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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS 
 
 
 
 
 ANÁLISIS DE LAS CARACTERÍSTICAS 
HISTOLÓGICAS Y NEUROLÓGICAS EN UN 
MODELO EXPERIMENTAL DE TRAUMATISMO 
CRANEOENCEFÁLICO EN RATA INMADURA 
 
 
 
 
T E S I S 
 
 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 Bióloga 
 
 
 P R E S E N T A : 
 
 MARÍA FERNANDA CALZADA REYES 
 
 
 
 
 
 
 DIRECTOR DE TESIS: 
 M. en C. ADÁN PEREZ ARREDONDO 
 
 
 
 Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2018 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
1. Datos del alumno 
Calzada 
Reyes 
María Fernanda 
5548509690 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias 
Biología 
412016495 
2. Datos del tutor 
Maestro en Ciencias 
Adán 
Pérez Arredondo 
3. Datos del sinodal 1 
Doctor en Ciencias 
Ricardo 
Noguera Solano 
4. Datos del sinodal 2 
Doctora en Ciencias 
Ma. de la Luz 
Navarro Angulo 
5. Datos del sinodal 3 
Doctora en Ciencias 
Marina 
Martínez Vargas 
6. Datos del sinodal 4 
Doctor en Ciencias 
Francisco 
Estrada Rojo 
7. Datos del sinodal 4 
Maestro en Ciencias 
Adán 
Pérez Arredondo 
8. Datos del trabajo escrito 
Análisis de las características histológicas y neurológicas en un 
modelo experimental de traumatismo craneoencefálico en rata 
inmadura. 
65PP. 
2018 
 
 
 
Esta tesis se llevó a cabo bajo la dirección del M. en C. Adán 
Pérez Arredondo en el Laboratorio de Neuroendocrinología del 
Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, UNAM. 
 
Este trabajo fue apoyado por el proyecto PAPIIT IN223417. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
 
“Future belongs to those who believe 
in the power of their dreams.” 
 
-Unkwnown 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
Agradezco especialmente a mis sinodales por su paciencia y dedicación al 
desarrollo y revisión de este trabajo. 
Dra. María de la Luz Navarro Angulo sin usted nada de esto sería posible, 
gracias por darme la oportunidad de ser parte del laboratorio y abrirme las 
puertas al increíble mundo de la neurociencia. 
 Dr. Ricardo Noguera Solano, por su paciencia, dedicación y sabiduría. 
Porque ha estado presente desde el inicio hasta el final de esta aventura 
académica. Gracias a usted la filosofía de la ciencia siempre será mi primer 
amor. 
 
Dr. Francisco Estrada Rojo, sin usted no hubiera sido posible terminar este 
trabajo, gracias por la guía y compañía en esos días largos que parecían no 
tener fin. 
 
Dra. Marina Martínez Vargas por la infinita paciencia y enseñanzas 
académicas. 
 A mi tutor M. en C. Adán Pérez Arredondo. 
Gracias a los integrantes del laboratorio de Neuroendocrinología de la 
Facultad de Medicina por su invaluable ayuda y apoyo: Rich Tapia, Teresita, 
Alejandro, Toño. 
 
Quiero hacer una mención especial a los sujetos experimentales, sin los 
cuales este trabajo no hubiera sido posible. Con la esperanza de poder 
prescindir de ellos en un futuro no tan lejano. 
 
 
 
6 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
Agradecimientos personales 
A mi Tato siempre, por ser mi compañera, mejor amiga, mamá y hermana, 
por darme la dicha de ser tía y ser el mejor ejemplo que pude tener, te amo. 
 
A Itzayana por ser la luz y motivación de mi vida. 
A Tata por tu paciencia, amor y apoyo incondicional; por tus enseñanzas 
académicas y de vida. Te amo, tiíta. 
A René, gracias por ser mi compañero de juegos y mi contrincante favorito en 
luchitas. Te amo, pá. 
A mi mejor amigo y hermano, por quedarse cuando todos decidieron irse, por 
siempre estar, por tu paciencia y tu infinita capacidad para desesperarme y 
hacerme reír (al mismo tiempo). Te amo, Dani. 
A Pieter por creer y apostar en mí. Dank je wel, meneer! 
A los Luévano: Elvira, Miguel, Gali, Eve, Gris, Mati, Ale, Debbie y Perrito. Por 
todo el amor que irradian y comparten conmigo, por abrirme las puertas de su 
casa y por siempre hacerme sentir amada y parte de la familia, los amo. 
A Fandy y Elías, los amo muchachos. 
A Choche y Paty (conejita) por su amor y compañía, son una gran parte de mi 
vida. 
A Don Silvano, Chelito, Mamá Toña y Papá Rafil. 
A Antoon y Gudrun Debeuf por las increíbles oportunidades que me han 
brindado. Dank je wel! 
A Paikita y Bob, por enseñarme el amor incondicional y ser los mejores 
compañeros de vida. 
A ti, Fer, por nunca rendirte aun cuando no se ve salida. Por este y muchos 
logros más. ¡Si se pudo! 
ÍNDICE 
 
 
ABREVIATURAS 9 
RESUMEN 10 
1. ANTECEDENTES 11 
1.1. Generalidades del traumatismo craneoencefálico 11 
1.2. Epidemiología del TCE 12 
1.3. Características del TCE pediátrico 13 
1.3.1. Aspectos neuroanatómicos en pediatría 14 
1.3.2. Clasificación del TCE 15 
1.4. Mecanismos fisiopatológicos del TCE 19 
1.4.1. Lesión primaria 19 
1.4.2. Lesión secundaria 20 
1.5. Abordaje experimental del TCE pediátrico 21 
1.5.1. Comparación de las etapas del desarrollo entre humanos y sujeto 
experimental 21 
1.5.2. Modelos experimentales de TCE pediátrico 23 
1.5.3 Clasificación y evaluación del TCE en modelos experimentales 27 
2.JUSTIFICACIÓN 31 
3.PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 31 
4.PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN 32 
5.OBJETIVOS 32 
5.1. Objetivo general 32 
5.2. Objetivos particulares 32 
6.HIPÓTESIS 33 
7.MÉTODOS 33 
7.1. Sujeto experimental 33 
7.2. Ubicación del estudio 33 
7.3. Variables del estudio 33 
7.4. Diagrama de procedimiento general 33 
7.5. Traumatismo craneoencefálico 36 
7.6. Evaluación neurológica 37 
7.6.1. Escala NSS 37 
7.6.2. Escala de Hunter 37 
7.7. Procesamiento de las muestras biológicas y técnicas histológicas 38 
7.7.1.TTZ 38 
7.7.2.Violeta de cresilo 39 
7.8.Análisis estadístico e interpretación de los datos 42 
8.CONSIDERACIONES ÉTICAS 42 
9.RESULTADOS 42 
10. DISCUSIÓN 50 
8 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
10.1. Modificaciones del peso corporal e ingesta de alimento 50 
10.2. Cambios neuroconductuales 51 
10.3. Cambios histológicos en corteza motora e hipocampo 53 
11.CONCLUSIONES 56 
12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 57 
 
 
Índice de figuras 
 
Figura 1. Alineamiento aproximado de las etapas de desarrollo entre especies 
diferentes en una escala de tiempo arbitraria 22 
Figura 2. Principales modelos de TCE 25 
Figura 3. Modelo de traumatismo craneoencefálico 36 
Figura 4. Corte coronal de cerebro de rata, con acercamiento a corteza 
motora primaria M1 40 
Figura 5. Corte coronal de cerebro de rata, con acercamiento a región CA1 
hipocampo 41 
Figura 6. Corte coronal de cerebro con tinción vital TTZ 46 
Figura 7. Microfotografías de M1 y CA1 tomadas a 40x 48 
 
 
Índice de tablas 
 
Tabla 1. Escala de evaluación para apertura ocular en ECG 16 
Tabla 2. Escala de evaluación para respuesta verbal en ECG 17 
Tabla 3: Escala de evaluación para respuesta motora en ECG 17 
Tabla 4: Exploración física con evaluación de ECG 18 
Tabla 5: Resumen de los principales modelos utilizados para TCE 24 
Tabla 6: Resumen de los modelos experimentales de TCE 26 
Tabla 7. Escala NSS 29 
Tabla 8. Escala de Hunter 30 
 
 
Índice de gráficosGráfico 1. Ingesta de alimento pre y post TCE 43 
Gráfico 2. Ingesta de agua pre y post TCE 44 
Gráfico 3. Diferencia de peso pre y post TCE 44 
Gráfico 4. Escala de Hunter 45 
Gráfico 5. Escala NSS 46 
Gráfico 6. Conteo celular en M1 y CA1 47 
 
 
9 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
Abreviaturas 
 
 
µm micras 
CA1 región CA1 de hipocampo 
CTRL control 
DPN días post natales 
ECG Escala de coma de Glasgow 
M1 corteza motora primaria 
NSS NeurologicalSeverity Score (Escala de severidad neurológica) 
PSI pounds per square inch (libras por pulgada cuadrada) 
TCE traumatismo craneoencefálico 
TTZ cloruro de trifenil-tetrazolio 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
10 
 
 
 
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Resumen 
 
El traumatismo craneoencefálico representa un problema de salud pública, no 
solo en México sino en todo el mundo, por su contribución a las tasas de 
mortalidad y discapacidad, encontrándose en el primer lugar como causa de 
muerte entre los escolares y en la población en edad productiva. Las 
estadísticas clínicas muestran que la respuesta fisiológica de un individuo 
depende de la edad a la que se sufre el TCE. 
El uso de modelos experimentales permite reproducir total o parcialmente un 
TCE para una mejor comprensión y estudio de los procesos fisiológicos y 
patológicos que de él deriven. A pesar de que se ha demostrado que la 
manera en que se desarrolla el TCE en la población pediátrica difiere de lo 
que sucede en la población adulta, los modelos experimentales pediátricos 
son aún limitados. 
En este trabajo se desarrolló un modelo experimental pediátrico en el que se 
analizaron las características histológicas y neuroconductuales en ratas 
Wistar de 21-23 días de edad, a partir de un TCE de diferentes intensidades 
(20, 40 y 60 psi). 
El efecto neuroconductual del TCE se evaluó a través de la escala de Hunter 
y la escala NSS. A nivel morfológico se analizó el daño en el tejido a través 
de la técnica de violeta de cresilo y se realizó conteo celular en dos áreas 
específicas del cerebro (corteza motora primaria M1 y la región CA1 de 
hipocampo). Además, se evaluaron las modificaciones en el peso corporal y 
en la ingesta de comida y agua 24 horas antes y después del TCE. Los 
resultados de ambas pruebas neuroconductuales realizadas post TCE 
mostraron diferencias significativas entre los grupos 40 y 60 con respecto al 
grupo control. El conteo celular mostró diferencias significativas entre los 
sujetos del grupo control y el grupo 60 en el lado ipsilateral de M1, así como 
en CA1 del lado contralateral; en CA1 del lado ipsilateral hubo también 
diferencias significativas entre los grupos 40 y 60 contra el control. En 
conjunto los resultados muestran que la intensidad del daño provocado se 
correlaciona con el puntaje obtenido en las pruebas neuroconductuales y lo 
observado en el conteo celular. 
11 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
1. Antecedentes 
1.1. Generalidades del traumatismo craneoencefálico 
Menon y colaboradores definieron en 2010 el traumatismo craneoencefálico 
(TCE) como una alteración de la función cerebral o cualquier otra evidencia 
de patología cerebral causada por una fuerza externa. El TCE representa un 
problema de salud pública en todo el mundo, al ser una de las causas más 
comunes de morbilidad y mortalidad entre la población pediátrica y adulta 
joven (Corrigan et al, 2010; Stambrook et al, 1990). 
 
La Organización Mundial de la Salud prevé que el TCE será catalogado como 
una de las principales causas de muerte y discapacidad para el año 2020 
(Stambrook et al, 1990). 
 
Las lesiones que se desarrollan como consecuencia de las fuerzas que 
interactúan durante un TCE, son el resultado de la alteración del cráneo, 
cerebro y vasos sanguíneos. La incidencia global de TCE se estima en 939 
casos por 100 000 personas. Lo que significa que aproximadamente 69 
millones de personas sufren un TCE anualmente (Dewan et al, 2018). Entre 
las causas más comunes de TCE están los accidentes de tránsito con 
aproximadamente un 75% y afecta más a los jóvenes menores de 25 años, 
motociclistas y personas que manejan en estado de ebriedad (SSA, 2014; 
Mayén et al, 2008). 
 
Las alteraciones fisiológicas y cognitivas dependen de diversos factores, 
entre ellos: tipo de lesión, edad y severidad de la lesión. La respuesta 
fisiológica de un individuo depende de la edad a la que se sufre el TCE; la 
mortalidad aumenta con la severidad del trauma y con la edad (Corrigan et al, 
2010). 
La utilización de sujetos experimentales permite reproducir total o 
parcialmente un TCE para una mejor comprensión y estudio de los procesos 
fisiológicos y patológicos resultantes. A pesar de que la mayoría de las 
lesiones cerebrales ocurren en niños y adultos jóvenes una gran parte de los 
12 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
modelos experimentales existentes se han centrado en adultos. Por lo que se 
vuelve importante desarrollar modelos de investigación sobre el TCE en la 
población pediátrica. 
 
1.2. Epidemiología del TCE 
 
El TCE es uno de los trastornos neurológicos más graves a nivel mundial. Se 
estima que, en Estados Unidos, cada siete segundos ocurre un TCE y cada 
cinco minutos fallece una persona por esta causa (Levin et al, 1987). En 
México, el TCE es la tercera causa de muerte con 35,567 defunciones y con 
una mortalidad de 38.8 por cada 100 mil habitantes; el TCE en niños ocupa el 
2do lugar en ingresos de urgencia, de los cuales el 20% resulta con 
discapacidades significativas (Gennarelli, 1993). 
Cada año, alrededor de 30,000 niños sufren discapacidad permanente como 
consecuencia de un TCE severo. Se estima que el 8% de las muertes en el 
mundo son a causa de accidentes, de las cuales 40% o más se asocian a 
traumatismo craneoencefálico, esta cifra se incrementa en la edad pediátrica 
después del primer año de vida; el TCE es la causa principal de muerte, 
patologías y discapacidad en niños y lactantes, entre las que destacan: 
secuelas cognitivas, epilepsia e incapacidad física (Adams et al, 1989; 
Rockhill et al, 2010; Ewing-Cobbs et al, 2004; Ducker, 1982). La incidencia 
del TCE pediátrico en países industrializados es de 200 casos por cada 100 
mil niños al año, de los cuales se consideran graves alrededor del 7% de los 
casos (Langlois, 2006). 
 
La relación entre hombres y mujeres que sufren TCE es de 3:1 (Stambrook et 
al, 1990; Adams et al, 1989) mientras que en niños es de 2:1 (Duhaime y 
Rindler, 2015). Las causas de TCE varían con la edad, en el caso de los 
niños menores de 2 años es por maltrato o caídas, entre los 2 y 10 años 
accidentes de tránsito, caídas y accidentes de bicicleta y los mayores de 10 
años deportes, accidentes de tránsito y bicicleta. Dentro del hogar, las caídas 
representan el 37% de los casos y de estas las causas principales son caída 
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de cama, escaleras y de la azotea (Gómez, 2004; Heladia, 2003; Benito, 
2007; RepoVigEpi, 2008). Las caídas accidentales de diferentes alturas son 
la primera causa de muerte por accidentes. El hogar es el sitio en donde 
ocurren con mayor frecuencia los accidentes, seguidos por la vía pública, las 
escuelas y los lugares de recreo (Paredes, 2000; Garduño, 2008). 
La mayor tasa de mortalidad es para adolescentes de entre 15 y 19 años 
(19.2/100,000 por año) seguidos de niños menores de 4 años (5/100,000). 
Más de 16,000 niños mueren a causa de distintos tipos de lesiones de las 
cuales aproximadamente el 80% son traumatismos craneoencefálicos 
(Duhaime y Rindler, 2015). 
 
1.3. Características del TCE pediátrico 
 
Al igual que los adultos, los niños pueden sufrir lesiones craneales de 
cualquier tipo como consecuencia de un TCE, hematomas intracraneales, 
hemorragia subaracnoidea, lesiones en cerebelo y tallo cerebral y daño 
axonal difuso, entre otros(Guzmán, 2008; Pellegrino,2010).Las secuelas 
causadas por TCE en niños incluyen disfunciones cognitivas, motoras, 
motivacionales y/o conductuales (Ducker, 1982). Los déficits en funciones 
motoras y cognitivas son más severos en niños menores a 4 años 
comparados con niños de mayor edad. 
 
El costo económico del manejo del TCE pediátrico es mayúsculo. Según los 
Centros para el control y prevención de enfermedades en Estados Unidos, el 
costo hospitalario promedio es de más de $56,000 dólares por admisión 
(Centers for Disease Control and Prevention, 2012). Aunque se desconocen 
los costos terapéuticos a largo plazo, se estima que son altos. Resulta aún 
más difícil estimar la pérdida de productividad (en años) que deriva de 
traumatismos moderados y leves, que al ser los más frecuentes son 
causantes de déficits más sutiles que solo son evidentes en años posteriores 
del desarrollo (Duhaime y Rindler, 2015). 
 
14 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
Se ha documentado ampliamente que la población pediátrica, muestra 
respuestas únicas al TCE en comparación con adultos traumatizados 
similarmente. Estudios epidemiológicos han demostrado que incluso entre la 
población pediátrica se pueden encontrar subgrupos definidos por la 
incidencia, género, causas del TCE, mortalidad, tipos de lesiones y secuelas 
(Gennarelli, 1993). En grupos de menor edad se presentan patrones de lesión 
casi exclusivos, este tipo de lesiones ocurren durante etapas determinadas 
del desarrollo infantil, dentro de las cuales se encuentran: fracturas de tipo 
“ping-pong”, fracturas diastásicas y/o con desgarramiento dural, lesiones 
cérvico-medulares, hematomas subdurales e inflamación cerebral (Duhaime y 
Rindler, 2015). 
 
1.3.1. Aspectos neuroanatómicos en pediatría 
 
Comparativamente con el resto de la población, los pacientes pediátricos 
presentan con mayor frecuencia lesión intracraneal, en especial cuanto 
menor sea el paciente (Miller et al, 1996); además de una respuesta distinta 
ante la lesión y un pronóstico diferente para igual grado de lesión cerebral 
debido a consideraciones anatómicas y fisiopatológicas especiales (López et 
al, 2011). Estas consideraciones anatómicas están relacionadas con los 
procesos de crecimiento y desarrollo, como, por ejemplo, en el cráneo de un 
recién nacido los huesos no están fusionados a nivel de las suturas y están 
hechos de tejido fibroso fuerte y elástico (Stocchetti et al, 2010). Los huesos 
de la bóveda craneal se originan por un proceso de osificación membranosa y 
están unidos por tejido conectivo denso que constituye las suturas 
(Bustamante et al, 2010), esto permite al cráneo una mayor deformidad y 
plasticidad para absorber las fuerzas que se ejercen sobre él (Pinto et al, 
2012), entre los 12 y 18 meses de edad los huesos se fusionan por completo 
los que resulta en la pérdida de estas propiedades (Stocchetti et al, 2010). 
 
Otras características físicas particulares en los niños que se relacionan con el 
TCE son que poseen una cabeza desproporcionalmente más grande en 
15 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
comparación con el tamaño de su cuerpo, células del cerebro menos 
mielinizadas y por tanto más vulnerables (Murillo y Muñoz, 1995). 
 
A los 5 años el cerebro alcanza el 90% de su peso definitivo y el cráneo 
funciona eficazmente como protección hacia los riesgos más frecuentes 
(golpes de baja velocidad). La división del contenido intracraneal en 
compartimentos, previene los movimientos potencialmente dañinos del 
encéfalo que acompañan a los traumatismos leves y moderados. Sin 
embargo, el carácter inflexible del cráneo y los tabiques intracraneales 
contribuirán en algunos casos a la lesión cerebral, por lo que, aunque el 
cráneo ejerce una función protectora al cerebro, en ocasiones puede ser que 
ésta estructura sea la causante del daño, como en las contusiones por 
contragolpe (Kelly y Luce, 1993). 
 
Comprender que existen diferencias fisiológicas no solo entre niños y adultos, 
si no entre niños de distintos grupos de edad es fundamental para el 
diagnóstico adecuado del TCE, puesto que estas diferencias afectan 
directamente la susceptibilidad y la respuesta al trauma. Existen diferencias 
que causan confusión cuando se realiza la interpretación de estudios 
imagenológicos, especialmente aquellas que se relacionan con la 
hipodensidad cerebral lo que algunas veces resulta en un diagnóstico 
exageradamente pesimista. Tal es el caso del contenido de agua del cerebro 
en infantes, el cual es de aproximadamente un 90% mientras que en adultos 
es de 75%, así como el proceso de mielinización, el cual aumenta durante la 
niñez, pero no se completa sino hasta la tercera o cuarta década de vida 
(Duhaime y Rindler, 2015). 
 
1.3.2. Clasificación del TCE 
 
En cuanto a severidad y grado de disfunción neurológica, el TCE se clasifica 
en leve, moderado y grave de acuerdo al puntaje que se obtenga con la 
Escala de Coma de Glasgow (ECG), esta evalúa tres tipos de respuesta: 
apertura ocular, respuesta verbal y respuesta motora resultando en una 
16 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
sumatoria de 15 puntos en las tres pruebas para una persona sin TCE; para 
cada tipo de respuesta se plantea una evaluación según el grado de 
severidad. El puntaje disminuye conforme la severidad es mayor. Un TCE 
leve en dicha escala tiene un valor de 14-15 puntos, aunque puede tener 
hemorragias o contusiones intracraneales severas; por otro lado, un trauma 
de severidad moderada da como resultado un puntaje de 9-13; y un 
traumatismo severo es cuando se obtiene un puntaje menor o igual a 8 
puntos, lo que pone en riesgo inminente la vida por lo que el sujeto tiene que 
ser hospitalizado para intervenciones quirúrgicas inmediatas sobre todo 
cuando se sospecha de la existencia de una fractura en la base del cráneo 
(CENAVECE, 2008). 
 
El proceso de elucidar el perfil de una lesión cerebral tomando en cuenta 
tanto los síntomas como las características fisiológicas, es de suma 
importancia para evaluar la bondad de ajuste y así obtener la esencia de una 
escala de evaluación neuropsiquiátrica (Wile et al, 2010). Cuando se 
presentan trastornos cognitivos posteriores a un TCE estas pruebas son de 
gran ayuda tanto para el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación del paciente 
(Kosaka, 2006). 
 
A continuación, se muestra la evaluación de los tres tipos de respuesta de la 
ECG. 
 
Tabla 1: Escala de evaluación para apertura ocular en ECG. 
Respuesta Descripción Valor 
Espontánea Abre los ojos espontáneamente 4 puntos 
Al hablarle Hay apertura al estímulo verbal 
(cualquier frase) 
3 puntos 
Al dolor No abre los ojos con estímulos 
anteriores, solo con estímulos dolorosos 
2 puntos 
Ninguna No abre los ojos ante ningún estímulo 1 punto 
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Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
Tabla 2: Escala de evaluación para respuesta verbal en ECG. 
Respuesta Descripción Valor 
Orientada En tiempo, lugar y persona 5 puntos 
Confusa Puede estar desorientado en tiempo, 
lugar, persona, o en todos, tiene 
capacidad de mantener una 
conversación, sin embargo, no 
proporciona respuestas precisas 
4 puntos 
Palabras inapropiadas Usa palabras que tienen poco o ningún 
sentido, las palabras pueden decirse 
gritando, esporádicamente o 
murmurando 
3 puntos 
Sonidos incomprensibles Hace sonidos ininteligibles (quejidos o 
gemidos) 
2 punto 
Ninguno No emite sonidos ni habla 1 punto 
 
Tabla 3: Escala de evaluación para respuesta motora en ECG. 
Respuesta Descripción Valor 
Obedece órdenes Sigue órdenes, inclusive si hay debilidad 6 puntos 
Localizada Se intenta localizar o eliminar los 
estímulos dolorosos 
5 puntos 
De retirada Se aleja de estímulos dolorosos o puede 
flexionar el brazo hacia la fuente de 
dolor, pero no localizar/eliminar la 
fuente del dolor 
4 puntos 
Flexión anormal Flexión anormal y aducción de los 
brazos, además de extensión de 
miembros pélvicos con flexión plantar(posición de decorticación) 
3 puntos 
Extensión anormal Aducción y rotación interna de las 
extremidades superiores e inferiores 
(descerebración) 
2 puntos 
Ninguna No hay respuesta, aún con estímulo 
doloroso 
1 punto 
 
Se han desarrollado un gran número de herramientas para una poder llevar a 
cabo una evaluación neurológica adecuada en niños. La ECG se encuentra 
modificada para poder aplicarse en distintos rangos de edad como lactantes, 
niños en edad preescolar, escolar y lactantes (Tabla 4) (Cruz et al,1992; Prins 
y Hovda, 2003). 
18 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
Aunque la ECG es de gran utilidad para la evaluación de adultos, cuando se 
realiza a bebés y niños resulta problemática puesto que utiliza algunas 
medidas que no toman en cuenta cambios normales en el desarrollo infantil 
(Simpson y Reilly, 1982; Raimondi y Hirschauer, 1984). A pesar de las 
modificaciones, estas escalas continúan presentando desafíos al incluir 
términos ambiguos y subjetivos (tipo de llanto) así como evaluaciones 
conductuales que no aplican para niños menores de 4 años, los cuales se 
encuentran en una etapa pre verbal, donde además de las limitaciones 
verbales tienen miedo y no cooperan con el evaluador dentro del ambiente 
Tabla 4. Exploración física con evaluación de ECG. 
PUNTAJE LACTANTE PREESCOLAR ESCOLAR ADOLESCENTE 
Apertura ocular: al hablarle o al tacto 
4 Espontánea Espontánea Espontánea Espontánea 
3 Al hablarle Al hablarle Al hablarle Al hablarle 
2 Al dolor Al dolor Al dolor Al dolor 
1 Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta 
Respuesta motriz: al hablarle o al tacto 
6 Adecuada al 
hablarle 
Adecuada al 
hablarle 
Adecuada al hablarle Adecuada al hablarle 
5 Al estímulo 
cutáneo 
Al estímulo 
cutáneo 
Al estímulo cutáneo Al estímulo cutáneo 
4 Defensa al dolor Defensa al dolor Defensa al dolor Defensa al dolor 
3 Flexión anormal Flexión anormal Flexión anormal Flexión anormal 
2 Extensión anormal Extensión anormal Extensión anormal Extensión anormal 
1 Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta 
Respuesta verbal: al hablarle o al tacto 
5 Sonríe-arrulla-
gorjea 
Sonríe-habla Oraciones adecuadas Orientada y 
conversa 
4 Llora 
apropiadamente 
Llora-balbucea Frases adecuadas Desorientada-
Confusa 
3 Grita llanto 
inadecuado 
Grita llanto 
inadecuado 
Palabras inadecuadas Palabras 
inadecuadas 
2 Quejido-gruñe Quejido-gruñe Sonidos inespecíficos Sonidos inespecíficos 
1 Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta Sin respuesta 
19 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
hospitalario, aun cuando ya tienen habilidades lingüísticas desarrolladas 
(Duhaime y Rindler, 2015; Tatman et al, 1997; Kirkham et al, 2008). 
 
1.4. Mecanismos fisiopatológicos del TCE 
 
Se sabe que la intensidad, sitio, duración y dirección de la energía mecánica 
ejercida, así como el impacto que esto tiene sobre las estructuras craneales, 
determinan la magnitud del daño provocado por un TCE (Mass et al, 2008). 
Si bien una gran proporción de las lesiones se producen en el momento 
mismo del impacto, muchas otras se desarrollan con posterioridad al 
accidente, dejando un periodo variable de tiempo para una potencial 
intervención terapéutica. Ambos mecanismos de daño están estrechamente 
interrelacionados y derivan en la lesión del tejido nervioso. Esta 
secuencialidad temporal de las lesiones se aplica a todos los grados de 
severidad del TCE (leve, moderado y grave), los cuales se asocian con algún 
tipo de daño estructural neuronal. Aunque los mecanismos del traumatismo 
pueden ser muy variados, los procesos fisiopatológicos resultantes son 
similares (Pellegrino, 2010). 
Los daños iniciales se conocen como lesión primaria, mientras que los 
eventos posteriores que contribuyen al daño se conocen como lesión 
secundaria (Gennarelli, 1993; Garduño, 2008). El diagnóstico y tratamiento 
oportuno de estas lesiones es de gran importancia para poder identificar 
anomalías fisiológicas que precisen atención urgente y así establecer un 
pronóstico adecuado para el paciente. 
 
1.4.1. Lesión primaria 
 
La lesión primaria es el daño directo causado por el impacto físico o por los 
mecanismos de aceleración-desaceleración. Es responsable de todas las 
lesiones nerviosas y vasculares que aparecen inmediatamente después de la 
agresión mecánica (Murillo y Muñoz, 1995). Este tipo de lesión contempla 
daños como: contusión cortical, laceración cerebral, fractura de cráneo, lesión 
20 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
axonal, contusión del tallo, desgarro dural o venoso, etc. (Ducker, 1982); es 
irreversible y la única intervención que permite es la prevención del TCE. 
 
1.4.2. Lesión secundaria 
 
Aunque se desarrolla como consecuencia de la lesión primaria, la lesión 
secundaria se manifiesta después de un intervalo de tiempo variable luego 
del evento traumático (Pellegrino, 2010). Las principales consecuencias de 
esta lesión son: excitotoxicidad, apoptosis, estrés oxidativo, daño axonal e 
inflamación; también se pueden presentar sangrados, edemas, hiperemia, 
trombosis y otros procesos fisiopatológicos secundarios (Ducker 1982; Miller 
et al, 1996; Kochanek et al, 2017). En comparación con la lesión primaria este 
tipo de lesión es potencialmente reversible mediante una terapia adecuada 
(Nestler et al, 2000). 
 
La isquemia cerebral es posiblemente el mecanismo más importante en la 
producción de lesiones secundarias. Se ha demostrado que frecuentemente 
los traumatismos se acompañan de hemorragia subaracnoidea y que entre 
mayor sea ésta, peor es el pronóstico (Murillo y Muñoz, 1995). 
 
En general, independientemente del origen, intracraneal o sistémico, los 
mecanismos lesionales secundarios operan en un entorno que se ha vuelto 
más vulnerable a la agresión (Kelly y Luce, 1993). Existen factores 
dependientes de la edad que son de suma importancia en la evolución de la 
lesión secundaria en población pediátrica, como el desarrollo de 
neurotransmisores y neurotrofinas, mielinización, apoptosis, gliogénesis, 
sinaptogénesis y reorganización sináptica; además de diferencias en la 
respuesta biomecánica al traumatismo que, si bien no han sido ampliamente 
estudiadas, son elementos fundamentales en el desarrollo de enfermedades 
crónico degenerativas como consecuencia del TCE (Kochanek et al, 2017). 
 
El tratamiento y pronóstico de los pacientes con TCE ha mejorado gracias a 
la introducción de nuevas técnicas clínicas que permiten un mayor énfasis 
21 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
sobre la lesión secundaria, sin embargo, aún no existe un tratamiento eficaz 
para detener o limitar este tipo de lesiones. 
 
La comprensión de la fisiopatología del TCE es fundamental para desarrollar 
posibles terapias que sean de utilidad no sólo en el tratamiento de lesiones 
físicas sino también para el tratamiento y prevención de secuelas 
conductuales y cognitivas. Al ser una patología heterogénea y compleja, el 
estudio del TCE se ha hecho a través de modelos experimentales. Mediante 
éstos ha sido posible estudiar las alteraciones ocurridas a nivel celular y 
molecular y se consideran la mejor herramienta para el estudio de los 
mecanismos subyacentes a las lesiones cerebrales traumáticas, sin embargo, 
la investigación utilizando modelos pediátricos de TCE es aún muy limitada 
(Prieto et al, 2009). 
1.5. Abordaje experimental del TCE pediátrico 
1.5.1. Comparación de las etapas del desarrollo entre humanos y 
sujeto experimental 
 
Estudios epidemiológicos han revelado que incluso entre la población 
pediátrica hay diferencias en la incidencia de TCE en género, causas, tipo de 
lesiones sufridas y mortalidad dentro de las subdivisiones de edad (Prins y 
Hovda, 2003). 
 
La edad del paciente al momento de la lesión es un factor que permanece 
como vaticinador de la recuperación de la función seguida a un TCE, por lo 
que, en el desarrollo de un modeloexperimental de traumatismo 
craneoencefálico, además de tomar en cuenta la severidad, es fundamental 
asociar la edad correspondiente en las etapas del desarrollo humano con la 
edad posnatal de los animales utilizados en el modelo experimental para 
lograr una semejanza fisiológica general (Prins y Hovda, 2003; Kilb, 2012). 
 
Para el estudio del TCE en pediátrico, se han utilizado ratas de entre 7 y 21 
días de edad (Kochanek et al, 2017). La vulnerabilidad dependiente de la 
22 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
edad se subordina al modelo experimental utilizado, pero varía según la 
fisiopatología del tipo de lesión (Duhaime y Rindler, 2015). Estudios con 
diversos sujetos experimentales han demostrado que la inflamación cerebral 
es dependiente de la etapa de maduración en la que se encuentre el sujeto 
(Duhaime et al, 2003). Algunos investigadores han comentado que los 
modelos experimentales con roedores presentan vulnerabilidades potenciales 
debido a los cambios metabólicos que resultan del desarrollo de los sujetos 
(Prins y Hovda, 1998). Asociar la edad humana con la del sujeto experimental 
es básico para el desarrollo de un modelo de TCE pediátrico. Romijn y 
colaboradores establecieron en 1991 que los días 7 al 12 posnatal en 
roedores corresponden, aproximadamente, a la etapa neonatal del humano 
(Romijn et al, 1991). Mientras que McCutcheon y Marinelli en 2009 
establecieron que la etapa de pubertad en roedores se alcanza a partir del 
día posnatal 28 y hasta el 45 (McCutcheon y Marinelli, 2009); para poder 
establecer una comparación, según la Organización Mundial de la Salud, en 
humanos la pubertad abarca aproximadamente de los 10 a los 15 años. 
 
 
Es de suma importancia tener en cuenta que es la maduración del cerebro, y 
no la edad cronológica del sujeto la que determina una mejora en la 
recuperación de un TCE, sin embargo, la edad cronológica sirve como un 
Figura 1. Alineamiento aproximado de las etapas de desarrollo entre especies diferentes en una escala de tiempo 
arbitraria. Las edades aproximadas comparables con el nacimiento en humanos se marcan con azul, las marcadas con 
cruz representan la etapa de pubertad y las líneas diagonales el intervalo de la adolescencia (Kilb, 2012). 
 
rata (días) 
23 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
parámetro de referencia establecido para conocer la etapa del desarrollo en 
que se encuentra el cerebro. Como se menciona anteriormente, una 
comparación del desarrollo cerebral entre especies, en este caso humano y 
rata es fundamental para el desarrollo de un modelo experimental idóneo que 
permita una mejor comprensión y estudio de las oportunidades de optimizar 
la recuperación de la función después de la lesión (Prins y Hovda, 2003). 
 
1.5.2. Modelos experimentales de TCE pediátrico 
 
Para poder comprender los modelos experimentales que se han utilizado en 
el estudio del TCE es fundamental definir el concepto de modelo. Un modelo 
es una representación de la realidad que facilita su comprensión y manejo 
(Quintanilla, 1992). 
 
La idea de que los tratamientos en la clínica deben reflejar de forma objetiva 
los resultados de la investigación científica ha sido un concepto central en el 
manejo del TCE (Duhaime y Rindler, 2015). 
 
Según el método experimental descrito por Del Cañizo y colaboradores en 
2008, para considerar algo como cierto debe repetirse de forma sistemática; 
sin embargo, en la práctica clínica esto no es posible, así que, para la 
investigación de procesos fisiopatológicos complejos debemos recurrir a 
modelos experimentales. La investigación médica se basa fundamentalmente 
en tres fuentes de conocimiento: en primer lugar, el hombre enfermo que es 
la fuente natural del conocimiento en la clínica; en segundo lugar, el cadáver, 
que es la fuente de conocimiento de la anatomía patológica; por último, el 
animal de experimentación que es la fuente del conocimiento de la 
fisiopatología (Del Cañizo et al, 2008). 
 
El uso de animales como modelos experimentales representa el nivel más 
alto en la escala de complejidad y por tanto el modelo más próximo a las 
condiciones reales (Del Cañizo et al, 2008). Para el desarrollo de modelos 
experimentales que permitan recrear condiciones patológicas humanas, es 
24 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
esencial entender los mecanismos de estos procesos fisiopatológicos. Prieto 
y colaboradores consideran un modelo experimental de TCE adecuado 
cuando cumple los siguientes criterios: la fuerza mecánica usada para inducir 
el daño es controlable y cuantificable; la lesión cerebral es reproducible y 
simula adecuadamente los daños morfológicos, fisiológicos, bioquímicos y/o 
conductuales observados en la clínica (Prieto et al, 2009). 
 
Prins y Hovda presentaron en 2003 una revisión de los 4 principales modelos 
utilizados para TCE en ratas de entre 17-28 días (post natales) de edad, los 
cuales son: percusión lateral de fluidos, impacto cortical controlado, modelo 
de caída libre de Marmarou para un TCE cerrado, y el modelo de caída libre 
de Feeney para un TCE abierto (Prins y Hovda, 2003). Estos modelos se 
resumen en la tabla siguiente (Tabla 5). 
 
Tabla 5: Resumen de los principales modelos utilizados para TCE. 
Modelo Edad 
sujeto 
Características Tipo de lesión Gravedad 
Percusión 
lateral de 
fluidos 
17,28 
DPN y 
adultos 
Mediante la inyección 
rápida de un impulso de 
fluido en el espacio 
epidural, se genera un 
movimiento cerebral 
difuso. 
Según la severidad: 
daño axonal difuso, 
hemorragia 
subaracnoidea y/o 
contusión cerebral. 
Leve, moderado y 
grave 
Caída libre de 
Marmarou 
para un TCE 
cerrado. 
17 DPN Este modelo utiliza una 
placa metálica sobre la 
que impacta la pesa que 
se deja caer, además de 
ayudar a evitar fractura 
craneal. 
Conmoción 
cerebral. 
Depende del peso que 
se deje caer: 
moderado (75g/2m), 
grave(100g/2m), 
ultrasevero (150g). 
Caída libre de 
Feeney. 
26-32 
DPN 
Se hace una incisión al 
cuero cabelludo de la rata 
para exponer el cráneo, 
sobre el cual se hace un 
trépano que permita a la 
pesa impactar a la dura 
madre. 
Contusión cerebral. Depende del peso o la 
distancia de la que se 
deje caer la pesa. 
Impacto 
cortical 
controlado 
17 DPN En este modelo se 
cambia la caída libre de 
una pesa por un pistón 
neumático que, de igual 
forma, penetra la dura 
madre. 
Contusiones focales. Al variar la 
profundidad y la 
velocidad del pistón se 
genera un rango de 
severidad en las 
lesiones. 
25 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En los modelos anteriormente mencionados, se reportan metodologías que 
toman en cuenta severidad y tipo de daño causado, así como respuestas 
fisiológicas al trauma, pero dejan de lado las secuelas cognitivas. 
 
En la siguiente tabla (Tabla 6) se resumen los principales modelos reportados 
en la literatura que además del tipo de daño y severidad, toman en cuenta las 
respuestas fisiológicas al trauma y secuelas cognitivas. Estas últimas se 
evalúan a través de diferentes pruebas neurológicas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A) 
B) 
C) 
Figura 2: Principales modelos de TCE. 
A) Modelo de percusión lateral de fluídos. 
B) Modelo de caída libre de Marmarou para TCE 
cerrado. C) Modelo de caída libre de Feeney. D) 
Modelo de impacto cortical controlado. 
 
D) 
26 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
Tabla 6. Resumen de los modelos experimentales de TCE. 
 
Como se observa en los modelos presentados, la edad es una de las 
variables primordiales para el desarrollo de un modelo experimental de TCE 
adecuado. 
 
A pesar de que la mayoría de las lesiones cerebrales ocurren en niños y 
adultos jóvenes y que las estadísticas clínicas muestran que los niños 
responden de forma diferente al TCE que los adultos, la mayoría de los 
modelos experimentales existentes se han centrado en adultos; es hasta 
recientemente que los modelos deTCE se han caracterizado y clasificado 
según la edad del sujeto, el tipo de daño y la severidad del traumatismo 
(Prins y Hovda, 2003); sin embargo, no se ha podido establecer un modelo 
que englobe todas las complejidades que se encuentran involucradas en un 
TCE humano. En conjunto con estas limitaciones, existen desafíos únicos 
para el desarrollo de un modelo de TCE pediátrico como las diferencias que 
existen entre adultos y niños en las causas celulares, moleculares y 
funcionales de la lesión secundaria (Kochanek et al, 2017). 
Autor 
Sujeto 
experimental 
Edad 
(DPN) 
Características del 
modelo 
Gravedad 
Pruebas 
neurológicas 
Raghupathi 
et al, 2007. 
Rata Wistar 11, 17 Impacto con pistón 
neumático a 3mm 
sobre corteza parietal 
entre bregma y lamda. 
Velocidad: 5metros/s. 
Incisión, posterior 
sutura. 
Moderado Laberinto de 
Morris 
Adelson et 
al, 2001. 
Rata Sprague-
Dawley 
17 Caída libre 2m, pesa de 
150g. Incisión línea 
media sagital, 
periostio. Disco 
metálico 10mm entre 
bregma y lambda. 
Cama de espuma. 
Severo Laberinto de 
Morris 
Adelson et 
al, 
 1996. 
Rata Sprague-
Dawley 
17 Caída libre 2m, pesa de 
75,100 y 125g sobre 
disco metálico en 
cráneo. Incisión, 
posterior sutura. TCE 
resultante: difuso. 
Moderado 
y severo. 
Tiempo de 
recuperación del 
impacto, habilidad 
de escape, 
apertura ocular, 
reflejo cola, 
reflejocorneal. 
Mychasiuk 
et al, 2014. 
Rata Wistar 21 Pesa de 150g. Sin 
incisión. Cama de 
papel aluminio. 
Leve Barra de equilibrio. 
27 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
Si la población pediátrica tiene o no una mayor susceptibilidad a sufrir 
consecuencias más severas post TCE en distintas etapas del desarrollo sigue 
siendo una incógnita, sin embargo, se sabe que el tipo de traumatismo, la 
severidad y la edad son los factores que determinan la magnitud de las 
secuelas (físicas, conductuales y/o emocionales) que se presentarán a largo 
plazo (Duhaime y Rindler, 2015). 
 
En términos de la selección de edad para el estudio del traumatismo 
craneoencefálico pediátrico y la correcta extrapolación a un modelo 
experimental, se debe tener en cuenta la madurez cerebral para poder 
asociarla a un grupo de edad cronológica y así lograr tener un panorama 
claro sobre la respuesta cerebral al traumatismo en los distintos rangos de la 
edad pediátrica en humanos (Prins y Hovda, 2003). 
 
1.5.3 Clasificación y evaluación del TCE en modelos experimentales 
 
La clasificación del TCE en humanos está basada en la valoración clínica y 
se lleva a cabo a través de la Escala de Coma de Glasgow (ECG), la cual se 
centra en medir el nivel de conciencia/inconsciencia, lo cual resulta una 
herramienta útil para determinar la severidad de la disfunción cerebral. Esta 
escala se puede modificar para poder aplicarse en distintos rangos de edad 
como niños y lactantes (Greenberg y Coma, 2010; De Villegas y Salazar, 
2008). El propósito la prueba es detectar posibles déficits neurológicos y 
cognitivos en los individuos que hayan sufrido de un TCE en comparación 
con personas sin trauma. 
Para los modelos experimentales, existen diversas formas de clasificación de 
TCE, toman en cuenta el daño provocado para determinar la gravedad del 
mismo, considerando las limitaciones del modelo animal. 
 
Se han publicado distintas escalas observacionales como la escala de Hunter 
y NSS, diseñadas para evaluar la funcionalidad post TCE en modelos 
experimentales, sin embargo, la heterogeneidad de esta fisiopatología en 
28 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
cuanto al sitio, severidad y sintomatología representa un desafío para el 
desarrollo de una evaluación conductual eficaz. A la par, es de gran 
importancia que los resultados que se obtengan de las evaluaciones 
neurológicas en modelos experimentales puedan cuantificarse eficiente, 
objetiva y confiablemente (Yarnell et al, 2016). 
 
En los modelos experimentales de caída libre la severidad se mide de 
acuerdo con el peso y la distancia desde la que se deja caer, en conjunto con 
los puntajes obtenidos en las diversas pruebas neuroconductuales (Adelson 
et al, 1996). 
 
Puesto que en animales no hay forma de evaluar una respuesta verbal, en los 
modelos experimentales se utilizan otras escalas de evaluación neurológica 
como la Escala de severidad neurológica (NSS) y la escala de Hunter, las 
cuales se describen a continuación (Muñana-Rodriguez y Ramírez-Elías, 
2015). 
 
1.5.3.1. Escala de severidad neurológica (NSS) 
 
Presentada por primera vez por Shohami en 1986 y modificada por Stahel et 
al. en el 2000; recibe el nombre de “Neurological severity scale” o NSS por 
sus siglas en inglés, en español se denomina escala de severidad 
neurológica (Shohami et al., 1995; Stahel et al, 2000). Yarnell y 
colaboradores presentaron en 2016 una modificación llamada “Revised 
Neurobehavioral Severity Scale” NSS-R por sus siglas en inglés (Yarnell et al, 
2016). 
 
La escala utilizada en este trabajo es la presentada por Stahel en el 2000 y 
consiste en una serie de pruebas continuas que evalúan de forma específica 
y estandarizada la coordinación motriz, equilibrio y reflejos sensoriomotores 
en roedores que, se piensa, son resultado de cambios en el funcionamiento 
neurológico (Yarnell et al, 2016; Hamm, 2001; Mahmood et al., 2001). 
29 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
La prueba consiste en 10 parámetros clínicos individuales que incluyen 
pruebas de función motora, atención y comportamiento fisiológico; donde se 
da un punto por cada prueba fallida y ningún punto (cero) por realizarla; las 
pruebas siguen un orden específico diseñado para disminuir interferencias 
(Stahel et al, 2000; Yarnell et al, 2016). El puntaje máximo en esta prueba es 
de 10 puntos e indica disfunción cerebral severa al fallar todas las pruebas. 
Es utilizada para evaluar de forma fácil y confiable la respuesta motora y 
sensorial de los roedores, posterior a diversos tipos de TCE. 
 
Tabla 7: Escala NNS. Tomada de Stahel et al., 2000. 
Prueba Descripción Éxito Fracaso 
Salir de círculo Habilidad e iniciativa para salir de un círculo de 30 cm 
de diámetro (tiempo límite: 3 minutos) 
0 1 
Mono/Hemiparesia Paresia de miembros superiores/inferiores del lado 
contra lateral 
0 1 
Caminar en línea recta Atención, iniciativa y habilidad motora de caminar en 
línea recta una vez puesto en el piso 
0 1 
Reflejo de sobresalto Reflejo innato; el ratón rebotará en respuesta a un 
aplauso fuerte 
0 1 
Comportamiento de 
búsqueda 
Comportamiento fisiológico como signo de “interés” en 
el ambiente 
0 1 
Barra de equilibrio Habilidad para mantener el equilibrio en una barra de 7 
mm de ancho durante por lo menos 10 segundos 
0 1 
Balance en rodillo Habilidad para mantener el equilibrio en una barra 
redonda de 5 mm de diámetro durante por lo menos 10 
segundos 
0 1 
Caminar en barra: 3 cm Habilidad para cruzar una barra de 30 cm de largo y 3 
cm de ancho 
0 1 
Caminar en barra: 2 cm Misma tarea que la anterior, subiendo la dificultad en 
una barra de 2 cm de ancho 
0 1 
Caminar en barra: 1 cm Misma tarea, mayor dificultad: barra de 1 cm de ancho 0 1 
Puntaje máximo 0 10 
 
1.5.3.2. Escala de Hunter 
 
La escala de Hunter fue presentada por Rogers y colaboradores en 1997 bajo 
el nombre de protocolo de SHIRPA, se desarrolló con el propósito de 
caracterizar variaciones fenotípicas en ratones transgénicos a través de un 
perfil funcional y conductual (Rogers et al, 1997). Modificada por Hunter y 
colaboradores en el 2000 se adicionaron una serie de pruebas que 
proporcionaran más información conductual y funcional para evaluar los 
30 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
efectos a corto plazo de una isquemia focal en modelos de ratón y de rata 
para realizar un análisis comprensivo del sujeto (Hunter et al, 2000). La 
Escala de Hunter ha sido utilizada en modelos de TCE para medir cambios 
conductuales y motores. Esta escala consisteen 10 pruebas, a través de las 
cuales se evalúan las condiciones generales de la rata (pelaje, postura, 
comportamiento) y habilidades motoras; el puntaje máximo es de 21 puntos. 
 
Tabla 8: Escala de Hunter. Tomada de Hunter et al., 2000 (Modificada). 
Prueba Descripción Puntaje rata normal 
Colocación de la 
pata 
El animal se coloca sobre un borde, se 
jala cada extremidad y cada que 
regresa la extremidad al borde es 1 
punto. 
4 puntos 
Reflejos correctos El animal se coloca en posición supina 
sobre la palma de la mano, si regresa a 
su posición inicial se da 1 punto. 
1 punto 
Barra horizontal Las patas delanteras del animal se 
colocan sobre una barra dependiendo 
si el animal sube una o ambas 
extremidades, si solo cuelga o se cae 
varía el puntaje. 
3 puntos si sube ambas extremidades 
2 puntos si sube solo una extremidad 
1 punto si solo se cuelga 
0 puntos si se cae 
Plataforma 
inclinada 
Se coloca al animal con la cabeza hacia 
abajo sobre una plataforma inclinada. 
3 si tarda máx. 15 s En rotar 
2 si tarda entre 15 y 30 s 
1 más de 30 s 
0 si cae o permanece con cabeza 
hacia abajo 
Rotación El animal se sostiene de base de la cola 
y rotar en contralateralmente a la 
dirección que se le rota. (Dirección 
manecillas de reloj y contrario) 
1 punto por cada lado que rote al 
contrario (2 en total) 
Alcanzamiento 
visual de las patas 
delanteras 
Capacidad del animal para alcanzar un 
borde con patas delanteras cuando se 
sostiene de torso/cola. 
1 punto por cada colocación exitosa 
de patas delanteras sobre el borde (2 
en total) 
Circulación Observar al animal si gira o no en 
círculos. 
1 punto no gira en círculos 
0 puntos gira en círculos 
 
Reflejo 
contralateral 
Reflejo al tocar el lado 
derecho/izquierdo del animal 
1 punto sin reflejo 
0 puntos con reflejo 
Motilidad Movimiento del animal 2 puntos motilidad normal 
1 punto balanceo y no fijo 
0 puntos inmóvil 
Condiciones 
generales 
Aspecto físico general, 
comportamiento 
2 puntos buena condición de pelaje, 
alerta 
1 punto desaliñado, pelaje sucio, postura 
encorvada y agresivo 
0 puntos delgado, débil y con poco tono 
muscular 
 
31 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
Aunque el principal propósito de esta evaluación es un análisis a corto plazo, 
es de gran utilidad como guía para la estimación de las diferentes tasas de 
recuperación a través del tiempo en un largo plazo (Hunter et al, 2000). 
 
La importancia del TCE pediátrico ha sido recientemente reconocida sobre 
todo por el vínculo que se ha establecido entre el TCE y el desarrollo de 
distintas enfermedades neurodegenerativas como una de las principales 
consecuencias a largo plazo. 
La investigación preclínica que se ha llevado a cabo específicamente en este 
campo es aún muy limitada por lo que el desarrollo de nuevas terapias 
traslacionales a partir de la elaboración de modelos experimentales de TCE 
pediátrico es indiscutiblemente necesario. 
 
2. Justificación 
 
El TCE representa un problema de salud, no sólo en México sino en todo el 
mundo, por su contribución a las tasas de mortalidad y discapacidad, 
encontrándose en el primer lugar como causa de muerte en preescolares y 
escolares entre 1 y 15 años. La naturaleza e intensidad, así como la atención 
recibida son de suma importancia para poder establecer un pronóstico 
adecuado. 
 
3. Planteamiento del problema 
 
La severidad, la sintomatología y la heterogeneidad del TCE pediátrico son 
factores que complican no sólo una adecuada evaluación neurofuncional, 
sino también el desarrollo de un modelo experimental fiable que refleje de 
forma objetiva las características y secuelas neuroconductuales de esta 
fisiopatología en la clínica. 
Es necesario el desarrollo de modelos experimentales de TCE pediátrico 
debido a que su escasez es evidente en la literatura. Los existentes no 
32 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
consideran la variación en la gravedad, el daño a las estructuras cerebrales, 
ni las alteraciones neurológicas que pudieran presentarse como 
consecuencia. El desarrollo de modelos experimentales permitirá un mayor 
entendimiento de los procesos fisiopatológicos involucrados en el TCE 
pediátrico. 
 
4. Pregunta de investigación 
 
¿Se correlacionan las características histológicas y neurológicas que se 
presentan en un modelo experimental de TCE en rata inmadura? 
 
5. Objetivos 
 
5.1. Objetivo general 
Analizar las características morfológicas, metabólicas y neuroconductuales 
resultantes de un traumatismo craneoencefálico, de diversas intensidades, en 
un modelo de rata inmadura. 
5.2. Objetivos particulares 
1.- Describir las modificaciones peso corporal e ingesta de comida y agua 
resultantes de un traumatismo craneoencefálico, en un modelo de rata 
inmadura. 
 
2.- Describir los cambios neuroconductuales consecuencia de un traumatismo 
craneoencefálico mediante escalas ad hoc, en un modelo de rata inmadura. 
 
3.- Describir los cambios histológicos a nivel de corteza motora primaria M1 y 
región CA1 de hipocampo que se presentan como consecuencia de un 
traumatismo craneoencefálico en un modelo de rata inmadura. 
 
33 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
6. Hipótesis 
 
Si las ratas inmaduras (21 a 23 días) muestran características histológicas, 
metabólicas y neuroconductuales que dependen de la intensidad del TCE a 
que son sometidas, entonces se puede considerar válido el uso de este 
modelo de TCE a nivel pediátrico. 
 
 
7. Métodos 
 
 7.1. Sujeto experimental 
Para este proyecto se utilizaron ratas machos de la cepa Wistar, de 21-23 
días de edad. Se mantuvieron con agua y alimento ad libitum y un ciclo de 
luz-oscuridad 12:12. 
 
 7.2. Ubicación del estudio 
Laboratorio de neuroendocrinología, Departamento de Fisiología, Facultad de 
Medicina, UNAM. 
 
 7.3. Variables del estudio 
Dependientes: Escala de Hunter, Escala NSS, cambios histológicos, peso e 
ingesta de agua y de alimento. 
Independiente: intensidad del TCE 
 
 7.4. Diagrama de procedimiento general 
 
Se dividió a los sujetos experimentales en 4 grupos: control, grupo 2, 3 y 4. 
Cada uno con una n=10. 
El primer día se evaluó con ambas escalas neuroconductuales (Hunter y 
NSS) a todos los grupos; se realizó medición de peso, alimento y agua; 24 
34 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
horas después se realizó medición de peso, alimento y agua y posterior a 
esta se llevó a cabo el TCE (para grupos 2, 3 y 4). Se administró hidrato de 
cloral al 6% vía intraperitoneal a los 4 grupos y se realizó el TCE de la 
siguiente manera: grupo 2: TCE con 20 psi a 4 mm de profundidad; grupo 3: 
TCE con 40 psi a 4 mm de profundidad; grupo 4: TCE con 60 psi a 4 mm de 
presión. 
 
El tercer y último día se realizó la medición de peso, alimento y agua y 
posterior a esta se evaluó a los 4 grupos con las escalas neuroconductuales 
de Hunter y NSS. Se administró pentobarbital sódico 6.3% para el punto final 
humanitario. Posteriormente se obtuvo el tejido y se prosiguió con el 
procesamiento de las muestras biológicas y la realización de las técnicas 
histológicas. 
 
Para TTZ se extrajo el tejido y se realizó el procedimiento mencionado en el 
punto 7.7.1. Se realizó esta tinción con el objetivo de observar cambios de 
coloración en el tejido sobre la zona en que se realizó el traumatismo, según 
la gravedad del impacto, la zona presentará una coloración pálida signo de 
que sufrió una alteración metabólica, en este caso, isquemia. Para la técnica 
de violeta de cresilo se extrajo el tejido y se realizó el procedimiento 
mencionado en el punto 7.7.2. El objetivo de esta tinción es que, al teñirse los 
núcleos celulares, se pueda realizar conteo celular además de observar 
posibles cambios morfológicos en las células de la zona donde se realizó el 
traumatismo. 
 
35 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
Técnicas histológicas 
n=4 
 
TTZ 
 
Se evaluó a todos los grupos con escala conductualde daño 
neurológico (Hunter et al. 2000) y escala NSS (Stahelet al.2000). 
Medición de peso, alimento y agua. 
CTRL 20 40 60 
Día 3 
Se aplicó hidrato de cloral 6% como 
anestésico a todos los grupos. 
Medición de peso, alimento y agua. 
CTRL 20 40 60 
Sin TCE. 
TCE con 20 psi a 
4 mm de 
profundidad. 
TCE con 40 psi a 
4 mm de 
profundidad. 
TCE con 60 psi a 
4 mm de 
profundidad. 
Se evaluó a todos los grupos con escala conductual de daño 
neurológico (Hunter et al. 2000) y escala NSS (Stahelet al.2000). 
Medición de peso, alimento y agua. 
Día 2: TCE 
Ratas Wistar macho (21 DPN) 
Ciclo luz/oscuridad: 12/12 
n=10 
Día 1 
Grupo control Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 
Violeta de cresilo 
 
36 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 7.5. Traumatismo craneoencefálico 
 
El TCE se llevó a cabo mediante un modelo de traumatismo cerrado, para 
esto se utilizó un pistón neumático que se ajustó a las libras de presión y 
profundidad deseada para el experimento. 
Se anestesió al sujeto experimental con hidrato de cloral 6%. Una vez 
anestesiado, se rasuró la cabeza para posteriormente realizar un corte en la 
piel rasurada con la finalidad de exponer el cráneo. Se colocó y aseguró al 
sujeto experimental en el aparato estereotáxico. Se utilizó el atlas de Paxinos 
y Watson para rata como guía para localizar la zona en dónde se realizó el 
traumatismo, en este caso corteza motora izquierda (coordenadas L=-2 y P= 
1.4). Una vez localizada la zona se realizó el traumatismo con el pistón 
neumático, al cual se ajustaron las libras de presión con las que se realizó el 
traumatismo, dependiendo del grupo experimental: 20 PSI, 40 PSI ó 60 PSI, 
se ajustó la profundidad a 4mm. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 3. Modelo de traumatismo craneoencefálico. A) Proceso de anestesia 
a sujeto. B) Sujeto montado en estereotáxico. 
C) Sujeto con cráneo expuesto. D) Sujeto recibiendo TCE con pistón neumático. 
A) 
 
C) 
B) D) 
37 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 7.6. Evaluación neurológica 
A pesar de que los modelos experimentales en roedores nos proveen 
información acerca de las consecuencias tanto funcionales como biológicas 
de un TCE, el éxito de la investigación traslacional depende de la selección 
adecuada de evaluaciones conductuales sensibles, confiables y 
reproducibles. 
Es de suma importancia evaluar los efectos conductuales del TCE a través de 
pruebas consistentes que permitan calificar los cambios que ocurren como 
respuesta a las diversas manipulaciones de la lesión, lo que permita a 
investigadores de diversos laboratorios comparar sus resultados y evaluar así 
la efectividad de los tratamientos propuestos. 
Las pruebas neuroconductuales son fundamentales para una mejor 
comprensión y evaluación del daño posterior a un TCE. 
 
 7.6.1. Escala NSS 
 
Diseñada para evaluar el estado funcional de las ratas, posterior a un TCE, 
esta prueba está compuesta por 10 pruebas, cada una con una duración 
de<1 minuto. El tiempo total de la prueba es de 5 minutos por sujeto 
experimental. Al ser una prueba breve y concisa, no es necesario agregar 
tiempos de descanso entre las pruebas. Esta prueba se realizó 24 horas 
previas y 24horas posteriores al TCE. 
 
 7.6.2. Escala de Hunter 
 
Esta escala evalúa reflejos motores y aspectos tanto visuales como 
espaciales; consiste en 10 pruebas con valores que van de los 2 a los 4 
puntos (según la prueba) dando como total 21 puntos para un sujeto sin TCE. 
Esta prueba se realizó 24 h previas y 24 h posteriores al TCE. 
 
 
38 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
7.7. Procesamiento de las muestras biológicas y técnicas histológicas 
La naturaleza inespecífica de la sintomatología del TCE agravado por las 
diferentes causas ha hecho que la aproximación diagnóstica y pronostica 
sean casi un desafío. Por lo que los esfuerzos de investigación han sido 
enfocados en la identificación de biomarcadores y análisis histológicos que 
reflejen la severidad de la lesión cerebral (Plog et al, 2015). Estos análisis 
histológicos se realizan ex vivo. 
 
7.7.1. TTZ 
 
Para evaluar el tejido cerebral dañado por isquemia y su área de penumbra 
se utiliza el cloruro de trifenil-tetrazolio (TTZ). Introducido por primera vez en 
1958 como una tinción para detectar daño miocárdico por isquemia (Shuzo et 
al, 2001). Esta tinción permite una evaluación confiable con un procesamiento 
histológico mínimo (Mathews et al, 2000); su mecanismo de acción permite 
identificar tejido dañado por falta de oxígeno, resultando en un tono pálido, 
esto debido a la interacción con la enzima deshidrogenasa presente en el 
complejo I de la cadena de transporte de electrones de la mitocondria. Por lo 
tanto, se teñirá de un tono rojizo el tejido donde exista metabolismo celular, 
es decir, respiración, mientras que el tejido donde no haya respiración 
(hipóxico), es decir, tejido dañado (en este caso como consecuencia de un 
TCE) presentará un color blanco (sin tinción). 
 
Se administró pentobarbital sódico 6.3% a los sujetos para posteriormente 
decapitarlos. Posterior al punto final humanitario, se extrajo el cerebro y se 
realizaron cortes de aproximadamente 2 mm de grosor. Estos se sumergieron 
en 2 ml de TTZ 2% y se incubaron a 37°C durante 30 minutos. Al terminar el 
tiempo de incubación, el TTZ 2% se desechó y cada corte se enjuagó con 2 
ml de paraformaldehído 4%, el cual, además de fijar el tejido, detiene la 
interacción del TTZ con éste. 
 
39 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
7.7.2. Violeta de cresilo 
 
La violeta de cresilo es un colorante acidófilo comúnmente utilizado para 
tinciones generales del sistema nervioso, reacciona con los grupos fosfato de 
los ácidos nucleicos, lo que resulta en la tinción de núcleos celulares y 
retículo endoplásmico rugoso. Esta tinción proporciona un panorama general 
de la distribución, tamaño y morfología de las neuronas, por lo que es uno de 
los métodos más utilizados para el estudio citoarquitectónico. Al teñirse las 
neuronas presentes en el tejido, permite obtener información sobre el 
tamaño, afinidad tintorial y grado de empaquetamiento de los somas 
neuronales en las distintas estructuras del sistema nervioso central. 
 
Con el tejido cerebral previamente extraído y congelado, se realizaron cortes 
coronales de 20 µm los cuales fueron montados en portaobjetos silanizados, 
se dejaron secar 24 horas y posteriormente se deshidrataron durante 1 noche 
en alcohol absoluto. 
 
Para la tinción con violeta de cresilo, se sumergieron las laminillas durante 30 
minutos en violeta de cresilo con ácido acético, posteriormente se realizó un 
tren de 4 alcoholes: 2 de alcohol 96%, 2 de alcohol absoluto y previo a la 
colocación del cubreobjetos se aclararon las laminillas con xilol para facilitar 
la aplicación del adhesivo Permount. 
 
Para determinar la cantidad de neuronas por área cerebral (corteza motora 
primaria M1 (Figura 4) y región CA1 de hipocampo (Figura 5), se realizó 
conteo celular en dos campos diferentes por tres personas cegadas e 
independientes. El criterio utilizado para determinar el conteo o no de las 
células fue la presencia de borde celular con núcleo de cara abierta (tinción 
del nucléolo y delimitación del núcleo en citoplasma (Figura 7). 
 
 
 
 
40 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
 
Figura 4. Corte coronal de cerebro de rata, con acercamiento a corteza 
motora primaria M1. Imagen de corte tomada del atlas de Paxinos y 
Watson, 1986. Microfotografìa de M1 tomada a 10x, tinción violeta de 
cresilo. 
41 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
 
Figura 5. Corte coronal de cerebro de rata, con acercamiento a 
región CA1 hipocampo. Imagen de corte tomada del atlas de Paxinos 
y Watson, 1986. Microfotografía de CA1 tomada a 10x, tinción violeta 
de cresilo. 
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42 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
7.8. Análisis estadístico e interpretación de los datos 
Para la validación y consistencia de los datos se realizó limpieza de estos, 
verificando toda inconsistencia directamente con la fuente de información 
original (hojas de cotejo). 
 
Para el cumplimiento de los objetivos se realizaron frecuencias simples y se 
mostraron las estimaciones siguientes: media aritmética y error estándar. 
Para el análisis de las distintas intensidades de impacto del TCE, se realizó 
comparación para más de dos muestras mediante el estadístico de contraste 
de análisis de la varianza (ANOVA) de dos vías para categorías ordenadas 
y/o la prueba de Kruskal-Wallis. 
 
Para la realización de los contrastes a posteriori se utilizó la prueba de Tukey. 
Se definió como criterio estadístico, un nivel de significancia de p<0.05 para 
considerar las diferencias como relevantes. 
 
8. Consideraciones éticas 
 
El manejo de los sujetos experimentales se llevó a cabo de acuerdo con las 
recomendaciones establecidas por el comité de ética local en cumplimiento 
de la Norma Oficial Mexicana (NOM 062-ZOO-0199) para el cuidado y uso de 
los animales de laboratorio. 
 
Los sujetos experimentales se anestesiaron previamente a cualquier 
procedimiento doloroso. 
 
 
9. Resultados 
 
Se muestran los resultados de las comparaciones entre el estado basal y 24 
horas post TCE con relación a la ingesta de alimento (Gráfico 1), consumo de 
agua (Gráfico 2) y variación de peso (Gráfico 3). 
No se observaron diferencias estadísticamente significativas en estas 
variables. 
43 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
 
Gráfico 1. Ingesta de alimento pre y post TCE. Las barras representan la 
media + error estándar del alimento ingerido por los sujetos experimentales 24 
h pre y post trauma. No se observan diferencias significativas. ANOVA de 2 
vías; efecto del TCE (F1,98 = 2.444, P = 0.1212); efecto de la intensidad del 
TCE (F3, 98 = 2.214, P = 0.0912). 
44 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
Gráfico 2. Ingesta de agua pre y post TCE. Las barras representan la media 
+ error estándar del consumo de agua de los sujetos experimentales 24 h pre 
y post trauma. No se observan diferencias significativas. ANOVA de 2 vías; 
efecto del TCE (F1,98 = 0.03431, P = 0.8534); efecto de la intensidad del TCE 
F3, 98 = 1.513, P = 0.2160). 
Gráfico 3. Diferencia de peso pre y post TCE. Las barras representan la 
media + error estándar del incremento de peso corporal de los sujetos 
experimentales 24 h pre y post trauma. No se observan diferencias 
significativas. ANOVA de 2 vías; efecto del TCE (F1,98 = 1.241, P = 0.2680); 
efecto de la intensidad del TCE F3,98= 5.537, P=0.0015) 
 
 
45 
 
 
 
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Se realizaron dos pruebas neuroconductuales: escala de Hunter (Gráfico 4) y 
escala NSS (Gráfico 5), 24 horas previas al TCE y 24 horas post TCE. En 
ambas pruebas se observaron diferencias significativas al comparar al grupo 
control con los grupos de 40 y 60 psi. 
 
En la escala de Hunter (Gráfico 4), se encontró que los grupos de 40 y 60 psi 
presentaron un mayor deterioro neuroconductual al obtener una menor 
puntuación en la evaluación post TCE en comparación con la obtenida 24 
horas antes. Así mismo, se observan diferencias significativas entre la 
puntuación de la prueba post TCE de ambos grupos (40 y 60) contra la del 
grupo CTRL. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Con relación a la escala NSS (Gráfico 5) se encontró un mayor deterioro 
neuroconductual en los grupos de 40 y 60 comparados con el grupo control y 
su basal de 24 horas previas al TCE. Una puntuación mayor en esta escala 
es indicativa de un mayor daño. 
 
 
Gráfico 4. Escala de Hunter. Las barras representan la media + error estándar del 
puntaje obtenido en la escala de Hunter pre y post TCE. Se observan diferencias 
significativas entre el grupo CTRL y los grupos de 40 y 60 a las 24 horas post TCE. 
Kruskal- Wallis=16.96, P = 0.0007)*P<0.05. 
 
46 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
En la figura 6 se muestra una fotografía de un corte de cerebro con la tinción 
vital de TTZ, no se observaron cambios en ninguno de los tres grupos 
experimentales comparados contra el control. 
 
 
Gráfico 5. Escala NSS. Las barras representan la media + error estándar del 
puntaje obtenido en la escala NSS pre y post TCE. Se observan diferencias 
significativas entre el grupo CTRL comparado con los grupos de 40 y 60 24 horas 
post TCE. Kruskal- Wallis=6.090, P = 0.0004)*P<0.05. 
 
Figura 6. Corte coronal de cerebro con tinción vital 
TTZ. 
47 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
 
 
Con respecto al análisis histológico, este se realizó a través de un conteo 
celular (Gráfico 6) sobre cortes de 20 micras teñidos con violeta de cresilo. 
Se observó una tendencia a la disminución en el número de células integras, 
lo que representa un mayor daño en la zona de la corteza motora primaria 
(M1) ipsilateral y en la región CA1 del hipocampo ipsi y contralateral, en todos 
los grupos de 20, 40 y 60, comparados con el grupo CTRL. Se presentaron 
diferencias significativas entre el grupo CTRL y el grupo de 60 en el conteo 
celular de la M1 ipsilateral, así como en la región CA1 contralateral. También 
se encontraron diferencias significativas en la región CA1 ipsilateral entre el 
grupo control comparado con los de 40 y 60. 
 
 
Gráfico 6. Conteo celular en corteza motora primaria M1 y CA1 del hipocampo. 
Las barras representan la media + error estándar del total de células contadas en 
cada zona. Se observan diferencias significativas entre el grupo CTRL y 60 enM1 
ipsilateral y en CA1 contralateral; así mismo se observan diferencias 
significativas en CA1 ipsilateral en la comparación del grupo control con los 
grupos de 40 y 60. ANOVA de 1 vía.M1 ipsiF3, 20 = 6.114, P=0.0040; M1 contra 
ipsiF3, 20 = 1.721, P=0.1950; CA1 ipsiF3, 20 = 8.571, P=0.007; CA1 contra F3, 20 = 
3.845, P=0.0253. *P<0.05. 
 
48 
 
 
 
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A continuación (Figura 7) se muestran microfotografías representativas de las 
áreas M1 de corteza cerebral y CA1 de hipocampo de los cortes de cerebro 
de rata con la tinción de violeta de cresilo. 
 
49 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
Figura 7. Microfotografìas de M1 y CA1 tomadas a 40x. Se muestran las dos áreas de interés para el 
conteo celular. A.1) M1 de CTRL B.1) CA1 de CTRL A.2) M1 de 20 B.2) CA1 de 20 A.3) M1 de 40 B.3) 
CA1 de 40 A.4) M1 de 60 B.4) CA1 de 60. 
A.1 
A.2 
A.3 
A.4 
B.1 
B.2 
B.3 
B.4 
50 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
10. Discusión 
 
 
El TCE en la población pediátrica se asocia además de la mortalidad y 
morbilidad inherente, con el desarrollo de enfermedades crónicas 
neurodegenerativas, por lo que se necesita del desarrollo de modelos 
adecuados que representan las condiciones en este grupo de la población 
para ofrecer nuevas terapias de tratamiento o terapias neuroprotectoras 
efectivas en el TCE (Kochanek et al, 2017; Robertson et al, 2007). 
 
Las aportaciones que se pueden hacer con el desarrollo de estos modelos de 
TCE pediátrico resultan muy relevantes, puesto que a través de los análisis 
neuroconductuales e histológicos se obtiene una mayor comprensión de los 
posibles mecanismos involucrados en los procesos fisiopatológicos a corto y 
largo plazo (Kochanek et al, 2017; Yarnell et al, 2016). Por tanto, el presente 
trabajo se enfocó en cubrir un área de oportunidad para el avance de las 
investigaciones en este tema, siguiendo protocolos ya establecidos acerca de 
la correspondencia de la edad de los modelos experimentales con relación a 
las etapasde desarrollo del ser humano (Kilb, 2012). 
 
10.1. Modificaciones del peso corporal e ingesta de alimento 
 
Los resultados obtenidos en este trabajo mostraron que las ratas inmaduras 
que fueron traumatizadas no presentaron una variación significativa en la 
ingesta de agua y alimento y por tanto tampoco en el peso corporal, a las 24 
horas post TCE. Adelson y colaboradores reportaron que un su modelo de 
TCE cerrado, las ratas inmaduras mostraron una disminución en la actividad 
motora y en el peso corporal, comparado con el grupo control, durante las 
primeras 72 horas y que estas mismas ratas con TCE mantuvieron una 
ganancia de peso menor durante los siguientes treinta días (Adelson et al, 
2000). Hallazgos similares a los de Adelson se han reportado en modelos de 
TCE de rata adulta, las cuales pierden peso a las 24 horas post TCE por una 
disminución en el consumo de alimento y agua (Estrada et al, 2018; Martínez 
et al, 2014). La diferencia de los datos observados puede radicar en que los 
51 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
distintos modelos de inducción de TCE, incluyendo la gravedad de la lesión, 
ocasionan disfunciones motoras diversas que pueden impedir que la rata se 
alimente y beba agua, lo que se ve reflejado en el peso corporal. El deterioro 
nutricional afecta el peso corporal y del cerebro (al reducir la densidad 
neuronal) a largo plazo, por lo que se debe de considerar el impacto de la 
nutrición posterior al TCE (Winick, 1983; Adelson et al, 2000). 
 
La edad en la que se trató a los sujetos experimentales (21 a 23 DPN) resulta 
ser una fase crucial en el desarrollo de la rata. Los mamíferos altriciales se 
alimentan solamente de la leche materna, una vez en la edad adulta, ingieren 
independientemente alimentos sólidos. La etapa intermedia entre estos dos 
procesos es el destete y es de suma importancia para la sucesión a la etapa 
adulta en los mamíferos (Sengupta, 2013). Los roedores criados 
artificialmente son destetados y separados de su madre al día postnatal 21 
día en que comienza la maduración sexual (Sengputa, 2012). En un sentido 
estricto, el proceso de destete involucra una reorganización en el desarrollo 
del comportamiento ingestivo, puesto que las ratas ahora deciden 
independientemente la cantidad y frecuencia de ingesta de alimento 
(Sengputa, 2013). Este proceso de destete también podría estar influyendo 
en la conducta de ingesta posterior al TCE. 
10.2. Cambios neuroconductuales 
 
Los resultados posteriores a un TCE varían por el mecanismo de lesión, la 
región cerebral afectada y por el grupo etario al que pertenece el sujeto 
(Pérez, 2018); en general, mientras menor edad tenga el sujeto que sufre el 
TCE, el resultado es peor y esto puede representar parte de los mecanismos 
de respuesta y de daño frente al TCE (Adelson et al, 2013). Una de las 
razones para la realización de este trabajo fue la obtención de un modelo de 
TCE en rata inmadura que pudiera representar mejor la gama de alteraciones 
presentes en la población pediátrica y que permitiera su evaluación 
comparativa a través de escalas probadas en otros trabajos y de esta forma 
lograr hacer inferencias dirigidas al contexto clínico del paciente pediátrico 
con TCE. 
52 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
 
Las escalas empleadas en este trabajo permiten evaluar el déficit sensorial, 
motor y de atención, como un reflejo de las alteraciones que podrían 
presentarse a nivel de sistema nervioso central (Yarnell et al, 2016; Hamm, 
2001; Mahmood et al., 2001; Hunter et al, 2000). Se usaron las escalas NSS 
y de Hunter para determinar la presencia de alteraciones neuroconductuales 
en los grupos experimentales. Los resultados obtenidos en las evaluaciones 
realizadas post TCE con ambas pruebas, demostraron un mayor deterioro 
neuroconductual en los grupos de TCE de 40 y 60, comparados contra el 
grupo control. Adelson y colaboradores reportaron, con evaluaciones de barra 
de equilibrio y de plano inclinado, que las ratas inmaduras sometidas a TCE 
grave presentaban un deterioro motor significativo a las 24 horas post TCE 
comparado con los controles y que estas diferencias eran observables hasta 
los 10 días post TCE (Adelson et al, 1997; Adelson et al, 2000). 
 
Mychasiuk y colaboradores evaluaron una serie de pruebas 
neuroconductuales en un modelo de rata inmadura con TCE moderado y 
reportaron que a las 24 horas post TCE se presentó déficit en las pruebas de 
barra de equilibrio y laberinto elevado; mientras que a las 48 horas se 
encontró déficit en las pruebas de campo abierto y reconocimiento de objetos 
(Mychasiuk et al, 2014). 
 
El deterioro neuroconductual se asocia frecuentemente con lesiones en la 
corteza cerebral y daño de regiones del hipocampo, entre otras lesiones y 
procesos fisiopatológicos (edema cerebral, modificaciones en la perfusión 
cerebral, cambios en la concentración de neurotransmisores, alteraciones del 
metabolismo cerebral y activación de respuestas inmunológicas) (Kochanek 
et al, 2017; Mychasiuk et al, 2014; Adelson et al, 2013; Huh et al, 2007; 
Robertson et al, 2007; Adelson et al, 2000) 
 
Los resultados obtenidos en este trabajo son comparables con los reportados 
en la literatura y tienen la ventaja de ser las observaciones de tres grados 
distintos de intensidad en el trauma, lo que se relaciona con el trauma leve, 
moderado y grave. La mayoría de los estudios publicados se han centrado en 
53 
 
 
 
Calzada-Reyes 2018 
 
el trauma grave, seguidos del moderado y es escasa la literatura que aborda 
los modelos de rata inmadura sobre los tres niveles de gravedad (Adelson et 
al, 2013) y más aún sobre el TCE leve o la concusión. Esta reportado que los 
pacientes con TCE leve pueden llegar a deteriorarse como consecuencia de 
los mecanismos de lesión secundaria y que no necesariamente todos los 
pacientes con TCE presentaran alguna manifestación clínica temprana de 
daño neurológico, a esta entidad se le conoce como trauma de cráneo menor 
y está asociada principalmente con el TCE leve o la concusión cerebral y un 
mal pronóstico clínico (Homer y Kleinman, 1999; Pérez, 2018). 
 
Ambas escalas, Hunter y NSS, permitieron observar diferencias 
estadísticamente significativas que demuestran que las repercusiones 
conductuales y motoras observadas se relacionan directamente con la 
intensidad del TCE. La integración de pruebas que evalúen otros parámetros 
enriquecerá el estudio del TCE a través de este modelo y permitirán obtener 
datos más cuantificables y precisos (Semple et al, 2016). 
 
10.3. Cambios histológicos en corteza motora e hipocampo 
 
Como se mencionó anteriormente, las estructuras cerebrales que 
frecuentemente se asocian con lesiones post TCE son la corteza cerebral y el 
hipocampo. En este trabajo se realizó el análisis de estas estructuras a través 
del conteo celular en cortes teñidos con violeta de cresilo y se realizó una 
observación del tejido cerebral (cortes coronales de aproximadamente 2 
milímetros de grosor) con tinción de TTZ para comprobar la existencia de 
lesiones por isquemia. 
Se sabe que la isquemia es uno de los principales mecanismos de lesión 
secundaria; el TTZ es una técnica útil para la detección de daño isquémico 
temprano (Shuzo et al, 2001). En este trabajo no se encontraron diferencias 
entre los grupos experimentales comparados contra el control, con relación a 
la presencia de isquemia. Biagas y colaboradores demostraron que, posterior 
a un TCE, la respuesta cerebrovascular es diferente según la edad, 
reportaron que las 24 horas post TCE se presenta un incremento del flujo 
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Calzada-Reyes 2018 
 
sanguíneo cerebral en las ratas inmaduras y disminuye en las ratas ancianas. 
La hiperemia se presentó durante los primeros tres días y en algunas 
regiones del cerebro de las ratas inmaduras persistió hasta por 7 días post 
TCE. Estos hallazgos pueden estar relacionados con procesos

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