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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS CONOCIMIENTO TRADICIONAL DE HONGOS MEDICINALES EN SEIS LOCALIDADES DIFERENTES DEL PAÍS T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN BIOLOGÍA P R E S E N T A : JOSHUA ANTHUAN BAUTISTA GONZÁLEZ DIRECTOR DE TESIS: DR. ÁNGEL MORENO FUENTES 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Hoja de datos del jurado 1.- Datos del alumno Apellido paterno: Bautista Apellido materno: González Nombres: Joshua Anthuan Teléfono: 5525323129 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Biología Número de cuenta: 304258329 2.- Datos del tutor Grado: Dr. Apellido paterno: Moreno Apellido materno: Fuentes Nombre: Ángel 3.- Datos del sinodal 1 Grado: Dra. Apellido paterno: Montoya Apellido materno: Esquivel Nombre: Adriana 4.- Datos del sinodal 2 Grado: Lic. en Letras Modernas Apellido paterno: Zolla Apellido materno: Luque Nombres: Carlos Enrique 5.- Datos del sinodal 3 Grado: M. en C. Apellido paterno: Ruan Apellido materno: Soto Nombres: Juan Felipe 6.- Datos del sinodal 4 Grado: M. en C. Apellido paterno: Aguilar Apellido materno: Contreras Nombre: Abigail 7.- Datos del trabajo escrito Título: Conocimiento tradicional de hongos medicinales en seis localidades diferentes del país Número de páginas: 158 Año: 2013 Dedico esta tesis a: Paola González Tiburcio pilar de mi vida, centro de mi corazón Agradecimientos A familiares y amigos Mamá, Papá: muchas gracias por todo, gracias a ustedes vivo, gracias a ustedes pude estudiar, gracias a ustedes soy quien soy; disculpen pero nunca tendré las palabras para decirles cuan agradecido estoy con ustedes y cuanto los amo. Manolo, Jamy: carnalitos gracias por su apoyo, gracias por compartir su infancia conmigo, tantos momentos inolvidables, los quiero mucho. Tío Lalo, tía Blanca, les agradezco su valioso apoyo económico y moral. A todas mis tías, es especial a mi tía Blanca, a mi tía Jazmín, a mi tía Lucha y a mi tío Lalo: gracias por alentarme a continuar mis estudios, gracias por ofrecerme siempre su apoyo incondicional. Agradezco infinitamente a todas las personas que me brindaron su apoyo en los sitios de estudio. En particular a las familias que, sin conocerme, me abrieron las puertas de su casa, me alimentaron, me dejaron pasar la noche bajo su techo. A ustedes, que sin esperar nada a cambio y dejando a un lado sus actividades, me hacían el favor de guiarme en sus bosques, me compartían sus saberes y despejaban mis dudas. De todo corazón muchas gracias por su valioso tiempo, por su cariño y por sonreír cuando me veían llegar. Nunca olvidaré como me hicieron sentir parte de su familia. A Don Antonio Moreno y a toda su familia tlasojkamati. A Doña Lore, a Don Pánfilo, a Lucia, a Daniel y al “Rolas” tlasojkamatintzin. A Don Eladio, a Doña Ofelia y a Miguel kjamädi. A Doña María Eusebia, a Doña Isidora e hijos kjamädi. A Don Sebastián Inzin y toda su familia hocolawal. A Don Bartolo Pérez y toda su familia, así como a Pedro Gómez su hermana Juana y su esposo Feliciano hocolawal. Agradezco a toda la bandita que me ayudo durante este trabajo. Ari, Viri, Lalo, gracias por todo su apoyo, sobre todo gracias por acompañarme a las salidas de campo, sin ustedes las salidas no hubieran sido tan divertidas y me hubiera desvelado mucho describiendo yo solo los hongos. Gracias por ayudarme en las recolectas y en las entrevistitas. Ariaana, gracias por todo tu apoyo, tu cariño, tu tiempo, tus comentarios, tu ayuda en el trabajo de campo y en el trabajo de gabinete. Amaranta, gracias por dejar anexarme en los recorridos etnomicológicos que organizabas en San Isidro Buensuceso, gracias por ayudarme con las entrevistas, con la descripción de los ejemplares y con el análisis comparativo. A Rodrigo, Marlene y Juan Carlos, carnalitos académicos, gracias por sus observaciones en este trabajo y por haber compartido esas enseñanzas en los seminarios. A los sabios y maestros Agradezco de todo corazón a los custodios del conocimiento médico tradicional, que desinteresadamente compartieron parte de su valioso conocimiento conmigo. Gracias a ustedes se mantienen vivas muchas tradiciones y gracias a ustedes se pudo elaborar esta tesis. A Don Francisco de Hueyapan, a Don Manuel Luna y a Don Rogelio de Chimalapa. A Doña Francisca y su hermana Dolores, a Doña Cándida Manzano y a Don Salomón de San Isidro Buensuceso. A Doña Juana Pérez, a Don Alberto Bautista de Amatenango del Valle. A Doña Lucía, a Don Juan Girón y a Don Sebastián Hernández de Tenejapa. A Don Chabelo del Ejido de Detiña. Durante toda mi trayectoria escolar tuve el agrado de conocer a profesores muy buenos, los cuales me transmitieron conocimientos y experiencias muy valiosas; me incitaron a razonar, a reflexionar, me han brindado las herramientas para desarrollar conocimientos, han despertado mi interés en diversos temas, me han formado. Los admiro, los respeto y los quiero mucho. Por ello, les agradezco, en el orden en que aparecieron en mi vida, todas sus enseñanzas. Maestro Efraín Morales, usted marco mi vida como estudiante, despertó por primera vez mi interés y gusto por el estudio, en particular por la fascinante historia de México y motivar mi desarrollo académico en una etapa clave en mi vida. Felipe, junto con Ángel, me abriste las puertas al este maravilloso mundo de la etnomicología. Contigo nació este proyecto, lo viste desarrollarse, me ayudaste con el diseño de las entrevistas, con la literatura y hasta en la revisión, me poyaste en todo lo que pudiste. Gracias por tu hospitalidad, te agradezco el haberme llevado a Chiapas y enseñarme tantas cosas, pero sobre todo te agradezco por haber sido el profe que se convirtió en mi amigo. Ángel, gracias por todo, por haberme aceptado como tu alumno, por transmitirme esa pasión por la etnobiología, por tus recomendaciones, por el apoyo económico, por haberme llevado a Chimalapa, por todos los buenos momentos dentro y fuera de clases. Ha sido todo un honor tenerte como mi papá académico. Adriana, gracias por haberme abierto las puertas en San Isidro Buensuceso, gracias por la literatura, por seguir todo el desarrollo de mi tesis, por tus valiosas observaciones y recomendaciones, gracias por presentarme con Doña Francisca, gracias por todas tus enseñanzas en campo y en clases. Se agradece a los profesores del Taller de Etnobiología: la Dra. Graciela Gómez, el Mtro. Juan Manuel y el Dr. Raúl Valadez, por sus enseñanzas en esta disciplina y por todas sus observaciones y recomendaciones, las cuales fueron determinantes en el diseño de la tesis. Roberto, gracias por facilitarme literatura, por tus recomendaciones en planteamiento de esta tesis y por todas tus enseñanzas sobre etnomicología. Lilia, gracias por tu infinita paciencia al momento de enseñarme, gracias por ayudarme con la determinación taxonómica de los ejemplares, no sé qué hubierahecho sin ti. Gracias por la literatura y por dejarme hacer gran parte de mi tesis en tu lugar de trabajo, donde me la pasé muy bien. Gracias por acompañarme a campo y por las valiosas observaciones de la tesis. Maestro Carlos Zolla, gracias por todas sus atenciones, por todas sus enseñanzas, por haberme ayudado a construir el formulario de entrevista, por facilitarme literatura, por darme tantos consejos para desarrollar la investigación con los médicos tradicionales y por brindarme las bases para comenzar a entender como es la medicina tradicional mexicana. Maestra Abigail, agradezco mucho todo su apoyo, el haberme facilitado literatura, su guía en durante todo el proceso de la tesis, desde el diseño de la entrevista hasta las revisiones del escrito. Le agradezco el haberme dado un espacio para redactar la tesis y el apoyo económico. Le agradezco a la vida el haberme permitido conocerla, usted es un ejemplo a seguir. Maestro Santiago, le agradezco todo su apoyo, en especial le agradezco haberme ayudado a resolver tantas dudas surgidas en el análisis de los resultados. Me la pase muy bien en compañía de usted, y de la Maestra Abigail, les agradezco todos esos buenos momentos, las comidas y el trato que me brindaron. Mi estancia en el Herbario fue una experiencia muy rica en múltiples aspectos, aprendí mucho. Agradezco a la Dra. María de los Ángeles Campos Herrera y a su equipo de trabajo, por ayudarme con la determinación de los líquenes, tarea sumamente complica. Gracias a usted ya no tengo pesadillas con los líquenes. También se agradece al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT), por el apoyo financiero otorgado a través del proyecto “Depósito y efectos de contaminantes atmosféricos bioacumulables en bosques de la Cuenca de México, evaluación liquenológica”, con clave IN210811-3. Finalmente agradezco a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, al Instituto Mexicano del Seguro Social y por supuesto, a la Universidad Nacional Autónoma de México, ya que dentro de sus instalaciones se produjo esta tesis. i Contenido Índice de cuadros….………………………………………………………………………....... iv Índice de figuras………………………………………………………………………………. v Índice de anexos………………………………………………………………………………. v Resumen………………………………………………………………………………………. vi I.-Introducción 1.- Salud y modelos de atención médica………………………………………………….. 1 2.- Medicina tradicional……………………..……………………………………………. 2 3.- Conocimiento tradicional…………………..…………………………………….......... 3 4.- Conocimiento micológico tradicional………….…………………………………….... 3 4.1.- La prohibición………………………………………………………………...…. 4 4.2.- La pérdida del conocimiento tradicional y los recursos fúngicos…………………. 4 5.- La Etnobiología………………………………………………………………………. 5 6.- La Etnomicología………………………………………………………………….…. 6 7.- Cohesión cultural cognitiva…………………………………………………………... 8 8.- Los Hongos…………………………………………………………………………... 8 8.1.- Líquenes y micorrizas……………………………………………………………. 9 8.2.- Parásitos y patógenos…………………………………………………………….. 9 9.- Principales categorías antropocéntricas de los hongos 9.1.- Hongos comestibles…………………………………………………………...…. 9 9.2.- Hongos psicotrópicos……………………………………………………………. 10 9.3.- Hongos tóxicos…………………………………………………………………... 11 9.4.- Hongos medicinales…………………………………………………………….... 12 9.4.1.- En la medicina tradicional…………………………………………….......... 13 9.4.2.- Los hongos en el sistema frío-caliente……………………………………... 13 9.4.3.- En la medicina académica……………………………………………........... 13 9.4.4.- Bioquímica de los hongos medicinales……………………………………... 14 9.4.5.- Comercio de hongos medicinales………………………………………….. 15 II.- Antecedentes…………..………………………………………………………………… 16 III.- Justificación……………..……………………………………………………………… 18 IV.- Preguntas de investigación……………………………………………………………… 19 V.- Hipótesis………………………………………………………………………………… 19 VI.- Objetivos………………………………..……………………………………………… 19 ii VII.- Método 1.- Observación indirecta……………………………………………………………….... 20 1.1.-Consulta a investigadores…………………………………………………………. 20 1.2.- Investigación bibliográfica……………………………………………………….. 20 1.2.1- Sistematización de la información………………………………………….. 20 2.- Selección de los sitios de estudio…………………………………………………….... 21 3.- Método etnográfico 3.1.- Salidas de campo……………………………………………………………......... 21 3.2.- Selección de informantes………………………………………………………… 21 3.3.- Técnicas observacionales 3.3.1.- Observación………………………………..……………………………... 21 3.3.2.- Observación Participante (OP)………………..…………………………... 22 3.4.- Entrevistas……………………………………………….………………………. 23 3.4.1.- Entrevista no estructurada……………………………...…………………. 23 3.4.2.- Entrevista semiestructurada………………………………...……………... 23 3.5.- Técnica “bola de nieve”………………………………………………..………… 24 3.6.- Caminatas etnomicológicas…………………………………………………......... 25 3.7.-Encargos especiales………………………………………………………………. 25 3.8.-Cotejo de datos con material de colección………………………………………... 26 3.9.- Registro de la información……………………………………………………….. 28 4.- Método biológico 4.1.- En campo 4.1.1.- Recolectas micológicas…………………………………………………….. 28 4.1.2.- Descripción de esporomas en estado fresco……………………………….. 28 4.1.3.- Preservación de esporomas………………………………………………... 29 4.2.- En laboratorio 4.2.1.- Organización del material biológico……………………………………....... 29 4.2.2.- Determinación de la identidad científica………………………………......... 29 5.- Análisis comparativo………………………………………………………………….. 30 VIII.- Sitios de estudio….…………………………………………………………………… 31 IX.- Resultados 1.- Resultados sobre la investigación bibliográfica….…………………………………….. 38 2.- Resultados del trabajo de campo…..………………………………………………….. 39 2.1.- Hongos medicinales en Chimalapa……………………………………………….. 40 2.2.- Hongos medicinales en San Isidro Buensuceso…………………………………... 43 2.3.- Hongos medicinales en Amatenango del Valle…….……………………………... 47 2.4.- Hongos medicinales en Tenejapa…….…………………………………………... 50 2.5.- Hongos medicinales en La Cañada…….…………………………………………. 53 2.6.- Hongos medicinales en el Ejido de Detiña……..………………………………… 55 3.- Resultados del análisis comparativo…..……………………………………………….. 60 iii X.- Discusión 1.- Sobre la revisión bibliográfica……………………………………………………….... 62 2.- Sobre las técnicas e instrumentos empleados…………………………………………. 63 3.- Sobre la información registrada en campo 3.1.-Sobre las especies medicinales…………………………………………………….. 65 3.2.-Sobre la nomenclatura local………………………………………………….......... 68 3.3.-Sobre las fórmulas de preparación……………………………………………........ 68 3.4.-Sobre los mecanismos de acción……………………………………………........... 70 3.5.-Sobre los recursos alternativos……………………………………………………. 71 3.6.-Plantas, el principal recurso alternativo a los hongos medicinales…………….......... 72 3.7.-Sobre los poseedores del conocimiento………………………………………….... 74 3.8.-Sobre la transmisión y generación del conocimiento médico…………………….... 76 3.9.-Sobre la persistencia y pérdida de conocimiento………………………………….. 77 4.- Sobre la convergencia intercultural cognitiva y el análisis comparativo……………........ 79 4.1.-Sobre los hongos medicinales reportados en otras investigaciones……………........ 81 5.- Sobre los principios activos de las especies reportadas como medicinales………........... 81 XI.- Conclusiones………………………………………………………………...………….. 83 XII.- Consideraciones finales………………………………………………………………... 84 XIII.- Literatura citada………………………………………………………………………. 86 iv Índice de cuadros Cuadro 1. Investigaciones etnomicológicas en los Altos de Chiapas…………………………. 32 Cuadro 2. Investigaciones etnomicológicas en San Isidro Buensuceso y sus alrededores........... 36 Cuadro 3. Resumen de las principales características de los sitios de estudio………………… 37 Cuadro 4. Resumen sobre el número de entrevistas, recorridos y médicos tradicionalesentrevistados en cada uno de los sitios de estudio……………………………………………. 39 Cuadro 5. Hongos considerados comestibles y medicinales en Chimalapa…………………… 41 Cuadro 6. Hongos reportados como medicinales en Chimalapa que no pudieron ser recolectados…………………………………………………………………………………. 42 Cuadro 7. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en Chimalapa…….......... 43 Cuadro 8. Hongos considerados comestibles y medicinales en San Isidro Buensuceso………. 44 Cuadro 9. Hongos reportados como medicinales en San Isidro Buensuceso que no pudieron ser recolectados……………………………………………………………………………… 44 Cuadro 10. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en San Isidro Buensuceso………………………………………………………………………………….. 46 Cuadro 11. Hongos considerados comestibles y medicinales en Amatenango del Valle……… 47 Cuadro 12. Hongos reportados como medicinales en Amatenango del Valle que no pudieron ser recolectados……………………………………………………………………………… 48 Cuadro 13. Especies consideradas comestibles y medicinales en Tenejapa…………………… 50 Cuadro 14. Hongos reportados como medicinales en Tenejapa que no pudieron ser recolectados…………………………………………………………………………………. 50 Cuadro 15. Especies medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en Tenejapa…………. 51 Cuadro 16. Hongos considerados comestibles en La Cañada………………………………... 54 Cuadro 17. Hongos reportados como medicinales en La Cañada que no pudieron ser recolectados…………………………………………………………………………………. 55 Cuadro 18. Hongos medicinales cuyo conocimiento no es tradicional en La Cañada……......... 55 Cuadro 19. Hongos considerados comestibles y medicinales en el Ejido de Detiña……............ 56 Cuadro 20. Hongos reportados como medicinales en el Ejido Detiña que no pudieron ser recolectados…………………………………………………………………………………. 58 v Figura 1 y 2. Hongos referidos como comestibles y medicinales en el Códice Florentino…….. 16 Figura 3. Bud’ bak’et empleado para curar una herida en la piel…………………………..………… 22 Figura 4. Líquenes obtenidos mediante la técnica de encargos especiales….………………….. 26 Figura 5. Entrevista donde se llevó a cabo el cotejo de datos con material de colección….….. 27 Figura 6. Sitios de estudio …...…………………………………………………...…………... 37 Figura 7. Órdenes biológicos de los hongos utilizados en la medicina tradicional mexicana que han sido registrados en la literatura………………………………………………………….... 38 Figura 8. Cocos (Amanita tullossii)….………………………………………………………….... 40 Figura 9. Citlalnanácatl (Amanita muscaria var. flavivolvata)…………………………………......... 46 Figura 10. K’analchay (Cantharellus aff. formosus)……………………………………………........ 48 Figura 11. Tsul’ te’ (Schizophyllum commune)…………………………………………………….. 52 Figura 12. Buejaitá (Ustilago maydis)……………………………………………………………. 53 Figura 13. Hongo de maguey (Pleurotus opuntiae)………………………………………….......... 57 Figura 14. Fenograma obtenido del análisis de conglomerados por comunidad…………………….. 60 Figura 15. Fenograma obtenido del análisis de conglomerados por cultura………………………… 60 Figura 16. Proyección de los sitios de estudio en el espacio de los dos primeros componentes principales de acuerdo al conocimiento tradicional sobre los hongos medicinales……………. 61 Figura 17. Aplicación del huitlacohe (Ustilago maydis) para sanar una herida en la piel en San Isidro Buensuceso, Tlaxcala………………………………………………………………….. 69 Figura 18. Caldo medicinal de iztacnanácatl (Russula brevipes), preparado por Don Francisco, terapeuta tradicional de Chimalapa…………………………………………………………… 69 Índice de anexos Anexo 1. Hongos utilizados en la medicina tradicional mexica, registrados en la literatura…… 100 Anexo 2. Hongos medicinales de Chimalapa…………………………………………………. 117 Anexo 3. Hongos medicinales de San Isidro Buensuceso…………………………………….. 121 Anexo 4. Hongos medicinales de Amatenango del Valle……………………………………... 129 Anexo 5. Hongos medicinales de Tenejapa…………………………………………………... 131 Anexo 6. Hongos medicinales de La Cañada…………………………………………………. 135 Anexo 7. Hongos medicinales del Ejido de Detiña………………………………………….... 137 Anexo 8. Lista de hongos mostrados en los estímulos fotográficos…………………………... 139 Anexo 9. Formato de entrevista……………………………………………………………… 140 Anexo 10. Matriz de datos obtenida a partir de los resultados del trabajo de campo………….. 144 Anexo 11. Matriz de datos obtenida de los resultados del trabajo de campo más los resultados de otras investigaciones etnomicológicas……………………………………………………... 148 Anexo 12. Datos de la matriz de cargas………………………………………………………. 153 Anexo 13. Listado con las autoridades taxonómicas de los hongos utilizados en la medicina tradicional mexicana………………………………………………………………………….. 155 Índice de figuras vi Resumen Desde la antigüedad, alrededor del mundo personas de diversas culturas han utilizado hongos con fines terapéuticos. Se tienen evidencias prehistóricas de ello, así como algunos documentos que datan de hace más de 4000 años. En México se tiene el registro del uso de hongos en la medicina tradicional desde tiempos prehispánicos; sin embargo, el estudio histórico y el actual sobre este tema han sido poco abordados en nuestro país. La mayoría de investigaciones sobre los recursos fúngicos con atributos medicinales son producidas en países asiáticos y europeos. Dichos estudio se han enfocado principalmente en la determinación y caracterización de metabolitos con actividad terapéutica, sobre todo con efectos antitumorales y antibióticos. En sí, son pocas las investigaciones donde se aborda exclusivamente el uso tradicional de los hongos medicinales; pese a que, a partir del conocimiento ancestral sobre estos organismos, se ha desarrollado gran parte del conocimiento occidental sobre las propiedades terapéuticas de diversas especies fúngicas. Con la intención de contribuir al conocimiento sobre la diversidad y uso de las especies fúngicas empleadas en la medicina tradicional mexicana se realizó el presente estudio; el cual consta de una exploración bibliográfica en la cual se registraron 121 taxones de hongos empleados de manera tradicional en el país, con fines terapéuticos, incluyendo su uso específico, la fórmula de preparación y aplicación de cada caso. La otra parte de la investigación trata sobre el conocimiento tradicional vigente de hongos medicinales en seis sitios de estudio, en dos de ellos habitan grupos originarios de ascendencia otomí (Ejido de Detiña, Mpio de Acambay y La Cañada, Mpio. de Morelos, Estado de México), dos son comunidades nahuas (Chimalapa, Mpio de Acaxochitlán, Hidalgo y San Isidro Buensuceso, Mpio. de San Pablo del Monte, Tlaxcala) y los otros dos se ubican en la zona tseltal de Los Altos de Chiapas (Amatenango del Valle y Tenejapa). A partir de instrumentos y técnicas etnográficas y biológicas, se documentó el uso tradicional de 129 taxones fúngicos con atributos medicinales; los cuales se emplean frente a diversos padecimientos de los diferentes órganos, aparatos, sistemas del organismo, así como ciertos signos, síntomas y síndromes de filiación cultural. La suma de las especies reportadas como medicinales en la literatura, más los nuevos registros obtenidos en el trabajo de campo, arroja una cifra de más de 200 especies de hongos utilizados en la medicina tradicional mexicana. En otro apartado, se aborda el fenómeno de la convergencia intercultural cognitiva y se realizó un análisis comparativo, a partir de una aproximación cualitativa y herramientas estadísticas, para explorar la similitud entre el conocimiento tradicional de los hongos medicinales por parte de las personas de los sitios de estudio, encontrando que el grado de convergencia intercultural cognitiva es mayor entre los otomíes y los nahuas que entre los tseltales con respecto a los otros dos grupos culturales. Más adelante, se discute sobre las posibles implicaciones de la convergencia intercultural cognitiva y diversos aspectos sobresalientesen torno al uso de los hongos medicinales, tal como: los recursos alternativos que se emplean cuando no se logra conseguir hongos, la transmisión y generación del conocimiento médico tradicional, así como la persistencia y pérdida de dicho conocimiento. Finalmente se proponen algunas acciones en pro de la conservación y el estudio de los hongos medicinales y su conocimiento tradicional, como la apertura de una colección científica de hongos medicinales, la generación de un equipo de trabajo enfocado en el estudio de este tema, la difusión del conocimiento micológico en las comunidades donde existan estos recursos, así como el impulso de proyectos productivos para el aprovechamiento local de las especies fúngicas con actividad terapéutica. Además, se pronostica un alentador porvenir en torno a este tema, siempre y cuando exista apoyo por parte de las instituciones académicas, gubernamentales y sanitarias, así como de los propios custodios del conocimiento micológico local; ya que sus saberes le han otorgado a México un lugar entre los países con mayor diversidad de hongos medicinales en el mundo. 1 I.- Introducción 1.- Salud y modelos de atención médica Los humanos han buscado por medio de la religión y la filosofía respuestas al sentido de su existen- cia, a pesar de encontrar respuestas tan diferentes, todas ellas contienen una promesa de felicidad, la cual según Aristóteles y santo Tomás de Aquino, es la razón última de la vida humana y el más grande de los bienes (Hofmann, 1999). La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en su Constitución que un principio básico para alcanzar la felicidad, las relaciones armoniosas y la segu- ridad de todos los pueblos, es la salud. La salud está definida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamen- te la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 2006). Es un conjunto de problemas a nivel mundial (Fauci et al., 2008), provocado por diversos factores, entre ellos: los agentes ambientales, la genética humana, la alimentación y múltiples aspectos culturales; ya que las enfermedades se en- cuentran en íntima relación con las concepciones religiosas y cosmovisiones particulares de cada grupo cultural (Jaén-Esquivel y Murillo-Rodríguez, 2005). A pesar de ser un asunto de vital importancia para la humanidad, instituciones financieras interna- cionales, incluidos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, han aconsejado invertir en forma limitada y restringir el gasto social en servicios de salud y educación (Fauci et al., 2008). Este problema de la salud es algo que se lleva de manera intrínseca al estar vivo y es permanente, ya que desde antes de nacer se es vulnerable a las enfermedades y esta condición permanece hasta el momento de la muerte. Para enfrentar esta problemática, la humanidad ha construido diversos sis- temas de atención médica. Estos sistemas se constituyen principalmente de tres modelos médicos básicos; la medicina académica (también conocida como científica, occidental, convencional, mo- derna, alopática o hegemónica), la medicina tradicional (también conocida como popular o indíge- na) y la medicina doméstica (también conocida como casera o de auto-atención), la cual tiende cada vez más a comportarse como un modelo médico intercultural (Zolla y Sánchez-García, 2010). Estos tres rubros constituyen los vértices por donde transita el enfermo (Zolla et al., 1988) y representan los tres pilares básicos del sistema real de salud (Zolla y Sánchez-García, 2010). El modelo de la medicina académica (fundamentalmente la alopática, aunque en algunos casos la medicina homeopática es reconocida oficialmente) (Zolla y Sánchez-García, 2010), busca prevenir, tratar y curar las enfermedades mediante el uso de fármacos, terapias psicológicas y motrices, ciru- gía y otras técnicas. Este modelo presenta serios problemas que deben ser solucionados de manera urgente; ataca solo las consecuencias, nunca las causas, la presencia de efectos farmacológicos ad- versos y la disgregación del hombre como un ser total e integral, sin tener en cuenta que se trata de una unidad bio-psico-espiritual y puede sufrir tanto de uno como de otro plano (Fauci et al., 2008; Plano Creativo, 2009). Además, este modelo hegemónico desecha como inverosímiles o irracionales otros modelos de medicina, tal es el caso de la medicina alternativa y complementaria (MAC) (Fauci et al., 2008). La MAC comprende diversos tipos de medicina basados en principios biológicos; como dietas especiales, megadosis de vitaminas y minerales, y extractos de productos animales o botánicos; ma- nipulativos, como manipulación osteopráctica y quiropráctica, y las terapias craneosacras; energé- ticos, aquellos relacionados con campos de energía verdaderos o supuestos, por ejemplo, terapias con imanes; algunas formas de meditación, espiritualidad e hipnosis; y finalmente los propios sis- temas alternativos, los cuales integran elementos de las cuatro variantes anteriores y buscan pro- porcionar estrategias primarias que cubran todas las necesidades relativas a la salud y no simplemen- te soluciones coadyuvantes (Fauci et al., 2008). 2 2.- Medicina tradicional La medicina es una manifestación de la cultura de un pueblo y existen tantas medicinas como cultu- ras se puedan reconocer (Lozoya, 1989). El término medicina tradicional ha sido ampliamente utilizado debido a la difusión que le dio la OMS, quien la definió como: “la suma de todos los co- nocimientos y prácticas, explicables o no, usados en el diagnóstico, prevención o eliminación del desequilibrio físico, mental o social y basados exclusivamente en la observación y experiencia prác- tica, transmitidos de generación en generación oralmente o por escrito”. No obstante, han surgido otras definiciones, una de ellas nació en México y dice que: “la medicina tradicional es el conjunto de conocimientos, creencias, prácticas y recursos provenientes de la cultura popular, de los que hace uso la población del país para resolver, en forma empírica algunos de sus problemas de salud, al margen o a pesar de la existencia de una medicina oficial e institucionalizada por el Estado” (Lozo- ya, 1989). Este modelo médico es característico de las áreas rurales, en donde coexiste con los servicios insti- tucionales de salud, ocasionando que se manifiesten formas mixtas de atención que es preciso co- nocer y evaluar (Zolla et al., 1988). Investigaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social y la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (IMSS- COPLAMAR) en la década de los ochentas, revelaron las principales causas de demanda de aten- ción de la medicina tradicional en México: mal de ojo, empacho, susto-espanto, caída de mollera, disentería, aires, entre otras. Enfermedades que son percibidas y vividas como tales por varios mi- llones de mexicanos y latinoamericanos habitantes del campo, la ciudad y sobre todo en los últimos tiempos, de los cinturones suburbanos (Zolla et al., 1988). En estas investigaciones se tomaron en cuenta a los recursos humanos de los sistemas de salud propios de las comunidades (curanderos, parteras, hierberos, rezanderos y hueseros), es decir, a los médicos tradicionales, ya que son ellos quienes producen, mantienen, renuevan, exponen, analizan y transmiten conocimientos empíricos, así como los componentes espirituales y materiales del ritual de curación; además, ponen al alcance de toda la sociedad en la que se encuentran, su saber, que en muchos casos, es parte fundamental del equilibrio de la comunidad a la que pertenecen (Navarro-Rodríguez et al., 2007). En dichas in- vestigaciones del IMSS-COPLAMAR, se observó la distribución regular de ciertos padecimientos, lo que permitió inferir su alta incidencia y corroborar la persistencia de cuadros nosotáxicos tradi- cionales, así como la irrupción de recursos médicos modernos, tanto en el ámbito de la atención domésticacomo en el de los terapeutas. Los nombres de ciertas enfermedades se repetían tan insis- tentemente que hacían suponer la existencia, en México, de un sistema médico tradicional unifor- memente distribuido (Zolla et al., 1988). Con el desarrollo de la civilización moderna (occidental) las tradiciones de los pueblos originarios se ven afectadas por la introducción de medicamentos ajenos a su cultura y por los adelantos quí- mico-farmacéuticos de la medicina académica (Guzmán, 2008a). En América, desde el momento mismo de la conquista española, la intervención institucional (médica, religiosa y gubernamental) ha producido intensas transformaciones en los sistemas de salud tradicional, modificando la configu- ración del perfil de los terapeutas, los cuadros de morbilidad y los recursos bioculturales empleados, pero sobre todo, ha dado lugar a la aparición de formas complejas de relación entre el modelo mé- dico hegemónico y las expresiones médicas populares o tradicionales (Zolla et al., 1988). A pesar de todo esto, en la actualidad numerosas etnias continúan manifestando sus tradiciones y transmitien- do sus conocimientos a las nuevas generaciones. Dentro de este maravilloso repertorio de conoci- mientos está el del uso de los hongos como agentes terapéuticos (Estrada-Torres, 1989), el cual se puede observar entre los diversos grupos étnicos de México (Guzmán, 1994a), así como en muchas sociedades alrededor del mundo. 3 3.- Conocimiento tradicional El conocimiento, entendido como la aprensión mental de ciertas regularidades del universo, es generado a partir de la memoria, conjugación, comunicación, capacidad para elaborar implementos, organización social, curiosidad y otras habilidades, junto con las necesidades primarias de subsis- tencia (Luna-Morales, 2002). El conocimiento tradicional es el conjunto de saberes (creencias, le- yendas, mitos, canciones, clasificaciones, etc.) y prácticas (religiosas, agrícolas, médicas, etc.) gene- radas, seleccionadas y acumuladas colectivamente durante milenios mediante las distintas capacida- des de la mente humana; es almacenado en la memoria y las actividades de las personas; se transmi- te de generación en generación por vía oral, práctica y en algunos casos escrita (Luna-Morales, 2002). Cabe señalar que la lengua, además de ser un instrumento de comunicación, funciona como un extenso depósito de conocimientos. Este conocimiento es el resultado de la experiencia acumu- lada durante siglos de interacciones entre las sociedades y la naturaleza (Calderón-Cisneros, 2001), su origen se remonta a los mismos orígenes de Homo, quien ha subsistido la mayor parte del tiempo mediante la caza y recolecta, sin embargo, en los últimos 10 mil años lo hace mediante la agricultura (Luna-Morales, 2002). Se debe considerar que los sistemas tradicionales y locales de conocimiento, como expresiones dinámicas de la percepción y la comprensión del mundo, pueden aportar, y lo han hecho en el cur- so de la historia, una valiosa contribución a la ciencia y la tecnología, y que es menester preservar, proteger, investigar y promover ese patrimonio cultural y ese saber empírico (ICSU-UNESCO, 1999). Bunge (1983), da una explicación de cómo a partir del conocimiento tradicional se ha desarrollado el conocimiento científico, considerado la forma de conocimiento más reciente; sin embargo, am- bos conocimientos son complementarios y las deficiencias de uno pueden ser riquezas en el otro, por lo que se ha planteado la importancia y la necesidad de buscar una integración entre ambos (Luna-Morales, 2002). Dicha integración se puede encontrar en la etnobiología, quien representa un puente entre el conocimiento tradicional y el científico; dicho puente es fundamental para preservar el patrimonio biocultural.1 4.- Conocimiento micológico tradicional México alberga una gran diversidad biológica y cultural, la cual se ve reflejada en el extenso cono- cimiento que poseen los diversos grupos étnicos sobre la biota. En particular, es de los países más ricos en tradición sobre los hongos (Guzmán, 1990) y existe un arraigado conocimiento micológico que data de épocas prehispánicas (Guzmán et al., 1975; Gispert et al., 1984; Dubovoy, 1968; Guz- mán, 1994a; Ruan-Soto et al., 2004), el cual se ha manifestado en la tradición que algunos pueblos antiguos y actuales tienen de comer hongos, utilizarlos como medicina, en festividades, en ceremo- nias mágico-religiosas y en general en su cultura (Gispert et al., 1984; Ruan-Soto et al., 2006). Saha- gún demostró que los indígenas conocían hongos que desempeñaban un papel muy importante por sus propiedades culinarias y farmacológicas o psicoterapéuticas (Cappello-García, 2003). El uso de los hongos es resultado del conocimiento y la experiencia de las personas acumulados en el tiempo (Chang y Lee, 2004). Este conocimiento micológico tradicional (CMT) es descrito como el conjunto de conocimientos que las personas de las comunidades locales poseen sobre los hongos de su ambiente; es generado gracias a un proceso de observación, ensayo y error, construido de manera colectiva, producto de la presencia de los hongos en la vida de los humanos y la necesidad de éstos de entender su naturaleza, utilizarlos y satisfacer con ellos, tanto sus necesidades materiales como espirituales; dicho conocimiento es la base de todo el proceso de aprovechamiento de los hongos silvestres, ya que de él emana la distinción entre los tóxicos y los comestibles, además ha permitido la determinación de los hongos con potencial medicinal y alucinógeno (Garibay-Orijel et al., 2010). 1 Para mayor información consultar las investigaciones de Luna-Morales (2002) y Pérez-Ruiz y Argueta- Villamar (2011), quienes profundizan sobre el conocimiento tradicional y su situación actual. 4 El CMT se expresa principalmente en comunidades indígenas y mestizas del medio rural (Ruan- Soto et al., 2004), dicho conocimiento es muy completo y profundo, pero poco estudiado (Guzmán, 1997). Esta situación no es exclusiva del país, sucede en diversas partes del mundo; por ejemplo, Lee et al. (2009) mencionan que en comunidades rurales de Malasia utilizan algunos hongos silves- tres locales con fines alimentarios, medicinales y espirituales, pero que este conocimiento indíge- na no está bien documentado y no se registra sistemáticamente. 4.1.- La prohibición La micofagia de los indígenas de México fue desalentada por los españoles, desde la conquista y durante la época de la colonia (Reyes-García et al., 2009). Los hongos, al estar relacionados con lo sagrado, en el cosmos mesoamericano, estaban estrictamente prohibidos por el Tribunal del Santo Oficio (Guzmán, 1997). Entre los eclesiásticos, el hecho de comerlos era considerado un pecado (Dubovoy, 1968). Actualmente en algunos lugares del país, como Hidalgo, Puebla y Chiapas, las autoridades gubernamentales y sanitarias, junto con los medios de comunicación, dan mala publici- dad, prohíben y castigan el uso y aprovechamiento de los hongos psicotrópicos, así como la comer- cialización de hongos silvestres comestibles, como una medida para evitar micetismos (Ruan-Soto et al., 2012). Incluso se han presentado casos donde las autoridades decomisan violentamente los hongos que se venden en los mercados y tianguis, ignorando el valor y los beneficios de éstos. Di- chas acciones han entorpecido de manera significativa las investigaciones científicas, etnomicológi- cas y médicas (Guzmán, 2011). A diferencia de esto, en muchos países asiáticos, distintas especies de macromicetos con propiedades medicinales se expenden inclusive en salas médicas (Chang y Lee, 2004). 4.2.- La pérdida del conocimiento tradicional y los recursos fúngicos Se sabe que en el Anáhuac prehispánico, el conocimiento micológico tradicional (CMT) era rico y abundante (Portugal-Portugal, 2007); pero con la devastación, masacre y persecuciónque realizaron los invasores españoles, hubo una importante pérdida de conocimientos incluyendo el CMT. Actualmente existen importantes alteraciones en el conocimiento y las prácticas tradicionales, lo que ha puesto en peligro el patrimonio biocultural, incluyendo el conocimiento tradicional sobre los hongos medicinales y la riqueza de estas especies, las cuales forman parte de la diversidad biológica, ecológica y cultural de México (Tovar-Velasco y Valenzuela-Garza, 2006). La preocupación más grande de los etnomicólogos es que al parecer, los recursos fúngicos, su di- versidad y abundancia, el conocimiento micológico tradicional, su construcción y transmisión, así como su presencia en las manifestaciones culturales, se encuentran sujetos a un proceso de desapa- rición. Esto se debe a los cambios en la configuración cultural provocada por distintos factores: procesos del desarrollo de la economía, la modernización, el crecimiento demográfico y la modifi- cación de las actividades productivas; problemáticas que derivan en la explotación y destrucción acelerada de los bosques, sequías prolongadas, incendios, contaminación ambiental, narcotráfico, emigración y transculturación (Villarreal y Guzmán, 1985; Guzmán, 1997; 2008b; Moreno-Fuentes, 2002; Chang et al., 2005; Montoya, 2005; Tovar-Velasco y Valenzuela-Garza, 2006; Lampman, 2007a; Estrada-Martínez et al., 2009; Lee et al., 2009; Garibay-Orijel, 2010; Alvarado-Rodríguez, 2010). A esto se le suma, el desinterés de las nuevas generaciones por practicar lo aprendido sobre los hongos, ya que lo consideran anticuado o no tan redituable como un trabajo en la ciudad (Va- lencia-Flores, 2006). Estos fenómenos amenazan y afectan a la diversidad fúngica, sin que se haya podido ni siquiera cuantificar (Guzmán, 2008b). Además, propician la pérdida del conocimiento tradicional y su trasmisión, lo cual también se ha registrado en otros países, por ejemplo, Tailandia, India y Brasil (Chang y Lee 2004; Agrahar-Murugkar y Subbulakshmi, 2005; Valencia-Flores, 2006). 5 Conscientes de la importancia de esta problemática, investigadores del campo de la etnobiología proponen que para hacer frente a dicha situación es necesario: � Descubrir y conocer los recursos biológicos del país, evaluarlos y aprovecharlos inteligen- temente (Moreno-Fuentes et al., 1994). � Buscar mecanismos para que las comunidades encuentren los medios de subsistencia que revaloren sus conocimientos y formas de vida, y al mismo tiempo les den razones para conservar y aprovechar sustentablemente su ambiente (Garibay-Orijel et al., 2010). � Registrar, monitorear y difundir el conocimiento tradicional y su transmisión dentro de la comunidad por medio de talleres, trabajos de investigación y documentos, ya sean impresos o en digital (Valencia-Flores, 2006). De acuerdo con Pérez-Ruiz y Argueta-Villamar (2011), para resolver problemáticas relacionadas con el conocimiento indígena y por ende sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, se deben construir espacios para el diálogo horizontal de saberes; pero ello requiere de la articulación entre diversos actores: indígenas, educadores, académicos, científicos e intelectuales (indígenas y no indí- genas), las autoridades gubernamentales, los elaboradores de los marcos legislativos, los hacedores de iniciativas de políticas públicas, los tomadores de decisiones, los críticos, los evaluadores, así como las agencias internacionales de cooperación interesadas; y, sobre todo, un profundo esfuerzo para atreverse a imaginar una nueva y distinta realidad. 5.- La Etnobiología En sus inicios la etnobiología era entendida como “el estudio de la utilización de las plantas y ani- males, en una región cualquiera, por un grupo humano definido, que habita o viene a ella para ob- tenerlos” (Maldonado-Koerdell, 1940). En dicha definición se destaca que la etnobiología debía enfocarse en el uso de los recursos, pero conforme se ha ido desarrollando, delimita mejor su cam- po de estudio y ahora ya no estudia solo el uso, sino en general el manejo, el sistema de creencias y conocimientos en torno a los recursos bióticos. En 2003 la Natural Science Foundation (NSF) re- conoció a la etnobiología como el estudio científico de las relaciones dinámicas entre los seres hu- manos, la biota y el ambiente. El conjunto de intenciones de la etnobiología se transforma conforme se redefinen sus fundamen- tos teóricos y se desarrollan y enriquecen sus métodos. En el pasado los estudios etnobiológicos tenían la intención de “identificar, describir y clasificar a los organismos que tengan o hayan tenido un valor cultural para un grupo humano, conocer su distribución, precisar ese valor y modos de utilización, fijándolo en el complejo cultural correspondiente, describir la secuela histórica de su conocimiento y uso y abstenerse de formular conclusiones o leyes que no interesan a la Antropolo- gía” (Maldonado-Koerdell, 1940). Recientemente los objetivos se han orientado al conocimiento de procesos; por ejemplo, de cultivo, de domesticación y de transmisión de conocimientos tradiciona- les (NSF, 2003), lo cual implica realizar análisis y propuestas teóricas que conduzcan al entendi- miento, así como a la interpretación de cuerpos de conocimientos diferentes a los de la ciencia oc- cidental (Alvarado-Rodríguez, 2010). Sin embargo, está iniciando una etapa donde la etnobiología más allá de estudiar los sistemas de creencias, conocimientos y prácticas, busca generar conocimien- tos y plantear alternativas que permitan resolver diversas problemáticas; como la pérdida de la ri- queza biocultural, tomando en cuenta el conocimiento y las prácticas locales. La etnobiología es una ciencia inter y transdisciplinaria que se enriquece de integrar métodos y téc- nicas de las ciencias naturales y sociales. Las ciencias naturales buscan explicar y controlar (Erklären) las leyes del mundo físico mediante procesos estructurados en forma rígida, normativa o como un canon llamado “métodos cuantitativos” que tiene su fundamento en la filosofía positivista, mientras que las ciencias sociales buscan interpretar y comprender (Verstehen) los motivos internos de la ac- ción humana, mediante procesos libres, no estructurados, sino sistematizados, a los que inapropia- damente se les llama “métodos cualitativos” (Nava-Ortiz, 2009). 6 De acuerdo con la NSF (2003), la etnobiología es cada vez más experimental, tecnológica y partici- pativa; además, se menciona que la multidisciplinariedad, la cual conlleva una gran diversidad de métodos, es la mayor fortaleza de esta ciencia. Las investigaciones etnobiológicas son de gran importancia y trascendencia, ya que permiten entre otras cosas, rescatar el conocimiento tradicional de la diversidad biológica, incluyendo el uso, mane- jo y conservación de esta última (Moreno-Fuentes, 2002). Entre las líneas de investigación de la etnobiología se ubican diversos campos. A continuación se citan algunos mencionados en Escobar (2002) y NSF (2003). � Catalogación o inventario de especies con usos. � Percepción cultural de los fenómenos biológicos. � Conocimiento y adaptación a los ciclos productivos de los diversos ecosistemas y desarro- llo de técnicas de subsistencia. � Sistemas de clasificación y jerarquización taxonómica local. � Procesos de acumulación y transmisión de conocimientos y/o información sobre las posi- bilidades de aprovechamiento y manejo de la biodiversidad y el ambiente, entre generacio- nes (herencia e intercambio cultural). � Consecuencias bioculturales de los procesos de intervención del ser humano en el uso y manejo de los recursos biológicos. � Procesos de autonomía frente a los recursos biológicos mediante la manipulación, manejo y uso de los recursos básicos para su subsistencia y protección. � Procesos de evolución y cambio de las interacciones pueblos-naturaleza. � Procesos de revaloración de conocimientos e importancia cultural relativade los recursos biológicos. � Análisis de los patrones de variación biológica y cultural. � Profundización de las relaciones entre biodiversidad y grupos locales o tradicionales. 6.- La Etnomicología La etnomicología está definida como el estudio del saber tradicional, las manifestaciones e implica- ciones culturales y/o ambientales que se derivan de las relaciones establecidas entre los hongos y las culturas a través del tiempo y el espacio (Moreno-Fuentes et al., 2001). Estudia los mecanismos mediante los cuales se generan, transmiten y evolucionan los conocimientos micológicos en un ambiente y tiempo determinados, lo que permite brindar elementos para la modificación y perfec- cionamiento de las formas de manejo de los hongos a partir de estos saberes (Tovar-Velasco y Ga- ribay-Orijel, 2000). Estrada-Torres (1989) señaló que la etnomicología no es solo la recopilación de información curio- sa o interesante sobre los hongos, sino que forma parte del acervo cultural del país, y entender di- cho acervo nos ayuda a buscar la forma más apropiada de resolver algunos de los problemas de alimentación, salud, ingresos económicos y conservación de recursos naturales atendiendo, entre otras cosas, a nuestras raíces culturales. Sin embargo, se encuentra en una fase de definición de marcos teóricos y metodológicos adecuados al estudio de la relación entre las sociedades locales y los hongos (Alvarado-Rodríguez, 2010). Es necesario comprender los procesos sociales en los cuales están involucrados los hongos; para ello, conviene visualizar la relación sociedad-hongos como un complejo donde el contexto socio- histórico-cultural juega un papel determinante en la construcción de los conocimientos y las practi- cas que se generan en torno a estos organismos. De acuerdo con este fundamento, Alvarado- Rodríguez (2010) señala que se debe partir de un enfoque que tenga como paradigma central el estudio integrado de la sociedad y la naturaleza como elementos complementarios que se conjugan en una relación dialéctica. 7 La investigación etnomicológica tiene como principal fuente de información el conocimiento mico- lógico local, definido como el cuerpo acumulativo de conocimientos, creencias, concepciones, per- cepciones y prácticas, acerca de la relación existente entre los hongos, un grupo humano definido y su entorno, el cual se reconfigura en el tiempo-espacio a través de procesos adaptativos, transmi- tiéndose de forma oral y a través de la práctica entre generaciones (Alvarado-Rodríguez, 2010). El principal objetivo de la etnomicología es profundizar en el estudio de los conocimientos fúngi- cos locales, analizarlos y procurar la comprensión de la importancia cultural de los hongos, teniendo como referencia el contexto socio-cultural-ambiental (Alvarado-Rodríguez, 2010). Esta ciencia ha pasado de la etapa de recopilar, describir saberes locales y enlistar las especies fúngi- cas utilizadas por diferentes culturas, a una fase de generación de preguntas mucho más complejas, enfocadas a comprender mejor la dinámica entre los vínculos establecidos entre las sociedades y los hongos, lo mismo que orientadas a la resolución de problemas específicos (Alvarado-Rodríguez, 2010). Las investigaciones etnomicológicas nos permiten conocer las especies fúngicas, fuente de recursos alimenticios, medicinales y de otros caracteres antropológicos; además, la información obtenida puede ser utilizada en la reconstrucción de la historia cultural y en el diseño y ejecución de progra- mas y procesos alternativos de desarrollo (Moreno-Fuentes, 2002). Sin embargo, a menudo los hongos no son considerados en los planes de manejo y conservación de los bosques, a pesar de su evidente importancia ecológica y cultural (Montoya, 2005). En América se han desarrollado cerca del 21.18% de todas las investigaciones etnomicológicas en el mundo, los temas etnomicológicos más estudiados son aquellos relacionados con los alimentos y bebidas fermentadas (36.9%), seguidos por los hongos comestibles (21.18%), mientras que los me- dicinales han sido los menos investigados, representando tan solo el 6.5 % (Garibay-Orijel, 2000). En dicha investigación se concluye que la mayoría de los estudios se concentran en las zonas tem- pladas y semifrías del planeta, coincidiendo con la apreciación de que en áreas con vegetación tem- plada habitan pueblos micófilos, mientras que en regiones tropicales residen culturas micófobas; sin embargo, investigaciones más recientes han reportado la existencia de micofilia en ciertos sectores de la población tropical de México, la cual ha sido estudiada insuficientemente (Ruan-Soto et al., 2006); pese a que, en las regiones tropicales es donde se encuentran los índices de diversidad más altos (Guzmán, 2008b). Las investigaciones etnomicológicas realizadas en el país se han enfocado principalmente en el es- tudio de los hongos comestibles, seguidas en orden decreciente por las que tratan acerca de los hongos sagrados o mágicos, bebidas fermentadas y en menor proporción hongos medicinales (Mo- reno-Fuentes et al., 2001; Moreno-Fuentes, 2002). Sin embargo, Garibay-Orijel (2000) menciona que el futuro desarrollo de la etnomicología estará muy relacionado a la actual preocupación por el descubrimiento de nuevas drogas y medicinas, así como la búsqueda de alternativas alimentarias. En México, a pesar de la falta de especialistas en etnomicología (Guzmán, 2008b), Moreno-Fuentes et al. (2001) mencionan que hasta ese momento existían alrededor de 220 documentos de investiga- ciones etnomicológicas, las cuales se habían realizado principalmente en la región centro y sur, siendo escasos los estudios en el noroeste y sureste del país. Dichos trabajos indican que más de 12 etnias habitantes de zonas templadas han mostrado una tendencia micofílica y un profundo cono- cimiento micológico tradicional; sin embargo, las zonas tropicales han sido poco estudiadas (Ruan- Soto et al, 2004; 2009). Las relaciones entre los grupos humanos y los hongos han sido mayormente estudiadas en los nahuas, mazatecos, mixtecos, zapotecos, mayas, mazahuas, otomíes, matlatzincas, purépechas, huicholes, tepehuanos, rarámuris, totonacos y wirráritaris, así como en diversos grupos mestizos (Moreno-Fuentes et al, 2001; Moreno-Fuentes, 2002). En resumen, falta mucho por hacer para conocer diversos aspectos sobre los hongos de México, en particular las zonas tropicales (Guzmán, 2008b); no obstante, Moreno-Fuentes (2002) menciona que las investigaciones etnomi- cológicas han permitido vislumbrar un patrón que muestra hasta el momento, cuatro regiones et- nomicófilas, dando lugar a una etnomicofilia regional diferencial, haciendo evidente un gradiente etnomicófilo que alcanza su máximo en la región centro del país. 8 7.- Cohesión cultural cognitiva Hersch-Martínez y González-Chávez (1996) mencionan que a partir de la investigación etnobotáni- ca se pueden observar ciertos casos específicos en donde se presenta un paralelismo en el uso po- pular de especies para zonas geográficas diferentes, a este fenómeno lo denominaron coincidencia de usos; ellos presentan el ejemplo del albahacar (Ocimum basilicum), el cual es utilizado en diferen- tes sitios para hacer “limpias”. En el caso de los hongos, Moreno-Fuentes (2002) acuña el concepto de cohesión cultural cognitiva, el cual plantea que dos poblaciones de un mismo grupo cultural, con un acervo de especies etnomicológicas, comparten en términos generales el conocimiento y uso de tales recursos, a pesar de que se encuentren separadas por grandes distancias o barreras geográfi- cas. Sin embargo, esto se puede presentar entre poblaciones de diferentes grupos culturales. Exper- tos mencionan que los saberes tradicionales sobre algunos hongos medicinales parecen universales o están ampliamente difundidos en una o varias regiones, tal es el caso del uso hemostático de los hongos licoperdoides (Estrada-Torres, 1989). En México, unclaro ejemplo es el uso de Ustilago maydis para tratar quemaduras y otras afecciones de la piel; este uso ha sido registrado entre los pu- répechas (Mapes et al., 1981), otomíes (Estrada-Torres y Aroche, 1987), nahuas (Montoya et al., 2003) y tseltales (Lampman, 2007a); a este fenómeno se le puede llamar convergencia intercultu- ral cognitiva. Por otra parte, se tiene el registro de algunas especies de hongos que son utilizadas con fines medicinales por diversos grupos humanos de diferentes partes del mundo, tal es el caso de Pycnoporus sanguineus, utilizado en el tratamiento de diversos padecimientos por personas de Mé- xico, Argentina, Brasil, Congo, Benín, Malasia, China y Java, estos datos han sido registraos por: Martínez-Alfaro et al. (1983), Pérez-Silva et al. (1988), Hobbs (1996), Guzmán (2003a), Góes-Neto y Bandeira (2003), Chang y Lee (2004), entre otros; este caso demuestra la existencia de una conver- gencia intercultural cognitiva a nivel intercontinental. 8.- Los hongos Los hongos son un grupo biológico que incluye, desde seres microscópicos, a nivel ultraestructural y/o fisiológico unicelulares, hasta macroscópicos pluricelulares que comparten ciertas característi- cas, entre ellas: crestas mitocondriales planas, síntesis de lisina por la vía del ácido α-amino adípico (AAA), nutrición heterótrofa por absorción, el talo aunque puede ser unicelular, en la mayoría de los casos es filamentoso o también llamado micelial y paredes celulares constituidas principalmente por quitina en combinación con diversos polisacáridos como los β-glucanos (compuestos con múl- tiples efectos terapéuticos) (Herrera y Ulloa, 1990). Evolutivamente, los hongos están más emparentados con los animales que con las plantas, ya que presentan quitina en su pared celular (compuesto presente en el exoesqueleto de los insectos) en lugar de celulosa; además, su material de reserva es el mismo que en los animales (glucógeno), no el almidón como en las plantas; por otra parte, no realizan fotosíntesis, sino que se alimentan por absorción de los compuestos que degradan (Reyes-García et al., 2009). En el mundo existen por lo menos un millón de especies fúngicas, sin embargo, se considera que posiblemente alcanzan los cinco millones (Lodge, 2001). En México se estima que crecen más de 200,000 especies de hongos, de las cuales sólo se conocen alrededor de 4%, 50,000 de estas especies son macromicetos (Guzmán, 2008b). Ecológicamente los hongos son protagonistas en los ciclos biogeoquímicos, ya que descomponen materiales lignocelulolíticos (O´Dell et al., 1996 [en Garibay-Orijel et al., 2010]). Su diversidad y abundancia en cualquier región está en función directa del tipo y densidad de vegetación, aunado a factores como temperatura, grado de humedad, altitud, latitud, etc., que influyen conjuntamente en el desarrollo de los mismos (Moreno-Fuentes et al., 1994). Por otra parte, al ser saprobios descom- ponen la materia orgánica y hacen disponibles los nutrientes inmovilizados en ella (Dighton, 2003). Transforman químicamente el medio, función de primordial importancia en el mantenimiento de la fertilidad del suelo y la continuación de las distintas cadenas alimenticias en los ecosistemas (Reyes- García et al., 2009). 9 8.1.- Líquenes y micorrizas Los hongos cumplen funciones esenciales en diversos ecosistemas. Cuando se asocian de forma mutualista con las algas o cianobacterias forman líquenes, mientras que al hacerlo con las raíces de las plantas dan lugar a las micorrizas, uno de los elementos más importantes de la rizósfera (Chami- zo et al., 1998). En estas simbiosis se lleva a cabo un intercambio bidireccional de nutrimentos en el que los autótrofos aportan compuestos carbonatados y los hongos a su vez los proveen de agua, nutrimentos y fósforo, entre otros elementos (Chamizo et al., 1998; Dighton, 2003). Estas simbiosis además de ser sumamente importantes ecológicamente, presentan importancia cultural, ya que mu- chas de las especies que se asocian son comestibles y medicinales, entre otros rubros (Illana- Esteban, 2009; 2012; Garibay-Orijel et al., 2009). 8.2.- Parásitos y patógenos Existen diversas especies de hongos que atacan a las plantas (fitopatógenos) y otras a los insectos (entomopatógenos) (Reyes-García et al., 2009); éstos últimos funcionan como insecticidas biológi- cos (Toriello y Mier, 1985) y en los últimos años se les ha empleado como biorregulador natural o control biológico de plagas. Dicho uso puede tener gran éxito; por ejemplo, Hirsutella thompsonii para combatir al ácaro del cocotero Eriophyes querrernis (Sampedro y Rojas, 1989), Verticillium lecanii para el caso de la mosquita blanca (Hemiptera: Aleyrodidae) (García-Juárez et al., 1999) y Metarhizium anisopliae la mosca pinta (Homoptera: Cercopidae), lo que representa una alternativa a la contamina- ción de insecticidas químicos (Toriello et al., 1999). Por otro lado, hay hongos parásitos y patógenos muy peligrosos para lo humanos, tal es el caso de Histoplasma capsulatum, el cual origina la histoplas- mosis, una infección que presenta desde formas leves hasta mortales (Flores-Robles et al., 1997). A pesar de ello, se puede afirmar que existe un número mucho mayor de hongos benéficos para la salud humana, que aquellos que pueden ocasionar daños. 9.- Principales categorías antropocéntricas de los hongos 9.1.- Hongos comestibles Los hongos comestibles silvestres (HCS) son recursos forestales no maderables de importancia ecológica, económica y cultural (Garibay Orijel et al., 2009). Incluso se plantea que pueden represen- tar una alternativa real en el manejo de los bosques de México, ya que constituyen una fuente eco- nómica y productiva para las comunidades rurales del país (Montoya, 2005). La mayoría de estos hongos, además de ser comestibles, tienen propiedades medicinales o terapéuticas (Cappello- García, 2003) y quizá por tal motivo, son muy apreciados en diversas comunidades. Es en la cocina donde puede comprenderse el nivel de importancia o desinterés que tienen los hon- gos a nivel local (Alvarado-Rodríguez, 2010). En México el consumo de hongos forma parte del acervo cultural de la población rural con arraigo indígena, esta costumbre de comer hongos se man- tiene vigente gracias a las tradiciones que pasan de generación en generación; en contraste con el conocimiento de la población urbana para quienes la mayoría de los hongos son venenosos y gene- ralmente conocen sólo los hongos cultivados (Reyes-García et al., 2009). En el país se han encon- trado reportes de comestibilidad para 349 especies de hongos silvestres (Garibay-Orijel, y Ruan- Soto, en prensa), de los cuales muchos son medicinales; sin embargo, a nivel internacional, son pocos los hongos comestibles que se han investigado con respecto a sus propiedades terapéuticas (Yuan et al., 1998). Los HCS son una valiosa fuente de alimento con alto contenido proteínico, el cual está por encima de la mayoría de las verduras y varía del 10 al 40% de su biomasa seca, presentan un alto contenido de fibra, incluyen todos los aminoácidos esenciales para la dieta humana y una importante cantidad de vitaminas de los grupos B, C y D, a esto se le suma su baja cantidad de grasas y la carencia por completo de colesterol (Yuan et al., 1998; Mattila et al., 2000; Smith y Sullivan, 2004; Agrahar- Murugkar y Subbulakshmi, 2005; Trigos y Suárez-Medellín, 2010). 10 Sus características nutracéuticas y la importancia cultural que poseen los HCS, ha dado pauta para que se considere su aprovechamiento como una alternativa para el desarrollo regional, con el fin de enriquecer la dieta de pobladores que habitan en zonas rurales y urbanas, e integrar las comunidades a mercados regionales, nacionales e internacionales (Garibay-Orijel et al., 2009). Esta alternativa de desarrollo depende en gran medida de que los conocimientos fúngicos locales se mantengan en el tiempo, al igual que la cultura del consumode hongos silvestres. Sin embargo, considerando que la cultura influye sobre el comportamiento relacionado con el consumo de alimentos, las transforma- ciones en las prácticas alimentarias colocan a los hongos como un elemento frágil dentro de éstas, al dejar de formar parte de la cotidianidad el conocimiento micológico local tiende a perder importan- cia y deja de transmitirse o ya no se transmite del mismo modo; como resultado, dicho conocimien- to se desvanece en el tiempo (Alvarado-Rodríguez, 2010). Los hongos comestibles están considerados como genuinos nutracéuticos o alimentos funcionales (alimentos que además de su contenido nutrimental, mejoran la salud y reducen el riesgo de con- traer enfermedades) (Piqueras, 2004; Reyes-García et al., 2009). Los alimentos funcionales están desempeñando un papel cada vez más importante en los esfuerzos nacionales de los países occiden- tales para reducir los gastos médicos y también para mejorar los hábitos alimenticios de su pobla- ción (Smith y Sullivan, 2004). Sin embargo, los pobladores de México no aprovechan en su totali- dad las especies susceptibles de ser consumidas por falta de tradición o por el temor a sufrir intoxi- caciones (Moreno-Fuentes et al., 1994). 9.2.- Hongos psicotrópicos Este tipo de hongos han sido empleados desde épocas muy antiguas, se tienen registros de ellos en pinturas rupestres localizadas en África y Europa, las cuales podrían tener hasta 7000 años de anti- güedad (Samorini, 1999; Akers et al., 2011; Guzmán 2012). De acuerdo con las interpretaciones, el uso de los hongos que aparecen en dichas pinturas pudo haber sido médico-espiritual, tal como lo era entre varios grupos originarios de México en la época prehispánica (Guzmán, 1994b; 2011; 2012). Resulta interesante que precisamente a partir de los estudios realizados por los esposos Was- son en la década de los 50 sobre el uso tradicional de este tipo de hongos, particularmente los del género Psilocybe, nace como disciplina formal la Etnomicología (Ruan-Soto, 2007). En sus investiga- ciones, los Wasson refieren a estos hongos como “enteógenos” y las investigaciones posteriores se enfocaron en sus atributos psicotrópicos; sin embargo, María Sabina menciona que antes de Was- son nadie tomaba los niños simplemente para encontrar a Dios, que siempre se tomaron para que los enfermos sanaran (Estrada, 2010). Actualmente, aunque su uso esté prohibido, se emplean con fines recreativos, espirituales, medicinales y comerciales en diversos sitios del país. Este rubro es tan importante y tan amplio que ha sido protagonista de numerosas investigaciones, incluso hubo un momento donde los trabajos etnomicológicos se concentraron en esta categoría antropocéntrica. Hoy en día parece estar algo descuidada, a pesar de que faltan muchas preguntas por responder y acciones que llevar a cabo; una de ellas sería investigarlos con mayor profundidad a nivel farmaco- lógico e incorporarlos en la atención clínica de los pacientes que los puedan requerir, es decir, ma- nejarlos adecuadamente aprovechando sus beneficios a la salud y no solo prohibirlos sin razones suficientes. Cabe señalar que el descubrimiento de este tipo de hongos en Oaxaca, marcó un paso muy impor- tante en la historia de la micología; además, del nacimiento de la etnomicología, hubo un impulso al desarrollo de las investigaciones taxonómicas, biogeográficas, médicas y antropológicas en los hon- gos. Actualmente siguen siendo muy importantes dentro de la biota de México, ya que es el país con más especies alucinógenas a escala mundial; hasta ahora, se han contabilizado 53, destacándose el Estado de Oaxaca, ya que en éste se han registrado más del 50% de dichas especies (Ramírez- Cruz et al., 2006). En esta investigación se considera que todos los hongos psicotrópicos son potencialmente medici- nales, algunos ya se han utilizado con estos fines, tanto en la medicina tradicional como en la aca- démica, otros podrían ser aprovechados en algún momento en ambos modelos de atención médica. 11 9.3.- Hongos tóxicos Es inevitable que los recolectores de hongos comestibles encuentren en su camino hongos tóxicos, pero precisamente el ejercicio de esta práctica ha generado un profundo conocimiento sobre este tipo de organismos, permitiéndoles aprender a reconocer una gran cantidad de criterios que utilizan de manera tradicional para diferenciar los comestibles de los tóxicos (Ramírez-Terrazo y Montoya, 2012). Aunque estos hongos no son tan valorados como los comestibles, tienen cierta importancia cultural, ya que reciben una nomenclatura local, hay historias, mitos o cuentos sobre ellos, los po- bladores conocen la sintomatología provocada por su ingesta e incluso prescriben diversos reme- dios tradicionales para contrarrestar sus efectos nocivos (Ramírez-Terrazo y Montoya, 2012). Es interesante que los hongos tóxicos reconocidos por los pobladores locales están relacionados con los hongos que sí se comen; en otras palabras, se dice que cada hongo comestible tiene su contrario o su doble venenoso y son diferenciados principalmente por características morfológicas que los agrupan en géneros tradicionales (Ramírez-Terrazo et al., 2012). Otras estrategias que se utilizan para diferenciar este tipo de hongos es el análisis de características organolépticas como el color y el sabor, el sustrato y la presencia de larvas de insectos (Alvarado-Rodríguez, 2010). Estos conoci- mientos les han permitido aprovechar los hongos silvestres comestibles sin riesgo a intoxicarse (Ramírez-Terrazo et al., 2012). Pese a que siempre está la posibilidad de que se pueda confundir una especie comestible con una tóxica, solo se han reportado intoxicaciones por hongos en siete Estados de la República (Ramírez- Terrazo y Montoya, 2012). Es importante mencionar que no se han reportado micetismos provoca- dos por ingesta de hongos comprados a los hongueros1 (Estrada-Martínez, 2012); por ello, adquirir hongos silvestres en mercados y tianguis, no representa ningún riesgo para el consumidor, ya que quienes venden estos hongos son expertos locales que han dedicado parte de su vida a aprender a distinguir hongos comestibles de hongos que no lo son. Al parecer solo los confunden los niños, algunos adultos mayores que han perdido su agudeza visual y principalmente aficionados que no han sido instruidos por los expertos locales (Hernández-Rico, 2011), así como personas que sin tener experiencia y necesidad económica los recolectan y/o venden esporádicamente (Montoya, com. pers.). Las investigaciones epidemiológicas sobre los micetismos son escasas, por lo que existe un desco- nocimiento universal sobre las tasas de morbi-mortalidad (Ruiz-Sánchez et al., 1999). Esto coincide con lo mencionado por Ramírez-Terrazo y Montoya (2012), quienes señalan que la falta de infor- mación sobre el tema es una constante en todos los casos y que esto provoca que las medidas to- madas por las instancias gubernamentales no sean las más adecuadas, ya que promueven el temor y la desinformación entre los pobladores locales, así como la prohibición del consumo y comerciali- zación de hongos comestibles. Las autoras de este trabajo plantean la necesidad de profundizar en el estudio del conocimiento micológico local sobre este tipo de hongos, además señalan que para prevenir y tratar intoxicaciones es prioritario generar y difundir información precisa sobre el tema al público en general y al sector salud. Los micetismos o intoxicaciones por hongos se deben a la presencia de compuestos tóxicos en los esporomas; por ello, muchas veces se recomienda hervir bien los hongos, ya que aunque sean co- mestibles si no se preparan bien pueden llegar a ocasionar reacciones adversas en la salud de quien los ingiera (Montoya et al., 2007). Los daños ocasionados por el consumo de hongos tóxicos pueden ir desde irritaciones gastrointestinales hasta la muerte; para los casos más graves los trasplantes hepáticos y renales son alternativasútiles para que sobrevivan los pacientes, pero su costo es eleva- do y su práctica es difícil (Ruiz-Sánchez et al., 1999). Las micotoxinas causantes de los principales tipos de intoxicaciones se dividen en cuatro o cinco categorías de acuerdo con los efectos que producen y el momento de inicio de los síntomas; otros autores clasifican a los micetismos en cinco síndromes: faloidiano, parafaloidiano, muscarínico, gastrointestinal y cerebral.2 1 Término es utilizado en la parte central del país para designar a las personas con gran conocimiento tradi- cional de los hongos (Vanegas-Enríquez et al., 2011). 2 Para mayor información consultar a Ruiz-Sánchez et al. (1999), Montoya et al. (2007) y Alvarado-Rodríguez (2010), quienes profundiza en el tema. 12 Ante este tipo de problemáticas se han desarrollado remedios tradicionales para hacer frente a los micetismos. Por ejemplo, en las comunidades de Ajusco y Topilejo los remedios para tratar las in- toxicaciones causadas por hongos coinciden con los utilizados en Acambay, Estado de México: se recomienda tomar leche, café bien cargado y/o chupar medio limón, provocar vómito y beber el nejaiyo; para ello, es necesario moler una caña de maíz tierna y exprimirle medio limón, se cuela y se bebe aproximadamente un cuarto de litro (Estrada-Torres y Aroche 1987; Reygadas et al., 1995). Resulta interesante que en Acaxochitlán, Hidalgo, para aliviar las intoxicaciones por hongos, tam- bién se recomiendan ingerir nijayote (“caldo” de nixtamal con calhidra), entre otros remecidos como comer tierra o algún alimento picoso (Hernández-Rico, 2011). Es muy importante recordar que la dosis diferencia un veneno de una medicina y precisamente en la investigación de Estrada-Torres y Aroche (1987) se registró el uso medicinal de Amanita muscaria como purgante. Para ello se macera y se toma con agua o leche, pero solo en pequeñas cantidades, ya que de acuerdo con los otomíes de Acambay, “es muy fuerte”. Otro ejemplo de un hongo tóxico que puede ser utilizado con fines medicinales es Ampulloclitocybe clavipes (Hygrophoraceae), hongo comestible que se debe usar con precaución, ya que contiene una toxina que solo actúa en combi- nación con alcohol; por ello, se plantea que puede ser utilizado como tratamiento contra el alcoho- lismo. La reacción que provoca es de tipo similar al disulfiram (Antabuse®), el cual se utiliza como coadyuvante en el tratamiento del alcoholismo, previniendo la descomposición normal de alcohol al dióxido de carbono y agua (Cochran y Cochran, 1978). 9.4.- Hongos medicinales Todos los hongos son beneficiosos en algún sentido para el ser humano (Cappello-García, 2003), y han tenido relevancia en la medicina tradicional desde tiempos remotos (Guzmán, 1994a). Incluso se plantea que el uso de los hongos por parte de los humanos era originalmente con fines medicina- les en lugar de comestibles; dicha teoría se ejemplifica con el uso de especies del género Ganoderma y Trametes (Smith y Sullivan, 2004). Existen antiguas evidencias de su uso en diversas partes del mundo, una de ellas es una pintura prehistórica localizada en el desierto del Sahara (Tin-Tazarift, Tali, Argelia) que data del 7000 al 5000 a.C., en donde se distinguen dos seres antropomorfos que danzan, llevan una máscara y sostienen un objeto en forma de hongo, el cual está unido por dos líneas paralelas con la cabeza de cada danzante. Estas líneas son interpretadas como algo no mate- rial e indican cierta influencia de estos organismos en la mente humana, evidencias de que posible- mente se trata de hongos psicoactivos (Samorini, 1999). El uso de este tipo de hongos ha sido re- portado en diversas culturas mesoamericanas, en especial los del genero Psilocybe, los cuales apare- cen en diversos documentos antiguos como el códice Vindobonensis, la Historia de las Indias de Nueva España, el códice Magliavechi, el códice No. 27 de la obra Códices Indígenas y la Historia general de la cosas de la Nueva España, entre otros (Garibay-Orijel, 2000). En este último, Sahagún menciona la utilidad de este tipo de hongos para tratar la calentura con frío y para la gota (Du- bovoy, 1968). En resumen, se puede afirmar que los hongos macroscópicos y los microscópicos han sido utilizados tanto en la medicina académica como en la tradicional y han sido clave en el desarrollo de éstas y en de la humanidad. A nivel mundial algunos autores mencionan que se conocen más de 500 especies de hongos silves- tres a los cuales se les han atribuido propiedades medicinales; en 300 de éstas se han localizado metabolitos con propiedades terapéuticas (Pérez-Moreno et al., 2010). Otros estudios señalan que hasta el momento se conocen alrededor de 651 especies de basidiomicetos que contienen metaboli- tos con actividad terapéutica (Wasser, 2002; Piqueras, 2004); sin embargo, muchos de ellos no han sido utilizados como medicinales, aunque potencialmente lo son. Pese a que en los últimos años se han publicado listados con cientos de taxones fúngicos utilizados en la medicina, tanto en la tradi- cional como en la académica, aún no hay un número determinado de especies; pero tan solo en China se han registrado alrededor de 540 (Yu-Cheng et al., 2009). 13 9.4.1.- En la medicina tradicional Antiguas escrituras religiosas, como los Vedas, han mencionado la importancia medicinal de los hongos, los romanos los consideraban alimento de los dioses y los chinos declararon que eran el elixir de la vida (Mattila et al., 2000). Las investigaciones concluyen que la importancia de los hongos medicinales es superlativa en la medicina oriental y actualmente en la medicina holística (Alatorre, 1996); sin embargo, desde hace algunas décadas las investigaciones etnomicológicas realizadas en el país proyectan la creencia de que los hongos son poco utilizados como remedios para combatir enfermedades (Mapes et al., 1981). Garibay-Orijel et al. (2007) señalan que el uso de los hongos medicinales en México no es muy común, en comparación con los países asiáticos, principalmente China, Japón y Corea, donde se han registrado alrededor de 300 especies utilizadas con fines tera- péuticos. No obstante, Guzmán (1994a; 1994b; 2008a) ha demostrado que en diversos sitios del país existen personas que poseen un conocimiento muy profundo de las propiedades terapéuticas de los hongos silvestres y ha registrado el uso de más de 73 especies fúngicas utilizadas en la medi- cina tradicional mexicana. Incluso se menciona que el uso de los hongos medicinales en México ha tenido una importancia medular en la relación de los pueblos mesoamericanos con su entorno natu- ral (Alatorre, 1996). 9.4.2.- Los hongos en el sistema frío-caliente En diversos lugares de México, particularmente en el centro, bajo el sistema de frío-caliente, los hongos son considerados como fríos (De Ávila et al., 1980; Martínez-Alfaro et al., 1983; Gispert et al., 1984; Reygadas et al., 1995), esto se debe a que los esporomas se desarrollan en las lluvias (Villaseñor-Ibarra, 1999), a la gran cantidad de agua que contienen, la humedad y las bajas temperaturas de los lugares donde crecen y porque creen que los hongos producen dolor de estómago, vómitos o diarrea cuando se comen en abundancia o durante la noche (Montoya et al., 2002; 2003). Por tal motivo las personas dicen que es necesario cocinarlos con ajo, cebolla, epazote y especias (Reygadas et al., 1995) o beber algún tipo de té después de comerlos (Montoya et al., 2002); en consecuencia, se contrarresta el frío (Reygadas et al., 1995) y es posible obtener un equilibrio entre lo frío y lo caliente en una comida de hongos, la cual se considera saludable (Montoya et al., 2002). No obstante, algunos hongos como Lactarius indigo, Amanita muscaria y Trametes versicolor, son considerados tóxicos y por lo tanto percibidos como calientes y debido a esta característica son utilizados como medicinales
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