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Conocimiento-tradicional-de-hongos-medicinales-en-seis-localidades-diferentes-del-pas

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
 DE MÉXICO 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS 
 
 
CONOCIMIENTO TRADICIONAL DE HONGOS 
MEDICINALES EN SEIS LOCALIDADES 
DIFERENTES DEL PAÍS 
 
 
 
 
 
 
T E S I S 
 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADO EN BIOLOGÍA 
 
 
 P R E S E N T A : 
 JOSHUA ANTHUAN BAUTISTA GONZÁLEZ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DIRECTOR DE TESIS: 
DR. ÁNGEL MORENO FUENTES 
 
 
2013 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Hoja de datos del jurado 
1.- Datos del alumno 
Apellido paterno: Bautista 
Apellido materno: González 
Nombres: Joshua Anthuan 
Teléfono: 5525323129 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias 
Biología 
Número de cuenta: 304258329 
 
2.- Datos del tutor 
Grado: Dr. 
Apellido paterno: Moreno 
Apellido materno: Fuentes 
Nombre: Ángel 
 
3.- Datos del sinodal 1 
Grado: Dra. 
Apellido paterno: Montoya 
Apellido materno: Esquivel 
Nombre: Adriana 
 
4.- Datos del sinodal 2 
Grado: Lic. en Letras Modernas 
Apellido paterno: Zolla 
Apellido materno: Luque 
Nombres: Carlos Enrique 
 
5.- Datos del sinodal 3 
Grado: M. en C. 
Apellido paterno: Ruan 
Apellido materno: Soto 
Nombres: Juan Felipe 
 
6.- Datos del sinodal 4 
Grado: M. en C. 
Apellido paterno: Aguilar 
Apellido materno: Contreras 
Nombre: Abigail 
 
7.- Datos del trabajo escrito 
Título: Conocimiento tradicional de hongos medicinales en seis localidades diferentes del país 
Número de páginas: 158 
Año: 2013 
 
 
 
 
 
Dedico esta tesis a: 
Paola González Tiburcio 
pilar de mi vida, centro de mi corazón 
Agradecimientos 
A familiares y amigos 
Mamá, Papá: muchas gracias por todo, gracias a ustedes vivo, gracias a ustedes pude estudiar, 
gracias a ustedes soy quien soy; disculpen pero nunca tendré las palabras para decirles cuan 
agradecido estoy con ustedes y cuanto los amo. 
Manolo, Jamy: carnalitos gracias por su apoyo, gracias por compartir su infancia conmigo, tantos 
momentos inolvidables, los quiero mucho. 
Tío Lalo, tía Blanca, les agradezco su valioso apoyo económico y moral. 
A todas mis tías, es especial a mi tía Blanca, a mi tía Jazmín, a mi tía Lucha y a mi tío Lalo: gracias 
por alentarme a continuar mis estudios, gracias por ofrecerme siempre su apoyo incondicional. 
Agradezco infinitamente a todas las personas que me brindaron su apoyo en los sitios de estudio. 
En particular a las familias que, sin conocerme, me abrieron las puertas de su casa, me alimentaron, 
me dejaron pasar la noche bajo su techo. A ustedes, que sin esperar nada a cambio y dejando a un 
lado sus actividades, me hacían el favor de guiarme en sus bosques, me compartían sus saberes y 
despejaban mis dudas. De todo corazón muchas gracias por su valioso tiempo, por su cariño y por 
sonreír cuando me veían llegar. Nunca olvidaré como me hicieron sentir parte de su familia. 
A Don Antonio Moreno y a toda su familia tlasojkamati. 
A Doña Lore, a Don Pánfilo, a Lucia, a Daniel y al “Rolas” tlasojkamatintzin. 
A Don Eladio, a Doña Ofelia y a Miguel kjamädi. 
A Doña María Eusebia, a Doña Isidora e hijos kjamädi. 
A Don Sebastián Inzin y toda su familia hocolawal. 
A Don Bartolo Pérez y toda su familia, así como a Pedro Gómez su hermana Juana y su esposo 
Feliciano hocolawal. 
Agradezco a toda la bandita que me ayudo durante este trabajo. Ari, Viri, Lalo, gracias por todo su 
apoyo, sobre todo gracias por acompañarme a las salidas de campo, sin ustedes las salidas no 
hubieran sido tan divertidas y me hubiera desvelado mucho describiendo yo solo los hongos. 
Gracias por ayudarme en las recolectas y en las entrevistitas. 
Ariaana, gracias por todo tu apoyo, tu cariño, tu tiempo, tus comentarios, tu ayuda en el trabajo de 
campo y en el trabajo de gabinete. 
Amaranta, gracias por dejar anexarme en los recorridos etnomicológicos que organizabas en San 
Isidro Buensuceso, gracias por ayudarme con las entrevistas, con la descripción de los ejemplares y 
con el análisis comparativo. 
A Rodrigo, Marlene y Juan Carlos, carnalitos académicos, gracias por sus observaciones en este 
trabajo y por haber compartido esas enseñanzas en los seminarios. 
 
 
A los sabios y maestros 
Agradezco de todo corazón a los custodios del conocimiento médico tradicional, que 
desinteresadamente compartieron parte de su valioso conocimiento conmigo. Gracias a ustedes se 
mantienen vivas muchas tradiciones y gracias a ustedes se pudo elaborar esta tesis. 
A Don Francisco de Hueyapan, a Don Manuel Luna y a Don Rogelio de Chimalapa. 
A Doña Francisca y su hermana Dolores, a Doña Cándida Manzano y a Don Salomón de San 
Isidro Buensuceso. 
A Doña Juana Pérez, a Don Alberto Bautista de Amatenango del Valle. 
A Doña Lucía, a Don Juan Girón y a Don Sebastián Hernández de Tenejapa. 
A Don Chabelo del Ejido de Detiña. 
Durante toda mi trayectoria escolar tuve el agrado de conocer a profesores muy buenos, los cuales 
me transmitieron conocimientos y experiencias muy valiosas; me incitaron a razonar, a reflexionar, 
me han brindado las herramientas para desarrollar conocimientos, han despertado mi interés en 
diversos temas, me han formado. Los admiro, los respeto y los quiero mucho. Por ello, les 
agradezco, en el orden en que aparecieron en mi vida, todas sus enseñanzas. 
Maestro Efraín Morales, usted marco mi vida como estudiante, despertó por primera vez mi interés 
y gusto por el estudio, en particular por la fascinante historia de México y motivar mi desarrollo 
académico en una etapa clave en mi vida. 
Felipe, junto con Ángel, me abriste las puertas al este maravilloso mundo de la etnomicología. 
Contigo nació este proyecto, lo viste desarrollarse, me ayudaste con el diseño de las entrevistas, con 
la literatura y hasta en la revisión, me poyaste en todo lo que pudiste. Gracias por tu hospitalidad, te 
agradezco el haberme llevado a Chiapas y enseñarme tantas cosas, pero sobre todo te agradezco por 
haber sido el profe que se convirtió en mi amigo. 
Ángel, gracias por todo, por haberme aceptado como tu alumno, por transmitirme esa pasión por la 
etnobiología, por tus recomendaciones, por el apoyo económico, por haberme llevado a Chimalapa, 
por todos los buenos momentos dentro y fuera de clases. Ha sido todo un honor tenerte como mi 
papá académico. 
Adriana, gracias por haberme abierto las puertas en San Isidro Buensuceso, gracias por la literatura, 
por seguir todo el desarrollo de mi tesis, por tus valiosas observaciones y recomendaciones, gracias 
por presentarme con Doña Francisca, gracias por todas tus enseñanzas en campo y en clases. 
Se agradece a los profesores del Taller de Etnobiología: la Dra. Graciela Gómez, el Mtro. Juan 
Manuel y el Dr. Raúl Valadez, por sus enseñanzas en esta disciplina y por todas sus observaciones y 
recomendaciones, las cuales fueron determinantes en el diseño de la tesis. 
Roberto, gracias por facilitarme literatura, por tus recomendaciones en planteamiento de esta tesis y 
por todas tus enseñanzas sobre etnomicología. 
Lilia, gracias por tu infinita paciencia al momento de enseñarme, gracias por ayudarme con la 
determinación taxonómica de los ejemplares, no sé qué hubierahecho sin ti. Gracias por la 
literatura y por dejarme hacer gran parte de mi tesis en tu lugar de trabajo, donde me la pasé muy 
bien. Gracias por acompañarme a campo y por las valiosas observaciones de la tesis. 
Maestro Carlos Zolla, gracias por todas sus atenciones, por todas sus enseñanzas, por haberme 
ayudado a construir el formulario de entrevista, por facilitarme literatura, por darme tantos consejos 
para desarrollar la investigación con los médicos tradicionales y por brindarme las bases para 
comenzar a entender como es la medicina tradicional mexicana. 
Maestra Abigail, agradezco mucho todo su apoyo, el haberme facilitado literatura, su guía en 
durante todo el proceso de la tesis, desde el diseño de la entrevista hasta las revisiones del escrito. 
Le agradezco el haberme dado un espacio para redactar la tesis y el apoyo económico. Le agradezco 
a la vida el haberme permitido conocerla, usted es un ejemplo a seguir. 
Maestro Santiago, le agradezco todo su apoyo, en especial le agradezco haberme ayudado a resolver 
tantas dudas surgidas en el análisis de los resultados. Me la pase muy bien en compañía de usted, y 
de la Maestra Abigail, les agradezco todos esos buenos momentos, las comidas y el trato que me 
brindaron. Mi estancia en el Herbario fue una experiencia muy rica en múltiples aspectos, aprendí 
mucho. 
Agradezco a la Dra. María de los Ángeles Campos Herrera y a su equipo de trabajo, por ayudarme 
con la determinación de los líquenes, tarea sumamente complica. Gracias a usted ya no tengo 
pesadillas con los líquenes. 
También se agradece al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica 
(PAPIIT), por el apoyo financiero otorgado a través del proyecto “Depósito y efectos de 
contaminantes atmosféricos bioacumulables en bosques de la Cuenca de México, evaluación 
liquenológica”, con clave IN210811-3. 
Finalmente agradezco a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, al Instituto Mexicano del 
Seguro Social y por supuesto, a la Universidad Nacional Autónoma de México, ya que dentro de 
sus instalaciones se produjo esta tesis. 
i 
 
 
Contenido 
Índice de cuadros….………………………………………………………………………....... iv 
Índice de figuras………………………………………………………………………………. v 
Índice de anexos………………………………………………………………………………. v 
Resumen………………………………………………………………………………………. vi 
 
I.-Introducción 
1.- Salud y modelos de atención médica………………………………………………….. 1 
2.- Medicina tradicional……………………..……………………………………………. 2 
3.- Conocimiento tradicional…………………..…………………………………….......... 3 
4.- Conocimiento micológico tradicional………….…………………………………….... 3 
 4.1.- La prohibición………………………………………………………………...…. 4 
 4.2.- La pérdida del conocimiento tradicional y los recursos fúngicos…………………. 4 
5.- La Etnobiología………………………………………………………………………. 5 
6.- La Etnomicología………………………………………………………………….…. 6 
7.- Cohesión cultural cognitiva…………………………………………………………... 8 
8.- Los Hongos…………………………………………………………………………... 8 
 8.1.- Líquenes y micorrizas……………………………………………………………. 9 
 8.2.- Parásitos y patógenos…………………………………………………………….. 9 
9.- Principales categorías antropocéntricas de los hongos 
 9.1.- Hongos comestibles…………………………………………………………...…. 9 
 9.2.- Hongos psicotrópicos……………………………………………………………. 10 
 9.3.- Hongos tóxicos…………………………………………………………………... 11 
 9.4.- Hongos medicinales…………………………………………………………….... 12 
 9.4.1.- En la medicina tradicional…………………………………………….......... 13 
 9.4.2.- Los hongos en el sistema frío-caliente……………………………………... 13 
 9.4.3.- En la medicina académica……………………………………………........... 13 
 9.4.4.- Bioquímica de los hongos medicinales……………………………………... 14 
 9.4.5.- Comercio de hongos medicinales………………………………………….. 15 
 
II.- Antecedentes…………..………………………………………………………………… 16 
III.- Justificación……………..……………………………………………………………… 18 
IV.- Preguntas de investigación……………………………………………………………… 19 
V.- Hipótesis………………………………………………………………………………… 19 
VI.- Objetivos………………………………..……………………………………………… 19 
 
 
ii 
 
VII.- Método 
1.- Observación indirecta……………………………………………………………….... 20 
 1.1.-Consulta a investigadores…………………………………………………………. 20 
 1.2.- Investigación bibliográfica……………………………………………………….. 20 
 1.2.1- Sistematización de la información………………………………………….. 20 
2.- Selección de los sitios de estudio…………………………………………………….... 21 
3.- Método etnográfico 
 3.1.- Salidas de campo……………………………………………………………......... 21 
 3.2.- Selección de informantes………………………………………………………… 21 
 3.3.- Técnicas observacionales 
 3.3.1.- Observación………………………………..……………………………... 21 
 3.3.2.- Observación Participante (OP)………………..…………………………... 22 
 3.4.- Entrevistas……………………………………………….………………………. 23 
 3.4.1.- Entrevista no estructurada……………………………...…………………. 23 
 3.4.2.- Entrevista semiestructurada………………………………...……………... 23 
 3.5.- Técnica “bola de nieve”………………………………………………..………… 24 
 3.6.- Caminatas etnomicológicas…………………………………………………......... 25 
 3.7.-Encargos especiales………………………………………………………………. 25 
 3.8.-Cotejo de datos con material de colección………………………………………... 26 
 3.9.- Registro de la información……………………………………………………….. 28 
4.- Método biológico 
 4.1.- En campo 
 4.1.1.- Recolectas micológicas…………………………………………………….. 28 
 4.1.2.- Descripción de esporomas en estado fresco……………………………….. 28 
 4.1.3.- Preservación de esporomas………………………………………………... 29 
 4.2.- En laboratorio 
 4.2.1.- Organización del material biológico……………………………………....... 29 
 4.2.2.- Determinación de la identidad científica………………………………......... 29 
5.- Análisis comparativo………………………………………………………………….. 30 
 
VIII.- Sitios de estudio….…………………………………………………………………… 31 
 
IX.- Resultados 
1.- Resultados sobre la investigación bibliográfica….…………………………………….. 38 
2.- Resultados del trabajo de campo…..………………………………………………….. 39 
 2.1.- Hongos medicinales en Chimalapa……………………………………………….. 40 
 2.2.- Hongos medicinales en San Isidro Buensuceso…………………………………... 43 
 2.3.- Hongos medicinales en Amatenango del Valle…….……………………………... 47 
 2.4.- Hongos medicinales en Tenejapa…….…………………………………………... 50 
 2.5.- Hongos medicinales en La Cañada…….…………………………………………. 53 
 2.6.- Hongos medicinales en el Ejido de Detiña……..………………………………… 55 
3.- Resultados del análisis comparativo…..……………………………………………….. 60 
 
 
iii 
 
X.- Discusión 
1.- Sobre la revisión bibliográfica……………………………………………………….... 62 
2.- Sobre las técnicas e instrumentos empleados…………………………………………. 63 
3.- Sobre la información registrada en campo 
 3.1.-Sobre las especies medicinales…………………………………………………….. 65 
 3.2.-Sobre la nomenclatura local………………………………………………….......... 68 
 3.3.-Sobre las fórmulas de preparación……………………………………………........ 68 
 3.4.-Sobre los mecanismos de acción……………………………………………........... 70 
 3.5.-Sobre los recursos alternativos……………………………………………………. 71 
 3.6.-Plantas, el principal recurso alternativo a los hongos medicinales…………….......... 72 
 3.7.-Sobre los poseedores del conocimiento………………………………………….... 74 
 3.8.-Sobre la transmisión y generación del conocimiento médico…………………….... 76 
 3.9.-Sobre la persistencia y pérdida de conocimiento………………………………….. 77 
4.- Sobre la convergencia intercultural cognitiva y el análisis comparativo……………........ 79 
 4.1.-Sobre los hongos medicinales reportados en otras investigaciones……………........ 81 
5.- Sobre los principios activos de las especies reportadas como medicinales………........... 81 
 
 
XI.- Conclusiones………………………………………………………………...………….. 83 
XII.- Consideraciones finales………………………………………………………………... 84 
XIII.- Literatura citada………………………………………………………………………. 86 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
iv 
 
Índice de cuadros 
Cuadro 1. Investigaciones etnomicológicas en los Altos de Chiapas…………………………. 32 
Cuadro 2. Investigaciones etnomicológicas en San Isidro Buensuceso y sus alrededores........... 36 
Cuadro 3. Resumen de las principales características de los sitios de estudio………………… 37 
Cuadro 4. Resumen sobre el número de entrevistas, recorridos y médicos tradicionalesentrevistados en cada uno de los sitios de estudio……………………………………………. 
 
39 
Cuadro 5. Hongos considerados comestibles y medicinales en Chimalapa…………………… 41 
Cuadro 6. Hongos reportados como medicinales en Chimalapa que no pudieron ser 
recolectados…………………………………………………………………………………. 
 
42 
Cuadro 7. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en Chimalapa…….......... 43 
Cuadro 8. Hongos considerados comestibles y medicinales en San Isidro Buensuceso………. 44 
Cuadro 9. Hongos reportados como medicinales en San Isidro Buensuceso que no pudieron 
ser recolectados……………………………………………………………………………… 
 
44 
Cuadro 10. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en San Isidro 
Buensuceso………………………………………………………………………………….. 
 
46 
Cuadro 11. Hongos considerados comestibles y medicinales en Amatenango del Valle……… 47 
Cuadro 12. Hongos reportados como medicinales en Amatenango del Valle que no pudieron 
ser recolectados……………………………………………………………………………… 
 
48 
Cuadro 13. Especies consideradas comestibles y medicinales en Tenejapa…………………… 50 
Cuadro 14. Hongos reportados como medicinales en Tenejapa que no pudieron ser 
recolectados…………………………………………………………………………………. 
 
50 
Cuadro 15. Especies medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en Tenejapa…………. 51 
Cuadro 16. Hongos considerados comestibles en La Cañada………………………………... 54 
Cuadro 17. Hongos reportados como medicinales en La Cañada que no pudieron ser 
recolectados…………………………………………………………………………………. 
 
55 
Cuadro 18. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en La Cañada……......... 55 
Cuadro 19. Hongos considerados comestibles y medicinales en el Ejido de Detiña……............ 56 
Cuadro 20. Hongos reportados como medicinales en el Ejido Detiña que no pudieron ser 
recolectados…………………………………………………………………………………. 
 
58 
 
 
 
 
 
 
 
v 
 
Figura 1 y 2. Hongos referidos como comestibles y medicinales en el Códice Florentino…….. 16 
Figura 3. Bud’ bak’et empleado para curar una herida en la piel…………………………..………… 22 
Figura 4. Líquenes obtenidos mediante la técnica de encargos especiales….………………….. 26 
Figura 5. Entrevista donde se llevó a cabo el cotejo de datos con material de colección….….. 27 
Figura 6. Sitios de estudio …...…………………………………………………...…………... 37 
Figura 7. Órdenes biológicos de los hongos utilizados en la medicina tradicional mexicana que 
han sido registrados en la literatura………………………………………………………….... 
 
38 
Figura 8. Cocos (Amanita tullossii)….………………………………………………………….... 40 
Figura 9. Citlalnanácatl (Amanita muscaria var. flavivolvata)…………………………………......... 46 
Figura 10. K’analchay (Cantharellus aff. formosus)……………………………………………........ 48 
Figura 11. Tsul’ te’ (Schizophyllum commune)…………………………………………………….. 52 
Figura 12. Buejaitá (Ustilago maydis)……………………………………………………………. 53 
Figura 13. Hongo de maguey (Pleurotus opuntiae)………………………………………….......... 57 
Figura 14. Fenograma obtenido del análisis de conglomerados por comunidad…………………….. 60 
Figura 15. Fenograma obtenido del análisis de conglomerados por cultura………………………… 60 
Figura 16. Proyección de los sitios de estudio en el espacio de los dos primeros componentes 
principales de acuerdo al conocimiento tradicional sobre los hongos medicinales……………. 
 
61 
Figura 17. Aplicación del huitlacohe (Ustilago maydis) para sanar una herida en la piel en San 
Isidro Buensuceso, Tlaxcala………………………………………………………………….. 
 
69 
Figura 18. Caldo medicinal de iztacnanácatl (Russula brevipes), preparado por Don Francisco, 
terapeuta tradicional de Chimalapa…………………………………………………………… 
 
69 
 
Índice de anexos 
Anexo 1. Hongos utilizados en la medicina tradicional mexica, registrados en la literatura…… 100 
Anexo 2. Hongos medicinales de Chimalapa…………………………………………………. 117 
Anexo 3. Hongos medicinales de San Isidro Buensuceso…………………………………….. 121 
Anexo 4. Hongos medicinales de Amatenango del Valle……………………………………... 129 
Anexo 5. Hongos medicinales de Tenejapa…………………………………………………... 131 
Anexo 6. Hongos medicinales de La Cañada…………………………………………………. 135 
Anexo 7. Hongos medicinales del Ejido de Detiña………………………………………….... 137 
Anexo 8. Lista de hongos mostrados en los estímulos fotográficos…………………………... 139 
Anexo 9. Formato de entrevista……………………………………………………………… 140 
Anexo 10. Matriz de datos obtenida a partir de los resultados del trabajo de campo………….. 144 
Anexo 11. Matriz de datos obtenida de los resultados del trabajo de campo más los resultados 
de otras investigaciones etnomicológicas……………………………………………………... 148 
Anexo 12. Datos de la matriz de cargas………………………………………………………. 153 
Anexo 13. Listado con las autoridades taxonómicas de los hongos utilizados en la medicina 
tradicional mexicana………………………………………………………………………….. 155 
 
 
Índice de figuras 
vi 
 
Resumen 
 
Desde la antigüedad, alrededor del mundo personas de diversas culturas han utilizado hongos con 
fines terapéuticos. Se tienen evidencias prehistóricas de ello, así como algunos documentos que 
datan de hace más de 4000 años. En México se tiene el registro del uso de hongos en la medicina 
tradicional desde tiempos prehispánicos; sin embargo, el estudio histórico y el actual sobre este 
tema han sido poco abordados en nuestro país. La mayoría de investigaciones sobre los recursos 
fúngicos con atributos medicinales son producidas en países asiáticos y europeos. Dichos estudio se 
han enfocado principalmente en la determinación y caracterización de metabolitos con actividad 
terapéutica, sobre todo con efectos antitumorales y antibióticos. En sí, son pocas las investigaciones 
donde se aborda exclusivamente el uso tradicional de los hongos medicinales; pese a que, a partir 
del conocimiento ancestral sobre estos organismos, se ha desarrollado gran parte del conocimiento 
occidental sobre las propiedades terapéuticas de diversas especies fúngicas. Con la intención de 
contribuir al conocimiento sobre la diversidad y uso de las especies fúngicas empleadas en la 
medicina tradicional mexicana se realizó el presente estudio; el cual consta de una exploración 
bibliográfica en la cual se registraron 121 taxones de hongos empleados de manera tradicional en el 
país, con fines terapéuticos, incluyendo su uso específico, la fórmula de preparación y aplicación de 
cada caso. La otra parte de la investigación trata sobre el conocimiento tradicional vigente de 
hongos medicinales en seis sitios de estudio, en dos de ellos habitan grupos originarios de 
ascendencia otomí (Ejido de Detiña, Mpio de Acambay y La Cañada, Mpio. de Morelos, Estado de 
México), dos son comunidades nahuas (Chimalapa, Mpio de Acaxochitlán, Hidalgo y San Isidro 
Buensuceso, Mpio. de San Pablo del Monte, Tlaxcala) y los otros dos se ubican en la zona tseltal de 
Los Altos de Chiapas (Amatenango del Valle y Tenejapa). A partir de instrumentos y técnicas 
etnográficas y biológicas, se documentó el uso tradicional de 129 taxones fúngicos con atributos 
medicinales; los cuales se emplean frente a diversos padecimientos de los diferentes órganos, 
aparatos, sistemas del organismo, así como ciertos signos, síntomas y síndromes de filiación 
cultural. La suma de las especies reportadas como medicinales en la literatura, más los nuevos 
registros obtenidos en el trabajo de campo, arroja una cifra de más de 200 especies de hongos 
utilizados en la medicina tradicional mexicana. En otro apartado, se aborda el fenómeno de la 
convergencia intercultural cognitiva y se realizó un análisis comparativo, a partir de una 
aproximación cualitativa y herramientas estadísticas, para explorar la similitud entre el conocimiento 
tradicional de los hongos medicinales por parte de las personas de los sitios de estudio, 
encontrando que el grado de convergencia intercultural cognitiva es mayor entre los otomíes y los 
nahuas que entre los tseltales con respecto a los otros dos grupos culturales. Más adelante, se 
discute sobre las posibles implicaciones de la convergencia intercultural cognitiva y diversos 
aspectos sobresalientesen torno al uso de los hongos medicinales, tal como: los recursos 
alternativos que se emplean cuando no se logra conseguir hongos, la transmisión y generación del 
conocimiento médico tradicional, así como la persistencia y pérdida de dicho conocimiento. 
Finalmente se proponen algunas acciones en pro de la conservación y el estudio de los hongos 
medicinales y su conocimiento tradicional, como la apertura de una colección científica de hongos 
medicinales, la generación de un equipo de trabajo enfocado en el estudio de este tema, la difusión 
del conocimiento micológico en las comunidades donde existan estos recursos, así como el impulso 
de proyectos productivos para el aprovechamiento local de las especies fúngicas con actividad 
terapéutica. Además, se pronostica un alentador porvenir en torno a este tema, siempre y cuando 
exista apoyo por parte de las instituciones académicas, gubernamentales y sanitarias, así como de los 
propios custodios del conocimiento micológico local; ya que sus saberes le han otorgado a México 
un lugar entre los países con mayor diversidad de hongos medicinales en el mundo. 
 
1 
 
I.- Introducción 
 
1.- Salud y modelos de atención médica 
Los humanos han buscado por medio de la religión y la filosofía respuestas al sentido de su existen-
cia, a pesar de encontrar respuestas tan diferentes, todas ellas contienen una promesa de felicidad, la 
cual según Aristóteles y santo Tomás de Aquino, es la razón última de la vida humana y el más 
grande de los bienes (Hofmann, 1999). La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en su 
Constitución que un principio básico para alcanzar la felicidad, las relaciones armoniosas y la segu-
ridad de todos los pueblos, es la salud. 
La salud está definida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamen-
te la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 2006). Es un conjunto de problemas a nivel 
mundial (Fauci et al., 2008), provocado por diversos factores, entre ellos: los agentes ambientales, la 
genética humana, la alimentación y múltiples aspectos culturales; ya que las enfermedades se en-
cuentran en íntima relación con las concepciones religiosas y cosmovisiones particulares de cada 
grupo cultural (Jaén-Esquivel y Murillo-Rodríguez, 2005). 
A pesar de ser un asunto de vital importancia para la humanidad, instituciones financieras interna-
cionales, incluidos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, han aconsejado invertir 
en forma limitada y restringir el gasto social en servicios de salud y educación (Fauci et al., 2008). 
Este problema de la salud es algo que se lleva de manera intrínseca al estar vivo y es permanente, ya 
que desde antes de nacer se es vulnerable a las enfermedades y esta condición permanece hasta el 
momento de la muerte. Para enfrentar esta problemática, la humanidad ha construido diversos sis-
temas de atención médica. Estos sistemas se constituyen principalmente de tres modelos médicos 
básicos; la medicina académica (también conocida como científica, occidental, convencional, mo-
derna, alopática o hegemónica), la medicina tradicional (también conocida como popular o indíge-
na) y la medicina doméstica (también conocida como casera o de auto-atención), la cual tiende cada 
vez más a comportarse como un modelo médico intercultural (Zolla y Sánchez-García, 2010). Estos 
tres rubros constituyen los vértices por donde transita el enfermo (Zolla et al., 1988) y representan 
los tres pilares básicos del sistema real de salud (Zolla y Sánchez-García, 2010). 
El modelo de la medicina académica (fundamentalmente la alopática, aunque en algunos casos la 
medicina homeopática es reconocida oficialmente) (Zolla y Sánchez-García, 2010), busca prevenir, 
tratar y curar las enfermedades mediante el uso de fármacos, terapias psicológicas y motrices, ciru-
gía y otras técnicas. Este modelo presenta serios problemas que deben ser solucionados de manera 
urgente; ataca solo las consecuencias, nunca las causas, la presencia de efectos farmacológicos ad-
versos y la disgregación del hombre como un ser total e integral, sin tener en cuenta que se trata de 
una unidad bio-psico-espiritual y puede sufrir tanto de uno como de otro plano (Fauci et al., 2008; 
Plano Creativo, 2009). Además, este modelo hegemónico desecha como inverosímiles o irracionales 
otros modelos de medicina, tal es el caso de la medicina alternativa y complementaria (MAC) (Fauci 
et al., 2008). 
La MAC comprende diversos tipos de medicina basados en principios biológicos; como dietas 
especiales, megadosis de vitaminas y minerales, y extractos de productos animales o botánicos; ma-
nipulativos, como manipulación osteopráctica y quiropráctica, y las terapias craneosacras; energé-
ticos, aquellos relacionados con campos de energía verdaderos o supuestos, por ejemplo, terapias 
con imanes; algunas formas de meditación, espiritualidad e hipnosis; y finalmente los propios sis-
temas alternativos, los cuales integran elementos de las cuatro variantes anteriores y buscan pro-
porcionar estrategias primarias que cubran todas las necesidades relativas a la salud y no simplemen-
te soluciones coadyuvantes (Fauci et al., 2008). 
 
 
 
2 
 
2.- Medicina tradicional 
La medicina es una manifestación de la cultura de un pueblo y existen tantas medicinas como cultu-
ras se puedan reconocer (Lozoya, 1989). El término medicina tradicional ha sido ampliamente 
utilizado debido a la difusión que le dio la OMS, quien la definió como: “la suma de todos los co-
nocimientos y prácticas, explicables o no, usados en el diagnóstico, prevención o eliminación del 
desequilibrio físico, mental o social y basados exclusivamente en la observación y experiencia prác-
tica, transmitidos de generación en generación oralmente o por escrito”. No obstante, han surgido 
otras definiciones, una de ellas nació en México y dice que: “la medicina tradicional es el conjunto 
de conocimientos, creencias, prácticas y recursos provenientes de la cultura popular, de los que hace 
uso la población del país para resolver, en forma empírica algunos de sus problemas de salud, al 
margen o a pesar de la existencia de una medicina oficial e institucionalizada por el Estado” (Lozo-
ya, 1989). 
 
Este modelo médico es característico de las áreas rurales, en donde coexiste con los servicios insti-
tucionales de salud, ocasionando que se manifiesten formas mixtas de atención que es preciso co-
nocer y evaluar (Zolla et al., 1988). Investigaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social y la 
Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (IMSS-
COPLAMAR) en la década de los ochentas, revelaron las principales causas de demanda de aten-
ción de la medicina tradicional en México: mal de ojo, empacho, susto-espanto, caída de mollera, 
disentería, aires, entre otras. Enfermedades que son percibidas y vividas como tales por varios mi-
llones de mexicanos y latinoamericanos habitantes del campo, la ciudad y sobre todo en los últimos 
tiempos, de los cinturones suburbanos (Zolla et al., 1988). En estas investigaciones se tomaron en 
cuenta a los recursos humanos de los sistemas de salud propios de las comunidades (curanderos, 
parteras, hierberos, rezanderos y hueseros), es decir, a los médicos tradicionales, ya que son ellos 
quienes producen, mantienen, renuevan, exponen, analizan y transmiten conocimientos empíricos, 
así como los componentes espirituales y materiales del ritual de curación; además, ponen al alcance 
de toda la sociedad en la que se encuentran, su saber, que en muchos casos, es parte fundamental 
del equilibrio de la comunidad a la que pertenecen (Navarro-Rodríguez et al., 2007). En dichas in-
vestigaciones del IMSS-COPLAMAR, se observó la distribución regular de ciertos padecimientos, 
lo que permitió inferir su alta incidencia y corroborar la persistencia de cuadros nosotáxicos tradi-
cionales, así como la irrupción de recursos médicos modernos, tanto en el ámbito de la atención 
domésticacomo en el de los terapeutas. Los nombres de ciertas enfermedades se repetían tan insis-
tentemente que hacían suponer la existencia, en México, de un sistema médico tradicional unifor-
memente distribuido (Zolla et al., 1988). 
Con el desarrollo de la civilización moderna (occidental) las tradiciones de los pueblos originarios 
se ven afectadas por la introducción de medicamentos ajenos a su cultura y por los adelantos quí-
mico-farmacéuticos de la medicina académica (Guzmán, 2008a). En América, desde el momento 
mismo de la conquista española, la intervención institucional (médica, religiosa y gubernamental) ha 
producido intensas transformaciones en los sistemas de salud tradicional, modificando la configu-
ración del perfil de los terapeutas, los cuadros de morbilidad y los recursos bioculturales empleados, 
pero sobre todo, ha dado lugar a la aparición de formas complejas de relación entre el modelo mé-
dico hegemónico y las expresiones médicas populares o tradicionales (Zolla et al., 1988). A pesar de 
todo esto, en la actualidad numerosas etnias continúan manifestando sus tradiciones y transmitien-
do sus conocimientos a las nuevas generaciones. Dentro de este maravilloso repertorio de conoci-
mientos está el del uso de los hongos como agentes terapéuticos (Estrada-Torres, 1989), el cual se 
puede observar entre los diversos grupos étnicos de México (Guzmán, 1994a), así como en muchas 
sociedades alrededor del mundo. 
 
 
 
 
 
3 
 
3.- Conocimiento tradicional 
El conocimiento, entendido como la aprensión mental de ciertas regularidades del universo, es 
generado a partir de la memoria, conjugación, comunicación, capacidad para elaborar implementos, 
organización social, curiosidad y otras habilidades, junto con las necesidades primarias de subsis-
tencia (Luna-Morales, 2002). El conocimiento tradicional es el conjunto de saberes (creencias, le-
yendas, mitos, canciones, clasificaciones, etc.) y prácticas (religiosas, agrícolas, médicas, etc.) gene-
radas, seleccionadas y acumuladas colectivamente durante milenios mediante las distintas capacida-
des de la mente humana; es almacenado en la memoria y las actividades de las personas; se transmi-
te de generación en generación por vía oral, práctica y en algunos casos escrita (Luna-Morales, 
2002). Cabe señalar que la lengua, además de ser un instrumento de comunicación, funciona como 
un extenso depósito de conocimientos. Este conocimiento es el resultado de la experiencia acumu-
lada durante siglos de interacciones entre las sociedades y la naturaleza (Calderón-Cisneros, 2001), 
su origen se remonta a los mismos orígenes de Homo, quien ha subsistido la mayor parte del tiempo 
mediante la caza y recolecta, sin embargo, en los últimos 10 mil años lo hace mediante la agricultura 
(Luna-Morales, 2002). 
Se debe considerar que los sistemas tradicionales y locales de conocimiento, como expresiones 
dinámicas de la percepción y la comprensión del mundo, pueden aportar, y lo han hecho en el cur-
so de la historia, una valiosa contribución a la ciencia y la tecnología, y que es menester preservar, 
proteger, investigar y promover ese patrimonio cultural y ese saber empírico (ICSU-UNESCO, 
1999). 
Bunge (1983), da una explicación de cómo a partir del conocimiento tradicional se ha desarrollado 
el conocimiento científico, considerado la forma de conocimiento más reciente; sin embargo, am-
bos conocimientos son complementarios y las deficiencias de uno pueden ser riquezas en el otro, 
por lo que se ha planteado la importancia y la necesidad de buscar una integración entre ambos 
(Luna-Morales, 2002). Dicha integración se puede encontrar en la etnobiología, quien representa un 
puente entre el conocimiento tradicional y el científico; dicho puente es fundamental para preservar 
el patrimonio biocultural.1 
 
4.- Conocimiento micológico tradicional 
México alberga una gran diversidad biológica y cultural, la cual se ve reflejada en el extenso cono-
cimiento que poseen los diversos grupos étnicos sobre la biota. En particular, es de los países más 
ricos en tradición sobre los hongos (Guzmán, 1990) y existe un arraigado conocimiento micológico 
que data de épocas prehispánicas (Guzmán et al., 1975; Gispert et al., 1984; Dubovoy, 1968; Guz-
mán, 1994a; Ruan-Soto et al., 2004), el cual se ha manifestado en la tradición que algunos pueblos 
antiguos y actuales tienen de comer hongos, utilizarlos como medicina, en festividades, en ceremo-
nias mágico-religiosas y en general en su cultura (Gispert et al., 1984; Ruan-Soto et al., 2006). Saha-
gún demostró que los indígenas conocían hongos que desempeñaban un papel muy importante por 
sus propiedades culinarias y farmacológicas o psicoterapéuticas (Cappello-García, 2003). 
El uso de los hongos es resultado del conocimiento y la experiencia de las personas acumulados en 
el tiempo (Chang y Lee, 2004). Este conocimiento micológico tradicional (CMT) es descrito como 
el conjunto de conocimientos que las personas de las comunidades locales poseen sobre los hongos 
de su ambiente; es generado gracias a un proceso de observación, ensayo y error, construido de 
manera colectiva, producto de la presencia de los hongos en la vida de los humanos y la necesidad 
de éstos de entender su naturaleza, utilizarlos y satisfacer con ellos, tanto sus necesidades materiales 
como espirituales; dicho conocimiento es la base de todo el proceso de aprovechamiento de los 
hongos silvestres, ya que de él emana la distinción entre los tóxicos y los comestibles, además ha 
permitido la determinación de los hongos con potencial medicinal y alucinógeno (Garibay-Orijel et 
al., 2010). 
 
1 Para mayor información consultar las investigaciones de Luna-Morales (2002) y Pérez-Ruiz y Argueta-
Villamar (2011), quienes profundizan sobre el conocimiento tradicional y su situación actual. 
4 
 
El CMT se expresa principalmente en comunidades indígenas y mestizas del medio rural (Ruan-
Soto et al., 2004), dicho conocimiento es muy completo y profundo, pero poco estudiado (Guzmán, 
1997). Esta situación no es exclusiva del país, sucede en diversas partes del mundo; por ejemplo, 
Lee et al. (2009) mencionan que en comunidades rurales de Malasia utilizan algunos hongos silves-
tres locales con fines alimentarios, medicinales y espirituales, pero que este conocimiento indíge-
na no está bien documentado y no se registra sistemáticamente. 
 
4.1.- La prohibición 
La micofagia de los indígenas de México fue desalentada por los españoles, desde la conquista y 
durante la época de la colonia (Reyes-García et al., 2009). Los hongos, al estar relacionados con lo 
sagrado, en el cosmos mesoamericano, estaban estrictamente prohibidos por el Tribunal del Santo 
Oficio (Guzmán, 1997). Entre los eclesiásticos, el hecho de comerlos era considerado un pecado 
(Dubovoy, 1968). Actualmente en algunos lugares del país, como Hidalgo, Puebla y Chiapas, las 
autoridades gubernamentales y sanitarias, junto con los medios de comunicación, dan mala publici-
dad, prohíben y castigan el uso y aprovechamiento de los hongos psicotrópicos, así como la comer-
cialización de hongos silvestres comestibles, como una medida para evitar micetismos (Ruan-Soto et 
al., 2012). Incluso se han presentado casos donde las autoridades decomisan violentamente los 
hongos que se venden en los mercados y tianguis, ignorando el valor y los beneficios de éstos. Di-
chas acciones han entorpecido de manera significativa las investigaciones científicas, etnomicológi-
cas y médicas (Guzmán, 2011). A diferencia de esto, en muchos países asiáticos, distintas especies 
de macromicetos con propiedades medicinales se expenden inclusive en salas médicas (Chang y 
Lee, 2004). 
 
4.2.- La pérdida del conocimiento tradicional y los recursos fúngicos 
Se sabe que en el Anáhuac prehispánico, el conocimiento micológico tradicional (CMT) era rico y 
abundante (Portugal-Portugal, 2007); pero con la devastación, masacre y persecuciónque realizaron 
los invasores españoles, hubo una importante pérdida de conocimientos incluyendo el CMT. 
Actualmente existen importantes alteraciones en el conocimiento y las prácticas tradicionales, lo que 
ha puesto en peligro el patrimonio biocultural, incluyendo el conocimiento tradicional sobre los 
hongos medicinales y la riqueza de estas especies, las cuales forman parte de la diversidad biológica, 
ecológica y cultural de México (Tovar-Velasco y Valenzuela-Garza, 2006). 
La preocupación más grande de los etnomicólogos es que al parecer, los recursos fúngicos, su di-
versidad y abundancia, el conocimiento micológico tradicional, su construcción y transmisión, así 
como su presencia en las manifestaciones culturales, se encuentran sujetos a un proceso de desapa-
rición. Esto se debe a los cambios en la configuración cultural provocada por distintos factores: 
procesos del desarrollo de la economía, la modernización, el crecimiento demográfico y la modifi-
cación de las actividades productivas; problemáticas que derivan en la explotación y destrucción 
acelerada de los bosques, sequías prolongadas, incendios, contaminación ambiental, narcotráfico, 
emigración y transculturación (Villarreal y Guzmán, 1985; Guzmán, 1997; 2008b; Moreno-Fuentes, 
2002; Chang et al., 2005; Montoya, 2005; Tovar-Velasco y Valenzuela-Garza, 2006; Lampman, 
2007a; Estrada-Martínez et al., 2009; Lee et al., 2009; Garibay-Orijel, 2010; Alvarado-Rodríguez, 
2010). A esto se le suma, el desinterés de las nuevas generaciones por practicar lo aprendido sobre 
los hongos, ya que lo consideran anticuado o no tan redituable como un trabajo en la ciudad (Va-
lencia-Flores, 2006). Estos fenómenos amenazan y afectan a la diversidad fúngica, sin que se haya 
podido ni siquiera cuantificar (Guzmán, 2008b). Además, propician la pérdida del conocimiento 
tradicional y su trasmisión, lo cual también se ha registrado en otros países, por ejemplo, Tailandia, 
India y Brasil (Chang y Lee 2004; Agrahar-Murugkar y Subbulakshmi, 2005; Valencia-Flores, 2006). 
 
 
5 
 
Conscientes de la importancia de esta problemática, investigadores del campo de la etnobiología 
proponen que para hacer frente a dicha situación es necesario: 
� Descubrir y conocer los recursos biológicos del país, evaluarlos y aprovecharlos inteligen-
temente (Moreno-Fuentes et al., 1994). 
� Buscar mecanismos para que las comunidades encuentren los medios de subsistencia que 
revaloren sus conocimientos y formas de vida, y al mismo tiempo les den razones para 
conservar y aprovechar sustentablemente su ambiente (Garibay-Orijel et al., 2010). 
� Registrar, monitorear y difundir el conocimiento tradicional y su transmisión dentro de la 
comunidad por medio de talleres, trabajos de investigación y documentos, ya sean impresos 
o en digital (Valencia-Flores, 2006). 
 
De acuerdo con Pérez-Ruiz y Argueta-Villamar (2011), para resolver problemáticas relacionadas 
con el conocimiento indígena y por ende sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, se 
deben construir espacios para el diálogo horizontal de saberes; pero ello requiere de la articulación entre 
diversos actores: indígenas, educadores, académicos, científicos e intelectuales (indígenas y no indí-
genas), las autoridades gubernamentales, los elaboradores de los marcos legislativos, los hacedores 
de iniciativas de políticas públicas, los tomadores de decisiones, los críticos, los evaluadores, así 
como las agencias internacionales de cooperación interesadas; y, sobre todo, un profundo esfuerzo 
para atreverse a imaginar una nueva y distinta realidad. 
 
5.- La Etnobiología 
En sus inicios la etnobiología era entendida como “el estudio de la utilización de las plantas y ani-
males, en una región cualquiera, por un grupo humano definido, que habita o viene a ella para ob-
tenerlos” (Maldonado-Koerdell, 1940). En dicha definición se destaca que la etnobiología debía 
enfocarse en el uso de los recursos, pero conforme se ha ido desarrollando, delimita mejor su cam-
po de estudio y ahora ya no estudia solo el uso, sino en general el manejo, el sistema de creencias y 
conocimientos en torno a los recursos bióticos. En 2003 la Natural Science Foundation (NSF) re-
conoció a la etnobiología como el estudio científico de las relaciones dinámicas entre los seres hu-
manos, la biota y el ambiente. 
El conjunto de intenciones de la etnobiología se transforma conforme se redefinen sus fundamen-
tos teóricos y se desarrollan y enriquecen sus métodos. En el pasado los estudios etnobiológicos 
tenían la intención de “identificar, describir y clasificar a los organismos que tengan o hayan tenido 
un valor cultural para un grupo humano, conocer su distribución, precisar ese valor y modos de 
utilización, fijándolo en el complejo cultural correspondiente, describir la secuela histórica de su 
conocimiento y uso y abstenerse de formular conclusiones o leyes que no interesan a la Antropolo-
gía” (Maldonado-Koerdell, 1940). Recientemente los objetivos se han orientado al conocimiento de 
procesos; por ejemplo, de cultivo, de domesticación y de transmisión de conocimientos tradiciona-
les (NSF, 2003), lo cual implica realizar análisis y propuestas teóricas que conduzcan al entendi-
miento, así como a la interpretación de cuerpos de conocimientos diferentes a los de la ciencia oc-
cidental (Alvarado-Rodríguez, 2010). Sin embargo, está iniciando una etapa donde la etnobiología 
más allá de estudiar los sistemas de creencias, conocimientos y prácticas, busca generar conocimien-
tos y plantear alternativas que permitan resolver diversas problemáticas; como la pérdida de la ri-
queza biocultural, tomando en cuenta el conocimiento y las prácticas locales. 
La etnobiología es una ciencia inter y transdisciplinaria que se enriquece de integrar métodos y téc-
nicas de las ciencias naturales y sociales. Las ciencias naturales buscan explicar y controlar (Erklären) 
las leyes del mundo físico mediante procesos estructurados en forma rígida, normativa o como un 
canon llamado “métodos cuantitativos” que tiene su fundamento en la filosofía positivista, mientras 
que las ciencias sociales buscan interpretar y comprender (Verstehen) los motivos internos de la ac-
ción humana, mediante procesos libres, no estructurados, sino sistematizados, a los que inapropia-
damente se les llama “métodos cualitativos” (Nava-Ortiz, 2009). 
6 
 
De acuerdo con la NSF (2003), la etnobiología es cada vez más experimental, tecnológica y partici-
pativa; además, se menciona que la multidisciplinariedad, la cual conlleva una gran diversidad de 
métodos, es la mayor fortaleza de esta ciencia. 
Las investigaciones etnobiológicas son de gran importancia y trascendencia, ya que permiten entre 
otras cosas, rescatar el conocimiento tradicional de la diversidad biológica, incluyendo el uso, mane-
jo y conservación de esta última (Moreno-Fuentes, 2002). Entre las líneas de investigación de la 
etnobiología se ubican diversos campos. A continuación se citan algunos mencionados en Escobar 
(2002) y NSF (2003). 
� Catalogación o inventario de especies con usos. 
� Percepción cultural de los fenómenos biológicos. 
� Conocimiento y adaptación a los ciclos productivos de los diversos ecosistemas y desarro-
llo de técnicas de subsistencia. 
� Sistemas de clasificación y jerarquización taxonómica local. 
� Procesos de acumulación y transmisión de conocimientos y/o información sobre las posi-
bilidades de aprovechamiento y manejo de la biodiversidad y el ambiente, entre generacio-
nes (herencia e intercambio cultural). 
� Consecuencias bioculturales de los procesos de intervención del ser humano en el uso y 
manejo de los recursos biológicos. 
� Procesos de autonomía frente a los recursos biológicos mediante la manipulación, manejo y 
uso de los recursos básicos para su subsistencia y protección. 
� Procesos de evolución y cambio de las interacciones pueblos-naturaleza. 
� Procesos de revaloración de conocimientos e importancia cultural relativade los recursos 
biológicos. 
� Análisis de los patrones de variación biológica y cultural. 
� Profundización de las relaciones entre biodiversidad y grupos locales o tradicionales. 
 
6.- La Etnomicología 
La etnomicología está definida como el estudio del saber tradicional, las manifestaciones e implica-
ciones culturales y/o ambientales que se derivan de las relaciones establecidas entre los hongos y las 
culturas a través del tiempo y el espacio (Moreno-Fuentes et al., 2001). Estudia los mecanismos 
mediante los cuales se generan, transmiten y evolucionan los conocimientos micológicos en un 
ambiente y tiempo determinados, lo que permite brindar elementos para la modificación y perfec-
cionamiento de las formas de manejo de los hongos a partir de estos saberes (Tovar-Velasco y Ga-
ribay-Orijel, 2000). 
Estrada-Torres (1989) señaló que la etnomicología no es solo la recopilación de información curio-
sa o interesante sobre los hongos, sino que forma parte del acervo cultural del país, y entender di-
cho acervo nos ayuda a buscar la forma más apropiada de resolver algunos de los problemas de 
alimentación, salud, ingresos económicos y conservación de recursos naturales atendiendo, entre 
otras cosas, a nuestras raíces culturales. Sin embargo, se encuentra en una fase de definición de 
marcos teóricos y metodológicos adecuados al estudio de la relación entre las sociedades locales y 
los hongos (Alvarado-Rodríguez, 2010). 
Es necesario comprender los procesos sociales en los cuales están involucrados los hongos; para 
ello, conviene visualizar la relación sociedad-hongos como un complejo donde el contexto socio-
histórico-cultural juega un papel determinante en la construcción de los conocimientos y las practi-
cas que se generan en torno a estos organismos. De acuerdo con este fundamento, Alvarado-
Rodríguez (2010) señala que se debe partir de un enfoque que tenga como paradigma central el 
estudio integrado de la sociedad y la naturaleza como elementos complementarios que se conjugan 
en una relación dialéctica. 
 
 
7 
 
La investigación etnomicológica tiene como principal fuente de información el conocimiento mico-
lógico local, definido como el cuerpo acumulativo de conocimientos, creencias, concepciones, per-
cepciones y prácticas, acerca de la relación existente entre los hongos, un grupo humano definido y 
su entorno, el cual se reconfigura en el tiempo-espacio a través de procesos adaptativos, transmi-
tiéndose de forma oral y a través de la práctica entre generaciones (Alvarado-Rodríguez, 2010). 
El principal objetivo de la etnomicología es profundizar en el estudio de los conocimientos fúngi-
cos locales, analizarlos y procurar la comprensión de la importancia cultural de los hongos, teniendo 
como referencia el contexto socio-cultural-ambiental (Alvarado-Rodríguez, 2010). 
Esta ciencia ha pasado de la etapa de recopilar, describir saberes locales y enlistar las especies fúngi-
cas utilizadas por diferentes culturas, a una fase de generación de preguntas mucho más complejas, 
enfocadas a comprender mejor la dinámica entre los vínculos establecidos entre las sociedades y los 
hongos, lo mismo que orientadas a la resolución de problemas específicos (Alvarado-Rodríguez, 
2010). 
Las investigaciones etnomicológicas nos permiten conocer las especies fúngicas, fuente de recursos 
alimenticios, medicinales y de otros caracteres antropológicos; además, la información obtenida 
puede ser utilizada en la reconstrucción de la historia cultural y en el diseño y ejecución de progra-
mas y procesos alternativos de desarrollo (Moreno-Fuentes, 2002). Sin embargo, a menudo los 
hongos no son considerados en los planes de manejo y conservación de los bosques, a pesar de su 
evidente importancia ecológica y cultural (Montoya, 2005). 
En América se han desarrollado cerca del 21.18% de todas las investigaciones etnomicológicas en el 
mundo, los temas etnomicológicos más estudiados son aquellos relacionados con los alimentos y 
bebidas fermentadas (36.9%), seguidos por los hongos comestibles (21.18%), mientras que los me-
dicinales han sido los menos investigados, representando tan solo el 6.5 % (Garibay-Orijel, 2000). 
En dicha investigación se concluye que la mayoría de los estudios se concentran en las zonas tem-
pladas y semifrías del planeta, coincidiendo con la apreciación de que en áreas con vegetación tem-
plada habitan pueblos micófilos, mientras que en regiones tropicales residen culturas micófobas; sin 
embargo, investigaciones más recientes han reportado la existencia de micofilia en ciertos sectores 
de la población tropical de México, la cual ha sido estudiada insuficientemente (Ruan-Soto et al., 
2006); pese a que, en las regiones tropicales es donde se encuentran los índices de diversidad más 
altos (Guzmán, 2008b). 
Las investigaciones etnomicológicas realizadas en el país se han enfocado principalmente en el es-
tudio de los hongos comestibles, seguidas en orden decreciente por las que tratan acerca de los 
hongos sagrados o mágicos, bebidas fermentadas y en menor proporción hongos medicinales (Mo-
reno-Fuentes et al., 2001; Moreno-Fuentes, 2002). Sin embargo, Garibay-Orijel (2000) menciona 
que el futuro desarrollo de la etnomicología estará muy relacionado a la actual preocupación por el 
descubrimiento de nuevas drogas y medicinas, así como la búsqueda de alternativas alimentarias. 
En México, a pesar de la falta de especialistas en etnomicología (Guzmán, 2008b), Moreno-Fuentes 
et al. (2001) mencionan que hasta ese momento existían alrededor de 220 documentos de investiga-
ciones etnomicológicas, las cuales se habían realizado principalmente en la región centro y sur, 
siendo escasos los estudios en el noroeste y sureste del país. Dichos trabajos indican que más de 12 
etnias habitantes de zonas templadas han mostrado una tendencia micofílica y un profundo cono-
cimiento micológico tradicional; sin embargo, las zonas tropicales han sido poco estudiadas (Ruan-
Soto et al, 2004; 2009). Las relaciones entre los grupos humanos y los hongos han sido mayormente 
estudiadas en los nahuas, mazatecos, mixtecos, zapotecos, mayas, mazahuas, otomíes, matlatzincas, 
purépechas, huicholes, tepehuanos, rarámuris, totonacos y wirráritaris, así como en diversos grupos 
mestizos (Moreno-Fuentes et al, 2001; Moreno-Fuentes, 2002). En resumen, falta mucho por hacer 
para conocer diversos aspectos sobre los hongos de México, en particular las zonas tropicales 
(Guzmán, 2008b); no obstante, Moreno-Fuentes (2002) menciona que las investigaciones etnomi-
cológicas han permitido vislumbrar un patrón que muestra hasta el momento, cuatro regiones et-
nomicófilas, dando lugar a una etnomicofilia regional diferencial, haciendo evidente un gradiente 
etnomicófilo que alcanza su máximo en la región centro del país. 
 
8 
 
7.- Cohesión cultural cognitiva 
Hersch-Martínez y González-Chávez (1996) mencionan que a partir de la investigación etnobotáni-
ca se pueden observar ciertos casos específicos en donde se presenta un paralelismo en el uso po-
pular de especies para zonas geográficas diferentes, a este fenómeno lo denominaron coincidencia 
de usos; ellos presentan el ejemplo del albahacar (Ocimum basilicum), el cual es utilizado en diferen-
tes sitios para hacer “limpias”. En el caso de los hongos, Moreno-Fuentes (2002) acuña el concepto 
de cohesión cultural cognitiva, el cual plantea que dos poblaciones de un mismo grupo cultural, 
con un acervo de especies etnomicológicas, comparten en términos generales el conocimiento y uso 
de tales recursos, a pesar de que se encuentren separadas por grandes distancias o barreras geográfi-
cas. Sin embargo, esto se puede presentar entre poblaciones de diferentes grupos culturales. Exper-
tos mencionan que los saberes tradicionales sobre algunos hongos medicinales parecen universales 
o están ampliamente difundidos en una o varias regiones, tal es el caso del uso hemostático de los 
hongos licoperdoides (Estrada-Torres, 1989). En México, unclaro ejemplo es el uso de Ustilago 
maydis para tratar quemaduras y otras afecciones de la piel; este uso ha sido registrado entre los pu-
répechas (Mapes et al., 1981), otomíes (Estrada-Torres y Aroche, 1987), nahuas (Montoya et al., 
2003) y tseltales (Lampman, 2007a); a este fenómeno se le puede llamar convergencia intercultu-
ral cognitiva. Por otra parte, se tiene el registro de algunas especies de hongos que son utilizadas 
con fines medicinales por diversos grupos humanos de diferentes partes del mundo, tal es el caso 
de Pycnoporus sanguineus, utilizado en el tratamiento de diversos padecimientos por personas de Mé-
xico, Argentina, Brasil, Congo, Benín, Malasia, China y Java, estos datos han sido registraos por: 
Martínez-Alfaro et al. (1983), Pérez-Silva et al. (1988), Hobbs (1996), Guzmán (2003a), Góes-Neto y 
Bandeira (2003), Chang y Lee (2004), entre otros; este caso demuestra la existencia de una conver-
gencia intercultural cognitiva a nivel intercontinental. 
 
8.- Los hongos 
Los hongos son un grupo biológico que incluye, desde seres microscópicos, a nivel ultraestructural 
y/o fisiológico unicelulares, hasta macroscópicos pluricelulares que comparten ciertas característi-
cas, entre ellas: crestas mitocondriales planas, síntesis de lisina por la vía del ácido α-amino adípico 
(AAA), nutrición heterótrofa por absorción, el talo aunque puede ser unicelular, en la mayoría de 
los casos es filamentoso o también llamado micelial y paredes celulares constituidas principalmente 
por quitina en combinación con diversos polisacáridos como los β-glucanos (compuestos con múl-
tiples efectos terapéuticos) (Herrera y Ulloa, 1990). 
Evolutivamente, los hongos están más emparentados con los animales que con las plantas, ya que 
presentan quitina en su pared celular (compuesto presente en el exoesqueleto de los insectos) en 
lugar de celulosa; además, su material de reserva es el mismo que en los animales (glucógeno), no el 
almidón como en las plantas; por otra parte, no realizan fotosíntesis, sino que se alimentan por 
absorción de los compuestos que degradan (Reyes-García et al., 2009). 
En el mundo existen por lo menos un millón de especies fúngicas, sin embargo, se considera que 
posiblemente alcanzan los cinco millones (Lodge, 2001). En México se estima que crecen más de 
200,000 especies de hongos, de las cuales sólo se conocen alrededor de 4%, 50,000 de estas especies 
son macromicetos (Guzmán, 2008b). 
Ecológicamente los hongos son protagonistas en los ciclos biogeoquímicos, ya que descomponen 
materiales lignocelulolíticos (O´Dell et al., 1996 [en Garibay-Orijel et al., 2010]). Su diversidad y 
abundancia en cualquier región está en función directa del tipo y densidad de vegetación, aunado a 
factores como temperatura, grado de humedad, altitud, latitud, etc., que influyen conjuntamente en 
el desarrollo de los mismos (Moreno-Fuentes et al., 1994). Por otra parte, al ser saprobios descom-
ponen la materia orgánica y hacen disponibles los nutrientes inmovilizados en ella (Dighton, 2003). 
Transforman químicamente el medio, función de primordial importancia en el mantenimiento de la 
fertilidad del suelo y la continuación de las distintas cadenas alimenticias en los ecosistemas (Reyes-
García et al., 2009). 
 
9 
 
8.1.- Líquenes y micorrizas 
Los hongos cumplen funciones esenciales en diversos ecosistemas. Cuando se asocian de forma 
mutualista con las algas o cianobacterias forman líquenes, mientras que al hacerlo con las raíces de 
las plantas dan lugar a las micorrizas, uno de los elementos más importantes de la rizósfera (Chami-
zo et al., 1998). En estas simbiosis se lleva a cabo un intercambio bidireccional de nutrimentos en el 
que los autótrofos aportan compuestos carbonatados y los hongos a su vez los proveen de agua, 
nutrimentos y fósforo, entre otros elementos (Chamizo et al., 1998; Dighton, 2003). Estas simbiosis 
además de ser sumamente importantes ecológicamente, presentan importancia cultural, ya que mu-
chas de las especies que se asocian son comestibles y medicinales, entre otros rubros (Illana-
Esteban, 2009; 2012; Garibay-Orijel et al., 2009). 
 
8.2.- Parásitos y patógenos 
Existen diversas especies de hongos que atacan a las plantas (fitopatógenos) y otras a los insectos 
(entomopatógenos) (Reyes-García et al., 2009); éstos últimos funcionan como insecticidas biológi-
cos (Toriello y Mier, 1985) y en los últimos años se les ha empleado como biorregulador natural o 
control biológico de plagas. Dicho uso puede tener gran éxito; por ejemplo, Hirsutella thompsonii para 
combatir al ácaro del cocotero Eriophyes querrernis (Sampedro y Rojas, 1989), Verticillium lecanii para 
el caso de la mosquita blanca (Hemiptera: Aleyrodidae) (García-Juárez et al., 1999) y Metarhizium 
anisopliae la mosca pinta (Homoptera: Cercopidae), lo que representa una alternativa a la contamina-
ción de insecticidas químicos (Toriello et al., 1999). Por otro lado, hay hongos parásitos y patógenos 
muy peligrosos para lo humanos, tal es el caso de Histoplasma capsulatum, el cual origina la histoplas-
mosis, una infección que presenta desde formas leves hasta mortales (Flores-Robles et al., 1997). A 
pesar de ello, se puede afirmar que existe un número mucho mayor de hongos benéficos para la 
salud humana, que aquellos que pueden ocasionar daños. 
 
9.- Principales categorías antropocéntricas de los hongos 
9.1.- Hongos comestibles 
Los hongos comestibles silvestres (HCS) son recursos forestales no maderables de importancia 
ecológica, económica y cultural (Garibay Orijel et al., 2009). Incluso se plantea que pueden represen-
tar una alternativa real en el manejo de los bosques de México, ya que constituyen una fuente eco-
nómica y productiva para las comunidades rurales del país (Montoya, 2005). La mayoría de estos 
hongos, además de ser comestibles, tienen propiedades medicinales o terapéuticas (Cappello-
García, 2003) y quizá por tal motivo, son muy apreciados en diversas comunidades. 
Es en la cocina donde puede comprenderse el nivel de importancia o desinterés que tienen los hon-
gos a nivel local (Alvarado-Rodríguez, 2010). En México el consumo de hongos forma parte del 
acervo cultural de la población rural con arraigo indígena, esta costumbre de comer hongos se man-
tiene vigente gracias a las tradiciones que pasan de generación en generación; en contraste con el 
conocimiento de la población urbana para quienes la mayoría de los hongos son venenosos y gene-
ralmente conocen sólo los hongos cultivados (Reyes-García et al., 2009). En el país se han encon-
trado reportes de comestibilidad para 349 especies de hongos silvestres (Garibay-Orijel, y Ruan-
Soto, en prensa), de los cuales muchos son medicinales; sin embargo, a nivel internacional, son 
pocos los hongos comestibles que se han investigado con respecto a sus propiedades terapéuticas 
(Yuan et al., 1998). 
Los HCS son una valiosa fuente de alimento con alto contenido proteínico, el cual está por encima 
de la mayoría de las verduras y varía del 10 al 40% de su biomasa seca, presentan un alto contenido 
de fibra, incluyen todos los aminoácidos esenciales para la dieta humana y una importante cantidad 
de vitaminas de los grupos B, C y D, a esto se le suma su baja cantidad de grasas y la carencia por 
completo de colesterol (Yuan et al., 1998; Mattila et al., 2000; Smith y Sullivan, 2004; Agrahar-
Murugkar y Subbulakshmi, 2005; Trigos y Suárez-Medellín, 2010). 
10 
 
Sus características nutracéuticas y la importancia cultural que poseen los HCS, ha dado pauta para 
que se considere su aprovechamiento como una alternativa para el desarrollo regional, con el fin de 
enriquecer la dieta de pobladores que habitan en zonas rurales y urbanas, e integrar las comunidades 
a mercados regionales, nacionales e internacionales (Garibay-Orijel et al., 2009). Esta alternativa de 
desarrollo depende en gran medida de que los conocimientos fúngicos locales se mantengan en el 
tiempo, al igual que la cultura del consumode hongos silvestres. Sin embargo, considerando que la 
cultura influye sobre el comportamiento relacionado con el consumo de alimentos, las transforma-
ciones en las prácticas alimentarias colocan a los hongos como un elemento frágil dentro de éstas, al 
dejar de formar parte de la cotidianidad el conocimiento micológico local tiende a perder importan-
cia y deja de transmitirse o ya no se transmite del mismo modo; como resultado, dicho conocimien-
to se desvanece en el tiempo (Alvarado-Rodríguez, 2010). 
Los hongos comestibles están considerados como genuinos nutracéuticos o alimentos funcionales 
(alimentos que además de su contenido nutrimental, mejoran la salud y reducen el riesgo de con-
traer enfermedades) (Piqueras, 2004; Reyes-García et al., 2009). Los alimentos funcionales están 
desempeñando un papel cada vez más importante en los esfuerzos nacionales de los países occiden-
tales para reducir los gastos médicos y también para mejorar los hábitos alimenticios de su pobla-
ción (Smith y Sullivan, 2004). Sin embargo, los pobladores de México no aprovechan en su totali-
dad las especies susceptibles de ser consumidas por falta de tradición o por el temor a sufrir intoxi-
caciones (Moreno-Fuentes et al., 1994). 
 
9.2.- Hongos psicotrópicos 
Este tipo de hongos han sido empleados desde épocas muy antiguas, se tienen registros de ellos en 
pinturas rupestres localizadas en África y Europa, las cuales podrían tener hasta 7000 años de anti-
güedad (Samorini, 1999; Akers et al., 2011; Guzmán 2012). De acuerdo con las interpretaciones, el 
uso de los hongos que aparecen en dichas pinturas pudo haber sido médico-espiritual, tal como lo 
era entre varios grupos originarios de México en la época prehispánica (Guzmán, 1994b; 2011; 
2012). Resulta interesante que precisamente a partir de los estudios realizados por los esposos Was-
son en la década de los 50 sobre el uso tradicional de este tipo de hongos, particularmente los del 
género Psilocybe, nace como disciplina formal la Etnomicología (Ruan-Soto, 2007). En sus investiga-
ciones, los Wasson refieren a estos hongos como “enteógenos” y las investigaciones posteriores se 
enfocaron en sus atributos psicotrópicos; sin embargo, María Sabina menciona que antes de Was-
son nadie tomaba los niños simplemente para encontrar a Dios, que siempre se tomaron para que 
los enfermos sanaran (Estrada, 2010). Actualmente, aunque su uso esté prohibido, se emplean con 
fines recreativos, espirituales, medicinales y comerciales en diversos sitios del país. Este rubro es tan 
importante y tan amplio que ha sido protagonista de numerosas investigaciones, incluso hubo un 
momento donde los trabajos etnomicológicos se concentraron en esta categoría antropocéntrica. 
Hoy en día parece estar algo descuidada, a pesar de que faltan muchas preguntas por responder y 
acciones que llevar a cabo; una de ellas sería investigarlos con mayor profundidad a nivel farmaco-
lógico e incorporarlos en la atención clínica de los pacientes que los puedan requerir, es decir, ma-
nejarlos adecuadamente aprovechando sus beneficios a la salud y no solo prohibirlos sin razones 
suficientes. 
Cabe señalar que el descubrimiento de este tipo de hongos en Oaxaca, marcó un paso muy impor-
tante en la historia de la micología; además, del nacimiento de la etnomicología, hubo un impulso al 
desarrollo de las investigaciones taxonómicas, biogeográficas, médicas y antropológicas en los hon-
gos. Actualmente siguen siendo muy importantes dentro de la biota de México, ya que es el país 
con más especies alucinógenas a escala mundial; hasta ahora, se han contabilizado 53, destacándose 
el Estado de Oaxaca, ya que en éste se han registrado más del 50% de dichas especies (Ramírez-
Cruz et al., 2006). 
En esta investigación se considera que todos los hongos psicotrópicos son potencialmente medici-
nales, algunos ya se han utilizado con estos fines, tanto en la medicina tradicional como en la aca-
démica, otros podrían ser aprovechados en algún momento en ambos modelos de atención médica. 
 
11 
 
9.3.- Hongos tóxicos 
Es inevitable que los recolectores de hongos comestibles encuentren en su camino hongos tóxicos, 
pero precisamente el ejercicio de esta práctica ha generado un profundo conocimiento sobre este 
tipo de organismos, permitiéndoles aprender a reconocer una gran cantidad de criterios que utilizan 
de manera tradicional para diferenciar los comestibles de los tóxicos (Ramírez-Terrazo y Montoya, 
2012). Aunque estos hongos no son tan valorados como los comestibles, tienen cierta importancia 
cultural, ya que reciben una nomenclatura local, hay historias, mitos o cuentos sobre ellos, los po-
bladores conocen la sintomatología provocada por su ingesta e incluso prescriben diversos reme-
dios tradicionales para contrarrestar sus efectos nocivos (Ramírez-Terrazo y Montoya, 2012). Es 
interesante que los hongos tóxicos reconocidos por los pobladores locales están relacionados con 
los hongos que sí se comen; en otras palabras, se dice que cada hongo comestible tiene su contrario 
o su doble venenoso y son diferenciados principalmente por características morfológicas que los 
agrupan en géneros tradicionales (Ramírez-Terrazo et al., 2012). Otras estrategias que se utilizan 
para diferenciar este tipo de hongos es el análisis de características organolépticas como el color y el 
sabor, el sustrato y la presencia de larvas de insectos (Alvarado-Rodríguez, 2010). Estos conoci-
mientos les han permitido aprovechar los hongos silvestres comestibles sin riesgo a intoxicarse 
(Ramírez-Terrazo et al., 2012). 
Pese a que siempre está la posibilidad de que se pueda confundir una especie comestible con una 
tóxica, solo se han reportado intoxicaciones por hongos en siete Estados de la República (Ramírez-
Terrazo y Montoya, 2012). Es importante mencionar que no se han reportado micetismos provoca-
dos por ingesta de hongos comprados a los hongueros1 (Estrada-Martínez, 2012); por ello, adquirir 
hongos silvestres en mercados y tianguis, no representa ningún riesgo para el consumidor, ya que 
quienes venden estos hongos son expertos locales que han dedicado parte de su vida a aprender a 
distinguir hongos comestibles de hongos que no lo son. Al parecer solo los confunden los niños, 
algunos adultos mayores que han perdido su agudeza visual y principalmente aficionados que no 
han sido instruidos por los expertos locales (Hernández-Rico, 2011), así como personas que sin 
tener experiencia y necesidad económica los recolectan y/o venden esporádicamente (Montoya, 
com. pers.). 
Las investigaciones epidemiológicas sobre los micetismos son escasas, por lo que existe un desco-
nocimiento universal sobre las tasas de morbi-mortalidad (Ruiz-Sánchez et al., 1999). Esto coincide 
con lo mencionado por Ramírez-Terrazo y Montoya (2012), quienes señalan que la falta de infor-
mación sobre el tema es una constante en todos los casos y que esto provoca que las medidas to-
madas por las instancias gubernamentales no sean las más adecuadas, ya que promueven el temor y 
la desinformación entre los pobladores locales, así como la prohibición del consumo y comerciali-
zación de hongos comestibles. Las autoras de este trabajo plantean la necesidad de profundizar en 
el estudio del conocimiento micológico local sobre este tipo de hongos, además señalan que para 
prevenir y tratar intoxicaciones es prioritario generar y difundir información precisa sobre el tema al 
público en general y al sector salud. 
Los micetismos o intoxicaciones por hongos se deben a la presencia de compuestos tóxicos en los 
esporomas; por ello, muchas veces se recomienda hervir bien los hongos, ya que aunque sean co-
mestibles si no se preparan bien pueden llegar a ocasionar reacciones adversas en la salud de quien 
los ingiera (Montoya et al., 2007). Los daños ocasionados por el consumo de hongos tóxicos pueden 
ir desde irritaciones gastrointestinales hasta la muerte; para los casos más graves los trasplantes 
hepáticos y renales son alternativasútiles para que sobrevivan los pacientes, pero su costo es eleva-
do y su práctica es difícil (Ruiz-Sánchez et al., 1999). 
Las micotoxinas causantes de los principales tipos de intoxicaciones se dividen en cuatro o cinco 
categorías de acuerdo con los efectos que producen y el momento de inicio de los síntomas; otros 
autores clasifican a los micetismos en cinco síndromes: faloidiano, parafaloidiano, muscarínico, 
gastrointestinal y cerebral.2 
 
1 Término es utilizado en la parte central del país para designar a las personas con gran conocimiento tradi-
cional de los hongos (Vanegas-Enríquez et al., 2011). 2 Para mayor información consultar a Ruiz-Sánchez et al. 
(1999), Montoya et al. (2007) y Alvarado-Rodríguez (2010), quienes profundiza en el tema. 
12 
 
Ante este tipo de problemáticas se han desarrollado remedios tradicionales para hacer frente a los 
micetismos. Por ejemplo, en las comunidades de Ajusco y Topilejo los remedios para tratar las in-
toxicaciones causadas por hongos coinciden con los utilizados en Acambay, Estado de México: se 
recomienda tomar leche, café bien cargado y/o chupar medio limón, provocar vómito y beber el 
nejaiyo; para ello, es necesario moler una caña de maíz tierna y exprimirle medio limón, se cuela y se 
bebe aproximadamente un cuarto de litro (Estrada-Torres y Aroche 1987; Reygadas et al., 1995). 
Resulta interesante que en Acaxochitlán, Hidalgo, para aliviar las intoxicaciones por hongos, tam-
bién se recomiendan ingerir nijayote (“caldo” de nixtamal con calhidra), entre otros remecidos como 
comer tierra o algún alimento picoso (Hernández-Rico, 2011). 
Es muy importante recordar que la dosis diferencia un veneno de una medicina y precisamente en 
la investigación de Estrada-Torres y Aroche (1987) se registró el uso medicinal de Amanita muscaria 
como purgante. Para ello se macera y se toma con agua o leche, pero solo en pequeñas cantidades, 
ya que de acuerdo con los otomíes de Acambay, “es muy fuerte”. Otro ejemplo de un hongo tóxico 
que puede ser utilizado con fines medicinales es Ampulloclitocybe clavipes (Hygrophoraceae), hongo 
comestible que se debe usar con precaución, ya que contiene una toxina que solo actúa en combi-
nación con alcohol; por ello, se plantea que puede ser utilizado como tratamiento contra el alcoho-
lismo. La reacción que provoca es de tipo similar al disulfiram (Antabuse®), el cual se utiliza como 
coadyuvante en el tratamiento del alcoholismo, previniendo la descomposición normal de alcohol al 
dióxido de carbono y agua (Cochran y Cochran, 1978). 
 
9.4.- Hongos medicinales 
Todos los hongos son beneficiosos en algún sentido para el ser humano (Cappello-García, 2003), y 
han tenido relevancia en la medicina tradicional desde tiempos remotos (Guzmán, 1994a). Incluso 
se plantea que el uso de los hongos por parte de los humanos era originalmente con fines medicina-
les en lugar de comestibles; dicha teoría se ejemplifica con el uso de especies del género Ganoderma 
y Trametes (Smith y Sullivan, 2004). Existen antiguas evidencias de su uso en diversas partes del 
mundo, una de ellas es una pintura prehistórica localizada en el desierto del Sahara (Tin-Tazarift, 
Tali, Argelia) que data del 7000 al 5000 a.C., en donde se distinguen dos seres antropomorfos que 
danzan, llevan una máscara y sostienen un objeto en forma de hongo, el cual está unido por dos 
líneas paralelas con la cabeza de cada danzante. Estas líneas son interpretadas como algo no mate-
rial e indican cierta influencia de estos organismos en la mente humana, evidencias de que posible-
mente se trata de hongos psicoactivos (Samorini, 1999). El uso de este tipo de hongos ha sido re-
portado en diversas culturas mesoamericanas, en especial los del genero Psilocybe, los cuales apare-
cen en diversos documentos antiguos como el códice Vindobonensis, la Historia de las Indias de 
Nueva España, el códice Magliavechi, el códice No. 27 de la obra Códices Indígenas y la Historia 
general de la cosas de la Nueva España, entre otros (Garibay-Orijel, 2000). En este último, Sahagún 
menciona la utilidad de este tipo de hongos para tratar la calentura con frío y para la gota (Du-
bovoy, 1968). En resumen, se puede afirmar que los hongos macroscópicos y los microscópicos 
han sido utilizados tanto en la medicina académica como en la tradicional y han sido clave en el 
desarrollo de éstas y en de la humanidad. 
A nivel mundial algunos autores mencionan que se conocen más de 500 especies de hongos silves-
tres a los cuales se les han atribuido propiedades medicinales; en 300 de éstas se han localizado 
metabolitos con propiedades terapéuticas (Pérez-Moreno et al., 2010). Otros estudios señalan que 
hasta el momento se conocen alrededor de 651 especies de basidiomicetos que contienen metaboli-
tos con actividad terapéutica (Wasser, 2002; Piqueras, 2004); sin embargo, muchos de ellos no han 
sido utilizados como medicinales, aunque potencialmente lo son. Pese a que en los últimos años se 
han publicado listados con cientos de taxones fúngicos utilizados en la medicina, tanto en la tradi-
cional como en la académica, aún no hay un número determinado de especies; pero tan solo en 
China se han registrado alrededor de 540 (Yu-Cheng et al., 2009). 
 
 
13 
 
9.4.1.- En la medicina tradicional 
Antiguas escrituras religiosas, como los Vedas, han mencionado la importancia medicinal de los 
hongos, los romanos los consideraban alimento de los dioses y los chinos declararon que eran el 
elixir de la vida (Mattila et al., 2000). Las investigaciones concluyen que la importancia de los hongos 
medicinales es superlativa en la medicina oriental y actualmente en la medicina holística (Alatorre, 
1996); sin embargo, desde hace algunas décadas las investigaciones etnomicológicas realizadas en el 
país proyectan la creencia de que los hongos son poco utilizados como remedios para combatir 
enfermedades (Mapes et al., 1981). Garibay-Orijel et al. (2007) señalan que el uso de los hongos 
medicinales en México no es muy común, en comparación con los países asiáticos, principalmente 
China, Japón y Corea, donde se han registrado alrededor de 300 especies utilizadas con fines tera-
péuticos. No obstante, Guzmán (1994a; 1994b; 2008a) ha demostrado que en diversos sitios del 
país existen personas que poseen un conocimiento muy profundo de las propiedades terapéuticas 
de los hongos silvestres y ha registrado el uso de más de 73 especies fúngicas utilizadas en la medi-
cina tradicional mexicana. Incluso se menciona que el uso de los hongos medicinales en México ha 
tenido una importancia medular en la relación de los pueblos mesoamericanos con su entorno natu-
ral (Alatorre, 1996). 
 
9.4.2.- Los hongos en el sistema frío-caliente 
En diversos lugares de México, particularmente en el centro, bajo el sistema de frío-caliente, los 
hongos son considerados como fríos (De Ávila et al., 1980; Martínez-Alfaro et al., 1983; Gispert et 
al., 1984; Reygadas et al., 1995), esto se debe a que los esporomas se desarrollan en las lluvias 
(Villaseñor-Ibarra, 1999), a la gran cantidad de agua que contienen, la humedad y las bajas 
temperaturas de los lugares donde crecen y porque creen que los hongos producen dolor de 
estómago, vómitos o diarrea cuando se comen en abundancia o durante la noche (Montoya et al., 
2002; 2003). Por tal motivo las personas dicen que es necesario cocinarlos con ajo, cebolla, epazote 
y especias (Reygadas et al., 1995) o beber algún tipo de té después de comerlos (Montoya et al., 
2002); en consecuencia, se contrarresta el frío (Reygadas et al., 1995) y es posible obtener un 
equilibrio entre lo frío y lo caliente en una comida de hongos, la cual se considera saludable 
(Montoya et al., 2002). No obstante, algunos hongos como Lactarius indigo, Amanita muscaria y 
Trametes versicolor, son considerados tóxicos y por lo tanto percibidos como calientes y debido a esta 
característica son utilizados como medicinales

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