodista exhiba y resalte los rasgos más íntimos de sus personajes: sus sentimientos, emociones, reacciones, modos de proceder, incluso, permite sopesar sus pensamientos. El valor del registro del diálogo en su totalidad radica en el grado de cercanía que genera entre los ‘personajes’ y el lector, pues hace que éstos se afirmen y sitúen con mayor rapidez, al tiempo que logra que los hechos avancen en la narración. Como lo ilustra Hoyos, citando a Talese en el reportaje titulado La delicada mente de Joshua Logan, con el registro del diálogo en su totalidad se recrea el clima y el estado de ánimo de los personajes: —No esfuerces la voz, Claudia. Ella no contestó, y sólo susurró algo a otro actor. —No levantes la voz, Claudia —repitió Logan. Ella siguió sin hacerle caso. —¡Claudia! —chilló Logan—, no me hagas objeto de tus venganzas. —Sí, señor Logan —dijo ella con un suave toque de sarcasmo. —Ya estoy harto de todo esto, Claudia. 42 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 31. 43 Hoyos Juan José, op. cit., p.363. 25 —Sí, señor Logan. —Y deja ya de decir “señor Logan”. —Sí, señor Logan. —¡Eres una mujer terriblemente descortés! —Sí, señor Logan. —Eres un animal. —Sí, señor Logan. —Sí, señorita animal. —Sí, señor Logan. —Sí, señorita animal. De pronto Claudia McNeil se detuvo. Se había dado cuenta de que la estaba llamando animal; ahora su cara era gris y sus ojos fríos, y su voz casi solemne cuando dijo: —Usted… no… me… ha… llamado… con… mi… nombre. —Oh, ¡Dios mío! —Logan se golpeó la frente. —Usted…, no… me… ha… llamado…, con mi… nombre. Y allí se quedó como una roca, grande y enfadada, esperando que él hiciera algo. 44 Cuando un periodista registra el diálogo a cabalidad, elimina los resúmenes e intermediarios y transcribe toda la conversación, de acuerdo con Wolfe unas cuantas frases son suficientes para describir a un personaje. La transcripción del diálogo no sólo se limita a las palabras textuales de los personajes, sino que suele recoger todo el abanico de interjecciones, onomatopeyas, pleonasmos y demás recursos fonéticos que salpican la elocución de cualquier sujeto parlante.45 Esta actividad requiere del periodista más que mera atención en los detalles, le obliga a convertirse en un oidor experto, en alguien capaz de captar, incluso, en quienes hablan poco, mal o diferente, aquello por lo que se identificarán con otro ser humano. 44 Ibíd. pp. 368-369. 45 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 31. 26 Presentar cada escena desde el punto de vista de un personaje en particular supone elegir un personaje como foco principal de la narración, y mostrar los hechos desde su enfoque, de tal modo que el lector vea desde un ángulo concreto lo que desentraña la historia. En el siguiente párrafo se relata el arresto de un periodista durante una protesta en contra de la guerra de Vietnam, el autor decidió erigirse como personaje central de la historia sin escribir en primera persona: Mailer tuvo la rápida impresión de unos hombres de cara hosca y ojos lúgubres en los que ardía una llama transparente, y dijo: —No quiero ir atrás. Si no me detienen, voy a entrar en el Pentágono—, y supo que estaba dispuesto a hacerlo, una certeza absoluta se había apoderado de él, y entonces dos de ellos saltaron sobre él al mismo tiempo, con la fría furia homicida de todos los polizontes en el momento existencial de dar el golpe —todos los polizontes que secretamente esperan ser fulminados en ese instante por sus pecados— y una fuerza sorprendente acudió a la voz de Mailer, y éste rugió, satisfecho de su nuevo logroy su nueva autoridad: —¡Fuera de mí las manos! ¿Es que no ven? Estoy siendo arrestado sin resistencia—. Y entonces uno se alejó de él, y el otro trató de apresar el brazo de Mailer con una llave, y se conformó con meterle la mano bajo el sobaco, y caminaron a través del campo a un paso rápido y rabioso, marchando paralelamente al muro del Pentágono, por fin plenamente visible a su derecha. Y Mailer fue arrestado, lo había conseguido con éxito, y sin recibir una porra en la cabeza, con el aire de la montaña en sus pulmones, tan tenue y estimulante como el humo, sí, el aire lívido de la tensión ante aquella lívida fachada prometía algunos acontecimientos de mayor interés que la rutinaria espera para ser puesto en libertad, sí, él era algo más que un visitante, estaba ahora en la tierra del enemigo, e iba a ver la cara de éste.46 La existencia de un narrador focalizado permite “dar al lector la sensación de estar metido en la piel del personaje y de experimentar la realidad emotiva de la escena tal como él la está experimentado”.47 46 Wolf Tom, op. cit., pp. 112-113. 47 Ibíd. p. 51. 27 Bernal y Chillón apuntan lo siguiente: “El divorcio entre autor y narrador ―la renuncia de la primera persona de la que habla Wolfe― constituye, de hecho, una técnica refinada y versátil que permite al escritor ausentarse ilusoriamente de la narración para que sean sus personajes quienes hablen por sí mismos”.48 El retrato global del comportamiento de los personajes posibilita la acumulación de detalles reveladores lo que permite “crear una atmósfera rica y absorbente y hacer un retrato minucioso y a fondo del personaje y su entorno (…)”.49 Para contar una historia es preciso captar la esencia de sus personajes, de allí que Wolfe diga que es indispensable relacionar gestos cotidianos, hábitos, modales, costumbres, estilos de mobiliario, de vestir, de decoración, estilos de viajar, de comer, de llevar la casa, modos de comportamiento frente a los niños, criados, superiores, inferiores, iguales, además de las diversas apariencias, miradas, poses, estilos de andar y otros detalles simbólicos que pueden existir en el interior de una escena.50 El listado que hace Wolfe sobre lo que denomina retrato global del personaje deja claro que no sólo presta atención al protagonista de la historia, sino a su entorno, pues de esta forma se dibujan los modos de ser, pensar y decir de una persona en un ambiente que también es significativo. Un buen ejemplo de ello es el texto de Barbara L. Goldsmith, titulado La dolce Viva: Viva esquivó el relleno que se escurría fuera de una silla dorada, pasando luego ante una pared donde había garrapateados muchos números de teléfono. Me guió entonces hasta el dormitorio. Contenía una cama de 48 Bernal Sebastià y Luis Albert Chillón, op. cit., p. 34. 49 Hoyos Juan José, op. cit., p. 381. 50 Wolf Tom, op. cit., pp. 50-51. 28 matrimonio sin sábanas que ocupaba casi la habitación entera. Sobre ella habían restos de tortas en un plato de papel de estaño, un recipiente con zumo de naranja, unos suéters, un espejo para maquillarse, diversos tipos de maquillajes, un ejemplar de El principito y algunas fotografías. Me mostró las fotografías.51 En la cita anterior se constata el ambiente en el que tiene lugar una de las escenas que narra la autora; sin conocer nada del personaje principal es posible inferir al menos dos de sus características: se trata de una persona poco cuidadosa y un tanto desinteresada. Al terminar el relato queda claro que estas peculiaridades completan el panorama sobre su vida sexual y su relación con las drogas, tema central de la entrevista. Otro procedimiento que parece ser una constante en el periodismo literario, pero que no formó parte del listado que hace Wolfe, es la idea de construir un inicio adictivo, uno que obligue al lector a no abandonar el texto hasta la última línea. De acuerdo con Doménico Chiappe, los inicios cautivadores se componen de tres elementos: el tema, el narrador y el tono. Un ejemplo de ello es el texto escrito por Lola Huete Machado titulado Esclavas sexuales En Camboya, el nombre de nacimiento no permanece para siempre. Se modifica tantas veces como uno quiere cambiar de vida; cundo la que llevas no te satisface o cuando la enfermedad o la mala suerte se ceban sobre ti. Sok Ly, de 12 años, dejará de ser Sok Ly muy pronto. Debe dejar de serlo. Porque es imposible asumir tanta adversidad con tan corta edad. A esta niña la encontraron hace un mes encerrada en una jaula en un burdel de su propia familia, inmundo, tal y como suele ser el común de los burdeles en este país del sureste asiático que vive por primera vez en tres décadas ocho años consecutivos de paz.52 51 Ibíd. pp. 134-135. 52 Huete Machado Lola, “Esclavas sexuales”, El País Semanal, España, 24 de septiembre de 2006, p.50. Disponible en: http://elpais.com/diario/2006/09/24/eps/1159079212_850215.html; consultado el: 16 de junio de 2017. 29 Al mismo tiempo la autora presenta el tema: la esclavitud sexual en Camboya, al narrador como una persona que mira lo que sucede y que conoce la historia de Sok Ly, todo contado en un tono formal. En los primeros párrafos el escritor debe lanzar una especie de red, ha de preparar una emboscada en la que en la que el lector, sin saber exactamente cómo, se vea atrapado. “Esas primeras líneas son el resultado de una estrategia de seducción muy bien planeada”.53 En los trabajos de largo aliento esta técnica puede emplearse en cada apartado pues permite reanimar la lectura. Y es en este marco, el del periodismo literario, con sus características y técnicas, en el que se circunscribe el quehacer de Ricardo Garibay, un periodista y escritor mexicano, cuya vida y obra será detallada en el siguiente capítulo. 53 Chiappe Doménico, Tan real como la ficción. Herramientas narrativas en periodismo, Editorial Laertes, Barcelona, 2010, p. 109. 30 Capítulo 2. Ricardo Garibay, el periodista 31 Capítulo 2. Ricardo Garibay, el periodista 2.1. Lo que es de Garibay a Garibay “Ricardo Garibay, escritor. Cincuenta libros publicados”. Esa era la presentación preferida del literato mexicano. A semejanza de uno de sus personajes, Ricardo Garibay No es desconocido y no es popular. La docta fama le llega de su obsesivo afán de perfección. Trabaja las palabras sílaba a sílaba. Trabaja las sílabas nota a nota. Cada letra es una joya, y así las engarza. Limpidez y brillo de diamante son sus páginas. Aristocracia altanerísima, amor insomne y blasfemo por el moroso dibujo que la pluma va dejando en el papel. Soberbia y náusea de ser el que anda y desanda las noches “incapaz de dormir pero soñando sin cesar”.54 Nació en Tulancingo, Hidalgo, el 18 de enero de 1923, y vivió, desde muy pequeño, en la Ciudad de México. En Fiera infancia y otros años y Vamos a la huerta de Toro Toronjil es posible conocer a Garibay en aquellos días en los que “fueron los cielos tan altos, tan hondos, tan puramente azules”.55 Periodo de infancia y angustia. La precaria situación económica, el temor hacia ese hombre severo y taciturno que fue su padre, y una sofocante formación religiosa fueron hechos que turbaron al futuro escritor y marcaron, por mucho, su existencia. En 1940 comenzó a estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria, en San Ildefonso, donde conoció al profesor Erasmo Castellanos Quinto,56 de quien 54 Garibay Ricardo,El gobierno del cuerpo, Lectorum, México, 1998, p.26. 55 Garibay Ricardo, Fiera infancia y otros años, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Colección Lecturas mexicanas, México, 1991, p. 7. 56 Es posible consultar la semblanza de Castellanos Quinto -en la que Garibay expresa la admiración y el respeto que le inspiraba- en Tendajón mixto, Editorial Proceso, México, 1989, pp. 159-162, donde se lee: De ir y venir con él, oyéndolo, los hombres parecían más grandes, los cielos, menos lejanos, y uno mismo camino de los cielos. 32 aprendió la idea de “poner la arrogancia frente a los demás y la humildad frente al oficio”.57 En esa época cultivó amistad con Fausto Vega, Jorge Hernández Campos y Rubén Bonifaz Nuño, quien señaló al respecto de ese tiempo: Ésa es una mirada de cómo fuimos de jóvenes. Muy pobres todos, muy resentidos socialmente, y con una gran creencia en nosotros mismos, a pesar de que éramos relativamente tímidos, sobre todo yo. Veíamos a la humanidad como algo inferior a nosotros. Juzgábamos que todos los demás eran una suerte de idiotas, y que nosotros éramos los que sabíamos, los que, incluso, íbamos a salvar el mundo, empezando por México.58 En 1942 ingresó a la Facultad de Jurisprudencia para estudiar leyes, en las que no se interesó, pues su compromiso era otro. Dice Garibay: Desde los 17 años viví para leer y escribir. Hice tres carreras universitarias y no me recibí de ninguna, no tengo ningún título; leer y escribir, todo lo demás era provisional, todo lo demás lo pasé frívolamente. Mandé al carajo la vida; tenía un compromiso: escribir.59 Trabajó en diferentes oficios. Fue sparring del boxeador Trini Ruiz y en 1944 participó como actor en el grupo Proa de teatro de José de Jesús Aceves, en el Departamento de Bellas Artes; tiempo después dirigió la revista literaria Firmamento, misma que subsistió unos cuantos números. Garibay dio vida, en 1946, al cuento “La nueva amante”, en el que refiere algo de ese primer amor que será un motivo reiterativo en su posterior literatura. Hacia 1947 fue becario ―sólo durante unos meses― de El Colegio de México, al que llegó para estudiar a los místicos españoles; sin embargo, abandonó esa tarea al poco tiempo. Se entrevistó con Alfonso Reyes para informarle su decisión: —No sé, maestro, cómo decirlo, cómo decirle que no me hallo aquí. No sé cómo decirlo delante de usted. 57 Garibay Ricardo, Fiera infancia y otros años, op. cit., p 63. 58 Limón Iris, Signos vitales de Ricardo Garibay, Editorial Colibrí, México, 2000, pp. 40-41. 59 Ibíd. p. 181. 33 —Así —dijo—. Lo ha dicho usted perfectamente. Además, es muy hermosa la expresión no me hallo, piénsela, es insignemente popular. Aguante, por el pequeño salario que recibe, lo que pueda. Y váyase tranquilo. Está usted hecho para otra cosa. —La literatura, maestro, no me interesa ninguna otra cosa. —No diga la literatura, quién sabe qué sea eso, acaso lo que alcance uno a leer durante toda la vida, y nada más. Lo que le interesa a usted es su literatura, la que ya ha comenzado. Lo que a mí me importa es mi literatura, no la literatura.60 A la edad de 24 años comenzó a laborar como inspector de la Dirección de Precios del Departamento del Distrito Federal; al principio levantaba multas en los barrios de La Merced, Jamaica o Tepito, luego comenzó a disculpar a los comerciantes. Su jefe, enojado por la poca cantidad de infracciones, lo cambió al área de restaurantes, con lo que le resultaba fácil comer y beber sin necesidad de pagar al recorrer las zonas de Insurgentes y Reforma. También inspeccionó cabarets y una variada clase de establecimientos. En 1948, mientras trabajaba en Bienes Nacionales, conoció a Minerva Velasco “una joven afilada y sumamente serena”61, con quien se casó tras un mes de noviazgo. Durante esos años también dio clases de Economía, Español y Geografía Política en la Escuela Internacional-Bolívar-55, e invariablemente les hablaba a sus alumnos del poeta místico San Juan de la Cruz: “Llegué a dar clases de Zoología, de Historia Universal y de ¡Matemáticas! Nunca salí de mi tema. Creo que les hice un bien a los muchachos”.62 Después fue colaborador en distintos medios como la revista Suma bibliográfica; el suplemento México en la Cultura del periódico Novedades, dirigido por Fernando Benítez; también escribió el cuento titulado Cuaderno y el libro Cuentos en la editorial Costa-Amic; sin embargo, el dinero no le 60 Garibay Ricardo, Cómo se gana la vida, Joaquín Mortiz, México, 1992, p. 103. 61 Ibíd. p. 146. 62 Ibíd. p. 156. 34 alcanzaba y vivía, junto con su esposa y su pequeña familia, en una casa infestada por ratas. En el 52 fue becario del Centro Mexicano de escritores gracias a Agustín Yáñez, quien ordenó que una de las becas fuera para Garibay, pues él había escrito “la mejor crítica de cuantas se hicieron sobre Al filo del agua” 63 cinco o seis años atrás. Este dinero le permitió cambiarse de casa, una con jardín, mantener a su familia y dedicarse de lleno a leer y escribir. Al año siguiente fue jefe de prensa en la Secretaría de Educación Pública, con ese puesto empleó a boxeadores caídos en desgracia y al poeta peruano Manuel Scorza. En 1954 publicó Mazamitla. Un año después escribe El coronel, una semblanza de su abuelo paterno, y la crónica titulada Nuestra Señora de la Soledad en Coyoacán. Colaboró en la revista Estaciones de Elías Nandino hacia 1956. Durante más de 20 años Ricardo Garibay trabajó en el ámbito cinematográfico con argumentos y adaptaciones. Escribió, de acuerdo con Vicente Leñero, sesenta guiones; no todos se filmaron. Entre los trabajos más destacados de este periodo se encuentran: La cucaracha (1958), El siete copas (1960), Los hermanos del hierro (1961) y El mil usos (1981). Sin embargo, el guionista señala: No escribí nada que no fuera puntualmente convertido en película mexicana. Son el revés del rey Midas, hay que ver el talento que tienen para convertir en mierda lo que tocan. Lo que más logré salvar fue Los hermanos del hierro, porque Ismael Rodríguez pidió que estuviera constantemente con él durante la filmación y obligó a los actores a respetar en un ochenta por ciento los diálogos.64 Vicente Leñero apunta que Garibay utilizó la literatura para exorcizar sus demonios y perdonar sus culpas, fue narrador de sí mismo, protagonista de sus textos; dan constancia de ello novelas como Beber un Cáliz, publicada en 1962, en la que detalla la agonía de su padre, siempre roído 63 Ibíd. p. 126. 64 Ibíd. p. 206. 35 por esa imperiosa necesidad de escribir. Una cercanía con la muerte, la vida acabándose: Le pregunté: — ¿Sufres? Me movió a preguntar tamaña estupidez ese sopor de ausencia que parece flotar, pero más, una curiosidad literaria y vengativa. Me arrepiento de haberlo hecho: ya me arrepentía cuando insistí: — ¿Sufres? Esperaba no sé qué respuestas espectaculares. Quería oír secretos, saber qué pasa por la memoria y la imaginación de los agonizantes, me urgía recibir confidencias misteriosas, descubrir francamente los veneros de la tristeza, la tristeza de mi padre. Un escritorzuelo dentro de mí no me ha olvidado ni un instante este tiempo. Me sentí ladrón. Me comía el remordimiento anticipado y la impaciencia: tal vez no me había oído, alguien podría entrar, no debía escapárseme la oportunidad. Seguramente detrás de mi actitud había buenos propósitos, no todo tenía que ser falaz en mí, pero aunque así fuera, sus respuestas serían útiles, yo las escribiría, y ¿quién se atrevería a asegurar que más tarde, al recordar, al escribir, mi dolor no sería verdadero?65 Beber un cáliz es un testimonioliterario honesto en el que el autor evidencia cómo era la relación con su padre y donde exhibe el inevitable derrumbe de un hombre. Por este trabajo, en 1965, Garibay fue galardonado con el Premio Mazatlán de Literatura. A mediados de la década de los sesenta también comenzó a publicar en el diario Excélsior con el propósito de ser popular y vender más libros; sin embargo, al incursionar como columnista, logró no sólo fama, sino un acercamiento con la élite del poder. En esta época también colaboró en los suplementos La Cultura en México del semanario Siempre! y del periódico Ovaciones. En 1968 publicó la novela Bellísima Bahía; en la contraportada se lee: 65 Garibay Ricardo, Beber un cáliz, Joaquín Mortiz, México, 1965, pp. 75-76. 36 Bellísima Bahía es una segura aventura del idioma castellano, jubilosa y múltiple aventura, producto de muchos años de quehacer literario, de obstinada vocación; de un idioma castellano que como sin quererlo, sin hacerse sentir, va convirtiendo en materia viva cuanto toca.66 Y así es, Garibay reveló su habilidad para hacer del idioma una invitación al conocimiento de algo, hasta entonces, inadvertido: en cada palabra es posible identificar con claridad al sujeto parlante, pues su diálogo resulta natural y singular al mismo tiempo. En Bellísima bahía comenzó a afinarse la eficacia literaria de Ricardo Garibay para reproducir el habla popular, aquí un fragmento de uno de los diálogos en el que esta cualidad es sobresaliente: Andrés: No e’que sea soberbia. Soberbia no es, no sea’necio. Tiburón: Bueno. Andrés: Tú cállate, güebón. Colín: Tú dice’que no, Andrés, tú dice’. Andrés: Pero mira tú Julián, tú qu’e’tás aquí, tú díle. Julián: Yo e’toy oyendo nomás, tú lo ves que aquí yo nomás e’toy oyendo… Andrés: Por eso te digo, que tú qu’etás aquí, lo que l’e’toy diciendo a é’te. Julián: Ya lo sé, te lo e’toy diciendo yo qu’e’toy aquí e’cuchando, que dijeras tú que yo tengo un interés en é’to o en lo que dice’ o no dice’… pero tú ve’ que no… Andrés: Por eso. Tiburón: Por eso. Andrés: Que tú te calles. Colín: Por eso, dé’alo que acabe, a Julián, e’que no lo dé’as. Andrés: Pue’ por eso, dile Julián. 66 Garibay Ricardo, Bellísima bahía, Joaquín Mortiz, México, 1968. 37 Colín: ¡Pue’ dé’alo que diga’ómbre! Andrés: Sí yo le digo que diga, yo no tengo por qué, yo lo que quiero e’ que diga. Julián: Yo te decía que a mí ¿interés? pue’ tú sabes que no, porque si yo tuviera un interé pues yo te lo diría: “yo tengo un interés en é’to que tú e’tás’ablando o tratando o como tú quiera’ llamarlo y entonce’ para qué te digo,” ¿me entiendes tú? Andrés: Oquéi, por eso, la cosa e’ que tú le digas a é’te Colín, porque no tiene’ tú interés en la cosa, ¿me comprendes? (…)67 Su destreza para reproducir el castellano, será una de sus características más celebradas. En ese año también conoció, gracias al entonces Jefe del Departamento Agrario, Norberto Aguirre Palancares, al presidente Gustavo Díaz Ordaz con quien tuvo una estrecha relación. En Cómo se gana la vida describió su primer encuentro con Díaz Ordaz, la forma en la que se relacionó con él, y la crítica que se hizo al respecto. Lo que es del César (1970) congrega una serie de “novelas cinematográficas”, tres de éstas se filmaron. Agustín Ramos argumenta que los guiones de Garibay son más que guiones, constituyen un proceso en donde el fondo revienta la forma de manera espontánea, como si se fuera abriendo paso, por encima de la escritura por encargo, el avizoramiento de una nueva posibilidad formal. Estos guiones constituyen búsquedas narrativas de lo humano.68 Ricardo Garibay realizó, durante el periodo presidencial de Luis Echeverría (1970-1976), una serie de giras con el mandatario y otros intelectuales; antes había acompañado al presidente Lázaro Cárdenas, junto con Aguirre Palancares. Estos viajes le resultaron fructíferos, pues años después publicaría las crónicas de ese tiempo. En 1971 se imprimieron dos obras: Rapsodia para un escándalo y La casa que arde de noche. La primera contiene más de 60 relatos en donde el 67 Ibíd. pp. 71-72. 68 Ramos Agustín, “Ensayo particular. Hacer ver (la lógica pasión de Ricardo Garibay)” en Obras reunidas de Ricardo Garibay. Novela uno. Conaculta, Océano, FOECAH, México, 2001, p. 44. 38 hidalguense hace un despliegue de ingenio y humor. Estas “breverías” fueron escritas de lunes a lunes entre marzo de 1967 y mayo de 1970. Por su parte, La casa que arde de noche fue producto de una imagen vista por el literato durante una gira por el norte del país en la que trabajaba como animador de un espectáculo. En la siguiente cita la describe: Era una casa de madera, muy alta y que temblaba con el viento ligero. Se veía llena de aleros y barandales. Un portal zancudo en la entrada. Polvo de muchos años. Se derrumbaría en el próximo minuto. Sentí una especie de congoja aguda, una desesperación y júbilo sexual.69 En La casa que arde de noche Garibay mostró “intensidad sin recurrir a la vivencia personal, verosimilitud sin recargase en el registro directo del habla popular y eficacia sin utilizarse a sí mismo en calidad de personaje”.70 Por este trabajo, cuatro años después, obtuvo el premio a la mejor Novela Extranjera en Francia. La serie radiofónica Charlas con Garibay fue trasmitida por las estaciones del grupo IMER a partir de 1974, y continuó, con interrupciones, a lo largo de su vida. En estas cápsulas compartía esa aguda inteligencia de lector asiduo, y al mismo tiempo, contagiaba a la audiencia su gozo por la literatura. En Cómo se pasa la vida (1975) rescató del “obligado olvido periodístico”71 las crónicas, ensayos y memorias que escribió para el suplemento dominical Diorama de la cultura del diario Excélsior. Estas crónicas exponen el diario vivir de un hombre dedicado a las letras. Cuando se le propuso el trabajo se le encomendó rescatar esa “profunda superficialidad” y conservar “la frescura de lo permanentemente pasajero”.72 69 Ricardo Garibay, Cómo se gana la vida, op. cit., p. 242. 70 Ramos Agustín, op.cit., p. 33. 71 Garibay Ricardo, Cómo se pasa la vida, Obras reunidas de Ricardo Garibay. Memoria uno, Conaculta, Océano, FOECAH, México, 2001, p. 45. 72 Ibíd. p. 47. 39 En el mismo año se publicaron sus Diálogos mexicanos, conversaciones que obligan a escuchar a los hablantes del país. Fragmentos de pláticas que despliegan el maestrazgo de Garibay para hacer de lo cotidiano un hecho trascendente, para lograr que en cada diálogo se encuentre, sin género de duda, a otro ser humano. Cabe mencionar que esta fue una de las obras que más reimpresiones tuvo en la editorial Joaquín Mortiz. También inició, a mediados de los 70, una serie de programas en el Canal Once: Autores y Libros; Poesía para Militantes; Mujeres, Mujeres, Mujeres; y A los normalistas con amor; años más tarde, grabaría, para el Canal 13, el programa Calidoscopio. Algunas emisiones las compartió con Germán Dehesa y María Pía Lamberti, entre otros. Las crónicas reunidas en ¡Lo que ve el que vive! son editadas por Excélsior en 1976. Garibay manifiesta, en una especie de diario, sus experiencias al viajar y conocer el mundo. La Habana, Nueva York, Moscú, Pekín, Hong Kong, Buenos Aires… son algunos de los lugares que el hidalguense retrató. En este sentido Juan Domingo Argüelles indica: ¡Lo que ve el que vive! Es un libro que surge del periodístico quehacer cotidiano pero que sin duda lo trasciende.Son crónicas que van más allá de la información periodística y de la previsible nota de color; son páginas de viaje ajenas al relato turístico, llenas de emociones encontradas y de juicios que escapan a la superficialidad, a lo banal, y se inscriben en la vida misma para describir y recrear cómo eran aquellos tiempos en los que un gobernante atascaba los aviones con sus colaboradores, achichincles, barberos, artistas, incondicionales de toda laya y también, por supuesto, con sus periodistas, escritores y cronistas, y se iban todos a recorrer el mundo para darle al país carta de cabal existencia.73 Un año antes de la aparición del sumario de cuentos El gobierno del cuerpo (1977), renuncia a Excélsior como una muestra de solidaridad con Julio Scherer y otros periodistas. En noviembre de 1976 nace el semanario Proceso, del que fue cofundador y en el que colaborará durante mucho tiempo. 73 Domingo Argüelles Juan, “Ensayo particular. Ricardo Garibay: los oficios de la memoria” en Obras reunidas de Ricardo Garibay. Memoria uno. Conaculta, Océano, FOECAH, México, 2001, p. 35. 40 En ese mismo mes sale de la imprenta Sahagún, una especie de reportaje que captura la miseria en la que viven los habitantes de este pueblo ubicado en Hidalgo, y el que además dibuja una “espléndida imagen de la nación mexicana” gracias a la llegada de la industria. En Sahagún crea uno de esos contrastes tan propios de su periodismo, aquí un ejemplo: Estos jóvenes obreros especializados son o vienen de aquellos “indios de Ápam” que mal mascaban el castellano. Acaso por aquí mismo, en esta altísima sala donde estoy mirando a dos de ellos armar en veinte minutos la carrocería de un automóvil, sus padres y sus abuelos se enterraron desnudos en montones de ceniza, sólo la cabeza al aire, para no morir de frío en invierno.74 Sin embargo, “Sahagún no es un reportaje sobre el bienestar que llegó a la zona con la constructora (…) es un reportaje de la injusticia cometida durante siglos, y de la dignidad de la gente que superó todo eso”.75 El 78 es un año productivo para Garibay, se publicaron tres de sus obras: Mujeres en un acto, Verde Maira, y Las glorias del gran Púas. El primero, teatro; la segunda, novela, y la última, crónica. Mujeres en un acto es un libro de teatro donde las mujeres transitan casi de manera natural. La mujer, como materia literaria, será una temática a la que el autor recurrirá una y otra vez durante su carrera. Verde Maira describe, como dice el novelista, la inmediatez de una pasión entre dos personas: ella, Maira, que puede vivirla de forma auténtica, y él, Gerardo, que no es capaz de seguir con lo que le produce regocijo. Explica Garibay: “Maira vive honestamente, busca algo, lo tiene, está dispuesta a conservarlo, pero el otro cretino tiene que redimirse a través de la pena y vuelve al redil de lo que no lo hace feliz (…)”.76 74 Garibay Ricardo. Sahagún, Obras reunidas de Ricardo Garibay. Crónica uno. Conaculta, Océano, FOECAH, México, 2001, pp. 203-204. 75 Mejía Eduardo, “Prólogo” en Obras reunidas de Ricardo Garibay. Crónica uno. Conaculta, Océano, FOECAH, México, 2001, p. 31. 76 Arce Socorro (Coordinadora), La conquista de la palabra. Entrevista con Ricardo Garibay, Universidad de Colima, México, 1999, p. 53. 41 Por su parte, en Las glorias del gran Púas hace alarde de su oficio periodístico-literario para cronicar, en cuatro rounds, sus encuentros con uno de los boxeadores más famosos de la época: Rubén “el Púas” Olivares. Vicente Leñero dice de esta crónica: “Cuando habla el Púas desde la prosa de Garibay, habla lo más sincero de lo que anhela expresar el Púas con su tartamudez, con su vocabulario enteco, con su argot reinventado en cada frase, palabra, giro, por el oído magistral de un escritor así”.77 Y en efecto, la crónica capta no sólo la esencia del boxeador, sino su entorno, la forma en la que vive el héroe de la Bondojito, cómo son las personas que le acompañan, la manera en la que el ring y la vida se unen. Quizá por ello expresó lo siguiente: “Creo que la vida debe entenderse como pugilato ―pugilato en que uno habrá de perder la mayoría de los rounds, sin remedio―, de lo contrario habrá de entenderse como pacto o connivencia con lo peor de la vida”.78 En ese año, en colaboración con la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM, grabó en formato lp, para la colección Voz viva de México, fragmentos de Beber un Cáliz, dos pasajes de Rapsodia para un escándalo y el relato titulado De toros, que después se incluirá en Aires de Blues. En 1978 también se publicó Acapulco. Garibay, ese tenaz observador que no tiene empacho en describir su realidad, hizo ver que la pobreza y la riqueza son elementos ineludibles de la geografía del puerto. Josefina Estrada concluye que “En este reportaje, Garibay exige la atención de un lector inteligente porque no hay concesiones. Es una escritura que cambia de tema, tiempo y espacio sin previo aviso ni cambio de párrafo”.79 De lujo y hambre (1981) es uno de los libros de Garibay en los que, a ratos, le habla de tú al lector y lo obliga a indignarse con la pobreza de 77 Leñero Vicente, “Un párrafo a la muerte de Ricardo Garibay”, Proceso, núm. 1175, México, 9 de mayo de 1999, p. 49. 78 Garibay Ricardo, Tendajón Mixto, Editorial Proceso, México, 1989, p. 254. 79 Estrada Josefina, Ricardo Garibay. Antología, Cal y arena, México, 2013, p. 37. 42 la república mexicana. Exhibe, sin más y porque sí, el doloroso contraste de tener y no tener: Date cuenta: casi la mitad de tan grande habitación vive de un modo que considerarías inmundo para el perro de tu casa. Y de muchos modos se nos debe esa miseria, y quieras que no, la cargas a donde quiera que vas, como un atorón de tu más íntima naturaleza, como freno a tu espíritu. Y además de esto, fíjate, no te quedes tan quitado de la pena, son tantos que hay un buen puñado de ellos ahí donde se te ocurra poner los ojos; no sonrías, asómate a la ventana, los verás llegar de un momento a otro, se les está acabando la paciencia.80 A los 59 años de edad publicó Fiera infancia y otros años. Narración sin compasión ni miramientos en la que el literato revela cómo fue su niñez. Cuando se le cuestionó el criterio que siguió para seleccionar lo que cuenta, respondió: Puro dolor, todo lo que me laceraba siendo niño fue lo que apareció en la memoria, y creo que en cuanto a dolor, no dejé nada afuera. No recuerdo cuánto tardé en escribir ese libro, creo que ocho meses. Muchas veces tuve que suspender la escritura porque sufría, casi, casi, ataques de desmemoria total, o de un dolor tan vivo que perdía el conocimiento, me quedaba desmayado sobre el cuaderno. (…) La vida, si la escarbas, es motivo de dolor, siempre, invariablemente. (…) Yo fui ése, ciertamente yo soy éste; lo que nos une es una línea de llanto, nada más.81 Par de reyes (1983) es una novela que formó durante 26 años. “Primero fue enredo furioso, hecho a estacazos, con rencor a su materia, rica y elemental. Luego fue guión de cine, y de ahí película no del todo desechable (…)”.82 Al final se consagró como una de las obras preferidas por el hidalguense. Relata una venganza en el norte del país, dos niños que se convierten en pistoleros profesionales y efectúan su propósito: asesinar a quien acabó con la vida de su padre, también hay aquí un enredo amoroso. 80 Garibay Ricardo, De lujo y hambre. Editorial Nueva Imagen, México, 1981, p. 117. 81 Arce Socorro (Coordinadora), op. cit., pp. 70-73. 82 Garibay Ricardo, Par de reyes, Conaculta, México, 2002, p. 7. 43 En 1984 publicó Aires
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