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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN HISTORIA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS El Departamento de Pesos y Medidas en la Ciudad de México. De la institución a la práctica social, 1892-1910. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN HISTORIA DE MÉXICO PRESENTA: JUAN GARCES REYES TUTOR: DRA. MARÍA LEONOR LUDLOW WIECHERS IIH, UNAM MÉXICO, D. F. AGOSTO 2014 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 El Departamento de Pesos y Medidas en la Ciudad de México. De la institución a la práctica social, 1892-1910. ÍNDICE Introducción………………………………………………………………………….......... 4 Capítulo I. Medidas, fieles medidores y comerciantes en el México decimonónico...................................................................................................................... 14 1.1 Medición y patrones métricos en el siglo XIX……………………...……………........ 15 1.2 Los fieles medidores durante la primera mitad del siglo XIX………………………... 25 1.3 El comerciante en la Ciudad de México y el uso de medidas durante la primera mitad del siglo XIX………………………………...………………………………………... 34 Capítulo II. Instauración del sistema métrico decimal en México…...………………. 45 2.1 El Ministerio de Fomento y la inserción de la Dirección y el Departamento de Pesos y Medidas………………………...………………………………………………….……….46 2.2 Implementación del sistema métrico decimal hasta la llegada del Departamento de Pesos y Medidas, 1857-1892……...………………………………………………..……... 61 2.3 Prórrogas y contradicciones ante el uso de los patrones decimales……...………….... 72 Capítulo III. El Departamento de Pesos y Medidas en la Ciudad de México. De la institución a la práctica, 1892-1910………………………………….…………………. 81 3.1 El Departamento de Pesos y Medidas…………………...…….………….……......... 82 3.2 Instrumentación de los visitadores y las visitas de inspección…………………..…... 92 3.3 El comercio en la Ciudad de México y las multas en la primera década del siglo 3 XX……………………………………………………………………………………….... 98 Conclusiones…………………………………………………………………......….…....114 Anexos…………………………………………...………………………………….…... 119 Bibliografía………………………………………………………………………….…... 123 4 Introducción El uso de patrones de medición ha sido una práctica necesaria y contínua para el individuo en todas las épocas. A partir de que el hombre comenzó a cohesionarse socialmente, el intercambio de objetos, comida y tierras necesitó de patrones de peso y medida para su cuantificación. Sin embargo, la variedad de medidas creadas a través del tiempo en los distintos rincones del mundo se convirtió en un verdadero problema, ya que lo heterogéneo de los patrones empleados tanto para la vida cotidiana como para el comercio propició falsificaciones e incluso la alteración de los instrumentos de medición. En este contexto, una alternativa para lograr la homogeneización de las medidas fue estandarizar los patrones existentes a través de la adopción del sistema métrico decimal. Sus unidades principales, metro, litro y kilogramo se consolidaron como los patrones universales en casi todas las naciones del mundo a excepción de seis países, Liberia, Samoa, Micronesia, Las Islas Marshall, Palaos y Estados Unidos. El caso que nos ocupa es el del México decimonónico, ya que coexistían una enorme variedad de medidas tanto prehispánicas como europeas. Los patrones prehispánicos continuaron usándose aún después de la conquista española por medio de los pueblos indígenas que subsistieron, mientras que las medidas europeas fueron impuestas por la monarquía española. Los patrones se mezclaron entre sí, de tal forma que los habitantes las emplearon desde el siglo XVI y hasta el XIX convirtiéndose en las medidas comunes que todos utilizaban. De hecho, de esta diversidad surgieron híbridos, los cuales aumentaron aún más la cantidad de medidas. Fue a mediados del siglo XIX que la elite mexicana propuso integrar en México el sistema métrico francés, lo cual, por una parte, solucionaría la variedad de patrones de medición, y por otra, ayudaría a unificar el Estado a 5 través de ciertas unidades de medida, lo cual vendría a contribuir como parte del progreso del país. El establecimiento del sistema métrico por parte del Estado se consolidó como un proyecto de gran envergadura; sin embargo, presentó problemas importantes en el proceso de su instauración debido a que las condiciones económicas y políticas no permitieron instituirlo eficazmente. Aunado a lo anterior, la adopción de este nuevo sistema de medición requería erradicar los patrones comunes e implantar un nuevo y extraño sistema que, a su vez, ampliaba las medidas tanto de longitud como de peso, lo cual se convirtió en un proceso largo y exhaustivo por parte del Estado durante el último tercio del siglo XIX. La presente tesis tiene como objetivo analizar la administración del Departamento de Pesos y Medidas instaurado en 1892 a través de la relación entre el Estado y el ámbito mercantil, explicando a la par, el uso, la práctica y la adopción del sistema métrico hasta 1910, ya que el fin del gobierno de Porfirio Díaz permite delimitar nuestra periodización de acuerdo al periodo designado en la historiografía como “porfiriato”. Nuestro estudio analiza también el papel que fungió el Ministerio de Fomento desde su creación, ya que el Departamento de Pesos y Medidas dependió directamente de dicha institución. Si bien es cierto que el desenvolvimiento de las instituciones gubernamentales en la segunda mitad del XIX planteó dificultades en sus funciones, el Ministerio, lenta pero progresivamente, impulsó la administración de los organismos a su cargo. De manera que parte de estos problemas se vieron reflejados en la Dirección de Pesas y Medidas, institución que antecedió al Departamento que estudiaremos, pues la dificultad de implementar el sistema métrico se vio reflejada en una serie de prórrogas que el gobierno impuso desde la primera ley sobre el sistema métrico decimal en 1857 hasta la última década del siglo XIX. Nos resulta importante explicar la interacción de los comerciantes del centro del país en relación con el Departamento de Pesos y Medidas, específicamente aquellos 6 mercaderes ubicados en la Ciudad de México, ya que, siendo la urbe más importante del país, nos brinda la información sobre aquellos vendedores que vivían del uso y práctica de los patrones de medición y, que por tanto, interactuaron directamente con el Departamento, pues este último, en su papel de promotor y regulador del sistema métrico decimal, constató el progreso y la efectividad de la metrificación gracias a los reportes levantados a los locatarios por los inspectores de pesas y medidas. Por el momento, no hay indagación alguna que se encuentre dirigida a la problemática de la instauración decimal en México y a las instituciones encargadas de implementar las pesas y medidas, de manera que los estudios elaborados se han enfocado principalmente en el establecimiento del sistema francés y a la diversidad de medidas usadas en el siglo XIX. Es importante mencionar que las investigacionesreferentes a la implementación del sistema métrico en México son muy escasas; solamente, contamos con un par de artículos, uno de Orozco y Berra en el siglo XIX y otro más del Historiador Carrera Stampa, mientras Héctor Vera ha escrito recientemente un libro y una compilación sobre la instauración del sistema métrico decimal. Como hemos mencionado, en el siglo XIX Manuel Orozco y Berra dedicó atención al papel de los fieles medidores de pesas y medidas en el periodo colonial, lo cual explica a partir de la herencia de la cultura española y su imposición en la Nueva España. También indaga respecto a la diversidad de patrones de medición que eran utilizados por los mexicanos del siglo XIX y hasta la llegada del sistema métrico decimal francés en 1857, a través de una serie de tablas que permiten observar ciertas medidas prehispánicas y españolas, así como su equivalencia y su conversión al sistema métrico, aunque no se detiene en explicar totalmente el 7 establecimiento del sistema decimal en México ni en la puesta en marcha de los nuevos patrones de medición.1 El historiador Manuel Carrera Estampa en su artículo “El sistema de pesas y medidas colonial” explica de forma similar a la de Orozco y Berra el origen y la diversidad de pesas y medidas desde la conquista española, aunque Carrera profundiza en las primeras ordenanzas en la Nueva España referentes a utilizar ciertos patrones que debían vigilar los fieles medidores de pesas y medidas. En este sentido, se concentra en esbozar el papel desempeñado por los fieles, fundamentalmente en el siglo XVIII y su paso hasta principios del XIX. Evidentemente, estos inspectores se consolidaron como los únicos encargados de vigilar el uso y la práctica de pesas y medidas a través de sus visitas a los comercios. Por otra parte, dicha investigación esboza la estandarización de ciertas medidas que los gremios debían usar para despachar sus productos y, someramente, el establecimiento del sistema métrico francés, así como sus unidades correspondientes y la conversión de las medidas antiguas al sistema decimal.2 Por otra parte, en la primera publicación de Héctor Vera titulada A peso el kilo, explica la problemática de la implementación del sistema métrico decimal en Francia, partiendo de la premisa de la unificación Estatal a través de dicho sistema y el desarrollo de los patrones usados en el Antiguo Régimen. Asimismo, describe la importancia de la variedad de patrones que fueron heredados a partir del periodo medieval tanto en Europa como en América. En lo que concierne a México, hace un recorrido histórico que va desde 1 Manuel Orozco y Berra, “Medidas y pesos en la República mexicana”, en Antonia Pi-Suñer Llorens (Coord.), México en el Diccionario universal de historia y geografía, V. III, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, pp. 503-524. 2 Manuel Carrera Stampa, "El sistema de pesos y medidas colonial", en Memorias de la Academia Mexicana de la Historia Correspondiente de la Real de Madrid, T. XXIV, México, Academia Mexicana de Historia, 1967, 35p. 8 el siglo XVI hasta la actualidad, explicando la deficiencia de las medidas antiguas y el problema que implicó la diversificación de patrones especialmente en el territorio mexicano antes de la implementación del sistema métrico, pero también, el problema de la falsificación que se ha encontrado presente desde el inicio de los sistemas de medición.3 Sin embargo, si bien describe el proceso que presentó la instauración del sistema francés en México a partir de 1857 mostrando el papel de las elites científicas y el desarrollo de la adopción en el periodo porfirista, no profundiza en los decretos y prórrogas llevadas a cabo por el Estado mexicano, así como en el papel del Departamento de Pesos y Medidas conjuntamente con el Fiel Contraste, instituciones encargadas de difundir y aplicar el nuevo sistema de medidas en la última década del siglo XIX. La segunda obra es la compilación hecha por Héctor Vera y Virginia García Acosta titulada: Metros, leguas y mecates. Historia de los sistemas de medición en México. Este trabajo incluye una serie de novedosos artículos sobre los patrones de medición en México en el que varios autores explican las medidas pre-métricas en la vida común y en la acuñación de monedas. Se analiza de manera general el intento de instaurar el sistema decimal por medio del Ministerio de Fomento, y aunque se explica la aparición de la Dirección de Pesas y Medidas y el papel del Fiel Contraste como los reguladores del sistema decimal en un inicio, no profundiza en la relación entre el Departamento y el Fiel Contraste en la última década del siglo XIX, pues indudablemente parte de la instauración definitiva del sistema de medidas en México fue gracias a la cohesión de estas dos instancias, ya que se convirtieron en los reguladores principales de pesas y medidas del país. Debemos hacer hincapié en que lo innovador de esta compilación es el estudio del 3 Héctor Vera, A peso el kilo, Historia del sistema métrico decimal en México, México, Libros del Escarabajo, 2007, 191p. 9 sistema métrico y su relación con una resistencia masiva frente a la instauración métrica en el estado de Oaxaca, la cual, aunque fue provocada por el exceso de impuestos que el gobierno estatal decretó, se escudó en la implementación del sistema francés, problemática de estudio que resalta la resistencia de los pobladores ante la aceptación de las pesas y medidas.4 La hipótesis principal de esta tesis se centra en que el retraso de la instauración del sistema métrico radicó en las endebles estructuras gubernamentales de mediados del siglo XIX, pues, en efecto, fue hasta la consolidación del Ministerio de Fomento cuando se logró cimentar una institución capaz de establecer y vigilar la práctica de los patrones legales, ya que aunque el uso del sistema decimal se estableció como ley, la aceptación y asimilación de los nuevos patrones entre los pobladores mexicanos se convirtió en un proceso largo y complicado que dificultó la puesta en marcha del proyecto métrico. Prueba de esto son las prórrogas que analizaremos en la investigación, así como las multas impuestas por los inspectores de medidas y, aunado a ello, las disputas entre los comerciantes y el Departamento de Pesas y Medidas, lo cual refleja el esfuerzo del Estado mexicano de Porfirio Díaz por promover constantemente el uso de un solo sistema de medidas. En este contexto, planteo dos factores que determinaron el retraso de la puesta en marcha del sistema francés. El primero fue el desarrollo ineficaz de una institución que no logró implementar el nuevo sistema a lo largo del país, de manera que la relación entre centro y periferia se vio afectada por un Estado incapaz de coordinar sus instituciones, lo cual impidió desarrollar la difusión y promoción del proyecto métrico. El segundo factor se originó por la heterogeneidad de los patrones existentes y el arraigo de las medidas 4 Héctor Vera y Virginia García (Coords.), Metros, Leguas y Mecates. Historia de los Sistemas de Medición en México, Publicaciones de la Casa Chata, México, 2011, 278p. 10 novohispanas entre los pobladores mexicanos del siglo XIX. De manera que al instaurarse el Departamento de Pesas y Medidas, estos dos problemas se resolvieron paulatinamente mediante un Estado homogeneizado, pero también con la estabilidad necesaria para desarrollar instituciones sólidas y capaces para consolidar grandes proyectos económicos, tecnológicos y de bienestar social. De acuerdo a lo mencionado, la presente investigación se encuentra dividida en tres apartados. En el primero se describe el origen de las diversasmedidas que se establecieron en México desde el siglo XVI y hasta el XIX, mostrando, a su vez, una serie de reguladores que se encargaron de la práctica de los patrones pre-métricos, donde los diferentes tipos de inspectores o fieles medidores fungieron como los inspectores de ciertas medidas que debían usarse. Hacemos hincapié en el papel del Fiel Contraste debido a que su importancia radicó en ser el vigilante principal de los pesos y medidas permitidos entre los comerciantes, además de que fue la única institución que perduró hasta finales del siglo XIX e incluso principios del XX. Por otra parte, dedicamos atención a los comerciantes, pues su importancia radicó en su función de proveedores de bienes a la Ciudad de México, de manera que debían emplear las pesas y medidas e instrumentos de medición correctos, promoviendo, a su vez, el peso exacto de los productos pero también el uso correcto de las medidas. En el segundo apartado se analiza la creación y desarrollo del Ministerio de Fomento, pues la evolución de esta institución se encontró estrechamente ligada al funcionamiento de la Dirección y el Departamento de Pesos y Medidas, de manera que el engranaje de Fomento permitió impulsar las políticas de metrificación por parte del Estado mexicano. Con la llegada de Porfirio Díaz al poder, se consideró urgente incentivar el desarrollo del sector económico, objetivo que no se logró concretar en décadas anteriores; 11 por lo tanto, precisó redefinir las instituciones, sobre todo aquellas encargadas de la economía. La política del Ministerio de Fomento comenzó a considerarse un factor clave dentro de la administración pública, ya que el comercio interior entre los estados del país y el comercio externo con otras naciones requirieron las herramientas necesarias para impulsar el intercambio constante de productos. A partir de ello, la atención sobre el Ministerio de Fomento se consideró como una de las prioridades del gobierno, de manera que se ligó estrechamente con el capital de la Hacienda Federal para el fortalecimiento de sus funciones. En este apartado expondremos también el complejo proceso de instauración del sistema francés mediante las prórrogas emitidas por el Estado, con el fin de demostrar el problema de la aceptación del sistema métrico francés a lo largo de la segunda mitad de siglo XIX. Finalmente, el tercer capítulo está dividido en tres apartados. En el primero me ocupare de la puesta en marcha del Departamento de Pesas y Medidas desde su aparición en 1892 hasta 1910, poniendo especial atención en sus funciones y organización como institución. En la segunda parte analizaré el papel de los inspectores de pesas y medidas, explicando sus encomiendas de verificación y la instrumentación que portaban como vigilantes de dicho Departamento. Finalmente, en el tercer capítulo esbozo las visitas de los inspectores a ciertos comercios del centro del país, mostrando algunos asuntos en los que dichos vigilantes levantaron multas a los comerciantes debido al uso inadecuado de sus patrones de medición. Seguiremos algunos casos, específicamente en tiendas, farmacias, y pulquerías de la Ciudad de México. Debemos hacer hincapié en el papel de los comerciantes en la Ciudad de México, ya que la mayoría de la población practicó este 12 oficio debido a las condiciones económicas del último tercio del siglo XIX. 5 Además, cabe destacar que la mayoría de estos comercios fueran formales o informales, evidentemente se valían del uso de ciertos patrones de medición. Esta tesis está basada por completo, en el análisis de fuentes de primera mano, las cuales nos permiten reconstruir los cuerpos institucionales pertenecientes al Estado mexicano de la segunda mitad del siglo XIX. Los acervos consultados fueron el Archivo General de la Nación, fondo Pesas y Medidas, en el que encontramos las multas impuestas por los inspectores pertenecientes al Departamento de Pesas y Medidas, ya que mediante los registros de visitas a los comercios podemos explicar la interacción entre la autoridad y los comerciantes que usaban los patrones de medición para la venta de sus productos. Además, los informes constantes de los inspectores de medidas que tuvieron lugar durante la primera década del siglo XX, nos permiten analizar el Departamento de Pesos y Medidas mediante el registro de los procesos en contra de los comerciantes por el mal uso del sistema métrico decimal, pero también el funcionamiento de sus inspectores y las encomiendas de revisión de patrones. El Archivo Histórico del Distrito Federal proporcionó los decretos, circulares, libros y folletería sobre la enseñanza del sistema métrico decimal en la segunda mitad del siglo XIX, así como las diversas medidas existentes que fueron heredadas del periodo novohispano. Por su parte, el Archivo José María Luís Mora y el Acervo del Instituto de Investigaciones Históricas, fondo Antonio Alzate, nos proporcionaron información referente a la estructura institucional del Departamento de Pesas y Medidas gracias a las guías de viajeros correspondientes al último tercio del siglo 5 Gortari de, Hira y Regina Hernández, La Ciudad de México y el Distrito Federal, México, Departamento del Distrito Federal/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís Mora, 1988, pp. 88-104. 13 XIX. Indudablemente la importancia de éstas guías radica en la información para recrear la configuración interna y el funcionamiento del Departamento de Pesas y Medidas. Nuestra investigación está planteada desde la perspectiva de la historia institucional y social. Explica el desarrollo y establecimiento del Departamento de Pesas y Medidas en el Ministerio de Fomento, pues estas instituciones fueron parte fundamental de la implementación del sistema métrico en México. De esta forma, intentamos subsanar la ausencia de historia especializada sobre las políticas del gobierno del último tercio del siglo XIX, especialmente aquellas tendientes a fijar el establecimiento del nuevo sistema de medidas y, con ello, la consolidación del Estado mexicano en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX. Además en lo que respecta a lo social, describiremos los procesos de multas que los inspectores de pesas y medidas impusieron a comerciantes, con lo cual podremos analizar la relación entre el Estado y cierto grupo de locatarios que vivían del uso de ciertos patrones de medición. 14 Capítulo I. Medidas, fieles medidores y comerciantes en el México decimonónico Existen dos factores que se encuentran intrínsecos en el origen de la práctica y uniformidad de las pesas y medidas: el poder y los sistemas de medición que están estrechamente ligados entre sí. La necesidad de implementar un sistema que unifique los patrones de medición está en relación con la atribución del poder político, económico e ideológico en una sociedad, de forma que está en sus manos castigar aquellas medidas que no sean permitidas.6 En efecto, la instauración e implementación de medidas permiten cohesionar a sus habitantes y, a su vez, llevar un mejor control sobre la producción económica de su territorio. Así, en este primer capítulo dedico atención a la gran diversidad de patrones de medición existentes desde el siglo XVI hasta el XIX, debido a la mezcla de medidas indígenas y españolas. Por otra parte, explico el papel de los inspectores de pesas y medidas durante la primera mitad del siglo XIX, así como la importancia de los comerciantes frente a la estandarización de ciertos patrones para la compra y venta de sus productos; ya que estos últimos se encontraron con la obligación de promover la estandarización de ciertas medidas en la compra y venta. Planteo que si bien existieron una serie de patrones controlados por cierto grupo de vigilantes, el problema de la diversidadde patrones existentes impidió unificar el uso y práctica de los mismos. Sin embargo, lo importante para nosotros, es hacer énfasis en la encomienda que tuvieron los inspectores en las primeras décadas del siglo XIX, ya que indudablemente, estos actores antecedieron a los supervisores de pesas y medidas del último tercio de siglo XIX. 6 Witold Kula, Las medidas y los hombres, México, Siglo XXI, 1980, pp. 22-29. 15 1.1 Medición y patrones métricos en el siglo XIX La unificación de un sistema de medición permite organizar la economía a través del comercio, facilita el control de los territorios gobernados y cohesiona su sociedad fortaleciendo y controlando ampliamente sus dominios. Evidentemente éste fue el caso de la conquista española sobre los grupos indígenas de América, ya que imponiendo costumbres y prácticas a los habitantes como la religión y los patrones de medición, se logró hasta cierto punto, homogeneizar a los distintos pueblos nativos.7 De forma que la parte medular de este proceso histórico fue la migración de individuos, y junto con ellos, ideas que sin pensarlo, se mezclaron con una serie de costumbres que existían en los territorios recién descubiertos y conquistados. Los sistemas de pesar y medir del reino hispano fueron impuestos y, paulatinamente, varias unidades fueron agrupadas y asimiladas. Así los españoles trajeron a América fanegas, caballerías, azumbres, arrobas y demás medidas que formaron parte fundamental de la vida cotidiana de la monarquía hispánica, las cuales fueron resultado de otras conquistas que incluyeron un mestizaje cultural complejo.8 7 Es de suma importancia señalar que si bien nuestro estudio no parte del periodo colonial, debemos mencionar que esta etapa de la historia de México marcó claramente al siglo decimonónico, ya que algunas prácticas coloniales sobrevivieron hasta la época independiente e incluso hasta finales del siglo XIX. Las costumbres indígenas mezcladas con las españolas produjeron una cultura híbrida, por esta razón nos compete el análisis de los sistemas de medición premétricos, pues en este sentido, la diversidad de medidas fue una constante durante los cuatro siglos posteriores a la conquista. 8 Algunas medidas eran de origen romano y otras más fueron resultado de la influencia islámica en la cultura española, aunque cabe destacar que España fue invadida por otros grupos, entre los cuales se encontraron visigodos y vándalos de origen germano. De esta amalgama cultural se establecieron medidas como la fanega: (medida de semillas y medida de carga que equivalía a 90 litros), caballería: (un rectángulo de 1104 varas de largo por 552 de ancho que contenía alrededor de 609,408 varas cuadradas), legua: (equivalente a 5,000 varas de largo o equivalente a 4 kilómetros), los azumbres: (medida de capacidad de líquidos que se componía de 4 cuartillos y equivalía 2 litros). Cabe aclarar que las equivalencias mencionadas son aproximaciones, ya que existieron variaciones locales que dependieron de un lugar a otro. 16 Por su parte, los pueblos indígenas también usaban diversas de medidas, seguramente concebidas y practicadas a través del reparto de tierras, transacciones comerciales, cobros de tributos, construcciones, medicina, etc., de forma que estas medidas constituyeron un modelo unificado y coherente que era común para todos, patrones que eran compartidos y usados por los habitantes de los poblados de forma estandarizada y común.9 Las medidas empleadas para pesos y medidas eran antropomórficas, es decir, medidas de acuerdo a ciertas partes del cuerpo. Las medidas prehispánicas de las cuales hemos encontrado registro son principalmente aquellas que se encargaban de medir longitudes, éstas fueron basadas en algunas extremidades del cuerpo humano, por ejemplo: uña, dedo, pie, palmo, codo, pie, brazo, brazada. Y aunque cada persona era diferente, se estandarizaron ciertos patrones de medición, de forma que, en algún momento, los antiguos mexicanos convirtieron las medidas particulares en medidas abstractas que todos comprendían y aceptaban.10 Así, Witold Kula, a partir de sus investigaciones sobre los patrones de medición antiguos, explica que: El sistema antropométrico de medidas era muy cómodo. Las medidas eran comprendidas universalmente. Todos las llevaban siempre “encima”. Las pequeñas diferencias individuales – resultado de la diversa longitud de las piernas y, por tanto, del paso; o de la mayor o menor longitud de los dedos, lo que influía en el tamaño del palmo—no revestían mayor importancia; pocas veces era necesario tal grado de exactitud y, en todo caso, la diferencia podía arreglarse con recíprocas concesiones. 11 9 Jean-Claude Hocquet, “Proemio: Panorama de las pesas y medidas prehispánicas y coloniales en México”, en Héctor Vera y Virginia Acosta (Coords.) Metros, leguas y mecates, historia de los sistemas de medición en México, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2011, p. 23. 10 José Armando Aguilar, La casa de las mediciones, en: http://www.profeco.gob.mx/revista/publicaciones/adelantos_07/20-23%20CENAM%20OKMM.pdf, 29 de Abril de 2013. 11 Kula, Op. Cit., p. 32. http://www.profeco.gob.mx/revista/publicaciones/adelantos_07/20-23%20CENAM%20OKMM.pdf 17 Se sabe que los sistemas de numeración de los antiguos mexicanos se iniciaron con la notación quinaria, que es el conteo mediante el uso de los dedos de una mano. Otra forma fue la notación decimal o conteo con las dos manos, el cual estaba determinado por un conjunto de diez en diez. Y la notación vigesimal o conteo por veintenas era efectuado a través de los dedos de las manos y de los pies. El razonamiento de los primeros sistemas de medición indígena nos permite entender que la aritmética quinaria y vigesimal se basó en algún momento en la anatomía humana como lo señala Constanza Suárez.12 Partes del cuerpo como codos, pies, manos, etc., fueron las extremidades que se tomaron como patrón para la medición de estas longitudes, de forma que: Las medidas antropométricas, creadas desde tiempos prehistóricos y perfeccionadas a través de decenas de siglos hasta formar un sistema coherente, cumplían muy bien con su cometido y servían muy bien al hombre en su trabajo, permitiéndole satisfacer sus necesidades cotidianas como crear obras de arte inmortales, asombrosas precisamente por sus nobles proporciones. 13 Evidentemente, el uso y práctica de medidas fue adoptándose de manera sustancial entre los pobladores mexicanos después de una trayectoria temporal de varios siglos, herencia de las costumbres españolas que los propios colonos trajeron de sus tierras natales y que fueron mezclándose de forma natural con algunas medidas indígenas, magnitudes que se amalgamaron en una variedad y que se arraigaron entre los habitantes. Un factor determinante de la variabilidad de medidas fue la constante llegada de migrantes que, provenientes de otras partes del mundo, también importaron longitudes de sus pueblos originarios, las cuales siguieron mezclándose con las ya existentes y, a su vez, originaron 12 Constanza Suárez, Métrica en arquitectura, México, Universidad Iberoamericana, 2009, p.133. 13 Kula, Op. Cit., p. 35. 18 que la diversificación de patrones se consolidara en una práctica común para los habitantes del nuevo mundo. Por ejemplo, la fuerza hidráulica se media en aforos, en las imprentas se usaban medidas especializadas tales como cuadernos, manos, resmas y balones, en las boticas se vendían los productos medicinales en granos, escrúpulos y dracmas. Para el ensayede los metales eran indispensables los tomines, ochavos, onzas y marcos. Entre las medidas de longitud más usuales, además de la legua, el cordel y la vara, se hallaban las subdivisiones de esta última, el dedo, el palmo, el codo y el pie.14 Resulta interesante revisar las tablas de conversión de las medidas antiguas al sistema métrico impuesto en 1857, pues las equivalencias muestran un panorama de la propiedad y, por tanto, de los marcados estratos sociales entre los pobladores, ya que mientras algunos habitantes poseían grandes extensiones de tierra y eran propietarios de considerables porciones, otros sólo poseían terrenos de algunas cuantas varas, muestra de las grandes diferencias sociales que coexistieron antes y durante el siglo XIX.15 Además, debemos hacer hincapié en que una de las herencias coloniales que permearon dicho siglo fueron las pesas y medidas, como lo señala Luis Weckmann, pues incluso en el último cuarto de aquella centuria, nos encontramos con la práctica de medidas indígenas y españolas, las cuales complicaron la adopción del sistema francés (Véase Tabla I). 14 Luís Weckmann, La herencia medieval de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 399. 15 El 15 de Marzo de 1857 fue decretado por el gobierno mexicano la adopción del Sistema métrico decimal francés. Sus patrones fundamentales eran el metro, el litro y el kilogramo, unidades para determinar longitud, capacidad, peso y masa. A partir de este momento se estableció una dirección científica que fue denominada como Dirección general de Pesas y Medidas de la República, órgano incluido en el Ministerio de Fomento y que tenía a su cargo hacer tablas de conversión entre el sistema antiguo y el nuevo, reglamentar el uso y propagación del sistema decimal, entre otras obligaciones más. Parte del funcionamiento de esta institución se mencionará en los capítulos siguientes, ya que posteriormente se originó el Departamento de Pesos y Medidas que procuró la instauración del sistema de medición definitivamente a partir de la última década del siglo XIX. 19 Tabla I. Patrones de medición utilizados en el México decimonónico Unidad Equivalencia aproximada Unidad Equivalencia aproximada Adarme 1,798g Legua 4,190km Almud 7,568L Libra 460,246g Arroba 11,506kg Limón 8,284L/min Barril 3,914L Línea 1,940mm Buey de agua 159,061L/s Marco 230,124g Caballería de tierra 42,795ha Media fanega 45,407L Carga (para grano) 181,630L Naranja 1,105L/s Cuarta 209,500mm Ochava 3,595g Castellano 4,602g Onza 28,765g Criadero de ganado mayor 438,90ha Paja 0,460L/min Criadero de ganado menor 195,067ha Pie castellano 279,333mm Cuartillo (para aceite) 506,162 mL Pulgada castellana 0,161mm Cuartillo (para líquido) 456,263mL Punto 0,161mm Cuartillo (para grano) 1,892L Quintal 46,025kg Cuartillo de fanega 22,704L Sitio de ganado mayor 1,755,61ha Dedo 17,458mm Sitio de ganado menor 780,271ha Dracma 3,596g Surco 3,314L/s Escrúpulo 1,198g Tomín 0,599g Fanega 90,814L Vara de Burgos 848mm Fanega de sembradura de maíz 3,566ha Vara castellana 835,6mm Grano 49,939mg Vara mexicana 838mm Jarra 8,213L Fuente: Verónica Bedolla Ortega, et.al., Las pesas y medidas a través de doscientos años de historia de México, México, Facultad de Contaduría y Administración/Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 50. 20 En efecto, los habitantes del México decimonónico no asimilaron fácilmente los nuevos patrones, ya que las pesas y medidas heredadas de generación en generación marcaron una práctica común en el comercio y en la vida ordinaria. Podemos hablar de una rica diversidad de medidas que se adoptaron y se mezclaron paulatinamente de la misma forma como sucedió con los patrones del sistema métrico decimal a partir de su instauración. El quintal, por ejemplo, fue uno de estos casos, ya que, aunque siendo de origen europeo y parte del sistema viejo de pesos y medidas, se le añadió el adjetivo “métrico”, forma en la cual se adoptó al nuevo sistema decimal, especialmente entre los comerciantes del siglo XIX, como se verá más adelante. Las medidas de peso utilizadas principalmente a mediados del siglo XIX16 eran el quintal que equivalía a 100 kilogramos, la arroba correspondía a la cuarta parte del quintal, es decir, a 20 kilogramos. La libra formaba la 25 parte de la arroba y la centésima del quintal. La onza era el peso de la 16 parte de la libra (véase Tabla II). Tabla II. Medidas de peso comerciales a mediados del siglo XIX MEDIDAS PESO KILOGRAMOS Quintal 100.00 Arroba 11.5061 Libra 0.4602 Onza 0.0287 16 Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, Paris, Librería de Rosa, Bouret y C., 1851, p. 1348. En este apartado del Diccionario, se menciona que el peso era considerado como el instrumento que servía para examinar la gravedad de las cosas, así como para conocer la proporción en que se encontraba la gravedad de un cuerpo con respecto de otro. Para medir o graduar esta proporción, se colocaba en una balanza el peso del cuerpo u objeto cuya gravedad se deseaba saber, mientras que, en el otro extremo, se colocaban piezas denominadas como pesas; de modo que para averiguar la gravedad de algún objeto no bastaba tener solo el peso, pues eran necesarias también las pesas. 21 Adarme 0.001798 Grano 0.00005 Fuente: Álvaro Canales, Pesos y Medidas antiguas del noreste, México, Universidad Autónoma de Nuevo León, Centro de Información de Historia Regional, 2002, p. 15. En las medidas de áridos, es decir, medidas para el peso de productos sembrados en el campo, algunos patrones también eran usados para medir líquidos, por ejemplo, la carga, la fanega, la media fanega, la cuartilla, el almud y el cuartillo. Para medir todo género de granos, sal y demás semillas, se usaba el cahiz de doce fanegas y la fanega de doce celemines; el primero se dividía en dos medias y cuatro cuartillas, mientras el segundo patrón era dividido en medio celemín, cuartillo, medio cuartillo, ochavo, medio ochavo y ochavillo.17 En lo que respecta a las medidas de líquidos se utilizó el buey, que era empleado para medir el volumen de agua que pasaba por un canal o una acequia, la naranja tenía su base en el buey y equivalía a la 144 parte. El real o limón equivalía a la 1152 parte del buey. Finalmente, la paja consistía en el diámetro equivalente a grano y medio. Respecto a las medidas de peso podemos señalar el quintal, la arroba, la libra, la onza, el adarme y el grano. En el caso de la arroba su peso se componía de 25 libras, y el quintal constituía cuatro arrobas. Los médicos y boticarios usaban la libra medicinal de doce onzas, la cual era igual a las onzas del marco español; ésta fue una alternativa para evitar que los productos medicinales fueran alterados con respecto a su peso original. Las medidas para el aceite se encontraban arregladas al peso requerido, es decir, se usaba la arroba y sus 17 Ibid., p. 1348. 22 divisiones media arroba, cuarto y medio, y cuarto de arroba.18 Entre las medidas por ramo, o medidas para moneda y metales como el oro y la plata, se encontraba la libra que equivalía a la 25 parte de la arroba o bien la centésima del quintal. El marco era equivalente al peso de media libra, los tomines se dividían en 12 granos; aunque cabe destacar que estos últimos eran usados para pesar metales y productos de origen farmacéutico, siendo la 72 parte del dracma, que era la octava parte de una onza equivalente a 3 gramos. Entre las medidas pre-decimales más importantes de longitud se encontraba la vara como la unidad principal, la media, la tercia o pie, la cuartao palmo, la sesma, la pulgada, la línea y el punto (Véase Tabla III). La vara era la medida usual para la longitud de objetos en el comercio, y se estandarizó en tres pies, se dividió en mitad, cuarta, y media cuarta u ochava, y a su vez en media ochava, así como en tercias, medias tercias ó sesmas, y medias sesmas. Mientras tanto, la legua era el camino regular de una hora, la cual equivalía a veinte mil pies y era usado para medir distancias. Tabla III. Medidas de longitud a mediados del siglo XIX MEDIDAS DE LA ANTIGÜEDAD Y EL USO ALGUNAS DE ELLAS EQUIVALENCIAS AL SISTEMA MÉTRICO DECIMAL (VALOR APROXIMADO) 1 Pie 0.279333 mts. 1 Legua 4, 190.000000 mts. 1 Pulgada 0.028280 mts. 1 Línea 0.028280 mts 1 Punto 0.000162 mts 1 Dedo 0.017470 mts. 1 Ochava 0.104750 mts. 1 Sesma 0.139668 mts. 1 Palmo 0.209500 mts. 18 Escriche, Op. Cit,. p. 1349. 23 1 Vara 0.838000 mts. Fuente: Canales, Op. Cit., p. 13. A pesar de que existían diversos patrones para la medición de superficies de tierra, es importante mencionar que presento aquellos de los cuales se tiene un mayor registro; sin embargo, se utilizaban otras medidas como por ejemplo la caballería de tierra, la cual hacía referencia a la porción de tierra que era repartida a los caballeros en el Medievo como recompensa de alguna conquista militar. El solar era destinado para la construcción de una casa, molino o venta; entre tanto, el fundo era la porción de terreno que por ley se asignaba para el establecimiento de un pueblo, cabe mencionar que estas últimas longitudes se usaron principalmente en el siglo XVI. El sitio de ganado mayor contenía una legua por lado formando un cuadrado, o bien aproximadamente 1775 hectáreas; el sitio de ganado menor de igual forma que el anterior, formaba un cuadro de aproximadamente 780 hectáreas. El criadero de ganado mayor era utilizado para ganado vacuno, mientras que el criadero de ganado menor se utilizaba para ganado porcino u ovino. La producción de carne por medio del ganado se consolidó como un mercado importante en el comercio decimonónico y con frecuencia en él se usaban las medidas, en un principio para valorar la cantidad de animales en un espacio, así como para su posterior venta, de aquí que existieran los sitios de ganado mayor y menor, e incluso criaderos, que contenían varias extensiones de tierra. Con lo que respecta a las medidas agrarias o de superficie, encontramos la fanega, una unidad de origen árabe que equivalía aproximadamente a 90 litros y servía para medir el peso de las semillas, el celemín, también de origen árabe, era el terreno necesario para sembrar granos (Véase Tabla IV). 24 Tabla IV. Medidas agrarias a mediados del siglo XIX MEDIDAS AGRARIAS EQUIVALENCIAS AL SISTEMA MÉTRICO DECIMAL (VALOR APROXIMADO) 14.240,065707 Varas cuadradas 1.0000 hectáreas 1 Hacienda 8, 778.0500 hectáreas 1 Sitio de ganado mayor 1,755.6100 hectáreas 1 Sitio de ganado menor 780.2711 hectáreas 1 Criadero de ganado mayor 438.9025 hectáreas 1 Criadero de ganado menor 195.0677 hectáreas 1 Fundo legal para pueblo 101.1231 hectáreas 1 Labor 1.1231 hectáreas 1 Caballería de tierra 42.7953 hectáreas 1 Fanega de sembradura de maíz 3.5662 hectáreas 1 Solar para casa 0.1755 hectáreas Fuente: Canales, Op. Cit., p. 14. En este contexto, una hipótesis que sostengo es que el comerciante fue el encargado de difundir los patrones de medición en los diferentes pueblos y provincias del México decimonónico; él era quien, por medio de las ventas, regulaba en teoría un comercio más justo, aunque el ingenio siempre estuvo presente, y junto con él, el intercambio desigual en forma de engaños mediante pesos y medidas irregulares. No obstante, el mayor problema radicó en la diversificación de formas de medición que los comerciantes usaban en el siglo XIX mexicano, ya que en ocasiones entorpeció el intercambio debido al robo de mercancías mediante medidas desiguales. Sin embargo, aunque la diversificación de patrones se consolidó como una constante, los mexicanos adoptaron ciertas medidas que se convirtieron en unidades conocidas para todos, mismas que practicaron de forma inamovible durante varios siglos. 25 1.2 Los fieles medidores durante la primera mitad del siglo XIX Desde la conquista, en 1521, los españoles trasplantaron ideas, tradiciones e instituciones al nuevo continente, de manera que desarrollaron una estructura económica basada en corporaciones que con el tiempo regularon la vida social, política y económica de lo que se consolidó como la Nueva España. En este contexto, uno de los objetivos primordiales fue promover una corporación que permitiera estandarizar la diversidad de medidas existentes y, por tanto, promover el uso correcto de los patrones usados en el comercio. Dicho organismo implementado por los castellanos en la Nueva España fue la Fiel Ejecutoría en 1524. Esta institución funcionó mediante el oficio del Fiel Contraste, Marcador, Almotacén o Contraste.19 El objetivo de este organismo fue garantizar entre vendedor y comprador un trato justo que beneficiara ambas partes, ya que, como se mencionó anteriormente, a partir del siglo XVI y hasta el XIX, se desarrolló un sistema de medidas extensas y diversas que variaba de un lugar a otro. Entre las encomiendas de la Fiel Ejecutoría se encontró revisar que los patrones utilizados por los mercaderes se hallaran en correcto estado, es decir, que no se encontraran maltratados o truqueados. En este contexto, el oficio de fiel contraste, derivado de la Ejecutoría, fue uno de los más importantes en el periodo novohispano; sin embargo, debemos hacer hincapié en que hubo otros fieles medidores por gremio cuya labor estaba dedicada a contrastar ciertas pesas y medidas, perdurando algunos de ellos, hasta principios del siglo XIX, como se verá en las siguientes líneas. 19 De aquí en adelante, nos referiremos a “fiel”, como aquel oficio encargado de contrastar las pesas y medidas de los comerciantes. Y “afielar”, como la acción de comparar los instrumentos de peso y medida. 26 Con respecto al oficio del los inspectores de medidas, Manuel Orozco y Berra señaló que desde la llegada de los españoles y su establecimiento en América uno de los oficios para reglamentar el uso y práctica de las pesas y medidas fue el del “fiel”. En este sentido, aquellos comerciantes que usaran varas y pesas que se encontraran fuera de los rangos establecidos, eran penalizados a partir del Acta de Cabildo del 18 de noviembre de 1524.20 Dicha acta explica que el fiel se establecía en las ciudades y su trabajo consistía en sellar y marcar los pesos y medidas de los comerciantes; de esta manera, por cada medida o peso marcado, el dueño de los instrumentos pagaba al fiel. Entre las encomiendas de este oficio se encontró visitar cuatrimestralmente los establecimientos mercantiles con el fin de evitar el uso de medidas falseadas y erradicar el engaño a los compradores. Para afielar las medidas, el fiel contraste llevaba consigo sus patrones de peso y medida, los cuales comparaba con los patrones de los mercaderes, posteriormente, si era necesario, las ajustaba de acuerdo a las medidas que poseía.21 En el mismo año, Hernán Cortés promovió ordenanzas para que en cada región se usaran la arroba, el cuartillo y el medio cuartillo, los cuales debían estar marcados, de forma que, en cada poblado, un Fiel Contraste o marcador debía vigilar por medio de visitas regulares que las pesas y medidas utilizadas por los vendedores se encontraran con la marca de verificación correspondiente. A partir de 1525, el Cabildo de la Ciudad de México22 decretó que en cada ciudadse estableciera un Contraste, el cual tenía la encomienda de verificar que las medidas 20 Manuel Orozco y Berra, “Medidas y pesos en la República mexicana”, en Antonia Pi-Suñer Llorens (Coord.), México en el Diccionario universal de historia y geografía, V. III, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 504. 21 Ibid., p. 504. 22 Los cabildos fueron corporaciones municipales creadas por el imperio español en América para la administración de las ciudades y villas a partir del siglo XVI. El cabildo también llamado ayuntamiento o consejo era el representante legal de la ciudad o villa, además era el órgano municipal por medio del cual los 27 usadas por los comerciantes se encontraran verificadas, evidentemente el papel de este oficio se encontró como uno de los más importantes en la Nueva España. Manuel Carrera Stampa dice al respecto que: De acuerdo con las ordenanzas dictadas por Cortés, el “almotacén”, “marcador”, “fiel contraste” o “contraste” simplemente, como se designaba al individuo encargado de constatar los pesos y medidas, los nombraban los alcaldes o regidores de Cabildo. Más tarde, fue de los oficios que se arrendaron, pudiendo cobrar conforme a arancel por el trabajo de afielar las medidas corrientes en la plaza. Para ello debía tener su tienda en la diputación, donde sellaba y afielaba las pesas y medidas; no podía ser ni cambio ni banco de monedas para lucrar. Había además, el “fiel marcador de romanas de carnicería”, que era el encargado del peso de la carne. 23 Más adelante, a principios del siglo XIX, el Ayuntamiento de la Ciudad de México se encontró conformado por distintas comisiones, es decir, corporaciones que permitieron regular las actividades sociales y económicas dentro de la ciudad. Sus principales obligaciones correspondían a la Fiel Ejecutoría, Educación Pública, Policía, Plazas y Mercados, Ríos, Calzadas y Caminos, Milicia, Alameda y Paseos, Archivo y Cárcel. La primera comisión denominada como Fiel Ejecutoría, y que es de importancia para nuestro estudio, perduró como corporación como ya dijimos desde el siglo XVI hasta las primeras décadas del XIX. Dicha institución se encargó de la regulación de medidas usadas por los comerciantes de la ciudad mediante el oficio del Fiel Ejecutor. Estos fieles tenían el poder judicial para imponer multas a los comercios que no respetaran la práctica de pesos y medidas legales, ya que contaban con su propio tribunal. Una de las causas más frecuentes vecinos velaban por los problemas judiciales, administrativos, económicos y militares del municipio. Su estructura y composición fue semejante a la que tuvieron los cabildos de España; sin embargo, al paso del tiempo, sus atribuciones variaron y también su importancia política. 23 Manuel Carrera Stampa, "El sistema de pesos y medidas colonial", en Memorias de la Academia Mexicana de la Historia Correspondiente de la Real de Madrid, T. XXIV, México, Academia Mexicana de Historia, 1967, pp. 4-5. http://es.wikipedia.org/wiki/Espa%C3%B1a 28 por las que los fieles levantaban multas a los comerciantes era por vender mercancías con el peso erróneo, adulteradas o de menor calidad, y en esos casos, tenían la autoridad para confiscar los patrones del comerciante. La Fiel Ejecutoría también inspeccionaba las balanzas que utilizaba cada vendedor, de forma que esta corporación era la única autorizada para la reglamentación y uso correcto de pesas y medidas empleadas por los mercaderes, regulando, además, que los instrumentos de medición no se encontraran alterados como lo menciona Gisela Moncada.24 En la segunda década del siglo XIX, tuvo lugar un cambio importante en la organización del Ayuntamiento de México, desapareció la Fiel Ejecutoría y se estableció en su lugar una comisión al interior del Ayuntamiento llamado Pesas y Medidas, aunque el trabajo del fiel continuó por medio de la institución del Fiel Contraste. De manera que, este último tuvo, entre otras comisiones: […] pesar las monedas, examinar su ley, y marcar las alhajas de oro y plata, dándoles su justo valor; y el platero que tiene a su cargo este oficio. Aunque a nadie, o sea o no platero, puede impedirse haga para sí o para las personas que de él quieran valerse los ensayos de plata y oro, sin que estos tengan otra fuerza ni valor que el de una mera opinión confidencial, no por eso podrán denominarse ensayadores y desempeñar los cargos de fieles contrastes sino los que teniendo los conocimientos científicos que exige esta profesión se hayan sujetado a las pruebas legales que se requieren y hayan obtenido el correspondiente titulo; real orden de 23 de enero de 1838. 25 A partir de este cambio institucional dentro del Ayuntamiento, el Diccionario Razonado de legislación y jurisprudencia26 describe que en las cabeceras de la ciudad se establecieron fieles, contrastes y marcadores de oro y plata, los cuales debían ser nombrados por los 24 Gisela Moncada González, “Entre el proteccionismo y la libertad comercial: el abasto de alimentos y el ayuntamiento de la Ciudad de México, (1810-1835)”, Tesis de doctorado, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2010, pp. 53-55. 25 Escriche, Op. Cit., p. 504. 26 Ibid., pp. 505-506. 29 ayuntamientos con el fin de que contrastaran las pesas y medidas de los comerciantes, siempre y cuando el fiel lo comprobara por medio de un título. Cabe destacar que dicho oficio se estableció de manera ocasional en pueblos que no fueran cabecera de ciudad y, en algunos casos, en lugares donde se encontraran también aduanas. En este sentido, los ayuntamientos subvencionaban mediante sus fondos los honorarios del fiel con una duración de seis años, pero con libertad de continuar mayor tiempo en el oficio. El objetivo primordial fue evitar la introducción y circulación de monedas y alhajas falsas mediante las visitas de los contrastes en los mercados, ferias, platerías y puestos de las poblaciones. Para la revisión de las pesas y medidas, el fiel debía contar con instrumentos de medición hechos de bronce, ya que la aleación entre cobre y estaño que lo constituían, le permitía durar mayor tiempo ante la posible corrosión. También portaba un recipiente de media fanega y una vara de medir, la cual contenía la longitud de media vara, tercia y cuarta, así como sus divisiones, sesma, ochava, dos-avo y ochavo. Nadie, excepto los fieles, tenía el poder de marcar los instrumentos y a quien infringiera dicha orden se imponía una multa de cincuenta pesos si era la primera vez, el doble de la cantidad si era la segunda ocasión, y, si persistía una tercera vez, el comerciante se hacía acreedor a la privación de su oficio, aunque cabe mencionar que al no marcarse ninguna medida era impuesta una multa de 20 pesos. Ante tales sanciones, era importante que las medidas que presentaban los comerciantes ante el fiel debían encontrase secas y perfectamente alineadas con el patrón principal para realizar la comparación, pues así evitarían dichas penas.27 27 Ibid., pp. 1348-1349. 30 A pesar de la intención de uniformar los pesos y medidas en el centro del país, es prácticamente seguro que se continuó con la diversidad de patrones no sólo en la Ciudad de México, sino también en el resto de los poblados y las urbes del territorio mexicano. Por tal motivo, los lugares frecuentemente visitados por los verificadores fueron los mercados, tiendas y abastos públicos, pues evidentemente en estos lugareses donde más se usaban los patrones de medición pero donde también se encontraban la mayor parte de los fraudes. Si bien es cierto que el Fiel Contraste fue el oficio principal para contrastar las pesas y medidas de los comerciantes en la primera mitad de siglo XIX, cabe destacar que existieron otros fieles que, incluso, practicaron la verificación de pesas y medidas desde el siglo XVI. Entre los más importantes encontramos: el Fiel almotacén, el Fiel de romana, el Fiel medidor y el Fiel marcador. El Fiel almotacén se encargaba de la comparación entre los patrones de medición y los utensilios utilizados en las periferias, los cuales posteriormente debía contrastar con los patrones de la ciudad. Así pues, pesas y medidas en el centro de la ciudad debían ser las mismas que se usaban en los lugares apartados. El Fiel de romana 28 debía verificar que la carne fuera correctamente pesada en los mataderos, aunque también se hacía presente en las carnicerías, lugar en el que la carne se compraba como uno de los alimentos de consumo más importantes para los habitantes.29 El Fiel medidor tenía a su cargo el contraste de los patrones agrícolas; fue importante para la recaudación de la corona española en el periodo novohispano, pues se encargó de la recolección de rentas y pagos sobre la tierra. Sin embargo, dicho oficio cesó sus labores en 1817, volviéndose a 28 La romana, era un instrumento que servía para pesar, estaba compuesto de una palanca de dos brazos desiguales. El cuerpo que se pesaba, se colocaba en el extremo del brazo menor, y se equilibraba con un peso extra que se deslizaba sobre el brazo mayor. 29 Escriche, Op. Cit., p. 691. Dicho diccionario explica que el fiel de romana era el oficial destinado por el ayuntamiento para que estuviera presente en la carnicería pública y revisar el peso por mayor del abasto de carnes, llevando un registro de las reses que se recibían y del peso que conformaran. 31 restablecer en 1825 y suprimiéndose definitivamente en 1844. Finalmente, la labor del Fiel marcador consistió en verificar el peso de las monedas que se usaban en las transacciones públicas, ya que en la compra y venta los metales principales eran el oro y la plata, mismos que eran objeto de la alteración en su peso por los timadores. Debemos hacer hincapié en que cuando se reconfiguró la estructura del Ayuntamiento de la Ciudad de México, a principios del siglo XIX, la mayoría de los fieles descritos fueron suprimidos, aunque el Fiel Contraste continuó como el único regulador de pesos y medidas, no logrando mitigar totalmente la diversidad de patrones de medición, la heterogeneidad de medidas y la falsificación de los patrones. Una alternativa para promover el comercio equitativo a mediados del siglo XIX fue la publicación de la Curia filípica mexicana,30 la cual buscó que los comerciantes usaran las pesas y medidas legales. Por ejemplo, dicha reglamentación disponía que en América se usara la medida toledana y la vara castellana, así como la existencia de tres patrones de peso, el primero a cargo de oficiales de Hacienda pública, otro poseído por el Ayuntamiento y uno más por el Contraste, para que frente alguna anomalía se contrastaran los patrones en cualquiera de estas instancias. De esta forma, los comerciantes no debían usar pesos, pesas, varas y medidas sin encontrarse afieladas por el Fiel Contraste, pues de lo contrario serían multados, tal como sucedía con las medidas extranjeras, ya que éstas eran consideradas prohibidas a menos de que se encontraran ajustadas a los patrones de la ciudad. 30 Mariano Galván Rivera, Curia Filípica Mexicana: obra completa de práctica forense en la que trata los procedimientos de todos los juicios… y de todos los tribunales existentes en la República, tanto comunes como privativos y privilegiados, Colección Digital UANL, México, 1850, 524p. 32 De igual forma, las varas de medir sueltas y rayadas en los mostradores de los establecimientos eran objeto de multa. Se establecía que los comerciantes practicaran con los mismos pesos y medidas para comprar y vender; de no ser así y si usaran distintos patrones, eran considerados como falsarios. Entre las penas impuestas se encontraba ser desterrado por tiempo indefinido, o bien el rompimiento de medidas, varas y pesos falsos. Cabe destacar que un problema importante respecto a la variabilidad de pesas y medidas fue su consistencia, es decir, el material con el cual se hacían. Por ejemplo, los pesos de madera eran considerados como delito de fraude; asimismo, quienes usaran romanas sin marca eran acreedores al rompimiento de sus instrumentos y al pago de 20 pesos; lo mismo sucedía con las varas que se encontraran sueltas y rayadas en los mostradores de los comercios. En este contexto, Héctor Vera explica que la variabilidad de los patrones de medición se debía a ciertas circunstancias, especialmente a los avances tecnológicos, ya que técnicamente era difícil crear instrumentos de precisión y que las copias de los mismos fueran idénticas a las originales. Evidentemente, los instrumentos de madera se desgastaban rápidamente y, en ocasiones, se quebraban por el uso. Mientras tanto, las medidas hechas de metal se modificaban debido a la dilatación por el calor, por lo que la variabilidad de la longitud cambiaba dependiendo del clima en el cual se hiciera la comparación, lo cual originaba la deformación del metal. Por su parte, las medidas en piedra puestas en espacios públicos con el paso del tiempo se desgastaban ante el uso, tal como sucedía con las medidas de madera.31 31 Héctor Vera, A peso el Kilo. Historia del sistema métrico decimal en México, México, Libros del Escarabajo, 2007, p.53. 33 El oficio del fiel fue importante en la estandarización de las medidas usadas en el comercio de la primera mitad del siglo XIX, ya que la visita constante de estos inspectores obligó a definir ciertas medidas de peso y longitud en la compra y venta. Sin embargo, la variedad de medidas persistió como una constante que con el paso del tiempo los habitantes difícilmente pudieron dejar de usar. Es importante resaltar que la intención del Estado por uniformar los patrones de medición en las primeras décadas del siglo XIX muestra los primeros intentos por estandarizar las distintas medidas e implementar el uso de ciertos patrones específicos. Aunque como se ha visto, el Fiel Contraste como corporación dependiente del Ayuntamiento, aún carecía de las herramientas necesarias para abastecer a todo el territorio mexicano, es decir, necesitó de una sólida infraestructura que permitiera consolidar el objetivo de estandarizar, ya que por una parte, le hacía falta tanto personal para las visitas de contraste en los negocios mercantiles como las herramientas y patrones usados con el fin de comparar las medidas. Si bien hemos presentado los primeros intentos por uniformar las pesas y medidas en el comercio, es de suma importancia decir que la diversidad de medidas aún continuó en la vida cotidiana de los habitantes, ya que estos patrones eran los más comunes en su práctica, es decir, convivían fanegas, cuartos, cuartillos, leguas, cargas, caballerías, etc. A pesar de que se ha escrito sobre la regulación de los sistemas de medición que se practicaban desde el siglo XVI y hasta la primera mitad del XIX, es importante resaltar que los fieles mediante sus visitas a los comercios permiten ver no un sistema sino más bien una serie de medidas heterogéneas que variaban en proporciones dependiendo del lugar donde se utilizaran. De aquí que hagamos hincapié en lo que representó el adoptar el nuevo sistema métrico decimal entre los habitantes de la segunda mitaddel siglo XIX. 34 1.3. El comerciante en la Ciudad de México y el uso de medidas durante la primera mitad del siglo XIX Como se sugirió en el apartado anterior, la interacción entre el Fiel Contraste y los comerciantes logró cierta estandarización de los diversos patrones usados en el México decimonónico. De manera que el comerciante, en su papel de proveedor de bienes, impulsó el uso de cierto grupo de medidas que se establecieron entre los mercados locales. La función del mercader fue fundamental para la estandarización de los patrones pre-métricos, de aquí que mencionemos las características de este oficio y las normas para ejercer su profesión, especialmente con respecto a la práctica de pesos y medidas en la Ciudad de México. No obstante, los objetos mercantiles que se compraban y vendían en la urbe principal del país muestran un panorama de la necesidad del uso y práctica de los patrones de medición utilizados entre los comerciantes. La Curia Filípica Mexicana, en el apartado de jurisprudencia mercantil, explica que para entender las características del comercio es necesario partir de las Ordenanzas de Bilbao de 1737,32 ya que dichas normas jurídicas se consolidaron como el código nodal en el cual se basó el comercio del siglo XIX en México.33 Ahora bien, para explicar el papel del comerciante primero es necesario definir la palabra comercio en su contexto, de manera 32 Galván, Op. Cit., pp. 637-638. Se describe que después del 22 de Febrero de 1792 y 27 de abril de 1801, el tribunal privativo de consulado decretó esas fechas para las ordenanzas. De forma que, éstas se encontraban divididas en veintinueve capítulos, y distribuido en números para su consulta. Fueron formadas por seis comerciantes de la Villa de Bilbao, cuyo nombre oficial fue: “Ordenanzas de la Ilustre Universidad y Casa de Contratación de la muy noble y muy Leal Villa de Bilbao”, las cuales fueron aprobadas por Felipe V el 2 de diciembre de 1737 y confirmadas por Fernando VII el 27 de junio de 1814. Posteriormente se modificaron algunas disposiciones por el consejo de Castilla en 1818. Por otra parte, fueron reformadas en el decreto mexicano del 6 de octubre de 1824, el cual suprimió los consulados, aunque para 1841 se restituyeron. 33 Luis Ruiz Quiroz, Código de comercio mexicano de 15 de septiembre de 1889. Capítulos relativos al contrato de seguro. Su contenido, antecedentes y evolución, en http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/640/28.pdf , p. 540. http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/640/28.pdf 35 que era entendido como cualquier tipo de cambio, venta y compra de mercaderías, o bien, como la negociación de frutos, artefactos, dinero y letras de cambio. En este sentido, según el modo de vender las mercancías se podía dividir el comercio en dos tipos, por un lado, el comercio mayor, que era cuando los artículos se vendían en cargas, quintales, fanegas, pesos o medidas mayores; y el comercio menor, que era ejercido en las tiendas o almacenes, generalmente por varas, libras, azumbres o cuartillos, es decir, medidas para vender al menudeo. A su vez, el comercio se dividía en terrestre y marítimo. El terrestre era practicado por tierra en algún pueblo, provincia o país mediante carruajes o animales de carga; aunque también podía ser trasladado en pequeñas embarcaciones por lagos, ríos o canales. En cuanto al comercio marítimo, se llevaba a cabo por los mares en cualquier parte del mundo. También se dividió en comercio interior y exterior. El interior era llevado a cabo con los productos propios de un pueblo, fuese por tierra o por mar dentro del mismo país, en cuyo último caso era denominado cabotaje. El comercio exterior era aquel en el que los individuos de una nación comerciaban fuera de sus territorios, es decir, intercambiando productos con otros países. Este último tipo de comercio se subdividía en importación, exportación y fletes. El de importación tenía por objeto llevar a su país mercancías del extranjero, mientras que el de exportación era empleado para llevar al extranjero las mercancías del propio país. Finalmente el de fletes, también llamado de tránsito o transporte, consistía en trasladar o conducir artículos de un país extranjero a otro.34 Para la descripción del comerciante como oficio, el Diccionario de Escriche menciona que el mercader era considerado comerciante, ya que teniendo capacidad legal 34 Escriche, Op. Cit., pp. 457-458. 36 para ejercer el comercio, se inscribía en la matrícula de comerciantes, pues tenía por ocupación habitual el intercambio mercantil. La palabra comerciante era genérica y comprendía a los negociantes, mercaderes, fabricantes, banqueros, etc. Sin embargo, había por un lado los negociantes o comerciantes al por mayor, los cuales practicaban comercio en almacenes y vendían sus géneros por piezas, cajas, balones, gruesas y arrobas sin que tuvieran alguna tienda abierta. Y por otro lado, se encontraban los mercaderes, es decir, aquellos que vendían al menudeo en tiendas o almacenes sus mercancías.35 Para que alguien fuese considerado legalmente como comerciante, no bastaba sólo con ejercer el comercio, sino que era preciso estar inscrito en la matricula de comerciantes. Cabe decir que tampoco era suficiente practicar operaciones mercantiles, sino que se requería estar ocupado habitualmente en el intercambio comercial. De esta forma los dueños o arrendatarios de bienes rurales que vendían frutos al por mayor o menudeo extraídos de sus tierras como granos, vino y aceite, no debían ser considerados comerciantes, puesto que no hacían del comercio su profesión ordinaria. De modo que las acciones judiciales que se intentaran en contra ellos debían conducirse en los tribunales civiles y no en los de comercio.36 Sin embargo, una persona que no fuera comerciante de profesión podía comprar artículos con la intención de obtener sobre ellas algún lucro y los 35 Ibid., p. 504. 36 Galván, Op. Cit., pp. 815-816. La Curía Filípica Mexicana dice que en el periodo novohispano los negocios mercantiles se vincularon estrechamente con los Consulados o también llamados Tribunales. Esta última institución, se rigió bajo jueces que solucionaban los problemas jurídicos de los comerciantes. Sin embargo, el 15 de noviembre de 1841 los tribunales se convirtieron específicamente en Tribunales mercantiles. De manera que Antonio López de Santa Anna decretó que todos los comerciantes debían matricularse bajo dicha institución, de no ser así, serían penalizados con multas que iban de cinco a doscientos pesos. 37 podía revender libremente de la misma forma en que los había comprado. De esta forma, toda persona que podía negociar tenía facilidad para ejercer el comercio.37 Una vez descrito quienes eran los comerciantes, es preciso mencionar que se exigían ciertos requisitos para que estas personas fueran protegidas por las leyes que los juristas aplicaban, de manera que entre las obligaciones de la legislación que debían acatar se encontraba la práctica adecuada y legal de las pesas y medidas.38 En este sentido, en el Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia se establecieron 28 artículos dirigidos al uso de los patrones de longitud y peso que debían practicarse. Los artículos hacían referencia a que no se usaran pesos, pesas, varas y medidas en el comercio sin que éstas se encontraran afieladas, de lo contrario se impondrían sanciones económicas. Además, los comerciantes de tiendas, almacenes y oficios no podían usar medidas extranjeras sin que con anterioridad éstas se encontraran afieladas por el marcador de la ciudad. Cada cuatro meses debían afielarse los pesos y medidas, además, tenían que estarmarcados cada año y ser visitados por el fiel. Al paso del contraste, los utensilios debían encontrarse sellados y marcados, para lo cual el fiel debía portar un padrón en donde registraran todas las pesas y pesos con relación a la ciudad. En este contexto, es importante decir que a finales del siglo XVIII y principios del XIX los comerciantes de la Ciudad de México se concentraron como uno de los grupos económicos más dinámicos, así “lograron constituirse en una entidad financiera con capacidad suficiente para reaccionar mediante operaciones crediticias el comercio interno y 37 Escriche, Op. Cit. p.456 38 El jurista, es aquel individuo que estudia el derecho, de manera que, ejerce una profesión jurídica. Por tanto, se denomina así a la persona cuya profesión se encuentra relacionada directamente con las leyes o bien, al derecho, de forma general. 38 la producción, [aunque] de preferencia al beneficio de la plata, los textiles y los granos”. 39 Sin embargo, es importante mencionar que si bien existía un comercio formal en el centro del país regido bajo requerimientos específicamente legales, el uso de los diversos patrones de medición también fue empleado por el llamado “comercio informal”. En la Memoria económica de la municipalidad de México de 1830, en la sección de “Calles” se describe que: [Prohibía] que en las calles, banquetas y esquinas, se [establecieran] mesas, puestos con dulces, vendimias comistrajos, tripas y azadura sin que se [vendieran] estas por las calles, solo precisamente en los puestos que a cada uno se establecieran en las plazas, y aún en estas no se llevaran en palos por el perjuicio que ocasionaban; y a los contraventores sobre la multa de doce reales se les harán quitar las mesas por los celadores de policía. 40 En este sentido, pese a la prohibición que persistió sobre la venta de productos en las calles desde 1827, y bajo la aparición constante de los avisos públicos del Ayuntamiento sobre la actividad informal en los espacios públicos y banquetas de la urbe, dicha actividad fue difícil de mitigar incluso a través de la amenaza de multas. De acuerdo a lo anterior Gisela Moncada dice que: La publicación frecuente de avisos al público imponiendo multas a los que vendan en las calles nos habla de la recurrencia que debe haber tenido esa práctica en la Ciudad de México. Al mismo tiempo nos muestra la incapacidad de las autoridades para mantener el orden en el comercio, posiblemente esto se deba a que durante la República se hace difícil la fiscalización porque el expendio aumenta con respecto al virreinato, es decir, las dimensiones del comercio rebasan la capacidad del gobierno para inspeccionar. 41 39 Carmen Yuste, “Los comerciantes de la Ciudad de México en la negociación transpacífica”, en Leonor Ludlow y Jorge Silva (Compiladores), Los negocios y las ganancias de la colonia al México moderno, México, Instituto de Investigaciones. Dr. José María Luís Mora, 1999, p. 211. 40 Memoria económica de la municipalidad de México formada de orden del Excelentísimo Ayuntamiento, por comisión de su seno en 1830, México, Martín Riveré, 1830, pp. 80-87. 41 Moncada, Op. Cit., pp. 170-171. 39 Aunque el desarrollo económico en la urbe principal del país continuó mediante el comercio formal e informal, lo importante para nosotros no es propiamente el abasto en cantidad de los productos importados y exportados de la Ciudad de México, sino más bien, las pesas y medidas utilizadas para vender los artículos comerciales, pues evidentemente éstos requerían pesarse y medirse. En este sentido, resulta relevante especificar ciertas regiones que se dedicaron a la distribución de víveres y objetos de uso común, de manera que la venta de productos a la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XIX, según Jorge Silva, se llevó a cabo mediante cinco regiones agropecuarias de producción, aunque también gracias al abastecimiento de algunos estados del país. La primera región se concentró en el área norte de la Ciudad de México, donde los principales distritos abastecedores fueron Tlalnepantla, Ixtlahuaca y Jilotepec, así como el Distrito de Tula, perteneciente al Estado de Hidalgo. El área del este fue la segunda región, la cual se conformó por los distritos de Toluca, Lerma, Tenancingo y Sultepec, junto con los distritos de Maravatío y Zitácuaro, correspondientes al Estado de Michoacán. La tercera área denominada como Sur, comprendía los distritos de Cuernavaca, Yautepec y Cuautla. La cuarta zona denominada del oeste, estaba compuesto por los distritos de Huejotzingo y Atlixco, este ultimo correspondiente a Puebla, además de los distritos de Ápam y Jala. Finalmente la quinta región correspondía al entorno urbano, el cual era abastecido por pequeños productores agropecuarios, pero también mediante importantes haciendas como la de Coapa, Xochimilco, Milpa Alta, Tlalpan y Coyoacán. Con respecto al abastecimiento proveniente de los actuales estados, se encontraban: Hidalgo, México, Morelos, Veracruz, Puebla, San Luís Potosí, Tamaulipas, Michoacán, Jalisco, Guerrero, Querétaro, Guanajuato, Nayarit, Durango, Zacatecas, Chihuahua, Aguascalientes, Coahuila, Oaxaca y Tabasco.42 El 42 Jorge Silva, “El mercado urbano de la Ciudad de México. Abasto e introducción, 1838-1859”, en Leonor 40 mapa I muestra el abastecimiento de productos alimenticios para los habitantes de la ciudad a través de las plazas y mercados más importantes hasta la primera mitad del siglo XIX, el cual, en buena medida, fue asegurado por las zonas circunvecinas, de forma que los productos agrícolas se vendían cotidianamente en estos centros de comercio los cuales se encontraban repartidos en la urbe principal.43 Mapa I. Mercados públicos de la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XIX Mapa Tomado de: Ricardo Gambo Ramírez, Abasto y finanzas de la Ciudad de México 1800-1850, en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/caminosymercados/cm025.pdf, 17 marzo de 2014. Ludlow y Jorge Silva (Comps.), Los negocios y las ganancias de la colonia al México moderno, México, Instituto de Investigaciones. Dr. José María Luís Mora, 1999, pp. 226-230. 43 Hira de Gortari y Regina Hernández (compiladores), Memoria y encuentros: La ciudad de México y el Distrito Federal (1824-1928), T. III, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís Mora, p. 139. http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/caminosymercados/cm025.pdf 41 Evidentemente el control de los mercados regionales se encontró en manos de los comerciantes del lugar, los cuales mantenían relaciones económicas con los productores locales y, a la vez, con los comerciantes monopólicos de las mercancías nacionales, ello daba un control sobre su zona comercial de abasto. Dichos comerciantes lograron cimentar una posición en sus zonas de origen desde finales de la Colonia, desde que comenzó a modificarse el sistema comercial virreinal.44 Entre las mercancías introducidas en 1838 a la Ciudad de México había distintos productos que iban desde alimentos de consumo básico hasta utensilios de uso común, de forma que, alimentos, bebidas, telas e hilos, ropa y vestido, artículos domésticos y materias primas, se consolidaron como las importaciones más comunes hacia la principal urbe del país. Dichos objetos nos permiten ver aquellas mercancías que en su mayoría requerían de instrumentos de peso y medida en la compra y venta (Véase tabla
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