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Analisis-proteomico-de-factores-de-transcripcion-de-Entamoeba-histolytica-durante-la-interaccion-con-celulas-MDCK

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UNIVERSIDAD	
  NACIONAL	
  AUTÓNOMA	
  
DE	
  MÉXICO	
  
	
  
	
   FACULTAD	
  DE	
  CIENCIAS	
  
	
  
	
  
Análisis	
  Proteómico	
  de	
  factores	
  de	
  transcripción	
  
de	
  Entamoeba	
  histolytica	
  durante	
  la	
  interacción	
  
con	
  células	
  MDCK	
  
	
  
	
  
T	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
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   QUE	
  	
  PARA	
  	
  OBTENER	
  	
  EL	
  	
  TÍTULO	
  	
  DE:	
   	
  
	
   B	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
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   P	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
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  S	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
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  T	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  A	
  :	
   	
  
	
   KAREN	
  RIOS	
  REYES	
  	
   	
  
	
  
	
   DIRECTOR	
  DE	
  TESIS:	
  	
  
DRA.	
  ELISA	
  IRENE	
  AZUARA	
  LICEAGA	
  
	
  
2013	
  
	
  
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
I	
  
	
  
1. Datos del alumno 
Ríos 
Reyes 
Karen 
55694671 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias 
Biología 
304037432 
 
2. Datos del tutor 
Dra 
Elisa Irene 
Azuara 
Liceaga 
 
3. Datos del sinodal 1 
Dr 
Victor Manuel 
Valdés 
López 
 
4. Datos del sinodal 2 
Dra 
María Elizbeth 
Álvarez 
Sánchez 
 
5. Datos del sinodal 3 
Dra 
Abigail 
Betanzos 
Fernández 
 
6. Datos del sinodal 4 
Dra 
Claudia 
Cervantes 
Rebolledo 
 
7. Datos del trabajo escrito 
Análisis Proteómico de factores de transcripción de Entamoeba 
histolytica durante la interacción con células MDCK 
147 p 
2013 
 
 
 
 
II	
  
	
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este proyecto se realizó en el Posgrado de Ciencias 
Genómicas, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de 
México, bajo la dirección de la Dra. Elisa Irene Azuara Liceaga 
con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CB-
2007-01-79293, UACM-ICyT PI2010-17 e ICyTDF/328/2011. 
 
 
 
 
III	
  
	
  
Agradecimientos 
 
Agradezco en forma muy especial a la Dra. Elisa Irene Azuara Liceaga por la 
dirección de este trabajo, por el apoyo y la confianza depositada en mí para 
alcanzar esta meta. 
A la Dra. María Elizbeth Álvarez Sánchez por su apoyo y sugerencias para la 
tesis. 
A la Dra. Ma. Esther Orozco Orozco por permitirnos hacer uso de su 
laboratorio. 
A la Dra. Guillermina García Rivera por su ayuda en las inmunodetecciones, su 
apoyo y disponibilidad. 
A la Dra. Abigail Betanzos Fernández por la donación de las células MDCK, su 
apoyo, disponibilidad y sugerencias. 
Al Dr. José de Jesús Olivares Trejo y el Dr. Cesar López Camarillo por el 
préstamo de los anticuerpos. 
Al Dr. Víctor Manuel Valdés López, al Dr. Ángel Iván Orlando Rubio Gayosso y 
la Dra. Claudia Cervantes Rebolledo por su apoyo, disponibilidad y sugerencias 
en la revisión y comentarios para esta tesis. 
Al M. en C. Eduardo Carrllo Tapia por su ayuda para visualizar las 
preparaciones en el microscopio confocal. 
A la M. en C. Laura Vázquez por su ayuda para la estandarización de la 2-D. 
A mis compañeros y amigos de Laboratorio Itzel López, Helios Cárdenas, Olga 
Hernández, Alí Flores, Jacqueline Castañeda, José L. Villalpando, Miguel 
Fonseca, Michael Del Moral, Alma Villalobos, Carlos Galicia y Brenda Herrera, 
por su apoyo, disponibilidad, confianza, sugerencias y amistad. 
 
IV	
  
	
  
Dedicatoria 
 
“Dedico esta tesis a mi gran amiga Raquel Ríos Reyes, que es lo que más 
amo en este mundo, sin ella nada de esto sería posible, sin su 
incondicional apoyo, paciencia, preocupación y consejos constantes que 
siempre me han impulsado a continuar; la vida me hizo muy afortunada 
de tenerla como madre” 
 
A mis abuelos, Yolanda Reyes y Silviano Ríos, por su amor, apoyo y confianza 
en todas mis metas. 
 
A mis tíos y mis primos que en todo momento me han apoyado y me brindan 
en todo momento confianza. 
 
A todos mis amigos por su apoyo, confianza y gran amistad. 
 
A esas personas especiales que han estado conmigo cuando más lo he 
necesitado. 
 
 
 
 
 
 
V	
  
	
  	
  
INDICE 
 
 
 
Agradecimientos 
Dedicatoria 
Abreviaturas 
Lista de figuras 
Lista de tablas 
Resumen 
Introducción 
1. Entamoeba histolytica 
1.1. Historia. 
1.2. Taxonomía 
1.3. Morfología 
1.3.1. Trofozoito 
1.3.2. Quiste 
1.4. Ciclo de vida 
2. Amebiasis 
2.1. Epidemiología 
2.2. Cuadro clínico 
2.2.1. Amebiasis intestinal 
2.2.2. Absceso hepático amebiano (AHA) 
2.3. Diagnóstico 
2.4. Tratamiento 
3. Genoma de E. histolytica 
3.1. Transcripción en E. histolytica 
4. Mecanismos de Virulencia 
4.1. Adhesión 
4.2. Citólisis 
4.3. Fagocitosis 
4.4. Resistencia al estrés oxidativo 
Pág. 
 
 
II 
III 
VII 
X 
XII 
1 
2 
2 
2 
4 
5 
6 
9 
10 
13 
14 
18 
18 
19 
20 
22 
24 
29 
31 
33 
36 
40 
42 
VI	
  
	
  
 
 
5. Estado del arte 
5.1. Antecedentes particulares del proyecto 
5.1.1. Proteómica organelar 
6. Hipótesis 
7. Objetivos 
1) General 
2) Particulares 
8. Justificación 
9. Estrategia experimental 
10. Materiales y métodos 
A) Cultivos de trofozoítos de E. histolytica 
B) Cultivo de células MDCK 
C) Efecto citopático de los trofozoítos sobre células MDCK 
D) Cinética de interacción de E. histolytica con células 
MDCK 
E) Extracción de proteínas totales de los trofozoítos de E. 
histolytica. 
F) Determinación de la concentración de proteínas 
G) Electroforesis de proteínas en condiciones 
desnaturalizantes 
H) Transferencia de proteínas a membranas de 
nitrocelulosa 
I) Ensayos de inmunodetección 
J) Obtención de extractos nucleares de E. histolytica 
K) Purificación de proteínas 
L) Electroforesis de proteínas en doble dimensión (2-D) 
M) Tinción de los geles 
N) Análisis PD-Quest 
O) Identificación por MALDI-TOF 
P) Análisis in silico de las proteínas identificadas 
Q) Inmunofluorescencia 
Pág. 
 
45 
49 
49 
52 
53 
 
 
54 
55 
56 
56 
56 
57 
58 
 
58 
 
58 
59 
 
59 
 
60 
60 
61 
62 
63 
63 
64 
64 
65 
VII	
  
	
  
 
 
11. Resultados 
I. Estandarización de las condiciones de interacción de 
trofozoítos de Entamoeba histolytica con células MDCK 
II. Determinación del tiempo de interacción de E. 
histolytica-MDCK dondese observan cambios en la 
expresión de proteínas 
III. Obtención de extractos nucleares de E. histolytica en 
condiciones basales y durante la interacción de 30 
minutos con células MDCK 
IV. Análisis del proteoma nuclear en condiciones basales 
V. Análisis comparativo del proteoma nuclear de E. 
histolytica antes y después de la interacción con células 
MDCK 
VI. Identificación de proteínas de E. histolytica con 
expresión diferencial después de la interacción con 
células MDCK 
VII. Análisis in silico de las proteínas identificadas 
VIII. Inmunodetección de la proteína Hsp60 en E. histolytica 
IX. Inmunolocalización de la proteína Hsp60 en E. 
histolytica 
12. Discusión 
13. Conclusiones 
14. Referencias bibliográficas 
15. Apéndice 1 
16. Apéndice 2 
Pág. 
 
66 
66 
 
68 
 
 
71 
 
 
73 
75 
 
 
79 
 
 
82 
86 
88 
 
90 
101 
102 
122 
128 
 
 
 
 
 
VIII	
  
	
  
Lista de abreviaturas 
 
° C Grados centígrados 
3’ UTR Región 3’ no traducida 
5’ UTR Región 5’ no traducida 
aa Aminoácidos 
AHA Absceso hepático amebiano 
RNAt Ácido ribonucleico de transferencia 
BLAST Herramienta de Búsqueda de Alineación Local Básica (Por 
sus siglas en inglés, Basic Local Alignment Search Tool) 
BSA Albúmina sérica de bovino 
CHAPS 3 - [(3-colamidopropil) dimetillamonio] propanosulfanato 
CO2 Dióxido de carbono 
DAPI 4’6-diamidino-2-fenilindole 
DMEM Medio de Águila Modificado de Dulbecco (del inglés, 
Dulbecco's Modified Eagle Medium) 
DNA Ácido desoxirribonucleico 
DTT Dithiotreitol 
E64 L–trans–epoxisuccinil–leucil–amido (4–guanidino) butano 
EDTA Ácido etilendiaminotetraacético 
 
EGTA Ácido tetracético etileno glicol 
EC Extractos citoplásmicos 
EM Espectrofotometría de masas 
EN Extractos nucleares 
ET Extractos totales 
Fe-SOD Fe-superóxido dismutasa 
h Horas 
HCl Ácido clorhídrico 
H2O2 Peróxido de hidrógeno 
IX	
  
	
  
HRP Peroxidasa de rábano 
HEPES Ácido 4-(2-hydroxietil)-1-piperazinaetanosulfónico 
Inr Elemento iniciador 
IPG Gradiente de pH inmovilizado (del inglés, immobilized pH 
gradient) 
Kb Kilopares de bases 
KCl Cloruro de potasio 
MDCK Línea celular de epitelio de riñón canino Madin-Darby 
mRNA Ácido ribonucleico mensajero 
NaCl Cloruro de sodio 
ng Nanogramo 
NP40 Tergitol NP-40 
O/N Toda la noche (del inglés, over night) 
O2- Radical superóxido 
ONOO Peroxinitrito 
PAGE Electroforesis en geles de poliacrilamida 
pb Pares de bases 
PBS Solución salina amortiguada por fosfatos 
PCR Reacción en Cadena de la Polimerasa 
pHMB p-hidroximercuribenzoato 
pH Potencial Hidrógeno 
Prxs Peroxirredoxinas 
PFOR Piruvato ferredoxin oxidorreductasa 
PIP2 Fosfoinosítidosfosfatidilinositol-4.5-difosfato 
PMSF Floruro de fenilmetilsulfonilo 
PSA Persulfáto de amonio 
rDNA Ácido desoxiribonucleico ribosomal 
SDS Dodecil Sulfato de Sodio 
X	
  
	
  	
  
seg Segundo 
sIgA Inmunoglobulinas A 
TCA Ácido tricloroacético 
TEMED Del inglés,N,N,N',N'-Tetramethylethylenediamine 
TER Resistencia eléctrica transepitelial 
TJs Uniones estrechas 
TOF Tiempo de Vuelo (del ingles, Time Of Flight) 
V Volts 
xg Fuerza centrifuga 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
XI	
  
	
  
Lista de figuras 
 
 
 
Figura 1. 
 
 
Figura 2. 
 
 
Figura 3. 
 
Figura 4. 
 
 
Figura 5. 
 
Figura 6. 
 
Figura 7. 
 
Figura 8. 
 
 
Figura 9. 
 
 
Figura 10. 
 
 
Figura 11. 
 
 
Figura 12. 
 
 
Figura 13. 
 
 
 
Figura 14. 
 
 
Figura 15. 
 
 
 
 
 
Diferentes representaciones de la etapa trofozoíto de E. 
histolytica 
 
Procesos de transformación de E. histolytica de su 
forma trofozoíto, pre-quiste y quiste 
 
Eritrofagocitosis de E. histolytica 
 
Diferentes representaciones de la etapa quiste de E. 
histolytica 
 
Ciclo de vida de Entamoeba histolytica 
 
Casos e incidencia de amebiasis en México 2003-2008 
 
Incidencia de amebiasis intestinal en México 2008 
 
Porcentaje de amebiasis intestinal por sexo en México 
durante el 2008 
 
Casos e incidencia de amebiasis intestinal por grupo de 
edad en México (2008) 
 
Proteínas de adhesión y secreción presentes en la 
superficie celular de E. histolytica 
 
Modelo de expresión de cistein proteasas durante la 
infección por E. histolytica 
 
Representación esquemática de los eventos que 
ocurren durante la fagocitosis de E. histolytica 
 
Factores de patogenicidad de E. histolytica que han 
sido identificados utilizando herramientas genómicas y 
proteómicas 
 
Técnicas que permiten el estudio de proteínas 
 
 
Efecto citopático de los trofozoítos de E. histolytica 
después de adhesión a células MDCK 
 
 
Pág. 
 
7 
 
 
8 
 
 
8 
 
9 
 
 
12 
 
15 
 
16 
 
16 
 
 
17 
 
 
35 
 
 
39 
 
 
41 
 
 
44 
 
 
 
48 
 
 
 
67 
 
 
XII	
  
	
  
 
 
Figura 16. 
 
 
Figura 17. 
 
 
Figura 18. 
 
 
Figura 19. 
 
 
Figura 20. 
 
 
Figura 21. 
 
 
Figura 22. 
 
 
Figura 23. 
 
 
Figura 24. 
 
Figura 25. 
 
 
 
 
 
 
Análisis de la expresión de proteínas amebianas 
durante la interacción con células MDCK 
 
Fraccionamiento de proteínas nucleares y citoplásmicas 
de E. histolytica 
 
Proteoma nuclear de E. histolytica en condiciones 
basales 
 
Proteoma nuclear de E. histolytica antes y después de 
la interacción con células MDCK 
 
Expresión diferencial de proteínas visualizados con la 
herramienta Scatter plot 
 
Análisis de los spots seleccionados para su 
identificación 
 
Análisis de la secuencia de la proteína profilina de E. 
histolytica identificada 
 
Análisis de la secuencia de la proteína Hsp60 de E. 
histolytica identificada 
 
Inmunodetección de la proteína Hsp60 de E. histolytica 
 
Inmunolocalización de la proteína Hsp60 de E. 
histolytica 
Pág. 
 
70 
 
 
72 
 
 
74 
 
 
77 
 
 
78 
 
 
80 
 
 
84 
 
 
85 
 
 
87 
 
89 
 
 
 
	
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
XIII	
  
	
  
Lista de tablas 
 
 
Tabla 1. 
 
Tabla 2. 
 
 
Tabla 3. 
 
 
Tabla 4. 
 
 
Tabla 5. 
 
 
 
Tabla 6. 
 
 
 
 
Comparación de métodos diagnósticos 
 
Pruebas diagnóstico de laboratorio más sensibles para 
identificar E. histolytica 
 
Resumen estadístico del genoma para determinados 
organismos unicelulares con genomas secuenciados 
 
Dominios más abundantes en el proteóma de E. 
histolytica determinados por Pfam 
 
Factores de transcripción representativos de E. 
histolytica, su correspondiente motivo de unión a DNA y 
los enfoques moleculares utilizados para caracterizarlos 
 
Proteínas identificadas por espectometría de masas 
MALDI-TOF 
 
Pág. 
 
21 
 
22 
 
 
26 
 
 
28 
 
 
30 
 
 
 
81 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1	
  
	
  
Resumen 
Entamoeba histolytica es el protozoario agente causal de la amebiasis humana. 
Durante la interacción de este parásito con su huésped se activan diferentes 
mecanismos moleculares que favorecen el establecimiento de la infección y la 
invasión, tales como la adhesión, citólisis y fagocitosis de células blanco. Estos 
procesos son mediados por diferentes proteínas consideradas como factores 
de virulencia como son las adhesinas, proteasas, proteínas relacionadas con 
transporte vesicular, etcétera. Estas proteínas presentan una expresión 
diferencial en respuesta a diversos estímulos microambientales, los cuales 
dependen de la interacción del parásito con receptores de las células blanco, 
desencadenando una serie de cascadas de señalización que culminan en el 
núcleo. Tomando en cuenta que en el núcleo residen diferentes proteínas 
como los factores de transcripción, polimerasas y proteínas involucradas en la 
arquitectura nuclear, las cuales participan en la regulación de la expresión de 
los genes involucrados en la virulencia, el objetivo de este trabajo fue analizar 
el proteoma nuclear de E. histolytica. Para ello se hizo uso de la proteómica 
organelar, la cual tiene como ventaja que al analizar un extracto proteico deun 
determinado organelo se reduce la complejidad del proteoma, además de 
permitir la identificación de proteínas poco abundantes como los factores de 
transcripción. En este trabajo empleamos como modelo las células epiteliales 
MDCK, como un tipo de células blanco como las que conforman el epitelio. 
Después de establecer el mejor tiempo de interacción parásito-huésped, 
analizamos los proteomas nucleares antes (condiciones de cultivo basales) y 
después de la interacción. La relevancia funcional de estos cambios deberán 
analizarse con más detalle en estudios posteriores para determinar su 
participación durante la virulencia de este patógeno. 
 
 
 
2	
  
	
  
Introducción 
 
 
1. Entamoeba histolytica 
 
La amebiasis es la infección del tracto gastrointestinal del humano, causada 
por el protozoario parásito Entamoeba histolytica (Espinosa-Cantellano y 
Martínez-Palomo, 2000). Los trofozoítos de E. histolytica pueden penetrar a 
través de la mucosa intestinal y causar inflamación, lo que origina colitis 
amebiana. Además, los trofozoítos pueden diseminarse a través de la 
circulación hacia otros órganos, causando amebiasis extraintestinal (Hughes y 
Petri, 2000). Afecta principalmente el hígado, donde induce la formación de 
abscesos, conocido como absceso hepático amebiano (AHA) (Stanley, 2003). 
En menor frecuencia los trofozoítos se diseminan hacia pulmón, cerebro, piel y 
riñón (Espinosa-Cantellano y Martínez-Palomo, 2000; Haque y col., 2003). 
Aunque las formas intestinales de la enfermedad son más frecuentes, la 
infección extraintestinal causa la principal morbilidad y mortalidad por este 
organismo. La infección por E. histolytica puede ser asintomática o sintomática, 
sin embargo los factores que lo determinan no se conocen en su totalidad, 
aunque, se han propuesto algunos, entre los que destacan: los factores 
genéticos del hospedero o del parásito, así como la naturaleza de la respuesta 
inmune, infecciones concomitantes e incluso la dieta (Davis y col., 2006; 
González y col., 2008; Lejeune, 2009; Mendoza-Macías, 2009; Anaya-
Velázquez y Padilla-Vaca, 2011). Existen múltiples especies de protozoarios 
parásitos del género Entamoeba que infectan a los humanos, sin embargo E. 
histolytica es la única especie conocida que causa enfermedad (López, 2008). 
 
 
1.1. Historia 
 
El término amiba proviene del griego amoibe que significa cambio (morfología 
y gran movilidad), de ahí el nombre de la enfermedad conocida como 
“amebiasis”. Así, la humanidad ha padecido desde tiempos inmemorables el 
3	
  
	
  
azote de la disentería descrita por Celso e Hipócrates con el nombre de “flujo 
de vientre”. Hipócrates (460 a 377 a.C.) reconoció la amebiasis en un paciente 
con disentería y fiebre. Posteriormente, en el Antiguo Testamento y en el libro 
“Medicina Interna Clásica” de Hung Ti (140 a 87 a.C.) se describe a la 
disentería (Pinilla y col., 2008). E. histolytica fue descrita por primera ves en 
Rusia por Friedrich Lösch en 1873, quién la aisló de un joven paciente 
campesino del puerto de Azkhanglsk con disentería e incluso, estableció la 
relación existente entre la enfermedad y el protozoario (Lesh, 1975). 
 
Sin embargo fue hasta principios del siglo XX, que Shaudinn en 1903 propuso 
el nombre de Entamoeba histolytica, para designar a la especie patógena. 
Después, Emile Brumpt en 1925, se basó en las observaciones clínicas, 
epidemiológicas y en estudios experimentales en gatos, para señalar la 
existencia de dos especies distintas Entamoeba dispar y Entamoeba 
dysenteriae, morfológicamente idénticas, pero con la particularidad de que la 
primera especie actuaba únicamente como comensal en el intestino humano y 
la segunda especie presentaba un potencial patógeno. Sin embargo, este 
planteamiento fue rechazado por la comunidad científica internacional. En 
1928, la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica dictaminó que 
Entamoeba fuese sinónimo de Endamoeba; aunque en 1954 se legitimó el uso 
de Entamoeba como nombre genérico. 
 
En los años sesenta, Louis Diamond y colaboradores desarrollaron un medio 
de cultivo axénico para E. histolytica denominado medio monofásico TPS-1 que 
comenzó a tener amplio uso; sin embargo, posteriormente fue reemplazado por 
el medio TYI-S-33 que aún se encuentra en uso. Robinson, ese mismo año 
describió el medio bifásico como un medio mixto para el cultivo de amibas a 
partir de heces. En 1978, Sareaunt y sus colaboradores, confirmaron que E. 
histolytica está constituida por cepas patógenas y no patógenas, utilizando 
estudios electroforéticos de isoenzimas en cepas de E. histolytica aisladas de 
pacientes con manifestaciones clínicas de amebiasis y de portadores 
asintomáticos (López, 2008). 
 
4	
  
	
  
En 1933, Diamond y Clark reafirman la hipótesis de Brumpt de 1925 sobre la 
evidencia de la existencia de dos especies morfológicamente idénticas pero 
una patógena (E. histolytica) y otra no patógena (E. dispar), a través de 
estudios bioquímicos, inmunológicos y genéticos. Sin embargo, fue hasta 1997 
que la OMS aceptó esta hipótesis, cuando el comité de expertos, reunidos en la 
Ciudad de México, reglamentó la existencia de dos especies morfológicamente 
idénticas, pero con patrones isoenzimáticos diferentes. De manera que si en 
pacientes sintomáticos se detecta la presencia de quistes y trofozoítos de E. 
histolytica con glóbulos rojos en el citoplasma a través de exámenes por 
microscopía de luz, se recomienda iniciar tratamiento (Pinilla y col., 2008). 
 
 
1.2. Taxonomía 
 
El género Entamoeba son amebas que se caracterizan por la presencia de un 
núcleo vesicular, con un cariosoma comparativamente pequeño, localizado en 
su centro y con unos números variables de gránulos de cromatina periféricos 
adosados a la membrana nuclear. Todas las especies pueden distinguirse por 
diferencias morfológicas, excepto E. histolytica y E. hartmanni, que se 
diferenciaron en un principio por sus tamaños (Ponce-Gordo y Martínez-Dáz, 
2010). En los últimos años se ha impuesto la tendencia a diferenciarlos por 
características serológicas y patogénicas. 
 
La sistemática de los eucariontes ameboides sigue en constante estudio. No 
existen características fenotípicas que unan al grupo más que la forma de 
locomoción (Hinkle y col., 1994). A diferencia de los eucariontes típicos, la 
amiba no posee mitocondrias, por lo que se ha ubicado en el infraphilum 
Archamoebae (Cavalier-Smith, 1993). Los avances más recientes en la 
secuenciación del genoma de E. histolytica han permitido la identificación de 
genes que codifican para proteínas putativas típicas de la mitocondria 
(Maralikova y col., 2010; Miichi y col., 2011). Sin embargo, se ha encontrado un 
organelo derivado mitocondrial llamado “crypton”, que aunque no contiene 
enzimas de fosforilación oxidativa (como la mitocondria), se han encontrado 
5	
  
	
  
remanentes de proteínas mitocondriales como Hsp60, Hsp70, PNT y 
mitosomas (Mai y col., 1998; M van der Giezen y col., 2004). Estudios 
filogenéticos basados en la subunidad pequeña del DNA ribosomal (rDNA) 
(Sogin y Silberman, 1998) y en factores de alargamiento (Shirakura y col., 
1994; Baldauf, 1996), muestran que la divergencia entre las especies de 
Entamoeba, es relativamente posterior. Estos resultados sugieren que las 
especies de Entamoeba no representan un linaje de divergencia temprana, sino 
que su falta de mitocondria se debe a una pérdida secundaria. Sin embargo, se 
requieren de más estudios para conocer la posición evolutiva correcta de la 
especie Entamoeba en la filogenia eucariota. E. histolytica es un parásito que 
se ha clasificado taxonómicamente de la siguiente manera (según 
Systemanaturae 2000, http://sn2000.taxonomy.nl/main/classification/1078.htm): 
 
Biota 
 Dominio Eukaryota– eucariontes 
 Reino Protozoa (Goldfuss, 1818; R. Owen, 1858) – protozoa 
 Subreino SarcomastigotaFilum Amoebozoa (Lühe, 1913; Corliss, 1984) 
 Subfilum Conosa (Cavalier-Smith, 1998) 
 Infrafilum Archamoebea (Cavalier-Smith, 1983; Cavalier-Smith y col., 1998) 
 Clase Archamoebea (Cavalier-Smith, 1983; Cavalier-Smith y col., 2004) 
 Orden Pelobiontida (Page, 1976) 
 Familia Entamoebidae (Chatton, 1925) 
 Género Entamoeba (Casagrandi y Barbagallo, 1895) 
 Especie Entamoeba histolytica (Schaudnn, 1903) 
 
 
1.3. Morfología 
 
El ciclo de vida de E. histolytica es monoxeno con dos etapas 
morfológicamente distinguibles, el quiste y el trofozoíto. 
 
6	
  
	
  
1.3.1. Trofozoíto 
 
El trofozoíto es la forma invasiva (vegetativa) de E. histolytica. Es un organismo 
anaerobio facultativo, con un tamaño de apenas 4 a 5 veces mayor que un 
glóbulo rojo. Tiene un diámetro de 12 a 40 µm, con un valor medio de 20 µm 
de diámetro. Es móvil gracias a su ectoplasma que le permite formar un 
pseudópodo, el cual es una extension citoplasmática que puede formarse en 
cualquier punto de la superficie del protozoario. En el extremo posterior del 
organismo se encuentra el uroide. Su citoesqueleto es relativamente simple, 
constituido por microfilamentos de actina, microtúbulos de tubulina y filamentos 
intermedios. En el genoma de este protozoario no han sido identificados genes 
codificantes para proteínas de filamentos intermedios, incluyendo keratinas y 
vimentina, lo cual revela que estos elementos, en particular se encuentran poco 
conservados a lo largo de la escala evolutiva. Por el contrario, los genes 
correspondientes a componentes de microfilamentos, actina y proteínas 
asociadas, se encuentran ampliamente representados, lo cual supone que el 
citoesqueleto rico en actina es muy dinámico en este protozoario (Archibald y 
col., 2003). 
 
Su citoplasma carece de algunos organelos que se encuentran en la mayoría 
de los eucariontes como son: citoesqueleto estructurado, microtúbulos 
citoplasmáticos, mitocondrias y sistema de lisosomas primarios y secundarios. 
Sin embargo, se le han detectado estructuras subcelulares membranosas que 
podrían corresponder al retículo endoplásmico y al aparato de Golgi (Ghosh y 
col., 2000). E. histolytica se alimenta por fagocitosis y digestión intracelular de 
nutrientes, se diferencia de los procariontes por tener un núcleo organizado, 
genoma complejo y superficie constituida por una sola membrana plasmática 
(Riquelme y Uribe, 2004; Tannich, 1989). 
 
Visto al microscopio electrónico de transmisión (Fig. 1), este parásito tiene 
citoplasma hialino, aparece como un conjunto de vacuolas dispuestas en una 
matriz granular. Muchas veces estas vacuolas contienen glóbulos rojos (más 
7	
  
	
  
en casos de disentería). Otras veces se encuentran llenas de almidón o de 
fragmentos de bacterias. 
 
 
 
Figura 1. Diferentes representaciones de la etapa trofozoíto de E. histolytica. A 
la izquierda, dibujo; central, en microscopio de luz sin teñir (fresco) y derecha, con 
azul de metileno (teñido). Se observa el núcleo, el citoplasma hialino y aparece un 
conjunto de vacuolas dispuestas en una matriz granular. Tomado de 
http://www.dpd.cdc.gov/dpdx/Default.htm, 2013. 
 
 
Cuando los trofozoítos se transforman en formas quísticas de resistencia, 
expulsan todo el material ingerido y se redondean, a esta fase se le denomina 
forma prequística y puede reconocerse por la presencia de uno a dos únicos 
núcleos redondeados, la ausencia de materiales fagocitados y la ausencia de 
pared quística (Montoya, 2008). Por mitosis se forma el quiste maduro de 4 
núcleos, el cual se elimina por deposición formada, no en las diarreicas, las 
cuales eliminan predominantemente trofozoítos (Fig. 2). 
 
Las amibas pueden fagocitar eritrocitos (Fig. 3), pero suelen hacerlo cuando se 
trata de afecciones crónicas. El eritrocito recién fagocitado, aparece en el 
citoplasma amebiano como un cuerpo retráctil de color gris pálido. Aunque la 
fagocitosis de eritrocitos ha sido descrita en otras amibas, es tan rara que, para 
8	
  
	
  
efectos prácticos, debe considerarse exclusiva de E. histolytica (Huston, 2003; 
Aslam, 2012). 
 
Figura 2. Procesos de transformación de E. histolytica de su forma trofozoíto, 
pre-quiste y quiste. En el esquema se ilustran los cambios morfológicos de E. 
histolytica. Fila superior: la forma pre quiste tiene de 1 a 2 núcleos (1 y 2) y por 
mitosis forman el quiste maduro de 4 núcleos (3 y 4). Fila inferior: forma trofozoíto 
(1), forma pre quiste (2 y 3) y quiste maduro (4). Tomado 
dehttp://www.dpd.cdc.gov/dpdx/Default.htm, 2013. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 3. Eritrofagocitosis de E. histolytica. Trofozoítos de la cepa HM-1:IMSS 
incubados con eritrocitos en cajas Petri. 1) Interacción entre trofozoítos y eritrocitos. 2) 
Eritrocitos fagocitados dentro de los trofozoítos. Tomada de Trissl y col., 1978. 
 
9	
  
	
  
1.3.2. Quiste 
 
Los quistes se reconocen por la presencia de una pared quística hialina. 
Generalmente son esféricos, pero pueden ser ovoides o irregulares (Fig. 4), 
variando mucho en tamaño (entre 10 y 20 µm de diámetro). Presentan una 
cubierta gruesa, poseen una membrana bilaminar y en su interior de 1 a 4 
núcleos, según su grado de madurez. En algunas cepas de E. histolytica los 
cariosomas son excéntricos y en otras la cromátina periférica forma finas 
láminas sobre la membrana nuclear, en lugar de gránulos. Otra variante, en 
cuanto a estructura nuclear, es la acumulación de toda la cromatina periférica 
en forma semilunar, hacia un lado de la membrana nuclear. En el citoplasma 
pueden encontrarse una o más barras cromatoidales de una longitud casi igual 
al diámetro del quiste o mucho más cortas (Ash y Orihel, 2010). Su citoplasma 
es incoloro permitiendo la visualización de cuerpos cromatoides y nucléolos, 
además de poseer vacuolas de glicógeno. 
 
 
 
Figura 4. Diferentes representaciones de la etapa quiste de E. histolytica. 
Derecha, Dibujo; central, microscopio de luz (fresco) y derecha, una tinción con azul 
de metileno (teñido), donde se muestra su forma esférica, la pared hialina, una 
cubierta gruesa, membrana bilaminar y la presencia de 1 a 4 núcleos. Tomado de 
http://www.dpd.cdc.gov/dpdx/Default.htm, 2013. 
 
 
10	
  
	
  
Los quistes son relativamente resistentes, aunque no soportan la desecación, 
las temperaturas superiores a 55°C, ni la supercloración o yodación de las 
aguas potables. Pueden sobrevivir fuera del huésped por semanas o meses en 
un ambiente húmedo (Jones y Newton, 1950; Mitsuru Nakamura, 1953). Los 
quistes son resistentes a la degradación en el estómago y pasan al intestino 
delgado, donde ocurre la exquistación y la liberación del trofozoíto (Espinoza-
Castellano, 2000; Hughes, 2000). Hasta la fecha, dicho evento es poco 
entendido por la incacidad de reproducir el fenómeno de enquistamiento in 
vitro; sin embargo, se ha encontrado que una especie que infecta a reptiles en 
E. invadens la quitina (polímero de N-acetilglucosamina unida por enlaces α 1-
4) tiene un rol importante en la transformación in vitro del trofozoítos a quiste. 
Ésto se ha comprobado utilizando inhibidores específicos de quitina, los cuales 
disminuyen notablemente el número de quistes formados en cultivo (Caballero-
Salcedo, 1994). 
 
 
1.4. Ciclo de vida 
 
El ciclo de vida de E. histolytica involucra las fases quiste y trofozoíto. Este 
ciclo se inicia con la ingestión de quistes maduros al consumir alimentos 
contaminados. Los seres humanos son la única fuente directa o indirecta de 
transmisión del parásito, ya sea por medio de las manos, alimentos y las 
bebidas contaminadas con heces humanas (Hughes, 2000). Los quistes pasan 
por el estómago, donde debido a su dura cubierta no son dañados aunque si 
reblandecidos por la acción de los jugos gástricos y pancreáticos.Ésto permite 
su exquistación en el intestino delgado, donde el aumento de pH y la tripsina 
favorecen la liberación de los trofozoítos, los cuales se multiplican por fisión 
binaria y pueden desarrollar infección asintomática si permanecen formando 
agregados en la capa de mucina, donde no producen invasión (Biller, 2009). Si 
los trofozoítos permanecen en el intestino se deshidratan, excretando parte de 
sus reservas alimenticias de las vacuolas digestivas, toman forma esférica y 
pierden su movilidad, estadio conocido como prequiste. Posteriormente, éstos 
producen una pared de quitina y forman pilas de ribosomas que, a su vez, 
11	
  
	
  
constituyen los cuerpos cromidiales y se transforman en quistes uninucleados 
inmaduros y recubiertos (Haque, 2003). 
 
Si los prequistes continuan avanzando por el colón, inicia un proceso de 
división celular que da lugar a un quiste tetranuclear, en el cual termina el 
proceso de formación de la pared del quiste. Posteriormente, el quiste es 
expulsado con la materia fecal cerrándose el ciclo (Haque, 2003). En algunas 
ocasiones los trofozoítos en el colon penetran al torrente sanguíneo llegando a 
otros órganos e invadiéndolos (amebiasis extraintestinal) dando lugar a la 
formación de absesos en hígado, pulmones y cerebro (Fig. 5) (Tanyksel, 2003; 
Gómez, 2007). Los trofozoítos pueden también ser infectantes en la práctica de 
sexo anal, causando lesiones en la piel (Hughes, 2000). 
 
 
12	
  
	
  
 
Figura 5. Ciclo de vida de E. histolytica. Los quistes y los trofozoítos se transfieren 
en las heces (1). La infección por E. histolytica ocurre al ingerir quistes (2) en la 
comida contaminada con materia fecal, agua o en las manos. La exquistación (3) 
ocurre en el intestino delgado y los trofozoítos (4) liberados migran al intestino grueso. 
Los trofozoítos se multiplican por fisión binaria y producen quistes (5), los cuales son 
expulsados en las heces (1). En muchos casos, los trofozoítos se limitan 
exclusivamente al lumen intestinal (A: infección no invasiva) de individuos que son 
portadores asintomáticos y expulsan quistes en las heces. En algunos pacientes los 
trofozoítos invaden la mucosa intestinal (B: enfermedad intestinal) o a través del 
torrente sanguíneo, invaden órganos como hígado, cerebro y pulmones (C: 
enfermedad extraintestinal), con resultantes de manifestaciones patológicas. Tomado 
del URL http://www.dpd.cdc.gov/dpdx/HTML/ImageLibrary/Amebiasis_il.htm. 
13	
  
	
  
2. Amebiasis 
 
La sintomatología de la amebiasis depende en gran medida de la extensión de 
la invasión tisular y de si está confinada al tubo intestinal o se ha extendido a 
otros órganos. La amebiasis intestinal es la forma más frecuente, siendo a 
menudo asintomática; algunos pacientes con amebiasis intestinal muestran una 
sintomatología vaga e inespecífica. Si bien estos síntomas pueden desaparecer 
o disminuir tras un tratamiento anti-amebiano, no pueden relacionarse 
directamente con la infección. Aunque también se pueden presentar síntomas 
más definidos, tales como diarrea o disentería, calambres, dolores 
abdominales, flatulencia, anorexia, pérdida de peso y fatiga crónica (Gómez y 
col., 2007; Hughes y Petri, 2000). 
 
E. histolytica vive usualmente como comensal en el lumen del intestino grueso 
del hombre, provocando una amebiasis luminal benigna. Sin embargo, bajo 
ciertas condiciones del huésped como la desnutrición, la presencia de un 
estado inmunológico débil y otras causas no bien estudiadas aún, el parásito es 
capaz de invadir la mucosa intestinal y provocar disentería amebiana. De 
manera interesante, estos eventos correlacionan con cambios en la expresión 
de genes de virulencia de los trofozoítos invasivos (Hughes y Petri, 2000). 
 
La amebiasis prevalece principalmente en los países en vías de desarrollo, en 
donde las condiciones socioeconómicas, de sanidad e higiene son deficientes. 
Estas condiciones propician un estado de inmunosupresión en los individuos, 
los cuales adquieren predisposición y riesgos importantes frente a las 
infecciones, en especial a aquellas producidas por protozoarios parásitos que 
habitan en el tracto gastrointestinal, como lo es E. histolytica (Martinez-Palomo, 
1987; Ravdin y col., 1988). 
 
 
 
14	
  
	
  
2.1. Epidemiología 
 
La infección por E. histolytica tiene una alta incidencia, siendo la amebiasis 
uno de los problemas más serios de salud mundial. Es importante desde el 
punto de vista epidemiológico, diferenciar 3 estados de la infección: agudos, 
crónicos y asintomáticos (portadores). Los casos agudos de disentería 
amebiana tienen poca importancia en la transmisión de la enfermedad, ya que 
los trofozoítos sobreviven poco tiempo fuera del hospedador. La infección 
crónica tiene más importancia, ya que pueden expulsarse tanto trofozoítos 
como quistes. Por otra parte, los enfermos asintomáticos son los de mayor 
importancia en la transmisión de la enfermedad, pues generalmente solo 
eliminan quistes (Marco, 1992; Caballero-Salcedo, 1994). Las personas 
infectadas se dividen en dos grupos de acuerdo con sus manifestaciones 
clínicas: 90% son asintomáticos (portadores sanos) y 10% son sintomáticos 
principalmente a nivel intestinal (disentería amebiana, rectocolitis aguda, colitis 
no disentérica crónica y ameboma) y extraintestinal AHA, absceso cerebral, 
enfermedad genitourinaria y cutánea. Sin embargo, el 1% de las personas 
infectadas pueden desarrollar patologías potencialmente fatales la como colitis 
amebiana fulminante e inclusive el AHA (López, 2008). 
 
La amebiasis es la segunda causa de muerte en el mundo debido a una 
infección por protozoarios seguida del paludismo, la enfermedad de Chagas y 
la leishmaniasis, y es la tercera causa de morbilidad después del paludismo y 
la tricomoniasis (Stanley, 2003; Petri WA Jr, 2000). Centro, Sudamérica, África 
y Asia se consideran zonas endémicas para la amebiasis (Gómez, 2007). 
Aproximadamente, el 10% de la población mundial es portador del parásito E. 
histolytica, aunque sólo un bajo porcentaje sufre la enfermedad (WHO, 1997). 
 
En México, en el Boletín Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica 
número 49 del año 2009, se reportó mediante estudios serológicos que más del 
5% de la población se infecta con E. histolytica. En México a pesar de que las 
enfermedades diarreicas han ido disminuyendo, y que esta patología ha 
presentado una baja en el número de casos e incidencia en los últimos años, 
15	
  
	
  
continúa manteniéndose entre las primeras veinte causas de morbilidad. Así, la 
amebiasis pasó del quinto lugar en 2003 al sexto lugar en el 2008, con una 
incidencia nacional de 972.6 a una de 498.5 nuevos casos por 100 000 
habitantes, respectivamente (Fig. 6). 
 
 
 
Figura 6. Casos e incidencia de amebiasis en México 2003-2008. El gráfico 
muestra que la amebiasis en México ha ido disminuyendo, y que esta patología 
presenta una baja en el número de casos e incidencia en los últimos años por cada 
100 000 habitantes. Tomado deI enforme epidemiológico SUIVE/DGAE/ Secretaría de 
Salud, 2009. 
 
 
 
 
De acuerdo a la distribución geográfica de la amebiasis en el país, los estados 
del sur y sureste son los que presentan la mayor incidencia. El estado de 
Tabasco presentó la incidencia más elevada con 1 457.2, seguida de Oaxaca 
con 1 278.0, Campeche con 1 187.0 y Guerrero con 1 149.7, por 100 000 
habitantes. Estos cuatro estados en conjunto constituyen el 22.12% de la 
totalidad de los casos presentados durante este periodo. A pesar de que 
Veracruz, Puebla y Colima se encuentran agrupados dentro de los estados con 
menor número de casos estos presentaron una incidencia por arriba del 
promedio nacional. Los estados con menor incidencia fueron: Nuevo León, 
Sonora y Baja California (Fig. 7). 
16	
  
	
  
 
Figura 7. Incidencia de amebiasis intestinal en México 2008. Se muestra la 
distribucióngeográfica de la amebiasis en el país durante el año 2008, por cada 100, 
000 habitantes. Tomado de Informe epidemiológico SUIVE/DGAE/ Secretaría de 
Salud, 2009. 
 
 
Con respecto al sexo de los individuos afectados, en el año 2008 el mayor 
porcentaje de casos correspondió a las mujeres con 56.03% e incidencia de 
549.6, en los hombres fue de 43.97% e incidencia de 445.6 ambas por 100 000 
habitantes (Fig. 8). 
 
 
 
Figura 8. Porcentaje de amebiasis intestinal por sexo en México durante el año 
2008. La gráfica muestra a la amebiasis intestinal como la más prevalente en las 
mujeres que los hombres, por 100 000 habitantes. Informe epidemiológico 
SUIVE/DGAE/ Secretaría de Salud, 2009. 
 
Hombres	
  Mujeres	
  
17	
  
	
  
Según la edad, los grupos que presentaron el mayor número de casos 
estuvieron distribuidos de la siguiente forma: <1 año de edad con una 
incidencia de 1, 421.5, de 1-4 años 1, 280.8 y de 5-9 años 707.2. El grupo de 
edad que resultó menos afectado estuvo dentro de la población 
económicamente activa que se encuentra entre los 25-44 años (Fig. 9). 
Durante la infancia y muy marcadamente de 1 a 4 años de edad es cuando la 
amebiasis se desarrolla más frecuentemente, ya que los niños pequeños son 
los más propensos a desarrollarla y presentar las formas invasivas. La 
amebiasis aparece también en adultos jóvenes, aunque con manifestaciones 
menos severas que en los infantes. 
En México, la amebiasis es una enfermedad endémica considerada como un 
serio problema de salud pública, ya que se ha estimado que existe una 
proporción de un paciente con amebiasis invasiva por cada 4 ó 5 portadores 
asintomáticos (Sepulveda, 1982). La seroprevalencia es de 8.4%, pero los 
estudios moleculares muestran cifras de infección asintomática por E. 
histolytica de 13.8 y de 9.6% para E. dispar (Ramos, 2005); así que se 
desconoce la verdadera incidencia y prevalencia de esta enfermedad (Gómez, 
2007). 
 
 
 
Figura 9. Casos e incidencia de amebiasis intestinal por grupo de edad en 
México (2008). Se muestra el número de casos de amebiasis intestinal según la edad, 
por cada 100, 000 habitantes. SUIVE/DGAE/ Secretaría de Salud. 
18	
  
	
  
2.2. Cuadro clínico 
 
2.2.1. Amebiasis intestinal 
 
A menudo, los pacientes con amebiasis intestinal sintomática, se dice que 
tienen disentería amebiana; sin embargo, este término debe reservarse para 
aquellos pacientes que presentan sangre o mucus en heces. Es probable que 
la invasión tisular, pueda deberse tanto a la diferencia en la virulencia de las 
cepas, como a una variación en la susceptibilidad del hospedador (Hughes y 
Petri, 2000). Puede establecerse un paralelismo entre la vigilancia 
inmunológica, que impide y previene la multiplicación incontrolada de células 
malignas en un individuo normal y la barrera inmunológica creada por el 
intestino; se ha de producir una destrucción de esta barrera inmunológica, en 
aquellas personas en las que va a producirse la invasión tisular (Mortimer y 
Chadee, 2010; Ralstony Petri, 2010). 
 
Microscópicamente, cuando los trofozoítos penetran la pared intestinal se logra 
visualizar una alteración en la mucosa y submucosa (Hughes, 2000). Una vez 
que las amibas se han multiplicado lo suficiente se produce una lesión 
puntiforme que se observa como una pequeña prominencia, en el centro de la 
cual hay una solución de continuidad que es el origen de la laceración. Los 
trofozoítos se dividen en la parte más profunda de la lesión, con tendencia a 
destruir los tejidos de manera horizontal, por debajo de la mucosa intestinal. 
Cuando E. histolytica logra entrar en la mucosa intestinal, la penetración suele 
acompañarse de una respuesta inflamatoria; aunque al ser mínima la respuesta 
local, la respuesta del sistema inmunológico del huesped tampoco es muy 
notable. Las amibas secretan enzimas proteolíticas que producen la necrosis 
de los tejidos circundantes, lo más frecuente es que se localicen en el área 
cecal, pero tampoco es rara una invasión primaria en zonas como el colon 
ascendente, la región rectosigmoidea o en todo el colón en general (Mortimer y 
Chadee; Hughes y Petri, 2000). 
 
19	
  
	
  
En ocasiones, los trofozoítos invaden las criptas de la mucosa, donde se 
alimentan de eritrocitos y pueden producir úlceras. La ulceración de la pared 
intestinal, puede dar lugar a una disentería amebiana, o bien provocar un daño 
bastante extenso sin ningún síntoma aparente de enfermedad (Bruchhaus, 
2002). Una vez invadida la mucosa, las amibas tienen la posibilidad de seguir 
su camino hacia el interior de los capilares, transportándose mediante el 
torrente sanguíneo hasta el hígado u otros órganos, en los que producen 
abscesos. Las amibas que permanecen o retornan a la luz intestinal pueden, si 
la motilidad intestinal es rápida, salir al exterior como trofozoítos en heces 
líquidas o semilíquidas; pero si la motilidad es normal, se redondean, 
expulsando todo alimento ingerido y dan lugar a las formas de resistencia o 
quísticas (Hughes y Petri, 2000). 
 
 
2.2.2. Absceso hepático amebiano (AHA) 
 
El AHA se debe a la presencia de grandes cantidades de amibas en el hígado, 
que llegaron ahí a partir de ulceraciones intestinales donde aparentemente 
inducen una pobre respuesta inmune celular. El AHA es 13 veces más 
frecuente en hombres que en mujeres y 10 veces más frecuente en adultos que 
en niños (Riquelme y Uribe, 2004). Aún sin signos de infección hepática, es 
posible la aparición de hepatomegalia y dolor a la palpitación; esta inflamación 
se cree debida a una respuesta tóxica a la infección amebiana, no a la 
presencia directa de amibas en el hígado. Se han postulado las condiciones 
que debe reunir la hepatitis amebiana, pero su definición como estado 
temprano de infección hepática difusa, sin formación de absceso, sigue siendo 
una hipótesis. De cualquier modo, lo que está claramente establecido es que la 
infección hepática sólo aparece en casos en los que se desarrolla la afección 
intestinal (Markell, 2006). La infección hepática se caracteriza por inflamación y 
dolor a la palpación del hígado, fiebre, pérdida de peso y a veces tos, con 
síntomas de neumonía que afecta a la zona inferior de pulmón derecho 
(Markell, 2006). 
 
20	
  
	
  
2.3. Diagnóstico 
 
La confirmación parasitológica del diagnóstico se realizaba por estudios 
microscópicos de materia fecal, para visualizar la morfología del protozoario. 
Por lo regular, los pacientes con colitis amebiana aguda poseen sangre oculta 
en las heces, de modo que el examen de ésta suele emplearse como prueba 
de tamizaje (Tanyuksel y Petri Jr., 2003). Pero con el descubrimiento de E. 
dispar, al ser morfológicamente idéntica a E. histolytica fue evidente la 
deficiencia del método diagnóstico. Prácticamente, en el 90% de los casos se 
requiere hasta tres análisis sucesivos de heces para obtener un diagnóstico 
certero del agente causal de la infección. Pruebas basadas en la detección de 
antígenos y anticuerpos diferencian entre las dos especies. La ausencia de 
anticuerpos contra proteínas de E. histolytica en el suero de los pacientes, 
después de una semana de presentar síntomas, es una evidencia contundente 
para el diagnóstico de amebiasis intestinal invasora o hepática (Hughes y col., 
2000; Gómez y col., 2007; López y col., 2008). En la tabla 1 se compara la 
sensibilidad y la especificidad de los diversos métodos. Por utilidad, tal vez la 
prueba de detección de antígenos en heces sería de las más recomendada 
pues diferencia a E. histolytica de E. dispar; además, es fácil de realizar y de 
bajo costo. La serología podría utilizarse para determinar la prevalencia, pues 
las otras técnicas son más costosas o complicadas (Tanyuksel, 2003). 
 
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR), desde inicios de los años 90, 
se ha venido utilizando como método de diferenciación entre ambas especies(Sánchez-Guillen y col., 2002), debido al creciente número de secuencias 
disponibles que han aportado datos epidemiológicos más precisos. Además, el 
uso de la PCR dá un excelente rendimiento, una alta sensibilidad (Ramos, 
2005), y ha permitido el establecimiento de diferencias genéticas, 
principalmente en secuencias altamente repetitivas de DNA circular 
extracromosomal, así como en los genes codificantes para la actina, la cisteín 
proteinasa y la superóxido dismutasa (Zaki y col., 2002). La habilidad de la 
PCR para amplificar, de manera específica grandes cantidades de DNA 
patógeno, ha revolucionado el diagnóstico de muchas enfermedades 
21	
  
	
  
infecciosas. Pero, a pesar de ser muy eficaz en la discriminación entre ambas 
especies, su empleo se limita fundamentalmente a estudios epidemiológicos o 
experimentales, y no a nivel del diagnóstico rutinario. 
 
 
Tabla 1. Comparación de métodos diagnósticos. En la tabla se compara la 
sensibilidad y la especificidad de los diversos métodos diagnósticos para E. histolytica. 
PRUEBA COLITIS Distingue a E. 
histolytica de E. 
dispar Sensibilidad Especificidad 
Microscopia (heces) <60% 10% a 50% No 
Cultivo y 
determinación de 
isoenzimas 
Menor que 
detección de 
antígenos y PCR 
Estándar de oro Si 
ELISA detección de 
antígenos (heces) 
>95% >95% Si 
ELISA detección de 
antígenos (suero) 
65%, >90% Si 
PCR (heces) >70% >90% Si 
ELISA detección de 
anticuerpos (suero) 
>90% >85% Si 
Tomado de López y col., 2008. 
 
El hallazgo anatomopatológico típico son las úlceras localizadas en el colón, 
predominantemente en el ciego, el sigmoide y el recto. Estas úlceras presentan 
dos patrones claramente definidos: nodular e irregular. Las úlceras nodulares 
son redondas, de un diámetro entre 1 y 5 mm, con áreas de mucosa 
ligeramente elevadas y áreas necróticas, deprimidas o hemorrágicas, rodeadas 
por un borde de tejido edematoso. A menudo estas áreas están llenas de un 
material mucoso y amarillento denominadas “úlceras en botón de camisa”, en 
las cuales pueden verse trofozoítos. En ocasiones, estas lesiones pueden 
llegar a cubrir la mayor parte de la mucosa del colón, causando edema y 
eritema en las áreas mucosas que no se encuentran comprometidas. Las 
úlceras irregulares o serpiginosas tienen 1 a 5 cm de longitud y se encuentran 
habitualmente en el ciego y en el colon ascendente. Sus márgenes suelen ser 
elevados y edematosos, y la úlcera se llena de fibrina. Cuando las úlceras son 
grandes, las áreas de mucosa sin compromiso se encuentran cognitivas y 
22	
  
	
  
edematosas, ambos cambios morfológicos pueden encontrarse en un mismo 
paciente, con extensas áreas de denudación superficial (Gómez, 2007; 
Espinosa-Castellano, 2000). Los hallazgos microscópicos se describen en 
cinco etapas: lesión inespecífica, depresión mucopénica, lesión invasiva 
temprana con ulceración superficial, lesión invasiva tardía con ulceración 
profunda y la úlcera en granulación (Gómez, 2007). 
 
El diagnóstico de amibiasis extraintestinal es más difícil porque en general el 
examen de las heces es negativo y rara vez puede demostrarse la presencia 
de trofozoítos en material purulento. Existen pruebas de laboratorio más 
sensibles para casos especiales de investigación o diagnóstico (Tabla 2). 
 
 
Tabla 2. Pruebas diagnóstico de laboratorio más sensibles para identificar E. 
histolytica. La tabla 2 muestra las pruebas de diagnóstico más modernas. Estas 
pruebas dan resultados positivos en casi todos los enfermos con AHA y en más del 
80% de los que tienen disentería amebiana aguda. 
 
Estudios de serodiagnóstico de 
mayor grado de sensibilidad 
Hemaglutinación indirecta 
Inmunofluorescencia 
Inmunofluorescencia indirecta 
Inmunodetección de proteínas 
Radioinmunoensayo 
Métodos modernos de 
identificación 
 
Reacción en cadena de la polimerasa 
(PCR) 
Sondas genéticas 
Tomado de Ankriy Mirelman, 2006. 
 
 
2.4. Tratamiento 
 
A pesar de que las enfermedades causadas por protozoarios son fuente de 
morbilidad y mortalidad significativas en el mundo entero, y aún conociendo las 
medidas para su prevención con múltiples campañas y programas de salud, 
estas disposiciones no han resultado eficientes en el control de las parasitosis 
23	
  
	
  
humanas; por lo cual se ha tenido que recurrir al empleo de agentes 
quimioterapéuticos (Hughes y Petri, 2000). 
 
El tratamiento de la infección depende del diagnóstico clínico. No es lo mismo 
el tratamiento de un paciente con colitis amebiana que el tratamiento de un 
portador asintomático, debido a los sitios y mecanismos de acción de los 
medicamentos empleados (Gómez y col., 2007). Es necesario conocer a 
profundidad las diferencias moleculares entre E. histolytica y su huésped, con 
el propósito de desarrollar fármacos dirigidos, exclusivamente, contra el 
microorganismo agresor. La infección intestinal asintomática no precisa 
necesariamente tratamiento, sin embargo no dar importancia a estas 
infecciones pueden transformarlas en sintomáticas o constituir focos de 
implantación extraintestinal (Merkell, 2006). Por lo que el tratamiento para una 
infección asintomática y el de la colitis amebiana es esencialmente el mismo. 
 
Los tratamientos se dividen en 1) luminales, como las 8-hidroxiquinolinas 
halogenadas (yodoquinol) y las amidas (teclozán, etofamida, quinfamida, etc), 
2) tisulares, como los nitromidazoles (metronidazol, secnidazol, ornidazol). Sin 
embargo, el metronidazol presenta una acción luminal y tisular (Hughes y Petri, 
2000; Guerrant, 2001; Haque, 2003; Gómez, 2007). Aún en casos 
asintomáticos, el metronidazol es altamente recomendado por su efecto 
profiláctico sobre posibles localizaciones extraintestinales. Además, de que es 
sólo efectivo frente a organismos anaerobios o microaerófilos, inhibiendo la 
producción de hidrógeno, liberado normalmente en las reacciones en las que 
interviene la piruvato fosfoquinasa (Markell, 2006). El tratamiento para la 
amebiasis intestinal siempre debe hacerse, pues aún en las personas 
asintomáticas es necesario eliminar los parásitos del intestino con la finalidad 
de evitar que en algún momento haya invasión a los tejidos y así eliminar que 
sea una fuente de infección. 
 
 
 
 
24	
  
	
  
3. Genoma de Entamoeba histolytica 
 
Uno de los primeros genomas de protistas en ser secuenciados fue el de E. 
histolytica. El proyecto inició en el año 2000 y culminó en el 2005 cuando se 
publicó el primer “borrador” del genoma completo de este protozoario (Loftus y 
col., 2005). Este genoma fue revisado y reanotado a partir de su publicación 
inicial (Lorenzi y col., 2010). La publicación inicial describe las secuencias de 
familias de genes involucradas en el metabolismo y en la transferencia 
horizontal en genes (Clarck y col., 2007); sin embargo, publicaciones 
posteriores describen a las familias de proteínas más abundantes. La 
secuenciación se realizó a partir de la cepa HM-1:IMSS, usando el método 
Shotgun. La secuenciación del genoma de E. histolytica fue un paso importante 
en la comprensión de la biología del organismo y una aportación para redefinir 
las características genómicas del parásito (Loftus y col., 2005). La información 
del genoma se mantiene en el sitio Pathema-Entamoeba 
(http://pathema.tigr.org/pathema/entamoeba) y el sitio EuPathDB 
(http://eupathdb.org/eupathdb/), siendo esta ultima la base de datos más 
actualizada y novedosa. 
 
El tamaño del genoma se ha estimado por diferentes métodos y ha sido 
complicado establecer con precisión, debido a las inherentes complejidades de 
este microorganismo. En E. histolytica la división nuclear se lleva a cabo sin 
degradación de la membrana, por lo que la condensación de los cromosomas 
no es evidente (Edman y col., 1990). A diferencia de muchos eucariontes, las 
células de E. histolytica pueden duplicar su genoma varias veces antes de que 
ladivisión celular ocurra, y como consecuencia, aproximadamente entre el 5-
20% de los trofozoítos en cultivos axénicos (dependiendo de la fase de 
crecimiento) son multinucleados. Además, puede presentar DNA duplicado en 
ausencia de división nuclear, lo que provoca que un solo núcleo pueda 
presentar un contenido genómico 1X a 6X é incluso más. Por tales razones, los 
cultivos de trofozoítos presentan una heterogeneidad en su contenido 
genómico (Clarck y col., 2007). Aparte de cromosomas lineares, E. histolytica 
presenta varias moléculas de DNA circular tipo plásmidos (Bhattacharya y col., 
25	
  
	
  
1998). En este sentido, se ha estimado que las células de E. histolytica 
presentan una posible ploidía de 4 y que su genoma está constituido por 2 079 
972 pares de bases (pb), distribuidos en 14 cromosomas de tamaño variable 
que van de 0.3 a 2.2 millones de pares de bases. El genoma de E. histolytica 
presenta un bajo contenido en G-C (24.2%). Se ha calculado que contiene 
aproximadamente 8201 genes, aunque el número ha sido ajustado (Lorenzi y 
col., 2010). En comparación con otros parásitos el número de genes es 
relativamente grande y refleja la complejidad de E. histolytica a pesar de la 
pérdida de ciertos genes, como consecuencia del parasitismo, tal vez como 
una respuesta adaptativa en el huésped humano. La pérdida de genes se 
asocia más en la reconstrucción de vías metabólicas, que muestran un patrón 
consistente de pérdida de capacidad de síntesis, como consecuencia de su 
adaptación a un ambiente rico en fuentes de nutrientes complejos (Clarck y 
col., 2007). 
 
El número de genes en E. histolytica es relativamente grande, comparado con 
otros parásitos como Plasmodium falciparum y con la levadura Sacharomyces 
cerevisie, muy cercano al del protista Dictyostelum discoideum (12500 genes), 
esto refleja una relativa complejidad a pesar de la pérdida de ciertos genes 
(Tabla 3), siendo más evidente en las reconstrucciones de las rutas 
metabólicas donde muestran un consistente patrón de pérdida de la capacidad 
sintética como consecuencia de su vida parasitaria en un ambiente rico en 
nutrientes (Clarck y col., 2007). Los genes que codifican para proteínas tienen 
un tamaño promedio de 1 260.9 pb, relativamente pequeños cuando se 
comparan con el promedio de los genes de D. discoideum y P. falciparum. De 
éstos el 24.4% presenta intrones. Las regiones codificantes para proteínas 
fueron inferidas mediante dos aproximaciones, GliMM y Pat y se estimó que 
alrededor del 49.7 del DNA es codificante. Las funciones de los genes han sido 
generadas automáticamente por homología y al 46% de las proteínas 
predichas se les ha asignado una función (Loftus y col., 2005). 
 
Las regiones intergénicas son pequeñas, de alrededor de 0.8 kb; así como las 
secuencias 5’ y 3’ no traducibles de los mRNA, los cuales son relativamente 
26	
  
	
  
cortas, en comparación con el genoma de los eucariontes superiores. De forma 
similar, las secuencia reguladoras del comienzo y término de la transcripción, 
así como la secuencia de la caja TATA (localizada frecuentemente 30 pb antes 
del ATG de inicio de la traducción), difieren de las secuencias consenso de los 
genes eucariontes (Brachhaus y col., 1993). 
 
 
Tabla 3. Resumen estadístico del genoma para determinados organismos 
unicelulares con genomas secuenciados. 
 Entamoeba 
histolytica 
Plasmodium 
falciparum 
Dictyostelium 
discoideum 
Saccharomyces 
cerevisiae 
Encephalitozoon 
cuniculi 
Tamaño del 
genoma (Mpb) 
20.7 22.8 33.8 12.5 2.5 
Contenido 
%G+C 
24.2 19.4 22.5 38 45.5 
Número de 
genes 
8201 5268 12,500 5538 1997 
Tamaño 
promedio de 
genes (pb) 
1260.9 2534 1756 1428 1077 
% DNA 
codificante 
49.7 52.6 ND 70.5 ND 
Tamaño 
promedio de 
proteínas (aa) 
389 761 518 475 359 
Distancia 
promedio 
intergénica (kb) 
0.8 1.7 0.8 0.6 0.1 
Densidad de 
genes (kb por 
gen) 
1.9 4.3 2.5 2.2 1.1 
% de genes con 
intrones 
24.4 54 69 5 <1 
Tamaño 
promedio del 
intrón (pb) 
100 179 146 ND – 
Número 
promedio de 
intrones /gen 
1.5 2.6 1.9 1 1 
Abreviaturas: Mpb: millones de pares de bases; kb: pares de kilobases, pb: pares de bases, aa: 
aminoácidos, ND: no determinado. Tomado de Clark y col., 2007; Lorenzi y col., 2010. 
 
Además del genoma de E. histolytica también se secuenció el genoma de E. 
dispar y E. invadens, que es un parásito reptiliano causante de la enfermedad 
invasiva, principalmente en serpientes y lagartijas (Clarck y col., 2007). La 
información obtenida de E. dispar puede ser empleada para identificar 
secuencias vinculadas a virulencia, y de E. invadens para estudiar patrones de 
expresión génica durante el enquistamiento y extrapolar a E. histolytica. 
27	
  
	
  
No hay información actual en relación con el tamaño y la naturaleza de las 
secuencias de los centrómeros y telómeros. Se propone que estas secuencias 
podrian no estar presentes dentro del genoma; que no estan dentro de los 
contigs analizados, o bien que divergieron lo suficiente como para ser imposible 
su identificación. Adicionalmente, en los extremos de los cromosomas se 
identificaron regiones ricas en genes de RNA de transferencia (tRNA), más del 
10% de la secuencia contiene genes de tRNA, y éstos están (con algunas 
excepciones) organizados en conjuntos lineales; es por ello que se proponen 
como como regiones teloméricas (Clarck y col., 2007). 
La organización estructural de los genes de RNA ribosomal en E. histolytica es 
inusual, con alrededor de 24 kb episomas circulares (Bhattacharya y col., 
1998), que tienen dos unidades de transcripción en una repetición invertida. 
Estos episomas se cree que representan alrededor del 20% del DNA celular 
total (Clark y col., 2007; Lorenzi y col., 2010). 
 
 
Como se describió anteriormente los genes en E. histolytica son relativamente 
cortos, no sólo por la pérdida de intrones, sino también por la longitud de las 
proteínas que ellos codifican. En promedio de la longitud predicha de una 
proteína en E. histolytica es de 389 aa, que es 129 aa y 372 aa más corto que 
en D. discoideum y P. falciparum, respectivamente (Clark y col., 2007). De 
acuerdo a la base de datos Pfam, la familia de dominios de proteínas más 
comunes en E. histolytica se muestra en la tabla 4. Las familias de proteínas 
con dominios Rab y Rho son inusualmente grandes en E. histolytica y se 
encuentran entre los dominios más abundantes en este parásito. Reflejan 
algunos de los aspectos menos conocidos de su biología, pues están 
involucrados en la señalización y el tráfico de vesículas, posiblemente debido a 
su estilo de vida "depredador". Estos dominios están íntimamente implicados 
en la detección de su medio ambiente, la endocitosis y la entrega de los 
lisosomas al fagosoma. Otros dominios importantes son los implicados en la 
dinámica de la actina y la reorganización del citoesqueleto. Los dominios de 
unión a DNA Myb, son los reguladores de la transcripción más abundantes. 
También hay proteínas multidominio, entre las que se incluyen cinco proteínas 
28	
  
	
  
que contienen tanto dominios RhoGEF (Rho GTPasa factor de intercambio de 
nucleótidos guanina) y Arf-GAP (factor ribosilación ADP proteína de activación 
de la GTPasa), lo que sugiere una comunicación entre reguladores vesículares 
y el reordenamiento de citoesqueleto. Además, se han identificado más de 80 
receptores de cinasas, cada uno contiene un dominio cinasa y un dominio 
extracelular rico en serinas, lo cual hace sorprendente que un organismo 
unicelular tenga tantos receptores relacionados con transducción de señales 
(Clarky col., 2007). 
 
 
Tabla 4. Dominios más abundantes en el proteoma de de E. histolytica 
determinados por Pfam. 
Nombre del 
dominio Función del dominio 
Número total de proteínas 
con ese dominio 
WD40 Dominio WD , Repetido G-b 249 
LRR_1 Repetido rico en Leucina 131 
Pkinase Dominio proteínacinasa 95 
HEAT Repetido HEAT 70 
efhand Mano EF 58 
RRM_1 Motivo de reconocimiento a RNA 57 
Ras Familia Ras 46 
TPR_1 Repetido tetratricopeptido 42 
Ank Repetido ankyrin 34 
PUF Familia Pumiliorepetido de unión a RNA 33 
RhoGAP Dominio RhoGAP 27 
Myb_DNAbinding 
 Dominio Myb de unión a DNA 22 
RhoGEF Dominio RhoGEF 22 
Helicase_C Helicasa conservada Dominio C-terminal 20 
DEAD Caja DEAD/DEAH helicasa 20 
PH Dominio PH 19 
Metallophos Fosfoesterasa calcineurin 19 
Gelsolin Repetido gelsolin 18 
LIM Dominio LIM 17 
CH Dominio homólogo Calponin (CH) 16 
Filamin Repetido filamin/ABP280 16 
Tomado de Clark, y col., 2007. 
 
 
 
29	
  
	
  
3.1. Transcripción en E. histolytica 
 
E. histolytica tiene una RNA polimerasa II α- amanitina resistente (Lioutas y 
Tannich, 1995), debido a que su subunidad RPB1, la cual es muy divergente. 
Curiosamente, también es bastante diferente de la secuencia RPB1 del 
protozoario Trichomonas vaginalis. Así mismo el heptapéptido (TSPTSPS) de 
la subunidad grande de la RNA polimerasa II contenido en el dominio C-
terminal (CTD), y que es común en otros eucariontes, no se encuentra en la 
RNApolI de E. histolytica. De hecho todo el CTD no guarda homología con 
cualquier otro dominio de RNA polimerasa II en la base de datos actual. El 
dominio CTD de E. histolytica es rico en prolina/serina, contiene 24 serinas, 6 
treoninas y 3 tirosinas presentes de las cuales es susceptible a ser fosforilado 
en 9 serinas, 3 treoninas y 1 tirosina. Estas modificaciones postraduccionales 
por cinasas y fosfatasas en el dominio CTD podrían modular las interacciones 
proteína-proteína, como ocurre en otras RNA polimerasas. En E. histolytica se 
se han identificado 10 subunidades de la RNA, sin embargo los homólogos de 
las subunidades 4 y 12 están ausentes; mientras que el homólogo de la 
subunidad 9 carece del primero de los dos motivos de unión a zinc y del motivo 
DPTLPR (Yeo y col., 2003). 
 
El núcleo del promotor de los genes de E. histolytica tiene una estructura 
tripartita inusual que consta de las secuencias TATA, GAAC y el elemento 
iniciador (Inr) (Purdy y col, 1996; Singh y Rogers, 1998; Singh y col, 1997, 
2002). Se especula que en el motivo GAAC se une a una proteína que se 
asocia al complejo de preiniciación. Además de ser una proteína de unión a la 
caja TATA, TBP es una subunidad del factor de transcripción general TFIID, 
que en otros organismos es requerido para el reconocimiento del promotor 
TATA (Hernández y col., 1997). 
 
Los factores de transcripción identificados en este parásito son escasos, 
algunos se han identificado en base a su homología en Homo sapiens, D. 
discoideum, y en otros organismos unicelulares (Tabla 5). 
 
30	
  
	
  
Tabla 5. Factores de transcripción representativos de E. histolytica, su 
correspondiente motivo de unión DNA y los enfoques moleculares utilizados 
para caracterizarlos. 
Factor de 
Transcripción 
Motivo de unión al 
DNA 
Ensayo realizado Información 
obtenida 
Referencia 
URE3-BP TATTCTATT 
(URE3) 
Análisis 
deleción/sustitución 
 
Híbrido en levadura 
 
Microarreglo 
 
EMSA 
 
ChIP 
Identificación de 
motivos de unión 
al ADN 
Identificación de 
URE3_BP 
Identificación de 
genes diana 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Prueba de unión 
in vivo 
Purdy y col., 
1996 
 
Gilchrist y col., 
2001 
Gilchrist y col., 
2008 
Gilchrist y 
col.,2001 
Gilchrist y col., 
2003 
EhEBP1 y2 AAAAATGAATGG
AAAAATGAA 
(URE4) 
Análisis 
deleción/sustitución 
Cromatografía de 
afinidad a DNA 
EMSA 
Identificación de 
motivos ADN 
Identificación de 
EhEBP1 y 2 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Schaenman y 
col., 1998 
Schaenman y 
col.,2001 
Schaenman y 
col., 1998; 2001 
EhMyb10 TAACGG (motivo 
consenso Myb) 
Búsqueda de genoma 
 
EMSA 
Identificación de 
32 dominios de la 
proteína MYB 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Meneses y col., 
2010 
 
 
EhMyb-dr CCCCCC (EhMyb-
dr) 
Microarreglo-
conversión de fase 
Microarreglo- 
sobreexpresión Myb-
dr 
 
MEME y Mast 
 
EMSA 
 
ChIP 
Identificación de 
MYB-dr 
Identificación de 
genes co-
reguladores de 
genes Myb-dr 
Identificación de 
motivos DNA 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Prueba de unión 
in vivo 
Ehrenkaufer y 
col.,2007a 
Ehrenkaufer y 
col.,2009 
ECudA AGAATTTTCT Búsqueda de genoma 
EMSA 
Identificación de 
CudA homólogo 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Yamada y col., 
2008 
C/EBP TGTTTGGTAGTTG
AATTGGAAAGAA 
(motivos consenso 
C/EBP1 y C/EBPIII) 
Análisis 
deleción/sustitución 
 
Purificación DNA de 
afinidad 
 
EMSA 
Identificación de 
motivos de unión 
al DNA 
Purificación 
parcial de 
proteínas 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Marchat y col., 
2002 
Ehp53 GGACATGCCCGG
GCATGTCC 
(motivo consenso 
p53 ) 
EMSA Prueba de unión 
específica in vitro 
Mendoza y col. 
(2003) 
HMGB1 Estructura DNA 
 
 
Por ejemplo lazos 
madre 
 
 
Palindromes 
 
Microarreglo 
 
 
Ensayo de 
circularización ligase 
mediada 
 
EMSA 
 
Identificación de 
HMGB1 
 
Prueba de unión 
DNA 
 
HMGB1 mejorada 
de unión a ADN 
de p53 
Gilchrist y col., 
2006 
Abhyankar y 
col., 2008 
31	
  
	
  
DNA 
monocatenario 
DNA cruciforme 
Microarreglo Identificación de 
genes modulados 
por HMGB1 
EhTBP 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EhTRF1 
TATTTAAA (caja 
canonical TATA 
para 
E. histolytica) 
EMSA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Búsqueda de genoma 
EMSA 
Prueba de unión 
específica in vitro 
Rango 
determinado de 
valores de KD 
para las variantes 
de caja TATA 
EhTBP es más 
promiscuo que los 
PDD humanos y 
de levadura 
Identificación de 
dos factores TBP 
adicionales 
relacionados 
(EhTRF) 
 
Prueba de unión 
específica in vitro 
de Dios-Bravo y 
col., 2005 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Castanon-
Sanchez y col., 
2010 
Tomado de Pearson y Singh, 2010. 
 
 
4. Mecanismos de patogenicidad 
 
Debido a la aparición de los medios sintéticos para el cultivo de E. histolytica y 
su perfeccionamiento a través del tiempo, se han logrado grandes avances 
sobre la biología de este parásito. Sin embargo, no se ha establecido 
completamente el papel de la respuesta inmune del hospedero en su intento 
por controlar la enfermedad. Tampoco se sabe que ocasiona que el parásito en 
algunos casos se comporte como comensal y en otros como invasor. Como 
explicación hacia estas diferentes conductas se propone la existencia de 
distintas especies de Entamoeba morfológicamente idénticas; como es el caso 
de E. dispar que es una especie morfológicamente idéntica a E. histolytica 
(Brumpt, 1925), pero su patogenicidad es menos agresiva. También puede 
tratarse de las características virulentas solo bajo ciertas circunstancias del 
medio o del huésped; esto se apoya en las diferencias en virulencia 
encontradas en distintas cepas de E. histolytica (Davis, 2006). 
 
La patogenicidad de E. histolytica frecuentemente es multifactorial e involucra 
un complejo rol entré parásito y hospedero. Las amibas son capaces de 
realizar una serie de diferentes actividades biológicas celulares a fin de dañar 
32	
  
	
  
las células del huésped y sobrevivir; para lo cual utiliza principalmente tres 
eventos: 1) adhesión, 2) citólisis y 3) fagocitosis. Adicionalmente, se debe 
considerar la immuno-evasion, la colonización y la invasión, que en conjunto 
son los responsables de causar la enfermedad. Por su parte, las células del 
huésped, también presentan sistemas de defensa no específicos, tales como el 
estrés oxidativo. Para sobrevivir, la amiba utiliza varios mecanismos para 
manejar la alta concentración de especies reactivas de oxígeno y un sistema 
de metabolitos con alta plasticidad, determinantes para su virulencia; los cuales 
junto con los factores de virulencia pueden establecer una ventaja para el 
parásito y dañar seriamente al hospedero (Anaya-Velázquez y Padilla-Vaca, 
2011). 
 
El mecanismo patogénico de E. histolytica depende de las sustancias tóxicas 
que libera como son lasadhesinas, toxinas, amebaporos y las diferentes 
proteasas. Por ejemplo, se facilita la invasión de los trofozoítos si se asocia con 
otras bacterias del intestino o con el sistema inmune del hospedero e incluso 
con algunos factores del huésped como el hierro (De la Garza y Vaca-Pacheco, 
2010), los lipofosfopeptidoglicanos, peroxiredoxinas, fosfolipasas, 
esfingomielinasas, arginasas, lisinas y proteínas ricas en ácido glutámico 
(Orozco y col., Martinez-Palomo, 1989, 1983; Anaya-Velazquez y Padilla-Vaca, 
2011). La actividad de la peroxidasa y su capacidad de reducir O2 a H2O2, así 
como la activación de la piruvato ferredoxina oxidorreductasa, participan en la 
protección del parásito durante el proceso de invasión al hospedero (Mai, 
1999). Todos estos factores de patogenicidad conducen a la lisis, muerte y 
destrucción de una variedad de células y tejidos en el hospedero. 
 
Una de las características distintivas de la patogenicidad de E. histolytica es su 
dependencia de contacto directo con la célula blanco de su huésped; siendo 
capaz de matar a una gran variedad de tipos de células como las del epitelio 
intestinal, los eritrocitos, los neutrófilos y los linfocitos (Guerrant y col., 1981; 
Ravdin y Guerrant, 1981; Burchard y Bilke, 1992; Burchard y col., 1992a, b). 
 
 
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4.1. Adhesión 
 
Los trofozoítos de E. histolytica se adhieren a las monocapas de células 
epiteliales en cultivo y a superficies como plástico y vidrio. Esta adhesión de los 
trofozoítos a las células epiteliales es esencial para la acción lítica de los 
trofozoítos y requiere de un mecanismo específico en el que están involucradas 
moléculas de superficie del parásito (adhesinas) y receptores de la célula 
blanco (Fig. 10) (García-Rivera y col., 1999). Para la sucesión de los siguientes 
eventos como la fagocitosis y la destrucción celular, la adhesión es 
indispensable (Serrano-Luna y col., 2012). La colonización y la invasión de la 
mucosa del colon implican la adhesión de trofozoítos a mucinas y a las células 
epiteliales del huésped (Teixeira, 2002). En el ciego, el parásito es capaz de 
evadir las defensas inmunitarias del huésped en parte por proteasas secretoras 
de cisteína que degradan inmunoglobulinas y las proteínas del sistema del 
complemento y por otra parte matando las células anfitrión de defensa tales 
como los linfocitos y los neutrófilos. 
 
La muerte celular que induce E. histolytica es dependiente de contacto y está 
mediada por una lectina amebiana específica para galactosa y N-acetil-D-
galactosamina de superficie (Gal /GalNAc) (Ravdin y col, 1980; McCoy y col, 
1994). La cual se une a residuos expuestos de galactosa y Gal/GalNAc en las 
glicoproteínas de las células blanco (Petri y col., 1987; Ravdin y Guerrant, 
1981). Esta lectina es una glicoproteína heterodimérica, con 3 subunidades; la 
subunidad de 170 kDa (HgI), está ligado a un glucosilfosfatidilinositol (GPI) 
(McCoy y col., 1993; Cheng y col, 2001), su dominio citoplasmático reconoce 
específicamente a la galactosa/N-acetil-D galactosamina y su secuencia 
presenta homología con las integrinas ß2 y ß7 (Laughlin, 2005). Este complejo 
se une mediante puentes disulfuro a la subunidad liviana (Lgl) de 31 ó 35 kDa. 
Hgl-Lgl se une por enlaces no covalentes a la subunidad intermedia (Igl) de 150 
kDa (Petri y col, 1989; Cheng y col, 2001; Laughlin, 2005; Clarck y col., 2007). 
En la adhesión también participan moléculas como la lectina de 220 kDa (Meza 
y col, 1987), una proteína rica en serinas (SREHP) de 52 kDa (Stanley y col., 
1992), proteínas de 90, 70, 50 y 24 kDa (Rodríguez y col., 1989) y el complejo 
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EhCPADH de 112 kDa (Arroyo y Orozco, 1987; Garcia-Rivera y col., 1999). 
Este complejo está formado por una cistein proteasa (EhCP112) y una 
adhesina (EhADH112), codificados por dos genes adyacentes separados por 
188 pb. EhDH112 tiene 687 aa, presenta un peso molecular de 75 kDa. 
Contiene un dominio de adherencia, localizado en los aminoácidos 444-601 
(García-Rivera y col., 1999; Martínez-López y col, 2004). Por su parte, la 
EhCP112 también participa en la virulencia del parásito (Ocadiz y col., 2005). 
 
 
 
 
 
 
 
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Figura 10. Proteínas de adhesión y secreción presentes en la superficie celular 
de E. histolytica. El proceso de adhesión de los trofozoítos a su célula blanco 
requiere de un mecanismo específico en el que están involucradas moléculas de 
superficie del parásito (adhesinas) y receptores de la célula blanco. Este evento ocurre 
gracias a la participaciónde una lectina de superficie que une residuos expuestos de 
galactosa y Gal/GalNAc en las glicoproteínas de las célula blanco y otras moléculas 
como la lectina de 220 kDa, la proteína SREHP de 52 kDa, proteínas de 90, 70, 50 y 
24 kDa y el complejo EhCPADH de 112 kDa. Tomado de Expert Reviews in Molecular 
Medicine. 2005 Cambridge University Press. 
 
 
 
 
 
 
 
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4.2. Citólisis 
 
Cuando el trofozoíto penetra la capa de moco intestinal, previo al contacto con 
la célula blanco, que actúa como una barrera frente a la invasión, se genera la 
colitis (Chadee y col., 1987). La invasión es medida por la muerte de células 
epiteliales, neutrófilos y linfocitos, que ocurre solo después de que la lectina del 
parásito se involucra con los residuos Gal/GalNAc de las proteínas del 
hospedero (Petri y col., 2002). La interacción de la lectina con los 
glicoconjugados es estéreo-específica y multivalente (Yi y col., 1998). 
 
• Amebaporos: En las vesículas granulares del lisosoma de E. histolytica 
se encuentra una familia de pequeñas proteínas formadoras de poros llamadas 
amebaporos. Su actividad se detectó desde hace más de 20 años (Lynch y 
col., 1982; Young y col., 1982) pero se aisló hace 12 años y ahora ya se 
conoce hasta su estructura primaria (Leippe y col., 1991; Leippe y col., 1992). 
Los amebaporos tienen un papel fundamental en la patogenicidad de este 
parásito protozoario. Son péptidos pequeños de 77 aa y un peso molecular de 
4.5 kDa (Espinosa-Castellano y Martinez-Palomo, 2000); se concentran en 
vesículas amebianas requiriendo un pH ácido (≈5). La principal función de 
estas proteínas es lisar a las células blanco ingeridas formando poros en sus 
mebranas (Ravdin y col., 1986), los cuales actuan como canales iónicos, 
similares al componente C9 del complemento y a la perforina de los linfocitos T 
citotóxicos (Leippe y col., 1991). 
 
Leippe y colaboradores (Leippe y col., 1994) aislaron de gránulos 
citoplasmáticos tres péptidos con actividad formadora de poro, los cuales 
clasificaron como A, B y C, estos tienen el mismo peso molecular, pero difieren 
en su estructura primaria, encontrándose en una porción de 35:10:1, 
respectivamente. Los amebaporos de la clase C son más efectivos, mientras 
que los amebaporos clase A no son eficientes en la lisis de los eritrocitos. En 
los últimos años se identificaron tres nuevos amebaporos, asi como 16 
proteínas que tienen dominios similares a saponinas (SAPLIPS), los cuales se 
conservan en los amebaporos (Loftus y col, 2005; Clarky col., 2007). Los 
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dominios transmembranales en estas saponinas no son evidentes, 
posiblemente son productos de secreción almacenados en las vesículas 
citoplasmáticas y actúan sinérgicamente con los amebaporos. 
 
Recientemente, Hecht y colaboradores (Hecht y col., 2004) han descrito la 
estructura terciaria del amebaporo A, encontrando que un lado de su superficie 
es hidrófoboico. Según el modelo propuesto de dimerización antiparalela, esta 
región hidrofóbica se extiende sin ninguna interrupción, puede ser seguido por 
adición de otros dímeros, dando lugar a una estructura de anillo con una 
superficie exterior hidrófobica y un interior predominantemente hidrofílico. El 
modelo hexadimérico tiene un diámetro interior de ~2 nm, que concuerda con 
los datos derivados de las mediciones

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