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La indigencia material y pobreza psíquica - Luisa Rámirez

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V ' La formación de tina personalidad autónoma e integrada, está íntimamente 
/ligada, según los postulados psicóanalíticos, a las condiciones de existencia 
de los primeros años de vida. Winnicott (1979) remarca la importancia del 
cuidado materno y la disponibilidad emocional de la madre para poder satis­
facer las necesidades del niño, cuando éste es totalmente dependiente. Las 
i experiencias tempranas de interrelación, las vicisitudes y circunstancias par- 
[ ticulares, dan cuenta en el futuro, en una especie de continuidad histórica, de 
la constitución somática y psíquica del individuo. A la maduración gradual del 
yo, se aúna la socialización como proceso igualmente estructurante. El indi­
viduo aprende en sus relaciones primarias, mediante la identificación con los 
objetos proveedores, una capacidad personal para satisfacer sus propias nece­
sidades, sin poner en peligro las de los otros. Las condiciones favorablesde la 
socialización primaria, en la cuaUio solamente la madre cumple un papel im­
portante, determinarán igualmente la mayor o menor disponibilidad de recur­
s o s personales para vivir una existencia creativa.
Cuando hablamos de un “ entorno facilitador u obstaculizados’ del dcsa- 
/ rrollo infantil, consideramos no solamente las condiciones particulares de la 
interacción temprana con lospadres, sino que entendemos que están inscritas 
en el campo de las tensiones sociales. Lorenzcr (1973) nos alerta sobre el valor 
social del cuidado materno, aspecto descuidado por muchos autores psico- 
analíücos. El modo como la madre inieraelth con su hijo está diseñadode 
acuerdo con el procesamiento de su propia biografía. La socialización pri­
maria y secundaria de la madre demarcan su comportamiento, como una for­
ma de relación específica de una determinada cultura. La madre se encuentra 
dentro de una trama social y, por ende, su praxis es expresión de la sociedad 
(de su clase social, de pautas culturales, etc.). Cuanto más dispuestos estemos 
a icner presentes las consideraciones de estratificación y las contradicciones 
sociales, más nos alejamos de los “ teoremas” psicoanalíticos, que nos condu­
cirían “ naturalmente” a generalizaciones superficiales.
La literatura científica sobre las condiciones de vida de extrema pobreza 
(donde está puesta en cuestión la satisfacción de las necesidades básicas) es 
en alguna medida reiterativa: el monto de las carencias suele afectar la forma­
lidad de la personalidad. La indigencia material se transmuta en pobreza psí­
quica, en lacra social, forjando personalidades con estructuras voicas débiles, 
poco diferenciales, con restricciones en el código lingüístico y en la capa- 
cidad de simbolización.
dvamtz@live.com
Cuadro de Texto
Rodríguez Rabanal, C. (1989). Cicatrices de la pobreza: un estudio psicoanalítico (1. ed). Caracas: Editorial Nueva Sociedad. Pp.31~70 
Desde nuestra perspectiva de trabajo se plantea la necesidad de revisar 
tales postulados dentro del marco referencia] de una perspectiva crítica de la 
sociedad. El empobrecimiento psíquico, que supone la prácticp de las estra­
tegias de supervivencia en un medio de carencias materiales, no puede res­
tringirse a la elucidación del diagnóstico clínico. Las consideraciones sobre la 
estructura psíquica de los pobladores remiten necesariamente a su constitu- 
r—ción evolutiva, biográfica. Ello supone rastrear la génesis de la situación 
actual en los eventos traumáticos de la infancia, su procesamiento en las his- 
I tonas de vida, en relación directa con las contradicciones sociales a las que 
I son expuestos. Se trataría de aprehender también las posibilidades contenidas 
en Ja socialización para un ulterior desarrollo.
/ Los datos biográficos de los pobladores adultos dan cuenta de numerosos 
( eventos considerados como traumáticos por la teoría psicoanalítica. Los suce­
sivos nacimientos y muertes prematuras de hermanos, el frecuente abandono 
de los padres, configuran situaciones de desestructuración familiar que afec­
tan el proceso de crecimiento y maduración progresiva de los niños. Estos 
sufren rupturas sistemáticas, incidiendo sobre los procesos de formación de la 
personalidad.
/"•""Separar en el análisi£.dfi.las Dautas.dgXlian2Xl¿MiCi.omlnoj.Dcnaitxó^aJa 
par que reconocer líneas de desarrollo específicas de i a población.migrante, 
x reflexionar sobre los principios que rigen su funcionalidad social. Las “ bon­
dades” del sistema de reciprocidad andina (por ejemplo la modalidad del 
regalo de los niños), contempladas desde una perspectiva antropológica, fue­
ron cotejadas a la luz de nuestras experiencias con los sujetos particulares. 
Estas “ pautas de intercambio” , en la vertiente del individuo, generan una 
serie de experiencias sensibilizadoras (procesos traumáticos) que afectan al 
yo temprano. La discusión con los científicos sociales permitió asimismo 
articular estas modalidades de la socialización primaria al sistema de do­
minación. Las pretendidas metas “ distributivas” de las mismas funcionan al 
servicio de una sociedad marcadamente estratificada en clases sociales.
En el caso del trabajo cón los niños (nacidos en Lima y cuya crianza es re- 
' gida también por pautas de adaptación urbana) constatamos que éstos son tra- 
. tados con frecuencia como si fuesen pequeños adultos. Encontramos que la 
conciencia de las necesidades y problemática infantil es reducida. Los niños 
están para la realización de los proyectos paternos, mientras que éstos no se 
I plantean el problema de las necesidades específicas de aquéllos. Más allá de 
lo que la tradición cultural otorgue como marco de referencia explicativo, 
resulta evidente la existencia de factores perturbadores en la persona del 
adulto, que limitan significativamente su disponibilidad emocional para satis- 
\ f a c e r adecuadamente las demandas instintivas y de protección del niño.
La relación adulto-niño poco cmpática acentúa la asimetría contribuyendo 
a producir en los niños un sentimiento de infravalorización y permutabilidad.
\ .
j donde cada niño es equivalente a otro, donde lo específicamente suyo no es 
reconocido y donde para hacerlo necesita someterse a las exigencias que los 
adultos le imponen. Es importante señalar que en este contexto de dificulta* 
í des el niño puede mostrar formas de conducta que podrían parecer expresión ; 
de una alta capacidad creativa. Así, por ejemplo, hallamos niños que parecen 
dotados de un gran talento para desempeñarse como vendedores ambulantes;; 
un examen detallado de sus procesos de socialización muestra la inexistencia 
de un espacio propio donde pudieran desarrollarsusaptitudesmásauténticas’, 
a través de una gama de estímulos adecuados a las fases de desarrollo en que 
se encuentran.
r" En. suma se constata un menoscabo de las posibilidades de contención 
(hnldino) de los padres. In que propicia desarrollos precoces que no nromue- 
/ ven un adecuado desarrollo de las funciones autónomas d l̂ vg Con frecuen-
— cia reconocemos en nuestro objeto de estudio, perfiles psicológicos amplia- 
mente descritos por reconocidos autores. Se trata de la frecuente configura- 
s J ción del “ yo precoz* * (Winnicott) o ‘ ‘ruptura precoz del cascarón’ ’ (Mahler)
I o de la acepción popular del “ niño adulto” . La diferenciación precoz de la 
/ estructura yoica ocurre cuando el niño -debido a la dificultad de la madre o de 
I las personas encargadas del cuidado de facilitar un tránsito adaptativo gra­
dual- tiene que hacerse careo de la acomodación a la realidad MR-ma, 
Profundizando en el proceso traumático, característico de la socialización 
de los sujetos de estudio, se encuentra que si bien los perfiles diagnósticos 
descritos por el psicoanálisis sirven ccmo.xferencia general, nuestra búsque­
da insiste en el establecimiento de conexiones entre el lugar social donde el ► ° .
-1 poblador-sujeto del estudio se desarrolla y Jas peculandades psicológicas con- 
I—-secuentes. En este sentido, pareciera que las condiciones de vidasimadas por 
la pobreza y sucesivos traumas son el caldo de cultivo en que germinan per­
sonalidades oue recurren tempranamente al desarrollo de estrategias de super­
vivencia ̂los cuales parecen configurar una suerte de carácter de! poblador 
r peruano de los sectores populares actuales de manera tal que la generalización 
cada vez mayor de estos rasgos de personalidad dificulta el reconocimiento de 
-p sus orígenes defensivos. Sobrevivir en tales condiciones de pobreza signi fica 
I no poder asumir la sobrecarga de tensión psíquica que ello implica. Los in- 
/ tcntos de elaboración de los factores perturbadores procedentes del mundo in- 
/ temo y externo fracasan, limitando las posibilidades de creatividad, auto- 
nomía e iniciativa personal. v
Si bien en el inicio de nuestro trabajo el análisis de los casos enfatiza las 
características de la socialización primaria, el ámbito de la socialización 
secundaria (la cual puede ser entendida hasta el presente) fue adquiriendo 
relieve con el tiempo. En este sentido resultó muy útil el aporte de los docto­
res Mario Erdheim y Hclmut Dahmer, con quienes pudimos discutir parte de 
nuestro material de investigación. La consideración de los factores sociales
.. actuales como generadores de la estructura psíquica, enriqueció la interpre-
■ tación dialéctica de los datos clínicos. A las situaciones traumáticas de la 
! . temprana infancia se suma la influencia de las instituciones sociales (colegio, i 
l partidos políticos, medios de comunicación, etc.), las cuales suelen reflejar \ 
los planos formales de la realidad, eludiendo sus marcadas contradicciones; 
fomentarían, en términos de Mario Erdheim (1982), procesos regresivos,?de 
“ inconscientización” . Las relaciones sociales, tal como se dan en sectores de 
la población pauperizados, ejercen una presión tal, que propician en los in­
dividuos trastornos de índole narcisista. Mediante el recurso a mecanismos de 
defensa regresivos se intentamantener un sentimiento de sí mismo suficiente 
para la preservación del yo (para impedir procesos de desestmcturación yoica j 
mayor).
"Considerando los aspectos de la estructura psíquica de los pobladores 
(predominio de rasgos de desconfianza, pasividad y dependencia, perturba­
ciones en el proceso de separación-individuación, etc.), se comprende en 
"parte que resulte difícil la continuidad de las terapias. El material obtenido de 
los procesos terapéuticos, así como de los casos que no pudieron continuarse, 
desde esta perspectiva, resulta especialmente valioso para el análisis.
El proceso muchas veces traumático de la socialización primaria de los 
pobladores parecía “ revivirse” en la relación terapéutica, amenazando su 
continuidad. Con frecuencia, luego de llevarse a cabo el primer o segundo 
encuentro, el paciente dejaba de asistir. Tratábase a menudo de señoras que 
presentaban a sus niños como motivo de consulta. Problemas de relación con 
los hijos servían como pretexto para la cita terapéutica. La acentuada difi­
cultad de las madres para anunciar el sufrimiento como algo personal, hizo 
que los terapeutas se volviesen más acuciosos en la comprensión de tales de­
mandas poco diferenciadas. La demanda difusa (proyectiva) planteada en la 
entrevista inicial evidencia alteraciones en los procesos primarios de desa­
rrollo de la individualidad. Los terapeutas insistían por tanto en cen trarla 
demanda terapéutica vinculada con la particular situación en lá cual la madre 
se encontraba, sugiriendo posibles nexos entre los problemas de sus niños con 
aquellos otros problemas “ olvidados” de su propia niñez y dé su vida actual.
Si bien el desenvolvimiento de la entrevista permitía generalmente acceder a 
datos y recuerdos de la paciente, los problemas de separación-individuación 
(mostrados en la proyección y delegación masiva de la responsabilidad en los 
otros) hacían inviable la continuación dejun trabajo destinado a la búsqueda 
de un nivel mayor de autonomía.
Las “ escenas terapéuticas” revelan gráficamente cómo las demandas de 
ayuda se encontraban inmersas en situaciones muy concretas de urgencia 
cotidiana, de falta de recursos básicos para hacer frente a la supervivencia. 
Mientras el terapeuta escucha, por ejemplo, la queja de una madre sobre su
____W « « a »>ñ/Nr nna tirana w»ftk1awinr r% «/\__a . •»_«1 ~ 1_________________
nano familiar muestra ¿ti niño máspfequcño, desnutrido, que llora en su cisfc 
afectado por la fiebre. Nuestra convicción respecto de la urgente necesidaáftí* 
estas señoras no solamente de pan, sino igualmente de tener conciencia dáfe: -̂ 
situación en la que se encuentran, se veía constantemente puesta a prueba?^ '
A continuación se presentará material clíni co que ilustra aspectos cen trad ; 
de la estructura psíquica de los pobladores estudiados. Se pensó que los d^S 
sobre la estructura psíquica extraídos de las terapias, podrían ser mejor a{®\ 
hendidos si se intentaba reconstruir cada proceso. El análisis detallado de 
interacción terapéutica, que nos remite, junto con los datos biográficos, a te 
características de la socialización primaria, otorga una mayor consistencia 
validez a nuestras reflexiones.
Los tres casos elegidos intentan asu vez orientar al lector respecto aun tift 
de paciente, sujeto de nuestro estudio. Cada uno pretende asimismo descrié 
en forma pormenorizada cómo viven los pobladores, específicamente aq®- 
lios que evidencian tener particulares dificultades en el proceso de form ad^ 
del yo, y cómo se desarrolla el diálogo con los terapeutas. Tratándose de cas® 
ejemplares muestran características psicológicas extendibles a muchos ou@ 
pobladores, que corresponden a determinadas condiciones de vida, sin peráx 
por ello conexión con las personas reales y específicas.
El prim er caso lo constituye una entrevista inicial. La señora Carmen pife 
ser tratada y pese a encontrarse en una situación desesperada, de total des­
valimiento, luego de la segunda sesión desiste de la terapia. 1 .nsfixppct;niv& ̂
de ayuda inmediata y de búsqueda de gratificaciones narcisistas compensa­
torias. hicieron inviablc la continuación de los enrn^ntrns ron H trrnpp.nta.
El segundo caso es el de la señora Irma. Se trata de un'proceso terapéutica 
llevado a cabo durante siete meses por una de las colegas del equipo. Si bies 
la eventual finalización del proceso fue contemplada en la supervisión dá 
material de las sesiones, un día la señora sorprendió a la terapeuta, comu­
nicándole que no asistiría más a los encuentros con ella. La fundamentacióa
* ‘m aterial” (había conseguido un trabajopara ayudar económicamente en Si 
casa) parecía constituir una buena justificación para su retiro. No parecí* 
encontrar un sentido verdaderamente productivo a la terapia. No descubrien­
do una "utilidad’’ inmediata a la misma, nptn ñor la búsqueda de “ solucio­
nes*’ pragmáticas. El análisis de la relación terapéutica permitió avizorar 
estos obstáctílos para el establecimiento de una comunicación suficiente­
m ente distanciada (escisión terapéutica del yo), en parte vinculados coi* 
dificultades en el proceso de estructuración psíquica de la paciente.
El tercer caso es el de un grupo de niños de entre cinco y siete años de edad- 
Se reunieron con una de las terapeutas del equipo durante tres años para jugar 
jun tóse intentar comprender “ algunas historias que los asustaban” . La m aL 
nitud de los impulsos agresivos v sexual-destructivos de los niños puso a nruc- 
ba, día a día, la paciencia y la capacidad de trabajo de la terapeuta. Los mieni-
bros que conformaron el grupo pertenecían a un sector de la población carac­
terizado por un alto índice de desestructuración familiar. Se trataba de niños 
qus pasaban la mayor parte del día abandonados por los padres. Algunos de los 
familiares tenían prontuario delincuencia!: uno de ellos era hijo de una pros­
tituta. Si bien la masividad de las demandas y actuaciones sexuales y agre­
sivas volvían por momentos inviable el proyecto de trabajo psicoanalítico conellos, la intensidad del material terapéutico ofrecía un caudal invalorable de 
datos para los fines de nuestrainvcstigactón. Muestran del modo más vivido. 
los procesos de desestructuración psíquica en un contexto de extrema carencia 
material, donde el cuidado cotidiano de los niños es prácticamente inexisten­
te. El cuidadoso trabajo realizado por la terapeuta, apoyada por el equipo
sesiones del último año muestran el desenvolvimiento de un juego más estruc­
turado y con mayores recursos simbólicos. Asimismo se evidencia en los niños 
la intemalización de aspectos clave de la propuesta terapéutica, requisito 
indispensable para alcanzar cambios estructurales.
Caso de la señora Carmen: 
condensación de un desencuentro
Mujer de 26 años, nacida en cerro de Pasco (sierra central), con estudios 
hasta 3 ' de secundaria.
Cuando pide la cita aduce no poder asistir a la Posta (lugar donde los tera­
peutas atendían inicialmente) y concreta con el terapeuta una cita en su choza.
El terapeuta llega a la reunión luego de vencer varios obstáculos. Como el 
lugar donde habita la señora es poco asequible, tiene que preguntar varias ve­
ces por la dirección. Finalmente llega a la choza, después de escalar un cerro 
empinado y recorrer caminos malolientes.
Cuando el terapeuta llega la señora Carinen se encontraba descansando 
junto a su hija de siete años.Es una mujer de mediana contextura, de regular 
tamaño y con inconfundible acento serrano. Pidió consulta porque su hijo de 
nueve años es muy “ rebelde” , le pega a sus hermanos. En el colegio, en 
cambio, es muy tranquilo y buen alumno. El niño de cinco años también es 
pendenciero, el último tiene tres años. La señora cuenta que su esposo trabaja 
desde hace dos años en Huancayo y que los cinco crecen casi sin padre, pues 
él viene sólo cada quince días/un mes. Luego ante una pregunta directa del 
terapeuta, Carmen cuenta que vive separada del marido, que éste la ha aban­
donado y que tiene otra m ujer y un hijo en Huancayo (todo esto lo dice con 
lágrimas en los ojos). Hasta hace álgún tiempo eran felices.
Carmen parece sentir vergüenza de presentarse como mujer sin pareja, 
transmite inconscientemente al terapeuta imagen de soledad, de sentirse 
verdaderamente abandonada. La pregunta directa del terapeuta parece ali-
viarla. Carmen procede a relatar una señe de detalles de su vida, que la hacen 
aparecer como víctima. Ha viajadóaHuancayoyha vistoa “ laolra” . El ma­
rido se ha negado a volver con ella. Ha decidido esperarlo un año. No entiende 
qué le ha visto a la mujer, ella no le encuentra nada especial. v S U i r , >
E1 terapeuta señala que parece que le resulta sumamente difícil ver, des­
cubrir cosas en sí misma que le permitan entender mejor su situación. De 
repente consiguen entre los dos ver mejor.
La intervención del terapeuta intenta lograr que la señora se reconozca en 
su tendencia a entender su situación en función de otros, en este caso en 
relación con la otra mujer y no en relación con ella misma. Carmen no se sien­
te responsable de nada. La interpretación apunta tanto al empantanamiento en 
la vida de la señora como también a eshozar alguna posibilidad de salida. 
Después continúa informando sobre lo difícil que ha sido sú. vida. Ella es la 
menor de siete hermanos (tres hombres y tres mujeres). A los seis/siete años, 
cuando murió el padre, llegó a Lima con una tía. La madre se quedó en Cerro 
de Pasco, se volvió a casar, y Carmen no tuvo una relación cercana con ella, 
su tía tampoco era cariñosa. Más bien sus primos se preocupan por ella, sobre 
todo desde que saben que su esposo la ha abandonado.
Una semana después de la entrevista inicial, el terapeuta llega a la segunda 
sesión con algo de atraso. Le llama la atención que Carmen se haya arreglado; 
está maquillada y con ropa fresca. Tuvo un sueño con el marido y todavía 
piensa en él. Sus hermanos le han prometido ayudarla a sentar una denuncia 
judicial por alimentos, pues ahora no 1 ¡/manda nada para sus hijos. Antes él 
era trabajador, responsable. Le han contado sus amigos que ahora toma y vi­
sita caminas con ellos. El terapeuta interpreta que ella debe sentirse diferente, 
ya que no tiene que acudir a ningún lugar, tampoco va a buscarlo al consulto­
rio y es él quien la visita.
El terapeuta intenta que la señera se percate del hecho de que la queja plan­
teada sobre el marido, quien “ va de cantina en cantina” , expresa un aspecto 
de su propia persona. Parece producirle envidia la aciitud constante de bús­
queda en él, por errática que ésta parezca, mientras ella permanece inmutable, 
digna, arreglada en su casa, esperando que la visiten. La idea de ir al consul­
torio, que el terapeuta había propuesto, supondría asumir su realidad desvalida 
y con ello la necesidad de ir abuscar a alguien que la ayude. Este aspecto es 
crucial en la problemática de Carmen; revela el empantanamiento existencia! 
en que se encuentra, impidiéndole avanzar. Ella nobusca, espera. Los herma­
nos a su vez la fortalecen en sus demandas pasivas de ser alimentada (juicio de 
alimentos).
A continuación la señora relata detalles de su viaje a Huancayo, hace más 
de tres semanas. Cuenta de la otra mujer que le dijo no saber nada de ella, ni 
sobre sus hijos. El marido ni siquiera se dignó guiarla a un restaurante donde 
pudiese almorzar. Fue algo muy doloroso para ella. Todos sus parientes le
dicen que tiene que cambiar de actitud, que no puede esperar eternamente al 
hombre que la ha abandonado. Ella piensa sobre todo en los hijos y vive como 
una “ monja” . ^ .1 • '■ : • • .. • ;• •
Se interpreta aqiif que a juzgar por sii apariencia pareciera que ya se hu­
biese decidido a em pezara cambiar. U ':— :v : ~ • ......
La señora baja los ojos sonrojada. Cuenta que hace poco su cuñado la llevó 
a una fiesta y la pasó bastante bien; la sacaron abailar toda la noche; luego les 
contó a sus am igos que había sido abandonada por su esposo. Más tarde la 
llevaron a su casa, la dejaron allí y se fueron.
Se señala que quizás siente que al contar de su situación empuja a los 
hombres a abandonarla. Se queda pensativa. El terapeuta agrega que podría 
ser que las quejas -p o r muy cercanas a la verdad que sean - impiden que la 
gente se acerque a ella. Esta intervención tomó en cuenta los sentimientos 
contratransferenciales: el terapeuta sintió sueño mientras la señora hablaba.
El encuentro terapéutico permite que la señora Carmen pueda expresar sin 
encubrimiento (recurriendo a una preocupación desplazada hacia el hijo) el 
dolor que siente al haber sido abandonada por el marido. Sin embargo, lo que 
permanece lejos de su conciencia es la relación de este dolor con aquel que 
sufrió anteriormente con la muerte de su padre y luego el abandono de la ma­
dre. Estos hechos sucedieron justamente cuando ella tenía la misma edad de 
su hijo * ‘rebelde’ ’ cuando fue abandonado por su padre. La rebeldía del hijo, 
motivo de la consulta, parece ser .expresión de impulsos destructivos desen­
cadenados por las situaciones de abandono que se repiten. Más aún, el aban­
dono actual reaviva una figura traumática del pasado: el marido, como la 
madre, la * ‘despachan’ ’ para establecer un nuevo vínculo.
Si bien las intervenciones terapéuticas facilitan la emergencia de recuerdos 
relevantes de la vidade la paciente, éstos distan mucho de poder in tegrase en 
la secuencia asociativa que el terapeuta sostiene durante las entrevistas. La 
tendencia rotunda a negar las situaciones de dolor parece nutrirse de imágenes 
de supuesta felicidad retrospectiva. - ”
Para la señora Carmen parece Que existió un tiempo en su matrimonio, 
teñido de fantasías idealizadas, que terminó con la ruptura de la pareja. Mu­
cho antes, el mundo idílico de su niñez había muerto del mismo modo, con la 
; ruptura de la relación de pareja de los padres.
' Las fantasías de la señora se aúnan a las de sü entornó familiar, conso­
lidando las proyecciones. El desvalido, el “ perdido” es el marido: “ va de 
cantina en cantina* ’.Sobre su encierro también opinan los familiares. El vivir 
como ‘ ‘monja’ “ encerrada” , ya no tiene sentido, puesto que sabe que el ma­
rido ya no regresara. L aligura puede por tanto convertirse en lo contrario. 
Ella puede también sentirse una ‘ ‘estrella’ ’ volviéndose el centro de atención 
de los primos y el cuñado! La ayudan, la llevan afi estas, por estar abandonada. 
La aparición del terapeuta es insertada en esté contexto, sería otra persona que
viene a lie varia a la ‘ ‘fiesta’ ’ (Ij paciente se ha maquillado para la segunda 
sesión).'
La señora Carmen inteipretala posibilidad de tratamiento como un intento -. 
de invertirla situación: “ soy la mujer que vienen a buscar” . - •
El la está * ‘arriba’ ’ en su pedestal (es muy difícil acceder a su casa). Utiliza, 
el tratamiento para obtener gratificaciones de claro signo defensivo. La rela- 
ción terapéutica parece ofrecerle la posibilidad de obtener satisfacciones que 
pudieran atenuar las tempranas heridas narcisistas.
La situación alternativa, transmitida por el terapeuta mediante sus inter- 
vencioncs, que le permitirían ir reconociendo su realidad, parecen depararle 
un nuevo enredo existencia!. Tomar conciencia de su vida, hablar de ella, 
propicia nuevas situaciones de abandono (los hombres después, luego de la 
fiesta donde cuenta su vida, la dejaron so!a en su cara). La paciente siente que 
lo que siempre logra es ahuyentar. Por ello la propuesta terapéutica no puede 
resultar: terminaría alejando al terapeuta (dice que tuvo temor por la tardanza 
del terapeuta a la segunda sesión: creyó que ya no vendría).
Carmen decide volverá Iluancayo, localidad cercana a Cerro de Pasco, 
intentando ‘ ‘regresar” a lo suyo, tanto en sentido infantil, como adulto: Huan- 
cayo e-s el mundo de los padres y de! marido. Yendo a la sierra se cerciora de 
todo lo que ha perdido. El mundo de su infancia es ahora definitivamente de 
ios muertos, de las relaciones acabadas. El recurso definitivo frente a situa­
ción tan dolorosa es la negación de todo ello. La paciente siente ahora como 
la niña que fue antes de la migración, antes de Jos rompimientos, como de siete 
años, la edad en que su hijo fue abandonado por el padre.
De este modo, se entiende que el motivo de consulta sobre el niño traduce 
un deseo de la madre deacercarseal terapeuta como si fuese niña también. La 
paciente desea que la conduzcan a un restaúrame, que la alimenten, que la 
lleven (como niña) a las fiestas: intenta obtener beneficios.
El camino del “ olvido” (alcohol) recorrido por el marido de cantina en 
cantina, es el que la paciente estaría dispuesta a hacer, para borrar aquel do­
loroso quiebre en su historia. Aquel que significó no solamente un cambio 
espacial radical (migración), el enfrentamiento de dos mundos distintos tuvo 
que ser vivido aunado a pérdidas objétales primarias (madre y padre). Los 
datos de la biografía, los recuerdos surgidos de sesión en sesión, diseñan un 
trayecto de signo opuesto, demasiado alejado de lo que la paciente expecta.
‘ ‘Quedarse encerrada” parece significar la esperanza de la vuelta del marido 
(y con ello de lodo lo antiguo, anterior a las rupturas).
La rebeldía posible de la paciente frente a lo vivido es “ actuada” por el 
niño. El hijo ‘ ‘actúa’ ’ la hostilidad de la madre, es agresivo en la choza, contra 
la choza (en el colegio es tranquilo). Si el hijo es el que vive la rebeldía de la 
madre, ésta no tiene que enfrentarse a los motivos ni las consecuencias de la 
misma. Ella se puede quedar conforme, puede sentirse una “ santa” (monja).
4
Luego de haber desarrollado las secuencias asociativas que guían la 
interpretación de las dos sesiones, podemos volver a la escena inicial. En ella 
aparece la señora, abrumada, desesperada, demandando ayuda. También está 
el terapeuta “ esforzado” , deseoso de poder brindar algún auxilio. El en­
cuentro terapéutico escenifica una asimetría difícil de ser salvada por la 
pericia, la voluntad o el deseo del terapeuta. Rasgos, estructurales de su per­
sonalidad vuelven inconsistente el pedido de ayuda. Los rasgos de depen­
dencia y pasividad de la señora, a tal punto acentuados, vuelven inviable el 
necesariamente esforzado recorrido de búsqueda del recuerdo. Se podría resu­
mir lo hasta aquí desarrollado en los siguientes puntos:
1. La señora supedítala realización de la entrevista a la voluntad del tera- 
peuia. Este tiene que irla a buscar hasta un lugar particularmente alejado, 
realizando un esfuerzo desusado en estos encuentros.
2. A través de su actitud “ obliga” al terapeuta a intervenir para obtener 
datos centrales de su vida (intenta negar la evidencia de haber sido abandonada 
por el marido, para aceptarlo luego de una intervención del terapeuta).
3. Es tan marcada la dependencia en la señora que no puede aceptar ni 
siquiera la dependencia funcional referida a la realización de una terapia. 
.Carmen invierte la situación: no es ella que viene a consulta, sino el terapeuta 
que viene a buscarla.
4. La demanda expresada, a través de su actitud, pero también mediante los 
contenidos expresados en la sesión, es la de *‘seralimentada” porel terapeuta 
(juicio de alimentos).
La ayuda que la señora estaría dispuesta a recibir sería aquella que no 
suponga la formulación de posibles cambios. Su estructura yoica socavada 
por la negación, la proyección masiva y la idealización deLcasado noresis- 
tiria. Por otro lado, los cambios de su vida han estado siempre vinculados a la 
muerte (la muerte del padre y cambio de pareja de la madre acarrea la m i­
gración obligada, así como-la adaptación precaria actual a la ciudad se en­
cuentra nuevamente amenazada por la “ muerte” del marido en su vida).
La fantasía idealizadora (que podría adquirir la forma de ‘ ‘estabilidad’ ’) se 
sitúa en un tiempo y lugar muy lejanos, no afectados por el desarrollo de la 
vida. En la fantasía de la paciente, la terapia podría otorgarle gratificaciones 
regresivas inmediatas, las que resguardarían su ilusión, y de ese modo la pre­
servarían de nuevos cambios. ••
La señora no estuvo en su choza para las siguientes sesiones acordadas.
\
. . . * Caso de la señora Irma: 
........ un proceso terapéutico inconcluso
En este caso el proceso terapéutico es de corta duración (siete meses). Se 
trata de la señora Irma, natural de Huacho, de 39 años, que busca atención 
psicoterapéutica a través de su marido (miembro de la directiva de la po­
blación). Es éste el que toma la cita argumentando que su esposa se siente 
afectada por la muerte de su hija menor (un año), asimismo dice que suele 
tener * ‘ataques’ ’1 que asustan a los hij os y vecinos. Quedó huérfana desde el 
año de nacida; la madre murió en el posparto del hermano (“ no paraban las 
hemorragias’ ’), mientras vivió tenía graves problemas con el padre de Inna 
casi desde el inicio de la relación. Cuenta que su mamá, mientras vivía con su 
padre, se enamoró de otro señor y la familia se oponía. A consecuencia de esta 
situación, Irma comienza a rotar de casa en casa, sin que nadie quisiera ha­
cerse cargo de ella; la madre no quería nada con ella. Cuando murió, el padre 
se volvió a casar y la dejó definitivamente en casa de su hermana; esta señora 
y su esposo la criaron como hija (ella pensaba que eran sus verdaderos padres) 
hasta que un día la prima, muy envidiosa, le dijo que en realidad ellos no eran 
' sus padres. A los quince años fue expulsada de la casa por el tío, por no “ haber 
lavado bien los platos” . Tuvo un primer compromiso, nació una hija, a quien 
el padre no reconoce. Decide migrar a Lima con su segundo compromiso a la 
edad de 18 años. Tiene cuatro hijos con su actual esposo (de 9 ,8 ,6 y 4 años) 
y una niña que murió de diarrea cuando tenía un año.
Las sesiones se realizaron en la choza de la señora. Si bien ésta era com­
parativamente más amplia y mejor dispuesta que las demás casas del sector, 
a la terapeuta le llamó la atención que Irma la mantuviese siempre muy ce- 
irada (no abría ninguna pucria o ventana,incluso durante el verano).
La terapia es realizada por una de las terapeutas del equipo, más joven que 
la paciente. La supervisión del material clínico, sesión a sesión, permitió ver 
de qué modo la señora se sentía involucrada en la relación, augurando un pro­
ceso largo. Irma, sin embargo, abandonó ia terapia aduciendo razones de 
trabajo.
•• Se desarrollarán solamente aspectos de la relación terapéutica que con­
ciernan y muestren características específicas de la estructura psíquica de la 
señora, que se van poniendo en evidencia en el curso del proceso terapéutico. 
Al relatar algunas de las vicisitudes del encuentro, reparando detalladamente 
en los datos biográficos, intentaremos iluminar, por la vía de la'rccons- 
trucción, las condiciones de la formación yoica temprana. Transitaremos
1 Episodios iónicos de contracción muscular que guardaban relación estrecha con situaciones 
emotivas que duraban segundos. Los hijos acudían a “ extenderle los dedos* \ como parte de un 
ritual familiar.
■ constantemente entre las difíciles circunstancias del inicio de su vida, las 
actuales restricciones de existencia derivadas de la misma e incrementadas 
por las condiciones sociales, y el despliegue posible de potenciales de 
{. desarrollo. "* • ■ ; v_:^;*i:-
La entrevista inicial ! •
En la entrevista inicial se esbozan algunas líneas interpretativas a seguirse 
después en las siguientes sesiones. R esaltad carácterdifuso de la demanda de 
ayuda, como los recurrentes problemas en relación con el control de los 
impulsos (libidinales y agresivos). Atenderemos, por tanto especialmente, las 
dificultades en el proceso de formación del yo (defusión instintiva, “ falso 
s e l f \ etc.).
La terapeuta describe a Irma como una señora bajita, de contextura llena. 
Le impresionaron sus ojos “ acuosos” , “ sin lograr encontrar su pupila” . 
Habla bastante bien y en tono siempre igual, suave y bajito; relata cuánto 
sufren sus hijos por la muerte de su hennanita. Ella les explica que es el ángel 
que se la ha llevado al cielo. En otro momento dice tener problemas eco­
nómicos, pero siempre trata de disimular. La terapeuta interviene: “ A lo 
mejor conmigo también prefiere disimular-hablar muy bajito-. De repente 
piensa que si se muestra tal como es, no solamente su marido la dejaría de 
querer, sino que yo dejaría de venir a verla” . La señora se pone a llorar.
La intervención terapéutica intenta abordar una faceta crucial de la 
psicodinámica de la señora, la necesidad de disimular, a la que ella misma 
alude. Pareciera querer sólo mostrar su “ ser ángel” (tono bajito, suave), 
intentando ocultar su “ ser diablo” (fuertes sentimientos de odio). Los rasgos 
de carácter (que la hacen paíecerpoco amable) intentarían descubrir el odio 
sentido como .“ asesino” . En su fantasía la madre y la hija mueren, a conse­
cuencia de sus impulsos destructivos (descuidos). Laactitud “ pseudo” de la 
. señora daría cuenta de los esfuerzos adaptativos en condiciones precarias de 
vida. No habiendo podido elaborar el odio primitivo -p o r abandonos tem­
pranos- necesita ocultarlo^
- . . Frente a la intensidad del odio surge también, en el encuentro terapéutico, 
el temor de ser descubierta. Contratrarisferencialmente la terapeuta intuye, al 
jnicio de la sesión, úna dimensión de “ malignidad” en la señora (rio puede 
encontrar su pupila). En este contexto, la terapeuta aparecería como juez: 
Irma temería ser descubierta como culpable de las muertes (dice que desde 
que murió su hija siente mucha vergüenza).
De otro lado, Frente a la existencia de fuerzas malignas en ella, sentiría 
inconscientemente que la terapia podría redimirla, podría sacarle todos sus 
odios internos (dice que en pna oportunidad estuvo mal, le sacaron “ sangre 
malograda” de la oreja y se curó). La posibilidad de conversar sobre su vida
sería valorada por ella como una ocasión propicia. Desearía ser ‘ 'iavs¡£\ 
curadapor la terapeuta y no como lo hizo el padre sustituto (lío) que la expfcó 
de la casa “ por no haber lavado bien los platos” .
La demanda de ayuda de la señora es difusa. Utiliza al marido y a losaos 
para expresar (proyectivamente) lo que siente. En la entrevista inicial^e- 
senta a sus hijos: hace que todos saluden a la terapeuta, quiere cónsul tars&rc 
ellos. Dice: “ A raíz de la muerte de mi hijita, por diarrea, llevé a mis hfssa 
la posta médica porque lloraban mucho. Ellos no comprenden todavía. 
otra hija la mandé con mi lío a Huacho, porque se orinaba. Allí, porssr- 
güenza, seguro que en casa extraña no lo haría. Yo trato que no les f á l t e l a 
a mis hijos. Claro, siempre hay chicos en el vecindario que tienen más j^* . 
y yo no quiero que ellos se sientan menos".
Lo que sale a la luz en el primer encuentro es que 1a paciente pucdesíS- 
cilmcntc diferenciarse del problema de sus hijos. La consultó sobre ellos-no 
paran de llorar, ni comprenden la muerte-, parece permitirle a la señoría- 
presar dolorosos y antiguos interrogantes respecto a su propia infancia,la 
incomprensible muerte temprana de la madre cuando ella apenas contabais 
.un año de edad (señala que como son pequeños sus hijos, no comprendas). 
Irma expresa el Jeseo de un destino diferente para sus hijos (quiero quino 
sientan vergüenza, ni se sientan “ ráenos” ), sin embargo, orienta sus vMas 
igualando a todos. Los distintos tiempos y circunstancias de las muertes p a j­
een fundirse en una situación actual-fainiiiar de sentimientos confundidosde 
odio y culpa. Todo esto siente que debe ser “ disimulado” (los hijos nop*íc- 
tíen llorar, orinarse; la paciente no puede expresarse a cabalidad). Para alean-' 
zar estos objetivos concibe, igualmente, soluciones parecidas (casi como ia 
paciente fue enviada a casa de! tío, después de la muerte de la madre, latója 
es enviada a casa del mismo, luego de la muerte de la hennanita; * ‘para<jue 
deje de orinarse’ ’). La vergüenza sentida en casaajenaparece ser recurso para 
la contención. Lo que se quiere evitar son las descargas. Et: la sesión, la señora 
intenta “ disimular” , contenerse. La intervención terapéutica propicia que la 
señora “ suelte” el llanto.
Evitar las descargas, las cuales suelen aludir a pérdida de líquido (he­
morragias, llantos, orines, diarrea) parecen hilvanar una misma fantasía de la 
paciente, detener el “ flujo de la muerte” (la niña que murió de diarrea, la 
madre de hemorragias en el posparto), aunque el precio que tengan que pagar 
todos al final sea el mismo: encontrarse siempre en un contexto de opresión, 
de falta de libertad, es decir de falta de vida.
La señora Irma parece sentirse prisionera de su disimulo. Pide, en forma 
inconsciente a la terapeuta que le ayude a “ descargarse” . Sin embargo, el 
posible placer de la descarga no acentuaría el temor que la señora siente en 
relación con lo que podría salir de ella en forma incontrolada: orina, heces, 
sangre. Los eventos biognlficos de Irma parecen haber alado conexiones de
sentido inexorables: descargas asociadas a pérdidas de líquido/peligrosidad/ 
muerte.
Los traumas tempranos vividos antes de alcanzar el nivel de constancia 
objelal (muerte de la madre, abandono del padre) parecen haber hecho mella 
en el proceso de separación-individualización. La señora tiene serias difi­
cultades para formular una demanda de ayuda personal (asumirse como indi­
viduo).
La precariedad de las relaciones objetales tempranas, parece continuarse 
posteriormente. La convivencia con la prima, en casa de los tíos/padres adop­
tivos, parece haberle deparado a la señora un sinfín de dificultades: “ la hacían 
sentir menos’ ’. Las escenas de la entrevista inicial son reveladoras: la señora 
cuenta que tiene problemas económicos (se Iqjdice a la terapeuta, de quien se 
imagina no tiene esos problemas). Entendemos con ello dificultades en rela­
ción con el aspecto material, pero también alteraciones en la economía 
psíquica (control/descontrol de los impulsos expresados a través de sus sín­
tomas y los de sus hijos: ataques,llanto, orines).
La relación terapéutica parece reactivar en la señora situaciones difíciles 
de su infancia. Utiliza a sus hijos (los presenta a todos) para mostrar sus 
diversos aspectos infantiles. Al confrontarse con la terapeuta compara las 
grandes dificultades entre los chicos que tienen más y los que tienen menos. 
Se movilizan en ella sentimientos de envidia primitivos; éstos le son cono­
cidos de toda la vida, en tanto ha crecido en un contexto inmediato de desi­
gualdad, donde probablemente envidiaba la situación distinta de la prima.
Pese a todo, la señora parece conectarse parcialmente con un aspecto cen­
tral de la propuesta terapéutica: la importancia que ella otorga a la compren­
sión (dice que los niños pequeños todavía no comprenden, ella comprende las 
dificultades por las que pasa el marido). Sin embargo, para comprender, la 
paciente necesi ta ser debidamente “ contenida” (experiencia que le fue ajena 
en su niñez, cuando su madre joven murió tan temprano). Ella podría recién 
así sentirse “ reconocida” , legitimada (le preocupa la hija mayor que no ha 
sido reconocida; Irma creció en una casa no sentida como suya; en la actua­
lidad tiene casa propia pero parece no sentirla así, no.teniendo título de 
propiedad; dice que nadie la visita). La regularidad de las “ visitas terapéu­
ticas” , donde se da importancia a lo suyo, la ayudaría a sentirse verdade­
ramente “ en casa” .
La relación terapéutica
En una sesión posterior, cuando la terapeuta llega se sorprende al encontrar 
la puerta de la casa abierta (suele mantener la casa muy cerrada). Durante la 
sesión está el marido presente; pese a su actitud aparentemente amable, la 
terapeuta percibe una carga de hostilidad en él. El marido insiste, sin embargo,
en la necesidad de ayudara su mujer, dice que la ve muy consternada; cuenta 
asimismo los problemas económicos familiares. La terapeuta señala lo difícil 
que debe ser para ellos entender una propuesta de ayuda que no es material y 
que no parece ofrecer beneficios inmediatos. El csposórespóndc remarcando 
las diferencias entre las personas que “ aportan” , como la terapeuta que ha 
estudiado y los que “ no aportan” , como los vecinos que llevan una vida cen­
surable. En la misma secuencia asociativa cuenta de un perro muerto, que lo 
han enterrado con la cabeza hacia la puerta, para que proteja la casa; dice que 
le gusta vivir con animales. La ventaja de vivir en la invasión sería que allí sí 
están permitidos, a diferencia de otros lugares. El marido retoma el tema de lo 
económico y la señora sufre en ese instante uno de sus “ ataques” : tiembla, 
abre y cierra las manos. Los hijos se acercan y se las abren... La terapeuta se 
desconcierta, no sabe quó hacer.
La línea interpretativa de la entrevista inicial parece proseguirse. Lo 
económico aparece como problema familiar de una doble acepción: material 
y psíquica. Los problemas de dinero y de manejo de los impulsos parecen 
ponerse de manifiesto en relación con la presencia de la terapeuta. Se dra­
matizaría un contraste mayor entre aquellos que tienen problemas econó­
micos y otro que no los tendrían.
El clima general de la sesión es de fuertes ataques y defensas. Se dramatiza 
la necesidad de la familia (esta vez a través del marido presente) de protegerse, 
de defenderse de los que vienen de fuera, vislumbrados como peligrosos, 
amenazantes, engañadores potenciales. Que la terapeuta tenga estudios au­
mentaría su peligrosidad. Irma albergaríala sospecha de ser engañada: teme­
ría que después de las promesas de ayudarla, se le haga “ perro muerto” (di­
cho popular que expresa estafar, engañar). Como defensa, el discurso familiar 
pareciera ser el siguiente: si bien usted es de fuera y tiene estudios, yo tengo 
la posibilidad, con la ayuda de mis animales (impulsos instintivos), de ani­
quilarla. El “ aparatoso” ataque durante la sesión, condensaría el recurso a la 
expresión de los impulsos agresivo-destructivos (los médicos habían diag­
nosticado los ataques de la señora como una dolencia de índole afectiva).
A otro nivel de lectura, se asocia vivir en el mundo de abajo (los pobres, la 
invasión) con la posibilidad de vivir más abiertamente los impulsos ins­
tintivos. Irma quisiera acceder al mundo de arriba (lugar de la terapeuta, 
liderazgo del marido) sin embargo, surge la fantasía de que cambiar de lugar, 
de pertenencia -acceder al m undo de los líderes- implicaría renuncias, como 
por ejemplo, no poder vivir con animales. La resistencia se expresa en las 
manifestaciones racionalizantes formuladas por el marido. La supuesta ven­
taja de vivir en la invasión sería el no tener que dejar de lado los beneficios de 
lo “ bajo” (lo instintivo-animal).
La terapeuta entiende que la señora le abre la puerta de la choza para re­
cibir el aporte terapéutico (deja la puerta abierta). Luego, mediante el
“ ataque” , expresa dramáticamente de qué mcxjo actúan en ella fuerzas con-
■ trarias. El síntoma muestra gráficamente su carácter contradictorio en el 
‘ ‘abrir-cerrar' ’ de las manos, querer/no querer abrirse-exponerse a la relación 
terapéutica (la que la podría ayudar a integrarse). La señora teme relacionar 
sus diferentes partes: no puede integrar las más desarrolladas (importancia 
que da a la comprensión), con sus partes mas * ‘bajas” (odio y envidia primi- 
. Uvas). El carácter pseudo-integrativo del síntoma parece explicarse en re­
lación con el marido: a fuerza de querer retenerlo (disimulando) puede con­
seguir con el síntoma, que lo perturba notoriamente, echarlo de la casa (Irma 
dice temer que el marido se canse de ella). Contratransferencialmcnte, la 
terapeuta siente que contrastando con la sensación de haberse conectado con 
la señora en otras sesiones, esta vez ha logrado “ asustarla’ ’ (como sucede con 
los hijos y vecinos) provocando en ella el deseo de salir corriendo de la casa.
El seguimiento del proceso de la señora Irma nos permite profundizar en 
algunos aspectos de su se lf resaltados en el plano de la relación. Muestra un 
involucramiento afectivo con la terapeuta, que la conduce a intensificar 
medidas defensivas; Irma no quisiera ser descubierta en sus sentimientos.
Ambivalencia -
En una sesión, al llegar la terapeuta a la choza de la señora, le llama la 
atención encontrarla arreglada, maquillada. Le comenta, a propósito de una 
secuencia de la sesión, el cambio de su apariencia física. La señora se sonroja. 
Dice haber estado haciendo vestidos de papel a sus hijos, para la presentación 
del día de la madre. Tapó las ojotas (sandalias) con papel platina, para disi­
mular. No tenía plata para comprarles zapatos y sentía vergüenza de pedirá las 
vecinas. Posteriormente dice tener problemas en la vista: en la noche no pue­
de distinguir los carros, le ciegan las luces. Antes iba donde un doctor par­
ticular, que le cobraba mucho. Le vendó los ojos, no la ayudó. Luego dice que 
festejó el día de la madre con mucha alegría, bailó toda la noche. Al final su 
marido se emborrachó y eso le da miedo. A la mañana siguiente se levantó 
muy temprano, fue'al mercado y se encontró con un cadáver. Piensa que los 
asesinos fueron hombres que habían bebido. Cuando la terapeuta le señala 
sobre la atención particular que está recibiendo, sintiendo a lo mejor ver­
güenza porque las sesiones son gratuitas, la señora dice haber estado pensando 
en eso y que como no tiene plata, tendría que dejar el tratamiento.
La secuencia asociativa maquillaje/platina/plata nos permite abordar, de 
otro modo, el conflicto de la señora entre la necesidad de expresary disimular 
sus sentimientos. El factor desencadenante es el cambio en su apariencia física 
(maquillaje). Cuando la terapeuta lo señala, la señora siente haber sido “ des­
cubierta” . Los contenidos que emergen a continuación (loszapatos forrados 
con platina, así como el argumento de la plata) servirían para encubrir los
sentimientos amorosos que la terapeuta le habría despertado. Todo ello es 
representado en la sesión. En la escenainicial Irma se habría sentido “ des­
nudada” por la terapeuta, al revelarle, a través de su apariencia, sus sentí-' 
míen tos. Luego habría intentado * ‘vestirse’ tapar con papel platina lo que le 
da tanta vergüenza: sentir. Después de la sorpresa inicial, la señora asume el 
papel que le permita.presentarse, según su criterio, en forma adecuada. Dibuja 
el día de la madre como algo alegre, aunque luego cuenta de las borracheras 
y el asesinato (día que connotaría la muerte temprana de la madre). Es decir, 
pese a los intentos encubridores, la relación transferencia! parece generar te­
mores intensos de enamoramiento y de muerte, que difícilmente pueden ser 
ocultados. La sexualidad vinculada a la destructividad y muerte la volverían 
muy peligrosa (recordemos que la madre murió durante el posparto).
Siguiendo con la línea asociativa plata/platina intentamos insertarla en un 
contexto de sentido que incluye el plano socioeconómico. Irma se maquilla, 
disimula, * Torra’ ’ sus parte sentidas como pobres y destructivas. Muestra el 
lado que imagina más luminoso (platina), queriendo acercarse, ser aceptada 
por la terapeuta. De otro lado, utiliza el argumento de “ no tenor plata" para 
solventar un doctor particular, para fundamentar la fuga de la terapia. No 
tener dinero serviría como pretexto para alejarse de la exposición a senti­
mientos percibidos peligrosos.
Desde otro enfoque examinamos otras vertientes del conflicto. La señora 
relaciona a la terapeuta, tíc diferente extracción social, con el mundo de la 
plata, de todo lo que brilla. Para ella habría dos realidades: la de dentro, la 
invasión, que ella cree conocer bien (mundo de los animales, borracheras, 
crímenes, muertes) y la de fuera (el supuesto mundo de la terapeuta), una rea­
lidad que deslumbra. Irma intentaría eludir el conflicto que supone el en­
frentamiento de mundos antagónicos. Utilizaría la “ platina” (derivado de la 
plata) para encubrir su procedencia, queriendo acceder a otro lugar social. 
Teme ser cegada por la luz (problemas de la vista) que “ irradia” la terapeuta 
que tiene plata, que viene en cairo a la invasión (en la noche la ciega la luz de 
los carros).
El concepto de “ falso s e lf ' permitiría subsumir ambas dimensiones de la 
interpretación. La pérdida temprana de la madre habría incapacitado a la 
señora para hacer frente a los riesgos que supone el despliegue de los sen­
timientos (ser ella misma fuente de luz, color, energía). La señora habría 
preferido ocultarse en una existencia gris y aleatoria. Las relaciones objetales 
habrían sido construidas a base de la identificación con “ falsas” figuras 
parentales (platina, maquillaje), con personas que si bien dominaban la es­
cena, no pertenecían a su familia de procedencia. De otro latió, el bienestar 
económico (plata) de los padres sustitutos le fue probablemente tan percep­
tible como ajeno.
Encontramos en el material elementos a partir de ios cuales intentamos
construir conjuntamente con la señora la propuesta terapéutica. Le interprc- 
tamos que existe también en ella la necesidad de ver mejor su realidad (desea 
que no se le ponga una venda en los ojos), siente que sólo así se le podría 
ayudar (a diferencia del tratamiento anterior con otro doctor “ particular’ ’). 
Sin embargo, siente que cuando despliega su curiosidad, cuando quiere ver, 
descubre cadáveres (fue temprano al mercado y vio un hombre muerto; ave­
riguar sobre sus orígenes le ha deparado la constatación de muertes). * ‘Ver’ ’ 
estaría siempre vinculado al reconocimiento de eventos traumáticos y por ello 
quiere/no quiere ver.
Parecería que la señora se siente “ en tierra de nadie” , ni arriba, ni abajo, 
que a su vez son imaginados por ella como totalmente desconectados entre sí. 
Entre la forma como se percibe a sí misma, desconectada, * ‘lo de arriba” por 
un lado y ‘ ‘lo de abajo’ ’ (lo instintivo) porotro, está el divorcio que realmente 
existe, en el plano social, entre los de arriba y los de abajo.
La profundización del proceso terapéutico propicia la em ergencia de 
aspectos contrapuestos. En la secuencia siguiente se muestran franjas pro­
gresivas que van a ser luego desplazadas por los impulsos menos logrados de 
la señora. En una sesión, luego de una intervención particularmente empática 
de la terapeuta, 3a señora cuenta sueños y asociaciones que tenía “ guar­
dados” . Dice que el día que tuvo el ataque en sesión fue por celos al marido 
(la terapeuta no le había prestado atención a ella). Añade que en la actualidad 
se siente más tranquila, que cada vez que va a tener el ataque piensa en la 
terapeuta y “ se le pasa’ ’. “ La soñó’ ’ con un vestido largo, rosado, escotado, 
con guantes blancos largos. En otro sueño la vio sentada en la mesa comien­
do con ella y sus hijos.
El contenido del sueño y las asociaciones de Irma muestran que se siente 
menos obligada a esconder aspectos suyos que percibe como importantes, y 
que la terapeuta comienza a ser unapersona relevante en su vida cotidiana. La 
relación terapéutica parece construir un espacio propiciador para la em er­
gencia del se lf oculto (verdadero).
En una sesión posterior la terapeuta encuentra a la señora lavando unas 
sábanas matrimoniales que le habían encargado. Sonríe coqueta. Continúa 
con su actividad mientras habla, durante parte de la sesión. Dice que la señora 
a la que le lava la ropa vive en Miraflores y es muy buena. Luego de unos m i­
nutos deja el lavado. La silla de la terape- *a se tambalea. La señora comenta: 
“ cuidado doctora, no se vaya a caer” . A continuación cuenta que sus hijos re­
cogieron un perro, luego de cuidarlo decidieron dormir con él pero amaneció 
muerto, lo aplastaron. En un momento de la sesión, la paciente pregunta 
“ ¿son las 4, no?” , mirando fijamente a un gato que estaba parado en la ven­
tana. Dice que ella puede ver lahora en los ojos de los gatos, se lleva bien con 
ellos, pero en una ocasión estranguló a uno con sus propias manos.
Durante el comienzo de la sesión la señora dramatiza sus deseos de cer-
i cania con la terapeuta (habla con ella to<*ando las sábanas matrimoniales que 
; aluden a contenidos sexuales, de apareamiento y sonríecoqueta). Se produce;; 
| un giro notorio cuando la silla de la doctorase tambalea y la señora señala que V 
puede caerse (alude proyectivamente a la pérdida de control, ante la emer- ;; 
gencia de contenidos sexuales). Recurre entonces'défensivamente a impulsos; 
i agresivos y convierte a la terapeuta en un perro al que aplasta o en el gato que . 
estrangula. _ .
Parece sentirse condenada, abrumada por el miedo que tiene a sus propios 
impulsos libidinoso-destructivos. La contención que le ofrece la terapia pa­
rece ser insuficiente para atenuar sus angustias. Por el contrario, los senti­
mientos que le suscita la terapeuta incrementan la descstructuración. Irma 
desiste de seguir “viendo” en ella. Concentra su atención en los ojos del gato, 
dirige su mirada al entorno. Este aparece como reflejo de su propio sel/ y de 
las pulsiones que produce. Logra “ crear” un cierto clima “ maléfico” en la 
sesión. A pesar de que la terapeuta entiende esto como expresión del estado de 
desintegración interna de la señora, no puede sustraerse totalmente a su 
actuación.
Después de esta sesión, la terapeuta enferma y falta & dos sesiones. Es tal 
la dimensión de “ malignidad” (impulsos destructivos) que la paciente logra 
transmitir, que la terapeuta desarrolla la fantasía de que ha caído víctima de 
los influjos de aquélla. Se trata de una fantasía contratransferencial (expresa 
quizás el deterioro de la función yoiea de la prueba de realidad) que refleja el 
nivel primitivo de la estructura psíquica (le la señora.
La ausencia de la terapeuta durante dos semanas moviliza en Irma reno­
vados sentimientos de odio. En la sesión siguiente cuenta inicialmentc haber 
soñado con la terapeuta “ todiíitos los días” , para luego proseguir con una 
serie de quejas. Las dificultades por las que ha pasado estos días han afectadosu salud, le han quitado el apetito, le han dado dolores de cabeza, incluso llegó 
un día a caerse en la calle y a amoratarse un brazo. No pudo por tanto ir a tra­
bajar, perjudicando 1a alimentación de los hijos. Al presentarse como víctima, 
la señora intentaría hacer sentir culpable" a la terapeuta por haberla abando­
nado (como fue abandonada per su madre cuando era pequeña).
Irma parece revivir en la relación terapéutica experiencias traumáticas de 
su temprana infancia, particularmente la pérdida de la madre. Este evento 
dramático se produce durante la fase oral de! desarrollo psicosexual.cn el que 
predominan angustias de aniquilamiento. Teme no ser capaz de seguir vivien­
do si la terapeuta/madre desaparece (cuenta que no podía hacer nada durante 
su ausencia, que se caía).
Contenidos de envidia primitiva se ponen de manifiesto en relación con las 
diferencias sociales entre Irma y la terapeuta. Los mismos percances vitales 
(por ejemplo, enfermedades) serían vividos, según ella, de manera distinta, de 
acuerdo con laclase social a la que se pertenece. Cuando relata los infortunios
de su estado de salud com enta que: “ esas cosas no les suceden a los mi­
llonarios” . 'V ' ■:••• :'• . .. .. . .
Si bien la enfermedad de la terapeuta parece permitirle a la señora un grado 
de identificación con ella (soñó que ambas tenían mucha sed y que bebían del 
mismo cilindro), al expresar sus quejas remarca las diferencias entre ambas. 
Pareciera decir: yo no me puedo dar el lujo de enfermarme como usted. Hay 
ur«a gran diferencia entre no comer por enfermedad (ha notado que la téra- 
peutaha bajado de pese) y no hacerlo por no tener qué comer (los hijos no han 
podido comer por fal ta del di ñero que ella hubiese traído, de haber podido 
trabajar). Al resal tar la terapeu ta los con trastes entre falta de apetito y fal ta de 
alimento, entre enfermedad tranquila (como la señora imagina los días de 
ausencia de la terapeuta) y enfermedad que pone en peligro a los hijos, inten­
taría agudizar la percepción de Irma respecto de aspectos de la propia realidad. 
De esta manera se fortalecería el proceso de integración'
Las sesiones que siguen muestran como la señora parece sentirse más 
aceptada y reconocida por la terapeuta (comenta lo bien que se siente cuando 
pasan los doctores del equipo y la saludan. Ella ahora sale a esperarla a la 
puerta de su choza, quizás para que el encuentro con ella sea registrado por las 
vecinas). Dice que las cosas salen mejor. Cuando la terapeuta interpreta estos 
sentimientos como algo nuevo en su vida, Irma recuerda que ha vivido siem­
pre avergonzada, temiendo no ser aceptada. Esto parece permitirle a su vez 
reconocer y discriminar mejor (cuenta que distingue bien el sexo de los pollos; 
en la noche escuchó un ruido raro, el marido que nunca le creía, descubrí ó que 
hab/a sido un ladrón). Sintiéndose más reconocida en lo suyo, parece empezar 
a rescatar la sensibilidad que ella habría desarrollado a través de sus 
experiencias de supervivencia, permitiéndole desarrollar una percepción más 
fiable de su entorno.
Sin embargo, pese a los avances, el valor de la terapia es sentido por la 
señora como algo relativo. El comentario que hace: “ en realidad me está 
yendo mucho m ejoren todo” , no estaría suficientemente sustentado. La 
señora dice que su marido y ella tienen perspectivas de mejorar su choza. 
Añade: “ por lo pronto parte de ella tiene falso piso” (piso aligerado de cemen­
to, generalmente puesto provisionalmente). Entendemos que pese a las me­
joras, una dimensión de “ falsedad” parece siempre amenazar la relación 
terapéutica.
En una ocasión, la ausencia de la terapeuta en día feriado (que tocaba 
sesión) suscita en la señora el recuerdo de una situación desagradable en.su 
vida. El tío, que hacía las veces de padre, la levantaba a la fuerza a las cuatro 
de la mañana para lavar (la citase realiza a las cuatro de la tarde). La terapeuta 
señala que debe sentirse muy afectada por su ausencia el día feriado. Pareciera 
que este hecho pone en evidencia que larelación entre ellas es de trabajo y no 
familiar (los padres no tienen porqué dejar de vera sus hijos en días feriados)'.
Asimismo, las dificultades que la terapeuta refiere como obstaculizadoras
del progreso de la terapia aluden a la poca disponibilidad reflexiva de la 
señora. La intensidad de las vivencias traumáticas infantiles, reactualizadas 
en el contexto terapéutico, así como los escasos recursos compensatorios 
desarrollados en un medio adverso, dificultan la “ escisión terapéutica del 
yo” , menoscabando las posibilidades de elaboración. Es decir, la señora vive 
como naturales, situaciones “ falsas’ ’ (alusión al carácter de situación “ expe­
rimental” de la terapia).' . . .
En este mismo contexto se ubica el hecho de que la señora albergó durante 
los primeros años de su vida la creencia de que vivía con sus padres. Súbi­
tamente (a los 13 años) se enteró de que sus verdaderos padres no existían, que 
las personas que la habían adoptado eran sus tíos. El abrupto descubrimiento 
de hechos significativos para la señora fue realizado en un contexto de odio y 
celos. La prima, que según la señora era envidiosa, peleando un día con ella, 
le “ tiró la verdad en la cara” . Posteriormenie ésta fue corroborada por los 
tíos. La revelación de verdades esenciales, mucho tiempo ocultas, se da sin 
ninguna consideración empálioa.
Indicios de abandono
En una sesión, luego de cuatro meses de iniciada la terapia, la señora Irma 
dice sentirse abrumada “ porque sus hijitos están todos enfermos. Uno está 
con fiebre alta, otro está con tifoidea, el otro está operado de fimosis y está 
muy delgado” . Añade llorando que lo peores que no alcanza el dinero para 
las medicinas, ni para comer. Dice que felizmente su hijita, “ h> finada” , 
murió, si no sería aún peor. También dice que su hija ha conseguido un trabajo 
en Túpac Amaru (lugar aledaño) y de esa forma ayudará económicamente a la 
casa. Al final de la sesión comenta que se le va a hacer muy larga la semana 
hasta el próximo encuentro, “ ...¡todo lo que sucederá!...".
Podríamos interpretar esta secuencia de la sesión en el sentido de que la 
terapia no le alcanza, que lo que la terapeuta le da (una sesión por semana) es 
muy poco. Asimismo, a Irma le duele que la terapeuta no esté presente mien­
tras ella pasa por tantas situaciones difíciles. En este contexto, aparece la fan­
tasía en la sesión anteriormente analizada, de que ese mismo odio que dio 
muerte a la hijita (porque no alcanzaba para todos), podría recaer sobre la 
terapeuta, sacrificándola también a ella (porque la terapia no alcanza).
La señora expresa en términos económicos sus carencias de todo tipo. Las 
sesiones de semana en semana parecen ser vividas por ella como interrup­
ciones, o estarían asociadas a las separaciones que vivió en su infancia. Ella 
se queja de que contactos tan esporádicos no alcanzan para sentirse bien.
En la perspectiva de la continuidad de? proceso terapéutico, el análisis del 
material de esta sesión permitió avizorar el eventual retiro de la señora de la 
terapia. Aparece como fantasía la necesidad de sacrificara la terapeuta, como
siente que fue necesario el sacrificio (muerte) de su hijita. Los desesperados 
intentos de manejar los sentimientos de odió, se enlazarían con la búsqueda de 
' soluciones extremas y pragmáticas. La señora podría encontrar a otra señora 
-como la h ija - que la ayude a hacer frente a la apremiante situación eccf- 
" nómica por la que atraviesa (buscaría un trabajo como empleada doméstica). 
Ello significa dejar de asistir a la terapia, sacrificar a la terapeuta, como 
im agina lo hizo con la hija, para poder darles a los otros (para que alcance). La 
versión sacrificante parece haber signado sü vida desde sus inicios: la madre 
’ sacrifica su vida al nacer un nuevo hijo. En estas últimas sesiones se pone de 
manifiesto la compulsión repetitiva destructiva (se alegra de que su hija haya 
muerto).
Nexos entrela abundancia y la pobreza
En una sesión Irmaluce el pelo recién cortado (unos días después de que ¡a 
terapeuta había hecho lo mismo). Comenta sonriente que ayer fue su cum­
pleaños y que la señora donde trabaja en Lince la invitó a almorzar. Luego la 
trajo en carro hasta su casa. Dice que la señora le ha pedido que cuide a sus 
hijos, mientras ella se va de viaje. La señora empleadora tiene una cocinera, 
pero prefiere que sea Irma, una mujer madura, la que controle a sus hijos. El 
otro día que estuvo allí, ellos querían salir con su guardadito (enamorado), 
pero Irma les dijo que no debían estar hasta muy tarde en casa ajena. Pos­
teriormente cuenta que a su padre (tío) le robaron toda su plata en el micro, 
pero él no se dio cuenta. Lo único que sintió fu e 4 ‘algo como una punzada’ ’, 
pero pensó que era el alambrito del asiento que estaba roto. La plata la tenía 
en la “ secreta” de su pantalón.
Cuando la terapeuta interpreta las angustias infantiles reactualizadas en la 
relación transferencial, siendo ella menor que la señora y quizás por esta 
razón no suficientemente confiable para recibir secretos, Irma rememora un 
evento de su biografía que ella ten ía4‘guardadito” : relata que en casa de su 
tío había un baúl que permanecía siempre cerrado, que había pertenecido a su 
madre, pero no se atrevíaa tocarlo. De ella no guarda ni .una fotografía, pues 
parece que no le gustaba retratarse. Dicen que era muy alegre y juguetona. 
Añade: “ un día abrí el baúl y encontré vestidos lindos, tules, tiras bordadas, 
enaguas, perfumes, toda ropa muy fina. Mi tío me había dicho que mi padre le 
compraba muchas cosas a mi madre. Pero ésa vez que me encontró abriendo 
el baúl me gritó y me castigó; me dijo que solamente cuando fuese grande me 
contaría muchas cosas sobre ella. Tiempo después me relató que mi padre 
-había maltratado mucho a mi madre, que la jalaba de las trenzas y que la 
quería ahorcar. Pobre mi madre,.murió tan joven, cuando tenía sólo 15 años” .
Irma parece querer acercarse a la terapeuta, desea no sentirse tan distinta a 
ésta. Intenta mostrar que ella también tiene la posibilidad de “ alternar” en un
«SpíÉr Intentando una relación terapéutica O 53
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mundo no tan lejano al de la terapeuta (Almuerza con la señora de Lince, va a 
la peluquería, tiene algunos vestidos lindos guardados). La identificación con 
la terapeuta aunaida al hecho de sentirse reconocida (la señora donde trabaja 
¡1. la valora) refuerza sus fantasías de autosuficiencia.: ! :r v i '
^ La “ abundancia” parece ser hilo asociativo que enhebra lugares aparen­
temente dispares. La señora vincula inconscientemente la casá de Lince,
¡ donde probablemente hay muchas cosas, con el baúl de los trajes finos de la 
j madre. Los contenidos que hacen alusión a un mundo de riqueza, permiten a 
lá terapeuta integrar la escena del encuentro. Pese a que Irma intenta acercarse 
(parecerse) a la terapeuta, las diferencias entre ellas serían innegables. 
Prevalece en la señora la fantasía de que la terapeuta, pese a visitarla c intentar 
aproximarse a su mundo de pobreza, viviendo en un medio de abundancia no 
logra hacerlo a cabalidad. Siendo así, las posibilidades de cercanía entre 
ambas serían en un punto determinado inaccesibles. Para formular esta 
interpretación, consideramos el significado que Irma da a ia abundancia, en 
función de sus carencias (infantiles) y de la profunda envidia, proporcional a 
ellas.
En un momento de la sesión la terapeuta interviene relacionando alguno de 
los contenidos del dicurso de la señora con la situación transferencial: "Tai 
vez piense usted que yo vengo vestida de una manera distinta a como puedo 
hacerlo en otra parte” . La interpretación recoge sentimientos contratrans- 
fercnciaies. La terapeuta descubrió en sí misma la tendencia a vestirse con 
ropa usada (la menos buena) para ir a la invasión. Ello condensa actitudes de 
ocultamicnto (por ejemplo de las diferencias en el vestir), que habrían pro­
piciado en Irma la negación de la desigualdad. Luego de la intervención, la 
señora sobrecogida solamente sonríe y comenta: “ ¡Cómo será pues doctora!
¡ Yo no sé nada sobre su vida! ” .
La señora parece imaginar la abstinencia terapéutica (que la terapeuta no 
le cuenta nada personal) como un trato infantil hacia ella. La promesa del lío 
“ cuando seas mayor te contaré” reaparece de otro modo en la relación con la 
terapeuta, intentando diluir su curiosidad plagada de ilusiones sexuales (pin­
chazos, “ secreta” del padre, baúl de la madre, etc.) confirmando su inma­
durez psíquica.
Irma sentiría que cuando decide desentrañar aspectos importantes de su 
vida se topa con prohibiciones: en el pasado el tío la gritó por hurgaren el baúl 
de la mamá, en la actualidad, la abstinencia terapéutica. Subí en la terapeuta 
propicia con sus intervenciones la búsqueda de sentido (mediante recons­
trucciones de vida), según la paciente estaría insistiendo en el ocultamicnto de 
las diferencias sexuales/sociales; la proyección de su necesidad de encu­
brimiento, avala los temores de la paciente sobre la inmadurez de la tera­
peuta. Esta sería demasiado joven para conocer y asumir tales diferencias.
Asimismo, la recurrencia asociativa de los contenidos de robo y secretos
confluye en una fantasía sobre la relación. La terapeuta sería aquella que le 
roba sus secretos sin que ella se dé cuenta. Cada sesión sería como “ pin­
charle” inadvertidamente la mente, robarle los pocos recuerdos que ella 
guarda celosamente en su “ secreta” . : ;
El desarrollo de la sesión muestra condensadamente una serie de aspectos 
qlaves de la psicodinámica de la paciente. La inexistencia de un retrato de la 
madre (ausencia de imágenes internas de ella) parece haber desdibujado 
(confundido) su propio rostro. Los resquicios de la estructura yoica muestran 
vacíos reveladores de la ausencia temprana de la madre. La elaboración pos­
terior de estos “ vacíos’ ’ habría configurado versiones míticas contrapuestas, 
compensatorias sobre su pasado. La idealización y denigración hacen oscilar 
los recuerdos. Los padres habrían vivido en un inundo de fábula, con tesoros, 
pero a la vez el padre habría estrangulado a la madre como en un mundo de 
piratas (cofre).
En relación con el proceso, reaparecen los indicios sobre el abandono de la 
terapia. La paciente dice que prefiere quedarse en ese mundo de fantasía, a 
tener que confrontárse con una verdad que no quiere conocer.
Sesiones finales
Antes del último encuentro, la señora Irma había viajado dos semanas a 
Huacho, no pudiendo haberse llevado a cabo dos sesiones. Dijo que no se 
quedaría más, pues no podía desatender a sus hijos por más tiempo. Tenía que 
asistir a una misa de difuntos de una tía. Cuando la terapeuta va a buscarla, 
luego del tiempo convenido, no la encuentra en Casa. Su hija va a llamarla 
donde una vecina. La señora aparece con una cara sonriente, luciendo con­
tenta y pregunta a la terapeuta: “ Doctora, ¿cómo está usted?” , a lo que la te­
rapeuta responde: “ bien señora, aquí, trabajando” . A continuación la señora 
se excusa por no haber estado esperándola en casa, porque tenía que con­
feccionar un vestido de encaje para una niñita de un año que está enferma. La 
quieren bautizar pues temen que muera.
La escena inicial de la sesión parece condensarla situación de huida de la 
terapia: la señora no está en casa; cuando llega se excusa, argumentando 
razones que suenan * ‘familiares” a la terapeuta. Irma parece nuevamente es­
tar interesada en “ colocar encajes” en lugar de intentar la elaboración de sus 
vivencias traumáticas infantiles (ha ido a una misa de difuntos, está haciendo 
un vestido para una niña que piensan va a morir).
La señora inició el tratamiento agobiada por sentimientos de culpa por la 
muerte de su hijita, gue movilizó “ recuerdos” de la muerte de su madre en la 
temprana infancia. Irma buscaba “ descargarse” , se mostraba preocupada por 
las descargas inconteniblesde los hijos (no paran de llorar, de orinarse). El 
proceso terapéutico le fue señalando un camino distinto, al enfrentarse a las
situaciones de dolor ‘ ‘descargando” sus angustias en la terapeuta y al misso 
tiempo propiciando que la señoraje “ haga cargo” de su vida. Sin embaído, 
parece sentir que ya tiene suficientes problemas y sufrimientos (concretóse 
inmediatos) como para aumentar “ su cuota” con la terapia. La negación está 
presente a lo largo de la sesión (la señora parece contenta).
Los comentarios que se realizan en el diálogo parecen corroborar un ániso 
“ como si nada estuviese sucediendo” . Contratransferencialmente, la tesa- 
pe uta siente haberse igualado a la señora, se disculpa, dándole a entenderlas 
ella tampoco “ se pasa la gran vida” (ha trabajado durante su viaje). Al fa­
cerlo se libera, en alguna medida, de hacerse cargo de ella, negándolas 
dificultades, el fin inminente de la terapia.
A continuación Irma cuenta lo que ya había decidido en esos días: que va 
a empezar a trabajar con una señora que vive cerca, cuidando a una riña de 
seis meses (lo cual significa que no podría asistir a las sesiones). Las ventajas 
de tal decisión serían económicas (dice que no puede pedirle más a su marido) 
y además se trataría de un trabajo fácil, tranquilo y que puede durar vanos 
años. La niña que cuidará está bien educada, ñola han acostumbrado a “ estar 
en brazos” . Dice que la chica que la cuidaba anteriormente tenía 15 años, que 
como mujer joven tenía otros intereses y por lo tanto no era confiable. Si bien 
desde una perspectiva ex tem a el argumento de la señora es irrefutable (decide 
ir a trabajar por necesidad económica), el contexto en que se plantea nos 
permite entender cómo la señora recurre a esa “ supuesta realidad incues­
tionable” para abandonar la terapia. El desarrollo comprensivo del proceso 
muestra la estirpe defensiva de su conducta, que aparece perfectamente ade­
cuada a sus necesidades materiales.
La autoestima devaluada de Irma parece alcanzar a las personas con las que 
tiene contacto: siente que al marido no le puede pedir más, a la terapeuta 
tampoco, dado que ésta sería demasiado joven. En relación con los cuidados/ 
no cuidados de la madre, y ahora de la terapeuta, Irma siente estar siempre en 
manos inexpertas, de personas que noestán en capacidad de hacerse cargode 
ella a cabalidad, de contenerla (de sostenerla en brazos). Más aún, parece 
sentir que siendo joven la terapeuta y teniendo por ende intereses, no estaría 
siempre con ella (sólo la ve una vez por semana). Haciendo alusión también 
al tiempo, la señora opta por un trabajo cuya durabilidad estaría garantizada. 
Pese a que la terapeuta convino inicialmente con Irma un tratamiento a largo 
plazo, ella temería ser abandonada al acercarse el año (como lo hizo la madre). 
La inestabilidad de sus relacionesobjctales (signada por los sucesivos cortes 
y muertes) la ha predispuesto a expectar la discontinuidad de las relaciones 
que empiezan a ser significativas, aunque mencione que supuestamente busca 
continuidad en el trabajo coa la señora.
Recordemos que cuando la señor;: Irma tenía sólo seis meses de nacida, la 
madre salió embarazada de un hombre qué no era su marido. Esto ocasionó un
sinnúmero de problemás que la hicieron rolar de casa en casa. La madre no la 
quería y nadie quería recibirla. Irma estaría reviviendo en la terapia antiguos 
sentimientos de venganza: ante la eventualidad (imaginada) de ser abando­
nada nuevamente, decide dejar a la terapeuta. Al contarle lo contentaque está 
por haber encontrado a otra señora buena con quien trabajar, intenta “ talió- 
nicamente’ ’ hacer sentir a la terapeuta como pudo haberse sentido ella de 
pequeña: como una persona permutable.
Para la paciente habría dos tipos de trabajo: uno fácil, donde se pueden 
descargar responsabilidades, que puede ser utilizado come pretexto para huir 
de !o conflictivo; un trabajo cuyas “ ventajas’ ’ estarían también relacionadas 
con ahorro de energía (ganancias), en tanto no implican cambios (para lo cual 
se requieren esfuerzos) puesto que se siente adiestrada para ello. De otro lado 
estaría un tipo de trabajo difícil, como el de la terapia, que ella deja. El trabajo 
terapéutico le ha supuesto enfrentarse a las vivencias traumáticas con lo pre­
cario de su vida actual (más visible en él contraste con la “ vida que irradia” 
la terapeuta). La fragilidad yoica de la señora se pone de manifiesto en la 
dificultad para asumir sus responsabilidades (hijos, terapia), utilizando los 
“ m ejores'’ argumentos (lo que larealidad inmediata le ofrece). Como siente 
que ha sufrido mucho, opta por el trabajo que imagina más fácil, sin impre­
vistos, aunque ello suponga insistir en la * ‘falsa’ ’ existencia, en la niña adies­
trada, en seguir vi viendo sin lograr acceder a una dimensión de bienestar más 
integral, que la comprometa más creativamente con su propia historia.
. Al finalizar la sesión Irma invita a la terapeuta una ‘ ‘mazamorra” (pre­
parado de leche y maicena), organiza un lonche de despedida, como si se tra­
tase de dos buenas amigas que intentan conversar, olvidándose de todo lo con­
flictivo que pueda haberse suscitado entre ellas. El deseo de armonizar intenta 
borrar todo, hasta convencerse de que * ‘en realidad no pasó nada” : lo que se 
intentó hacer, experimentar como algo nuevo, vuelve a su cauce natural, el 
que conoce desde el inicio de la vida.
Un grupo de niños
Respondiendo á una demanda recurrente de los pobladores, se decidió 
atender a los niños, aunque inicialmente no había sido programado. Se for­
maron ocho grupos con niños entre cinco y once años de edad. Seis de ellos 
fueron constituidos de acuerdo con la modalidad clínica habitual en el trabajo 
psicoterapéutico infantil. Los otros dos fueron gestados inicialmcnte de m a­
nera bastante informal: una de las terapeutas del equipo propuso a algunos 
niños, que solían merodear por el consultorio, la iniciación de dos grupos de 
juego. Posteriormente estos grupos trabajaron regularmente de acuerdo con 
los principios de la psicoterapia psicoanalítica. El caso que desarrollaremos
F ‘ - Intentando una relación terapéutica Q 57 '-■ —I-----------------------------------------------:---------:-----:-------- :--------------------
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corresponde a un grupo de niños entrelineo y siete años, cuya duración fue de 
aproximadamente tres años (entre 1983 y 1986). Eran niños especialmente 
!; descuidados por sus padres; éstos salían a trabajar durante todo el día, El trato 
■■ para la terapia se realizó directamente con los niños. La terapeuta logró hablar 
con algunos de los padres, después de muchos meses de trabajo con los niños.
Un día, mientras la terapeuta descansaba, luego de atender a pacientes 
adultos, uno de estos niños, Franco (5), se acercó a conversar con ella. Le hizo 
j varias preguntas sobre su trabajo y luego le contó de algunas ‘ ‘historias que lo 
asustaban” . La terapeuta decidió ofrecer al niño y a tres de sus amiguitos un 
lugar y un tiempo constante donde pudiesen hablar de las cosas que los 
confundían. El niño aceptó gustoso. Asistió el día convenido con Chicho (5) 
y Dany (5).
Adicionalmente al trabajo, en esencia reconstructivo en la terapia de adul­
tos, el tratamiento de los niños implicó la posibilidad de acceder a la ob­
servación de aspectos de la socialización primaria. El establecimiento de 
nexos entre las situaciones traumáticas actuales y las secuelas derivadas de 
ellas adquiría particular transparencia.
-« ■ Tratándose de niños que viven en condiciones de abandono y descuido, 
resulta plausible el entusiasmo que muestran frente a la perspectiva de jugar 
regularmente en el consultorio. Sin embargo, la terapeuta suscita en ellos, si­
multáneamente, sentimientos profundos de desconfianza y de marcada hos­
tilidad. La propuesta terapéutica planteada en tal contexto, adquiere, como 
veremos, múltiples significados.
Si bien el trabajo con. este grupo de niños

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