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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES CENTRO DE INVESTIGACIONES SOBRE AMÉRICA DEL NORTE CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN XANTOLO: PATRIMONIALIZACIÓN Y SALVAGUARDIA EN RED TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN ESTUDIOS POLÍTICOS Y SOCIALES PRESENTA: JESÚS MENDOZA MEJÍA TUTORA DRA. CRISTINA AMESCUA CHÁVEZ CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS CIUDAD DE MÉXICO, OCTUBRE 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 3 Agradecimientos A mis padres, mi hermano y mi abuela que siempre son el motor y el apoyo para lograr mis metas, gracias por darme todo lo necesario para hacerlo. A Cristina Amescua, por brindarme tu apoyo incondicional en todo este camino del patrimonio inmaterial. Por todas las pláticas que nutrieron la discusión plasmada en esta tesis, por el ojo crítico en mi propuesta y por acompañarme en este proceso del cual aún nos queda por delante. A Abeyamí Ortega, por tu apoyo desde el otro lado del mundo; por darme tus comentarios, echarme porras y siempre ser inspiración para ir más allá académicamente, gracias por enseñarme muchas de las cosas que me hacen ser y por siempre ser crítica desde el primer minuto que tomé clase contigo en DyGI. A todos mis amigos que me han apoyado en el camino. Fanny, por ayudarme a conocer Huejutla, Daniela por darme ánimos y ser cómplice de sueños académicos, Montse por tus opiniones, por este tiempo de conocernos y por todo el apoyo que me has brindado junto con Hilario, Vladimir y todo el Archivo de la Palabra en estos diez años de convivencia; a mis mapaches por echarme porras siempre. A ti, por todo el camino andado, acompañando mis ilusiones y por escuchar mis apasionadas pláticas sobre el Xantolo y mis experiencias durante la maestría. Gracias. A Nain, Adrián, Erick y a todos los que forman parte de la Cuadrilla Nueva Generación “Fe y Tradición” que me abrieron las puertas para conocerlos y acompañarlos durante el Xantolo y por interesarse en mi investigación; igualmente, 4 a todas las fans que me apoyaron totalmente. A todos los huejutlenses que me apoyaron y conocieron más de los rituales de las cuadrillas. A las autoridades del Ayuntamiento de Huejutla, en especial a quienes forman parte de la Casa de Cultura por su gran apoyo e interés en mi investigación. A las autoridades de la Secretaría de Cultura del Estado de Hidalgo, José Olaf Hernández Sánchez y Nydia Ramos Castañeda por brindarme la oportunidad de conocer de manera directa la política cultural del estado. A Sol Rubín de la Borbolla y Edaly Quiroz por apoyar mi investigación e interesarse en mi análisis del Xantolo. A Lourdes Arizpe, Abeyamí Ortega, Karina Bárcenas y Cristina Oehmichen por sus enseñanzas, sus comentarios y por formar parte del sínodo de esta tesis. Al Programa de Apoyo a los Estudios de Posgrado (PAEP) de la UNAM y al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) por el apoyo para realizar esta investigación. 5 Í N D I C E INTRODUCCIÓN. EL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL, UN FENÓMENO GLOBAL CON UNA BASE LOCAL………………………………………………………………………… 7 CAPÍTULO 1 PATRIMONIALIZACIÓN Y SALVAGUARDIA EN RED. 1.1 Patrimonialización, miradas conceptuales ………………………... ………….. 23 1.2 La nostalgia en la construcción del patrimonio…………………… ………….. 28 1.3 Patrimonialización en red……...................................................... ………….. 30 1.4 La salvaguardia, dinámicas locales y globales …………............. ………….. 40 CAPÍTULO 2 MIJKAILUITL O XANTOLO. PATRIMONIALIZACIÓN Y SALVAGUARDIA DEL DÍA DE MUERTOS 2.1 La festividad indígena dedicada a los muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad…………………….... ………….. 45 2.1.1 Análisis del expediente “La festividad indígena dedicada a los muertos”…………...………………………………………… ………….. 52 2.1.2 La Convención para la Salvaguardia del PCI y el Día de Muertos ……………….……………………………………….... ………….. 60 2.1.3 Políticas culturales y patrimonio inmaterial en Hidalgo…….. ………….. 68 2.2 La festividad del Xantolo en Huejutla, Hidalgo ……………….…. ………….. 71 2.2.1 Vivir el patrimonio, vivir el Xantolo…………………………….. ………….. 74 2.2.2 “Cultura y tradición con la Nueva Generación”………………. ………….. 84 2.2.3 La bajada de máscaras………………………………………... ………….. 92 2.2.4 Los domingos de mercado…………………………………….. ………….. 97 2.2.5 Los Concursos de Cuadrillas…………………………………… ………….. 100 2.3 Xantolo: patrimonialización en red…………………………………. ………….... 119 6 CAPÍTULO 3 LAS PRÁCTICAS DIGITALES DEL XANTOLO. UNA APROXIMACIÓN A LA CULTURA DIGITAL DEL PATRIMONIO INMATERIAL. 3.1 Prácticas digitales en la valorización del patrimonio……………. ………….. 126 3.2 e-safeguarding: los registros audiovisuales en la salvaguardia del PCI.……………………………………………………………….. ………….. 130 3.3 Prácticas digitales del Xantolo……………………………………... ………….. 133 3.3.1 #Xantolo………………………………………………………….. ………….. 135 3.3.2 Registros audiovisuales de los concursos de cuadrillas……. ………….. 150 REFLEXIONES FINALES…………………………………………………. ……..…… 155 REFERENCIAS……………………………………………………………. ………….. 159 LISTA DE IMÁGENES…………………………………………………….. ………….. 167 ANEXOS…………………………………………………………………… ………….. 170 7 INTRODUCCIÓN. EL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL, UN FENÓMENO GLOBAL CON UNA BASE LOCAL. Es a partir de la Conferencia de MONDIACULT en 1982 que se da cabida a un concepto de patrimonio cultural más amplio, incluyendo los aspectos no materiales, recomendando valorar estas manifestaciones a través del apoyo, financiamiento y acciones de preservación, fomento y difusión, […] las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas (UNESCO, 1982: 45). Otro de los antecedentes, en el ámbito internacional, es la Recomendación sobre la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular de 1989, en donde se exhorta a tomar las medidas necesarias para la preservación de lo que habría de llamarse más adelante PCI a través de la legislación, la creación de inventarios, documentación y difusión de dicho patrimonio. El siguiente antecedente fue el Programa Tesoros Humanos Vivientes en el que se buscó “preservar las habilidades y técnicas necesarias para la creación de manifestaciones culturales” (UNESCO, 2002a: 20), fue originalmente propuesto y llevado a cabo por Japón y Corea. Posteriormente, en 1997 se estableció el Programa Proclamación de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, en el cual se buscó sensibilizar acerca de la importancia de este patrimonio, inventariarlo y alentar a los países y portadores a la protección, identificación y revitalización del PCI. 8 Sin embargo, es hasta 2003 cuando se establece la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial en donde se asentaron todas las discusiones generadas en torno al patrimonio no material, el patrimonio cultural inmaterial. Esta Convención tiene sus principios en el reconocimiento de la diversidad cultural y la creatividad humana como parte integrante e integral del patrimonio inmaterial; la necesidad de reconocer las prácticas culturales, los derechos humanos y culturales, el desarrollo sostenible y como herramienta para combatir los impactos negativos de la globalización en este tipo de patrimonio (UNESCO, 2003). […] la Convención nace con la intención de posibilitar el diálogo intercultural sustentado en la necesidad de conocer la alteridad y las distintas formas en las que ésta cristaliza. Todo ello debe facilitar la visualización del ser humano como ser cultural, por definición diverso, en un plano horizontal y con el único objetivo de establecer, de acuerdo a los principios citados, la siempre necesaria comunicación intercultural entre los distintos pueblos del mundo (Calderón, 2013: 38). Según la Convención de 2003, el patrimonio cultural inmaterial comprende “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos, y en algunos casos los individuos, reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural” y que se manifiestan en “a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo […], b) artes del espectáculo; c) usos sociales, rituales y actos festivos; d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo; e) técnicas artesanales tradicionales” (UNESCO, 2003: 2). 9 Esta categorización del patrimonio cultural inmaterial en ámbitos fue resultado de una discusión internacional desde los órganos de la UNESCO. En este caso, cada uno de los Estados Parte integró un conjunto de definiciones acerca del patrimonio inmaterial que era empleado en cada uno de los países. En el caso de México, la institución encargada de dar una definición de PCI fue la Dirección General de Culturas Populares. Dicha definición hace referencia a que el patrimonio cultural no sólo implica a la parte material como las obras artísticas, monumentos u objetos; concede igual importancia a “la creatividad de las colectividades, los valores, los conocimientos, los instrumentos y las creaciones que toman cuerpo en las tradiciones, las festividades, el habla, la habitación, la vida social y la cotidiana“ (UNESCO, 2002b: 7). Insiste en la necesidad de pensar al patrimonio en plural como patrimonios culturales que pertenecen a cada una de las comunidades, poblaciones y grupos sociales relacionados con la cultura popular. Esta cultura popular puede ser observada no solamente en la tradición oral, las artesanías, la música, la danza y las tradiciones, sino también [en] las prácticas comunitarias en campos como la organización social, la medicina tradicional, la memoria histórica, la ecología y los medios y espacios de comunicación alternativa, entre otros (UNESCO, 2002b: 8). Estas expresiones se crean y recrean continuamente, existe una “dialéctica entre tradición y renovación que da lugar a formas inéditas y de vitalidad sorprendente de creación cultural, artística y de diferentes de estilos de vida” (UNESCO, 2002b: 8). Como se mencionó anteriormente, el patrimonio cultural inmaterial y la Convención se conciben como una respuesta frente a las concepciones tradicionales del patrimonio y como una solución a la representatividad de aquellos 10 países “subdesarrollados” frente a las grandes capitales del patrimonio material. Este patrimonio ha sido nombrado, seleccionado, catalogado, protegido y difundido por la UNESCO, a través de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. De 19781 a 2003, fecha de aprobación de la Convención de Patrimonio Cultural Inmaterial, había 754 elementos enlistados como Patrimonio (material) de la Humanidad; para el 2017 fueron 1073 patrimonios frente a los 470 elementos inscritos en las Listas Representativa, de Salvaguardia Urgente y Mejores Prácticas de Salvaguardia del PCI (ver Gráfica 1). Esta monopolización de lo que la cultura representaba y en la cual los países occidentales, principalmente europeos, eran los detentores de mayor patrimonio mundial; detonó la búsqueda de otra categoría conceptual que integrara y mirara hacia otras expresiones que podrían ser reconocidas a nivel mundial. 1 Año en que se realizó la primer declaratoria bajo dicha Convención. 0 100 200 300 400 500 600 África Estados Árabes Asia y el Pacífico Europa y América del Norte Latinoamérica y el Caribe Gráfica 1. Comparativa entre Patrimonio Mundial y Patrimonio Inmaterial. Fuente: UNESCO. Elaboración propia. Patrimonio Cultural Inmaterial Patrimonio Mundial 11 La Convención relacionada con el patrimonio inmaterial generó una serie de instrumentos de salvaguardia de las prácticas inmateriales: la Lista Representativa (LR), la Lista de Salvaguardia Urgente (LSU) y el Registro de Mejores Prácticas de Salvaguardia (MPS)2; hasta 2017, existen trescientas noventa y ocho manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial (PCI) inscritas en dichas listas (ver Tabla 1). En el caso mexicano, existen ocho elementos inscritos en la Lista Representativa3 y uno en el Registro de Mejores Prácticas de Salvaguardia4. 2 Como parte de los artículos estipulados dentro de la Convención, el Comité Intergubernamental puede seleccionar periódicamente programas, proyectos o actividades de salvaguardia del PCI que a su consideración reflejan los principios de la Convención. Este Registro se crea con el objetivo de servir como plataforma para compartir las mejores prácticas y de servir como inspiración a los Estados, comunidades y a cualquier interesado en la salvaguardia. Así es como en 2009 se lanzó el Registro de Mejores Prácticas de Salvaguardia con las primeras tres que fueron consideradas como medidas efectivas. 3 Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos (2008), Lugares de memoria y tradiciones vivas de los otomí-chichimecas de Tolimán: la Peña de Bernal, guardiana de un territorio sagrado (2009), La ceremonia ritual de los Voladores (2009), Los parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de Corzo (2010), La pirekua, canto tradicional de los p’urhépechas (2010), La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva - El paradigma de Michoacán (2010), El Mariachi, música de cuerdas, canto y trompeta (2011), La charrería, arte ecuestre y vaquero tradicional de México (2016). 4 Xtaxkgakget Makgkaxtlawana: el Centro de las Artes Indígenas y su contribución a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial del pueblo totonaca de Veracruz, México (2012). Tabla 1. Patrimonio Cultural Inmaterial: elementos inscritos por región a 2017.1 Región LR LSU MPS Total I. Europa Central y América del Norte 67 3 8 78 II. Europa del Este 71 6 6 83 III. América Latina y el Caribe 56 6 4 66 IV. Asia y el Pacífico 139 21 3 163 V a. África 34 11 0 45 V b. Estados Árabes 31 4 0 35 Total 398 51 21 470 1 Para datos por año de declaratoria, ver Gráfica 2. Elaboración propia. Fuente: UNESCO (http://www.unesco.org/culture/ich/en/lists) 1 2 Gráfica 2. Elementos inscritos en las Listas de la Convención, 2008-2017. Fuente: UNESCO. Elaboración propia. 50 45 40 35 30 25 20 Asia y 15 11 11 el Pacífico Europa del Este 10 11 Estados :~ ~t " "' J~ ~ , m ~~ '"mp' ~ Am',;" L'boo África 5 ~ Jfuu D rtHhn l. ~ A;'b"u Central y el Caribe [b __ n m Il nrn:ll _ frillll I rm ll nrll o n LR LSU MPS LR LSU MPS LR LSU MPS LR LSU MPS LR LSU MPS LR LSU MPS 2008 14 O O 8 O O 28 O O 15 O O 8 O O 17 O O 2009 3 2 O O O O 43 7 1 14 2 O 9 1 6 O 2010 O O O O O 18 3 O 6 O 13 O O 6 O O 2011 O O O 2 O 6 6 O 3 O 6 O 2 3 2 2 2012 2 O 5 O O 5 5 O O 6 O O 5 O 2013 3 O 3 O O 8 O 4 O 4 O 3 O 2014 5 2 O 4 O O 8 O O 8 O O 5 O 4 O Q 2015 2 O 5 O O 5 O 4 O 3 O 4 O 2016 3 O 4 O O 7 O 5 3 5 2 4 O O Q 2017 3 O 2 O 11 O 7 O 2 8 O 4 O 13 Esta Convención y las políticas culturales “extraterritoriales”, como lo plantea Bauman, generadas en la UNESCO, responden a la necesidad de crear conciencia acerca de la importancia de la protección del patrimonio cultural, y de establecer principios comunes alrededor del mundo, bajo la creación de valores universales de autenticidad y excepcionalidad (centrales en la Convención de 1972) y representatividad (característica de la Convención de 2003). Ésta última, “establece que las manifestaciones del patrimonio cultural tienen un valor universal debido al valor intrínseco que tienen para las comunidades locales que las abrigan y las practican” (Duvelle, 2011: 21); buscando que los valores locales se conviertan en globales. Retomando a Bauman, “la idea de ‘universalización’ transmitía la esperanza, la intención y la resolución de crear el orden; por encima de lo que indicaban los términos afines, significaba un orden universal: la creación de orden en una escala universal, verdaderamente global” (Bauman, 2015: 80-81). Por otro lado, existe un proceso de valoración en el sentido contrario; en el que los valores “universales” se interiorizan reconfigurando las significaciones y procesos de construcción del patrimonio cultural. Adoptando la idea de lo patrimonial “según la UNESCO” y buscando su reconocimiento global; desplazando las valoraciones que los constituían en patrimonios locales a una que los convierten en patrimonios localizados. Es decir, este patrimonio local que puede ser entendido a partir de la puesta en valor jerarquizada de los elementos culturales dados a partir de la memoria compartida y su significación, el cual se conforma como un soporte de procesos identitarios y cuyo interés puede ser escaso más allá de la comunidad; pasa a ser patrimonio localizado cuando el interés hacia él “trasciende su ubicación 14 y es capaz de provocar por sí mismo flujos de visitantes con relativa independencia de la misma” (Prats, 2005, p.24). En el cual la valoración externa puede no coincidir con las interpretaciones de este en un nivel local y estar en una situación de fricción; esto propicia el desarraigo de su entorno, sus agentes y de todos los elementos que los dotan de sentido y favorece procesos de explotación turística de las prácticas culturales. La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) fue el resultado de una serie de programas y políticas encaminados a la protección y salvaguardia de elementos intangibles de la cultura. La Convención fue construida sobre la base de diversos encuentros, en donde especialistas confluyeron para la construcción de un instrumento internacional que respondiera a los elementos del patrimonio cultural que no eran abarcados por otros. Establecieron definiciones operativas respecto a lo que conforma el patrimonio inmaterial, al igual que estrategias para la salvaguardia de esta. Dentro de estas se encuentran tres listas que reconocen, visibilizan y ponen en valor elementos inmateriales de la cultura y prácticas ideales de salvaguardia (la Lista Representativa, la Lista de Salvaguardia Urgente y la Lista de Mejores Prácticas de salvaguardia). El lograr ingresar a dichas listas conlleva un trabajo de investigación y de diplomacia cultural, que implica la colaboración de distintos agentes en la creación de inventarios y la construcción de los expedientes que son dictaminados por órganos evaluadores y subsidiarios, y expuestos ante el pleno de las reuniones anuales del Comité Intergubernamental dentro de la Convención, para lograr la declaratoria. 15 Este proceso de declaratoria como patrimonio inmaterial no sólo se presenta en el ámbito de la UNESCO, sino que existen ejercicios de esta en el ámbito municipal, estatal y nacional; como lo es la festividad del día de muertos, que tiene un reconocimiento en estos niveles. A pesar de existir un reconocimiento de las prácticas inmateriales como patrimonio, es hasta fechas recientes que existe la intención de generar políticas que salvaguarden dicho patrimonio cultural; este patrimonio plantea una serie de retos e implicaciones que superan las estrategias “tradicionales” que han sido generadas para el patrimonio material. Cada elemento inscrito en la Lista Representativa cuenta con un plan de salvaguardia que aparentemente es eficaz y protege la práctica; sin embargo, se ha dado por sentado que existe una amplia participación en los procesos de salvaguardia y en la declaratoria de los elementos; es visible la existencia de conflictos en cuanto a lo que abarca dicho reconocimiento y las oportunidades para sus detentores. Tras más de 10 años de implementación de la Convención referente al patrimonio inmaterial, apenas empiezan a discutirse de manera crítica las estrategias emprendidas por las instituciones culturales; desde el proceso de identificación, la creación del expediente y su patrimonialización a escala mundial. De ahí que es importante analizar de qué manera se ejecuta la participación de los distintos agentes sociales involucrados en los procesos de salvaguardia y patrimonialización de los elementos; ya que sin las comunidades practicantes no hay salvaguardia posible. Con ello se podrán generan estrategias y metodologías participativas para la creación y gestión de políticas de salvaguardia que alienten a 16 la continuidad de las prácticas y conocimientos culturales de México. Ya que solo generando estrategias participativas que vayan más allá de un objetivo temporal acorde a los intereses gubernamentales, será cómo realmente se pueda salvaguardar el PCI, ya que en la participación y la acción colectiva radica el sostén de las prácticas culturales. Esta investigación parte de la pregunta con relación a cómo ocurren los procesos de patrimonialización de la festividad del Xantolo o Día de Muertos en Huejutla, Hidalgo. El supuesto que orienta este trabajo, y que intentaré aplicar al caso estudiado, es que dichos procesos se configuran a partir de una red en la cual diversos agentes confluyen en un sistema organizado en sub-redes, nodos y flujos; por la cual es posible comprender las dinámicas y la diversidad de agentes culturales que están inmersos en su significación, transmisión, práctica y salvaguardia de las prácticas culturales y que son los que le dan su configuración particular a cada proceso de patrimonialización. Además, en este contexto resulta relevante comprender, dentro de esta diversidad, de qué manera los jóvenes generan nuevas conexiones y formas de interacción con las prácticas inmateriales que son visibles al retomar y practicar el Xantolo por parte de las cuadrillas; así como a través de las prácticas ensambladas en la cultura digital, desde la práctica fotográfica y la producción transmediática por la cual se media la experiencia, registro y difusión de la festividad en los medios digitales. En este sentido, el objetivo general será analizar los procesos de patrimonialización en red de la festividad del Xantolo en Huejutla, Hidalgo. Mientras 17 que por objetivos particulares estará el examinar el proceso de proclamación de “La festividad indígena dedicada a los muertos” y su contexto sociocultural; describir la festividad del Xantolo y los elementos que la conforman; comprender las dinámicas y diversidad de agentes que están inmersos en su significación, transmisión, práctica y salvaguardia, especialmente por parte de los jóvenes que forman parte de las cuadrillas de disfrazados.; y, establecer la relevancia de las prácticas ensambladas en la cultura digital a través de las cuales se media la experiencia, registra y difunde la festividad en los medios digitales. Esta investigación parte de una inquietud previa en el análisis de las políticas culturales de salvaguardia y gestión del patrimonio cultural inmaterial, a nivel municipal, en el estado de Hidalgo, en donde realicé mi tesis de licenciatura. Para el trabajo de maestría, elegí particularmente el caso del Día de Muertos al ser el primer elemento reconocido como PCI de México, en un contexto de reconocimiento de los derechos indígenas, y en donde el plan de salvaguardia es poco conocido y aplicado. Asimismo, existe una declaratoria a nivel estatal de la práctica que ha causado la creación de estrategias para la protección y promoción de la festividad del Xantolo. Por otro lado, la festividad en la región de la huasteca hidalguense, especialmente en el municipio de Huejutla de Reyes, representa la práctica de mayor relevancia sociocultural dentro de la misma, en donde se reúnen pobladores, migrantes que regresan y visitantes a celebrar en un ambiente de festejo público con la realización de concursos de cuadrillas (grupos de danzantes), instalación de ofrendas y diversas actividades. 18 La propuesta metodológica fue proyectada para realizarse durante los cuatro semestres de la maestría, con investigación documental y de campo en Hidalgo. Se analizaron las políticas y planes de salvaguardia generados por el estado de Hidalgo; así como el respectivo expediente de declaratoria ante la UNESCO con el objetivo de comprender a detalle su composición y las políticas de salvaguardia de dicho elemento. Se realizó trabajo de campo en Huejutla, Hidalgo, particularmente durante la festividad del Xantolo, con el objetivo de comprender la política cultural y su salvaguardia en conjunto con la propia práctica y así comprender los procesos de patrimonialización en red. Para ello, en esta investigación se emplearon tres tipos de etnografía: la etnografía tradicional en la que se aplicaron quince entrevistas, estructuradas y semiestructuradas para conocer las posturas de los agentes relacionados con las declaratorias, principalmente a encargados a nivel municipal y estatal; observación, entrevistas abiertas y encuestas breves para comprender los significados y formas de patrimonialización de la práctica, especialmente en el sector joven. Por otro lado, la etnografía audiovisual a través de la documentación y registro fotográfico de plazas, espacios públicos, ensayos y participaciones de los jóvenes de las cuadrillas en los eventos y rituales del Xantolo con el objetivo de crear material para el análisis de las prácticas transmediáticas y la experiencia de los agentes culturales en la festividad. De igual forma califiqué las producciones audiovisuales locales de los registros del Concurso de Cuadrillas que comprenden una temporalidad de 2009 a 2015; además se analizó el material audiovisual 19 existente, para vislumbrar la construcción del Xantolo y del Día de muertos presente en documentales. También se retomó la etnografía digital como metodología de análisis y observación de los fenómenos contemporáneos dentro del patrimonio cultural inmaterial, para comprender las prácticas digitales relacionadas con el Xantolo. Realicé el análisis de imágenes publicadas en la red social Instagram, un total de 1666 publicaciones realizadas del 4 de noviembre de 2016 al 22 de noviembre de 2017, bajo la búsqueda del hashtag #Xantolo y #Xantolo 2017 a través de la plataforma Netlytic. Igualmente, se diseñó un cuestionario en Google Forms y el cual fue distribuido a través de cuentas locales de Twitter y Facebook. Todo ello, para comprender los procesos de patrimonialización en red a partir de diversos agentes, con las finalidades que ellos disponen. En el capítulo 1, se desarrolla la propuesta para comprender los procesos de patrimonialización en red. Partiendo de diversas miradas conceptuales que han favorecido a la construcción del concepto de patrimonio cultural inmaterial. Así se propone comprender al patrimonio como una construcción social que está vinculada con las capacidades de agencia en el reconocimiento, selección u oficialización de este. Y se plantea el surgimiento del PCI como parte de la crisis de los modelos de conceptualización del patrimonio cultural y de las conceptualizaciones por parte de la antropología en torno a la cultura. Este patrimonio inmaterial estará caracterizado por su dinamismo, su capacidad performativa y la transmisión de significados culturales. 20 Por otro lado, se plantea el papel de la incertidumbre y la nostalgia como motor de la puesta en valor del patrimonio inmaterial, buscando que conforme un elemento de arraigo y de asentamiento de las identidades locales. Así mismo, la propuesta de la patrimonialización en red parte de la observación de que los procesos de patrimonialización en los cuales diversos agentes constituyen un sistema organizado en redes, nodos y flujos. Redes o enlaces que conectan o no a agentes dentro de la patrimonialización; con nodos interconectados con mayor o menor importancia; en donde lo que fluye son valores, intereses y significados que conectan o desconectan agentes; una red que siempre está en continua reconfiguración. A partir de esto se plantean los retos que implica la salvaguardia de un patrimonio en constante cambio y en donde la participación de las comunidades es primordial. En el capítulo 2, se analiza el proceso de patrimonialización del Xantolo o Día de Muertos. Presentando un breve contexto histórico para comprender la relevancia social, política y cultural de la festividad dentro del país. Así mismo, se examina el expediente realizado para la Proclamación de “La festividad indígena dedicada a los muertos” como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en 2003. A partir de su análisis es posible vislumbrar los cambios en cuanto al papel de los agentes culturales que detentan el patrimonio inmaterial en la configuración de planes de acción para fortalecer y salvaguardar la festividad de día de muertos; así como los retos y acciones destinados a la salvaguardia, en su mayor parte, desarticulados. Posteriormente se describe la festividad del Xantolo a partir de la cual es posible comprender las dinámicas y la diversidad de agentes que 21 están inmersos en su significación, transmisión, práctica y salvaguardia. En especial del papel de los jóvenes que forman parte de las cuadrillas de viejos o disfrazados, y que generan nuevas conexiones y formas de interacción con las prácticas inmateriales retomando y practicando el Xantolo. En el capítulo 3, se plantea la forma en dicha festividad es visible a través de nuevas prácticas ensambladas en la cultura digital; desde la práctica fotográfica y la producción transmediática en la mediación de la experiencia, registro y difusión del Xantolo en los medios digitales. Para entender este hecho específico retomo la etnografía digital como metodología de análisis y observación de los fenómenos contemporáneos dentro del patrimonio cultural inmaterial. 22 23 CAPÍTULO 1. PATRIMONIALIZACIÓN Y SALVAGUARDIA EN RED. 1.1 Patrimonialización, miradas conceptuales La construcción del concepto de patrimonio cultural, según Choay (2007) podría entenderse a partir del desarrollo del concepto de monumento, el cual inicia siendo un referente a la memoria, un recordatorio del pasado en el presente para poder accionar hacia el futuro, fueron concebidos a priori como tales. Dichos significados asignados a estos monumentos que tenían el fin de rememorar fueron cambiando y se les fue otorgando un valor histórico a aquellos restos materiales que no fueron edificados con la intención de rememorar; pero que, sin embargo, tenían la función de ser referentes de un pasado. La constitución del patrimonio estaba relacionada “con el desarrollo del nacionalismo del siglo XIX y la modernidad liberal” (Smith, 2006: 17), en donde lo que lo definía tenía relación con la forma en la que las sociedades modernas se concebían a sí mismas (cfr. Harrison, 2013). A partir de esto podemos entender el desarrollo teórico que Llorenç Prats (1997) hace en torno al patrimonio cultural; él lo llama invención y la construcción del patrimonio cultural, ya que el patrimonio cultural no es algo dado por naturaleza ni un fenómeno social universal. Esta invención del patrimonio cultural tendrá relación con un proceso individual de manipulación de ciertas expresiones o referentes culturales, mientras que la construcción tendrá que ver con estrategias de legitimación, principalmente extraculturales. Existen tres criterios que rigen esto: la naturaleza, la historia y la inspiración creativa. 24 Los primeros dos criterios (la naturaleza y la historia) tendrán que ver con formas extrahumanas de otorgar valor a ciertos bienes, refieren al patrimonio cultural y a la antigüedad de los bienes culturales. Mientras que, en el caso de la inspiración creativa o el genio creativo, Prats menciona que “representa la excepcionalidad cultural, la individualidad que trasciende, y por tanto transgrede las reglas y capacidades culturales que rigen para el común” (Prats, 1997:23). En este sentido, Harrison (2013) lo denomina la construcción de un patrimonio oficial basado en la conservación de sus valores artísticos, históricos, científicos, sociales y recreativos; planteando una patrimonialización selectiva del pasado. Igualmente, este autor plantea una crisis de los modelos de conceptualización del patrimonio cultural (cfr. Harrison, 2013:18), que se conjunta con el creciente reconocimiento del aspecto inmaterial del patrimonio, motivado por las discusiones en torno a la conceptualización de la cultura y la diversidad cultural por parte de antropólogos como Margaret Mead, Ruth Benedict y Ralph Linton, quienes comprenden la cultura como modelos de comportamiento aprendidos y transmitidos, solidificados en artefactos y que son compartidos por grupos o un solo individuo. Se constituyen patrimonios no-oficiales en los que existe un giro de lo distinguible/notable a lo cotidiano, como un “conjunto de prácticas repetitivas, atrincheradas y algunas veces ritualizadas que vinculan los valores, creencias y memorias de las comunidades en el presente con aquellas del pasado” (Harrison, 2013:18), en el que los individuos están directamente vinculados con la forma de 25 significar su patrimonio o, como lo plantea Prats, de realizar las activaciones patrimoniales. La activación del patrimonio cultural que Prats planteó para el patrimonio tangible tendrá que ver con ciertas capacidades y poderes políticos para crear patrimonio. A pesar de ello, estos “repertorios patrimoniales también pueden ser activados desde la sociedad civil, por agentes sociales diversos […] aunque, para fructiferar, siempre necesitarán el soporte […] del poder” (Prats, 1997: 35). Es así como el patrimonio cultural se puede definir como los bienes o expresiones, producto de prácticas culturales, que cuentan con valores y significados reconocidos por una comunidad. Los individuos “asumen la herencia y el dominio de un determinado patrimonio cultural […] de un conjunto de bienes, unos tangibles y otros intangibles, que abarcan desde un territorio hasta formas de organización social, conocimientos, símbolos, sistemas de expresión y valores que consideran suyos” (Bonfil, 2004: 191). Es decir, existe cierto nivel de identificación y relación con el patrimonio que lo vuelve un patrimonio local; que en términos de Llorenç Prats está “compuesto por todos aquellos objetos, lugares y manifestaciones locales que [...] guardan una relación metonímica con la externalidad cultural” (Prats, 2005: 23-24). Los patrimonios locales crean un sentimiento de adscripción, un sentimiento de identificación con el patrimonio y con los otros; son entonces generadores de comunidad, cuya importancia radica en la memoria colectiva del pueblo desde la cual se les ve y se les asocia con uno mismo, con el propio devenir histórico. 26 El patrimonio surge cuando una comunidad cultural le da forma a esos lazos de conectividad y pertenencia, y otorga calidad de representación a los bienes tangibles e intangibles que elige valorar. Hace visibles dichos lazos creando constantemente significados que se plasman en danzas, cantos, esculturas, obras arquitectónicas, y tantas otras formas creativas. Cabe reconocer, por lo tanto, que el patrimonio se halla en constante redefinición y movimiento. Dicho de otra manera, lo que mantiene con vida al patrimonio es que los individuos de la comunidad cultural recuerden y recreen su significado en cada periodo histórico (Arizpe, 2006: 254). El patrimonio cultural inmaterial, como cualquier patrimonio es cambiante debido a las diversas significaciones que se le otorgan a lo largo del tiempo; “las patrimonializaciones forman procesos complejos de selección y recalificación, que implican valores más o menos compartidos, reconocidos y establecidos a lo largo del tiempo” (Bondaz, Isnart y Leblon, 2012: 9). Es importante destacar que el patrimonio cultural “tiene que ser experimentado para ser patrimonio” (Smith, 2006: 47); es decir, solo a través del uso de los referentes patrimoniales podrá existir patrimonio. El uso será lo que le dé vitalidad, significado e importancia al PCI; “implica un sentido de continuidad y de materiales compartidos, costumbres y expresiones verbales que continúan practicándose en y entre ciertos grupos” (Sims, 2005: 65). El PCI se estructura como saberes o memorias que son puestas en acción tras una transmisión en la que “se comunica y crea comunidad” (Amengual, 2008: 46). Otro de los aspectos relevantes que destacan al PCI es su expresión a través de la práctica, es decir la capacidad performativa que conllevan las prácticas inmateriales. “El performance es una actividad expresiva que requiere participación, realza nuestro disfrute de la experiencia, e invita a responder” (Sims, 2005: 128). En este sentido, las prácticas performáticas permiten generar procesos de encarnación de la memoria; es decir, generar procesos de puesta en escena de las 27 memorias locales a través del cuerpo, produciendo a través de la práctica un sentimiento de arraigo y pertenencia identitaria. Un último punto que abordar dentro de las diversas características del patrimonio inmaterial serán las formas de transmisión. Cabe mencionar que la transmisión es uno de los principales mecanismos a partir de las cuales es posible salvaguardar el patrimonio intangible. En este sentido, Mosterín (1993: 93-94) propone tres modos de transmisión cultural: vertical, oblicua y horizontal. La vertical se realiza de padres a hijos, de generación en generación; la horizontal se realizará entre personas de una misma generación y la oblicua entre individuos de distinta generación sin lazos de parentesco, es decir, a través de la propia interacción comunitaria. El patrimonio inmaterial según Chiara Bortolotto puede ser comprendido como “las propias prácticas culturales (en un sentido descriptivo) o las prácticas culturales que pasan por un proceso de patrimonialización independiente del marco normativo impuesto por los programas de la Unesco (en sentido amplio)” (Bortolotto, 2011: 25), en un constante vaivén entre la auto-designación por parte de los agentes mismo y la validación-difusión internacional de la práctica por los Estados (Grenet y Hottin, 2011). Como se mencionó anteriormente, el término de patrimonio cultural inmaterial tiene una estrecha relación con la concepción de la cultura; por ello, frente a la concepción “abstracta” (Mead, Benedict, Linton) y simbólica (Clifford Geertz) retomo las propuestas de la antropología cognitiva, especialmente lo propuesto por Claudia Strauss y Naomi Quinn (2003), para analizar al PCI en tanto producto de los 28 esquemas culturales. Estas autoras, proponen que los significados están basados en esquemas culturales que se construyen con base en la percepción de la realidad, posibilitan la definición de la identidad, orientan la acción y explican los comportamientos; todo ello mediado por la experiencia a partir de un modelo conexionista. Los significados generados por los esquemas, en los modelos conexionistas, son estados mentales que son formados a partir de las experiencias de vida específicas de quienes los aprenden y son sensibles a la actividad en un contexto particular (Strauss y Quinn, 2003: 50). Esta aproximación teórica permite comprender y explicar las formas de creatividad cultural, las prácticas performáticas dotadas de significado y sentido, la transmisión de los significados culturales; es decir, de qué manera se crea el patrimonio inmaterial en tanto práctica cultural resultante de los esquemas culturales. Así mismo, es posible comprender al PCI como la forma extrema de objetivación metacultural de la cultura en su sentido antropológico (Bortolotto, 2011), es decir, se objetivizan esquemas interiorizados de los agentes portadores de cultura. 1.2 La nostalgia en la construcción del patrimonio. Así, en 2003, la UNESCO instituye la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial; la cual tiene sus principios en el reconocimiento de la diversidad cultural y la creatividad humana como parte integrante e integral del patrimonio inmaterial; en la necesidad de reconocer las prácticas culturales, los derechos humanos y culturales, el desarrollo sostenible y es concebida como una herramienta para combatir los impactos negativos de la globalización en este tipo de patrimonio (Cfr. UNESCO, 2003). En este sentido, “el actual interés en el 29 patrimonio inmaterial está arraigado en una tendencia de finales del siglo XX de reevaluar los beneficios de la modernidad, expresa un miedo por los efectos de la globalización y la búsqueda por las identidades locales a menor escala” (Deacon et. al, 2004: 7), por lo cual se plantea la necesidad de salvaguardarlo. Harrison plantea que “las tradiciones y aspectos cotidianos de la cultura son raramente concebidos como ‘patrimonio’ en ausencia de incertidumbre, riesgo, la percepción de amenaza o la necesidad de competir por la atención con otros intereses, que son percibidos como perjudiciales para ellos” (Harrison, 2013: 18); es decir, es un patrimonio vivo que es creado y recreado continuamente. Sin embargo, en el proceso de oficialización de este patrimonio inmaterial, existe una patrimonialización nostálgica; en la que se apela a este temor a la pérdida de las prácticas culturales como elemento para su preservación según los cánones del patrimonio oficial. Es este miedo ante la incertidumbre del futuro uno de los motores de la puesta en valor del patrimonio inmaterial, buscando que conforme un elemento de arraigo y de asentamiento de las identidades locales, como lo menciona Deacon (vid. supra) y como un motivo para proteger aquello que aún da estabilidad y seguridad a las sociedades actuales, o como menciona Huyssen, en su análisis acerca de los museos, que “no es la conciencia de tradiciones seguras lo que marca los comienzos del museo, sino su pérdida, combinada con un deseo estratificado de (re-)construcción” (Huyssen, 2002: 44). Es a partir de la sensación de pérdida e incertidumbre que se piensa en la protección de los elementos asociados a un 30 pasado; en cierto sentido, “tiene que ver con la repetición de lo irrepetible, con la materialización de lo inmaterial” (Boym, 2015: 18). 1.3 La patrimonialización en red La globalización es un proceso que se ha caracterizado por la licuefacción de las estructuras sólidas de la sociedad (Cfr. Bauman, 2004), transformando sustancialmente los procesos económicos, tecnológicos, políticos y culturales; muestra de ellos es el debilitamiento del Estado. Este cambio global podría caracterizarse por una tensión entre lo global, lo local, lo público, lo privado, lo individual y lo colectivo; en la que se generan dinámicas de apertura, exclusión, reterritorilaización, arraigo y violencia. La propia fluidez de la sociedad actual, la desarticulación de las estructuras y “las fuerzas de la globalización promovieron las condiciones para el crecimiento de la incertidumbre social a gran escala y para el incremento de la fricción de lo incompleto […]” (Appadurai, 2013: 23). Esta situación de incertidumbre del futuro y el riesgo de pérdida puede ser comprendida desde las dinámicas en las cuales la cultura se ha insertado. En este apartado planteo algunos puntos clave para reflexionar y ver al PCI como reflejo de la sociedad global; en la cual la producción de localidad, translocalidad y un proceso de patrimonialización en red serán característicos. En esta idea de la fluidez, planteada por Bauman (2004), se podría concebir al patrimonio como un patrimonio líquido; el cual es cambiante, dinámico, atemporal (del pasado, del presente y del futuro), requiere o no de un territorio específico 31 (como puede verse en el caso de los procesos de reterritorialización de algunas prácticas culturales de migrantes mexicanos en Estados Unidos) y se relaciona con procesos de fricción o conflicto. El patrimonio inmaterial por mucho tiempo ha sido abordado con otros nombres: tradición oral, folclor, costumbres, patrimonio etnológico, etc. El concepto surge como un discurso alterno al del patrimonio monumental con el fin de dotar de representatividad a aquellos países, principalmente del hemisferio sur, que no contaban con los referentes de monumentalidad que eran valorados por Occidente. Lourdes Arizpe menciona que el patrimonio cultural inmaterial debería entenderse como “un proceso de creación que comprende habilidades y posibilita factores, productos, repercusión y valor económico” (Arizpe, 2011: 53); es decir, el PCI hace referencia a un proceso creativo en el que se ponen en juego los valores comunitarios, la memoria colectiva, los conocimientos, técnicas y saberes, los actos performativos, las formas de interacción, entre otros, que son parte del momento de creación, recreación y transmisión del mismo PCI. A partir de esto es posible entender al PCI como aquellos elementos culturales que son creados, aprendidos, detentados y accionados por ciertos grupos o individuos de cualquier comunidad, que son significados y pueden tener referentes materiales, son transmitidos de generación en generación. Se trata de un proceso en continua construcción y no de un acto finito. A pesar de estos procesos devastadores y preservadores del patrimonio cultural, Cristina Amescua plantea que “la globalización es el medio de contraste 32 que permite a las culturas verse y saberse, encontrarse y descubrirse. Las diferencias y similitudes se hacen visibles en los infinitos contactos cotidianos locales-globales” (Amescua, 2011: 120). Podría decirse que el patrimonio inmaterial surge en los procesos de interacción y de fricción, entendida como “las cualidades incómodas, desiguales, inestables y creativas de la interconexión a través de la diferencia” (Tsing, 2005: 4). Por otro lado, en relación con el sentimiento de riesgo, pérdida e incertidumbre del futuro generado por los procesos de globalización, existe un proceso de búsqueda de arraigo y pertenencia en la cultura propia, particularmente en los elementos inmateriales. Este proceso de retorno a lo local, simultaneo a mirar lo global, es un hecho en el cual se detona y denota la identidad de los agentes culturales, es decir, genera, reconoce, promueve y exalta procesos identitarios; estos agentes echan mano de sus prácticas y acervos culturales para enfrentarse, encontrarse y comprender los cambios globales. Estos actos son visibles en lo que podría denominarse el patrimonio translocal; es decir la producción de patrimonio en un contexto o espacio translocal, “fuera” de su lugar de “origen”, ocasionado por la movilidad humana y de sus prácticas culturales; produciendo localidad en un contexto desterritorializado. Retomando a Appadurai, “estas son mundos existenciales constituidos por asociaciones relativamente estables, historias relativamente conocidas y compartidas, y espacios y lugares recorridos y elegibles colectivamente […]” (Appadurai, 1999:111). 33 La patrimonialización puede ser entendida como el proceso de construcción de significado y sentido de los elementos culturales, a través de la asignación de valores, que los agentes culturales hacen con ciertas finalidades. Así mismo, retomo la conceptualización que plantea Harrison acerca del patrimonio cultural; en la que no es un proceso pasivo de solo conservar las cosas del pasado que quedan, sino un proceso activo de ensamblaje de una serie de objetos, lugares y prácticas que elegimos soportar como un espejo al presente, asociado a un conjunto particular de valores que deseamos tomar con nosotros para el futuro (Harrison, 2013: 4) En este sentido, retomando lo planteado por Castells acerca de la sociedad red, “formada por configuraciones concretas de redes globales, nacionales y locales en un espacio multidimensional de interacción social” (Castells, 2009: 44), podríamos hablar de un proceso de patrimonialización en red; en la cual diversos agentes confluyen en un sistema organizado en redes, nodos y flujos. Redes o enlaces que conectan o no a agentes en el proceso de atribuirle valor a una práctica cultural específica; con nodos interconectados con mayor o menor importancia; en donde lo que fluye son valores, intereses y significados que conectan o desconectan agentes; una red que siempre está en continua reconfiguración. Existen agentes “internacionales” (como la UNESCO) que se vinculan con los gobiernos nacionales (a través de sus instituciones), y éstos a su vez se vinculan o no con las instituciones locales y los agentes portadores/creadores de cultura; en la cual también se relacionan asociaciones civiles, organizaciones empresariales y otros agentes que no participan directamente del patrimonio. En este proceso los valores se reconfiguran y fluyen, concibiendo a la patrimonialización como un 34 proceso no lineal, con una multiplicidad de agentes y sitios desde los cuales se constituye. Cabe destacar que se hablará de agentes de la cultura, en vez de portadores de cultura o actores culturales, ya que articular la agencia en el proceso de constitución del patrimonio cultural inmaterial permite comprender la manera en la que los agentes tienen la capacidad de movilizar recursos para la generación de procesos y acciones para así dirigir el curso de sus prácticas culturales. Esta “capacidad de agencia −para desear, para establecer intenciones, y para actuar creativamente− es inherente a todos los humanos” (Sewell, 1992: 20), debido a que todos ejercen algún grado de agencia en la vida cotidiana; en los procesos de creación, transmisión, recuperación, innovación y olvido de las prácticas inmateriales. Así, partir de la agencia implica comprender el sentido relacional del poder y no como un elemento que se acumula en los agentes (Ema, 2004). Por ello, “el poder [desde los agentes] tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien, como algo que no funciona sino en cadena” (Foucault, 1979: 144); es en esta organización reticular a través de la cual el poder transita en redes y se establecen relaciones múltiples en las que se sufre o ejerce ese poder a través de la acción humana (cfr. Giddens, 2011). Obrar no denota las intenciones que la gente tiene para hacer cosas, sino, en principio, su capacidad de hacer esas cosas (que es aquello por lo cual obrar implica poder) […]. Obrar concierne a sucesos de los que un individuo es el autor, en el sentido de que el individuo pudo, en cada fase de una secuencia dada de conducta, haber actuado diferentemente (Giddens, 2011: 46). 35 Ser agente es ser capaz de transformar las relaciones sociales (Salazar, 2010: 126), proceso en el cual, como en la activación del patrimonio, es necesaria la posibilidad de acceder y movilizar recursos que funcionan como medios de poder, los cuales son “el origen mismo de las capacidades de los agentes para producir resultados intencionales de acción” (Giddens, 2011: 204). La capacidad de agencia se configura en el marco de una estructura que configura y es reproducida por el agente, la cual está conformada por normas o reglas y por los recursos a los cuales los agentes (en mayor o menor grado) pueden emplear en su acción. De ahí que los recursos son de dos tipos, humanos y no humanos. Los recursos no humanos son objetos, animados o inanimados, de origen natural o fabricados, que pueden utilizarse para mejorar o mantener el poder. Los recursos humanos son la fuerza física, la destreza, el conocimiento y los compromisos emocionales que pueden usarse para mejorar o mantener el poder, incluyendo el conocimiento de los medios para obtener, retener, controlar y propagar recursos humanos o no humanos (Sewell, 1992: 9). Igualmente, la agencia puede ser individual, pero es profundamente colectiva, dado que en tanto actos de comunicación con otros “implica la capacidad de coordinar las propias acciones con los demás, formar proyectos colectivos, persuadir, coaccionar y controlar los efectos simultáneos de las actividades propias y ajenas” (Sewell, 1992: 21). La agencia en el patrimonio inmaterial permite entender la capacidad de actuar como posibilidad de generar (des)conexiones, ya que “actuar es conectar, desconectar y reconectar; generar nuevos significados y nuevas posibilidades” (Ema, 2004: 22), como nuevas formas de agencia, estructuras o nuevos procesos 36 creativos producidos a partir de cualquier tipo de articulación. Así los agentes culturales se constituyen como constructores activos de la vida social, enfatizando en la posibilidad de patrimonializar, es decir, hacer patrimonio. Retomando la idea de la patrimonialización en red, es posible comprenderla a partir de la propuesta de Deleuze y Guattari (2016) respecto al rizoma, el cual se entiende como un espacio de comunicaciones transversales, intercambiables, múltiples y que no cuentan con un centro; “se trata del modelo que no cesa de constituirse y destruirse, y del proceso que no cesa de extenderse, interrumpirse y recomenzar” (Deleuze y Guattari, 2016: 58). Las características de este modelo son una multiplicidad de flujos, direcciones cambiantes e intercambiables, sin un centro, establecida a partir de relaciones y conexiones transversales (interconexión), con reconfiguraciones y reconstrucciones continuas. En este sentido es posible comprender a los procesos de construcción del patrimonio dentro de este modelo, en el cual el punto de convergencia son las prácticas o elementos culturales que serán sujeto del proceso. Donde agentes interconectados entre sí o no, confluyen o divergen en las motivaciones, significaciones y finalidades de la patrimonialización. Se podría decir que este flujo (de significados y valores) recorre las líneas que conectan a los agentes y confluyen a través de los elementos culturales dando vida en este caso a un elemento del patrimonio inmaterial de una colectividad. Este proceso, como se mencionó, no es fluido per se, existen fricciones, conflictos y mediaciones en torno a la significación y patrimonialización resultante. 37 Cabe recalcar que el rizoma “se remite a un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con entradas y salidas múltiples, con sus líneas de fuga” (Deleuze y Guattari, 2016:60) y que en el caso de existir una ruptura de las conexiones, siempre se generan. Esto en términos patrimoniales significaría que, si una práctica cultural pierde significación por la interrupción del flujo de ciertos agentes, es posible que se generen nuevas significaciones e interconexiones de dichos significados; a partir de esto, es posible comprender las rupturas generacionales con la tradición, en donde las generaciones más jóvenes generan nuevas redes y conexiones bajo nuevos significados y valores. Esta propuesta puede ser visualizada en el siguiente esquema (ver Ilustración 1), en el cual se muestran las interacciones, desconexiones y vínculos parciales entre algunos agentes en el proceso de la patrimonialización en red. Más adelante, éste modelo será retomado para comprender el tema de la participación en el proceso de salvaguardia del Xantolo en tanto patrimonio cultural inmaterial. En este sentido, hay un primer proceso de patrimonialización por parte de los agentes portadores de la cultura, que en términos generales pueden ser comprendidos como transmisores, participantes y practicantes de los elementos culturales; y son quienes crean y dotan de sentido y significado a dichos elementos configurando una patrimonialización desde los agentes comunitarios (en color azul). 38 Ilustración 1. Esquema de la patrimonialización en red. Elaboración propia. Así mismo, existen otros agentes independientes, pero ocasionalmente relacionados entre sí como las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y de la sociedad civil y las instancias académicas; que a partir de procesos de colaboración con los agentes culturales generan una patrimonialización desde los agentes no gubernamentales (en color naranja) a partir de los procesos gestión de las ONG, una patrimonialización desde los agentes académicos (en color morado) a partir las investigaciones y significaciones provenientes de las indagaciones académicas o una patrimonialización desde los agentes religiosos (en color verde oscuro) desde la significación relacionada a la religión. De igual forma, a partir de los efectos generados por el giro cultural del turismo y la inserción del PCI en las esferas de consumo de la sociedad y la iniciativa privada, se podría hablar de una 39 patrimonialización desde los agentes del mercado (en color rosa), la cual es generada a partir de la construcción narrativa, discursiva y audiovisual de las prácticas inmateriales que en muchas de las ocasiones están disociadas de los significados interiorizados de los mismos. Por otro lado, está la patrimonialización desde los agentes institucionales (en color amarillo) que es generada a través de los dispositivos culturales y legislativos de los Estados, es un proceso que se da a partir del reconocimiento, visibilidad y difusión de los elementos culturales, impulsado por diversas instancias de gobierno local, regional y nacional, así como de las instancias encargadas de la política cultural en dichos niveles. Por último, es posible hablar de una patrimonialización desde los agentes globales (en color verde limón) a partir de los marcos normativos generados, particularmente, por la UNESCO. Quien a partir del establecimiento de ciertos criterios y requisitos “promueven tecnologías para producir pasados y futuros, por los cuales significamos archivos, artefactos, prácticas rituales, performances, y espacios materiales” (Rowlands y de Jong, 2009: 15); patrimonializando a través de dispositivos tales como las declaratorias y la inscripción en las Listas de Patrimonio de la Humanidad. Comprender a la patrimonialización como proceso que ocurre en red brinda la oportunidad de reflexionar entorno a la diversidad de agentes que son partícipes, en las que es posible ver las conexiones existentes entre ellos, así como los valores y significados que generan; aportando elementos para el análisis de la dinamicidad del patrimonio cultural inmaterial, así como de la generación de un mapeo de 40 agentes culturales involucrados en ciertos procesos de patrimonialización. Cabe mencionar que estas categorías de análisis de la patrimonialización en red no se agotan en su definición, ya que estas pueden articularse e integrar procesos como una patrimonialización institucional para el consumo o una patrimonialización primaria con fines globales. 1.4 La salvaguardia, dinámicas locales y globales. Como se mencionó anteriormente, frente a la amenaza de pérdida de las expresiones culturales ocasionada por las transformaciones globales, surge la necesidad de establecer mecanismos para la protección del patrimonio inmaterial. En este sentido, se plantea cierta complejidad en torno a la definición conceptual de dichos mecanismos especialmente respecto a la protección de la naturaleza dinámica de la cultura. La salvaguardia, entendida como medidas y procesos para el aseguramiento de la continuidad de las prácticas culturales que comprenden al PCI, “implica por lo tanto operaciones indirectas (sociales, políticas), que permiten a los grupos reproducir la práctica en cuestión” (Bortolotto, 2011: 27-28). Las comunidades a lo largo de la historia han generado estrategias de salvaguardia que aseguran la continuidad de sus prácticas culturales, a partir de un proceso de creación y recreación; en este sentido, “el proceso de salvaguardia implica el ajuste constante entre el propio sentido de identidad de la comunidad, con sus inevitables tensiones, rivalidades y problemas de definición de los objetos que desea valorar, y su exterioridad, para saber lo que quiere dar a ver de sí misma” (Grenet y Hottin, 2011: 16). Es decir, hay una negociación de los elementos inmateriales que constituyen la identidad de una comunidad, que al ser cambiante 41 y dinámica puede dejar atrás construcciones anteriores que ya no la representen y por lo cual no son sujetas a una posterior transmisión; pierden significado y sentido, y así ya no son útiles para hablar de la comunidad misma. Por otro lado, Bortolotto (2011) plantea que la verdadera problemática de la noción de salvaguardia tiene que ver con la integración a la cultura institucional debido a la complejidad de las expresiones culturales inmateriales; ya que “siendo todavía un proceso reciente, es difícil sistematizar las transformaciones que tienen lugar entre la comunidad ‘íntima’ y la comunidad ‘pública’” (Grenet y Hottin, 2011:16). De ahí que muchas de las estrategias de salvaguardia se generen bajo la perspectiva de “evitar la degradación” proveniente de las medidas del patrimonio material, generando procesos que “protegen” las transformaciones públicas y visibles del patrimonio inmaterial. En este sentido, la salvaguardia debe comprender las expresiones públicas del PCI, así como los procesos internos o íntimos de los agentes culturales que fortalecerían la continuidad de dichas prácticas culturales. En la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, se entiende por “salvaguardia” las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión - básicamente a través de la enseñanza formal y no formal- y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos (UNESCO, 2003: 3). En este sentido se han desarrollado una serie de estrategias de gestión del patrimonio cultural inmaterial que van desde la identificación hasta la inscripción en las Listas Representativa, de Salvaguardia Urgente del PCI y de Mejores Prácticas de Salvaguardia. Una de las estrategias para la gestión del PCI es su registro y 42 documentación; esta actividad consistirá en la creación de documentos audiovisuales o escritos de las prácticas inmateriales que constituirán una especie de archivo que tendrá el fin de ser un espacio contenedor de este tipo de registro o documentos. Existen diversas experiencias de archivos del patrimonio inmaterial en el mundo; por citar algunos, se encuentra el Laboratorio de Recopilación de Materiales Orales de México de la UNAM,5 el Archivo del Patrimonio Inmaterial de Navarra,6 el Archivo del Patrimonio inmaterial de La Rioja,7 dédalo platform: Intangible Heritage Managment,8 Intangible Cultural Heritage in Scotland,9 el Archivo de la Palabra (ENAH/INAH),10 entre otros. Sin embargo, existen riesgos en el registro del patrimonio inmaterial, Bortolotto y Severo (2011) mencionan que la creación de registros está fundada en una visión racionalista del patrimonio; es simplista, tecnocrática y fundada en la etnografía positivista; existen campos estandarizados inspirados en las clasificaciones naturalistas y la participación por parte de los portadores es “pasiva”, se limita a verlos como informantes. Empero existen propuestas que parten de la importancia de la participación de los agentes culturales en el proceso de registro, considerándolos como corresponsables de la información que se documenta (Topete, 2013). 5 www.natom.culturaspopulares.org 6 www.navarchivo.com 7 www.riojarchivo.com 8 www.fmomo.org/dedalo 9 www.ichscotlandwiki.org 10 www.archivopalabra.inah.gob.mx 43 Así mismo, al ser una herramienta para la salvaguardia del PCI, es necesario analizar sus funciones; ya que “la gestión de este patrimonio, dinámico y abundante, se define desde y a partir de la documentación, como resorte fundamental desde la que se tiene que plantear cualquier intervención” (Calderón, 2013: 16). Para satisfacer las necesidades de la comunidad, los proyectos necesitan involucrar diferentes tipos de documentación que la requerida por un proyecto de inventario o una investigación académica. Cuando las formas de transmisión normales se consideran están funcionando bien, no se necesita ayuda externa. Y donde se necesita el apoyo, la documentación y la investigación pueden no ser la mejor manera de ayudar a la práctica y la transmisión. Las comunidades pueden desear documentar sus propios datos sin hacer referencia a los procesos formales. La salvaguardia del PCI no es siempre la principal preocupación de las comunidades asociadas con el elemento, especialmente en los países en desarrollo —las necesidades específicas en la transmisión y práctica del PCI tienen que ser tratados como parte de un proyecto más amplio de desarrollo (Deacon, 2012: 29). Deacon (2004) hace referencia a esta dificultad de salvaguardar algo tan cambiante como el patrimonio inmaterial, y para ello propone una serie de estrategias para la gestión del patrimonio cultural inmaterial: “crear registros o bases de datos del patrimonio inmaterial; involucrando y protegiendo la comunidad practicante; protegiendo restos materiales y lugares asociados con el patrimonio inmaterial; haciendo materiales las formas inmateriales; y recreando y renovando el patrimonio inmaterial” (Deacon et. al, 2004: 36). De ahí que el gobierno “necesita devolver mayor responsabilidad de gestión del patrimonio a las comunidades que usan, practican o apropian este patrimonio” (Deacon et. al, 2004: 3). Por ello, el papel de los agentes portadores de cultura en la salvaguardia tendrá sentido debido a que la propia recursividad de la práctica y su significación es lo que la mantiene viva. 44 45 CAPÍTULO 2. MIJKAILUITL O XANTOLO. PATRIMONIALIZACIÓN Y SALVAGUARDIA DEL DÍA DE MUERTOS. 2.1 La festividad indígena dedicada a los muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad En los últimos años, el Día de Muertos ha cobrado visibilidad internacional debido a la representación de esta festividad a través de películas como Coco (Disney) en 2017 y Spectre, película de James Bond en 2015. En esta última, especialmente se muestra al Día de Muertos como una festividad carnavalesca, con desfiles y espectáculos en las principales calles de la ciudad. Efecto de esta producción cinematográfica fue que en 2016 se organizara por primera vez un desfile con motivo del día de muertos nombrado “Desfile de Día de Muertos Carnaval de Calaveras” que recorrió el Paseo de la Reforma para llegar al Zócalo de la Ciudad de México; generando una política de difusión turística por parte de la Secretaría de Turismo federal, tratando de mostrar lo que en dicha película se suponía que conformaba dicha festividad. Imagen 1. Fotograma de la película Coco de Disney en la que está presente la tradición de Día de Muertos, 2017. Fuente: aldiadallas.com 46 Sin embargo, como menciona Claudio Lomnitz (2013) el uso político del Día de Muertos no es reciente; “existe una profunda resonancia cultural […] para utilizar la intimidad popular con la muerte como un campo conceptual con el cual considerar detenidamente la cuestión nacional y, en realidad, como un símbolo metonímico de la propia mexicanidad” (27). Si bien el objetivo de esta investigación no es profundizar en el origen e historia de la festividad del día de muertos, es importante mostrar elementos para comprender la relevancia social, política y cultural de la misma, especialmente para comprender las razones de que fuera elegida por el gobierno mexicano para ser proclamada como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2003. Imagen 2. Fotograma de la película de James Bond, Spectre, 2015. Fuente: mxcity.mx 47 Imagen 3. Logotipo empleado por la Secretaría de Turismo (Sectur) para promover turísticamente al Día de Muertos, 2016. Facebook: Secretaría de Turismo de México. Como lo plantea Lomnitz (2013), es posible entender la relación actual del mexicano con la muerte a partir de tres aspectos: el proyecto estético creado a su alrededor, presente en la literatura y las artes visuales -especialmente las propuestas de José Guadalupe Posada y Diego Rivera-; la imagen del mestizaje presente en su origen, a pesar de que el Día de Muertos ha sido reconocido como una práctica festiva indígena, no es posible comprenderla sin los procesos de hibridación generados tras la colonización, “un área de la vida en la que la cultura indígena y popular ha envuelto y transformado la cultura del colonizador” (Lomnitz, 2013: 39). Aunado a esto, es importante destacar que existe una diversidad expresiones en torno a la festividad que varía de región a región y con presencias y ausencias en algunos lugares de la república mexicana. 48 Por otro lado, se constituyó como guía del sistema político en el que están presentes los procesos de formación de la identidad nacional. Para Carlos Monsiváis (apud Lomnitz, 2013: 388), la muerte se “convirtió en una ‘característica nacional’ durante el periodo posrevolucionario, se le dio una genealogía y fue codificado en la alta cultura […] y, finalmente, se le transformó en un objeto de consumo de masas y arte para turistas”. Este proceso surge en un momento en el que la festividad estaba en decadencia debido a que “la asociación de los ‘días de muertos’ con las creencias y prácticas del pueblo rural se debía en parte a un impulso sostenido en la opinión pública para dejar atrás las costumbres retrógradas” (Lomnitz, 2013: 409), lo que llevó a la urbe a transformar las prácticas festivas que se realizaban desde la época colonial y asociando a la festividad completamente con el ámbito rural. Sin embargo, durante el periodo entre 1940 a 1960, el día de muertos fue “completamente folclorizado, nacionalizado, colocado a distancia segura del sector urbano moderno de la sociedad y encasillado como símbolo de algo que era ‘muy nuestro” (Lomnitz, 2013: 404). Se domesticó la imaginería de la muerte, particularmente a través del cine de la época de Oro, cuya representación del México revolucionario e indigenista proporcionó una forma aceptable para la comprender la cultura nacional (cfr. Lomnitz, 2013). Pero, además, la aversión al aspecto comercial de la celebración de los días de muertos tampoco es un fenómeno actual, hacia mediados del siglo XX, el aspecto comercial de la festividad había empezado a ser interpretado como una señal de la falta de autenticidad de la festividad o como 49 una invitación a asimilar “los muertos” a una colección de otras festividades de consumo que surgieron en la época, como el Día de las Madres y, más tarde, el Día del Padre, el Día del Maestro, el Día del Compadre, el Día de la Secretaria y el Día de la Amistad (Lomnitz, 2013: 409). Esto formaba parte de un proceso de asimilación de la festividad en el que estaba presente la fricción entre el origen como celebración popular y el rechazo a ser considerada una fiesta religiosa; esto aunado a una minimización y desritualización por parte del sector progresista urbano moderno que buscaba asociar a la festividad con sucesos más modernos para su comercialización e incluso su incorporación al calendario oficial de los días festivos. Con relación al turismo, entre 1950 y 1970, Mixquic se constituyó como “el centro más desarrollado para el turismo de los ‘días de muertos’” (Lomnitz, 2013: 411), en donde se realizaban paseos, concursos de altares, canoas adornadas y presentaciones de ballets folklóricos patrocinados por el gobierno. Hacia finales de 1960 y principios de 1970, la adopción del Halloween por parte del sector urbano despertó un nacionalismo y sentimientos antiestadounidenses que fueron generalizados entre estudiantes e intelectuales (cfr. Lomnitz, 2013). Este sentimiento incrementó hacia la década de 1980, cuyas dinámicas propiciaron una reivindicación de la identidad nacional; gracias a ello se obtuvo el apoyo institucional de escuelas, institutos culturales, museos e instancias de turismo. El rechazo del Halloween y la nacionalización exaltada de los “días de muertos” rápidamente permitieron que la festividad “tradicional”, caracterizada particularmente por la ofrenda, fuese adoptada como un asunto muy mexicano, incluso en regiones donde nunca había sido celebrada de esa forma, como el norte 50 del país, y entre las clases sociales que desde hacía mucho tiempo se habían distanciado de ese ritual, ya fuese porque se habían secularizado o porque eran de católicos modernizados” (Lomnitz, 2013: 430). En este sentido, una festividad cuyo origen radicaba en la intimidad se ha trasladado al espacio público y ha sido recuperado desde instancias oficiales con actividades “con un carácter verdaderamente lúdico, en ocasiones carnavalesco; con frecuencia también manifiestan intenciones comerciales, de estímulo al turismo” (Zarauz, 2016: 365). Todo esto ayuda a comprender las motivaciones por las cuales la festividad del Día de Muertos fue propuesta como primer elemento mexicano para su Proclamación como Obra Maestra del Patrimonio Cultural Oral e Intangible de la Humanidad en 2003. Así mismo, de acuerdo con Sol Rubín de la Borbolla, la selección de esta práctica tuvo relación con la amplitud en la que este fenómeno social ha sido investigado en diversas comunidades indígenas (entrevista, 23 de mayo de 2018). El programa de Proclamación de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad fue instaurado en 1997 con los objetivos de: a. Sensibilizar y movilizar la opinión en favor del reconocimiento del valor del patrimonio oral e inmaterial y la necesidad de salvaguardarlo y revitalizarlo; b. Evaluar y enlistar los sitios de patrimonio oral e inmaterial en el mundo; c. Alentar a los países a establecer inventarios nacionales del patrimonio oral e inmaterial y a adoptar medidas legales y administrativas para protegerlo; d. Promover la participación de artistas tradicionales y practicantes locales en la identificación y la revitalización de su patrimonio inmaterial (UNESCO, 2001: 4). 51 A través de este Programa se buscaba el reconocimiento de dos categorías del PCI: las formas de expresión cultural y los espacios culturales en los que se llevan a cabo las actividades populares y tradicionales. Cada Estado, a través de sus autoridades pertinentes y con el acuerdo de representantes de las comunidades concernidas, podría presentar una candidatura cada dos años. Cabe resaltar que dentro de la Guía para la presentación de expediente de candidatura se mencionaba que las propuestas podrán ser realizadas por el gobierno del Estado Parte, organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales (ONG’s) con relaciones formales con la UNESCO; y se recomendaba en la medida de lo posible que los expedientes fueran preparados por personas pertenecientes a las comunidades o un grupo garantizara la participación de estas. […] este instrumento internacional fue duramente cuestionado […] debido al protagonismo del Estado en la salvaguarda, a su noción esencialista de la cultura y al énfasis que ponía en la documentación y el registro como medidas de salvaguarda (Flores, 2017: 19). Esto cambió en gran medida a partir de la Convención de 2003, ya que en ésta se prioriza el involucramiento total de las comunidades portadoras en la formulación de la candidatura. Así mismo, para la preparación de los expedientes era necesario el establecimiento de un cuerpo nacional para la protección del patrimonio oral e inmaterial, el cual seleccionaría la manifestación cultural que sería presentada por el Estado Parte; y se haría responsable de preparar el escrito en el cual se planearía un plan de acción de mínimo cinco años, orientado a la salvaguardia, protección y revitalización de las formas de expresión cultural o los espacios propuestos, de 52 acuerdo a las medidas propuestas11 en la Recomendación para la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y el Folklore de 1989 (Cfr. UNESCO, 2001: 7). Las candidaturas para la Proclamación eran enviadas a la UNESCO para ser evaluadas por la secretaría de la UNESCO, organizaciones no gubernamentales y un jurado independiente internacional. 2.1.1 Análisis del expediente “La festividad indígena dedicada a los muertos”. En este sentido, el gobierno mexicano, a través del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), integró un órgano nacional en 2002 para “trabajar por la conservación, protección y salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial” (DGCP, 2006: 4), así como para coadyuvar a la integración del Inventario Nacional, la creación de directorios de expertos e instituciones vinculadas al PCI y a la revisión de marcos jurídicos y normativos, así como la instrumentación de programas educativos, de sensibilización y de difusión. La propuesta de candidatura fue integrada por dos Grupos de Trabajo, el destinado a la Promoción y Protección del Patrimonio Oral e Intangible de México fue conformada por el
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